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La conveniencia de incorporar a Rusia y Turquía a la Unión Europea – Parte II (página 3)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

(Fukuyama es investigador sénior del Instituto de Estudios Internacionales Freeman Spogli, de la Universidad de Stanford. También es autor de "Los orígenes del orden político: Desde tiempos pre-humanos hasta la Revolución Francesa")

– ¿Podrá Turquía capear el temporal de Oriente Próximo? (Project Syndicate – 17/8/13)

(Por Kemal Dervis)

Estambul.- Gran parte de Oriente Próximo ha quedado atrapada en un ciclo de terrible violencia, cuyo centro pasó de Irak (donde últimamente ha vuelto a agravarse la lucha sectaria) a Siria, pero que también incluye a Egipto, Yemen, Libia y Túnez. Más al este, Afganistán sufre su segunda década de conflicto violento, mientras Pakistán parece estar crónicamente al borde de la guerra, la guerra civil o la desintegración social.

La amenaza subyacente más preocupante es el incremento de los combates entre musulmanes sunnitas y shiítas. Al mismo tiempo, los conservadores devotos y la juventud secular de orientación liberal e izquierdista, que en 2010 y 2011 unieron fuerzas en El Cairo y Túnez para desafiar a los dictadores, ahora se han enfrentado: basta ver las horrorosas masacres perpetradas hace poco en El Cairo por las fuerzas de seguridad egipcias contra manifestantes islamistas, después de un golpe militar que tuvo el apoyo de los liberales. Los pueblos de la región están derivando hacia campos enemigos y al hacerlo profundizan las heridas abiertas en sus sociedades.

Muchas veces dije que Turquía no debería intervenir en los asuntos internos de sus vecinos ni adoptar una política centrada en Oriente Próximo. Tanto el gobierno como la oposición deberían mantener la vista firme en Europa, a pesar de los obstáculos que la Unión Europea opuso a Turquía durante las negociaciones de ingreso.

Pero Turquía no puede permanecer indiferente a la tragedia en la que sus vecinos del sur están inmersos. El sufrimiento del mundo árabe también se hace sentir con mucha fuerza en Turquía, por los lazos históricos, religiosos y emocionales que la unen con aquellos países. Además, los vínculos económicos y la mera proximidad implican que la prosperidad de Turquía depende, al menos hasta cierto punto, de la de Oriente Próximo.

En años recientes se esperaba que Turquía sirviera como modelo de economía exitosa y democracia en buen funcionamiento, pero los últimos acontecimientos han generado dudas. En la práctica, para mantener el éxito económico, consolidar la democracia y ser un ejemplo convincente para otros países, Turquía debe superar cuatro fuentes de tensión interna.

La primera fuente de tensión (y la más grave) se origina en la necesidad de reconocer la identidad kurda como parte plenamente legítima de la República de Turquía. Aquellos que deseen expresar una identidad kurda, lo mismo que cualquier otro ciudadano, necesitan confiar en que, sin dejar de mantener un compromiso colectivo con la unidad nacional, Turquía es un país donde hay espacio para la diversidad.

En segundo lugar, persiste una tensión histórica entre la numerosa mayoría sunnita y la minoría aleví-bektashi, vagamente emparentada con el Islam shiíta.

En tercer lugar, está la diferencia entre los que adhieren a la tradición del Islam político y los que sostienen el estricto secularismo que la república trajo consigo. A menudo, esta "divisoria" social se mezcla con la separación entre sunnitas y alevíes, ya que estos últimos se han ido alineando cada vez más con la izquierda política.

Por último, dentro de la administración pública hay señales cada vez más evidentes de partidismo. Uno de los pilares del programa de reformas de 2001 y 2002 había sido la creación de organismos reguladores independientes y no partidistas, pero hace poco estas reformas se revirtieron, y las autoridades reguladoras independientes volvieron a quedar bajo control de los ministerios del gobierno (aunque el banco central aparentemente conservó gran parte de su autonomía). Al disminuir la percepción de independencia partidaria en la administración pública, la proximidad con el poder se ha vuelto otra fuente de tensión.

Turquía cuenta a su favor con reflejos y valores republicanos formados a lo largo de varias décadas, además de una sabiduría humanista que hunde sus raíces en siglos de historia. Sin embargo, en vista del contexto regional, las tensiones internas de Turquía ahora representan una amenaza seria.

Todas las partes deben controlar estas tensiones con mucho cuidado y prudencia. El respeto por la diversidad y la libertad individual, así como la preocupación por generar crecimiento y empleo en una atmósfera de paz social, deben ser principios rectores. La consigna del momento debe ser curar las heridas (que todas las partes ayudaron a abrir en uno u otro momento) y ejercitar el perdón. No debe permitirse el desarrollo de una espiral de frustración y antagonismo.

Turquía debe prestar mucha atención a la catástrofe que se desarrolla a su alrededor en Oriente Próximo. Se necesita ayuda humanitaria, y Turquía la está ofreciendo con generosidad, en formas que deberían servir de ejemplo a los países occidentales. Pero los líderes políticos, los formadores de opinión y los ciudadanos turcos también deben reconocer que la única protección contra un desastre similar en Turquía es mantener una democracia vigorosa, una administración pública plenamente profesional y una sociedad tolerante que sea un ejemplo de orgullo y afecto por la diversidad del país.

Turquía no recibirá protección de otros; incluso habrá quienes promuevan el conflicto dentro de sus fronteras (abundan los ejemplos históricos de este tipo de tácticas). Solo Turquía puede protegerse a sí misma, y el único modo que tiene de hacerlo es mantener un comportamiento auténticamente democrático en el frente interno y una política exterior que promueva la paz y la democracia, sin tomar partido en las batallas que se libran en la región, especialmente la que enfrenta a sunnitas y shiítas.

Afortunadamente hay motivos de esperanza. Los manifestantes que en junio se congregaron en el parque Gezi para protestar pacíficamente (simplemente, quedándose quietos) contra los excesos policiales son los mismos que hace algunos años también protestaron pacíficamente contra la prohibición del velo islámico que entonces regía en las universidades turcas. Este tipo de preocupación por los derechos de todos es una señal distintiva de la generación joven turca.

Otro ejemplo similar lo dio el gobernador saliente de la provincia sudoriental de Van, cuando el mes pasado se despidió de la población hablando en kurdo (el idioma mayoritario), gesto que se le retribuyó con afectuosas expresiones de deseos.

La gran mayoría de los ciudadanos turcos comparten este espíritu de generosidad. Por eso, a pesar de las serias dificultades que enfrenta, es muy posible que Turquía logre superar sus tensiones internas y convertirse en el ejemplo que sus vecinos de Oriente Próximo (y tal vez algunos pocos de sus vecinos europeos) necesitan con urgencia.

(Kemal Dervis, former Minister of Economic Affairs of Turkey and former Administrator for the United Nations Development Program (UNDP), is Vice President of the Brookings Institution)

– Erdogan no es el único problema de Turquía (Project Syndicate – 11/9/13)

(Por Dani Rodrik)

Princeton.- Türkan Saylan fue doctora pionera, una de las primeras mujeres dermatólogas en Turquía, e importante luchadora contra la lepra. También era una secularista convencida y creó una fundación para ofrecer becas a jovencitas con el fin de que pudieran ir a la escuela. En 2009 la policía irrumpió en su casa y confiscó documentos de una investigación que la relacionaba con un supuesto grupo terrorista, llamado "Ergenekon", presumiblemente decidido a desestabilizar Turquía para provocar un golpe militar.

En ese tiempo Saylan tenía cáncer en fase terminal y murió poco tiempo después. Sin embargo, el caso contra sus allegados siguió y se convirtió en parte de una serie de juicios dirigidos contra oponentes del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, y sus aliados en el poderoso movimiento Gülen, formado con seguidores del pastor islámico, Fethullah Gülen.

La evidencia en este caso, como en muchos otros, consiste en documentos Microsoft Word que se encontraron en una computadora de la fundación de Saylan. Cuando los expertos estadounidenses analizaron hace poco la imagen forense del disco duro hicieron un impresionante -aunque para Turquía, muy familiar- descubrimiento. Los archivos que la incriminaban habían sido puestos en el disco duro tiempo después de la última utilización de la computadora en la fundación. Como la policía había incautado la computadora, el descubrimiento indicaba directamente un delito cometido desde niveles oficiales.

Evidencias falsificadas, testigos secretos e investigaciones fantasiosas son el fundamento de los juicios simulados que la policía y los fiscales turcos han estado montando desde 2007. En el infame caso Sledgehammer se descubrió que una conspiración de un golpe militar tenía anacronismos flagrantes, incluido el uso de Microsoft Office 2007 en documentos que supuestamente se guardaron por la última vez en 2003. (Mi suegro es uno de los 300 oficiales que fueron encarcelados, y mi esposa y yo hemos estado trabajando para documentar las mentiras del caso.)

La lista de revelaciones e información absurda continúa. Hay un caso en el que un documento que describía una conspiración contra minorías cristianas resultó estar en poder de la policía antes de que las autoridades declararan que lo habían incautado a un sospechoso. En otro, la policía "descubrió" las evidencias que estaban buscando, a pesar de que fueron al lugar equivocado e irrumpieron en la casa de un oficial de la marina cuyo nombre era parecido al de la persona buscada.

Con todo, ninguno de estos juicios se ha desmoronado. Gran parte de ellos tienen detrás el apoyo y visto bueno de Erdogan, que los ha usado para desacreditar a la vieja guardia secular y fortalecer su gobierno. Más importante aún, los juicios han tenido el decisivo respaldo del movimiento Gülen.

Gülen vive en un exilio autoimpuesto en Pensilvania, donde dirige una enorme red informal de escuelas, centros de expertos, empresas y medios de comunicación en cinco continentes. Sus devotos han establecido alrededor de 100 escuelas subsidiadas tan solo en los Estados Unidos, y el movimiento ha ganado fuerza en Europa desde que se fundó la primera escuela Gülen en Stuttgart, Alemania en 1995.

En su país, los seguidores de Gülen han creado lo que efectivamente es un Estado dentro del Estado turco; y se han afianzado en la fuerza policial, el poder judicial y la burocracia. Los seguidores de dicho movimiento niegan que controlen la policía turca, pero como señaló en 2009 un embajador estadounidense en Turquía, "nadie lo rebate".

La influencia del movimiento en el poder judicial garantiza a sus miembros que sus transgresiones no se cuestionan. En un caso bien documentado se descubrió a un oficial no comisionado en una base militar, que actuaba en nombre del movimiento Gülen, sembrando documentos con el fin de exponer a oficiales militares. El fiscal militar a cargo de la investigación del caso pronto fue encarcelado bajo acusaciones falsas, mientras que el verdadero autor fue restituido. Asimismo, a un alto comisionado de la policía que era cercano al movimiento y que elaboró un exposé sobre sus actividades, se le acusó de colaborar con grupos de extrema izquierda, que en realidad había pasado mucho tiempo de su carrera persiguiéndolos. A él también se le encarceló.

El movimiento Gülen usa estos juicios para callar críticos y remover oponentes en puestos gubernamentales importantes. El objetivo final parece ser la redefinición de la sociedad turca de acuerdo con la propia imagen religiosa conservadora del movimiento. Los medios de comunicación a favor de Gülen han sido muy activos en esta causa, pues han diseminado un flujo continuo de desinformación sobre los acusados en los juicios montados por el movimiento, mientras que encubren las fechorías de la policía.

Sin embargo, la relación entre Erdogan y los seguidores del movimiento Gülen se ha deteriorado. Una que vez que los secularistas, sus enemigos comunes, quedaron eliminados, el movimiento dejó de ser útil para Erdogan. La fractura se dio en febrero de 2012 cuando los miembros del movimiento trataron de derrocar a su jefe de Inteligencia, uno de sus hombres de confianza y un objetivo peligrosamente cercano al propio Erdogan. Éste respondió con la remoción de muchos miembros del movimiento de la policía y del poder judicial.

No obstante, la capacidad de Erdogan para encarar al movimiento es limitada. Hace poco se encontraron micrófonos ocultos en su oficina, puestos por la policía, según señalan sus allegados. Con todo, Erdogan, conocido por su estilo impetuoso, respondió con una ecuanimidad notable. Si no estuviera convencido ya de que el movimiento posee una gran cantidad de información comprometedora -y tal vez mucho peor- las revelaciones sobre los micrófonos habrían bastado para persuadirlo.

Los medios internacionales se han centrado principalmente en la conducta de Erdogan en meses recientes. Pero si Turquía se ha convertido en un lodazal kafkiano, una república de juegos sucios y conspiraciones surrealistas, sin duda la culpa es sobre todo de los miembros del movimiento Gülen. Vale la pena tenerlo en mente dados los esfuerzos de dicho movimiento para ataviar su actual oposición contra Erdogan con el disfraz de democracia y pluralismo.

Los comentaristas partidarios del movimiento Gülen predican sobre el Estado de derecho y los derechos humanos, y al mismo tiempo los medios de comunicación pro movimiento defienden juicios flagrantemente simulados. El movimiento exhibe a Fethullah Gülen como un modelo de moderación y tolerancia, mientras que su sitio Web en idioma turco, presenta sus sermones antisemitas y antioccidentales. Este doble discurso parece ser ya natural para los líderes del movimiento.

La buena noticia es que el resto del mundo está empezando a ver cómo es realmente la república de Erdogan: un régimen cada vez más autoritario creado en torno a un dirigente popular pero con múltiples fallas. En efecto, la represión de su gobierno contra la disidencia puede haberle costado a Estambul los Juegos Olímpicos de 2020. Lo que falta por reconocer es la participación independiente e inquietante del movimiento Gülen en el actual impasse que vive Turquía. Como los estadounidenses y europeos debaten acerca de la participación del movimiento en sus propias sociedades, deberían analizar la experiencia de Turquía más detalladamente.

(Dani Rodrik is Professor of Social Science at the Institute for Advanced Study, Princeton, New Jersey. He is the author of One Economics, Many Recipes: Globalization, Institutions, and Economic …)

– La sabiduría de evitar crisis (Project Syndicate – 17/9/13)

(Por Mehmet Simsek)

Ankara.- Independientemente de las distintas formas en que los gobiernos diseñan políticas, su responsabilidad común es garantizar la estabilidad financiera. Para ello es necesaria una coordinación política real y efectiva y un marco general de gobernanza macroprudencial a nivel nacional e internacional.

La verdad es que el costo de evitar crisis financieras es mucho más bajo que los costos que conllevan cuando estallan. Después de todo, las crisis financieras están directamente relacionadas con descensos significativos de la producción y alzas en el desempleo; y no menos importante es que a menudo dañan gravemente la cohesión social.

A cinco años del estallido de la crisis financiera, siguen vigentes sus consecuencias, así como la recesión provocada por el colapso del banco de inversión estadounidense, Lehman Brothers. En muchas economías avanzadas el PIB real continúa más bajo que su nivel previo a la crisis. Las tasas de desempleo y los déficits presupuestales son más elevados, y la proporción de la deuda pública respecto el PIB se encuentra en niveles récord.

Las políticas macroprudenciales no sustituyen a las políticas macroeconómicas sólidas; sin embargo, son esenciales para evitar amplias burbujas de activos y distorsiones en los mercados financieros, y por ende, para reducir el riesgo de fuertes sacudidas en los mercados y en la economía real.

Por ejemplo, la crisis financiera de Turquía en 2001 se derivó principalmente de la falta de un marco regulatorio y de supervisión eficaz para el sector bancario. La crisis condujo a un salto de 30 puntos porcentuales en el coeficiente de deuda pública. El PIB real se contrajo 5.7% y el desempleo aumentó 4.9 puntos porcentuales.

Desde entonces, Turquía se ha estado centrando en la estabilidad financiera y las reformas estructurales, que han fortalecido el desempeño económico y fortalecido la resistencia del país a las sacudidas. En efecto, Turquía no tuvo que gastar un centavo del dinero de los contribuyentes en la recapitalización de la banca o la recuperación durante la crisis financiera global. Sin embargo, el costo de rescates bancarios durante la crisis turca autoinfligida hace doce años alcanzó aproximadamente el 25% del PIB.

Gracias a los fundamentos sólidos de Turquía y el marco macroprudencial de 2008, la crisis financiera global no ha tenido un impacto duradero en la economía de dicho país. La recuperación fue rápida y sólida, en la que el crecimiento del PIB promedió aproximadamente 9% en 2010 y 2011. La tasa de desempleo turca actualmente es la más baja que ha tenido en la última década, y el coeficiente de deuda pública es significativamente inferior a los niveles previos a la crisis.

La experiencia de Turquía sugiere que el marco macroprudencial debería tomar en cuenta los vínculos nacionales e internacionales financieros. Sobre todo, el marco internacional debería absorber los riesgos y efectos colaterales que se originan de instituciones financieras de importancia sistémica. El desarrollo y la aplicación del Marco regulador para bancos, Basilea III es esencial para introducir instrumentos anticíclicos para proteger el capital de sacudidas y fortalecer la capacidad de absorción de pérdidas de estas instituciones.

En cuanto a medidas nacionales, la arquitectura institucional de un país es un elemento central para garantizar la estabilidad financiera, así como una cooperación y coordinación política efectivas. Turquía ha creado un comité de estabilidad financiera para supervisar la aplicación eficaz y oportuna de políticas que afectan directamente el sector financiero, y una Junta de Coordinación Económica para vigilar y evaluar asuntos relacionados con la estabilidad económica en general. Ambos organismos han servido para fortalecer el diseño operativo y la aplicación de políticas macroprudenciales.

Por ejemplo, se ha revisado el régimen de metas de inflación, que puso en aplicación el Banco Central de Turquía, con el fin de incluir estabilidad financiera; también opera un nuevo marco de política monetaria desde fines de 2010. La política monetaria ahora se beneficia de una serie de amplios instrumentos, como la política de tasas de interés, la banda de tasas de interés, los coeficientes de reserva obligatorios y el mecanismo opcional de reserva.

La agencia de regulación y supervisión bancaria de Turquía, así como otras autoridades, también han adoptado medidas macroprudenciales. Por ejemplo, en 2011, dicha agencia reguló los créditos sobre el valor de los activos de las hipotecas con el fin de limitar la rápida expansión del crédito derivada del aumento de los créditos al consumo. Antes, en 2009, la misma agencia adoptó otra importante decisión que impedía a los hogares obtener créditos en divisa extranjera, liberándolos así de los efectos de la volatilidad del tipo de cambio.

En lo que se refiere al sector bancario, desde 2004 se han aplicado pruebas de estrés y desde 2006 se ha mantenido la meta de coeficiente de garantía del 12%. Incluso durante la crisis, los coeficientes de garantía de los bancos fueron superiores a la prescripción del 8% de Basilea II y su distribución de utilidades ha estado estrechamente supervisada por la agencia de regulación y supervisión bancaria turca desde 2008. Como resultado, se han creado amplios fondos de reserva en las hojas de balance de los bancos y las utilidades siguen siendo altas.

Turquía también ha modificado sus leyes fiscales para sancionar el endeudamiento externo excesivo de las empresas no financieras y para introducir incentivos significativos destinados a alentar el ahorro doméstico a largo plazo.

No obstante, a pesar de estas medidas la situación sigue siendo preocupante. Al estallar la crisis global, las economías avanzadas más importantes aplicaron políticas monetarias poco convencionales que fomentaron flujos masivos de capital a las economías de mercado emergentes, lo que disminuyó los costos de los préstamos y aumentó el acceso al crédito. Si bien las hojas de balance del sector público de los países de mercados emergentes son más sólidas que nunca –niveles bajos de déficit y deuda acompañados de amplias reservas de divisas– el apalancamiento doméstico y corporativo ha crecido. Esto ha aumentado la vulnerabilidad de muchos mercados emergentes a una inversión brusca de los flujos de capital.

Este es particularmente el caso de países emergentes que, como Turquía, tienen importantes déficits de cuenta corriente. Ante el déficit externo del 6% del PIB, las autoridades de Turquía han adoptado un marco macroprudencial que combina políticas orientadas a reducir la volatilidad del tipo de cambio a muy corto plazo con medidas para aumentar el ahorro interno y promover la competitividad internacional del sector inmobiliario a largo plazo. Es un modelo que otras economías emergentes también deberían considerar.

(Mehmet Simsek is Minister of Finance of Turkey)

– Las ilusiones perdidas de Turquía (Project Syndicate – 24/10/13)

(Por Dominique Moisi)

París.- "Día tras día Europa se va distanciando de Turquía", declaró la semana pasada el ministro turco para Asuntos de la Unión Europea, Egemen Bagis. Pero también sucede lo contrario: con una mezcla de desilusión y desafío Turquía se ha estado alejando por sí sola de Europa en años recientes. "Si no nos quieren" parece ser que dicen los turcos, "nosotros realmente no te queremos."

En realidad, casi tres años después del comienzo de la "primavera árabe", Turquía está más en la búsqueda de sí misma que de Europa, incluso si los turcos no están dispuestos a admitir que necesitan más a Europa que esta a ellos. ¿Quién es Turquía actualmente? ¿Cuáles son sus valores? y ¿Cuál es su destino en un ambiente regional tan inestable?

La primavera árabe fue vista al principio como una gran oportunidad para Turquía, un escenario ideal en el que se podía poner de relieve el éxito económico del país, el modelo político democrático y su papel estratégico esencial en la región. Los herederos de uno de los grandes imperios del mundo estaban mostrando a todos que el Islam y la modernidad eran perfectamente compatibles -y un ejemplo en el que se podían inspirar los países árabes como Egipto.

En cambio, el papel de Turquía provocaba reservas en los egipcios; después de todo, el imperio otomano los gobernó. Además, en lo que se refiere a los turcos, tenían un sentimiento de superioridad frente al mundo árabe.

El colapso de la Unión Soviética despertó ambiciones neo otomanas en los turcos en lo que se refiere al Cáucaso y Asia Central, y las revoluciones en Medio Oriente parecían ofrecer a los herederos (si no es que huérfanos) de un imperio que había caído desde hace mucho la oportunidad de vengar su pérdida. Si una Europa floja y temerosa no quería a Turquía, peor para ella; la historia estaba ofreciendo alternativas mucho más gloriosas a los turcos.

Si bien, vista desde Bruselas o París, Turquía podía parecer demasiado oriental o demasiada religiosa, desde el Cairo o Túnez parecía como un puente ideal musulmán entre el Occidente democrático y el Asia económicamente dinámica. Además, Turquía podía usar dos hechos poderosos debido a su política de "buen vecino" con dos países socios y rivales, Irán y Siria, así como su respaldo a la presidencia de corta duración de Mohamed Morsi en Egipto.

Por desgracia, las esperanzas de las élites turcas (o más bien las expectativas) no se cumplieron. El fin de las revoluciones árabes, acabaron por exponer las propias debilidades y contradicciones de Turquía, que empeoraron con las políticas represivas y estilo político arrogante del primer ministro Recep Tayyip Erdogan. Esto se hizo evidente en las manifestaciones que se propagaron esta primavera empezando por la Plaza Taksim de Estambul hasta el resto del país (aunque las manifestaciones tenían más en común con las revueltas recientes en Brasil o las de París en 1968 que con los movimientos populares de Egipto o Túnez.

Actualmente los turcos se caracterizan más por el temor a una desintegración que por su esperanza y orgullo por la influencia en aumento del país. El asunto kurdo inquieta a los turcos, al igual que la sensación creciente de que están perdiendo control en dos cuestiones esenciales –las crisis en Siria y en Irán.

En meses recientes, el gobierno turco ha adoptado una postura cada vez más dura hacia el régimen del presidente sirio, Bashar al-Assad, convencido de que va caer. El acuerdo recientemente concluido entre los Estados Unidos y Rusia, es, visto desde este contexto, un asunto que causa frustración: por el precio de destruir su propio arsenal químico, el régimen puede haberse salvado.

Así pues, Turquía debe preguntarse cuál es el beneficio de cortejar a Occidente. ¿Por qué reanudar, bajo la presión de los Estados Unidos, un diálogo casi normal con Israel si no se cumplirán los resultados o peor, si la política estadounidense los traicionará?

De igual manera, la retórica moderada del presidente iraní, Hassan Rouhani, junto con el posible avance de la disputa entre Occidente e Irán sobre el programa nuclear de este último, ha provocado en Turquía la sensación de inutilidad o aislamiento. ¿Cómo puede un país percibirse o ser percibido por otros como un actor regional clave si está marginalizado en un momento crítico?

La historia sigue su curso en Medio Oriente, pero no en la dirección que Turquía quisiera. Además, como el crecimiento económico del país está perdiendo dinamismo, su gobierno se endurece y su actuación diplomática se convierte en una razón de decepción creciente, muchos turcos ahora se preguntan abiertamente qué sucedió. Sin embargo, en lugar de hacer un ejercicio de introspección positivo, se repliegan en un nacionalismo estridente, tan defensivo al grado de mostrar una falta de seguridad en sí mismos.

El desafío actual para Turquía es superar las ilusiones perdidas. Y esto significa que los turcos pueden necesitar a Europa más de lo que están dispuestos a admitir, incluso ante sí mismos. Sin embargo, ¿Está lista Europa y dispuesta hoy más de lo que lo ha estado antes para emprender conversaciones serias con Turquía?

(Dominique Moisi, Senior Adviser at The French Institute for International Affairs (IFRI) and a professor at L'Institut d"études politiques de Paris (Sciences Po)…)

México y los países "MINT", ¿nuevos gigantes económicos? (BBCMundo – 6/1/14)

(Por Jim O'Neill)

En 2001 el mundo comenzó a hablar de los BRIC: Brasil, Rusia, India y China. Se los mencionaba como potenciales motores de la economía mundial. El término fue inventado por el economista Jim O'Neill, quien ahora ha acuñado uno nuevo: MINT (que es también la palabra en inglés para "menta"), para agrupar a México, Indonesia, Nigeria y Turquía. O'Neill los considera las nuevas promesas de la economía mundial y aquí explica por qué.

¿Qué es lo que hace tan especiales a los MINT? ¿Por qué elegir a estos cuatro países?

Un amigo que ha seguido la historia de los BRIC comentó con sarcasmo que los del nuevo grupo probablemente sean más "frescos" que los agrupados en ese acrónimo. Lo que de verdad comparten, además de tener grandes poblaciones, es que al menos durante los próximos 20 años tendrán una buena constitución demográfica: todos verán un crecimiento de la población en condiciones de trabajar en relación a aquellos que no trabajan.

Esto es la envidia de muchos países desarrollados, pero también de dos de los países BRIC: China y Rusia.

Si México, Indonesia, Nigeria y Turquía son capaces de poner la casa en orden, algunos podrían alcanzar el crecimiento anual de dos dígitos que China experimentó entre 2003 y 2008.

Otra cosa que tres de ellos comparten es algo que me hizo notar el canciller de México, José Antonio Meade Kuribreña: tienen ventajosas ubicaciones geográficas en un contexto de comercio mundial cambiante.

México mismo, por ejemplo, está al lado de EEUU, pero también es parte de América Latina. Indonesia está en el corazón del Sudeste Asiático, pero también tiene profundas conexiones con China.

Y como es sabido, Turquía está tanto en Oriente como en Occidente.

Nigeria es el único de los cuatro que no cumple con este criterio, en parte por la falta de desarrollo de África. Pero podría cumplirlo en el futuro si los países de África dejan de pelear y comienzan a comerciar entre sí.

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Crecimiento proyectado del ingreso per cápita (en miles de dólares)

2000

2012

2050

México

7,0

10,6

48

Indonesia

0,8

3,6

21

Nigeria

0,2

1,4

12,6

Turquía

4,1

10,6

48,5

Fuentes: Fondo Monetario Internacional, Goldman Sachs

¿El nacimiento de un nuevo club?

Estas podrían ser las bases para que los MINT establezcan su propio club económico-político, tal como hicieron los BRIC (una de las cosas que más me han sorprendido de toda la saga de los BRIC). De hecho, ya comienzo a intuir un club MINT.

En mi conversación con Meade Kuribreña me di cuenta de algo más: la creación del acrónimo MINT podría estimular la incorporación de Nigeria al G20, grupo al que ya pertenecen los otros países MINT.

Es algo de lo que la carismática ministra de Finanzas de Nigeria, Ngozi Okonjo-Iweala, tenía interés en hablar: "Sabemos que nuestro día llegará", dijo. "Creemos que se están perdiendo algo al no incluirnos".

Meade Kuribreña llegó a sugerir que, como grupo, los MINT tienen más cosas en común entre sí que los BRIC. De eso no estoy tan seguro, pero es una idea interesante.

México y el costo la violencia

Entre los problemas que afectan a la economía mexicana y pueden comprometer su desarrollo se cuentan la violencia y el narcotráfico.

En noviembre de 2013 Alberto Nájar, periodista de BBC Mundo en México, escribió acerca de su impacto:

El gubernamental Instituto Nacional de Estadísticas (Inegi) revela que en los últimos tres años al menos 40.000 empresas pequeñas y medianas cerraron sus puertas debido a la inseguridad.

Muchas no pudieron pagar las extorsiones, lo que aquí se conoce como "derecho de piso", que frecuentemente aplican bandas vinculadas a carteles de narcotráfico. Otras fueron incapaces de sobrevivir a los frecuentes robos.

(…)

Para las empresas la violencia es cara. En algunos casos contratan policías o guardias privados para cuidar todos sus vehículos de reparto y evitar robos; otros asignan guardaespaldas a sus directivos y la mayoría invierte en sistemas de alarma para sus instalaciones.

Según el Inegi, el año pasado el costo de la inseguridad para el sector privado fue de unos US$ 8.800 millones, equivalentes a 0,75% del Producto Interno Bruto.

En términos económicos, tres de ellos, México, Indonesia y Nigeria, son productores de materias primas; no es el caso de Turquía. Es un contraste con los BRIC, donde dos países, Brasil y Rusia, son productores de materias primas y los otros dos, China e India, no.

En términos de riqueza México y Turquía están más o menos al mismo nivel, con un ingreso anual per cápita de unos US$ 10.000. Bastante más que los US$ 3.600 de Indonesia y US$ 1.400 per cápita de Nigeria, que está a la par de India; pero un tanto por detrás de Rusia (US$ 14.000) y Brasil (US$ 11.300). Siguen adelante de China, donde el ingreso per cápita es de US$ 6.000 por año.

La experiencia en el terreno

En las visitas que hice para la BBC a estos países tenía una pregunta que me guiaba: "¿Cómo se siente la vida real, cotidiana, en el terreno, comparada con mis expectativas y el consenso general acerca del estado de los países?".

Cuando las expectativas son bajas es fácil sorprenderse en forma positiva, como uno podría decir en general de Nigeria, por ejemplo (aunque inversores especializados en África no estarían sorprendidos en los últimos años).

Pero lo contrario también es cierto, y esto podría representar un problema para México, país por el que muestran verdadero entusiasmo los inversores financieros.

Regresé de mis viajes pensando que no sería muy difícil que la gente se viera sorprendida por Nigeria o Turquía, ya que en general reciben mucho peso las cuestiones negativas que son bien conocidas, como el crimen y la corrupción en Nigeria, por ejemplo, o la mano dura del gobierno turco.

Los desafíos

Menos seguro estoy de Indonesia. Los desafíos del país son tan grandes como lo que esperaba. No hubo nada que me sorprendiera, que me hiciera decir "¡oh!". Indonesia necesita definir mejor su visión comercial, más allá de las materias primas, y debe mejorar su infraestructura.

Sí dije "¡oh!" en Turquía cuando visité al fabricante de electrodomésticos Beko y a Turkish Airlines, la aerolínea que más rápido está creciendo en el mundo. Y en Nigeria lo decía todo el tiempo.

Es muy fácil entusiasmarse con la creatividad del lugar. Lo fue al menos para mí. Y partí lleno de emoción acerca de varias inversiones personales a las que les eché el ojo.

A México llegué preparado para ser defraudado, ya que las expectativas son tan altas. Pero el joven presidente y sus también jóvenes colegas están determinados a cambiar el lugar.

Si uno, como británico, cree que Margaret Thatcher es el arquetipo del titán de las reformas profundas estos muchachos la hacen quedar como un bebé. Están reformando todo: educación, energía, política fiscal y las propias instituciones de gobierno.

¿Y qué sucede con los desafíos y cosas que usualmente asustan a la gente? Bueno, la corrupción es uno que los cuatro parecen compartir, y tuve varias discusiones interesantes sobre el tema en cada país.

Para el jefe del Banco Central de Nigeria, Lamido Sanusi, es inusual que la corrupción impida el desarrollo económico. También cree que el crecimiento de la economía, sumado a avances en educación mejorarán el gobierno y la transparencia.

Es importante escuchar estos puntos de vista, una alternativa a nuestra, muchas veces simplista forma de ver las cosas en Occidente. Para muchas personas dignas de crédito en los MINT la corrupción es la consecuencia de un pasado de fragilidad y no la causa de un frágil futuro. Y no es ciertamente el primer problema a resolver; queda bastante relegada cuando se la compara con los costos, alcance y disponibilidad de la energía y claro está, la infraestructura.

Prioridades

Resolver la política energética es prioridad tanto para los mexicanos como para los nigerianos para poder ejecutar este año nuevas iniciativas que permitan acelerar los ritmos de crecimiento.

Ahora, una estadística sorprendente: unos 170 millones de personas en Nigeria usan la misma cantidad de energía eléctrica que un 1,5 millones en Reino Unido. Casi todos los negocios generan su propia energía y los costos son enormes.

"¿Puedes imaginar, puedes creer, que este país ha estado creciendo al 7% anual sin energía, con cero energía? Es un chiste", dice el hombre más rico de África, Aliko Dangote.

Tiene razón. Calculo que Nigeria podría crecer al 10-12% anual si resolviera tan solo ese problema; y en seis o siete años habría duplicado el tamaño de su economía.

Para Indonesia, el cuarto país más poblado del mundo, diría que los principales desafíos son el liderazgo y la infraestructura, aunque puede haber muchos más. Pero los desafíos y las oportunidades están juntos.

En Pluit, un barrio pobre de Yakarta, el suelo se hunde 20 cm por año por la sobreexplotación del agua, pero los precios de las propiedades en otras partes de la ciudad se han disparado.

"Sabemos que va a funcionar"

Hablé con el hombre que está construyendo la primera tienda de Ikea del país, quien admite que un tercio de la población de 28 millones de personas de la gran Jakarta (el tercer conurbano más grande del mundo) estaría en condiciones de comprar en su tienda. Como dijo: "Simplemente sabemos que va a funcionar".

En Turquía, por supuesto, su política y la combinación de la fe musulmana con cierta intención de hacer cosas al modo occidental presenta su propio tipo de desafío. Algunos podrían decir lo mismo de Indonesia, pero de allí regresé creyendo que no era así. Al menos en Yakarta, el estilo occidental de hacer las cosas está generalmente aceptado, en claro contraste con Turquía.

Dicho todo esto, ¿pueden los MINT sumarse a las diez economías más grandes del mundo, tras EE.UU., China, los BRIC y tal vez Japón?

Yo creo que sí, aunque puede llevar 30 años.

Espero con ansias volver a cada uno de ellos más seguido, ahora que estoy ayudando a que se los reconozca, como hice con los BRIC hace 12 años.

– Los mercados emergentes serán una oportunidad (El Economista – 7/1/14)

(Por Matthew Lynn)

El Gobierno está enfangado en un escándalo de corrupción. Hay revueltas en las calles. Una brutal guerra civil amenaza con arrastrar a sus vecinos. No han faltado razones para vender valores turcos durante el periodo navideño.

Mientras que la mayoría de inversores estaban ocupados con compras de última hora, el índice de Estambul se desplomaba, cayendo de los cerca de 75.000 de mediados de diciembre a 63.000 justo después de Navidad. Para los inversores extranjeros, fue aún peor, con la lira turca en caída libre. Habrá que acostumbrarse. En los próximos seis meses habrá probablemente una serie de mercados emergentes entrando de lleno en la confusión. A medida que la Reserva Federal empiece a reducir -la flexibilización cuantitativa-, y a medida que crezcan las rentabilidades en el mundo desarrollado, el dinero que ha estado inundando nuevos mercados en busca de mejores rendimientos empezará a dirigirse a casa de nuevo. Desde Turquía hasta Sudáfrica, Rusia e India, podemos esperar ver una serie de mercados sumergidos en pánicos financieros.

Y sin embargo, hay que tener en cuenta que esto es sólo ruido a corto plazo. Un país como Turquía tiene una excelente demografía, bajo endeudamiento, una base industrial en expansión, y está situado en la unión de dos grandes bloques comerciales. Lo mismo puede decirse de la mayoría de mercados emergentes. Habrá una oleada de ventas y cada una de ellas será una oportunidad de comprar activos a precio de ganga.

Desde luego que Turquía no carece de problemas ahora mismo. La última crisis comenzó el 17 de diciembre, cuando el gobierno arrestó a los hijos de tres ministros del gabinete acusados de corrupción, junto con algunos importantes empresarios. Eso provocó revueltas en las calles contra el Gobierno del primer ministro Recap Erdogan. Ha habido rumores de golpe militar y el conflicto ha sido ampliamente interpretado como parte de una batalla más grande entre el régimen modernizador, pero cada vez más autoritario, de Erdogan y los activistas musulmanes. Difícilmente podría enfrentarse a un contexto peor, con la economía ralentizándose y una guerra civil desarrollándose en la vecina Siria, a la que el país puede acabar viéndose arrastrada. Turquía ya había sido sacudida el pasado verano por protestas políticas.

Ante el presagio de aún más disturbios, no sorprende que los inversores hayan ido dirigiéndose a la salida. Nadie quiere mantener su dinero en un país donde el Gobierno está perdiendo el control. El Índice Borsa Istanbul 100 cayó un 21% expresado en dólares en diciembre, y un 32% durante el conjunto de 2013. Los rendimientos de los bonos a dos años se han disparado a más del 10%, los mayores en dos años. El caos turco es sólo la primera muestra de lo que van a ser unos meses difíciles. Durante los últimos cinco años, a medida que los bancos centrales del mundo desarrollado inundaban los mercados con efectivo, y hacían caer los rendimientos de todo tipo de activos convencionales, el dinero escapaba hacia los mercados emergentes. Todavía ofrecían rendimientos dignos cuando en cualquier otro lugar se habían evaporado.

El dinero "volverá a casa"

Ahora eso está a punto de revertirse. Aún está por ver cómo de lejos y cómo de rápido llevará a cabo la Reserva Federal el desmantelamiento de su estímulo mensual. El dinero que había inundado los mercados emergentes va a volver a casa. Al mismo tiempo, las grandes economías parecen estar en mejor forma. El euro ya no está en peligro -aunque a largo plazo sigue siendo más incierto- y Japón puede por fin estar terminando una depresión de dos décadas.

Eso va a ejercer inevitablemente un montón de presión en los mercados emergentes. Las naciones que dependen del flujo de capital extranjero para financiar los déficits por cuenta corriente van a tener de repente problemas una vez empiece a dirigirse a casa. A medida que la economía empiece a renquear, también se desmoronará el apoyo a los regímenes autoritarios y el caos político resultante provocará que huya del país aún más dinero.

Turquía está lejos de ser el único mercado emergente en tener problemas. Tailandia presenció protestas políticas antes de Navidad. El baht tailandés se ha quedado machacado. Ucrania ha sufrido olas de protestas sobre si el país debería buscar una posible entrada en la UE o mantenerse en la esfera de influencia de Rusia. Los rendimientos de los bonos se estaban disparando hasta que Rusia intervino y empezó a comprar.

Sudáfrica parece que puede ser la próxima tempestad. El crecimiento de Brasil se ha desacelerado drásticamente. Rusia bien puede estar yendo hacia un crack: la subida de los precios de la energía ya no parece capaz por sí misma de sostener la economía. Y sin embargo, a medida que los mercados se hundan, como sin duda ocurrirá, surgirán oportunidades de compra. Puede que los mercados en desarrollo hayan sido inflados con grandes flujos de dinero de las grandes economías. Pero eso no debería ocultar a los inversores el hecho de que estos países todavía tienen potencial de crecimiento.

Véase Turquía, por ejemplo. La deuda pública ha caído al 40% del PIB, la mitad de los niveles de hace una década, y en 2013 devolvió el último de los préstamos del Fondo Monetario Internacional. Tiene una fuerza de trabajo instruida, joven y en crecimiento. Se están creando nuevas industrias. Todavía es barato como para ser un centro manufacturero para Europa, pero es un puente hacia Oriente Medio y Asia. Es verdad que puede sumirse en el caos como en Egipto. Pero pocos países con un PIB per cápita de más de 10.000 dólares (un nivel que Turquía ha alcanzado en una década) llegan a presenciar revoluciones.

Lo más probable es que para otoño se habrá estabilizado y crecerá de nuevo. Muchos de los grandes mercados están ya en máximos. Ni Japón parece ya barato. No hay muchos chollos por ahí. Pero al mismo tiempo que los mercados emergentes tropiecen, se volverán mucho más atractivos. Turquía ya parece barata, y también lo parecerán varios mercados más en los próximos meses.

(Matthew Lynn, Director Ejecutivo de la consultora londinense Strategy Economics)

– El fallido golpe de Estado burocrático de Turquía (Project Syndicate – 14/1/14)

(Por Ertan Aydin)

Ankara.- La semana pasada, el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan intensificó la respuesta de su gobierno a las investigaciones de corrupción que han estado agitando al país desde diciembre, mediante la reestructuración de la dirección del poder judicial y de la policía. Pero sería un error considerar esto como una lucha entre el poder ejecutivo y el poder judicial, o como un intento de encubrir los cargos que han llevado a la dimisión de tres ministros. Lo que está en discusión es la independencia y la imparcialidad de las autoridades policiales. De hecho, en medio de acusaciones de pruebas falsas, Erdogan ahora dice que no se opone a que los oficiales militares de alto rango acusados de conspirar para derrocar a su gobierno sean sometidos a nuevos juicios.

Los recientes acontecimientos reflejan la brecha cada vez mayor entre el gobierno de Erdogan y el movimiento Gülen, liderado por Fethullah Gülen, un predicador islámico autoexiliado que en la actualidad reside cerca de Filadelfia. El movimiento Gülen dio un apoyo importante al Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), y sus esfuerzos por establecer un control civil que reemplace al militar durante los dos primeros años que AKP estuvo en el poder. Ahora, sin embargo, el movimiento parece estar planificando un golpe de Estado propio.

Muchos miembros de la judicatura y de la policía asociados a la ola de acusaciones de corrupción presentadas contra funcionarios de gobierno, empresarios y miembros de la familia de los políticos están conectados con el movimiento Gülen. Lo que comenzó como una investigación sobre presunta corrupción pronto se convirtió en una campaña de desprestigio apoyada por la oposición.

Las luchas actuales de Turquía plantean importantes interrogantes sobre la relación apropiada entre los burócratas y los funcionarios electos en una democracia pluralista. Responder a dichas interrogantes requerirá de un debate que trascienda temas como la separación de poderes y la independencia judicial y dilucide cuál es la relación apropiada entre la política y la religión. Por eso, es crucial comprender el contexto histórico de la actual crisis.

Cuando Turquía se convirtió en una democracia en el año 1950, las élites seculares kemalistas del sistema anterior intentaron aprovechar el poder de los militares y la burocracia para controlar al gobierno electo. De hecho, los militares turcos, con el apoyo del poder judicial, intervinieron de manera explícita en el funcionamiento del gobierno civil en los años 1960, 1971, 1980 y 1997, en cada una de estas ocasiones a nombre de proteger el secularismo.

En respuesta, varios grupos religiosos, entre ellos el movimiento Gülen, incentivaron a sus seguidores a tomar posiciones en ámbitos burocráticos y militares. En la década de 1990, los gobiernos seculares respaldados por los militares contraatacaron, tratando de purgar a los burócratas y líderes militares religiosos: se consideran de manera inmediata como sospechosos a aquellos que no consumía bebidas alcohólicas, o cuyos familiares llevaban pañuelos en la cabeza.

Con la normalización de la democracia turca tras la victoria del AKP en el año 2002, se eliminaron las restricciones a la contratación, el empleo y la promoción de los ciudadanos religiosos en las altas esferas de la burocracia – un proceso que benefició especialmente a los miembros del movimiento Gülen, con su amplia educación, medios de comunicación y redes de empresas. Los seguidores de Gülen -que decían apoyar la democracia liberal y la forma tolerante, moderna del Islam adoptada por el AKP- parecían ser los aliados naturales del gobierno de Erdogan.

Durante una década, las empresas conectadas a Gülen jugaron un papel ampliamente reconocimiento -y apreciado- en el crecimiento económico y el desarrollo de Turquía, mientras que las escuelas del movimiento Gülen capacitaban a los estudiantes a buscar trabajos de servicio público. Siempre y cuando los burócratas se recluten y promuevan en base a méritos, el AKP no tenía ningún problema en aceptar una excesiva representación de los seguidores Gülen en ciertas ramas del gobierno.

Esta aceptación se basaba en la creencia de que los miembros de Gülen se iban a adherir a la exigencia fundamental en una democracia pluralista que dicta que los burócratas – ya sean musulmanes en Turquía, mormones en los Estados Unidos, o budistas en Japón- no permiten que sus convicciones religiosas se pongan por encima de su compromiso con el servicio público y el imperio de la ley. Lo que el gobierno no se imaginaba era que emergería una nueva visión de tutelaje burocrático sobre el gobierno civil.

Aunque los seguidores Gülen han estado en desacuerdo con varias de las políticas del gobierno, en gran medida dieron su respaldo al AKP en las tres últimas elecciones. Lo que los llevó a rechazar completamente al partido fue un debate político sobre la reestructuración de las "academias preparatorias"- costosas instituciones privadas que preparan a las personas a los graduados de las escuelas secundarias para sus exámenes de ingreso a la universidad.

El movimiento Gülen opera por lo menos una cuarta parte de estas escuelas, que forman un componente clave de la red de educación de millones de dólares del movimiento y ayuda a reclutar nuevos miembros. Los miembros del movimiento por lo tanto consideraron que el debate en torno a las academias preparatorias como un desafío directo a su influencia.

Pero su reacción fue desproporcionada – entre otras cosas debido a que los planes del gobierno no habían finalizado. Además, la propuesta no tuvo nada que ver con el movimiento Gülen; el gobierno estaba respondiendo a las quejas de los ciudadanos por tener que pagar montos extravagantes para preparar a sus hijos para que ingresen a universidades públicas gratuitas. Y el movimiento Gülen no fue capturado exactamente con la guardia baja; los representantes de las academias de preparación ya habían entablado un diálogo con los funcionarios del ministerio de educación ya hace algún tiempo atrás.

Como en cualquier democracia, la crítica pública de las políticas del gobierno de Turquía es normal y saludable. Pero los intentos de chantajear, amenazar y negociar de manera ilegal con el gobierno de los miembros del poder judicial y de la fuerza policial alineados con Gülen son inaceptables.

Ahora, corresponde a los tribunales discernir la verdad acerca de la corrupción entre los llamados "servidores públicos" de Turquía. Pero todos los indicios apuntan a una cruzada política coordinada por los seguidores Gülen, incluyendo los principales fiscales implicados en los casos recientes de corrupción y los medios de comunicación pro-Gülen que han defendido con firmeza la imparcialidad de los fiscales (a pesar de las muchas irregularidades -como extensas escuchas telefónicas no autorizadas- que han salido a la luz). Por otra parte, se sospecha que un grupo coordinado dentro del poder judicial ha plantado pruebas – acusaciones que han llevado a los llamados a que se lleven a cabo nuevos juicios para el personal militar.

Desde luego, esto no quiere decir que no hubo intentos de golpe de Estado por parte de miembros de las fuerzas armadas en el pasado o casos de corrupción de políticos y burócratas. El punto es que Turquía necesita reformas judiciales que eliminen la posibilidad de que camarillas organizadas manipulen sus poderes constitucionales para promover sus propios objetivos estrechos.

Esta es una línea roja para cualquier democracia pluralista. Los ciudadanos de manera individual deben tener la libertad de vivir de acuerdo con sus creencias; pero no se debe permitir que una visión teológica inexplicable de forma a su comportamiento como funcionarios y burócratas.

De manera más general, el debate sobre el movimiento Gülen debe servir como una oportunidad para aclarar la relación entre la religión y la política, mientras que al mismo tiempo que se recuerde al público turco -y los países de mayoría musulmana en la región- de los valores democráticos básicos que han permitido que Turquía se desarrolle y prospere.

(Ertan Aydin is a senior adviser to Turkish Prime Minister Recep Tayyip Erdogan)

– La crisis autoinfligida de Erdogan (Project Syndicate – 14/1/14)

(Por Dani Rodrik)

Princeton.- La dramática batalla entre el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) gobernante en Turquía y su antiguo aliado, el movimiento religioso Hizmet, encabezado por el clérigo exiliado Fethulah Gülen, ha empezado a revelar las violaciones del Estado de derecho en gran escala que esos dos grupos cometieron para consolidar su poder. Fiscales a los que se considera de forma generalizada simpatizantes de Gülen han lanzado una investigación muy amplia sobre la corrupción que hasta ahora ha afectado a cuatro ministros y ha llegado hasta el hijo del Primer Ministro, Recep Tayyip Erdogan.

Ahora Erdogan y sus asesores han contraatacado. Acusan a los gülenistas de montar un "golpe burocrático" y recurrir a una gran diversidad de sucias artimañas: desde "colocar pruebas" contra generales que fueron condenados el año pasado por conspirar para derribar a Erdogan hasta hacer "numerosas escuchas telefónicas".

Ahora se reconoce de forma generalizada lo que de verdad fueron los transcendentales juicios de los supuestos conspiradores para el golpe militar: cazas de brujas basadas en pruebas que en el mejor de los casos eran muy endebles y en muchos casos pura y simplemente fabricadas. Los juicios fueron orquestados por policía, fiscales y medios de comunicación gülenistas, pero contaron con el decisivo apoyo del gobierno de Erdogan, que los respaldó con todo su peso. El intento actual por parte del bando de Erdogan de lavarse las manos respecto de dichos juicios y culpar de ellos enteramente a los gülenistas es insincero, por no decir algo peor.

En cierta ocasión, Erdogan hizo la famosa declaración de que él era el fiscal en el caso Ergenekon, supuestamente encaminado a revelar y combatir el "Estado oculto" turco compuesto de oficiales militares y nacionalistas laicos, pero que iba destinado a una gran diversidad de oponentes políticos. Cuando salieron a la luz los documentos -horrorosos, pero enteramente fabricados- en los que se basaba la ficticia conspiración para el golpe de Sledgehammer, Erdogan les dio crédito al decir que estaba al corriente de esas tramas. Sus ministros atacaron a los acusados y pusieron en la picota al único juez que formuló una resolución a favor de ellos previa al juicio.

Además de esas declaraciones públicas, el gobierno de Erdogan hizo todo lo que estaba en su poder para velar por que esos y otros juicios políticos (incluido uno enorme con centenares de activistas kurdos acusados) concluyeran del modo preparado de antemano. En particular, se nombró para las altas esferas de la judicatura a jueces que o eran gülenistas o estaban dispuestos a cumplir las órdenes de ese movimiento. Se hicieron oídos sordos ante las innumerables quejas sobre las flagrantes violaciones del Estado de derecho.

Estos días, Erdogan y sus asesores dicen cosas muy diferentes. Su nueva postura estriba en que en esos juicios hubo irregularidades, había habido una conspiración contra el ejército y los gülenistas han creado un Estado dentro del Estado. La razón para esa conversión está clara: Erdogan necesita aislar y avergonzar a los gülenistas, con quienes ahora se disputa el poder en una batalla muy enconada.

Los gülenistas han disfrazado su campaña contra Erdogan de investigación sobre la corrupción. A nadie que esté familiarizado con Turquía extrañaría enterarse de que una corrupción en gran escala rodeaba los proyectos de construcción, pero está claro que la investigación sobre la corrupción está políticamente motivada y Erdogan tiene razón en poner en entredicho los motivos de los fiscales. La ronda actual de activismo judicial va encaminada a erradicar la corrupción tanto como las anteriores a actuar contra el "Estado oculto" y los golpes reales, es decir, en modo alguno, pero Erdogan es quien, para empezar, dejó el paso libre al movimiento de Güllen.

Hace más de tres años, Erdogan tuvo una oportunidad de oro a raíz del referéndum constitucional de agosto de 2010. Su oportuna victoria confirmó que estaba bien afianzado en el poder y poco podía temer del ejército y otros elementos de la vieja guardia ultralaicista. Podría haber renunciado a las sucias añagazas judiciales y a la manipulación de los medios de comunicación que habían permitido afianzarse a su régimen. En aquella época, yo escribí que, si no cambiaba de rumbo, "el país caer(ía) más profundamente en el autoritarismo, las divisiones políticas llegar(ía)n a ser irreconciliables y otra ruptura política (podría) resultar inevitable". Lamentablemente, esa predicción se ha cumplido ahora.

Actualmente, Erdogan dispone de pocas opciones válidas, pero aún podría dar la vuelta a la situación. Las maquinaciones gülenistas en la judicatura y otros órganos de la burocracia han creado un gran espectro de oposición; casi todo el mundo -nacionalistas, activistas kurdos, laicistas, islamistas tradicionales, socialistas y liberales- ha sido blanco de esas intrigas en un momento u otro. En principio, Erdogan podría movilizar una coalición que transcendiera a su propio AKP para apoyar reformas encaminadas a devolver a la judicatura el papel que le corresponde.

Naturalmente, a ninguno de esos grupos le importaría ver caer a Erdogan envuelto en llamas; así, pues, todos ellos desearían algo a cambio para unirse a esa coalición. Esas concesiones serían el precio necesario que debería pagar Erdogan… y que tiene bien merecido por haber conducido a Turquía a su actual embrollo, pero al menos tendría la posibilidad de mejorar el severo juicio que los historiadores emitirán sobre su capacidad de dirección.

Lamentablemente, Erdogan parece decidido a desaprovechar también esta oportunidad. Ha optado por reaccionar endureciendo su poder autocrático, al pasar a ser el organismo que nombra a los fiscales y a los jueces un simple apéndice del Ministerio de Justicia. Sus partidarios han estado lanzando campañas de difamación contra los gülenistas que recuerdan a las tácticas gülenistas. Parece creer que puede conservar suficiente popularidad para resistir la crisis sin ampliar su coalición.

La batalla entre Erdogan y el movimiento de Gülen ha llegado a un punto en el que resulta difícil imaginar una reconciliación. Lo bueno es que esa lucha con uñas y dientes está sacando a la luz la corrupción y la manipulación judicial en que se basaba el régimen de Erdogan. Lo malo es que, independientemente de quién sea el vencedor, la democracia turca será la perdedora… al menos a corto plazo, hasta que surjan fuerzas verdaderamente democráticas.

(Dani Rodrik is Professor of Social Science at the Institute for Advanced Study, Princeton, New Jersey. He is the author of One Economics, Many Recipes: Globalization, Institutions, and Economic Growth and, most recently, The Globalization Paradox: Democracy and the Future of the World…)

– La caída en 2013 de las divisas emergentes como gran oportunidad (El Confidencial – 22/1/14)

(Por Marc Garrigasait)

El pasado 19 de enero, el regulador de los mercados financieros alemán (Bafin), denunció una nueva manipulación de algunos bancos privados en los mercados de divisas y del oro y la plata. Según el policía de los mercados alemán, esta manipulación sería incluso pero que la de los bancos en el mercado interbancario para influir en el Libor o el Euribor. Más concretamente habrían sido ya interrogados varios empleados del Deutsche Bank, el mayor banco privado alemán.

Aquí todo el mundo manipula. Los bancos centrales y Gobiernos decidiendo el precio de todos los activos en los mercados financieros, como hacia el partido comunista chino o ruso 30 años atrás. Pero también los bancos privados lo hacen cuando pueden. Siempre suele acabar con una multa y poco más. Nunca se ven amenazados de que les sean retiradas licencias para operar en los mercados, que es lo que realmente les empezaría a preocupar…

  • La caída de un 27% en la divisa turca en 2013 es otra gran oportunidad y una amenaza para ellos y para sus países vecinos y competidores. Turquía es muy potente en turismo, alimentación, en el sector bancario, donde BBVA hizo una inversión estratégica elevada en uno de los principales bancos locales, en el sector textil y en equipos-maquinaria de transporte y manufacturas de metal. El país a quien exporta más Turquía es Alemania, seguido de Irán e Irak, Inglaterra, Emiratos Árabes y Rusia. En cambio, van a tener más problemas en importar de sus principales socios, que son Rusia, Alemania, China, Estados Unidos, Italia e Irán, a quienes los turcos compran. Turquía es una gran potencia agrícola, la numero uno del mundo en avellanas, cerezas e higos y membrillos y el segundo mayor de sandías, pepinos y garbanzos. El tercer mayor productor de tomates, berenjenas, pimientos verdes, lentejas y pistachos. El cuarto mayor productor de cebollas y aceitunas. El quinto en remolacha azucarera, el sexto en tabaco, té y manzanas y, el séptimo mundial en algodón y cebada. Como podéis ver, para España será una clara amenaza. En cuanto al sector financiero y bancario, Turquía está creciendo mucho. La industria de fondos de inversión no para de crecer, aunque hasta hoy el 80% de los ahorros del país están en depósitos bancarios aún. Tres años atrás casi no existía mercado de bonos corporativos de empresas privadas y actualmente ya es bastante profundo, con un volumen emitido de unos $ 20.000 millones…

  • 2014 es un buen año para hacer turismo en países como Argentina, Indonesia con Bali a la cabeza, Sudáfrica, Namibia y Lesoto, ya que estos dos países usan el rand sudafricano. También en la India, Turquía o Brasil. En cambio, Australia, Noruega y Canadá, a pesar de la caída en su moneda, continúan teniendo un nivel de vida muy alto. Obviamente, estos países que son potencias turísticas internacionales pueden hacer algo de daño a la industria turística nacional, especialmente quizás Turquía por estar en el Mediterráneo.

  • Por último, las divisas son claves en las inversiones en bolsas y bonos de países emergentes. En 2013, que puede parecer un año positivo en bolsa por las subidas en Estados Unidos y Europa, un inversor europeo habría perdido al invertir en un ETF o fondo de Brasil un 30% de su inversión; en Perú, un 33%; y en Chile, un 25%. De haber invertido en la bolsa turca, habría perdido un 35%, un 26% en Indonesia y un 15% en Rusia…

– Turbulencias en Turquía (El País – 2/2/14)

El verdadero problema es que las economías ricas no han resuelto sus problemas subyacentes

(Por Paul Krugman)

A ver, ¿quién ha pedido esto? Con todo lo que está pasando, lo último que nos hacía falta era una nueva crisis económica en un país ya sacudido por la agitación política. Es cierto que las repercusiones mundiales directas de lo que suceda en Turquía, con una economía del tamaño de la de Los Ángeles, no serán graves. Pero estamos oyendo la pavorosa palabra "contagio", la clase de contagio que en su día hizo que la crisis de Tailandia se extendiese por toda Asia, que hace poco ha hecho que la crisis de Grecia se extienda por toda Europa y que ahora, como teme todo el mundo, podría hacer que los problemas de Turquía se propaguen por todos los mercados emergentes del mundo.

Es, en muchos aspectos, una historia conocida. Pero esa es una de las cosas que la vuelve tan inquietante: ¿por qué seguimos padeciendo estas crisis? Y he aquí algo curioso: los intervalos entre unas crisis y otras parecen estar acortándose y las secuelas de cada crisis parecen ser peores que las de la anterior. ¿Qué está pasando?

Antes de hablar sobre Turquía, una breve historia de las crisis financieras mundiales.

Tras la Primera Guerra Mundial, y durante una generación, el sistema financiero, desde el punto de vista actual, se libró extraordinariamente de las crisis; probablemente porque la mayoría de los países restringieron los flujos de capital internacionales, de modo que los préstamos estaban bastante limitados. Sin embargo, a finales de la década de 1970, la liberalización y la creciente agresividad bancaria condujeron a un aumento de los fondos que llegaban a Latinoamérica, seguido de lo que en el mundo financiero se denomina un "parón brusco" en 1982 (y una crisis que trajo consigo una década de estancamiento económico).

Al final Latinoamérica volvió a crecer (aunque México sufrió una grave recaída en 1994) pero, durante la década de 1990, la misma historia se repitió en Asia, solo que a mayor escala: una ingente entrada de capital seguida de un parón brusco y una implosión económica. Algunas economías asiáticas se recuperaron enseguida, pero la inversión nunca volvió a ser la misma, ni tampoco el crecimiento.

Más recientemente, una nueva versión de la historia ha tenido lugar en Europa, y tras la rápida afluencia de capitales a Grecia, España y Portugal, se produjo un parón brusco y un sufrimiento económico inmenso.

Como he dicho, aunque el argumento de la historia siga siendo el mismo, las consecuencias no paran de empeorar. La producción real cayó un 4% durante la crisis mexicana de 1981-1983; bajó un 14% en Indonesia entre 1997 y 1998, y en Grecia se ha reducido más de un 23%.

¿Se está fraguando, por tanto, una crisis aún peor? Los factores fundamentales son un tanto tranquilizadores; Turquía, en concreto, tiene una deuda pública baja y, aunque las empresas han adquirido muchos préstamos en el extranjero, la situación financiera general no parece tan mala. Pero todas las crisis anteriores dieron al traste con las expectativas optimistas. Y las mismas fuerzas que hicieron fluir el dinero hacia Turquía también han hecho que la economía mundial en general sea tremendamente vulnerable.

A lo mejor han oído, o a lo mejor no, que hay un gran debate entre los economistas sobre si nos enfrentamos o no a un "estancamiento secular". ¿Qué es eso? Bueno, una manera de describirlo sería decir que es una situación en la que la cantidad de dinero que la gente quiere ahorrar está por encima del volumen de dinero que merece la pena invertir.

Cuando se da ese caso, hay dos posibles consecuencias. Si los inversores son cautos y prudentes, en la práctica estamos, en conjunto, intentando gastar menos de lo que ganamos, y puesto que mi gasto es su ingreso y su gasto es mi ingreso, la consecuencia es una recesión persistente.

Otra posibilidad es que los inversores inquietos -frustrados por la escasa rentabilidad y desesperados por obtener beneficios- puedan engañarse a sí mismos e invertir dinero en proyectos mal concebidos, ya sean los préstamos de alto riesgo o el bombeo de capital hacia los mercados emergentes. Esto puede impulsar la economía durante un tiempo, pero al final los inversores afrontan la realidad, el dinero se agota y llega el sufrimiento.

Si esta es una buena descripción de nuestra realidad, y creo que lo es, tenemos ahora una economía mundial destinada a oscilar entre las burbujas y la depresión. Y este no es un pensamiento alentador, cuando estamos presenciando lo que parece ser el estallido de la burbuja de los mercados emergentes.

La idea más general es que Turquía no es, de hecho, el problema; ni tampoco Sudáfrica, Rusia, Hungría, India ni cualquier otro país que esté en apuros ahora mismo. El verdadero problema es que las economías más ricas del mundo -Estados Unidos, la eurozona y otros actores menos importantes también- no han sido capaces de resolver sus problemas subyacentes. Lo más evidente es que, ante un sector privado que quiere ahorrar demasiado e invertir muy poco, hemos aplicado medidas de austeridad que intensifican las fuerzas de la depresión. Y lo que es aún peor, todo indica que, al permitir que el problema del paro se agrave, estamos reduciendo las perspectivas de crecimiento a largo plazo, así como las de corto plazo, lo cual hundirá la inversión privada todavía más.

Ah, y una gran parte de Europa ya corre el riesgo de caer en una trampa deflacionaria como la de Japón. Es más que verosímil que una crisis de los mercados emergentes pueda convertir ese riesgo en un hecho.

Así que Turquía parece tener problemas graves; y China, una economía muchísimo más grande, también parece un poco inestable. Pero lo que da miedo de estos problemas es la debilidad subyacente de las economías occidentales, una debilidad que han agravado profundamente unas políticas absolutamente nefastas.

(Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008)

– ¿Se ha vuelto loco Erdogan? (El Confidencial – 29/3/14)

(Por Daniel Iriarte)

Recordad que tenéis el mejor primer ministro del mundo!", ha dicho en alguna ocasión el mandatario turco Recep Tayyip Erdogan a sus seguidores, hablando de sí mismo. La semana pasada, en un solo discurso, prometió "erradicar" Twitter, atacar Siria "en caso necesario", ganar las elecciones locales previstas para este fin de semana y, en líneas generales, perpetuarse en el poder. Horas después, la Autoridad de Telecomunicaciones decretaba un cerrojazo a la popular red social, mientras que a los dos días la fuerza aérea turca derribaba un cazabombardero sirio que presuntamente había penetrado en el espacio aéreo de Turquía, elevando al máximo la tensión con el país vecino. El jueves, el Gobierno turco restringió YouTube, después de que en la plataforma de vídeos apareciese la filtración de una reunión de un organismo de seguridad intergubernamental en la que, si la grabación es auténtica, varios altos cargos del Ejecutivo debaten cómo justificar el lanzamiento de una intervención militar en Siria.  

Son movimientos audaces, que aunque podrían aportarle ciertos réditos electorales a su Partido Justicia y Desarrollo (AKP) en los comicios de este domingo, tienen, no obstante, un importante coste político. Lo mismo cabe decir de la intención de Erdogan de seguir en el poder: ya ha insinuado que pretende volver a presentarse como candidato en las elecciones generales de 2015, aunque para ello tenga que modificar los estatutos de su propio partido, que prohíben que un miembro ocupe el mismo cargo público durante más de tres mandatos consecutivos.

Por cosas como éstas son muchos los que en Turquía -primero en privado, pero cada vez más de forma pública- comienzan a cuestionar la salud mental del primer ministro, embarcado en una especie de cruzada para transformar el país de arriba abajo. A medida que pasan los años, la figura pública de Erdogan ha ido pasando de la de un líder responsable, inclusivo con las minorías, pro europeísta y con una hábil política exterior, a la de alguien cada vez más islamista, autoritario, intolerante y, en general, progresivamente alejado de la realidad. Ha promovido un proceso de islamización forzosa, encarcelado a más periodistas que ningún otro gobierno del mundo y amordazado a los medios de comunicación tradicionales, al tiempo que parece pensar que todo ello está legitimado por las urnas.

"La nueva Turquía es donde reside la voluntad nacional, y es una pesadilla para aquellos que se beneficiaban de la vieja Turquía", dijo el pasado enero. Meses antes, cuando un grupo de cineastas e intelectuales publicó en The Times una carta abierta criticando su gestión de las protestas antigubernamentales del pasado junio, respondió calificándoles de "vendidos" y "carentes de moral", y diciendo: "Si fuesen sinceros acerca de la democracia no actuarían de forma tan inmoral, hasta el punto de llamar dictador a un primer ministro elegido con el cincuenta por ciento de los votos". Y ante las acusaciones de corrupción en el seno de su partido aparecidas en los últimos meses, ha declarado repetidamente: "Las urnas decidirán si somos corruptos o no".

Este verano, el doctor y profesor Izzetin Önder publicó un artículo titulado "El síndrome de Hybris: una enfermedad del poder", en el que analizaba ese estado mental de muchos dirigentes, conocido ya desde los tiempos de la Grecia clásica. Entre sus características citaba "una preocupación narcisista con la propia imagen (por ejemplo, de "hombre fuerte"); pensar que los intereses de la persona y del país son los mismos; hablar de uno mismo en tercera persona; autoconfianza en los propios juicios, y desprecio por las sugerencias o las críticas de otros, acompañado de un sentido de omnipotencia; pérdida de contacto con la realidad y soledad creciente", que terminan afectando a la capacidad de juicio. Aunque el artículo no le mencionaba por su nombre, venía ilustrado con una foto del premier turco, en cuyo comportamiento de los últimos tiempos son perceptibles prácticamente todos estos elementos.

La Asociación Médica de Turquía, que durante la oleada de protestas antigubernamentales del pasado junio adoptó una postura muy crítica tanto con la actuación policial como con la posición del Gobierno, es otra de las voces que ha puesto en entredicho la cordura del primer ministro. "Somos médicos. Podemos evaluar con precisión el bienestar emocional de una persona, y estamos preocupados por el del primer ministro Erdogan. Estamos terriblemente preocupados por él, por su familia y por el país entero, y deseamos compartir nuestra preocupación con el público", aseguró la asociación en un comunicado publicado a mediados de febrero.

Un "terrorista" de 15 años

Lo hizo durante los funerales de Berkin Elvan, un niño de 15 años que permanecía en coma desde junio por el impacto de un bote de gas lacrimógeno de la policía, y que falleció hace dos semanas. Según su familia, Elvan había salido a comprar el pan cuando se vio envuelto en mitad de las protestas. Sin embargo, el primer ministro no dudó en asegurar que el niño "iba encapuchado",  era "miembro de una organización terrorista" y llevaba "bolas de hierro en los bolsillos" para dispararlas contra la policía.

"En circunstancias normales, nadie en su sano juicio llamaría terrorista a un adolescente de quince años que recibió un disparo en la cabeza por parte de un oficial de policía y murió tras luchar por su vida durante 269 días", protestó la Asociación Médica de Turquía. "En circunstancias normales, nadie definiría las canicas o bolitas colocadas sobre la tumba de un niño que amaba los juegos como "bolas de hierro". En circunstancias normales, nadie haría, ante los participantes de un mitin electoral, una burla a una madre que enterró a su hijo hace sólo dos días", declaró.

En los últimos años Erdogan ha promovido iniciativas como querer ajustar el huso horario de Turquía al de La Meca (imitando a Sudán, el único país del mundo que lo ha hecho), abandonar el proceso de adhesión a la Unión Europea en favor de la Organización de Cooperación de Shanghái, o adquirir un sistema antimisiles chino incompatible con los sistemas de la OTAN. Pero bien es cierto que ninguno de estos proyectos se ha llevado a cabo, por lo que son muchos quienes sospechan que el primer ministro maneja este tipo de "boutades" para movilizar a sus bases de apoyo más comprometidas. Otros le acusan de promover deliberadamente la polarización del país para mantenerse en el poder.

"La persona que ocupa el puesto de Primer Ministro y un grupo muy reducido a su alrededor están buscando una provocación muy seria. Está claro que esta persona, que no tiene sentimientos de amor por su país ni por la humanidad, ve el llevar al país al caos y la catástrofe como única forma de salvarse a sí mismo", aseguró este mes Kemal Kiliçdaroglu, líder del Partido Republicano Popular (CHP), la principal formación opositora de Turquía. El CHP anunció en enero que no volvería a referirse a Erdogan como "Señor" o "Primer Ministro", al considerar que ha perdido toda legitimidad como gobernante. Una muestra más del nivel de crispación al que se está llegando en Turquía.

Un "complot internacional promovido por el lobby judío"

Pero más allá de provocaciones, hay serios indicios de que algo no va bien en la Oficina del Primer Ministro. Por ejemplo, la narrativa, sostenida repetidamente por Erdogan y sus asesores más cercanos, de que Turquía y su Gobierno son víctimas de un complot internacional promovido por el "lobby de interés" judío, en la que participan también la oposición secularista, la guerrilla kurda del PKK, el grupo armado marxista DHKP/C, el FMI, el Banco Mundial, EEUU, Irán e Israel. A todos ellos, el periodista y comentarista económico Yigit Bulut añade la aerolínea alemana Lufthansa, porque asegura que, de construirse el tercer aeropuerto que el Ejecutivo de Erdogan planea para Estambul, el de Frankfurt perdería toda su importancia, de modo que los alemanes también conspiran para hacerle caer.

Bulut cobró cierta fama durante las protestas antigubernamentales del pasado junio a propósito del parque Gezi, al asegurar que "poderes extranjeros" intentaban asesinar a Erdogan "mediante telequinesis". Lo verdaderamente preocupante es que una semana después de hacer estas afirmaciones, Bulut fue promovido a Asesor Jefe de Erdogan en materia económica.

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