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Interpretación marxista sobre los hechos de los Apóstoles



  1. Introducción
  2. Principios y fundamentos del marxismo
  3. El marxismo y la religión
  4. Pablo y los hechos de los apóstoles
  5. Bibliografía

"Con sumo aprecio y mucho cariño personal y familiar al Rev. Mons. Elver Orive López, Obispo de la Iglesia Evangélica, Cristiana y Católica de Cajamarca"

Introducción

El presente trabajo, no pretende analizar exhaustivamente al Marxismo, como teoría dialéctica, sino su único objetivo es demostrar que el accionar de los Apóstoles fue de personas sencillas pero con mucha "Paz" y "Justicia", enseñadas por nuestro Gran Maestro Jesucristo, cuyos sustantivos abstractos que expone el marxismo, lo cumplieron a cabalidad nuestros Apóstoles.

Si leemos, en su conjunto, "Los Principios y Fundamentos del Marxismo", "El Capital" y "El Manifiesto Comunista", se sintetiza en dos palabras aparentemente simples, pero complejas a la vez, a la "Justicia" y a la "Paz". El marxismo es el modelo teórico explicativo de la realidad compuesto principalmente por el pensamiento desarrollado en la obra de  Karl Marx,  economista,  filósofo  y periodista  revolucionario  alemán  de origen judío, quien contribuyó en campos como la sociología, la economía, el derecho, y la historia; y así como también la serie de pensadores que complementan o re interpretan este modelo, tradición que va desde el coeditor Friedrich Engels, hasta otros pensadores como Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, Gramsci o Lukács. Por lo tanto es correcto, sin poder evitarlo que hablar de marxismo, es hablar de una corriente del pensamiento humano.

Principios y fundamentos del marxismo

El marxismo es un pensamiento crítico, pero no un "sistema": "Nunca he establecido un sistema socialista", escribía Karl Marx en sus notas críticas sobre Adolphe Wagner (1880), estudioso del gasto público. "La ley de Wagner –del incremento de la actividad estatal–" lleva su nombre. Wagner es la figura central de una escuela económica y política social llamada "socialismo de Estado"; la "Ley de Wagner", es la hipótesis que explica el aumento del gasto público, donde incluso es más rápido que el aumento de la producción del país.

El marxismo es un análisis de la evolución del mundo tal como es, un método que debe vincular íntimamente práctica y teoría.

He aquí los principales principios y fundamentos del marxismo:

a) La oposición a un sistema económico desigual, basado en la alienación, la explotación de la mayoría (a través del sistema del salariado), y dirigido hacia la consecución del beneficio para algunos, y no hacia la satisfacción de las necesidades de todos. Se trata del capitalismo, pero se pueden obviamente imaginar otros sistemas que presentan similares características esenciales, a los cuales los marxistas se opondrían igualmente.

Para la transformación de la sociedad, el marxismo considera necesario un proceso revolucionario que permita llegar a una sociedad basada en la cooperación y la gratuidad.

b) "La emancipación de los trabajadores debe ser la obra de los propios trabajadores". Éste es un principio inherente al verdadero marxismo, que implica la democracia y la auto emancipación; así como que la democracia es elemento fundador indispensable para una nueva sociedad (a la que se denomina socialismo o comunismo). Sociedad que debe construirse liberada de las diversas formas de dominación.

c) El internacionalismo, que es, a la vez, la constatación del interés común de los trabajadores del mundo entero y de la necesidad de la lucha a escala mundial, y el objetivo de la superación de las naciones hacia una comunidad humana mundial.

d) El conocimiento y el análisis de la Historia (concepción materialista de la historia).

e) La constatación de la existencia de clases sociales que dividen a los hombres y a las mujeres en distintos segmentos de población; la constatación de las profundas desigualdades e injusticias entre esas clases; y la constatación de que mientras exista la división de la sociedad en clases, habrá luchas entre esas clases (lucha de clases).

En consecuencia, mientras participan actualmente en la lucha de clases de los trabajadores, los marxistas militan por una reorganización de la sociedad destinada a acabar con esa división clasista.

f) El libre ejercicio del espíritu crítico. "Duda de todo", decía Marx, siendo el objetivo conocer la realidad tal como es, para comprenderla mejor y así transformarla.

Estos principios y fundamentos del "Marxismo", o algunos de ellos, pueden perfectamente ser compartidos por otras teorías políticas y sociales: si es el caso, ¡obviamente tanto mejor! El marxismo no pretende aislarse, todo lo contrario: el objetivo es contribuir a la constitución de un movimiento del conjunto de la sociedad para crear "una asociación donde el libre desarrollo de cada uno es la condición del libre desarrollo de todos" (Karl Marx, "Manifiesto Comunista").

Erradamente se asocia la palabra "marxismo" al conjunto de movimientos políticos y sociales revolucionarios que surgieron durante el siglo XX, entre los que destacaron la Revolución Rusa, la Revolución China y la Revolución Cubana. Para estos movimientos sociales el nombre correcto es "comunismo" o "socialismo". Es incorrecto plantear estos movimientos como sinónimo de "marxismo" porque ni todo su componente humano ni toda su doctrina política se basó necesariamente en la teoría marxista; de allí que podemos afirmar que el marxismo siempre enarbolaba la "paz".

En sí, los componentes centrales del modelo teórico explicativo marxista son esencialmente cuatro elementos: En primer lugar, el concepto de "lucha de clases", que es formulado por primera vez en el "Manifiesto Comunista" y que progresivamente se va transformando en el método de análisis de la historia humana en torno al concepto de "clase social", "contradicción" y "división social del trabajo", este método está a la vez basado en la mecánica hegeliana comúnmente llamada como "dialéctica" (aunque en términos estrictamente hegelianos se trata de una "lógica ontológica", modelo que a la vez sobrepasa al concepto hegeliano de dialéctica). Curiosamente, Marx nunca especificó en una obra en particular cuales eran los límites globales de este método, ni cuál era el concepto que él tenía de dialéctica.

El segundo punto central del modelo teórico marxista, es la crítica a la economía capitalista, el cual es desarrollado extensamente en su obra "El capital", compuesto por tres tomos oficiales y un cuarto tomo editado de manera póstuma bajo el nombre de "Historia crítica de la teoría de plusvalía"; en esta obra Marx desarrolla un modelo alternativo para calcular el concepto de "valor" de la economía capitalista, basado en el "tiempo de trabajo socialmente necesario" para la producción de "mercancías". Esta investigación tiene directas consecuencias políticas, pues la hipótesis marxista probaría que en realidad la sociedad capitalista se funda en torno al robo del trabajo humano a través del concepto de "plus valor", legitimado en el estado de derecho a través de la propiedad privada sobre los medios de producción y el libre usufructo de esas ganancias.

El tercer punto central, es el concepto de "ideología" que es desarrollado por Marx en sus primeros libros como La ideología alemana y que intenta explicar las formas de dominación mental de la sociedad capitalista y su relación con la composición económica de esta. Este concepto es abandonado por Marx para centrarse por años en el análisis político, sin embargo vuelve a aparecer con fuerza en su libro El capital bajo el concepto de "fetichismo de la mercancía", que sería una forma de explicar la incapacidad psicológica de una persona de percibir el "valor de uso" de una mercancía. Este concepto es extremadamente importante porque describe todas las consecuencias de las formas de producción de la vida dentro del capitalismo.

Y, el cuarto punto central del modelo teórico marxista es el concepto de "comunismo", el cual es una teórica sociedad humana que puede sobrepasar los límites de la sociedad capitalista formada en la explotación humana. Marx utilizó muchas veces la palabra, pero jamás explicó cuáles eran sus alcances y características. Un análisis crítico de la obra de Marx demostraría que él no hubiera estado dispuesto a describir algo que todavía no existe, por lo tanto el significado de comunismo se encuentra en una síntesis, tanto como de los problemas económicos fundamentales encontrados de manera explícita en "El capital", como un análisis de la crítica política–jurídica hecha por Marx a las instituciones capitalistas.

Pero estos 4 últimos temas mencionados están relacionados al "Capital", a la "Mano de Obra considerada como mercancía", a la participación inactiva o corrupta y cómplice del Estado para la "Explotación del Hombre por el Hombre", esto es desde un punto de vista económico, sociológico y político, estudiadas por Karl Marx y sus seguidores como Friedrich Engels; lo que nos interesa a nosotros al realizar una "Interpretación Marxista de los Hechos de los Apóstoles", cuál y cómo fue la participación de los Apóstoles, incluyendo a Pablo, quien sabemos que no había designado como Apóstol por Jesucristo, pero actuó tan igual o mejor que los demás, a excepción de Juan. Decíamos en palabras iniciales que el "marxismo" se concreta en dos acciones reales, como consecuencia de todo lo estudiado por Karl Marx, en la "Justicia" y en la "Paz"; y eso es lo que realmente practicaron nuestros Apóstoles, enseñados por Jesucristo.

El marxismo y la religión

El marxismo ha sido tradicionalmente opuesto a todas las religiones. Marx escribió al respecto que "el fundamento de la crítica irreligiosa es: el ser humano hace la religión; la religión no hace al hombre" y la frase cuyo final se haría célebre: "La miseria religiosa es, por una parte la expresión de la miseria real y, por la otra, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu". Es "el opio del pueblo".

La referencia al opio ha prestado a una interpretación vulgar ya que éste no es –como suele suponerse– un estupefaciente ni tampoco un alucinógeno, sino un narcótico analgésico. Este equívoco del lector contemporáneo ha derivado en una confusión frecuente respecto de la sentencia marxista. La cita completa revela el porqué de la referencia a un opiáceo: jamás pretende que la religión se considere una forma de degradación intelectual ni tampoco una mera ilusión generada por las clases dominantes (interpretación no marxista que suprimiría la idea que éste tenía de la ideología, esto es, la ilusión de universalidad dentro de cada clase), sino que la religión sea, por el contrario, el anestésico necesario de la sociedad entera frente a la alienación social y de las clases oprimidas frente a sus condiciones materiales de existencia.

En Marx, la crítica de la religión no es una defensa del ateísmo, sino la crítica de la sociedad que hace necesaria a la religión. La supresión de estas condiciones y la realización plena de la comunión humana se desvinculan de la condición biológica, proyectándose "al cielo" como intervención divina en una parusía futura, particularmente en el especial caso del cristianismo, en vez de construirse políticamente mediante la abolición de la propiedad privada y la división del trabajo. El fundamento filosófico del rechazo marxista de la religión ha estado vinculado al desarrollo del materialismo dialéctico por parte de Engels y Lenin.

En cualquier caso, ha habido diversos teóricos que consideran que ser marxista y religioso es compatible. Dentro de ellos se puede señalar al irlandés James Connolly y a diversos autores dentro de la  teología de la liberación  como  Camilo Torres y Leonardo Boff. Pero la crítica teórica hacia cualquier religión se basa en que ésta es concebida como el resultado de la producción de la superestructura de la sociedad, es decir, de la fabricación de ideas ideológicas que se hace una sociedad sobre sus propios modos de producción económicos. Así, la religión siempre es una concepción de ideas políticas que tienden a reafirmar la estructura económica existente. Los textos marxistas donde se puede encontrar información sobre la concepción marxista de la religión son: "La ideología alemana" de Marx y Engels, y "La filosofía como arma de la revolución" de Louis Althusser. El pensar de Karl Marx, describe a la religión como un ente alienador, el cual le pone como meta alcanzar a Dios, situación imposible para un humano pues Dios es la esencia humana deificada, es decir: la humanidad le ha dado sus mejores características a Dios. La religión haría conformista al hombre y lo obligaría a no luchar en este mundo, pues este es solo un preludio del verdadero. La síntesis cristiano–marxista de los teólogos de la liberación replica que el marxismo no implica este aserto y que, de ser así, también las clases dominantes impregnadas de espíritu religioso serían conformistas respecto de su existencia material e incluso serían pasivas frente a un conflicto con otras clases sociales. Para estos, en cambio, la religión –y en particular la cristiana– siempre exige una lucha en este mundo en función de una comunidad religiosa: sea con o sin clases dependiendo de cómo se la entienda políticamente. Debe recordarse que para el catolicismo la resurrección es el regreso al edén en la tierra y que, aunque dependa de Dios, ningún esfuerzo individual tendría sentido si estuviera coronado por una muerte sin retorno (incluso si la realización plena de la humanidad pudiera hacerse sólo socialmente y no biológicamente como en la resurrección cristiana), ya que la salvación de cada hombre de acuerdo a su esfuerzo dentro del alienado mundo presente sólo puede ser asegurado con la eternidad y la participación en el mundo venidero. Esto es igualmente cierto tanto para el ideario de autorrealización personal de la derecha cristiana (calvinista o al menos reconciliada con la burguesía), como para la lucha de clases de la izquierda cristiana (marxista o no), como para las originarias posiciones ascéticas y apolíticas del cristianismo primitivo. Estas últimas en particular dieron forma estamental a la dicotomía interna entre la vida económica y la religiosa del occidente medieval extra mundano y a su peculiaridad histórica de fusión entre "sociedad civil" y "sociedad política" descrita con atención por Marx en su obra Sobre la cuestión judía, cuya visión llegaría, junto con la opuesta de Nietzsche, a Max Weber, y que entroncaría en el debate marxista–weberiano sobre la influencia económica de la religión.

En su versión más ortodoxa, la interpretación marxista de la religión sería la de una forma de alienación cuya consecuencia para el hombre sería perder sus virtudes para adjudicárselas a un inventado ser supremo. Según Karl Marx, esto es lo que ocurriría en particular con la religión monoteísta: el hombre toma toda virtud que posee y toda idealización metafísica posible, y se la atañe a un ser supremo de su propia creación, devaluándose a sí mismo y dedicando su ser y propio destino a su voluntad y una trascendencia irreal posibilitada por su existencia.

Pablo y los hechos de los apóstoles

Sobre este Libro, se cuestiona la autoría; según la "Historia Teológica", atribuye al Apóstol Lucas como autor del Libro de "Los Hechos de los Apóstoles", sin ningún sustento; si leemos dicho Libro, Lucas era considerado como Médico del grupo de los Apóstoles que ya habían empezado a ser perseguidos; sin embargo, si leemos con detenimiento y concatenadamente dicho Libro, es Pablo quien dirige toda la actividad de los Apóstoles, quien era secundado por Pedro, e incluso en este libro no se mencionada para nada a Lucas. No contiene la historia de todos los apóstoles, sino sólo la de Pedro y de Pablo de Tarso. Juan es mencionado sólo tres veces, y todo lo que se cuenta de Santiago (Jacob, Jacobo o Sanct Yago), el hijo de Zebedeo, es su ejecución por Herodes (Hechos 12:1). Al inicio del libro se menciona a los doce, incluyendo a Matías (que sustituyó a Judas Iscariote). También a lo largo del libro se menciona a Bernabéde Chipre, a Marcos (probablemente se trate del primer evangelista), Santiago el "hermano del Señor", entre otros.

El Libro "Hechos de los Apóstoles"  (en  latín: "Actus Apostolorum") abreviado comúnmente a "Hechos", es el nombre del quinto libro del Nuevo Testamento, en el cual se narra la historia del conocido como período apostólico.

Hay una oposición a la teoría anterior, donde se dice que probablemente tenga el mismo origen que el "Evangelio de Lucas", con el que forma lo que se suele llamar el "opus lucanum"; de hecho el libro en su inicio manifiesta que es un segundo tratado. Sin embargo, los textos se separaron antes de que se escribieran los manuscritos que llegaron hasta hoy. Con esta separación se buscaba cultivar el conocimiento de los evangelios como una unidad de archivos sagrados, a los cuales los Hechos servían como una especie de apéndice. Es de un interés y valor históricos únicos: no hay ningún otro libro como éste dentro del Nuevo Testamento.

El "Libro de los Hechos" es la única historia de la Iglesia primitiva, primitiva tanto en el espíritu como en la sustancia; sin él sería imposible tener un cuadro coherente de la edad apostólica. Con él, las epístolas paulinas son de un valor histórico incalculable; sin él, permanecerían incomprensiblemente fragmentarias e incompletas, a menudo incluso confundirían.

Si hubiera que encerrar en una frase el carácter principal del libro de los Hechos, se podría decir que es fundamentalmente una narrativa de misión, la primera de la Iglesia, prolongación de la misma misión de Jesús. Sólo así se comprende que el verdadero protagonista de la obra sea el Espíritu Santo prometido y enviado por Cristo a sus seguidores, que es el alma de la misión, el que impulsa la Palabra o el Mensaje evangélico a través del protagonismo secundario de Pedro, Pablo y del gran número de hombres y mujeres cuyos nombres y gestas, gracias a Lucas, forman ya parte de la memoria misionera colectiva de la comunidad cristiana de todos los tiempos. No en vano se ha llamado a los Hechos el "evangelio del Espíritu Santo".

Este carácter misionero hace que sea de un género literario único, aunque narra acontecimientos reales de la Iglesia naciente, no es propiamente un libro de historia de la Iglesia. Más bien sería una relectura, en clave espiritual, de una historia que era ya bien conocida por las comunidades cristianas a las que se dirige Lucas 30 o 40 años después de que ocurrieran los hechos que narra. Su intención, pues, no es la de informar, sino la de hacer que el lector descubra el hilo conductor de aquella aventura misionera que comenzó en Jerusalén y que llegó hasta el centro neurálgico del mundo de entonces, Roma.

El autor escribe este Libro, que personalmente afirmo que haya sido Pablo, su autor original del mismo, con estilo de "tratado" (Hechos 1:1). Al principio también se conoció con los siguientes nombres: "Los Hechos", "El evangelio del Espíritu Santo" y "El evangelio de la resurrección".

Aunque gran parte del libro está dedicado a las actividades apostólicas de Pablo y Pedro, tampoco hay que considerar Hechos como un escrito biográfico o hagiográfico de dichos apóstoles. Lo que el autor pretende es interpretar sus respectivos itinerarios misioneros, sus sufrimientos por el Evangelio y el martirio de ambos –aunque no haga mención explícitamente de ello por ser de sobra conocido– como un camino de fidelidad, de servicio y de identificación con la Palabra de Dios, siguiendo las huellas del Señor.

El "Libro de los Hechos" ha sido considerado siempre como la segunda parte y complemento del tercer evangelio, y así se comprende todo su sentido y finalidad. Ambas partes de la obra han salido de la pluma del mismo autor; no olvidemos que la mayoría de las "Epístolas" fueron escritas por Pablo. Fue escrito probablemente después del año 70, y sus destinatarios inmediatos parecen ser paganos convertidos, simbolizados en el "querido Teófilo" (amigo de Dios) –el mismo del tercer evangelio– a quien el autor dedica su escrito.

El libro de los Hechos nos trae a la memoria el nacimiento, la consolidación y expansión de la Iglesia, continuadora de Cristo y su misión, en muchas Iglesias o comunidades locales de culturas y lenguas diferentes que forman, entre todas, la gran unidad del Pueblo de Dios. Primero es la Iglesia rectora de Jerusalén de donde todo arranca; después toma el relevo Antioquía, y así sucesivamente. La expansión no es sólo geográfica; es principalmente un ir penetrando y ganando para el Evangelio hombres y mujeres de toda lengua y nación. Ésta es la constante del libro que culmina en la última página, en Roma.

El título no refleja exactamente el contenido del libro, pues en realidad éste se centra, casi con exclusividad, en los "Hechos" de dos apóstoles, pioneros de la primera evangelización de la Iglesia: Pablo y Pedro. Alrededor de ellos, toda una galería de personajes y acontecimientos, con los que el autor teje su narración, recorre las páginas de este bello documento del Nuevo Testamento.

El carácter del Libro, si hubiera que encerrar en una frase el carácter principal del libro de los Hechos, se podría decir que es fundamentalmente una narrativa de misión, la primera de la Iglesia, prolongación de la misma misión de Jesús. Sólo así se comprende que el verdadero protagonista de la obra sea el Espíritu Santo prometido y enviado por Cristo a sus seguidores, que es el alma de la misión, el que impulsa la Palabra o el Mensaje evangélico a través del protagonismo secundario de Pablo, Pedro, y del gran número de hombres y mujeres cuyos nombres y gestas, gracias a Lucas, forman ya parte de la memoria misionera colectiva de la comunidad cristiana de todos los tiempos. No en vano se ha llamado a los "Hechos" el "Evangelio del Espíritu Santo".

Este carácter misionero hace que sea de un género literario único. Aunque narra acontecimientos reales de la Iglesia naciente, no es propiamente un libro de historia de la Iglesia. Más bien sería una relectura, en clave espiritual, de una historia que era ya bien conocida por las comunidades cristianas a las que se dirige Lucas 30 o 40 años después de que ocurrieran los hechos que narra. Su intención, pues, no es la de informar, sino la de hacer que el lector descubra el hilo conductor de aquella aventura misionera que comenzó en Jerusalén y que llegó hasta el centro neurálgico del mundo de entonces, Roma.

Aunque gran parte del libro está dedicado a las actividades apostólicas de Pedro y Pablo, tampoco hay que considerar Hechos como un escrito biográfico o hagiográfico de dichos apóstoles. Lo que el autor pretende es interpretar sus respectivos itinerarios misioneros, sus sufrimientos por el Evangelio y el martirio de ambos –aunque no haga mención explícitamente de ello por ser de sobra conocido– como un camino de fidelidad, de servicio y de identificación con la Palabra de Dios, siguiendo las huellas del Señor.

Para componer su historia, el autor del Libro usa con libertad todos los recursos literarios de la cultura de su tiempo, como los "relatos" en los que, a veces, mezcla el realismo de las reacciones humanas con el halo maravilloso de apariciones y prodigios; los "sumarios", que son como paradas narrativas para mirar hacia atrás y hacia delante, con el fin de resumir y dejar caer claves de interpretación; y sobre todo los "discursos" que el autor pone en boca de los principales personajes: Pablo, Pedro, Esteban, etc. Los catorce discursos, cuidadosamente elaborados, ocupan casi una tercera parte de la obra y cumplen en el "Libro de los Hechos" la misma función que las palabras de Jesús en los evangelios: la Buena Noticia proclamada por los primeros misioneros que ilumina este primer capítulo de la historia de la Iglesia, presentada en episodios llenos de vida y dramatismo.

El libro de los Hechos nos trae a la memoria el nacimiento, la consolidación y expansión de la Iglesia, continuadora de Cristo y su misión, en muchas Iglesias o comunidades locales de culturas y lenguas diferentes que forman, entre todas, la gran unidad del Pueblo de Dios. Primero es la Iglesia rectora de Jerusalén de donde todo arranca; después toma el relevo Antioquía, y así sucesivamente. La expansión no es sólo geográfica; es principalmente un ir penetrando y ganando para el Evangelio hombres y mujeres de toda lengua y nación. Ésta es la constante del libro que culmina en la última página, en Roma.

La organización de las Iglesias que nos presenta Lucas es fluida, con un cuerpo rector local de "ancianos" (en griego presbíteros). Los apóstoles tienen la responsabilidad superior. Hay constancia de una vida sacramental y litúrgica: bautismo, imposición de manos o ministerio ordenado, celebraciones y catequesis.

Existe una tercera posición en la Iglesia que La evidencia externa, que es relativamente extensa y temprana, como el fragmento muratoriano (una traducción del siglo VII de un texto griego del siglo II descubierta por Ludovico Antonio Muratori en el XVIII), Ireneo, Tertuliano, Clemente y Orígenes todos apuntan a Lucas, el compañero de Pablo (Filemón 24), pero que Pablo era quien indicaba lo que se tenía que escribir, quien tal vez estaba con él como médico.

El "Libro de los Hechos" y el cristiano de hoy. Como Palabra de Dios, el "Libro de los Hechos" sigue tan vivo y actual, hoy, como hace dos mil años. El mismo Espíritu que animó y sostuvo a aquellas primeras comunidades cristianas, sigue presente y operante en la Iglesia de hoy, impulsando, animando y confortando a los testigos del Evangelio de nuestros días. Hoy como entonces, El autor del libro nos interpela con la misma llamada a la conversión y al seguimiento de Jesús en una fraternidad que no conoce fronteras donde se vive ya, en fe y en esperanza, la salvación que Jesús nos trajo con su muerte y resurrección. Finalmente, es un libro que nos da la seguridad de que la Palabra de Salvación, impulsada por el Espíritu, no será nunca encadenada ni amordazada porque lleva en sí el aliento del poder y del amor salvador de Dios.

Como ya lo dijéramos, la referencia al opio ha prestado a una interpretación vulgar ya que éste no es –como suele suponerse– un estupefaciente ni tampoco un alucinógeno, sino un narcótico analgésico. Este equívoco del lector contemporáneo ha derivado en una confusión frecuente respecto de la sentencia marxista. La cita completa revela el porqué de la referencia a un opiáceo: jamás pretende que la religión se considere una forma de degradación intelectual ni tampoco una mera ilusión generada por las clases dominantes (interpretación no marxista que suprimiría la idea que éste tenía de la ideología, esto es, la ilusión de universalidad dentro de cada clase), sino que la religión sea, por el contrario, el anestésico necesario de la sociedad entera frente a la alienación social y de las clases oprimidas frente a sus condiciones materiales de existencia.

Para concluir, no está es discusión quién escribió el "Libro de los Hechos", sino la comparación de la síntesis de "Marxismo", que como decíamos de la lectura conjunta de las obras de Karl Marx, sin mencionar o analizar los aspectos económicos, sociológicos y políticos, sino analizando el pensamiento marxista desde su dialéctica original, de donde se deduce que el "Libro de los Hechos" contiene la misma dialéctica marxista: la "justicia" y la "paz"; enarbolada tanto por Pablo y los demás Apóstoles como Karl Marx.

Bibliografía

  • LA SANTA BIBLIA – Versión: Reina–Valera – 1995. – ARZOBISPADO DE BARCELONA (España). 1983. Ed. OCEANO.

  • CRITIQUE SOCIALE: "Los Principios y Fundamentos del Marxismo". 2009. Paris – Francia. Ed. Por la Critique Sociale, (en español: Crítica Social).

  • MARX, Karl: "El Capital". 1970. Lima – Perú. Ed. La Confianza S.A.

  • MARX, Karl: "Manifiesto Comunista". 1848. Londres – Inglaterra. Última reedición en 1998. Barcelona – España. Introducción de Eric J. Hobsbawm, traducción de Elena Grau Biosca y León Mames. Ed. Bilingüe Barcelona Crítica.

  • MILLER, David; COLEMAN, Janet: "The Blackwell Encyclopaedia of Political Thought", (En Español: "La enciclopedia del Pensamiento Político de Blackwell". 1991.  Ed. Wiley–Blackwell. California – USA.

  • GANDLER, Stefan: "Marxismo crítico en México". 2007. FCE – México.

Cajamarca, 21 de Noviembre del 2015.

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Autor:

Dr. Luis Alberto Navarrete Obando;

Abogado; Docente Universitario Investigador; Ensayista, Escritor y Poeta; Magister en Educación Universitaria, con especialidad en Investigación Universitaria; especialista y con estudios de post grado (inconclusos) en Teología, Filosofía y Humanidades. Docente Invitado de la Universidad Autónoma de México – D.F. México; Colaborador de la Revista Virtual de la Universidad Nacional Autónoma de México – UNAM – D.F. México; Docente Honorífico de la Universidad de La Habana – Cuba; Colaborador de la Revista Virtual de la Universidad de La Habana – Cuba, Colaborador de la Revista Virtual de la Universidad de Madrid – España. Pronto, Colaborador de la Revista Virtual de la Universidad de Los Ángeles – EE.UU.; y, Colaborador de la Revista Virtual de la Universidad de Milano, Milán – Italia. Becado por la Universidad de Milano, Milán – Italia, para estudiar un Doctorado sobre "Derecho Penal – Criminología". Consultor Permanente de la UNESCO, en Temas de Educación, Cultura y Desarrollo Social para América Latina y El Caribe.

Nota.- El autor del presente trabajo es Columnista periodístico: "Derecho y Sociedad", de los Diarios "La República", http://www.larepublica.com.pe; "El Comercio", http://www.elcomercio.com.pe; Diario Oficial "El Peruano", http://www.elperuano.com.pe; Diario Oficial de Cajamarca, "Panorama Cajamarquino", de circulación Regional (Cajamarca), http://www.panoramacaj[arroba]hotmail.com.

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