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La identidad perdida (página 6)




Enviado por Bruno Nizzoli



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

Hacia un sistema humano

Los sistemas sociales no son superestructuras que se imponen al hombre haciendo que éste se comporte tal como lo dictan unas normas, valores y costumbres contenidas en ellos, sino que, por el contrario, los sistemas son expresión de lo que un conjunto de hombres son en el plano social, es decir, responden al tipo de relaciones que éstos establecen entre sí. De hecho, ningún sistema podría tener entidad por sí mismo, pues de no mediar interacción humana simplemente el sistema no existiría. La influencia social sobre el individuo ciertamente puede ser muy considerable; cuanto más débiles o alienados sean los individuos que integran una sociedad tanto mayor será la estructura que se erija sobre ellos. Pero para saber qué tipo de interacción social es adecuada para el ser humano libre, deberíamos preguntarnos más bien cómo se comporta ese ser humano en un plano social, y desde allí obtener algunas características de interés para representarnos el marco social donde podría desenvolverse de mejor manera.

La condición de carencia, la dependencia y el individualismo son las características que los hombres alienados transfieren al sistema cuando interactúan entre sí, y son las características que a su vez el sistema transfiere a las nuevas generaciones a través principalmente de los padres, el sistema escolar y el mercado (circuito de alienación). Mientras que la condición de abundancia, la autonomía y el interés común son las principales características que el ser humano transfiere al sistema social dentro del cual interactúa. En el primer caso, como veremos, el sistema puede ser de grandes dimensiones debido precisamente a la falta de autonomía de los sujetos que lo integran, mientras que los sistemas emergentes de una interacción humana pueden ser muy localizados y conservar su autonomía a pesar de encontrarse inmersos dentro de otra clase de sistema de mayores dimensiones.

Sistema humano y sistema materialista

En este apartado me referiré a dos tipos generales de sistema que conviven en la actualidad. Llamo sistema humano al que responde al ser que afirma su identidad humana, y llamaré sistema materialista al que deviene de la expresión del ser alienado. Por supuesto que la respuesta a ¿cuál es el mejor sistema? ya se encuentra del todo contestada por la procedencia de cada uno ellos. El sistema humano no es mejor sistema porque evita el despilfarro, la corrupción, la marginalidad o el daño medioambiental causado por el interés egoísta de lucro, sino principalmente porque es expresión del ser libre en ejercicio pleno de sus atributos humanos. El sistema materialista, por el contrario, al ser expresión de un sujeto limitado o que niega su ser, adoptará características negativas en relación a la libertad y la integración humanas.

El sistema materialista más representativo en la actualidad es el sistema capitalista de mercado, el cual se basa principalmente en la competencia y la ganancia individual, la libertad económica, con fuertes dependencias a instituciones de servicios y alto control centralizado debido a la escasa responsabilidad social de los individuos. Mientras que el sistema que llamo humano es aquel donde prevalecen características opuestas al sistema materialista: la cooperación, el beneficio general, la autonomía individual, y que responden a la perspectiva de abundancia e integración.

Para organizar la exposición propongo diferenciar al menos tres tipos generales de relación social: la relación entre el individuo y las instituciones de servicio; del individuo en interacción directa con otros individuos; y la relación, no menos importante, entre el individuo y los recursos o bienes compartidos. Comparemos los dos sistemas sociales de acuerdo a las características que se establecen en estos distintos tipos de relación.

Relación institucional

Un hombre dependiente crea una sociedad donde la dependencia es estructural y alcanza a todas las esferas de la vida. Ya que el hombre no se vale por sí mismo para satisfacer sus necesidades educacionales, de salud, de gratificación, de orientación en la vida, etc. lo procurará hacer a través de fuentes externas: instituciones, corporaciones, mercado de consumo, Estado. De ahí que estas entidades adquieran un poder enorme de influencia sobre el hombre dentro del sistema materialista. La fuerte dependencia que generan inhibe la capacidad de los hombres para ejercer su autonomía en varios aspectos de su vida.

Ivan Illich caracterizó una sociedad dependiente del servicio público. Partiendo de que el futuro de nuestra sociedad depende en parte importante de la elección de nuevas instituciones, más que del desenvolvimiento político o económico, el autor sitúa dicha elección entre dos alternativas básicas de instituciones tipo, ubicadas en los extremos de un espectro institucional. A la derecha del mismo sitúa las "instituciones manipulativas". Estas instituciones se caracterizan por ser formadoras de hábitos, es decir, crean adicción social psicológica hacia sus servicios. Además, son altamente costosas, selectivas y jerárquicas. Illich considera instituciones manipuladoras a las que se ocupan de la salud, la justicia, la asistencia social, etc. Pero la principal institución por su incidencia social que caracteriza a este tipo es la escuela.

En esta sociedad el aprendizaje está, según Illich, institucionalizado y sólo se convalida como trayectoria dentro de la institución escolar. La escuela obligatoria detenta el monopolio de la enseñanza y aprendizaje por medio de la certificación de estudios. Esta fuerte dependencia hace que en última instancia el aprendizaje se asocie arbitrariamente con la instrucción escolar, ponderando el grado de escolaridad como un indicador confiable del nivel educacional de la población. Lo mismo sucede en las demás instituciones manipulativas, la salud es confundida con el alcance del sistema médico, la justicia con la fortaleza del sistema judicial, y la seguridad con la cantidad de efectivos en la calle.

Al otro extremo del espectro institucional nos encontramos con las "instituciones conviviales", tales como las ONGs, centros culturales, polideportivos, etc. Estas instituciones no obligan ni generan dependencia de uso, pero están allí cuando el sujeto las necesita. En un sistema no dependiente el saber se encuentra accesible para cualquiera y en cualquier momento, las instancias de intercambio e interacción para la enseñanza y el aprendizaje entre individuos son múltiples y no se circunscriben a ninguna institución formal. En los centros que soportarían este modelo de educación no hay obligatoriedad de participar ni certificar los conocimientos, por ende todo aquel que se acerca a estas instancias de aprendizaje lo hace con un interés genuino en aprender. Es en todo caso, el propio individuo el que aprende de forma autodidacta utilizando los medios que estas instituciones ponen a su disposición.

En otros aspectos, como la salud y la justicia, también por supuesto podría haber mayor poder de decisión y autonomía por parte los usuarios. Esto se está haciendo posible con la mayor difusión de la medicina preventiva, foros de intercambio y consultas gratuitas vía Internet. Así mismo, distintas agrupaciones no gubernamentales se ocupan de dar contención y asistencia a víctimas y victimarios de delitos, pero además podrían intensificarse las tareas de concienciar en medidas preventivas de seguridad y brindar los recursos necesarios para la reinserción del individuo marginal en la sociedad. El sistema humano se ve representado por este tipo de instituciones conviviales, siguiendo la denominación de Illich, que no se orientan tanto a extender el alcance de los servicios públicos como a hacerlos más eficiente y a promover que los propios individuos sean más responsables con su salud y seguridad.

En el sistema materialista se establecen relaciones de fuerte dependencia con las instituciones. El Estado y las empresas privadas adquieren un marcado protagonismo en ese sistema. Aunque la ingerencia del Estado y el sector privado sobre aquellas entidades que brindan servicios públicos sigue siendo sin duda importante, comienzan a emerger nuevas instituciones descentralizadas que van acaparando una cuota cada vez mayor de protagonismo social, es el caso del 3er Sector como veremos más abajo. Dentro de estos sistemas humanos la centralización del poder es impracticable, su principal misión sería la de maximizar la eficiencia del servicio público, lo que incluye dotar a las personas de criterios adecuados para su uso.

Relaciones intersubjetivas:

Además de la dependencia, otro poderoso estigma que lleva la sociedad del hombre alienado es el individualismo. Los sistemas materialistas hacen que los hombres compitan entre sí, e imprime en éstos el deseo de buscar su propio beneficio a ultranza. Ello está por supuesto relacionado con el afán de lucro sin límites, la irresponsabilidad social, la corrupción, el derroche de recursos, la explotación y contaminación sin escrúpulos de los recursos naturales, las guerras por el poder, la violencia de todo género, la discriminación, etc. El individualismo imperante está detrás de que nos tratemos como cosas antes bien que como seres humanos, merecedores de dignidad y respeto, y que no podamos interactuar a un nivel más allá de la explotación y de la utilidad personal.

La caracterización del amor puede representar bastante bien lo que sucede en términos de relaciones humanas en un sistema y otro. Entre dos personas alienadas hay generalmente una relación egoísta donde cada uno de los miembros busca satisfacción o seguridad personal. La otra persona puede ser un fetiche, un objeto de culto y adoración, alguien que provee seguridad y contención, o un simple medio de satisfacción sexual; sea como sea, la otra persona no es valorada ni respetada por lo que es en sí, sino "por lo que me produce", o en términos más crudos, "por el servicio que me brinda". La relación entonces tampoco es valiosa en sí misma, se trata de una relación instrumental donde prima el deseo de recibir antes que el dar o compartir.

Esto se reproduce, aunque seguramente sin la misma carga emocional, en las demás formas de relación entre personas dentro del seno de un sistema materialista. Las relaciones de tipo instrumental, contractual y competitiva, no solo son valoradas sino que están garantizadas por el marco institucional-legal del sistema materialista. Tal es el individualismo imperante en nuestra sociedad que uno de los valores que se trata de preservar y estimular constantemente es la sana competencia, que encierra todo el arte de motivar a las personas para que den lo mejor de sí a cambio de recompensas individuales o de equipo. De hecho, el ideal liberal que rige nuestro sistema económico entiende la libre competencia como un pilar fundamental para el progreso de la sociedad en su conjunto. Como consecuencia prevista de ello logramos promover la diferenciación entre los hombres en casi todos los ámbitos de la vida social, de ahí que la integración y responsabilidad social nos resulte tan difícil de lograr, una misión casi imposible.

El individualismo conlleva además la aplicación de un riguroso sistema de control centralizado. En el sistema materialista el dinero dispendiado en mantener complejos y onerosos mecanismos de control y seguridad es mucho mayor que el invertido en el área de investigación y desarrollo. Se asume de antemano que de no regularse y tener bajo control la actividad humana muchos hombres obrarían en perjuicio de algún otro. Lo cual es muy cierto si tomamos en cuenta que a todo el mundo sólo le interesa su propio beneficio. En un sistema humano los mecanismos de control y sanción serían prácticamente innecesarios, y si no es así, al menos se parte del presupuesto opuesto al anterior: brindando total libertad, acceso a la abundancia y respeto no deberíamos por qué temer que alguien pueda perjudicar al otro. Lo que significa que si alguien obra en perjuicio de otro es porque fue de algún modo inhibido a hacer el bien, entonces la sanción recaería sobre el sistema mismo.

Siguiendo con la analogía del amor, entre dos personas que afirman su identidad humana no hay ningún tipo de pacto, regla, control, ni condiciones de ningún tipo. Existe en cada uno de los miembros el deseo de que la otra persona sea tal como es. La relación no podría ser instrumental, se quiere y valora en sí misma, hay máximo respeto por el otro, quien siempre es tomado como un fin en sí mismo. Lo que impulsa a unirse es el deseo de dar y compartir, antes que el de recibir. En términos más generales, en un sistema humano las relaciones se establecen sin mediar formalismos y hay máximo respeto por la persona del otro, a quien se valora incondicionalmente como humano.

La competitividad en el sistema materialista fija la pauta de acción entre empresas e individuos. El más apto competidor es quien sobrevivirá en base a las diferencias que haya marcado sobre su oponente. En los sistemas humanos, tal competencia no existe, prevaleciendo un sentido de unidad y colaboración entre todos los sectores; todos los hombres pueden aportar en mayor o menor medida al avance de la sociedad, en un sistema materialista sólo lo hacen los sujetos más competitivos, que suelen no ser los mejores.

El sistema de premios y castigos es degradante en términos humanos, sólo puede ser efectivo entre animales y hombres forzados a vivir en una situación de carencia material y psicológica. El ser humano, en integración y abundancia, tiende a trascender el ego y establecer relaciones de cooperación pues ya no busca su propio beneficio. Su responsabilidad y compromiso con la sociedad es a la vez la forma de cuidarse y preservarse a sí mismo pues comprende perfectamente que no está separado de los demás. Su ser se afirma en la bienaventuranza de la comunidad que integra. El sistema humano, en resumen, prevé relaciones solidarias y cooperativas, con baja regulación y mecanismos de sanción, no instrumentales sino que se orientan en el objetivo de integración y cooperación en sí mismo.

Relación material:

La condición de carencia, dependencia e individualismo del sujeto alienado a un nivel social equivale a la formación de un sistema que se fija un objetivo que trasciende al hombre e impera sobre éste. El objetivo rector del sistema materialista de mercado no es la felicidad o el desarrollo del ser humano, sino el desarrollo económico. En lugar de producir para satisfacer las necesidades humanas, se crean necesidades para mantener o incrementar la productividad y el consumo. Se invierten monumentales cantidades de dinero en la producción de artículos de lujo, aún cuando no sean suficientes los artículos de primera necesidad, para que el deseo de consumir de los satisfechos con mayor poder adquisitivo se extienda a perpetuidad. Un enorme mercado se sostiene en el apetito sobrado de todo aquello que brinde placer y recreación instantánea: viajes, moda, espectáculos, tecnología, etc. Estamos pues ante un sistema que no sirve al hombre, que no satisface sus demandas vitales, sino que crea constantemente demanda en el hombre para la supervivencia del sistema.

''En el capitalismo, la actividad económica, el éxito, las ganancias materiales, se vuelven fines en sí mismos. El destino del hombre se transforma en el de contribuir al crecimiento del sistema económico, a la acumulación de capital, no ya para lograr la propia felicidad o salvación, sino como un fin último. El hombre se convierte en un engranaje de la vasta maquinaria económica destinado a servir a propósitos que le son exteriores'' (Fromm, 1993, p. 101)

Nuestro sistema económico se sostiene en el ciclo constante de producción y consumo, cuando hay un desajuste entre estos somos testigos de crisis que barren con muchos miles de puestos de trabajo y que provocan inestabilidad monetaria. A razón de la impotencia estructural del sistema capitalista para mantener el empleo y el consumo en un escenario de creciente desempleo causado por el uso de las nuevas tecnologías y las fuerzas centrífugas de la economía global, la ingerencia de los Estados en la economía se hace cada vez más necesaria jugando un papel imprescindible en la redistribución del ingreso y la planificación estratégica de la economía.

Pero, las medidas adoptadas por los gobiernos sólo responden a la crisis de un sistema materialista con el que está perfectamente alineado. La principal preocupación de los gobiernos es mantener un alto nivel de empleo y consumo, pero ¿cómo habría de ser negativa en términos humanos la sustitución de mano de obra por tecnología eficiente y una disposición menos consumista entre los hombres? Lo cierto es que el mantenimiento del trabajo y el consumo hacen que la supervivencia del sistema impere sobre las nuevas posibilidades de extender la producción de bienes y servicios básicos, y liberar al hombre de la carga laboral de tareas repetitivas para que pueda emplear su tiempo de un modo más estimulante y edificante.

El Estado, el mercado y el sistema monetario ofrecieron quizá la mejor solución para generar abundancia desde la revolución industrial, y sin duda le debemos muchos de los formidables avances tecnológicos de nuestra era. Sin embargo, en la actualidad, comienza a ser evidente que lo que antes era favorable a la prosperidad tecnológica, está comenzando a oponerse a los beneficios y evolución de la nueva tecnología que permitiría superar definitivamente la condición de escasez material y pasar a un nuevo tiempo de abundancia para todos. Como sea, en el nivel actual de desarrollo la escasez material no es algo inevitable, sino que, por el contrario, es provocada por el propio sistema. El sistema materialista está basado en la escasez promovida, necesita de una constante reproducción del ciclo de producción y consumo, es decir, requiere que los individuos deseen consumir, y para ello deben percibir un salario. Es decir, que la dependencia al trabajo y el consumo es estructural.

Las máquinas reemplazarían al hombre en todo lugar posible dentro de un sistema humano, mientras que en un sistema materialista la dependencia al trabajo hace que puestos obsoletos sean preservados por ley y la presión sindical. Pero la dependencia al consumo y el trabajo es sólo uno de los factores regresivos del sistema materialista que atentan contra la prosperidad material asequible para todos. Una de las formas que tiene el sistema materialista para oponerse a la posibilidad de una abundancia generalizada es, como se adelantó, la producción de bienes de lujo. La producción de lujo innecesario restaría capacidad y recursos para producir bienes de necesidad básica para todos. En un sistema humano todo recurso necesario es abundante y puede ser adquirido con facilidad por cualquier individuo. Por otra parte, los bienes escasos, antes de ser apropiados por pocos individuos, son compartidos, aumentando con ello su disponibilidad y provecho.

Otro factor para la promoción de escasez es por supuesto el interés privado de las compañías. Como se sabe, los intereses de las empresas en la economía de mercado no incluyen ninguna contribución a la humanidad, sino sólo las ganancias privadas de sus accionistas; ello está detrás, por ejemplo, de que el lobby de las compañías petroleras frene el desarrollo de energías alternativas, más económicas y ecológicas. La inversión en investigación y desarrollo en general está destinada a la producción de bienes que reporten cuantiosas ganancias, y no en tecnologías ecológicas, durables y baratas que podrían mejorar sustancialmente la vida material del hombre en este planeta.

Por otra parte, los descubrimientos que realiza una compañía en el sistema materialista no son compartidos, obligando a las demás compañías hacer otros gastos cuantiosos en desarrollar una tecnología similar. En el sistema humano, cada adelanto es compartido y puede ser enriquecido con el aporte de otros sin necesidad de reinventar la rueda a cada momento. Las redes de trabajo colaborativo como existen en Internet desarrollan productos que están a un nivel semejante o superior que los producidos por empresas privadas con un gasto humano y material muy inferior.

La competencia impone también hacer un esfuerzo efectivo para prevalecer frente a los demás que se toman como adversarios y amenazas. Este factor no permite aprovechar el flujo de energía del trabajo de otros, se pierde la posibilidad de aunar fuerzas y cooperar para mejorar los desempeños individuales. En el sistema humano la interacción total permite que tanto los bienes, los conocimientos, los recursos sean en buen grado compartidos entre todos. Las personas están mejor preparadas y dispuestas para las exigencias del trabajo en equipo.

El sistema materialista es muy ineficiente en el uso de los recursos, genera grandes desperdicio, productos no durables de obsolescencia programada, contaminación y consumo descontrolado de los recursos naturales del planeta. Por su parte, el Estado gasta cuantiosas sumas en aliviar los efectos indeseados de la codicia que él mismo promueve: la marginalidad, la pobreza, las enfermedades producidas por la contaminación, la delincuencia, la corrupción, etc. La producción en un sistema humano no estaría consagrada al beneficio privado, por lo cual, el respeto al medioambiente sería máximo, asegurando así una prosperidad mucho mayor a largo plazo, y un dispendio muy inferior en resolver los efectos evitables de la marginalidad y la delincuencia. Es de preverse que la generalización de sistemas humanos erradicará muchos de los males que sufrimos dentro de este sistema materialista y que tienden a agravarse con el crecimiento de la desocupación y las recurrentes crisis económicas que se avecinan.

Sólo he mostrado algunas razones para suponer que el sistema materialista, de acuerdo a la comparación con un sistema humano, obstaculiza el desarrollo que nos permitiría alcanzar una abundancia generalizada. El sistema humano es desde todo punto de vista mejor que el sistema materialista, pero principalmente porque responde a las reales necesidad y posibilidades humanas. Ofrece mayor libertad individual al mismo tiempo que mayor justicia distributiva, y crea lazos solidarios y cooperativos entre las personas. Un sistema humano produciría cuanto se necesita ampliando la base de artículos de primera necesidad a toda la población.

En concreto, todo sistema, sea del tamaño que sea, que esté mínimamente regulado, que facilite el acceso libre a sus recursos y favorezca la participación cooperativa y la autonomía de sus integrantes, se puede considerar de tipo humano o favorable a la afirmación de la identidad humana. Veremos a continuación algunas señales que nos permiten suponer que este tipo de sistema puede ir extendiendo su alcance en un futuro cercano.

Tipo de sistema

Sistema materialista

Sistema humano

Relación institucional

Alta dependencia. Instituciones manipulativas. Servicios centralizados y jerarquizados.

(dependencia)

Baja dependencia. Instituciones conviviales. Servicios descentralizados con alta participación ciudadana.

(autonomía)

Relación intersubjetiva

Predominan relaciones instrumentales, contractuales y competitivas. Se hacen necesarios mecanismos de control, sanción y estímulo.

(Egoísmo)

Predominan relaciones cooperativas y desreguladas. Existe un interés y respeto genuino por el prójimo.

(trascendencia del Yo)

Relación material

Condición de escasez promovida. Dependencia al trabajo y el consumo. Se orienta a la acumulación de riqueza privada, y produce una distribución desigual de los recursos.

(Escasez)

Condición de abundancia de recursos. Se orienta a satisfacer las reales necesidades y posibilidades humanas. Acceso libre y equitativo a los recursos.

(Abundancia)

Nota: Las características de cada sistema, como se ve, están relacionadas con las características individuales de los sujetos que lo integra.

Posicionamiento del sistema humano

El sistema materialista obedeció a una realidad de otro tiempo, en el que predominaba la escasez material y la industria dependía fuertemente de mano de obra humana abocada a la producción, administración y distribución de bienes. Pero los tiempos han cambiado, nuestra eficiencia actual para la producción de los medios necesarios para la vida hace que se prescinda en gran medida de mano de obra humana en la producción, mientras que la automación y los sistemas informáticos están reemplazando aceleradamente muchas de las tareas que ha absorbido el sector de servicios. En un futuro cercano, las máquinas serán lo bastante eficientes como para hacer el trabajo por nosotros, y el avance de la ciencia también coadyuvará para poder producir todo lo necesario con mínima intervención del hombre, abaratando los costos de subsistencia a niveles muy inferiores que en la actualidad.

Cuando la abundancia sea tal que un alto nivel de vida se sostenga en unas pocas horas de sacrificio diario en el trabajo, el sistema materialista como tal dejará de tener la incidencia que tiene hoy en el comportamiento de cada individuo. En cambio, podemos esperar que proliferen actividades sociales no competitivas, que se realicen sin interés ganancial, sino por el sentido que tengan para el autodesarrollo y la integración humana. La sociedad de la abundancia, en la que por fin podamos superar la dependencia al trabajo y el consumo compulsivo, es el paso necesario hacia la expansión del sistema humano.

Al contrario de muchos críticos de la actualidad, creo que no podemos esperar que un sistema más humano surja a partir de la necesidad de solucionar las deficiencias y problemas estructurales del sistema materialista, o de adoptar de forma generalizada una nueva conciencia o posición ideológica. Un sistema más humano sólo puede surgir de las oportunidades de vida que se presenten para cada vez más y más personas hoy sometidas a la dependencia al trabajo y el consumo. A su vez, la generación de espacios de interacción humana creo que es necesaria para reconducir las aspiraciones individuales a metas no consumistas. Es decir, que no sólo la superación de la dependencia al trabajo, sino la generación de espacios para desarrollar actividades libres e integradoras es también un factor clave para la propagación del sistema humano.

Veo en las siguientes tendencias señales importantes para sentirnos esperanzados acerca de un creciente posicionamiento del sistema humano. Se trata de una evolución gradual y espontánea, que no depende de una revolución política, que no aguarda contenida a que se produzca una gran crisis económica; sino que se sustenta en la generación progresiva de nuevas condiciones de vida que irán erosionando las bases en las que se sostiene el circuito de alienación social y transformará los tipos de relación que establece el sistema materialista.

1. Menor dependencia al trabajo: la creciente automatización y la utilización de nuevas tecnologías de información y comunicación generan inevitablemente mayor eficiencia productiva prescindente de mano de obra humana y un abaratamiento sostenido de productos y servicios para el consumo humano.

2. Proliferación de espacios para el desarrollo de actividades libres e integradoras.

  • Crecimiento del 3er sector u organismos no gubernamentales.

  • Comunidades en red, para el aprendizaje, la comunicación e interacción.

  • Proliferación de centros culturales y recreativos.

Menor dependencia al trabajo

Para muchos pensadores, desde Marx, la automación creciente de los procesos de producción permitiría soñar con un mundo no gobernado por el trabajo obligatorio; en donde se eliminaran las fatigas y las tareas embrutecedoras, en donde habría predominio del tiempo libre administrado por los propios sujetos. Un estadio semejante de evolución permitió imaginar a Marcuse:

"Liberada de los requerimientos de la dominación, la reducción cuantitativa del tiempo de trabajo y de la energía empleada en él lleva a un cambio cualitativo en la existencia humana: el tiempo libre antes que el trabajo determina su contenido. Liberadas las facultades humanas del trabajo, generarán nuevas formas de realización y descubrimiento del mundo, que a la vez le dará nueva forma al campo de las necesidades, de la existencia." (Marcuse)

Ivan Illich se refirió a la emergencia de una nueva sociedad que debería dar respuesta a la creciente automatización y el desempleo tecnológico, ya sea brindando mayores incentivos al consumo, o en el mejor de los casos, reduciendo la apetencia consumista y creando instancias para un nuevo tipo de interacción humana, no comercial.

"Toda nuestra cultura tiene abierta ahora la opción entre un triste desempleo o un ocio feliz. Una manera de llenar el tiempo disponible es estimular mayores demandas de consumo de bienes y, simultáneamente de producción de servicios. Esto implica una economía que proporciona una falange cada vez mayor de cosas siempre novedosas que pueden hacerse, consumirse y someterse a reciclaje. La manera radicalmente alternativa de llenar el tiempo disponible consiste en una gama limitada de bienes más durables y en proporcionar acceso a instituciones que puedan aumentar la oportunidad y apetencia de las acciones humanas recíprocas." (Illich)

Giddens sostiene que podemos ser optimistas acerca de la posibilidad de crear nuevas oportunidades de realización personal:

"La difusión de la microtecnología reducirá el número de trabajos de tiempo completo. Es posible que se produzca un rechazo de la concepción productivista de la sociedad occidental, con su énfasis en la riqueza, el crecimiento económico y los bienes materiales. Se producirá un ámbito en el que los individuos se ocuparán de diversos intereses no laborales que diviertan u ofrezcan satisfacción personal afirmando la oportunidad para seguir sus propios intereses y desarrollar sus capacidades." (Guiddens)

Jeremy Rifkin, ha sido el más exhaustivo en la exposición de esta nueva realidad económica y en las alternativas sociales que se abren a partir de ella. Veamos a modo de ilustración algunas expresiones de su libro, El fin del trabajo.

''Mientras que las primeras tecnologías reemplazaban la capacidad física del trabajo humano sustituyendo máquinas por cuerpos y brazos, las nuevas tecnologías basadas en los ordenadores prometen la sustitución de la propia mente humana, poniendo máquinas pensantes allí donde existían seres humanos, en cualquiera de los muchos ámbitos existentes en la actividad económica. Las implicaciones son profundas y de largo plazo, y de preocupante alcance. Ante todo, es necesario recordar que más del 75% de la masa laboral de los países más industrializados está comprometida en trabajos que no son más que meras tareas repetitivas. La maquinaria automatizada, los robots y los ordenadores cada vez más sofisticados pueden realizar la mayor parte de estas tareas. '' (Rifkin, p.25)

''En realidad, entramos en un nuevo período de la historia -en el que las máquinas sustituyen cada vez más, a los seres humanos en los procesos de fabricación, de venta, de creación y de suministro de servicios'' (Rifkin, p.33)

Ahora bien, lo que nos interesa, ¿qué alternativas se abren ante semejante situación en la que la supervivencia, e incluso un alto nivel de vida para la gran mayoría de los hombres, no depende de que éste se vea en la necesidad de ofrendar la tercera parte de su tiempo diario y sus mejores energías a un trabajo rutinario…? En general, muchos autores coinciden en que se debería reorientar la economía hacia metas distintas; acercarnos al consumo óptimo, en lugar del consumo máximo. Los seres humanos podrían dirigir una gran producción hacia la creación de óptimas condiciones de vida para todos: una producción más extendida de artículos de primera necesidad, y la consecución de mayor igualdad económica por medio de leyes que limiten sustancialmente la acumulación de riquezas en pocas manos, y que ayuden a una mejor distribución del ingreso y el trabajo.

El sistema humano es aliado de las tecnologías pues sabe apreciar y aprovechar sus beneficios sociales, mientras que para el sistema materialista las tecnologías se tornan una amenaza tanto para la economía formal como para el Estado recaudador. En lugar de promoverse socialmente un mayor aprovechamiento de las condiciones que presenta ese nuevo escenario tecnológico, los gobiernos están sumamente ocupados en sostener y generar más trabajo brindando estímulos crecientes al consumo.

Hoy prácticamente no existen mercados puros, el Estado tienen que intervenir para aliviar los defectos del sistema capitalista, pero el crecimiento de la economía informal y social, el desempleo tecnológico, la degradación de los recursos naturales, entre otros factores, son parte de una crisis estructural del sistema materialista que no puede solucionarse sino de forma temporal. Los subsidios estatales, la presión sindical y la conservación por vía legal de puestos de trabajo que bien podrían ser reemplazado por las tecnologías, la obsolescencia planificada de los productos como fórmula para acortar el ciclo de reproducción del consumo, el proteccionismo económico, el control monetario, etc. son apenas medidas desesperadas de autopreservación de un sistema que por conservase deja de crecer y dejar crecer.

Estamos observando una deliberada restricción y contención del avance tecnológico para mantener a las personas empleadas. Es como si tú tuvieras un taladro eléctrico disponible para trabajar, pero en cambio utilizaras un taladro manual, ya que quieres que te paguen por más horas. Esto es fundamentalmente contraproducente. No es más que una insensatez demorar o ignorar el avance tecnológico para preservar un sistema social ya obsoleto. La única misión de la tecnología es liberar a la humanidad del trabajo mismo. Necesitamos un diseño social que se enfoque en maximizar nuestras habilidades tecnológicas para liberar a la humanidad de la pesadez del trabajo e incrementar la productividad a su máximo potencial. (Guía del activista del movimiento Zeitgeist)

La tercera vía, que adoptan cada vez más países para que el Estado intervenga en la planificación de una economía en crisis, no es más que una forma temporal de evitar la quiebra estruendosa del sistema capitalista redistribuyendo las riquezas para mantener inalterable el ciclo de producción y consumo alienado. El Estado se sostiene con los fondos derivados de la producción y el consumo, y por su fuerte dependencia a este sistema entonces no puede brindar una solución posmercado.

La historia y la crónica social actual les sigue dando un lugar protagónico a los políticos, pero nuestra realidad social se explica mucho mejor por los avances tecnológicos y científicos que por las medidas que puedan adoptar los gobiernos. La revolución informática afectó prácticamente a todos los países del mundo independientemente de la orientación política de los gobiernos de turno, salvo casos extremos. Un país prospera por sus industrias, tecnologías y recursos humanos y materiales a disposición, antes bien que por el conjunto de hombres de Estado. ¿Entonces qué importan los políticos y las políticas? Seguramente muy poco en relación al estatus que ostentan. Es insensato pensar que los políticos tengan la solución a los problemas, tanto como absurdo hacerlos responsables de todo lo que sucede. Mejor haríamos en apoyar a los creativos, los hombres de ciencia, a los empresarios, para que se sientan más comprometidos con la comunidad, y ayudarles a que hagan mejor su trabajo para beneficio de todos.

Las insuficiencias del sistema no pueden ser resultas a través de la política, cualquiera sea el signo político que esté en el gobierno. En una situación de escasez hay disputas fuertes entre grupos concentrados de poder: el problema de los pobres es que no tienen lo suficiente, el problema de los ricos es poder resguardar sus privilegios. Todos están ocupados de una u otra forma en la cuestión material y el poder político. De ahí que ninguna reivindicación de clases pueda impulsar un cambio radical en el sistema hacía la abundancia generalizada hoy posible a partir del uso eficiente de las nuevas tecnologías.

Nuestros problemas serán resueltos cuando en lugar de intereses contrapuestos creados por la escasez y la codicia, se utilicen las tecnologías para crear la abundancia que estará disponible para todos. Si la producción hoy día estaría dirigida a servir a las necesidades humanas reales, en lugar de guiarse por la ambición y el lucro, todos nuestros problemas derivados de la escasez desaparecerían. Sólo imagine lo que podría hacerse con todo ese capital humano y material invertido hoy en crear armas, artículos de lujo, en controlar y solucionar los efectos no deseados de la sociedad de consumo: enfermedades, contaminación, drogodependencia, delincuencia, etc. La inversión podría recaer en investigación y desarrollo de tecnologías autosustentables que aceleren el proceso de evolución desde una economía de la escasez a una economía de abundancia para todos, a partir de la cual podríamos prescindir ya de las disputas políticas y aún de los políticos.

El trabajo humano está siendo reemplazado actualmente por máquinas no sólo para reducir costos efectivamente dentro del sistema del lucro; el trabajo de las máquinas es excedentemente mejor que el trabajo humano, y las estadísticas han demostrado esto continuamente: la productividad industrial aumenta cuando el trabajo de la máquina reemplaza al trabajo del hombre. Esto, por supuesto, no debería sorprender, ya que una máquina no se cansa y siempre es más precisa y consistente que un humano, mecánicamente. Una automatización altamente eficiente del trabajo, junto a recursos científicamente manejados, permitirá un ambiente fluido y sin escasez, que podría ser operado sólo por una mínima fracción de la población. (…). La política es un fruto del sistema monetario y la escasez. Ahora debemos trabajar hacia un paradigma nuevo y emergente, movernos desde un periodo donde el problema central era compartir la escasez, hacia el problema de hoy que es generar y distribuir la abundancia. (Guía activista del movimiento Zeitgeist)

La automatización cada vez más eficiente abaratará los costos de producción, en tanto que cada vez más servicios comerciales se soportarán en la Web haciéndolos más accesibles y gratuitos, la ingeniería genética y el desarrollo de nuevas técnicas de cultivo, como la hidroponía, nos permitirá producir bienes de consumo de forma más económica sin degradar los suelos, mientras que la aplicación de nuevas fuentes de energía renovables como la solar o la eólica podrían hacer funcionar nuestros hogares y automóviles sin costo alguno. Entonces, no sólo que no necesitaremos trabajar porque las máquinas pueden hacer de forma más eficiente nuestro trabajo, sino que los costos de vida se reducirán al mínimo. Este que estoy describiendo no es un escenario de ciencia ficción futurista, es la época de gran abundancia real hacia la que estamos encaminados y que inevitablemente deparará una menor dependencia al trabajo humano y al consumo.

A pesar de que el Estado y el mercado sigan sosteniendo por el momento la dependencia del trabajo y el estímulo al consumo, es inevitable que en un futuro cercano las tecnologías los hagan innecesarios. Los bienes de consumo y los servicios tenderán a ser cada vez más económicos, tanto así, que las personas comenzarán a preguntarse para qué ocupar el tiempo en largas jornadas de trabajo y para qué enviar a mis hijos a la escuela cuando nada de ello es crucial para alcanzar un buen nivel de vida. Habrá a disposición mayor tiempo libre, y todo gracias a la abundancia que permita crear la tecnología.

Las tendencias que describo a continuación responden precisamente a la cuestión abierta de qué otras actividades podrían emerger para captar el mayor tiempo disponible de los seres humanos viviendo en abundancia. Las opciones podrían estar echadas entre seguir intensificando el consumo ilimitado de bienes y servicios para provecho personal, y, en el otro extremo, tender a realizar actividades no comerciales que se orienten hacia la integración y el desarrollo compartido. Los espacios a los que a continuación me referiré creo son buenos aspirantes a formar parte de esta segunda opción de vida.

Crecimiento del tercer sector u ONGs

A partir de la década del '70 hay un progresivo avance de los movimientos no gubernamentales (ONGs) que canalizan las demandas sociales que el Estado no logra satisfacer. Con el tiempo algunas de estas ONG se institucionalizan conformando lo que se denomina el Tercer Sector, distinguiéndose como entidades independientes de la gestión tanto del Estado y del sector privado.

Jurídicamente adopta diferentes estatus, tales como asociación, fundación, organizaciones civiles, cooperativas, entre otras formas. Al conjunto del sector que integran las ONG también se le denomina de diferentes formas, tales como, sector voluntario y economía social. La organización está compuesta básicamente por voluntarios y trabajadores contratados. El financiamiento de actividades generalmente proviene de diversas fuentes: personas particulares, Estados y otras Administraciones Públicas, organismos internacionales, empresas, otras ONGs, etc.

Una organización no gubernamental es una entidad de carácter público, con diferentes fines y objetivos humanitarios y sociales definidos por sus integrantes, creada independientemente de los gobiernos locales, regionales y nacionales, así como también de organismos internacionales. Operan regidas por los principios de participación democrática en la toma de decisiones, la autonomía de la gestión desligada de cualquier injerencia estatal, y la primacía del valor humano sobre el capital. En el caso de incluir una actividad económica, se orienta a la finalidad de brindar un servicio a sus miembros o a la colectividad, y no a la búsqueda de beneficios particulares. Las prácticas de estas organizaciones se circunscriben en una nueva racionalidad productiva, donde la solidaridad, antes que el lucro, es lo que guía el funcionamiento y finalidad de la organización.

Las ONGs tienen un radio de acción que puede ir desde un nivel local a uno internacional. Cubren una gran variedad de temas y ámbitos de interés públicos y su objetivo es generalmente brindar un servicio a la comunidad. Dichos temas están relacionados con la ayuda humanitaria, la salud pública, la investigación, el desarrollo humano, la difusión de la cultura y la educación, los derechos humanos, la transferencia tecnológica, la ecología, etc. En Argentina hay actualmente alrededor de 14.844 ONGs reconocidas según CENOC y 380.000 personas trabajando en ellas. Cada año se distribuyen en las ONGs millones de dólares en ayuda comunitaria.

El crecimiento del 3er sector en una primera instancia obedece a la necesidad de brindar respuestas a las demandas sociales que no logran ser cubiertas por los demás sectores de una economía. Pero se afianzan cada vez más como una alternativa al modelo de sociedad individualista y materialista. Los principios de autogestión y de democracia participativa, de cooperación y orientación al bien común, y la ponderación del ser humano como principal valor y fin último de toda actividad, hacen que este tipo de organización se posicionen como un modelo de interacción humana de vanguardia para los que desean un cambio de sistema social. Tal es así, que cada vez más personas ven en el tercer sector el modelo a continuar en la sociedad pos-mercado.

''El tercer sector incorpora mucho de los elementos necesarios para lograr una visión alternativa del ethos utilitarista de la economía del mercado. (…) La visión del tercer sector ofrece un necesario antídoto contra el materialismo que ha dominado el comportamiento y el pensamiento de la sociedad industrial del siglo XX. Mientras que el trabajo del sector privado está motivado, fundamentalmente, por las ganancias materiales y la seguridad en el futuro, la participación en el tercer sector está motivada por el servicio a los demás y la seguridad se plantea a través del fortalecimiento de las relaciones personales y de la formación de la gran comunidad que habita la tierra'' (Rifkin p. 287)

Como se ve, Rifkin no entiende esta alternativa solo como una respuesta coyuntural frente a una de las tantas crisis del capitalismo, si no más bien como una oportunidad de generar una verdadera transformación cultural y social respecto de los modelos consagrados por la sociedad del consumo.

''Existen esperanzas de que una nueva visión basada en la transformación de la conciencia de las personas y nuevos compromisos de la comunidad pueda llegar a cumplirse. Con millones de seres humanos empleando cada vez más de sus horas libres lejos de su trabajo en la economía formal, es posible que la importancia del trabajo disminuya en sus vidas, incluyendo el propio concepto de autocomplacencia. La disminución de la importancia del trabajo en la economía formal en la vida de las personas, significará menos lealtad a los valores y a la visión de mundo que acompaña al mercado. Si una visión alternativa enraíza en el ethos de la transformación personal, de la comunidad y de la conciencia medioambiental, se extendería el fundamento intelectual para una visión postmercado'' (Rifkin, p. 288)

Dentro de este tipo de organizaciones los recursos son compartidos y no se deja a los individuos desamparados, obligados a buscar seguridad o privilegios. Por el contrario, se generan lazos solidarios y cooperativos que diluyen las rivalidades y egoísmos, para que cada persona pueda contribuir y a su vez beneficiarse del aporte de todos. Esto es definitivamente lo que las hace un sistema humano, estableciendo una diferencia inmensa en cuanto a los valores y actitudes que ayuda a formar entre sus participantes, e incidiendo profundamente en la conformación de una identidad más humana.

Una alternativa al mercado es una alternativa a su lógica de alienación, y es posible que con ella renazcan y fructifiquen nuevas aspiraciones individuales. Libre de los lazos apremiantes de las relaciones laborales, del mercado competitivo, el hombre puede a través de estas organizaciones dirigir sus esfuerzos hacia aquellas actividades que lo integren activamente a la comunidad, y al mismo tiempo le permitan desarrollar y ejercer libremente sus aptitudes tanto individuales como sociales. Por todo ello, la expansión de estas organizaciones significa claramente el posicionamiento de la opción de un sistema humano frente al sistema materialista.

Comunidades en red

El sistema materialista goza de una salud aún envidiable en nuestra sociedad y existe una enorme estructura montada para generar identidades falsas que son funcionales a ese sistema, desde los medios de comunicación, la educación formal, el Estado, el mercado laboral y de consumo, etc. Sin embargo, en la actualidad podemos apreciar el surgimiento de agrupaciones que funcionan fuera del control e injerencia de ese circuito de alienación y que han proliferado gracias al desarrollo de Internet. Su alcance no es despreciable si consideramos que, no sólo se trata de un medio global, sino que, para las nuevas generaciones Internet es un medio virtual sobre el que los jóvenes despliegan gran parte de su vida de relación, afectiva, laboral, recreativa, etc. Como veremos a continuación, Internet es un soporte formidable para la interacción de tipo humana debido a que cumple con tener la mínima estructura y posibilita una gran autonomía entre sus usuarios, al tiempo que ofrece el acceso libre a recursos compartidos y facilita la interacción activa de los participantes.

La interacción en Internet sucede principalmente a través de soportes libres y gratuitos: correo electrónico, foros, chat, redes sociales, wikis, blogs, mensajería instantánea, mundos virtuales, tecnologías per to per, etc. La tendencia a la gratuidad también abarca a los contenidos y servicios prestados a través de la red. De hecho, las empresas que soportan sus servicios en Internet, o aquellas que producen software genéricos o contenidos digitales se encuentran con un obstáculo infranqueable para su crecimiento en la Web debido a que cada vez es mayor la presencia de sitios que ofrecen los mismos servicios y contenidos de forma gratuita; la comunidad de software libre y el intercambio de PC a PC (tecnología P2P), las redes de conocimientos y aprendizaje, los servicios informáticos de grandes empresas como Google, se suman a todos los contenidos y recursos compartidos por particulares y que son de libre acceso en la web. Con todo ello, la desregulación de la interacción y la abundancia de recursos por este medio están garantizados.

Google, es un buen ejemplo de los servicios que funcionan tanto dentro y fuera del sistema materialista, ofreciendo gratuitamente sus productos y servicios, pero obteniendo ingresos con la publicidad y el posicionamiento en el buscador. Mientras que el entorno y los recursos que ofrece a los usuarios privados son prácticamente gratuitos y de libre acceso, aunque se trate de recursos privativos, no de código abierto. Google estaría más interesado en ofrecer un servicio al particular para captar el interés de gran número de personas, lo que en definitiva hace a las altas ganancias de la compañía, en tanto que en la Web encontramos ejemplos muy claros de instancias que cumplen con todas las características de un sistema humano sin necesidad de estar vinculado de ninguna manera al mercado.

Algunos de los contenidos de la Web son producidos en conjunto por la participación voluntaria de miles de individuos y están disponibles para el acceso libre de todo el mundo sin más condiciones que la accesibilidad a Internet. Un ejemplo de ello es Wikipedia, un proyecto de la Fundación Wikimedia (organización sin ánimo de lucro, no gubernamental, y que funciona completamente online) para construir una enciclopedia libre y políglota. Los más de 15 millones de artículos de Wikipedia han sido redactados conjuntamente por voluntarios de todo el mundo, y prácticamente todos pueden ser reeditados por cualquier persona que acceda a Wikipedia. Es actualmente la mayor y más popular obra de consulta en Internet.

Wikipedia es un sistema que impone mínimas regulaciones al acceso y la participación de sus usuarios; tiene una finalidad humana, difundir el conocimiento a nivel mundial; es una obra claramente colaborativa y que presume de la autonomía y buen criterio de sus editores y lectores. Por todo ello podemos considerar a Wikipedia como un ejemplo de sistema humano. Su popularidad es una demostración de que esta forma de interacción no sólo es requerida en la actualidad, sino también muy productiva. Téngase en cuenta que tanto el aporte de horas hombre como de capital en este caso no tienen un interés ganancial, sino de compartir y construir conocimiento en forma conjunta. Lo que es una clara muestra más del poder del voluntariado que cobra día a día más fuerza. Si éste fuera el único caso, aún cabría la posibilidad de considerarlo una excepción a la regla que postula como el principal motivo productivo del hombre el interés personal o la ganancia. El sistema capitalista se sostiene aún en esta presunción, que parecía muy apropiada en tiempos de escasez; pero en un medio digital como Internet donde casi ningún bien es escaso, debido a que los bits son fácilmente reproducibles de forma ilimitada, sitios como Wikipedia son una demostración de cómo un sistema humano prolifera en condiciones de abundancia irradiando su modelo alternativo al mundo.

Entre otros ejemplos similares a Wikipedia, las redes de conocimiento y aprendizaje están en pleno auge, y tienen características semejantes, sólo que en estos casos la colaboración entre los participantes es más estrecha que en el caso de los Wikis. Generalmente utilizan alguna plataforma de Internet 2.0 como en las redes sociales, donde además de publicar artículos, cada usuario puede crear y participar de foros, blogs y compartir archivos de interés. A diferencia de las tradicionales redes sociales, estos son espacios especializados donde tiene lugar un intercambio de información de interés profesional o educativo, y la interacción se orienta a la construcción compartida de conocimiento.

El aprendizaje colaborativo facilitado por estas tecnologías es en la actualidad la mayor alternativa al sistema materialista presente en la educación formal. Dentro de aquel, los participantes no sólo se desmarcan de todas las normas, disciplinas, espacios y horarios fijos de trabajo que se imponen al sujeto escolarizado, sino que además, es el sujeto mismo quien decide su trayectoria de aprendizaje. No hay reglas fijas, el conocimiento es fácilmente accesible y abundante, no faltan oportunidades para el intercambio y debate de ideas, y cada sujeto es totalmente autónomo y libre de participar sin condicionamientos ni exigencias de ningún tipo. Por cierto que todos son valorados por igual, y se prescinde de la figura de un superior o líder.

La coparticipación activa que se establece en estas comunidades de aprendizaje no permite que se establezcan polos de poder. En la mayoría de los casos todos tienen la misma capacidad de participación, si alguien pretendiese tener más predicamento o privilegios sobre el resto puede ser expulsado de la comunidad, o simplemente ignorado, pues no hay poderosos recursos de los que se pueda apropiar para ejercer ese poder. Puede existir, no obstante, la figura de moderador y la de webmaster, que en realidad no dirige ni establece los objetivos a seguir por el grupo, sino más bien, realiza un trabajo de control general y administración de la plataforma para garantizar un uso adecuado y protegido del sabotaje. Cada participante tiene total autonomía y no recae sobre él ninguna exigencia a cambio de participar de los beneficios de lo que allí se produzca. Este sistema realmente funciona entre científicos y estudiantes de postgrado, pero es el más adecuado para todo individuo autónomo e intrínsecamente motivado en aprender.

Las comunidades de software libre son otro ejemplo de este tipo de sistema humano. Su finalidad es cooperar en la producción y mejora de programas informáticos de licencia libre, y en muchos casos lo han hecho con tanta eficacia que sus productos hoy compiten con los producidos en grandes empresas de software privativo. La convocatoria a participar en la comunidad es abierta y se comparte todo lo que allí se genere, no sólo entre los participantes, sino con el mundo. Creo que son muy esclarecedoras las palabras de Richard Stallman (creador de GNU, primer sistema operativo libre) para entender los principios que hay detrás de esta comunidad virtuosa:

"Un programa es libre si el usuario tiene cuatro libertades esenciales:

La libertad 0 es la libertad de ejecutar el programa como quiera.

La libertad 1 es la posibilidad de estudiar el código fuente del programa y cambiarlo para que el programa haga lo que se desee.

La libertad 2 es la libertad de ayudar a vuestro prójimo, es decir, la libertad de distribuir copias exactas del programa.

La libertad 3 es la libertad de contribuir a vuestra comunidad, es decir, la libertad de distribuir copias de vuestras versiones cambiadas.

Con estas cuatro libertades los usuarios pueden elegir y tienen el control de su propia computación. El sistema social de la distribución y uso del programa es justo y el programa, por lo menos en cuanto a su distribución y uso, es ético. Pero si falta una de estas cuatro libertades, entonces el programa es privativo: priva de libertad a sus usuarios. Un programa privativo mantiene a los usuarios en un estado de división e impotencia. División porque cada uno tiene prohibido compartirlo con los demás. E impotencia porque los usuarios no tienen el código fuente y no pueden cambiar nada, ni siquiera pueden averiguar de manera independiente qué hace de verdad este programa. Entonces el sistema social de su distribución y uso es injusto. Por lo tanto, un programa privativo no se debe usar; no es una contribución al desarrollo social, sino un ataque a la gente que potencialmente pueda usarlo.

El software que no es libre trae consigo un sistema antisocial que prohíbe la cooperación y la comunidad. Habitualmente no se puede ver el código fuente; no se puede saber qué trucos sucios o fallos estúpidos puede contener. Si a uno no le gusta el programa, no lo puede cambiar. Y lo peor de todo, está prohibido compartirlo con alguien más. Prohibir compartir software es lo mismo que cortar los lazos que unen la sociedad.

Así pues, se da la circunstancia de que hay empresas muy grandes acostumbradas a ejercer el poder social a través del software propietario y nos acusan de que somos comunistas, a pesar de que el software libre ha existido siempre en el marco de una sociedad capitalista. Sin embargo, hay una diferencia entre el capitalismo que llamaríamos normal y el capitalismo extremo que hoy en día presenciamos. El capitalismo normal es de la opinión de que dentro de una sociedad de derechos uno puede desarrollar su negocio. El capitalismo extremo, por su parte, opina que es el negocio lo que debe primar por encima de todo, que el negocio tiene derecho a ordenar la sociedad como quiera y que todo debe ser sacrificado por la ganancia. Ninguna libertad tiene importancia suficiente para supeditarse a la ganancia de las grandes empresas. Yo estoy en contra de este capitalismo extremo y apoyo sin embargo el capitalismo normal. Soy de la opinión de que las empresas no deben detentar todo el poder en la sociedad porque este hecho va contra la democracia. (Richard Stallman)

La comunidad de software libre se plantea como un modelo de sociedad posible en el que se comparte el fruto de nuestro trabajo para que a su vez alguien lo mejore y podamos incidir en la mejora del desempeño de otros individuos, con tal de que todos podamos utilizar libremente productos de mejor calidad. Esta es la fórmula que debe primar en situación de abundancia, como esperamos que suceda con todos los bienes de consumo necesarios. Limitar la posibilidad real de generar y compartir la abundancia sólo puede ser hecho a través de una acción coercitiva contra del ser humano; aún cuando lo que se busque de forma directa sea proteger la ganancia privada, nunca puede estar ésta por encima de la libertad y el bien común. En un sistema humano ciertamente no cabría esa posibilidad.

El que estos ejemplos de sistema humano operen en Internet no es un dato suelto de las curiosidades de nuestra época. Internet es el medio de interacción social que más se ha extendido en el mundo. Se podría decir que casi toda persona que tiene hoy algún nivel de decisión sobre la vida en sociedad accede regularmente a Internet. Es decir, que la modalidad de operar dentro de los sistemas humanos que habilita esta tecnología puede comenzar a ser una rutina diaria para muchas personas en el mundo. Con todo, Internet es la punta de lanza de un cambio cultural y social de enormes magnitudes, en cuyo seno se forman las nuevas generaciones y que es de esperar se difunda a otros órdenes de la vida.

Centros culturales y recreativos

Se designa centro cultural o casa de (la) cultura, y en ocasiones centro cultural comunitario, al lugar en una comunidad destinado a mantener actividades que promueven la cultura entre sus habitantes. Algunas casas de la cultura tienen bibliotecas, talleres culturales, cursos y otras actividades generalmente gratuitas o a precios accesibles para la comunidad. La fundación de centros culturales puede ser iniciativa de particulares, sin fines de lucro, que se proponen crear un espacio de encuentro, desarrollo y difusión de la cultura para la comunidad local.

En Argentina, los centros culturales barriales de la ciudad de Buenos Aires surgieron a mediados de la década de los ´80 con el propósito explícito de profundizar la descentralización de la oferta cultural y el acceso a los bienes y servicios culturales. A partir de esta propuesta se esperaba acompañar el surgimiento de nuevos emprendimientos culturales sustentables ligando cultura y empleo, fortalecer la inclusión sociocultural y promover la recuperación y el uso social del espacio público. Desde entonces, los centros culturales barriales se han ido multiplicando a lo largo de todo el territorio de la Ciudad, apoyando el surgimiento y la consolidación de los circuitos culturales zonales o barriales e impulsando la producción y difusión de las manifestaciones de la cultura barrial y urbana.

Desde hace algunos años los centros culturales van extendiendo su oferta educativa más allá de los diferentes géneros del arte, de tal modo que podemos encontrar desde cursos de humanidades hasta capacitación para el trabajo. Las actividades de difusión cultural se llevan a cabo principalmente a través de exposiciones artísticas y conferencias dentro de las instalaciones, pero también se desarrollan convocatorias para realizar actividades compartidas, organizar eventos para la comunidad y producir obras artísticas en conjunto.

Los centros culturales, lo mismos que las ONGs, son instituciones no manipulativas, es decir, que brindan un servicio libre y abierto a la comunidad sin constreñir a su uso. Al contrario de las escuelas, en los centros culturales se ofrecen actividades didácticas no obligatorias a las que la gente accede con un auténtico deseo de aprender nuevas habilidades e integrarse a un grupo con similares intereses. Por otra parte, al basar prácticamente toda su oferta en cursos y talleres, no es viable una estructura rígida de programas, grados y certificaciones, dejando que sea el propio sujeto quien decida su trayectoria de aprendizaje.

La modalidad de aprendizaje interactivo, colaborativo, nunca es mejor practicada que en los centros culturales. Es en ellos, más que en las escuelas y universidades, donde puede tener lugar un proceso de aprendizaje de base constructivista: aprendizaje activo, personalizado y progresivamente autónomo. La enseñanza en centros culturales no responde a un objetivo general, ni a ningún interés ajeno al sujeto, ya sea a una finalidad social o un modelo normalizado de desarrollo humano, sino que debe orientarse a desarrollar temáticas que sean de gran interés para el educando y que merezcan ser tratadas por sí mismas. El aprendizaje en los centros culturales pues no se subordina a ningún propósito externo que sea impuesto al sujeto, sino que es el resultado de un servicio que se presta a los individuos y en la satisfacción de estos cumple su misión.

Estas características hacen de los centros culturales un lugar de creciente demanda para satisfacer necesidades de desarrollo personal y de recreación no consumista. Los centros culturales se presentan como una propuesta recreativa interesante para personas de la tercera edad o cualquier persona que disponga de tiempo libre y desee desempeñarse en diversas disciplinas culturales con el propósito de enriquecerse culturalmente. Sin embargo, la modalidad informal de estos centros puede atraer de forma creciente el interés de personas que deseen aprender también con fines laborales pero que no simpatizan con la enseñanza programada. Incluso, para muchos participantes estos centros despiertan su vocación por algún área de la cultura hacia la cual proyectan luego su carrera profesional.

La proliferación aun incipiente de centros culturales es un indicador más de la preeminencia que van cobrando otras inquietudes culturales, diferentes de las tradicionalmente ligadas a la carrera educacional formal. Las actividades recreativas y formativas en centros culturales se presentan como buenas opciones para el tiempo libre y son susceptibles de desarrollarse en conformidad con las características de un sistema humano. La creciente desacralización de las trayectorias educativas formales y la menor dependencia al trabajo irán generando una mayor demanda de actividades culturales y recreativas dentro de estos centros.

Así como los centros culturales, otra de las opciones de recreación e integración no consumista para el tiempo libre lo representan los clubes o centros deportivos. Los espacios públicos para realizar actividades deportivas compartidas podrían ir ampliándose en vista de una mayor demanda, de lo cual es testimonio la enorme oferta que se hace dentro de circuitos comerciales privados: gimnasios, countries, deporte aventura en centros turísticos, etc. Creo que sería óptimo que el Estado y más fundaciones sin fines de lucro ofrezcan espacios para que un creciente número de la población pueda gozar de instalaciones y recursos adecuados para realizar actividades deportivas grupales. Confío en que la proliferación de centros culturales y deportivos, ayudará a contrarrestar en un futuro cercano la prerrogativa que tiene aún hoy el mercado de fijar las pautas de conducta para el tiempo libre.

Conclusión

Creo, en resumen, que el panorama a futuro se presenta favorable para el ser humano; aunque no deja de ser cierto que estemos atravesando por un momento de crisis y conflicto social, estimo que sólo es un período de incertidumbre momentánea frente al cambio positivo que se avecina. Con el uso de las NTICs, y el avance de la automatización sobre el empleo humano, se van debilitando las bases de autoridad de los principales centros de formación de identidad social y negación de la identidad humana: los padres, la escuela, el mercado laboral, etc. No obstante, subsiste un gran déficit cultural que no ayuda a guiar en la adopción de una verdadera identidad humana compartida, por el contrario, las nuevas generaciones sólo alcanzan a sostener por el momento una débil afirmación en identidades líquidas e individuales muy superficiales. En el plano social aún sigue fuertemente instalado un sistema materialista, competitivo e individualista, aliado a la sociedad de consumo, pero al mismo tiempo estamos observando el posicionamiento de sistemas humanos a través del crecimiento del tercer sector, las comunidades en red, y la proliferación de instancias de formación y recreación alternativos no consumistas, en los que veo el surgimiento de nuevos marcos de referencia generales para la formación de identidades humanas.

El que los dos sistemas coexistan significa que el avance de uno sobre el otro puede suceder de forma gradual y sostenida en el tiempo. Este hecho distingue al cambio emergente de las concepciones revolucionarias que comúnmente sostienen una relación de exclusión donde uno de los sistemas es el que necesariamente prevalece sobre el otro y configura la totalidad de la vida social. En ese caso, el cambio no podría suceder sino por medio de una erradicación definitiva del sistema no deseado, lo cual implica reemplazar un poder por otro, sin excluir una intensificación de la confrontación entre los intereses creados de uno y otro lado. Pero, la realidad es totalmente otra, el sistema humano avanza y se fortalece en el seno del sistema materialista de forma espontánea e incluso pacífica. Los centros de poder, en tanto, tienden a diluirse y el hombre autónomo a cobrar mayor protagonismo en la nueva sociedad.

No hace falta esperar un gran cambio en el mundo y una erradicación total del sistema materialista. Sin embargo, las oportunidades de integrarse a un sistema humano se multiplicarán a mediano plazo. Las personas que actúen dentro de este sistema y consigan desarrollar una identidad humana serán como es de esperarse más ricas interiormente, tendrán mayor control emocional, serán más creativas y espontáneas, y gozarán seguramente de mayores habilidades sociales, lo cual, en un contacto directo ayudará a convencer a otros de que ésta es también su oportunidad de ser mejores personas y de vivir más plenamente.

El que existan sistemas humanos como una mejor opción de vida no significa que los seres alienados encontrarán allí su salvación, de hecho, muchos de ellos preferirán seguir siendo soldados sacrificados del sistema materialista. El que exista la opción de integrar sistemas humanos es algo decisivo para un creciente número de personas que se encuentran insatisfechos con el sistema materialista, y mejor aún para aquellos que se hallan forjando una identidad humana y no hallan por el momento la forma de afirmar dicha identidad en un plano social. En definitiva, de la proliferación de sistemas humanos no podemos esperar una gran revolución de la conciencia para todos, no obstante será la oportunidad de liberación personal para muchas miles de personas alrededor del mundo.

La reducción de la jornada laboral a la mitad es hoy una posibilidad para muchos individuos, pero el hecho de no encontrar espacios de integración social lo suficientemente atractivos en los cuales volcar el excedente de tiempo libre hace que estas personas sigan prefiriendo trabajar en jornadas completas. Sin embargo, somos testigos de cómo la gente comienza a volcarse con mayor entusiasmo y compromiso en actividades no laborales o consumistas a medida que la oferta de oportunidades de participación, recreación y formación alternativas aumenta.

A pesar entonces que en la actualidad haya una libertad algo desorientada sumergida en el individualismo y el hedonismo a ultranza, podemos esperar que con la proliferación de espacios de integración humana dicha tendencia comience a revertirse. En la medida que se asiente el sistema humano como una verdadera alternativa creo que los jóvenes podrán ir superando la crisis de identidad actual. Lo seguro es que, con el tiempo, la fuerte dependencia al trabajo propia de la época de escasez, dará paso a una abundancia accesible y mayor tiempo disponible para desarrollar actividades que darán un nuevo sentido a la vida de muchas personas. Estas actividades, si han de ayudar a forjar una identidad real, por supuesto, ya no se basarán en la competencia y en el interés personal tanto como en la colaboración y el interés común. De coexistir estos dos sistemas, las nuevas generaciones podrán elegir entre integrar un sistema materialista donde deban esforzarse para aventajar a los demás en busca de un beneficio personal comparativamente menos significativo que el actual, y un sistema humano donde se los valore por lo que son y puedan integrarse activamente con sus semejantes.

Como se ve, lo que estoy planteando no es la perspectiva de un cambio radical de sistema, es decir, que no debemos creer que el sistema humano reemplazará al sistema materialista. El cambio que vislumbro se afianza en las condiciones que al hombre le permitirán elegir entre seguir produciendo y acumulando riqueza sin sentido, o hacer que esta abundancia asequible le libere de la dependencia al trabajo y el consumo, entre seguir estableciendo relaciones interesadas y egoístas o integrarse de forma solidaria y cooperativa en vistas de un bien común; entre vivir de acuerdo al modelo que pauta la sociedad de consumo o ser artífice de la propia vida. El punto de inflexión se dará cuando estas opciones de vida se presenten a la mayoría de la población. Luego, sólo si muchos de ellos eligen ser más humanos, podemos esperar un cambio radical en el sistema social tal como lo conocemos hoy.

El cambio pues no obedece a opciones ideológicas o políticas, sino a las opciones de vida que se abren a los individuos tras las tendencias analizadas a una menor dependencia del trabajo y una mayor oferta de actividades libres e integradoras. Frente a este panorama, cada individuo tendrá la posibilidad de realizar su propia revolución personal. Con todo, creo que la posibilidad de recuperar nuestra identidad humana y poder así experimentar la plenitud de ser libres y auténticos estará a la mano de más y más personas en el mundo, pues a medida que el sistema humano avance las oportunidades para compartir, crear y amar se extenderán por doquier. Esto no es una ilusión, esto es inevitable.

 

 

 

Autor:

Bruno Nizzoli, Noviembre 2010

Buenos Aires, 2010

[1] Se entiende como movimiento a los tropismos de las plantas, e incluso al desplazamiento de distintas estructuras a lo largo del citoplasma.

[2] Psicoan?lisis y Budismo Zen

[3] Tener o Ser

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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