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La inserción laboral de los universitarios (sobrecualificación y desajuste formativo)



Partes: 1, 2, 3

  1. ¿Por qué estudiar la inserción laboral de los universitarios?
  2. Fuentes de información sobre la inserción laboral de los universitarios
  3. La situación laboral de los jóvenes universitarios
  4. La cuestión de la sobrecualificación
  5. El ajuste entre formación y competencias requeridas en el puesto de trabajo
  6. Conclusiones
  7. Postscriptum
  8. Cuadros

El objetivo de este artículo es analizar la inserción laboral de los graduados universitarios contrastando la experiencia en Catalunya con la experiencia en el estado español y el resto de la Unión Europea. El proceso de inserción laboral es muy complejo por lo que un análisis completo excedería el tamaño habitual de los artículos que se publican en la Nota de Economía[1](Tampoco se van a analizar aspectos más metodológicos y conceptuales asociados al proceso de inserción laboral. Ver Montalvo et al 1997, 1999, 2003). Por este motivo era preciso acotar el campo de análisis. Por sugerencia de la secretaria técnica esta pieza se centra fundamentalmente en la cuestión de la sobrecualificación y la diferencias entre las competencias adquiridas en la universidad y la requeridas para realizar el trabajo que los universitarios realizan una vez finalizados sus estudios.

En primer lugar una nota terminológica. Aunque parte de la literatura habla de sobre-educación[2]en este artículo no se utilizará este término. Nadie puede estar sobre-educado, por definición, pues la educación es siempre un factor positivo. Lo que podría suceder es que, para un determinado trabajo, un graduado universitario esté sobrecualificado. Esta situación no es necesariamente permanente (la sobre-educación lo sería a no ser que se hicieran cursos de des-educación) y es contingente al tipo de trabajo que se desarrolla en un momento concreto.

1. ¿Por qué estudiar la inserción laboral de los universitarios?

La primera pregunta importante a contestar es la necesidad de estudiar la inserción laboral de los universitarios. Algunos analistas educativos siguen manteniendo que la valoración de la educación universitaria es independiente de los resultados en el mercado de trabajo de los graduados. La universidad serviría para formar ciudadanos, aumentar el nivel educativo de la población y fomentar determinados valores. Por suerte esta visión esta dejando paso a una apreciación más realista y adecuada del nuevo papel que la universidad tiene en la sociedad. La universidad no está para formar ciudadanos o transmitir valores: ésta es una tarea que se debe realizar en la enseñanza obligatoria. De otra forma resultaría que cualquier ciudadano que no tiene estudios universitarios es peor ciudadano que un universitario, lo que es absurdo. Es evidente que la enseñanza universitaria no se puede convertir en un enseñanza meramente profesional, pero la autonomía universitaria y la libertad de cátedra no pueden aislar los métodos y los contenidos educativos de las necesidades sociales y del sistema productivo. Menos aún cuando la proporción de jóvenes que transita de la educación secundaria a la universidad supera el 50% y el 71% de los mismos señalan que el motivo fundamental para hacer estudios universitarios fue mejorar sus perspectivas laborales y profesionales (García-Montalvo 2005).

La preocupación por la conexión entre universidad y mercado laboral no es nueva.. Pérez-Díaz y Rodríguez (2002) señalan que en la década de los sesenta "el movimiento estudiantil y la intelligentsia contestataria cuestiona la universidad por lo que considera la baja calidad de la actividad científica y su vida intelectual y comienza a preocuparse por la eficacia de la universidad a la hora de prepararles para las profesiones del porvenir". El Libro Blanco de 1969 recoge parte de estas inquietudes y señala que los principales problemas de la universidad española, en cuanto a la docencia y lo métodos académicos, eran su escaso contenido práctico, el predominio de la formación tradicional y la falta de conexión con las necesidades sociales así como la debilidad de los métodos pedagógicos basados en la memorización y las clases magistrales (Esta frase tiene más de 35 años pero es tan actual hoy como lo fue en su momento). Desde entonces todas las reformas universitarias en el estado español recogen la necesidad de dar respuesta a las necesidades del mercado laboral (LRU de 1983, RD 1497/1987 y la reciente LOU). En el contexto internacional la Declaración Mundial sobre Educación Superior para el siglo XXI (1998) señala: "La relevancia de la educación superior debe evaluarse según la correspondencia entre lo que la sociedad espera de las instituciones y lo que ellas hacen. Ello requiere visión ética, imparcialidad política, capacidad de crítica y, al mismo tiempo, una mejor articulación con los problemas de la sociedad y del mundo del trabajo…". Finalmente la Unión Europea incluye como objetivos de la enseñanza universitaria en el horizonte 2010 el "aumentar la empleabilidad de los graduados universitarios".

Existe además otros factores más concretos que han aumentado drásticamente el interés por la inserción laboral de los graduados universitarios. En primer lugar las previsiones demográficas, y la experiencia de los últimos años, indican que el número de estudiantes universitarios continuará disminuyendo en los próximos años. De confirmarse estas previsiones la competencia de las universidades por los estudiantes aumentará (Junto con otras estrategias como el fomento de la enseñanzas de postgrado). Sin duda una excelente tarjeta de visita para atraer estudiantes universitarios es mostrar que las promociones anteriores han tenido una transición laboral suave y disfrutan de una buena situación profesional. En esta misma línea se inscriben la tendencia de las universidades españolas a reforzar su papel de mediadoras con el mundo laboral mediante la creación de oficinas de orientación laboral y el creciente interés por organizar prácticas en empresas.

En segundo lugar el enorme aumento del número de titulados universitarios durante los últimos veinte años y la generalización de estos estudios han cambiado la situación de privilegio de la que gozaban con anterioridad en el mercado laboral. Las tasas de desempleo relativas a otros niveles educativos han aumentado y, en el caso de los menores de 30 años, son incluso superiores a las de niveles educativos inferiores. Además el fantasma de la sobrecualificación está cada vez más presente.

En tercer lugar existe cada vez mayor interés por evaluar la calidad de la educación universitaria y la eficacia de los fondos públicos destinados a la educación superior. Uno de los indicadores propuestos en los sistemas de reparto de la financiación entre universidades es la inserción laboral de sus graduados.

2. Fuentes de información sobre la inserción laboral de los universitarios.

Para abordar el análisis de la inserción laboral de los universitarios es preciso contar con información estadística. Son muchas las universidades que durante los años 90 comenzaron a realizar análisis y seguimiento del proceso de inserción laboral de sus graduados (García-Montalvo y Mora (2000) presentan una visión general de algunos de los estudios existentes para universidades españolas. Para un análisis más reciente referido a las universidades públicas de Catalunya se puede consultar Rodríguez et al. (2003) páginas 22-25.). La información que proporcionan estos estudios es interesante pero tiene dos problemas básicos: la metodología es diferentes en cada universidad y son realizados por la propia universidad, lo que no permite establecer la suficiente independencia entre sus intereses y los resultados (Como sucedería en una empresa si la misma realizara la auditoría de sus propias cuentas).

Las fuentes estadísticas generales que pueden utilizarse para el estudio de la inserción laboral son escasas. Para el conjunto de los jóvenes existen dos fuentes básicas. El proyecto de Inserción Laboral de los Jóvenes de la Fundación Bancaixa, elaborado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, es una encuesta longitudinal de más de 2.000 jóvenes que se realiza cada 3 años. En la primera oleada (1996) solo se consideró la Comunidad Valenciana. En la actualidad se está realizando la toma de información de la cuarta oleada, que ya cubre la totalidad del estado español. La segunda fuente de información específica es el Modulo sobre la Transición del Sistema Educativo al mundo laboral incluido por el INE en la EPA del año 2000.

La Encuesta de Población Activa proporciona información sobre la situación laboral de los universitarios. Ésta es la fuente fundamental de información laboral en el estado español. La utilización de una metodología común con otras estadísticas de otros países (siguiendo los criterios ILO) simplifica la comparabilidad con otros países en las estadísticas laborales básicas. No obstante, como se trata de una encuesta a la población general y de foto fija (no tanto de procesos), su capacidad para ofrecer información sobre aspectos concretos del proceso de inserción laboral de los universitarios es limitada. En el campo específico de la inserción laboral de los jóvenes universitarios y el análisis de su situación laboral las principales fuentes de información disponible en Europa y en el estado español son las siguientes (sin considerar los datos recopilados por las propias universidades).

a) La encuesta europea CHEERS (Career After Higher Education).

En 1997 un consorcio formado por 9 universidades y 3 institutos de investigación europeos y una universidad japonesa obtuvo de la Unión Europea financiación en el programa TSER para un gran proyecto de investigación (Higher education and Graduate Employment in Europe). En el mismo se abordó la construcción de una metodología común para el análisis del proceso de inserción laboral de los universitarios en Europa. En la confección del instrumento participaron expertos en educación universitarias de muy diferentes ramas del conocimiento (sociología, psicología, economía, ciencias de la educación, etc.). El cuestionario cubría muchos aspectos, incluyendo preguntas sobre los estudios universitarios realizados, los métodos pedagógicos, el historial laboral, las competencias necesarias para desarrollar las labores del puesto de trabajo, la satisfacción laboral, la satisfacción con los estudios universitarios, etc. La población objeto de estudio fueron los universitarios que finalizaron sus estudios durante el curso 1994 y 1995. El trabajo de campo se desarrollo durante 1999. Como resultado se obtuvieron unas 40.000 encuestas de graduados de enseñanza superior de doce países (Alemania, Francia, Italia, España, Austria, Reino Unido, Noruega, Finlandia, Suecia, Países Bajos, República Checa y Japón). La muestra española que forma parte del proyecto europeo incluye 3.029 encuestas aunque, de hecho, la muestra final se pudo ampliar hasta las 7.257 encuestas a partir de acuerdo concretos con universidades y consejerías de educación. Desgraciadamente el DURSI decidió no participar en el proyecto y proceder a realizar un estudio propio que se considera en el siguiente apartado.

b) La encuesta AQUCAT de los graduados catalanes.

La AQUCAT es una encuesta realizada por la AQU en 2001 los graduados universitarios que finalizaron sus estudios en el curso 1997/98 (con excepción de los titulados de medicina). El tamaño muestral es de 9.765. Tanto el instrumento como el método de muestreo (envío de cuestionarios por correo con recordatorio telefónico y posterior realización de encuestas telefónicas) son muy similares a los utilizados por el equipo del proyecto CHEERS en España. En enero de 2005 se puso en marcha la segunda edición de esta encuesta con una población de referencia de 23.000 graduados que finalizaron sus estudios en el curso 2000/01..

c) La encuesta ANECA2003-04.

García-Montalvo (2005) presenta los resultados del proyecto de la ANECA. Este trabajo contiene una panorámica de la situación laboral de los jóvenes universitarios a partir de la perspectiva de tres grupos de informantes privilegiados: los graduados, los estudiantes y los responsables de recursos humanos de las empresas. Para cada grupo se preparó un cuestionario específico. La orientación de los cuestionarios se estructuró en función de cada uno de estos ámbitos poblacionales. Los estudiantes son capaces de informar con bastante precisión sobre sus expectativas, los motivos que les impulsaron a comenzar sus estudios o los métodos pedagógicos utilizados en la universidad. Los titulados no tienen la misma capacidad de juzgar sobre cuales eran sus expectativas cuando eran estudiantes ni los motivos por los cuales cursaron sus estudios dado que sus primeros contactos con el mundo laboral pueden contaminar su respuesta en este tipo de preguntas retrospectivas. Sin embargo están mucho más capacitados que los estudiantes para apreciar la utilidad para su vida en general, y su empleo en particular, de los contenidos y habilidades adquiridas durante sus estudios universitarios. Finalmente los representantes de recursos humanos de las empresas están poco capacitados para informar sobre, por ejemplo, los métodos docentes en la universidad pero están muy capacitados para evaluar hasta que punto los conocimientos y habilidades de los titulados universitarios se ajustan a las necesidades de las empresas.

Aunque los cuestionarios son diferentes para cada grupo existe un cierto juego de reflejos en tres espejos. Muchas preguntas permiten contrastar las percepciones de unos colectivos con las de otros (tanto sobre el mundo laboral como sobre la propia universidad). Por ejemplo es interesante conocer si las expectativas de los estudiantes (en términos del trabajo que realizarán, el salario que cobrarán, etc.) se corresponden con la realidad de la empresa tal y como la reflejan los encargados de recursos humanos de las empresas.

La encuesta de los graduados universitarios fue realizada a las titulaciones de las universidades que solicitaron participar en la Evaluación Institucional de la ANECA (ninguna universidad catalana participó). La captación de información se produjo a través de un cuestionario en Internet que rellenaban los graduados a los que previamente se les había mandado una carta con la identificación y código de acceso a dicho cuestionario. El cuestionario se podía rellenar en varias sesiones pero una vez que se completaba el código de acceso del graduado quedaba sin efecto.

El cuadro 1 contiene un resumen de las principales características de las fuentes de datos específicas sobre la inserción laboral de los universitarios.

(insertar cuadro 1 por aquí)

A pesar de las similitudes en el cuestionario la comparación de los datos de estos estudios es compleja por varios motivos. En primer lugar aunque las preguntas son similares en ocasiones no son totalmente idénticas (especialmente en el caso del instrumento utilizado por la AQUCAT). En segundo lugar la diferencia de años entre la finalización de los estudios y la realización de la encuesta no es idéntica en todos los casos lo que dificulta también las comparaciones. No obstante el mayor problema para realizar la comparación es que la situación del mercado laboral que se encontraron los graduados al finalizar sus estudios es muy diferente. El gráfico 1 muestra las tasas de desempleo de los graduados universitarios de ciclo largo menores de 30 años. En el mismo se puede observar como los graduados de 1994 (encuesta CHEERS) se enfrentaron a un mercado laboral muy duro para los jóvenes donde la tasa de desempleo juvenil estaba cerca del 50% y la de los universitarios estaba próxima al 35%. En esta situación los jóvenes graduados puede tomar decisiones muy diferentes (por ejemplo pasar a una situación de inactividad por desánimo o seguir estudiando) de las que tomarían en un mercado laboral como el del año 1998 o 2000 en los que las tasas de desempleo de los jóvenes se habían reducido sustancialmente. Por supuesto la probabilidad estar inicialmente desempleado también era superior en los graduados de 1994 que en los de finales de los 90. Además esta situación inicial normalmente se transmite a la historia laboral futura de los jóvenes lo que complica mucho la interpretación de muchas de las comparaciones entre las encuestas específicas comentadas con anterioridad.

(insertar figura 1 aproximadamente aquí)

Desafortunadamente algunas de las interpretaciones comparativas en Rodríguez et al. (2003) no tienen en cuenta estas consideraciones sobre el impacto del ciclo económico en los resultados obtenidos por las encuestas sobre el proceso de inserción de los jóvenes universitarios.

3. La situación laboral de los jóvenes universitarios.

En esta sección se considera la situación con respecto a la actividad laboral de los graduados universitarios una vez finalizados sus estudios. Las encuestas específicas comentadas con anterioridad no son adecuadas para responder a esta pregunta. La razones son dos: en primer lugar, y con excepción de la encuesta ANECA, las preguntas en el instrumento no son adecuadas para capturar la definición de activo y desempleado generalmente aceptada (ILO). En segundo lugar el elevado nivel de no respuesta puede afectar de manera muy importante a esta pregunta en particular. Por estos motivos la fuente más adecuada para responder a la pregunta sobre la situación laboral de los jóvenes universitarios es la Encuesta de Población Activa. El cuadro 1 presenta los principales indicadores del mercado laboral de la población en edad de trabajar distribuida por el mayor nivel educativo alcanzado. Para esta clasificación se utiliza la definición de la variable ESTUD en las EPAS posteriores a 2002. La categoría FP incluye solo la formación profesional de segundo grado (o superior). La formación profesional de grado medio se incluye en la columna bachillerato que, en general, recoge enseñanza posterior a la primera etapa de secundaria.

(insertar cuadro 2 por aquí)

Los resultados que aparecen en el cuadro 2 referidos al conjunto de la población en edad de trabajar en España son bien conocidos. Las tasas de actividad aumentan con el nivel educativo mientras que las tasas de desempleo disminuyen. La proporción de contratos indefinidos también aumenta con el nivel de formación. Los resultados para Catalunya muestran una situación mejor en todos los aspectos: para cada nivel educativo la tasa de actividad es superior, la tasa de desempleo es inferior y la proporción de contratos indefinidos es mayor. No obstante es interesante advertir otra diferencia entre los datos de España y de Catalunya: mientras la tasa de desempleo de los titulados universitarios españoles es la menor de todos los grupos en Catalunya los graduados de FP tienen una tasa de desempleo inferior a los universitarios (Estos resultados son idénticos a los que se obtendrían usando la EPA del conjunto del año 2004, que pueden obtenerse directamente del autor de este artículo mandando un mensaje a montalvo@upf.es).

(insertar cuadro 3 por aquí)

El cuadro 3 muestra los mismos indicadores para los jóvenes entre 22 y 30 años (ambos incluidos). En el mismo se puede comprobar como los jóvenes graduados universitarios tienen una tasa de actividad y de contratos indefinidos inferior a la media y una tasa de desempleo superior. En particular la tasa de desempleo de los jóvenes graduados universitarios de Catalunya es la más alta de todos los grupos educativos (Los datos para los graduados de formación profesional en Catalunya menores de 31 años no se consideran fiables por el pequeño tamaño muestral de la celda. De hecho no hay ningún encuestado de esa edad con FP que esté desempleado.). Este fenómeno no es nuevo: durante toda la década de los 90 los jóvenes graduados universitarios han tenido unas tasas de desempleo superiores a los graduados de muchos niveles formativos inferiores. Por lo demás la comparación de los jóvenes catalanes y los españoles sigue las mismas pautas que la del conjunto de la población: los catalanes tienen mayores tasas de actividad y contratos indefinidos y menores tasas de desempleo.

Por tanto unos seis años después de acabar sus estudios la situación laboral de los jóvenes universitarios es todavía peor que la media. ¿Cómo se produce la transición con posterioridad? Si en el conjunto de la población en edad de trabajar la situación de los graduados universitarios acaba siendo mejor que la del resto de los niveles educativos en algún momento después de los 30 años se tiene que producir esta transición. Existen al menos tres teorías complementarias que podrían explicar esta transición. En primer lugar es posible que la mejor situación de los universitarios en el mercado laboral después de los 30 años sea debida a que tiene en cuenta los graduados de hace muchos años que entraron en un mercado laboral donde los universitarios eran escasos y la demanda superaba la oferta. En los últimos 10 o 15 años la situación puede ser muy diferente. En segundo lugar podría ser que los jóvenes universitarios sean más selectivos a la hora de aceptar un trabajo y, por tanto, parte del desempleo observado es voluntario en el sentido de que no quieren aceptar cualquier empleo. Prefieren seguir buscando o hacer estudios de postgrado en lugar de aceptar el primer empleo que les ofrecen, lo que implica que sus tasas de desempleo son mayores y sus tasas de actividad menores. La tercera teoría, complementaria en cierta forma de la segunda, es que los jóvenes universitarios acaban sus estudios con una expectativas poco realistas sobre lo que van a encontrar en el mercado laboral (García-Montalvo (2005) compara las expectativas de los estudiantes universitarios con la realidad que plantean los graduados recientes). Inicialmente son muy selectivos pero a medida que pasa el tiempo rebajan sus expectativas y acaban aceptando trabajos que inicialmente no habrían aceptado. Uno de los motivos principales por lo que un joven universitario podría no aceptar un empleo es que pensara que está sobrecualificado para el mismo. De hecho Saez (2000) en su estudio sobre la inserción laboral de los graduados de la Universidad Autónoma de Madrid señala que hay tres factores fundamentales que explican el rechazo de un trabajo por parte de un joven universitario: que exista poca relación con sus estudios, que el salario no sea adecuado y que el trabajo requiera un nivel profesional inferior al que correspondería a un graduado universitario (En la encuesta de primera encuesta de inserción de los graduados universitarios catalanes el cociente de los puestos de trabajado rechazados sobre el número de graduados trabajando en el momento de realizar la encuesta era del 13,5%). La siguiente sección analizar el fenómeno de la sobrecualificación y su importancia en la transición de los jóvenes universitarios hacia el mercado laboral.

4. La cuestión de la sobrecualificación.

Las ventajas de las encuestas especificas frente a la EPA aparecen cuando se quiere analizar con detalle la situación laboral y la transición de la universidad al mercado de trabajo. En primer lugar las encuestas específicas permiten separar los jóvenes graduados por ramas de estudios (cosa que en el caso de la EPA no es posible por lo reducido del tamaño muestral de dichas celdas). Además las encuestas específicas están diseñadas de manera que se puedan conocer otros aspectos importantes que no aparecen en el cuestionario de la EPA. De todos ellos, por motivos de extensión, solo vamos a analizar tres aspectos: el fenómeno de la sobrecualificación, las competencias necesarias para desarrollar el trabajo y los salarios. El autor es consciente de que hay otras muchas cuestiones importantes (el tiempo hasta encontrar el primer empleo, los métodos de búsqueda de empleo, los métodos más efectivos para encontrar empleo, la satisfacción de los universitarios con sus estudios, su vida, su trabajo, etc.) pero en este breve artículo no se pueden cubrir todos los frentes.

El tema de la sobrecualificación ha sido tratado en abundancia por la literatura educativa desde los años setenta. Berg (1970) y Freeman (1976) son dos de las primeras aportaciones a esta literatura para el caso de Canadá y Estados Unidos respectivamente. Existen dos teorías fundamentales para explicar la relación entre educación y productividad. La teoría del capital humano señala que cuanto mayor es el nivel educativo de un trabajador mayor es su productividad y, consecuentemente, su salario. De esta forma cualquier aumento del nivel educativo se transformaría en un aumento de la productividad. Sin embargo un aumento de la oferta de los trabajadores más cualificados provocará una disminución de sus salarios relativos si las técnicas de producción son flexibles. Los trabajadores por su parte decidirán invertir en educación en función de sus expectativas de rentabilidad de dicha inversión. En el largo plazo las cualificaciones de los trabajadores se utilizarán plenamente aunque en el corto plazo se puede producir un desajuste temporal entre la oferta y la demanda de trabajadores muy cualificados.

La educación también puede ser utilizada con el objetivo de proporcionar una señal sobre la productividad del trabajador. Según esta teoría la educación por sí no aumenta la productividad. La educación se utiliza como una señal para distinguirse de otros trabajadores ante un empleador que no puede observar la productividad de los trabajadores directamente. De esta forma el empleador contratará primero a aquellos individuos que han conseguido mayores niveles educativos en la confianza de que su productividad y motivación serán mayores, dado que han sido capaces de superar los obstáculos que les separaban de la obtención del título. Según la versión más estricta de esta teoría la sobrecualificación sería un fenómeno permanente. Los individuos aumentarán su nivel educativo para mejorar su probabilidad de encontrar un empleo y los empleadores los contratarán con independencia de los requerimientos del puesto de trabajo. Una versión más débil de la teoría de la señalización, conectada con la teoría de los mercados internos, indicaría que la entrada de los titulados en el mercado de trabajo se produciría en puestos de bajo nivel pero que, con el paso del tiempo y el conocimiento directo de su productividad por parte del empresario, su puesto de trabajo se iría ajustando a su cualificación mediante promociones internas.

Desde un punto de vista empírico la medición de la sobrecualificación es una tarea compleja. Existen esencialmente dos formas de hacerlo: las llamadas medidas subjetivas y las objetivas (García-Montalvo (1995) y García-Montalvo et al. (1997) presentan una discusión extensa sobre medidas alternativas de la divergencia el entre nivel educativo y los requerimientos de la empresa).

  • a. Las medidas subjetivas están basadas en la propia percepción de un encuestado sobre la utilización de sus conocimientos y habilidades. Normalmente se basa en la contestación a una pregunta directa del tipo "¿Su nivel de cualificación es inferior/igual/superior a las tareas requeridas por su puesto de trabajo?".

  • b. Las medidas objetivas tienen dos versiones. Una posibilidad consiste en analizar las tareas que realiza el trabajador en su puesto y, utilizando un diccionario ocupacional, determinar si son ajustadas o no a su nivel educativo. Este criterio, probablemente el más exacto para realizar la clasificación, supone un gran esfuerzo de análisis y es poco utilizado cuando el número de encuestas es muy grande. Otra forma de realizar una evaluación objetiva de la relación entre cualificación y requerimientos del puesto de trabajo consiste en calcular, para cada ocupación, cual es el nivel educativo medio de los trabajadores y considerar como sobrecualificados aquellos que significativamente por encima de la media.

Las consecuencias de la sobrecualificación son múltiples. Desde el punto de vista de política educativa una situación permanente de sobrecualificación supone subsidiar, reduciendo el coste privado, una actividad que no proporciona a la sociedad el rendimiento esperado y que se convierte simplemente en un procedimiento caro de subvención de los procesos de selección de personal de las empresas. De esta forma una parte de los recursos destinados a la educación podrían dedicarse a actividades con mayor rentabilidad social. El título de uno de los primeros trabajos sobre el tema, "Educación y empleo: el gran robo de la formación" (Berg 1970) resalta, quizás de manera exagerada, esta visión.

Desde el punto de vista de los trabajadores la sobrecualificación genera una enorme insatisfacción laboral que puede tener efectos tanto sobre su comportamiento en el trabajo (absentismo, elevado "turnover") como en su salud (menor autoestima, mala salud psicológica, problemas con las drogas, etc.)( Tsang y Levin (1985)). Esta situación derivaría en una menor productividad respecto a los trabajadores que tienen puestos de trabajo ajustados a sus cualificaciones, lo que supondría también un problema para las empresas[3]

El indicador de sobrecualificación incluido en la encuesta europea CHEERS es de tipo subjetivo. En particular la pregunta es formulada de la siguiente manera:

¿Cuál es el nivel de estudios más apropiado para el empleo que tienes en relación con el nivel en que te graduaste en el curso 1994-95?

Opciones.

  • a. Un nivel más elevado del que me gradué.

  • b. El mismo nivel

  • c. Un nivel de estudios superiores inferior al que tengo (En este apartado se incluyen, por ejemplo, los titulados superiores que piensan que con un título universitario de grado medio sería suficiente para desarrollar las tareas de su puesto de trabajo).

  • d. No haría falta ningún tipo de estudios universitarios.

  • e. Otros.

El cuadro 4 recoge la contestación a la pregunta del cuestionario CHEERS sobre el nivel de estudios más adecuado para el puesto de trabajo que desempeña el titulado universitario. En dicho cuadro se observa que el nivel de sobrecualificación de los titulados españoles es muy superior al del resto de los países participantes en el estudio. En total un 29,2% de los titulados universitarios españoles considera que después de cuatro años de terminada su carrera todavía realiza un trabajo para el cual tiene un exceso de cualificación educativa (Es lo que una campaña publicitaria de automóviles definía como JASP (joven aunque sobradamente preparado)). Quizás más alarmante es el hecho de que un 17,9% de los titulados encuestados señalen que para realizar su trabajo no necesitarían haber pasado por la universidad (García-Montalvo y Peiro (2001) y García-Montalvo et al. (2003) incluyen un capítulo sobre el desajuste entre formación y puesto de trabajo de los jóvenes también para niveles educativos inferiores al universitario.).

(insertar cuadro 4 por aquí)

Desafortunadamente la formulación de la pregunta en la encuesta AQUCAT es muy diferente a la del cuestionario CHEERS. En particular la pregunta sobre desajueste formativo básico del cuestionario AQUCAT tiene la siguiente forma:

1. ¿Su nivel de estudios era un requisito para acceder a su trabajo actual/último trabajo?

  • Si, pedían la titulación específica.

  • Si, pero solo exigían titulación universitaria

  • No.

2. En caso que la respuesta sea "Si", las funciones y tareas que realiza, cree que son las propias del nivel de formación exigido?

3. En caso que la respuesta sea "No", cree que las funciones que realiza requieren una formación universitaria a pesar de no ser un requisito?

Rodríguez et al. (2003) clasifican las repuestas en cuatro niveles. El nivel adecuado es el de aquellos que responden SI a la pregunta 1 y 2. El nivel de inadecuación A, o subocupación, es aquel que presentan los que responden SI a la pregunta 1 y NO a la 2. El nivel de inadecuación B, o no reconocimiento, incluye a aquellos jóvenes que contestan NO a la pregunta 1 y SI a la 3. Finalmente, el nivel de inadecuación C, o sobreeducación, se corresponde con una respuesta negativa a la pregunta 1 y la 3. Yo voy a incluir una categoría adicional que denominaremos sobrecualificados y que incluye a aquellos en inadecuación C más los jóvenes universitarios contratados con la exigencia de un título universitario pero que están realizando tareas que no requieren el nivel de formación requerido (Seguramente en este grupo faltan algunos de los graduados a los que se exigió una titulación específica pero no realizan tareas propias de universitarios. Los datos no permiten distinguir esta categoría.)

A pesar de las diferencias en la pregunta el cuadro 5 muestra muchas semejanzas con los resultados del cuadro 4 para los graduados universitarios españoles. La suma de la proporción de adecuados y de no reconocidos (pero realizando labores de universitario) alcanza el 70,47%, muy similar a la suma de la proporción de adecuadamente preparados más los que necesitaría mayor cualificación para desarrollar sus tareas (70,22%) (Esta categoría no se reconoce independientemente en el cuestionario AQUCAT). El porcentaje de los graduado universitarios españoles que responden que no necesitarían educación superior para desarrollar su trabajo (17,9%) se encuentra en medio de la proporción de los que Rodríguez et al. (2003) llaman sobreeducados (15,35%) y los que yo considero sobrecualificados (21,34%). Como esta segunda definición marca, a mi entender un mínimo para los sobrecualificados, podemos decir tentativamente que el nivel de sobrecualificación de los jóvenes graduados universitarios catalanes es mayor que en del conjunto de España.

(insertar cuadro 5 por aquí)

Obviamente la extensión de la sobrecualificación depende de la rama de estudio y del tiempo que el joven graduado lleva en el mercado laboral. Con respecto al primer punto es claro que dependiendo de la rama de estudios la probabilidad de que un graduado universitario esté sobrecualificado para su puesto de trabajo es muy diferente.

El cuadro 6 muestra, utilizando los datos de la encuesta CHEERS, una gran variabilidad en cuenta al nivel de sobrecualificación por ramas de estudio (Al lector acostumbrado a las ramas de estudio del Consejo de Universidades le parecerá rara la división de materias incluida en el cuadro 6. Sin embargo esta fue la división de consenso teniendo en cuenta todos los países y las disciplinas que participaron en el proyecto CHEERS.) Los resultados del cuadro 6 son muy similares a los que luego comentaremos para el caso español y el de Catalunya, aunque los niveles son obviamente muy diferentes. Las disciplinas donde se concentra un mayor grado de sobrecualificación son las pertenecientes a la rama de humanidades, seguida por las ciencias sociales y las experimentales. El menor grado de sobrecualificación se produce en las ingenierías, las matemáticas y, especialmente, las ciencias de la salud.

El cuadro 7 presenta por ramas de estudios (clasificadas siguiendo el criterio del Consejo de Universidades) la información disponible en la encuesta AQUCAT. Al igual que sucedía con los graduados universitarios europeos los mayores niveles de sobrecualificación se concentran en los titulados de la rama de humanidades, seguidos por los graduados de ciencias sociales y de ciencias experimentales. El nivel de sobrecualificación de los graduados de humanidades es ciertamente alarmante. Según la medida de sobre-educación de Rodríguez et al. (2003) el nivel alcanzaría el 32,8% incluso tras tres años de haber finalizado los estudios. Según el indicador de sobrecualificación el porcentaje se elevaría al 40,8%. Los datos del cuadro 7 también muestran que el nivel de sobrecualificación más bajo se da entre los titulados de técnicas (9,3%) y ciencias de la salud (5,6%). Todos estos porcentajes son superiores a los que muestra la encuesta europea.

Un segundo elemento que influye sobre el nivel de sobrecualificación es el número de empleos que ha tenido el titulado. El cuadro 8 muestra la evolución del nivel de sobrecualificación de los jóvenes graduados universitarios desde el empleo anterior (o simultáneo a la realización de sus estudios) hasta el último empleo pasando por el primer empleo después de finalizar los estudios. Esta información procede de la encuesta ANECA y no está disponible ni para la encuesta europea CHEERS ni para la encuesta de la AQUCAT.

Los datos del cuadro 8 muestran varios fenómenos muy interesantes. En primer lugar el nivel de sobrecualificación en el empleo anterior (o simultáneo) a los estudios es muy elevado alcanzando el 46,7%. En este caso el nivel más alto de sobrecualificación se da entre los graduados de ciencias de la salud (61,7%) y humanidades (55,7%). En el primer empleo con posterioridad a finalizar los estudios la sobrecualificación ha descendido al 39,3% (el nivel de infracualificación también ha disminuido lógicamente). Pero mientras la sobrecualificación entre los graduados de ciencias de la salud ha caído al 10,6% el nivel entre los graduados de humanidades ha aumentado (56,2%). En el último trabajo la sobrecualificación general (27,6%) es todavía menor que en el primer empleo. No obstante entre los graduados de humanidades todavía alcanza el 46% y en los graduados de ciencias sociales se sitúa en el 34,5%. El nivel de adecuación de los graduados de ciencias de la salud alcanza ya el 83,2% y los graduados de técnicas presentan la mayor caída en el nivel de sobrecualificación entre el primer y el último empleo.

¿Qué puede explicar esta evolución del nivel de sobrecualificación?

Una primera explicación es que los jóvenes universitarios empiecen teniendo trabajos poco adecuados pero que, por medio de ascensos y mejoras en el puesto de trabajo, el nivel de adecuación entre su formación y el puesto de trabajo mejore. Esta es la visión que se ha definido al comienzo de la sección como desajuste temporal. La segunda explicación es que los jóvenes graduados ajusten sus expectativas profesionales con el tiempo mientras que la obsolescencia deprecia sus conocimientos. De esta forma un joven universitario que considera que está sobrecualificado para el trabajo que desarrolla puede ser que tres años después, realizando el mismo trabajo, acabe pensando que está adecuadamente preparado. Esta visión más pesimista parece ser coherente con los datos disponibles (ver García-Montalvo (2005)) aunque será necesaria más investigación para poder separar entre estas dos hipótesis.

5. El ajuste entre formación y competencias requeridas en el puesto de trabajo.

La sección anterior presenta una visión sintética sobre la relación entre el nivel educativo alcanzado por los universitarios y el tipo de trabajo que desarrollan. En esta sección vamos a centrarnos en los desajustes concretos entre diversos aspectos de la formación y los requerimientos concretos del puesto de trabajo.

La encuesta CHEERS es muy detallada en cuanto a estos aspectos preguntando por un total de 38 competencias y áreas de conocimiento. García Montalvo (2001) analiza detalladamente el nivel de las competencias adquiridas por los graduados durante sus estudios y el nivel de competencias requeridas en el puesto de trabajo que ocupan (García-Montalvo 2001 también incluye una discusión de las diferencias por ramas de estudio y genero)).

El cuadro 9 compara la clasificación de competencias adquiridas durante los años de enseñanza superior en España y el conjunto de países participantes en la encuesta CHEERS. Entre las competencias adquiridas en mayor grado en el conjunto de los graduados participantes en el proyecto CHEERS aparecen la capacidad para el aprendizaje seguida de cerca por la habilidad para concentrarse, la lealtad y honestidad y la capacidad de trabajar independientemente. Entre las menos adquiridas se sitúa, en último lugar, la capacidad de negociación y a continuación la comprensión de sistemas sociales, la capacidad para tener en cuenta aspectos económicos, los conocimientos de informática y la capacidad de liderazgo.

La última columna del cuadro 9 contiene la diferencia entre la posición en el ranking del conjunto de países y la posición en el ranking español. Un valor positivo de 2, por ejemplo, indica que la posición de dicha competencia en el ranking español supera en dos puestos la que tiene ese mismo apartado en el ranking del conjunto de países. La mayor diferencia positiva entre competencias adquiridas por los graduados españoles y la media del conjunto de países es la relativa a la firmeza y persistencia que ocupa el noveno lugar en el ranking español mientras sólo alcanza la posición 20 en el total de países. La segunda mayor diferencia positiva es la administración del tiempo donde parece que los titulados españoles consideran que adquirieron mayor destreza, al menos en términos relativos a otras competencias, durante la realización de sus estudios. Por último también la capacidad para asumir responsabilidades parece que fue más desarrollada por los titulados españoles frente al conjunto, de nuevo en términos relativos al resto de competencias.

En el capítulo de las competencias que, en términos relativos, están más altas en el ranking del conjunto de países que en el caso español figura destacada el ser capaz de trabajar independientemente, hasta el punto de que en el conjunto de la muestra aparece como la cuarta competencia mientras que en España ocupa el lugar 24. También se produce un desajuste bastante grande, a favor del conjunto de países, en la posición de la capacidad física y psicológica para desarrollar el trabajo, la atención al detalle y la capacidad de trabajar bajo presión.

Partes: 1, 2, 3

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