Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La imperiosa necesidad de aprender a filosofar (página 16)




Enviado por Luis Ángel Rios



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20

Los medios de información, producto del desarrollo tecnológico, además de fomentar violencia de manera directa e indirecta (más indirecta que directa), nos "venden" la idea de que la felicidad y el éxito en el amor proceden de la influencia omnipotente del dinero. "En la sociedad moderna, los medios de comunicación imponen tipos de existencia que ponen al descubierto valores de la civilización economicista y pragmática que se ha hecho hegemónica"[1248]. La televisión, por ejemplo, pretende inculcar la percepción de una vida carente de sentido humano y de los ideales que supuestamente deben guiar la educación, provocando, en quienes carecen espíritu crítico, que se familiaricen con funciones sociales normativas y estereotipos que obedecen a criterios discutibles o a patrones de conducta de otros; así mismo, con diversos ardides, sofismas y falacias, procura "sensibilizar" persistentemente el principio de que el éxito depende del consumo, y de que es siempre el más fuerte el que triunfa; y propone una idea de la felicidad basada en valores egoístas sin referencia a la solidaridad con los demás. "Con cada señal, con cada programa, se va durmiendo al individuo, volviéndolo un adepto de la "realidad" impuesta por el medio. Y así, la telenovela de la tarde-noche, el partido de fútbol de los fines de semana, o la caricatura básica que impulsa a la idiotez, se llega a un sueño en donde no se puede juzgar que es la realidad y que es la ficción impuesta por los medios, con base en la producción de riquezas"[1249]. Cuando encendemos el televisor, tal como nos decía Estanislao Zuleta, nos "bombardean" con mensajes que nos dicen que "la felicidad se encuentra en consumir, en comprar algo", y que si usamos determinada loción nos "lloverán" pretendientes para prodigarnos amor. "Este ambiente frívolo ha ido configurando la opinión de que fumar ayuda a establecer relaciones, beber es el acompañante obligado de toda conversación cordial, la potencia del coche mide el rango social de una persona, no tener una segunda casa es signo de haberse estancado en la vida… Poco importa que psicólogos lúcidos, como Abraham Maslow, subrayen que el hombre debe intentar llegar a ser lo que puede ser, no lo que supera sus posibilidades. La propaganda sigue bombardeando nuestros centros de decisión con esloganes incitantes: "No te prives de nada"; "Marca la pauta, no dejes que te la marquen"; "Sé un señor: he aquí tu coche". Y se nos invita a ser libres vistiendo determinada ropa, ser triunfadores bebiendo tales licores, acumular éxitos amorosos perfumándonos con las esencias más costosas… Este martilleo propagandístico, unido a la preocupación actual por la imagen, altera paulatinamente nuestro sistema de valoraciones… La propaganda excita nuestra voluntad de poseer para disfrutar. Al ser dueños de lo que nos fascina, debiéramos sentirnos satisfechos y autorrealizados. Pero no es así. Nos corroe la comezón de aumentar nuestras posesiones, y nos falta tiempo y sosiego para pensar que la felicidad no se alcanza entregándose al goce de dominar, que es "vértigo", sino al gozo de colaborar, que es "éxtasis". Esta decepción provoca ansiedad al principio y apatía después… La propaganda comercial no sólo promociona un producto; difunde una mentalidad consumista, hedonista, ambiciosa de parecer y destacar"[1250].

Formas masivas de evasión, como algunas películas o programas
de televisión, presentan panoramas falsos y "rosados" del mundo,
buscan subsumir a las personas acríticas en universos irreales o utópicos,
con el ánimo de anular su capacidad reflexiva y analítica hasta
estupidizarlos y alienarlos. "Lo que pasa es que quienes van acomodándose
a este mundo irreal se despegan poco a poco del verdadero. Este ajuste a lo
irreal tiene forzosamente que producir terribles desengaños y desilusiones
a los jóvenes sencillos y sin malicia cuando se enteran de que la vida
no es como la pintan los cuentos románticos"[1251].

En una obra de radioteatro del Teatro Nacional de Argentina, denominada "El
Televisor", se reflexiona sobre este artefacto. Según esta pieza
cómica, en el quietismo que impone la televisión hace que la vida
sea un "círculo para la mayoría, una parábola, un
letargo… El televisor es un aparato indiscreto… Es tan cómodo recibir
lo que nos da, porque no hay que hacer para ser espectador: no debe rendirse
examen para serlo; cualquier imbécil puede hacerlo. Leer un libro significa
tener que comprometernos en poner algo de nuestra parte, incitar nuestra imaginación,
pensar los personajes, analizar la sicología…" Su interlocutor lo
apoya al afirmar que "esta porquería (el televisor) se lo ofrece
todo, servido en bandeja. No es necesario pensar siquiera. Esto idiotizará
a todos"[1252].

Los encargados de la publicidad discursiva y propagandística acuden a todo tipo de estrategias posibles con el propósito de vender los discursos y las mercancías. Su finalidad es que nadie sea inmune o se resista a los efectos prácticos de los anuncios. El público tiene que quedar convencido de lo que se le dice y de lo que se le anuncia. Y si hay que estimularles al oyente y al consumidor su afectividad y su sensibilidad, se acude a lo que tenga que acudir. Hasta la manifestación artística verbal más sublime (la poesía) se pone al servicio de la publicidad.

La publicidad, como servidora del comercio, "comprende verdades a medias, engaños y hasta fraudes descarados; halaga la vanidad o provoca el temor, el falso orgullo o el deseo de ponerse a la vanguardia de la moda; sus programas de radio y de televisión son a veces horribles y llenos de voces estridentes y chillonas"[1253]. Con los artificios del lenguaje la publicidad realiza panegíricos de bebidas alcohólicas, automóviles, cigarrillos, toallas higiénicas, jabones, electrodomésticos, etcétera. Explota las ambigüedades y juegos de palabras: "Mejor mejora mejoral".

Los "creativos" en publicidad, como los poetas, crean símbolos y los manejan a su antojo. "Se utilizan los de la moda y la estética para anunciar prendas de vestirse y perfumes; los de la alegría juvenil para meter por los ojos los refrescos y los dulces; los de la aventura y el deporte para promover la venta de cigarrillos y licores; los del amor maternal para vender pañales, leches y alimentos infantiles[1254]

Otra estrategia utilizada por la propaganda es la orientación intencional o el hábito de guiarnos solamente por las palabras y no por los hechos a que debieran conducirnos las palabras. La orientación intencional está llena de verborrea, estereotipos, autointoxicación verbal, frases hechas, confusión de niveles de abstracción, connotaciones afectivas, técnicas de persuasión, superlativos abundantes e hipnotismo verbal, cuya finalidad es la manipulación que nos hace ignorar los contextos, reaccionar automáticamente y aceptar como verdad lo que se nos dice. Así las cosas son como la publicidad afirma que son, y no pueden ser de otra manera.

Como la orientación intencional clasifica, entonces la publicidad trata de convencernos que los triunfadores sólo son quienes compran y utilizan ciertas mercancías; ellas dan prestigio, fama y poder. El éxito y el fracaso dependen de los bienes que se consuman. A los publicistas les interesa resaltar "con nombres sugestivos o epítetos pletóricos de connotaciones afectivas, en las cuales vayan sugerencias relativas a la salud, riqueza, atractivo para el otro sexo, prestigio social, ventura familiar, moda, elegancia, etc."[1255]. Si quiere ser amado o amada, prueba este exquisito perfume… ¡Es irresistible! ¡Es fascinante! No hay efluvios como los de este aroma enervante… Es la fragancia de la conquista. Se la frota en la mañana, y todo el día irá irradiando el aroma del amor. Es tal la arremetida consumista que hasta acude al imaginario popular y a la fe de los ingenuos creyentes. El "slogan" de un reconocido "champú" para "cubrir" canas aliena a los cándidos: "Dios bendice al que usa Neverol".

Los publicistas, acudiendo al poder explícito o implícito del lenguaje, que a través de expresiones directivas intenta controlar, dirigir o influir en nuestras determinaciones inmediatas o futuras por medio de las palabras, lo único que pretenden es sujetar nuestra subjetividad para que, manipulados por este tipo de lenguajes del control social, compremos los productos anunciados, sin importarles en absoluto nuestros motivos: "nos prometerán el oro y el moro si ven que eso nos convence; nos dirán que con su producto atraeremos al otro sexo; nos presentarán beldades en bikini, para que las asociemos con lo maravilloso de sus productos, lo mismo si se trata de una crema de afeitar que de un automóvil, de un seguro de vida, de una marca de pintura o de una herramienta de trabajo… A juzgar por lo que vemos en muchas revistas, los anunciadores no pararían mientes en vendernos lo que fuera… Por eso, cuantos tengan que utilizar el lenguaje directivo, acompañado de promesas explícitas o implícitas, tienen la obligación moral de cerciorarse moralmente -no hay certidumbre absoluta- de que no están creando falsas ilusiones. Los políticos prometen acabar de raíz con la pobreza, los anunciantes de determinado jabón, nos aseguran que la felicidad volverá a nuestro matrimonio gracias al lavado inmaculado de las prendas familiares, los periódicos nos atemorizan con el desplome de la nación entera si no votamos por su candidato político… Todos estos disparates son, por las razones dichas, algo más que eso: contribuyen verdaderas amenazas para el orden social. Tanto da que se hable así por ignorancia o por error, o con el propósito malévolo de engañar conscientemente: la desilusión que produce no deja de ser destructiva de la confianza recíproca entre los seres humanos"[1256]. En este sentido, Lorena Martínez López precisa que "la creación e invención de propagandas, técnicas psicológicas, pedagógicas y publicitarias le roban al hombre la iniciativa en la toma de decisiones acerca de la dirección que ha de tomar su vida; le inhiben la capacidad de elegir, la decisión y la responsabilidad, que son períodos fundamentales de un acto auténticamente personal…"[1257].

Con relación a estas inobjetables realidades alienadoras, Erich Fromm señala que "la propaganda moderna, en un amplio sector, es muy distinta; no se dirige a la razón sino a la emoción; como todas las formas de sugestión hipnótica, procura influir emocionalmente sobre los sujetos, para someterlos luego también desde el punto de vista intelectual. Esta forma de propaganda influye sobre el cliente, acudiendo a toda clase de medios: la incesante repetición de la misma fórmula; el influjo de la imagen de alguna persona de prestigio, como ser la de alguna dama de la aristocracia o la de un famoso boxeador que fuma tal marca de cigarrillos; por medio del sex-appeal de alguna muchacha bonita, atrayendo de ese modo la atención del cliente y debilitando al propio tiempo su capacidad de crítica; mediante el terror, señalando el peligro del "mal aliento" o de alguna enfermedad de nombre misterioso; o bien estimulando su fantasía acerca de un cambio imprevisto en el curso de su propia vida debido al uso de determinado tipo de camisa o jabón. Todos estos métodos son esencialmente irracionales; no tienen nada que ver con la calidad de la mercadería y apagan o matan la capacidad crítica del cliente, como podría hacerlo el opio o un estado hipnótico absoluto. Son capaces de proporcionarle alguna satisfacción debido a su efecto estimulante sobre la fantasía, tal como ocurre con el cine, pero al mismo tiempo aumentan su sentimiento de pequeñez y de impotencia"[1258]. El mismo autor aclara que los métodos hipnóticos usados en la publicidad comercial y en la propaganda política son un grave peligro para la salud mental, específicamente para el pensamiento crítico y claro y para la independencia emocional. "Sin duda por medio de estudios se mostrará que el daño causado por el vicio de las drogas es menor que el producido por nuestros métodos de lavado de cerebro, donde la sugestión subliminal hasta los recursos semihipnóticos, como la repetición constante o la distracción del pensamiento racional mediante el atractivo de la lujuria ("Yo soy Linda, vuela conmigo"). Es embrutecedor el bombardeo con los métodos puramente sugestionadores en la publicidad, y principalmente en los anuncios comerciales de la televisión. Este ataque a la razón y al sentido de la realidad se padece en todas partes y a todas horas: durante muchas horas de ver televisión, o cuando se conduce el auto en la carretera, o en la propaganda política de los candidatos, etcétera. El efecto particular de estos métodos sugestionadores es crear un estado de semisomnolencia, de creer y no creer, de perder el sentido de la realidad"[1259].

El psicólogo, investigador e intelectual Augusto Ramírez, al respecto, señala que "bajo la apariencia de una pluralidad de opiniones, del libre flujo de la información, de la libre concurrencia del mercado, nos proponen miles de productos y una sola idea: comprar. El pensamiento único que imponen tiene múltiples presentaciones, infinitas etiquetas pero una sola opción: comprar. El consumo como la finalidad de la vida, el mercado como único escenario racional posible… El televidente-consumidor siempre tendrá que ver el mundo por la ventana que el mercado elige… El modelo consumista es irracional en la medida que pretende imponer el consumo como único fin de la vida y el despilfarro de los recursos agotables como la única vía de un desarrollo sostenible… La adicción consumista al mercantilizar todos los medios de gratificación, ha limitado los recursos de adaptación humana, dejando a la gente indefensa ante las presiones del medio… Los falsos valores del hedonismo materialista al empobrecer la vida espiritual, al mercantilizar todas las vías de gratificación y autoafirmación humana, ha cerrado todos los horizontes vivénciales, enclaustrando el sentir y el pensar dentro de la unidimensionalidad del mercado. Esta cosificación del Ser, ha convalidado la irracionalidad del consumismo, imponiéndolo, no solo, como la mejor manera de vivir, sino como la única posible… Donde el acto de comprar ha sido impuesto como la forma universal de gratificación personal y la única manera de apuntalar la autoestima, el no tener dinero, el no poder comprar es sentido como una derrota personal, como una humillación desmoralizante. La imposición de los valores del mercado como cualificador de todas las relaciones humanas, ha mercantilizado el vivir, convirtiendo la sociedad en un gran bazar y a toda la gente en mercancía"[1260]. El filósofo Giovanny Carreño Díaz nos dice que "a través de la filosofía es posible que el alumno confronte su escala de valores y decida libremente optar por la vida en abundancia o por el escurridizo laberinto de la destrucción", y agrega que "resulta fundamental transmitir pasión por la vida y no dejar que ellos se pierdan en los supuestos valores que coloca la sociedad, porque si al ser humano le arrancáramos el mundo de las valoraciones y quedaran éstas encerradas en una esfera subjetiva, se provocaría una profunda deshumanización y la tierra se convertiría en un lugar inhabitable"[1261].

Eduardo Galeano[1262]precisa que la mayoría debe resignarse al consumo de fantasía, pues se venden a los pobres ilusiones de riqueza, a los oprimidos ilusiones de libertad, a los vencidos sueños de victoria y a los débiles sueños de poder. Por su parte, Zuleta afirma que "el éxito en el amor, en la sexualidad o en las relaciones humanas; la imagen de sí o la identidad; todo se compra y entonces del dinero es el dios, consígase como se consiga, porque a uno no le preguntan los vendedores cómo lo consiguió"[1263]. En esa "lógica" ilógica comprar algo es lo que da valora la vida y no el pensar por sí mismo, en el vivir una existencia reflexiva. "En el fondo lo que cuenta -aclara Zuleta- es conseguir la plata como sea, pues el esfuerzo no está valorado, si no el consumo, y por lo tanto hay que consumir. Lo único que diferencia a los hombres entre sí, según el mensaje de la publicidad, es lo que compran. Y si lo único que diferencia y abre las puertas al amor, a la felicidad, a la realización, es el consumo, entonces el dinero es Dios"[1264]. Vale aclarar que me identifico con Zuleta no porque sea de izquierda, marxista, socialista o comunista; mi simpatía con éste es por su conciencia crítica, por su condición de iconoclasta, desmitificador, reaccionario y contestatario; porque era un "pensador".

Los medios de información no cumplen a cabalidad una función social; muchas veces están al servicio de los monopolios, del Gobierno y de los políticos, quienes hábilmente los aprovechan para fortalecer el poder, incrementar el consumismo, alienar y masificar al pueblo, adoctrinar y emitir publicidad política falaz y demagógica. "Es difícil apreciar en toda su dimensión la violencia que comete la prensa en nuestros días. El hombre medio de ahora sostiene las opiniones y formas de enjuiciamiento del periódico que lee todos los días: el periódico ejerce presión sicológica sobre él. Y por causa del engaño y la venalidad de la prensa, son terribles los efectos que se aprecian en el sometimiento del hombre y en sojuzgamiento de la libertad de conciencia y de opinión"[1265]. En opinión de Joly, interpretando el sentir de Montesquie, en los pueblos modernos el movimiento todo de las ideas se pone de manifiesto a través de la prensa. "La prensa ejerce en los Estados funciones semejantes a las de vigilancia: expresa las necesidades, traduce las quejas, denuncia los abusos y los actos arbitrarios; obliga a los depositarios del poder a la moralidad, bastándole para ello ponerlos en presencia de la opinión"[1266]. Así este "ideal" pretenda mostrar la prensa como la "controladora" del poder, los medios de información en general están al servicio de los intereses de quienes ostentan el poder, a pesar de su pretendida labor de fiscalización. "Los medios crean un campo específico de representación de las prácticas sociales, intervenido en la realidad con el propósito de interpretarla. La diseminación de contenidos amplia o silencia manifestaciones del real histórico, conforme las directivas del sistema de enunciación, cuya pretensión última es validarse como intérprete del sentido común y traductor de aspiraciones sociales… Y, por supuesto, el sistema de difusión (sobre todo la televisión) de alguna manera tiene que hacer actualizaciones constantes de los contenidos para asegurar la máxima fidelidad posible de los consumidores de sus mensajes… Debemos admitir que los aparatos de difusión tienen capacidad ideológica de definir una cartografía del imaginario colectivo"[1267]. Son hábiles en sus argumentaciones demagógicas, con las que, a través de certeras falacias y sofismas, convencen aprovechando los sentimientos o creencias del populacho. "La atrofia de la capacidad imaginativa y de la espontaneidad del consumidor de medios de comunicación social no debe atribuirse a ningún mecanismo psicológico: la pérdida de dichas facultades debe achacarse al carácter objetivo de los productos, […] [todo lo que los consumidores] han visto anteriormente les ha enseñado lo que pueden presuponer: reaccionan, pues, maquinalmente. El público está imbuido del poderío de la sociedad industrial"[1268]. Mediante falacias promocionan productos "con recursos que nada tienen que ver con el producto mismo (porque está de moda, porque se acompaña de bellas mujeres en su exhibición, porque lo usa gente refinada, etc.)"[1269]. El catedrático Alfonso López Quintás, estudioso de los medios de información y su manipulación a través del lenguaje, señala que:

"En numerosos anuncios comerciales aparece una bella joven en lugar destacado. Su figura es realzada por su atuendo, su actitud insinuante, el tono seguro de su expresión. Pero ¿juega aquí esa joven, como persona, un papel digno que afirme su personalidad? Todo lo contrario; de manera solapada, es reducida de persona a señuelo erótico. Esa reducción artera fue ideada por un especialista en trucos estratégicos que permiten vencer a las gentes sin necesidad de convencerlas con razones…

La manipulación realizada por los mercaderes encierra graves riesgos para el pueblo porque induce a adquirir bienes deleznables, realizar actividades fútiles, conferir el mando a personas más sobresalientes por su ambición y astucia que por su competencia. Pero mayor peligrosidad encierra todavía la manipulación realizada por quienes desean cambiar nuestra mentalidad para favorecer sus intereses…

Por la necesidad diaria de ganar clientela y mantenerla, los medios de comunicación se ven urgidos a dar primacía a lo espectacular sobre lo profundo. Ello supone un cultivo prevalente de lo banal sobre lo valioso. Pero la sensibilidad humana se embota rápidamente, por razones internas, y requiere cada vez estímulos más incitantes si ha de conservar el mismo grado de vivacidad y excitación. Los medios de comunicación necesitan adoptar un ritmo rápido que no dé respiro a quien los lee, oye o contempla. Este río de impresiones superficiales de todo orden anega el espíritu del hombre, no lo fecunda, porque invita a la recepción pasiva, que es una forma de vértigo"[1270].

En nuestra sociedad biclasista, según la psicóloga Leonor Noguera Sayer, los medios de información "se rinden y se pliegan ante los enamorados del poder, quienes con su ayuda configuran hoy el monopolio más recio, más incisivo y más sutil"[1271]. Con su publicidad alienadora y con su falsa información manipulan y crean un mercado artificial de necesidades y productos sin fin. "El espíritu no puede menos que debilitarse cuando es consolidado como patrimonio cultural y distribuido con fines de consumo. El alud de informaciones minuciosas y de diversiones domesticadas corrompe y estupidiza al mismo tiempo"[1272].

El poder de los medios de información no nos dejan pensar y tomar conciencia de nuestra realidad; ellos nos imponen su realidad, la que a sus dueños les conviene. "La realidad es una realidad mediada. El cine, la radio, la prensa pero sobre todo la televisión e internet están incidiendo significativamente en el modelaje del hombre. La alfabetización en medios, desde la filosofía, le confiere sentido al acto de comunicar, más allá de la opinión pública y publicada"[1273]. El ser humano necesita pensar, y los medios de información hacen todo lo posible por evitar que ello suceda. "En la televisión se trabaja para estupidizar a las personas. En general en los medios de comunicación… El poder, a través de los medios de comunicación intenta colonizar la subjetividad de los sujetos, o sea sujetar a los sujetos… Cuando un tipo apaga el televisor, porque sabe que desde ahí le están quitando la libertad subjetiva que él tiene y que merece tener, ahí comienza su libertad"[1274]. No sólo es necesario "apagar el televisor", como lo pide Feinmann, sino los medios de información en general, porque éstos en nuestro país, tanto los privados como los públicos, son controlados por el gobierno o los monopolios, ofrecen una manera empobrecedora de enfrentar la realidad, debido a que, según Álvaro Pineda Botero, al impulsar la cultura de masas, han tomado de alta cultura tradicional y de la popular aquellos elementos que mejor que se ajustan mejor a sus fines lucrativos. "El mensaje se vuelve una fórmula incesantemente reiterada que apela más a la emoción y al goce que al intelecto. El ciudadano entrega su poder de reflexión y crítica, en una palabra, su libertad, a cambio de un acceso fugaz al paraíso del consumo"[1275]. El poder, mediante un grupo determinado, busca imponer su verdad como verdad para todos.

Ignacio Ramonet precisa que el sistema actual de los mass media transforma el propio concepto de verdad, la exigencia de veracidad tan importante en información.

"¿Qué es verdadero y qué es falso? El sistema en el que evolucionamos funciona de la manera siguiente: si todos los media dicen que algo es verdad, es verdad. Si la prensa, la radio o la televisión dicen que algo es verdad, eso es verdad incluso si es falso. Los conceptos de verdad y mentira varían de esta forma lógicamente. El receptor no tiene criterios de apreciación, ya que no puede orientarse más que confrontando unos media con otros. Y si todos dicen lo mismo está obligado a admitir que ésa es la verdad […] El telediario dice la noticia y, al mismo tiempo, nos dice lo que hay que pensar de esa noticia […] El público confía en él, lo que dice es la verdad […] La cascada de noticias fragmentadas produce en el telespectador extravío y confusión. Las ideologías, los valores, las creencias se debilitan. Todo parece verdadero y falso a la vez. Nada parece importante, y esto desarrolla la indiferencia y estimula el escepticismo. La solución para este estado de cosas no es fácil. Y lo peor es que, probablemente, una apropiación democrática de los telediarios no modificaría fundamentalmente su naturaleza, ya que es su forma natural de desglose y de interpretación del mundo – más que el contenido (transformable) de las informaciones – lo que hace que el telediario masifique. No deja que nadie se forme su opinión. Para que todos reproduzcan la llamada opinión pública […] Bajo el reinado de la información-espectáculo, la puesta en escena se impone a la realidad, la verdad se configura mediante falsas reglas […].Las leyes del espectáculo y de la puesta en escena han ocupado el lugar más importante y conmocionado las relaciones con la realidad y con la verdad"[1276].

Un grupo de investigadores[1277]plantea diez técnicas para "manipular la conciencia de ciudadanas y ciudadanos distraídos", y recomiendan que nos cuidemos de los medios de comunicación y de su falsa libertad de expresión:

  • 1. Difundir tonterías. Desviar la atención del público de los problemas importantes hacia bobadas: farándula, chismes, frivolidades, realitys, telenovelas…

  • 2. Saturar con crónica roja, con amarillismo. Inundar los noticieros con sucesos truculentos. Hacer creer que este mundo es peligroso…

  • 3. Repetir y repetir. Si una mentira se repite muchas veces se convierte en verdad. No se debe creer acríticamente todo lo que dicen los medios de comunicación.

  • 4. Crear el problema y luego ofrecer la solución. Inventar guerras para que se apruebe la compra de armas. Crear caos en los hospitales para que el público acepte la privatización de la salud. Una vez creado el problema sólo se necesitará la voz de un político que cree la solución.

  • 5. Inventar enemigos externos. Mostrar que el responsable de nuestros problemas nacionales está más allá de las fronteras o que los culpables son los que vienen de afuera. Los medios de comunicación colaboran con políticos inescrupulosos para hablar mal de los migrantes y de los países que tienen una línea política diferente, y para descalificar a las organizaciones internacionales que les son críticas. Esto excita el patriotismo, el nacionalismo, la xenofobia. Y el verdadero enemigo que está dentro aparece como el salvador.

  • 6. Hacer olvidar el problema de ayer con el problema de hoy. Una noticia suplanta a la otra, las crisis se amontonan, el tiempo juega a favor de los corruptos; saben que ganarán por cansancio. Los medios de comunicación apuestan a que el pueblo tiene poca memoria del pasado y poca proyección del futuro, porque la pobreza sólo permite atender las necesidades cotidianas.

  • 7. Infantilizar al público. Dirigirse al público adulto como si fueran criaturas de poca edad o débiles mentales. La publicidad comercial y la propaganda política emplean argumentos, personajes y hasta una entonación complaciente. Cuanto más grande sea el engaño, más grande infantiliza el mensaje. La sicología demuestra que si te diriges a una persona adulta como si tuvieras diez años de edad, esa persona reaccionará sin sentido crítico, como si tuviera diez años de edad.

  • 8. Crear fantasmas. Los medios de comunicación hacen eco de rumores que llenan de miedo paralizante al público, y ese miedo hace que la persona vote en contra de sus propios intereses.

  • 9. Ocultar a los verdaderos culpables. Los medios de comunicación hacen creer que el agua del mundo se agota porque no cerramos el grifo al cepillarnos los dientes. Pero no dicen nada de la Coca-Cola y su acaparamiento del agua, ni de las mineras y su desperdicio de agua… Nos hacen responsables de la escasez de alimentos, y no dicen nada de las semillas transgénicas, ni de las farmacéuticas que inventan epidemias, ni de las multinacionales que contaminan la tierra.

  • 10. Lograr la autoculpabilidad. Pretenden hacer creer que no tenemos trabajo por falta de inteligencia, por el poco esfuerzo… Así, en lugar de rebelarnos contra el sistema injusto que no brinda oportunidades de trabajo, nos culpamos, nos deprimimos y no protestamos. Antes de autoculparnos de nuestra situación, debemos ser conscientes de que lo que existe es la pesadilla de la injusticia de un sistema que pone las ganancias por encima de las personas.

El anterior y otros asertos los fundamenta el brillante lingüista e intelectual norteamericano Noam Chomsky, en un escrito publicado en la red, titulado "Diez estrategias de manipulación mediática"[1278]. Veamos:

1. La estrategia de la distracción

El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.

La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al públicointeresarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. "Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto "Armas silenciosas para guerras tranquilas')".

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones

Este método también es llamado "problema-reacción-solución". Se crea un problema, una "situación" prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidad

Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. La estrategia de diferir

Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como "dolorosa y necesaria", obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato.

Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque elpúblico, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que "todo irá a mejorar mañana" y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad

La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental.

Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? "Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver "Armas silenciosas para guerras tranquilas")".

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión

Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad

Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. "La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposible de alcanzar para las clases inferiores (ver "Armas silenciosas para guerras tranquilas)".

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad

Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…

9. Reforzar la autoculpabilidad

Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se auto desvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen

En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el "sistema" ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

Es tan evidente el análisis que nos ofrece el investigador Juan de Jesús Rodríguez Ortiz, respecto al poder de los medios de información, que es procedente reflexionarlo con espíritu crítico:

"Vivimos en un mundo manipulado por el poder. Los medios de comunicación son el arma que utiliza el poder para manipular a las personas. Somos pensados y hablados por los demás, no tenemos ideas originales. Nos dicen que comer, que vestir, cómo comportarnos, que debemos leer para estar a la moda…

Nos hacen creer que las apariencias son reales. Vivimos en un mundo donde la información y la verdad son virtuales, no son reales y nos hacen vivir en una burbuja creada a la medida de nuestras mentes atrofiadas por las estupideces de los políticos, la farándula, la noticia, la educación, los líderes manipuladores…

Vivimos en un mundo manipulado por el poder. Los medios de comunicación son el arma que utiliza el poder para manipular a las personas…

Los países de la periferia en especial Latinoamérica paga muy caro la ignorancia y el conformismo. Debemos decir basta y desconectarnos de la televisión, el periódico, la radio, la basura que se nos vende por internet y comenzar a tener autonomía mental. Debemos pensar por nosotros mismos, debemos leer más, no leer basura, sino leer lo que nos autoforme. Debemos ser críticos de la realidad. De nuestra realidad y preguntarnos ¿Es esta la forma en la que debo vivir o puedo vivir de otra manera? ¿Puedo ser autónomo mentalmente? El punto es que el mundo está como está por nuestra poca capacidad de ver con ojos críticos lo que nos presenta el poder, las clases sociales dominantes y todos los que tienen el poder de vivir a costa de nuestra ignorancia y vulnerabilidad a ser teledirigidos a través de los medios de comunicación…

El poder es poder porque nosotros no hemos tomado el control de nuestra voluntad, de nuestro libre pensamiento. Vivimos hablando de lo último en moda, en música, el último chisme de la farándula, pensando en tener dinero de una manera fácil… y un largo etc., es tiempo de que nos espabilemos y hagamos de nuestra vida algo diferente a lo que es ahora. En lugar de desperdiciar el tiempo con los medios de comunicación dediquemos ese tiempo a crecer, a superarnos, a no ser del montón, a no ser del hombre masa que es la base de la economía de los más poderosos…"[1279]

Dentro de la dinámica arrolladora de los medios de información, "los objetivos vitales y los valores pierden su orientadora claridad, para convertirse en esquemas, en fórmulas transaccionales que conducen a flojos y cómodos acuerdos. El análisis de las ideas, la búsqueda del conocimiento profundo, la construcción de las interpretaciones y de los conceptos, se reemplaza frecuentemente por códigos y mecanismos comunes, que eximen de la temida tarea de pensar"[1280]. En concepto del psiquiatra Paulino Castells, citado por Jorge Alcalde, "debido a los numerosos episodios de agresión que se exponen en la televisión, los niños sobreestiman la violencia real y eso aumenta sus relaciones de miedo y soledad"[1281]. El actual (2013) presidente de la República de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón, conceptúa que el terrorismo existe porque existen los medios de comunicación. "Qué casualidad que cuando hay un atentado, los periodistas son los primeros que llegan. Son muy efectivos, están en el momento preciso. Lógico: el periodista va porque esa es su función. De eso se trata el terrorismo. Si no existieran los medios de comunicación, no existiera el terrorismo"[1282]. Los periodistas, además, no cumplen la función crítica que requiere la sociedad, tal como lo denuncia el intelectual Álvaro Pineda Botero: "Por lo general, los periodistas son dependientes de los intereses económicos, funcionarios a sueldo de los monopolios o las instituciones políticas. Su trabajo consiste en llevarle al público temas y noticias que se venden, que aumenten el rating o la circulación o que mejoren la imagen de sus jefes. Y que no atenten contra los poderes establecidos"[1283].

El contundente y revelador punto de vista del aludido Zuleta llama la atención cuando aclara que los medios de información "han fomentado la violencia mucho más en una forma indirecta que directa; no tanto porque presenten escenas violentas o héroes que obtienen siempre la victoria por medios violentos sino sobre todo porque presentan el éxito y el consumo como el último fin de la vida"[1284]. Un televidente colombiano observa noticieros y películas sobre tiroteos, violencia infantil, violencia entre adultos, matanzas, secuestros, tomas guerrilleras y otras escenas violentas. ¿Qué hacer? "La responsabilidad es compartida entre los padres, los educadores y las autoridades encargadas de velar por los contenidos. Pero recae en los primeros la decisión final de optar por encauzar el tiempo de ocio de los pequeños"[1285].

El poder omnímodo de los medios de información es tal que nos imponen mediante su manipulación por quién votar, a quién querer y a quién odiar, qué ropa usar y qué alimentos consumir; nos dicen quién es "importante" y quién es "famoso", que para éstos no son más que los amos del poder político y económico, los "grandes" deportistas, los médicos esteticistas, ciertos delincuentes, las "reinas de belleza", las modelos de ropa exterior e interior y todas las personas vinculadas con algunas expresiones artísticas como la pintura, la escultura, la literatura, la música, la actuación, el humor… ¡Ah! y los mismos periodistas, columnistas, locutores y presentadores de televisión. "La radio, la televisión, el cine, el periódico, sustituyen en ellos el pensamiento y la imaginación. A esos hombres de hoy todo se les da hecho, sin que tengan necesidad de descubrirlo mediante el estudio y la reflexión… Paradoja casi inverosímil de concebir: el hombre actual es una máquina que ha delegado en otra -creada por otros superiores a él- su facultad de pensar"[1286].

Comparto el aserto de Augusto Ramírez de que la televisión como medio de información no es nocivo en sí mismo; por el contrario, puede ser un excelente medio de distracción educativa. Lo que es nocivo es su contenido y su excesivo uso. Como la energía nuclear, la televisión se puede usar para enriquecer la vida o para extinguirla. La televisión, en sí misma, en dosis moderadas, no es dañina, por el contrario puede ser un excelente instrumento pedagógico, tanto para la educación formal temprana, como para la formación cultural de niños adolescentes y adultos. En la televisión "continuamente se nos enseña, se nos adiestra y se nos divierte"[1287].

En nuestro país, los medios de información (que se "acuestan" con el gobierno de turno), controlados por quienes detentan el poder político, económico, social, cultural, científico y religioso ("pastoral") imponen, a quienes carecen de espíritu crítico y no piensan por sí mismos, lo que hay que pensar y decir. Caracol radio y televisión, RCN radio y televisión, las emisoras y canales nacionales, regionales, locales y comunitarios, el periódico El Tiempo, El Espectador y los demás diarios nacionales y regionales dicen lo que hay que decir, opinan lo que hay que opinar, manipulan lo que hay que manipular, lanzan las "cortinas de humo" que hay que lanzar, difunden las "noticias" que hay que difundir… Estos medios mediáticos, al servicio del consumismo, mediante su dictadura, imponen los programas, los noticieros, las telenovelas, los "realitys", rituales y ceremonias religiosas que hay que ver o escuchar, con el propósito de perpetuar patrones culturales alienatorios, tradiciones, hábitos y convencionalismos acríticos, útiles para adormecer la conciencia del televidente u oyente acrítico. Malcom X nos alertó cuando dijo: "Si no estás prevenido ante los medios de comunicación te harán amar al opresor y odiar al oprimido". Reflexiones sobre el siguiente análisis de la investigadora María Trinidad Bretones:

"Cuando los medios son considerados instrumento de poder político sus mensajes se definen como "contenido propagandístico" y los medios desempeñan la función de "manipular" la conducta de los individuos de la sociedad en la que operan hasta conseguir encauzarla de manera congruente con los intereses de ese poder político. Cuando los medios son considerados instrumento comercial, entonces desempeñan la función de "manipular" la conducta de los individuos de la sociedad en la que operan hasta encauzarla de manera adecuada a los intereses comerciales… Los medios expresan o escenifican los recursos de una "élite del poder" -cómo opera, cuáles son sus objetivos, de qué condiciones disponen, cuáles son los obstáculos para alcanzar los objetivos, etc. – y en este sentido también los medios forman parte de la élite del poder (político, económico o cultural)… Para la teoría crítica la superestructura cultural e ideológica desarrollada en forma de una "industria cultural" -en la que se incluyen a los medios con un papel relevante en la producción y distribución de símbolos- cumple la función de manipular a la sociedad -consumidora de esta industria- dirigiendo y disciplinando sus necesidades, dirigiendo y disciplinando su consumo cultural. El objetivo final de esta manipulación y de este consumo dirigido de signos es el embrutecimiento de la masa hasta el punto de anular cualquier forma de energía que pueda significar un enfrentamiento con el poder establecido…"[1288].

A quienes controlan el poder no les interesa que el "rebaño" piense, y por eso lo alienan con noticias, novelas, reinados, desfiles, transmisiones deportivas, farsa política y democrática, escenas violentas, opiniones de los "opinadores" que defienden los intereses del medio en que opinan, y le colonizan su subjetividad para que compre y consuma y satisfaga las necesidades que los medios le crean; ahogando al sujeto que consume acríticamente lo que por ellos se difunde y anuncia. "La prensa hablada y escrita ejerce actualmente un verdadero colonialismo de la opinión pública. Orienta al pueblo conforme a los dictados de su propia forma de pensar. Para ello selecciona los colaboradores, filtra las noticias, convierte las informaciones en interpretaciones y comentarios, destaca los datos que favorecen la propia posición o dañan la imagen del adversario ideológico. Basta confrontar dos periódicos o dos canales de televisión de orientación diversa para advertir de qué formas tan distintas puede interpretarse un mismo acontecimiento… La mayoría de las personas se mueve espiritualmente en un mundo configurado por los medios de comunicación según sus apetencias partidistas"[1289]. Así, sedado y alienado, el televidente, el oyente o el lector, ya sabe lo que tienen que pensar, decir, opinar y hacer. Los medios no dejan ningún resquicio por donde el hombre del "rebaño" se adentre en su mundo subjetivo y piense. ¿Pensar? ¡Eso es peligroso para los "amos" del poder! La consigna de los medios es que no hay que dejar pensar al "rebaño". "El rebaño no puede pensar porque nosotros pensamos por él. Ahorrémosle la complicada tarea de pensar. Si llega a pensar, se subleva y nos quita el poder, y eso no lo podemos permitir. Sigamos adormeciendo su conciencia con nuestra realidad, con nuestros intereses, con nuestra verdad, que es la verdad que nosotros establecemos con el poder de nuestros medios de comunicación". Ante semejante evidencia, ¡estudiantes es imperativo aprender a pensar, aprender a filosofar!

No podemos desconocer que los medios de información, a través de su contundente ideología, actúan de manera gradual y uniforme para permear los modelos educativos con el ánimo de inculcar los valores convenientes a los organismos empresariales, educando para la obediencia y la disciplina, es decir, para la domesticación. "En la sociedad contemporánea se educa para la obediencia, para el conocimiento y reconocimiento de la autoridad en el orden del pensamiento, de la interacción social y en la política como un ejercicio legitimador del poder y del saber que instaura la sumisión y el reconocimiento de la jerarquía entre los hombres como algo "natural"[1290]. Es así como en la "escuela" no se propician espacios para la reflexión, la discusión razonada y el uso de la libertad. Si el estudiante no cultiva su espíritu crítico, difícilmente podrá detectar e rechazar los esquemas de dominación que lleva implícitos la "educación" que diseña, imparte e impone el gobierno, el establecimiento y/o el sistema o modelo cultural, político, económico y social imperantes. "Ahora bien, os he dicho más de una vez que allí donde se encuentra el Estado, allí está el príncipe; la dirección moral de los establecimientos públicos está en sus manos; son sus agentes los que iluminan el espíritu de la juventud"[1291]. Cuando se educa para obediencia se obtiene una persona "obediente", pero fácil de manipular y alienar. "Un ciudadano obediente será un buen ciudadano, pero también puede transformarse en un ciudadano manipulable, capaz de adherirse, en un momento dado, a otras ideologías diferentes a las que formaron parte de su educación"[1292]. A pesar de que, tiempo atrás, el escritor Leandro Fernández de Moratín denunciaba un modelo de educación inadecuado, es poco lo que ha cambiado en el presente:

"Ve aquí los frutos de la educación. Esto es lo que se llama criar bien a una niña: enseñarla a que desmienta y oculte las pasiones más inocentes con una pérfida disimulación. Las juzgan honestas luego que las ven instruidas en el arte de callar y mentir. Se obstinan en que el temperamento, la edad ni el genio no han de tener influencia alguna en sus inclinaciones, o en que su voluntad ha de torcerse al capricho de quien las gobierna. Todo se las permite, menos la sinceridad. Con tal que no digan lo que sienten, con tal que finjan aborrecer lo que más desean, con tal que se presten a pronunciar, cuando se lo manden, un sí perjuro, sacrílego, origen de tantos escándalos, ya están bien criadas, y se llama excelente educación la que inspira en ellas el temor, la astucia y el silencio de un esclavo"[1293].

9.2 Problemática de la educación domesticadora y de la evaluación

Expertos en el tema denuncian que la educación es domesticadora porque es adaptar, conservar y crear cultura, y trasmitir valores preestablecidos; así mismo, porque el conocer se reduce a mirar al mundo, y el aprender es servir como depositario de esos valores preestablecidos. Si el Estado mismo, si el establecimiento, si el gobierno y si el sistema neoliberal con su torticero modelo económico "educan" para la domesticación, ¿no le será, acaso, necesario e imperativo al estudiante aprender a filosofar para que evite esa oprobiosa domesticación? La evaluación es propia de la educación domesticadora, la educación bancaria, en la que "el sujeto activo y fuente de conocimiento es el educador quien se encarga de depositar su sabiduría (serie de conceptos seleccionados para favorecer la opresión y no la liberación) a sus educandos u objetos pasivos e ignorantes, a quienes se les realizará el retiro de dichos conocimientos mediante métodos evaluativos como son los exámenes"[1294].

El Ministerio de Educación Nacional (colombiano), acudiendo a eufemísticos sofismas, ha tratado de convencernos que el Gobierno diseña la educación para formar estudiantes críticos, analíticos, libres y autónomos, participativos, comprometidos, responsables en la toma de decisiones… El Decreto 1419 del 17 de julio de 1978 precisa que uno de los fines de la educación es "desarrollar en la persona la capacidad crítica y analítica del espíritu científico, mediante el proceso de adquisición de los principios y métodos en cada una de las áreas del conocimiento para que participe en la búsqueda de alternativas de solución a los problemas nacionales". El decreto 1002 del 24 de abril de 1984 señala que la educación debe procurar que el joven pueda "tomar decisiones responsables sobre su futuro". La ley 115 de 1994 dice que los fines de la educación "apuntan al desarrollo dinámico del ser humano, para que pueda insertarse en la sociedad, como un ser autónomo, participativo, comprometido, productivo entre otros". El MEN en un documento titulado "Formar para la ciudadanía" precisa idealmente que "trabajar en el desarrollo de competencias ciudadanas es tomar la decisión de hacer la democracia en el país, de formar unos ciudadanos comprometidos, respetuosos de la diferencia y defensores del bien común… Unos ciudadanos seguros de sí mismos y confiados en los otros. Unos ciudadanos capaces de analizar y aportar en procesos colectivos. Unos ciudadanos que prefieran el acuerdo y el pacto, antes que las armas, para resolver conflictos. Unos ciudadanos capaces de vivir felices en la Colombia y el mundo de este siglo".

Observando uno que los estudiantes son seres acríticos y heterónomos, con una mentalidad "del rebaño", surge la pregunta de que si estos "ideales" se cumplen en la educación. "La educación sólo ofrece a los jóvenes un saber tecnológico que tiene como objetivo volverlos competitivos en la rivalidad económica que pronto los va a oponer. Y este aprendizaje tiene el riesgo de no darles el espacio para reflexionar sobre el sentido mismo de su existencia y de construir convicciones fuertes para afrontar el porvenir. Ciertamente, habría que re-pensar la educación en este sentido"[1295]. Con pocas excepciones, no es posible encontrar alumnos críticos, analíticos, autónomos, auténticos, iconoclastas, contestatarios, cuestionadores, contenciosos, responsables y comprometidos. ¿Con este tipo de jóvenes "del rebaño" tendremos personas que participen "en la búsqueda de alternativas de solución a los problemas nacionales"? ¿Será que se está cumpliendo el legado socrático de que la esencia de la educación consiste en poner al hombre en condiciones de alcanzar la verdadera meta de su vida? Esta preocupante realidad compele a los discentes a la imperiosa necesidad de aprender a pensar por sí mismos, a aprender a filosofar. "La filosofía, en su sentido socrático, como investigación y búsqueda de la verdad a través del diálogo, resume y recoge las principales características que hemos visto como definitorias de una buena educación; potencia la capacidad de reflexión, la capacidad de autoevaluación y autocorrección, de respeto y de convivencia donde la verdad se busca a través del verdadero diálogo y en él que se fomenta el desarrollo integral de la persona"[1296]. El método o camino socrático, cuyo fundamento es la dialéctica, el diálogo, posibilita la interactuación entre el profesor o maestro y el estudiante o discípulo; estableciéndose la comunicación docente, la apertura del profesor maestra a sus educandos, las preguntas y respuestas como partes del diálogo, la suscitación de nuevos temas y nuevos debates. Es el arte de la interrogación. "La idea básica del método socrático de enseñanza consiste en que el maestro no inculca al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea un receptáculo o cajón vacío en el que se puedan introducir las distintas verdades. En la Escuela Socrática el discípulo busca el conocimiento a través del diálogo con el maestro. Los elementos básicos del diálogo socrático son la pregunta, la respuesta, el debate y la conclusión… La ironía socrática: El estudiante piensa que lo que cree es cierto, pero en realidad no ha tenido tiempo de desarrollar un pensamiento acerca de ello, desarrollando así muchos prejuicios. El filósofo debate la idea que tiene el discípulo por medio de preguntas, hasta que el estudiante descubra que lo que pensaba era errado o incompleto. La mayéutica: Libre del prejuicio, el discípulo es invitado a continuar el diálogo para descubrir de manera profunda la coherencia del pensamiento. Lo verdadero: es la fase de conclusión en la cual el estudiante se hace dueño de la verdad que ha descubierto"[1297]. El método comienza con la exhortación, que consiste en persuadir al interlocutor para buscar la verdad, es decir, motivar al alumnado y hacer que se interese por el tema o materia de estudio; en este caso concreto, por el filosofar. Prosigue con la indagación, o sea investigar en búsqueda de la verdad. La indagación comprende las fases de la ironía (interrogar para salir de la ignorancia) y la mayéutica (hacer "parir" la verdad). Ironía, en griego, quiere decir disimulo o ignorancia fingida, y a través de ella se da a entender lo contrario de lo que se dice. "En la primera fase el objetivo fundamental es, a través del análisis práctico de definiciones concretas, reconocer nuestra ignorancia, nuestro desconocimiento de la definición que estamos buscando. Sólo reconocida nuestra ignorancia -de ahí su famosa: sólo sé que no sé nada– estamos en condiciones de buscar la verdad. La segunda fase la mayéutica o arte de dar a luz, consistiría propiamente en la búsqueda de esa verdad, para llegar, finalmente, a esa definición universal, ese modelo de referencia para todos nuestros juicios morales, a los que Sócrates ayudaba a alumbrar. La dialéctica socrática irá progresando desde definiciones más incompletas o menos adecuadas a definiciones más completas o más adecuadas, hasta alcanzar la definición universal, fin último de su método… Todo parece indicar que la intencionalidad de Sócrates era práctica: descubrir aquel conocimiento que sirviera para vivir, es decir, determinar los verdaderos valores a realizar"[1298]. Este método no pretende que el profesor esté seguro y siembre dudas en el pensamiento de los estudiantes; su finalidad es que el docente, por estar más lleno de dudas que los alumnos, haga dudar también a los demás. "El método socrático usa preguntas para examinar los valores, principios y creencias de los alumnos. La investigación socrática apunta a develar las motivaciones y presupuestos que dan sentido a las vidas de los alumnos. De este modo, los practicantes del método Socrático pueden requerir de sus alumnos que conozcan los hechos, pero quieren enfocarse principalmente en lo que el alumno piensa sobre tales hechos y no en lo que otros piensen sobre los mismos"[1299]. El método socrático en el aula es una experiencia de diálogo entre los docentes y los discentes, para que este binomio conduzca la discusión por medio de preguntas. "La investigación progresa interactivamente, y el profesor es tanto un partícipe como un guía de la discusión. Es más, la investigación tiene un final abierto. El profesor socrático no es el oponente en una discusión ni tampoco el abogado del diablo que básicamente dice: Yo niego todo lo que tú afirmas y afirmo todo lo que tú niegas. No posee todo el conocimiento o todas las respuestas y no está "poniendo a prueba" a sus alumnos. El profesor es un partícipe en el diálogo, y él mismo debe estar siempre abierto al aprendizaje. Además, apunta a la "incomodidad productiva", aquella tensión que se produce en la discusión y que motiva a los presentes a buscar respuestas"[1300]. El filósofo francés Óscar Brenifier, experto en este método, plantea que ante una pregunta, un alumno propone una idea que otros alumnos deben reformular para determinar si han comprendido bien. Si éste no es el caso, hay que retomar las reformulaciones hasta que todos puedan apropiarse de la idea. Luego, el maestro pregunta si hay desacuerdos con esa idea y por qué. Los alumnos reformulan la objeción hasta que todos puedan comprenderla. Después, el maestro pide que se responda a esa objeción, etc. El proceso de evolución de las ideas del grupo, plasmado en la pizarra, puede seguirse según un proceso metódico y riguroso"[1301].

Parte de mis asertos los confirma, precisamente, un profesor de filosofía: Jhon Fredy Suárez Solano, cuando señala en Una lección extraordinaria, publicada en su Blog, lo siguiente:

"En los últimos años se ha hecho énfasis en las competencias ciudadanas, como una herramienta para formar, no sólo la parte intelectual, sino también las actitudes y los comportamientos sociales de las personas. El problema es que mientras las pruebas evalúan el grado de honestidad de los estudiantes en el aula, los políticos de turno de nuestro país malversan los fondos que son necesarios para educar a estos jóvenes, precisamente para que sean ciudadanos y ciudadanas ejemplares; mientras se les habla en el aula de resolución pacífica de conflictos, vivimos diariamente los destrozos de una guerra endémica e irracional que lleva más de cuarenta años matando a colombianos contra colombianos, y que amenaza con convertirse en una guerra internacional. En conclusión, no hay coherencia entre lo que el estudiante aprende en el aula y lo que debe ver en su realidad cotidiana"[1302].

El psiquiatra, filósofo, docente e investigador Luis Carlos Restrepo Ramírez, respecto a la educación autoritaria (educación domesticadora), que se impone bajo el imperio de la razón instrumental, señala que acude al chantaje afectivo, a las relaciones de poder, a la disciplina, a la compulsión razonadora de los educandos, a la simbolización unidireccional, a la compulsión explicativa, a la represión de los "porqués", a la manipulación de imágenes, al desconocimiento de las diferencias, a la lucha entre la singularidad de los alumnos y el absolutismo normativo del aparato educativo, a la arbitrariedad, a las telarañas del racionalismo, a la hipertrofia del cuerpo eficiente, a la adaptación de rutinas de trabajo y a las metodologías de corte marcial, formando para el rendimiento estandarizado, el servilismo, la reglamentación de hábitos y costumbres, la perpetuación de la ideología dominante, la dependencia sicológica y la trasmisión de automatismos. Sin pretender que los planteamientos de Restrepo contengan la "verdad" incuestionable, transcribo apartes sobre el particular, con el ánimo de reflexionar y verificar hasta qué punto está en lo cierto. Si lo expresa una persona de esa "autoridad" intelectual, tendrá sus fundamentos, que es procedente conocer. Veamos:

"Después de la familia, es la escuela la institución que más influye en la aculturación y sometimiento de un individuo. Los maestros cumplen la tarea cotidiana de seleccionar con tino a quienes se adaptan a los valores y normas instituidas por la comunidad escolar, separando y descalificando a quienes presentan la diferencia y no logran amoldarse a los hábitos establecidos. El fracaso escolar expresa, casi siempre, la lucha entre la singularidad del niño y el absolutismo de las normas educativas que se niegan a reconocer la divergencia en los procesos de conocimiento. La responsabilidad del fracaso es proyectada por el maestro y la institución hacia el niño y su familia, culpabilizándolos, estigmatizando al chico y mermando su autoestima. Genérase así en el espacio del aula y a través de la manipulación del conocimiento, una nueva situación de chantaje afectivo.

La escuela habla el lenguaje del éxito, favoreciendo la interiorización de un modelo productivo en una sociedad en donde la normalidad se mide por la adaptabilidad a rutinas de trabajo, el acople a sistemas fabriles de vida y comunicación y el manejo eficaz de los múltiples instrumentos conque la sociedad industrial atiborra el mundo de la cultura. Acorde con estos objetivos, la escuela centra toda su atención en la hipertrofia del cuerpo eficiente, en detrimento de las formas lúdicas de apropiación del espacio y expresión del conocimiento. Cuerpo del esfuerzo y autocontrol que produce en la vivencia tonal un modelo sadomasoquista de expiación y autocastigo, propedéutica útil para preparar contingentes de alienados, borregos dispuestos a eternizar el movimiento del molino que da su fuerza a la dialéctica del amo y del esclavo.

La preocupación por reglamentar el cuerpo y fomentar destrezas que confieren habilidad y sagacidad, recurre, aunque no lo sepa, a metodologías de corte marcial en las que el cuerpo lúdico no tiene cabida. Pedagogías que se caracterizan por entronizar diseños universales aplicados a todos los individuos sin tener en cuenta su singularidad, debiendo el alumno integrarse a esquemas de pensamiento y movimiento cultural decididos de antemano, exigiendo un rendimiento estandarizado que se convierte en el indicador más importante del proceso educativo. Dicho sistema -con sus aulas, horarios, divisiones académicas y administrativas-, responde más a la comodidad del maestro que a la del alumno, así como a la pretensión de efectuar la transmisión de información de la manera más rápida, eficaz y operativa posible.

Más que al desarrollo de estrategias originales de investigación y pensamiento o al fomento de una actitud científica, la escuela apunta a la formación moral del individuo, reglamentando hábitos y acostumbrando al niño a la preponderancia de la autoridad de la disciplina. Nada, salvo un interés de educar para el servilismo, obliga a una distribución espacial del aula que inmoviliza al estudiante en su escritorio, con la mirada al frente, pendiente sólo de aquella información que transmiten sus exterorreceptores -vista y oído-, vedándose cualquier intento de explorar de manera directa con el tacto o con el gesto, o de discernir la comunicación a través de modalidades divergentes de pensamiento. Sólo un interés de poder jerarquiza el saber dentro de la escuela, marchitándolo y calcificándolo, manteniéndolo alejado de cualquier dimensión crítica y convertido en pura repetición e ideología. Pues además de las causas económicas, políticas y culturales que condicionan su existencia, el autoritarismo también se arraiga en esa tendencia sicológica del ser humano a creerse poseedor de una verdad única e incontrastable, reduciendo la educación a una mera transmisión de automatismos y conductas sociales que están de espaldas a la libertad y a la divergencia.

Si bien es cierto que en la actualidad poco se usan antiguos procedimientos correctivos que justificaban el castigo corporal y vergüenza pública para aquellos que se resistían a la institución, no por ello podemos considerar desterrados el autoritarismo y la segregación de la vida escolar. Métodos mucho más sutiles, que no lastiman el cuerpo pero esterilizan la conciencia, campean a sus anchas, dándose a sí mismo el carácter de innovativos, progresistas y libertarios. El terrible lema "la letra con sangre entra" mantiene su vigencia bajo nuevas formas de expresión, no por ello menos violentas y devastadoras.

…Los niños que no caben dentro de las normas de la institución reciben diagnósticos de excepcionalidad, trastorno de comportamiento o aprendizaje, con lo que se justifica su remisión a profesionales de la psiquiatría y de la psicología, su confinamiento en aulas especiales o su devolución al seno de su familia. De esta manera, la institución se protege de los niños que cuestionan los modelos autoritarios de conocimientos, segregándolos y enviándolos a otras instancias de control, a fin de que realicen la doma necesaria para insertarse en la estructura educativa. La institución -llámese escuela o familia- se perpetúa al precio de excluir a quienes la niegan, forma de ostracismo afectivo y social que deben pagar quienes se aventuran por caminos de conocimiento singulares y ponen en entredicho la validez de modelos universales, constructos tras los cuales se guarnece siempre un interés autoritario.

…Rígida y estereotipada, la institución escolar no respeta las necesidades cognoscitivas y emocionales del pequeño, exigiéndole estar dispuesto a participar de un modelo estandarizado y devolviéndolo al seno de la familia o especialistas de la conducta humanas cuando no cumple satisfactoriamente sus demandas. De todas maneras, cuando un niño más torpe o lento que los demás, más distraído o necesitado de apoyo es finalmente recibido en el aula, se expone a la segregación de un maestro y una institución que no parecen dispuestos para convivir con la diferencia.

Defendiéndose de todo aquello que lo provoca o contrasta, el maestro puede también descalificar al niño con sus gestos, ademanes o expresiones lingüísticas, separándolo inconscientemente de su campo afectivo para protegerse de la ansiedad que le produce el cuerpo del pequeño o los contenidos verbales que expresa…

[…] En cualquier cultura o institución el autoritarismo se caracteriza por negar la diferencia, utilizando el chantaje afectivo para obligar al individuo a solidarizarse con una imagen o modelo de la vida que se considera absoluto y superior a otras alternativas. Temeroso de perder el soporte afectivo que el grupo le brinda, el sujeto acallará su proceso crítico, resistiéndose a la reconstrucción activa de los datos que el mundo le ofrece para expresar su singularidad.

En la escuela, el autoritarismo se manifiesta en la tendencia a exigir del estudiante rendimientos estandarizados, desautorizando o censurando cualquier búsqueda del conocimiento que no siga la ruta prefijada. La violencia, que siempre lo acompaña, surge con el desespero del adulto que se irrita cuando el niño no responde a sus exigencias. Autoritarismo y violencia son producto de la ofuscación que causa el no poder instalar al otro en el sendero que de antemano le hemos señalado, manifestándose en el rechazo de la institución escolar al niño que se distrae con facilidad, no memoriza los datos o es incapaz de guardar compostura en el aula, al igual que en el castigo al divergente que con juego de imaginación pone en entredicho la verdad dogmatizada.

Una educación antiautoritaria obliga a comprometernos afectivamente con el pequeño, dispuesto a descubrir nuevos modos de relación que terminen incluso cuestionando los propios, abiertos a las sorpresas que depara el universo singular que el otro nos presenta. Superar el autoritarismo supone, por parte del maestro, disposición a reconocer en cada niño un ser humano diferente, con un ritmo y estrategia de aprendizaje singulares, un cuerpo y una cultura propios, con aptitudes y limitaciones que se imbrican sutilmente y lo hacen irreductible a cualquier esquema universal. Supone, además, un maestro que no condiciona la entrega de cariño a la obtención de pautas de eficiencia, capaz de ligarse a la provocación simbólica y apostar sus fantasías en la búsqueda de caminos alternos de comunicación y convivencia; maestro aventurado con el estudiante en una búsqueda zigzagueante de la verdad, que ha renunciado para siempre a la imposición unilateral del conocimiento"[1303].

Con respecto a las relaciones de poder, el filósofo Jurgen Habermas conceptúa que los sistemas sociales instalan creencias en las personas y sus comunidades para mantener las relaciones de poder que existen en el sistema. "De esa manera, lo que se enseña en universidades y colegios permite que los que hoy tienen el poder lo mantengan (si no fuera así se enseñaría otra cosa). Pero si las personas reflexionan, entonces se pueden independizar de los sistemas y pueden recrear ideas que, más que beneficiar a los poderosos, les beneficien a ellos. Para Habermas reflexión es el antídoto contra esta obsesión de los sistemas sociales de alienar a las personas en beneficio de los dominadores de turno"[1304].

Como la educación que se imparte en nuestro país, es una educación para la "domesticación", para sujetar al sujeto, se "enseña" sin filosofía y sin articulación crítica con los demás saberes. En el caso de la llamada "historia patria", que no es otra cosa que "leyenda patria", se "ensalzan" y se "enaltecen" a determinados héroes y heroínas como adalides absolutos de nuestra "independencia". No se puede desconocer que su aporte fue valioso en el plano revolucionario, ideológico y militar. Pero pretender hacernos "creer" que sin ellos no nos hubiéramos "liberado" tan fácilmente del dominio español, es un asunto que hay que replantear. La derecha ensalza sus héroes y la izquierda llora sus mártires. "La verdadera historia de Colombia no ha sido jamás contada. Nos han llenado la cabeza de fábulas, verdades a medias, justificaciones y, literalmente, "sentimientos patrioteros y veintejulieros""[1305].

Los verdaderos adalides, paladines, héroes, heroínas y próceres de nuestra "independencia" fueron las ideas de la Ilustración, alimentadas con el pensamiento filosófico, con el filosofar, de Descartes, Locke, Voltaire, Diderot, D"Alembert, Rousseau, Kant y otros más. "Los intelectuales de las colonias, representantes de los intereses de la aristocracia criolla, reciben el influjo del liberalismo inglés y del iluminismo enciclopédico francés. Los teóricos de la Revolución Francesa y de la independencia norteamericana sirven de fuente a nuestros ideólogos independentistas, Locke, Montesquieu, Rousseau, Voltaire y otros pensadores del iluminismo y de la ilustración se imponen como maestros del pensamiento desde comienzos del siglo diecinueve en nuestro continente. La Declaración de los derechos humanos en la Revolución Francesa sirve de bandera para la reivindicación de los derechos del pueblo colonizado…"[1306] La filósofa e historiadora Diana Uribe Forero nos dice que lo que llamamos modernidad, América e independencia es el resultado del pensamiento. "Todo lo que va a sacudir el mundo, lo que va a formar la modernidad, lo que va formar el nacimiento de todos estos países tiene su origen en algo que llamamos la modernidad, y eso es un grupo de filósofos… Las ideas son las fuerzas más poderosas que inventa el ser humano; las ideas viajan en el tiempo, entran en los corazones, transforman los pensamientos, inflaman las pasiones, generan utopías, hacen que las personas se entreguen por completo a una causa; detrás de una causa hay una idea. Por eso las ideas de la Ilustración son el laboratorio que va sacudir a Europa y que va a producir el nacimiento de nuestro continente… ¡Cómo serán de poderosas, cómo serán de fuertes, que logran atravesar océanos, cordilleras, continentes, civilizaciones y tiempos! Una de las fuerzas más grandes que tiene la historia es la fuerza de las ideas… Esas ideas se van a concretar en revoluciones"[1307]. Las verdaderas revoluciones, en concepto del filósofo José María Samper, son de ideas. La enciclopedia la Historia de Colombia señala que "no es difícil que en un país como el nuestro se haya escogido una pelea a puñetazos y pescozones como el momento clave de nuestra libertad"[1308]. Comparto el planteamiento de Ricardo Peter, que afirma que la filosofía aunque parezca inútil, es apta para el cambio, social e individual. "Por esto la filosofía puede ser más poderosa que las armas y más revolucionaria que las guerrillas. Primero se gestan las filosofías y luego las revoluciones"[1309].

Un manual didáctico aclara que "los intelectuales, representantes de la aristocracia criolla, recibieron el influjo del liberalismo inglés y del iluminismo francés: Locke, Mostesquieu, Rousseau, Voltaire"[1310]. El filósofo Sergio Arboleda pensaba que para que las revoluciones fueran hechos auténticos y consecuentes tenían que estar fomentadas por las ideas. En su Historia del mundo, Uribe Forero dice que "la independencia que van a tener las colonias americanas será hija de la Ilustración", y agrega que "serán las ideas de la Ilustración, a través de Francisco de Miranda, las que animarán e instigarán los procesos de independencia de América Latina". Los movimientos libertarios estuvieron animados por las ideas de la Ilustración. El poeta José María Vargas Vila, testigo de la época (un intelectual iconoclasta, mordaz e irreverente), dice en Los divinos y los humanos que el espíritu libertario no vino como el del "creador" en las narraciones fabulescas de la Biblia sino en "alas de la filosofía".

Nariño, Torres, Bolívar y Santander emanciparon las multitudes, los filósofos intentaron emancipar las conciencias. La referida Historia de Colombia aclara que "a pesar de todos los esfuerzos del gobierno español por impedir que las ideas de libertad proclamadas por los intelectuales ingleses y franceses prendieran en América, la revolución francesa y los derechos del hombre incentivaron en las colonias el deseo de sacudirse el yugo de las potencias europeas", razón por la que, en "el equipaje de los pensadores y hombres de ciencia forjados en Europa, que se acercaban a Nuevo Mundo, traían uno que otro libro que al juntarse fueron abriendo los apetitos intelectuales de los que más adelante serían padres de la Independencia". No obstante la intención de la corona española de impedir por todos los medios la propagación de las ideas de la Ilustración, pensadores españoles como Benito Feijoo, Gaspar Melchor de Jovellanos, Pedro Rodríguez de Campomares y el conde Aranda incendiaron la mentalidad ilustrada "por medio de escritos en los cuales se daban a conocer los progresos de las ciencias y el adelanto técnico en otros países"[1311].

La misma dinámica oprobiosa de la conquista y la colonización impuesta a la fuerza por España, reflejada a través de la violencia, el saqueo y la domesticación religiosa, dieron origen a la inconformidad que incubaron los procesos de independencia y emancipación. José María Samper reconoce que la lógica de la conquista y posterior colonización dinamizó la lógica de la independencia americana. Fue así que España al desarrollar injustamente la conquista y la colonia preparó, sin proponérselo, la revolución. "Sin quererlo, España dio a luz uno de los fenómenos más extraordinarios de la historia política moderna: la revolución americana"[1312].

Los "independizados", los "emancipados", siempre se han preguntado y nos hemos preguntado: ¿Cuál "Independencia"? Y La "Independencia" ¿para qué?

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter