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Nociones preliminares por Allan Kardec (página 4)



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"Sé muy bien lo que me vais a decir: que estos fenómenos son útiles para convencer a los incrédulos; pero sabed que si no hubierais tenido otros medios de convicción, no tendríais hoy día la centésima parte de espiritistas que tenéis. Hablad al corazón, éste es el modo de hacer más conversiones formales. Si creéis útil para ciertas personas obrar por los hechos materiales, presentadlos al menos en tales circunstancias que no puedan dar lugar a ninguna falsa interpretación, y sobre todo no salgáis de las condiciones normales de estos hechos porque los hechos, presentados en malas condiciones, suministran argumentos a los incrédulos en lugar de convencerlos. -ERASTO."

Este fenómeno ofrece una particularidad bastante singular, y es que ciertos médiums tan sólo lo obtienen en el estado de sonambulismo; y esto se explica fácilmente.

Hay en el sonámbulo un desprendimiento natural, una especie de aislamiento del Espíritu y del periespíntu que debe facilitar la combinación de los fluidos necesarios. Tal es el caso de los aportes de que hemos sido testigos. Las preguntas siguientes se dirigieron al Espíritu que los produjo, pero sus respuestas se resienten alguna vez de su insuficiencia; las hemos sometido al Espíritu Erasto, mucho más ilustrado desde el punto de vista teórico, y quien las ha completado con observaciones muy juiciosas. El uno es el artesano, el otro el sabio, y la misma comparación de estas dos inteligencias es un estudio instructivo, porque prueba que no basta ser Espíritu para comprenderlo todo.

1. Os ruego nos digáis ¿por qué los aportes que hacéis no se producen sino en el sueño magnético del médium?

"Esto proviene de la naturaleza del médium; los hechos que yo produzco cuando el mío está dormido, podría igualmente producirlos en el estado de vigilia con otro médium."

2. ¿Por qué hacéis esperar tan largo tiempo el aporte de los objetos y por qué excitáis la codicia del médium, irritando su deseo de obtener el objeto prometido?

"Este tiempo me es necesario a fin de preparar los fluidos que sirven para el aporte, en cuanto a la excitación, esto no es muchas veces sino para divertir a las personas presentes y a la sonámbula."

Observación de Erasto. – El Espíritu que ha contestado no sabía más; no se da cuenta del motivo de esta ansiedad que le aguijonea instintivamente sin comprender el efecto; cree divertir, mientras que en realidad provoca sin pensarlo mayor emisión de fluido; ésta es la consecuencia de la dificultad que presenta el fenómeno, dificultad siempre más grande, cuando no es espontánea, sobre todo con ciertos médiums.

3. ¿La producción del fenómeno tiende a la naturaleza especial del médium y podría producirse por otros médiums con más facilidad y prontitud?

"La producción tiende a la naturaleza especial del médium y no puede producirse sino con naturalezas correspondientes; pera la prontitud, la costumbre que adquirimos, correspondiendo a menudo con el mismo médium nos es de gran utilidad."

4. La influencia de las personas presentes ¿contribuye en algo?

"Cuando hay incredulidad y oposición se nos puede molestar mucho; mejor queremos hacer nuestras pruebas con creyentes y personas versadas en el Espiritismo; pero no quiero decir por eso que la mala voluntad pueda paralizarnos completamente."

5. ¿Dónde habéis ido a tomar las flores y los confites que habéis traído?

"En los jardines tomo las flores que me gustan."

6. ¿Y los confites? ¿El confitero se habrá apercibido de que les faltaban?

"Yo los tomo donde quiero; el confitero no lo ha notado porque he puesto otros en su lugar."

7. Pero los anillos tienen un valor; ¿en dónde los habéis cogido? ¿Acaso habéis causado algún daño al que se los habéis tomado?

"Las he tomado en parajes desconocidos para todos y de manera que nadie pueda experimentar ningún perjuicio."

Observación de Erasto. – Creo que el hecho está explicado de una manera insuficiente en razón de la capacidad del Espíritu que ha respondido. Sí; puede haber en eso un mal real de causa, pero el Espíritu no ha querido pasar por haber tomado alguna cosa. Un objeto no puede ser reemplazado sino por un objeto idéntico, de la misma forma, del mismo valor; por consecuencia; si un Espíritu tenía la facultad de sustituir un objeto semejante a aquel que toma, no tendría razón para tomarlo, y debería dar aquel que sirve para substituirlo.

8. ¿Es posible el traer flores de otro planeta?

"No, esto no me es posible."

(A. Erasto). ¿Otros Espíritus tendrían este poder?

"No, esto no es posible, en razón de la diferencia de los centros ambientes."

9. ¿Podríais traer flores de otro hemisferio, de los trópicos, por ejemplo?

"Desde el momento que esto esté sobre la Tierra, lo puedo.

10. Los objetos que habéis traído ¿podríais hacerlos desaparecer y llevároslos?

"Del mismo modo que los he hecho venir puedo llevarlos por mi voluntad."

11. ¿La producción del fenómeno de los aportes os causa alguna dificultad, algún embarazo?

"No nos causa ninguna dificultad, cuando tenemos el permiso; podría causárnoslos muy grandes si quisiéramos producir estos efectos sin estar autorizados para eso."

Observación de Erasto. – No quiere confesar su dificultad aunque sea real, puesto que está forzado a hacer una operación, por decirlo así, material.

12. ¿Cuales son las dificultades que encontráis?

"Ninguna otra sino malas disposiciones fluídicas que pueden sernos contrarias."

13. ¿Cómo traéis el objeto? ¿lo cogéis con las manos?

"No; lo envolvemos en nosotros mismos."

Observación de Erasto. – No explica claramente su operación, porque no envuelve el objeto con su propia personalidad; pero como su fluido personal es dilatable, penetrable y expansible, combina una parte de este fluido con una parte del fluido animalizado del médium, y en esta combinación oculta y transporta el objeto causa del aporte. No está, pues, en lo justo al decir que lo envuelve en si mismo.

14. ¿Aportaríais con la misma facilidad un objeto de un peso considerable, de 50 kilogramos, por ejemplo?

"El peso nada tiene que ver para nosotros; aportamos flores porque pueden ser más agradables que un peso voluminoso."

Observación de Erasto. – Justamente: puede aportar 100 ó 200 kilogramos en objetos, porque el peso que existe para vosotros es nulo para él, pero tampoco en esto se sabe dar cuenta de lo que pasa. La masa de los fluidos combinados es proporcionada a la masa de los objetos; en una palabra, la fuerza debe estar en razón de la resistencia; de donde se sigue que si el Espíritu sólo aporta una flor o un objeto ligero es porque muchas veces no encuentra en el médium o en sí mismo los elementos necesarios para un esfuerzo más considerable.

15. ¿Hay algunas veces desapariciones de objetos cuya causa se ignora, y que serían obra de los Espíritus?

"Esto acontece muy a menudo, más a menudo de lo que pensáis, y podría remediarse rogando al Espíritu que vuelva a traer el objeto desaparecido."

Observación de Erasto. – Esto es verdad; pero algunas veces lo que ha sido quitado es bien quitado; porque hay objetos que no vuelven a encontrarse en casa, que frecuentemente se llevan muy lejos. Sin embargo, como el sacar los objetos exige casi las mismas condiciones fluídicas que los aportes no puede tener lugar sino con ayuda de médiums dotados de facultades especiales; así es que cuando alguna cosa desaparece, hay más probabilidad de que sea la consecuencia de vuestro aturdimiento que obra de los Espíritus.

16. ¿Hay efectos que se miran como fenómenos naturales, y que se deben a la acción de ciertos Espíritus?

"Vuestros días están llenos de estos hechos que no comprendéis, porque no os habéis ocupado de ellos, pero con un poco de reflexión lo veríais claramente."

Observación de Erasto. – No atribuyáis a los Espíritus lo que es la obra de la Humanidad; pero creed en su influencia oculta constante, que hace nacer alrededor de vosotros mil circunstancias, mil incidentes necesarios para el cumplimiento de vuestros actos, de vuestra existencia.

17. Entre los objetos aportados ¿los hay que pueden ser fabricados por los Espíritus, esto es, producidos espontáneamente por las modificaciones que los Espíritus pueden hacer sufrir al fluido o al elemento universal?

"Para mí no, porque no tengo el permiso; sólo lo puede un Espíritu elevado."

18. ¿Cómo habéis introducido el otro día estos objetos, puesto que la habitación estaba cerrada?

"Los he hecho entrar conmigo envueltos, por decirlo así, en mí sustancia; para vosotros esto no tiene más explicación."

19. ¿Cómo habéis hecho volver visibles estos objetos que eran invisibles un instante antes?

"He quitado la materia que los envolvía."

Observación de Erasto. No es la materia propiamente dicha la que los envuelve, sino un fluido tomado la mitad del periespíritu del médium, la otra mitad del de el Espíritu que opera.

20. (A Erasto). ¿Un objeto puede ser aportado a un paraje perfectamente cerrado, en una palabra, el Espíritu puede espiritualizar un objeto material, de manera que pueda penetrar la materia?

"Esta cuestión es compleja. Para los objetos aportados, el Espíritu puede hacerlos invisibles pero no penetrables; él no puede romper la agregación de la materia, lo que sería la destrucción del objeto. Este objeto hecho invisible puede traerlo cuando quiere y no desprenderse de él sino en el momento conveniente para hacerle aparecer.

En cuanto a los objetos que nosotros componemos, es otra cosa; como no introducimos sino los elementos de la materia, y que estos elementos son esencialmente penetrables, que nosotros mismos penetramos y atravesamos los cuerpos más condensados, con tanta facilidad como los rayos solares atraviesan las vidrieras, podemos perfectamente decir que hemos introducido el objeto en un paraje por cerrado que sea; pero es solamente en este caso."

Nota. – Véase más adelante la teoría de la formación espontánea de los objetos, el cap. titulado "Laboratorio del mundo invisible".

CAPÍTULO VI MANIFESTACIONES VISUALES

Preguntas sobre las apariciones. – Ensayo teórico sobre las apariciones. – Espíritus glóbulos. – Teoría de la alucinación.

De todas las manifestaciones espiritistas, las más interesantes son, sin contradicción, aquellas por las cuales los Espíritus pueden hacerse visibles. Se verá por la explicación de este fenómeno que, como los otros, nada tiene de sobrenatural. A continuación ponemos las respuestas que con este objeto han dado los Espíritus.

1. ¿Los Espíritus pueden hacerse visibles?

"Sí, sobre todo durante el sueño; sin embargo, ciertas personas los ven también durante la vigilia, pero es más raro."

Observación. – Mientras que el cuerpo descansa, el Espíritu se desprende de los lazos materiales; es más libre y puede más fácilmente ver a los otros Espíritus con los cuales entra en comunicación. El sueño no es más que el recuerdo de este estado; cuando uno no se acuerda de nada, se dice que no ha soñado, pero el alma no ha dejado de ver y gozar de su libertad. Nosotros nos ocupamos más especialmente aquí de las apariciones en estado de vigilia. (*)

2. Los Espíritus que se manifiestan a la vista, ¿pertenecen más bien a una clase que a otra?

"No, pueden pertenecer a todas las clases, a las más elevadas como a las más inferiores."

3. ¿Es dado a todos los Espíritus el manifestarse visiblemente?

"Todos lo pueden; pero para esto no tienen siempre el permiso ni la voluntad."

4. ¿Cuál es el fin de los Espíritus que se manifiestan visiblemente?

"Esto depende de su naturaleza; el fin puede ser bueno o malo."

5. ¿Cómo puede darse este permiso cuando el fin es malo?

"Entonces es para probar a aquellos a quienes se aparecen. La intención del Espíritu puede ser mala, pero el resultado puede ser bueno."

6. ¿Cuál puede ser el fin de los Espíritus que tienen mala intención haciéndose ver?

"Asustar y muchas veces vengarse."

– ¿Cuál es el de los Espíritus que vienen con buena intención?

"Consolar a las personas que los lastiman, probar que existen y estar cerca de vosotros, dar consejos y algunas veces reclamar asistencia para ellos mismos."

7. ¿Qué inconveniente habría en que la posibilidad de ver los Espíritus fuese permanente y general? ¿No sería esto un medio de quitar las dudas de los más incrédulos?

"Estando el hombre constantemente rodeado de Espíritus, su visión incesante le alteraría, le mortificaría en sus acciones y le quitaría su iniciativa en la mayor parte de los casos, mientras que creyéndose solo obra más libremente. En cuanto a los incrédulos, bastantes medios tienen de convencerse sI quieren aprovecharse y si no les ciega el orgullo.

Sabéis muy bien que hay personas que han visto y que por esto no creen más, puesto que dicen que son ilusiones. No os inquietéis por estas gentes; Dios se encarga de ellas."

Observación. – Habría tanto inconveniente en verse constantemente en presencia de los Espíritus, como en ver el aire que nos rodea, o los millares de animales microscópicos que pululan alrededor de nosotros y sobre nosotros. De donde debemos deducir que lo que Dios hace está bien hecho, y que sabe mejor que nosotros lo que nos conviene.

8. Si la visión de los Espíritus tiene inconvenientes, ¿por qué se permite en ciertos casos?

"Con el fin de dar una prueba de que todo no muere con el cuerpo, y que el alma conserva su individualidad después de la muerte. Esta visión pasajera basta para dar esta prueba y atestiguar la presencia de vuestros amigos a vuestro lado; pero no tiene los inconvenientes de la permanencia."

9. ¿En los mundos más avanzados que el nuestro la visión de los Espíritus es más frecuente?

"Cuanto más el hombre se acerca a la naturaleza espiritual, más fácilmente entra en relación con los Espíritus; lo grosero de vuestra envoltura es lo que hace más difícil y rara la percepción de los seres etéreos."

10. ¿Es racional asustarse por la aparición de un Espíritu?

"El que reflexiona debe comprender que un Espíritu, cualquiera que sea, es menos peligroso que un viviente. Por los demás, los Espíritus van por todas partes y no hay necesidad de verlos para saber que podéis tenerlos a vuestro lado. El Espíritu que quisiera dañar puede hacerlo sin dejarse ver y quizás más aún; no es peligroso porque sea Espíritu, sino más bien por la influencia que puede ejercer sobre el pensamiento desviando del bien e induciendo al mal."

Observación. – Las personas que tienen miedo en la soledad o en la oscuridad, raras veces se dan cuenta de la causa de su espanto; no podrían decir de qué tienen miedo, pero seguramente deberían temer más el encuentro de los hombres que el de los Espíritus, porque un malhechor es más peligroso vivo que después de su muerte. Una señora conocida nuestra tuvo una noche en su cuarto una aparición tan bien caracterizada, que creyó en la presencia de alguien, y su primer movimiento fue espanto. Habiéndose asegurado que no había nadie, dijo para sÍ:

"Parece que esto no es más que un Espíritu; puedo, pues, dormir tranquila."

11. Aquel a quien aparece un Espíritu, ¿podría tener una conversación con él?

"Perfectamente, y es lo que debe hacerse siempre en semejante caso preguntando al Espíritu quién es, lo que desea y lo que puede hacerse por él y serle útil.

Si el Espíritu es desgraciado y padece, la conmiseración que se le demuestra le alivia; si es un Espíritu benévolo puede venir con la intención de dar buenos consejos."

– ¿En este caso el Espíritu cómo puede responder?

"Lo hace algunas veces por sonidos articulados, como lo haría una persona viva; lo más a menudo hay transmisión de pensamientos."

12. ¿Los Espíritus que aparecen con alas, las tienen realmente o bien no son sino una apariencia simbólica?

"Los Espíritus no tienen alas, no tienen necesidad de ellas, pues que pueden transportarse por todas partes como Espíritus. Aparecen según el modo con el que quieren afectar a la persona a la cual se muestran: los unos aparecerán con el traje vulgar, otros envueltos en ropajes, algunos con alas, como atributo de la categoría de los Espíritus que representan."

13. Las personas que se ven en sueños, ¿son siempre aquellas cuyo aspecto tienen?

"Casi siempre son aquellas personas que vuestro Espíritu va a encontrar, o que viene a encontraros."

14. Los Espíritus burlones ¿no podrían tomar la apariencia de las personas que nos son queridas para inducirnos al error?

"No toman apariencias fantásticas sino para divertirse a vuestra costa; pero hay cosas con las que no les es permitido divertirse."

15. Siendo el pensamiento una especie de evocación se comprende que provoque la presencia del Espíritu; pero, ¿cómo es que muchas veces las personas en las cuales se piensa más, que se desea ardientemente volver a ver, nunca se presentan en sueño, mientras que se ven gentes indiferentes y en las cuales no se piensa de ningún modo?

"Los Espíritus no tienen siempre la posibilidad de manifestarse a la vista, aun en sueño, y a pesar del deseo que se tiene de verles; causas independientes de su voluntad pueden impedirlo. Muchas veces esto es también una prueba, de la que el deseo más ardiente no puede librar. En cuanto a las personas indiferentes, si vosotros no pensáis en ellas, es posible que ellas piensen en vosotros. Por lo demás vosotros no podéis formaros una idea de las relaciones del mundo de los Espíritus; encontraréis allí una porción de conocimientos íntimos, antiguos o nuevos, de los cuales no tenéis ninguna idea en el estado de vigilia."

Observación. – Cuando no hay ningún medio de comprobar las visiones o apariciones, se puede, sin duda, ponerlas en la cuenta de las alucinaciones; pero cuando son confirmadas por los acontecimientos, no podrán atribuirse a la imaginación; tales son, por ejemplo, las apariciones en el momento de su muerte, en sueño o en el estado de vigilia, de personas con las cuales no se piense de ningún modo, y que por diversas señales vienen a revelar las circunstancias del todo inesperadas de su objeto. Se ha visto muchas veces a los caballos encabritarse y rehusar el avanzar ante apariciones que espantaban a aquellos que los conducían. Si la imaginación produce algún efecto en los hombres, seguramente no existe entre los animales. Por otra parte, si las imágenes que se ven en sueños eran siempre un efecto de las preocupaciones de la vigilia, nada explicaría por qué acontece a menudo que no se sueña jamás en las cosas que más se piensa.

16. ¿Por qué ciertas visiones son más frecuentes en el estado de enfermedad?

"También tienen lugar en el estado de perfecta salud; pero en la enfermedad los lazos materiales están relajados; la debilidad del cuerpo de la más libertad al Espíritu, quien entra con más facilidad en comunicación con los otros Espíritus."

17. Las apariciones espontáneas parecen ser más frecuentes en ciertos lugares.

¿Será que algunos pueblos están mejor dotados que otros para tener esta clase de manifestaciones?

¿"Es que hacéis un proceso verbal por cada aparición? Las apariciones, los ruidos, todas las manifestaciones, en fin, están igualmente extendidas por toda la Tierra, pero presentan caracteres distintos según los pueblos en los cuales tienen lugar. Por ejemplo, en aquellos donde la escritura está poco extendida, no hay médiums escribientes; en los otros abundan. En otra parte hay ruidos más a menudo y movimientos que comunicaciones inteligentes, porque éstas son menos estimadas y buscadas."

18. ¿Por qué las apariciones tienen más bien lugar por la noche? ¿No sería esto un efecto del silencio y de la oscuridad sobre la imaginación?

"Por la misma razón que la oscuridad os hace ver durante la noche las estrellas que no veis en pleno día. La gran claridad puede borrar una aparición ligera; pero es un error creer que la noche sirva en cuanto a eso para alguna cosa. Preguntad a todos aquellos que las han tenido y veréis que la mayor parte las han visto de día."

Observación. – Los hechos de apariciones son mucho más frecuentes y generales de lo que se cree; pero muchas personas no los confiesan por temor al ridículo, otros los atribuyen a la ilusión. Si parecen más multiplicados en ciertos pueblos, esto proviene de que se conservan en ellos más cuidadosamente las tradiciones verdaderas o falsas, casi siempre abultadas por el atractivo de lo maravilloso, a que se presta más o menos el aspecto de las localidades; la credulidad hace entonces ver efectos sobrenaturales en los fenómenos más vulgares; el silencio de la soledad, la escabrosidad de los torrentes, el mugido del bosque, las ráfagas de la tempestad, el eco de las montañas, la forma fantástica de las nubes, las sombras, las ilusiones ópticas, todo, en fin, se presta para ilusionar a imaginaciones sencillas y cándidas, que cuentan de buena fe lo que han visto, o lo que han creído ver. Pero al lado de la ficción hay la realidad; el estudio formal del Espiritismo conduce a separar de la realidad todos los accesorios ridículos de la superstición.

19. ¿La visión de los Espíritus se produce en el estado normal o solamente en un estado extático?

"Puede tener lugar en las condiciones perfectamente normales; sin embargo, las personas que los ven están muchas veces en un estado particular muy cerca del éxtasis que les da una especie de doble vista" (Libro de los Espíritus, núm. 447).

20. Aquellos que ven a los Espíritus ¿los ven por los ojos?

"Ellos lo creen; pero en realidad el alma es la que ve, y lo que lo prueba es que pueden verse con los ojos cerrados."

21. ¿Cómo puede el Espíritu hacerse visible?

"El principio es el mismo que el de todas las manifestaciones, tiende a las propiedades del periespíritu, que puede sufrir diversas modificaciones a gusto del Espíritu."

22. El Espíritu propiamente dicho ¿puede hacerse visible o bien no lo puede sino con la ayuda del periespíritu?

"En vuestro estado material, los Espíritus no pueden manifestarse sino con la ayuda de su envoltura semimaterial; es el intermediario por el cual obran sobre vuestros sentidos. Bajo esta envoltura aparecen algunas veces con una forma humana o cualquier otra, ya sea en los sueños, ya sea en el estado de vigilia, lo mismo a la luz que en la oscuridad."

23. ¿Se podría decir que es por la condensación del fluido del periespíritu que el Espíritu se hace visible?

"Condensación no es la palabra; más bien es una comparación que puede ayudar a haceros comprender el fenómeno, porque realmente no hay condensación. Por la combinación de los fluidos, se produce en el periespíritu una disposición particular que no tiene analogía para vosotros y que lo hace perceptible."

24. Los Espíritus que aparecen ¿no pueden tocarse nunca y son siempre inaccesibles al tacto?

"En su estado normal son impalpables, como cuando se sueña. Sin embargo pueden hacer impresión en el tacto y dejar trazas de su presencia, y aun en ciertos casos venir a ser momentáneamente tangibles, lo que prueba que entre ellos y vosotros hay una materia."

25. ¿Todos son aptos para ver los Espíritus?

"En el sueño, sí pero no en estado de vigilia. En el sueño el alma ve sin intermediario; en la vigilia está siempre más o menos sujeta a la influencia de los órganos; por esto las condiciones no son siempre las mismas."

26. ¿De qué proviene la facultad de ver los Espíritus durante la vigilia?

"Esta facultad depende del organismo; proviene de la facilitad más o menos grande que tiene el fluido del vidente para combinarse con el del Espíritu. Así no basta al Espíritu querer mostrarse; es preciso, además, que encuentre en la persona a la cual quiere hacerse ver, la aptitud necesaria."

– ¿Esta facultad puede desenvolverse con el ejercicio?

"Lo puede como todas las otras facultades; pero es una de aquellas de las cuales vale más esperar el desenvolvimiento natural que provocarle, por el temor de sobre excitar la imaginación. La visión general y permanente de los Espíritus es excepcional, y no está en las condiciones normales del hombre."

27. ¿Se puede provocar la aparición de los Espíritus?

"Se puede algunas veces, pero muy raramente; es casi siempre espontánea. Para esto es menester estar dotado de una facultad especial.".

28. ¿Los Espíritus pueden hacerse visibles bajo otra apariencia que la forma humana?

"La forma humana es la forma normal, el Espíritu puede variar su apariencia, pero siempre es el tipo humano."

– ¿No pueden manifestarse bajo la forma de una luz?

"Pueden producir llamas, luces, como cualesquiera otros efectos, para atestiguar su presencia; pero estas cosas no son los mismos Espíritus. La llama muchas veces sólo es una ilusión óptica o una emanación del periespíritu; en todos los casos no es más que una parte de éste; el periespíritu no aparece entero sino en las visiones."

29. ¿Qué pensaremos de la creencia que atribuye los fuegos fatuos a la presencia de almas o Espíritus?

"Superstición producida por la ignorancia. La causa física de los fuegos fatuos es bien conocida."

– La llama azul que apareció, según se dice, sobre la cabeza del niño Servius Tullius, ¿es una fábula o una realidad?

"Era real, fue producida por el Espíritu familiar que quería advertir a la madre.

Esta madre, médium vidente, había apercibido un rayo del Espíritu protector de su hijo.

Todos los médiums videntes no ven al mismo grado, así como vuestros médiums escribientes no escriben todos la misma cosa. Mientras que esta madre sólo veía una llama, otro médium hubiese podido ver el mismo cuerpo del Espíritu."

30. ¿Los Espíritus podrían presentarse bajo la forma de animales?

"Puede suceder; pero los que tomen estas apariencias son siempre Espíritus muy inferiores. En todos los casos esto sólo sería una apariencia momentánea; porque sería absurdo el creer que un animal cualquiera pudiese ser la encarnación real de un Espíritu. Los animales son siempre animales y no otra cosa."

Observación. – Sólo la superstición puede hacer creer que ciertos animales están animados por Espíritus; es preciso una imaginación muy complaciente, o bien afectada, para ver alguna cosa sobrenatural en circunstancias un tanto extravagantes, con las cuales se presentan algunas veces; pero el miedo hace ver con frecuencia lo que no existe. El miedo no siempre es el origen de esta idea; hemos conocido una señora muy inteligente por cierto, que se aficionó más de lo regular a un gatazo negro, porque le creía de una naturaleza "sobreanimal"; pero no había oído jamás hablar del Espiritismo; si lo hubiera conocido, le habría hecho comprender lo ridículo de la causa de su predilección, probándole la imposibilidad de semejante metamorfosis.

Ensayo teórico sobre las apariciones

Las manifestaciones aparentes más ordinarias tienen lugar cuando se duerme, por los sueños; estas son las visiones. No puede entrar en nuestro cuadro el examen de todas las particularidades que pueden presentar los sueños; nosotros resumimos diciendo que pueden ser una visión actual de cosas presentes o ausentes; una visión retrospectiva del pasado, y en algunos casos excepcionales un presentimiento del porvenir. Muchas veces son también cuadros alegóricos que los Espíritus hacen pasar por nuestra vista para darnos advertencias útiles y consejos saludables, si son buenos Espíritus; o para inducirnos en error y lisonjear nuestras pasiones si son Espíritus imperfectos. La siguiente teoría se aplica a los sueños, como a los otros casos de apariciones. (Véase El Libro de los Espíritus , núms. 400 y siguientes).

Creeríamos hacer injuria al buen sentido de nuestros lectores procurando refutar lo que hay de absurdo y ridículo en lo que vulgarmente se llama la interpretación de los sueños.

Las apariciones propiamente dichas tienen lugar en el estado de vigilia, y cuando uno goza de la plenitud y entera libertad de sus facultades. Generalmente se presentan bajo una forma vaporosa y diáfana, algunas veces vaga e indecisa; a menudo es en el primer momento una luz blanquecina cuyos contornos se dibujan poco a poco. Otras veces las formas son acentuadas con claridad y se distinguen las menores trazos del rostro, al punto de poder hacer de ellas una descripción muy precisa. Los ademanes y el aspecto son parecidos a los del Espíritu cuando vivía. Pudiendo tomar todas las apariencias, el Espíritu se presenta bajo aquella que mejor puede hacerle conocer si tal es su deseo. De este modo, aun cuando el Espíritu no tenga ningún defecto corporal, se manifestará estropeado, cojo, jorobado, herido, con cicatrices, si esto es necesario para justificar su identidad. Esopo, por ejemplo, como Espíritu no es deforme; pero si se le evoca, aunque Esopo hubiera tenido después muchas existencias aparecerá feo y jorobado, con el traje tradicional. Una cosa notable es que a menos de circunstancias particulares, las partes menos dibujadas son los miembros inferiores; mientras que la cabeza, el tronco, los brazos y las manos, se presentan siempre claramente. Tampoco casi nunca se les ve andar, sino deslizarse como sombras. En cuanto al traje, ordinariamente se compone de un ropaje terminando en largos pliegues flotantes; la apariencia de los Espíritus que no han conservado nada de las cosas terrestres, es al menos con una cabellera ondulante y graciosa; pero los Espíritus vulgares, aquellos que se han conocido, tienen generalmente el traje que tenían en el último periodo de su existencia. Muchas veces tienen atributos característicos de su elevación, como una aureola o alas para aquellos que puedan considerarse como ángeles mientras que otros llevan los que recuerdan sus ocupaciones terrestres; de este modo un guerrero podrá aparecerse con su armadura, un sabio con sus libros, un asesino con un puñal, etc. Los Espíritus superiores tienen una figura bella, noble y serena; los más inferiores tienen algo de feroz y bestial, y algunas veces llevan aún las señales de los crímenes que han cometido o de los suplicios que han sufrido. La cuestión del traje y de todos estos objetos accesorios puede que sea la que más admira; volveremos a ella en un capítulo especial, porque tiene relación con otros hechos más importantes.

Hemos dicho que la aparición tiene algo de vaporoso; en ciertos casos se podría compararla a la imagen reflejada en un espejo sin alinde, y que a pesar de su limpieza no impide ver al través los objetos que están por detrás. Así, es generalmente, como los distinguen los médiums videntes; los ven ir y venir, entrar y salir de una habitación, circular entre los grupos de los vivos, teniendo el aire, al menos por lo que respecta a los Espíritus vulgares, de tomar una parte activa en todo lo que se hace alrededor de ellos, de interesarse y escuchar lo que se dice. Frecuentemente se les ve acercarse a una persona, sugerirle ideas, influiría, consolarla si son buenos, ridiculizaría si son malignos, mostrarse tristes o contentos de los resultados que obtienen; sucede, en una palabra, lo mismo que en el mundo corporal. Tal es el mundo oculto que nos rodea, en medio del cual vivimos sin que lo apercibamos, así como vivimos sin tampoco apercibirlo en medio de las miríadas del mundo microscópico. El microscopio nos ha revelado el mundo de lo infinitamente pequeño que no sospechábamos; el Espiritismo, ayudado de los médiums, nos ha revelado el mundo de los Espíritus, que es también una de las fuerzas activas de la naturaleza. Con ayuda de los médiums videntes hemos podido estudiar el mundo invisible, iniciarnos en sus costumbres, como un pueblo de ciegos podría estudiar el mundo visible, ayudado de algunos hombres que gozasen de la vista. (Véase el capitulo de los médiums, el artículo concerniente a los médiums videntes).

El Espíritu que quiere o puede aparecer, reviste algunas veces una forma más clara todavía, teniendo todas las apariencias de un cuerpo sólido, hasta el punto de producir una ilusión completa y hacer creer que se tiene delante de si un ser corporal. En algunos casos, en fin, y bajo el imperio de ciertas circunstancias, la tangibilidad puede venir a ser real, esto es, que se puede tocar, palpar, sentir la misma resistencia, el mismo calor que de parte de un cuerpo vivo, lo que no impide el desvanecerse con la rapidez del rayo. Entonces ya no es por los ojos como se hace constar la presencia, sino por el tacto. Si se podía atribuir a la ilusión o a una especie de fascinación la aparición simplemente visual, la duda no puede tener lugar cuando se puede cogerla, palparla, y más aún cuando ella misma os coge y os estrecha. Los hechos de apariciones tangibles son los más raros; pero los que se han verificado en estos últimos tiempos por la influencia de médiums poderosos (*) y que tienen toda la autenticidad de testigos irrecusables, prueban y explican los que la historia refiere referentes a personas que se han mostrado después de su muerte con todas las apariencias de la realidad. Por lo demás, como lo hemos dicho, por extraordinarios que sean semejantes fenómenos, todo lo maravilloso desaparece cuando se conoce la manera como se producen, y se comprende que, lejos de ser una derogación de las leyes de la naturaleza, no son otra cosa que una nueva aplicación de las mismas.

Por su naturaleza y en su estado normal el periespíritu es invisible, así como hay una porción de fluidos que sabemos que existen y que, sin embargo, no hemos visto jamás; pero pueden también, lo mismo que ciertos fluidos, sufrir modificaciones que le hagan perceptible a la vista, ya sea por una especie de condensación, ya por un cambio en la disposición molecular; entonces nos aparece bajo una forma vaporosa. La condensación (no es necesario tomar esta palabra a letra; sólo la empleamos a falta de otra y a título de comparación), la condensación, decimos, puede ser tal que el periespíritu adquiere las propiedades de un cuerpo sólido y tangible; pero puede instantáneamente volver a tomar su estado etéreo e invisible. Podemos darnos cuenta de este efecto por el del vapor, que puede pasar de la invisibilidad al estado nebuloso, luego líquido, luego sólido y viceversa. Estos diferentes estados del periespíritu son el resultado de la voluntad del Espíritu y no de una causa física exterior como en nuestros gases. Cuando nos aparece, es porque pone su periespíritu en el estado necesario para hacerle visible; para esto su voluntad no basta, porque la modificación del periespíritu se opera por su combinación con el fluido propio del médium; pero esta combinación no es siempre posible, lo que explica porque la visibilidad de los Espíritus no es general. Así, no basta que el Espíritu quiera mostrarse; no basta tampoco que una persona quiera verle; es preciso que los dos fluidos puedan combinarse, que haya entre ellos una especie de afinidad; puede ser también que la emisión del fluido de la persona sea bastante abundante para operar la transformación del periespíritu y probablemente otras condiciones que nos son desconocidas; por fin es menester que el Espíritu tenga el permiso de hacerse ver a tal persona, lo cual no siempre se le concede o sólo se le permite en ciertas circunstancias, por motivos que no podemos apreciar.

Otra propiedad del periespíritu y que tiende a su naturaleza etérea, es la penetrabilidad. Ninguna materia le hace obstáculo; las atraviesa todas, como la luz atraviesa los cuerpos transparentes. Y por esto nada hay, por cerrado que esté, que pueda oponerse a la entrada de los Espíritus; estos van a visitar al prisionero en su calabozo tan fácilmente como al hombre que está en medio de los campos.

Las apariciones en estado de vigilia no son ni raras ni nuevas; las ha habido en todos tiempos; la historia refiere gran número de ellas; pero sin ir tan lejos, en nuestros días son muy frecuentes, y muchas personas las han tenido y en un principio las han tomado, por lo que se ha convenido en llamar alucinaciones. Son frecuentes sobre todo en los casos de muerte de personas ausentes, que vienen a visitar a sus parientes o amigos. Muchas veces no tienen objeto bien determinado, pero se puede decir que en general los Espíritus que aparecen de este modo son atraídos por la simpatía.

Detengámonos a interrogar nuestros recuerdos, y veremos que hay pocas personas que no tengan conocimiento de algunos hechos de este género cuya autenticidad no podría ponerse en duda.

Añadiremos a las condiciones precedentes el examen de algunos efectos de óptica que han dado lugar al singular sistema de los Espíritus glóbulos.

El aire no tiene siempre una limpieza absoluta y hay circunstancias en que las corrientes de las moléculas aeriformes y su agitación producida por el calor se hacen perfectamente visibles. Algunas personas han tomado esto por masas de Espíritus agitándose en el espacio; basta indicar esta opinión para refutarla. Pero be aquí otro género de ilusión no menos extravagante contra la cual conviene estar prevenido.

El humor acuoso del ojo ofrece puntos apenas perceptibles que han perdido su transparencia. Estos puntos son como cuerpos opacos suspendidos en el líquido cuyos movimientos siguen. Estos producen en el aire ambiente y a distancia, por efecto del aumento y de la refracción, la apariencia de pequeños discos, variando de uno a diez milímetros de diámetro, y parecen mecerse en la atmósfera. Hemos visto personas que tomaban estos discos por Espíritus que les seguían y les acompañaban por todas partes, y en su entusiasmo tomar por figuras los matices de la irisación, lo que es casi tan racional como ver una figura en la luna. Una simple observación suministrada por estas mismas personas les conducirá sobre el terreno de la realidad.

Estos discos o medallones, dicen ellos, no sólo les acompañan, sino que siguen todos sus movimientos; van a derecha e izquierda, suben, bajan o se detienen según el movimiento de cabeza. Esto no debe causar admiración, puesto que si el sitio de la apariencia está en el globo del ojo, debe seguir sus movimientos. Si fueran Espíritus sería preciso convenir que estarían demasiado sujetos a un papel muy mecánico para seres inteligentes y libres, tarea harto fastidiosa, aun para Espíritus inferiores, con más fuerte razón incompatible con la idea que nos formamos de los Espíritus superiores. Es verdad que algunos toman por Espíritus malos puntos negros o moscas amauróticas. Estos discos, lo mismo que las manchas negras, tienen un movimiento ondulatorio que no se aparta jamás de la amplitud de un cierto ángulo, y lo que contribuye a la ilusión es que no siguen bruscamente los movimientos de la línea visual. La razón de esto es muy sencilla. Los puntos opacos del humor acuoso, causa primera del fenómeno, hemos dicho que están como suspendidos y tienen siempre una tendencia a descender; cuando suben están incitados por el movimiento del ojo de abajo arriba; pero llegados a cierta altura, si se fija el ojo, los discos, después de detenerse descienden por sí mismos. Su movilidad es extrema, porque basta un movimiento imperceptible del ojo para hacerles cambiar de dirección y hacerles recorrer rápidamente toda la amplitud del arco en el espacio en que se produce la imagen. Hasta tanto que no se pruebe que una imagen posee un movimiento propio, espontáneo e inteligente, no puede considerarse sino como un simple fenómeno óptico o fisiológico.

Lo mismo puede decirse con respecto de las lucecitas que se producen algunas veces en gavillas o manojos más o menos compactos por la contracción de los músculos del ojo y que son probablemente debidas a la electricidad fosforescente del iris, puesto que están generalmente circunscritas a la circunferencia del disco de este órgano.

Semejantes ilusiones no pueden ser otra cosa que el resultado de una observación incompleta. Cualquiera que haya estudiado seriamente la naturaleza de los Espíritus por todos los medios que da la ciencia práctica, comprenderá todo lo pueril de estas ilusiones. Tanto como combatimos las teorías atrevidas, por las cuales se atacan las manifestaciones, cuando estas teorías están basadas sobre la ignorancia de los hechos, otro tanto debemos procurar destruir las ideas falsas que prueban más entusiasmo que reflexión, y que por esto mismo hacen más mal que bien entre los incrédulos, ya tan dispuestos a buscar la parte ridícula.

Como se ve, el periespíritu es el principio de todas las manifestaciones; su conocimiento ha dado la llave de una porción de fenómenos, ha hecho dar un paso inmenso a la ciencia espiritista, y que ésta entrase en una vía nueva, quitándole todo carácter maravilloso. Por conducto de los mismos Espíritus hemos encontrado la explicación de la acción del Espíritu sobre la materia, del movimiento de los cuerpos inertes, de los ruidos y de las apariciones, pues es preciso tener muy presente que ellos mismos son los que nos han puesto en el camino para todas estas investigaciones. Encontramos en el periespíritu la explicación de muchos otros fenómenos que nos quedan por examinar antes de pasar al estudio de las comunicaciones propiamente dichas. Se les comprenderá mejor cuanto más cuenta nos demos de las causas primeras. Si se comprende bien este principio, lo aplicaremos con facilidad a los diversos hechos que podrán presentarse al observador.

Estamos lejos de dar la teoría que presentamos como absoluta y como siendo la última palabra; será, sin duda, completada o rectificada más tarde por nuevos estudios, pero por incompleta o imperfecta que sea aún hoy día puede siempre ayudar a darse cuenta de la posibilidad de los hechos por causas que nada tienen de sobrenatural; si esto es una hipótesis, sin embargo no se le puede negar el mérito de la racionalidad y de la probabilidad, y vale más que todas las explicaciones que dan los que niegan, para probar que todo es ilusión, fantasmagoría y subterfugio en los fenómenos espiritistas.

Teoría de la alucinación

Los que no admiten el mundo incorporal e invisible, creen explicarlo todo con la palabra "alucinación." La definición de esta palabra es conocida; esto es: un error, una ilusión de una persona que cree tener percepciones que no tiene realmente (del latín "hallucinari"; errar, formado de "ad lucem"); pero los sabios no han dado todavía la razón fisiológica, que nosotros sepamos.

La óptica y la fisiología parece que no tienen ya secretos para ellos. ¿Cómo es que no han explicado aún la naturaleza y el origen de las imágenes que se presentan al Espíritu en ciertas circunstancias?

Quieren explicarlo todo por las leyes de la materia, conforme; que den, pues, por estas leyes una teoría de la alucinación; buena o mala, siempre sería una explicación.

La causa de los sueños no se ha explicado jamás por la ciencia; los atribuye a un efecto de la imaginación, pero no nos dice lo que es la imaginación ni cómo produce estas imágenes tan claras y tan limpias que nos aparecen algunas veces; esto es explicar una cosa que no conoce por otra que tampoco es conocida; la cuestión queda, pues, pendiente. Se dice que es un recuerdo de las preocupaciones de la víspera; pero aun cuando se admita esta solución, que no lo es, quedaría todavía por saber cuál es este espejo mágico que conserva de este modo la impresión de las cosas. ¿Cómo se explican, sobre todo, estas visiones de cosas reales, que no se han visto jamás en el estado de vigilia, y en las que nunca se ha pensado? Sólo el Espiritismo podía darnos la llave de ese raro fenómeno, que pasa desapercibido a causa de su misma vulgaridad, como todas las maravillas de la naturaleza que pisoteamos.

Los sabios han desdeñado ocuparse de la alucinación; que sea real o no, no deja de ser un fenómeno que la tisiología debe poder explicar, bajo pena de confesar su insuficiencia. Si algún día un sabio se empeña en dar, no una definición, entendámonos bien, sino una explicación fisiológica de ella, veremos si su teoría resuelve todos los casos; que no omita sobre todo los hechos tan comunes de apariciones de personas en el momento de su muerte; que diga de dónde viene la coincidencia de la aparición con la muerte de la persona. Si esto fuese un hecho aislado, se podría atribuir a la casualidad; pero como es muy frecuente, la casualidad no tiene estas reincidencias. Además, si aquel que ve la aparición tenía la imaginación afectada por la idea que la persona debía morir, podría pasar; pero la que aparece es lo más a menudo aquello en que menos se piensa: luego la imaginación no toma parte en esto para nada. Por la imaginación pueden explicarse menos aún las circunstancias de la muerte de la cual no se tiene ninguna idea.

Los alucinacionistas dirán, acaso, que el alma (si es que la admiten), tiene momentos de sobreexcitación en que sus facultades están exaltadas. Estamos acordes; pero cuando lo que ve es real, no es una ilusión. Si en su exaltación el alma ve una cosa que no está presente, es, pues, que se transporta; pero si nuestra alma puede transportarse hacia una persona ausente ¿por qué el alma de esa persona no puede transportarse hacia nosotros? Que en su teoría de la alucinación tomen en cuenta estos hechos y no olviden que una teoría a la cual se pueden oponer hechos contrarios, es necesariamente falsa e incompleta.

Esperando su explicación, vamos a ensayar emitir algunas ideas con este objeto.

Los hechos prueban que hay verdaderas apariciones de las cuales la teoría espiritista da buena cuenta, y que sólo pueden negar los que no admiten nada fuera del organismo; ¿pero al lado de las visiones reales hay alucinaciones en el sentido aplicado a esta palabra? Esto no es dudoso. ¿Cuál es su origen? Los Espíritus nos pondrán en el camino, porque la explicación nos parece del todo completa en las respuestas hechas a las preguntas siguientes:

– ¿Las visiones son siempre reales y no son algunas veces el efecto de la alucinación? ¿Cuando se ve, en sueños o de otro modo, al diablo, por ejemplo, u otras cosas fantásticas que no existen, no es esto un producto de la imaginación?

"Sí, algunas veces, cuando se está afectado por ciertas lecturas, o por historias de diabluras que impresionan, se recuerda, y se cree ver lo que no existe. Pero hemos dicho también que el Espíritu, balo su envoltura semi- material, puede tomar toda clase de formas para manifestarse. Un Espíritu burlón puede, pues, aparecer con cuernos y garras si le place, a fin de divertirse con la credulidad, como un buen Espíritu puede mostrarse con alas y una figura radiante."

– ¿Se pueden considerar como apariciones las figuras y otras imágenes que se presentan muchas veces cuando uno está medio dormido, o simplemente cuando se nos cierran los ojos?

"Desde que los sentidos se embotan, el Espíritu se desprende y puede ver de lejos o de cerca lo que no podría ver con los ojos. Estas imágenes son muchas veces visiones, pero pueden ser también un efecto de las impresiones que la vista de ciertos objetos ha dejado en el cerebro, cuyas señales conserva como conserva la de los sonidos. El Espíritu desprendido ve entonces en su propio cerebro estas señales que se han fijado en él como sobre una plancha de daguerrotipo. Su variedad y su mezcla forman conjuntos extravagantes y fugitivos que se borran casi repentinamente a pesar de los esfuerzos que se hacen para retenerlos. Es preciso atribuir a una causa semejante ciertas apariciones fantásticas que no tienen nada de real, y que se producen muchas veces en estado de enfermedad."

Es un hecho constante que la memoria es el resultado de las impresiones conservadas por el cerebro; ¿por qué singular fenómeno estas impresiones tan variadas y tan múltiples no se confunden? Este es un misterio impenetrable, pero que no es más extraño que el de las ondulaciones sonoras que se cruzan en el aire y no quedan menos claras En un cerebro sano y bien organizado estas impresiones son claras y precisas; en un estado menos favorable se borran y confunden; de ahí la pérdida de la memoria o la confusión de ideas. Esto parece, además, menos extraordinario si se admite como en frenología un destino especial a cada parte, y aun a cada fibra del cerebro.

Llegadas las imágenes al cerebro por los ojos, dejan en él una impresión que hace que se recuerde un cuadro como si se tuviese delante, pero esto es sólo cuestión de memoria, porque no se le ve; pues en cierto estado de emancipación, el alma ve en el cerebro y encuentra en él estas imágenes, aquellas sobre todo que le han afectado más, según la naturaleza de las preocupaciones o las disposiciones del Espíritu; así es como encuentra en él la impresión de las escenas religiosas, diabólicas, dramáticas, mundanas, figuras de animales raros, que ha visto en pintura en otra época o aun en cuentos, porque los cuentos dejan también impresiones. De este modo el alma ve realmente pero sólo ve una imagen daguerrotipada en el cerebro. En el estado normal estas imágenes son fugitivas y efímeras, porque todas las partes cerebrales funcionan libremente, pero

en el estado de enfermedad, el cerebro está siempre más o menos debilitado, el equilibrio no existe entre todos los órganos; algunos solamente conservan su actividad, mientras que otros están de algún modo paralizados; de ahí la permanencia de ciertas imágenes que no están ya borradas como en el estado normal por las preocupaciones de la vida exterior. Esa es la verdadera alucinación y la causa primera de las ideas fijas.

Como se ve, hemos dado cuenta de esta anomalía por una ley enteramente fisiológica bien conocida, la de las impresiones cerebrales, pero nos ha sido siempre preciso hacer intervenir el alma; pues si los materialistas no han podido dar todavía una solución satisfactoria de este fenómeno, consiste en que no quieren admitir el alma.

También dirán que nuestra explicación es mala, porque ponemos por principio lo que se ha cuestionado. ¿Por quién? Por ellos, pero admitido por la inmensa mayoría desde que hay hombres sobre la tierra, y la negación de algunos no puede hacer ley.

¿Nuestra explicación es buena? La damos por lo que pueda valer a falta de otra, y si se quiere a título de simple hipótesis, esperándola mejor. Tal como es, ¿da razón de todos los casos de visión? Ciertamente que no, y desafiamos a todos los fisiologistas a que den una sola a su punto de vista exclusivo que los resuelva todos; porque cuando han pronunciado sus palabras sacramentales de sobrexcitación y de exaltación no han dicho nada; luego si todas las teorías de la alucinación son insuficientes para explicar todos los hechos, es que hay otra cosa más que la alucinación propiamente dicha. Nuestra teoría seria falsa si la aplicábamos a todos los casos de visión, porque habría algunos de estos que vendrían a contradecirla; puede ser justa si se concreta a ciertos hechos.

CAPÍTULO VII BI-CORPOREIDAD Y TRANSFIGURACIÓN

Apariciones del Espíritu de los vivos. – Hombres dobles. – San Alfonso de Ligorio, y San Antonio de Padua. – Vespasiano. – Transfiguración. – Invisibilidad

Estos dos fenómenos son variedades del de las manifestaciones visuales, y aunque desde luego puedan parecer maravillosos, se reconocerá fácilmente, por la explicación que pueda darse de los mismos, que no salen del orden de los fenómenos naturales. Uno y otro descansan sobre este principio, a saber: que todo lo que sea dicho sobre las propiedades del periespíritu después de la muerte, se aplica al periespíritu de los vivos. Sabemos que durante el sueño el Espíritu recupera parte de su libertad, quiere decir, se aisla del cuerpo, y fue en este estado que tuvimos muchas ocasiones de observarlo. Pero el Espíritu, sea el hombre muerto o vivo, tiene siempre su envoltura semi-material, que por las mismas causas que hemos descrito puede adquirir la visibilidad y al tangibilidad. Hechos muy positivos no dejan ninguna duda en cuanto a esto; sólo citaremos algunos ejemplos que conocemos personalmente, cuya exactitud podemos garantizar, y todos pueden recoger ejemplos análogos consultando su memoria.

La esposa de uno de nuestros amigos vio diferentes veces durante la noche entrar en su cuarto, con luz o sin ella, una vendedora de fruta de las cercanías, que conocía de vista, pero a la cual no había hablado jamás. Esta aparición le causó un espanto tanto más grande, cuanto que en esta época esta señora no tenía ningún conocimiento del Espiritismo, y que este fenómeno se repitió muy a menudo. Pues la vendedora estaba perfectamente viva, a esta hora probablemente dormía; mientras que su cuerpo material estaba en su casa, su Espíritu y su cuerpo fluídico estaban en la de esta señora; ¿por qué motivo? Esto es lo que no se sabe. En semejante caso, un espiritista iniciado en esta clase de cosas se lo hubiera preguntado, pero dicha señora no tuvo tal idea. Cada vez la aparición se eclipsaba sin que supiera cómo, y siempre que desaparecía iba a asegurarse que todas las puertas estaban perfectamente cerradas, y que nadie había podido introducirse en su habitación. Esta precaución le probaba que estaba bien despierta y que no era juguete de un sueño. Otras veces vio de la misma manera un hombre que no conocía, pero un día vio a su hermano que estaba en California; tenía de tal modo la apariencia de una persona real, que en primer momento creyó en su vuelta y quería dirigirle la palabra, pero desapareció sin darle tiempo. Una carta recibida posteriormente le acredító que no había muerto. Esta señora era lo que se puede llamar un médium vidente natural, pero como hemos dicho en aquella época no había oído jamás hablar de médiums.

Otra señora que habita en la provincia, estando gravemente enferma, vio una noche, a eso de las diez, un caballero anciano, habitante en la misma ciudad, y que veía algunas veces en la sociedad, pero sin ninguna relación de intimidad. Este caballero estaba sentado en un sillón al pie de su cama, y de cuando en cuando tomaba un polvo, aparentando que la cuidaba. Sorprendida de tal visita a semejante hora, quiso preguntarle el motivo, pero el caballero le hizo seña para que no hablase y de que durmiera; varias veces quiso dirigirle la palabra y siempre le hizo la misma recomendación. Al fin se durmió. Después de algunos días, estando restablecida, recibió la visita de este mismo caballero pero en una hora más conveniente, y esta vez era verdaderamente él; tenía el mismo traje, la misma caja de tabaco y exactamente las mismas maneras. Persuadida de que había venido durante su enfermedad, le dio las gracias por la molestia que se había tomado. El caballero, muy sorprendido, le dijo que no había tenido el gusto de verla hacía bastante tiempo. La señora, que conocía los fenómenos espiritistas, comprendió lo que era esto; pero no queriéndoselo explicar, se contentó con decirle que probablemente lo habría soñado.

Esto es lo probable, dirán los incrédulos, los Espíritus fuertes, lo que para ellos es sinónimo de gentes de genio; pero es cierto que esta señora no dormía esta vez ni la precedente. – Entonces sería que soñaba despierta o, de otro modo, que estaba alucinada. – He aquí la gran palabra, la explicación universal de todo lo que no se comprende. Como hemos ya refutado suficientemente esta objeción, continuaremos dirigiéndonos a aquellos que pueden comprendernos.

He aquí, sin embargo, otro hecho más característico, y nos alegraríamos al ver cómo podría explicar-se por el solo juego de la imaginación. Un caballero habitante en provincia no había querido jamás casarse, a pesar de las instancias de su familia. Se había insistido notablemente en favor de una persona que residía en una ciudad vecina, y que él no había visto nunca. Un día, estando en su cuarto, se admiró al verse en presencia de una joven vestida de blanco y la cabeza adornada con una corona de flores. Le dijo que era su desposada; le tendió la mano, que tomó, y en la cual vio un anillo. Al cabo de algunos instantes todo desapareció. Sorprendido de esta aparición, y asegurándose que se hallaba bien despierto, se informó si alguien había venido aquel día, pero se le contestó que no se había visto a nadie. Un año después, cediendo a las nuevas instancias de una parienta, se decidió ir a ver a la que se le proponía. Llegó el día de Corpus; volviendo de la procesión, una de las primeras personas que se presentó a su vista entrando en la casa fue una joven que reconoció por la que se le había aparecido, vestida de la misma manera, porque el día de la aparición era también el del Corpus. Quedó anonadado, y por su parte la joven dio un grito de sorpresa y se puso enferma. Vuelta en sí, dijo que había visto a este caballero en semejante día del año precedente. Se efectuó el casamiento. Esto ocurrió hacia el año 1835; en aquella época no se trataba de Espíritus, y por otra parte uno y otro son personas de un positivismo extremo y de una imaginación nada exaltada.

Puede ser que se diga que uno y otro tenían el Espíritu afectado con la idea de la unión propuesta, y que esta preocupación determinó una alucinación; pero es preciso no olvidar que el marido era tan indiferente a esto, que estuvo un año sin ir a ver a su pretendida. Aun admitiendo esta hipótesis, quedaría por explicar la doble aparición, la coincidencia del traje con el día del Corpus y, en fin, el reconocimiento físico entre personas que no se habían visto jamás, circunstancias que no pueden ser el producto de la imaginación.

Antes de ir más lejos debemos responder inmediatamente a una pregunta que no dejarán de hacernos: es saber cómo el cuerpo puede vivir mientras que el Espíritu está ausente. Podríamos decir que el cuerpo puede vivir con la vida orgánica que es independiente de la presencia del Espíritu, y la prueba de esto es que las plantas viven y no tienen Espíritu; pero debemos añadir que durante la vida el Espíritu nunca está desprendido completamente del cuerpo. Los Espíritus, lo mismo que ciertos médiums videntes, reconocen el Espíritu de una persona viviente por medio de un cordón luminoso que termina en su cuerpo fenómeno que no tiene nunca lugar cuando el cuerpo está muerto, porque entonces la separación es completa. Por medio de esta comunicación el Espíritu es advertido instantáneamente de la necesidad que el cuerpo puede tener de su presencia, y entonces vuelve con la prontitud del relámpago desde cualquier distancia que esté. Resulta de esto que el cuerpo jamás puede morir mientras dure la ausencia del Espíritu, y que no puede nunca acontecer que éste, a su vuelta, encuentre la puerta cerrada como lo han dicho algunos romanceros en las historias de su invención. (Libro de los Espíritus, núms. 400 y siguientes).

Volvamos a nuestro asunto. El Espíritu de una persona viva, aislado del cuerpo, puede aparecer como el de una persona muerta, y tener todas las apariencias de la realidad; además, por las mismas causas que hemos explicado, puede adquirir una tangibilidad momentánea. Es el fenómeno designado bajo el nombre de bi-corporeidad, el que ha dado lugar a las historias de los hombres dobles, esto es, de individuos cuya presencia simultánea ha sido acreditada en dos parajes diferentes. He aquí dos ejemplos sacados, no de las leyendas populares, sino de la historia eclesiástica.

San Alfonso de Ligorio fue canonizado antes del tiempo exigido, por haberse mostrado simultáneamente en dos parajes diferentes, lo que pasó por un milagro.

San Antonio de Padua estaba en España, y al mismo tiempo que predicaba, su padre, que estaba en Padua, iba al suplicio acusado de un asesinato. En este momento aparece San Antonio, demuestra la inocencia de su padre y hace reconocer al verdadero criminal, quien más tarde sufrió el castigo. Se probó que en el mismo momento, San Antonio no había salido de España.

Habiendo sido evocado San Alfonso, e interrogado por nosotros acerca del hecho arriba manifestado, contestó lo que sigue:

1. ¿Podrías explicarnos este fenómeno?

"Sí, el hombre, cuando está completamente desmaterializado por su virtud, y que ha elevado su alma hacia Dios, puede aparecer en dos parajes a la vez. He aquí cómo. El Espíritu encarnado, sintiendo venir el sueno, puede pedir a Dios transportarse a un lugar cualquiera. Su Espíritu o su alma, como queráis llamarla, abandona entonces su cuerpo seguido de una parte de su periespíritu, y dela la materia inmunda en un estado "vecino" a la muerte. Digo "vecino" a la muerte porque queda en el cuerpo un lazo que une el periespíritu y el alma a la materia, y este lazo no puede ser definido. El cuerpo aparece en este estado al paraje que se le ha llamado. Creo que es todo lo que deseáis saber.".

2. Esto no nos da la explicación de la visibilidad y tangibilidad del periespíritu.

"El Espíritu, encontrándose separado de la materia según su grado de elevación puede hacerse tangible a la materia."

3. ¿El sueño del cuerpo es indispensable para que el Espíritu aparezca en otros parajes?

"El alma puede dividirse, cuando se siente transportada a un lugar diferente de aquel en que se encuentra el cuerpo. Puede acontecer que el cuerpo no duerma, aunque esto sea muy raro, pero entonces el cuerpo no está jamás en un estado perfectamente normal, está siempre en un estado más o menos extático."

Observación. – El alma no se divide en el sentido literal de la palabra; irradia por diferentes lados, y es así como puede manifestarse sobre muchos puntos sin estar dividida; es lo mismo que una luz que pueda simultáneamente reflejarse en muchos espejos.

4. ¿Qué le acontecería a un hombre si se le despertase bruscamente en el mismo momento que, sumergido en el sueño, su Espíritu apareciese en otra parte?

"Esto no sucederá, porque si alguno tenía la intención de despertarle, volvería el Espíritu al cuerpo y prevendría la intención, atendido que el Espíritu lee en el pensamiento."

Se nos ha dado varias veces una explicación completamente idéntica, por el Espíritu de personas muertas o vivas. San Alfonso explica el hecho de la doble presencia, pero no da la teoría de la visibilidad y tangibilidad.

Tácito refiere un hecho análogo.

Durante los meses que Vespasiano pasó en Alejandría para esperar la vuelta periódica de los vientos de verano y la estación en que el mar estaba más seguro, acontecieron muchos prodigios, por donde se manifestó el favor del cielo y el interés que los dioses parecían tomar por este príncipe…

Estos prodigios redoblaron en Vespasiano el deseo de visitar el lugar sagrado de Dios, para consultarle los asuntos del imperio. Ordenó que el templo se cerrarse para todo el mundo; luego que hubo entrado en él y fijado su atención en lo que iba a pronunciar el oráculo, percibió detrás de él uno de los principales egipcios, nombrado Basilide, que sabia estaba detenido por enfermo a muchas jornadas de Alejandría. Se informó de los sacerdotes si Basilide había venido al templo en este día; se enteró por los demás si se le había visto en la ciudad; en fin, envió hombres a caballo y se aseguró que en dicho momento estaba a ochenta millas de distancia. Entonces no dudó ya que la visión fuese sobrenatural, y el nombre de Basilide le sirvió para él de oráculo. (Tácito, Historias, lib. IV, cap. 81 y 82, traducción de Burnouf).

El individuo que se muestra simultáneamente en dos parajes diferentes, tiene, pues, dos cuerpos; pero de estos dos cuerpos uno solo es real, el otro no es más que la apariencia; se puede decir que el primero tiene la vida orgánica, y que el segundo tiene la vida del alma; al despertar, los dos cuerpos se reúnen y la vida del alma entra en el cuerpo material. No parece posible, al menos no tenemos nosotros ejemplo, y la razón parece demostrarlo, que en el estado de separación, los dos cuerpos puedan gozar simultáneamente y al mismo grado de la vida activa e inteligente. Se deduce, además, de lo que acabamos de decir, que el cuerpo real no podría morir mientras que el cuerpo aparente quedase visible; la aproximación de la muerte llamaría siempre al Espíritu al cuerpo, aunque sólo fuese por un instante. Resulta, igualmente, que no podría darse la muerte al cuerpo aparente, porque no es orgánico ni está formado de carne y hueso; desaparecería en el mismo momento que se tratara de martarle (*).

Pasemos al segundo fenómeno, el de la "transfiguración." Consiste en el cambio de aspecto de un cuerpo vivo. He aquí respecto a esto un hecho del que podemos garantizar la perfecta autenticidad que pasó en los años 1858 y 1859, en las cercanías de Saint-Etienne. Una joven de unos quince años gozaba de la singular facultad de transfigurarse, esto es, de tomar en momentos dados todas las apariencias de ciertas personas muertas; la ilusión era tan completa, que se creía tener la persona delante de sí tan semejantes eran las facciones, la mirada, el sonido de la voz y hasta la jerga o dialecto. Este fenómeno se ha renovado centenares de veces independientemente de la voluntad de la joven. Muchas veces tomaba la apariencia de su hermano, muerto algunos años antes; tenía no sólo su figura, sino la talla y el volumen del cuerpo. Un médico del país, varias veces testigo de estos raros efectos, y queriendo asegurarse si era él juguete de una ilusión, hizo la experiencia siguiente. Nosotros hemos adquirido estas noticias de él mismo, del padre de la joven y de muchos otros testigos oculares muy honrados y muy dignos de fe. Tuvo la idea de pesar a la joven en su estado normal, después en el de la transfiguración, cuando tenía la apariencia de su hermano, de edad veintitantos años, mucho más corpulento y robusto. Pues bien: se encontró que en este último estado el peso era casi el doble. La experiencia era concluyente y no era posible atribuir esta apariencia a una simple ilusión óptica. Ensayemos la explicación de este hecho que en otro tiempo se hubiera llamado milagro, y que nosotros llamamos simplemente fenómeno.

La transfiguración, en ciertos casos, puede tener por causa una simple contracción muscular que puede dar a la fisonomía una expresión diferente, al punto de hacer la persona casi desconocida. Nosotros lo hemos observado muchas veces en ciertos sonámbulos, pero en este caso la transformación es radical; una mujer podrá aparecer joven o vieja, bella o fea, pero será siempre una mujer, y su peso, sobre todo, no aumentará ni disminuirá. En el caso de que se trata, es bien evidente que hay alguna cosa de más: la teoría del periespíritu nos pondrá en camino.

Está admitido en principio que el Espíritu puede dar a su periespíritu todas las apariencias; que por una modificación en la disposición molecular puede darle la visibilidad, la tangibilidad y, por consecuencia, la "opacidad"; que el periespíritu de una persona viva, aislada del cuerpo, puede sufrir las mismas transformaciones; que este cambio de estado se opera por la combinación de los fluidos. Figurémonos ahora el periespíritu de una persona viva, no aislada, sino irradiando alrededor del cuerpo de manera que lo envuelva con una especie de vapor; en este estado puede sufrir las mismas modificaciones que si estuviese separado del cuerpo; si pierde su transparencia, el cuerpo puede desaparecer, venir a ser invisible y estar velado como si estuviese metido en una densa niebla. Podrá también cambiar de aspecto, volverse resplandeciente si tal es la voluntad o el poder del Espíritu. Otro Espíritu, combinando su propio fluido con el primero, puede sustituirle con su propia apariencia; de tal modo que el cuerpo real desaparezca bajo una envoltura fluídica exterior, cuya apariencia puede variar a gusto del Espíritu. Tal parece ser la verdadera causa del extraño y raro fenómeno, preciso es decirlo así, de la transfiguración. En cuando a la diferencia del peso, se explica de la misma manera que para los cuerpos inertes. El peso intrínseco del cuerpo no ha variado porque la cantidad de materia no ha aumentado; sufre, si, la influencia de un agente exterior que puede aumentar o disminuir el peso relativo, como lo hemos explicado más arriba, números 78 y siguientes. Es, pues, probable que si la transfiguración hubiese tenido lugar bajo el aspecto de un niño, el peso hubiera disminuido a proporción.

Se concibe que el cuerpo pueda tomar otra apariencia mayor o de la misma dimensión; pero, ¿cómo podría tomarla más pequeña la de un niño, como acabamos de decir? En este caso el cuerpo real no pasaría de los límites del cuerpo aparente? No decimos que el hecho se haya producido; hemos querido sólo demostrar, refiriéndonos a la teoría del peso específico, que el peso aparente hubiese podido disminuir. En cuanto al fenómeno en sí mismo, no afirmamos ni su posibilidad, ni su imposibilidad; pero en el caso en que tuviera lugar, del cual no se pudiera dar una solución satisfactoria, no por esto se infirmaría el fenómeno; no olvidemos que estamos al principio de la ciencia y que estamos aún lejos de que lo diga todo sobre este punto,

como sobre otros muchos. Además, las partes excedentes podrían perfectamente hacerse invisibles.

La teoría del fenómeno de la invisibilidad resalta, naturalmente, de las explicaciones precedentes y de las que se han dado con motivo del fenómeno de los aportes.

Nos faltaría tratar del singular fenómeno de los "no engendrados" (*) que por extraordinario que pueda parecer a primera vista no es más sobrenatural que los otros. Pero como lo hemos explicado en la Revista Espiritista (febrero de 1859) creemos inútil reproducir aquí los detalles; diremos solamente que es una variedad de la aparición tangible; es el estado de ciertos Espíritus que pueden revestir momentáneamente las

formas de una persona viva al punto de hacer completa ilusión.

CAPÍTULO VIII LABORATORIO DEL MUNDO INVISIBLE

Trajes de los Espíritus. – Formación espontánea de objetos tangibles. – Modificación de las propiedades de la materia. – Acción magnética curativa.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13
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