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La respuesta de Kant al problema de la Metafísica (página 2)




Enviado por davidivorra



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Lo que había enfrentado a empiristas y racionalistas, Newton y Leibniz concretamente, fue la cuestión del espacio. [1]Newton había distinguido entre espacio absoluto y espacio relativo. El espacio relativo hace referencia a las distancias de los cuerpos tomando uno como inmóvil; pero el espacio absoluto estaba más allá de los sentidos y había que abstraerse de ellos para alcanzar la noción a través de un proceso inductivo. Para Leibniz, espacio y tiempo son conceptos del entendimiento puro, son algo puramente inteligible, aunque pueden ser aplicados a la realidad empírica; una sucesión de representaciones suscita en nosotros la idea de duración, pero no constituye la esencia misma de esa idea porque nuestras representaciones no son nunca suficientemente continuas para proporcionarnos la idea de tiempo; por tanto, espacio y tiempo no son más que abstracciones de la mente. Kant terciará entre ambas posturas. Kant, al tomar los conceptos de espacio y tiempo como "formas subjetivas a priori" toma de ambas posiciones lo que encuentra en ellas de razonable y justificable desde la razón y desde la experiencia. Al situar el espacio y el tiempo en la estructura del conocimiento, les reconoce su carácter absoluto y su conexión con la experiencia, sólo que, en este caso, en vez de ser fruto de la experiencia, son condiciones que hacen posible la experiencia.

Cosas a tener en cuenta ? Principio de homogeneidad: "A efectos naturales del mismo género le corresponden causas del mismo género".

Principio de inducción: "Podemos pasar de lo observable a los principios inobservables".

Son preferibles las afirmaciones basadas en la experiencia que las basadas en hipótesis.

RASGOS ESENCIALES DEL CONCEPTO DE NATURALEZA SEGÚN NEWTON Y LA ILUSTRACIÓN:

La naturaleza se entiende como un sistema de leyes que se rigen por estos principios: regularidad, continuidad, conservación y mínimo esfuerzo.

El conocimiento de las leyes de la naturaleza permite predecir el futuro y actuar en consecuencia.

La naturaleza es autónoma (se puede explicar por sí misma).

Las leyes de la naturaleza son determinantes, necesarias, no cabe la libertad en la naturaleza.

Todo lo existente se puede explicar en el ámbito mecánico de lo físico y químico siempre tendiendo en cuenta el concepto de vida, dentro del que están las fuerzas que actúan entre sí (masa y energía).

3. Kant y el Empirismo.

David Hume (1711-1766) fue uno de los principales representantes del empirismo inglés. El empirismo predicaba que la mejor fuente de conocimiento era la experiencia. Hume, representante del empirismo en Inglaterra ejerció una influencia decisiva en el pensamiento de Kant. Él mismo nos dice que gracias a la lectura de las obras de Hume pudo "despertar del sueño dogmático". Parece ser que el dogmatismo de ese sueño hace referencia a la filosofía racionalista que había recibido de Wolf y Leibniz. La influencia de Hume sobre Kant consistió en cambiar la dirección de sus pensamientos; estaba de algún modo condicionado por su formación racionalista, que admitía sin reservas la consistencia del mundo exterior; pero los análisis psicológicos de Hume le pusieron en la sospecha de que quizá no fuera tan sencillo admitir el hecho del mundo exterior, e incluso le llevaron a conducir sus pensamientos más allá de donde los había llevado Hume.

Según Hume, el principio de la causalidad se había de reducir al hábito de que, dado un fenómeno cabía esperar la presencia del siguiente. Pero Kant no se conforma con esto, sino que quiere sacar todas las consecuencias de este hecho, y trata de someter a juicio a la razón misma, para poder delimitar cuáles son sus propios límites y evitar que los rebase.

Y la otra aportación fundamental en la doctrina de Kant que hace el empirismo es la reducción de todo nuestro conocimiento sensitivo a un conocimiento meramente fenoménico; lo que hay en el exterior de nuestra sensibilidad no es exactamente lo que recogen nuestros sentidos, sino que viene modificado por la estructura totalmente a priori de nuestro conocimiento. Hume lo había señalado, reduciendo ese papel a la costumbre o habitualidad con que se presentan los fenómenos a nuestro conocimiento; y en función de ese hábito o costumbre, terminamos uniéndolos como si en realidad estuviesen unidos, cuando lo cierto es que no tenemos verdadera percepción de esa estructura objetiva de la realidad. Por ejemplo, Hume cuando hace la crítica a la idea de sustancia nos dice lo siguiente: "las impresiones y las ideas simples son los elementos primeros y primigenios de todas nuestras percepciones, y lo que llamamos sustancia no es otra cosa que una colección de ideas simples unidas por la imaginación; a ese conjunto de ideas simples se les designa con un nombre, gracias al cual se designa la colección entera".

4. Kant y el Racionalismo.

Kant conocerá el ideario racionalista a través de Wolf y, sobre todo, de Leibniz (1646-1716).

Tanto Racionalismo como Empirismo eran las corrientes filosóficas vigentes en los años del Kant "precrítico". Sus posiciones, muchas veces contrapuestas, parecen exigir un punto de encuentro. Kant intentará mediar entre ambas posiciones con la intención de asimilar lo que hay de verdadero en cada una de dichas corrientes.

Del Racionalismo, que conoce mejor por Leibniz, toma la "radicalidad" del planteamiento del problema del conocimiento. Es la actitud primaria, que también encontramos en Descartes, de buscar un punto de partida que nos permita establecer unas bases sólidas para el conocimiento.

Y la cuestión más importante que las posturas encontradas del Empirismo y del Racionalismo van a proporcionar a Kant es la discusión acerca de la objetividad del conocimiento. Mientras el Racionalismo admite esa objetividad y acepta que a cada idea corresponde una realidad que es conocida en su objetividad, el Empirismo (en la formulación de Hume) reduce toda esa objetividad a nuevos procesos psíquicos. Kant tomará una postura intermedia entre ambos extremos; acepta el fenomenismo de Hume, pero con muchas reservas para no caer en un escepticismo; admite que la razón, en el ejercicio puro de su facultad, no puede rebasar los límites que le marca la experiencia, pero no por ello corta el camino hacia el conocimiento de lo que rebasa los sentidos.

5. Kant y Rousseau.

Filósofo, músico, botánico francés, Rousseau es uno de los escritores más elocuentes de la Ilustración. Las ideas de Rousseau están entre la Ilustración del siglo XVIII, con su defensa apasionada de los derechos individuales, y el romanticismo de principios del XIX, que propugnaba la experiencia subjetiva frente a lo racional.

Hacia 1762 debió Kant conocer las primeras obras de Rousseau, y según una anécdota, se cuenta que por primera vez Kant dejó de dar su paseo habitual cuando le absorbió la lectura del Emilio. Kant desde el principio admiró a Rousseau como un estilista:

"Necesito leer y releer a Rousseau hasta que no me cautive ya la belleza de la expresión y pueda analizarlo todo con la razón solamente… La primera impresión que saca de las obras de Rousseau un lector que no acuda a ellas solamente por distracción o pasatiempo, es la de que se dan en él una extraordinaria agudeza de espíritu, el noble brío del genio y un alma sensible en un grado tan alto como quizá no se hayan dado juntos en ningún otro escritor… La impresión siguiente es la de estupor ante las ideas tan extrañas y absurdas, tan contrapuestas a todo lo usual… y que llega uno a presumir que sólo expone para poder demostrar su talento extraordinario y la fuerza mágica de su elocuencia…" (Cassirer: Kant, vida y doctrina; 1968) Kant se propone profundizar en el estudio de las obras de Rousseau hasta descubrir la clave de su pensamiento; sus contemporáneos descubren en Rousseau al revolucionario que lucha contra la tiranía de los poderosos y de la norma establecida por éste, y contra una moral establecida en beneficio de una parte de ciudadanos, proponiendo por ello un retorno a la naturaleza en la que todos puedan encontrar de nuevo la libertad perdida por los entresijos de una sociedad artificial. Pero Kant en ese retorno a la naturaleza encuentra, más que el sentimentalismo de lo primitivo, una llamada a la ley y al orden. Para Kant, Rousseau es el pensador que quiere aplicar a la moral la objetividad y la regularidad. C) Objetivo de la filosofía Kantiana De una manera resumida, se puede decir que la pretensión de la filosofía kantiana es sistematizar y justificar todos los ámbitos del conocimiento y de la acción humana de la época en torno a la razón y a la crítica –análisis de todos los conocimientos, el esclarecimiento de todas las contradicciones y problemas planteados en el desarrollo de esos conocimientos y actividades humanas–.

Kant afirmó que la filosofía es la actividad especulativa que está encaminada a responder a 3 preguntas básicas:

  • 1. ¿Qué puedo conocer? Acerca del problema de la naturaleza, alcance y límites del conocimiento humano.

  • 2. ¿Qué debo hacer? Acerca de la ética.

  • 3. ¿Qué me cabe esperar? Acerca del problema religioso.

Estas 3 preguntas básicas son reducibles a otra más genérica que las engloba: ¿qué es el hombre?

La respuesta de kant al problema de la metafisica

1. EL SENTIDO DE LA METAFÍSICA KANTIANA La cuestión esencial que se plantea Kant en la Crítica de la Razón Pura es cómo es posible el conocimiento científico y por qué el conocimiento científico es el único posible. La otra cuestión es qué papel tienen (si tienen alguno) todas las ideas que, no siendo objeto de conocimiento científico, son consideradas como imprescindibles o necesarias para la acción humana (praxis). Pero vayamos por partes y ordenadamente. Dentro del periodo denominado "crítico" (desde 1781, año de la publicación de la Crítica de la Razón Pura) se observa en Kant una triple preocupación que puede servirnos como hilo conductor para desarrollar su pensamiento:

a) ¿Cómo es posible la ciencia? Este es el primero de los problemas. Kant acepta el hecho de que la ciencia, entendiendo por ésta tanto la Matemática tradicional como la nueva Física, es válida y que sirve perfectamente para describir los fenómenos naturales. Esta cuestión nunca es criticada por Kant, ni en su ánimo estuvo el hacer una crítica de la Ciencia. Su validez es algo que Kant nunca puso en duda -La palabra "crítica" en sentido kantiano es algo distinta de nuestro moderno uso de ella. Para él, crítica vendría a ser un conjunto de puntualizaciones y determinaciones acerca de algo, su demarcación, lo que para nosotros vendría a ser análisis crítico. Según Kant, la situación filosófico-epistemológica de la Ciencia en su época no era suficiente: faltaban fundamentos para establecer la validez objetiva (universal y necesaria) de la ciencia.

Es cierto que la Ciencia de la Naturaleza se ocupa de fenómenos sensibles y empíricos, pero éstos siempre son particulares e individuales… ¿Cómo, no obstante, la Ciencia se establece en proposiciones universales? ¿Cómo establecer la universalidad de las leyes científicas a partir de la investigación empírica? La respuesta que habían dado los Racionalistas le parece falsa a Kant por su innatismo y alejamiento de la experimentación, pero la crítica de Hume a la causalidad le parece indigna para la Ciencia. La Ciencia no puede basarse en nuestra creencia en el principio de uniformidad de la naturaleza ni en la confianza de que todo siga funcionando igual, sino que debe tener una validez objetiva propia. El inicio de su motivación filosófica es buscar una explicación al fundamento del conocimiento. Y está claro, para Kant, que hay Ciencia pero: ¿qué es lo que hace posible que haya Ciencia? ¿Cuáles son las condiciones que hacen posible que el hombre tenga conocimiento científico? Además, estableciendo las condiciones que hacen posible la existencia de la Ciencia, Kant no sólo habrá obtenido un sólido fundamento para el conocimiento científico sino que, adicionalmente, habrá conseguido otra cosa: decirnos qué condiciones debe tener aquello que haya de ser considerado como Ciencia, lo que significaba que lo que no cumpla o no se establezca bajo ese conjunto de condiciones no será científico. Con esto, Kant nos ha establecido un tribunal para decidir sobre lo que es y lo que no es científico.

b) ¿Qué pasa, entonces, con los temas tradicionales de la Metafísica, conocimiento que ha pretendido establecerse ocupándose de la verdad (científica) sobre ciertas materias de la máxima importancia en el conocimiento humano? ¿Son legítimas las pretensiones de la Metafísica? Si se analiza la historia de esta disciplina podemos ver que la Metafísica ha ido de mal en peor, lo único que han hecho los autores de esta disciplina ha sido "construir castillos en el aire", porque han construido sistemas pero careciendo de los fundamentos elementales necesarios. La Metafísica ha ido titubeando desde hace mucho tiempo y cada vez que se ha intentado establecer sus principios ha habido que empezar a hacerlo de nuevo. Además, las opiniones de los sabios que la han cultivado no han logrado nunca un acuerdo, ni han podido aportar principios definitivamente establecidos. ¿Qué pasa, pues, con la Metafísica? ¿Tiene posibilidad de ser establecida como un conocimiento objetivo, como la Ciencia? Ya hemos dicho anteriormente que para que algo sea considerado como ciencia ha de cumplir un conjunto de condiciones, así, si la Metafísica las cumple, será una ciencia, y si no las cumple, no lo será. Dentro de la Crítica de la Razón Pura la respuesta de Kant a las pretensiones de la Metafísica será negativa, y se ocupará de mostrarnos que las pretendidas aspiraciones de verdad científica que tradicionalmente ha tenido son completamente falsas. c) Reintroducción más allá de los valores del conocimiento científico de ciertas ideas claves de la antigua Metafísica pero que ahora adquirirán una dimensión antropológica distinta y nueva. Si Kant había negado la posibilidad científica de las ideas tradicionales de la Metafísica (Dios, alma, mundo) ello no significa que tales ideas no valgan en absoluto. No valen en cuanto a pretensión científica, pero eso no significa que no tengan validez en otras áreas de la condición humana, que de hecho pueden tener mayor importancia aún que la ciencia. Si el hombre fuera sólo conocimiento científico no habría duda de la nula validez de estas ideas. Pero justo al área de este tipo de conocimiento existe otra área que se ocupa de los valores morales, sociales, políticos… y que extiende sus brazos mucho más allá del campo de la Ciencia Natural.

Si el mundo Natural es el mundo del determinismo, rígidamente establecido y gobernado por las leyes de la Física, todo aquel otro mundo de la acción y valoración humana, donde la libertad y la voluntad son protagonistas, no está sometido al modelo de la explicación científica.

Como antes hemos visto, pues, el problema a resolver es si es posible la Metafísica como ciencia. Hemos visto que la ciencia es posible bajo ciertas condiciones, ¿puede la Metafísica ajustarse a esas condiciones? Si la respuesta es afirmativa, la Metafísica podrá adquirir el rango de ciencia; si por el contrario la respuesta es negativa, la Metafísica no podrá constituirse como ciencia y haremos bien en abandonarla. 2. EL GIRO COPERNICANO Dos son, pues, los grandes logros de la obra de Kant. En primer lugar, ofrecer un fundamento epistemológico a la Ciencia Natural, esto es, decirnos bajo qué condiciones se han establecido las ciencias, condiciones que son las que precisamente hacen posible que la Ciencia sea universal y necesaria. Pero por otra parte, el segundo logro, abrir las puertas de un nuevo enfoque en la Filosofía, que será precisamente gran parte del camino que la filosofía vaya a recorrer durante el siglo XIX. Cuando Copérnico se planteó la posibilidad de que fuera la Tierra quien se movía alrededor del Sol, comprendió inmediatamente que era muy difícil determinar, sin puntos de referencia, cuando un cuerpo se mueve con respecto a otro, cuál de los dos se mueve. Todos hemos tenido la experiencia en una estación de ferrocarril, situados dos trenes en vías adyacentes, si uno empieza a moverse, no podemos saber cuál de los dos se mueve (el nuestro o el de al lado) si no encontramos un punto de referencia que nos permita determinar que nos movemos respecto del otro tren (o viceversa). El movimiento es el mismo; la diferencia es la situación del observador. Pues Kant descubre que el progreso de las ciencias matemáticas y Física se había producido precisamente porque se había cambiado la perspectiva en la que se realizaba el conocimiento. Así, si en vez de determinar el conocimiento del sujeto por el objeto, se determina el conocimiento del objeto por la estructura del sujeto es posible incluir elementos a priori en el conocimiento del objeto, y en caso contrario no. Y de la misma manera que las ciencias habían logrado encontrar la "senda segura de la ciencia" precisamente por un cambio de método, seguramente será posible empujar a la Metafísica por esa segura senda si realizamos la revolución que en orden al movimiento de los cuerpos realizó Copérnico. Por eso Kant habla de Giro copernicano.

Dicho de otra manera, el Giro copernicano consiste en invertir la relación entre el sujeto que conoce y el objeto a conocer. Si es el objeto a conocer el que determina las condiciones del conocimiento, nada me será conocido hasta que no me sea dado; y ningún conocimiento a priori, es decir, antes de que me sea dado, será posible sobre el objeto. Sin embargo, si es el sujeto el que determina las condiciones del objeto, podemos saber del mismo algunos datos antes de que el objeto nos sea presentado. Y esta inversión en el conocimiento iniciada, de alguna manera, por Hume al afirmar que no conocemos cosas, sino sólo las representaciones de las cosas en la medida que es posible a causa de los límites y debilidad de la razón, es lo que se viene llamando revolución copernicana.

3. LAS CONDICIONES DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Anteriormente habíamos dicho que lo que Kant trataba de investigar eran las condiciones que hacen posible el conocimiento científico, pero ¿de qué condiciones se trata? Y ¿cómo investigar tales condiciones? Vamos a responder a estas dos preguntas.

* ¿De qué condiciones se trata? Para comprender el planteamiento kantiano hemos de distinguir dos tipos de condiciones que Kant denomina, respectivamente, condiciones empíricas y condiciones a priori. Vamos a ver lo que significa esto con un ejemplo: Como es obvio, el que podamos ver algo depende de un sinnúmero de condiciones. Depende, en primer lugar, de que nuestra vista sea suficientemente aguda, y que el objeto no se encuentre excesivamente lejos o sea excesivamente pequeño. Estas condiciones son particulares y meramente fácticas; en efecto, un individuo puede tener una agudeza visual suficiente para percibir un objeto que otro individuo es incapaz de percibir por padecer miopía, por ejemplo. Más aún, inclusive cuando se tratara de distancias o tamaños tales que ningún individuo humano pueda de hecho percibir, siempre cabría inventar instrumentos suficientemente poderosos (telescopios o microscopios) que permitieran su percepción. Este tipo de condiciones –particulares y fácticas– se denominan "condiciones empíricas".

Pero existen otro tipo de condiciones que son generales y necesarias, de un tipo totalmente distinto. En el caso y ejemplo de la visión, una condición para ver algo es que nuestra percepción esté localizada en un lugar del espacio y en un momento del tiempo. Por ejemplo: un individuo se nos acerca y nos dice que ha visto algo; le preguntamos "¿dónde?" y nos contesta que en ninguna parte; le preguntamos "¿cuándo?" y nos contesta que en ningún momento. Tal vez se trate de un loco o de un bromista. En cualquier caso, estamos seguros de que el individuo en cuestión no ha visto algo. Espacio y tiempo son condiciones de nuestra percepción, pero son un tipo de condiciones completamente distintas de las que señalábamos en el párrafo anterior: no son particulares (no afectan a la visión de este objeto o de este individuo en particular) sino generales (afectan a la visión como tal y, por tanto, a todo individuo); no son puramente fácticas (no pueden ser alteradas), sino estrictamente necesarias (no pueden no darse). A este tipo de condiciones las denomina Kant "condiciones a priori". Las condiciones a priori son, pues, universales y necesarias. A estas dos características hay que añadir una tercera que define su naturaleza: son previas a la experiencia. Es decir, no provienen de la experiencia, sino que condicionan a ésta; son condiciones que pertenecen a la estructura del sujeto. Por tanto, podemos concluir, que las condiciones a priori (universales y necesarias) hacen posible la experiencia siendo previas a la misma, y es por eso que Kant las denomina trascendentales. * ¿Cómo investigar las condiciones que hacen posible el conocimiento científico? Para intentar responder a esta pregunta tenemos que tener en cuenta que una ciencia es un conjunto de [2]juicios o proposiciones. Si observamos un tratado de Física vemos como podemos convertirlo en una lista de proposiciones: "los átomos constan de partículas", "la partícula X tiene tales características"… Queda claro que las proposiciones o juicios científicos no aparecen formulados aisladamente, sino concatenados entre sí formando razonamientos. Pero es sabido que los razonamientos se componen de juicios y, por tanto, pueden ser descompuestos en éstos. Por tanto, si una ciencia es un conjunto de juicios, el problema podría concretarse de la siguiente manera: ¿cuáles son las condiciones que hacen posibles los juicios de la ciencia? Para responder, debemos observar cuidadosamente qué tipo de juicios utiliza la ciencia e investigar las condiciones que los hacen posibles. 4. LOS JUICIOS SINTÉTICOS A PRIORI Así pues, ¿qué tipo de juicios son los característicos de la ciencia? (Kant siempre entiende por ciencia las Matemáticas y la Física). Para contestar a esta pregunta se hace necesario distinguir entre diversos tipos de juicios para aclarar cuáles son los característicos de la ciencia. a) Juicios analíticos y juicios sintéticos Kant comienza estableciendo la distinción entre juicios analíticos y juicios sintéticos, distinción que ya Leibniz había propuesto al hablar de verdades de razón y verdades de hecho, o Hume al hablar de relaciones de ideas y de cuestiones de hecho. En un juicio, en cuanto proposición que expresa la relación de un sujeto con un predicado, puede ocurrir que el predicado pertenezca a la esencia del sujeto, o que sea algo añadido a la misma. Así, por ejemplo, si decimos: "todo hombre es mortal", como la mortalidad es una característica de todo lo que nace, lo que afirmamos del hombre es algo que ya está contenido implícitamente en la noción de sujeto; en cambio, si decimos "algunos hombres son filósofos", como el cultivo de la filosofía no es algo que pertenezca a la esencia del ser humano, es algo que no nos da el nuevo análisis del concepto del hombre; por tanto, es necesario recurrir a la experiencia para saber que algunos hombres cultivan la filosofía. Pues bien, Kant denomina juicios analíticos a los primeros y sintéticos a los segundos. ? Un juicio es analítico cuando el predicado está comprendido en el sujeto y, por tanto, basta con analizar al sujeto para comprender que el predicado le conviene necesariamente. Por ejemplo, "un todo es mayor que sus partes" es un juicio analítico, porque basta con analizar el concepto de un "todo" para hallar la verdad del predicado. Otro ejemplo: "El triángulo tiene 3 ángulos. Estos juicios no nos dan información alguna, o como dice Kant, no son extensivos, no amplían nuestro conocimiento: como es obvio, a quien sepa lo que es un todo, este juicio no le enseña nada que no supiera antes de formularlo. Los juicios de esta clase pueden llamarse explicativos, puesto que explican una nota que implícitamente estaba contenida en él. Además, siempre son verdaderos, necesarios y universales. ? Un juicio es sintético, por el contrario, cuando el predicado no está contenido en la noción o concepto del sujeto; en ellos se hace una síntesis de experiencia, son empíricos (a posteriori). "Todos los nativos del pueblo X miden más de 1,90m" es un juicio sintético, ya que en la noción del sujeto no entra, no está incluido el predicado: la noción del sujeto incluye únicamente el dato de "haber nacido en el pueblo X" pero no incluye ningún dato acerca de tamaño o estatura. Otros ejemplos: "El calor dilata los cuerpos" o "este fluido contiene sales". Estos juicios sí dan información o, como dice Kant, son extensivos (amplían nuestros conocimientos), son particulares (ya que su verdad está restringida, constreñida al "ahora" y al "aquí) y son contingentes (su contrario no es imposible, su verdad no es necesaria). b) Juicios a priori y juicios a posteriori La clasificación anterior está hecha atendiendo a si el predicado está incluido o no en la noción de sujeto. La clasificación de que nos ocupamos ahora está hecha atendiendo a otro criterio, a saber, al modo como es posible conocer la verdad de un juicio cualquiera.

En la "introducción" a la Crítica de la Razón Pura se plantea ya la necesidad de distinguir entre "conocimiento puro" y "conocimiento empírico". Si todos nuestros conocimientos comienzan por la experiencia, no se puede decir, en cambio, que todos nuestros conocimientos proceden de la misma porque podría suceder que el conocimiento que recibimos por los sentidos no sea más que un componente de lo que llamamos "conocimiento" y, entonces, tendríamos que admitir que en el conocimiento hay un conocimiento puro, independiente del adquirido por experiencia, y un conocimiento empírico. Estos dos componentes, en cuanto que uno es independiente de la experiencia, es a priori y el otro, en cuanto que procede de la experiencia es a posteriori. Por tanto: ? Juicios a priori son aquellos cuya verdad puede ser conocida independientemente de la experiencia, ya que su fundamento no se basa en ésta. "Un todo es mayor que sus partes" es un juicio a priori: conocemos su verdad sin necesidad de andar comprobando y midiendo todos y partes. Y, por otra parte, los juicios a priori son universales y necesarios.

? Juicios a posteriori son aquellos cuya verdad es conocida a partir de la experiencia. De acuerdo con esta clasificación, "todos los nativos del pueblo X miden más de 1,90m" es a posteriori: no tenemos otro recurso que observar a tales individuos si queremos tener certeza de la verdad de este juicio (hace falta realizar mediciones de los nativos). Y, por otra parte, los juicios a posteriori no son universales ni necesarios, sino contingentes, ya que al depender de la experiencia, ésta puede ser contradictoria con otra futura. Ahora bien, Kant va a precisar un poco más el concepto de a priori, ya que va a distinguir entre conocimientos a priori puros y conocimientos a priori derivados, según que no dependan en absoluto de la experiencia y, además, estén privados de todo elemento empírico, o bien que no dependan de la experiencia pero contengan elementos empíricos. Así, por ejemplo si decimos "todo cambio tiene una causa", nos encontramos que la noción de cambio sólo es posible adquirirla por experiencia y, por tanto, se trata de un a priori derivado (y no puro). En cambio, si decimos que "todo triángulo tiene tres ángulos" es un conocimiento a priori puro, puesto que no necesita recurrir a la experiencia para poder afirmarlo.

c) Juicios sintéticos a priori La anterior distinción es la que dará lugar los juicios sintéticos a priori, porque tomemos el siguiente juicio, "la recta es la distancia más corta entre dos puntos": ¿se trata de un juicio analítico? Ciertamente no, ya que el predicado no está contenido en la noción de sujeto: en el concepto de línea recta no entra para nada la idea alguna de distancias. Es, por tanto, sintético. ¿Es a posteriori? Tampoco, ya que, primero, nos consta de su verdad sin necesidad de andar midiendo distancias entre dos puntos, sin necesidad de recurrir a ninguna experiencia comprobatoria y, segundo, es estrictamente universal y necesario. Es, por tanto, a priori. Así, se acepta la posibilidad de juicios sintéticos a priori que, por ser sintéticos, son extensivos, es decir, nos dan información, amplían nuestro conocimiento respecto a aquello que se refieren y, por ser a priori, son universales y necesarios, y el conocimiento de su verdad no procede de la experiencia. Precisamente esta tercera clase de juicios son los que constituyen el fundamento de la ciencia. La razón de ello está en que los juicios analíticos, por tener la noción de predicado contenida en el sujeto, no aumentan en absoluto nuestro conocimiento de las cosas (no son extensivos); es decir, después de formular un juicio analítico no sabemos más que antes de formularlo. Son verdaderos, universales y necesarios, pero los juicios analíticos no nos permiten aumentar nuestro conocimiento, el cual no experimentaría ningún progreso si todos los juicios fuesen analíticos. Por otra parte, los juicios sintéticos, por añadir la noción del predicado algo a la noción del sujeto, que no estaba previamente contenida en él, dependen de la experiencia, y la experiencia nos proporciona siempre conocimientos particulares, y la verdad de cada uno de estos juicios se ha de comprobar mediante la experiencia. Por tanto, si sólo pudiéramos formular juicios sintéticos, no podríamos construir ninguna ciencia, puesto que la ciencia lo es de lo universal y necesario, y no de lo particular y contingente. De modo tal que con sólo los juicios analíticos (a priori) o con sólo los juicios sintéticos (a posteriori) no podríamos construir ninguna ciencia. Si hay ciencia, y la hay puesto que ahí están la Matemática y la Física, es porque existe una tercera clase de juicios que reúnen en sí mismos las cualidades de los analíticos (universalidad y necesidad) y las cualidades de los sintéticos, permitiendo progresar en el conocimiento. 5. LA DOCTRINA DEL CONOCIMIENTO EN LA "CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA" En la Crítica de la Razón Pura se pueden distinguir tres partes que Kant denomina: Estética Trascendental, Analítica Trascendental, Dialéctica Trascendental. Estas tres partes corresponden a tres facultades que Kant distingue en el hombre: sensibilidad, entendimiento y razón respectivamente. Estas tres partes se corresponden también con los tres tipos de conocimiento: el conocimiento matemático, el conocimiento científico y el conocimiento metafísico. El plan en éstas tres partes es el siguiente:

  • En la Estética Trascendental estudia Kant las condiciones sensibles del conocimiento, a la vez que muestra cuáles son las condiciones que hacen posible que en la Matemática existan juicios sintéticos a priori.

  • En la Analítica Trascendental estudia Kant el entendimiento, a la vez que muestra cuáles son las condiciones que hacen posible que haya juicios sintéticos a priori en la Física.

  • En la Dialéctica Trascendental Kant estudia la razón, a la vez que se ocupa del problema de la posibilidad o imposibilidad de la Metafísica, es decir, de si la Metafísica satisface las condiciones que hacen posible la formulación de juicios sintéticos a priori.

1. Estética Trascendental — Sensibilidad — Matemáticas En resumen: CRP 2. Analítica Trascendental — Entendimiento — Física 3. Dialéctica Trascendental — Razón — Metafísica " 5.1. LA ESTÉTICA TRASCENDENTAL El contenido de la Estética Trascendental es el análisis de aquellas condiciones que siendo independientes (a priori) de la experiencia la hacen posible. A este nivel Kant sólo nos está hablando de la percepción de objetos sensibles y nos dirá cuáles son las condiciones (necesarias) para la representación de todos y cada uno de los objetos que percibimos.

Estas condiciones necesarias y precisas para la captación sensible (que serán la condición de la sensibilidad) son el espacio y el tiempo. Kant denomina a ambos "formas a priori de la sensibilidad" ("formas puras de la sensibilidad"), o también "intuiciones puras". Vamos a ver que significan esas expresiones:

* Espacio y tiempo, formas a priori de la sensibilidad:

– FORMAS. Que el espacio y el tiempo son formas significa que no son impresiones sensibles particulares (colores, sonidos…), sino la forma o el modo como percibimos todas las impresiones particulares: los colores, los sonidos… son percibidos en el espacio y en el tiempo. O, de otra manera, la forma es aquello que hace que la "diversidad" de un fenómeno esté ordenada; ese orden y esa forma le viene impuesta por el propio sujeto de la percepción (que pone las condiciones de espacio y tiempo).

– A PRIORI. Ya sabemos lo que significa "a priori": aquello que no procede de la experiencia, por tanto, espacio y tiempo no proceden de la experiencia, sino que la preceden, son condiciones que la hacen posible.

– SENSIBILIDAD. Es decir, del conocimiento sensible. Kant distingue entre "sensibilidad externa" (sensación) y "sensibilidad interna" (reflexión). La sensibilidad externa está sometida a ambas formas de espacio y tiempo (colores, sonidos… se perciben en el espacio y en el tiempo). La sensibilidad interna está solamente sometida a la forma del tiempo (nuestras vivencias, imaginaciones, recuerdos… se suceden unas a otras en el tiempo). * Espacio y tiempo, intuiciones puras:

– INTUICIONES. Al afirmar que espacio y tiempo son intuiciones, Kant pretende subrayar que no son conceptos del entendimiento. En efecto, Kant piensa, siguiendo las nociones de la lógica, que los conceptos se caracterizan porque pueden ser aplicados a una multiplicidad de individuos (el concepto de "hombre" es aplicable a todos los individuos humanos). Sin embargo, el espacio y el tiempo son únicos, no hay más que un espacio y un tiempo; no hay una pluralidad de espacios y tiempos (como sí que hay pluralidad de hombres) sino partes de un espacio único e intervalos de un tiempo único que fluye sin cesar. Hay, además, una segunda razón para negar que espacio y tiempo sean conceptos extraídos de la experiencia. El concepto de hombre es el resultado de la abstracción de ciertos rasgos a partir de la observación empírica de diversos individuos humanos. El concepto de hombre se forma con posterioridad a la experiencia. Éste no puede ser el caso del espacio y el tiempo, ya que son condiciones de toda experiencia y, por tanto, anteriores a ella (a priori).

– PURAS. El término "puro" significa en Kant vacío de contenido empírico. El espacio y el tiempo son como dos coordenadas vacías en las cuales se ordenan las impresiones sensibles (colores, sonidos…). Es importante señalar que tanto a nivel de sensibilidad, en la Estética Trascendental, como a nivel de entendimiento, en la Analítica Trascendental, Kant observará que tanto para la representación de objetos como para la construcción de juicios, deben darse dos conjuntos de condiciones: una materia que no será dada, y una forma que será el conjunto de condiciones por las cuales nosotros podemos construir el objeto sensible o el juicio correspondiente. Ahora bien, esa forma será el conjunto de condiciones que, siendo independientes de la experiencia y de los objetos, hará posible la constitución de ellos (las condiciones de posibilidad de algo).

La síntesis o la unión de la materia y de la forma constituirán respectivamente la representación de fenómenos a nivel de la Estética y de juicios a nivel de la Analítica. Pero Kant, en cada una de sus dos sucesivas síntesis, no está interesado en la materia, sino en la forma, esto es, en el conjunto de condiciones que son a priori o puras y que constituyen la condición necesaria para construir algo al nivel correspondiente, porque la forma, por ser independiente y condición necesaria, es quien podrá otorgar universalidad y validez objetiva tanto a los fenómenos como a los juicios.

Vamos a ver, pues, cómo se realiza esa síntesis en el nivel de la Estética Trascendental: Los sentidos nos dan datos del mundo exterior, datos que se reciben de cualquier modo y que nosotros captamos sin orden. Sin embargo, instantáneamente, los ordenamos al imponerles unas condiciones (de hecho: al captar los objetos externos ya lo hacemos ordenadamente). "Percibir", palabra que no utiliza Kant, es ordenar espacio-temporalmente los datos del mundo exterior. Toda percepción presupone una ordenación significativa de objetos; por eso, sin objetos no hay percepción posible, pero tampoco la hay si esos no están ordenados. Ahora bien, en el hecho de percibir, los datos de la sensibilidad y su ordenación se dan conjuntamente, simultáneamente (a la vez). Las condiciones de la percepción son de naturaleza no empírica, y están en la receptividad de la naturaleza humana, que es quien les concede posibilidad de existencia significativa para el propio hombre. Exactamente, cuando percibo, recibo datos y los ordeno, confiriéndoles una forma organizada. Así, desde un primer momento, actúa la sensibilidad sobre la materia de la intuición sensible y la forma o estructura que se impone a la materia. La materia son los datos de la sensibilidad, y la forma son las condiciones de percepción que posibilitan su organización. En la intuición sensible hay, pues, una síntesis (la unión de la materia y la forma en la sensibilidad) de datos empíricos u observaciones (recibidos por los sentidos) bajo unas condiciones a priori que hacen que lo particular tenga algo de necesario, y ése es el primer momento hacia el conocimiento: una unión de observaciones y de condiciones de su posibilidad. Así es como captamos el mundo exterior: uniendo los datos a su posibilidad de intuirlos (a priori). Nos dan algo y ponemos algo. Lo que ponemos es independiente de la experiencia y se aplica a ella, y lo que se nos da son los datos del mundo exterior; el resultado de todo ello es el mundo exterior en forma de experiencia sensible. De este modo, las sensaciones del mundo exterior adquieren forma de objetos, pues lo a priori universaliza esas sensaciones, ya que las condiciones que hacen posible la intuición sensible (espacio y tiempo) son universales para todos los hombres y, por ello, validan necesariamente la experimentación al universalizarse y homogeneizarla. Todo dato se somete a las condiciones del espacio y del tiempo que no están en el objeto, sino en el sujeto que lo capta. Espacio y tiempo son condiciones humanas para la percepción y, por medio de ellas, ésta se universaliza, pero también son independientes del objeto sensible que se percibe. Además de exponer las condiciones sensibles del conocimiento, Kant se ocupa en la Estética Trascendental del conocimiento matemático. A pesar de que las matemáticas no se hacen con los sentidos, sino con el entendimiento, Kant se ocupa de ellas en este momento porque piensa que la posibilidad de los juicios sintéticos a priori en Matemáticas depende, precisamente, de que el espacio y el tiempo son [3]intuiciones puras. El razonamiento que Kant da al respecto es el siguiente:

La geometría y la aritmética se ocupan respectivamente del espacio y del tiempo. Que la geometría se ocupa de determinar las propiedades del espacio no parece, en principio, difícil de admitir. Vamos a verlo: ¿es posible concebir un trozo de espacio sin nada, un vacío total? Efectivamente; pero ¿es concebible lo contrario, es decir, un cuerpo, una figura geométrica sin espacio? No, en absoluto. Esto nos demuestra que el espacio es una condición universal y necesaria para la posibilidad de las representaciones espaciales (o geometría), pero también nos dice Kant que es independiente de las figuras, puesto que podemos concebir un espacio sin ellas. Pero suponiendo que nunca hubiéramos imaginado el espacio: ¿podríamos pensar cómo es? Si respondemos afirmativamente, es porque aceptamos que el espacio es una idea innata, cosa que Kant no acepta. El espacio no se piensa; el espacio se capta en nuestro contacto con las cosas; el espacio es una intuición, es decir: lo consideramos como una condición previa a la existencia de la geometría. Esto es una intuición a priori.

Pero si es una intuición, ¿cómo puede ser universal y necesaria? Todas mis percepciones suponen un lugar y distanciamiento que sin él no serían posibles, por lo tanto, la posibilidad de mi intuición presupone un espacio donde todo ello puede ocurrir. Por eso, el espacio es la condición de la posibilidad de la intuición, pero de una manera universal y necesaria. Ahora bien, que la aritmética tenga que ver con el tiempo resulta, al menos, un poco extraño. Desgraciadamente, no podemos desvincular el tiempo del movimiento, ya que el movimiento es, precisamente, un espacio recorrido en un tiempo. El tiempo es una sucesión continua, y esa sucesión temporal implica los números, pero ¿qué son los números? No son nada concreto: los números son los nombres de la sucesión temporal; por eso, al contar, al numerar sólo nos estamos ocupando del tiempo. El tiempo, por lo tanto, es una condición de la sucesión y de los números. Y ¿cuál es la ciencia de los números? La aritmética. Así que es la aritmética la que se encarga de estudiar las relaciones entre los números, y precisa de un tiempo que exprese sucesión. No puede, pues, haber aritmética si previamente no se le presupone un tiempo. De ahí que el tiempo sea una condición a priori de la aritmética.

Así pues, sin espacio no hay geometría, y sin tiempo no hay aritmética; pero también sin espacio y tiempo tampoco hay posibilidad de representarse los objetos y elaborar la experiencia.

Ya para acabar, podemos decir que las matemáticas pueden formular juicios sintéticos a priori porque el espacio y el tiempo son intuiciones puras, a priori:

  • Las matemáticas formulan juicios acerca del espacio y el tiempo; ahora bien, el espacio y el tiempo son condiciones previas, independientes de toda experiencia particular, luego los juicios de las matemáticas son independientes de toda experiencia particular, es decir, a priori.

  • Las matemáticas formulan juicios acerca del espacio y el tiempo; ahora bien, todos los objetos de nuestra experiencia se dan en el espacio y en el tiempo y, por tanto, cumple las condiciones de universalidad y necesidad.

" 5.2. LA ANALÍTICA TRASCENDENTAL Una vez analizada la manera como construimos sensiblemente los objetos del mundo exterior, Kant da un paso adelante y nos eleva al nivel del entendimiento, en donde procedemos a establecer juicios en base a los fenómenos sensibles y particulares, con el propósito de establecer las proposiciones científicas. El problema que analiza aquí Kant es el de hacernos ver cómo es posible obtener leyes universales sobre la naturaleza a partir de un conjunto limitado de fenómenos. Y esto lo vamos a estudiar en dos partes: por una parte, un estudio del entendimiento en cuanto a facultad de los conceptos, de los principios y, por otra parte, un estudio sobre la posibilidad de los juicios sintéticos a priori en la Física.

A) El conocimiento intelectual: las condiciones intelectuales del conocimiento La sensibilidad nos sitúa frente a una multiplicidad de fenómenos, frente a una multiplicidad de impresiones en el espacio y el tiempo. Ahora bien, percibir tal multiplicidad de fenómenos (colores, formas, sonidos…) no es, sin más, comprenderlos. Si el percibir es la función propia de la sensibilidad, el comprender lo percibido es la función propia del entendimiento. De ella se ocupa Kant en la Analítica Trascendental que aquí vamos a resumir en los siguientes puntos:

A1. La función de comprender o entender se realiza mediante conceptos. Supongamos que estamos viendo cualquier objeto que nos es familiar, una casa, por ejemplo. Nuestros sentidos nos ofrecen ciertas impresiones sensibles (colores, formas…) aquí y ahora. Si alguien nos pregunta qué estamos viendo, diremos que vemos una casa. El concepto de casa constituye, pues, la clave que nos permite comprender e interpretar esas percepciones sensibles. Supongamos ahora que, por el contrario, se presenta ante nuestros ojos algo extraño que en nada se parece a cuanto hemos visto en nuestra vida. Percibiremos también, como en el caso anterior, impresiones sensibles (colores, formas…) aquí y ahora. Si alguien nos pregunta qué estamos viendo, no podremos contestar: nos falta un concepto en que encajar esas impresiones sensibles.

Estos dos ejemplos nos muestran como nuestro conocimiento incluye conceptos además de percepciones sensibles. Nos muestran que comprender los [4]fenómenos es poder referirlos a un concepto: esto es una casa, esto es un árbol… Cuando no podemos referir las impresiones sensibles a un concepto, nuestra impresión de aquellas queda bloqueada, resulta imposible. Pero podemos observar que esta actividad de referir los fenómenos a los conceptos se realiza siempre a través de un juicio: esto es una casa, esto es un perro… El entendimiento puede ser considerado, pues, como la facultad de los conceptos, o bien la facultad de los juicios, la facultad de juzgar.

A2. Es necesario distinguir dos tipos de conceptos totalmente distintos, los conceptos empíricos y los conceptos puros o [5]categorías. Los conceptos empíricos son aquellos que proceden de la experiencia (son a posteriori). Son, por ejemplo: "casa", "perro", "mamífero", que son conceptos extraídos de la experiencia, a partir de la observación de las semejanzas y rasgos comunes a ciertos individuos.

A parte de los conceptos empíricos, el entendimiento posee, según Kant, ciertos conceptos que no proceden de la experiencia y son, por tanto, a priori. Estos conceptos puros o categorías son doce, y Kant estaba completamente seguro de haber hallado cuántos y cuáles, ya que los había descubierto, en su opinión, por un procedimiento riguroso e infalible. La función fundamental del entendimiento es formular juicios, unificar y coordinar los datos de la experiencia sensible por medio de juicios. Pues bien, pensaba Kant, habrá tantas maneras de unificar los datos de la experiencia, tantos conceptos puros, como formas posibles de juicio. Con esta idea en la mente, Kant recurrió a la lógica y encontró que los juicios pueden ser: a) Universales, particulares y singulares, atendiendo a la cantidad; b) afirmativos, negativos e indefinidos, atendiendo a la cualidad; c) categóricos, hipotéticos y disyuntivos, atendiendo a la relación; y d) problemáticos, asertóricos y apodícticos, atendiendo a la modalidad. Doce son, pues, las categorías o conceptos puros:

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El descubrimiento de los conceptos puros a partir de la clasificación de los juicios, es denominado por Kant "deducción metafísica de las categorías". A3. Los conceptos puros son condiciones trascendentales necesarias de nuestro conocimiento de los fenómenos.

Esto significa que el entendimiento no puede pensar los fenómenos si no es aplicándoles estas categorías y, por tanto, los fenómenos no pueden ser pensados si no son pensados de acuerdo con las categorías.

Tomemos un juicio cualquiera, por ejemplo: "todos los nativos del pueblo X miden más de 1,90m". El conocimiento sensible nos ofrece una pluralidad de figuras, formas, movimientos, colores… El entendimiento, al formular este juicio, coordina, unifica estas impresiones sensibles aplicando ciertas categorías: puesto que es un juicio general (según su cantidad), el entendimiento aplica la categoría de unidad; los individuos en cuestión aparecen unificados como "nativos del pueblo X", puesto que es un juicio afirmativo (según su cualidad), el entendimiento aplica la categoría de realidad: la altura en cuestión es algo que realmente les pertenece; puesto que es un juicio categórico (según la relación), el entendimiento aplica la categoría de sustancia: los habitantes de este pueblo son concebidos como sustancia y su notable estatura es concebida como una propiedad suya; puesto que, en fin, es un juicio asertórico (según su modalidad) el entendimiento aplica la categoría de existencia: la estatura de los nativos del pueblo X está ahí, es un hecho que se impone a nuestra inspección y observación.

Como se ve en el ejemplo anterior, los objetos y sus relaciones son ya el resultado de haber aplicado esas categorías, que son las que nos han hecho significativos los distintos fenómenos. Y esto quiere decir que construimos la realidad y la hacemos inteligible a nuestras dimensiones y capacidades de conocer. Es decir, el conocimiento no es algo que se impone al hombre, sino que, muy al contrario, los objetos del conocimiento son precisamente resultado de las facultades que tenemos para elaborarlo. El conocimiento no es, ni más ni menos, que el modo como recomponemos racional e inteligiblemente la realidad exterior, tendiendo en cuenta que nosotros somos los que conocemos y que, por tanto, hacemos que las cosas se hayan de someter a nuestra capacidad y posibilidad de conocerlas. Esto es el giro copernicano a través del entendimiento, y es lo que llama Kant deducción trascendental de las categorías.

Los conceptos puros o categorías son vacíos. Así como el espacio y el tiempo han de llenarse con las impresiones sensibles, las categorías han de llenarse con los datos procedentes del conocimiento. Esto implica que las categorías solamente sean fuente de conocimientos aplicadas a los fenómenos; no pueden aplicarse válidamente a realidades que estén más allá de la experiencia. A4. Ampliando un poco más el punto anterior, cabe decir que una vez expuestas las categorías y su "funcionamiento" es necesario hablar de por qué éstas son las que son, es decir, por qué los modos a priori de la experiencia posible son necesarios y universales; y, por otro lado, cómo es posible que éstas categorías actúen sobre los fenómenos.

Para responder a esta cuestión, Kant se ve obligado a demostrar esas categorías mediante una deducción. Las categorías no pueden demostrarse a partir de la sensibilidad (empíricamente); tampoco se pueden deducir desde el puro pensamiento (desde una lógica formal): su deducción tiene que ser [6]trascendental. El principio en que se basa la deducción trascendental de las categorías es lo que Kant llama la [7]unidad sintética de apercepción (o unidad de apercepción). Ésta consiste en el hecho de percibirnos a nosotros mismos a partir de la combinación de toda la diversidad de mis representaciones y de su unificación. Ese acto de unificación es un acto espontáneo del entendimiento, consecuencia del propio sentido interno (es decir, de la percepción en el tiempo). En otras palabras, la unidad sintética de apercepción significa que, a la vez que percibo los fenómenos en un orden espacial y temporal determinado, soy consciente de cómo los voy percibiendo, es decir, de cómo voy siendo afectado por esa percepción. Y es que, según Kant, todas las representaciones van acompañadas por esa apercepción por la cual el sujeto se da cuenta de cómo va siendo afectado o codificado por esas representaciones. Ese sentirse afectado o modificado es propio del sentido interno cuya intuición es el tiempo; por el contrario, el sentido externo es el espacio. La representación de esa unidad sintética, de esa unidad de conciencia, proporciona una identidad, un yo. A diferencia de Descartes, Kant afirma que la conciencia de sí mismo siempre es derivada de la conciencia que tenemos de nuestras representaciones de las cosas (de los objetos). Para Descartes el conocimiento del yo era previo al conocimiento de las cosas (y más cierto), sin embargo Kant demuestra que ese conocimiento del yo no es más que la representación de la conciencia, del darnos cuenta de cómo tenemos y estamos sintetizando esas representaciones, esos objetos (cómo estamos conociéndolos). La representación de la conciencia por parte del entendimiento le permite a Kant presentar las categorías como reglas a priori, necesarias, por las cuales sintetizamos y determinamos el contenido de nuestra sensibilidad. Pero entonces, ¿cómo es posible aplicar las categorías a los fenómenos? ¿Cómo es posible que las categorías subsumen a los fenómenos? Y es que yo no puedo aplicar la categoría que me parezca ante los fenómenos que yo quiera, sino que estoy obligado a aplicar unas, y no otras, ante determinados fenómenos. Esto se debe a que hay una homogeneidad entre el objeto (y el fenómeno) con el concepto en el que lo englobamos y por el que lo conocemos. Ese factor homogéneo es el tiempo. El tiempo es la condición formal del fenómeno (es condición para que exista el fenómeno) y es el modo a través del cual el sujeto se va modificando al representarse el fenómeno. La manera de sintetizar mis representaciones del fenómeno y, por tanto, de conocer el objeto, viene dada por las reglas del entendimiento, según las cuales tomo conciencia de mí mismo.

La vinculación entre el objeto (categoría) y el fenómeno (lo que representa) es representada a través de un esquema. Así, el esquema sería la representación del procedimiento mediante el cual suministramos una imagen a un concepto, es decir, la representación (o imagen) que me permite reconocer un concepto. Mediante los esquemas representamos la forma como el tiempo determina mi representación de los fenómenos y mi propia apercepción. Las categorías (o conceptos puros del entendimiento) no representan a las imágenes en general de los objetos, sino a las relaciones, cualidades, modos o magnitudes bajo las que se puede dar y conocer un objeto. Tales formas de síntesis están determinadas por los aspectos en que se da el tiempo; las categorías me suministran las formas necesarias como puede sintetizar una conciencia sus representaciones. Esa síntesis o conexión de representaciones está determinada por los modos del tiempo en que se perciben. De esta manera, los distintos tipos de categorías se corresponden con distintos fenómenos en virtud de la manera de determinarla tanto a unos como a otros en el tiempo.

Un concepto puede englobar a un fenómeno porque el tipo de síntesis que hacemos (que hace la imaginación) al representarse el fenómeno es el mismo que se hace el entendimiento al construir el concepto, por ejemplo, de perro; es el mismo tipo de síntesis que tiene que hacer la imaginación para dibujar un perro (o algo que tenga que ver con el concepto de perro). Esa homogeneidad es lo que llamamos esquema, y es lo que hace posible englobar un fenómeno dentro de un concepto. Los conceptos del entendimiento o categorías no representan fenómenos concretos (ya lo hemos dicho), sino la forma que tienen de darse y de relacionarse. Las categorías lo que hacen es ordenar los fenómenos. La síntesis que hace la imaginación al representarse el modo de darse los fenómenos es homogénea a la síntesis que hace el entendimiento para construir la categoría correspondiente. Esa correspondencia de síntesis es una correspondencia temporal, y el esquema, pues, que la representa es una determinación temporal (es un esquema temporal).

Todos los principios o leyes que me permiten conocer las cosas (los objetos) vienen dados por la aplicación de las categorías a los fenómenos y, por tanto, por los modos de éstos de percibir a través del tiempo. Son 3 los modos en los que una cosa u objeto existe en el tiempo:

  • La permanencia;

  • la sucesión;

  • la simultaneidad.

Estos 3 modos de determinar un fenómeno en el tiempo se basan en nuestra propia apercepción, es decir, en nuestra manera de representarnos los fenómenos y de ser conscientes de nuestras representaciones de esos fenómenos. Tales esquemas actúan como reglas que me permiten determinar (y buscar) los fenómenos de la experiencia, y hacen posibles los "principios" básicos del conocimiento:

  • La permanencia, según la cual en todo cambio hay siempre algo que permanece;

  • la causalidad, según la cual los cambios tienen lugar según las leyes de causa-efecto;

  • la acción recíproca, según la cual los objetos (o cosas) se hallan en relaciones mutuas, de manera que a toda acción le corresponde otra proporcional a ella (choque de dos cuerpos: 3º ley del movimiento de Newton).

B) Posibilidad de los juicios sintéticos a priori en la Física Los principios fundamentales en que se basa la Física son, según Kant, juicios sintéticos a priori. Para razonar esto, tomemos como ejemplo el principio de causalidad y veamos cómo, siendo sintético, puede ser a priori:

  • El principio de causalidad está basado en la categoría de causa. Ahora bien, la categoría de causa es un concepto puro que no proviene de la experiencia, sino que es previo a la experiencia a la cual se aplica. Luego, la validez del principio de causalidad no depende de la experiencia, sino que precede a ésta. Es, por tanto, a priori.

  • Como ya hemos dicho antes, los fenómenos sólo pueden ser conocidos por el entendimiento si éste les aplica las categorías. Por tanto, las categorías se aplican a todos los fenómenos que el entendimiento conoce; así, el principio de causalidad será aplicable a todos los fenómenos que el entendimiento conoce. Es, por tanto, estrictamente universal y necesario.

C) El idealismo trascendental: fenómeno y noúmeno Las categorías no son aplicables más allá de la experiencia, más allá de lo dado en el espacio y en el tiempo. Lo dado, lo intuido en el espacio y en el tiempo se denomina "fenómeno" (lo que aparece o se muestra al sujeto). Ahora bien, la idea misma de algo que aparece implica, correlativamente, la idea de algo que no aparece, la idea de algo en sí. El objeto, en tanto que aparece y es conocido, se denomina fenómeno, y el correlato del objeto, considerado al margen de su relación a la sensibilidad, lo denomina Kant "cosa en sí" o "noúmeno". La distinción entre fenómeno y noúmeno es fundamental en el sistema kantiano. Al tratar acerca de esta cuestión en la Crítica de la Razón Pura Kant distingue dos sentidos del concepto de noúmeno: un concepto negativo y otro positivo. Negativamente, "noúmeno significa una cosa en la medida en que no puede ser reconocida por medio de la intuición sensible"; positivamente, significa un "objeto que puede ser conocido por medio de la intuición no sensible", por tanto, por medio de la intuición intelectual. Ahora bien, puesto que carecemos de intuición intelectual y solamente poseemos intuición sensible, nuestro conocimiento se halla limitado a los fenómenos y, por consiguiente, el concepto de noúmeno queda como un concepto negativo, como límite de la experiencia, como límite de lo que puede ser conocido. No hay conocimiento de las cosas en sí, de los noúmenos; el acceso a las cosas en sí no se halla en la Razón Teórica, sino en la Razón Práctica.

La distinción entre fenómeno y noúmeno permite comprender por qué Kant denomina a su doctrina "idealismo trascendental". Esta formación de idealismo consiste en la afirmación de que el espacio, el tiempo y las categorías son condiciones de posibilidad de experiencia, de los fenómenos, y no propiedades de las cosas. " 5.3. LA DIALÉCTICA TRASCENDENTAL La razón es la facultad con la que se da unidad a todos los conocimientos del entendimiento, subordinándolos a reglas y sintetizándolos hasta llegar a un [8]principio incondicionado. La razón tiende a unificar los conocimientos en un principio incondicionado. Si bien, esa síntesis que efectúa la razón no se hace en referencia a los objetos de la experiencia (sensibilidad) sino refiriéndose a las reglas del entendimiento; por lo tanto, nunca podrá proporcionar un conocimiento de objetos propiamente dicho (nos dará "instrucciones" para ordenar un conocimiento, pero no un conocimiento).

Para Kant, el error fundamental de la Metafísica tradicional es atribuir realidad, existencia, a los 8conceptos puros de la razón, a las 8ideas. Tales ideas son producto de esa "unificación" y tienen un carácter regulativo (no constitutivo) de nuestro conocimiento de los conceptos. Veamos seguidamente, y paso a paso, el error que ha cometido la Metafísica: En la Analítica Trascendental se han visto cuáles son las condiciones, posibilidades y límites de lo que podemos considerar como conocimiento científico. En base a ello, lo que tenga relación con la sensibilidad condicionada espacio-temporalmente y constituido, por lo tanto, como fenómeno, será objeto de conocimiento científico. Así pues, la pretensión de la Metafísica tradicional carece de toda posibilidad de ser ciencia, pues ha hecho que sus objetos de estudio sean establecidos y considerados más allá de la sensibilidad. Sin embargo, que la Metafísica tradicional no sea una ciencia no significa que:

— No sea algo que no cumpla ningún tipo de función; esto es, que no tenga ningún otro tipo de realidad.

— No tenga ningún otro fundamento.

Pero este nuevo planteamiento fundamentado de la Metafísica no resulta ser el objetivo kantiano de la Dialéctica Trascendental, sino que en ella Kant se ocupa de demostrar con detenimiento la imposibilidad científica de sus pretensiones. Sin embargo, esto no quiere decir que la Metafísica vaya a desaparecer. Los problemas metafísicos persisten por una sencilla razón: no sólo es científica la actitud y conocimiento humanos; existen muchas otras áreas que constituyen otros tipos de conocimientos y que resultan tan importantes e imprescindibles como el conocimiento científico, y que Kant denomina de modo genérico: Razón Práctica. Así pues, la ética y el hombre serán el punto de apoyo para la nueva fundamentación de las ideas metafísicas.

La Metafísica –entendida como un conjunto de proposiciones o juicios acerca de realidades que están más allá de la experiencia– es imposible, ya que las categorías sólo pueden usarse legítimamente en su aplicación a los fenómenos, a lo dado en la experiencia.

La aplicación de las categorías más allá de la experiencia es, lógicamente, ilegítima, y da lugar a errores, a ilusiones. La Metafísica ha caído en la trampa de la ilusión al pretender unos conocimientos que están más allá de la sensibilidad; ha errado al pretender alcanzar y conocer cosas que no son fenómenos, sino noúmenos (cosas en sí): ha caído en la llamada ilusión trascendental. La misión de la Dialéctica consiste en mostrar cómo tales errores o ilusiones provienen de pasar por alto la distinción entre fenómeno y noúmeno.

Los objetos de los que la Metafísica tradicionalmente se ha ocupado –Alma, Dios y Mundo– si los examinamos cuidadosamente, resulta que nunca tenemos una intuición sensible ni pura de ninguno de ellos. Pero resulta que el hombre ha actuado como si en realidad sí que tuviera intuiciones sensibles de estos objetos: ¿por qué los hombres han cometido con frecuencia este abuso? Los hombres tenemos la facultad de hacer juicios y síntesis, y esta facultad existe independientemente de la experiencia. Cuando esa facultad se aplica a objetos que no son de la experiencia, es cuando aparece la ilusión metafísica. Al no tener el límite de la experiencia, la razón sigue y sigue realizando síntesis ulteriores que no podía hacer si se atuviera a las condiciones de la experiencia. Y el cometer este abuso parece que es una tendencia inevitable de acuerdo con la naturaleza misma de la razón. La razón tiende a la búsqueda de lo incondicionado, y de ahí que tienda inevitablemente a extender su conocimiento más allá de la experiencia, a hacerse preguntas y formular respuestas acerca de Dios, del alma y del Mundo como totalidad.

Veamos un ejemplo de este modo de proceder de la razón: imaginemos un encadenamiento de sucesivos silogismos en los que cada premisa mayor de uno de ellos sea, a su vez, la conclusión de otro anterior y más genérico, hasta llegar a un silogismo primero que sería el origen de todo encadenamiento posterior:

1- Todos los hombres son mortales; todos los estudiosos son hombres.

Luego todos los estudiosos son mortales

2- Todos los animales son mortales; todos los hombres son animales.

Luego todos los hombres son mortales 3- Todos los seres vivos son mortales; todos los animales son seres vivos.

Luego todos los animales son mortales Etc…

Como se ve, la razón busca encontrar juicios cada vez más generales, capaces de subsumir una multiplicidad de juicios particulares, sirviendo a éstos de fundamento. La razón es, pues, de tal naturaleza que tiende a encontrar juicios, leyes, hipótesis cada vez más generales y que abarquen y expliquen un mayor número de fenómenos. Así se construye la ciencia. Kant da el nombre de ideas a esos abusos de la razón sintetizadora; las ideas son lo incondicionado como resultado del uso especulativo de la razón al haberse trascendido posibilidad y condición de la experiencia.

A cada una de las ideas de la razón Kant dedica un apartado específico. Los abusos con respecto al alma los expone al hablar de los paralogismos de la razón; los del mundo cuando habla de las antinomias de la razón; y los de Dios en los argumentos teológicos. Pues bien, estas 3 ideas fundamentales de la razón, que son producto de esa ilusión trascendental antes señalada, son consecuencia de [9]inferencias sofísticas (erróneas, falaces).

  • La primera de ellas, la de alma (o yo) es resultado de considerar al sujeto como una unidad incondicionada; es decir, el yo sería el resultado de aplicar las categorías directamente al sujeto de conocimiento. El error consiste en que se toma la unidad de conciencia (base de las categorías) por un objeto, y se le aplica la categoría de sustancia.

  • La segunda de ellas, la de mundo, es resultado de considerar toda la diversidad de fenómenos como una unidad incondicionada. Y es que la consideración del mundo como una cosa en sí misma y/o una sustancia nos lleva a afirmaciones contradictorias igualmente demostrables, que son las [10]antinomias. Kant expone tres, veamos al menos en qué consiste la primera: se puede afirmar que el universo tiene un principio en el tiempo y límites en el espacio, pero también que el universo es infinito en el tiempo y en el espacio. El problema reside, según Kant, en que consideramos al espacio y al tiempo como realidades en sí mismas.

  • La tercera y última idea de la razón es la de Dios, que es resultado de unificar todo en un solo principio. En este apartado, Kant refuta la prueba cosmológica acerca de la existencia de Dios, según la cual éste sería una causa "incausada", pues no está justificada (desde la lógica trascendental) la aplicación de la categoría de existencia y de sustancia a algo determinado por las condiciones del espacio y el tiempo.

Por otra parte, Kant refuta el argumento ontológico afirmando que con la existencia manifiesta en el verbo "ser" no estamos conociendo nada a propósito del sujeto del que predicamos ese ser; es decir, la existencia ("real") conllevaría ligar el objeto del que hablamos con el contenido de nuestra experiencia. No puedo hacer ningún juicio de conocimiento (de experiencia) acerca de Dios. Refutadas estas ideas de la razón como resultado de inferencias sofísticas, Kant nos ha demostrado en la Dialéctica Trascendental cómo la Metafísica no proporciona conocimiento puesto que no puede generar juicios sintéticos a priori.

Conclusión

Pero aunque la Metafísica es imposible en el ámbito de la razón, ésta es posible y apodíctica (necesaria) en el ámbito práctico –la pregunta ¿qué puedo conocer? no es la única–. Las ideas de la razón tienen como utilidad ordenar los pensamientos, regular los principios del entendimiento y, por tanto, del conocimiento, aunque no puedan producirlo por ellas mismas ni ampliar su campo de objetos. La Metafísica entra en el campo de la fe racional, de este modo, aunque se le ha quitado su pretendido carácter de ciencia, ésta ha quedado fundamentada de un modo intachable para cualquier proceso científico ulterior.

Ya para acabar, podemos decir que Kant considera a la Metafísica como una disposición natural. Bajo esta denominación, entendemos la Metafísica como un peculiar saber, tan arraigado en la estructura racional del ser humano, que le resulta casi imposible prescindir de él. Los objetos de ese saber son los eternos interrogantes que han agobiado al hombre desde su origen: Dios, libertad e inmortalidad. De ahí las continuas tentativas para solucionar tan intrincados problemas, aunque para ello la razón haya tenido muchas veces que alejarse de la experiencia y perderse en sus propias falacias. Jamás, pues, podrá el hombre escaparse a su hechizo, y aunque muchas veces intente apartarse, "volverá siempre a ella como a una amada con la que ha tenido una desavenencia".

Bibliografía

– Apuntes de clase – IES Cotes Baixes, Alcoy (Alicante), 2002 – La respuesta de Kant al problema de la Metafísica, acad. filosofía Polop.

– "Lecciones preliminares de filosofía", Manuel García Morente (Ed. Porrúa).

 

 

Autor:

David Ivorra Buades.

davidivorra[arroba]hotmail.com

Partes: 1, 2
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