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Contradicciones de la "iglesia católica" (segunda parte) (página 2)



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26 Conviene aclarar que Russell utiliza el concepto de "educación" en un sen- tido muy especial, relacionándolo con lo que ahora se llama "adoctrinamien- to", que es precisamente lo contrario de la "educación", y éste es el motivo de que, en ese sentido tan amplio, considere la "educación" –es decir, el adoctri- namiento- como algo "particularmente miserable, ya que se aprovecha de la inocencia de mentes inmaduras".

27 B. Russell: Sociedad humana: Ética y Política, p. 225-230. Ed. Cátedra; Madrid; 1984.

Sin embargo, es precisamente la trampa de impartir doctri- nas absurdas en los mismos centros en que se imparten conoci- mientos uno de los mecanismos que utiliza astutamente la secta católica para culminar su criminal acción adoctrinadora en cuan- to los niños confían plenamente en todo lo que los mayores les digan, por absurdo que pueda ser, de manera que, al alcanzar la adolescencia y comenzar la juventud, su adoctrinamiento inicial representará para ellos un fuerte obstáculo del que difícilmente podrán liberarse a fin de avanzar sin prejuicios en la búsqueda de la verdad.

En relación con esta misma cuestión indicaba B. Russell:

"el verdadero precepto de la veracidad […] es el siguiente:

„Debemos dar a toda proposición que consideramos […] el grado de crédito que esté justificado por la probabilidad que procede de las pruebas que conocemos? "28, y, de este modo, ponía de manifiesto una vez más el carácter absurdo de la fe dogmática.

  • Adoctrinamiento o pederastia mental

En estos momentos parece que al menos una parte de la sociedad empieza a concienciarse de que la religión, tanto la católica como cualquier otra, debe desaparecer de las aulas, donde se imparten "conocimientos", mientras lo que las reli- giones inculcan no son conocimientos sino "adoctrinamiento", es decir, lo más contrario al conocimiento, pues, mientras los "conocimientos" requieren de un procedimiento de verificación o de contrastación basado en el principio de contradicción y en la Lógica en general en el caso de las ciencias puras, o basado

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28 Ensayos filosóficos, p. 114-115. Alianza Editorial, Madrid, 1968.

en la experiencia en el caso de los conocimientos empíricos, el "adoctrinamiento" se basa simplemente en la supuesta autoridad de quienes defienden las doctrinas o dogmas correspondientes, a pesar de que en ocasiones pretendan justificarlas con algún razo- namiento falso o endeble que, en cualquier caso, será insuficien- te, ya que, si no lo fuera, no tendría sentido pedir la fe en la doc- trina correspondiente, pues de lo que hay conocimiento no tiene sentido pedir fe.

Por otra parte, la jerarquía católica, consciente de la situa- ción en que se encuentra, intenta recuperar el terreno perdido en la sociedad actual mediante críticas y descalificaciones de las leyes de aquellos gobiernos que defienden puntos de vista con- trarios a sus intereses y que promueven una educación que, al estilo socrático, se proponga ayudar a que el alumno descubra la verdad –o la falsedad- desde su propia racionalidad y desde su capacidad crítica, de forma que ésta se aplique rigurosamente al descubrimiento de auténticos conocimientos, y, en definitiva, a diferenciar entre lo que es conocimiento, lo que es un dogma irracional o lo que es una creencia espontánea, pero sin base científica.

Desde luego es injustificable y "particularmente miserable", como dice B. Russell, que se consienta la manipulación de la infancia y de la juventud para adoctrinarlas en cualquier tipo de creencias, como las que conforman las diversas religiones, y, por ello, el adoctrinamiento debería desaparecer de las aulas y de las mismas iglesias en cuanto en ellas se adoctrine a niños y a adolescentes con una capacidad crítica inmadura, pues tal adoc- trinamiento no es otra cosa que pederastia mental, por lo que los dirigentes religiosos deberían limitarse a exponer o a discutir sus doctrinas con personas intelectualmente ya formadas en lugar de tratar de imponerlas con procedimientos de sugestión martillean- te acompañados de amenazas relacionadas con castigos eternos como el del "Infierno", tan absurdo y contradictorio con la supuesta bondad y misericordia del dios cristiano, de las que de modo incoherente dicen que son infinitas.

Por ello mismo, de acuerdo con el artículo 20.4 de la Cons- titución Española29, el Estado debería establecer mecanismos para proteger la formación de la infancia a fin de evitar que las mentes de niños y jóvenes sean profanadas y dañadas por el adoctrinamiento religioso o el de cualquier otro tipo. Y, por ello mismo, en cuanto ese artículo no parece fácilmente compatible con el 27.3, que dice:

"los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones"30, este último debería modificarse en cuanto los padres no son pro- pietarios de los hijos como si éstos fueran simples cosas, y, en consecuencia, no tienen un derecho absoluto31 sobre sus mentes

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29 "20. 4. Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos recono- cidos en este título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, espe- cialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia" (Constitución Española de 1978). 30 Constitución Española de1978, 27. 3.

31 En cuanto la moral absoluta no tiene ningún fundamento, por lo mismo tampoco tiene sentido hablar de "derechos absolutos". En consecuencia per- mitir o rechazar el adoctrinamiento dependerá de qué se quiera conseguir a lo largo del proceso educativo de los niños, y del poder que se tenga para con- seguir ese objetivo. Evidentemente una "sociedad clerocrática" intentará adoctrinar a los niños por encima de todo, mientras que una sociedad que valore el conocimiento en su sentido auténtico buscará enfocar la formación de niños y jóvenes a partir de la explicación del método experimental, de los principios lógicos fundamentales y de los resultados científicos a que se ha llegado mediante la aplicación de tales métodos. No obstante, quizá sea imposible, al menos por el momento, establecer un sistema educativo que se hasta el punto de adoctrinarles o de autorizar a que otros lo hagan por ellos, teniendo en cuenta además que en la mayor par- te de las religiones existen doctrinas o normas que se encuen- tran en contradicción con diversos principios propios de un esta- do democrático32. De hecho, en un asunto como el de las trans- fusiones de sangre a pacientes menores de edad cuyos padres son "Testigos de Jehová" y, por ello, contrarios a dichas transfu- siones, la legislación española prevalece sobre los derechos de los padres por lo que se refiere a esa doctrina religiosa defen- diendo la vida del niño por encima de la voluntad y de las creen- cias de los padres. En esta misma línea, debería haber al menos una ley por la que se eliminasen de la llamada "formación reli- giosa" aquellos contenidos cuyo carácter contradictorio o absur- do o contrario a los derechos humanos fuera demostrado.

Tengamos en cuenta además que el "adoctrinamiento reli- gioso" en el caso de la religión católica incluiría, al menos en teoría, toda una serie de doctrinas absurdas, como la defensa de la esclavitud, doctrina defendida a lo largo de todo el Antiguo Testamento y por Pablo de Tarso en el nuevo, la defensa de que "toda maldad es poca junto a la de la mujer"33, la de que por

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base exclusivamente en la exposición o demostración de conocimientos, y deje para el ámbito de la mitología y de otras formas de fantasía todo el adoc- trinamiento que en estos momentos se sigue impartiendo en las aulas como si fuera un "conocimiento superior", a pesar de las inefables barbaridades que aparecen en los "libros sagrados" de ésa y de todas las religiones.

32 Precisamente en 2015 y en 2016 se han producido en París y en otros luga- res (Turquía, Líbano, Túnez, Francia, Bélgica) una serie de atentados y de muertes, cuya ejecución ha sido realizada por jóvenes "adoctrinados" en una ideología extremista musulmana, al margen de que también haya habido otros factores que han condicionado al desarrollo de este radicalismo extremo.

33 Eclesiástico, 25:19.

culpa de la mujer morimos todos34, o la doctrina según la cual el varón puede comprar a su mujer -o a sus mujeres- al padre de ella o de ellas –tal como hizo Jacob, comprando a Lía y a Rebe- ca- o que el varón, cuando su mujer o sus mujeres dejen de gus- tarle, tiene el derecho de repudiarla/as sin compensación de nin- guna clase, es decir, el derecho de echarlas de casa35 -a pesar de que en estos momentos, yendo contra sus propias leyes, de ori- gen supuestamente divino, la Iglesia Católica se oponga al divorcio-, o que, tomando ejemplo de Yahvé, de vez en cuando sus miembros se dediquen a saquear pueblos y a asesinar a todos sus habitantes, mujeres, ancianos y niños incluidos, sin excep- tuar a nadie36, como hicieron los israelitas para apoderarse de la "tierra prometida" de acuerdo con las supuestas órdenes de su dios, tierras que supuestamente éste les había concedido como consecuencia de su "alianza" con Abraham. Las doctrinas men- cionadas han sido afirmadas o defendidas en la Biblia como palabra de Dios. Por ello, aun siendo conscientes de que en general los padres buscan lo mejor para sus hijos, ¿qué clase de derecho sería el que permitiera a un padre adoctrinar o a hacer adoctrinar a su hijo en una religión que fuera partidaria de bar- baridades como las mencionadas? Y, si los padres siguieran las

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34 Eclesiástico, 25:24

35 Esto es, en efecto, lo que dice la Biblia –palabra del dios católico, según sus dirigentes afirman-: "Si un hombre se casa con una mujer, pero luego encuentra en ella algo indecente y deja de agradarle, le entregará por escrito un acta de divorcio y la echará de casa. Si después de salir de su casa ella se casa con otro, y también el segundo marido deja de amarla, le entrega por escrito el acta de divorcio y la echa de casa…" (Deteronomio, 24:1-3).

36 Pues, efectivamente, son abundantísimos los textos bíblicos en los que Yahvé o, como en este caso, Moisés ordenan asesinar de manera indiscrimi- nada, incluso a mujeres y niños: "[Moisés les dijo] Matad, pues, a todos los niños varones y a todas las mujeres que hayan tenido relaciones sexuales con algún hombre" (Números, 31:17. La cursiva es mía).

leyes de las sectas cristianas –que a su vez deberían seguir las supuestas leyes divinas establecidas en el Antiguo Testamento– y las autoridades políticas aceptasen dichas leyes, en tal caso y siendo consecuentes con ellas deberían asumir igualmente que en ocasiones ¡los padres sacasen a sus hijos a la puerta de su casa para ser apedreados hasta la muerte! por haber sido desobe- dientes y especialmente rebeldes, tal como se ordena en el si- guiente pasaje bíblico:

"Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no obe- deciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole castigado, no les obedeciere; entonces lo toma- rán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva; y dirán a los ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho. Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán, y morirá; así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá, y temerá"37.

¿Deberían consentir las autoridades políticas que los padres aplicasen a sus hijos estas "sagradas órdenes" de la religión de Israel y de la secta cristiana o de cualquier otra religión? Parece lógico que del mismo modo que en estos momentos las autoridades políticas condenan a los padres que "por motivos religiosos" aplican a sus hijas la ablación del clítoris y del mis- mo modo que se prohíbe hacer apología y adoctrinamiento de ideologías racistas, neonazis y terroristas en general, igualmente deberían intervenir oponiéndose al conjunto de las diversas doc- trinas religiosas que atentasen contra los derechos humanos, contra los derechos de la infancia y de la juventud y contra cual-

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37 Deuteronomio, 21:18-21.

quier principio de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre –al margen de que éstos sean susceptibles de una mejo- ra progresiva desde el punto de vista de su contenido teórico-. Y, aunque los dirigentes católicos podrían replicar a los ejemplos aquí expuestos que la iglesia católica ha evolucionado y ya no defiende la esclavitud ni la pena de muerte "para los hijos rebel- des", etc., y parece haber olvidado aquellas "leyes divinas" por las que se regían, no han negado explícitamente su valor, siguen sin reconocer el valor de la Declaración Universal de los Dere- chos del Hombre y proclaman que "todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento […] tienen a Dios como autor"38, por lo que el supuesto dios católico sería el autor de esas mismas doctrinas y leyes que deberían estar –según ellos- por encima de cualquier ley simplemente humana, al margen de que tales diri- gentes exigiesen su aplicación cuando se sintieran suficiente- mente fuertes para conseguir sus "divinos objetivos".

Hay que tener en cuenta además que la religión católica ha defendido varias de las doctrinas indicadas, hasta el punto de que, de hecho, sigue defendiendo la inferioridad de la mujer, y el mismo estado del Vaticano, sede central de la secta católica, funciona de manera antidemocrática y supuestamente teocrática, y defiende muchas otras ideas retrógradas, al margen de que haya aprendido a silenciarlas cuando le interesa mantenerlas ocultas en un ejercicio de calculada hipocresía según los tiempos sean más o menos propicios para conseguir sus objetivos.

En el caso de no poner unos límites al adoctrinamiento reli- gioso, podríamos encontrarnos de nuevo con casos similares a

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38 Catecismo de la Iglesia Católica. los de Galileo y Darwin, condenados o difamados y escarneci- dos por haber defendido el heliocentrismo o el evolucionismo respectivamente, y deberíamos seguir aceptando la doctrina de que el mundo fue creado por el dios de los cristinos en seis días y que ese dios ¡descansó el sábado, el séptimo día!, doctrina tan asumida como "verdadera" en el antiguo Israel que ¡debía apli- carse la pena de muerte a quien trabajase en sábado!, según se dice en Éxodo:

"Quien haga algún trabajo en día de sábado morirá sin remedio […] porque en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, y el séptimo día dejó de trabajar y descansó"39.

El respeto a los hijos, como personas con derecho a no ser engañadas, debería servir de guía para tratar de evitar que cual- quier desaprensivo pretendiese controlar, frenar o viciar el natu- ral desarrollo de sus mentes por lo que se refiere a su racionali- dad crítica para ser capaces de conducir su vida, protegiéndoles del peligro de ser adoctrinados en lugar de ser ayudados a ser libres y a guiarse por su propia racionalidad, y no por una mis- teriosa autoridad que les impusiese qué debían creer, qué debían rechazar o qué debían hacer o abstenerse de hacer.

Por ello y del mismo modo que a los padres que se despreo- cupan de sus hijos desde el punto de vista de la alimentación o del trato físico se les llega a quitar su custodia, con mayor moti- vo se debería considerar el problema de los "malos tratos psíqui- cos" consistente en "adoctrinar" o dejar que otros "adoctrinen" a los propios hijos en "credos" y doctrinas que se imponen irracio-

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39 Éxodo, 21:15-17. No es el momento ahora de comentar el absurdo de con- siderar como un "trabajo" la supuesta creación divina, "trabajo" del que la supuesta divinidad habría necesitado [?] descansar el séptimo día.

nalmente, mediante "actos de fe", teniendo en cuenta las nefas- tas consecuencias que dicho adoctrinamiento implica.

En la práctica, tal vez este cambio educativo sea una utopía en cuanto lo primero que debería aprender un padre es cómo debe comportarse con su hijo en cuanto pretenda lograr el desa- rrollo adecuado de su personalidad, pues en la misma medida en que estamos convencidos de que nuestros puntos de vista sobre la realidad son correctos y queremos dar a nuestros hijos lo mejor, resulta especialmente difícil la tarea de explicar a los padres que la mejor formación de los hijos es aquella que busca el desarrollo integral de su personalidad y de sus diversas poten- cialidades, físicas y psíquicas, y no la que pretende inculcarles de manera ciega y dogmática sus propias creencias en lugar de dialogar con ellos para enseñarles a tener criterio propio, basado en la rigurosa utilización de su capacidad racional. Sin embargo, esta actitud respetuosa es realmente difícil de llevar a la práctica porque las convicciones y creencias de los padres pueden ser tan firmes que consideren un auténtico bien inculcarlas a sus hijos de forma dogmática, lo cual les resulta muy fácil en cuanto los hijos en sus años de infancia confían ciegamente en todo lo que los padres les digan, a pesar de que ni los propios padres ni los "catequistas religiosos" entienden las convicciones y creencias que pretenden inclulcar.

Precisamente la insistencia con que la jerarquía católica valora la importancia de la fe representa una clara muestra del carácter psíquicamente pernicioso del adoctrinamiento que ejer- ce sobre los niños, cuyas mentes le resulta más fácil deformar que las de los mayores para que asuman y crean todo lo que quieran inculcarles, aprovechando su natural inmadurez y su confianza en la sabiduría y en la veracidad de sus padres, maes- tros y preceptores.

La jerarquía católica incurre aquí en el absurdo de pretender explicar a los niños doctrinas que a la vez proclama como miste- rios, considerando que se encuentran por encima de la razón humana, y que, por ello mismo, no pueden ser objeto de explica- ción alguna sino sólo de fe o creencia indemostrable que, por ello, desde la rectitud intelectual no pueden ser aceptadas como verdades, al margen de que además en muchos casos pueda demostrarse su falsedad, como sucede con una buena parte de sus doctrinas y de las de aquellas religiones e ideologías que se trate de imbuir recurriendo a la fantasía unida a motivos emocio- nales y despreciando la falta de evidencia racional o empírica de tales contenidos.

Es indudable que, si la jerarquía católica se interesa por adoctrinar a los niños, incrustando en su mente tales doctrinas irracionales, no es por el hecho de que quieran proporcionarles unas enseñanzas realmente necesarias para alcanzar "la vida eterna" o para ofrecerles una orientación vital auténticamente valiosa sino porque para la prosperidad de su negocio le interesa reclutar nuevos adeptos, y porque los niños son naturalmente receptivos y aceptan cualquier doctrina que se les quiera incul- car por muy absurda que sea. Y así, la exaltación de la fe y la lucha por impedir el desarrollo del espíritu crítico de los niños para ponderar el valor de los "mensajes religiosos" no son otra cosa que proselitismo irracional y adoctrinamiento sin escrúpu- los, practicado por las distintas religiones para conseguir que sus potenciales fieles interioricen sus dogmas y doctrinas irraciona- les. Pero, si ya resulta absurdo que la jerarquía católica pretenda imponer a los adultos, sin justificación de ninguna clase, la idea de que deben tener fe en sus doctrinas, resulta incalificable de otro modo que no sea como pederastia mental la actitud por la cual violan las mentes de los niños, inculcándoles de forma coactiva toda una serie de creencias incoherentes como si se tra- tase de verdades que los niños no alcanzan a comprender, por lo que deben creerlas en cuanto provienen de sus inspirados adoc- trinadores, que les hablan en lugares tan solemnes como las igle- sias, que llevan vestimentas esperpénticas pero impactantes, y que parecen convencidos de la verdad de lo que predican.

  • Los fines del adoctrinamiento

¡Qué absurdo sería que la "salvación" o la "condena" de que hablan los dirigentes católicos se hicieran depender de la "fe" o "falta de fe" en los dogmas con que se adoctrina a los niños desde su primer año de colegio, es decir, desde los tres o cuatro años de edad! Y, sin embargo, de un modo más o menos explícito, ésa es la absurda idea que, siguiendo las correspon- dientes doctrinas evangélicas, defienden los dirigentes católicos cuando adoctrinan a los niños.

A pesar del carácter tan pernicioso del adoctrinamiento religioso, la jerarquía católica lo realiza impunemente, tanto en las iglesias como en los colegios, como si tuviera todo el dere- cho del mundo a envenenar las mentes de los niños con sus dog- mas incoherentes fomentando en ellos el sometimiento y la aceptación de tales dogmas, y la correspondiente atrofia de su capacidad racional y crítica. Por ello, si la exaltación de la fe es ya por sí misma una actitud contraria a la veracidad como ya antes se ha demostrado, mucho más grave e inadmisible resulta que la jerarquía católica se considere con derecho a adoctrinar a los niños para que crean de modo ciego esa serie de contenidos en los que ni ellos mismos creen, y que encima lleguen a decir que su labor representa un beneficio espiritual extraordinario, tanto a nivel individual –para salvar sus almas (¡?!)- como social –para fomentar una sociedad más justa y fraternal (¡?!)-, a pesar de que sus auténticos objetivos son los de aumentar su propio poder económico y político mediante el reclutamiento de nuevos corderos inocentes que engrosen su domesticado redil obediente. Y así, mientras que la finalidad aparente que persiguen es la de proporcionar a niños y a jóvenes el "adoctrinamiento" necesario para dirigir su vida "por el camino recto" (?), la finalidad real, aunque en muchas ocasiones puedan mantenerla oculta, es la de controlar sus mentes en todos los terrenos, no sólo en el religio- so y el moral sino especialmente en el político, inculcándoles la idea de que deben obedecer cualquier orden que reciban de la organización católica en cuanto defiende auténticos principios morales y en cuanto habla siempre en nombre del auténtico dios. Esta idea aparece con especial claridad en el Antiguo Testa- mento, donde los sacerdotes de Yahvé, como supuestos transmi- sores de su palabra, dirigían políticamente a su pueblo mediante órdenes de origen supuestamente divino, pero que en realidad procedían de ellos mimos y sólo respondían a sus propios intere- ses.

En la actualidad la secta católica, aunque no goza de un poder similar al de tiempos pasados, en cualquier caso se sirve del adoctrinamiento para inculcar a los niños la idea de que la autoridad religiosa está –o debería estar- en un nivel superior al de la autoridad política, y que, por ello, a la hora de actuar, los católicos debean seguir siempre las consignas de las autoridades religiosas40. Y así, esta autoridad sobre sus fieles se convierte en el punto de apoyo a partir del cual, de modo directo o indirecto, consigue su poder para chantajear a los diversos gobiernos, de los cuales obtiene cuantiosos beneficios, donaciones y privile-

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40 Ver nota 42.

gios económicos para seguir llenando las arcas del Vaticano y las de sus múltiples sucursales a lo largo de sus amplias áreas de influencia.

Por lo que se refiere a la enseñanza de la religión en Espa- ña, los gobiernos "democráticos", aunque en apariencia respetan la libertad de creencias, más que respetar dicha libertad lo que hacen es ceder al chantaje de la secta católica, concediéndole asombrosos privilegios, hasta el punto de introducir su liturgia religiosa, su iconografía y sus ceremonias en casi todos los actos oficiales e instituciones públicos, como colegios, ejército con "curas castrenses" que cobran sueldos pagados con el dinero de todos los españoles, ceremonias como la jura del nombramiento de ministros, de presidente del gobierno o de otros cargos presi- didos por un crucifijo y por un ejemplar de la Biblia, lo cual pro- porciona a la secta católica una valiosa propaganda gratuita en favor de la "trascendental importancia" de su labor, a la vez que se incumple la Constitución Española, subordinando nuestras instituciones políticas a la secta católica, hospitales con capillas y curas que cobran del Estado por asistir "espiritualmente" a los enfermos, universidades públicas con capillas católicas, como si las doctrinas religiosas de esta secta tuvieran algo que ver con los conocimientos que deben impartirse en dichos centros de estudio e investigación; monumentos religiosos católicos en diversos puntos estratégicos de las ciudades; fiestas religiosas católicas, que contradicen el teórico carácter no confesional del estado; infinidad de propiedades eclesiásticas producto de robos ancestrales al pueblo; exención de impuestos en relación con tales propiedades; infinidad de nombres de calles y de plazas dedicados a diversos "santos" y "vírgenes" de la secta católica; grandes cruces colocadas a la entrada de pueblos y ciudades, lo cual ejerce una influencia psicológica nefasta en cuanto sugiere que dichos pueblos de algún modo les pertenecen; gran cantidad de cementerios municipales con crucifijos colocados a su entra- da, donde se prohibía el entierro de suicidas, de practicantes de otras religiones y de ateos declarados. Y, durante el gobierno del Partido Popular, presidido por el señor Aznar, se otorgó a los obispos. Arzobispos y cardenales de las distintas diócesis actuar como si fueran "registradores de la propiedad" –como si el título de "obispo" fuera convalidable por el de "registrador de la pro- piedad"- para así poder "inmatricular" –es decir, inscribir en el Registro de la Propiedad como propiedades suyas- todos aque- llos bienes que no figurasen todavía en dicho registro, ley injus- ta, arbitraria, absurda y vergonzosa por la que la iglesia católica ha incrementados sus riquezas de manera sustancial, robándolas "legalmente" al conjunto de los españoles41.

Todo esto es una simple muestra de que, si hasta la actuali- dad los gobiernos han sido incapaces de enfrentarse a esta secta a fin de pararle los pies en todos estos terrenos, parece todavía lejano el momento en que se logre que esta organización deje de abusar de los niños mediante su dañina actividad, tanto de pede- rastia física como psíquica mediante su adoctrinamiento dogma- tico.

Como ya se ha dicho, la finalidad que la jerarquía católica persigue con su adoctrinamiento de la infancia no puede ser, efectivamente, el de la salvación de sus almas: ¿De qué tendría que salvarlas? Y, suponiendo el absurdo de que "su Dios" exis- tiera, sería una pretensión llena de soberbia que dicha salvación no se hiciera depender de su teórica bondad infinita, de la que

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41 Esperemos que el nuevo gobierno anule el valor de esa absurda ley y que el parlamento apruebe una nueva por la cual se recupere el conjunto de bienes de que la secta católica se ha apoderado sirviéndose sin escrúpulos de una ley tan injusta y arbitraria.

tanto hablan cuando les interesa, sino de que el niño creyese cie- gamente las absurdas doctrinas con que los "catequistas" marti- llean su receptiva mente.

Si ya antes y en otros momentos se ha criticado la fe como una actitud contradictoria con respecto a la veracidad, a estas críticas hay que añadir que el adoctrinamiento ejercido contra la infancia representa un delito extremadamente grave en cuanto se trata de un crimen de pederastia mental, pues quienes lo practi- can se aprovechan de la natural inmadurez psíquica de los niños para inculcarles toda una serie de dogmas y doctrinas absurdas, imbuyéndoles la idea de que su razón carece de valor a la hora de orientarles en la búsqueda de la verdad en su dimensión reli- giosa y moral, llegando en muchas ocasiones a pretender esta- blecer el valor o falta de valor de las leyes políticas democrática- mente establecidas o incluso el de las mismas leyes científicas o el derecho a investigarlas o a aplicarlas según cuáles sean sus propios intereses.

La actitud proselitista de la jerarquía católica mediante la "catequesis" o adoctrinamiento de los niños no sólo representa un crimen de pederastia mental sino que también fomenta el fanatismo y la intransigencia frente a cualquier pensamiento que se oponga a sus doctrinas, intransigencia que se puso de mani- fiesto de manera especial con la creación de la "santa Inquisi- ción" a finales del siglo XII, encargada de juzgar y condenar a cualquier persona sospechosa de defender ideas que, incluso siendo cristianas, se alejasen de las interpretaciones que de ellas daban sus dirigentes.

Por lo que se refiere a la enseñanza de la religión en los colegios lo que deberían tener claro los poderes políticos es que una cosa es incluir en el currículo escolar una exposición des- criptiva y crítica de las religiones y mitos más interesantes de la historia como expresión de las inquietudes y de la fantasía humana y otra muy distinta es asumir la escandalosa situación actual de España, en donde ¡el profesorado relacionado con la religión católica es designado por la jerarquía de la secta cató- lica, pero pagado con el dinero de todos los españoles!; en don- de además la enseñanza de la religión católica se imparte desde planteamientos dogmáticos, que, sin duda ninguna, nada tienen que ver con la enseñanza de auténticos conocimientos, encon- trándose en las antípodas de éstos.

Es realmente una burla y un engaño a nuestro pueblo y a la Constitución Española –que declara que nuestro estado tiene carácter aconfesional-, que los gobernantes consientan tal situa- ción de sometimiento a los dictados de ese peculiar estado del Vaticano, concediéndole incomprensibles y escandalosos privi- legios económicos, y, de manera especial, el de seguir adoctri- nando –o envenenando mentalmente- a los niños españoles.

Por ello, un problema esencialmente importante que debe- rían abordar los gobernantes, en cuanto se decidan a cumplir con nuestra Constitución en lo relativo a la libertad de creencias, es el de la supresión de la asignatura de "Religión Católica" en los colegios, públicos y privados, impidiendo las intromisiones del Vaticano y de sus sucursales en nuestra legislación, y exigién- dole el respeto a nuestras leyes y a nuestras libertades, aunque la dificultad de escapar a la influencia de ese estado "teocrático" (?) –o, más exactamente, "clerocrático"- es realmente seria, dado que la tradición por la cual la secta católica ha ido adoctri- nando a niños y a jóvenes en el pasado le ha servido y le sirve ahora para que muchos de los que fueron adoctrinados en el pasado, una vez adultos, actúen como agentes suyos y se encar- guen de seguir defendiendo los privilegios de esta organización para continuar practicando su criminal tarea de dañar las mentes de las nuevas generaciones como consecuencia de su constante coacción en favor de la fe ciega en sus doctrinas, y en favor del deber de obedecer sus órdenes y consignas.

En definitiva, aunque el Estado del Vaticano debería ser con el español tan respetuoso como suelen serlo la mayoría de los demás estados en sus relaciones con el nuestro, de hecho interfiere continuamente en nuestra política interna y, especial- mente, en nuestra legislación, rechazando de forma dogmática aquellas leyes que no le convienen para la prosperidad de su particular negocio42. ¿Acaso se permitiría que los embajadores de cualquier otro país se manifestaran públicamente en contra de cualquier ley democrática del nuestro? ¿Acaso no se le expulsa- ría inmediatamente de nuestro país? ¿Por qué no se actúa del mismo modo con los agentes del Vaticano, que no son otros que los obispos y una parte considerable de los curas, ya que aunque en teoría tengan nacionalidad española, actúan bajo las directri- ces del Vaticano? ¿Acaso el Vaticano permitiría que los minis- tros o los simples ciudadanos españoles fueran a manifestarse al Vaticano, a la plaza de San Pedro, para protestar contra sus pro- pias leyes y doctrinas, y en contra de su política oportunista y cínica, apoyando regímenes políticos opresores del pueblo?

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42 En los últimos días (30 de mayo de 2016) el arzbispo de Valencia, señor Cañizares, ha exhortado a sus fieles a desobedecer determinadas leyes rela- cionadas con la igualdad de género en cuanto a su parecer se oponen a las leyes divinas: A este respecto se dice en "El Confidencial": "El cardenal arzobispo de Valencia […] ha pedido a los católicos que desobedezcan aque- llas leyes que consideran injustas basadas en "la ideología más insidiosa y destructora de la humanidad de toda la historia, que es la ideología de géne- ro, que tratan de imponernos poderes mundiales más o menos solapadamente con legislaciones inicuas, que no hay que obedecer" (El Confidencial, 30 de mayo de 2016).

Por poner otro ejemplo de la actitud de la "Iglesia Católi- ca", recordemos que el papa Juan Pablo II nombró al cardenal Joseph Ratzinger prefecto de la "Congregación para la Doctrina de la Fe" (CDF) -departamento del Vaticano heredero de su "Santa Inquisición"-: Más tarde el señor Ratzinger se encargó de ocultar miles de casos de violaciones de menores y torturas por parte de sacerdotes católicos a sus víctimas en todo el mun- do. El cardenal Ratzinger, posteriormente papa o máximo diri- gente de la secta católica, supervisó y controló los caso de abuso sexual clerical en el Vaticano desde 2001 hasta 2005, año en que fue elegido Papa. En ese mismo año, el periódico "London Observer" informó de que el cardenal Ratzinger prohibió a los sacerdotes católicos pasar cualquier información perjudicial sobre los sacerdotes pedófilos a la prensa o a las autoridades policiales, ordenando a todos los obispos del mundo que los abusos del sacerdocio y las acusaciones de violación infantil debían ser investigadas sólo en el Vaticano, de la manera más secreta y refrendada por un silencio perpetuo, advirtiendo ade- más de que la notificación de incidentes a fuentes externas era un delito punible con la excomunión. Este caso es un ejemplo más de cómo el Estado del Vaticano no sólo antepone radical- mente sus propias leyes y sus órdenes a las de la legislación de los países donde impunemente delinquen sus agentes, sino que con su actitud vulnera las leyes de tales países en los que ordena a sus agentes incumplir sus leyes al prohibirles colaborar con la justicia denunciando los correspondientes delitos de los sacerdo- tes pederastas, colaboración que es obligatoria de acuerdo con la legislación española.

  • Fanatismo e intransigencia: Escrivá de Balaguer

Por su parte, el señor Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, en su escrito Camino defendió actitudes especialmen- te fanáticas y totalmente alejadas de los Derechos Humanos, hasta el punto de apoyar una repugnante apología de la intran- sigencia y de llegar a insultar a quienes practican la tolerancia, escribiendo en este sentido:

"la transigencia es señal cierta de no tener la verdad. Cuan- do un hombre transige en cosas de ideal, de honra o de Fe, ese hombre es un… hombre sin ideal, sin honra y sin Fe"43.

Aquí, con un fanatismo propio del fascismo o del nazismo hitleriano, el señor Escrivá de Balaguer, "elevado a los altares" por la jerarquía católica, se atreve a insultar a quienes son transi- gentes, a quienes son tolerantes, a quienes respetan la libertad de pensamiento de los demás aunque no compartan sus ideas, y escribe que su actitud demuestra que son hombres "sin honra". Sus palabras incitan a la intransigencia a partir de la estúpida falacia según la cual quien es transigente demuestra con su acti- tud que no se siente en posesión de la verdad y que no tiene hon- ra, de manera que ¡quien esté convencido de estar en posesión de la verdad –siempre que esa verdad sea la de la "santa secta"- debe ser intransigente con quienes no estén de acuerdo con "su verdad"! Sus palabras representan el otro lado del límite que jamás debería sobrepasar cualquier ser humano que pretendiera vivir desde el respeto a la libertad de pensamiento y de expresión de las propias ideas, límites que no son otros que los del respeto y la tolerancia hacia los otros por lo que se refiere a su derecho a pensar libremente, aunque pueda equivocarse del mismo modo que podemos equivocarnos todos. Y así, parece que uno de los

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43 José María Escrivá: Camino, aforismo 394.

límites de la tolerancia a las ideas ajenas debe establecerse en aquellas ideologías que exigen la intolerancia contra las ideas ajenas, como es el caso de lo defendido por el señor Escrivá de Balaguer. Por ello, el único límite de la libertad de expresión debería encontrarse en aquellos planteamientos que utilizasen tal libertad para negar ese mismo derecho a quienes no compartie- sen las ideas de esa fanática asociación.

Volviendo, pues, a las palabras del fundador del Opus Dei, hay que rechazarlas rotundamente en cuanto implican un dog- matismo inaceptable. Por ello, lo que es intolerable es la defensa de la intolerancia contra quienes piensan de modo distinto al propio.

Siendo consecuentes con el señor Escrivá y con su defensa de la "intransigencia", el mundo sufriría una guerra ideológica y sanguinaria interminable, y regresaríamos a los tiempos de la Inquisición y de las Cruzadas, y, en definitiva, al intento de des- trucción física de quien defendiera ideas distintas a las suyas, tal como sucede en la actualidad en las sociedades donde el fanatis- mo religioso ha accedido al poder político. Pero una sociedad cuyos miembros deseen convivir de modo armonioso, tiene que aprender a respetar las reglas de la tolerancia y de la libertad de pensamiento y expresión sin que éstas tengan otra limitación que la que deriva del respeto a tales reglas de convivencia, pues defender el punto de vista de que no se deben tolerar las ideas de los demás porque uno esté convencido de estar en posesión de la verdad conduciría a un fanatismo dogmático absurdo.

¿Qué habría podido replicar el señor Escrivá de Balaguer a quien hubiera sido intransigente con las doctrinas que él expone en su obra Camino? ¿Habría protestado por esa intransigencia? Evidentemente, pero su protesta habría implicado una contradic- ción con su propia defensa de la intransigencia.

Ese librito, Camino, apareció publicado en el año 1939, el mismo año en que el dictador Franco finalizaba su guerra contra el régimen legal republicano y democrático, instaurando la dic- tadura del "nacional-catolicismo". El señor Escrivá tenía el terreno abonado para predicar la intransigencia contra quienes se atreviesen a pensar de manera distinta a la suya del mismo modo que la sublevación franquista había practicado su propia intran- sigencia militar contra el régimen republicano legal, y no sólo la intransigencia de un fanatismo puramente teórico sino también la "santa coacción"44 que, con toda seguridad, tendría carácter físico y psíquico, pues cualquier forma de coacción implica un atentado contra la libertad del otro mediante procedimientos coercitivos de ambas clases.

Como recompensa a esa actitud tan "valiente", la secta católica no ha esperado mucho para declarar "santo" a este payaso fundamentalista, que llegó a relacionar la intransigencia con el hecho de estar en posesión de la verdad, y la transigencia con la falta de honra, a pesar de la multitud incalculable de fal- sedades que él mismo ha defendido con absoluto dogmatismo derivado precisamente del hecho de carecer de auténticas razo- nes. Siendo tan limitada la capacidad humana de raciocinio, es comprensible que no se le ocurriera pensar que, precisamente por las propias limitaciones humanas para alcanzar la verdad, la

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44 Camino, aforismo 398. El hecho de que los dirigentes de la secta católica hayan "elevado a los altares" a este payaso fascista es una prueba evidente de que la política de la secta católica sigue actuando, al menos cuando puede, del mismo modo que lo ha estado haciendo a lo largo de los siglos. Hay un refrán que dice "quien calla otorga", pero en este caso los dirigentes de la secta no se han desentendido del fanatismo fundamentalista de este demente sino que, al canonizarlo, han asumido como propias sus absurdas ideas, lo cual no tiene nada de particular en cuanto es lo que esta secta ha practicado siempre que ha tenido poder para hacerlo.

actitud más coherente consiste en reconocer tales limitaciones y, por ello mismo, en ser tolerantes con las ideas ajenas y con el derecho a exponerlas, a defenderlas o a modificarlas a medida que con la ayuda de su inteligencia vaya abriéndose camino en su búsqueda de la verdad y descubra sus propios errores, sin coacciones dogmáticas e "intransigentes" de nadie.

Ese fanatismo, esa "santa intransigencia" –como la llama este fascista- no era nueva, ni mucho menos, en la actitud de la jerarquía católica sino que sólo representa la reafirmación de un talante que la ha caracterizado siempre que ha estado en condi- ciones propicias para comportarse de acuerdo con ella, como sucedió en 1633, cuando los dirigentes de la secta católica con- denaron a Galileo por haber defendido "la intolerable herejía" según la cual ¡la Tierra se mueve alrededor del Sol!, una verdad universalmente aceptada en la actualidad incluso por la misma secta católica; o como sucedió en la España franquista y en los "siglos de oro" de mayor crueldad y opresión inquisitorial de los dirigentes de esta secta contra la libertad de pensamiento y expresión de las propias ideas.

Este payaso defendió un ilimitado fanatismo unido a la hipocresía más absoluta, exhortando a actuar sin escrúpulos en contra de derechos humanos tan básicos como el de la libertad de pensamiento, hasta el punto de llegar a escribir:

"Sé intransigente en la doctrina y en la conducta. –Pero sé blando en la forma. – Maza de acero poderosa, envuelta en funda acolchada"45.

"La intransigencia no es intransigencia a secas: es "la santa intransigencia". No olvidemos que también hay una "santa coacción"46.

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45 Camino, aforismo 397.

Así que, si hubiera dependido del señor Escrivá, es más que probable que su "santa intransigencia" le hubiera conducido de manera efectiva a su "santa coacción", materializada en "maza de acero" o en instrumentos de tortura, tantas veces utilizados por su "Santa Inquisición", para eliminar al disidente y, en defi- nitiva, a todo aquel que se hubiese atrevido a pensar libremente, defendiendo puntos de vista distintos a los de la secta católica.

Planteamientos similares al de Escrivá de Balaguer son los que han fomentado la aparición de asociaciones fanáticas como el partido nazi, que condujeron a algunos de sus integrantes a denunciar a miembros de su propia familia por no ser adictos al nazismo, y otras formas similares de fundamentalismo o fana- tismo, como el de los "guerrilleros de Cristo Rey" o diversas organizaciones católicas que, consideran efectivamente que tran- sigir con quien piensa de otro modo implica carecer de ideales o de honradez.

Curiosamente las tácticas adoctrinadoras de la jerarquía católica, relacionadas con su intransigencia y con su "santa coacción", resultan contradictorias con su aparente interés por razonar de algún modo sus absurdas doctrinas a fin de conseguir que quienes son adoctrinados lleguen a figurarse que realmente "comprenden" (?) las razones de su fe, y no que simplemente las creen, afirmándolas como verdad a pesar de tratarse de "miste- rios" que, por definición, son incomprensibles por ser irraciona- les y absurdos.

Por este motivo en muchas ocasiones, aunque la jerarquía y los teólogos católicos reconocen que los dogmas de fe son inde- mostrables, pretenden introducir una distinción entre lo irracio- nal, la racional y lo razonable, y añaden que, aunque sus dog-

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46 Camino, aforismo 398.

mas no están al alcance de la razón humana, no por ello son irra- cionales sino "razonables" en el sentido de que hay argumentos en favor de su verdad, aunque no sean concluyentes, de manera que aquel margen de incertidumbre que pueda quedar en ellos puede ser complementado mediante la fe. Sin embargo, esta distinción es realmente una trampa muy burda en cuanto, si determinada doctrina no es racional, no tiene sentido decir que sea "razonable", pues sólo podría hablarse de algo razonable en la misma medida en que pudiera razonarse, pero, en cuanto por definición los dogmas católicos se encuentran más allá de la razón, no tiene sentido considerarlos razonables, pues en muchas ocasiones ni siquiera se entiende qué quiere decir la jerarquía católica con sus dogmas absurdos. Pero, incluso aun- que se entendiera qué quieren decir, seguirían siendo irraciona- les en cuanto, como suele decirse, es quien afirma una supuesta verdad quien tiene la carga de la prueba, debiendo explicar qué debemos hacer para alcanzar la comprensión de tales dogmas que ni ella misma comprende sino que en el mejor de los casos simplemente cree.

Por otra parte, del mismo modo que nadie pide a otro que crea determinada doctrina cuando pueda demostrarle su verdad, pues espontáneamente la aceptará a partir de tal demostración, nadie debería exhortar a otro a que creyese lo no demostrable, en cuanto en tal caso ni siquiera quien realizase tal exhortación tendría otra base para su propia creencia que la interiorización irracional de determinados contenidos doctrinales como conse- cuencia de un adoctrinamiento anteriormente recibido, de carác- ter emotivo, tan absurdo como el que posteriormente él mismo pueda utilizar para adoctrinar a otros.

Es decir, del mismo modo que respecto a una hipótesis científica sería absurdo exhortar a nadie a creerla o a dejar de creerla en lugar de explicarle o demostrarle su verdad o su fal- sedad, igualmente y por lo que se refiere a una doctrina religiosa o de cualquier otro tipo sólo tiene sentido aceptarla como verda- dera en cuanto exista un procedimiento mediante el cual se la demuestre. Pero, además, lo más absurdo de todo es que en las doctrinas defendidas por la jerarquía católica, aunque hubiera alguna meramente consistente que pudiera defenderse como simple hipótesis, hay muchas otras que son contradictorias en sí mismas y que, por ello mismo, puede decirse de ellas no sólo que no son racionales ni razonables sino que son falsas en cuan- to han sido positivamente refutadas, como sucede con la serie de contradicciones que aquí mismo se analizan.

La contradicción según la cual, mientras en el AT se afirma que la muerte es el fin absoluto del hombre, en el NT se defiende la existencia de una vida eterna

La doctrina según la cual más allá de la muerte terrenal del ser humano existe otra vida de carácter eterno es uno de los pila- res fundamentales de las doctrinas de la secta católica y, por eso mismo, tiene especial interés analizar el origen y el fundamento de esta doctrina, ya que esta creencia no ha sido constante a lo largo de la historia del judeo-cristianismo sino que, por el con- trario, la doctrina opuesta, la de que con la muerte el hombre regresa al polvo del que procede, es con mucha diferencia la idea dominante en el Antiguo Testamento, es decir, en la antigua religión de Israel de la que surgió la secta cristiana. La doctrina de la existencia de una vida eterna se fue intro- duciendo en algunos autores bíblicos que en ocasiones llegaron a contradecirse defendiendo ambas ideas aunque en pasajes dis- tintos, quedando asumida de modo definitivo esta doctrina a par- tir del Nuevo Testamento, incorporado por los dirigentes cristianos a su Biblia. Pero, en cuanto los dirigentes de la secta católica conside- ran que la Biblia en general y el Antiguo Testamento en parti- cular están inspirados por el "Espíritu Santo" y que por ello representan la "palabra de Dios", y en cuanto, según los pasajes que se tengan en cuenta, en unos se afirma y en otros se niega dicha inmortalidad del hombre, la única conclusión que puede extraerse de esta contradicción es que el supuesto "Espíritu Santo", a pesar de su sabiduría infinita, se encontraba bastante perdido por lo que se refiere a esta cuestión que a continuación se analiza. En cualquier caso y al igual que en otras ocasiones, conviene recordar que la simple existencia de una contradicción es una prueba evidente de que los dirigentes de la secta católica se equivocan o mienten –o ambas cosas- cuando afirman que la Biblia representa "la palabra de Dios", pues su supuesto dios, como "el camino, la verdad y la vida", en ningún caso habría podido incurrir en contradicción alguna. Y, desde luego, es igualmente absurda su pretensión según la cual son ellos los úni- cos legitimados para interpretar la supuesta "palabra de Dios", pues no hace falta tener un intelecto especialmente clarividente para interpretar adecuadamente los diversos y contradictorios contenidos bíblicos47.

Paso a continuación al análisis de esta cuestión.

  • La muerte como fin último del hombre según el

Antiguo Testamento La idea de la inmortalidad referida al hombre aparece en Génesis en relación con Adán y Eva antes de su desobediencia a Dios. Fue precisamente en el momento de su expulsión del Pa- raíso cuando Yahvé habría colocado a "los querubines" como guardianes del "árbol de la vida" a fin de evitar que Adán y Eva comieran de él y se hicieran inmortales, tal como se narra en dicho libro:

"Así que el Señor Dios lo expulsó del huerto de Edén […] Expulsó al hombre y, en la parte oriental del huerto de

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47 He manejado varias traducciones de la Biblia, todas ellas aprobadas por la secta católica a través de la denominada "Conferencia Episcopal Española".

Edén, puso a los querubines y la espada de fuego para guar- dar el camino del árbol de la vida"48.

Ese mágico "árbol de la vida" habría sido la fuente de la inmortalidad para Adán y Eva, y para toda su descendencia si hubieran comido de él, según la fantasía del creador de esta fábula bíblica. Obsérvese que ni siquiera se considera aquí que la inmortalidad dependa directamente del poder de Yahvé, quien tuvo que colocar a sus querubines como guardianes para evitar que Eva y Adán comieran del árbol y llegasen a ser inmortales en contra de la voluntad divina, lo cual rebaja de manera inge- nua e incomprensible el poder divino cuyas decisiones serían insuficientes para impedir les efectos naturales del árbol de la vida –creado por el propio Yahvé-, teniendo que recurrir para ello a sus querubines y a una espada de fuego para que impi- dieran a Adán y a Eva el paso hasta el árbol de la vida.

El autor de esta fábula tuvo bastante fantasía, pero no la suficiente capacidad lógica para comprender que un ser omni- potente no necesitaba de nada más que de su poder para conse- guir cualquier objetivo que se propusiera, como el de negar la inmortalidad a Adán, a Eva y a su descendencia.

Por otra parte, resulta llamativo que cuando, siendo peque- ños, nos explicaban esta fábula, nos hacían ver que la pérdida de la inmortalidad sólo implicaba una pérdida muy relativa, en cuanto no se negaba que después de la muerte hubiera otra vida a la que todos resucitaríamos sino que simplemente se afirmaba que primero había que morir. Sin embargo, lo que no nos expli- caban, aunque esto era lo que realmente se estaba diciendo en esta fábula de Génesis es que el auténtico significado de la pér- dida de la inmortalidad era que la humanidad había sido conde-

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48 Génesis, 3:23-24.

nada por Yahvé a morir para siempre, de manera que no habría resurrección a una nueva vida ni a nada que se le pareciera. Esta punto de vista es el que aparece a lo largo de casi todo el Anti- guo Testamento asumiendo como un hecho, a lo largo de una extensa serie de momentos, que la vida humana acaba definiti- vamente con la muerte, aunque en algunas ocasiones comienza a plantearse la idea de un regreso a la vida y de una inmortalidad para quienes vivan de acuerdo con los preceptos divinos. Más adelante todavía, surge la idea de que también el malvado tendrá una vida interminable, pero una vida de sufrimiento perpetuo.

Sin embargo, en el Antiguo Testamento son muy pocas las ocasiones en que se defiende la existencia de otra vida más allá de la muerte física del hombre, y, en su lugar, suele hacerse refe- rencia al sucedáneo de una mayor longevidad personal para quienes hayan sido fieles a Yahvé, junto a la promesa de una amplia descendencia -como "los granos de arena del mar" o como "las estrellas del cielo"-, o, en otros momentos, la de gozar de la "tierra prometida".

  • Larga vida, pero no inmortalidad

La referencia al premio de una larga vida como recompen- sa por la fidelidad al "Señor" puede verse en pasajes como el siguiente:

– "[Yahvé, dirigiéndose a Salomón, le dice:] "Si caminas por mis sendas y guardas mis preceptos y mandamientos, como hizo tu padre David, te daré larga vida"49.

Aunque resulta evidente, conviene reparar en que el hecho de que Yahvé prometa "larga vida" en un contexto como éste, sólo

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491 Reyes, 14. La cursiva es mía.

tiene sentido desde el supuesto de que el autor de este escrito, ¡inspirado por el Espíritu Santo! [?], no llegase ni siquiera a imaginar y mucho menos a creer en la posibilidad de la existen- cia de una vida eterna. Promesas de esta clase hay varias a lo largo del Antiguo Testamento.

  • Multiplicación de la propia descendencia, pero no inmortalidad.

Respecto a la recompensa relacionada con la multiplicación de la propia descendencia para quienes hubieran mantenido esta misma rectitud ante las leyes de Yahvé, puede verse en textos como los siguientes:

  • "El señor se le apareció [a Isaac] y le dijo: […] Multipli- caré tu descendencia como las estrellas del cielo"50.

  • [Yahvé dijo a Jacob:] "Tu descendencia será como el polvo de la tierra"51.

  • "Poned en práctica todos los mandamientos que yo os prescribo hoy. De esta manera viviréis, os multiplicaréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor prome- tió con juramento a vuestros antepasados"52.

  • "[Así dice el Señor todopoderoso] Cuando hayas llegado al final de tu vida y descanses con tus antepasados, manten- dré después de ti el linaje salido de tus entrañas, y consoli- daré tu reino"53.

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50 Génesis, 26:2-4.

51 Génesis, 28:14.

52 Deuteronomio, 8:1.

53 2 Samuel, 7:12:

  • "Que el Señor multiplique vuestra descendencia […] No alaban los muertos al Señor, ni los que bajan al silencio"54.

  • "Como las estrellas del cielo que no pueden contarse, o como la arena del mar que no puede medirse, así multipli- caré yo la estirpe de mi siervo David y la de los levitas mis ministros"55.

Como se ha podido comprobar, a lo largo de estos pasajes no se habla del "más allá" sino sólo de la multiplicación de la descendencia de quienes se mantienen fieles a Yahvé.

Tiene cierto interés reseñar cómo en el último pasaje citado se incluye a los levitas, es decir, a los sacerdotes de Israel, en el número de los elegidos. Esta referencia a los levitas-sacerdotes tiene un sentido especial en cuanto fueron ellos quienes dirigie- ron durante siglos al pueblo de Israel, y fueron algunos de ellos quienes escribieron o estuvieron especialmente relacionados con los autores de la mayor parte de los libros que constituyen el Antiguo Testamento, atribuyendo a órdenes divinas las decisio- nes que ellos tomaban para conseguir ser obedecidos por su pue- blo, decisiones relacionadas con sus propios intereses y con su interés obsesivo por mantener un control férreo sobre su pueblo.

  • "La tierra prometida" como recompensa, pero no la inmortalidad personal

Y, por lo que se refiere a la recompensa divina de "la tierra prometida", relacionada con la alianza de Yahvé con Abraham, se dice igualmente:

  • "Haz lo que es justo y bueno a los ojos del Señor, para que seas dichoso y entres a tomar posesión de la tierra bue-

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54 Salmos, 115, 14-17.

55 Jeremías, 33, 22.

na que el Señor prometió a tus antepasados, expulsando delante de ti a todos tus enemigos"56.

Al igual que en los pasajes anteriores, puede observarse que tampoco en éste se habla de otra vida sino sólo de la posesión de "la tierra prometida" para quienes se mantengan fieles a Yahvé.

2.2. Negación de la vida más allá de la muerte

En otros momentos la vivencia de que con la muerte todo termina no queda compensada con la idea de una larga vida, ni con la de una extensa descendencia, ni con la de alcanzar la "tie- rra prometida", sino que se describe con un sentimiento de sim- ple resignación, o, en otras ocasiones, con un matiz más o menos explícito de angustioso nihilismo. Así, en ese primer sentido de resignación o sin expresar emoción alguna, puede hacerse referencia a los pasajes siguien- tes:

"Con el sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuel- vas a la tierra de la que fuiste formado porque eres polvo y al polvo volverás"57.

En este pasaje, relacionado con el castigo divino por la desobediencia de Adán y Eva, se hace referencia explícita al tra- bajo como una parte de la condena, mientras que la muerte apa- rece como el fin natural de la vida, una vez que el hombre ha perdido el privilegio inicial de la inmortalidad con el que, al parecer, Yahvé le habría creado. Pero en este momento el regre- so a la tierra –o muerte definitiva- no es valorado como algo negativo en sí mismo sino como el destino natural del hombre.

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56 Deuteronomio, 6:18-19.

57 Génesis, 3:19.

Por otra parte, pasajes como el anterior, que hay bastantes, han influido en la mentalidad de muchos cristianos con escasa for- mación cultural llevándoles a rechazar el evolucionismo, al interpretar de modo literal y de manera fiel a lo que se dice en Génesis, la serie de ocasiones en que se dice en la Biblia que el hombre fue creado por "Dios" del barro de la tierra.

Respecto a los textos que siguen a continuación hay que señalar que en los dos primeros se habla del polvo como la reali- dad a la que el hombre regresa con la muerte, ya que fue del pol- vo de donde Yahvé lo formó, como se afirma en los pasajes siguientes:

  • "Tú haces que el hombre vuelva al polvo"58,

  • "Recuerda que me amasaste con arcilla, y que al polvo me has de devolver"59;

en el siguiente se hace referencia al abismo como la morada del hombre, y, en el siguiente a éste, se indica la equivalencia entre bajar al abismo y hundirse en el polvo, o, lo que es lo mismo, regresar al polvo del que "Dios" creó al hombre. En estos dos últimos pasajes, pertenecientes al libro de Job, no existe duda ninguna de que con la muerte todo termina para el hombre:

  • "El abismo es mi morada"60.

  • "Bajarán conmigo hasta el abismo, cuando juntos nos hundamos en el polvo"61.

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58 Salmos, 90:3.

59 Job, 10:9.

60 Job, 17:13.

61 Job, 17:16.

Los cinco pasajes siguientes, pertenecientes a Eclesiástico, insisten igualmente en la misma idea de la limitación de la vida humana.

  • a) El texto a, al igual que uno de los textos de Job, expone de modo sereno y natural la idea de que el hombre volverá a la tierra, de donde fue formado por Yahvé, idea reforzada en su parte final con la referencia explícita al hecho de que Yahvé asignó a los hombres días y tiempo limitado:

"[Yahvé cubrió la tierra] con toda clase de vivientes, y todos volverán a ella. Formó el Señor al hombre de la tie- rra, y allá lo hará volver de nuevo. Asignó a los hombres días y tiempo limitado"62.

  • b) El texto b proclama de manera concisa y totalmente cla- ra, sin admitir ninguna otra interpretación, que el ser humano no es inmortal:

"…el muerto, como quien ya no existe, ignora la alabanza […] el ser humano no es inmortal"63.

  • c) El texto c es una exhortación a no dejarse llevar por la tristeza ante la presencia de la muerte, tomando conciencia de que es el destino de todo ser humano y de que de nada sirve al muerto la tristeza que se le quiera manifestar, pues además sólo es cuestión de tiempo el que le sigamos al mismo lugar:

"Recuerda que no hay retorno; no aprovecha al muerto tu tristeza y te harás daño a ti mismo. Ten presente que su muerte será también la tuya: "A mí me tocó ayer, a ti te toca hoy" "64.

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62 Eclesiástico, 17:1. La cursiva es mía.

63 Eclesiástico, 17:28. La cursiva es mía.

64 Eclesiástico, 38:21-22. La cursiva es mía.

  • d) Igualmente el texto d afirma el carácter perecedero del hombre y de todo lo que contenga un hálito vital, pues, según se dice en Eclesiástico,

"Todo lo que de la tierra viene, a la tierra vuelve"65.

  • e) El texto e es igualmente claro en su afirmación de que la muerte es el destino que Dios ha fijado no sólo para el hombre sino para todos los seres vivos. Este pasaje tiene una importan- cia especial porque en él se niega de manera implícita lo que en otras ocasiones se afirma cuando se considera que habría sido Eva -a quien en esta ocasión no se la cita- quien habría introdu- cido la muerte en el mundo, pues, en efecto, según se dice en este texto de Eclesiástico, la muerte "es el destino que el Señor ha impuesto a todo viviente" y no un castigo derivado de la desobediencia de Eva, como se dice en otras ocasiones:

"No temas por estar sentenciado a muerte; recuerda a los que te precedieron y te seguirán. Es el destino que el Señor ha impuesto a todo viviente. ¿Por qué rebelarte contra la voluntad del Altísimo? Aunque vivas diez, cien, mil años, nadie discutirá en el abismo la duración de tu vida"66.

Los dos pasajes que siguen pertenecen a Job. En el primero

  • (f) se insiste en la idea de que la muerte es para siempre, mien- tras que en el segundo (g) Job manifiesta su extrañeza y descon- cierto ante el hecho de que el hombre impío muera con la misma paz que el piadoso, regresando ambos al "abismo", es decir, al polvo de donde surgieron, sin diferencia de trato:

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65 Eclesiástico, 40:11. La cursiva es mía.

66 Eclesiástico, 41:3-4. La cursiva es mía.

  • f) "…el hombre que yace muerto no se levantará jamás […] no volverá a levantarse de su sueño"67.

  • g) "Acaban felizmente sus días [los impíos], y en paz des- cienden al abismo"68.

Por otra parte, de manera progresiva la simple aceptación de la muerte como fin natural de la vida vino acompañada de alguna reflexión negativa acerca de su valor por su carácter efí- mero, quizá teniendo en el pensamiento el anhelo de que tuviera una duración más larga, quizá indefinida, para que así tuviera un sentido pleno en lugar de perderlo definitivamente con la muerte.

Sin embargo, el autor de los dos textos siguientes, pertene- ciente a los siglos IV-III antes de nuestra era, no parece haber imaginado todavía la posibilidad de que su dios pudiera prolon- gar la vida humana indefinidamente, a pesar de que en Génesis parece considerarse con bastante claridad que el hombre habría sido creado con el don de la inmortalidad para cuya consecución sólo le faltó comer del "árbol de la vida":

"El Señor Dios plantó un huerto en Edén, al oriente, y en él puso al hombre que había formado. El Señor Dios hizo bro- tar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver, y bue- nos para comer, así como el árbol de la vida en medio del huerto"69; pero el hombre no habría llegado a alcanzar la inmortalidad en cuanto no habría llegado a comer de dicho árbol y en cuanto, al expulsarle del Paraíso, Yahvé le habría negado definitivamente

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67 Job, 14:12

68 Job, 21:13.

69 Génesis, 1:8-9.

esta posibilidad, según el infantil relato de Génesis, interponien- do a sus querubines como guardianes para impedírselo.

En cualquier caso y como ya se ha dicho antes, el pensa- miento dominante en el Antiguo Testamento acerca de la dura- ción de la vida es el de su carácter limitado. Desde esta perspec- tiva lo único que cambia según los pasajes que se verán a conti- nuación es el matiz emotivo con que el hombre afronta la viven- cia de esa limitación, según sea de simple aceptación, de resig- nación, o de búsqueda del goce terrenal ante la conciencia de que es lo único positivo que podemos obtener mientras la vida dure ("carpe diem"). Esta serie de vivencias dejará paso final- mente a un sentimiento de esperanza cuando de pronto la fanta- sía de los escritores de la Biblia alcance a vislumbrar la posibi- lidad de que el poder de Yahvé garantice una vida ilimitada para quienes sigan sus preceptos, y, posteriormente, esta misma inmortalidad para quienes tengan un comportamiento alejado de la obediencia a Yahvé, aunque se trataría de una inmortalidad en la que lo esencial sería el absurdo y eterno sufrimiento que la acompañaría.

Presento a continuación una selección de pasajes bíblicos que muestran los diversos sentimientos que se acaban de indicar. En primer lugar cito algunos en los que se afronta con fría resig- nación la idea de una muerte definitiva, sin buscar un sentido especial a la vida terrenal:

  • a) En el primer pasaje que muestro se hace especial hinca- pié en la idea del carácter irreversible de la muerte utilizando la imagen del agua derramada "que no puede recogerse", mientras que en el siguiente la expresión utilizada, "sombra sin esperan- za", es ya de por sí suficientemente significativa respecto a la

vivencia triste de la insignificancia de la vida terrenal por su misma fugacidad. En ellos se dice:

  • "…todos morimos y somos como agua derramada en tie- rra que no puede recogerse"70.

  • "Nuestros días en la tierra pasan como sombra sin espe- ranza"71.

  • b) En el pasaje siguiente la fantasía de su autor alcanza a imaginar que Ezequías logra que Yahvé, su dios, prolongue los días de su vida al menos quince años más. Este cambio puede parecer insignificante, pero es posible que represente el punto de partida que animó la audaz fantasía de los siguientes escritores bíblicos, extendiendo la duración de la vida no sólo quince ni cincuenta años sino, como se verá más adelante, de manera indefinida, pues se llegará a afirmar que, con la resurrección de los muertos, la vida del hombre, al menos la de los seguidores de Yahvé, tendrá una duración ilimitada. Pero, por el momento sólo tenemos esos quince años extra que Yahvé concede a Eze- quías:

"Así dice el Señor: Arregla los asuntos de tu casa, porque vas a morir inmediatamente.

Entonces Ezequías se volvió contra la pared y oró al Señor así:

-Acuérdate, Señor, que he caminado fielmente en tu pre- sencia, y que te he agradado con mi conducta actuando con rectitud.

Y rompió a llorar amargamente.

Aún no había salido Isaías del patio central, cuando el Señor le dijo

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70 2 Samuel, 14:14:

71 1 Crónicas, 27:15.

-Vuélvete y di a Ezequías, jefe de mi pueblo: Así dice el Señor, Dios de tu antepasado David: He escuchado tu ora- ción y he visto tus lágrimas. Voy a devolverte la salud. Dentro de tres días subirás al templo del Señor. Alargaré tu vida quince años, te libraré a ti y a esta ciudad del rey de Asiria, y protegeré a esta ciudad en atención a mí mismo y a mi siervo David"72.

Así que, aunque el autor de 2 Reyes no concibe todavía que Dios pueda extender su generosidad o su poder hasta conceder a Eze- quías la inmortalidad, al menos ha podido darle esos quince años más de vida.

Puede observarse una vez más, al margen de la cuestión central que se está analizando, el antropomorfismo que supone, en primer lugar, que de pronto Yahvé, ante los lamentos de Eze- quías, cambie sus planes, supuestamente eternos y omniscientes, cediendo a la compasión puntual que surge en él como conse- cuencia de los lamentos y oraciones de Ezequías; y, en segundo lugar, puede observarse lo absurdo y ridículo que resulta el nue- vo antropomorfismo del autor al escribir que Yahvé dijo a Isa- ías: "protegeré a esta ciudad en atención a mí mismo […]", como si, a pesar de ser perfecto, a Yahvé pudiera afectarle lo más mínimo lo que le sucediera a la ciudad de que habla, especial- mente teniendo en cuenta que, de acuerdo con su omnipotencia, todo, absolutamente todo, había de suceder de acuerdo y como consecuencia de su voluntad, de manera que es una estupidez afirmar que Yahvé fuera a proteger esa ciudad en atención a sí mismo –y la de suponer que el "Espíritu Santo" hubiera inspi- rado tales palabras tan ridículas-.

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72 2 Reyes, 20:1. Yahvé se refiere aquí a la ciudad de Jerusalén. La cursiva es mía.

  • c) En el texto siguiente sólo se pide a Yahvé "un momento de respiro" antes de la muerte definitiva, antes de que "deje de existir", frase que expresa cierta obsesión ante la idea de la muerte definitiva, todavía dominante en los escritos bíblicos:

"No te fijes en mis pecados, dame un momento de respiro antes de que me vaya y deje de existir"73.

  • d) A continuación, tiene interés observar en el siguiente texto más que el anhelo de otra vida, que por el momento nadie imagina como posible, el pensamiento nihilista de que los afanes de esta vida son "fatiga inútil", pues con la muerte todo se des- vanece, por lo que cualquier fin o cualquier "afán" carecen de sentido:

"Setenta años dura nuestra vida, y hasta ochenta llegan los más fuertes; pero sus afanes son fatiga inútil, pues pasan pronto, y nosotros nos desvanecemos"74.

  • e) En los textos siguientes, procedentes de Salmos, Isaías y Job, lo que se recalca de manera especial, junto a la limitación de la vida humana, es su fragilidad, que se compara con un sim- ple soplo y que se muestra con especial tristeza precisamente por su carácter fugaz:

  • "Él [Yahvé] sabe de qué estamos hechos, se acuerda de que somos polvo. Los días del hombre son como la hierba; florecen como la flor del campo, pero cuando la roza el viento deja de existir"75.

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73 Salmos, 39:14.

74 Salmos, 90:10.

75 Salmos, 103:14-15.

  • "El hombre es como un soplo; sus días, como sombra que no deja huella"76.

  • [Visión que tuvo Isaías] "No confiéis más en el hombre cuya vida es apenas un soplo sin valor"77.

  • "[Dice Job a Yahvé:]…déjame, que mis días son un soplo"78.

De nuevo se insiste en la idea del absurdo de la vida huma- na cuando se dice que sus días no dejan huella o que son un soplo sin valor, lo cual, frente al posterior optimismo de Pascal, equivale a considerar que el hecho de que el hombre haya exis- tido durante un breve periodo de tiempo no tiene ninguna tras- cendencia, pues la muerte aniquila cualquier valor que el hom- bre haya pretendido conceder a la vida o cualquier finalidad que haya podido perseguir.

Posteriormente, ya en el siglo VXII, Pascal, quizá pensan- do en éste o en algún otro pasaje similar de la Biblia, pudo pre- tender dar una réplica al pesimismo que aquí aparece, viendo en la capacidad de pensar y de pensar bien el principio que confería un valor especial al hombre frente a aquello que le mataba, escribiendo en este sentido:

"El hombre no es más que una caña, la más frágil de la naturaleza, pero es una caña pensante. No hace falta que el universo entero se arme para destruirla; un vapor, una gota de agua es suficiente para matarlo. Pero, aun cuando el uni- verso le aplaste, el hombre sería todavía más noble que lo que le mata, puesto que él sabe que muere y la ventaja que

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76 Salmos, 144:4.

77 Isaías, 2:22.

78 Job, 7:16.

el universo tiene sobre él. El universo no sabe nada. Toda nuestra dignidad consiste, pues, en el pensamiento"79.

Sin embargo y a pesar de estas palabras que nada demues- tran en relación con esa misteriosa "dignidad" del hombre, es bastante probable que el optimismo de Pascal a la hora de valo- rar al ser humano frente al resto de la Naturaleza fundamen- tándolo en su capacidad de razonar, se estuviera apoyando de manera especial en sus creencias religiosas, entre las cuales se encontraba la relacionada con la vida eterna.

  • f) Los dos pasajes siguientes, perteneciente al libro de Job, representan una queja de Job ante los sufrimientos a que Yahvé permite que el demonio le someta como consecuencia de una cruel apuesta entre Yahvé y Satanás. Job había llevado una vida fiel a Yahvé, y también próspera, como consecuencia de su laboriosidad. Pero, de pronto, Yahvé permitió al demonio que pusiera a prueba su fidelidad. Estas pruebas, realmente salvajes y absurdas, hacían que la protesta de Job tuviera pleno sentido, especialmente teniendo en cuenta que él no esperaba ningún tipo de recompensa en otra vida sino sólo vivir apaciblemente esta vida terrena que aceptaba a pesar de su carácter efímero, pero de la que protestaba por esos males injustificados que Yahvé per- mitía, y, mucho más, teniendo en cuenta que con la muerte todo terminaba. Se dice así en Job:

"Sabes muy bien que yo no soy culpable y que mi vida está en tus manos. Tus manos me han plasmado, me han forma- do, ¡y ahora me quieres destruir! Recuerda que me amasas- te como arcilla, y que al polvo me has de devolver"80.

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79 B. Pascal: Pensamientos.

80 Job, 10:7-9.

De acuerdo con el pasaje anterior, lo que domina en éste es, por una parte, el sentimiento positivo del valor de esta corta vida frente a la región de la muerte, "donde la misma claridad es noche oscura", pero, por otra, el desconcierto de Job por los daños absurdos e inmotivados que está recibiendo de Yahvé, teniendo en cuenta especialmente que el autor de Job considera que la vida tiene una duración limitada y que no existe otra más allá que de algún modo pueda compensar los sufrimientos gra- tuitos de ésta. Por ello, Job suplica a Yahvé:

"Déjame ya en paz para que pueda gozar de algún consuelo, antes de que me vaya para no volver, a la región de las tinieblas y las sombras, a la tierra oscura de sombras y caos, donde la misma claridad es noche oscura"81.

Estas mismas consideraciones son las que aparecen en el siguiente pasaje de Job. Puesto que los días del hombre "están contados", ni siquiera le pide a Yahvé la inmortalidad, sino sólo que le deje vivir apaciblemente, "que como un jornalero acabe su jornada". La vida terrena sigue teniendo valor, pero lo que parece inasumible es que vaya acompañada de sufrimientos absurdos que además –aunque de modo indirecto- hayan sido enviados por la propia divinidad sin motivo alguno, de manera que en el siguiente pasaje ni siquiera se pide a Yahvé ninguna gracia especial sino sólo que no añada sufrimientos sin sentido a la vida del hombre, que se olvide de él, que le deje vivir en paz el tiempo de vida que le quede:

"Puesto que están contados ya sus días [los del ser huma- no], y has establecido la suma de sus meses y le has fijado

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81 Job, 10:20-22.

un límite que no traspasará, aparta de él tus ojos y olvídate de él; que como un jornalero acabe su jornada"82.

En el siguiente pasaje, perteneciente también a Job, se afir- ma de manera explícita y algo obsesiva el carácter limitado de la vida humana, pues no hay un más allá para el hombre:

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9
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