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Significantes y significados en la arena política chilena




Enviado por antropo60



    (Desde la Antropología
    Política)

    "Gracias a la mistificación que
    crea, el simbolismo

    hace posible que el orden social sobreviva
    los

    procesos de destrucción causados en
    su seno por

    las áreas inevitables de valores y
    principios

    conflictivos Esto ocurre al crear
    comunicación

    entre enemigos potenciales"

    Abner Cohen

    "El simbolismo es una ciencia exacta
    y no

    una libre ensoñación en la
    que las fantasías

    individuales puedan tener libre
    curso"

    René Guenon

    La severa complejización y
    relativización que se suscita en el mundo en todos los
    ámbitos del desarrollo
    como humanidad, dan cuenta de transversales y estructurales
    cambios en el devenir del individuo del siglo XXI, lo que
    ciertamente también afecta a la lógica
    del ejercicio de la política en todos los países,
    especialmente a los que se encuentran actualmente en la
    retaguardia del desarrollo y progreso mundial, como por ejemplo
    Latinoamérica, y lo digo con estas
    palabras, ya que toda racionalidad de acción tradicional
    de "hacer" política se ha ido modificando a través
    del tiempo, en pos de
    un modelo
    norteamericano caracterizado por una creciente
    modernización (Priess and Tuesta, 1999), que condiciona
    explícitamente las propuestas y los planes de trabajo de
    los candidatos que buscan un lugar en los espacios de la arena
    política de sus respectivas regiones, es por esto que
    además de cambiar las condiciones exteriores a los
    candidatos y a los políticos en general, son las mismas
    reglas del juego de esta
    acción política, enmarcada dentro de la arena
    política propiamente tal, las que se transforman, lo cual
    trae como consecuencia un cambio tanto
    en la Cultura
    política como en el estilo, en tanto uso de
    símbolos, signos y ritos que integran dicho estilo, del
    individuo que encarna dicha acción, es éste quien
    modifica su rapport al enfrentarse al electorado en particular y
    a la población en general. Además, dado
    que la acción política produce orden mediante la
    capacidad de decidir sobre los otros, y observando el paisaje
    histórico que expongo anteriormente, la alteración
    que se produce sobre la racionalidad de acción en la
    manera de "hacer" política, de igual manera trastoca y
    modifica la producción y el establecimiento de dicho
    orden, pero con esto, debemos incurrir implícitamente en
    la noción de que a pesar de cambiar radicalmente la forma
    de llevar a cabo la acción política, esta se
    mantiene siempre vigente, dado la existencia y la presencia de la
    utilización de los signos y de los símbolos que
    interactúan activamente al interior de la arena
    política, y esto se puede explicar medularmente, mediante
    las palabras de Guenón, las cuales dicen relación
    directamente a la omnipresencia que caracteriza a los
    símbolos, en tanto plantea que "el que se asombre de que
    un símbolo formal pueda no sólo permanecer vivo
    durante milenios, sino también retornar a la vida
    después de una interpretación de miles de
    años, debería recordar que el poder del
    mundo espiritual, del que forma parte el símbolo, es
    eterno" (Guenón, 1969), entonces a partir de esta
    definición, y a la recurrencia que hace llanamente al
    mundo espiritual, podemos vislumbrar preliminarmente una
    diferencia entre el signo y el símbolo, ya que, desde mi
    punto de vista y propuesta académica, el primero hace
    referencia, o mejor dicho, se circunscribe a lo que llamamos
    sociedad, al
    plano socioestructural (Bertaux, 1999) en donde se mueve el
    individuo, en el espacio en que se dan real y "objetivamente" las
    condiciones y modos de vida de este ente social y colectivo, cuya
    dimensión es integrada por las estructuras de
    producción, la formación de clases
    sociales, producción y reproducción, trabajo y ocio, etc., es
    decir, se refiere, en términos marxista, a todo lo
    material que constituye al hombre como
    parte de un conglomerado de personas, unidas por el
    vínculo socio-legal. Pero indudablemente, y siguiendo con
    el mismo planteamiento, este plano socioestructural, se sostiene,
    se define y se retroalimenta dialécticamente, en el plano
    sociosimbólico (Ibídem), en el nivel abstracto y
    subjetivo que hace posible su existencia, y que funciona
    directamente en la psiquis individual, basada en los preceptos
    impuestos por
    la doxa colectiva, o más bien, por la Cultura, obviamente
    amparada y sacralizada por el uso de símbolos que
    significan la vida social del individuo en su accionar en el
    plano socioestructural. Para dejar aún más
    explicito mi planteamiento, se le debe entender en una
    relación dialéctica entre Sociedad y Cultura, Signo
    y Símbolo, plano objetivo y
    plano subjetivo, en consecuencia, se debe concebir al signo como
    algo objetivo, como una bandera, una insignia o un himno, que
    hace inteligible y real la existencia de un grupo de
    individuos fusionados en torno a la
    sociedad, y al símbolo, como lo que sustenta y le da
    materialidad al signo sostenedor de sociedad, el cual se activa
    en la cultura, significando socialmente a esa bandera o a ese
    himno, él es quien hace posible la articulación de
    las relaciones
    interpersonales al interior de esa sociedad, reafirmando y
    dándole forma a la vida social en que participa el
    individuo. Además, debido a que los símbolos usados
    se van desgastando con el tiempo, en tanto también va
    cambiando la cultura, dado su dinamismo ontológico, el
    consenso, netamente colectivo por el cual se hace cierto, va
    trazando y enraizando sus significados en la memoria
    social, erigiendo y estableciendo la identidad del
    grupo, mediante el aprendizaje
    histórico transmitido por la socialización, participando
    substancialmente en dicha actividad, los medios de
    comunicación, intrincando fuertemente identidad al
    grupo en lo público, en tanto la socialización
    anteriormente señalada, participa en lo íntimo del
    individuo, apoyados ciertamente en ritos que afirman el orden
    social. Y por qué le tendría que dar tal
    categoría al símbolo, por el hecho de las características propias que lo
    particularizan y lo determinan, las cuales funcionan tanto en el
    nivel individual como colectivo, dada su cognoscitividad, en
    cuanto que dirigen la atención de los hombres hacia ciertos
    fines, su afectividad, ya que nunca son emocionalmente neutros,
    sino que siempre afectan emociones y
    sentimientos, y a su intencionalidad, por la razón de que
    impulsan a los hombres a actuar (Cohen, 1979). Estas
    características le dan el poder a los símbolos,
    objetivizando las relaciones de los individuos, dado que a pesar
    de que podemos observarlos concretamente en la realidad, sus
    relaciones son "abstracciones que pueden observarse solamente
    gracias a los símbolos" (Duncan en Cohen, 1979),
    manteniendo el desarrollo de esas relaciones sociales,
    objetivizando también roles y relaciones, y logrando "un
    tipo de estabilidad y continuidad sin el cual la vida social no
    puede existir" (Ibídem), por esto le entregan la función de
    ser el eje que solidifique y haga real la sociedad, pero
    entendiendo a esta no como algo estático y sin sentido,
    sino que más bien en términos foucaultlianos, como
    un cuerpo formado por relaciones de poder, y más bien, por
    el ejercicio del poder propiamente tal, el cual necesariamente
    necesita del uso de la fuerza, y por
    lo pronto, también necesita totalmente del uso de los
    símbolos que justifiquen el porque del uso del poder al
    interior de la sociedad. En la medida que entendamos al ejercicio
    del poder como la acción política llevada a cabo en
    la arena política, su sacralidad la vamos a entender
    porque gracias a esta acción podemos sobrevivir individual
    y socialmente, confiriéndole legitimidad a la
    monopolización del uso o de la amenaza de uso de la
    fuerza, definición que se enmarca a la entregada por
    Weber en
    relación al concepto de
    Estado,
    llevada a cabo por los individuos que encarnan dicha
    acción, y que se legitiman mediante el uso de los
    símbolos que son utilizados para la articulación de
    las agrupaciones políticas,
    y en las relaciones de poder entre individuos y grupos, en una
    relación dialéctica. Pero esta acción
    política no es llevada a cabo en la arena política,
    a razón del libre albedrío individual, sino que
    más bien tiene una base ideológica, reproduciendo
    una cultura y un elemento de identidad propiamente tal,
    trascendiendo las leyes, porque es
    el cuerpo social quien pone los límites de
    esta acción en tanto uso de los símbolos, ya que la
    racionalidad de acción del político, va en dirección de lo que quiere y necesita el
    cuerpo social, es decir, hacia fines de la acción
    colectiva organizada, pero al final son sus propios intereses que
    los exponen haciéndolos parte de la masa, es por esto que
    necesitan también complementariamente, de la existencia de
    los marcos legales institucionales, para darse legitimidad dentro
    del Estado de Derecho
    en donde se sitúa la arena política en que lleva a
    cabo su acción, dado que éste prescribe y proscribe
    sobre la voluntad conductual de los individuos que son los
    "beneficiados" de los resultados que refleja su trabajo
    político.

    Entregado en su totalidad mi marco conceptual, y
    subrayando el papel
    trascendental que tienen los símbolos en el "hacer"
    sociedad, a continuación expondré la importancia de
    estos, en tanto en el "hacer" política, dentro de una
    arena política determinada, la que ciertamente es
    constitutiva por la existencia al interior de ella, de sistemas
    simbólicos, en términos levistraussianos, que la
    integran y hacen posible su figura. Esta arena política
    determinada de la que hablo, corresponde palpablemente a la que
    se halla en la actualidad en Chile, que
    indudablemente presenta ciertas características
    distintivas que le entregan un matiz especial a su
    funcionamiento, esto a consecuencia del devenir histórico
    por el que ha atravesado el país, y que ha establecido,
    como una suerte de muro de Berlín virtual, una
    división al interior de este, producto de la
    coexistencia y yuxtaposición de dos tipos de sistemas
    simbólicos disidentes, apoyados sopesadamente por grupos
    de individuos que se adscriben fuertemente a cada uno de ellos,
    división justificada en un hecho histórico que ha
    determinado el camino por el cual ha transcurrido la vida del
    país, y se trata de la dictadura o
    régimen militar que dirigió la suerte de este,
    durante 16 años, hecho por el cual en la actualidad se
    presenta el conflicto
    entre dos grandes grupos de chilenos, unos, los que apoyan dicho
    acto, personalizado en la figura de Augusto Pinochet, y otros,
    que reniegan este hecho, encarnado en la figura del presidente
    activo anterior a este acto, Salvador Allende. Entonces tenemos,
    al interior de la arena política chilena, dos coaliciones
    fuertemente estructuradas: los que actualmente están
    haciendo gobierno,
    aquellos que se constituyeron en el estandarte de la lucha para
    la vuelta de la "democracia" en
    el país a fines de los años `80; y otros, que se
    encuentran en la oposición, integrados por aquellos que
    fueron actores principales durante la trama militar, y aquellos
    que en la actualidad son hijos de aquella historia. Es por esto, que
    debemos entender el accionar dentro de esta arena
    política, en tanto lucha de dos grupos por el poder,
    sostenidos cada uno en un sistema
    simbólico propio. Pero no sólo existen estos dos
    grupos o coaliciones, también se puede encontrar otros
    partidos
    políticos que propugnan por establecer sus
    planteamientos, aunque no tienen mucha fuerza dado que no
    constituyen una sólida alternativa de "hacer" país,
    solamente actúan desde el plano del rumor y la denuncia,
    que ciertamente es algo importante para el mecanismo
    orgánico funcional del juego político, ya que,
    siguiendo las palabras de Foucault, "En la
    medida que el secreto es una de las formas importantes de poder
    político, la revelación de lo que ocurre, la
    denuncia desde el interior, es algo políticamente
    importante" (Foucault, 1997. Pág. 71). Por lo pronto,
    teniendo ya sobre la mesa a los distintos actores
    políticos, o politics, que actúan en esta
    pólitis o arena política chilena, puedo llegar a
    desmembrar el tejido abstracto que funciona y se corporiza en el
    plano sociosimbólico de la política nacional,
    estableciendo de manera objetiva las diferentes subestructuras
    que materializan y dan pie a la acción política de
    estos individuos en Chile. Es decir, lo que yo quiero llegar a
    dilucidar, es la base ideológica y simbólica en
    donde se limita el juego político, es llegar a entender lo
    que sucede más allá de la imagen,
    más allá de las palabras, como había dicho
    anteriormente, más allá del plano socioestructural
    que sostiene a la sociedad, en conclusión, dilucidar
    qué elementos hacen posible que exista acción
    política en Chile.

    Se pueden llegar a elucidar las siguientes
    subestructuras simbólicas, que funcionan integralmente en
    un todo armónico, las cuales se mantienen en todo momento
    activas en la continua lucha por el poder entre las diferentes
    coaliciones. Primeramente, tenemos a los slogan que definen
    conceptualmente las propuestas y alternativas planteadas por los
    diferentes partidos, los cuales tienen una doble función,
    de autoidentificación y de construcción de alteridad, es decir,
    definen su accionar y lo contrastan con el de los otros,
    haciéndose real su existencia en carteles, en los lugares
    que se constituyen como la base física de
    funcionamiento, en diversos signos tales como, poleras, chapas,
    lápices y en canciones, que son utilizados para mantener
    siempre presente en la memoria colectiva
    su presencia, aunque es quizás en el momento de las
    elecciones en donde toman mayor protagonismo en el juego
    político, por ejemplo, en las elecciones parlamentarias de
    1997 que se presentaron en Chile, podemos exponer los siguientes
    slogan (Priess and Tuesta, 1999): "la DC une a Chile",
    explícitamente referida al trabajo que ha llevado a cabo
    este partido (Democracia Cristiana) en la llamada
    transición a la democracia en el país, son
    individuos adscritos a su partido quienes se han erigido como los
    presidentes sucesores de la dictadura, y que han llevado a cabo
    la tarea de unir a Chile después de un duro golpe a la
    historia del país, es decir, la dictadura o régimen
    militar que tantas heridas dejó en la conciencia
    colectiva, además se puede constatar que con la palabra
    une, este partido plantea que antes de ellos Chile no estaba
    unido y que con ellos se fortificará aún más
    esa unión de país. Otro de los slogan presentados
    al electorado, es el que planteaba el Partido Socialista: "Chile
    para todos", ciertamente referido subrepticiamente al paradigma
    político, en términos de Kuhn, del Socialismo que
    quieren imponer y al cual se vinculan, pero sería muy
    difícil llevarlo a la práctica por parte de este
    partido, dado que Chile en esos momentos era hijo del neoliberalismo
    impuesto por
    Pinochet, por lo que las instituciones
    socioeconómicas iban en otra dirección de lo que
    planteaba llanamente el partido socialista, además,
    todavía daba vuelta por la conciencia social del
    país, el triste recuerdo de lo que fue el corto gobierno
    del socialista Salvador Allende, antecesor y derrocado
    militarmente por Pinochet, por lo que no llegaría a buen
    puerto aún el planteamiento de un país socialista.
    Por el lado de la oposición, tenemos al que plantea
    Renovación Nacional: "Chile necesita un cambio", en donde
    hace referencia directamente a la necesidad de tratar con otra
    alternativa el mando del país, aunque ciertamente no
    sería un cambio, sino que más bien, sería
    una vuelta al pasado en el gobierno de Pinochet, dada su
    íntima relación que tiene con este personaje, el
    cual encarna su pasada política gubernamental, en los
    planteamientos actuales que exponen tanto Renovación
    Nacional, como Unión Demócrata Independiente, el
    otro partido de la oposición. Pero, al igual que sucede
    con el PS, aunque de forma diferente, la imagen de Pinochet,
    todavía se encuentra muy fresca en la retina social, por
    lo que existe un cierto temor por parte de la población
    para volver, o para aceptar, una alternativa que se identifique
    con su persona. Como
    había dicho anteriormente, existen otros partidos
    partícipes de la acción política, como por
    ejemplo el Partido Comunista o PC, el cual mediante el slogan:
    "Atrévete a creer, la alternativa existe", da a entender
    al pensamiento
    del electorado, que existe otra manera de llevar a cabo la
    dirección del país, plantea la presencia de una
    tercera alternativa, en tanto contraria al modelo propuesto por
    la concertación (partidos políticos que integran la
    coalición de gobierno), y radicalmente opuesta a la
    postura neoliberal y capitalista instada por la oposición.
    Pero, a pesar de su romántica y utópica alternativa
    (en términos de la real situación por la que
    atraviesa el mundo después de la guerra
    fría), en la actualidad, y en especial en esos
    años, toda figura que hiciera recordar los tiempos del
    quiebre entre Allende y Pinochet, era mirado con desprecio y con
    una cierta lejanía como opción política. En
    tanto, si miramos el paisaje político actual, los slogan:
    "Te defiende como león" propuesto por el partido por la
    democracia o PPD, demuestra ciertamente una fuerza analogada al
    "rey de la selva" que, como una suerte de líder
    animal, quiere o pretende dar a entender a la población,
    que son ellos lo que defenderán mejor en torno a la
    defensa de los derechos de los ciudadanos.
    Y por otro lado, "El partido popular" expuesto por la UDI,
    partido de la oposición, pretende dar un vuelco y mejorar
    su imagen ante el público chileno, que los han asociado
    siempre con el modelo neoliberal y capitalista, dada su
    relación y su participación activa en la arena
    económica nacional. Con este planteamiento lo que
    pretenden es llegar y ganar espacio en los sustratos bajos del
    país, y eso porque se asocia el concepto popular al nivel
    poblacional, y así poder obtener más votos en estos
    sectores, históricamente dominados por la
    Concertación.

    Otra subestructura simbólica activa en la arena
    política chilena, son las imágenes,
    como signos sociales, que acompañan los discursos de
    los individuos políticos, como por ejemplo, la figura de
    Allende, la que claramente se asocia a los partidos más
    radicales como el PC o el PS, aunque de cierta manera, este
    partido se ha alejado un tanto de ella, ya que ahora es un
    socialista, Ricardo Lagos, quien es el presidente de todos los
    chilenos y no de una mitad solamente, entonces necesariamente
    debe dejar a un lado este icono histórico, para tratar de
    llegar a todos los sustratos socioculturales del país.
    Otra figura importante, es la de Augusto Pinochet, asociada a los
    partidos de la oposición y a un pasado benefactor para las
    clases económicas, pero en la actualidad ya no es parte de
    su propuesta política, dado lo mismo que sucede con la
    figura de Allende para el PS, ya que lo que buscan no es dividir
    aún más, sino que unificar y dominar. De esto,
    puedo dar un ejemplo claro a partir de Joaquín
    Lavín, abanderado a presidente por la coalición de
    oposición, especialmente del partido conservador, la UDI.
    Durante el "presidio" que sufrió Augusto Pinochet en
    Londres hace algunos años atrás, se ubicó a
    la cabeza de la campaña para que vuelva al país el
    ex presidente, siempre se le veía en la
    televisión dándole todo el apoyo en los
    días que estaba preso por delitos contra la
    humanidad, esa era la figura legal que lo inculpaba, y eso le
    entregaba todo el apoyo (y todos los votos!!) por parte de la
    gente que veía y ve a Pinochet como un héroe
    nacional, casi un libertador como O´higgins. Pero, luego
    con la idea de postularse a presidente, debió desligarse
    tanto de esa figura, como con todo que lo asociara a ella,
    incluso su partido, llegando incluso a alejarse activamente y
    desdiciendo todos los discursos que arengaba la UDI y que lo
    integraban a él como líder de la coalición,
    entonces debió verse como independiente de cierta forma, y
    eso debido a que en el país, los partidos políticos
    formales, han perdido gran parte de credibilidad frente a la
    tarea de encontrar soluciones a
    los problemas
    sociales reales (Priess and tuesta, 1999), y es por esto que
    ahora el candidato trata individualmente lograr su objetivo de
    llegar al poder, sin dejar bien en claro su posición
    política, pero desde mi perspectiva, eso es imposible,
    dado que ahora nuestra sociedad es relativamente más
    educadas e informadas, las exigencias sobre la política
    son mayores y la frustración frente a lo público es
    más fácil de provocar cuando los partidos no
    ejecutan debidamente sus funciones o
    cuando caen en prácticas corruptas o autoreferentes
    (Ibídem).

    Por último, otra gran subestructura, es integrada
    tanto por las estrategias
    políticas, como por el uso del cuerpo propiamente tal, es
    decir, por las decisiones y por la acción política
    en tanto son producto de una intención, y por la
    utilización que hace el político del cuerpo y de la
    histrionidad para demostrar una careta ante la sociedad, aunque
    sólo sea como barniz cosmético que camufla la
    intencionalidad y el interés
    que se encuentra detrás de su propuesta física. Por
    ejemplo, que el presidente lagos haya nombrado al doctor Artaza
    como ministro de salud no es coincidencia,
    sino que más bien, corresponde a una muy pensada jugada
    política, dado que si recordamos y echamos a volar nuestra
    memoria, recordaremos que fue él quien separó a los
    tan famosos siameses que nacieron en el país hace un
    tiempo atrás, lo que le entregó una gran
    credibilidad dentro del medio nacional, especialmente en los
    individuos de las clases medias y bajas, dada la análoga
    posición socioeconómica en donde se encontraba
    la familia de
    los siameses, y es eso lo que necesita obtener Lagos, el apoyo
    "popular", el mismo que pretende obtener la derecha chilena, y
    con la presencia de Artaza lo puede lograr. También
    podemos sacar a análisis, el nombramiento de Bachellet como
    ministra de defensa, debido a que si investigamos su
    genealogía familiar, nos encontraremos con que su padre
    fue un hombre integrante de las fuerzas armadas, de la fuerza
    aérea, lo que obviamente simboliza la unión de los
    militares con los civiles, demuestra que la articulación
    entre ambos estamentos es posible, y con eso se puede unificar
    por fin al país, esa es la imagen que quiere entregar el
    gobierno a la población, hecho que además siempre
    es usado y recordado en lo momentos exactos que se necesita,
    sino, no sale a la luz,
    especialmente por los medios de
    comunicación, ya que la lógica de este medio
    repercute en forma masiva sobre el estilo político, la
    presentación de la política e incluso la forma en
    que el electorado recepciona el mensaje político, lo que
    repercute fuertemente en las actitudes que
    se manifiestan en la población respecto de la
    política y de "sus" políticos (Priess and Tuesta,
    1999). Otro de los símbolos importantes, es la postura del
    actual gobierno de abrir todos los edificios institucionales en
    donde se hace real la acción política, como la
    Moneda, El ex congreso nacional, etc. como diciendo que todo es
    de todos, y que nada es privado, pero por otro lado permiten que
    Lavín siendo alcalde de Santiago, venda y privatice
    el agua de esa
    comuna. También podemos contar, el hecho de que ahora el
    político baje del altar institucional para ir a "terreno",
    y verificar personalmente los problemas que
    existen en la sociedad, como lo hicieron justo hoy, para explicar
    a Chile (aunque sólo se circunscribieron en la capital
    Santiago), en qué consistía el plan auge
    propuesto como reforma a la salud, siendo el mismo presidente
    quien llevara la batuta de dicho acto. Además, desde que
    asumió el cargo de presidente, ha hecho más
    declaraciones con su "micrófono móvil" desde la
    calle que desde el palacio de gobierno, a la vez que siempre
    dirige sus palabras a las cámaras apuntando con su dedo
    índice como reflejo de autoridad y
    "pachorra" política, dejando en claro a todos los
    participantes del juego y de la acción política,
    dentro de la arena política chilena, que es él
    quien dirige la suerte del país y no otros, entonces su
    palabra es ley.

    En conclusión, y tomando las palabras de
    Salustio, "El mundo es un objeto simbólico", no podemos
    dejar de lado el hecho de que la política, junto a los
    restantes componentes de la vida social, se sostienen en algo
    abstracto llamado significantes y significados, los cuales se
    accionan diariamente en nuestra real existencia
    humana.

    BIBLIOGRAFÍA

    Cohen, A.: "Antropología política: El
    análisis del simbolismo en las relaciones de poder. En
    LLobera, J.: "Antropología Política". Editorial
    Anagrama. Barcelona-España.
    1979.

    Guenón, R.: "Diccionario de
    Símbolos". Editorial Labor. Barcelona-España.
    1969.

    Foucault, M.: "Un diálogo
    sobre el poder". Editorial Alianza. Madrid-España.
    1997.

    Priess, F; Tuesta, F.: "campañas electorales y
    medios de
    comunicación en América
    Latina". CIEDLA. Buenos
    Aires-Argentina.
    1999.

     

     

     

    DATOS PERSONALES:

    Mario Bravo Gallardo

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