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Arte Rupestre del Levante español




Enviado por pablomaza



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Problemas cronológicos
  3. Distinciones entre el arte rupestre franco-cantábrico y el levantino
  4. Algunos abrigos rocosos con arte rupestre levantino
  5. Aspectos culturales y técnicas de subsistencia
  6. Conclusión
  7. Bibliografía
  8. Páginas web

INTRODUCCIÓN.

La presente monografía fue realizada en el marco del Seminario de "Sociedades Cazadoras -Recolectoras del Viejo Mundo", dictado por el Dr. Roberto Bárcena en el transcurso del primer cuatrimestre del año 2001.

Esta exposición trata acerca del arte rupestre del Levante español, situado, según varios autores, en el Mesolítico, aunque su cronología es discutible.

La mayor parte de la bibliografía utilizada en este trabajo se ha obtenido, gracias a las recomendaciones del Prof. Roberto Bárcena, de la Hemeroteca de la Facultad de Filosofía y Letras. En la búsqueda exhaustiva de material se han hallado trabajos de Antonio Beltrán, Francisco Jordá Cerdá, Juan B. Porcar Ripolles, Anna Alonso Tejada, Alexandre Grimal, entre otros escritos extraídos de Internet, por ejemplo una síntesis de María García Yelo.

Los objetivos que se pretenden alcanzar con este trabajo de investigación son: establecer las principales diferencias entre el arte franco-cantábrico y el levantino; reflejar también los cambios ocurridos en la transición de las sociedades cazadoras-recolectoras a las agricultoras-ganaderas; realizar algunas consideraciones sobre las imágenes que reflejan actividades de subsistencia de las sociedades mesolíticas de la región.

PROBLEMAS CRONOLÓGICOS.

Durante estos últimos decenios han coexistido varias teorías encontradas a cerca del origen, interpretación, evolución y cronología del Arte Rupestre Levantino.

La aparición de la estación pintada de la Roca dels Moros de Calapatá (Cretas, Teruel) en 1902 y las sucesivas de la Roca dels Moros (Cogul, Lérida) en 1908 y la Cueva de la Vieja (Alpera, Albacete) en 1910, confirmó la existencia, según Breuil y Cabré principalmente, de una manifestación artística paleolítica en el sector Este peninsular ciertamente más alejada del territorio más habitual. Esta atribución cronológica se confirmó en buena parte más por el carácter figurativo, similar al que ofrecían las estaciones hispano-francesas que por la relación que podía establecerse entre pintura y yacimiento arqueológico ya que, a diferencia de aquellos, esta era prácticamente inexistente. Por otra parte, hay que tener en cuenta que ya se habían aceptado unas líneas directrices en la joven ciencia prehistórica, según las cuales el Arte Aziliense (de carácter estilizado) se situaba en el Mesolítico o Epipaleolítico y cerraba definitivamente el concepto de la figuración para iniciar un proceso de formas claramente esquemáticas.

La evidencia de que las especies animales representadas no reproducían la fauna pleistocénica llevó a Hernández Pacheco y a J. Cabré a pensar que se trataba de una manifestación artística post-paleolítica; estos investigadores se basaban en el análisis de los conjuntos de Val del Charco del Agua Amarga (Alcañiz, Teruel) y La Araña (Bicorp, Valencia). Hernández Pacheco, en 1918, plantea una postura contraria al presentar serias dudas a cerca del carácter exclusivamente paleolítico del Arte Levantino a la vez que propone otro proceso evolutivo de las formas. De manera que con un inicio en el Paleolítico (bajo la influencia Magdaleniense) de figuras aisladas de animales, en general de gran tamaño, se evoluciona mediante la incorporación de la figura humana, pasando a agregar a figuras humanas y a animales de menor tamaño, y luego a formas más esquematizadas y simbólicas dando origen al Arte Estilizado o Esquemático. Estas ideas iniciales se mantendrían prácticamente hasta los últimos trabajos de síntesis en 1959.

En el estudio del gran conjunto de Minateda, en la década del 20, Breuil ofrece todo el proceso evolutivo del Arte Levantino articulado en 13 fases que, en síntesis, se iniciaría con unas figuras incorrectas y a menudo muy esquemáticas, a la que seguirían varias etapas de grandes figuras y concluyendo el proceso con una estilización y una degeneración. Este autor proponía una cronología paleolítica para el Arte Levantino, al igual que Obermaier y Bosch.

En los años 40 Pericot intenta establecer, con aportaciones extraídas de los trabajos en la Cueva de Parpalló, un equilibrio entre las teorías defendidas por Breuil y por Pacheco. Establece la raíz de ese arte en el Auriñaco-solutrense con la aparición de la figura humana en el Epi-paleolítico y una evolución progresiva hacia la esquematización y hacia la degeneración en la última de sus fases, la 5ª. El proceso abarcaría en cifras relativas desde el 25.000 hasta el 3.000 a.C.

Pese a este intento, los criterios en orden a rebajar la cronología para este arte (aproximándose a Hernández Pacheco) encuentran cada vez un mayor soporte, especialmente personalizados en M. Almagro, quien demuestra la debilidad de las teorías de Breuil y sitúa su desarrollo a lo largo del Epipaleolítico con una perduración prolongada que llega incluso hasta los tiempos de las culturas agrícolas y metalúrgicas cuyo arte sería el esquemático.

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