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ERKSperiencias en el Uritorco



Partes: 1, 2, 3

Monografía destacada

  1. Introducción
  2. Las puertas del cielo
  3. Las intermitentes luces de Erks
  4. Elemental, mi querido Watson

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Base del Cerro Uritorco

Sitio en donde dicen se avistan las luces de la ciudad extraterrestre de ERKS

Introducción

Desde mediados de la década de 1980 la ciudad serrana de Capilla del Monte (Provincia de Córdoba, Argentina) es conocida mundialmente por ser una de las capitales más importantes del esoterismo y la ovnilogía del país. El supuesto aterrizaje de una nave extraterrestre el 9 de enero de 1986 en las faldas del Cerro El Pajarillo, vecino a otro pico famoso, El Uritorco (1.979 m.s.n.m), marcó un antes y un después en la historia del pueblo. A partir de entonces un sinnúmero de personas, con claras inclinaciones místicas, se convirtieron en visitantes asiduos del lugar y la industria del turismo se disparó como nunca, beneficiando económicamente a toda la comunidad local. Pero la aparente "huella" que el mentado ovni dejó grabada en las sierras no fue todo. Al poco tiempo (meses) empezó a circular el rumor, y más tarde la certeza, de que en el interior del Uritorco se levantaba una ciudad subterránea de origen alienígena conocida con el nombre de ERKS, sigla que al decir de su gurú más destacado, Ángel Cristo Acoglanis (asesinado en abril de 1989), significaría Encuentro de Remanentes Kósmicos Siderales; una especie de Arca de Noé a donde serán trasladados (según sus portavoces) algunos pocos elegidos, el día en que la Tierra estalle en un caos terminal que aniquile a toda la especie humana.

Alrededor de estos dos extraordinarios sucesos se construyó (y sostiene) el moderno turismo esotérico-energético de la región; que ha congregado, a lo largo de los últimos 30 años, a toda una singular fauna mística en la que se incluyen contactados (personas que dicen tener relaciones telepáticas y personales con seres de otras galaxias), terapeutas energéticos, especialistas en ovnis, sanadores y chamanes, gemólogos, incluso budistas, hinduistas, especialistas en Reiki, alquimistas, teósofos, practicantes del hermetismo, adivinos, veganos, vegetarianos y hippies.

Recorrer Capilla del Monte es anoticiarse de la existencia de decenas de terapias alternativas que van desde la clásica homeopatía (y sus famosas Flores de Bach) pasando por la cromoterapia (sanación a través de los colores), sesiones de curación por medio del canto, la recomposición de la armonía del aura o el diagnóstico de enfermedades a través de runas vikingas. Decenas de carteles, pegados por todos lados, anuncias cursos, talleres y sesiones de todo tipo, conferencias y charlas sobre misterios sin resolver (que ellos resuelven o tienen resueltos de entrada) y temáticas relacionadas con la energía. Una energía que según indican está por todas partes; y que el propio gobierno municipal ha aceptado como slogan del pueblo para atraer a los miles y miles de creyentes que arriban a ese rincón cordobés todos los veranos y vacaciones de invierno.

En Capilla del Monte todo parece ser interpretado con parámetros distintos a los que estamos acostumbrados. Hasta un simple bichito de luz volando en la oscuridad es visto como una señal de algo trascendente, como un regalo de la divinidad o, incluso, como una manifestación material de los Hermanos Superiores que habitan ERKS, y con los cuales muchos se sienten protegidos y vigilados. Allí lo fantástico y lo real desdibujan sus fronteras. Todo es posible. La historia misma de la humanidad es reescrita en clave esotérica y las conspiraciones, al estilo X-Files, algo cotidiano. Pero lo más maravilloso es que nadie discute nada. Ninguno quiere pasar por aguafiestas y quedar mal parado ante un ejército de fervorosos creyentes, convencidos (no todos) de ese realismo mágico que divulgan a los cuatro vientos sin ponerse colorados.

Amo Capilla del Monte. Y, aunque crítico frente a ese universo alternativo de la razón, he pasado en el pueblo algunos de los momentos más hermosos de mi vida. Adoro sus paisajes, su comida, su aire diáfano y también a su gente "rara". Que no comparta su cosmovisión no significa que no disfrute enormemente visitar la localidad y ver el mundo con otros ojos; tal vez con una gran cuota de ironía, que nunca ha pretendido ser despectiva, aunque por momentos lo parezca.

Viajé a Capilla del Monte a pasar mis vacaciones de verano en 2016 (hace muy pocos días) con la esperanza de descansar y también de seguir tratando de comprender mejor el fenómeno místico que arrastra desde hace tres décadas. Lo que jamás imaginé es que ese viaje resultara tan productivo y lleno de situaciones extrañas.

Ésta es la crónica de mis últimas experiencias en el lugar.[1]

FJSR

Buenos Aires

Febrero 2016

PRIMERA PARTE

Las puertas del cielo

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Puertas del Cielo, Quebrada de Luna

"Portal- 21 de marzo 2016.

Meditando en la luz de tu propio ser.

Preparándonos para la activación del

3° anillo galáctico interdimencional (sic).

Están todos invitados aquí los jueves 19 hs".

Cartel pegado en la vidriera del restaurante

vegetariano Sananda de Capilla del Monte.

Luz.

Amor.

Energía.

Equilibrio.

Vibraciones positivas.

Armonización interna.

Felicidad.

Éstas y otras experiencias son las que nos prometieron alcanzar, a mi esposa y a mí, cuando contratamos la excursión que nos llevaría a las Grutas de Ongamira y al paraje conocido como Las Puertas del Cielo, a poco más de 18 Km. de la ciudad de Capilla del Monte.

Ya conocíamos esos sitios de un viaje anterior, pero queríamos repetirlo de la mano de uno de los guías más famoso de la región, el mediático Jorge "Larry" Roldán Montoya, un descendiente de los aborígenes que habitaron esas sierras hace más de 400 años (los Comechingones) y referente obligado en decenas de documentales de televisión, libros y noticieros que abordan la temática extraterrestre. Como baqueano, conocedor del territorio y empresario, no hay con qué darle. Larry se las sabe todas y explota con éxito los conocimientos adquiridos a lo largo de 28 años de experiencia. Ha logrado montar un negocio lucrativo y próspero en el rubro del turismo alternativo; incluso es propietario de una pirámide energética en las inmediaciones de El Zapato (formación rocosa famosa por tener el aspecto de un calzado humano), en cuyo interior se llevan a cabo sesiones privadas de armonización, en verdad relajantes, como relataré más adelante. Pero lo que más nos interesaba esta vez era la posibilidad llegar con él hasta el Valle de Erks y tener la posibilidad de ver las mentadas luces de la subterránea urbe extraterrestre de la que tanto hablan lugareños y místicos. Sabíamos que Larry era el guía oficial del Hotel Roma y que tenía excelentes contactos con la crema y nata de la sociedad esotérica del pueblo. Si había alguien indicado para romper con nuestro escepticismo definitivamente esa persona era él.

El Hotel Roma es uno de los emprendimientos hoteleros más antiguos y legendarios de Capilla del Monte. En 2017 (el año próximo) estará festejando sus primeros 100 años de actividad interrumpida, y a lo largo de todo este tiempo acogió en sus habitaciones a los más renombrados místicos argentinos, y también extranjeros. Como bien dice un dicho, "en cuestiones esotéricas todos los caminos conducen al Roma".[2] Y algo de eso debe ser cierto. Por él han pasado inefables personajes como Pedro Romaniuk, Fabio Zerpa, Ángel Acoglanis, Triguerihno, Guillermo Terrera, Sixto Paz Wells, Ricardo Gonzáles, Indra Devi y Raúl Abel Bagatello, entre otros "autoconvocados", "peregrinos" y "contactados", como gustan de ser llamados.

Todos y cada uno de estos individuos dicen arrastrar una larga historia de tratos con seres espirituales, extraterrestres y entidades de luz que ponen en entredicho los más de 300 años de racionalismo occidental. Pero en esta oportunidad no buscábamos con Verónica (mi mujer) racionalismo alguno. Deseábamos sumergirnos en el corazón del esoterismo vernáculo del pueblo y, como dije antes, Larry Roldán Montoya era el camino más directo que habíamos encontrado para concretar ese objetivo.

No nos equivocamos.

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Hotel Roma

Legendario centro de reunión de los principales místicos de Capilla del Monte

Salimos en combi de Capilla del Monte promediando las 15 horas. Fuimos los últimos en ser recogidos en las puertas mismas del hotel donde parábamos, razón por la cual el vehículo estaba completo y no nos quedó otra opción que ocupar las butacas de más atrás. No demasiado cómodas por cierto, pero ideales para tener una composición global de todos aquellos que estábamos en el vehículo.

Éramos once. El chofer (un capillense nativo, lenguaraz y simpático), Larry (el líder el grupo), un matrimonio de La Plata (cuya mujer decía ser especialista en gemas y piedras), una pareja de Buenos Aires con su hijo pequeño, una chica de Entre Ríos, una señora de mediana edad (sumamente sensible a todo lo que se decía), Alondra (una terapeuta en reflexología y maestra de Reiki de origen uruguayo) y nosotros dos.

Era un grupo heterogéneo que, a poco de partir, no tardó en establecer una relación cordial, campechana y abierta a toda la información que Larry nos daba a medida que devorábamos distancia por la Ruta Nacional 38 y algo más tarde por la ya mítica Ruta Provincial 17, con dirección a Ongamira.

Toda la zona está imbuida de una magia muy especial. El discurso místico la ha convertido en una región propicia para contactos con seres de otros mundos y tiene, según dicen, la capacidad de despertar a las conciencias dormidas. Se la conoce con el nombre de Quebrada de Luna, pero nada tiene que ver el satélite natural de la Tierra. La denominación proviene de uno de sus primeros propietarios, de apellido Luna, lo que desde el vamos le quitó, desde mi punto de vista, un poco de misterio y romanticismo al asunto. De todos modos, el paisaje es imponente y lleno de belleza. Larry se encargó de describirlo en detalle. Nos habló de sus plantas, de las propiedades curativas de las mismas y de la terrible "energía" que se podía percibir en cada uno de sus rincones. Y no era para menos. A poco de tomar la Ruta 17, se desplegó a nuestra izquierda el cordón serrano que le diera fama a toda la región: la Sierra del Pajarillo, lugar donde la mitología local sostiene aterrizó (dejando una enorme huella de pasto quemado) una nave extraterrestre, el 9 de enero de 1986. La marca, por supuesto, ya no estaba pero Larry se desvivió en describirla, dando sus enormes dimensiones (unos 115 metros de largo y 95 metros de ancho)[3] y afirmando que aquello que había dejado la extraña quemazón había sido (a no dudarlo) una "Nave Madre" proveniente de otro planeta.

Nadie preguntó nada. Todos en la combi parecíamos aceptar sin objeciones la teoría. Verónica y yo nos callamos la boca. Estábamos en desventaja. La verdad es que no queríamos regresar a Capilla del Monte caminando.

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Sierras del Pajarillo

La primera parada en el camino la hicimos en un desvío (que no tomamos) y que conducía a un célebre lugar en la mitología capillense: Los Terrones.

Desde lejos observamos sus sinuosas formas pétreas que, producto de la erosión eólica y las lluvias a lo largo de cientos de miles de años, invitan a imaginar decenas de figuras que van desde rostros a objetos, siluetas humanas e, incluso, el perfil de una extraña y abandonada ciudad.

Los guías de turismo, siempre tan afectos a las pareidolias del paisaje, incitan a la fantasía dirigiendo la mirada y la atención de los visitantes; sugestionando sus sentidos al punto de que muchos, alimentados por el asombro inducido, se van con la idea de que todo es el producto de inteligencias superiores, capaces de manipular una tecnología ajena al conocimiento humano.

Los extraterrestres empiezan a ser vistos por todos lados.

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Los Terrones

Pero Los Terrones son famosos por haber sido el escenario elegido por Ángel Acoglanis para llevar a cabo las ceremonias secretas en la que, según él mismo y la tradición oral, se convocaban, mediante mantras dichos en una lengua cósmica (el irdin), a las entidades ("Jerarquías") extraterrestres que habitaban Erks. De ese modo, estimulados por el poder mágico de las palabras, los alienígenas del mundo intraterreno se manifestaban en forma de luces, ante la atónita mirada de los acólitos del gurú.

Rituales de ese tipo (que se siguen practicando) son anteriores a la aparición de la extraña huella en El Pajarillo. Aun así, contribuyeron (y siguen contribuyendo) a engrosar el aura mística que toda la región en la que estábamos arrastra hasta el día de hoy.

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Los Terrones, a sólo 14 Km. de Capilla del Monte.

En este sitio Acoglanis convocaba a los extraterrestres en una singular ceremonia.

Nos sacamos unas cuantas fotos con Los Terrones como telón de fondo. Entretanto, Larry, haciendo gala de sus conocimientos en herboristería local, nos entregaba una gran variedad yuyos que, según indicaba, servían para curar todo tipo de dolencias. Desde una simple tos y gripe, hasta disfunciones renales, gástricas e impotencia sexual. No faltaron los chistes al respecto, especialmente por parte de las esposas presentes (aclaro que no la mía), y cuando aún resonaban las risotadas nerviosas de algunos de los hombres, volvimos a subir a la combi poniendo proa hacia nuestro próximo destino: las Grutas de Ongamira (previo y fugaz paso por un arroyo serrano, con supuestas aguas energizadas y curativas).

Llegamos a Ongamira pasada la media tarde. El sol de enero se negaba a desaparecer detrás del horizonte y amparados por sus rayos anaranjados algunos miembros del grupo decidieron pagar una entrada (el sitio es propiedad privada) y escalar las enormes rocas rojizas en las que se encuentran las mentadas cuevas, donde los indios Comechingones realizaban sus ceremonias religiosas antes de la llegada de los españoles en el siglo XVI y levantaron un férrea (pero inútil) resistencia ante la invasión europea.

Poco es lo que se sabe de esta etnia. Fue erradicada en muy poco tiempo por la conquista ibérica y esa falta de datos es la que ha permitido que se dijera de ella cualquier cosa respecto de su origen y prácticas culturales. Hay algunos que han llegado a sostener que eran indios blancos, rubios y de ojos azules. Una "raza superior". Nórdica. Pero no voy a detenerme en esos delirios racistas (ya lo he hecho en los artículos anteriormente sugeridos).

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Grutas de Ongamira

A la izquierda: "La Calavera".

En Ongamira, con Vero, permanecimos en la base. Ya habíamos hecho el esfuerzo de subir, en julio de 2015, a la cima. Por lo tanto nos quedamos tomando un café con leche (empezaba a refrescar) y, en mi caso, a fumar unos cigarrillos en tanto inspeccionaba las inmediaciones y sacaba algunas fotos.

En el recorrido me topé con varios morteros de piedras (conanas) que, a modo de decoración, los propietarios habían desperdigado, rodeando la casa en donde nos atendían. Al observarlos no pude dejar de pensar en la cantidad de tonterías que había leído recientemente en un librito escrito por un místico cordobés, en el que se afirmaba sin pelos en la lengua que esos morteros eran instrumentos de poder. La universidad no me había dicho nada de todo eso. Pero, claro, como todos sabemos, las instituciones del Estado son parte de un complot de encubrimiento universal, tendiente a mantener en la ignorancia a la mayoría de los mortales.

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Mortero o conana de la etnia de los Comechingones

Uno de los principales responsables de la difusión de estos delirios fue, a no dudarlo, un pseudo-historiador-antropólogo (era en verdad abogado de profesión) llamado Guillermo Alfredo Terrera, autor de una serie de libros autoeditados en los que, partiendo de la casi total ausencia de fuentes, inventó la historia de los Comechingones a gusto y piacere, mezclando contenidos provenientes de otras culturas precolombinas con parte de la moderna mitología ovni (engendrada por escritores como Erich Von Däniken) y el esoterismo.[4]

Gracias a Terrera sabemos que los morteros cumplían no sólo una función alimentaria (moler semillas) sino también que eran utilizados en ritos mágicos y sagrados. Pero dejemos que sea el propio "especialista" el que nos lo cuente.

"En la parte inferior de los morteros –escribió- estaba representado el COSMOS con sus campos de fuerza destrógiros y levórigos, y esta ENERGÍA se podía percibir con sólo introducir la mano dentro de la concavidad del mortero. Si éste poseía poderes mágicos, el alimento preparado dentro del mismo adquiría una FUERZA CÓSMICA que se transmitía a quienes lo comiesen".[5]

Estuve a punto de pedir unos cuantos granitos de maíz y hacerme una polenta con tuco, pero sabía que no iba a tener tiempo. Difícil es encontrar algunos ingredientes para la salsa en sitios tan alejados. Además, los "escaladores" regresaron de las grutas más rápido de lo esperado y aún teníamos que hacer una última parada en las renombradas Puertas del Cielo. Tal vez allí sí podría ser testigo de lo que Terrera también afirmaba en sus libros: "contemplar embelesado (como los Comechingones de su imaginario) las luces y entidades cósmicas que surcaban el cielo nocturno".

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Arribo a Las Puertas del Cielo

Pasadas las ocho de la noche, la combi, tras desplazarse unos cuantos kilómetros siguiendo la polvorosa Ruta 17, arribó a un promontorio desde el que podía divisarse toda la Quebrada de Luna. El sol se ponía, ahora, con más velocidad y parte del cielo se convirtió en una inmensa acuarela de colores claros, en tanto que la otra mitad se cubría de nubes grises, amenazando con una tormenta que nunca llegó. Caminamos siguiendo a Larry hasta un alambrado en que colgaba un cartel descolorido que decía "Prohibido pasar. Propiedad Privada" y haciendo caso omiso a la advertencia lo atravesamos e iniciamos el ascenso por un terreno que se elevaba un poco más. La vista del anochecer desde ese punto fue algo en verdad espectacular. Parecía que estábamos en el borde mismo del mundo.

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El sol se pone en Las Puertas del Cielo

Alcanzado un determinado punto en el terreno, Larry nos invitó a sentarnos en círculo, comunicándonos que sería la mística montevideana, Alondra, la encargada de llevar a cabo la ceremonia de invocación a las entidades de Erks. También nos advirtió que estábamos en una zona de mucha carga energética y que, en realidad, ese punto en el que acabábamos de sentarnos era un "Portal Dimensional".

?Mucha gente que ha venido acá ha podido ver las luces y la mismísima ciudad de Erks. Estamos en un sitio sagrado y de ahora en más puede que ocurran cosas maravillosas –dijo el guía y, retirándose a nuestras espaldas, le cedió la batuta a la mujer.

Ésta se sentó sobre una roca, mirando hacia el horizonte y pidió que cerráramos los ojos en silencio. No obedecí. No quería perderme de nada. Acto seguido, Alondra comenzó con el ritual.

Hablaba con voz muy baja. No se alcanza a oír bien lo que decía. El viento la tapaba. Aún así pudimos escuchar, entrecortadamente, que pedía permiso a los habitantes de Erks y agradecía a la Naturaleza el amor incondicional que tenía hacia nosotros.

Miré hacia un costado y observé que la turista sensible que tenía a unos metros de mí, apretaba muy fuerte los párpados y, tras adquirir la posición de loto, se balanceaba de adelante hacia atrás como si estuviera por entrar en trance; al tiempo que repetía, aparentemente, lo que Alondra decía. La mística pidió silencio una vez más y se mantuvo repitiendo frases en las que las palabras amor, felicidad y energía se sucedían una detrás de la otra. Así pasaron unos quince minutos y la noche nos alcanzó.

Miré hacia la porción de cielo que no estaba nublada y distinguí las primeras estrellas. Todas permanecieron en su sitio. Ninguna se movió. Ni una sola nave hizo acto de presencia y, menos que menos, las luminarias de la mitológica ciudad intraterrena. Era una noche de campo común y corriente. Bellísima, pero nada fuera de este mundo se materializó. Al menos ante mi escéptica mirada.

Cuando la pitonisa terminó con su ritual, se puso de pie. Preguntó si habíamos podido visualizar la cueva y, dentro de ella, el gran cristal. No respondí. No quería pasar por aguafiestas. Sólo la mujer de la posición de loto contestó afirmativamente, agregando que también había observado una luz verde recorrer las rocas y las copas de los pocos arbustos que crecían en el lugar.

Miré a mi esposa con sorna y levanté las cejas. Entonces, ante mi sorpresa, una luz verde clara, muy nítida y de forma redondeada, recorrió el paisaje que nos circundaba.

? ¡Fui yo! –exclamó Larry riendo y con una linterna láser en la mano. –La traje para señalarles accidentes geográficos del terreno. ¿Ven? Aquel pico que se ve allá lejos es el Uritorco…

Me sonreí. La mujer, desilusionada, también. La gran ceremonia había terminado y en plena oscuridad empezamos el descenso hacia la combi.

? Todo parece que hoy no pasará nada -dijo el guía. –Pero saquen fotos. Muchas veces aparecen flotando entidades. Las llamamos orbs.

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Orbs ¿o seres lumínicos provenientes de Erks?

Conocía ese término.

Es la forma de nombrar a las inesperadas anomalías visuales que aparecen en fotos y videos. Suelen tener forma redonda y son muy luminosas. Los cazafantasmas actuales también refieren a ellas en muchos de sus escritos y no son pocos los que, como Larry, las interpretan como entidades inteligentes de energía pura que monitorean a los seres humanos. En realidad no son más que las partículas en suspensión iluminadas por el flash de las máquinas fotográficas (en especial las digitales y de celulares) o suciedad en la lente. Pero para entonces nada de eso importaba. Los gritos de sorpresa inundaron el oscuro valle.

Finalmente, las entidades de Erks empezaban a manifestarse en las fotografías que todos sacamos.

Regresamos a Capilla del Monte pasadas las diez y media de la noche. Pero eso no era todo.

Lo mejor aún estaba por suceder.

SEGUNDA PARTE

Las intermitentes luces de Erks

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Base del Cerro Uritorco

Noche de luna

"Dicen que cuando hablas con Dios es oración,

pero cuando Dios te habla es esquizofrenia".

Fox Mulder

The X Files (Serie TV)

La armonización con el Universo puede lograrse de varias maneras, según reza en los manuales capillenses. Una de ellas es metiéndose dentro de una pequeña pirámide de concreto y someterse a una terapia de sonido en la que un gong, construido con una misteriosa aleación proveniente del Tíbet, se convierte en el canal necesario para tranquilizar el espíritu y volverse uno con la naturaleza. Quisimos ver de qué iba la cosa y en el anochecer de una calurosa jornada contratamos una sesión.

Nos recogieron en el centro de la ciudad y fuimos trasladados en auto hasta las inmediaciones del dique El Cajón, un sitio hermoso, cercano a la famosa piedra El Zapato, donde antaño (y aún hoy en menor medida) los recién casados se sacaban las fotos de rigor. En ese sitio, Larry y su mujer regentean, cual faraones sin corona, la geométrica construcción.

? La pirámide canaliza y concentra la energía de una forma muy especial. La experiencia que van a tener es maravillosa –nos dijeron-. Además, el sonido los va a ayudar muchísimo. Está todo muy bien pensado. ¿Saben qué? La pirámide está construida en un terreno consagrado por los indios Comechingones, y orientada siguiendo las indicaciones que nos diera muy especialmente don Pedro Romaniuk, después de haber realizado un pormenorizado estudio con un péndulo.

No acoté nada.

Tenía referencias de Romaniuk. Lo conocía desde mi adolescencia. Había leído algunos de sus libros, incluso asistido a un par de charlas en la ciudad de Mar del Plata. Hacía mucho tiempo que no escuchaba su nombre, pero lo recordaba. Él había sido uno de los principales responsables, junto con Fabio Zerpa, de mi total desencanto y tránsito hacia el descreimiento absoluto respecto de los ovnis. Los estrambóticos y rocambolescos argumentos que ese hombre dio a lo largo de su vida (murió en 2009) me abrieron los ojos, llevándome por un camino que, de seguro, no era el que él pretendía yo siguiera al momento de dar sus delirantes conferencias. El diario Crítica lo llamó "el patriarca de los platos voladores". Bien merecido lo tiene. Fue, de hecho, uno de los primeros en hablar sobre el tema y autor, desde la década de 1960, de más de 24 libros. Como amigo personal de Benjamin Solari Parravicini, Romaniuk incursionó también el tema de las profecías y, obviamente, no dejó de lado la temática de los intraterrestres de Erks y la ciudad subterránea del Uritorco. Ha sido, sin duda, uno de los que contribuyeron a la construcción del mito contemporáneo más famoso de Capilla del Monte.

No me sorprendió que "Don Pedro", como lo siguen llamando con respeto sus seguidores, hubiera, con un péndulo, dado la ubicación cósmica adecuada a una pirámide de energía armonizadora. Iba con su estilo. ¿Qué otra cosa podía esperarse de un hombre que afirmaba recibir mensajes telepáticos de extraterrestres y decía ser el creador de la Terapia Psicotrónica Piramidal, entre otras tantas cosas?[6]

Como dije anteriormente, guardé silencio y esperé llegar al lugar.

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Pirámide energética de Capilla del Monte

Ascendimos por una escalinata de material que trepaba un inmenso roquedal y para cuando llegamos a la cima creí, en un primer momento, haber sido transportado hasta la mítica Área 51.[7]

Allí, justo enfrente de nosotros la reducida pirámide semejaba una nave alienígena que acababa de aterrizar. El paisaje, la altura en la que estábamos y las siempre misteriosas sierras que nos rodeaban, crearon el marco perfecto para el inicio de un capítulo de Los Expedientes Secretos X. Sólo faltaba que de su interior surgieran extraterrestres grises y nos abdujeran. Afortunadamente, nada de eso ocurrió. Por el contrario, fuimos nosotros (mi mujer, la guía espiritual y yo) los que entramos en la construcción voluntariamente.

Hacía calor.

Mucho calor.

Un rico aroma a lavanda, mezclado con algún tipo de incienso, deleitó nuestro sentido del olfato. Unas pocas velitas prendidas hicieron que nuestras sombras se volvieran muy movedizas al reflejarse en las paredes inclinadas.

? Tengan cuidado con la cabeza. Es muy bajo ?me señaló la anfitriona?. Acuéstense en las colchonetas que están en el piso. Pónganse cómodos. Relájense. Dejen que su cuerpo físico encuentre la posición que más desee.

El sol se acaba de poner, pero ahí adentro el calor acumulado era insoportable.

Obedecimos. Me quité los lentes, aflojé mi pantalón y me dejé llevar por el sonido del gong tibetano.

La sesión fue mucho más larga de lo que podía haber imaginado. Casi una hora y cuarto. Aún así, a pesar de la temperatura condensada (¿o era la energía cósmica y yo no me di cuenta de ello?) fue una experiencia por demás agradable. Relajante. La voz de la mujer era fabulosa y, combinada con las rítmicas resonancias del instrumento oriental y los dulces mantras que cantaba muy bajito, tanto Vero como yo alcanzamos un absoluto estado de relajación. Estoy convencido que, de haber habido un ventilador, hubiera dormido una siesta espectacular. Pero el calor, el maldito calor, me quitaba el aire. Don Pedro (dije "Don", no "San"), había obviado ese detalle.

Cuando la guía dio por terminado todo, salí corriendo a tomar aire fresco. Me estaba asfixiando.

?¡Cuidado con la cabeza! ?alcanzó a decir.

Demasiado tarde.

Algo era evidente: seguía desarmonizado con el entorno.

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Anochecer en Capilla del Monte

Afortunadamente, las experiencias alternativas, como suelen ser llamadas, no terminaron aquella noche. En el viaje de regreso a Capilla, la guía de voz angelical nos comentó que tanto ella como Larry tenían una excelente relación con el propietario del Hotel Roma y que, si lo deseábamos, podían combinar un encuentro con él, a fin de participar en un ritual idéntico a los que solían organizarse, durante primera parte de la década de 1980, en la zona de Los Terrones.

Aceptamos sin dudarlo un segundo.

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Representación de los rituales celebrados en la zona del Uritorco y Los Diarios de Erks

Todo aquel que haya indagado algo sobre la historia esotérico-mística de Capilla del Monte sabe que Ángel Cristo Acoglanis fue su principal puntal. Con él se inició todo, mucho antes de que los marcianos dejaran la huella en el cerro con nombre de ave. Es el punto Alfa de toda esta historia. La simiente primera. El responsable de la construcción imaginaria de la ciudad subterránea de Erks y el gurú principal en las ceremonias que él ideó y llevó a cabo en la región de Los Terrones.

Acoglanis dijo ser muchas cosas a lo largo de su vida. Griego, médico, iniciado tibetano, sanador, contactado y hasta extraterrestre. Nada de todas estas cosas han sido fehacientemente comprobadas, en especial su origen extraplanetario, por lo que toda su vida está envuelta en exageraciones, mentiras y, como no podía ser de otra manera, misterio. Su trágica muerte, acaecida en Buenos Aires mientras atendía pacientes en su consultorio, fue portada de todos los diarios en abril de 1989; cuando Rubén Antonio, uno de sus discípulos más cercanos y hermano del conocido financista peronista, Jorge Antonio, lo acribilló a balazos, para luego entregarse a la policía.

Nunca se supo a ciencia cierta el móvil del crimen. Algunos adujeron que fue una cuestión pasional (cuernos de por medio), otros un ajuste de cuentas por deudas impagas. Pero la personalidad e historia de Acoglanis habilitaron interpretaciones mucho más conspirativas, como aquella que dice que su muerte estuvo organizada por agentes secretos de oscuras agencias, los famosos Hombres de Negro, encargados de silenciar a todos aquellos que se inmiscuían con el tema ovni. Y si de ovnis, extraterrestres y seres de luz provenientes de otras partes del cosmos hablamos, Acoglanis estaba metido hasta el cuello.

De acuerdo a sus escritos y a los dichos de quienes lo siguieron, Acoglanis tenía contactos con los habitantes de Erks, a los que convocaba por las noches en rituales colectivos. En esas oportunidades, y mientras vestía un túnica de color blanco y repetía mantras en un idioma cósmico (¿?), el extraño médico era canalizado (poseído) por el espíritu de un ser de otro mundo llamado Sarumah. Era esta "jerarquía" extraterrestre la que hablaba a través de Acoglanis, dejando mensajes de amor y paz; al tiempo que advertía sobre una catástrofe planetaria, de la cual sólo zafarían uno pocos iluminados: los elegidos por el propio Sarumah/Acoglanis. Pero no era sólo eso. También en esas reuniones se podía ser testigo de eventos extraordinarios: luces (naves) sobrevolando la zona, iridiscencias que respondían a los presentes, prendiendo y apagando estrellas, incluso la mismísima materialización de la ciudad de Erks en valles donde, hasta hacía sólo segundos, existían piedras y pastos duros.

Muchas personas juran haberla visto y Larry había sido explícito al respecto en Las Puertas del Cielo. Pero más allá de su puntero láser y los orbs, nosotros estuvimos impedidos de tal privilegio. De seguro no estábamos preparados espiritualmente para ello. Era vox populi en el ambiente que "sólo los puro de corazón" podían visualizarla.

Entonces, fuimos presentados al dueño del Hotel Roma: Osvaldo Allie.

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Portal de Erks

De mediana estatura, delgado, agradable y generoso, el hotelero, cuya familia es la de mayor trayectoria en el rubro en Capilla del Monte, además de convencido creyente en todo lo referido a Erks, los intra y extraterrestres, es ingeniero químico y excelente relator. Su voz calma seduce al instante, acompañada por el don de gente que trasunta no bien uno le estrecha la mano. Ejerció varios cargos públicos a lo largo del tiempo, aunque todo indica que la política terminó desilusionándolo. No ocurrió eso, claro está, con Ángel Acoglanis, su amigo personal y de quien guarda un afectuoso, agradecido y profundo recuerdo. No es para menos: Osvaldo Allie fue uno de sus discípulos más cercanos y el heredero, en gran parte, del legado esotérico-místico que dejara el "médico griego".

Aunque como escéptico que soy, no comparto (y soy crítico) de todo lo que se ha dicho y dice sobre Erks, guardo por Allie un gran respeto. Vemos el mundo de diferente manera. No tengo la cabeza tan abierta como se supone habría que tenerla para considerar que la presencia de extraterrestres es algo tan común y corriente como un burrito serrano. Partimos de paradigmas diferentes y lo más probable es que jamás nos pongamos de acuerdo en cuestiones de base. Así todo, con su pausada y equilibrada forma de decir las cosas es capaz de convencer al más incrédulo sobre la realidad de las experiencias personales que dice haber vivenciado. Y les aseguro que son muy poco comunes.

? Con Ángel fui a Los Terrones innumerable cantidad de veces ?me relató?. Allí ocurrían cosas que sólo estando presente es posible creerlas. En ese sitio se comunicaba con las Jerarquías de Erks. Incluso, en varias ocasiones, se abría un "puente de luz" por el que Ángel caminaba hasta desaparecer. Al regresar, minutos después, traía mensajes maravillosos. Universales. Una vez fui invitado por él a cruzarlo. Entramos en Erks y lo que recuerdo haber visto ahí sólo yo puedo sentirlo. Es difícil explicarlo con palabras. Era un espacio enorme. Semejante a un hangar inmenso. Tan grande como el Cerro Uritorco. Recuerdo haber visto depósitos (tanques) que parecían estar hechos de acero inoxidable, gigantescos, y más allá, a un costado lo que parecían ser tubos por donde circulaban muchísimas naves, como si fueran autopistas.[8]

No supe qué decir.

Todo eso estaba mucho más allá de mi forma de ver el mundo.

Pero no fue todo. Sin prurito de ningún tipo, Allie prosiguió contando sus experiencias.

? Ángel afirmaba que los Hermanos Cósmicos estuvieron desde siempre con nosotros y que actualmente están en la ciudad de Erks, trabajando sin cesar para el perfeccionamiento del hombre, tanto en el plano físico como en el anímico y espiritual. Sólo así podremos en el futuro reunirnos con ellos, nuestros hermanos de luz. Para Ángel, Erks era el polo espiritual más grande de la Tierra y tenía contacto directo con él. Sus trabajos energéticos y las decodificaciones que Ángel hizo de los mensajes que les dieron obligaron a que la NASA mandara investigadores a Capilla del Monte para estudiarlo. Se entrevistaron con él. Trajeron aparatos para realizar mediciones e intercambiaron conocimientos. El legado de Ángel es maravilloso, tanto para la medicina como para la física cuántica. Gracias a esos saberes fue posible que se construyeran, más tarde, aparatos como los resonadores magnéticos, lo tomógrafos y los hilos electrónicos.

Seguí sin decir nada. No podía creer ni una sola palabra de lo que me contaba. Y sigo sin hacerlo, aunque debo confesar que lo vi absolutamente convencido de cada frase que articuló. Ser incrédulo no significa dejar de ser curioso, especialmente cuando el interés por la historia esotérica de Capilla el Monte es algo genuino y, a mi criterio, digno de ser analizado.

? Yo a Ángel lo conozco desde el año 1972, 1973, cuando el venía de manera bastante personalizada, buscando el punto que le habían indicado (los extraterrestres). En ese momento él lo hacía con su señora (en algunas oportunidades) y después con un grupo muy reducido de gente, hasta supo que la zona era Terrones. A partir de ahí empezó a trabajar y a prepararse para la apertura. Le llevó prácticamente todo un año encontrarla. Los primeros compañeros de esa búsqueda fueron, Ángel, por supuesto, Betty, su esposa, la doctora que era su socia (casada con quien más tarde lo asesinara), el señor Casco, a mí, que me llevaba un poco de ayudante, y un baqueano de la zona, que trabajó en el hotel desde chico, que se llamaba Pequello. Este hombre conocía como la palma de su mano la cadena de las sierras de ambos lados. Ángel con él tenía largas charlas. Era como si estuviera charlando con un hombre sabio. Hoy me doy cuenta: Ángel estaba viendo a un maestro nato de la zona".[9]

Yo sabía, por interpósitas personas, que esas famosas ceremonia se seguían practicando en Los Terrones.

?Sí, es cierto. Pero ya no tengo acceso ilimitado. Ahora hay que pagar para poder ingresar de noche. De todos modos, Ángel, antes de morir, me llevó a un sitio y me dijo: "Si alguna vez te niegan el ingreso, vení a este punto, frente al Uritorco, que está en dirección directa al lugar donde hacíamos las ceremonias". Si querés puedo llevarte esta noche y ver si aparece algo…

No pude creer lo que me proponía. Miré a mi mujer y asentimos sin dudarlo. No iba a perderme de ninguna manera la oportunidad de revivir el mismo camino, los mismos rituales de los que tanto había oído en los últimos dos años.

¿Qué era lo que podían llegar a aparecer?

Las luces de Erks, por supuesto.

Monografias.comMonografias.com

Sitio exacto a donde fuimos llevados la noche del 13 de enero de 2016.

El Cerro Uritorco, a muy pocas cuadras de La Toma.

Justo detrás del cerro que aparece en la foto se levantan Los Terrones (según nos indicaran).

Foto sacada varios días después, cerca del mediodía.

Nos reunimos en el hall del Hotel Roma a las 21:30 horas. No sé porqué pensé que iríamos con otras personas. Me sorprendió que estuviéramos solos. Vero y yo.

Allie nos recibió con la amabilidad de siempre.

? Vamos a tener que esperar que baje un poco la luna ?dijo, asomándose a la calle y mirando el cielo.

Era una noche perfecta. Estrellada, con luna en creciente y una temperatura ideal. La verdad es que no entendí qué quería decir con "que bajara la luna". Después me enteré: significaba que se pusiera detrás de las sierras, oscureciendo aun más el paisaje nocturno. Pero la luna no bajó lo suficiente. Una muy débil claridad envolvía el cielo.[10]

Partes: 1, 2, 3

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