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Contradicciones de la "iglesia católica" (segunda parte) (página 8)



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  • f) Los siguientes pasajes tampoco tienen desperdicio como ejemplos de esa "moral absoluta" de que hablan los dirigentes de la secta católica, pues en ellos se hace patente de nuevo la brutalidad de ese dios cuyo "amor infinito" es tan peculiar. Pero de nuevo, según los dirigentes de esta secta, nos encontramos ante "la palabra de su dios". Y, de acuerdo con esa palabra, en el siguiente texto Yahvé amenaza con estrellar a padres e hijos, y con aniquilar "sin piedad, sin misericordia, y sin compasión":

"Así dice el Señor. Voy a llenar de embriaguez […] a todos los habitantes de Jerusalén. Los estrellaré unos contra otros, padres e hijos juntos, oráculo del Señor. Los aniquilaré sin piedad, sin misericordia, y sin compasión"334.

¿Dónde se encuentra el amor y la misericordia infinita de ese dios al que adoran los católicos? Indudablemente este dios

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334 Jeremías, 13:13-14. La cursiva es mía.

déspota y cruel nada tiene que ver con el dios que en otros momentos defiende incluso el amor a los enemigos. Es radical- mente contradictorio con él, pero los dirigentes de la secta pro- curan silenciar esta contradicción. No sin motivos ellos mismos llegaron a prohibir la lectura de la Biblia.

Igualmente en el texto que sigue la crueldad del dios coléri- co del Antiguo Testamento aparece a lo largo de todo el texto, pero de manera especial cuando a modo de castigo Yahvé advierte a Moisés de que, si su pueblo no le obedece, "comeréis la carne de vuestros hijos y de vuestras hijas", y el resto de bar- baridades que siguen a ésta, sabiendo expresar el inspirado autor de este pasaje aquello que más podría repugnar a cualquier per- sona con un mínimo de sensibilidad. Dice el pasaje correspon- diente:

"Si a pesar de todo esto no me obedecéis y seguís obstina- dos contra mí […] Comeréis la carne de vuestros hijos y de vuestras hijas […] amontonaré vuestros cadáveres sobre los cadáveres de vuestros ídolos y os detestaré […] os dispersa- ré entre las naciones y os perseguiré con la espada desen- vainada"335.

Es evidente que un dios que amenaza de ese modo ni tiene sentido de la justicia ni tiene sentimientos de compasión ni de amor. ¿Qué clase de moral puede extraerse de tales actuaciones supuestamente divinas? ¿Acaso una moral absoluta? Si acaso, la del odio y del despotismo absoluto.

Conviene atender al hecho de que la estructura formal de todos estos pasajes es precisamente la del imperativo hipotético, es decir, la propia de una moral relativista, pero la verdad es que

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335 Levítico, 26:27-33.

ni siquiera merecería ese nombre, a no ser que se pueda consi- derar la venganza y el odio como principios de esa moral.

Y, en el que pasaje que sigue, la simple amenaza del Señor de que matará "a inocentes y culpables" es por sí misma sufi- cientemente clarificadora respecto a la absoluta amoralidad y despotismo de ese dios, tan similar a cualquier tirano humano sin principios de ninguna clase, en el que seguramente debió de inspirarse Ezequiel para atribuirle semejante comportamiento despótico y al margen de cualquier moral:

"Esto dice el Señor: Aquí estoy contra ti; desenvainaré la espada y mataré a inocentes y culpables"336.

¿En qué tipo de moral cabe una afirmación similar, en la que abiertamente se coloque en un mismo plano a inocentes y a culpables? ¡Qué hipocresía la de los obispos católicos, que criti- can la moral relativista para defender la representada por su dios, con tantas actuaciones asesinas, presididas por el despotis- mo y el odio, un dios sin principio moral de ninguna clase en cuanto sus ansias de venganza le conducen a matar "a inocentes y a culpables" sin importarle para nada lo injusto de tal actitud.

Y de nuevo la misma pregunta: ¿Es ése un ejemplo de la supuesta "moral absoluta" de la secta católica? La verdad es que, si la conducta de su dios representa el modelo que se debe seguir, aquí no hay principio que valga. Con tales descripciones del supuesto proceder del dios judeo-cristiano, ¿qué clase de moral se podría obtener? Era realmente asombrosa la pereza mental o el temor de quienes rutinariamente hacían caso de los supuestos mensajes de Yahvé, "transmitidos" por los sacerdotes israelitas, o de quienes siguen haciendo caso de los mensajes

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336 Ezequiel, 21:8. La cursiva es mía.

vacíos e hipócritas del clero de la secta católica, que se escuda en que hay que saber entender la palabra de dios y que eso no lo puede hacer cualquiera sino sólo ellos, que, inspirados por el "Espíritu Santo", son los únicos que llegan a alcanzar su com- prensión auténtica.

No obstante, conviene insistir en que, a pesar de que los dirigentes de la secta católica dicen que la Biblia es "la palabra de Dios", en realidad no es más que la palabra especialmente inspirada de los autores de estos escritos que reflejaban las ac- tuaciones de aquellos dirigentes que sometían y dominaban a su pueblo mediante un terror que alcanzaba sus cotas más altas cuando se le convencía de que tales amenazas procedían del pro- pio Yahvé, lo cual atemorizaba al pueblo hasta el punto de so- meterlo ciegamente a lo que sus dirigentes quisieran ordenarle.

  • g) En el pasaje que sigue pueden observarse, a través de las actuaciones de Yahvé, nuevas muestras de esa "moral absoluta" [?] que en tantos momentos de la Historia ha inspirado –y sigue inspirando- a los dirigentes de la secta católica. La crueldad de Yahvé, según la presenta el autor, se muestra mediante la bárba- ra matanza de ciento veinte mil guerreros de Judá, cuyo delito, el más grave para los sacerdotes dirigentes de su pueblo, fue haber abandonado a Yahvé -¡pobrecito Yahvé! ¡qué solito se quedó-, delito frente al cual todos los demás tenían escasa im- portancia en cuanto no repercutían en una merma de poder de los dirigentes de Israel. Se dice, en efecto, en ese pasaje:

"El Señor, su Dios, […] entregó [a Ajaz] en poder del rey de Siria […] También lo entregó en poder del rey de Israel, que le infligió una gran derrota. En efecto, Pecaj, hijo de Romelías, mató en un solo día ciento veinte mil guerreros valerosos de Judá: todo por haber abandonado al Señor, el Dios de sus antepasados"337.

Un castigo tan bestial como éste quizá no lo superaría siquiera un monstruo como el mismo Hitler. ¿Será en conductas como ésta donde haya que encontrar ejemplos de la "moral absoluta" de los dirigentes católicos?

  • h) En el siguiente texto es igualmente el número de muer- tes el medio del que se valen los sacerdotes de Israel para ate- rrorizar a su pueblo:

"El Señor envió la peste sobre Israel y murieron setenta mil israelitas. Dios envió un ángel para exterminar a Jerusalén. En pleno exterminio el Señor se retractó del mal que estaba infligiendo y dijo al ángel que exterminaba al pueblo:

-Basta; que cese el castigo"338.

El autor del texto tuvo el atrevimiento de añadir que final- mente Yahvé "se retractó del mal que estaba infligiendo" a su pueblo. Parece que el autor es consciente de la ignorancia y cre- dulidad de su pueblo, que no se percatará del absurdo de afirmar que un dios omnipotente y omnisciente, como se supone que lo era su dios, tuviera que retractarse de nada, en cuanto todo lo que hubiera hecho sería una manifestación de su absoluta per- fección y poder, y en cuanto retractarse de una acción suponía reconocer que previamente había actuado incorrecta o errónea- mente. Pero, como el pueblo no se da cuenta del carácter antro- pomórfico de ese dios que sus sacerdotes le presentan, casi tiene motivos incluso para agradecerle que se haya retractado y no le siga castigando. De ese modo tendrá más razones para dar gra- cias a su dios, ¡por haber sido tan generoso con ellos que sólo ha

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337 2 Crónicas, 28:5-6.

338 1 Crónicas, 21:14. La cursiva es mía.

matado a setenta mil! ¡Gracias, Señor! ¡Te alabamos, Señor, por no habernos matado a todos! ¡¿Cómo se puede adorar y amar a un dios que sólo infunde pavor ante sus atrocidades tan déspo- tas, crueles y carentes de sentido?! ¡¿Cómo fue posible que pos- teriormente se calificase a ese personaje tan brutal como "Dios del amor"?! ¡Hay que ser cínico para defender una "moral abso- luta" a la vez que se aceptan como ejemplos de ella aquellas formas de conducta, supuestamente divinas pero tan llenas de crueldady barbarie! Pero, como en tantas ocasiones se ha dicho, pasajes como éste sólo representan la perspectiva antropomórfica de los auto- res de la Biblia, la cual contradice en infinitas ocasiones el mon- taje de los dirigentes católicos de que tales autores estuvieron inspirados por el supuesto "Espíritu Santo". El antropomofismo de este dios se muestra igualmente en el hecho de que tanto para matar como para hacer que cese la matanza se valga de un "án- gel" como si él no pudiera actuar directamente y sin necesidad de la ayuda de nadie.

  • i) En el pasaje siguiente observamos una nueva barbarie, aunque en este caso no por la cantidad de muertes, pero sí por- que de forma premeditada y fría se hace pagar con la muerte de un recién nacido la supuesta culpa de su padre, el rey David. Se dice en ese texto:

"David dijo a Natán:

-He pecado contra el Señor. Entonces Natán le respondió:

-El Señor perdona tu pecado. No morirás. Pero, por haber ultrajado al Señor de este modo, morirá el niño que te ha nacido […] Al séptimo día murió el niño"339.

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339 2 Samuel, 12, 13-18.

Es bastante probable que la explicación de este pasaje con- sista en que, como los sacerdotes ya no tenían el mando supre- mo de Israel, no podían condenar al rey, y, por ello, aprovechan- do quizá la muerte casual de uno de sus hijos, inventaron la explicación según la cual su dios había castigado con la vida de este niño el pecado de su padre. ¡Vaya sentido de la justicia! Pero, desde luego, lo que es inconcebible en una moral humanis- ta mínimamente asumible es que el pecado de un padre lo pague el hijo, ¡como si el hijo no fuera otra cosa que una polongación del padre y careciese de valor por sí mismo!, pensamiento que, por cierto, se encuentra en la "cultura" israelita, desde el mo- mento en que las mujeres y los hijos se consideran "propiedad" del padre, pero que sin duda dice muy poco en favor de la justi- cia de su dios. En cualquier caso, los sacerdotes no tenían escrú- pulos en insultar a su dios presentándolo como un déspota asesi- no que mataba a un niño inocente como medio de castigar al auténtico culpable. Y así Yahvé sigue aplicando su vengativa ley del Talión, pero de un modo todavía más absurdo: Haciendo pagar con la muerte de un niño el pecado de su padre. ¿Es ésa la moral absoluta de que hablan los dirigentes de la secta católica? ¡Vaya tomadura de pelo! Lo más lamentable de todo es que haya gente que pueda seguir creyendo esa serie de barbaridades y que al mismo tiempo siga diciendo que su dios es infinitamente bue- no, misericordioso y justo.

  • j) Vemos a continuación dos ejemplos más de barbarie en grado superlativo, ejemplos de una moral absurdamente primiti- va. En el primero nos encontramos con un Dios lejano y déspota que castiga con la muerte por el simple gesto de "mirar el arca del Señor". ¿Cómo este mismo Dios iba a poder ser cercano en algún momento hasta el punto de llegar a decir "dejad que los

niños vengan a mí"340? ¡Cualquiera se acerca, después de esta absurda represalia contra quienes sólo habían mirado el arca! Dice el texto en cuestión:

"El Señor castigó a la gente de Bet Semes porque habían mirado el arca del Señor; hirió [= mató] a setenta hombres de entre ellos. El pueblo hizo duelo por el gran castigo que les había infligido el Señor"341.

Sin embargo de nuevo puede encontrarse la explicación real de esta nueva barbaridad: Los sacerdotes mantienen su poder tiránico sobre el pueblo gracias a sus mentiras acerca de Yahvé, haciéndose pasar por los intermediarios que transmiten al pueblo sus órdenes y mensajes. Por ello, si el pueblo comienza a fami- liarizarse con la visión del arca de la alianza, luego pretenderá una aproximación mayor y llegará un momento en que se pre- guntará: ¿Por qué Yahvé sólo puede comunicarse con éstos que nos mandan y no lo hace directamente con todos nosotros? Así que, para evitar que llegase ese momento que podría suponer el desenmascaramiento de la mentira montada en torno a ese monstruo llamado "Yahvé", lo mejor era cortar de raíz y evitar desde el principio la más mínima familiaridad del pueblo con Yahvé o con lo que se relacionaba con él, aunque para evitarlo hubiera que matar a esos setenta hombres que ingenuamente miraron el arca de la alianza. ¡Un Dios amor que mata a quien trata de aproximarse a él, aunque sólo sea por haber mirado "su arca de la alianza"! ¡Qué amor tan sublime! ¡Y que muestra más clara de "moral absoluta"! Algo similar le sucede a Uzá, según el pasaje siguiente, pero todavía peor, pues Uzá muere no por haber osado mirar el

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340 Marcos, 10:14.

341 1 Samuel, 6:19.

arca de la alianza sino por haber actuado instintivamente preten- diendo protegerla y evitar que cayera al suelo y se rompiese. Una acción que en cualquier moral se vería positivamente, aquí se ve como un gravísimo delito. Dice el pasaje en cuestión:

"Entonces el Señor se encolerizó contra Uzá; lo hirió por haber tocado el arca con la mano, y allí mismo murió delante de Dios"342.

Se trata en ambos casos de una "moral material" de carácter absurdamente primitivo, muy alejada de la moral formal, mucho más racional, en la que lo importante no es la acción material en sí misma sino la intención de su agente. Evidentemente tampoco esta forma de moral puede ser un ejemplo de "moral absoluta".

  • k) En el siguiente texto podemos ver unos consejos morales que no son especialmente edificantes, pero que conviene comen- tar por su carácter contradictorio con aquellos otros en los que se pide amar incluso a los enemigos. ¿Con cuál de ellos nos que- damos, si ambos son "palabra de Dios"? El autor de este pasaje tiene además la osadía de afirmar de manera contradictoria que también Dios odia al malvado: ¿Es realmente compatible la idea de un dios que sea amor infinito a todos los hombres y que al mismo tiempo odie al malvado? Es evidente que no, pero por mucho que lo fuera, habría que tener en cuenta que en Prover- bios se dice que "el Señor ha hecho todo para un fin, incluso al

malvado para la desgracia"343, de forma que este último pasaje nos recuerda que tanto en el Antiguo Testamento como en el nuevo se defiende la predeterminación divina y, en consecuen- cia, la idea de que el malvado lo es porque Yahvé así lo ha

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342 1 Crónicas, 13:10.

343 Proverbios, 16:4.

creado y que, en consecuencia, no es culpable ni responsable de nada. ¿Qué sentido tiene entonces que Yahvé odie aquello que él mismo ha programado y creado, llegando incluso a "vengarse" de su propia obra? Evidentemente ninguno. Además, si, como dice el texto, Yahvé odia a los pecadores, ¿no es un completo absurdo que más adelante se diga que su amor a los hombres le llevó a encarnarse, a padecer y a morir para redimirnos de nues- tros pecados? Dice el texto en cuestión:

"Haz bien al humilde y no des al malvado; niégale el pan […] Que también el Altísimo odia a los pecadores y se venga del malvado"344.

  • l) En el texto siguiente se dice que Yahvé extermina a los malvados, a pesar de que estarían predeterminados por él para ser como son, según se dice en Proverbios. No obstante, en general sucede que los bondadosos suelen vivir y morir en la miseria mientras que los llamados "malvados" son los dueños del dinero, los explotadores, los que desprecian a los pobres, los que viven en medio de todos los lujos, ultrajando y humillando a quien ni siquiera tiene recursos para comer.

Resulta contradictorio además que en Proverbios se diga que "El señor ha hecho todo para un fin, incluso al malvado para la desgracia"345" y que en Salmos se diga:

"El Señor […] extermina a todos los malvados"346.

¿Para eso los había creado? ¡Caprichos de los dioses, que al parecer no se les ocurre nada mejor que hacer! Si los creó para exterminarlos, mejor hubiera sido que se hubiera ahorrado esas

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344 Eclesiástico, 12:5-6. La cursiva es mía.

345 Proverbios, 16:4.

346 Salmos, 145:20.

dos absurdas acciones: Crearlos y exterminarlos. La verdad es que tampoco en esta forma de proceder parece encontrarse la "moral absoluta" de que hablan los obispos.

  • m) Finalmente en el pasaje siguiente se pone de manifiesto la omnipotencia divina, que se encuentra por encima de todo, de su amor, de su odio, de su misericordia… Se trata de un Dios que se encuentra "más allá del bien y del mal", del que se dice que tiene compasión de quien quiere, al margen de cualquier mérito o de cualquier culpa, punto de vista defendido no sólo por los creadores del dios bíblico sino también posteriormente por Pablo de Tarso y por el eximio "doctor angélico" Tomás de Aquino. ¡Vaya ejemplo de "moral absoluta"! ¿Es ésa la que hay que seguir? Si Yahvé no se guía por otro principio que por el de hacer lo que le da la gana, ¿por qué el hombre habría de actuar por un principio distinto, como el de obedecer supuestas leyes morales? Dice el texto en cuestión:

"Yo protejo a quien quiero y tengo compasión de quien me place"347.

¿Qué diríamos de cualquier ser humano que tuviera la osa- día de manifestarse con ese mismo despotismo, al margen de cualquier norma ajena a la de su propio capricho? Si ese supues- to dios no se caracteriza en su conducta por seguir una moral regida por la justicia y por la misericordia, sino por la de "lo que me place" o "lo que me da la gana", ¿con qué autoridad y ejem- plaridad podría exigir a los hombres que fueran justos y miseri- cordiosos y tratasen de hacer el bien incluso a sus enemigos?

  • n) Tampoco el texto siguiente tiene desperdicio:

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347 Éxodo, 33:19.

"El Señor dijo a Moisés y a Aarón en Egipto:

-[…] Esa noche pasaré yo por el país de Egipto y mataré a todos sus primogénitos, tanto de hombres como de anima- les. Así ejecutaré mi sentencia contra todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor"348.

Este pasaje representa uno de los más sádicos en que el pro- pio Yahvé manifiesta su sed de venganza, actuando de manera criminal contra el pueblo egipcio, al que parece amar de un modo muy especial, y contra los dioses de Egipto, de cuya exis- tencia nos informa. Yahvé quiere hacer méritos ante su propio pueblo para reforzar los motivos de su primitiva alianza estable- cida con Abraham, y para ello procurará que los israelitas pue- dan salir de Egipto. Pero no se le ocurre un modo mejor de hacerlo que dando muerte a los primogénitos de Egipto, tanto humanos como animales, que nada tenían que ver con la obsti- nación del faraón en impedir la liberación de los israelitas.

Es evidente que quien comete una masacre como ésa no puede ser un dios guiado por los principios de la justicia ni de la misericordia. Pero es también evidente que fueron los descere- brados y sanguinarios escritores de este pasaje quienes idearon esta absurda e injusta matanza divina, que debía servir especial- mente para que su pueblo se admirase y aterrorizase de su poder –o el de sus sacerdotes- y procurase serle fiel –o ser fiel a sus sacerdotes- para que su ira –o la de sus sacerdotes- no recayese contra su propio pueblo.

Pero, ¿qué lección moral puede extraerse de aquí, cuando no hay justicia ni para hombres ni para animales, que nada tie- nen que ver con la obstinación del faraón o con los dioses egip- cios citados en este pasaje? ¿Resulta compatible esa serie de

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348 Éxodo, 12:1-13.

asesinatos con lo que debería ser una "moral absoluta"? ¡Cuánto cinismo habría en quien pretendiera que así lo viésemos! ñ) La misma finalidad tiene el pasaje siguiente, aunque ten- ga algún matiz diferente. Aquí el dios tribal Yahvé, a través de Moisés, extermina al ejército egipcio, pero el pasaje se recrea en la descripción de la satisfacción de Israel ante la contemplación de la destrucción del ejército egipcio por parte de Yahvé:

"Pero el Señor dijo a Moisés:

"Extiende tu mano sobre el mar para que las aguas se precipiten sobre los egipcios, sobre sus carros y su caba- llería […] y así los arrojó el Señor en medio del mar […] No escapó ni uno solo […] e Israel pudo ver a los egipcios muertos en la orilla del mar. Israel vio el prodigioso golpe que el Señor había asestado a los egipcios" "349.

¿Es este un ejemplo del amor a los enemigos del que se habla especialmente en el Nuevo Testamento? Como en otro momento he comentado, Yahvé es el dios de Israel y, cuando se hace referencia a la doctrina de amar a los enemigos, no se pre- tende otra cosa que pedir que los israelitas vivan en paz y armo- nía entre ellos mismos, al margen de que hagan la guerra a sus enemigos de los otros pueblos, como sucede en esta ocasión con Egipto, su enemigo durante mucho tiempo, e incluso con sus dioses, distintos de Yahvé. Pero la verdad es que, dada la omni- potencia de Yahvé, ni había necesidad de venganza para que Israel saliera de Egipto, ni mucho menos tenía ningún sentido que el propio Yahvé se vanagloriase por la muerte causada a tantos egipcios y se regocijase ante el espectáculo de la destruc- ción y la muerte de aquel ejército. Y lo mismo había que decir respecto a los sentimientos de los israelitas ante la contempla-

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349 Éxodo, 14:26-31. La cursiva es mía.

ción de la derrota y de la muerte del ejército egipcio. No tenía ningún sentido que se vanagloriasen de su muerte, pues eran sus semejantes, a quienes había que amar y perdonar aunque hubie- ran sido sus perseguidores.

¿Qué clase de lección moral se presenta aquí? ¿Es compa- tible con la doctrina que habla del "perdón a nuestros enemi- gos"? ¿Es compatible con el carácter de dios único que poste- riormente se dio a Yahvé, no sólo como dios de Israel sino como dios de toda la humanidad? ¿Qué clase de valor moral podría tener el regocijo de los israelitas o del propio Yahvé ante las muertes causadas a los egipcios? En realidad la mentalidad de quienes crearon al dios Yahvé tenía un carácter tribal y belicista que proyectaron en ese dios. Y tal mentalidad es también la del pueblo de Israel, al que le satisface la conducta de su dios, que no ama a los enemigos de su pueblo sino que los destruye sin compasión. Realmente el amor de Yahvé no se extendía a toda la humanidad sino que permanecía restringido exclusivamente a su pueblo, el pueblo de Abraham con quien Yahvé pactó su alianza, a pesar de las muchas ocasiones en que también su pueblo fue objeto de la cólera de Yahvé, y a pesar de que ese mismo dios fue posteriormente identificado por los dirigentes cristianos con el suyo propio.

¿Dónde se encontrará esa "moral absoluta" de que hablan los obispos? Ésta, desde luego, no lo es, pues es sólo una moral casera, tribal y sanguinaria, que anima el desprecio a los demás pueblos.

  • p) Y, efectivamente, de acuerdo con lo que se acaba de decir, en el siguiente pasaje el autor presenta a su dios como "fuego devorador", que "extermina", que "derrota" a los enemi- gos de Israel como un modo de ganarse la fidelidad de su pue-

blo ante la contemplación de su poder devastador, tal como se dice a continuación:

"Has de saber desde hoy que el Señor tu Dios cruzará él mismo delante de ti como fuego devorador; él los exter- minará [a los anaquitas, uno de los pueblos de la "tierra prometida"] y los derrotará ante ti. Tú los despojarás y los aniquilarás rápidamente, como te ha dicho el Señor"350.

Yahvé habla de sí mismo como "fuego devorador", habla de "exterminio" de los anaquitas, ¡masacre que a continuación se extenderá a todos los habitantes de esa tierra que prometió a Abraham! Yahvé cumple su palabra: Es el dios de Israel y des- truye a quien represente un obstáculo para sus planes; y, desde luego, no defiende para nada el amor y la fraternidad entre todos los hombres.

A pesar de que con la formación del cristianismo Yahvé dejará de aparecer como un dios tribal para recibir el nuevo título de "dios universal", aquí no se habla para nada de ese dios universal cuyo amor debía extenderse a otros pueblos distintos del suyo, del que por otra parte se mantenía a distancia por la sencilla razón de que los sacerdotes no podían obrar el milagro de hacer presente ante el pueblo lo que sólo era una creación de su maquiavélica fantasía para tenerle sometido.

Ahora los dirigentes católicos se atreven a decir que su dios es el dios de toda la humanidad. ¿Cuándo dejó de ser un dios tribal para convertirse en universal, "católico"? Nos encon- tramos ante una nueva contradicción, pero son tantas ya que una más no puede sorprendernos, aunque sí hay que decir que esta nueva hazaña de Yahvé no puede ser un ejemplo de ninguna

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350 Deuteronomio, 9:3.

moral humanista ni, desde luego, "católica" y, por lo mismo, de ninguna "moral absoluta".

  • q) En el pasaje siguiente su autor no tiene reparos en hablar de la "ira", la "venganza" y el "rencor" de Dios contra sus ene- migos. ¡Vaya manera de predicar con el ejemplo, cuando en otros momentos Jesús, que, según los dirigentes de la secta, se identifica con Yahvé, aunque a la vez sea el "Hijo de Dios", defiende, en contradicción con el pasaje anterior, a los pacíficos, a los que perdonan, a los que aman incluso a sus enemigos! Pero a estos autores no les importa el carácter contradictorio de estas últimas cualidades respecto a las anteriores, sino sólo destacar aquéllas por las que pueden lograr la sumisión del pueblo por miedo a que Yahvé tome venganza contra ellos. El texto que sigue no hace otra cosa que presentar una síntesis de estas cuali- dades de Yahvé –o de la cualidades con que los sacerdotes lo describen-, que se reducen básicamente a su carácter celoso y vengativo en grado extremo, y al rencor contra sus enemigos, en total contradicción con el dios que perdona y con el dios que ama, y cuyo amor debería ser incompatible con el rencor.

¿Qué clase de moral puede extraerse de ejemplos como éste? Sin duda alguna, no se trataría de una "moral absoluta", pero ni siquiera de una "moral relativa", pues las acciones de Yahvé son consecuencia exclusiva de su rencor vengativo y de su libérrima voluntad no sometida a nada. El pasaje dice así:

"El Señor es un Dios celoso y vengador; el Señor es venga- dor, su ira es terrible. El Señor se venga de sus adversarios, guarda rencor contra sus enemigos"351.

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351 Nahum, 1:2. La cursiva es mía.

¿Pero no proclaman que el amor de Dios es infinito? ¿Cómo afirman ahora que "guarda rencor contra sus enemigos", cuando el rencor es un sentimiento contrario al amor? Por otra parte, ¡vaya presunción más ridícula! ¡Suponer que el ser huma- no sea capaz de provocar la ira y la venganza de todo un dios hecho y derecho, de manera que éste se rebaje a sentir rencor contra sus enemigos, como si no los hubiera creado él y como si éstos pudieran causarle el menor daño! ¡Qué concepto más pobre y absurdo de la divinidad tenían los israelitas de aquellos tiempos y los mismos cristianos actuales! ¿Cómo es posible que se siga adorando a ese dios tan sanguinario y rencoroso, con su ardiente y "amoroso" Infierno, con su moral tan contradictoria?

  • r) El pasaje siguiente es similar al anterior, pero con la bar- baridad insuperable, que en tantas ocasiones aparece, de añadir que el dios de Israel castiga la maldad de los que le abandonan "hasta la tercera y la cuarta generación". El pasaje dice así:

"No tendrás otros dioses fuera de mí […] porque yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la maldad de los que me aborrecen en sus hijos hasta la tercera y cuarta generación"352.

Y así, este dios no sólo aparece como un ser vengativo, sino que además es sumamente injusto al descargar su ira de manera indiscriminada contra personas absolutamente inocentes, que nada tienen que ver con la supuesta culpa de sus antepasados. Pero, ¿por qué ese castigo alcanza a la descendencia de quien hubiera podido ofender a Yahvé en algún momento? Porque la sed de venganza de Yahvé es tan fuerte que no puede saciarse con la muerte exclusiva del ofensor sino que tiene que recaer

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352 Éxodo, 20, 3-5.

también en sus hijos, en los hijos de sus hijos, en los hijos de los hijos de sus hijos, y en los hijos de los hijos de los hijos de sus hijos… ¿Por qué? Por la sencilla razón de que la cólera de un ser infinito debe de ser tan enorme que se extienda a toda su descen- dencia y, sobre todo, porque en esos momentos los autores de la Biblia todavía no habían tenido la audaz fantasía de inventar el "Infierno", un lugar donde los malvados pudieran seguir sufrien- do eternamente, por los siglos de los siglos, de forma que la ira divina se descargase sobre ellos por tiempo infinito, sin necesi- dad de aplicarla también a sus descendientes. Por ello también, como los sacerdotes de Israel tampoco habían inventado todavía la vida eterna, a los buenos su "Dios" les concedía una larga vida y una descendencia numerosa como sucedáneo de la inmor- talidad personal que se inventará hacia el siglo II antes de nues- tra era. Y de nuevo nos preguntamos ¿es compatible la absurda venganza con el supuesto amor infinito de un dios como Yahvé, identificado luego con el dios católico? ¿Es ésa la "moral abso- luta" de los dirigentes de la secta católica?

  • s) En el pasaje siguiente –y en unos cuantos más- se atribu- ye a Yahvé amor –a Jacob- y odio –a Esaú-, pero ni en el texto ni en el contexto se expone la causa de tal discriminación. Lo que en principio está claro es que el hecho de que Yahvé odiase a Esaú resulta contradictorio con las ocasiones en que los diri- gentes católicps proclaman que su dios es amor, pues ambos sentimientos son incompatibles. Dice el pasaje en cuestión:

"Sin embargo, yo amé a Jacob, y odié a Esaú: convertí las montañas de Esaú en un erial y entregué su heredad a los chacales del desierto"353.

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353 Malaquías, 1:2-3. La cursiva es mía.

¡Así, porque le da la gana, que para eso es un dios con un poder absoluto! Pero, si hemos de seguir su ejemplo, como predicaba Jesús, ¿tendremos que actuar como él? Por otra parte y por lo que se refiere a los motivos de Yahvé para odiar a Esaú, hay que decir que, como consecuencia de su omnipotencia, no podría existir nada por encima de la voluntad divina que le forzase a amar o a odiar, o a realizar actividad alguna ajena a lo que él quisiera. Recordemos que es su exclusi- va voluntad y no los actos humanos la causa de sus actos libé- rrimos. Así que, a partir de su omnipotencia y libertad absoluta tanto su amor como su odio estarían justificados en cuanto no habría ley alguna por encima de su poder a la que tuviera que someterse. Pero, por ese mismo motivo, en cuanto su voluntad está por encima de cualquier norma, no hay que esperar nada de él, ni bueno ni malo, como consecuencia de nuestras acciones. Además, sus acciones o sentimientos son tan contradictorios que, sin duda ninguna, no pueden servir de modelo para la fun- damentación de una moral, y mucho menos de una "moral absoluta" sino, si acaso, de la moral del capricho: "Amo a éste y odio a ése porque me da la gana".

  • t) Lo que tienen en común los dos pasajes siguientes es que en ambos Dios rehúsa perdonar. En el primero se dice de modo explícito:

"Esto sucedió porque el Señor había decidido expulsar de su presencia a Judá, a causa de todos los pecados de Mana- sés […] El Señor no quiso perdonar"354.

Pero la dureza de Yahvé al negar su perdón es contradictoria con su teórica misericordia infinita y con sus exhortaciones en

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354 2 Reyes, 24, 3-4. La cursiva es mía.

favor del perdón: ¿Con qué nos quedamos, si toda la Biblia es "palabra de Dios"? Y, en el siguiente pasaje se dice: "Entonces el Señor me dijo:

-No intercedas a favor de este pueblo. Aunque ayunen, no escucharé su súplica; aunque ofrezcan holocaustos y ofren- das, no los aceptaré; con espada, hambre y peste los exter- minaré"355.

En este pasaje –como en muchos otros- Yahvé va a castigar al pueblo como tal, sin atender al hecho de que en el peor de los casos, la responsabilidad moral, el mérito o la culpa –si existie- ran- serían individuales y nunca colectivos. De nuevo nos encontramos aquí con la contradicción entre el dios del Antiguo Testamento, celoso, colérico, déspota, cruel, injusto, que en oca- siones como ésta no perdona a nadie, y el dios al que los diri- gentes de la secta católica consideran infinitamente misericor- dioso, por lo que en ningún caso dejaría de perdonar, de manera que, aunque se diga de él que es amor y misericordia infinita, quienes esto afirman parecen no querer enterarse de que un dios que niegan su perdón es incompatible con un dios del que a la vez dicen que es "amor infinito". Pero dejar de lado igualmente que los castigos de este "Dios del amor", por mucho que quieran olvidarlo, son mucho peores que los del dios del Antiguo Testa- mento, pues evidentemente no puede haber un castigo mayor que el del fuego eterno del Infierno con el que castiga a quienes no creen en él. ¿Qué tendría que importar a ese dios que la gente creyera en él o no? Si además, tal como dice la doctrina católica, la fe la da el propio Dios, ¿qué culpa tendría nadie de creer o

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355 Jeremías, 14:11-12. La cursiva es mía.

no? Se trata de una nueva contradicción. Y son tantas que lo que parece inexplicable es que todavía haya quien siga tomando en serio una religión tan llena de contradicciones. ¿Qué "moral absoluta" podía encontrarse en tal ideología y en medio de tantas fechorías?

14.3.1. Las acciones de "Yahvé" y de los dirigentes de Israel en relación con sus propios "mandamientos".

Al margen de estos ejemplos tan divinamente absurdos y contradictorios, para terminar este apartado puede hacerse refe- rencia a algunas anécdotas que muestran de qué modo las supuestas actuaciones de Yahvé son contradictorias en muchos casos con los mandamientos que habría entregado a Moisés, tal como a continuación se muestra:

  • a) En efecto, por lo que se refiere al quinto mandamiento y al margen de las demás actuaciones del propio Yahvé, más que brutales a lo largo de casi todo el Antiguo Testamento, tiene interés recordar las matanzas realizadas por Israel contra los habitantes de la "Tierra Prometida", matanzas ordenadas por el propio "Yahvé" [?] para cumplir la parte que le correspondía de su alianza, que tuvo un carácter cruelmente sanguinario por la muerte de todos los habitantes de aquellas tierras, incluidas, en el caso de Jericó, las de los animales domésticos. Como en tan- tas ocasiones, tales matanzas habrían sido cometidas por orden de los dirigentes de Israel, que a su vez se escudaban en que era Yahvé quien las había ordenado. Así, respecto a la conquista de Jericó se dice:

"Sonaron las trompetas. Cuando el pueblo [de Israel] oyó el sonido de las trompas, lanzó el grito de guerra y las mura- llas de la ciudad se derrumbaron. Entonces el pueblo asaltó la ciudad […] y se apoderaron de ella. Y consagraron al exterminio todo lo que había en ella, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, bueyes, ovejas y asnos, pasándolos a cuchillo […]"356.

En contra de esta brutalidad absolutamente injustificada hay que señalar al menos que un dios omnipotente hubiera podido preparar sin problema alguno una tierra fértil para su pueblo escogido sin necesidad de tener que darle una serie de lugares habitados a cuyos habitantes los ejércitos de Israel tuvieran que matar para apoderarse de ellos.

Pero, al margen de que el tal Yahvé no pintase nada en estas matanzas, pues para eso al menos hubiera tenido que exis- tir, el relato tiene su interés como indicio acerca de cuál pudo ser la actitud de Israel y la de sus dirigentes a la hora buscar un lugar en el que asentarse. Resulta difícil encontrar en este pasaje y en muchos otros del mismo estilo –en los que el autor se re- crea enumerando la serie de personas, jóvenes o ancianos, hom- bres o mujeres, e incluso los distintos animales que fueron pasa- dos a cuchillo-, algún aspecto edificante que pudiera servir de modelo para una moral, absoluta o relativa. Pero la verdad es que, si acaso, nos encontramos con "la moral de la jungla", aun- que mucho más bárbara, cruel y sanguinaria.

Igualmente, respecto a la conquista de Ay se habla en tér- minos muy similares, remarcando de modo sádico que mataron a todos sus habitantes, que ahorcaron al rey y que lo tuvieron colgado toda la tarde:

"Cuando los israelitas acabaron de matar a los habitantes de Ay en el campo y en el desierto hasta donde los habían per- seguido, y cuando todos hasta el último cayeron a cuchillo,

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356 Josué, 6:20-21.

todo Israel se volvió a Ay y pasaron a cuchillo a sus habi- tantes. El total de hombres y mujeres muertos fue de doce mil; todos los habitantes […] Hizo colgar de un árbol al rey de Ay, y estuvo colgado toda la tarde"357.

¿Es posible que alguien encuentre en este cruel y sanguinario relato, tan carente de compasión, algún indicio de aquella "mo- ral absoluta" que dicen defender los dirigentes de la secta cató- lica? Y encima se hace constar con orgullo y sadismo extremo que el rey ¡estuvo colgado toda la tarde! ¡Vaya ejemplo de cómo tratar a nuestros semejantes, según su "moral absoluta"! En otro pasaje se cuenta que los habitantes de Gabaón fue- ron a presentarse a Josué con algunas mentiras debidas al temor a fin de que éste les perdonase la vida, y él accedió a condición de que trabajasen para los israelitas358. Por su parte, Adonisédec, rey de Jerusalén, se puso en contacto con otros reyes de la zona para defenderse de los israelitas:

"Cuando Adonisédec, rey de Jerusalén, se enteró de que Josué había conquistado Ay consagrándola al exterminio […] y que los gabaonitas habían hecho un pacto con Israel y estaban con él, le entró mucho miedo […] Entonces, Ado- nisédec, rey de Jerusalén, mandó decir a Oán, rey de He- brón, a Farán, rey de Yarmut, a Yafía, rey de Laquis, y a Debir, rey de Eglón:

-Venid y ayudarme a combatir contra Gabaón, porque ha hecho un pacto con Josué y los israelitas.

Y los cinco reyes amorreos […] subieron con todas sus tropas, acamparon cerca de Gabaón y la atacaron"359.

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357 Josué, 8:24.

358 Josué, 9:1-27.

359 Josué, 10:1-5.

A su vez, los gabaonitas fueron a pedir ayuda a Josué y éste fue en su ayuda, de tal forma que muy pronto "Josué cayó sobre ellos de improviso […] El Señor los dis- persó ante Israel que les infligió una gran derrota en Gaba- ón […] Cuando iban huyendo ante Israel […], el Señor hizo caer sobre ellos una tremenda granizada […] y murieron todos. Murieron más por las piedras de granizo que por la espada de los israelitas. El mismo día en que el Señor entre- gó a los amorreos en poder de los israelitas, Josué se dirigió al Señor y dijo:

-¡Sol, detente sobre Gabaón! -¡Y tú, Luna, sobre el valle de Ayalón! Y el Sol se detuvo y la Luna se paró hasta que el pueblo se vengó de sus enemigos.

[…] El Sol se detuvo en el cielo y tardó un día entero en ponerse. No ha habido un día como aquél, ni antes ni des- pués, en el que el Señor haya obedecido la voz de un hom- bre, porque el Señor combatía a favor de Israel"360.

Al margen de la matanza producida, resulta sorprendente no sólo el hecho de que el Sol y la Luna se detuviesen por orden de Josué –lo cual implicaba que era el Señor quien acataba tales órdenes en cuanto el movimiento del Sol y de la Luna estaban programados por él, sino sobre todo que el motivo de esta orden de Josué no fue otro que el de manifestar su poder mediante la matanza de los gabaonitas.

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360 Josué, 10:9-14. La cursiva es mía. Este pasaje fue el que estuvo a punto de provocar la muerte de Galileo por haber defendido el heliocentrismo, pues, según este texto, era el Sol el que se movía y el que se detuvo por orden de Josué, por lo que el heliocentrismo era una herejía contra las sacrosantas pa- labras de la Biblia. Por suerte, Galileo tuvo el sentido común suficiente como para abjurar de su "herejía", reconociendo su error, y se comprometía a no volverla a defender. A pesar de todo, fue condenado por los dirigentes católi- cos a reclusión domiciliaria durante el resto de su vida.

Así que seguimos sin encontrar un solo ejemplo de aquella "moral absoluta" que los dirigentes católicos defienden sin saber siquiera de qué están hablando.

Acabada esta batalla, Josué ahorcó a los cinco reyes de esos pueblos. Y la guerra continuó:

"Aquel mismo día, Josué conquistó Maquedá y la pasó a cuchillo, consagrando al exterminio a su rey y a todos sus habitantes sin dejar ni uno […].

Desde Maquedá Josué, con todo Israel, se fue a Libná y la atacó. El Señor se la entregó también con su rey, y pasa- ron a cuchillo a todos sus habitantes sin dejar ni uno […].

De Libná fue a Laquis, la sitió y la atacó. El Señor se la entregó, ellos la conquistaron al segundo día y pasaron a cuchillo a todos sus habitantes […]. Entonces Jorán, rey de Guézer, vino para ayudar a Laquis, pero Josué lo derrotó a él y a su pueblo sin dejar supervivientes.

De Laquis fue a Eglón, la sitió y la atacó. La conquistó aquel mismo día, la pasó a cuchillo y la consagró al exter- minio con todos sus habitantes, como había hecho con Laquis.

De Eglón subió a Hebrón y la asaltó. La tomó y la pasó a cuchillo, lo mismo que a su rey y a todas sus ciudades ane- jas con todos sus habitantes, sin dejar ni uno solo […].

Después, volvió contra Debir y la atacó. La conquistó con su rey y todas las ciudades anejas, pasando a cuchillo y consagrando al exterminio a todos sus habitantes, sin dejar ni uno solo"361.

Éste es posiblemente el pasaje de la Biblia en el que la con- centración de matanzas supera a cualquier otro. Además, el autor se recrea en su narración y nunca se olvida de señalar con

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361 Josué, 10:28-39. La cursiva es mía.

orgullo la gran proeza de haber pasado a cuchillo a todos los habitantes de cada ciudad que conquistaban sin dejar ni uno solo con vida. En ningún momento se realiza un solo acto de compasión. La virtud esencial de esta "moral" consiste en la falta de piedad, en el desprecio más absoluto por la vida de quie- nes no pertenecen al propio pueblo de Israel y en la falta de escrúpulos para hacer la guerra contra esos pueblos con la excu- sa de que el Señor les había dado las tierras que habitaban, la "Tierra Prometida", lo cual les daba el derecho de apoderarse de ellas exterminando a todos sus habitantes.

Los ejemplos morales del propio Yahvé y de su pueblo son realmente modélicos, pero no de una moral humana y compasi- va sino, si acaso, precursores de la no muy lejana "moral hitle- riana": Hitler quería la pureza de la raza aria, mientras los diri- gentes de Israel buscaban la pureza de su pueblo permaneciendo incontaminado; y para impedir la contaminación religiosa que podía desembocar en la pérdida de poder de sus dirigentes reli- giosos, había que exterminar a los pueblos de cuyas tierras se apoderaban. En resumidas cuentas estos pasajes están tan llenos de atrocidades que realmente no merecen más comentario, sino todo lo más insistir en esta misma pregunta de anteriores ocasio- nes: ¿Es éste un fiel ejemplo de la "moral absoluta" a la que hacen referencia los obispos de la secta católica"? Como resumen de las anteriores batallas se dice luego:

"Josué conquistó toda la tierra: la región montañosa, el Négueb, la Sefela y las laderas, derrotando a todos sus reyes. No dejó ni un superviviente, sino que consagró al exterminio a todos sus habitantes, como había mandado el Señor, Dios de Israel"362.

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362 Josué, 10:40. La cursiva es mía.

En las tablas que, según la Biblia, Yahvé había dado a Moi- sés, el quinto mandamiento prohibía matar, pero pocos años des- pués el propio Yahvé ordenó esta serie de matanzas en la "tierra prometida", en las que no había de dejar ni un solo supervivien- te, y Josué obedeció. Para evitar la contradicción entre el modo de actuar de Yahvé y sus propios preceptos la única explicación, como en otros casos, consiste en recordar que Yahvé era un dios tribal, el dios de Israel, y que, por ello, sus mandamientos, como el de no matar, iban dirigidos a los habitantes de su pueblo, de manera que el deber de cumplirlos se extendía exclusivamente al ámbito de las relaciones de los israelitas entre sí, pero no al de los habitantes de las naciones que nada tenían que ver con Israel y que podían ser masacrados por los israelitas en cuanto se opu- sieran o representasen un obstáculo para el cumplimiento de las promesas de Yahvé a su pueblo.

A continuación se sucedieron todavía más batallas, matan- zas y conquistas:

"Después se volvió, tomó Jasor y pasó a cuchillo a su rey […] Pasó a cuchillo a todos sus habitantes sin dejar ni uno […] e incendió la ciudad […].

El Señor había decretado que todas estas ciudades se obstinasen en atacar a Israel, para que así fueran consa- gradas sin piedad al exterminio y aniquiladas"363. El anterior texto sigue la tónica de los precedentes por lo que se refiere a la actuación cruel, sanguinaria y sin compasión alguna de los ejércitos israelitas contra los habitantes de la "tie- rra prometida". A estas características se añade la de un refina- miento hipócrita, absurdo y demencial cuando su autor escribe que Yahvé había predeterminado a esas ciudades a atacar a

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363 Josué, 11:10-20. La cursiva es mía.

Israel a fin de tener así un motivo para aniquilarlas. Pues, si la conducta de esas ciudades había sido predeterminada por Yahvé, ¿qué culpa podían tener sus habitantes? Evidentemente ninguna. Sin embargo, el autor de este pasaje, de muy pocas luces, se atreve a presentar esta explicación como si tuviera alguna lógi- ca, como si los habitantes de estos pueblos fueran culpables por haber sido predeterminados y, en consecuencia, por haberse comportado de acuerdo con los planes divinos. ¡Vaya inspira- ción la que el "Espíritu Santo" habría proporcionado al autor de esta obra! Y, de nuevo, la misma pregunta: ¿Qué clase de moral puede extraerse de todas estas matanzas despiadadas en las que se in- cumplen a un mismo tiempo los mandamientos de no matar y de no robar? ¿Qué otra cosa era la invasión y las matanzas de Israel en contra de los habitantes de esa "tierra prometida" sino una mezcla de los asesinatos más atroces con el robo impune de aquellas tierras, realizado con la excusa de que su dios se las había concedido? Con excusas como ésa uno podría arrogarse el derecho de apoderarse de todo el planeta: "¡Es mi dios quien me lo ha dado!". El hecho de que Yahvé fuera "el Dios de Israel" podía aceptarse como normal en una época en la que cada pue- blo tenía su propio dios o sus propios dioses, pero ¿qué clase de moral servía de modelo para la conducta de un dios tan sangui- nario como Yahvé, tan lleno de desprecio y de odio, y tan caren- te de compasión hacia los otros pueblos? Conviene recordar la explicación que ya he dado para otras situaciones similares: "Yahvé" no fue responsable de todas estas salvajadas, pues para ello hubiera sido preciso al menos que existiera; los únicos responsables lo fueron los dirigentes israelitas, que se escudaban en el terrible dios "Yahvé" para hacerse obedecer por su pueblo con la excusa de que se trataba de obedecer las órdenes de Yahvé.

  • b) Por lo que se refiere a los mandamientos séptimo y octa- vo tiene interés hacer referencia a José, hijo de Jacob, uno de los mayores usureros de todos los tiempos, que mediante una usura implacable, fría y sistemática redujo a esclavitud a toda la pobla- ción de Egipto y de Canaán –menos a los sacerdotes egipcios- para ponerlo todo en manos del faraón, según puede leerse en Génesis:

"José acabó acumulando todo el dinero que había en Egipto y Canaán a cambio del trigo que le compraban, y lo iba depositando en la casa del faraón. Agotado el dinero en Egipto y Canaán, todos los egipcios acudieron a José, di- ciéndole:

-Danos pan; ¿vas a permitir que muramos, porque se nos ha terminado el dinero? José les dijo:

-Si se os ha acabado ya el dinero, dadme vuestros gana- dos y a cambio os daré trigo.

Trajeron a José sus ganados, y José les dio alimentos a cambio de caballos, ovejas […] Pasado aquel año, vinieron a decirle:

-A nuestro señor no se le oculta que se nos ha acabado el dinero; también el ganado es ya de nuestro señor; sólo nos queda por darle nuestro cuerpo y nuestras tierras […] Cóm- pranos a nosotros y a nuestras tierras a cambio de pan. Seremos esclavos del faraón nosotros y nuestras tierras, pero danos simiente para que podamos vivir y no muramos […].

Así adquirió José para el faraón todas las tierras de Egipto […] y así el país pasó a ser propiedad del faraón. De este modo el faraón redujo a servidumbre [= escla- vitud] a todo el pueblo del uno al otro confín de Egipto [con la excepción de los sacerdotes]"364.

Lo más asombroso de esta historia es ver con cuánta natura- lidad se cuenta, como si pudiera encontrarse alguna virtud digna de elogio en la actitud de quien redujo a esclavitud al pueblo egipcio y al cananeo, pues, en este sentido se dice en la Biblia:

"[La sabiduría] tampoco desamparó al justo José cuando fue vendido; sino que lo libró de caer en pecado […] y le otorgó una gloria eterna"365, "…Ni nació hombre semejante a José, jefe de sus herma- nos, apoyo de su pueblo, cuyos huesos fueron venera- dos"366.

Desde luego y con ese modelo, los dirigentes de la secta católica han podido encontrar un apoyo muy ilustre para sus actividades usureras, tan rentables a lo largo de los siglos y tan unidas al robo disfrazado de manera hipócrita, presentándolo como "ayuda" que han ido recibiendo de los diversos gobiernos que ellos apoyaban –de acuerdo con las astutas instrucciones de Pablo de Tarso, al margen de que él no viviera para contarlo-, "ayuda" que provenía de los impuestos injustamente sustraídos al pueblo como pago al apoyo que los gobernantes recibían de los dirigentes de la secta cristiana, predicando al pueblo la obe- diencia y la sumisión a sus gobernantes, "designados por el propio Dios".

La inmensa riqueza amasada por los dirigentes de la secta católica les ha dado un enorme poder económico que no han utilizado para suprimir la miseria del mundo sino para invertirla

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364 Génesis, 47:14-22. La cursiva es mía. 365 Sabiduría, 10:13. La cursiva es mía. 366 Eclesiástico, 49:15. La cursiva es mía.

en múltiples negocios y para gastarla en suntuosos palacios para disfrute del alto clero, despreciando a los pobres y sirviéndose de ellos como coartada para aparentar hipócritamente que una parte importante de su misión consiste en hacer lo que puedan para ayudarles a salir de la miseria, lo cual se encuentra a millo- nes de años luz de la realidad. ¡Qué lejos está esa actitud del pensamiento que en ese terreno se atribuye a Jesús y de la forma de vida de los primeros cristianos, que, según se narra en Hechos de los apóstoles367, tenían todos sus bienes en común! ¡Cómo tienen el descaro los dirigentes de la secta católica de presentarse como los grandes benefactores de la humanidad, como los defensores de los pobres! ¡Cómo puede haber personas tan ingenuas que sigan creyendo en esta secta tan hipócrita, a pesar del orgullo con que ostenta sus riquezas y a pesar de que sólo se relaciona con gente igualmente poderosa por sus "robos legales", por su especulación, por sus crímenes contra los pue- blos que dirigen –o digieren- o por su explotación de los traba- jadores! ¿Qué lección moral puede extraerse de esa actitud sino la que se relaciona con el culto al dinero y con el desprecio a quienes viven en medio da la más absoluta miseria? ¿Será ésa la "moral absoluta" que predican?

  • c) Por lo que se refiere al incumplimiento simultáneo de di- versos mandamientos, como en especial el quinto, el séptimo y el noveno –y último-, tiene especial interés hacer referencia al capítulo bíblico en el que se narra el rapto de mujeres por parte

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367 "El grupo de los creyentes pensaban y sentían lo mismo, y nadie conside- raba como propio nada de lo que poseía, sino que tenían en común todas las cosas […] No había entre ellos necesitados, porque todos los que tenían ha- cienda o casas las vendían, llevaban el precio de lo vendido, lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada uno según su necesidad" (Hech., 4:32; también en Hech., 5:1-11).

de la tribu de Benjamín, acción que en ningún caso es presenta- da como un hecho moralmente reprobable sino como una hazaña de la que los benjaminitas podían sentirse especialmente orgu- llosos.

En relación con esta cuestión en Jueces se cuenta cómo, a fin de ayudar a la tribu de Benjamín para que tuviera mujeres, la comunidad israelita, con la excusa de que los habitantes de Yabés de Galaad no habían acudido a Mispá, a la asamblea del Señor, envió tropas contra ella y pasaron a cuchillo a todos sus habitantes menos a cuatrocientas muchachas vírgenes para dár- selas a los benjaminitas. En este sentido, se dice:

"Entonces la asamblea [de Israel] envió doce mil hombres de los más valientes, con esta orden:

-Id y pasad a cuchillo a todos los habitantes de Yabés de Galaad, incluidas mujeres y niños. Consagraréis al extermi- nio a todos los varones y a todas las mujeres casadas, pero dejaréis con vida a las vírgenes.

Así lo hicieron. Entre los habitantes de Galaad encontra- ron cuatrocientas vírgenes […] y las trajeron al campamen- to de Siló […]. Luego, la asamblea envió mensajeros a los benjaminitas […] para ofrecerles la paz. Los benjaminitas volvieron, y ellos les dieron las mujeres supervivientes de Yabés de Galaad, pero no había bastantes para todos"368.

A continuación los mismos benjaminitas, aconsejados por el resto de Israel, raptaron más mujeres en Siló para quienes no tenían todavía, pues la tribu estaba a punto de extinguirse:

"Los ancianos de la comunidad se preguntaban:

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368 Jueces, 21:10-14.

-Las mujeres de la tribu de Benjamín han sido extermi- nadas. ¿Qué haremos para procurar mujeres a los que aún no las tienen? […] Entonces decidieron esto:

-Está cerca la fiesta del Señor que se celebra todos los años en Siló […].

Y dieron este recado a los de Benjamín:

-Id y escondeos entre las viñas. Os quedáis observando, y cuando veáis que las jóvenes de Siló salen a bailar, salís de las viñas, os lleváis cada uno una muchacha de Siló y os volvéis a vuestra tierra […].

Los de Benjamín lo hicieron así y tomaron de entre las que bailaban aquellas que necesitaban; después volvieron cada uno a su heredad, reconstruyeron las ciudades y se establecieron en ellas"369.

Resulta asombroso que el autor de esta obra cuente estos hechos con la mayor naturalidad, como si se tratase de acciones plenamente justificadas y acordes con algún tipo de moral: En la primera acción se pasa a cuchillo a toda la población de Yabés de Galaad con la excepción de cuatrocientas muchachas vírge- nes que son raptadas para dejarlas a disposición de los benjami- nitas. Es cierto que a esa masacre se le da cierta "justificación" relacionada con motivos de carácter religioso370, pero en cual- quier caso ¿qué clase de moral hubiera podido justificar la bar- barie representada por aquella bestial masacre y por aquel rapto? ¿Qué ejemplo de "moral absoluta" podría extraerse de compor- tamientos como ése, de los que hay tantos en la Biblia? Además, al margen de lo anteriormente expuesto, hay que tener en cuenta que aquí no se ha hecho, ni mucho menos, una

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369 Jueces, 21:16-23.

370 Jueces, 21:5-11.

exposición detallada de los diversos ejemplos bíblicos en los que se incumplen alegremente los mandamientos de Moisés. Y, si a todos esos ejemplos se añaden los innumerables crímenes de la secta católica a lo largo de su dilatada historia –guerras de las cruzadas, imposición por la fuerza de la fe cristiana, muertes provocadas por su "Santa Inquisición", exterminio a partir de la llegada de Colón de gran parte de la población autóctona ameri- cana por no convertirse al cristianismo, complicidad con multi- tud de gobiernos tiránicos y opresores… Habría material para llenar toda una gran biblioteca. Y así, desde la perspectiva de la conducta del "pueblo de Yahvé" y desde la de la secta católica puede verse que esta organización ni siquiera ha sido capaz de inspirar un modelo de moral que pueda alentar a vivir una vida inspirada en la justicia, en la libertad, en la solidaridad ni en ningún valor que no sea el de la opresión, la avaricia, la cruel- dad, los asesinatos, la soberbia, la hipocresía y el robo compul- sivo, con la excepción de muy escasas personas que llegaron a practicar aquellos otros valores, pero que olvidaron que su sitio no debía encontrarse junto a la secta católica, que practicaba toda esa serie de crímenes y cualquier otra actividad al margen de toda moral, sino junto a todos aquellos que luchan por lograr una sociedad más auténticamente solidaria.

14.4. Aspectos bíblicos de una moral más equitativa, pero restringida a los miembros del pueblo de Israel.

No obstante y a pesar de los pésimos ejemplos anteriores, hay en la Biblia una serie de planteamientos que son realmente interesantes en cuanto defienden normas que resultan positivas para fomentar una convivencia más armoniosa, al margen de que en diversas ocasiones tales normas se defienden aplicadas exclusivamente a los miembros del pueblo de Israel y no a todo ser humano. Así, respecto al cumplimiento de estas normas morales, puede hacerse referencia a los siguientes ejemplos:

  • a) "Pero [Amasías] no mató a los hijos de los asesinos, conforme a lo prescrito por el Señor en el libro de la ley de Moisés: "No morirán los padres por culpa de los hijos, ni los hijos por culpa de los padres. Cada uno morirá por su propio pecado"371.

Esta norma representa un auténtico progreso en la moral israelita en cuanto implica un rechazo del tradicional despotismo de Yahvé al aplicar castigos no sólo al culpable de una falta sino también a su familia hasta la tercera y cuarta generación, y, en consecuencia, un rechazo implícito a la posterior doctrina acerca del "pecado original", idea insensata que no aparece en el Antiguo Testamento, a pesar de la absurda relevancia que tuvo posteriormente en la doctrina del cristianismo. Hay que puntua- lizar, sin embargo, que sólo en el pasaje citado se defiende el carácter restringido del castigo en relación con el culpable de un delito hasta el punto de que el castigo por aquel supuesto "pecado original" se extiende a toda la humanidad –menos a María, la madre de Jesús-.

  • b) En Levítico se adopta un punto de vista realmente avan- zado respecto a las relaciones laborales entre el "propietario" y el "asalariado", criticando la explotación y el abuso:

"No oprimas ni explotes a tu prójimo; no retengas el sueldo del jornalero hasta la mañana siguiente"372.

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371 2 Crónicas, 25:4.

372 Levítico, 19:13.

Este es el "pecado" en el que han incurrido y siguen incu- rriendo las clases poderosas de todos los tiempos, mientras los dirigentes de la secta católica han actuado con la misma ambi- ción que los capitalistas más refinados, cuando han defendido la esclavitud –como lo hizo Pablo de Tarso-, cuando han explotado abiertamente a sus propios trabajadores, cuando han callado y no han denunciado las injusticias del capitalismo o las de los señores feudales, o cuando además han colaborado con los explotadores exhortando al trabajador a someterse a ellos, que siguen explotando al trabajador como a un esclavo. Además, el progreso mencionado es ciertamente limitado porque, aunque habla en defensa de los jornaleros, pasa por alto la esclavitud, institución aceptada plenamente en la sociedad de Israel, que convierte al ser humano en simple objeto a quien utilizar y explotar según le venga en gana.

  • c) En Levítico se defiende al menos el respeto a las "reglas del juego" por lo que se refiere a la actitud que debe adoptarse en los juicios respecto a la veracidad en las acusaciones o en la defensa:

"No procederás injustamente en los juicios"373.

Es una norma lógica, de sentido común, para que la socie- dad pueda confiar al menos en el funcionamiento de unas leyes que rijan la convivencia de manera pacífica. Lo malo es que las leyes las hacen quienes detentan el poder, lo cual les permite hacerlas a su medida, leyes injustas que les benefician, con lo que, por muy claras que sean para la "justa" realización de los juicios, el resultado siempre será injusto, pues los mismos jue- ces, por muy acertadamente que apliquen las leyes, aplicarán

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373 Levítico, 19:15.

leyes injustas y serán cómplices de un sistema injusto, perjudi- cando siempre a los débiles, como sigue sucediendo en la actua- lidad, cuando los grandes ladrones y defraudadores de guante blanco se libran de ser juzgados o salen absueltos de los juicios, a pesar de haber arruinado con su ambición sin escrúpulos a miles o a millones de personas.

En las normas que se exponen a continuación, aunque toda- vía no se llega a pedir el "amor a los enemigos", hay cierto pro- greso con respecto a épocas anteriores que muy posiblemente influyó en "el Jesús evangélico":

  • d) "Si ves el asno del que te odia caído bajo el peso de su carga, no te desentiendas de él, ayúdale a levantarlo"374.

No obstante, en Proverbios aparece otra referencia a la ayu- da a los propios enemigos, que no se defiende por amor a ellos, sino por un refinado sentimiento de desprecio. Se dice en este libro:

"si tu enemigo tiene hambre, dale de comer, si tiene sed, dale de beber; así lo harás enrojecer de vergüenza y el Señor te recompensará"375.

Asombrosamente, el autor de esta reflexión "moral" llega a decir como justificación última de tal actitud "el Señor te recom- pensará", a pesar de que la intención de quien así actuase no tie- ne nada que ver con el amor sino con un refinado desprecio, y como si lo moralmente esencial fueran las acciones considera- das en sí mismas y no la intención con que se realizasen.

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374 Éxodo, 23:5.

375 Proverbios, 25:21-22. La cursiva es mía.

  • e) Se defiende igualmente el amor al prójimo, pero no al prójimo en general sino sólo a los miembros del pueblo de Israel. Posteriormente Jesús presentará este mismo mandamien- to, junto con el del amor al dios de Israel, en el compendio de su moral. Sin embargo y al igual que en otros casos, estos precep- tos no tienen un ámbito de aplicación dirigido al conjunto de la humanidad, sino sólo al pueblo de Israel. En el "Jesús evangéli- co" parece que comienza a darse un cambio hacia una aplicación universal de este principio, pero sigue todavía bajo la influencia de la tradición de Israel y, por ello, del mismo modo que, según Mateo, 15:21-28, Jesús habla con la mujer cananea, que le pide ayuda para su hijo, y le dice que "su padre" le ha enviado para ayudar sólo a su propio pueblo, aunque finalmente cede a la petición de esta mujer, todavía no llega a considerar que debe preocuparse por solucionar los problemas de quienes no pertene- cen a su pueblo y, por ello, parece que Jesús sigue anclado en la moral tribal sin llegar a defender una moral universal que englo- be a todo ser humano.

El mismo apóstol Pedro tuvo sus diferencias con Pablo de Tarso, defendiendo Pedro el carácter restringido de la nueva religión, circunscrita al pueblo de Israel, mientras que Pablo de Tarso tuvo la perspicacia de extender la nueva religión a toda la humanidad y, con él, el de este principio moral. Sin embargo, Pablo de Tarso, como ya se ha visto, siguió defendiendo la esclavitud, el sometimiento de la mujer al varón, el derecho de los ricos a disfrutar de "su riqueza" y la obligación de obedecer a las autoridades políticas en todo momento, en cuanto toda autoridad provenía del dios cristiano, al margen de que los diri- gentes fueran unos déspotas sin escrúpulos.

Al principio de Levítico se defiende descaradamente el ca- rácter restrictivo de esa norma que, aplicada de forma universal, habría significado un importante progreso para las relaciones humanas. Dicha norma dice:

"No tomarás venganza ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo [perteneciente a tu propio pueblo] como a ti mismo"376.

En los evangelios Jesús defiende este mismo principio y los dirigentes de la secta católica han interpretado que su punto de vista era nuevo, pero, aunque en algún momento Jesús comienza a aplicar los principios morales más positivos de Israel a perso- nas ajenas a su pueblo, como la mujer cananea o como un centu- rión romano, no hay que olvidar, tal como el propio Jesús expli- ca a la mujer cananea, que él considera que su misión se relacio- na esencialmente con el pueblo de Israel, al margen de que incluya algunas excepciones con personas no israelitas.

Además, este posible adelanto de la moral de Jesús se pre- senta como una norma radicalmente contradictoria con las ac- tuaciones de Yahvé respecto a su pueblo y respecto a todos los demás pueblos pues, como se ha podido ver, su cólera, sus ansias de venganza y sus matanzas, tanto contra su pueblo como contra los demás, son especialmente memorables. Y el mismo "Jesús evangélico", en contradicción con sus palabras de manse- dumbre y amor, amenaza con el castigo más brutal que pueda imaginarse, el fuego eterno del Infierno a todo aquél que no crea en su palabra o no cumpla sus preceptos.

  • f) También en Tobías aparecen pasajes que implican un avance moral que debió de inspirar los planteamientos de Jesús incluso en el modo casi literal de expesarlos, como, por ejemplo, el siguiente:

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376 Levítico, 19:18. La cursiva es mía.

"Da tu pan al hambriento y tu ropa al desnudo"377, o también, por lo que se refiere a su contenido, "no hagas a nadie lo que a ti te desagrada"378.

No obstante, también estos pasajes hay que entenderlos en el contexto restringido y tribal de la sociedad de Israel, pues unos momentos antes, al escribir "Cásate con una mujer de la estirpe de tus padres. No te cases con una mujer extranjera, o que no sea de la tribu de tu padre"379

se defiende de manera absurda un punto de vista racista extre- mo, pues el autor de este pasaje ni siquiera se refiere a los miem- bros del pueblo de Israel en cuanto tal sino a los miembros de cada tribu en particular.

  • g) Asimismo en Eclesiástico aparecen ejemplos de plantea- mientos morales que se adelantan y posiblemente inspiran los de Jesús, como el siguiente:

"Perdona a tu prójimo la ofensa, y cuando reces serán per- donados tus pecados"380.

Pero, a pesar del adelanto moral que suponen las palabras ante- riores, no hay que olvidar lo dicho anteriormente: Ese perdón se extiende como máximo a los miembros del propio pueblo de Israel y no a los miembros de otros pueblos. La idea de una moral universal todavía no estaba presente en el pueblo de Isra- el. Por otra parte, el autor de Eclesiástico defiende una actitud

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377 Tobías, 4:16.

378 Tobías, 4:15.

379 Tobías, 4:12.

380 Eclesiástico, 28:2.

extremada y absurdamente misógina cuando juzga a priori acerca de la maldad de la mujer, como si ya el hecho de ser mujer implicase en sí mismo un defecto moral especialmente grave, y sin tomar conciencia que en cualquier caso la maldad moral –si existiera- no podría relacionarse con la posesión de una determinada naturaleza, como el hecho de ser varón o el de ser mujer. Sin embargo, el autor de Eclesiástico escribe:

"Toda maldad es poca junto a la de la mujer; ¡caiga sobre ella la suerte del pecador!"381

Todavía tendrán que pasar bastantes años hasta que el "Je- sús evangélico" llegue a defender –al menos en apariencia, aun- que de forma contradictoria- una moral de la fraternidad, cuando proclame:

"Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persi- guen"382, y digo "en apariencia" porque esa exhortación pudo haber esta- do dirigida a los enemigos internos del propio Israel, pero no a aquellos otros enemigos a quienes Yahvé fulminaba directa o indirectamente por ser enemigos de su pueblo. Por ello, las pala- bras atribuidas a Jesús no representan una demostración de que su pensamiento moral debiera aplicarse a personas ajenas a su propio pueblo. Pero además y como ya se ha dicho, en el mejor de los casos tales palabras seguirían siendo contradictorias en cuanto la amenaza del fuego eterno está siempre unida a su mensaje de amor, pues ¿cómo se puede predicar el amor a los enemigos al tiempo que él amenaza con el fuego eterno a esos enemigos a quienes hay que amar?

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381 Eclesiástico, 25:19.

382 Mateo, 5:44.

Es verdad, por otra parte, que la defensa simultánea de planteamientos tan contradictorios por parte de Jesús, lleva a dudar acerca de la coherencia de quien escribió estos pasajes. Es posible que el enorme interés de los primeros dirigentes del cris- tianismo por hacer proselitismo entre los mismos israelitas y entre los "gentiles" les condujese a mezclar esas dos doctrinas tan contradictorias, la que se relacionaba con el amor al prójimo y la que amenazaba con el fuego eterno, mezcla que tan buen resultado les ha dado a pesar de su carácter contradictorio. Por otra parte, el hecho de que en los mismos evangelios aparezcan en boca de Jesús frases de condena relacionadas con el fuego eterno junto a otras tan llenas de mansedumbre es una muestra de la incoherencia de esos escritos y un motivo para sospechar de su autenticidad como reflejo del pensamiento de Jesús, pues más bien parecen un montaje ideado por los creadores del cris- tianismo para dar mayor fuerza de convicción a "su mensaje", un mensaje que no sabemos cómo pudo ser en realidad a falta de documentos fidedignos desde un punto de vista rigurosamente histórico.

  • h) Respecto a lo que pudiera considerarse como un auténti- co progreso en la norma de amar a los enemigos, también en Levítico se dice:

"Si un emigrante se instala en vuestra tierra lo amarás como a ti mismo, pues también vosotros fuisteis emigrantes en Egipto"383.

Esta norma representa un progreso moral en el sentido de alentar la idea de no ver al emigrante como a un enemigo sino como a un hombre con igual dignidad y valor que el habitante

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383 Levítico, 19:33-34.

israelí del propio pueblo. Sin embargo, tal norma no se la valora por sí misma sino que tiene su justificación en el hecho de que también el pueblo de Israel fue emigrante en Egipto, lo cual determina que esta norma tenga el valor de un imperativo hipo- tético que exhorta a la compasión teniendo en cuenta la empatía que provoca el recuerdo del propio sufrimiento; pero además, de nuevo hay que tener en cuenta que los principios morales defen- didos en aquellos tiempos por el pueblo de Israel no tenían un carácter universal sino que iban dirigidos a los miembros del propio pueblo, de manera que, cuando se habla del "emigrante", podría tratarse de un emigrante del propio pueblo de Israel, per- teneciente a una tribu de Jacob distinta de la propia, aunque no se pueda descartar que esta norma fuera aplicable igualmente a los emigrantes procedentes de naciones no israelitas. En cual- quier caso, un auténtico progreso moral respecto a la relación con el prójimo o con el emigrante habría implicado entre otras cosas un trato de igualdad y, en consecuencia, un rechazo a la esclavitud. Pero, en cuanto este cambio no se produjo en la sociedad de Israel, cualquier relación con el prójimo, israelita o emigrante, por buena que fuera, siguió teniendo limitaciones muy graves, ya que seguía siendo una relación asimétrica entre dominante y dominado, entre amo y esclavo, en lugar de ser la de una colaboración fraternal entre iguales.

En definitiva, cuando los dirigentes católicos hablan de una "moral absoluta" o bien no saben de qué hablan o sólo pretenden conseguir que la gente se someta al cumplimiento incondicional de sus órdenes y consignas, proclamando, al igual que los anti- guos sacerdotes de Israel, que tales normas provienen de "Dios", es decir, de su dios –que hablaría por su boca-, de quien deriva- ría, según ellos, el carácter de "moral absoluta" de tales normas, deslegitimando las leyes políticas, formas de vida y costumbres que no se amoldasen a dichas normas cuando sus gobernantes no les compensaran económicamente y mediante otros privile- gios. Y, por ello, cuando hablan de una "moral relativista", se refieren a toda moral que no siga las normas que ellos preten- den imponer, no porque sus normas les importen por ellas mis- mas sino porque desde tiempo inmemorial los miembros de la "clase sacerdotal", al igual que los antiguos hechiceros, han tra- tado de controlar el poder político o al menos de convivir en simbiosis con quienes lo detentan, presentándose como "envia- dos del Altísimo" para conducir a la sociedad "por la senda del bien", sospechosamente coincidente con la de su propio enrique- cimiento, mientras sus palabras y discursos "morales" les sirven para engañar a la gente sencilla, que necesita creer lo que sea y a quien sea para no sentirse perdida en un mundo sin dioses que les protejan y den algún sentido especial a su vida.

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