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El rumor como sustituto de la Noticia (página 2)




Enviado por jultarres



Partes: 1, 2

Además, investigaremos la concepción del rumor
en el proceso periodístico informativo para llegar a
comprobar si es cierto que a veces reemplaza a la noticia. Si en
lugar de informar se busca generar corrientes de opinión
sobre temas polémicos, creando tendencias
ideológicas controvertidas en la sociedad para ocultar
temas de mayor importancia social. Y si el rol que cumplen las
empresas periodísticas se basa en un interés
económico-político o netamente informativo; o si
tanto los profesionales de la comunicación como los medios
en general cumplen las normativas éticas establecidas para
el periodismo y la comunicación de la
información.

El estudio del rumor como forma de comunicación no es
un tema muy investigado. A partir de la investigación
realizada por exponentes en la materia, y de
la opinión de muchos otros estudiosos de la
comunicación en todo el mundo, intentaremos interpretar
los resultados de investigaciones
experimentales sobre la circulación de los rumores tanto
en la prensa como en los ámbitos sociales. De aquí
surgió la idea de indagar más en este tema y reunir
toda la información pertinente vinculada con este
importante fenómeno social.

El principio del rumor resulta ser de aplicación muy
amplia. Su característico itinerario de deformación
en el recuerdo que nos proporciona pretextos suficientes, sigue
precisamente la misma distorsión que la mayoría de
las comunicaciones
entre la gente.

Aun cuando en los sucesivos capítulos trataremos de
señalar las aplicaciones más amplias del principio
del rumor, nuestra atención se centrará en aquellas
"proposiciones para creer" que se denominan comúnmente
rumores, inmersos en los distintos casos que nos presenta la
prensa a diario.

Por otra parte, las historias calumniosas y el sector
irresponsable de la prensa son conocidos como difusores de
historias dañinas. Nuestra definición quiere atraer
la atención sobre el hecho de que el rumor es
comúnmente de carácter específico y limitado y,
por esa misma razón, es generalmente de interés
parcial y temporario.

Los rumores vienen y van; a veces, algunos vuelven a la
circulación por segunda y tercera vez. Es común que
estos traten de sucesos o de personalidades. Al protagonista
siempre se lo identifica en un rumor. Se dan pocos casos donde
las víctimas no estén claramente definidas.

Por otra parte, las murmuraciones y las calumnias son algunas
de las formas concretas que suele tomar el rumor. La
característica final de nuestra definición es la
insistencia con que el rumor prolifera en ausencia de pruebas
indubitables.

Siguiendo con esta norma, dejaremos en claro que es posible
discernir entre rumores y noticias. Es claro que no siempre nos
es dado juzgar a simple vista si estamos en presencia de una
"prueba indubitable". Y por esa misma razón, no siempre
sabemos si estamos escuchando la relación de un hecho real
o de una historia fantástica.
Una noticia fechada, presentada a todos los lectores de un diario
de reputación intachable puede tomarse, por lo
común, por "prueba indubitable". Sin embargo, cuando le
contamos a un amigo la noticia leída, nos apartamos del
texto impreso
que leímos, y es ahí donde se inicia el rumor. Si
la relación oral sigue, en sustancia, estrictamente lo
impreso, no habría rumor a menos que la noticia original
haya partido de un hecho sin fundamentos, es decir, que sea en si
un rumor. Así, pues, con el objeto de acertar si lo que
estamos escuchando es rumor o relato de un hecho verídico
debemos atender si el hecho enunciado por el relato es de
evidencia próxima o remota, accesible o inaccesible.

En función de lo dicho anteriormente se plantea la
siguiente hipótesis: El rumor utiliza a la prensa
como medio de difusión para convertirse en
noticia.

Esta forma "oculta" de comunicación y difusión
de información a veces logra causar efectos particulares,
tanto en la sociedad como en los individuos en forma individual,
persuadiendo y confundiendo al receptor.

A partir de la formulación de esta hipótesis, se
quiere llegar a comprobar si es cierto que la prensa utiliza
rumores en el proceso informativo, y si en algunos casos se lo
usa para reemplazar información certera y precisa. Y, por
otra parte, si en lugar de informar, se usa el rumor para generar
opiniones controvertidas sobre determinados temas impuestos por la
"Agenda Setting" de los medios, creando así corrientes de
opinión opuestas y tendencias ideológicas
diferentes con el fin de ocultar otros temas de mayor envergadura
social.

Para comprobar la validez de la hipótesis se ha
desarrollado este trabajo de investigación obteniendo
resultados adversos. El contenido de este estudio está
organizado en trece capítulos, separados en cuatro
partes.

Para empezar, en la primer parte se desarrolla el origen y la
historia del rumor. Se menciona su primera participación
en la prensa escrita, a nivel internacional, y cuales fueron sus
primeras participaciones en las investigaciones de tipo
comunicacional. En términos generales, en los tres
primeros capítulos se describe al rumor en base a sus
antecedentes históricos.

En la segunda parte se presenta al rumor propiamente dicho.
Aquí se describe el proceso de gestación y luego de
propagación, cuales son sus motivos y la finalidad con que
crece y se difunde socialmente. Se establece su relación
con la sociedad, sus fuentes y su público. Además,
se destacan los ámbitos en que se desenvuelve.

Las teorías
de comunicación y la relación del rumor con el
periodismo se detalla en la tercera parte de este trabajo.
Ahí se verá que relación tiene el rumor con
la prensa y como convive con la información
periodística. Finalmente, en la cuarta y última
parte, se presenta el análisis de contenido de los casos
periodísticos previamente seleccionados y el resultado
obtenido del análisis realizado.

Análisis y estudio de
campo

El desarrollo de
los actuales medios de comunicación, lejos de suprimir los
rumores los ha hecho más numerosos y especializados.
Además, los rumores poseen su propio ámbito de
comunicación, van desde lo político a lo
económico, pasando por el espectáculo, lo policial,
lo laboral y lo
estrictamente personal.

A pesar de esto, en general no se tiene conocimientos acerca
de los rumores, no se sabe casi nada. Rara vez un fenómeno
social tan importante ha sido objeto de tan escaso estudio, por
lo que este acontecimiento misterioso, que es el rumor,
constituye un agujero entre los estudiosos e investigadores de
todo el mundo.

Muy pocos autores, años atrás, han dedicado sus
obras a el estudio y seguimiento de temáticas relacionadas
con el rumor y sus consecuencias. Hoy, no existen investigaciones
destinadas a estudiar el rumor. Es un tema que se ha dejado de
lado con el paso del tiempo, a
pesar de que todos conocen su existencia ya nadie habla de
él.

En realidad, el concepto escapa de las manos de los individuos
cuando estas creen poder delimitarlo. Todo el mundo cree poder
reconocer un rumor cuando lo tiene enfrente, pero nadie es capaz
de dar una definición satisfactoria de él. En otras
palabras, si bien cada uno tiene el sentimiento patente de que
los rumores existen, no hay ningún consenso para delimitar
con precisión dónde comienza y donde termina.

Como mencionamos antes, no se puede explicar la carencia de
investigaciones sobre este tema. La dificultad de la tarea
podría constituir una primera razón. Resulta
fácil trabajar acerca de cuestiones relacionadas con la
prensa, la radio o la TV
porque se conservan sus mensajes. Cualquiera puede hacer su
propia compilación de colecciones enteras de revistas o
periódicos para luego estudiarlas, pero en el caso del
rumor es diferente, salvo algunas excepciones, el investigador
suele enterarse demasiado tarde de su existencia.

Cuando el rumor ya se encuentra en su fase final. En ese
momento no puede trabajar más que con entrevistas y
recuerdos de un rumor, y exponerse al olvido, a la
racionalización y a la distorsión. Cuando esto
ocurre, el investigador no estudia el rumor en sí, lo que
halla es sólo lo que ha quedado en la memoria de
unos y otros. En estas condiciones, el objeto de estudio, el
rumor, es muy difícil de observar y estudiar. Una segunda
dificultad se basa en el hecho de que hoy en día existe
una tendencia a teorizar y a moralizar sobre los rumores, en
lugar de aplicar un análisis sobre sus mecanismos.

Por otra parte, analizar cualquier historia o hecho equivale a
realizar una tarea minuciosa y compleja. Como dicen los
teóricos, las condiciones psicológicas y sociales
en las que, usualmente, un rumor se desarrolla son parcialmente
conocidas. Sin embargo, tomando uno o dos ejemplos no
podríamos nunca llegar a ilustrar los principios
básicos del rumor. Para que un caso pueda ser tomado como
ejemplo la fórmula básica del rumor (importancia x
ambigüedad = rumor) debe estar siempre presente.

Es muy importante destacar que en esta investigación el
objetivo no es
observar los casos en sí mismos. Aquí lo más
importante es el tratamiento que la prensa (medios
gráficos) le da a cada uno de estos casos. Es decir,
¿cómo el periodismo gráfico trata y analiza
esos casos?, y luego ¿cómo "comunica" a la sociedad
lo acontecido?.

Para sintetizar, esta investigación se centró en
el "tratamiento de la información". Aquí el
problema está en la publicación de estos hechos, en
como se los trata y en que se comunica al público. Dejamos
de lado cada caso en particular y el seguimiento de los mismos.
No es relevante conocer los detalles de cada hecho, sino que
tratamiento le dio la prensa a cada uno de ellos.

La técnica de análisis

Es importante definir el tipo de análisis empleado para
la observación y posterior análisis del material.
En este trabajo se utilizó la técnica del
análisis de contenido, a través de la cual llegamos
una conclusión que nos permitió reafirmar la
hipótesis formulada en la introducción.

Para poder llevar a cabo el proceso de investigación
primero hubo que determinar unidades y categorías de
análisis. Para nosotros, la unidad de análisis se
centró en el tema.

La hipótesis es nuestra unidad de análisis. Y
por otra parte, se definieron categorías de
análisis basadas en la apreciación del contenido
evaluado. Las categorías son tres: 1) la posición
que toma la prensa en cada caso tratado; 2) la valoración
que la prensa le asigna a cada caso y 3) si las personas que
valoran esta información en la prensa son aptas para
hacerlo.

Es evidente que podrían existir un sinfín de
categorías de análisis, pero aquí se
optó por reducir esa cantidad con un único
objetivo: centrarnos pura y exclusivamente en la
comprobación de la hipótesis.

El análisis de los casos

A continuación veremos el estudio de los casos
cuidadosamente seleccionados para ejemplificar distintos tipos y
formas de rumor presentes en la prensa gráfica.

LA MUERTE DE
YABRAN

La muerte del empresario
postal tomó a los argentinos por sorpresa. Nadie esperaba
este final, todos creyeron que terminaría libre de cargos
apoyado por la impunidad.
Pero a pesar de que no se conoce con certeza su responsabilidad en el crimen de José Luis
Cabezas, la sociedad lo condenó y lo creyó culpable
de todo cargo.

Tal vez la necesidad de encontrar un culpable que respondiera
por aquel crimen sin resolver, la opinión pública
decidió condenar a Yabrán como el "homicida de
Cabezas". A medida que se actualizaba la información en la
prensa sobre los detalles de su muerte, iban surgiendo diferentes
hipótesis.

Los medios gráficos, en este caso revistas de
actualidad política y diarios
nacionales, han contribuido a alimentar distintas versiones de la
historia sin tener pruebas fehacientes para fundamentar lo que se
daba a conocer.

La revista
"Veintiuno", dirigida entonces por Jorge Lanata, fue unos de los
medios que contribuyó a aumentar la incertidumbre sobre
la muerte de
Alfredo Yabrán. En su publicación N° 45, este
semanario ubicó en el extremo superior derecho de su
portada, una fotografía
de un hombre en una
playa desierta y un titulo que decía: "¿Y esto?".
La primera impresión que causaba al observar la foto era
que Alfredo Yabrán estaba vivo, veraneando en alguna playa
de la costa caribeña, pero al leer el párrafo
que aparecía publicado en la página Nº 3 de
ese mismo número, enseguida nos enterábamos de que
la realidad era otra.

El texto que acompañaba a la extraña foto
decía: "Lola y Marcos, lectores de Veintiuno, enviaron
esta foto por correo electrónico. Fue tomada este verano,
en Cuba, por los
padres de Lola. Un dato a favor: si se revisan los detalles del
cuerpo en una ampliación puede verse con claridad la misma
cicatriz que recuerdan los amigos de Yabrán. Un dato en
contra: el registro de la
toma, que señala 30 de enero de 1999, está impreso
en letras negras y nunca aparece en ese color. Un dato
paranoico: Cuba está a punto de privatizar su Correo".

Este es un claro ejemplo del uso de un rumor en reemplazo de
una noticia. Analizando este cado en particular nos daremos
cuenta muy fácilmente que ni la persona que tomó la
foto, ni quien la publicó y luego la comentó
podrán saber si realmente era Yabrán.

Aquí el periodismo buscó generar opiniones
controvertidas sobre el caso, porque al fin y al cabo este
incidente quedó en el olvido de la opinión
pública y nunca se llegó a saber quién era,
en realidad, el protagonista de la polémica foto tomada
por turistas. Estas cosas suceden a causa de la conmoción
social que los casos provocan en la opinión
pública. Y por otro lado, la prensa, tomando una
postura crítica
de denuncia con el objeto de ponerse del lado de la sociedad, no
así de las instituciones, llama la atención con
información que no es chequeada seriamente.

A medida que la investigación del caso avanzaba, la
causa se nutría, cada vez más, de diferentes y
turbias hipótesis, que finalmente no concluían y
quedaban latentes en la opinión pública. Sin
embargo, a pesar de que los familiares de la víctima
hicieron lo posible por constatar la muerte, los rumores nunca
fueron desmentidos por los medios.

"Pagina 12" fue uno de los medios que se tomaron el trabajo de
influenciar al público con opiniones y resultados de
encuestas
sobre el tema. Díaz después del suicidio de
Yabrán, este matutino publicó un sondeo de
opinión realizado por el Centro de Estudios de
Opinión Pública (CEOP). El resultado de esta
encuesta
indicaba que "el 67,8% de la población descreía del suicidio y el
45,5 ni siquiera creía que estaba muerto".

Muchos líderes de opinión declararon
públicamente a favor de los rumores que la sociedad
comentaba. La frase del periodista e investigador Enrique Sdrech
fue un ejemplo. Durante una entrevista
dijo:"para mí, Yabrán no murió".
Literalmente, el impacto generó versiones conspirativas,
dentro y fuera del Gobierno.
Mientras, en la calle, la mayoría de la gente no
quería creer que fuera Yabrán el que había
aparecido muerto.

La Revista "Gente", por su parte, contribuyó a generar
cierta desconfianza social. Se adelantó a su
publicación semanal y editó un número
especial por la muerte del ex empresario postal con los
resultados de sondeos de opinión realizados en las calles
porteñas.

Y así nació la incredulidad entre la gente. El
runrún decía más o menos cosas como
éstas: "¿A quién se lo quieren hacer creer?.
Si Yabrán se murió, yo soy Mandrake". Otro
encuestado dijo: "Un tipo con ese poder no se mata. El finado es
otro, Yabrán está en las Bahamas".

Con esto podemos ver que la prensa no contribuyó en el
esclarecimiento del caso. Se insistió en la idea de
publicar indicios y opiniones controvertidas, a pesar de conocer
ciertos datos certeros como la autopsia, que
nunca terminaron de afirmar la increíble muerte. "Gente"
anunció que: "Con la fortuna de Yabrán, ¿es
necesario suicidarse? ¿No hubiera sido más
lógico comprarse una isla entera en algún lugar del
mundo? ¿No pudo hacer venir a los mejores cirujanos para
que trasformen su rostro, quemar sus huellas, comprar documentación falsa?, es la pregunta
aquí, aunque la autopsia parece despejar las dudas".

El caso que más se asemejó a este en Latinoamérica fue la misteriosa muerte del
colombiano Escobar Gaviria. "El 50% de los colombianos duda de
que realmente sea el cuerpo del narcotraficante Escobar Gaviria
el que está en su tumba. Muchos prefieren pensar que el
jefe del cartel de drogas
más importante del mundo, está disfrutando de su
nueva identidad en
alguna isla del Pacífico". Justamente es esto lo que
sucede en la Argentina con Yabrán.

El rumor aporta nuevos elementos de juicio sobre una persona o
un acontecimiento relacionado con la actualidad. Es por esto que
el rumor está destinado a ser reconocido como una verdad
casi absoluta. Cuando este es transmitido, en este caso por la
prensa, el objetivo es, sin lugar a dudas, crear confusión
y, por supuesto, convencer.

Jorge Brinseck fue el encargo de hacer las averiguaciones
pertinentes en este caso para informar a los medios desde la
agencia de noticias donde actualmente trabaja. "En lo personal, y
en función de la documentación a la que he tenido
acceso, creo que Yabrán se suicidó. Pero la
particular personalidad y
trayectoria del nombrado y las insólitas
características que rodearon al episodio, invitan a dar
rienda libre a la imaginación popular y, por supuesto, a
la febril iniciativa periodística, tal cual sucedió
también con el caso de Carlos Menem (h)".

Por su parte, Allport y Postman afirman que "se debería
impedir a cualquier precio esa
modalidad de expresión por parte de la prensa".

El entrevistado Michael Ritter afirma que "primero hay que
saber que los rumores expresan ansiedades y hostilidades. En
el lenguaje
del psicoanálisis, difundir rumores es un
mecanismo de defensa. Alivia el ego al liberar las
incómodas presiones de exceso de ansiedad. Esto se logra a
través del proceso de proyección de forma tal que
las ansiedades se convierten en amenazas menores, al proyectar
deseos o sentimientos inaceptables, que en realidad son los
propios, frente a factores externos. En la medida en que es
interpretado como un emergente significativo, el rumor pierde su
condición de irrealidad. En ese sentido es una
definición falsa de una situación que suscita una
conducta nueva,
la que se orienta a convertir en verdadero un concepto
originalmente falso. Algo así como una profecía
equivocada que sin embargo logra autocumplirse a partir de su
mismo discurso".

Por otra parte, Ritter dice que "a pesar del énfasis
puesto en los rasgos de la personalidad y en las emociones del
individuo en
el proceso de formación del rumor, no pueden excluirse el
conjunto de factores sociales. Algunos investigadores ven incluso
en el fenómeno del rumor simultáneamente un
problema de orden psicológico como uno de orden social.
Son los que subrayan la prevalencia del rumor en situaciones de
crisis como el
pánico,
las epidemias, guerras, los
desastres naturales y los tumultos. La circulación de
rumores es siempre un problema social y psicológico de
gran magnitud. En especial modo lo es en momentos
críticos. Cuando quiera que haya tensión en el
ambiente social, se torna realmente virulenta la difusión
de noticias falsas".

La sociedad no deja preguntas sin respuestas, así como
no le interesan respuestas a preguntas que no ha formulado.
Cuando la pregunta existe y la respuesta es diferida, el rumor
toma su lugar. Cuando no hay incógnitas el rumor no
prospera. Debe haber un sustrato mínimo que lo haga
posible.

En este sentido, según la socióloga y escritora
Beatriz Sarlo "el rumor es una verdad ficcional y una
ficción verdadera". Es verdad ficcional porque se trata de
una hipótesis más que de hechos establecidos, ya
que cuando los hechos se han establecido, el rumor se convierte
en noticia. Es ficción verdadera porque,
independientemente de su verdad, debe ajustarse a algunas reglas:
si el rumor quiere correr y proliferar, tiene que tener por lo
menos algún rastro de verosimilitud. Algo completamente
fantasioso difícilmente pueda convertirse en rumor y se
desvanece mucho antes de comenzar su circuito de reproducción oral.

Esto no quiere decir que el rumor deba ser completamente
verosímil. "Si lo fuera no tendría forma de rumor,
porque siempre incorpora algo exagerado, inaudito, necesariamente
oculto y difícilmente comprobable. Así como no
cualquier relato es mítico, no cualquier dicho puede
convertirse en un rumor".

Ahora bien, si estas características citadas se unen a
la idea de las "teorías conspirativas", podríamos
llegar prontamente a los rumores sobre la muerte de
Yabrán. "Una celebridad muere en un accidente
automovilístico; un avión de pasajeros explota
minutos después del despegue; un miembro del gobierno se
suicida; las drogas
inundan las ciudades del interior; se descubre que el gobierno
(en los EE.UU.) conduce un programa de canje
de drogas que a su vez son canjeadas por armamentos que pretenden
ser utilizados para ser canjeados por rehenes en un Estado
beligerante; enfermedades fatales que
hacen estragos en una comunidad y
luego en otras; líderes políticos, religiosos y
culturales son asesinados; sectas que cometen asesinatos y
suicidios; se ven objetos misteriosos en el cielo; se informa
sobre la existencia de elementos extraños en el lugar de
un accidente automovilístico y toda un área
está cercada por el gobierno, aunque se lo niega" dice
Michael Ritter al ser entrevistado sobre el caso
Yabrán.

Según la opinión de Ritter "las conspiraciones
son interpretadas como complots encubiertos a cargo de grupos con un
objetivo específico en mente. El objetivo puede ser legal
o ilegal, pero el término implica acciones que
por naturaleza son subversivas. Esta connotación
también se aplica a las teorías conspirativas, que
en parte, son relatos explicativos. Representan los traumas
públicos recurrentes que parecen obsesionar a las sociedades.
Por otro lado, los individuos que se atreven a sugerir que las
acciones clandestinas de elites poderosas han ejercido influencia
sobre hechos políticos o históricos, a menudo son
frecuentemente descartados por no estar en lo cierto, por ser
fantasiosos, supersticiosos, obsesivos, histéricos, e
incluso paranoicos".

Por otro lado, Karl Popper
definió a las teorías conspirativas como "la forma
de percibir que la explicación de un fenómeno
social sea el descubrimiento de hombres o grupos interesados en
que este fenómeno ocurra (a veces es un interés
oculto que primero ha de ser revelado) y que han planificado y
conspirado para que ocurra. Los rumores conspirativos -como
resulta casi obvio- están relacionados a hechos de gran
trascendencia cuyo desenlace muchas veces trágico no ha
sido totalmente esclarecido o de serlo, su resolución es
ambigua o no total-mente convincente para gran parte de la
opinión pública y que produce por lo tanto
incertidumbre, ansiedad y temor en ella".

El imaginario colectivo sobre supuestos complots y
conspiraciones no tiene límites.
Se ha constituido en un modo hiper-real de comunicación e
intento popular por readaptar y redeterminar significados,
transformando información "oficial" en conocimiento
accesible al hombre común. Por otro lado, la popularidad
de las creencias conspirativas no hace más que demostrar
el colapso de la distinción entre lo literal y lo
metafórico, lo fáctico y lo ficcional, la paranoia
y la persecución; entre el diagnóstico y el síntoma, lo trivial
y lo valioso; en definitiva, entre lo verosímil y lo
increíble.

"La muerte de Yabrán" es justamente un caso que
contiene todos los ingredientes para tejer una jugosa historia
repleta de rumores. Seguramente esto se debió a que el
hecho fue altamente inusual para la sociedad. Además, el
tratamiento que la prensa le dio contribuyó a acrecentar
las dudas. Este evento fue importante en sí mismo y
también para la opinión pública. Los miles
de centímetros de columnas, noticias y escritos publicados
por los medios gráficos retratan el escenario en que se
desarrolló esta historia. La prensa dio testimonio del
enorme interés del público en el asunto y
contribuyó directamente en generar opiniones
controvertidas sobre lo ocurrido.

EL ACCIDENTE DE LAPA

El accidente ocurrido en el Aeropuerto Metropolitano de
Buenos Aires,
cuando un Boeing 737 perteneciente a la empresa LAPA
se estrelló a metros de la pista y causó 67
muertes, desató una conmoción general entre la
gente. A partir de este momento, se generaron rumores y
diferentes hipótesis sobre lo ocurrido.

El caos era total. Los pasajeros heridos salían del
avión accidentado. Algunos golfistas intentaban ayudar.
Los periodistas tomaron el protagonismo frente a las
cámaras y recogían partes del avión.
Entrevistaron a heridos y testigos en vivo. Pronto llegaron
policías, ambulancias y más periodistas. Sin
embargo, en un primer momento, LAPA no dio información a
la prensa y creó un vacío que fue llenado y
sustituido con suposiciones y rumores.

El primer rumor fue que piloto y el copiloto habían
sobrevivido al accidente. El diario Clarín tituló
en su portada del día siguiente "El piloto y tres
tripulantes se habrían salvado"; y a esto adjuntó
un copete que anunciaba que los "Voceros del Aeroparque dijeron
que el piloto Gustavo Weigel -que se habría salvado junto
a otros tripulantes salieron por una puerta de emergencia-
habría intentado levantar vuelo dos veces…".
Además, las expresiones "se cree", "se presume", "altas
fuentes" y el uso del condicional "habría", usadas
comúnmente en el relato de rumores, abundaban en toda la
nota publicada por Clarín.

En las sociedades actuales es muy común que
detrás de este tipo de historias se encuentran una o
más personas que atribuyen el hecho a una
conspiración, intentando identificar una red de contactos que
"secretamente" planearon el hecho. Estas teorías intentan
explicar lo ocurrido pero muchas veces son descartadas por ser
fantasiosas y paranoicas.

A raíz de los rumores y con la creencia de que la
empresa
deliberadamente ocultó información, la justicia
pidió a la prensa que aclare porque se dio a conocer que
el piloto sobrevivió al accidente, cuando se sabe que no
fue así. Como ya mencionamos, los recaudos que una empresa
–en este caso la responsabilidad es compartida, tanto para
LAPA como para Clarín- puede tomar para evitar un rumor
son muchos, pero nada puede predecir su nacimiento,
propagación y alcance. Una información clara,
concisa, creíble y dada a tiempo puede ser el arma
más efectiva a la hora de enfrentar a un rumor.

Jorge Brinseck fue uno de los entrevistados sobre el tema y
dijo: "no recuerdo la tapa de Clarín. Si el anuncio de un
canal de cable que decía que piloto y copiloto
habían sido "secuestrados" por los directivos de LAPA para
que no hablaran y me pareció una irresponsabilidad sin el
más mínimo atenuante. Infelizmente, cuando las
fuentes de
información no son precisas o los que tienen que
informar no lo hacen debida y adecuadamente, suele suceder -como
en el caso de LAPA donde más allá de la tragedia
hubo un total desmanejo de la
comunicación- que el rumor cobre mayor
cuerpo que la verdad hasta llegar a sustituirla".

Por su parte, Michael Ritter dice que, a pesar de que conoce
muy poco sobre el caso, cree que las versiones de la existencia
viva del piloto tuvieron mas que ver con el caos que reinó
después del accidente, caso para el cual la empresa estuvo
muy lejos de estar preparada como lo establecen las reglas de
juego en las
compañías aerocomerciales. A diferencia del Caso
Yabrán, el misterio no perduró y por lo tanto no se
consolidó en un caso de "leyenda urbana".

Esta claro que la participación de Clarín en el
enredo de la información publicada, que finalmente no era
del todo cierta, se debió a su avidez por la inmediatez en
publicar datos. Esto lo llevaría a sacarle ventaja a sus
competidores, es decir, los otros medios. Es muy común que
estas cosas sucedan cuando se quiere llegar antes sin tener
tiempo suficiente para "chequear la información".
Aquí es donde entra en juego la responsabilidad y
ética periodística.

Basándose en este tipo de casos, Shibutani
conceptualiza al rumor de una manera particular. "Los rumores son
noticias improvisadas que surgen como resultado de un proceso de
discusión colectiva". Para Shibutani el rumor esta
constituido por la unificación de los recursos intelectuales
con que cuenta un grupo para dar
una interpretación satisfactoria del
acontecimiento. En otras palabras, el rumor es a la vez un
proceso de dispersión de la información, de
interpretación y de formulación de comentarios.

Con este ejemplo dejamos en claro la gravidez de las
consecuencias que un rumor puede generar en una sociedad alterada
por el pánico. La rapidez de difusión de los
rumores llega hasta lo impensado. Así pudimos observar que
el rumor puede comenzar como un breve comentario y finalmente
terminar en la portada de un importante diario nacional.

LA MUERTE DE CARLOS MENEN hijo

En la presentación de los casos, en el capítulo
anterior, se mencionó que 1995 fue el año en que
Carlos Menem (h) murió al caer su helicóptero.
Desde ese día, la prensa no ha dejado de publicar citas de
su madre, Zulema Yoma, quien, a título personal, lleva
adelante la investigación junto a un grupo de
abogados.

La muerte de Carlos Menem (h) fue, en un principio, presentada
por la prensa como un accidente. Sin embargo, Zulema Yoma no
aceptó la posición oficial y empezó a
plantear una hipótesis alternativa que dislocaba el
discurso dominante de la prensa.

Unas semanas después del hecho, a causa de las
opiniones controvertidas de testigos presentes en el lugar del
accidente, la prensa cambió su postura y comenzó a
calificar el caso de "atentado" o "asesinato". Se perdió
el rumbo, y se llegó a sostener juicios que nunca pudieron
ser respaldados con evidencias. En
algunos casos se mencionaron pruebas, pero nunca se llegó
a una conclusión certera.

El 20 de Julio de 1998, Oscar Cifuentes, un integrante del
narcotráfico colombiano apareció
ante la prensa con la intención de contar su
participación en la muerte de Carlos (h). A nueve
días de este incidente, la Revista "Veintiuno" -en su
sección "Dossier"- publicó un informe contando
detalles de esta historia sin saber si la misma era cierta o
no.

"Durante semanas, el canal –TELEFE- apostó a
colocar a Cifuentes en boca de toda la opinión
pública y a provocar un hecho periodístico sin
precedentes". Esta fue la frase que esta revista utilizó
para descalificar a un medio televisivo. A pesar de que en la
nota se citaba que no era información de "primera mano",
la opinión publica tomó estos datos como
verdaderos, y de ahí surgieron las innumerables versiones
que, hoy en día, se conocen sobre el caso.

Sin embargo, los periodistas que realizaron la
investigación, luego de darse a conocer este episodio,
aclararon que "abortaron el informe especial por falta de pruebas
concretas". Igualmente la historia ya era conocida, y la
explicación llegó tarde.

La prensa calificó a Cifuentes como "el supuesto
asesino del hijo del presidente". Titulares y copetes en diarios
y revistas de actualidad llamaron la atención del
público durante casi dos meses. Pero al interrogar a los
periodistas que protagonizaron la investigación, se
dejó por sentado que ellos no creían en el
documento publicado.

Por otra parte, la revista "Tres Puntos", realizó un
informe que fue publicado el día 5 de Agosto de 1998,
donde criticaba a "Veintiuno" y anunciaba que había gato
encerrado.

En contraposición con la versión que adoptaron
TELEFE y los periodistas que presidieron la investigación,
el matutino porteño "La Nación"
publicó una nota afirmando que el testigo de la causa era
falso y que había sido instigado por la prensa para
declarar que el incidente había sido un atentado causado
por él mismo. "La Nación"
comunicó a la opinión pública que "el
albañil
peruano Erich Chuzón Zárate –nunca fue
traficante colombiano como lo afirmaban otros medios-
quién dijo que derribó a balazos el
helicóptero en el que murió Carlos Menem (h), se
arrepintió y negó todo. Y aseguró que lo
instruyeron para contar esa versión".

Según la opinión de Rosa Montero sobre este
tema, "una de las tareas del periodista consiste, precisamente,
en no dejarse intoxicar por los rumores. Hay una norma
periodística de oro que
jamás debería ser rota, y que dice tajantemente
así: Los rumores no son noticia. Luego no se
debería de publicar nunca una noticia que no tuviera las
fuentes bien identificadas. Y además hay que comprobar la
fiabilidad de esas fuentes y contrastar la noticia con al menos
otra fuente independiente. Pero por desgracia muchas veces se
incumplen. Cada vez que un periodista consiente en ser correa de
transmisión para una fuente no identificada se corre el
inmenso riesgo de estar
propalando un rumor intencionado que alguien ha lanzado en su
propio provecho. Es decir, te arriesgas a estar siendo
intoxicado".

A pesar de que en este caso la presencia de rumores y la
escasez de datos
era evidente, nunca existió una explicación al
respecto, y mucha gente creyó en esto sin dudarlo. Esta es
una de las formas que los rumores utilizan para difundirse y
hacerse presentes en la prensa.

LAS EXPLOSIONES EN RIO TERCERO

La opinión pública recibió con
indignación la noticia de las misteriosas explosiones en
la ciudad cordobesa de Río Tercero ocurridas en noviembre
de 1995 en la fabrica militar de la zona.

Las hipótesis sobre el origen accidental de la
explosión que causó la muerte de siete personas y
miles de heridos, además de millonarios daños
materiales,
fueron refutadas inmediatamente por la prensa. El hecho fue
calificado en las portadas de los diarios como "sabotaje o
atentado".

Indirectamente la prensa influyó en la opinión
de la gente, y aprovechando la conmoción que causó
el terrible incidente, convenció a la sociedad de que en
realidad el "accidente" había sido intencional.

Luego de cuatro años de investigación la
justicia comenzó a sospechar que pudo haberse tratado de
un sabotaje, pero en aquel momento –luego del hecho- la
prensa aún no conocía estos peritajes. Una vez
más la prensa se adelantó y sacó sus propias
conclusiones de lo acontecido.

Según el periodista Germán Sopeña, "los
rumores en la prensa han existido, existen y por supuesto
existirán. Pueden provenir de cualquier lado, desde
fuentes interesadas hasta disparatadas; pueden responder a una
orquestada operación de desinformación o una simple
charlatanería de vecino. Tamizarlos, confirmarlos y
ponderarlos es responsabilidad del editor".

Además Sopeña aclara que "la prensa y los
rumores tienen en común el hecho de que ambos gozan de
gran popularidad y atención debido a que los dos
transportan noticias atractivas. A diferencia de la sola
información, la noticia se caracteriza por su actualidad y
su fuerte afinidad con los ámbitos de interés del
público, debido a que informa sobre sucesos,
circunstancias, asuntos y objetos que, si bien imprevistos,
pueden tener consecuencias significativas para el público.
La investigación (de la información) cuesta mucho
dinero. Los
rumores y chismes en cambio son de
distribución económica y tienen a
menudo, en la carrera competitiva por los "ratings" y las cifras
de tirada, un valor de
entretenimiento superior frente a los hechos comprobados y a los
análisis diferenciados de fondo".

Basándose en su propia experiencia Sopeña afirma
que "la prensa seria y responsable no se hace eco de rumores.
Quienes abandonan su profesionalismo para subirse entusiastamente
a caballo de ellos no merecen ser considerados periodistas,
aunque firmen sus artículos u ocupen cargos ejecutivos en
una redacción".

Como ya se observó antes en varios casos, es habitual
que la prensa contribuya a crear dudas en la sociedad. En este
caso en particular, la prensa no ayudó a esclarecer el
tema, sino todo lo contrario. Parte de la prensa colaboró
con las versiones "no oficiales" –como Página 12, La
Nación, La Voz del Interior y Clarín- pero una
destacada minoría se mantuvo al margen limitándose
a no dar opiniones.

El diario "La Nación" dio a entender, en todo momento,
que se trató de un "atentado". Así, un periodista
de este matutino publicó una nota que afirmaba con temible
contundencia que "el accidente que sufrió Río
Tercero el 3 de noviembre no fue tal sino un sabotaje!". Luego,
al final de la misma nota, aparece nuevamente esta otra frase:
"la explosión de la Fábrica Militar de Río
Tercero en noviembre de 1995, ¿fue un accidente o inducida
por presuntos saboteadores?".

"Pagina 12" también recurrió a copetes que
llamaron la atención de la opinión pública.
"Este hecho alimenta nuevamente las conjeturas en cuanto a que la
trágica explosión, que se cobró siete vidas,
pudo haber sido consecuencia de un sabotaje para tapar algo
gordo".

También Clarín contribuyó a incrementar
la idea de que se trató de un sabotaje utilizando
términos tales como "ilegales", "mafia", "atentado" y "no
accidental" en sus titulares. "Las insistentes versiones indican
que la explosión ocurrida en noviembre de 1995 no
habría sido accidental, sino que guardaría una
directa relación con las supuestas ventas
ilegales de pólvora y de armas. Esto
indicaría que es muy probable que la teoría
del sabotaje sea real".

Por su parte, la revista "Noticias" tituló una nota
"Versiones del sabotaje en Río Tercero", donde afirmaba la
teoría del atentado basándose en datos obtenidos
del diario "La Vos del Interior", de la ciudad de Córdoba.
"Para la época en que se produjo la catástrofe
estaba prevista una inspección de las Naciones Unidas.
Por esta razón, la explosión fue provocada para
ocultar las cajas con armas que no fueron a Ecuador".

Con todos estos ejemplos podemos observar a simple vista que
la hipótesis del "sabotaje" -posible teoría
conspirativa- no se debe a una idea o pensamiento
del imaginario popular.

RENUNCIAS Y CAMBIOS DE GABINETE

Primero le tocó el turno a José Luis Machinea, y
luego siguió Ricardo Lopez Murphy cediéndole
finalmente su lugar a Domingo Cavallo, quién hasta la
fecha es el ministro de Economía del actual gobierno presidido por
Fernando de la Rúa. A causa de estos cambios en el
gabinete, otros ministros -Alberto Flamarique, Graciela
Fernández Meijide, Federico Storani, Marcos Makón,
Hugo Juri y Ricardo Mitre, entre otros- también
presentaron sus renuncias.

Esta situación de crisis institucional creó una
gran conmoción y preocupación en la sociedad. La
falta de comunicación por parte del Gobierno dio lugar a
un "cultivo de rumores" en la opinión pública.

"Los rumores son en definitiva un vacío de
comunicación, sobre todo cuando impera un estado de
incertidumbre. Su característica más importante es
la distorsión a lo largo de la cadena de
transmisión. Cuando la función de los canales
formales de comunicación se interrumpe o no se adecua, se
desarrollan las noticias improvisadas".

Según las investigaciones de Ritter la "cantidad de
rumor" varía según la importancia que le asignen
los individuos, que es multiplicada por la ambigüedad de la
prueba del mensaje. "El rumor es una transacción
colectiva, hay un alto nivel de ambigüedad y la naturaleza
problemática de la situación constituye el
epicentro del análisis social".

Durante todo el mes en el que se desencadeno la crisis
política, la prensa dedicó todas sus fuerzas al
tema que realmente preocupaba a la sociedad. Como decían
Allport y Postman, "las sociedades en crisis siempre están
más propensas a adoptar rumores en reemplazo de la
realidad".

Según la opinión del periodista Germán
Sopeña sobre el tema, "las columnas que relatan
información "off-the-record" le han suministrado una
plataforma espectacular a los rumores para su difusión.
Estas plataformas no existen por azar sino como pantalla de
difusión de información no comprobada. Ni que
hablar de las famosas "operaciones de
prensa" cuyo principal cometido es la difamación o
desinformación sobre la base de datos
falsos, tergiversados o puestos fuera de contexto, especialmente
lanzados para tal fin. Las "operaciones de prensa" están
fuertemente reñidas con la ética
periodística y su uso está estrictamente vedado por
los medios de
comunicación serios, de modo que no deberían
ser considerados una plataforma usual para la diseminación
de rumores".

Por otra parte, el licenciado Nicholas Di Fonzo afirma que "en
una política de comunicación lo que hay que hacer
es buscar nuevos canales de comunicación. El rumor es una
mala comunicación. Los rumores se generan cuando existe un
hecho relevante o de mucho interés para la sociedad,
cuando no hay información oficial al respecto y cuando hay
un hecho de gran incertidumbre".

Los diarios y revistas que se encargaron de retratar lo que
ocurría en el gobierno en aquella época de
inestabilidad contribuyeron a la desinformación de la
opinión pública. La sociedad estaba cada vez
más confundida y "desinformada". La prensa no actuaba como
"medio de comunicación", todo lo contrario.

Finalmente, los rumores sobre la posible renuncia de Fernando
de la Rúa alertaron no solo a la gente, sino
también a los mercados y a los
mandatarios de otros países. Los diarios titularon sus
portadas con frases alusivas a la posible renuncia presidencial
sin tener certeza de la información, ni pruebas que la
sustentaran.

"La crisis se tragó al ministro de Economía,
Ricardo López Murphy y a su plan de ajuste de
tres días. Entre la madrugada y la noche del día
siguiente amenazó con devorar también al presidente
Fernando de la Rúa". Este fue el copete de una nota
publicada en el diario "La Nación" al día siguiente
de la renuncia del entonces ministro de Economía.

Por su parte, Ámbito Financiero también
contribuyó a generar rumores sobre la posible renuncia del
primer mandatario. "Noche afiebrada: cuando Cavallo dijo que se
iría, De la Rúa contestó entonces yo
también me voy". "De la Rúa amagó con su
renuncia para definir su nuevo gabinete".

El matutino económico "BAE" –Buenos Aires
Económico- atribuyó la caída de los mercados
durante la jornada del 22 de marzo de 2001, a los rumores de la
renuncia del presidente De la Rúa. En su siguiente
edición, BAE tituló su noticia
principal: "Los rumores golpearon a los mercados".

Clarín se sumó a la cadena y publicó un
copete anunciando los rumores. "Fuerte derrumbe de los bonos y las
acciones a causa de la versión de la renuncia de Fernando
de la Rúa". "El rumor de la renuncia de De la Rúa
no pareció serio, pero tampoco se le dio credibilidad al
rumor que daba como renunciado a López Murphy. En
definitiva la opinión pública ya no sabe que
pensar".

También diario económico "El Cronista"
afirmó que "los mercados caían y un rumor los
derrumbó". "Las pérdidas se activaron a la
mañana por el mal clima, pero se
profundizaron dramáticamente al tomar cuerpo la
versión sobre la renuncia de De la Rúa".

Como ya hemos visto, lo importante para que el rumor se
produzca realmente, el evento en cuestión debe estar
caracterizado por un manto de ambigüedad. La
información que se da a la opinión pública
no debe ser clara. De esta manera, la naturaleza crítica
de la situación constituye el epicentro del abordaje del
rumor.

"En una situación de crisis como esta, lo que se
requiere urgentemente es información precisa y verdadera,
información que permita comprender una situación
incierta y que pueda a la vez ser ajustada como una pieza de un
rompecabezas para modificar el discurso en función de
dicha situación. En un marco así, el público
se torna altamente receptivo a cualquier tipo de noticia. Esta
demanda de
información y noticias está en proporción
directa a la importancia asignada por el individuo al evento o
incidente. Cuanto más importante sea el asunto, tanto
mayor será la demanda informativa. Las grandes noticias
afectan a un gran público".

Además, "existen intereses de los sectores
políticos y empresarios en correr rumores a través
de la prensa. Los políticos son los inventores de las
"operaciones de prensa"; y desde que existe este tipo de "mano de
obra desocupada", la "cadena de la felicidad" y la "industria del
chantaje" entre periodistas venales, las "operaciones de prensa"
también se han privatizado. Sobre todo en aquellos casos
en que hay contratos y
licitaciones millonarias del Estado en juego".

Por otra parte, los medios de
comunicación y su crecimiento y penetración e
la sociedad, han impulsado enormemente la velocidad de
los rumores y con ello también han acortado
drásticamente su vida útil. Una parte creciente de
la prensa –de los medios en general- vive de los rumores.
Desde "Ámbito Financiero" con sus "Charlas de Quincho",
pasando por "BAE" con "La hoguera de las vanidades" y hasta "The
Wall Street Journal" con su columna de "rumores" entre otros
medios, dedican columnas enteras a la difusión de rumores
del más diverso tipo".

"En su artículo 'El Mercado Negro de
la Información' Stephan Russ-Mohl, se pregunta:
'¿acaso no esperamos de un periodista profesional serio
que compruebe la veracidad de las noticias y también de
los rumores antes de publicarlos?'. Seguro, porque
una vez que un rumor ha sido puesto en circulación,
adquiere calidad de
noticia. Todo corredor de bolsa puede "cantar una canción"
acerca de las veces en que la puesta en circulación de un
rumor ha hecho crecer sus ganancias. Sin embargo este motivo no
parece ser suficiente para explicar y justificar el hecho de por
qué los medios difunden rumores hoy en día, tan
alegremente y en forma tan excesiva. ¿No será que
están en alza porque la línea de demarcación
entre periodismo y entretenimiento es cada vez más
borrosa? La investigación de la información hoy en
día cuesta mucho dinero. Los rumores -mal llamados "Talk"
en la nueva jerga periodística- en cambio, son de
distribución económica y tienen a menudo, en la
carrera competitiva por las primicias, un valor superior frente a
los hechos comprobados y a los análisis diferenciados de
fondo".

En la Argentina es muy común que esto suceda con la
prensa. Las empresas periodistas, principalmente los medios
gráficos tienen que aumentar la cantidad de lectores para
poder sobrevivir. Y esta es, aparentemente, una forma de llamar
la atención del público. Es la lucha permanente por
conseguir "información exclusiva" a cualquier precio, sea
como sea.

Michael Ritter, quién se ha convertido en un experto en
el tema luego de haber investigado al rumor en la
comunicación durante mucho tiempo, eligió un
ejemplo alegórico para llegar a explicar la causa de la
sustitución de la noticia por un rumor.

"En el campo de la teoría económica, la Ley de Gresham es
categórica: la moneda mala desplaza la buena. Tomás
Gresham, canciller y asesor económico de la Reina Isabel I
de Inglaterra
formuló del siguiente modo su teoría: 'en todos los
países en que están en circulación dos
monedas legales, la mala siempre quita el puesto a la buena'.
Algo similar sucede en el campo de las comunicaciones. Cuando
sobre un hecho de interés se pretende ocultar
información, retacearla por diversos motivos o diferir su
difusión, se choca con la necesidad y demanda informativa
del público. En el caso de los medios, los errores,
omisiones o falsedades en que pueden incurrir por falta de
fuentes directas se difunden rápidamente. No por mala
voluntad o por intencionalidad. Simplemente porque nadie quiso
hablar ni se ocupó de responder a los requerimientos del
periodista. Ésa es la mala información, en este
caso el rumor, que como en la Ley de Gresham, reemplaza a la
buena".

En otras palabras, los rumores son sustitutos de la
información veraz cuando la demanda informativa es grande
y ésta no se ve satisfecha por las fuentes oficiales

Según el periodista argentino Edi Zunino, "jamás
como ahora, las versiones no confirmadas influyeron tanto en la
política, la economía y comunicación. El
rumor es una arma temible para la sociedad".

En ese caso, ante la falta de información precisa y
confiable, tanto los medios como los individuos recurren a todas
las fuentes a su alcance para ver satisfecha su necesidad.

Es así como las situaciones de crisis social terminan
siendo permeables a la presencia del rumor. Este se fortalece y
se difunde utilizando a la prensa como medio, con el fin de
insertarse en la sociedad y convencer a la opinión
pública.

Conclusión

El rumor está inmerso en cualquier sociedad actual.
Su cualidad falaz se debe a
que trata de ocultarse presentándose disfrazado como
portador de información objetiva y verdadera.
Y para
esto no hay explicación, y mucho menos prevención.
Entonces se puede afirmar que el rumor seduce porque proporciona
una mejor manera de comprender el mundo.

Existen varias causas por las que un rumor irrumpe en la
prensa y reemplaza a la noticia. La falta de temas o hechos
noticiosos que tengan importancia e interés para el
público, la negligencia al recolectar información y
luego publicar datos erróneos o escasos, la
ambigüedad en la información de una noticia, la
inmediatez y la necesidad de primicias para poder competir, la no
confirmación de los datos, la falta de fidelidad en la
relación con las fuentes, la intencionalidad al ocultar
información que no se quiere dar a conocer, el deseo de
transmitir y dar a conocer una idea propia del comunicador
disfrazada de creencia popular, y el desconocimiento de la causa
o hecho sucedido son los motivos que traen aparejados la
presencia de rumores en las noticias.

De todas maneras, la causa principal para que el rumor
realmente se produzca es que el evento en cuestión
esté caracterizado por la ambigüedad.

Puesto que la gente no reconoce el rumor al enfrentarse con
él, y como rara vez se rehúsa a creerlo,
engañada por la etiqueta de verdad con que viene
disfrazado, llegamos a la conclusión de que el
público no es lo suficientemente inmune contra este
virus. Lo
único que un individuo puede hacer para inmunizarse contra
el rumor es familiarizarse con él. Pero de todas formas,
por más entrenado que un individuo esté para
reconocer un rumor y enfrentarse a él, es muy
difícil que pueda reconocerlo y realmente darse cuenta de
su presencia. El rumor es algo así como un virus, que se
propaga en forma silenciosa e invisible, y cuando finalmente se
lo descubre ya es tarde.

La opinión pública se ve afectada por los
rumores aunque no crea en ellos. Es decir, la opinión que
tenemos de una persona u objeto depende de las informaciones que
tenemos en nuestra memoria asociadas con esa persona a ese
objeto. Alguna de estas informaciones son negativas, otras son
positivas. Por lo general, quien transmite un rumor no pretende
ajustarse al mensaje que ha escuchado sino a persuadir a su
interlocutor. El rumor es muy flexible y maleable a los largo de
toda su construcción, razón por la cual no
experimenta dificultades ante ciertas objeciones a algún
detalle.

Luego de haber llegado al final de la investigación ya
no caben dudas de que la hipótesis planteada es certera.
El rumor –entendido como un virus de producción social- se inserta en la prensa
para poder propagarse y llegar así a formar parte de las
noticias, y en otros casos de reemplazarlas directamente con el
único objetivo de modificar así el centro de
atención de la opinión pública.

En términos generales, la prensa no trata de ganarle
credibilidad al rumor; es a la inversa, el rumor busca ganarle
espacio a las noticias para propagar la
desinformación.

 

 

 

 

 

Lic. Julieta Tarrés

Partes: 1, 2
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