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Violencias y enfermedad mental



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Las migrañas y/o jaquecas
  3. La familia es un poder que las drogas le compiten
  4. Citas de internet y vínculos
  5. Epidemiología del uso de sustancias psicoactivas (SPAs) en Latinoamérica y en Colombia: Un enfoque Socio-educativo

Introducción

Asesinos en serie son los compañeros inseparables de muchos de los habitantes del mundo. Son los causantes de crímenes horrendos y desafueros en contra la sociedad. ¿Qué pasa en las personas que sufren estos trastornos? ¿Qué habrá de hacerse con ellos y con todos los que obran en hechos parecidos? ¿Qué inventar con toda esa investigación sobre personas dañinas para la sociedad?

El procesamiento de la información sensorial recogida del mundo que nos rodea y de nuestro propio cuerpo, las respuestas motrices y emocionales, el aprendizaje, la conciencia, la imaginación y la memoria son funciones que se realizan por circuitos formados por neuronas interrelacionadas a través de los contactos sinápticos dados en el cerebro.

Éste también enferma, ""así tenemos las enfermedades circulatorias del cerebro, como las trombosis y hemorragias.

Las migrañas y/o jaquecas

Neuralgias y otros dolores especiales. Los tumores cerebrales. Demencias, "enfermedad de Alzheimer y más". Meningitis, encefalitis y además infecciones del sistema nervioso. Epilepsias. Enfermedad de Parkinson, temblor, tics y demás trastornos del movimiento. Esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica, polineuritis, distrofias musculares, ataxias… Y un largo etcétera que incluye las parálisis casi de cualquier causa.

Todas estas enfermedades son tratadas por la Neurociencia y los Neurólogos. Los trastornos de causa psicológica o mental, como la depresión, las psicosis, el insomnio o la ansiedad son tratados por los Neuropsicólogos, Psiquiatras y Psicólogos. Las intervenciones quirúrgicas en el cerebro, cuando son precisas, son realizadas por los neurocirujanos"".

Se empieza por decir que existen los enfermos mentales, a diferencia de los psicópatas. El psicópata es responsable de lo que hace. Él es total y plenamente conciente de lo que ejecuta. Si digo que un psicópata es un enfermo mental, lo estoy transformando en inimputable y en alguien que no sabe lo que está haciendo. Ellos saben que lo que hacen está mal y que pueden evitar hacerlo.

"La representación neural de la conciencia y del conocimiento de sí mismo, son actividades mentales localizadas en el cerebro, que se forma durante la primera semana de gestación, el óvulo fecundado sólo es una minúscula bola de células indiferenciadas. Con el paso del tiempo se produce una tremenda multiplicación de células que da lugar a la formación del cerebro con miles de millones de neuronas".

En el cerebro humano hay alrededor de 200 mil millones de neuronas, el 85% de las neuronas iniciales mueren y desaparecen, son influidas por las condiciones medioambientales, siendo que los procesos mentales, "son distintos o idénticos a los procesos cerebrales. Si son idénticos, ¿cómo los procesos cerebrales producen los procesos mentales? Si mente y cerebro son realidades distintas ¿cómo interactúan entre sí?"; no están representados por una sola serie de eslabones de una sola cadena, ya que en una disposición semejante el proceso entero se altera cuando un eslabón se modifica, en donde influye notablemente las condiciones socio ambientales.

Las conductas complejas específicas, los procesos mentales superiores, y los aspectos del comportamiento criminal, son diferentes a las locuras físicas, que como tales pertenecen a algún tipo de alteración, y causadas por un desequilibrio.

El psicópata en potencia puede ser tratado psicológicamente. Si no recibe atención, en el futuro, será una persona fría, cruel, que seducirá a hombres y mujeres para luego violentarlos. Quizá sea un asesino en serie o robe por satisfacción. En cualquiera de los casos no sentirá remordimiento. No se arrepentirá de sus actos, tendrá plena conciencia de lo que hace, pero nunca sentirá arrepentimiento frente a los crímenes que ejecuta.

La transformación de las señales neuronales en redes de neuronas ampliamente interconectadas, da lugar a la actividad mental como la percepción, la acción planificada, el pensamiento. Esto obedece a procesos muy definidos en biomedicina y en los campos medioambientales.

El cerebro desempeña funciones sensoriales; funciones motoras, y funciones de integración menos definidas asociadas con diversas actividades mentales. Algunos procesos que están controlados por el cerebro son la memoria, el lenguaje, la escritura y la respuesta emocional. Se estudia inicialmente, la sensación que es la secuencia de fenómenos por los que un estímulo origina una respuesta subjetiva.

"En el tiempo presente, se sabe que en el lóbulo occipital se reciben y analizan las informaciones visuales. En los lóbulos temporales se gobiernan ciertas sensaciones visuales y auditivas. Los movimientos voluntarios de los músculos están regidos por las neuronas localizadas en la parte más posterior de los lóbulos frontales, en la llamada corteza motora. Los lóbulos frontales están relacionados también con el lenguaje, la IE y la personalidad, si bien, se desconocen funciones específicas en esta área. Los lóbulos parietales se asocian con los sentidos del tacto y el equilibrio. En la base del encéfalo se sitúa el tronco cerebral, que gobierna la respiración, la tos y el latido cardíaco".

"Detrás del tronco se localiza el cerebelo, que coordina el movimiento corporal manteniendo la postura y el equilibrio".

""La memoria está vinculada al sistema límbico, situado en el centro del encéfalo. Por lo que respecta a las emociones, se sabe que el hipocampo controla la sed, el hambre, la agresión y las emociones en general. Se postula que los impulsos procedentes de los lóbulos frontales se integran en el sistema límbico, llegando al hipotálamo, estructura que a su vez regula el funcionamiento de la glándula hipofisaria, productora de varias hormonas "que es el producto de secreción de ciertas glándulas que, transportando por el sistema circulatorio, excita, inhibe o regula la actividad de otros órganos o sistemas de órganos".

"Es en el córtex donde se integran las capacidades cognitivas, en el que se encuentra nuestra capacidad de ser concientes, de establecer relaciones y de hacer razonamientos complejos. Lo que llamamos sustancia gris es una pequeña capa que recubre el resto del cerebro. Pero el córtex cerebral humano tiene una característica que la distingue de todas las demás. Tiene numerosos pliegues. Esto aumenta notablemente su superficie. Si la extendiéramos, ocuparía el área equivalente a cuatro folios. En comparación, la de un chimpancé sólo sería de un folio, la de la mona ocuparía como una tarjeta postal y la de la rata la de un sello de correos"".

La sustancia gris guarda la información que recibe del mundo interno y externo. La sustancia blanca comunica esa información guardada en la sustancia gris.

Hecho importantísimo en este caso es el de ubicar en espacio, tiempo y forma al criminal, el tener en cuenta que, cualquier ser humano, siempre tendrá una opción en cuanto a sus acciones. ¿Qué lleva a una persona aparentemente normal a matar a un niño, a cientos de niños? Trastornos de la personalidad, paidofilia, y sadismo.

Los tres trastornos tienen un denominador común que los agrupa, según el doctor Leopoldo Ortega-Monasterio, profesor de la Universidad de Barcelona y Neuropsiquiatra forense del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. "Pueden llevar una vida normal y socialmente adaptada, pero en un momento determinado canalizan sus pulsiones sádicas con conductas delictivas. No tienen un objetivo material específico, sólo buscan la satisfacción objetiva por esa pulsión sádica que sienten", asegura.

Cuando se le pregunta a un especialista qué enfermedad mental puede explicar estos sucesos, la respuesta es unánime, "no existe un perfil uniforme que describa a este tipo de delincuentes". Sin embargo, la Neuropsicología y la IE ponen nombre a tres conductas desequilibradas, capaces de atentar contra la infancia: alteración de la conducta sexual "paidofilia, sadismo sexual y psicopatología sádica.

Ese es uno de los motivos por los que los especialistas piensan que los test de personalidad no son una gran ayuda para detectar posibles conductas anómalas. "Estamos ante personas inteligentes que dan una sensación de normalidad", dice este experto.

"Salvo este denominador común cada trastorno tiene unas peculiaridades diferentes. Por ejemplo, en los pedófilos con rasgos de sadismo al acto agresivo se suma el componente sexual. O, en el caso de los enajenados o psicóticos su conducta tiene más un significado simbólico". "Actúan con ideas de redención, de sacrificio místico o demoníaco y siempre desde comportamientos delirantes o alucinatorios", explica el doctor Ortega-Monasterio.

Sólo que los psicóticos son concientes de sus actos. Entonces, ¿cómo se debe tratar a los autores de estos crímenes? ¿Cómo asesinos o, como enfermos mentales?

"Desde el ángulo de la Ciencia del Derecho, la enfermedad mental auténtica es la que implica una inestabilidad", comenta el profesor José Luis Ayuso, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense, de Madrid. "En este grupo no se encuadraría a los psicóticos. Los que padecen trastornos de la personalidad o paidofilia, es decir, sienten atracción sexual por los niños, no son enajenados, y se dan cuenta de lo que hacen.

Esos son los psicóticos. Son responsables, pero se les ingresa en hospitales psiquiátricos para intentar su rehabilitación". Por caso, Luis Alfredo Garavito. Es decir, son siempre responsables de su conducta asesina, delictiva o criminal. Hay que tener muchísimo cuidado de no caer en el juego de los mitos de las enfermedades mentales. Estos hombres son responsables de sus actos.

Sin embargo, la rehabilitación de estas personas es una misión prácticamente imposible. No existen fármacos que combatan la personalidad anómala y las técnicas de psicoterapia tampoco logran normalizar conductas que están profundamente enraizadas en la personalidad. Esto explicaría que la mayoría de los delincuentes vuelvan a reincidir en sus permisos penitenciarios o, tras cumplir la pena.

En las grandes ciudades los trastornos suelen tener características similares. "En una gran ciudad un psicópata tiene más opciones para cometer delitos, puede quebrantar las reglas sin ser descubierto. Puede camuflarse fácilmente, pasar inadvertido".

Las brechas sociales que se viven en las grandes urbes y, aún pequeños pueblos, engendran diferentes clases de psicópatas: pobres o ricos. Así podrían clasificarse. "Psicópata pobre, en una gran ciudad, va a ser delincuente. Psicópata educado y/o con dinero, un profesional exitoso. "El adinerado probablemente será gerente de una gran organización o un líder que mueve masas. De repente tendrá un cargo en la política, en el mundo empresarial, en el poder judicial, en profesionales de la salud o, en profesionales de la educación. También puede estar en sitios donde tiene amplio acceso a sus víctimas, como en el clero o en la escuela".

En las redes del narcotráfico, el psicópata con dinero se encarga de las relaciones con los policías, con los jueces, con los políticos, con los militares.

Un psicópata pobre será el jefe de una pandilla de niños, y después dirigirá alguno de los carteles del microtráfico que hay en los barrios marginales. En estas pandillas generalmente no se colocan como cabezas de grupo. Son los que le murmuran al oído del cabecilla. Son el poder en la sombra, porque ahí pueden moverse mejor y hay menos probabilidades que los descubran.

Los Psiquiatras Forenses y los Psicólogos han perfilado genéricamente al psicópata, de la siguiente manera:

1. Normalmente se trata de hombres jóvenes (aunque también hay una lista de mujeres psicópatas que representa el 11%, la mayoría son lesbianas –observación de correlación-, más no de causalidad).

2. La mayoría son de raza blanca.

3. Atacan preferentemente a las mujeres.

4. El primer hecho lo comenten antes de cumplir los 30 años de edad.

5. Infancia traumática por abandono, malos tratos físicos, psíquicos o sexuales.

6. Tendencia al aislamiento de la sociedad y tratan de vengarse de ella.

Tienen un mundo imaginario lleno de fantasías mejor que el real (dentro de su mente). No distinguen entre la fantasía y la realidad.

1. Se sienten amos del mundo.

2. Reviven con cada víctima los abusos sufridos, identificándose con el agresor.

3. Tienen contacto personal con las víctimas: utilizan armas u objetos de diversa índole, estrangulan, golpean. El uso de armas de fuego no es frecuente entre los psicópatas.

4. Fingen emociones que no sienten.

5. Buscan su propio placer.

6. Solitarios.

7. Manipuladores.

8. Pueden parecer sociables y de aspecto encantador.

9. Creen que todo les está permitido. Particular sentido de la libertad.

10. Se excitan con el riesgo y lo prohibido.

11. Humillan a sus víctimas para recobrar la autoridad y realzar su autoestima.

12. Cuando sus actuaciones son organizadas, preparan sus actos minuciosamente sin dejar pistas, dificultando su captura. El psicópata desorganizado si deja pistas y comete errores, facilitando su captura.

13. Una vez capturados suelen confesar, a veces atribuyéndose más víctimas, dado su afán de protagonismo y celebridad.

14. Tendencia lúdica a "jugar" con la policía, desafiándola y sintiéndose superiores.

En el caso de mujeres psicópatas, básicamente se caracterizan así:

1. Son menos violentas.

2. Raramente sus actos tienen connotaciones sexuales.

3. Usan métodos discretos y sencillos para atacar.

4. El veneno es el recurso más utilizado para actuar.

5. Son metódicas y muy cuidadosas.

El destino de los dos desequilibrados, el del infortunado económicamente y el del adinerado se une al final de la historia. Los dos suelen terminar su vida en una prisión. "Psicópata pobre cae a la cárcel generalmente por robo, violencia, homicidio o violación. El otro cae en prisión generalmente por delitos económicos", por caso David Murcia Guzmán. La historia de la criminalidad en los Estados Unidos cuenta con numerosos asesinos en serie: El Estrangulador de Boston, El Hijo de Sam Berkowitz, El Asesino de Niños en Atlanta, El Vampiro de Sacramento, El Carnicero de Milwaukee y El Asesino del Zodíaco, son algunos de los nombres del "gabinete del terror" gringo. Hoy tenemos a Omar Mateen el atacante al Club Gay en Orlando Florida.

Horas después del asesinato del Pozzeto, un viejo restaurante en Bogotá Colombia y, que aún existe, cometido por Campo Elías Delgado, el asesino de 26 personas incluida su madre, es quizás el psicópata que más fuertemente marcó la historia de la ciudad. Ningún examen dictaminó su psicopatía, más allá que hubiera sido combatiente en Vietnam, y de algunas neurosis menores como vestirse siempre con camisas de manga corta y lavarse las manos compulsivamente "en forma apremiante".

Esto quiere decir, simple y llanamente, que los asesinos como tales, ¿son personas a las que hay que empequeñecer bajo el rótulo de anormales? ¿Son anormales los consumidores de SPAs, los alcohólicos, los fumadores? Si no lo son, ¿por qué se les persigue? ¿Por qué se les confina, casi en igualdad de condiciones? ¿Qué busca la sociedad con rotular a los enfermos mentales con actos violentos?

Los estudios de la actividad cerebral, hasta principios del siglo XIX, fueron una rama de la filosofía y el principal método para entender la actividad cerebral era la introspección.

Hacia mediados del siglo XX, la tradición introspeccionista empezó a dar pasos a estudios empíricos del encéfalo, que consta de tres partes: cerebro, cerebelo y bulbo raquídeo, tratados que surgieron como una disciplina independiente de la Psicología Experimental. Respuestas y experiencias subjetivas como el aprendizaje, la memoria, la atención, la percepción y la acción voluntaria en sí misma, dieron paso a estudios posteriores, concluyendo en que la percepción, modela la conducta y, la percepción en sí misma es un proceso constructivo, que no sólo depende de la información intrínseca del estímulo sino también de la estructura mental, de quien lo percibe.

¿Cómo surge la percepción en el consumidor de las SPAs, a partir de su actividad neural iniciada por los estímulos sensoriales como son los de ver, oler, sentir, oír sobre tales o cuales sustancias? La percepción -en la idea cognitiva-, es un proceso activo y creativo, que implica algo más que la simple adquisición de información sensorial.

Se acepte o no, todo el "desbarajuste social" en que vive el consumidor, es un caos. Échesele la culpa a quien se quiera, al fin de cuentas la democracia permite hacerlo, pensarlo, con desbarajuste o no, las situaciones sociales siempre tendrán implícitos unos comportamientos humanos y éstos obedecen a ciertas reglas del juego social. En la vida las travesuras y las etiquetas son finitas. Hay finitud para la fantasía social humana. La finitud está en las normas, en las reglas que pertenecen a la lúdica social. Pero cada individuo en particular, juega su propia infinitud.

En la medida en que cambia la sociedad, se movilizan sus valores, entendiéndolos siempre en proceso de evolución o, acaso de involución. Al cambiar las situaciones sociales se abandonan las reglas de juego, ya caducas para unos, pero nuevas para otros. Estos cambios obligados para la sociedad consumidora, atrapan de improviso a muchos de los usuarios, a la gente en general, no estando todos preparados para recibirlos.

Antes de asimilarlos, los imita: la gente se ve enfrentada a jugar con varios tipos de cartas, unas novísimas, otras nuevas y las más, viejas. En el juego de los valores se van acostumbrando, van aprendiendo al principio una serie de reglas y de la noche a la mañana, se ven obligados a jugar con reglas que no sabían jugar. He aquí el conflicto básico para rotular, psiquiátricamente el juego en sus matices a una sociedad y a sus individuos en particular.

También ocurre que al asustarnos, convertimos las diferencias en conflictos y a éstos en guerras simbólicas o combates. Al elegir la medición de fuerzas como camino de solución, la agresión ayuda a definir un vencedor, a conseguir lo que uno quiere, a proponer los propios objetivos y metas como lo más importante, aunque para ello tenga que pasar por encima de quien sea. En síntesis, el miedo hace que nos equivoquemos con todas las consecuencias personales y sociales que ello implica.

Si al contrario, pensamos que el conflicto es natural a la vida y necesario al desarrollo personal y social, podemos activar toda la creatividad que permita convertirlo en oportunidad para explorar lo desconocido, lo que no ha ocurrido antes.

El manejo inteligente y sabio del conflicto, requiere aceptar el conflicto como inherente al crecimiento individual y social y asumir la responsabilidad de solucionarlo antes que evitarlo o suprimirlo. El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él, Proverbio Chino.

Dialogar, entender antes de defenderse, dirigir la propia agresividad para evitar la explosión o la represión, es la regla de oro. Resistir la tentación de atribuir los conflictos a una mala voluntad de la gente, y aún en estos casos buscar atender los motivos de esta actitud, antes de atacar a la persona misma es un excelente camino.

Sólo así podremos habitar en un mundo donde la diversidad y la diferencia nos lleven a disfrutar la plenitud de la vida y, entender que la verdadera cooperación y solidaridad surgen cuando las diferencias son oportunidades de crecimiento. Debemos aprovechar la diversidad para cultivar las oportunidades que nos brindan las diferentes personas que:

1. Respetan y se relacionan bien con individuos procedentes de diferentes estratos.

2. Comprenden diferentes visiones del mundo y son sensibles a las diferencias existentes entre los grupos.

3. Consideran la diversidad como una oportunidad, creando un ambiente en el que puedan desarrollarse personas de sustratos muy diferentes.

4. Afrontan los prejuicios y la intolerancia.

Los enfermos mentales en su conjunto no son más violentos que el resto de los ciudadanos. Sin embargo, en el caso de las enfermedades delirantes, en especial de la esquizofrenia, los estudios epidemiológicos, más recientes demuestran un mayor riesgo de violencia, en especial en mujeres, que la población en general. El problema es que es difícil establecer un nexo causal uniforme entre enfermedad mental y actos violentos. En unos casos, estos son consecuencia de la enfermedad, en otros, de la reacción de la persona ante el rechazo social, la estigmatización y la discriminación a las que se ve sometida.

El doctor Reíd Meloy, psicólogo forense, quien ha analizado varios de los crímenes en serie y quien participó en la elaboración del perfil del Loco de Maryland, explica que los asesinos en serie comparten muchos rasgos: "son solitarios, conflictivos, tienen varias separaciones. Hijos abandonados, han sido maltratados y en casos donde hay armas involucradas, por lo general, reciben instrucción militar".

La gran mayoría de las personas con esquizofrenia no han cometido ni cometerán ningún acto violento. Estos actos suelen relacionarse con la presencia de delirios y alucinaciones, en los que el sujeto se cree perseguido por personas u organizaciones, oye voces que identifican a determinadas personas con enemigos o con demonios, por ejemplo. Suelen ocultar sus delirios y alucinaciones y por eso sus actos parecen carecer de sentido. Precisamente esto es lo que hace que choquen tantísimo y posean mucho eco en los medios de comunicación.

Sin embargo, en el contexto del delirio tienen un sentido. En palabras de Shakespeare "aun siendo locura, tiene su método". Es importante señalar que las alucinaciones y delirios dominan la voluntad del que los padece y coartan su libertad.

Las personas, las cosas y los objetos tienen sus diferencias fundamentales y estas discrepancias son puntos de referencia para conformar las actitudes y justificar la conducta ante ellas mismas. Las percepciones no son copias directas y precisas del mundo que rodea al individuo y a la sociedad. Las sensaciones son abstracciones, no una réplica del mundo real. El cerebro no registra el mundo externo simplemente a un modo de un fotógrafo tridimensional, "de tres dimensiones" más bien, el cerebro construye una representación interna de los acontecimientos físicos externos después de haber analizado sus componentes con anterioridad.

Así que el comportamiento socialmente amenazador, violento y cuyo riesgo se acrecienta con la esquizofrenia y aumenta más; si se asocia un consumo de SPAs, pero no constante, o si hay lesiones cerebrales afines puede manifestarse previamente y permite predecir determinadas actuaciones. Las violencias de los enfermos que padecen esquizofrenia pertenecen a la enfermedad, no a la persona. Hoy día, la esquizofrenia es una enfermedad diagnosticable y tratable, de donde se deduce que las posibles violencias asociadas, pueden ser controladas y evitadas.

Las violencias del psicópata si pertenece a la persona, la cual por otra parte, es muchas veces más bien objeto de las violencias ajenas, consecuencia del rechazo, estigmatización y discriminación a las que más arriba se hacía referencia. Sin ir lejos, el múltiple crimen del 4 de Diciembre de 1986, fue suficiente para ponerle la marca.

El llamado asesino, en términos generales, se trata con sanciones de orden penal y, si se le juzga como enfermedad mental, posiblemente se le aplica con reclusión psiquiátrica. No se va a analizar aquí, no es el propósito de este Artículo, lo que es en el mundo occidental un hospital psiquiátrico, asilo o frenocomio. Tampoco se va detallar sus objetivos económicos, sociales o morales. Nunca ha sido el propósito hacer un corte o perfil de sus "normales" moradores: hijos de trabajadores explotados, mujeres violadas o en trance de ser seducidas, adultos mayores, sifilíticos, enfermos tiroideos, vagabundos, epilépticos, consumidores y psicópatas.

Lo importante, es resaltar lo que plantea Michael Foucault, experto en la Historia de la Psiquiatría. "El hospital psiquiátrico es una institución médica. Mejor, una especie de estructura semijudicial, una entidad administradora, con poderes propios que independientemente de los tribunales, decide, juzga y ejecuta" Es decir, lo que debe, lo que tiene que hacer con el paciente "anormal". Lo anterior, para observar lo que es un hospital psiquiátrico y las funciones del psiquiatra, por lo menos en el concepto tradicional. No en el de F. Basaglia, Ronald D. Laing, Cooper y Esterson, que consideran la locura como una conducta que adopta una persona, cuando dentro de una situación crítica sus actitudes son censuradas.

Todos los habitantes de los hospitales psiquiátricos, ¿estarán locos? ¿Cuántos vivirán allí en contra de su voluntad no perdida? ¿El papel social de la psiquiatría institucional ha cambiado, o sigue los moldes tradicionales?

A través de los avances que nos ha aportado la Ciencia y la Tecnología, contamos con poderosos y eficaces medicamentos que permiten estabilizar y recuperar a las personas que padecen esta enfermedad, sin necesidad de tenerlas ingresadas en hospitales psiquiátricos, permitiendo reintegrarlos en la sociedad, conviviendo con sus padres en sus propios domicilios o en apartamentos y residencias apropiadas y, con la libertad suficiente para poder realizar una vida normalizada. Todo depende de la interpretación que el psiquiatra tenga de su paciente, de su diagnóstico, de su pronóstico.

Pero también es cierto que se va al psiquiatra por muchas razones, en primer lugar porque, si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) han promovido dentro de sus programas de Promoción y Prevención contra los psicotrópicos, la atención psiquiátrica dentro de los esquemas de la atención de salud. A esto se suma que no hay una cultura para valorar, en su verdadera dimensión, la importancia y necesidad de ir al médico psiquiatra. Por lo general, se cree que consultar a este especialista significa estar trastornados mentalmente, locos.

Volvamos, ¿qué es la esquizofrenia? Dos de las enfermedades mentales más destacadas en los seres humanos muestran, en efecto, componentes genéticos. Son la esquizofrenia, que es un trastorno caracterizado por delirio, alucinaciones auditivas y disociación del pensamiento y, la psicosis maníaco depresiva "término conocido antiguamente", hoy se le denomina trastorno afectivo bipolar, que se caracteriza por la aparición de episodios intermitentes de hiperactividad acompañada de una elevación exagerada del estado de ánimo, que alternan con otros, como pérdida de energía y falta de motivación.

Cuando los bipolares entran en episodios maníacos viven en un estado de euforia permanente y con una energía exagerada: hablan rápido, les surgen muchas ideas al tiempo y hacen planes que incluso los ponen en riesgo. A veces esa alegría desbordada se combina con irritabilidad e impulsividad. La alegría se vivencia como una experiencia positiva, placentera y reforzante, acompañada de sentimientos de goce, confort y bienestar. La mente y el cuerpo se hallan en equilibrio, posibilitando una sensación de relajación y un incremento de la autoestima.

En estas personas esos periodos de excitabilidad se alternan con episodios depresivos que los llevan a experimentar todo lo contrario: tristeza, pérdida del gusto por las cosas de la vida, sensación de cansancio, dificultad para concentrarse o dormir y, en algunos casos, a tener ideas pesimistas.

¿Qué no es trastorno bipolar? Existe la tendencia a generalizar el concepto de trastorno bipolar, a tal punto que quien presenta cambios en su estado ánimo es señalado por los demás, sin miramientos, como bipolar. Realmente, una persona es diagnosticada como tal, cuando la fase maníaca (de excitación) dura por lo menos una semana y la depresiva mínimo dos semanas.

No obstante, la literatura médica reconoce la existencia de un cuadro que hace parte del espectro de este trastorno, aunque es distinto: la ciclotimia. Quienes la padecen también sufren ondulaciones constantes e impredecibles en su estado de ánimo, incluso a lo largo del día. Por lo general, la gente tiende a confundir estas fluctuaciones con rasgos de personalidad, de modo que los afectados rara vez consultan.

La "locura" ha sido vista de forma distinta a lo largo de la historia. Manifestación de inspiración divina, posesión demoníaca.

Cadenas, burlas, camisas de fuerza han rodeado al esquizofrénico. Según el DSM IV (manual de clasificación de trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana), la esquizofrenia es un trastorno psicótico que se caracteriza por dos o más de estos síntomas: ideas delirantes, alucinaciones, lenguaje desorganizado, pensamiento ilógico, agitación psicomotora. Hay disfunción en el campo social y laboral; las relaciones interpersonales y el cuidado de sí mismo se afectan.

Para decirlo en términos más sencillos, la esquizofrenia es lo que el saber popular denomina típicamente como "locura".

Si observamos con detenimiento como empieza a enfermarse una persona que la padece, lo primero que aparece es un fenómeno de "encerramiento" del individuo en sí mismo: se torna profundamente introvertido, se aísla de los demás y se va sumergiendo en un mundo propio que difiere mucho de su realidad externa. El afecto empieza a fabricar un código propio de señales con las que interpreta a su modo muy personal el mundo externo.

Nadie se pierde en esta definición, ya que cualquier parte del organismo, incluyendo el sistema nervioso, puede sufrir lesiones o enfermarse. Ni quienes nieguen que algunas personas declaradas cerebralmente enfermas, puedan ser víctimas en su conducta de los efectos de procesos morbosos, neurológicos, metabólicos, genéticos aún por descubrir.

La conducta no se hereda, lo que se hereda es el ADN. Los genes codifican para proteínas y son importantes para el desarrollo, mantenimiento, y regulación de los circuitos nerviosos que subyacen a un comportamiento. La conducta emerge gradualmente a resultas del impacto de los factores medioambientales sobre dichos circuitos en desarrollo. El entorno empieza a ejercer su influencia en el útero, y alcanza su importancia primordial tras el nacimiento.

El sistema nervioso consta del sistema cerebroespinal, o sistema nervioso central y el sistema vegetativo o autónomo.

El sistema nervioso periférico envía información al sistema nervioso central y ejecuta las órdenes motoras generales en el encéfalo y la medula espinal. La acción más simple supone la actividad integrada de varias vías distintas sensoriales, motoras y motivacionales del sistema nervioso central. Éste realiza las más altas funciones, ya que atiende y satisface las necesidades vitales y da respuesta a los estímulos.

Ejecuta tres acciones esenciales, que son la detección de estímulos, la transmisión de informaciones y la coordinación general. Genéricamente se divide en: sistema nervioso central S.N.C y sistema nervioso autónomo S.N.A

El sistema nervioso central se divide en encéfalo, medula y nervios periféricos. Es usual utilizar la expresión enfermedad mental para denominar trastornos funcionales o psicológicos. Quienes comparten esta definición, admiten que los enfermos cerebrales no sufren dolencias orgánicas, sino que revelan defectos o deformaciones de la personalidad, tan graves, que justifica el calificarlos de enfermos.

Hay una serie de protocolos en salud, psiquiátricamente aceptados, que pueden chocar o no, con las llamadas desviaciones sociales que son roles aceptados por el conjunto de la sociedad, en cabeza de los códigos, las normas y los jueces.

A cada momento la sociedad, y de acuerdo muchas veces a sus conveniencias, está creando nuevas clases y etiquetas de enfermos mentales. Parece mentira, pero así es: el decir que el asesinato estimulado por la presión social es una manifestación sicopática, es un simple intento de ampliar la categoría de las personas legítimamente calificadas de enfermas mentales. La etiqueta de enfermo mental se juega al hacer pensar al común de la gente, en la pena de muerte. Al enfermo mental hay que matarlo, se dice en algunos círculos.

Al psicópata hay que disminuirlo, porque la psiquiatría y la psicología no tienen soluciones para su problema y, porque causó daño a la sociedad y si vuelve a tener oportunidad, vuelve a hacer daño, lo cual es acertado.

Se montan referendos para que la gente escarmiente en "carne ajena". Si se califica de enfermos mentales a personas muy importantes, dentro de la escala de valores existente, las encuestas, los plebiscitos y los testimonios, serían difíciles de aplicar.

Se debe colaborar a mejorar y erradicar esta triste y real situación de miedo a la enfermedad mental, tanto en los medios de comunicación que operan, como la misma sociedad en general y, lo que es más importante y necesario, los propios familiares, que deben asumir la realidad y no esconder la enfermedad mental, ni avergonzarse de una situación familiar que no ha sido motivada por haber tenido malos hábitos sociales y no deben considerarse culpables de nada. Un hombre o una mujer nunca deben avergonzarse de sus equivocaciones, que no es más que decir que es más sabio hoy que ayer, decía Jonathan Swift. Por último, deben suponerse víctimas de una situación nunca deseada ni propiciada, pero que indudablemente hay que intentar solucionar con la mayor brevedad posible.

El problema de la esquizofrenia no sólo es de psiquiatras; aquí entran a jugar su papel varias ciencias y profesiones. La jurisprudencia se encuentra ante un círculo vicioso y ambos, psiquiatras y abogados, insisten en distinguir entre criminales "cuerdos" y criminales "locos", y encontrar así la base científica para establecer qué delincuentes deber ser castigados con prisión, y cuales tratados mediante involuntaria reclusión y medicamentos "de locura" en unidades mentales.

Si no existen programas adecuados en la comunidad, las familias de personas diagnosticadas tendrán que abogar por uno. La falta de programas y educación en las escuelas, así como la carencia de una acción clara por parte de los gobiernos locales para atacar el problema de consumo de SPAs, son las principales fallas que se presentan a la hora de hacerle frente a esa problemática.

Hay un programa "Sciacca, 1987" que sigue un enfoque educativo y reconoce la tendencia de las personas diagnosticadas a negar sus problemas. La persona no tiene que reconocer ni hacer público que sabe que tiene un problema, en este caso las personas se reúnen y hablan sobre el tema de abuso de sustancias, ven videos y ayudan a los demás. Posteriormente es cuando comienzan a hablar de su problema y del potencial de tratamiento.

Durante todo el programa se mantiene un estilo sin confrontaciones y, en lugar de enviar a los personas a AA o NA, los integrantes de estos grupos reciben una invitación para visitar la entidad. Con el tiempo, algunos de los grupos de Sciacca van a AA y NA.

Eso de tener la misma insania mental como excusa de la conducta antisocial y criminal, se presta para muchos juegos de poder, para muchas irreverencias a nombre de la ética y la moral. El delincuente, independientemente de su salud mental, debe ser tratado y castigado como delincuente, sin más vueltas, sin más daños morales y físicos. Que no se trate de justificar problemas de fondo con hechos secundarios. La reclusión está dada; debe estar dada usualmente con la peligrosidad del recluso para sí mismo o para los demás.

Pero una cosa es la patología psíquica que las SPAs ocasionan a corto o largo plazo, y otra muy distinta, el trastorno previo que busca una forma de mitigar los síntomas del mismo. Por ejemplo una persona con esquizofrenia sin diagnosticar ni tratar, buscaría en el consumo de sedantes como la heroína una forma de apagar la angustia de esta psicosis o, el uso compulsivo del tabaco o, incluso de marihuana o, un depresivo; caería entonces en el uso de estimulantes como anfetaminas, cocaína para levantar químicamente el ánimo, y así acabaría por darse la coexistencia de los dos trastornos, la dependencia y el trastorno psíquico previo.

La condena judicial de los delincuentes no anula, de ninguna manera, la oportunidad y obligación de tratarlos. Y si el fin de la psiquiatría es el estudio y tratamiento de los trastornos mentales, sus consecuencias son de importancia para el caso de los llamados enfermos mentales. Pero ante todo hay que detenerse en lo que justifica el aspecto ético de la salud mental: depresión, ansiedad y psicosis.

Hay muchos trastornos neurológicos que tienen manifestaciones mentales: las demencias, algunos accidentes cerebro vasculares, algunos tumores cerebrales o cierto tipo de epilepsias con ubicaciones muy especiales en el cerebro. También la esclerosis múltiple, algunos procesos tóxicos o infecciosos en el sistema nervioso central. Cuando falta en la dieta acido nicotínico, una vitamina del complejo B, se produce la pelagra, que en sus formas más floridas semeja una esquizofrenia.

Pero no podemos decir lo mismo de una afección de un nervio periférico, (el ahora famoso síndrome del túnel del carpo, por ejemplo) o, de una migraña, aparte de la sensación de incapacidad, ansiedad y tristeza que puedan producir.

Por otra parte, algunas afecciones que tradicionalmente llamamos enfermedades psiquiátricas o mentales propiamente dichas, a medida que avanza la ciencia y se descubre su causa orgánica, pareciera que debieran abandonar el manejo psiquiátrico y pasar a manos del neurólogo.

¿Hasta dónde llega lo psiquiátrico (esquizofrenia, depresión, ansiedad, adicción a SPAs, trastornos de personalidad) y hasta dónde, los trastornos neurológicos (migraña, trastornos del desarrollo neurológico, derrames cerebrales, trombo embolismos cerebrales, demencia, epilepsia, traumatismos cerebrales, enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple) de los que habla el reciente estudio de la OMS? La respuesta, indudablemente, creemos que está en la integración de las especialidades médicas, tanto en la investigación como en su práctica.

No se puede olvidar la posibilidad que tienen las SPAs, de ser desencadenantes de patologías escondidas en el individuo. Por ejemplo el uso de psicodislépticos. Sus efectos, varían mucho en función del ánimo del consumidor, sus expectativas, el medio que le rodea, y pueden ser absolutamente impredecibles, como la marihuana o, el LSD acabaría precipitando una esquizofrenia genuina en una persona esquizoide y con una tendencia oculta a presentar la enfermedad.

El criminal no puede desembarazarse jamás de la carga moral de su existencia. El hombre y la mujer tienen que escoger entre el cumplimiento de la norma y la responsabilidad consigo mismos: sean criminales, toxicómanos o alcohólicos. La acción del cerebro y la mente subyacen a toda conducta, no sólo a las conductas motoras relativamente sencillas, tales como andar y comer; sino a todos los actos cognitivos complejos que se asocian con la conducta, tales como pensar, hablar, el proponer, el resolver problemas que no podemos resolverlos pensando de la misma manera que cuando los creamos decía Einstein, crear obras de arte y hacer música.

A menudo resultan arduas decisiones morales, como los asesinatos del Pozzeto o del Club el Nogal de Bogotá Colombia, o las masacres de Bojayá, de Cajamarca, de Río Chiquito, de Soacha, la del Club Gay de Orlando Florida, en los Estados Unidos o, los falsos positivos.

Nunca falta la tentación de pasar a otros aquella carga de conciencia: al ejército, a la guerrilla, a la delincuencia común, al gobierno, a los paramilitares. Sin embargo, quien aligera al individuo de sus cargas morales, acaba por quitarle, al asesino, al consumidor, al alcohólico algo de su libertad, y de su misma humanidad.

Las Neurociencias deben repudiar que se les utilice a menudo para la tranquilidad moral obtenida a expensas de la libertad y la responsabilidad. Lo que propiamente ha de trabajarse son los procesos cerebrales que intervienen entre el estímulo y la conducta, sólo de esta manera se podrá esperar entender la relación entre las acciones de un enfermo mental, y un psicópata en lo que ven, recuerdan o piensan. El funcionamiento del cerebro se basa en el concepto de que la neurona es una unidad anatómica y funcional independiente, integrada por un cuerpo celular del que salen numerosas ramificaciones llamadas dendritas, capaces de recibir información procedente de otras células nerviosas, y de una prolongación principal, el axón, que conduce la información hacia las otras neuronas en forma de corriente eléctrica.

Pero las neuronas no se conectan entre sí por una red continua formada por sus prolongaciones, sino que lo hacen por contactos separados por unos estrechos espacios denominados sinapsis. La transmisión de las señales a través de las sinapsis se realiza mediante unas sustancias químicas conocidas como neurotransmisores, de los cuales hoy se conocen más de veinte clases diferentes.

Cualquier estudio de la enfermedad cerebral, que no considere el procesamiento y la representación interna de los fenómenos psicológicos, es inadecuado para dar cuenta incluso de las formas más simples de conductas. Los trastornos del comportamiento que caracterizan a la enfermedad mental son alteraciones de la función cerebral.

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