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La nueva normalidad: economía desigual, pobreza, exclusión social y marginalidad (página 10)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10

Un temor que cobró forma cuando, en octubre de 2009, el nuevo gobierno griego indicó que se había disimulado el verdadero tamaño de su deuda desde hacía casi una década, los problemas se dispararon en los meses posteriores, hasta que en abril de 2010 Atenas pidió el rescate y el 8 de mayo, se concedió una línea de crédito de 110.000 millones de euros para rescatar a Grecia (80.000 por parte de la UE y 30.000 del FMI), quien ahora (noviembre 2011) está pendiente de un segundo rescate. No fue la única, el 22 de noviembre de 2010 le siguió Irlanda, que percibió una ayuda de 67.500 millones de euros; y el 6 de abril del año 2011 Portugal claudicó y se le destinó un fondo de ayuda por valor de 78.000 millones. Ahora España e Italia están en el punto de mira al ubicar su prima de riesgo por encima de los 400 puntos básicos. Un nivel a partir del cual la intervención se realizó en los anteriores países.

También al otro lado del Atlántico, han tenido su particular vía crucis con la deuda. Demócratas y republicanos tras una ardua negociación alcanzaron un acuerdo para elevar el techo de endeudamiento de la economía estadounidense -que se establecía como límite en los 14,29 billones de dólares- , un acuerdo que se alcanzó in extremis el 2 de agosto de 2011 para evitar que la primera potencia económica entrara en quiebra.

Bajo los términos de lo pactado, la autorización de endeudamiento subió de inmediato en 900.000 millones de dólares, y se añadirán otros 1.5 billones para el año 2012. A cambio se aplicarán de inmediato recortes de casi un billón de dólares, mientras un comité bipartidista tiene de plazo hasta fin del año 2011 para buscar una reducción del déficit federal en otros… 2 billones de dólares (hasta el 22/11/11, no lo han logrado).

Pero los "fallos" de la economía venían de antes

El factor evidente que precipitó la crisis fue la imprudencia imperdonable del sector financiero, sumada a la insensatez de una desregulación que le dio rienda suelta. La herencia que nos dejó (capacidad excedente en el sector inmobiliario y hogares demasiado endeudados) dificulta todavía más la recuperación.

Pero la economía se encontraba muy mal ya antes de la crisis, y la burbuja inmobiliaria no hizo más que ocultar sus debilidades. Si no hubiera estado la burbuja para estimular el consumo, se habría producido una enorme escasez de demanda agregada. Lo que ocurrió en cambio fue que la tasa de ahorro personal se redujo a apenas el 1%, mientras el 80% de los estadounidenses menos pudientes gastaban cada año aproximadamente el 110% de sus ingresos. Incluso si el sector financiero se recuperara completamente y estos estadounidenses pródigos no hubieran aprendido nada sobre la importancia del ahorro, su consumo no superaría el 100% de sus ingresos.

En alguna medida Estados Unidos y el mundo fueron víctimas de su propio éxito. El acelerado aumento de la productividad en el sector industrial superó el crecimiento de la demanda, lo que supuso una reducción del nivel de empleo en ese sector. Esto implicaba un desplazamiento de mano de obra al sector de servicios.

La necesidad que tienen los Estados Unidos y Europa de retirar mano de obra del sector industrial se agrava por el cambio de las ventajas comparativas: además de que hay un límite global para la cantidad de empleos fabriles, una proporción mayor de esos puestos de trabajo se irá a otros países.

Mientras tanto, la globalización fue uno de los factores (aunque no el único) que contribuyeron a que surgiera el siguiente problema clave: el aumento de la desigualdad. Como una parte de los ingresos se trasladó de personas que los gastan a personas que no los gastan, la demanda agregada se redujo. Asimismo, el enorme encarecimiento de la energía derivó poder adquisitivo de los Estados Unidos y Europa a los países productores de petróleo, que al darse cuenta de la volatilidad de sus precios, eligieron acertadamente ahorrar gran parte de esta renta.

Las protestas durante el año 2011 por todo el mundo han expresado la preocupación de la clase media y trabajadora ante su futuro económico, el aumento de la desigualdad de los salarios y la riqueza, y la concentración de poder por la élite.

El argumento de que el 99% de la población se hunde, mientras que el 1% prospera, tal vez simplifique una realidad compleja, pero suena certero; el capitalismo no regulado y la globalización no han beneficiado a todos, y entre sus consecuencias adversas se incluyen las pérdidas masivas de empleo, un crecimiento salarial mediocre y un aumento de las desigualdades.

La desigualdad alimenta la inestabilidad sociopolítica y reduce el crecimiento económico. También conlleva la ausencia de demanda agregada que debilita el crecimiento porque redistribuye las rentas de los actores con mayor propensión marginal a gastar a los actores con mayor propensión a ahorrar.

Los levantamientos y las revueltas árabes, los últimos disturbios en Inglaterra y las protestas anteriores en ese mismo país contra los recortes de pensiones y la subida de las tasas académicas, las protestas de la clase media israelí contra el alto precio de la vivienda y la presión de una inflación alta, la preocupación de los estudiantes chilenos sobre la educación y el empleo, el vandalismo de coches caros de los peces gordos alemanes, las manifestaciones griegas contra la austeridad fiscal. Aunque no todas compartan un mismo lema, expresan (de formas diferentes) la preocupación de la clase media y trabajadora sobre su futuro económico, los problemas de acceso a las oportunidades económicas y la concentración de poder por las élites económicas, financieras y políticas…

Finale (a modo de conclusión): La "utopía" de la Europa social

Lo que algunos llaman mito…

Cuando no se puede negar lo obvio, torcer la realidad, ocultar la evidencia, demostrar lo… indemostrable, no puede hablarse del "fantasma" de los mitos perturbadores que han retornado.

Los "pragmáticos" (?) sostienen que la economía europea está en la encrucijada, que sólo puede salir del actual atolladero "articulando un cuerpo de políticas macroeconómicas coherentes (?) con la promoción del crecimiento, al tiempo que se mantienen las políticas macroeconómicas de estabilidad y se modernizan las políticas de cohesión -esto es lo que se suele llamar "las políticas sociales"- para adaptarlas al entorno actual más exigente de globalización y fuerte competencia exterior"… Y agregan: Sólo así, "Europa estará labrándose un futuro más próspero y ganando peso en el concierto internacional.

Pero eso es, cabalmente, lo contrario, de los cinco criterios que predica la "Europa social" : que la tasa de paro esté por debajo del 5%; que la tasa de pobreza -los que viven por debajo del 60% de la media nacional- sea inferior al 5%; que la tasa de analfabetos de más de 10 años sea inferior al 3%; que la tasa de los mal alojados no supere el 3%; finalmente que la ayuda pública a los países en vías de desarrollo sea mayor del 1% del PIB.

Los "pragmáticos" (?), como sucede siempre, sostienen que creer en un "mito" como éste lleva a la ruina. La Europa social hundiría a la Europa próspera, y no habría Europa social.

Los "utópicos" (entre los que me incluyo) sostienen que "no se trata de desear lo imposible, sino -tal vez- sólo de continuar lo posible".

A menos, que los "pragmáticos" se atrevan a "confesar" y "convencer" de las virtudes competitivas y redistributivas de la "carrera de la pobreza" (pobres contra pobres)…

Un consuelo para "idiotas": entre los ganadores estarán también los consumidores, ya que la mayor competencia llevará probablemente a una caída en los precios. Según estimaciones citadas por OXFAM, una familia en Europa paga US$ 350 adicionales en ropa de lo que debería, debido a las actuales barreras.

Nos quedamos sin trabajo, pero podemos comprar más barato lo que antes producíamos (más caro) en el empleo que hemos perdido. Esto es la "competitividad"; esto es el "librecambio"; esto es lo que se hace pero no se dice; este es el "catecismo" de los pragmáticos. Esta es la flexibilización buscada. Esta es la desregularización pretendida. Este es el cambio de estructuras propugnado. Estas son las "municiones" con las que cargan las armas para "fusilar" al Estado del Bienestar.

(El gasto de los consumidores supone aproximadamente dos tercios de la economía americana. Por tanto, una mejora en el sentimiento tiene un considerable impacto tanto en el crecimiento económico como en los ingresos de las compañías. El Economista – 15/8/13)

Se ha invertido la estrategia de Henry Ford de pagar lo suficiente a sus trabajadores para que compren coches Ford. Las mezquinas políticas salariales -que van imponiéndose en EEUU y Europa- son parte de una economía en la que los trabajadores sólo pueden permitirse el "lujo" de comprar productos chinos.

Así y todo .una vez más- debemos soportar la misma hipocresía en el Foro Económico Mundial, en Davos, cuyo tema estrella es: "Seguridad y prosperidad, la misma moneda". Para finalizar diciendo (ofendiendo a la inteligencia y tomándonos por idiotas): "Lo que se está escribiendo aquí es un nuevo pacto adaptado a los nuevos tiempos del viejo entre el capital y el trabajo".

Por favor, señores pragmáticos (?), no sigan tratándonos como a imbéciles. Y menos, después de impuestos

Permítanme continuar citando a dos grandes Maestros.

Dijo Camus: "Indudablemente cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no podrá hacerlo. Pero su tarea es, quizá, mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga. Heredera de una historia corrupta en la que se mezclan las revoluciones fracasadas, las técnicas enloquecidas, los dioses muertos y las ideologías extenuadas; en la que poderes mediocres, que pueden hoy destruirlo todo, no saben convencer; en que la inteligencia se humilla hasta ponerse al servicio del odio y la opresión"…

Dijo Sábato: "Tenemos que absolutamente saber que hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse. Veinte o treinta empresas, como un salvaje animal totalitario, tienen el dominio del planeta en sus garras. Déspotas invisibles, controlan con sus órdenes la dictadura del hambre, la que ya no respeta ideologías ni banderas. Continentes enteros en la miseria junto a altos niveles tecnológicos, posibilidades de vida asombrosa a la par de millones de hombres desocupados, sin hogar, sin asistencia médica. Diariamente es amputada la vida de miles de hombres y mujeres; de innumerable cantidad de adolescentes que no tendrán ocasión de comenzar siquiera a entrever el contenido de sus sueños. Ya la gente tiene temor que por tomar decisiones que hagan más humana su vida, pierdan el trabajo, sean expulsados y pasen a pertenecer a esas multitudes que corren acongojadas en busca de un empleo que les impida caer en la miseria. Son los excluidos, una categoría nueva que habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía en cuyos balances no cuentan la vida de millones de hombres y mujeres que así viven y mueren en la peor miseria. Son los excluidos de las necesidades mínimas de la comida, la salud, la educación y la justicia; de las ciudades como de sus tierras"…

Ruegos y preguntas

Es muy probable que a los "ideólogos" del mercado les convenga más una sociedad "religiosamente" controlada como la india o una sociedad "políticamente" controlada como la china para desarrollar nuevos consumidores que sustituyan a las clases medias de los países desarrollados. Es la creación de una sociedad de consumidores "sin pasado" (sin las conquistas del pasado).

Ha llegado el fin del matrimonio perfecto: el consumidor de "última necesidad" y la "estructura industrial" (antigua forma de producción). La "eutanasia" (más o menos lenta) del consumidor burgués. El desmantelamiento de la clase media, columna vertebral de la revolución industrial, custodio de la defensa de los derechos de propiedad, consumidores pasivos y… estúpidos perfectos. Ya no se los necesita más.

¿De quién van a defender los derechos de propiedad?

¿Habrá llegado la hora final de la ambigüedad pequeño-burguesa?

¿Se convencerá la clase media (o lo que queda de ella) que debe dejar de ser la clase "contrarrevolucionaria"?

¿Será capaz de exigir la firma de un nuevo Contrato Social?

¿Tendrá voluntad y fuerzas para oponerse a la "voladura" del Estado del Bienestar?

¿Podrá alcanzarse la alianza de la clase media (o lo que queda de ella) con la clase obrera?

De la traición a la promoción del cambio…

Del servilismo a la revolución…

El "fin" de la historia y el último hombre (de clase media, en los países ricos)

Los que me "siguen de antes" (gracias y… perdón) saben, también, lo mucho que me gusta hacer una lectura "conspirativa" de la Historia.

¿Será por qué ya tengo más historia que futuro? ¿Será por el "Cambalache" que nos da la vida? ¿Será por qué siempre ha habido "chorros, maquiavelos y estafaos"? ¿Será por qué vivimos "revolcaos" en un merengue y en el mismo lodo todos manoseaos? ¿Será por qué hoy es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador? ¿Será por qué ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplazados ni escalafón? ¿Será por qué si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón?… (partes de la letra del tango "Cambalache", escrito por Enrique Santos Discépolo en 1935).

En esa lectura "conspirativa" de la Historia, me animo a compartir con ustedes mi versión sobre la "Pasión y muerte de la clase media en los países desarrollados".

  • En la economía global se ha multiplicado por cuatro la oferta global de mano de obra efectiva.

  • La ONU proyecta que la población en edad laboral aumente en el mundo un 40% de aquí a 2050.

  • En las economías de los países desarrollados se ha producido una precarización del empleo, especialmente entre los más jóvenes y también entre los hijos de las clases medias con situaciones más fijas.

  • Actualmente asistimos a una proletarización económica de las clases medias. Mientras la conciencia mayoritaria es burguesa, conformista, consumista e individualista; la situación socio-económica es cada vez peor, un futuro nada halagüeño -más bien paupérrimo en todos los sentidos– que conformará, modulará y establecerá las nuevas clases económicas.

  • Parece que la modernización basada en las exportaciones es inherentemente un juego de suma cero para la distribución de la renta en los países en desarrollo. Esto es, la mejora de las distribuciones en el empleo en un país conduce a una destrucción que no es especialmente creativa y a un empeoramiento de la desigualdad en el resto de los países, a través de la redistribución de los puestos de trabajo.

  • En una economía mundial liberalizada y globalizada, sólo una compresión en las estructuras de ingresos puede crear un contexto adecuado para que la igualación se imponga en la escena de desarrollo global.

  • La nueva pobreza no surge por cuenta de la explotación de la producción, sino por la exclusión de la producción. Quien todavía está empleado en la producción capitalista regular figura ya entre los relativamente privilegiados.

  • Se propaga el concepto del "Estado antisocial"; las asignaciones para formación y cultura, para el sistema de salud y numerosas otras instituciones públicas fueron cortadas. Se inicia la demolición del Estado social.

  • La privatización y la tercerización desvalorizan el "capital humano" de las calificaciones incluso en el interior de la parcela empleada y degradada en su estatus.

  • Jornaleros intelectuales, trabajadores baratos y empresarios de la miseria como los free-lance en los medios de comunicación, universidades privadas, despachos de abogados o clínicas privadas no son ya excepciones, sino la regla.

  • La pérdida del doble papel moderador que cumplía tanto del comunismo como del capitalismo más brutal y competitivo. Habría que añadir la incapacidad de la clase media para mantener un nivel óptimo de demanda adicional de bienes de consumo capaces de garantizar economías de escala.

  • Desaparecida la lucha de clases y globalizado el mercado, los productos se hacen infinitos e interclasistas. De este modo las empresas pueden recuperar en Brasil o China las ventas perdidas en Alemania o Italia.

  • En muchos países la difusión de productos y servicios de bajo coste, al aumentar el poder adquisitivo de los salarios, empieza a tener más peso que una reforma fiscal o que el "welfare" (bienestar).

  • Nos deslizamos, así, casi sin enterarnos, mucho más allá de la lógica -todavía clasista- del estado del bienestar, para dejar sitio a un universo humano flexible, descontractualizado, deseoso de ampliar al máximo las posibilidades de consumo. Un universo infraideologizado, decidido a procurarse bienes y servicios en el proveedor mundial que ofrece las condiciones más ventajosas, que pretende una menor mediación por parte de las instituciones tradicionales, religiosamente abierto, integrado en tiempo real con todos los canales de comunicación o de interacción y cada vez menos centrado en las tradicionales agencias de socialización, empezando precisamente por la familia.

  • Resulta muy difícil estar en sintonía con una sociedad que, acabada la historia y la economía de la materia, se libera de las limitaciones de la dimensión "contrarrevolucionaria" y de la elección delegada para hacerse preguntas sin límites, fluidas, apolíticas o geopolíticas, simplificadas y cínicas.

  • La clase media, aunque sin una razón de ser política -su papel de contención de los empujes revolucionarios de la clase obrera-, probablemente habría sobrevivido al transcurrir del tiempo si la razón que había favorecido su formación no se hubiera desintegrado como la nieve al sol. La sociedad intermedia representaba y representa el tipo ideal de consumidor de última necesidad, preparado para comprar cualquier producto que la oferta sea capaz de proponerle.

  • El matrimonio era perfecto: la industria concebía nuevos productos capaces de satisfacer necesidades a veces reales, a veces solamente latentes, y los presentaba a la voracidad de la clase media, preparada para representar el propio papel de consumidor obediente y poco selectivo. Así las empresas crecían y con ellas también la potencialidad de adquisición de la clase media. Una relación aparentemente indisoluble: por una parte, la clase media, al ahorrar, ponía gran parte del capital necesario a disposición de la industria material para poder ampliar la oferta; por otra parte, al consumir a manos llenas todo lo que podía, satisfacía sus deseos y se realizaba en el plano de la identidad de clase.

  • Un sistema con su equilibrio, capaz también de contener el empuje revolucionario de la minoría que estaba llamada a hacer funcionar esas máquinas: obreros que veían en cualquier caso crecer también su nivel de bienestar y que empezaban a tener la fundada esperanza de subir algún peldaño en la escala social, pasando de ser obreros a ser empleados.

  • Este sistema funciona mientras el escenario de acción e interacción permanece restringido al ámbito nacional o poco más. Cuando algunos aspectos de esta ecuación estallan o se ponen en entredicho en cuanto a su utilidad "superior", entonces también la clase media está obligada a encarar lo nuevo que avanza. Y en este caso lo nuevo ha avanzado con dos máscaras: la del triunfo de la economía de mercado y la del capitalismo sin fronteras.

  • La globalización ha provocado trastornos económicos y sociales que producirán "tres mil millones de nuevos capitalistas", como dice el eficaz eslogan convertido en el título del último libro de Clyde Prestowitz, gurú republicano del libre comercio (fue consejero del presidente Reagan y negociador de los acuerdos comerciales internacionales durante su mandato). Según Prestowitz (2005), las dinámicas actuales son hijas de la coincidencia de tres factores: la derrota del comunismo, que ha empujado a tres mil millones de chinos, rusos e indios al capitalismo (interpretado, además, de manera bastante "agresiva"); la revolución de Internet, que ha "anulado el tiempo"; y la difusión de la mensajería aérea de bajo coste -desde Federal Express a DHL-, que ha "anulado el espacio". El trabajo de estos enormes grupos de bajo coste se está utilizando en (casi) cualquier parte del mundo porque permite transferir rápidamente mercancías y prestaciones intelectuales con gravámenes insignificantes.

  • Es precisamente este progresivo desplazamiento de los equilibrios de la demanda mundial hacia los países llamados emergentes lo que mina en la base los cimientos económicos sobre los que la clase media ha encontrado en los últimos siglos su estabilidad. Si la disminución de la demanda del "milieu" social francés está más que compensada por la capacidad de consumo de los neoacomodados indios, entonces, para quien invierte en el sistema productivo, la necesidad de una clase de consumidores occidentales con la cartera llena se convierte en un aspecto menos vital.

  • Son precisamente estos grupos de nueva demanda, que se han ido formando a partir de finales de los años setenta y que con el inicio del nuevo siglo han acelerado el paso para ganar papel y peso internacional, los que quitan, cada vez más rápidamente, el oxígeno necesario para alimentar la energía motora de la clase media occidental. No sólo porque contribuyen considerablemente a rediseñar las características de consumo mundial en términos de tipología y costes de los bienes y de los servicios, sino también porque se hace difícil imaginar la supervivencia de una clase media occidental o europea con las características de las últimas décadas cuando asoman al mercado mundial mil quinientos millones de nuevos trabajadores a bajo coste. Sujetos cada vez más escolarizados e indiferentes a las lógicas de quien, en el mundo del bienestar, quiere defender las "conquistas del pasado".

  • Así, en los países industrializados, la necesidad económica que hay que satisfacer a través de una clase homogénea de consumidores reconocibles está sujeta a la lógica de los grandes números: para conseguir el mismo resultado es preferible extender lo más rápido posible a cientos de millones de consumidores el umbral del bienestar. La sociedad de masa nace naturalmente con el crecimiento y el desarrollo económico del nuevo mundo. La antigua forma de producción, y con ella las clases que la han alimentado, ha sido arrollada por el nuevo empuje del globo convertido en mercado competitivo y abierto.

Hay que reflexionar sobre la ironía de la historia: una clase que es hija de la revolución burguesa contra la aristocracia latifundista, pero que después, en su madurez, ha asumido un papel "contrarrevolucionario", es arrollada por una revolución invisible en sus acciones y nunca declarada, sin líderes ni banderas pero despiadada, como cualquier revolución, en conseguir sus propios objetivos.

Así, sucumbe el papel económico desarrollado con éxito por la clase media, mientras el consumidor burgués sufre una eutanasia más o menos lenta. El mismo destino le espera a la estructura industrial que ha caracterizado a la economía de mercado de la clase media…

Jodidos por jodidos… ¿por qué no patear el tablero?

(Un final abierto… casi un ruego)

Si la clase media está en un franco proceso de movilidad descendente; si se ha llegado al fin de la era de las expectativas crecientes; si ya no hay dudas que gran parte de la clase media (casi toda), en los países desarrollados, forma parte de los "perdedores" del orden global; si ha llegado el fin del "matrimonio perfecto" (el consumidor de "última necesidad" y la estructura industrial); si la pauperización de la clase media es quizás la desmentida más cruda de la promesa originaria de progreso colectivo; si se ha optado por la creación de una sociedad de consumidores "sin pasado";… por qué seguir tolerando medidas regresivas, por qué no patear el tablero, por qué no revolucionar en vez de contrarrevolucionar. A qué esperar.

Del Paper – ¿Se ha perdido la confianza en la "economía de mercado", en los países avanzados? (el costo de la desigualdad y la falta de oportunidades) (Parte I) (15/7/16)

Los europeos son ahora más críticos con la economía de mercado

En 2007, antes de la crisis, la sociedad europea era una de las que más confiaba en la economía de mercado. Según un estudio de Pew Research Center realizado en el año 2014 el 45% de los ciudadanos rechaza este sistema, siendo España el país más crítico con el capitalismo, por encima de otros estados europeos también castigados, como Grecia o Italia.

"El divorcio entre las élites y la ciudadanía en el ámbito institucional se ha traducido también en una revolución en los hábitos de compra"…

"El consumidor se ha vuelto contestatario… Es más activo, más exigente con las marcas. Como, gracias a las redes sociales, tiene más información y conoce lo que hacen las compañías, se ha vuelto más vigilante"…

"La sociedad ha adquirido una mayor cultura de información sobre asuntos que antes le eran ajenos… El consumo se ha adaptado a la situación económica. Los compradores son más cautos, escépticos y críticos. Tratan de entender los fenómenos políticos y económicos que están ocurriendo a su alrededor para adecuar su situación económica y familiar a los mismos"…

Esta subversión comercial "sí está más presente entre quienes consideran que la crisis les ha empobrecido que entre los que dicen que su posición no ha variado"…

El ciudadano tampoco se ha vuelto más apático, sino que "está más activo que nunca. Se aleja de las grandes corporaciones, pero busca soluciones en forma de trueque o consumo colaborativo"…

Son las compañías que han "incurrido en malas prácticas empresariales", las que se constituyeron en la era analógica "y no han sabido adaptarse a las demandas de los consumidores", las más penalizadas y juzgadas. Se salvan las nacidas en la era digital porque "están más protegidas, tienen un discurso que llega mejor y se las juzga con otros estándares"… (Vozpópuli – 27/1/15) (elmundo.es – 15/2/15)

Esto ocurre, porque estos usuarios críticos con la economía de mercado han modificado también su escala de valores. Ya no aprecian a las empresas por lo que ofrecen sino también por el rol que desempeñan en la sociedad. Uno de cada cuatro encuestados cree que no es suficiente con hacer buenos productos, sino que hay que ir más allá. Hoy el consumidor exige a una marca que también tenga un comportamiento ético. Examina su papel en la sociedad, premia a las empresas que se comportan bien y penaliza a las que tienen prácticas negativas. Es algo que va más allá de la Responsabilidad Social Corporativa. El nivel de exigencia es mayor…

La crisis económica ha disparado la aversión de los españoles ante muchas grandes empresas y multinacionales. Un significativo porcentaje de los ciudadanos siente rechazo por las grandes corporaciones a raíz de la crisis económica, pero muy especialmente aquellos que se han empobrecido, o que consideran que han bajado en su clase social desde 2008.

El rechazo a las grandes empresas es incipiente porque es nuevo, pero nace como algo grande y detrás de él no hay cuatro radicales o antisistema. El "consumidor rebelde" no es necesariamente un radical. Su mayor incidencia se produce en el centro del espectro político. Puede ser rebelde por dos motivos: por necesidad, es aquel se rebela porque la crisis le ha puesto en una situación muy dura; y por ética, el que no se ha visto azotado por la crisis pero se solidariza con los ciudadanos o se rebela por la situación que vive su país. El consumidor rebelde es especialmente sensible ante las buenas o malas prácticas. No juzga tanto a las empresas por la calidad de sus productos y servicios sino por cómo se comportan en sociedad, el compromiso que mantienen con ella. Y amenazan con abandonar a las marcas legendarias que no sepan reaccionar a tiempo.

Aunque los hay más a la izquierda, el consumidor rebelde no es un fenómeno de radicales. Más bien al contrario, hay un porcentaje por encima de la media en el centro, entre los ciudadanos moderados. Es transversal en términos ideológicos. Lo realmente importante es su situación económica…

No sorprende saber que el sector financiero (banca y seguros, con mayor importancia de la primera) es el más rechazado por los ciudadanos encuestados. Un alto porcentaje lo ve con malos ojos, consecuencia implacable de años de rescates financieros, de sueldos astronómicos, de indemnizaciones autoimpuestas y de muchas tropelías más cometidos por los bancos. En términos generales, hay una división entre las empresas analógicas que están mal vistas y las de la sociedad digital, porque se adaptan mejor en términos de comunicación a las exigencias de esta sociedad, que son muy elevadas. Las empresas nuevas (el estudio no nos señala quienes son aunque lo podemos intuir: Google, Facebook, Amazon…) se mueven mejor y se protegen mejor…

Una montaña de deuda mundial amenaza con derrumbarse sobre la economía

"El monto total de deuda en el mundo ha alcanzado niveles históricos. Y es que hasta países que en las últimas décadas habían destacado por su bajo nivel de endeudamiento, como es el caso de China, ahora presentan endeudamientos similares al de EEUU (una de las economías más endeudadas). Los elevados niveles de deuda convierten a los agentes económicos (familias, empresas y gobiernos) en dependientes de los mercados financieros, por lo que una "chispa" podría prender una nueva crisis, según publica el Instituto McKinsey"… (El Economista – 5/2/15)

"Siete años después de que estallara la burbuja crediticia en algunos de los países más ricos del planeta, desatando con ello la peor crisis desde la Gran Depresión de los años 30, el nivel de endeudamiento, lejos de reducirse, ha seguido aumentando debido, sobre todo, al brutal incremento de la deuda pública. Y ello, gracias, en gran medida, a los inéditos estímulos monetarios y a la política de bajos tipos de interés que han impuesto los grandes bancos centrales"… (Libertad Digital – 10/2/15)

El mundo está más endeudado que en 2007. La deuda total sube 57 billones de dólares, hasta alcanzar el 286% del PIB.

La deuda total que acumulan las principales economías del mundo no ha dejado de crecer desde que comenzó la crisis financiera internacional, a mediados de 2007. El mundo está más endeudado que en 2007. La deuda total sube 57 billones de dólares, hasta alcanzar el 286% del PIB.

Siete años después de que estallara la burbuja crediticia en algunos de los países más ricos del planeta, desatando con ello la peor crisis desde la Gran Depresión de los años 30, el nivel de endeudamiento, lejos de reducirse, ha seguido aumentando debido, sobre todo, al brutal incremento de la deuda pública. Y ello, gracias, en gran medida, a los inéditos estímulos monetarios y a la política de bajos tipos de interés que han impuesto los grandes bancos centrales…

Tal y como desvela el reciente informe elaborado por McKinsey Global Institute, en el que se analiza un total de 47 países, la deuda global se situaba en 142 billones de dólares a finales de 2007, equivalente al 269% del PIB, pero a mediados de 2014 esta cifra ascendía ya a 199 billones (a precios constantes de 2013), el 286% del PIB.

Así pues, el endeudamiento mundial ha crecido en 57 billones de dólares durante la crisis, un 40% más respecto a 2007 y 17 puntos extra sobre el PIB. "Esto plantea nuevos riesgos para la estabilidad financiera y puede socavar el crecimiento económico global", advierte el informe.

La inmensa mayoría de países analizados se han apalancado aún más, siendo Irlanda, Singapur, Grecia, Portugal, China y España los países que más han aumentado su deuda total…

Dicho incremento se concentra, sobre todo, en deuda pública (25 billones adicionales), tras subir a un ritmo del 9,3% anual, y en empresas no financieras (18 billones extra), creciendo al 5,9% desde 2007. En este sentido, la firma alerta de que la deuda pública es "insosteniblemente alta en algunos países".

Por un lado, el aumento del gasto público, a través de los distintos planes de "estímulo" fiscal aprobados durante los primeros compases de la crisis, junto a los graves efectos de la recesión, han disparado el endeudamiento de los estados, especialmente en las economías más avanzadas (19 billones extra).

Como consecuencia, la deuda pública en los países ricos ha pasado del 69% del PIB (tomando como base el año 2000) al 104% durante la crisis, 35 puntos extra, mientras que la deuda privada de familias y empresas apenas ha bajado desde el 158% al 156% del PIB…

El problema, además, es que esta ratio seguirá creciendo hasta 2019, según las proyecciones que recoge el estudio. En España, por ejemplo, subirá del 132% actual hasta el 162% del PIB en el próximo lustro.

El desafío para estos países será cómo reducir estos elevados niveles de deuda estatal. De hecho, para los seis países con mayor endeudamiento público -entre los que se encuentra España-, completar ese necesario proceso de desapalancamiento requerirá "inverosímiles aumentos en el crecimiento del PIB o extremadamente profundos ajustes fiscales", advierte la entidad…

Para concluir, el estudio vuelve a destacar los peligros de padecer un endeudamiento elevado: "Las economías avanzadas poseen un nivel de endeudamiento demasiado elevado, que podría afectar al crecimiento futuro y ser la "chispa" que prenda nuevas crisis financieras y vulnerabilidades".

Además, los elevados niveles de deuda complica más la labor de los bancos centrales. Cuanto estas instituciones monetarias intenten normalizar sus políticas será muy complicado no trastornar y distorsionar la economía real. Un buen ejemplo se podrá observar cuando la Reserva Federal decida elevar los tipos de interés se podría ver como "los altos niveles de endeudamiento son un signo de los problemas estructurales"…

En el Paper: Imagining Keynes (It"s time to get stimulated vs. ¡Take the money and run!), (Parte I), publicado en febrero de 2012, decía:-5-20046-5-

El día que Keynes "lloró" (Economía de malversación)

Esta vez mis "desvaríos" vuelven a Keynes (sobre el que ya escribiera un Ensayo: "Los "viejos sabios", discuten la economía global – Debate virtual entre Adam Smith y John Maynard Keynes", publicado en julio de 1999), tan manido últimamente; aunque podría haberme acordado de Kafka (tanto monta, monta tanto), pero los "borradores de cabeza" maquillan su "metamorfosis"… (¿vergüenza, miedo, farsa, treta, ardid, o desprecio?).

Keynes dice que "una economía monetaria es, ante todo, aquella en que los cambios de opinión respecto al futuro son capaces de influir en el volumen de ocupación y no sólo en su dirección…".

¿Pueden los "banqueros sin frontera" sostener (sin negar la evidencia) que sus decisiones de inversión (negocios) han influido favorablemente en el volumen de ocupación? Sólo han incidido en su dirección, y ha sido hacia el desempleo y la miseria.

Algunos afirman que "lo único que hay frente a la crisis es Keynes, Keynes y Keynes, que es un disparate incrementando el gasto público". (José Luis Cava)

Otros critican el incremento del gasto: "venga de donde venga y se lo destine a lo que se lo destine". (Juan Ramón Rallo)

Que quede claro: lo que están haciendo el Gobierno de los EEUU y la Reserva Federal (Fed) o la Unión Europea y el Banco Central Europeo (BCE) no es "keynesianismo", se mire como se mire y se pongan como se pongan (los unos y los otros).

Socializar las pérdidas no es keynesianismo; salvarle el culo a los bancos no es keynesianismo; alentar la especulación bursátil, no es keynesianismo; facilitar la distribución regresiva de los ingresos no es keynesianismo; eliminar el Estado de bienestar no es keynesianismo… (y podría seguir). Todo eso es "falsificar" a Keynes.

Los falsos liberales (que se rasgan las vestiduras, cuando se menciona a Keynes) deberían explicar (sin condenarse) como justifican el liberalismo de mano única.

La socialización de las pérdidas y el rescate del rescate (a octubre de 2011, ya vamos por la segunda vuelta) me llevan a decir que: "esta teta no da más de sí". Si no, que venga Keynes o Smith (tanto monta, monta tanto) y lo vea.

También sobre Smith tengo un Paper escrito: "El día que Smith "lloró"", publicado en mayo de 2004, por si desean ahondar en "La teoría de los sentimientos morales", a la hora de revisar lo actuado en la crisis presente. Un asunto digno de reflexión.

Tal vez (sólo digo, tal vez) la "dubitativa" Merkel (mira tú por dónde) podría practicar algo de keynesianismo, si se animara, incentivando la demanda: hacer al revés que China, en vez de dar crédito a EEUU para que le sigan comprando, podrían comprar a los PIGS para que le sigan pagando. Y ello sin tocar a los bancos. ¿Qué tal? Demasiado fácil, para ser "políticamente correcto".

Tal vez (sólo digo, tal vez) el "peronista" Obama podría practicar algo de keynesianismo, si se animara, incentivando la demanda: tomando decisiones económicas que favorecieran a "Main Street" y no exclusivamente a "Wall Street". Claro que con ese proceder, no se "financian" las campañas…

Hasta que se demuestre lo contrario, "la mano invisible" del mercado sólo ha servido para firmar las transferencias de fondos públicos a los bancos, para que resuelvan sus problemas de solvencia (aunque digan que son de liquidez), continúen sus negocios especulativos (que provocaron la crisis), y mantengan su generosa política de remuneraciones (equivalente al 50% de sus ingresos)… y aquí paz y después gloria.

¿Puede hablarse keynesianismo cuando el crédito a particulares se ha congelado?

¿Puede hablarse de keynesianismo cuando toda la política de distensión monetaria fue a parar a las arcas de los mismos que provocaron la crisis? ¿Es esto actuar con cautela?

Esto se llama jugar sucio. Han privatizado la política económica de la Unión Europea. De Estados Unidos, va de suyo (Washington S.A.). Magos pretenciosos que convirtieron la política europea (la de EEUU, va "en línea con el mercado") en el espectáculo repugnante que es ahora.

¿Por qué tanta celeridad (¿y servilismo?) a la hora de dar "relajamiento cuantitativo" (¿droga?) a los bancos y especuladores bursátiles, y tanta disciplina y rigor a la hora de financiar el déficit fiscal de los países? ¿Son dineros distintos? ¿O acaso el destino (inconfesable) de los "relajamientos" lo justifica todo?

¿Por qué la política monetaria es más relajada a la hora de apoyar la economía financiera que a la de apoyar a la economía productiva?

¿Por qué los particulares se deben "desapalancar" malvendiendo sus activos, perdiendo sus propiedades hipotecadas, y/o reduciendo sus consumos, y las entidades financieras se "desapalancan" pasando (a precio de libros) sus activos "tóxicos" a los gobiernos?

¿Por qué los "guardianes de los bonos" son tan generosos (se dicen pragmáticos) a la hora de prolongar las medidas de liquidez que favorecen a los bancos y tan cicateros (se dicen dogmáticos) cuando se trata de reforzar los balances fiscales de los gobiernos?

¿Por qué se "estimula" la especulación (acciones, materias primas, productos financieros) y no se lo quiere hacer con la demanda de los contribuyentes? ¿De quién es el dinero que tan alegre (e irresponsablemente) lanzan desde el helicóptero?

¿Por qué tienen "importancia sistémica" las grandes instituciones financieras y no tienen "importancia sistémica" los gobiernos (que han rescatado no una, sino dos veces -hasta octubre de 2011-, a los bancos "sistémicos", y/o los contribuyentes (que al final son los que pagan todo este circo y terminan cubriendo todas las apuestas del casino)?

¿Qué están haciendo los gobiernos de EEUU y la UE, con sus respectivos bancos centrales, por frenar la segunda ronda de recesión (la temida "double dip"), más allá de asistir la segunda ronda de capitalización bancaria (y sigue el baile) e intentar desesperadamente monetizar la deuda (inflación por medio)?

¿Por qué se reabre la barra libre de liquidez y la recompra de bonos a la banca (BCE – 6/10/11) y se mantiene la prohibición de comprar deuda pública (si no se realiza a través de los bancos, en el mercado secundario, previo abono de una plusvalía del 3 o 4 por ciento, a favor de los "sospechosos habituales")? ¿Estupidez, dogmatismo o cohecho?

¿No resultaría más racional (sé que es una práctica poco habitual en política y por lo que se ve, últimamente, también en economía) apoyar la deuda pública para que su valoración de mercado no sea castigada y afecte los balances de los bancos, que reforzar el capital de los bancos para que puedan soportar la minusvaloración de su cartera de inversiones de bonos soberanos (que por otra parte se originaron para atender las necesidades devenidas del primer rescate financiero y, en su momento (para más inri), sirvieron para mejorar la rentabilidad de los bancos (gracias al "trapicheo" del BCE)?

¿Ustedes creen que todo este cinismo, concupiscencia, corrupción, prevaricación, servilismo, conculcación, malversación, fraude, estafa,… (y podría seguir), está contemplado en la doctrina keynesiana? ¿Habría sido aprobado por Keynes?

¿Por qué dicen Keynes cuando deben decir Madoff? ¿Hasta en eso fingen? Hipócritas.

El "colapso del sistema"… pero no jodamos, el único colapso verdadero es el de la moral, el de la ética y hasta si se me permite (aunque sé que no se estila), el de la estética. Es que hasta para robar (que es de lo que se trata), hay que tener cierto estilo.

Pues ni eso, para "aliviar" cuantitativamente a los bancos utilizan de inodoro el cráneo (muchas veces hueco, lamentablemente) de los contribuyentes. Vamos, que se cagan en el ciudadano (¿más claro?). Encima de cornudo, apaleado. Los políticos se seguirán meando en todos y nos dirán que llueve. O sea.

Estamos ante una nueva etapa en la gestión de esta crisis que pone de manifiesto lo mal que se han hecho las cosas hasta ahora. El banco central creando incentivos para acumular activos soberanos devenidos tóxicos a añadir a los que ya tenían las instituciones en cartera, en lugar de fomentar la necesaria contracción del balance y la asunción de pérdidas cuando fuera menester. Y los gobernantes de uno y otro signo más pendientes de evitar que la suciedad les salpicara, en términos de percepción interna de sus votantes, que de comprender la gravedad del problema y actuar en consecuencia. En fin. Sea como fuere llegados a este punto de poco sirve mirar atrás. En la batalla entre actividad productiva y economía financiera -qué fue antes, ¿el huevo o la gallina?- ésta vuelve a ganar por la mano, círculo vicioso de financiaciones cruzadas que obligan a la primera a la austeridad y consienten en la segunda la promiscuidad. Por eso no hay bajada de tipos que beneficie a una y dañe el margen de interés de la otra…

(Junio 2015) Mientras las "apuestas perdidas" se continúan saldando con "vidas robadas"

La interacción entre la desigualdad y la manipulación de las reglas políticas: en medio del malestar económico de la mayoría de la población (en Estados Unidos y la Unión Europea) se les asegura que estarían peor sin el "relajamiento cuantitativo" (lanzar billetes desde el helicóptero) de la Reserva Federal o del Banco Central Europeo. Cuando la triste realidad es que utilizan la política monetaria, para validar los precios de las acciones alcanzados en plena burbuja (la "opción" Greenspan -el Tartufo-, que siguió con "obediencia debida" Bernanke -el Agradador-).

En los últimos cinco años los países del G7 han añadido casi 18 billones de dólares de deuda hasta un récord de 140 billones, con casi cinco billones de expansión del balance de sus bancos centrales para generar solamente un billón de dólares de PIB nominal. Es decir, en cinco años, para generar un dólar de crecimiento, se han "gastado" 18 dólares, un 30% de ellos de los bancos centrales. Todo ello manteniendo la deuda total consolidada del sistema en el 440% del PIB. La inversión en crecimiento que se supone que se consigue con los déficits astronómicos, deuda y expansión agresiva de los bancos centrales simplemente no da fruto. ¿Cómo salimos de una política monetaria expansiva? (Daniel Lacalle – El Confidencial – 27/6/15)

Según un informe de Swiss Re, "la política monetaria y las compras de activos de los bancos centrales han agravado la desigualdad económica a través de una inflación de los precios de las acciones". El 1% superior de los hogares de Estados Unidos se beneficiaron con un alza del 50% en su riqueza financiera, mientras que el 90% inferior obtuvo apenas una ganancia del 12%. El 20% inferior probablemente no se haya beneficiado en absoluto. (¿La represión financiera llegó para quedarse? (Howard Davies – Project Syndicate – 23/6/15)

Sic transit gloria mundi… (que Dios nos pille confesados)

 

 

 

 

Autor:

Ricardo Lomoro

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