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Los daños causados por la crisis ya abarcan "tres generaciones" (Parte I) (página 12)




Enviado por Ricardo Lomoro



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¿Ha surgido una generación apática, desvitalizada, indolente, mecida en el confort familiar? Aplican la estrategia de flexibilizar los deseos (individuos de plastilina) y de restar compromisos (seres invisibles, presentistas). Aprovechar el momento "aquí y ahora".

Esclavos libres… Jóvenes rotos… Presa fácil de la devastación laboral, corren el riesgo (casi la certeza) de un nivel de vida peor que el de sus padres. Nuestra sociedad excluye aquellos que representan el futuro, transformándolos en extranjeros de sí misma. Excluidos del futuro, desarrollan una actitud nihilista porque no les exige estar motivados, ni asumir responsabilidades.

¿Será posible que esta juventud supuestamente acomodaticia y refractaria a la utopía sea la llamada a abrir nuevos caminos? Vivimos un tiempo sin ideologías. Vivimos en una sociedad "anestesiada". Una sociedad en la que todo vale. Es mejor no aspirar a mucho y "pillar" lo que se pueda.

Generación decepción… La apatía destructiva que se deriva de la ausencia de valores, de la relatividad moral, de la indiferencia ante quienes nos rodean.

El riesgo de la eterna adolescencia (síndrome de Peter Pan)… alcohol… beber hasta la embriaguez… drogas… problemas en las aulas… abandono y fracaso escolar… indisciplina y violencia…

Crisis de identidad… desconfianza y ausencia de valores… conformismo irreversible… Los jóvenes se han instalado en una "impotencia confortable"…

Seguramente algunos padres (ojalá que muchos, entre los que me incluyo) se estén preguntando: ¿Y qué hemos hecho nosotros para merecer esto? Mi respuesta sería: "todo mal" (asumo mi parte del fracaso).

Hemos criado niños eternos; les hemos dado objetos y no afectos; hemos estado demasiado ausentes demasiado tiempo; no le hemos enseñado el valor del esfuerzo, del trabajo, de la responsabilidad; nunca nos hemos sentado con ellos a escucharlos; nunca les hemos dicho que no; hemos desvalorizado el papel de los maestros; hemos sido permisivos, relativistas, consumistas, hedonistas, egoístas, indiferentes, individualistas, insolidarios… y todo ello se ha trasmitido a los hijos.

Hemos deseado que no sufrieran lo que habíamos sufrido nosotros, que tuvieran todo aquello que no habíamos podido tener nosotros, que lograran (sin mirar cómo, ni para qué) el título universitario que no habíamos podido lograr nosotros. Hemos transformado a nuestros hijos en un "trofeo" para demostrar nuestro éxito en la vida.

Y ahora, tarde y mal, nos damos cuenta que el "trofeo" es un fiasco, que hemos malogrado nuestros objetivos y lo que peor aún, hemos estropeado a nuestros hijos.

Estamos cosechando lo que hemos sembrado. Los jóvenes no tienen culpa. La culpa es nuestra. La generación que dirige (simula) el mundo es la nuestra, la generación que dirige (especula) los negocios es la nuestra, la generación que educa (por decir…), cura (en fin…) y da de comer (según…), es la nuestra. La generación que trasmite (muy poco) los valores es la nuestra. Somos los "titulares" de todos los descalabros. Nuestros hijos son el resultado de ellos. La prueba final de la insensatez total.

Después de este "acto de contrición", volvamos a ti, joven amigo:

¿Con todos estos "agravantes" y tantos "atenuantes" que piensas hacer tú? ¿Seguir en el vacío total? ¿Continuar excluido del futuro? ¿Esperando heredar la nada?

Las opciones (visto lo visto) son: idiota o ilota… Tú eliges (aunque no es mucho). Los "ni-ni" no dan para más (y tampoco lo desean los amos del universo). Te mearán en la cabeza y te dirán que es lluvia… ¿Y tú te dejas?

Por mucho menos que esto, estalló la Revolución Francesa, por mucho menos que esto se asaltó el Palacio de Invierno, por mucho menos que esto se produjo el mayo del 68.

Y tú ahí, impotente confortable, sentado en el salón viendo la tele (fútbol + reality shows), llenándote de mierda el "gruyere" cerebral que te dejó el sistema, la droga y el alcohol, esperando la sopa boba que tu anciana madre te pone de limosna… sin aspirar a mucho, pillando lo que puedes…

Levántate y anda. Apaga la tele. Desconecta el MP3. Date de baja en Facebook. Abandona el Twitter. Deja de enviar SMS. No recargues el móvil… Patea algún culo, aunque sea el equivocado. Revélate. Toma la calle. Manifiéstate. Tira piedras… Toma la Bastilla, asalta el Palacio de Invierno, revive el espíritu de mayo del 68…

Mientras te lo piensas, intenta contestar alguna de las siguientes preguntas, trata de reflexionar sobre alguna de las siguientes frases y actúa en consecuencia (ojalá). Te guste o no, tú heredaras el mundo. Que sea igual, peor o mejor, está en tu mano.

Nuestra generación fracasó (a las pruebas me remito), intenta que tus hijos no piensen lo mismo de la vuestra. De no ser así, sólo les quedará esperar el final del final…

¿Qué tan lejos puede llegar la desigualdad antes de que el sistema se derrumbe?

¿Es imaginable otro escenario posible?

¿Existen algunas medidas de prevención económica?…

Antes que sea demasiado tarde.

Tal vez haya que elegir caminos de heterodoxia.

Tal vez haya llegado el fin de la era de los simulacros cosméticos, máscaras y prótesis.

Tal vez estemos ante el fin de la economía de las siliconas.

Un ciclo que toca a su fin.

El fin de las promesas ficticias.

El fin del reino de lo homogéneo y simultáneo.

El fin de los "teoremas asesinos" de los Organismos Financieros Internacionales.

El espectáculo debe terminar.

Es imposible negar la miseria que crece en medio de la abundancia.

Es imposible no sentir el silencio de las víctimas.

¿Puede existir la liberación con exclusión?

Habrá que optar entre el hombre y el instrumento, entre la innovación y la tradición, entre lo nuevo y lo perdurable.

Habrá que optar por reconducir al capitalismo antes que muera de sobredosis… Si aún es posible.

Ni Wall Street, ni Silicon Valley, ni Hollywood, son los personajes de la Historia, es el hombre, y a él se debe responder…

Tal vez todo sea cuestión de cambiar una economía de cabotaje por una economía de altura…

Por mucho que la escenografía quiera tapar la realidad, cuando el móvil deje de ser el corazón de la información, cuando la vida cotidiana sea algo más que un SMS, cuando tus pensamientos puedan ir más allá del Twitter (140 caracteres), no heredarás el viento (humo).

Desde tu insignificancia (la levedad del ser), pero también desde tu grandeza (la fuerza del sujeto activo) podrás ayudar a evitar la "cadena de errores" (las alarmas no saltan hasta que ya es demasiado tarde). La derrota del pensamiento no es generalizada, y el triunfo de la barbarie todavía no es efectivo.

También los enemigos persisten y siguen siendo los mismos: los promotores del orden tal cual es. El objetivo sigue siendo indefectiblemente nietzscheano: "Castigar la estupidez". De otro modo, ésta triunfará en forma absoluta, hasta el punto que los autoritarismos de antaño parecerán opacos y pálidos en comparación con los que habrán logrado sojuzgar los cuerpos, pero también, y sobre todo, las almas.

Hay que hacer una revolución copernicana, terminar con el sometimiento de los hombres a la economía liberal y a su locura generalizada, para someter a la economía a un proyecto de vida en común. No ya servir al capital, sino poner este a disposición de los hombres. El triunfo del capitalismo determinó la muerte de lo político y de la política a favor de un elogio simple y llano de la técnica de la administración de los hombres como bienes.

Todo prolegómeno al reencanto del mundo pasa por esta revolución copernicana: terminar con esa religión de la economía que hace del capital su Dios, y de los hombres vulgares fieles moldeados a su voluntad. De modo que hay que promover un ateísmo en esta materia, al menos un confinamiento de la economía al único registro de los medios, y no de los fines. Debe estar al servicio y no exigir que se la sirva. Para que esto ocurra, debe someterse a lo político; desde hace demasiado tiempo, la política actúa como sirvienta de la economía.

Y tú joven amigo (mientras) inmóvil, paralizado, clavado como un insecto a un corcho, estás al completo servicio de un orden en el cual no tienes opción. Busca el sentido…

Cuando estén secas las pilas de todos los timbres que vos apretás… (*)

(*) (De la letra del Tango "Yira, yira" de Enrique Santos Discépolo)

Estimado joven amigo: Según dicen los libros de Historia (es que a los viejos nos gusta la Historia)… ya en proceso de desatarse la revolución francesa, cuando la gente del pueblo, a falta de harina y trigo, fue directamente a Versalles a encarar a la Reina, ésta habría respondido con la frase: "Que coman pasteles" (Qu"ils mangent de la brioche), lo que causó un gran enojo en el pueblo, algo que sólo ayudó a odiar más a María Antonieta.

Hay muchas versiones que señalan por qué María Antonieta habría dicho aquello. Sin embargo, el filósofo Jean-Jacques Rousseau dice que la frase no provino de ella, sino de otra reina María Teresa de Austria (esposa de Luis XIV); la frase original era "S'il ait aucun pain, donnez-leur la croûte au loin du pâté" (Si no tienen pan, que les den el hojaldre en lugar del paté. "Pâtè en croûte"), pero para muchas personas María Antonieta fue la que dijo esa frase, que en cierto sentido ha sido analizada y reconocida por todo el mundo…

El 10 de agosto (1792) se produce la insurrección. Las Tullerías son asaltadas, el Rey se refugia en la Convención, que vota su suspensión provisional, y ambos son internados en el convento de los Feuillants. Al día siguiente, la familia real es transferida a la prisión del Temple. Allí moriría, casi dos años más tarde, su segundo hijo varón, a los 10 años de edad, conocido como Luis XVII, aunque por supuesto nunca reinó. Durante las matanzas de septiembre, la princesa de Lamballe, víctima simbólica, es salvajemente asesinada y su cabeza se exhibe en la punta de una pica, paseándola por delante de las ventanas tras las que se hallaba María Antonieta. Poco después, cuando ya la guerra ha empezado, la familia real queda retenida por la Convención. A principios de diciembre, se descubre el "armario de hierro" en el que Luis XVI guarda sus papeles secretos. El proceso, a partir de ese momento, es inevitable.

El 14 de agosto de 1793, María Antonieta es puesta a disposición judicial ante el Tribunal revolucionario, presentándose como acusador público Fouquier-Tinville. Si en el juicio de Luis XVI se había intentado guardar las apariencias de una cierta equidad, no se hizo así con el proceso a María Antonieta. El dossier se prepara a toda prisa; es, a todas luces, incompleto, Fouquier-Tinville no logra encontrar todos los documentos de Luis XVI.

María Antonieta es condenada a la pena capital el 16 de octubre, dos días después del inicio del juicio, acusada de alta traición. De madrugada escribe una carta a Madame Isabel, la hermana de Luis XVI:

"Acabo de ser condenada, no a una muerte honrosa, que se reserva para los criminales, pero voy a reunirme con vuestro hermano".

Al mediodía del día siguiente María Antonieta es guillotinada, sin haber querido confesarse con el sacerdote constitucional que le habían propuesto. Fue enterrada en el cementerio de la Madeleine, calle de Anjou-Saint-Honoré, con la cabeza entre las piernas. Su cuerpo fue exhumado posteriormente el 18 de enero de 1815 y transportado el 21 a Saint-Denis.

Frases relevantes en sus últimos momentos

• Días antes de su muerte, después de que su marido fuera ejecutado, sus hijos arrancados de su lado, el Delfín manipulado para acusarla de estupro, y completamente sola, en su prisión María Antonieta se golpeó la cabeza contra una viga del techo haciéndose una herida que no paraba de sangrar. La todavía reina no se quejó. Ante la pregunta de uno de los guardias: "¿Os habéis hecho daño?", María Antonieta contestó: "No, ahora ya no hay nada que pueda hacérmelo".

• Vale la pena recordar uno de sus momentos más estremecedores cuando supo el descuartizamiento cruel y sangriento de su leal amiga María Luisa de Saboya-Carignan, princesa de Lamballe, quien fuera salvajemente asesinada en la prisión de la Force, el 3 de septiembre de 1792, y su cabeza peinada y empalada fue desfilada por las calles entre risas y gritos salvajes.

• El día de su ejecución, mientras el pueblo entero la abucheaba e insultaba, María Antonieta se tropezó subiendo al cadalso y pisó al verdugo que estaba a punto de guillotinarla. La reina le dijo: "Disculpe señor, no lo hice a propósito".

Desde octubre de 2000 a septiembre de 2014, sigo "erre que erre" (con esperanza y sin miedo)

Catorce años y cuatro nietos después… sigo siendo "millonario" en derrotas, y continúo rumiando las mismas viejas y queridas causas perdidas o la amargura de la victoria.

La lección que puedo sacar es que a menudo los débiles y los vulnerables tienen cosas útiles que enseñar a los fuertes. Avanzando un poco más, Günter Grass en Mi Siglo, nos dice: "A veces, aunque con retraso de decenios, incluso ganan los que tiran piedras"…

Luego de este largo y doloroso, alegato en favor de los niños ("en el nombre del nieto"), suficientemente documentado, a modo de final (para no olvidar mis orígenes y rizar la melancolía), voy a dejarlos con unos versos de mi tierra:

Letra de "Recital a la infancia" de Horacio Guarany (fragmento)

Mi casa era muy triste cuando niño, por todas partes se encendían velas… Había una pascua de lunas sin auroras, cristos de palo y largas cabelleras… ¿Cómo era mi infancia?… no recuerdo… uno andaba de yapa, de prestado, perdido entre las hachas y los montes, como una flor que hubieran pisoteado. ¿Quién se llevó mi niño de las manos? ¿Quién lo golpeó? ¿A dónde lo llevaron? ¿Quién lo mató? ¿Quiénes lo despojaron de sus juguetes? ¿Quiénes? ¿Quiénes? ¿Quiénes? Voy por las calles buscándolo a mi niño, ese que nunca fui, no me dejaron… El día que lo encuentre lo hago un hombre para que sepa quienes lo mataron… El día que lo encuentre lo hago un hombre para que sepa quienes lo mataron…

A partir de esto, ustedes mismos.

Por lo que me toca, he intentado, al menos, no ser un monaguillo, rendido en genuflexa manifestación colectiva de vasallaje, ante la banca avariciosa y egoísta , capaz de dejar tirada a la gente, y denunciar la crisis moral de un sistema político y económico que ha perdido el norte y también la vergüenza. El abandono de los niños es, quizá, la evidencia más grave de esa decadencia ética.

A pesar de mi poca voz, he procurado, hacerles abrir los ojos, a veces cerrados o condescendientes, al contubernio entre política y mercado, causa y razón de la pérdida de legitimidad del estado democrático, en cuanto artífice y defensor del bien público.

Los cantos a la eficiencia de los mercados y la irresponsable convicción de que el crecimiento del capital, liberado de regulaciones estatales, sería perpetuo, se sumaron al desprecio de todo lo público en una desbocada carrera hacia la privatización de los bienes comunes.

Lo que se agazapaba tras el púdico nombre de economía de mercado reveló su verdadero rostro: el capital, que había desaparecido de la retórica socio-política de los años de reconstrucción de la larga posguerra mundial, volvió por sus fueros de la manera que desde su origen lo ha caracterizado: con una crisis devastadora, que hizo buena una vez más la dramática predicción del utópico Robert Owen: si se deja que la economía de mercado evolucione según sus propias leyes, solo se provocarán grandes y permanentes males.

Y ha sido la brutal crisis del capitalismo financiero unida a la incapacidad del Estado democrático, previamente vaciado de su sustancia representativa y administrativa, para hacerle frente, la que ha provocado ciertas reacciones sociales que recuerdan a aquellas formas de autoprotección de la sociedad que Karl Polanyi teorizó como causas de la gran transformación del capitalismo salvaje del laissez-faire, cuando todo se degradó a la condición de mercancía hasta que los obreros de las fábricas, con sus organizaciones de clase, y las clases medias que accedieron por la conquista del sufragio universal al poder político, frenaron la destrucción colocando las bases del Estado de Bienestar. Oremos, para que a la dictadura del mercado la suceda el imperio de la razón. En el nombre de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos, basta de falsos dogmas.

Una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: afectado por una hemiplejia moral, en nuestra época, le ha dado la espalda al futuro (y a la ética).

– (Enero 2015) ¿Qué es lo que impulsa el progreso moral?

¿Es este un Paper de "retazos" (viejas y queridas causas perdidas) de trabajos anteriores, sin esperanza y con miedo? ¿Es una "epifanía" navideña? ¿Es una trampa emocional?

"Platón sostuvo que el progreso moral era un proceso esencialmente intelectual, impulsado por argumentos razonados, posición que muchos de los filósofos morales más influyentes, desde Baruch Spinoza e Immanuel Kant hasta John Rawls y Peter Singer, han apoyado. Sin embargo, muchos filósofos han rechazado la autocracia de la razón en la vida moral de los seres humanos, al convenir con la afirmación de David Hume de que "la razón, en sí misma, es totalmente inerte". Creen que ningún argumento puramente abstracto puede incitarnos a hacer algo que no queramos hacer.

Si un argumento razonado no puede movernos, ¿qué será lo que pueda hacerlo? Una respuesta sencilla sobresale: las emociones.

Las emociones morales, en particular la empatía, pueden lograr lo que ninguna reflexión insensible puede: nos hacen sentir -y, por tanto, querer explicar- la experiencia de los demás. Cuanto más sentimos, más nos importa algo y más morales son nuestras motivaciones. En una palabra, un fuerte sentido de la empatía estimula el progreso moral.

Con ese paso de la razón a la emoción, la filosofía moral está dando paso cada vez más a la psicología moral, que, al adoptar ideas procedentes de la biología evolucionista, tiene cada vez más cosas que decir sobre la naturaleza humana y nuestra vida moral. Todo va a parar a la selección natural.

Las emociones morales como la empatía son en igual medida un resultado del funcionamiento ciego de la adaptación como nuestra posición vertical y los pulgares ponibles, rasgos que están arraigados en una especie por la proliferación de determinados genes. Los seres humanos sentimos la máxima empatía por quienes comparten con nosotros la mayor proporción de nuestros genes: nuestros hijos, nuestros padres, nuestros hermanos y, en gradaciones en disminución, nuestra familia extensa y nuestra tribu. Nuestra empatía para con ellos puede movernos incluso a hacer sacrificios que pongan en peligro nuestra supervivencia individual, pero eso tiene el máximo sentido desde el punto de vista de la preservación de nuestros genes compartidos"… (Rebecca Newberger Goldstein, philosopher and MacArthur Fellow – Project Syndicate – 26/1/15)

Nos estamos saboteando a nosotros mismos (impotencia aprendida)

Los hombres podrían haber elegido muchas firmas de suicidio universal: el holocausto atómico (volar por los aires nucleares)… el daño ecológico irreversible (crepúsculo terrenal)… pero han elegido la más siniestra, surrealista, grotesca, absurda y fatal, manera de inmolarse, que es: matar a sus propios hijos. Están "asesinando" al futuro.

Si antes recurría a Platón (Atenas o Egina, ca. 427-347 a. C.), buscando explicar el progreso moral, ahora debería remontarme a Herodes (Ascalón, 73 a. C. – Jerusalén, 4 a. C.), para encontrar el prototipo de los opresores, que no dudan en cometer crímenes -incluso el asesinato múltiple de víctimas indefensas- por miedo a perder el poder.

Por tiempo y circunstancia, puedo dar testimonio del "vía crucis" (pasión y muerte) de los abuelos-pensionistas (situación en la que me encuentro), padres-trabajadores (situación en la que se encuentran mis hijas) e hijos-empobrecidos (situación en la que podrían hallarse mis nietos, u otros nietos, con menor suerte), que los "amos del universo" están llevando al abismo, con la "inconfesable" esperanza de incrementar o preservar sus ganancias, y mantenerse en el poder.

Posiblemente ignoren (yo creo que no) que esos "hijos de nadie", a los cuales se les está hurtando el futuro, serán los que más adelante, robarán, violarán o asesinarán a sus hijos ("ricos y famosos"), como un último acto (inconsciente) de rebelión contra la necedad.

Esos "hijos de un dios menor". Esos niños con subalimentación crónica, serán irremediablemente subnormales, inevitablemente marginados y potencialmente criminales. Sobran los ejemplos, para que no se pueda negar la evidencia: ¿de dónde salen los terroristas del fundamentalismo islámico que atentan en Europa? ¿de dónde salen los pandilleros que saquean las grandes ciudades de los EEUU? ¿de dónde sale tanta sed de ciega venganza? Es la respuesta inhumana a la destrucción de lo humano.

El impacto del estado nutricional prenatal, especialmente en lo concerniente al peso de nacimiento (PN), sobre el estado nutricional y desarrollo cognitivo del niño y, sobre la actividad ocupacional a desempeñar en la vida adulta tanto en el corto, mediano o largo plazo, ha sido una problemática de interés para diversos investigadores; en relación a ello, algunos autores encuentran una asociación positiva y significativa entre estas variables, mientras que otros no encuentran dicha relación. Es así como se ha descrito que niños con PN subóptimos, ya sea insuficiente (PNI), bajo (PNB) o extremadamente bajo (PNEB), además del deterioro temprano del estado nutricional, presentarían en el corto plazo, un mayor riesgo de daño en la maduración cerebral, retraso del desarrollo cognitivo y menor circunferencia craneana (CC), lo que implicaría menor volumen encefálico y bajo rendimiento intelectual. En el corto y mediano plazo, esta situación perjudicaría el proceso enseñanzaaprendizaje en la etapa académica, mientras que en el largo plazo, condicionaría la actividad ocupacional a desempeñar en la vida adulta.

El efecto del PN subóptimo sobre el proceso educativo ha sido destacado por numerosos investigadores, quienes señalan las adversas consecuencias que se manifiestan en la edad escolar, en lo que respecta al rendimiento académico, que implica no solo bajo rendimiento escolar (RE), sino también problemas psicológicos y de abandono del sistema educacional.

Esa(s) generación(es) de "tarados", no desengancharan la carroza real al grito de "vivan las cadenas" (es un lema acuñado por los absolutistas españoles en 1814 cuando, en la vuelta del destierro de Fernando VII, se escenificó un recibimiento popular en el que se desengancharon los caballos de su carroza, que fueron sustituidos por personas del pueblo que tiraron de ella), sino que, más pronto que tarde, tomarán la Bastilla o el Palacio de Invierno y la guillotina o el fuego, serán el cañón matemático con el que saciaran su hambre y sed de justicia. Y si no, al tiempo.

Por ahora, esa generación de "tarados" se quita la rabia en los partidos de las "ligas inferiores", pero en cuanto asciendan a la "liga mayor", yo no desearía estar en el culo de los "amos del universo". Van a echar en falta no haber apretado, a tiempo, el botón nuclear (holocausto) o que los mares no hubieran tapado, antes, la tierra (apocalipsis).

Post Scriptum: (27/1/15) Parece más 1933 que 2015 (la era de los impostores)

Acabo de ver por televisión (Euronews) la trasmisión en directo de los actos del 70 aniversario de la liberación del más terrible campo de exterminio nazi en Auschwitz-Birkenau. Una gran conmemoración con supervivientes y representantes de 50 países que ha recordado el horror de Auschwitz y ha lanzado preguntas sobre el presente.

Miles de personas reunidas en Auschwitz-Birkenau para rendir homenaje a los cientos de miles -1,1 millones según los cálculos más conservadores- que fueron asesinados allí, así como a todos los millones de víctimas del Holocausto. Pero sobre todo, el homenaje ha sido para aquellos que lograron sobreponerse a la barbarie nazi y sobrevivieron.

Supervivientes que han sido los merecidos protagonistas de un acto multitudinario que ha tenido lugar este martes, coincidiendo con el 70 aniversario de la liberación del campo: cerca de trescientos de ellos -y siete décadas después éste es un número extraordinario- han estado aquí, dando testimonio y recordando al mundo que aún hay testigos directos de la barbarie absoluta.

Junto a ellos y sus familias, políticos, jefes de estado y diplomáticos representando hasta 50 países, algunos tan alejados como Argentina, Canadá, Estados Unidos o Nueva Zelanda; otros quizá inesperados como Azerbaiyán o Turquía, los únicos de mayoría musulmana presentes; todos los que sufrieron directamente la barbarie nazi: Francia, Bélgica, Holanda, Hungría, Eslovaquia, Eslovenia, Ucrania, Italia…; y, por supuesto, la propia Polonia y Alemania, representadas por sus presidentes Bronislaw Komorowski y Joachim Gauck, respectivamente.

La representación ha sido, además, del más alto nivel: hasta 17 jefes de estado o primeros ministros han estado en la gran carpa montada en la Puerta de la Muerte de Birkenau, la terrorífica entrada por la que cientos de miles pasaron para no volver a salir jamás. Presidentes como los ya citados de Polonia y Alemania, el francés Hollande o el ucraniano Petró Poroshenko; reyes como Guillermo de Holanda -acompañado por su esposa la reina Máxima- y Felipe de Bélgica -acompañado a su vez por la reina Matilde-; y otros representantes de primer nivel como los príncipes herederos de Suecia -Victoria-, Noruega -Haakon- y Luxemburgo -Guillermo-. Desde España había llegado Jesús Posada, presidente del Congreso y tercera máxima autoridad del Estado. Además, otras personalidades del mundo de la cultura, como el director de cine Steven Spielberg y líderes de organizaciones judías de todo el mundo como el World Jewish Congress.

La ceremonia propiamente dicha ha comenzado a la hora prevista con la intervención del presidente polaco, que ha dado la bienvenida a todos los presentes y ha alertado contra el crecimiento de "la xenofobia y el antisemitismo". Tras Bronislaw Komorowski han tomado la palabra tres supervivientes de Auschwitz, que han narrado en primera persona algunos episodios del horror que vivieron en el mismo lugar en el que setenta años después han podido dar testimonio para que todo el mundo recuerde que ellos vieron y vivieron lo que algunos niegan.

Fue el testimonio de los supervivientes lo más sobrecogedor en una ceremonia que honraba su memoria y que contó con la asistencia de cerca de 300 y con las palabras de tres de ellos. La exprisionera polaca Halina Birenbaum, actualmente residente en Israel, se dirigió al público, pero sobre todo a los líderes presentes, para lamentar que, si Auschwitz pudo existir durante cinco años, "entonces todo lo perverso es posible en nuestro mundo".

"Contra eso tenemos, tienen ustedes que luchar", dijo antes de agradecer al museo-memorial de Auschwitz la conservación de los objetos y documentos que demuestran la barbarie que ella y otros cientos de miles de personas sufrieron durante su cautiverio. "Actuar, no sólo recordar", afirmó por su parte el superviviente estadounidense Roman Kent.

"Recordar sí, pero no sólo, también educar a las futuras generaciones para que entiendan lo que sucedió cuando se permitió que el odio se apoderase de todo, hay que enseñar tolerancia y entendimiento, tanto en casa como en el colegio", pidió en su intervención. Kent describió la vida en el campo con unas palabras que quedarán para el recuerdo: "Un minuto en Auschwitz era como un día entero, y un día como una semana, y una semana como un mes. Una eternidad de horror".

Otro testimonio, el único de un superviviente no judío, fue el del polaco Kazimierz Albin, deportado a Auschwitz en 1940 por cooperar con la resistencia, quien quiso recordar el papel de estos partisanos polacos que lucharon valientemente contra los nazis en los alrededores del campo y que ayudaron a los pocos presos que, como él, lograron escapar con éxito de sus instalaciones.

Los actos han terminado con lo que ha sido, probablemente, el momento más emocionante del día: cuando un grupo de supervivientes y familiares, así como los representantes políticos, se han desplazado a pie desde la carpa hasta el Memorial del campo, hasta el final de la vía ferroviaria que llegaba a Birkenau.

La gran comitiva, de varios cientos de personas, ha recorrido los 500 metros que separaban ambos puntos bajo la nieve, con un frío verdaderamente aterrador, y cuando ya era noche cerrada en el campo. Para ello, además, han tenido que pasar junto a uno de los lugares más terroríficos de Birkenau: la infame Rampa en la que bajaban de los trenes los que llegaban al campo y donde eran seleccionados en unos segundos en los que se decidía sobre su vida y, en la mayor parte de las ocasiones, sobre su muerte.

Los supervivientes, sus familiares y los representantes políticos que les acompañaban han recogido velas encendidas y las han depositado en el monumento y en las lápidas que recuerdan a los fallecidos de cada país, en un estremecedor silencio sólo roto por la música de fondo que sonaba en todo el campo y los flashes de los fotógrafos. En el aire, además de la nieve flotaba la consciencia de que difícilmente podrá una celebración en los próximos años reunir a tantos supervivientes, tantas narraciones en primera persona de lo que allí pasó. Afortunadamente, ahora que parece que ese testimonio vuelve a ser extremadamente necesario, todos han contado ya su historia y, aunque su presencia no será eterna, su ejemplo y su coraje sí permanecerán.

(Sustituyan "odio" por "avaricia", "Auschwitz" por "comedores de caridad", "pasado" por "presente" y piensen si las bolsas de pobreza y exclusión social de la actualidad, no son (también) un crimen de lesa humanidad)

El agujero negro del presente (la anatomía de la melancolía)

La frase del testimonio de los sobrevivientes que más me conmovió (y dejó preocupado) fue: "no permitamos que el pasado sea el futuro". En el caso que me ocupa podría sustituirla por: "no permitamos que el presente sea el futuro". Que este presente de pobreza y exclusión (que nos asestan) no sea el espejo del futuro.

¿Puede ser que 2015 prologue otro 1938? "La noche de los cristales rotos"… ¿Qué fue lo primero la cabeza o el cuerpo de la serpiente? El progreso estancado de occidente puede dejar secuelas sociales permanentes. La cultura europea y norteamericana actual (¿podríamos llamarla, cultura de mercado?) materialista, adquisidora, adversa a Dios y la familia, parece fría, muerta y poco satisfactoria, a los ojos de muchos de sus ciudadanos (¿podríamos llamarlos súbditos, o mejor decir, ciervos de la gleba?). Puede parecer 1933 o preludiar 1938, en tanto los responsables políticos y financieros sigan empeñados en admitir, lo que no pueden negar y en negar, lo que no pueden admitir.

Esta historia (¿repetida?) la gran mayoría de las veces termina formando bolsas de pobreza y exclusión. En el peor de los casos, acaba en las redes de captación de grupos terroristas, criminales, radicales o fanáticos, que ofrecen lo que la sociedad en la que viven no ofrece: sentido de pertenencia, identidad, objetivos vitales y búsqueda de ilusión; pero también mentiras, autodestrucción y muerte.

Las personas necesitan esperanzas que llenen la vacante de la desilusión. Aferrarse a una utopía, a un proyecto ilusionante que implique la realización personal y colectiva es fundamental. Ahora, en tiempos de crisis, es más evidente que nunca. No es casual que emerjan opciones populistas de todo signo, pero tampoco que los grupos terroristas extiendan sus redes de captación por la sociedades occidentales.

A la hora de determinar nuestro destino económico, pocas cosas importan tanto como el barrio en el que nacimos. Todos tenemos claro que vivir en una zona pobre reduce las posibilidades materiales de sus residentes, por lo que el sueño de muchos es cambiarse a una zona más acomodada de la ciudad donde habitan.

"Pero un reciente estudio de los investigadores estadounidenses Douglas Massey de la Universidad de Princeton y Jonathan Rothwell del Instituto Brookings va más allá y presenta nuevas pruebas de que no basta con irse del barrio precario a uno mejor. La evidencia que recopilan encuentra que el sitio específico en la ciudad donde una persona pasó los primeros 16 años de su vida es determinante para los ingresos que recibirá varias décadas después, aunque cambie de lugar de residencia muchas veces después"… Nacer en un barrio humilde: ¿una condena permanente a la pobreza? (BBCMundo – 28/1/15)

Es una noticia triste para los que creen en la posibilidad del ascenso y la movilidad social. Y también podría añadir elementos de discusión a la controversia suscitada por propuestas en muchos países, incluso en algunos latinoamericanos, de llevar a habitantes de barrios pobres a vivir en las zonas más pudientes de la ciudad.

"El barrio es el punto crítico donde se bloquean las aspiraciones de la gente para avanzar en la vida", le dice Massey a BBC Mundo. Más aún, es una herencia muy difícil de escapar.

"Los barrios pobres tienden a tener tasas más altas de desorden social, crimen y violencia. Las investigaciones muestran cada vez más que la exposición a esta clase de violencia no tiene solamente efectos de corto plazo sino también de largo plazo en la salud y la capacidad cognitiva de sus habitantes", asegura Massey. "Tiene efectos que no se borran cuando la gente crece".

El estudio de Massey y Rothwell se basó en información de los barrios en Estados Unidos, pero Massey le insiste a BBC Mundo que las lecciones de su investigación se aplican a cualquier otro país en donde se presentan altos niveles de segregación por clase.

"Es un fenómeno que se presenta frecuentemente en América Latina", dice el profesor de la Universidad de Princeton. Pero que sorprende más en Estados Unidos. "A los estadounidenses no les gusta admitirlo, pero la clase social se está volviendo una prisión para la gente, debido al efecto de los barrios en determinar nuestra suerte. Nuestra tasa de movilidad social está rezagándose frente a la de otros países industrializados", dice Massey.

"En Estados Unidos nos gusta pensar que cualquier persona puede ir a cualquier lado basándose en sus talentos y habilidades. Pero cada vez más esto no es el caso. El talento y la habilidad se ven constreñidos cuando la gente está atrapada en ambientes segregados", apunta el investigador.

¿Cuánto cuesta vivir en un barrio pobre? Vivir en uno de estos ambientes segregados significa frecuentemente asistir a escuelas deficientes, estar lejos de las oportunidades laborales y cerca de los focos de violencia de nuestras ciudades.

La investigación de Massey y Rothwell cuantifica el promedio de lo que un estadounidense en promedio deja de ganarse si vive en un barrio pobre de ese país. Encuentra que perderá cerca de US$ 900.000 a lo largo de su vida comparado con lo que recibe en ingresos su equivalente en un barrio acomodado.

Preocupantemente, ven este problema como una tendencia en aumento. "A medida que la distribución de ingreso se ha hecho más desigual, también viene ocurriendo lo mismo con la distribución de los barrios. La concentración de la riqueza y la pobreza ha aumentado. Los barrios pobres se han vuelto más pobres, y se ha vuelto más difícil escapar al estatus socioeconómico de la pobreza", indica Massey.

Por lo que incluso en Estados Unidos, nacer y crecer en un barrio pobre cada vez más determina la suerte de las personas que no consiguen mejorar sus condiciones muy temprano en sus vidas.

Estar expuesto a un ambiente de violencia de pandillas y otras formas de desorden urbano deja consecuencias permanentes en los niños que crecen en esas zonas, según expertos. Este es el "producto bruto" que no miden los economistas y políticos y que parece solo preocupar a unos pocos psicólogos y sociólogos. El estatus socioeconómico de la pobreza.

Lo único que queda por dilucidar es si estos indigentes (mentales
y económicos) serán las "víctimas" o los "victimarios",
en la próxima "solución final". Entonces "el pasado
será el futuro". Ahí quedan estos recuerdos y advertencias
(de pura melancolía, tal vez).

 

 

Autor:

Ricardo Lomoro

 

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