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APORTES DE LA FILOSOFIA PERENNE




Enviado por gerpas



     

    Transpersonal al problema del conocimiento.

    1. La confusión: El estigma
      de nuestros días
    2. El paradigma de la New
      Age.
    3. La Filosofía
      Perenne.
    4. La Holonimia.
    5. La Física
      Cuántica.
    6. La Psicología
      Transpersonal.
    7. El
      Holoparadigma.
    8. Bibliografia

    La
    confusión: El estigma de nuestros
    días

    Vivimos una época donde reina la
    confusión. Desde que en el siglo pasado, el
    filósofo alemán F. Nietzche decretó la muerte de
    Dios, nunca se había sentido tanto como hoy la necesidad
    de creer en algo.

    Quizás es porque en el presente más que en
    el ayer la sociedad
    está llegando a ser tan plenamente consciente de su propia
    mentira, de su hipocresía, de la rotunda falsedad de sus
    propios cimientos constituyentes.

    A pesar de lo que muchos de los científicos que
    profesan desde el interior de las llamadas "Ciencias del
    Hombre" puedan
    decirnos, entiéndase, puedan hacernos creer, por no decir
    "obligarnos a", la historia de la Humanidad no
    es, ni ha sido, ni será un proceso
    lineal, continuo, de un estado
    inferior y primitivo a un nivel superior y caracterizado por el
    "progreso".

    Muy por el contrario, dicha historia humana se nueve de
    manera discontinua; está hecha de saltos y caídas a
    través de toda una serie de procesos
    cíclicos de nacimiento, crecimiento, declinación y
    muerte.

    Pero a diferencia del resto de los organismos
    ésta última etapa, la muerte,
    puede consistir en lo que todos concebimos como tal y que es la
    total desaparición de algo en su plena extinción, o
    por el contrario, puede consistir en una
    "trans-formación", en una "re-producción", en una "re-generación"
    en donde una nueva civilización "re-nace" a punto de
    partida de las cenizas de una ya agonizante, a semejanza de como
    el Ave Fénix lo hace de sus cenizas.

    Pues bien, los grandes y celebérrimos
    científicos de antaño están demostrando hoy
    ser falsos profetas, vendedores de una magra ilusión en
    torno a un
    porvenir sin futuro, de un

    pseudo-progreso. "La Ciencia",
    otrora dios único de la monoteísta
    civilización occidental, ha mostrado ser un ídolo
    con pies de barro.

    Tiempo ha que cedimos toda la autor-idad a "la ciencia" y hoy
    es ella misma la que con pavor nos dice que pusimos nuestra fe en
    algo erróneo, falso, fantasmagórico. A los
    científicos les dimos la plena responsabilidad de de-velar, de des-cubrir los
    misterios de la Creación, mientras que nosotros nos
    reservamos la rutina cotidiana de una vida sin cerebro. (Nos
    referimos obviamente al cientificismo positivista más que
    a la ciencia en
    su pleno sentido etimológico de "saber").

    En su momento los científicos aceptaron, no si
    gran arrogancia, su misión.
    Nosotros, por el contrario, con una humildad que raya en la
    sumisión, escogimos representar un papel de
    impotencia frente a la continua complejidad de la "ciencia
    moderna" y a la cada vez más avasallante amplitud de la
    tecnología.

    Pero hoy, al cabo de tres siglos, los científicos
    vuelven hacia nosotros y nos dicen -aunque sin admitirlo
    plenamente- que han fallado en su tarea. Nos manifiestan que la
    realidad no existe tal como nosotros creemos, que es tan
    sólo una proyección mental, una creación
    nuestra. Repiten, aunque sin querer afrontarlo, una
    significación del más pleno misticismo tanto
    oriental como occidental, ejemplificado en las sabias palabras de
    Buda cuando expresó: "Somos lo que pensamos. Todo lo que
    somos surge con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos
    hacemos el mundo". 0 como más contemporáneamente,
    el brujo yaqui don Juan dijera a Carlos Castaneda: "Sostenemos el
    mundo con nuestro diálogo
    interno".

    Esto nos conduce a la sensación de que el
    suelo sobre el
    cual creíamos estar firmemente apoyados se disuelve, cede
    ante nuestros pies y tan sólo queda la nada. 0 aún
    peor, ni siquiera queda nada. Ello conlleva el angustioso
    sentimiento de que hemos sido engañados, de que no podemos
    creer en nadie salvo en nosotros mismos, en nuestra propia
    experiencia e intuición, en nuestro "awareness" como
    dirían los gestaltistas, pero lamentablemente no hemos
    sido educados para ello.

    De ahí nuestro gradual y progresivo proceso de
    disociación esquizofrénica y esquizofrenizante que
    vamos experimentando y del que vamos siendo (sintiéndonos)
    víctimas por parte de una sociedad que
    presenta similar aunque mayor grado de
    disociación.

    El
    paradigma de
    la New Age.

    Un paradigma es
    una forma de estructurar la realidad; consiste en las "lentes"
    mediante las que configuramos la percepción, las respuestas y creencias a
    través de las cuales creamos la realidad que nos rodea y
    que somos. En una palabra, son hipótesis que brindan los supuestos sobre
    los que se basan los puntos de vista acerca de la naturaleza del
    mundo (y del Universo todo).
    El problema surge cuando estos paradigmas se
    esclerotizan, se tornan rígidos e inmutables,
    convirtiéndose así en "paradigmas
    normativos" al decir de T. Wilson, es decir, pasan a ser filtros
    conceptuales y marcos referenciales que condicionan la manera
    "natural y sensata" de ver las cosas.

    En este sentido, el paradigma "occidental" de los
    últimos tres siglos ha sido el paradigma
    newtoniano-cartesiano que ha concebido al Universo como de
    naturaleza
    material, contemplándolo de una manera atomística y
    reduccionista, buscando la naturaleza fundamental y última
    de la materia a
    través de la descomposición en sus partes
    componentes y dando por sentado que dichas partes existen en
    tanto entidades separadas y aisladas.

    Pero nuestra especie se ha vuelto arrogante,
    contemplándonos como si la Tierra
    fuera nuestra y pudiéramos hacer con ella lo que
    quisiéramos. "Creemos" que nosotros somos conscientes y
    que el Universo no lo
    es. Nos consideramos con derecho de y a conquistar
    (obsérvese bien la connotación
    semántico-emocional que dicho término lleva
    implícito), "nuestro" planeta y el espacio infinito; a
    explotar (otro término con una particular
    connotación) a la naturaleza en beneficio de la
    máxima creación: el ser "humano".

    No existe el respeto cuando
    mutilamos y matamos a otros seres en aras de un pretendido
    "progreso"; tampoco existe respeto cuando
    creamos situaciones en las que millones de personas pasan hambre,
    mientras almacenamos alimentos y
    arrojamos la leche por los
    desagües, o cuando tiramos cosechas enteras para aumentar
    los precios. No
    hay respeto cuando contemplamos la vida como una batalla que
    produce ganadores y perdedores; explotadores y explotados. En la
    pugna contra la naturaleza estamos descubriendo gradualmente que
    hemos estado
    luchando contra nosotros mismos.

    En base a lo anteriormente expuesto, tengamos presente
    que este fin de siglo y culminación de un milenio ha
    implicado también un "fin del mundo", pero depende de
    nosotros el que sea de naturaleza catastrófica o
    realizadora, negativa o positiva.

    Orientado a un nuevo período en la historia de la
    Humanidad se está forjando un nuevo paradigma que tenga,
    como esencia, la sabiduría taoísta de actuar en
    armonía con el ritmo natural del Universo. Paradigma que
    ha de basarse en enseñarnos y hacernos comprender que las
    fuerzas que pueden unirse para destruirnos son las mismas que
    pueden favorecer el desarrollo
    individual y social.

    En este sentido, al hablar de "fin del mundo" no
    necesariamente se está queriendo significar la
    desaparición del planeta y de la especie humana, aunque si
    la culminación de un mundo de ideas, concepciones,
    paradigmas y "ciencias" de
    manera tal que otras nuevas y diferentes comiencen a imperar.
    Esto no implica que también hayamos podido arribar a un
    fin de milenio de carácter
    apocalíptico, puesto que nunca como hoy se habían
    alcanzado niveles de angustia, de descontento, de depresión
    y desesperación como los nos invaden hoy día,
    así como la capacidad destructiva que la "tecnología" ha
    depositado en nuestras manos. Hacia que lado se incline el fiel
    de la balanza dependerá de nuestra responsabilidad, entendida ésta como
    "habilidad para responder".

    Reconocido esto veamos cuáles son los principales
    pilares filosófico-epistemológicos sobre los cuales
    ha de asentarse este nuevo paradigma.

    La
    Filosofía Perenne.

    Dice Aldous Huxley: "Philosophia Perennis: la frase fue
    acuñada por Leibniz; pero la cosa -la metafísica
    que reconoce una Divina Realidad en el mundo de las cosas, vidas
    y mentes; la psicología que
    encuentra en el alma algo similar a la Divina Realidad, o
    aún idéntico con ella; la ética que
    pone la última finalidad del hombre en
    el
    conocimiento de la Base inmanente y trascendente de todo el
    ser-, la cosa es inmemorial y universal". (1) "La
    Filosofía Perenne se ocupa principalmente de la Realidad
    una, divina, inherente al múltiple mundo de las cosas,
    vidas y mentes. Pero la naturaleza de esta Realidad es tal que no
    puede ser directa e inmediatamente aprehendida sino por aquellos
    que han decidido cumplir ciertas condiciones haciéndose
    amantes, puros de corazón y
    pobres de espíritu… Análogamente, nada, en
    nuestra experiencia diaria, nos da mucha razón de suponer
    que la mente del hombre sensual medio posea, como uno de sus
    ingredientes, algo que se parezca a la Realidad inherente al
    múltiple mundo o que sea idéntico con ella, sin
    embargo, cuando esa mente es sometida a cierto tratamiento harto
    duro, el divino elemento, de que, por lo menos en parte,
    está compuesta, se pone de manifiesto, no sólo para
    la mente misma, sino también, por su reflejo en la
    conducta
    externa, para otras mentes". (2)

    En otra obra dice este mismo autor: "En el núcleo
    de la Filosofía Perenne encontramos cuatro dogmas
    fundamentales.

    Primero: el mundo fenoménico de la materia y la
    conciencia
    individuada -el mundo de las cosas, los animales, los
    hombres y aún los dioses- es la manifestación de un
    Fundamento Divino dentro del cual tienen su ser todas las
    realidades parciales, en tanto que separadas de él no
    tendrían existencia.

    Segundo: los seres humanos no sólo son capaces de
    conocer por inferencia este Fundamento Divino sino que
    también pueden percibir su existencia por una
    intuición directa, superior al razonamiento discursivo.
    Este conocer inmediato une al conocedor con lo
    conocido.

    Tercero: el hombre
    posee una naturaleza doble, un ego fenoménico y un Ser
    eterno que es el hombre
    interior, el espíritu, el destello de divinidad en el
    alma. Si así lo desea, el hombre puede identificarse con
    el espíritu y por tanto con el Fundamento Divino, que es
    de naturaleza igual o parecida a la del
    espíritu.

    Cuarto: la vida del hombre en la tierra tiene
    un solo fin y propósito: identificarse con su Ser eterno
    para llegar así al conocimiento
    unitivo del Fundamento Divino". (3)

    Consideramos que esta fundamentación de los
    preceptos de la Filosofía Perenne son por demás
    explicativos como para extendernos aún más en su
    consideración.

    La
    Holonimia.

    "La holografía es un método de
    fotografía
    sin lente en donde el campo de onda de luz esparcido por
    un objeto se recoge en una placa como patrón de
    interferencia. Cuando el registro
    fotográfico -el holograma- se coloca en un haz de luz coherente
    como el láser se
    regenera el patrón de onda original. Aparece entonces una
    imagen
    tridimensional.

    Como no hay ninguna lente de enfoque, la placa aparece
    como un patrón absurdo de remolinos. Cualquier trozo
    del holograma reconstruiría toda la imagen".(4) En
    este sentido el cerebro
    sería un holograma que interpreta un Universo
    holográfico.

    Dice David Bohm con respecto a su teoría
    del "orden implicado": "Uno llega a un nuevo concepto de
    inquebrantable totalidad que niega la idea clásica del
    análisis del mundo en partes existentes por
    separado e independientes… Hemos invertido el concepto
    clásico usual de que las "partes elementales"
    independientes del mundo sean la realidad fundamental, y que los
    diversos sistemas sean
    meramente formas y ordenaciones contingentes particulares de
    estas partes. Más bien decimos que la inseparable
    interrelación cuántica de todo el Universo es la
    realidad fundamental, y que las partes que funcionan
    relativamente independientes son simplemente formas contingentes
    y definidas dentro de todo este conjunto". (5)

    Pero esta concepción de Bohm supera a la
    analogía con el holograma, a través de la
    creación del concepto del "holomovimiento" en el sentido
    de que existimos en un Universo dinámico que a
    través del holomovimiento se pliega y se despliega creando
    así el Universo no manifiesto, y así el cerebro
    captaría esas frecuencias procedentes del Universo
    implicado, construyendo matemáticamente "una realidad". El
    cerebro es un holograma que interpreta un Universo
    holográfico.

    Por su parte Danah Zohar expresa que esta
    concepción presenta dos graves limitaciones -de las cuales
    expondremos sólo una-, que la hacen fracasar: "Si el
    cerebro es un holograma que percibe y participa de un universo
    holográfico, "¿quién mira el holograma?". El
    propio holograma no es otra cosa que una fotografía
    poco habitual, que por sí misma no es capaz de ninguna
    percepci6n…" (6)

    La
    Física
    Cuántica.

    De acuerdo a la Mecánica Cuántica, el mundo
    físico es, al decir de H. Stapp: "…no una estructura
    construida a base de entes independientes y no analizables, sino
    más bien, una red de relaciones entre
    elementos cuyo significado surge de manera total de sus
    correlaciones con la totalidad". (7)

    Esto significa, como dice G. Zukav que: "Nosotros mismos
    damos realidad, hacemos que se realice el universo. Puesto que
    nosotros formamos parte del Universo esto nos convierte, a
    nosotros y al universo, en autorealizantes". (8)

    Como dijera Werner Heisenberg: "Lo que observamos no es
    la naturaleza en sí, sino la naturaleza expuesta a nuestro
    método de
    interrogación". (9)

    Las implicaciones de la teoría
    cuántica para la construcción de un nuevo paradigma que nos
    ayude a comprender la realidad emergen claramente de las palabras
    del físico danés Niels Bohr: "La gran
    tensión de nuestra experiencia en los últimos
    años ha traído a la luz la insuficiencia de
    nuestras simples concepciones mecánicas y, como
    consecuencia, ha hecho tambalearse el cimiento en el que la
    acostumbrada interpretación de la observación estaba basada". (10)

    Recordemos las sabias palabras de Buda: "Con nuestros
    pensamientos hacemos el mundo". Dice G. F. Chew: "Nuestra lucha
    actual con la física superior podría,… ser tan
    sólo un anticipo de una nueva forma de conducta
    intelectual humana, que no sólo está fuera de la
    física, sino que ni siquiera puede ser descrita como
    "científica"."(11)

    En resumen, de acuerdo a la física
    cuántica el acceso al mundo sensorio se realiza a
    través y mediante la experiencia llevada a cabo por un
    "yo", es decir, que lo que experimentamos no es la realidad en
    sí sino nuestra interacción con ella.

    La teoría cuántica nos presenta de esta
    manera una forma de concebir al Universo según una
    perspectiva de sistémica, poniendo énfasis en la
    interrelación e interdependencia de todos los
    fenómenos, así como en la naturaleza
    intrínsecamente dinámica de la realidad "física", lo
    que nos conduce a la forja de un paradigma que se base en una
    concepción del Universo de naturaleza holistica, no
    fragmentada, ecológica.

    La
    Psicología Transpersonal.

    La Psicología Transpersonal es la cuarta fuerza en
    Psicología luego del Psicoanálisis, el Conductismo y
    el Movimiento del
    Potencial Humano. En este sentido, busca una expansión del
    campo de la Psicología hasta incluir el estudio de los
    llamados "estados trascendentales" o (a mi entender mal llamados)
    "estados alterados de conciencia".

    Dijo Eddington: "Tenemos dos clases de conocimiento que
    yo llamo conocimiento simbólico y conocimiento
    íntimo… Las formas de razonamiento más habituales
    sólo han sido desarrolladas para el
    conocimiento simbólico. El conocimiento íntimo
    no se somete a la codificación y al análisis, o mejor dicho, cuando intentamos
    analizarlo, las intimidades se pierden y son reemplazadas por el
    simbolismo". (12)

    Además, como sabiamente expresara William James:
    " … nuestra conciencia normal de vigilia… no es más
    que un tipo especial de conciencia separada de todo lo que la
    rodea por la más tenue de las pantallas, más
    allá de la cual hay formas potenciales de conciencia
    enteramente diferentes. Podemos ir por la vida sin sospechar su
    existencia; pero si se aplica el estímulo necesario, basta
    un toque para que estén ahí, totalmente
    completas…

    No puede ser completa ninguna visión del universo
    en su totalidad que deje de considerar estas otras formas de
    conciencia. La cuestión es cómo hay que
    considerarlas. En todo caso, nos prohiben cerrar prematuramente
    nuestras cuentas con la
    realidad". (13)

    De esta manera, la Psicología Transpersonal busca
    superar la limitación expresada por Schumacher cuando
    manifiesta que: "Nada hay más difícil que tomar
    conciencia críticamente de los presupuestos
    de los propios pensamientos… Todo pensamiento
    puede ser escrutado en forma directa, excepción hecha del
    pensamiento
    mediante el cual escrutamos". (14)

    La Psicología Transpersonal se apoya en las tres
    corrientes anteriormente mencionadas, pero abre su espectro de
    manera de incluir las propuestas de la física
    cuántica, la teoría de la relatividad, la
    Holonimia, y toda la filosofía expuesta por los
    místicos occidentales y orientales de todos los
    tiempos.

    El
    Holoparadigma.

    El "Holoparadigma" (neologismo de acusación tan
    reciente como lo son estas palabras), hace referencia a la
    génesis de un paradigma que abarque como concebía
    San Buenaventura, los "tres ojos del conocimiento": el" ojo de la
    carne" (empirismo);
    "el ojo de la mente" (ciencias humanas, filosofía,
    hermenéutica); y el "ojo de la contemplación"
    (filosofías trascendentales), y que no se base sólo
    en uno de ellos, pues conduciría a "error categorial", es
    decir, a que uno de los "ojos" se erigiera como regente de todo
    posible "conocimiento".

    Un claro ejemplo de "error categorial" es el del
    cientificismo positivista en que el "ojo de la carne" se impone
    ante los restantes ojos, afirmando que todo aquello que no puede
    ser pasible de verificación empírica no existe.
    Para no caer en tal "error categorial", este "ojo" debería
    establecer que todo lo que no es pasible de verificación
    experimental no puede ser conocido empíricamente a
    través de los órganos sensorios o sus ampliaciones
    instrumentales, lo que no implica que pueda ser conocido a
    través y mediante alguno de los otros dos
    "ojos".

    En este orden de cosas, el "Holoparadigma"
    debería establecer una interrelación dinámica y equilibrada entre estos tres
    "ojos", fundamentándose así en un conocimiento de
    la realidad que tenga como preceptos esenciales el respeto y
    el amor hacia
    el Universo todo, considerándolo como un Ser vivo, que
    también siente y piensa, y del cual somos parte
    co-constitutiva y constituyente.

    Así lograremos una visión de la realidad
    que como expresaba Gadamer no subsuma el objeto al sujeto, ni el
    sujeto al objeto.

    Esta concepción paradigmática
    contribuirá a la concepción del Universo como una
    "danza
    cósmica" de Energía, manifestándose mediante
    infinidad de variaciones, nombres y planos y fundamentalmente a
    la comprensión que el hombre ha de tener en cuanto a su
    participación en el "juego
    divino"'.

    BIBLIOGRAFIA

    1. HUXLEY, Aldous: "La Filosofía Perenne";
      pág. 7 – Ed. Edhasa – 1992
    2. Ibid.: págs. 8-9.
    3. ANONIMO: "Bhagavad Gita"; págs. 8-9 – Ed.
      Dédalo – 1991
    4. WILBER, Ken: "El paradigma holográfico";
      págs. 14-15 – Ed. Kairós S.A. –
      1987
    5. CAPRA, Fritjof: "El Tao de la física";
      pág. 156 – Luis Cárcamo, Ed. – 1992
    6. ZOHAR, Danah: "La conciencia cuántica";
      pág. 52 – Plaza & Janés Editores S.A. –
      1990

      Plaza & Janés Editores S.A. –
      1991

    7. ZUKAV, Gary: "La danza de
      los maestros del Wu Li"; pág. 87
    8. Ibid.: pág. 94
    9. Ibid.: pág. 124
    10. CAPRA, Fritjof: Op. Cit.; pág.
      66
    11. ZUKAV, Gary: Op. Cit.; pág. 309

      1982

    12. WALSH, R. Y VAUGHAN, F. Comp.: "Más
      allá del Ego"; pág. 60 – Ed. Kairós
      S.A.
    13. Ibid.; pág. 53-54
    14. Ibid.; pág. 52

     

    Lic. German H. PASTORINI

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