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Los niños como víctimas de la violencia emocional. Breve referencia al ordenamiento jurídico de Cuba




Enviado por Luis Pérez Orozco



  1. Introducción
  2. Aproximación general a la Victimología infantil
  3. Conceptualizando la Victimología infantil a través de sus tipologías
  4. Violencia emocional y factores de riesgo
  5. Conclusiones
  6. Bibliografía

Introducción

Objetivo General:

Analizar la atención que se les brinda desde la teoría y el Derecho a los menores de edad que son víctimas de violencia emocional.

Objetivos Específicos:

– Determinar teóricamente los distintos tipos de violencia a que pueden ser sometidos los niños.

– Establecer el alcance de la legislación cubana y foránea sobre la protección a los derechos de la infancia como forma de prevenir cualquier clase de violencia hacia ese grupo etáreo.

Desarrollo

Aproximación general a la Victimología infantil

El estudio de la víctima, a nivel general, se viene desarrollando desde fechas recientes, a través de numerosas investigaciones cuyo objetivo principal es conocer los efectos que produce el delito en las víctimas, las consecuencias que tiene para ellas su trasiego a través del proceso penal (lo que de hecho puede ser vivido como una "victimización secundaria"), aquellas características y factores de las propias víctimas que pueden ayudar a la prevención de los delitos, etc. Este gran desarrollo investigador engloba la Victimología, nueva ciencia cuya independencia respecto a la Criminología es discutida siendo considerada por muchos autores una parte de la Criminología. Cuando se intenta abordar el estudio de la Victimología infantil, el panorama es mucho más desolador.

Se calcula que solo un 10 ó un 20% de los casos de maltrato infantil salen a la luz. El miedo, la sensación de culpabilidad, sus sentimientos ambivalentes hacia su agresor, su corta edad y las barreras estructurales con las que tropiezan, les impiden expresar las brutalidades que sufren. Sin embargo, los datos que se conocen, que sí salen a la luz, muchas veces a través de los medios de comunicación, han llegado en términos de cifras de morbilidad, mortalidad, humillación y daño emocional que provoca en los niños, debe ser un importante motivo de preocupación para todos los miembros de la sociedad, y particularmente para aquellos encargados del cuidado infantil.[1]

Conceptualizando la Victimología infantil a través de sus tipologías

La Victimología es el estudio científico de las víctimas. Se entiende por víctimas a la persona que individual o colectivamente han sufrido daños, como: lesiones físicas o mentales; sufrimiento emocional; pérdida financiera o menoscabo de sus derechos fundamentales, a consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal vigente en los estados miembros, incluida la que proscribe el abuso de poder. [2]

En el caso específico de los niños, el investigador D. Finkelhor acuña el término Victimología evolutiva, entendiendo por tal el estudio de la diversidad de victimizaciones que los niños pueden experimentar a lo largo de las diversas fases de la infancia.

El maltrato no es un fenómeno simple, sino un problema muy complejo, que requiere un enfoque multidimensional, la implicación de todos los organismos relacionados y una mayor sensibilidad social. El maltrato a los niños es un grave problema social, con raíces culturales y psicológicas, que pueden producirse en familias de cualquier nivel económico y educativo. Se conceptualiza el maltrato infantil como un fenómeno determinado por múltiples factores que se agrupan en cuatro niveles: desarrollo ontogenético (todo aquello relacionado con el proceso evolutivo de un niño y que determina su estructura de personalidad); microsistema familiar (contexto inmediato en el cual se produce el abuso); exosistema (estructuras que rodean al microsistema familiar como el trabajo, relaciones sociales, vecinos); y por último, macrosistema (conjunto de valores y creencias culturales acerca de la paternidad, los niños, los derechos de los padres sobre los hijos, etc.).

Si bien es la familia el contexto donde con frecuencia aparece el niño maltratado, siendo la intermediaria entre el niño y la sociedad, no se puede olvidar la violencia extrafamiliar, resultando de interés su planteamiento clasificatorio y definitorio de los tipos según el contexto maltratante .

Luego las clasificaciones[3]más empleadas son:

Maltrato físico.- cualquier acción, no accidental por parte de los padres o cuidadores que provoque daño físico o enfermedades en el niño.

Abuso sexual.- cualquier clase de contacto sexual en un niño menor de 16 años por parte de un adulto desde una posición de poder o autoridad sobre el niño.

Abandono físico.- las necesidades físicas (alimentación, vestido, higiene, protección y vigilancia en las situaciones potencialmente peligrosas, cuidados médicos, área educativa), no son atendidas, temporal o permanentemente, por ningún miembro del grupo que convive con el niño.

Maltrato emocional.- hostilidad verbal en forma de insulto, burla, desprecio o amenaza de abandono, y constante bloqueo de las iniciativas de interacción infantiles (desde la evitación hasta el encierro o confinamiento) por parte de cualquier miembro adulto.

Abandono emocional.- la falta persistente de respuesta a las señales (llanto, sonrisa), expresiones emocionales y conductas representantes de proximidad e interacción iniciadas por el niño y falta de iniciativa de intercambio y contacto por parte de una figura adulta.

Maltrato institucional.- hace referencia a cualquier legislación, procedimiento, actuación u omisión procedente de los poderes públicos o bien derivada de la actuación individual del profesional que comporte abuso, negligencia, detrimento de la salud, la seguridad, el estado emocional, el bienestar físico, la correcta maduración o que viole los derechos básicos del niño.

Explotación laboral.- definida como aquella situación en que "los padres o tutores asignan al niño/a con carácter obligatorio la realización continuada de trabajos (domésticos o no) que exceden los límites de lo habitual y deberían ser realizados por adultos. Interfieren de manera clara en las actividades y necesidades sociales o escolares del niño(a); son asignados al niño(a) con el objeto fundamental de obtener un beneficio económico similar para los padres o la estructura familiar. Una de las formas de explotación laboral es la práctica de la mendicidad infantil. Se define como aquella actividad o acción consistente en pedir dinero en la vía pública, bien sea realizada por un menor solo o acompañados de adultos, generalmente sus padres. Estos suelen utilizar al menor como reclamo para obtener sus ingresos. Este tipo de maltrato es más común en familias con escasos o nulos ingresos monetarios.

Otras de las categorías de trascendencia para esta investigación es la de víctima sin crimen. Este concepto ha permitido extender el horizonte de la Victimología a problemas que extrapolan el marco jurídico-penal de la criminalidad. Cuando se habla de criminalidad es cualquier transgresión legal que implique una heterotutela en correspondencia con las tendencias modernas de la criminología, que no solo se ocupa de los problemas vinculados al fenómeno de la delincuencia propiamente, sino también a cualquier violación del ordenamiento jurídico que crea una afectación individual o social que repercute en el orden interior de alguna manera y supone la intervención del poder garante que tiene el Estado para su corrección.[4]

Violencia emocional y factores de riesgo

Se denomina maltrato infantil o abuso infantil a cualquier acción (física, sexual o emocional) u omisión no accidental en el trato hacia un menor, por parte de sus padres o cuidadores, que le ocasiona daño físico o psicológico y que amenaza su desarrollo tanto físico como psicológico.

La definición de maltrato implica una valoración social en relación a lo que es peligroso o inadecuado para el niño. Se considera que, en general, los criterios para calibrar una determinada situación como maltrato deben fundamentarse en las consecuencias en el menor, tanto en los daños producidos como en las necesidades no atendidas de este. Este se define como los abusos y la desatención de que son objeto los menores de 16 años,e incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico,abuso sexual, desatención,negligencia y explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño.

Las situaciones de maltrato revelan una grave disfunción relacional que por lo tanto afecta al normal desenvolvimiento del cumplimiento de tareas del menor. Este fracaso en la ejecución de las metas del menor sería, en sentido amplio, el impacto del maltrato la amenaza al desarrollo de la competencia del niño o el desarrollo físico, psicológico y emocional considerado como normal.[5]

El impacto del maltrato o abuso, al ser un fenómeno contextualizado, puede verse amortiguado, según múltiples variables: las relacionadas con el tipo, duración o intensidad del maltrato, sino también con las características de la víctima, los recursos y apoyos que tenga, y las propias situaciones de su evolución vital. Independientemente de las secuelas físicas que desencadena directamente la agresión producida por el abuso físico o sexual, todos los tipos de maltrato infantil dan lugar a trastornos conductuales, emocionales y sociales. La importancia, severidad y cronicidad de estas secuelas depende de:la Intensidad y frecuencia del maltrato,características del niño (edad, sexo, susceptibilidad, temperamento, habilidades sociales, etc), el uso o no de la violencia física, relación del niño con el agresor, apoyo intrafamiliar a la víctima infantil, así como el acceso y competencia de los servicios de ayuda médica, psicológica y social.

En los primeros momentos del desarrollo evolutivo se observan repercusiones negativas en las capacidades relacionales de apego y en la autoestima del niño. Así como problemas del sueño, cambios de hábitos de comida, pérdidas del control y deficiencias psicomotoras.

En la etapa final de la adolescencia se evidencian: fugas del hogar, conductas autolesivas, hiperactividad o aislamiento, bajo rendimiento académico, deficiencias intelectuales, trastorno disociativo de identidad, delincuencia juvenil, consumo de sustancias adictivas, miedo, depresión, rechazo, culpa, agresividad y problemas de relación interpersonal.

Mucho más grave diversos estudios señalan además que el maltrato continúa de una generación a la siguiente. De forma que un niño maltratado tiene alto riesgo de ser perpetuador de maltrato en la etapa adulta.

Los factores de riesgo son actitudes, comportamientos, acontecimientos o eventos, que se producen o inciden de manera sostenida o no, en el entorno del sujeto y que potencialmente pueden resultar psicológicamente nocivos, dada una edad, un sujeto y un contexto determinado. Se agrupan en factores individuales, familiares, ambientales y socioculturales. [6]Algunos ejemplos son:

• La edad del niño.

• Las características psicobiológicas.

En dependencia de la potencialidad del sujeto, sus recursos y fortaleza o vulnerabilidad, puede propiciar diferentes tipos de respuesta ante un mismo evento.

La personalidad en formación.

El grado de sensibilidad ante los diferentes eventos del entorno y la maduración y relación cognitiva-afectiva, influye en diferentes salidas ante una misma causa aparente

• La situación social del desarrollo.

La estimulación social, cognitiva, afectiva y la integración en la que se ha desarrollado el sujeto, también deben ser tenidos en cuenta.

El profesor David Solá[7]identifica como factores que promueven al maltrato:

  • Un modelo autoritario en el que se entiende al respeto en una sola dirección

  • Tratamiento de los hijos como propiedad personal

  • Marcada verticalidad y rigidez en la estructura familiar

  • El uso de castigos físicos como método educativo (concepto equivocado de la disciplina)

  • Ausencia de estrategias alternativas para promover conductas positivas

  • Carencia de autocontrol en los padres como respuesta a los conflictos (desavenencia conyugal, penurias económicas, desempleo o subempleo e hijos no deseados)

De aquí se sigue que la relación padres-hijo debería ser el punto de concentración para el trabajo en torno de la prevención, tratamiento y manejo del maltrato y abandono infantiles. Como sugiere el modelo, el grado de involucramiento de los padres en la relación con el niño dependerá de la personalidad o el carácter y su patología, como sería el mal control del temperamento. Estos factores de personalidad pueden ser resultado de las experiencias sociales tempranas del padre o la madre; de hecho, muchos padres que maltratan informan que ellos mismos fueron víctimas del maltrato cuando eran niños.

También los valores culturales y comunitarios pueden afectar las normas y estilos del comportamiento los padres. Éstos recibirán la influencia de su posición social, en lo que se refiere a edad, sexo, educación, condición, socioeconómica y grupo étnico.

Un grupo importante de padres que maltrata o abusa de sus hijos han padecido en su infancia falta de afecto y maltrato. Esto suele asociarse a una insuficiente maduración de la psiquis para asumir el rol de crianza, inseguridades, y perspectivas o expectativas que no se ajustan a lo que es de esperar en cada etapa evolutiva de sus hijos. Estas características psicológicas en los padres, son un importante potencial del maltrato.

La presencia simultánea de varios factores de riesgo (social, familiar, psicológico) hace que exista un riesgo elevado en la aparición del maltrato, aunque a veces no se detecte su existencia.

En este punto juega un papel muy importante los factores de mediación y los factores precipitantes. Los factores de mediación lo constituyen la disponibilidad de un sistema social de apoyo. Este sistema de apoyo estaría integrado en una planificada red social, que puede actuar como recurso mediador o liberador en situaciones estresantes, asimismo como la afiliación o conexión con instituciones o agrupaciones de diversa índole, e incluso de existir, familiares o miembros de la comunidad de su entorno en los que puedan encontrar el soporte preciso. Como factores precipitantes se pueden encontrar entre otros: sucesos de las diferentes etapas de la vida, interpretaciones que se realizan de los hechos, estrés subjetivamente percibido.

Ya en sentido más amplio, y abarcando los distintos tipos de violencia que sufren los niños y jóvenes, es necesario hablar acerca de los principios generales que tienen que ver con el riesgo y de cómo el riesgo cambia en el curso del desarrollo. En primer lugar, es posible predecir quién puede victimizar a un niño a lo largo de su desarrollo; en las fases tempranas de su vida, la violencia contra el niño es fundamentalmente intrafamiliar disminuye y crece la violencia ejercida por extraños, proceso que culmina en la adolescencia.

En segundo lugar, el riesgo de muerte o lesión tiene una enfoque bimodal. Los niños más jóvenes forman un grupo de alto riesgo porque son pequeños e inmaduros físicamente y tienen dificultades a la hora de huir de sus agresores o de protegerse. También los niños mayores forman un colectivo de alto riesgo por otras razones porque pueden verse mezclados en disputas con agresores armados y porque es más probable que provoquen a los agresores. Finalmente, no hay que perder de vista la existencia de formas de violencia específicas de cada sexo. En las fases tempranas del desarrollo, los niños y las niñas tienen riesgo y patrones de victimización parecidos; cuando crecen, las chicas empiezan a sufrir más ataques sexuales.

  • La legislación internacional y cubana en el tratamiento a los menores.

La comunidad internacional ha brindado atención especial a la niñez y la juventud, siendo necesario garantizarle condiciones adecuadas de desarrollo. Es por ello que el tema infancia-sociedad ha requerido de una especial cuidado en las agendas de organismos y organizaciones que de una u otra forma influyen en los destinos de la humanidad.

En el año 1948, y en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas, se aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esta declaración contenía de forma implícita los derechos de los niños, vistos de forma genérica, pero pronto se llegó a la conclusión de que las necesidades particulares de estos y su situación debían ser especialmente definidas.

En 1978, el gobierno de Polonia propuso a la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas la versión provisional de una convención sobre los derechos de la niñez. Un año después, en 1979, "Año Internacional del Niño", se creó un equipo para trabajar sobre esa versión, siendo presentado a todos los gobiernos del mundo. La versión definitiva fue adoptada por la Asamblea General el 20 de noviembre de 1989 denominada "Convención Internacional de los Derechos del Niño" que mantiene la esencia de la declaración de sus derechos, incorporando otros problemas que inciden en el desarrollo de la niñez. La convención entró en vigor en 1990. En la actualidad solo dos países no la han firmado: Somalia y Estados Unidos.

Los países que la ratifican dentro de los que se encuentra Cuba aceptan someterse legalmente a estipulaciones y tienen la obligación de informar regularmente a un Comité de los Derechos del Niño sobre las acciones que han desarrollado para cumplir con lo establecido en sus 54 artículos agrupados en 4 categorías (con sus subdivisiones):

-Derechos a la supervivencia

-Derechos al desarrollo

-Derechos a la protección

-Derechos a la participación

La Convención de los Derechos del Niño respeta los derechos de los padres a decidir lo mejor para sus hijos. En ella se declara explícitamente que los gobiernos harán todo lo que sea necesario para mantener la integridad de las familias y proporcionarán apoyo y asistencia a los padres en el cumplimiento de sus responsabilidades primordiales respecto a la crianza y desarrollo de sus hijos.

La protección de la niñez en Cuba es prioridad del Estado dirigida a promover su máximo bienestar y desarrollo; proscribiendo la discriminación racial, social, por razón de sexo o religión, además de que lo sanciona por la Ley cuando se violan, gozando todos los ciudadanos de iguales derechos y sujetos a iguales deberes, educándolos desde la más temprana edad en el principio de igualdad de los hombres ante la vida.

Las niñas y niños cubanos viven muy lejos de las drogas, el comercio, la explotación sexual y el tráfico de órganos entre otros muchos. El Estado cubano los protege de diferentes formas. [8]

El punto culminante lo constituyeron sin dudas el Código de Familia Ley 1289 de 14 de Febrero de 1975 y el Código de la Niñez y la Juventud aprobado por La Asamblea Nacional del Poder Popular el 28 de Junio de 1978. En Cuba además están creados los Centros de Protección a niñas, niños y adolescentes (CPNNA). La labor que se desarrolla en los CPNNA tiene como objetivos principales:

a) Aplicar a la exploración que se realiza a las niñas, niños y adolescentes que han resultado victimizados.

b) Reducir al máximo la victimización secundaria a consecuencia del proceso de instrucción que se promueve ante el conocimiento de un hecho en el cual un niño, niña o adolescente ha resultado víctima.

c) Brindar un servicio especializado de preparación previa a la exploración, aplicando una técnica de cierre que permita equilibrar el estado emocional.

d) Orientar la atención y tratamiento especializado a superar las consecuencias negativas del hecho.

e) Realizar estudios e investigaciones socioperativas, referidas al tema de la victimización, con el objetivo de promover acciones relacionadas con su prevención y atención especializada, mediante estrategias comunitarias y de atención diferenciada.

f) Contribuir a la actividad de dirección, a partir de la realización de diagnósticos, en correspondencia con los registros del comportamiento sociodemográfico de la población que se explora, las principales tendencias de los hechos de abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes y la proyección de pronósticos, para el desarrollo perspectivo de la especialidad.

En los CPNNA tiene lugar la exploración a las niñas, niños
y adolescentes que aún no hayan cumplido los 16 años de edad y
resulten víctimas de hechos comprendidos en las siguientes familias de
delitos: contra el normal desarrollo de las relaciones sexuales, contra el normal
desarrollo de la familia y contra el normal desarrollo de la infancia y la juventud.

Además pueden ser atendidos otros casos que por su connotación sea de interés su exploración. En estos casos la aprobación estará a cargo en La Habana del Jefe de la Dirección y en el resto de las provincias del Jefe Provincial de Menores.

Para laborar en el CPNNA se demanda de su personal una conducta y un desempeño profesional caracterizado por: sensibilidad humana, su confidencialidad, el respeto a la diversidad, su compromiso con el bienestar físico y psíquico de las víctimas así como elevada ética profesional.

Conclusiones

1. La violencia emocional que sufren o pueden sufrir los niños debe ser un importante motivo de preocupación para todos los miembros de la sociedad, y particularmente para aquellos encargados del cuidado infantil.

2. Cualquier manifestación de violencia es execrable, sea cual sea la razón que pretenda justificarla, pero cuando se trata de violencia que afecta a niños y jóvenes es todavía mucho más preocupante. No son única y exclusivamente víctimas de un acto violento, sino que padecen también las consecuencias inmediatas e incorporan a su desarrollo una serie de experiencias negativas cuyos efectos en la salud del niño son a priori indeterminados.

3. En Cuba la violencia no tiene las características de gravedad que tiene en otros países -como pueda ser la de los niños en conflictos bélicos, la explotación sexual, la pobreza y pandillas proclives a la delincuencia. Se garantiza por parte del Estado cubano los derechos y deberes inherentes a su persona, constituyendo esto la garantía primera para el desarrollo pleno de las nuevas generaciones brindando a niños y jóvenes la posibilidad de participar activamente en todas las esferas de la vida social.

4. Se constata que desde la sociedad en general se demanda la adopción de una serie de medidas legislativas, administrativas, sociales, educativas, de prevención, de intervención, de rehabilitación de los niños que han sufrido de violencia.

Bibliografía

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Ayudando a aliviar el dolor. Maltrato Infantil. Dr. Francisco Galeano, Página Internet: www.rionet.com.ar

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Criminología. Colectivo de autores (2004). Editorial Félix Varela. La Habana. Cuba.

Criminología, fundamentos teóricos y análisis. Colectivo de autores (1989). Editorial Ciencias Sociales. La Habana. Cuba.

Desarrollo de la Personalidad en el niño. Paul Henry Mussen (1990). Ed. Trillas. México.

Introducción a la Psicología Cognitiva. Manuel de Vega (1994). Editorial Alianza. Madrid. España.

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Morbilidad y maltrato infantil en niños entre 7 – 14 años en consulta de psicología. N. Valdés Iraola. (1996) Revista "Humanidades Médicas" Vol. VI, No. 16.

Para que la Familia funcione bien. Colección Guía para la familia. C. Martínez Gómez. (2005). Ed. Científico- Técnica. La Habana. Cuba

Problemas teóricos y metodológicos del desarrollo de la criminología socialista. Doctora en Ciencias Margarita Viera Valdés (1989). La Habana. Cuba.

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Psicología, Derecho Penal y Criminología. Doctor en Ciencias Ernesto Pérez González (2013). Ediciones ONBC. La Habana. Cuba.

Psicopatología Infantil, su evaluación y diagnóstico. Aurora García Morey (2003). Editorial Félix Varela. La Habana. Cuba.

¿Qué es el maltrato infantil? La Violencia contra los niños. Página Internet: www.vidahumana.com

Salud familiar .C. Martínez Gómez. (2003). Editorial Científico-Técnica. La Habana. Cuba.

Salud Mental Infanto – Juvenil . V. Ramírez Amador y O. Rodríguez Méndez. (2005). Editorial Ciencias Médicas. La Habana. Cuba

Salud y violencia. Plan de acción regional (1994). Organización Panamericana de la Salud, Washington D.C, EE.UU

Temas fundamentales sobre Criminología. Doctora en Ciencias Margarita Viera Valdés (2000). Editorial Félix Varela. La Habana. Cuba.

Violencia intrafamiliar sobre el niño. Un problema nuestro también. Trabajo de Diploma. A. Fogueras. (2005) Facultad de Psicología. Universidad de La Habana. Cuba.

 

 

 

Autor:

Luis Pérez Orozco

Estudiante de Segundo Año de la Licenciatura en Derecho

Monografias.comMonografias.com

Universidad de Matanzas Sede ?Camilo Cienfuegos?

Departamento de Derecho

República de Cuba

Universidad de Matanzas

Sede ??Camilo Cienfuegos??

Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades

Departamento de Derecho

2015

[1] Informe Mundial sobre la violencia contra los ni?os y ni?as, Estudio del Secretario General de las Naciones Unidas contra la Violencia contra los Ni?os. Sergio Paulo Pinheiro (2006). Brasil.

[2] Psicolog?a, Derecho Penal y Criminolog?a. Doctor en Ciencias Ernesto P?rez Gonz?lez (2013). Ediciones ONBC. La Habana. Cuba. P?g.307

[3] Desarrollo de la Personalidad en el ni?o. Paul Henry Mussen (1990). Ed. Trillas. M?xico.

[4] Criminolog?a. Colectivo de autores (2004). Editorial F?lix Varela. La Habana. Cuba. P?g. 308

[5] Psicolog?a de la familia, una aproximaci?n a su estudio. Patricia Ar?s Muzio (2002). Editorial F?lix Varela. La Habana. Cuba.

[6] Psicopatolog?a Infantil, su evaluaci?n y diagn?stico. Aurora Garc?a Morey (2003). Editorial F?lix Varela. La Habana. Cuba. P?g. 34

[7] Abuso contra los ni?os. Zul?n Marcela Fuentes Ortega (1990). Ed. Grijalvo. M?xico D.F

[8] La protecci?n jur?dica a los menores en Cuba. Nosl?n Ramos Medina (2009). Disponible en: http://umcc.monograf?as.cu

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