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Contradicciones de la "iglesia católica" (página 3)



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Complementariamente, del mismo modo que Yahvé elige a su pueblo, exige a éste que no tenga otro dios que él (pasaje i), lo cual, por otra parte, representa un clara afirmación de la creencia en la existencia de otros dioses, la cual aparece como algo absolutamente natural para quien escribió este pasaje, que, desde luego, no pudo ser el "Espíritu Santo".

Según se narra en la Biblia, casi todas las matanzas de Yah- vé contra Israel se producen por la serie de infidelidades de su pueblo, que en diversas ocasiones cae en la tentación de adorar a otros dioses, al margen de que el motivo real de tales desastres provenga de otras causas, como la del poder de sus enemigos, siendo luego los sacerdotes quienes aprovechan tales derrotas para calificarlas como castigo de Yahvé a su pueblo por sus infidelidades.

Es evidente que, de forma latente pero clara, puede descu- brirse en todos estos pasajes la mano de los sacerdotes israelitas, que en un momento dado introducen la figura fantástica de Yah- vé como un poder mágico que les servirá para reforzar su auto- ridad ante su pueblo desde el momento en que, cuando dirijan sus órdenes a éste, ya no lo harán por su propia autoridad, que sería la de simples mortales, sino por la del poderoso Yahvé, que les comunica las órdenes que deben transmitir a su pueblo. De este modo, el pueblo obedecerá más ciegamente las órdenes que los sacerdotes quieran darle que si las tuvieran que cumplir sólo por la autoridad de éstos, más fácilmente discutible.

Estos pasajes son ejemplos absolutamente claros del carác- ter tribal del dios de Israel, en los que se contrapone este pueblo y su dios Yahvé a los demás pueblos y a sus respectivos dioses.

En el Nuevo Testamento, la creencia en un dios único está ya generalizada y la consideración de que ese dios único no es otro que el dios de Israel, sigue apareciendo incluso en el último libro de la Biblia católica, en el Apocalipsis, donde sigue apare- ciendo el tribalismo del Antiguo Testamento, presentando a "las doce tribus de Israel" con un protagonismo absoluto en relación con los demás pueblos de la tierra. Además, en ambos pasajes el único pueblo del que se habla es el pueblo de Israel, pero, mien- tras en el pasaje de Apocalipsis se habla de las tribus de Israel refiriéndose a los elegidos de esas tribus para ser salvados, en el texto de Mateo se habla de "juzgar a las doce tribus de Israel", como si se las estuviera condenando por no haber aceptado a Jesús como "hijo de Dios". Se dice en estos dos pasajes:

  • "Y vi otro ángel que subía del oriente; llevaba consigo el sello del Dios vivo y gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar:

-No hagáis daño ni a la tierra, ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente con el sello a los servi- dores de nuestro Dios.

Y oí el número de los marcados con el sello: eran ciento cuarenta y cuatro mil procedentes de todas las tribus de Israel"33.

  • "Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regenera- ción, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros, los que me habéis seguido […] os sentaréis

también en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel"34.

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33 Apocalipsis, 7:2-4. La cursiva es mía. Aquí el número doce juega su protagonismo: Doce son los apóstoles de Jesús, doce son los hijos de Jacob – sin contar a Dina-; doce son las tribus; y 12 multiplicado por 12.000 es igual a 144.000, que es el número "mágico" de los marcados con el sello, todos ellos israelitas.

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Vemos cómo en estos pasajes Jesús pone su mensaje a las doce tribus perdidas de Israel por encima de cualquier otra mi- sión que hubiera podido realizar, pero al mismo tiempo se pre- senta una contraposición entre los seguidores del Antiguo Testa- mento y los seguidores de Jesús, de manera que se advierte de forma amenazante que al final de los tiempos los seguidores de Jesús se encargarán de juzgar a las doce tribus de Israel.

Tiene interés especial observar esa referencia al pueblo de Israel como si el resto de la humanidad no tuviese ninguna im- portancia para el autor de este escrito, que tiene en cuenta de manera especial que Israel era el pueblo elegido por Yahvé.

Por otra parte, las referencias a la "alianza" de Yahvé con el pueblo de Israel, excluyendo de ella a los demás pueblos, apare- cen también de modo incuestionable en muchos otros pasajes como los siguientes:

  • "Yo haré con ellos [Israel] una alianza eterna, para que yo sea su Dios, y ellos sean mi pueblo; y no volveré a expulsar a mi pueblo Israel de la tierra que les di"35.

  • "Abrahán fue ilustre padre de muchos pueblos, y no hubo quien lo superara […] Por eso Dios le prometió con jura- mento bendecir a las naciones de su descendencia, multi- plicarlo como el polvo de la tierra, exaltar como las estre- llas su linaje […] La bendición de todos los hombres [de Israel] y la alianza las hizo descansar sobre la cabeza de Jacob; lo confirmó en sus bendiciones, le dio la tierra en

herencia, la dividió en porciones y la repartió entre las doce tribus"36.

* "Haré con ellos [= con el pueblo de Israel] una alianza de paz, una alianza eterna […] Pondré en medio de ellos mi morada, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo"37.

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35 Baruc, 2:35.

34 Mateo, 19:28.

36 Eclesiástico, 44:19-23.

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* "Yo establecí con ellos mi alianza, prometiéndoles la tierra de Canaán"38.

El libro de los Salmos en general insiste también en multi- tud de ocasiones en la idea de esta alianza de Dios con Israel. Sin embargo, esta doctrina merece diversas críticas, tanto por su carácter antropomórfico como por otros motivos que se exponen a continuación:

En primer lugar, es realmente absurdo el antropomorfismo de Yahvé por su interés –simplemente humano- en establecer una alianza, un pacto o un contrato con determinado pueblo, como si dicho dios fuera a obtener algún beneficio, como si fuera a perder algo por no realizarlo o como si el pueblo de Israel tuviera algún mérito especial para convertirse en "el pue- blo elegido". Por ello, de forma espontánea surge la pregunta:

¿Entonces, por qué Yahvé muestra ese interés tan insistente en esa alianza? Como he adelantado antes, es evidente que quienes estaban realmente interesados en ella o en presentar la "come- dia" de que tal alianza se había producido no eran otros que los sacerdotes de Israel, que embaucan a su pueblo en nombre del supuesto Yahvé para que obedezca ciegamente las órdenes que reciba de ellos, en cuanto se presentan como los intermediarios entre Yahvé y su pueblo, como si ese supuesto dios no hubiese tenido suficiente poder para hablar directamente al pueblo sin necesidad de intermediarios. Está claro que los sacerdotes forja- ron esta trama relacionada con Yahvé, con su alianza, con sus órdenes y con sus amenazas porque fueron ellos mismos quienes

crearon a su dios, a su imagen y semejanza, al tomar conciencia de la utilidad de esa invención para tener más y mejor controla- do a su pueblo.

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38 Génesis, 6: 4.

37 Ezequiel, 37:26.

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En segundo lugar, es igualmente antropomórfica y absurda la idea de que un dios perfecto pudiera sentir predilección por un pueblo frente a todos los demás, al margen de que con el transcurso del tiempo los cristianos llegasen a presentar a dicho dios como un dios único y universal, lo cual implica, por otra parte, una contradicción con las referencias que se acaban de hacer respecto a Yahvé como dios exclusivo de Israel, así como si se tienen en cuenta las cualidades que deberían estar implíci- tas en el concepto de "dios" desde el momento en que se lo qui- siera presentar como un "ser perfecto"39.

En tercer lugar y en relación con el punto anterior, hay que insistir en que, según los pasajes bíblicos mencionados, la mítica alianza se habría producido exclusivamente entre Yahvé y Abra- ham, y no entre Yahvé y el pueblo de Israel –aunque, como ya

se ha explicado, también esta idea resulta criticable-. No obstan- te, lo que sí está claro es que posteriormente el pueblo de Israel aceptó las palabras de sus sacerdotes y se sintió vinculado con tal alianza. Pero lo que resulta absolutamente evidente es que esa alianza no se produjo entre Yahvé y la humanidad en gene- ral. En este sentido, en Éxodo, 19:5, se dice de manera clara y explícita:

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39 El término "ser perfecto" es por sí mismo equívoco y requiere por ello una aclaración acerca del sentido con que se lo utiliza. En principio podría enten- derse, al estilo platónico, que la perfección de cualquier ser depende de su mayor o menor semejanza o aproximación a la idea de la cual participa, mientras que la perfección absoluta sólo se daría en aquel ser que se identifi- case con la idea correspondiente. Sin embargo, el mundo platónico de las ideas es un mundo imaginario o simplemente pensado, que no goza de reali- dad propia. Pero, dejando de lado a Platón, todos los seres son "perfectos" en cuanto todos son exactamente lo que son, no habiendo modelo alguno al que deban asemejarse. Sin embargo, cuando se dice de un supuesto "dios" que es un "ser perfecto" parece que se quiere decir que se identifica con todas las cualidades que le hacen autosuficiente y omnipotente. Pero ya al principio de este trabajo se ha dicho que un "dios perfecto", al encontrarse en posesión de cualquier bien imaginable, no haría absolutamente nada, pues para hacer es preciso desear y para desear es preciso carecer de aquello que se desea. Pero un "dios perfecto" no carecería de nada y, en consecuencia, nada haría, de manera que en ningún caso se ocuparía de los asuntos humanos, como en efecto parece que sucede.

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"Yahvé será el Dios de Israel entre todos los pueblos".

Es decir, se afirma con claridad que Yahvé no pretende ser un Dios universal, protector de todos los pueblos, sino exclusi- vamente de ese pequeño pueblo del oriente próximo, rodeado de tantos otros con sus respectivos dioses protectores, cuya existen- cia no sólo no se niega sino que se reconoce de manera explícita, tal como se verá más adelante.

En cualquier caso, más que de un pacto o de una alianza se trata de una mezcla entre una promesa y una imposición que su- puestamente Yahvé hace a Abraham y que éste acepta, pues, co- mo Yahvé les había librado de Ur y ahora prometía a Abraham que en el futuro liberaría a su pueblo de la opresión egipcia40 y además le ofrecía tierras para que su pueblo se estableciera en ellas de manera definitiva, era lógico que éste no opusiera obje- ción alguna a dicha propuesta. A cambio el pueblo de Israel debía aceptar a Yahvé como "su dios" y rechazar a cualquier otro que otros pueblos pudieran inducirle a adorar, o a ofrecerle algún tipo de ofrendas, de sacrificios y de obediencia, pues Yah- vé era un dios celoso y tal actitud habría podido implicar su abandono o incluso su venganza, o, más exactamente, el miedo de los sacerdotes de Israel a perder autoridad ante su pueblo,

pues lo que ellos pretendían con su invención religiosa era diri- gir al pueblo reforzando su autoridad a partir de la invención de que eran los encargados de transmitirle las órdenes que supues- tamente recibían de Yahvé.

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40 Parece evidente que quien escribió este pasaje vivió después de la salida de Egipto del pueblo de Israel, con lo cual le resultó muy fácil profetizar (?) que "Yahvé" liberaría a su pueblo de la opresión egipcia.

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Es evidente, por otra parte, que, a pesar del carácter exclu- sivo con que se muestra esta alianza entre Yahvé y Abraham, los dirigentes de la secta cristiana modificaron el sentido de aquella supuesta alianza de carácter tribal para darle un valor nuevo, no tribal sino "católico", universal, que fue el que especialmente defendió Pablo de Tarso, y el que ayudó en una medida excep- cionalmente importante a que la secta cristiana, surgida a partir de la religión de Israel, se convirtiera al cabo de pocos siglos en "la multinacional religiosa" con mayor poder económico y polí- tico de todo el planeta.

En cuarto lugar, tiene interés señalar la contradicción según la cual en algún momento de la Biblia, olvidando que la supues- ta alianza se habría realizado en el encuentro de Yahvé con Abraham, se dice que se originó a partir de Moisés, después de producirse la liberación de los israelitas del dominio egipcio, al margen de que Yahvé, en su encuentro con Abraham, incluyese entre sus promesas la de liberar a Israel del poder egipcio cuan- do estuvieran esclavizados por el faraón.

Como nuevos ejemplos de pasajes en los que la alianza se realiza con Abraham podemos ver los siguientes:

  • "Tú, Señor, eres el Dios que elegiste a Abrán […] Viste que su corazón te era fiel e hiciste una alianza con él. Pro- metiste darle, a él y a su descendencia, la tierra de los cana- neos, hititas, amorreos, pereceos, jebuseos y guergue- seos"41.

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41 Nehemías, 9:7-8.

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  • "Linaje de Abrahán, su siervo, hijos de Jacob, su elegido: el Señor es nuestro Dios, a toda la tierra alcanzan sus decretos. El recuerda su alianza eternamente […], el pacto concluido con Abrahán, y el juramento que hizo a Isaac; todo ello lo estableció como ley para Jacob, como alianza eterna para Israel, diciendo: "Te daré la tierra de Canaán como lote de tu heredad"42.

Sin embargo y en contradicción con los pasajes anteriores, se dice en Éxodo:

"Moisés subió al encuentro de Dios y el Señor lo llamó desde el monte y le dijo:

-Así hablarás a la estirpe de Jacob; así dirás a los hijos de Israel: Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a vosotros […] os he traído a mí. Ahora bien, si me obedecéis y guardáis mi alianza, vosotros seréis el pueblo de mi propiedad entre todos los pueblos, porque toda la tie- rra es mía; seréis para mí un reino de sacerdotes, una nación santa"43.

Igualmente, en Deuteronomio, 4:44, se hace referencia a las diversas normas que "propuso Moisés a los israelitas cuando salieron de Egipto"44. En efecto, en esta enumeración de precep- tos se dice:

"Hoy has aceptado lo que el Señor te propone: que él será tu Dios, y que tú seguirás sus caminos, cumpliendo sus leyes, sus mandamientos y sus preceptos, y que escucharás su voz.

Y el Señor ha aceptado lo que tú le propones: que tú serás el pueblo de su propiedad, como te ha prometido, y que cumplirás todos sus mandamientos"45.

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43 Éxodo, 19:3-6.

42 Salmos 105:6-11.

44 Deuteronomio, 4:45. La cursiva es mía.

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En un sentido coherente con el pasaje anterior se dice en Ageo:

"Siguen en pie los términos de la alianza que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto"46, olvidando que dicha alianza se había establecido ya mucho tiem- po antes y que tal olvido no sería propio de un dios al que se considerase "perfecto".

Por otra parte, si nos fijamos en el texto de Éxodo, podemos ver que en él se hace referencia a una "alianza" previamente establecida, mientras que en los de Deuteronomio y Ageo se habla de manera explícita de la alianza como de un pacto esta- blecido "cuando salisteis de Egipto". Poco después se repiten las implicaciones de este pacto y se hace referencia a Abraham, a Isaac y a Jacob como los israelitas a quienes Yahvé propuso esta alianza por primera vez, aunque diciendo Yahvé a Moisés de manera contradictoria que "hoy", es decir, a partir de esa entre- vista, Yahvé se convertía en el dios de Israel mientras que Israel se convertía en el pueblo de Yahvé de acuerdo con la promesa realizada a Abraham, Isaac y Jacob:

"[Dice Moisés:] En virtud de este pacto tú quedas consti- tuido hoy en pueblo suyo, y él en Dios tuyo, como te pro- metió y como juró a tus antepasados, Abrahán, Isaac y Jacob"47.

Sin embargo, dejando de lado ficciones míticas contradicto- rias entre sí, parece que quien tuvo la idea de imaginar aquella alianza entre Yahvé y Abraham –y no entre Yahvé y el pueblo de Israel- lo hizo bastante tiempo después de que se produjera la liberación del pueblo de Israel respecto a Egipto, pues habría sido realmente absurdo que Yahvé prometiera a Abraham libe- rarle de una situación de esclavitud que todavía no se había pro- ducido en lugar de impedir que se produjera. Y, por ello, es muy posible que el "error" de Deuteronomio y de Ageo se produjese por haber entendido su autor que lo más lógico era que dicha alianza se produjese después y como consecuencia de la libe- ración de Israel, y no antes, a pesar de los muchos pasajes en que se insiste en lo contrario.

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46 Ageo, 2:5. La cursiva es mía

45 Deuteronomio, 26:17-18.

47 Deuteronomio, 29:9.

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Por lo que se refiere a las cláusulas de esta alianza impues- ta hay que señalar las siguientes:

  • a) Yahvé entregaría a los israelitas una tierra para que se establecieran en ella de manera definitiva. Se trataba de la cono- cida "tierra prometida", también nombrada en la Biblia como "tierra de Canaán", habitada ya por otros pueblos. En efecto, se dice en Génesis:

"Aquel día hizo el Señor una alianza con Abrán en estos términos:

-A tu descendencia le daré esta tierra, desde el torrente de Egipto hasta el gran río, el Eufrates: quineos, quineceos, cadmeneos, hititas, pereceos, refaítas, amorreos, cananeos, guergueseos y jebuseos"48.

No se trataba de un paraíso deshabitado en espera de ser ocupado sino de la tierra de Canaán, habitada ya por una serie de pueblos a los que Israel exterminó para apoderarse de ella con el absurdo argumento de que Yahvé se la había dado a su pueblo. Y, desde luego, con un argumento de esa clase, surgido de la ambición de los dirigentes de Israel, cualquier nación sin escrú- pulos podría tratar de apoderarse de todo el planeta "en nombre de su dios"49.

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48 Génesis, 15:18-21. En Nehemías se refleja un pasaje similar a éste y se di- ce: "-Tú, Señor, eres el Dios que elegiste a Abrán […] Viste que su corazón te era fiel e hiciste una alianza con él. Prometiste darle, a él y a su descenden- cia, la tierra de los cananeos, hititas, amorreos, pereceos, jebuseos y guergue- seos" (Nehemías, 9:7-8).

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En relación con este asunto, tiene interés comentar un pasa- je de los Salmos por su relevancia para conocer la curiosa mane- ra que tiene Yahvé –o mejor, los sacerdotes israelitas- de enten- der la moral, pues se presenta desde la perspectiva de los impe- rativos hipotéticos kantianos, los cuales, según Kant señaló, no podían tener valor moral a causa de su carácter interesado. En efecto, se dice en Salmos:

"[Yahvé] les dio [a los israelitas] las tierras de los paganos, les hizo heredar las riquezas de las naciones, para que guar- dasen sus mandamientos, y cumpliesen sus leyes. ¡Ale- luya!"50.

Por otra parte, el hecho de que Yahvé concediese a Israel la "tierra prometida", exterminando a la práctica totalidad de sus anteriores habitantes y despreciando el derecho de éstos a vivir

en ella, no dice mucho en favor de la justicia de ese dios y sí en favor de su carácter tribal, déspota y criminal, cuya única excusa consiste en que ese dios era una creación imaginaria de los diri- gentes de Israel, un dios del que se sirvieron para proteger a su pueblo y para matar sin misericordia a los demás, pues a los sacerdotes de Israel, que detentaban los poderes religioso, políti- co y militar, no les importó demasiado exterminar a los habitan- tes de la supuesta "tierra prometida" para instalarse en ella. Y así, en descargo de Yahvé sólo puede decirse que no podía ser culpable de nada en cuanto no existía, y que estos pasajes bíbli- cos lo que dejan traslucir es la ambición y el belicismo de Israel y de sus dirigentes a la hora de apoderarse de tierras ya ocupa- das por otros pueblos, matando sin escrúpulos a sus pobladores para asentarse en ellas y poniendo como excusa de sus ataques criminales el hecho de que cumplían las órdenes de Yahvé, que les había concedido dichas tierras ordenando matar a sus habi- tantes sin dejar a nadie con vida.

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50 Salmos, 105:44-45. La cursiva es mía.

49 Según la revista Laicismo.org., 24 de mayo de 2015, "la viceministra de Exteriores de Israel, Tzipi Hotovely, hizo una serie de asombrosas y fanáticas declaraciones al asegurar que "toda esta tierra [del Mediterráneo hasta el río Jordán] es nuestra, ya que nos la dio el creador", negando de ese modo la so- beranía palestina sobre varias zonas de la región […]. Al final de su discurso, la viceministra añadió citando la Torá: "Toda la tierra pertenecía al creador y cuando él quiso, nos la dio a nosotros". Tras la formación del nuevo Gobierno israelí, formado mayoritariamente por partidos de derecha y ultra- ortodoxos, se hacen casi imposibles los avances en las negociaciones de paz con los palestinos".

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Como ligero atenuante de esta conducta bárbara y cruel puede tenerse en cuenta que Israel había logrado escapar de la opresión egipcia y que luego –al menos, según la Biblia- había estado vagando por el desierto durante cuarenta años para encontrar un lugar donde asentarse-. No obstante, la "tierra pro- metida" tenía ya sus propios habitantes y su exterminio no tenía justificación de ninguna clase.

  • b) Lo que el supuesto Yahvé no comunicó a Abraham en aquel mítico momento de su "alianza" fue la serie de crueles re- presalias que tomaría contra Israel en el caso de que no le man- tuviese la fidelidad exigida. Y estas bárbaras amenazas, según los textos bíblicos, fueron constantes y se cumplieron en nume- rosas ocasiones, como la ya señalada en el texto de Levítico, 26:27-33, tan lleno de crueldad.

  • c) En otros pasajes se insiste en esta misma idea de la exclusiva unión de Yahvé con el pueblo de Israel y en su obse- sión por que su pueblo no adore a otros dioses.

Respecto al conjunto de estos pasajes tiene interés comentar algunos en particular por las ideas que expresan y por las que se deducen de ellos, pues, por una parte, se habla de la alianza, pero complementariamente se insiste en la exaltación de Israel como único pueblo al que Dios ha elegido. Se habla también de la recompensa divina y de los castigos de Yahvé a su pueblo si cae en la tentación de adorar a otros dioses, se afirma de manera inequívoca la existencia de esos otros dioses, entre los cuales se considera que Yahvé es el más poderoso, y finalmente se va más allá en la exaltación de Yahvé y se proclama que es el único dios, negando de manera contradictoria la existencia de aquellos otros dioses cuya existencia se había reconocido antes.

  • d) Respecto a la glorificación del pueblo de Israel que tal pacto implicaba por haber sido elegido por Yahvé con carácter exclusivo entre todos los pueblos, hay que señalar dos aspectos: uno, de carácter positivo para el pueblo de Israel al distinguirlo sobre los demás pueblos; pero, en contraste con éste, otro de me- nosprecio respecto a los demás pueblos, lo cual podía tener algún sentido a partir del tribalismo de aquellos tiempos y luga- res, pero no en relación con la idea de un dios universal cuyo teórico amor infinito sería incompatible con la absurda discrimi- nación que su predilección por Israel supone respecto a los demás pueblos, teniendo en cuenta además que no se da explica- ción alguna que justifique tal predilección ni la postergación de los demás pueblos más allá de la simple voluntad caprichosa de Yahvé, que no fue otra que la de quienes montaron esta historia, es decir, los sacerdotes de Israel.

Veamos algunos ejemplos:

d1) "…si me obedecéis y guardáis mi alianza, vosotros seréis el pueblo de mi propiedad entre todos los pueblos"51.

d2) "No tendrás otros dioses fuera de mí"52.

Tiene interés señalar cómo en este último pasaje se hace alusión a la existencia de otros dioses como algo absolutamente natural, advirtiendo a Israel que no debe tener otros dioses dis- tintos de Yahvé, lo cual implica el reconocimiento de su exis- tencia. Casi todas las matanzas de Yahvé contra Israel se produ- cen por la serie de infidelidades de su pueblo, que en diversas ocasiones cae en la tentación de adorar a otros dioses, según se narra en la Biblia, al margen de que el motivo real de tales desastres provenga de otras causas, como el poder de sus enemi- gos, siendo luego los sacerdotes quienes aprovechen tales derro- tas para calificarlas como castigo de Yahvé a su pueblo por sus infidelidades.

d3) "Porque tú eres un pueblo consagrado al Señor tu Dios, para que seas el pueblo de su propiedad entre todos los pueblos que hay sobre la superficie de la tierra"53.

d4) "El Señor se fijó en vosotros y os eligió […] por el amor que os tiene y para cumplir el juramento hecho a vuestros antepasados"54.

d5) "Sin embargo, sólo en tus antepasados se fijó el Señor, y esto por amor"55.

d6) "El Señor tu Dios te ha elegido para ser su pueblo entre todos los pueblos de la tierra"56.

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54 Deuteronomio, 7:7-8.

52 Éxodo, 20:3.

51 Éxodo, 19:5. La cursiva es mía.

55 Deuteronomio, 10:15. La cursiva es mía.

53 Deuteronomio, 7:6. La cursiva es mía.

56 Deuteronomio, 14:2. La cursiva es mía.

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d7) "El Señor, en efecto, ha querido hacer de vosotros su pueblo"57.

d8) "¿Existe en la tierra un pueblo que sea como tu pueblo Israel, al que Dios mismo haya venido a rescatar para hacerlo su pueblo, para hacerlo famoso, para realizar en su favor grandes y terribles prodigios, expulsando a las nacio- nes y a sus dioses delante de tu pueblo, a quien rescataste para ti de Egipto? Has consolidado a tu pueblo Israel y lo has hecho tu pueblo para siempre, y tú, Señor, te has con- vertido en su Dios"58.

d9) "Habitaré en medio de los hijos de Israel y no abando- naré a mi pueblo Israel"59.

d10) "De todas las familias de la tierra sólo a vosotros os elegí"60.

d11) "Yo cambiaré la suerte de mi pueblo Israel […] Yo los plantaré en su tierra y nunca más serán arrancados de la tie- rra que yo les di, dice el Señor tu Dios"61.

d12) "Tú libras a Israel de todo mal; elegiste a nuestros antepasados y los consagraste a ti"62.

d13) "¡Pueblos todos, aplaudid; aclamad a Dios con voces de júbilo! Porque el Señor […] es el rey de toda la tierra. Él nos somete los pueblos, y nos subyuga las naciones. Él escogió nuestra heredad, orgullo de Jacob, su amado"63.

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60 Amós, 3:2. La cursiva es mía.

58 2 Samuel, 7:23-24.

57 1 Samuel, 12:22.

61 Amós, 9:14.

59 1 Reyes, 6:13.

62 2 Macabeos, 1:25.

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d14) "En aquel tiempo, oráculo del Señor, yo seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellas serán mi pueblo"64.

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63 Salmos 47:2-5.

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d15) "Porque así dice el Señor todopoderoso […]: "El que os toca a vosotros toca la niña de mis ojos" "65.

d16) "Haré con ellos [con el pueblo de Israel] una alianza de paz, una alianza eterna […] Pondré en medio de ellos mi morada, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo"66.

Dice el texto que Yahvé pondrá su morada en medio de ellos, pero no en medio de todos los pueblos. Evidentemente Yahvé es un dios tribal, que defiende a su pueblo y aniquila a quien se le opone a pesar de que posteriormente Pablo de Tarso lo presentase como dios universal, "católico", poniendo las raíces de la futura expansión del cristianismo.

El tribalismo religioso de Yahvé aparece también ligado a la institución de la esclavitud, pues el dios de Israel acepta sin problemas que los israelitas tengan esclavos no israelitas, pero ordena que en el plazo máximo de seis años los israelitas pongan en libertad a sus esclavos israelitas:

"[Yo, el Señor] les ordené que, al llegar el séptimo año, todo israelita tendría que dejar libre a su hermano hebreo a quien compró como esclavo; sólo durante seis años lo ten- drá a su servicio, luego lo dejará en libertad"67.

El tribalismo del dios del Antiguo Testamento tuvo su con- tinuidad en el nuevo. La idea de que la alianza de Yahvé iba destinada exclusivamente al pueblo de Israel sigue apareciendo en las palabras atribuidas al propio Jesús, tal como se narra en el

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67 Jeremías, 34:13-14.

65 Zacarías, 2:12.

64 Jeremías, 31:1. La cursiva es mía.

66 Ezequiel, 37:26.

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evangelio de Mateo en relación con una mujer cananea, es decir, no israelita, que fue a pedirle a Jesús el favor de que liberase a su hija del demonio que la poseía. Se dice en tal pasaje:

17) "[Jesús] respondió:

-Dios me ha enviado sólo a las ovejas perdidas del pue- blo de Israel.

Pero ella fue, se postró ante Jesús y le suplicó:

-¡Señor, socórreme! [….…] Entonces Jesús le dijo:

-¡Mujer, qué grande es tu fe! Que suceda lo que pides. Y desde aquel momento quedó curada su hija"68.

Este pasaje tiene además el interés de que Jesús afirma que él ha sido enviado, lo cual representa una manera de reconocer su subordinación respecto a aquél que le envía, lo cual a su vez implica una negación de que él sea un dios con un poder igual al de Yahvé o al de las personas de la "trinidad" cristiana -cuestión que se tratará más adelante con mayor detalle-; y tiene además el interés de que Jesús se admira de la fe de la madre de una enfer- ma y, en consecuencia, cura a su hija, a pesar de que la madre no es israelita, y a pesar de que, según la doctrina católica, que en este punto se opone claramente a Jesús, la fe no representa un mérito personal sino un don divino gratuito de cuya posesión nadie tiene mérito alguno, mientras que Jesús hace ese favor a la mujer cananea atendiendo a su fe como si ésta fuera un mérito personal.

A pesar de que gracias a Pablo de Tarso, el cristianismo fue dejando el tribalismo propio de la religión de Israel, resulta sor- prendente que en textos canónicos del Nuevo Testamento sigan

apareciendo planteamientos que encajan con el antiguo tribalis- mo pero no con el universalismo –"catolicismo"- de la nueva religión. Así, por ejemplo, el ya citado de la conversación de Jesús con la mujer cananea a quien le concede lo que le pide, a pesar de no ser israelita. Como ejemplos de otros pasajes que siguen esta misma línea puede señalarse algunos más; uno de ellos pertenece al evangelio de Mateo, y otro, al Apocalipsis. El de Mateo dice así:

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68 Mateo, 15:22-28. La cursiva es mía.

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"A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:

"No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel"69.

Y el pasaje del Apocalipsis, último libro del Nuevo Testa- mento, dice:

"No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.

Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel"70.

Es asombroso que todavía en ese último libro del Nuevo Testamento el iluminado que lo escribió y quienes lo incluyeron como parte final de la Biblia cristiana fueran tan miopes de se- guir restringiendo la protección de Dios al ámbito de las doce tribus de Israel y postergando al resto de pueblos conocidos, que en aquellos momentos eran ya incomparablemente más numero- sos que el número de los sellados de las doce tribus de Israel. Es igualmente desconcertante y ridículo que quienes se encargaron de establecer los libros canónicos del cristianismo no compren-

dieran lo absurdo de este escrito en el que Israel sigue aparecien- do como el pueblo mimado de Dios entre los demás pueblos, y, por ello mismo, su carácter contradictorio con lo que había comenzado a ser ya la evolución del cristianismo, extendiéndose a todos los pueblos, pues, efectivamente, el tribalismo de la reli- gión de Israel desembocó, gracias a Pablo de Tarso, en una reli- gión "católica", universal, lo cual ampliaba enormemente el mercado y la rentabilidad económica de ese prometedor negocio religioso.

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70 Apocalípsis, 7:3-4.

69 Mateo, 10:5-6. Versión oficial de la conferencia episcopal española. B. A. C., Madrid, 2014. La cursiva es mía.

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Como observación a los pasajes citados hay que decir, en primer lugar, que el conjunto de todos ellos elimina cualquier duda acerca de la predilección exclusiva de Yahvé por el pueblo de Israel, lo cual no encaja para nada con la idea del dios uni- versal católico- que aparecerá con el cristianismo y del que se dirá que ama infinitamente a toda su creación. Por ello mismo, los dirigentes de la secta católica se contradicen cuando iden- tifican a su dios, supuestamente universal, con Yahvé, que es sólo el dios de Israel, un dios inequívocamente tribal. El cinismo de los dirigentes católicos llega al extremo de componer cánticos en honor al "Señor", utilizando como letra de dichos cánticos diversos pasajes bíblicos en los que se habla del amor del Señor por su pueblo, pero silenciando que ese pueblo no es otro que el pueblo de Israel, y dando a entender falsamen- te que ese "pueblo de dios" es el formado por todos aquéllos que aceptan la religión católica y las consignas del Vaticano, y no sólo el pueblo de Israel.

En segundo lugar tiene interés señalar cómo, en diversos libros de la Biblia, la existencia de Yahvé no se presenta como excluyente de la existencia de otros dioses, tal como se refleja en el pasaje d 8 antes citado. Sin embargo, la doctrina posterior de diversas religiones, como la católica, alejándose del tribalis- mo primitivo, ha evolucionado hacia un punto de vista mono- teísta, por lo que en los planteamientos de la "Biblia Católica" habría una contradicción entre los pasajes que defienden la exis- tencia de diversos dioses y los que afirman la existencia de un único dios.

En tercer lugar, los pasajes d8, d13 y d15 tienen el interés de mostrar el carácter político de la alianza de Yahvé con Israel en cuanto Yahvé se presenta como la fuerza de Israel que, por una parte, destruye a sus enemigos y, por otra, no conformándo- se con una labor defensiva, se convierte además en "Dios de las batallas", una fuerza agresiva que fomenta y anima la expansión y el dominio de Israel sobre los demás pueblos, tal como se dice en el pasaje d13:

"Él nos somete los pueblos, y nos subyuga las naciones".

Resulta por ello escandaloso comprobar la falsedad de la iglesia católica al silenciar el carácter belicista del dios de Israel, tan alejado de un dios universal, de amor y de paz, como el que más adelante han procurado presentar.

Finalmente tiene interés hacer una referencia especial al pa- saje d17 por diversos motivos: En primer lugar porque en él, al igual que en otros que se mencionarán en su momento, se reco- noce de manera implícita que Jesús no se identifica con el dios de Israel ni es hijo de ese dios sino sólo que Yahvé, considerado en los evangelios como el único dios, "le ha enviado", frase que no tendría sentido en el caso de que Jesús fuera o se considerase a sí mismo dios de Israel, pues aceptando la hipótesis de que Jesús hubiera sido "hijo de Yahvé" y aceptando el dogma cató- lico de la Trinidad divina según el cual Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo son el mismo dios, la frase "Dios me ha enviado" equivaldría a "Dios ha enviado a Dios", frase que care- cería de sentido, ya que implica o bien una absurda identidad entre el sujeto de la acción y su objeto directo, que serían la mis- ma realidad, o bien una subordinación contradictoria latente de Dios-Hijo respecto a Dios-Padre, desde el supuesto de que Jesús se identificase con Dios-Hijo. Y, en segundo lugar, porque en este pasaje Jesús, a pesar de que hace una excepción a su misión realizando finalmente el favor que le pide la mujer cana- nea, afirma abiertamente:

"-Dios me ha enviado sólo a las ovejas perdidas del pueblo de Israel"71, lo cual es una manera evidente de mostrar en el carácter tribal de ese Dios, tal como se ha podido ver en multitud de pasajes del Antiguo Testamento.

  • e) Como se ha indicado antes, la alianza de Yahvé con Is- rael tuvo un carácter especialmente belicista, tanto defensivo como ofensivo y expansionista respecto a los pueblos vecinos. Dicho belicismo iba acompañado de un odio especial contra aquellos pueblos por los que Israel había sido derrotado y en ocasiones reducido a esclavitud. En este punto sin embargo no existe contradicción entre las enseñanzas de Jesús, relacionadas con el amor a los enemigos, y las que se desprenden de una serie de textos bíblicos en los que llega a defenderse el odio contra los enemigos, odio sentido incluso por el propio Yahvé. Y no hay contradicción porque, cuando Jesús proclama el deber de amar a los enemigos, se refiere a los enemigos internos, a los pertenecientes al propio pueblo, y no a los enemigos pertene- cientes a otros pueblos, a los que hay que castigar y matar en múltiples ocasiones, tal como, según el Antiguo Testamento, en tantas ocasiones había hecho el propio Yahvé con la mayor crueldad y desprecio.

Como ejemplos de textos en los que Israel o el propio Yah- vé manifiestan su odio feroz contra estos pueblos pueden verse los siguientes:

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71 Mateo, 15:24. La cursiva es mía.

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e1) "Perseguiré a vuestros enemigos, y éstos caerán a espa- da delante de vosotros"72.

e2) "Capital de Babilonia, criminal, dichoso el que te pague el mal que nos has hecho, dichoso el que agarre a tus hijos y los estrelle contra la roca"73.

e3) "…Despierta tu furor, derrama tu ira, destruye al adversario, aniquila al enemigo […] Tu fuego vengador devore a los que queden, y perezcan los que oprimen a tu pueblo"74.

Ninguno de estos pasajes es precisamente una muestra de amor y compasión hacia los enemigos de Israel sino de la sed de venganza de ese pueblo –o de su clase dirigente-, donde se pre- senta al propio Yahvé persiguiendo y matando a los enemigos de Israel, donde se considera dichoso al que agarre a los hijos de los pueblos enemigos y los estrelle contra la roca.

e4) "Despierta, ven a mi encuentro y mira, pues tú eres el Señor, Dios todopoderoso, Dios de Israel: levántate para castigar a todas esas gentes, no tengas piedad de los pér- fidos traidores"75.

Así, mientras con el paso del tiempo la piedad será consi- derada como una virtud especialmente importante, en este texto se pide a Yahvé que no tenga piedad de los pérfidos traidores. Peticiones como ésta no son nada excepcionales en el Antiguo

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75 Salmos, 59:5-6, 12. La cursiva es mía.

73 Salmos, 137: 8-9.

72 Levítico, 26:7.

74 Eclesiástico 36:1-8.

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Testamento, sino que son especialmente frecuentes, mientras que lo excepcional será que en algún caso Yahvé tenga piedad de los enemigos de su pueblo o de su propio pueblo cuando éste cometa el gravísimo delito de adorar a otros dioses.

Igualmente, Yahvé exige a Israel que le guarde fidelidad y que no adore a otros dioses. Las alusiones a esta cuestión son constantes. Veamos algunos ejemplos:

f1) "No tendrás otros dioses fuera de mí"76.

f2) "Cuando el Señor tu Dios haya aniquilado ante ti las naciones que vas a despojar; cuando las hayas despojado y habites en sus dominios, ten cuidado para no caer en la trampa siguiendo su ejemplo, una vez que ellas hayan desa- parecido ante ti. No busques, pues, a sus dioses diciendo "Yo también voy a dar culto a los dioses a quienes esos pueblos daban culto". No procederás así con el Señor tu Dios, ya que nada hay más odioso y abominable para el Señor que lo que hacían estos pueblos por sus dioses, pues incluso quemaban a sus hijos e hijas en honor de sus dio- ses"77.

f3) "Si rompéis la alianza que el Señor vuestro Dios hizo con vosotros, dando culto a otros dioses y postrándoos ante ellos, entonces se desatará la ira del Señor contra vosotros y muy pronto desapareceréis de esta tierra buena que él os ha dado"78.

El texto f1 tiene el interés especial de que afirma de manera muy escueta pero indudable la exigencia de Yahvé de ser el úni- co Dios de Israel, pero por lo mismo tiene el interés añadido de que tal exigencia va acompañada de un implícito reconocimien-

to de la existencia de otros dioses, a los que Israel no debe so- meterse en ningún caso, al margen de que este reconocimiento sea contradictorio con ulteriores pasajes monoteístas del Antiguo Testamento y con la doctrina católica que proclama la existencia de un solo Dios.

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77 Deuteronomio, 12:29-31. La cursiva es mía.

76 Deuteronomio, 5:7.

78 Josué, 23:16.

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Pero es evidente que esta supuesta preocupación de Yahvé por la actitud de Israel respecto a los otros dioses no proviene de nadie más que de los sacerdotes de Israel, obsesionados por mantener el control sobre su pueblo, pues poco podía importar a Yahvé lo que Israel hiciera, ya que al margen de que todos los dioses eran simples fantasías, en el supuesto de que Yahvé hubiera existido y hubiera sido realmente un ser perfecto, preci- samente por ese motivo habría sido inmutable e imperturbable, por lo que nada hubiera podido afectarle la conducta de los isra- elitas respecto a él o respecto a los demás dioses.

Igualmente el texto f2 insiste en esta misma exigencia obse- siva de exclusiva fidelidad de Israel a Yahvé, pero hace referen- cia igualmente a la acción criminal divina al aniquilar a los pue- blos que habitaban la "tierra prometida" para entregarla a Israel, cumpliendo así una parte del pacto relacionado con "su pueblo".

En efecto, se dice al comienzo de dicho pasaje: "Cuando el Se- ñor tu Dios haya aniquilado79 ante ti las naciones que vas a des- pojar…". Y, de hecho, más adelante se dice que el ejército de Israel conquista la "tierra prometida" aniquilando a sus habitan- tes sin otra justificación que la fundamentada en aquel fingido regalo de su dios, que, sin duda alguna, fue una invención más de los dirigentes de Israel para que sirviera de acicate al pueblo y se entregase a la lucha con mayor tesón y confianza en que la decisión de conquistar aquellas tierras y pueblos, estaba fundada en la seguridad de que el propio Yahvé les daría la victoria, del

mismo modo que lo habría hecho en España el apóstol Santiago -"Santiago Matamoros"-, luchando junto a los cristianos y cor- tando las cabezas de los musulmanes y del mismo modo que lo habría hecho la diosa Atenea luchando junto a los aqueos y en contra de los troyanos, según se narra en la Ilíada. Un argumen- to similar a ése sirvió posteriormente a los musulmanes para hacer su "guerra santa" en nombre de Alá y para crear en poco tiempo, mediante la ayuda de su fe y su fanatismo, un imperio extraordinario. Y la secta católica, junto con el poder militar aportado por diversas naciones, utilizó este argumento para justificar las guerras de las cruzadas y las masacres en ellas cometidas, o el exterminio de ciudades enteras como Beziers, habitada por los "herejes" albigenses, o La Rochelle, habitada por hugonotes –protestantes franceses-, o la imposición a los moriscos por parte de los "Reyes Católicos" de convertirse a la religión católica o salir de España, o la conquista de América, aniquilando o esclavizando a todo indígena que no se convirtiera al cristianismo. Así que, mientras los pueblos se iban desangran- do en sus luchas religiosas, el poder político y económico de religiones como la católica fue creciendo de modo incesante gra- cias a la ambición y a la falta de escrúpulos de sus dirigentes, y a la ingenuidad de las masas, que asumían inocentemente la sarta de mentiras con que se les adoctrinaba y se les sigue adoctri- nando.

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79 La cursiva es mía.

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Finalmente el texto f3 representa una de las muchas amena- zas con que Yahvé advierte a su pueblo de que, si da culto a otros dioses, lo hará desaparecer de la tierra. Evidentemente y como en tantas ocasiones, la amenaza no proviene de nadie más que de los sacerdotes de Israel, que lo que exigen a su pueblo no es otra cosa que fidelidad a ellos mismos, a sus sacerdotes diri- gentes, como supuestos transmisores de las órdenes de Yahvé, ese dios que siempre se oculta al pueblo y sólo se digna mostrar- se a Moisés, aunque "de espaldas".

  • g) Respecto a las promesas de Yahvé acerca de la extensión de la "tierra prometida" así como acerca de la masacre total de los pueblos que habitaban aquella tierra y acerca de la defensa de Israel frente a sus enemigos, puede verse en los siguientes pasajes:

g1) "[Moisés les dijo] si amáis al Señor vuestro Dios, seguís todos sus caminos y os adherís a él, el Señor expul- sará ante vosotros a todas estas naciones, aunque sean más poderosas y fuertes que vosotros, y os apoderaréis de sus posesiones. Los lugares que piséis con la planta de vuestro pie serán vuestros: desde el desierto hasta el Líbano, desde el río Éufrates hasta el mar Mediterráneo será territorio vuestro […] El Señor vuestro Dios sembrará delante de vosotros el pánico y el terror sobre toda la tierra en la que piséis, como os ha dicho"80.

El texto g1 insiste en la idea de que la acción aniquiladora de Yahvé se extenderá de manera terrorífica contra los pueblos habitantes de la "tierra prometida", aunque no hayan cometido ningún delito, sino sólo para regalar a su pueblo esta tierra por cumplir con su parte de la alianza. Por si no estaba claro qué era lo que Yahvé –o los sacerdotes de Israel- quería decir a su pue- blo, en muchos otros momentos de este mismo libro bíblico apa- recen frases similares.

Pero, ¿qué sentido de la justicia o de la misericordia habría existido en ese supuesto dios, que para favorecer a su pueblo lo hubiera hecho a costa de aniquilar a los habitantes de aquellas tierras? Desde luego no es nada fácil ver aquí la acción de un dios bueno, justo y misericordioso… y católico. En su lugar se

ve la acción de un déspota asesino, sin misericordia e injusto. Además, ¿cómo posteriormente la secta católica tuvo la desver- güenza de presentar a su dios, identificado con el mismo dios de Israel, como dios universal que amaba a todos los seres humanos con un amor infinito? Parece que el cinismo de los fundadores del cristianismo sólo quedó superado por la ingenuidad y la ignorancia de quienes les siguieron durante aquellos primeros años desde su creación y de los que les han seguido desde enton- ces.

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80 Deuteronomio, 11:22-25.

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g2) "…en las ciudades de estas naciones que el Señor tu Dios te da como heredad no dejarás ni un alma con vida. Consagrarás al exterminio a los hititas, amorreos, cananeos, pereceos, jeveos, y jebuseos, como te ha mandado el Señor, tu Dios"81.

Este pasaje es un ejemplo de los que tanto abundan en el Antiguo Testamento en los que Yahvé ordena de manera fría, inflexible e injusta no dejar ni un alma con vida, exterminando a los pueblos que habitaban la "tierra prometida" antes de ser ocu- pada por Israel.

Pero, ¿cómo se puede defender la creencia en un dios tan cruel, que da esas órdenes tan injustas y asesinas en lugar de ha- ber buscado –o creado- para su pueblo gracias a su infinito poder un lugar apropiado en el que pudiera instalarse sin tener que matar a los habitantes de otras tierras? ¿Cómo un dios, tan exclusivamente pendiente de su pueblo y tan déspota y cruel con los demás, iba a poder convertirse en un dios universal? Sólo la ambición política y económica, y la falta de escrúpulos de los dirigentes religiosos junto con la ingenuidad del pueblo explican este cambio sobre el que los mismos cristianos de base todavía

siguen sin tomar conciencia, a pesar de poder consultar la Biblia para comprobar esta contradicción. Como atenuante respecto a esta indolencia del pueblo, hay que decir que la jerarquía católi- ca no manifiesta ningún interés, sino todo lo contrario, en que su adoctrinado rebaño lea o conozca estos pasajes bíblicos tan con- tradictorios respecto a la idea de un "Dios Universal" que ama infinitamente a todos los hombres y no sólo al pueblo de Israel.

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81 Deuteronomio, 20:16-17. La cursiva es mía.

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g3) "…Despierta tu furor, derrama tu ira, destruye al adver- sario, aniquila al enemigo […] Tu fuego vengador devore a los que queden, y perezcan los que oprimen a tu pueblo"82.

El interés de este pasaje consiste especialmente en su antro- pomorfismo, en cuanto relaciona al dios de Israel con toda una serie de pasiones humanas, como el furor, la ira y la venganza, y en el hecho de que las peticiones que se hacen a ese dios no están guiadas precisamente por sentimientos de amor o de jus- ticia, sino por el odio o el deseo de venganza contra los enemi- gos de Israel. Es evidente que tales sentimientos y tales acciones eran las que los dirigentes de Israel procuraban transmitir al pue- blo en su lucha contra sus enemigos, pero no las de un supuesto dios omnipotente, cuyos sentimientos no podían depender de los avatares por los que hubiera atravesado su pueblo, avatares que –no se olvide- ese mismo dios habría predeterminado. Por todo ello el consejo de Jesús de amar a los enemigos solo evitaba la contradicción si esos enemigos no eran externos al propio pue- blo de Israel, sino esos enemigos a quienes el propio Yahvé habría ido masacrando sin consideración alguna.

  • h) Respecto a los castigos que Yahvé infiere a su pueblo por haberse alejado de él adorando a otros dioses, dejo para más

adelante una exposición más amplia, pero señalo por el momen- to un par de pasajes:

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82 Eclesiástico, 36:6-8. La cursiva es mía.

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* "Israel se estableció en Sitín y el pueblo se entregó al desenfreno con las moabitas. Éstas los invitaron a los sacri- ficios de sus dioses, y el pueblo comió y se postró ante ellos […] Entonces el Señor dijo a Moisés:

-Reúne a todos los jefes del pueblo y cuélgalos ante el Señor, cara al sol, para que la cólera del Señor se aparte de Israel.

Moisés dijo a los jueces de Israel:

-Matad a todos los que hayan dado culto al ídolo de Peor. […] Los que habían muerto por el castigo sumaban vein- ticuatro mil"83.

* "[Los judíos] no exterminaron a los pueblos como el Señor les había ordenado, sino que se mezclaron con los paganos, y aprendieron sus prácticas: dieron culto a sus ídolos, que fueron la causa de su ruina, e inmolaron sus hijos e hijas a demonios. Derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos y sus hijas, que inmolaron a los ídolos de Canaán. […] Por eso el Señor se enfureció contra su pueblo y llegó a aborrecer su heredad […] Pero […] recor- dó su alianza con ellos, se arrepintió por su gran amor"84.

Se observa en estos pasajes cómo los castigos más duros de Yahvé recaen contra Israel cuando éste cede a la tentación de adorar a los dioses de otros pueblos –aunque en este caso el delito es más grave en cuanto los israelitas realizan sacrificios humanos en honor a esos dioses-. De nuevo aparece en el texto anterior un rasgo especialmente antropomórfico y contrario al concepto de un dios inmutable y perfecto, como es el de que Yahvé se arrepintiera de sus intenciones respecto a su pueblo.

En cualquier caso, como ya se ha indicado en otros momen- tos, la crueldad de los castigos de Yahvé por la adoración de Is- rael a otros dioses no proviene del propio Yahvé, a quien nada hubiera podido importar las fantasías de su pueblo, sino de sus sacerdotes, que se sirven de "su dios", su mejor invento para mantener el control absoluto sobre el pueblo.

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84 Salmos, 106: 34-45.

83 Números, 25:1-9.

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En estos últimos pasajes se muestra de nuevo el carácter tribal del dios de Israel -a la vez que la índole sanguinaria que le dieron sus creadores-, ligada a la exigencia a su pueblo de que no adore a otros dioses en cuanto fue él quien les salvó de su esclavitud en Egipto y en cuanto fue con él con quien su pueblo, a través de Abraham, realizó una alianza o un pacto de fidelidad. El dios de Israel, como se ha podido ver, no es un dios uni- versal, pues no ama a los otros pueblos sino que exige su des- trucción en cuanto representen un peligro para la fidelidad exclusiva de Israel a Yahvé, o simplemente en cuanto estén ocu- pando la tierra que Yahvé ha prometido a su pueblo. Pero, evi- dentemente, quienes piden y profetizan la destrucción de estos pueblos son los sacerdotes de Israel, que quieren mantener incontaminado y fuera de peligro su dominio sobre su pueblo y por ello están interesados en que éste no llegue a reconocer como propios a los dioses de los otros pueblos para evitar que Israel sea seducido por ellos y se olvide de Yahvé, es decir, para que obedezca y siga fielmente las órdenes de sus dirigentes en todo lo que quieran mandarle, y para que pague sus diezmos a los sacerdotes de Yahvé a fin de que aumente su poder económi- co, político y militar.

Por lo que se refiere a la evolución de la idea sobre el dios Yahvé, hay que señalar que en un primer momento los sacer- dotes de Israel lo consideraron simplemente como uno más entre los dioses de los diversos pueblos, pero, como una proyección paralela del aumento del poder de Israel, más adelante llegaron a considerarlo como el Dios más fuerte y poderoso entre todos y, finalmente, como el único Dios, doctrina que prevaleció de manera definitiva en el Nuevo Testamento, pero implicando una contradicción con las doctrinas del antiguo, tan "palabra de Dios" como las del nuevo, según proclaman los dirigentes de la secta católica.

Así, el politeísmo de Israel, unido a la idea de que Yahvé era el Dios más poderoso, aparece en pasajes como los siguien- tes:

i1) "…el Señor vuestro Dios es el Dios de los dioses y el Señor de los señores; el Dios grande, fuerte y temible"85.

i2) "Porque el Señor es un Dios grande, rey poderoso más que todos los dioses […] Porque él es nuestro Dios, y noso- tros su pueblo"86.

Finalmente, el cambio de perspectiva por el que se pasa a considerar a Yahvé como único Dios puede observarse en textos como el siguiente:

i3) "[Ezequías oró así:] –Señor, Dios de Israel […], tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra, tú has hecho el cielo y la tierra […] Te suplico, Señor, Dios nuestro, que nos libres de su poder [= el de los reyes de Asiria], para que todos los reinos de la tierra sepan que tú, Señor, eres el único Dios"87.

  • Yahvé, un dios que destruye a los enemigos de Isra- el, y que castiga brutalmente a su propio pueblo

Como ya se ha visto, Yahvé establece una alianza perpetua con Israel, y, como consecuencia de ella, Israel será "el pueblo elegido", "el pueblo de Yahvé". Sin embargo, esto no significa que la actitud de Yahvé respecto a su pueblo tenga que ser siem- pre de amor y de protección frente a sus enemigos, pues Israel debe cumplir con los mandatos de Yahvé y, especialmente, el de no traicionarle adorando a otros dioses.

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86 Salmos 95:3-7. La cursiva es mía.

85 Deuteronomio, 10:17. La cursiva es mía.

87 2 Reyes, 19:15. La cursiva es mía.

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Precisamente el texto que sigue a continuación es especial- mente duro. En él se amenaza al pueblo de Israel con terribles consecuencias en el caso de que no cumpla con las supuestas "condiciones del pacto" propuesto –o impuesto– por Yahvé, con- diciones que no se nombran de manera clara en el momento en que se supone que dicho pacto se produjo, y muestra a un dios brutal y cruel en grado extremo, que representa la antítesis del dios al que el cristianismo considera como amor infinito, a pesar de que para esta secta Yahvé y Jesús se identifican, en cuanto ambos serían el mismo dios, al margen de que los creadores del cristianismo hayan decidido a la vez que Jesús era "Hijo de Dios". El dios de este pasaje no tiene escrúpulos en amenazar a su pueblo advirtiéndole de que, si no le obedece, le hará comer la carne de sus hijos y llegará a detestarle y a perseguirle con la espada. En efecto, se dice en Levítico:

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13
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