8.- Quijano, Aníbal: "Reencuentro y Debate: Una Introducción a Mariátegui". Mosca Azul Editores, Lima, 1981.
9.- Moretyc: "José Carlos Mariátegui: Su Vida e Ideario. Su Concepción del Realismo". Santiago de Chile, 1970.
10.- Mariátegui: "Trotsky y el partido bolchevique", incluido en "Figuras y Aspectos de la Vida Mundial", volumen I.
11.- Trotsky: "Lenin", revista "Amauta" N° 5, enero de 1927.
12.- Mariátegui: "Trotsky y la Oposición Comunista", incluido en "Figuras y Aspectos de la Vida Mundial", tomo II.
13.- Vallejo, César: "Ejecutoria del arte socialista". Revista "Variedades", Lima, 6 de octubre de 1928
"Las lecciones del marxismo". Revista "Variedades", Lima, 12 de enero de 1929.
Stephan Hart en su libro "Religión, política y ciencia en la obra de César Vallejo", dice que inicialmente el marxismo del poeta tuvo como emblema a Marx, Lenin y Trotsky, para luego cambiarlo por la fórmula Marx, Lenin, Stalin, sustentado en artículos periodísticos y en "Rusia en 1931: Reflexiones al pie del Kremlin". Efectivamente en artículos periodísticos (entre 1929 y 1930), Vallejo lanza duras críticas a Trotsky, pero no en "Rusia en 1931: Reflexiones al pie del Kremlin", en el que el poeta refiriéndose a Stalin y Trotsky escribe que no interesa "quién vale más que el otro", ni "quien tiene más talento o más energía", sino su obra en bien de la revolución. Trotsky es presentado como "jefe bolchevique" y Stalin como jefe de estado.
Comentando "Rusia en 1931: Reflexiones al pie del Kremlin", Stephan Hart resalta cuando una obrera antes de salir de un auditorio toma el libro "El leninismo teórico y práctico" de Stalin, presentando el hecho como una de las pruebas de que Vallejo se habría convertido en el "más fiero" defensor de Stalin. Por esa época, Stalin presentaba a Trotsky como enemigo de la Unión Soviética que se alineaba junto a los contrarevolucionarios en el mundo. En ninguna parte Vallejo avala tamaña acusación. Tampoco en ninguna parte del escrito de Vallejo aparece la fórmula Marx, Lenin, Stalin como afirma Stephan Hart, sino al contrario, se evidencia que Vallejo sigue presentando a Trotsky entre las máximas referencias doctrinarias en el seno del marxismo y del "bolchevismo". En la página 146 Vallejo alude a la violencia: "Una revolución sin terrorismo -ha dicho Trotsky- no es una revolución". Y en líneas siguientes Vallejo afirma que para Marx y Lenin el fracaso de la Comuna de París (1871) se debió a la falta de energía de sus líderes para retener el poder, reafirmando así la posición de Trotsky. En las páginas 177 y 178 Vallejo cita textualmente la opinión de Lenin y Trotsky sobre el papel del capitalismo de estado en la economía soviética. Aparece así claramente la fórmula Marx, Lenin, Trotsky. Por otra parte, en "Rusia en 1931: Reflexiones al pie del Kremlin", Vallejo se muestra contrario a presentar a líderes como sobrehumanos.
La alusión más resaltante a la figura de Stalin es en la página 128 (nota a pie de página): "Políticamente, los grandes hombres (Lenin, Stalin, Trotsky, etc.) no son objeto de esa idolatría individualista y endiosadora de que gozan los buenazos gobernantes burgueses". En el mismo párrafo Vallejo refiere que ha sondeado la opinión de la gente acerca de lo que piensan de los "jefes bolcheviques" Stalin y Trotsky, señalando que en cuanto a individuos, no interesa a nadie, tampoco se preguntan "quién vale más que otro". "Lo que existe e interesa a todos es la teoría y la acción de cada uno en función del interés revolucionario". Este también, dice Vallejo, es el caso de Lenin.
En el mismo libro (página 216), Vallejo expone su concepción sobre la "base" y la "superestructura" según el marxismo: "Cuando Marx afirma que la base de la sociedad humana es la economía, no pretende que esta sea superior a la política, al derecho o al arte. Lo que hace es simplemente constatar un hecho, una realidad. Es como cuando se constata que la base del cuerpo se halla en los pies, con esto no se pretende afirmar que los pies son superiores o inferiores a la cabeza, al tronco o a los brazos".
Esta afirmación es contraria a la visión estalinista (presentada como "leninista") en la que la "superestructura" es "reflejo" de la economía, marginando a la voluntad humana, olvidando que el proceso económico es una relación social con la intervención del conjunto del saber humano. Por lo demás, Vallejo en la cita anterior reivindica la visión de totalidad en la interpretación de los acontecimientos, en la que todas las partes, con sus respectivas funciones, son imprescindibles.
Para el marxismo, cuanto más se desarrollen las potencialidades creadoras expresadas en la ciencia, en la técnica, en la organización social, más se independiza el ser humano de las condiciones naturales y más control tiene sobre sus condiciones de vida o, en otras palabras, más control tiene de su devenir.
En lo que Vallejo hace concesiones a Stalin y al estalinismo (p.149), es cuando atribuye el burocratismo a funcionarios subalternos sobrevivientes del antiguo régimen zarista, a los que "Stalin y sus compañeros deberían extirpar cuanto antes" (p. 149), pero al mismo tiempo pide estar vigilantes porque el burocratismo puede ir "fortificándose y polarizándose en núcleos capaces de adquirir luego tendencias clasistas, con intereses y mentalidad particulares, diversos y hasta contrarios a los de la colectividad de base" (p. 154)
En el terreno del arte, -dejando de lado sus opiniones que citamos en líneas anteriores-, Vallejo dice que en la nueva literatura rusa ha pasado el tiempo de las escuelas (literarias) y cenáculos, reduciéndose todo el quehacer artístico a una sola corriente promovida desde el estado. Desecha al surrealismo, al freudismo y al bergsonismo. "El método de creación artística es y debe ser consciente, realista, experimental, científico". Entre los precursores rusos de ese arte menciona a Puchkin, Khlebnicov y, en menor rango, Alejandro Block. Las influencias extranjeras se reducen a los ingleses Kipling, Coleridge y al alemán Enrique Heine (pp. 89 a 91). Aquí Vallejo sigue a la letra la política estalinista en el arte. Lo errado de esa teoría salta a la vista si uno se pregunta dónde está lo "científico" en la poesía de Puchkin y demás autores mencionados y también en la poesía del mismo Vallejo.
En el libro que mencionamos Vallejo no deja dudas de su filiación marxista atea. A su entender, los "mitos" marxistas (terrenales) son diferentes a los "mitos" religiosos (en la otra vida, después de la muerte) y concluye en una clara irreverencia a la política estalinista: "La revolución no toma ningún partido ni finca ninguna perspectiva sistemática ni en favor ni en contra del sentimiento religioso, ni por su subsistencia ni por su fin" (p. 177-178).
Lo anterior contrasta con la religiosidad popular–irreverente, rebelde, irónica- que Vallejo deja traslucir en muchos textos poéticos de "diálogo" con Dios y la naturaleza, y a la vez la lucha existencial entre el marxismo ateo que pretende profesar, con su subconsciente mítico religioso que aflora en sus creaciones y horas de agonía. (Esto lo mencionamos con más amplitud en nuestro ensayo "El trotskismo en el Perú")
Además, se equivocan los que presentan la poesía de Vallejo como "marxista", "dialéctica", "materialista", "científica", porque el marxismo no es una corriente o escuela de arte, sino una concepción del mundo sobre todo filosófica política, cuya visión libertaria confluye con las más variadas expresiones libertarias, entre ellas, con las proyecciones de obras artísticas que buscan plenitud a la existencia, sea en su repudio a la opresión o por ser expresión de la belleza. Un canto a la naturaleza, una loa a las reivindicaciones populares, un himno al amor y la fraternidad, confluyen con los movimientos emancipatorios, porque el socialismo, conforme lo entendía Mariátegui (y Trotsky), no es solamente la conquista del pan, sino también la conquista de la belleza, de las artes, y de todas las complacencias del espíritu.
14.- Mariátegui: "El Exilio de Trotsky", incluido en "Figuras y Aspectos de la Vida Mundial", tomo III.
15.- Deutscher, Isaac: "Trotsky: El profeta desterrado" Ed. Era, Méjico, 1963, Págs. 93-96
El mismo autor reseña que Lenin encomendó a Trotsky acusar públicamente a Stalin en un congreso por su labor negativa en el partido y de encargado de las nacionalidades no rusas para removerlo de la alta dirección, pero Trotsky no cumplió y sólo hizo conocer tal pedido a dirigentes del partido, quienes indujeron a Stalin a enmendarse, aceptando aparentemente las críticas. Por algo, dice Deutscher, Lenin criticaba a Trotsky por tratar los problemas administrativamente.
16.- Mariátegui: "Freudismo y Trotskismo", incluido en "Defensa del Marxismo".
17.- Mariátegui: "La Ciencia de la Revolución" (Obra citada en la nota anterior).
18.- Trotsky: "Su Moral y la Nuestra", Juan Pablos editor, Méjico, 1973
19.- Alberto Flores Galindo: "La agonía de Mariátegui: Su Polémica con el Komintern". Lima, 1980, p 23.
20.- Ob. Cit.
21.- Mariátegui: "Mensaje al Congreso Obrero", incluido en "Ideología y Política"
22.- Mariátegui: "El Artista y la Epoca", pp. 50-51.
23.- Mariátegui: "Jesús" de Henri Barbusse, en "Signos y Obras"
24.- Mariátegui: "Defensa del Marxismo"
25.- Mariátegui: "Gandhi", en "La Escena Contemporánea"
26.- Mariátegui: "Rusia a los Doce Años", incluido en "Signos y Obras"
27.- Choy, Emilio: "Prólogo" a "Figuras y Aspectos de la Crisis Mundial".
28.- Mariátegui: "Pinait Istrati", incluido en "El Artista y la Epoca".
29.- Pavletich, Esteban: "Mariátegui no era un marxista ortodoxo". "Cuadernos Socialistas" N° 2, Lima, mayo 1979.
Autor:
Rafael Herrera Robles
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