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De la comunicación y el poder…




Enviado por santrolo



    1. Las
      civilizaciones
    2. La
      mitología
    3. La
      comunicación
    4. América

    La delgada línea de una comunicación disfrazada en los intereses
    del poder
    está tan presente en la cotidianidad con un delicado
    cuidado que logra mimetizarse y pasar desapercibida.,

    Con la construcción casi formal del nombramiento
    de lo físico y, más difícil aún, de
    los sentimientos, el hombre
    comenzó a pensar en lo provechoso del uso de la palabra
    para sus intereses, para lograr objetivos que
    sin necesidad de fuerza bruta
    iba consiguiendo incluso con el beneplácito de sus
    perjudicados.

    Descubrió paralelamente que esto requería
    más cuidado que asentar un palo en la cabeza de su vecino,
    que tenía que ser más premeditado, más
    analizado, en definitiva más pensado. Aunque ninguna de
    estas palabras estuvieran en la estructuración mental de
    ese hombre
    antiguo.

    Quizá comienza allí un discurso muy
    rudimentario de la persuasión: Cazar de noche y no de
    día, protegerse de la lluvia en una cueva y no debajo de
    un árbol, o cualquier cantidad de actitudes y
    actividades que componían la cotidianidad de esos remotos
    tiempos.

    En la búsqueda de esta supervivencia nace un
    aspecto que aún hoy no se ha eliminado, la mascara. Y no
    me refiero a la actualidad de esta como tal, sino el
    espíritu de su creación. El interés de
    mostrar lo que no se és para lograr los objetivos que
    no se encontrarían con la normalidad del ser.

    Las preguntas, por otro lado, están al orden del
    día en el intento de descifrar cada cosa que se descubre
    nueva.

    Se enfrentan hacia el temor de la muerte al
    ver que esos que duermen una noche nunca vuelven a levantarse,
    que cuando son atacados por un fuerte animal dejan de moverse y
    se quedan quietos para siempre.

    Aparece una necesidad sin paralelo en la historia el hombre, la
    seguridad hacia
    la muerte, la
    búsqueda de la eternidad. La religión. Un dios. Un
    ser supremo.

    Las
    civilizaciones

    Vendría después un nacimiento de
    civilizaciones hacia los años 3.500 AC. , donde se
    estructura
    grupos
    sociales más unidos y concretos dentro de
    asentamientos. El poder de estos estaba en juego. La
    capacidad de mandar sobre los otros, y el por que de la
    escogencia de un sujeto y no otro se convierte en un elemento de
    importancia en la vida de la pequeña villa.

    Los pueblos crecían a su propio ritmo siglo tras
    siglo y la condición de súbditos de lo supremo, en
    busca de un lugar después de la muerte
    continúa presente en la ideología de los pueblos. La escritura se
    muestra como
    el aspecto que permite la continuidad de las ideas y así
    mismo, la conceptualización de estas se basan en lo que se
    quiere saber y lo que no. La objetividad pierde la batalla antes
    de empezarla y será sepultada para siempre en la carrera
    de contar lo que se quiere y más importante aún, lo
    beneficioso.

    La
    mitología

    La mitología como enciclopedia de las
    respuestas comunes de los pueblos de los distintos territorios,
    da términos y argumentos convincentes al nacimiento y
    objetivo de
    cada cosa, y son hombres más cercanos al sentimiento del
    poder los que construyen paso a paso el mito, los que
    legitiman las primeras ideas.

    Los escritos que luego serán recopilados en La
    Biblia, hablarán de lo bueno y lo malo (Así como
    hoy lo habla Bush). Lo que es bueno hacia los ojos de ese ser
    supremo, esquivando muchos de los elementos que hacían
    parte de la vida de la época y que van a dejar de existir
    en el mismo momento que las olvidan, con intención o sin
    ella, al escribirlas. Pero más importante aún
    elementos que están en contraposición con lo que se
    tiene que hablar para construir la idea, todo aquello que refuta
    lo que es una verdad única y absoluta, en ese ya
    legendario sentimiento de odio hacia las ideas
    diferentes.

    Los factores legitimadores resultan un regalo
    caído del mismo cielo que van a ser devueltos a las
    alturas en escrituras que los utilizan en el convencimiento de
    las masas de lo que se puede hacer y lo que no. El factor
    caótico como fundamento de la
    comunicación, donde se necesita ordenar las sociedades, se
    convierte en un colador de información en busca de la
    aceptación del poder.

    Historias que narran de la grandeza o la tiranía
    de los pueblos vecinos no son más que estrategias en
    búsqueda de la protección del territorio propio o
    incluso de la expansión.

    La
    comunicación

    Esa necesidad de legitimar convierte a la comunicación en un servicio del
    poder eternamente. La construcción de lo público por
    intermedio de las altas esferas del poder esclavizan las
    narraciones al nivel de la propaganda.

    Gran porcentaje de la comunicación escrita y oral
    es absorbida por los que rigen los destinos del pueblo. El
    teatro al
    servicio de
    las narraciones de las grandes batallas y los grandes logros
    explica claramente mi argumento, donde el pueblo es reunido en
    busca de la consagración de los últimos
    acontecimientos positivos o en la justificación y
    absolución de las perdidas militares por el horror del
    contrario y sus armas.

    Aristóteles afirmaba que existían tres
    formas de vida: La del placer o de hombres mundanos, la de la
    política o
    de hombres virtuosos y por último la de la
    filosofía o de pocos hombres pero los más
    inteligentes.

    La política,
    definición a raíz de su libro "La
    política", se constituyo en el buen sentido de la
    definición en la búsqueda del bienestar de un
    pueblo, y lejos de ignorar la importancia de lo comunicativo
    adoptó a la retórica para sus intereses.
    Construyó y afianzó la ideología a través del discurso de lo
    bueno y malo de las medidas a tomar en búsqueda de un
    vivir mejor.

    Aquí cabe aclarar un punto en la
    construcción de las ideas que intento plantear. La
    comunicación se convierte en el medio de la
    política y de los mandos del poder. Es decir se convierte
    en el vehículo de las elites para la promulgación y
    aceptación de las ideas. Sin embargo la composición
    del mismo matrimonio no es
    el que constituye su maldad, es la maldad misma de las elites la
    que dejan a su hija, la comunicación, en el papel de lo
    perverso sin ninguna justificación.

    Ya definíamos el termino de la política
    dentro de los beneficios del pueblo. Dentro de la naturaleza de lo
    que es justo sea por naturaleza o por
    ley, sin
    embargo la política y las leyes se ven
    degradadas al beneficio de unos pocos y esto se calca en lo que
    se comunica.

    En estos argumentos es clave anotar entonces las
    normas de
    comunicación que hablan de la credibilidad del mensaje
    tanto este sea emitido por un ente confiable, el contrato de
    legitimidad del que tanto hacen gala los medios hoy, o
    lo que económicamente podría llamarse el good
    will.

    El problema renace en la línea delgada de la que
    hablaba en un principio que hace que el poder entre en esos
    emisores sigilosa pero contundentemente convirtiendo lo
    público en su servicio.

    San Pablo en sus repetidas epístolas, siglos
    después de lo que Aristóteles habló, hace gala de la
    comunicación como herramienta para la continuación
    de los ideales cristianos. Su interés de
    perdurabilidad para los conocimientos de la religión convierten a
    estas cartas en densos
    manuales de la
    palabra como elemento de poder y argumentación de los
    actos que se han cometido y que se van a cometer.

    Las cartas dirigidas
    a distintos pueblos o personajes formulan casi éticamente
    el comportamiento
    de los seres que están regidos bajo el mandato de Dios. Es
    el poder legislado en el compañerismo y la
    cercanía, fundamentos que son fundamentales en la
    construcción de una buena intención
    propagandística de cualquier corte, desde político
    a comercial, hoy en día.

    Citando de nuevo Aristóteles, el filósofo afirmaba
    que la justicia se
    hacia necesaria en la ausencia de la amistad, lo que
    convierte al vínculo entre humanos en la mejor característica para que una norma sea
    aceptada. El poder entre cercanos es más aceptado que el
    mandatario que se aleja cada vez más entre los altos
    escalafones de la pirámide jerárquica.

    América

    Con la llegada de Europa a América
    la dependencia de la economía en la
    búsqueda de las tierras obliga la continua información de los acontecimientos en las
    nuevas tierras por parte de los descubridores a sus
    reyes.

    Esa relación entre los visitantes al nuevo mundo
    y los personajes que como prestamistas esperaban que su inversión se viera correspondida con
    algunos buenos objetos para ellos, convierten la
    comunicación de la época en cartas de
    narración detalladas de cuanto objeto diera muestras de
    novedad y de interés para sus receptores.

    Estas cartas denominadas Crónicas de
    Indias,
    son una muestra de la
    búsqueda del favor más allá de la
    supervivencia. Muestra quizá al punto de la codicia el
    interés de ser recompensados por hazañas que nunca
    se llevaron a cabo. Una gramática adornada en los adjetivos que
    convertían en mágico algo que poco a poco para
    ellos se convertía en un infierno.

    América daba paso de lo maravilloso a lo macabro
    según la necesidad de cada narrador. Si su interés
    era ser consagrado como un increíble hombre capaz
    de enfrentar a los animales y
    sujetos más feroces nunca antes vistos, estas selvas se
    transformaban en un escenario dantesco. Si por el contrario su
    recompensa derivaba de lo que fuera capaz de revelar como nuevo y
    único, las cascadas se abrían transparentes para
    ser el mismo paraíso que describió Colón,
    aunque en ese caso se debía más a alucinaciones de
    moribundo.

    Esa conexión de la mentira para agradar hace un
    efecto hacia la inversa del pueblo hacia el poder. Un argumento
    contrario, fundamentado en los mismos pilares, a lo que
    habíamos venido hablando a través de todo este
    escrito. Aquí la punta de la sociedad no era
    la que quería agradar a sus súbditos, si estos
    últimos escampados en la gran ventaja de que los reyes no
    se tomaban la molestia de comprobar sus escritos, metían
    cuanto embuste le cabía a la realidad. No todo era embuste
    hay que decir.

    Pero a la inversa el objetivo era
    el mismo, ahora el poder lo heredaban ellos, y la palabra apoyada
    en esa legitimidad que le brindaron los ricos de las capitales
    del viejo continente gratuitamente con el hecho de navegar a lo
    nuevo o a la muerte, se
    extendió ofreciendo todas sus ventajas. La palabra
    está con los que tienen el poder, o mejor aún los
    que tienen el poder necesitan de ella para mantener sus
    ventajas.

    Un par de siglos después, luego de la
    caída de las monarquías y cuando estos
    vínculos pueblo-gobernante estaban cada vez más
    lejos de la unión, la participación e igualdad que
    se promulga en el siglo XVIII, cuando se tumba por ineptos a la
    casa de los Borbones en Francia, el
    ejercicio del poder se convierte en algo más cuidadoso y
    mucho más criticado que la independiente figura antigua
    del bufón sincero, único capaz de decir
    errores.

    La democratización entra demoliendo la simpleza
    de los argumentos del poder que deriva de Dios. Aquí los
    beneficios que un jefe de estado debe
    dar a un pueblo que lo eligió son más certeros y
    visibles que la simple construcción deslumbrante de
    iglesias o castillos, tienen que generar más ganancias que
    los triunfos de batallas en territorios desconocidos. Aquí
    la agilidad del mandatario se tiene que traducir en más
    capacidad adquisitiva, en mayor seguridad que las
    desastrosas noches medievales de atracos y violadores, en resumen
    en mayor calidad de
    vida.

    La capacidad de la elección popular de un jefe de
    la sociedad, la
    generación del ciudadano en los términos actuales,
    la vigilancia de las actitudes del
    gobernante etc… voltean la tabla interpretadora del poder y de
    arrastre se lleva la comunicación.

    El detalle y los argumentos necesitan unas bases mucho
    más sólidas que la cercanía y la amistad de la
    anteriormente hablaba. El pueblo se ha dado cuenta que el poder
    nace desde el seno de la sociedad, no en el cielo; que la
    igualdad
    propicia que el que manda es uno más dentro del grupo, pero
    con funciones mucho
    más trascendentales que cualquier otro, el progreso de ese
    grupo. Una
    cabeza que es minuciosamente analizada en su función
    donde a cualquier error está tambalea.

    A pesar de todo esto, el peso que resiste la
    información es mucho más que la era
    democrática, y por mucho que se pueda leer entre
    líneas los intereses saben como jugar al mejor
    postor.

    La propaganda que
    en un momento utilizó San Pablo, ahora afrontaba los
    tiempos del escrutinio, de la lupa; pero busco más
    calificativos y salió airosa.

    Ya no existían las razones de Dios (en este mundo
    occidental), ni la orden imposible de refutar de un rey, pero
    aparecieron nuevos olimpos y nacieron nuevos argumentos tan
    intangibles como los anteriores pero igual de eficaces, uno de
    ellos el nacionalismo.

    A finales del siglo XVIII principios del
    siglo XIX, la guerra por los
    derechos
    marítimos entre Estados Unidos y
    Gran Bretaña, expresa un nuevo peso que el fuerte bolso de
    la comunicación puede cargar. En búsqueda de la
    incorporación de más civiles en los
    enfrentamientos, la propaganda norteamericana y la empresa
    estatal buscan un argumento valido que convenza a los soldados en
    potencia.
    Nació entonces el Tio Sam (Derivado de las siglas U.S.A.
    Uncle SAm), un viejo con barba blanca que decididamente anunciaba
    I WANT YOU! (te necesito) en un cartel que le llegaba a las
    masas, una vez más esta comunicación cumplió
    su función.

    Años más tarde, exactamente en 1919, un
    joven austriaco de 20 años llamado Adolf Hitler es
    nombrado jefe de propaganda de lo que después sería
    denominado el partido nacionalsocialista o partido NAZI. Y
    descubre los alcances de la comunicación como medios de
    masa. Y así como con su película "Nacimiento de una
    Nación"
    de D.W.Griffith, se dio cuenta de los alcances del cine por esa
    misma época, Hitler
    convirtió los medios de
    comunicación en uno más de sus aliados,
    más valioso sin duda alguna que Italia o Japón.

    Luego ese joven que fue denominado tantas veces
    inútil e inepto, llega al poder con un contundente apoyo
    parlamentario y conociendo los logros de esa misma propaganda que
    el manejó, comienza una de las épocas más
    desastrosas en la historia de la humanidad
    apoyado siempre en la masificación de ideas absurdas
    adornadas en los sentimientos de grandeza de un pueblo apabullado
    por el tratado de Versalles y trasmitidas con una eficacia sin
    igual, en panfletos, en afiches, en transmisiones y sin lugar a
    dudas en discursos, con
    movimientos de manos y puñetazos una y otra vez afirmo al
    punto del convencimiento cuan grande era el pueblo alemán
    y su gente, así él no fuera uno de
    ellos.

    Nombraría luego a Joseph Paul Goebbels en la
    tarea del propagandista encargado de popularizar las ideas de su
    régimen de mil años y demostraría una
    vez más y sin dejar campo a la especulación que la
    comunicación esta y estará por siempre al servicio
    del poder sin importar los cambios que este sufra.

    En el lado contrario Churchill adoptaría a la BBC
    como la cadena de radio aliada y a
    partir de allí todas las mañanas preguntaba a sus
    ciudadanos: "¿Qué esta haciendo usted para ganar la
    guerra?.

    Con esto como soporte se cierra el circulo al destacar
    la afirmación que no permitirá que la objetividad
    sea una característica del poder mientras este
    último se conciba como se hace hoy en
    día.

    El poder tiene los medios a su disposición y
    partir de ellos estructura sus
    intereses y más importante aún su legitimidad.
    Más allá de los logros o los fracasos del poder,
    desde el que se dicta en el estado al
    poder del grupo más pequeño en una comunidad
    alejada, la elite conoce la historia y se fundamenta en los
    logros infinitos de la propaganda para adoptarla como su hija
    predilecta.

    Cuando los grupos
    económicos que poseen los canales de transmisión
    noticiosa y que se benefician en un interminable reciclaje de las
    actitudes del gobierno ven la
    posibilidad de utilizar su maquinaria en los beneficios propios
    crean ese matrimonio tan
    indisoluble como diabólico, que solo se rompe con una
    reestructuración social e intelectual tan utópica
    que solo produce risa.

    Ahora el turno es para el que ostenta el poder en
    nuestro convulsionado mundo geopolítico. Para la "América" del delfín Bush que ha
    hecho la tarea al pie de la letra y entrego su primer informe con la
    búsqueda del mal que ya no era el comunismo, ahora
    es el oriente en sus términos, es cualquiera con barba y
    piel morena o
    por lo menos así lo entendieron los receptores de sus
    mensajes que empezaron a destruir mezquitas y a insultar a
    cualquier turbante.

    Tiene en bandeja la maquinaria propagandística
    más grande y con más público de toda la
    historia de la humanidad, tiene el inglés,
    la
    televisión y el cine y en la
    punta del árbol a la Internet.

    Desde allí estructura todo lo que se hace o no se
    debe hacer, si! así como San Pablo! así como
    Moisés! Y convierte a sus ciudadanos como lo afirma
    Antonio Caballero en el público más desinformado de
    todo el globo, del que Bush también hace parte.

    El problema está entonces en los intereses del
    poder, no en la información misma. En lo que piensen hacer
    las elites que en su espíritu no son malas pero que no se
    han ganado un puesto en el pabellón de odio
    gratuitamente.

    La comunicación compone un entramado de actitudes
    y beneficios, de acciones en
    busca de reciprocidad, así como en las Crónicas de
    Indias, una comunicación tan enfermiza como un virus pero que
    tiene un hueco como cualquiera de ellos.

    Esa misma información que no esta en el juego de
    intereses y es independiente, que cumple las labores vitales de
    comunicación de todos los hombres.

    Recuerdo entonces el tarot. Las cartas que lograron
    comunicar sin que se perdiera la cabeza por la información
    a transmitir en la edad media.
    Como se contaba sin utilizar los medios oficiales (el lenguaje se
    sale por los poros).

    Las posibilidades de confrontar la realidad y la
    argumentación del poder, de esa manera tan independiente
    casi underground, son las armas que pueden
    repeler la mala propaganda, o el mal interés de la
    elite.

     

     

     

    Por:

    David Ernesto Santos Gómez

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