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Contaminación (página 2)




Enviado por siempreazul50



Partes: 1, 2

4. Anexos

Anexo I:
Sistema
estandarizado para la identificación de riesgo materiales
peligrosos (NFPA 704)
El sistema de
información se basa en el "rombo de la 704", que
representa visualmente la información sobre tres categorías de
riesgo: salud,
inflamabilidad y reactividad, además del nivel de gravedad
de cada uno. También señala dos riesgos
especiales: la reacción con el agua y su
poder
oxidante. El rombo está pensado para ofrecer una
información inmediata incluso a costa de cierta
precisión y no hay que ver en él más de lo
que estrictamente indica. El sistema normalizado (estandarizado)
usa números y colores en un
aviso para definir los peligros básicos de un material
peligroso. La salud, inflamabilidad y reactividad están
identificadas y clasificadas en una escala de 0 a 4
dependiendo del grado de peligro que presenten.

Tal información puede ser útil, no
sólo en emergencias sino también durante las
actividades de atención a largo plazo cuando se requiere
caracterizar la evaluación. FF

Figura 1.1. Rombo de la 704
Resumen del Sistema de Clasificación de Peligros
(NFPA)
1. Peligros a la salud (azul)

No.

DESCRIPCIÓN

EJEMPLOS

4

Materiales que en muy poco tiempo
pudieran causar la
muerte o daños permanentes aunque se hubiera
recibido pronta atención médica

Acrilonitrilo

Bromo

Paratión

3

Materiales que en un corto tiempo pudieran
causar daños temporales o residuales aunque se
hubiera recibido pronta atención
médica

Anilina

Hidróxidos

Ácido Sulfúrico

2

Materiales que en exposición intensa o continuada
pudieran causar incapacitación temporal o posibles
daños residuales a menos que se dé pronta
atención médica

Bromobenceno

Piridina

1

Materiales que en exposición causan
irritación, pero sólo leves lesiones
residuales, incluso si no se da tratamiento

Acetona Metanol

0

Materiales que en exposición en
condiciones bajo el fuego no ofrecen peligro más
allá que el de un material combustible
ordinario

 

 

2. Peligros de inflamabilidad –incendio–
(rojo)

No.

DESCRIPCIÓN

EJEMPLOS

4

Materiales que se vaporizan rápida o
completamente a presión atmosférica y
temperatura ambiente normal y se queman
fácilmente en el aire

1, 3 Butadieno

Propano

Óxido de Etileno

3

Líquidos y sólidos que pueden
encenderse bajo casi cualquier temperatura
ambiente

Fósforo

Acrilonitrilo

2

Materiales que deben ser calentados
moderadamente o ser expuestos a temperatura ambiente
relativamente alta antes de que tenga lugar la
ignición

2-butanona

Querosina

1

Materiales que deben ser precalentados antes que
tenga lugar la ignición

Sodio

Fósforo rojo

0

Materiales que no arderán

3. Peligros de reactividad
(amarillo)

No.

DESCRIPCIÓN

EJEMPLOS

4

Materiales que son capaces de detonar
fácilmente o de tener descomposición
explosiva o reacción a temperaturas y presiones
normales

Peróxido de Benzoilo

Ácido pícrico

3

Materiales que son capaces de tener
reacción de detonación o explosión
pero requieren una fuerte fuente de ignición, o
deben ser calentados confinados antes del inicio o
reaccionan explosivamente con agua

Diborano

Óxido de Etileno

2-Nitro

Propadieno

2

Materiales que en sí son normalmente
inestables y sufren fácilmente un cambio
químico violento pero no detonan o pueden
reaccionar violentamente con agua o pueden formar
mezclas potencialmente explosivas con
agua

Acetaldehido

Potasio

1

Materiales que en sí son normalmente
estables, pero los cuales pueden hacerse inestables a
temperaturas elevadas o reaccionar con agua con alguna
liberación de energía, pero no
violentamente

Eter etílico

Sulfúrico

0

Materiales que en sí son normalmente
estables, incluso cuando son expuestos al fuego, y que no
reaccionan con agua

4. Especial (rombo blanco)

El bloque blanco está designado para
información especial acerca del producto
químico. Por ejemplo, puede indicar que el material es
radiactivo. En este caso, se emplea el símbolo
correspondiente e internacionalmente aceptado. Si el material es
reactivo se usa una W atravesada por una raya para indicar que un
material puede tener una reacción peligrosa al entrar en
contacto con el agua. No quiere decir "no use el agua" ya que
algunas formas de agua, niebla o finamente rociada, pueden
utilizarse en muchos casos. Lo que realmente significa este signo
es: el agua puede originar ciertos riesgos, por lo que
deberá utilizarse con cautela hasta que esté
debidamente informada. Las letras OXY indican la existencia de un
oxidante, ALC se usa para identificar materiales alcalinos y ACID
para ácidos,
CORR para corrosivos y el símbolo internacional para los
materiales radiactivos: O.

Anexo II:
Riesgos químicos
Por: Edson Haddad
Los accidentes que
involucran materiales químicos son los más comunes
y, a veces, sobre los que menos se conoce. El objetivo de
este anexo es brindar una herramienta práctica para que
aquellos encargados de responder a eventos de
desastres químicos, tengan información simple sobre
la cual apoyarse.

El conocimiento
de los riesgos y características específicas de los
productos
usados es un factor de suma importancia. Para este fin, la
ONU (Organización de las Naciones Unidas)
agrupó estos productos en nueve clases distintas. A
continuación, se abordarán los principales aspectos
observados en los accidentes de acuerdo con las clases de riesgo
de los productos.

Clase 1. Explosivos
El explosivo es una sustancia que, sometida a una
transformación química
extremadamente rápida, produce grandes cantidades de
gases y
calor. Debido
al calor, los gases liberados, por ejemplo el nitrógeno,
oxígeno, monóxido de carbono,
dióxido de carbono y vapor de agua, se expanden a
altísimas velocidades, lo que provoca el desplazamiento
del aire circundante y aumento de la presión
atmosférica normal (sobrepresión).
Muchas de las sustancias pertenecientes a esta clase son
sensibles al calor, choque y fricción, como el fulminato
de mercurio. Existen otros productos de esta misma clase que
necesitan un intensificador para explotar. Según la
rapidez y sensibilidad de los explosivos, puede haber dos tipos
de explosiones: la detonación y la
deflagración.

La detonación es un tipo de explosión en
el que la transformación química se produce muy
rápidamente, con una velocidad de
expansión de los gases muy superior a la velocidad del
sonido en tal
ambiente (en el orden de km/s). La deflagración, en
cambio, presenta una transformación química mucho
más lenta y la velocidad máxima de expansión
de los gases es la velocidad del sonido en tal ambiente. En este
caso puede ocurrir la combustión. Mientras que la
detonación se caracteriza por presentar picos de
presión elevada en un periodo extremadamente breve, en la
deflagración ocurre lo contrario.
La sobrepresión generada a partir de una explosión
puede alcanzar valores
elevados y provocar daños destructivos en las
edificaciones y personas. La sobrepresión normalmente se
expresa en bar (750 mm de mercurio) . La Tabla 1.2 contiene
algunos valores característicos de daños a las
estructuras.
Los daños catastróficos son las estructuras
inhabilitadas debido al colapso. Los daños graves como una
grieta, caída del techo, puerta dañada (arrancada),
etc., no afectan a toda la estructura. Es
importante observar que el valor de 0,3
bar representa 3 metros de columna de agua, un valor que
normalmente no implica "daños" para el ser humano. Esto
quiere decir que el ser humano es más resistente a la
sobrepresión que las estructuras porque no es una
estructura rígida, lo que permite que el organismo absorba
el impacto. En el ser humano, el daño más
común provocado por una explosión es la ruptura del
tímpano que se produce con valores mayores de 0,4 bar de
sobrepresión.

Dado que la explosión es un fenómeno
extremadamente rápido e incontrolable, durante la
atención de accidentes con productos de este tipo se
deberán adoptar medidas preventivas. Estas medidas
incluyen el control de los
factores que pueden generar un aumento de temperatura (calor),
choque y fricción.
En los casos de incendio, además del riesgo inminente de
explosión, puede haber emanación de gases
tóxicos o venenosos. En esos casos, además del uso
de ropas especiales, lo adecuado para la protección
respiratoria es el equipo autónomo de respiración de aire comprimido. Será
fundamental, asimismo, detectar con qué tipo de sustancia
puede ser contrarrestado el incendio con cada tipo de sustancia,
ya que el uso de agua no se recomienda en todos los casos. Las
variantes son emplear espuma, neblina de agua u otros productos
químicos. Estos equipos ofrecen protección limitada
en los incendios
provocados por sustancias explosivas porque sólo son
eficientes para la protección contra los gases generados
por el incendio, pero no contra los efectos causados por una
explosión eventual.

Otro aspecto importante se refiere a la atención
de las explosiones. Según las características del
producto usado, es probable que la explosión no haya
consumido toda la carga y haya dejado productos intactos en las
inmediaciones del lugar del accidente, por lo que la
remoción de los explosivos siempre debe ser manual y con el
cuidado requerido.

Tabla 1.2. Valores de sobrepresión
característicos de daños a las
estructuras

Sobrepresión (bar)

Daños en las estructuras

0,3

Catastróficos

0,1

Graves

0,03

100% de ruptura de vidrios

0,01

10% de ruptura de vidrios

Clase 2. Gases

En el estado
gaseoso, la forma y volumen de la
materia son
variables. La
fuerza de
repulsión entre las moléculas es mayor que la de
cohesión. Los gases se caracterizan por presentar baja
densidad y
capacidad para moverse libremente. A diferencia de los
líquidos y sólidos, los gases se expanden y
contraen fácilmente cuando se alteran la presión
y/o la temperatura. Como los gases se expanden indefinidamente
hasta ocupar el recipiente que los contiene, su estado
físico representa una gran preocupación,
independientemente del riesgo del producto. En caso de fuga, los
gases tienden a ocupar todo el ambiente incluso cuando poseen una
densidad diferente de la del aire.

Además del riesgo inherente al estado
físico, los gases pueden presentar otros riesgos como
inflamabilidad, toxicidad, poder de oxidación y corrosión, entre otros. Algunos gases, como
el cloro, presentan olor y color
característicos, mientras que otros, como el
monóxido de carbono, no presentan ni olor ni
coloración, lo que puede dificultar su
identificación en la atmósfera y las
medidas de control durante una fuga eventual.
Como se indicó al inicio, los gases sufren alteraciones
por variaciones de presión y/o temperatura. La
mayoría de estos se pueden licuar con el aumento de
presión y/o disminución de temperatura. El
amoníaco, por ejemplo, se puede licuar cuando se le somete
a una presión de aproximadamente 8 kgf/cm (kilogramos
fuerza por centímetro)2 o a una temperatura de
aproximadamente -33,4°C.
Una vez liberados, los gases licuados por acción de la
presión y/o temperatura, tienden a retornar a su estado
natural en las condiciones ambientales, es decir, a su estado
gaseoso. Durante el cambio de estado líquido a gaseoso, el
producto se expande considerablemente y genera volúmenes
gaseosos mucho mayores que el volumen ocupado por el
líquido. Esto se denomina tasa de expansión. El
cloro, por ejemplo, tiene una tasa de expansión de 457
veces, es decir, un volumen de cloro líquido genera 457
volúmenes de cloro gaseoso. Para reducir la tasa de
evaporación del producto, se puede aplicar una capa de
espuma sobre el charco formado, siempre y cuando este material
sea compatible con el producto vertido.

Por lo expuesto anteriormente, en las fugas de productos
licuados se deberá dar prioridad a la fuga en la fase
gaseosa y no a la fuga en la fase líquida.

Una propiedad
fisicoquímica relevante durante la atención a las
fugas de gases es la densidad del producto en relación con
la del aire. Los gases más densos que el aire tienden a
acumularse en el nivel del suelo y, por
consiguiente, tendrán una dispersión difícil
comparada con la de los gases con una densidad próxima o
inferior a la del aire.
Otro factor que dificulta la dispersión de los gases es la
presencia de grandes obstáculos, como las edificaciones en
las áreas urbanas. Algunos gases considerados
biológicamente inertes, es decir, que no son metabolizados
por el organismo humano pueden representar riesgos al hombre bajo
ciertas condiciones. Todos los gases, con excepción del
oxígeno, son asfixiantes. Las grandes fugas, inclusive de
gases inertes, reducen el contenido de oxígeno de los
ambientes cerrados, lo que causa daños que pueden provocar
la muerte de las
personas expuestas. Así, en ambientes confinados, se debe
monitorear constantemente la concentración de
oxígeno. En las situaciones en las que la
concentración de oxígeno es inferior a 19,5%, se
deberán adoptar medidas para restablecer el nivel normal
de oxígeno, es decir, un volumen de aproximadamente 21%.
Estas medidas consisten básicamente en ventilación,
natural o forzada, del ambiente.

Dadas las características del ambiente, la
protección respiratoria tendrá que ser
autónoma. En estas situaciones es muy importante
monitorear frecuentemente el nivel de oxígeno y los
posibles gases presentes en la atmósfera.
Se debe prestar atención especial cuando el gas es
inflamable, principalmente si está confinado. Las
mediciones constantes de los índices de explosión
en el ambiente, a través del uso de equipos
intrínsecamente seguros, y la
eliminación de posibles fuentes de
ignición, son medidas prioritarias. Según las
características del producto usado y el escenario del
accidente, puede ser necesario aplicar neblina de agua para
agotar los gases o vapores emanados por el producto.
La operación para el agotamiento de los gases será
más eficiente mientras mayor sea la solubilidad del
producto presente en el agua, como es el caso del amoníaco
y el ácido clorhídrico.
Cabe recordar que el agua usada para agotar los gases debe ser
recolectada posteriormente a fin de evitar la
contaminación de los recursos
hídricos en la región del accidente.
Para los productos con baja solubilidad en agua, el agotamiento
de gases también se podrá realizar con neblina de
agua que, en ese caso, actuará como un bloqueo
físico frente al desplazamiento de la nube. Cabe resaltar
que la neblina de agua solamente se deberá aplicar sobre
la nube y no sobre los eventuales charcos formados por el gas
licuado, ya que provocaría una intensa evaporación
del producto y, a la vez, aumento de los vapores en la
atmósfera.

Después de la fuga de un gas licuado, la fase
líquida del producto estará a una temperatura
próxima a su temperatura de ebullición, es decir, a
un valor suficientemente bajo para que, en caso de contacto con
la piel, no
provoque quemaduras.
Otro aspecto relevante en los accidentes con productos gaseosos
es la posibilidad de incendios o explosiones. Los recipientes con
gases no inflamables también pueden explotar en caso de
incendio. La radiación
térmica de las llamas muchas veces es suficientemente alta
para provocar un aumento de la presión interna del
recipiente, lo que puede causar su ruptura catastrófica y,
en consecuencia, su expulsión a grandes distancias con
daños a las personas, estructuras y equipos cercanos. En
muchos casos, según el análisis de la situación, es
probable que la alternativa más segura no sea extinguir el
fuego, sino simplemente controlarlo, especialmente si es
imposible eliminar la fuente de la fuga.
Algunos accidentes provocados por productos gaseosos de alta
toxicidad o inflamabilidad, exigen la evacuación de la
población de los alrededores. La
decisión de evacuar o no a la población
dependerá de algunas variables, como por
ejemplo:

  • Riesgo presentado por el producto usado;
  • Cantidad del producto vertido;
  • Características fisicoquímicas del
    producto (densidad, tasa de expansión,
    etc.);
  • Condiciones meteorológicas en la
    región;
  • Topografía del lugar;
  • Proximidad a áreas habitadas.

2.1 Gases criogénicos
Para licuar este tipo de gases, se deberán refrigerar a
una temperatura inferior de –150 °C. Algunos ejemplos
de estos gases se pueden ver en la Tabla 2.2:
Tabla 2.2. Ejemplos de gases criogénicos y sus respectivas
temperaturas de ebullición

Substancia

Temperatura de ebullición

Hidrógeno

-253º C

Oxígeno

-183º C

Metano

-161,5º C

Debido a su naturaleza
"fría", los gases criogénicos presentan cuatro
riesgos principales:

  • Riesgos a la salud

Debido a su baja temperatura, al entrar en contacto con
el líquido o incluso con el vapor, los gases
criogénicos pueden provocar severas quemaduras en el
tejido.
La formación de una nube a partir de un gas
criogénico siempre constituye un riesgo, dado que la
densidad del vapor será mayor que la del aire debido a que
la temperatura es muy baja, lo que provocará el
desplazamiento del aire atmosférico y, por consiguiente,
la reducción de la concentración de oxígeno
en el ambiente.

  • Efectos sobre otros materiales

La baja temperatura de estos gases conllevará
situaciones de riesgo, ya que el simple contacto con otros
materiales podrá dañarlos. Por ejemplo, el contacto
del producto con tanques de almacenamiento de
productos químicos los hará más
frágiles, lo que producirá la fuga del producto
almacenado.
Otro efecto significativo es la capacidad de los gases
criogénicos para solidificar o condensar otros gases. No
se debe olvidar que la temperatura de solidificación del
agua es de 0º C a la presión atmosférica. Es
decir, que el agua presente en la humedad atmosférica se
podrá congelar, y si esto ocurre cerca de, por ejemplo,
una válvula (que puede ser la del mismo tanque con fuga),
será más difícil realizar maniobras.
Por consiguiente, jamás se debe arrojar agua directamente
sobre un sistema de escape o sobre las válvulas
de un tanque criogénico ni en su interior, ya que el agua
actuará como un objeto sobrecalentado (a 15 ó
20º C), formará vapores y, por lo tanto,
aumentará la presión interna del tanque.

  • Intensificación de los riesgos del estado
    gaseoso

Además de los riesgos inherentes al propio estado
gaseoso, visto anteriormente, la fuga de un gas criogénico
podría intensificar tales riesgos. Por ejemplo, la fuga de
oxígeno licuado aumentará la concentración
de este producto en el ambiente, lo que podría causar la
ignición espontánea de ciertos materiales
orgánicos. Por esta razón, no se deben utilizar
ropas de material sintético (nylon), sino ropas de
algodón. Un aumento de 3% en la concentración de
oxígeno provocará un aumento de 100% en la tasa de
combustión de un producto. El hidrógeno, a su vez,
puede impregnarse en materiales porosos y hacerlos más
inflamables que en condiciones normales.

  • Alta tasa de expansión en la
    evaporación

Al ser expuestos a la temperatura ambiente, los gases
criogénicos tienden a expandirse y generar
volúmenes gaseosos muy superiores al volumen del
líquido inicial.

En el caso del nitrógeno, un litro del producto
líquido genera 697 litros de gas, mientras que para el
oxígeno la proporción es de 863 veces. De esta
manera, queda claro que los recipientes que contienen gases
criogénicos o con un sistema de refrigeración dañado, jamás
se podrán calentar porque corren el riesgo de causar la
sobrepresurización del tanque debido a que es probable que
los sistemas de
escape no soporten la demanda de
vapores y conlleven a la ruptura del tanque.

La nube generada por la fuga de un gas criogénico
será fría, invisible (la parte visible no indica la
extensión total de la nube), dificultará la
visibilidad y tenderá a acumularse sobre el suelo ya que,
debido a la baja temperatura, la densidad del producto
será mayor que la del aire. De esta forma, durante la
atención a los accidentes causados por un gas
criogénico, se deberán seguir estrictamente algunas
reglas, entre las que destacamos:

  • Trabaje en las áreas libres del
    derrame.
  • Evite entrar en la nube. Para hacerlo, use ropas
    herméticas no porosas, máscara autónoma de
    respiración, guantes de amianto o de cuero y botas de
    goma.
  • Utilice neblina de agua para contener la nube y
    fuertes chorros de agua para enfriar los tanques expuestos al
    fuego. No dirija el agua hacia los sistemas de escape de la
    presión ni hacia los charcos formados por el
    producto.
  • Evacue áreas grandes (600 m) alrededor de un
    tanque criogénico en llamas. No apague el fuego a no ser
    que sea posible detener el flujo de gas.
  • En caso de quemaduras, lave el área con agua
    tibia, afloje las ropas de la víctima y llévela
    al hospital.
  • Intente detener la fuga, pero si tiene dudas,
    controle la situación hasta que un técnico de
    la empresa
    fabricante del producto, con conocimiento más
    especializado, llegue al lugar.

Los temas abordados en este anexo considerarán
solo los riesgos inherentes al estado físico del producto
y no sus riesgos intrínsecos, como la inflamabilidad,
toxicidad o corrosión.

Clase 3 – Líquidos inflamables

Para una respuesta más segura en casos de
accidentes con líquidos inflamables, es necesario tener
pleno conocimiento de algunas de sus propiedades
fisicoquímicas antes de adoptar cualquier medida. Estas
propiedades, así como sus respectivas aplicaciones,
son:

Punto de ignición (Flash point)
Es la menor temperatura en la que una sustancia libera vapores en
cantidades suficientes para que la mezcla de vapor y aire sobre
su superficie propague una llama a partir del contacto con una
fuente de ignición.
Si la temperatura ambiente de una región es de 25º C
y se produce la fuga de un producto con un punto de
ignición de 15º C, significa que el producto en esas
condiciones está liberando vapores inflamables y
sólo bastaría una fuente de ignición para
que se produzca un incendio o una explosión.
Por otro lado, si el punto de ignición del producto fuera
de 30º C, quiere decir que éste no está
liberando vapores inflamables. Por consiguiente, el concepto de punto
de ignición está directamente relacionado con la
temperatura ambiente.

Límites de inflamabilidad
Para quemar un gas o vapor inflamable se requiere, además
de la fuente de ignición, una mezcla llamada "ideal" entre
el aire atmosférico (oxígeno) y el gas combustible.
La cantidad de oxígeno en el aire es prácticamente
constante, un volumen aproximado de 21%.
La cantidad de gas combustible necesaria para la quema
varía para cada producto y sus dimensiones dependen de dos
constantes: el límite inferior de explosión (LIE) y
el límite superior de explosión (LSE).
El LIE es la mínima concentración de gas que,
mezclada con el aire atmosférico, puede provocar la
combustión del producto a partir del contacto con una
fuente de ignición. Las concentraciones de gas inferiores
al LIE no son combustibles porque en esa condición hay un
exceso de oxígeno y poca cantidad del producto para la
quema. Esa condición se llama "mezcla pobre".
El LSE es la máxima concentración de gas que,
mezclada con el aire atmosférico, puede provocar la
combustión del producto a partir del contacto con una
fuente de ignición. Las concentraciones de gas superiores
al LSE no son combustibles porque en esa condición hay un
exceso del producto y poca cantidad de oxígeno para que se
produzca la combustión. Esa condición se llama
"mezcla rica".
Los valores
del LIE y LSE generalmente se indican en porcentajes de volumen
tomados a aproximadamente 20º C y 1 atmósfera. Para
cualquier tipo de gas, 1% en volumen representa 10.000 ppm
(partes por millón).
Se puede concluir que los gases o vapores combustibles solo
queman cuando su porcentaje de volumen está entre los
límites
(inferior y superior) de explosión, que es la mezcla
"ideal" para la combustión. Si se hace un esquema, se
tiene lo que a continuación se muestra en la
Tabla 3.2.:

Tabla 3.2. Límites de explosión de gases o
vapores combustibles

0%

………………….

LIE

………………

LSE

………….

100%

Concentración

(% en volumen)

MEZCLA POBRE

MEZCLA IDEAL

MEZCLA RICA

No hay

combustión

Puede haber

combustión

No hay

combustión

 

Como se mencionó anteriormente, los valores LIE y
LSE varían de un producto a otro; la Tabla 4.2. incluye
algunos ejemplos:
Actualmente, existen equipos capaces de medir el porcentaje de
volumen de un gas o vapor combustible en el aire. Estos
instrumentos se conocen como "explosímetros".
Además del punto de ignición y del límite de
inflamabilidad, se debe considerar la presencia de posibles
fuentes de ignición.

Tabla 4.2. Ejemplos de LIE e LSE para algunos productos
(%)

PRODUCTO

LIE

LSE

Acetileno

2,5%

80%

Benceno

1,3%

79%

Etanol

3,3%

19%

 

En la mayoría de las situaciones de emergencia se
encuentran diversos tipos de fuentes que pueden provocar la
ignición de sustancias inflamables. Entre las que se debe
destacar:

  • llamas vivas;
  • superficies calientes;
  • automóviles;
  • cigarros;
  • chispas por fricción;
  • electricidad estática.

Se debe dar atención especial a la electricidad
estática ya que es una fuente de ignición de
difícil percepción. En realidad, se trata de la
acumulación de cargas electrostáticas que, por
ejemplo, adquiere un camión-tanque durante el transporte. Si
por algún motivo el producto inflamable que se está
transportando, sea líquido o gas, se tiene que transferir
a otro vehículo o recipiente, será necesario que
estos estén interconectados a fin de evitar una diferencia
de potencial, lo que podría generar una chispa
eléctrica y presentar una situación de alto
potencial de riesgo. Cabe recordar que, al igual que los equipos
de medición, todos los demás, como
linternas y bombas, deben ser
muy seguros.
Por cuestiones de seguridad, muchas
veces no es recomendable la contención de un producto
inflamable cerca del lugar de la fuga a fin de evitar altas
concentraciones de vapores en lugares con mucho tránsito
de personas o equipos.

Clase 4 – Sólidos inflamables
Estos sólidos incluyen todas las sustancias que se pueden
inflamar en presencia de una fuente de ignición, en
contacto con el aire o con el agua y que no están
clasificadas como explosivos. Según el estado
físico de los productos de esta clase, el área
afectada por un accidente generalmente es bastante restringida,
ya que la movilidad en el medio es muy pequeña comparada
con la de los gases o líquidos, lo que facilita las
operaciones de
control de la emergencia. Son sólidos inflamables cuando
están expuestos al calor, choque, fricción o llamas
vivas. La facilidad de combustión será mayor
mientras más "finamente" esté dividido el
material.
Los conceptos del punto de ignición y límites de
inflamabilidad presentados anteriormente, también son
aplicables a los productos de esta clase. Como ejemplos de estos
productos podemos citar el nitrato de urea y el
azufre.

Existen también los productos sólidos que
se pueden inflamar en contacto con el aire, incluso sin la
presencia de una fuente de ignición. Debido a esta
característica, la mayoría de estos productos son
transportados en recipientes con atmósferas inertes o
sumergidos en kerosene o agua.
Cuando se produce un accidente con estos productos, la
pérdida de la fase líquida podría propiciar
el contacto de los mismos con el aire, por lo que se
deberá detener la fuga inmediatamente.
Otra medida que se puede adoptar en caso de accidente es arrojar
agua sobre el producto para mantenerlo constantemente
húmedo, siempre y cuando éste sea compatible con el
agua para evitar su ignición espontánea.
El fósforo blanco o amarillo y el sulfuro de sodio son
ejemplos de productos que combustionan espontáneamente en
contacto con el aire.
Otras sustancias sólidas pueden, al interactuar con el
agua, inflamarse espontáneamente o producir gases
inflamables en cantidades peligrosas. El sodio metálico,
por ejemplo, reacciona de manera enérgica en contacto con
el agua y libera el gas hidrógeno que es altamente
inflamable. Otro ejemplo es el carburo de calcio que al
interactuar con el agua libera acetileno.
Por lo general, los productos de esta clase, y principalmente los
de las subclases 4.2 y 4.3 (ver pp. 23 y 24), liberan gases
tóxicos o irritantes cuando entran en
combustión.
Según lo expuesto, y en relación con la naturaleza
de los eventos, las medidas preventivas son muy importantes ya
que las reacciones que estos productos provocan se producen de
manera rápida y prácticamente
incontrolable.

Clase 5 – Oxidantes y peróxidos
orgánicos
Un oxidante es un material que libera oxígeno
rápidamente para soportar la combustión de los
materiales orgánicos. Otra definición semejante
afirma que el oxidante es un material que genera oxígeno a
temperatura ambiente o con un ligero calentamiento. Como se puede
observar, ambas definiciones coinciden en que el oxígeno
siempre es liberado por un agente oxidante.
Debido a la facilidad de liberación del oxígeno,
estas sustancias son relativamente inestables y reaccionan
químicamente con una gran variedad de productos.
A pesar de que la gran mayoría de las sustancias oxidantes
no son inflamables, el simple contacto de estas con productos
combustibles puede generar un incendio, incluso sin la presencia
de fuentes de ignición. Otro aspecto que se debe
considerar es la gran reactividad de los oxidantes con compuestos
orgánicos. Por lo general, estas reacciones son
enérgicas y liberan grandes cantidades de calor que pueden
conllevar al fuego o explosión. Los oxidantes, inclusive
en fracciones pequeñas, pueden causar la ignición
de algunos materiales como el azufre, la terebintina, el
carbón vegetal, etc.
Cuando la concentración de oxígeno aumenta, no
sólo también aumenta la tasa de combustión
de un producto sino que la cantidad necesaria para la quema o LIE
(límite inferior de explosión) disminuye, lo que
puede dar lugar a la ignición espontánea del
producto.

Cuando se calientan algunos productos de esa subclase,
como por ejemplo los nitratos y percloratos, entre otros, liberan
gases tóxicos que se disuelven en la mucosa del tracto
respiratorio y producen líquidos corrosivos.
Como ejemplo de producto oxidante, se puede citar el
peróxido de hidrógeno, comercialmente conocido como
agua oxigenada. Este producto es un poderoso agente oxidante y,
en altas concentraciones, reacciona con la mayoría de los
metales, como
el Cu, Co, Mg, Fe, Pb entre otros, lo que causará su
descomposición con riesgo de
incendio/explosión.
Aún sin la presencia de una fuente de ignición, las
soluciones de
peróxido de hidrógeno, en concentraciones mayores
de 50% de peso (200 volúmenes), en contacto con materiales
combustibles pueden causar la ignición de estos
productos.
Los peróxidos orgánicos son agentes de alto poder
oxidante, dado que la mayoría son irritantes para los
ojos, piel, mucosas y garganta.
Los productos de esa subclase presentan una estructura – O
– O – y se pueden considerar derivados del
peróxido de hidrógeno (H2O2
), donde uno o ambos átomos de hidrógeno fueron
sustituidos por radicales orgánicos. De esta manera, los
peróxidos orgánicos, al igual que los oxidantes,
son térmicamente inestables y pueden sufrir una
descomposición exotérmica y auto-acelerable y crear
un riesgo de explosión. Estos productos también son
sensibles al choque y fricción.
Si algunos productos están expuestos al hidrógeno o
a oxidantes durante el almacenamiento, podrán formar
peróxidos y con mayor facilidad aún si están
en estado líquido. Debido al riesgo de formación de
peróxidos, para algunos compuestos se sugiere un periodo
máximo de almacenamiento de tres meses, como por ejemplo
para el éter isopropílico, divinil acetileno,
cloruro de vinilideno, potasio metálico y amida de sodio,
entre otros.

Para otros productos se sugiere un periodo máximo
de almacenamiento de 12 meses, como por ejemplo: éter
etílico, tetrahidrofurano, dioxano, acetal,
metilisobutilcetona, éter dimetílico de
etilenglicol, éteres vinílicos, diciclopentadieno,
metilacetileno, cumeno, tetrahidronaftaleno, ciclohexeno,
metilciclopentano.
Otros compuestos corren el riesgo de formar peróxidos en
caso de polimerización. El periodo de almacenamiento
máximo sugerido para estos productos es de 12 meses. Entre
estos podemos citar el estireno, butadieno, tetrafluoretileno,
vinil acetileno, acetato de vinilo, cloruro de vinilo,
vinilpiridina y clorobutadieno.
Por consiguiente, cuando algunos productos están
almacenados en estado líquido, su potencial para la
formación de peróxidos aumenta, principalmente el
butadieno, clorobutadieno y tetrafluoretileno, por lo que para
estos casos se puede considerar un periodo máximo de
almacenamiento de tres meses.
En caso de sospecha de formación de peróxido, se
deberán adoptar los siguientes procedimientos
básicos:

  • Aísle el área.
  • Inspeccione visualmente los recipientes.
  • No intente moverlos.
  • Verifique si hay corrosión, moho u
    ondulaciones en el embalaje o en la tapa. De ser así, es
    un indicador de la existencia de peróxidos.
  • Verifique si hay formación de cristales
    blancos o polvo.
  • Si el sello de la tapa está roto, considere el
    material potencialmente explosivo.
  • Si hay sospecha de formación de
    peróxidos, no abra el embalaje. Devuélvalo al
    fabricante.
  • Si tuviera que abrir el embalaje, gire la tapa
    lentamente en el sentido contrario a las agujas del reloj para
    tratar de minimizar la fricción.
  • Si hay resistencia al
    tratar de abrir la tapa, deténgase. Es un indicador de
    que el material es explosivo.

La Tabla 5.2. muestra la distancia y los daños
provocados por peróxidos, según el volumen
existente.
Cuando sea necesario contener o absorber productos oxidantes o
peróxidos orgánicos, se deberá considerar
que la mayoría de estos podrá interactuar con la
materia orgánica y que, por lo tanto, en las acciones de
contención/absorción no se podrá usar
tierra,
aserrín ni otro material incompatible. En esos casos se
recomienda usar materiales inertes y humedecidos, por ejemplo,
arena.
Muchos de los productos clasificados aquí necesitan
equipos "específicos" para las operaciones de transbordo.
Esto se debe a la alta inestabilidad química de ciertas
sustancias de esa clase.
Uno de los métodos
más utilizados y eficientes para la reducción de
los riesgos que presentan los productos de la clase 5 es la
dilución en agua, siempre y cuando el producto sea
compatible con esta. La finalidad de la dilución es
reducir el poder oxidante y su inestabilidad. Por lo tanto,
debido a la solubilidad de algunos de estos productos, el agua de
dilución se deberá almacenar para evitar la
contaminación.

Tabla 5.2. Daños provocados por explosiones de
peróxidos

VOLUMEN (Litro)

DISTANCIA PARA DAÑOS (M)

Algunas

ventanas

rotas

La mayoría de las ventanas
rotas

Estructuras

seriamente

dañadas

Daños

letales

para el hombre

0,5

75

11

5

3

1

96

14

6

4

3,6

150

21

9

6

18

250

37

15

10

200

82

33

21

1800

175

71

45

9900

300

120

76

Fuente: Blasters Manual

En caso de fuego, el agua es el agente más
eficiente de extinción ya que aparta el calor del material
en cuestión.
La espuma y el CO2 no serán eficaces porque
actúan en base al principio de la exclusión del
oxígeno atmosférico y esto no es necesario en un
incendio causado por sustancias oxidantes.

Clase 6 – Sustancias tóxicas
Son sustancias que al ser ingeridas, inhaladas o puestas en
contacto con la piel, incluso en pequeñas cantidades,
pueden provocar la muerte o daños a la salud humana. Las
vías por las que los productos químicos pueden
entrar en contacto con el organismo son tres:

  • inhalación;
  • absorción cutánea;
  • ingestión.

La inhalación es la vía de entrada
más rápida. La gran superficie de los
alvéolos pulmonares, que representan de 80 a 90 m 2 en un
hombre adulto, facilita la absorción de gases y vapores,
que pueden pasar a la corriente sanguínea y ser
distribuidos a otras regiones del organismo.
En relación con la absorción cutánea, se
puede decir que las sustancias tóxicas pueden actuar de
dos formas. Primero, como tóxico localizado, cuando el
producto que entra en contacto con la piel actúa en su
superficie y causa una irritación primaria y localizada y
segundo, como tóxico generalizado, cuando la sustancia
tóxica actúa con las proteínas
de la piel o incluso penetra a través de ella, llega a la
sangre y se
dispersa por el organismo, con el riesgo de llegar a varios
órganos. Si bien la piel y la grasa actúan como una
barrera protectora del cuerpo, algunas sustancias como el
ácido cianhídrico, el mercurio y algunos
plaguicidas tienen la capacidad de penetrar a través de la
piel.
En cuanto a la ingestión, esta se considera una vía
secundaria de ingreso, ya que el hecho solo ocurrirá
accidentalmente.
Los efectos generados por el contacto con sustancias
tóxicas están relacionados con su grado de
toxicidad y el tiempo de exposición o dosis. Debido al
alto riesgo que implican los productos de esta clase, durante las
operaciones de atención de emergencias se requieren
equipos de protección respiratoria. Entre estos equipos se
puede mencionar las máscaras faciales con filtros
químicos y el equipo autónomo de respiración
de aire comprimido.

Es necesario tener siempre presente que los filtros
químicos solo retienen los contaminantes
atmosféricos sin proveer oxígeno y que,
según las concentraciones, se pueden saturar
rápidamente. Antes de elegir el tipo adecuado de filtro,
se debe identificar el producto presente en la
atmósfera.
El equipo autónomo de respiración de aire
comprimido se deberá utilizar en ambientes confinados,
cuando el producto empleado no se encuentre en la
atmósfera en altas concentraciones.
Por lo general, la existencia de un producto en un ambiente se
asocia con la presencia de un olor. Sin embargo, como se
mencionó anteriormente, no siempre sucede esto. Algunas
sustancias son inodoras, mientras que otras tienen la capacidad
de inhibir el sentido olfativo y llevar al individuo a
situaciones de riesgo. El gas sulfhídrico, por ejemplo,
presenta un olor característico en bajas concentraciones,
pero en altas concentraciones puede inhibir la capacidad
olfativa.
De esta manera, es fundamental que en las operaciones de
emergencia por productos de esta naturaleza, se realicen
monitoreos constantes de la concentración de los productos
en la atmósfera. Los resultados obtenidos en estos
monitoreos se podrán comparar con valores de referencia
conocidos, como el LT (límite de tolerancia), que
es la concentración a la que un trabajador se puede
exponer durante ocho horas diarias o cuarenta y ocho horas
semanales sin sufrir efectos adversos para su salud y el IDLH,
que es el valor inmediatamente peligroso para la vida al que una
persona se
puede exponer durante treinta minutos sin daños para su
salud.
En vista del alto grado de toxicidad de los productos de la clase
6, es necesario recordar que la operación de
contención de estos es muy importante ya que normalmente
son muy tóxicos para la vida acuática y representan
un alto potencial de riesgo de contaminación en los
cuerpos de agua. Por consiguiente, se debe prestar
atención especial a los cuerpos de agua usados para la
recreación, irrigación, alimentación de
animales y
abastecimiento público.

Clase 8 – Corrosivos
Son sustancias que presentan una severa tasa de corrosión
al acero.
Evidentemente, estos materiales también son capaces de
provocar daños a los tejidos humanos.
Básicamente, existen dos grupos
principales con esas propiedades y se conocen como ácidos
y bases.

Los ácidos son sustancias que, en contacto con el
agua, liberan iones H+ y provocan alteraciones de pH en el
intervalo de 0 (cero) a 7 (siete). Las bases son sustancias que,
en contacto con el agua, liberan iones OH- y provocan
alteraciones de pH en el intervalo de 7 (siete) a 14
(catorce).
Algunos ejemplos de este tipo de productos son el ácido
sulfúrico, ácido clorhídrico, ácido
nítrico, hidróxido de sodio e hidróxido de
potasio, entre otros.
Muchos de los productos pertenecientes a esta clase reaccionan
con la mayoría de los metales y, como generan
hidrógeno, que es un gas inflamable, dan lugar a un riesgo
adicional. Algunos productos presentan como riesgo secundario un
alto poder oxidante, mientras que otros pueden reaccionar
enérgicamente con el agua o con otros materiales, como por
ejemplo los compuestos orgánicos. El contacto de esos
productos con la piel y ojos puede causar severas quemaduras, por
lo que se deben emplear equipos de protección individual
compatibles con tal producto. Para la manipulación de
corrosivos, generalmente se recomienda usar ropas de
PVC.

El monitoreo ambiental durante las operaciones con estos
materiales se puede realizar a través de diversos
parámetros, según el producto usado, entre los
cuales cabe destacar las mediciones de pH y la conductividad.
En los accidentes con ácidos o bases que llegan a cuerpos
de agua, se podrá producir una mayor o menor
variación del pH natural, según diversos factores,
como por ejemplo la concentración y cantidad del producto
vertido, además de las características del cuerpo
de agua afectado.
Para la neutralización de sustancias ácidas
generalmente se emplea el carbonato sódico y la cal
hidratada, ambas con característica alcalina. El uso de
cal viva no es recomendable debido a que su reacción con
los ácidos es extremadamente enérgica.
Antes de llevar a cabo la neutralización, se deberá
recolectar la mayor cantidad posible del producto derramado a fin
de evitar el consumo
excesivo del producto neutralizante y la generación de una
gran cantidad de residuos.
Se deberá realizar la remoción total y
disposición adecuada de los residuos provenientes de la
neutralización.
En la Tabla 6.2. se presenta el cuadro sobre
neutralización de productos químicos, donde se
relacionan la cantidad de agentes neutralizantes necesarios para
los productos más comunes de esta clase.
Como se mencionó anteriormente, la neutralización
es sólo una de las posibles técnicas
para reducir los riesgos en los accidentes con sustancias
corrosivas. También se deberán considerar otras
técnicas como la absorción, remoción y
dilución, según el caso. Para elegir el método
más adecuado se deben considerar los aspectos de seguridad
y protección ambiental. Si se opta por la
neutralización del producto, se debe considerar que esta
consiste básicamente en la disposición de otro
producto químico en el ambiente contaminado y que, por lo
tanto, podrá haber reacciones
químicas paralelas a la necesaria para la
neutralización.
También se debe evaluar la característica del
cuerpo de agua, que algunas veces conlleva a su monitoreo a fin
de lograr una dilución natural del producto. Estos casos
normalmente se producen en aguas corrientes en las que el control
de la situación es más difícil debido a la
movilidad del producto en el medio.

Cuando hay descontrol durante la neutralización,
podrá haber una inversión brusca en la escala del pH, lo
que producirá efectos mucho más dañinos para
los ecosistemas
que resistieron a la primera variación del pH. Por lo
general, en los cuerpos de agua donde hay vida, no es
recomendable la disposición de productos químicos
sin la supervisión de especialistas.
Durante las reacciones de neutralización, mientras
más concentrado esté el producto derramado, mayor
será la liberación de energía en forma de
calor, además de la posibilidad de que el agua salpique,
por lo que se debe reforzar la necesidad del uso de ropas
adecuadas de protección.
La técnica de dilución solamente se deberá
usar cuando la contención del producto derramado sea
imposible y si tiene un volumen bastante reducido debido a que el
volumen de agua necesario para obtener concentraciones seguras
con este método siempre será muy grande, en el
orden de 1000 a 10.000 veces el volumen del producto vertido.
Cabe resaltar que si el volumen de agua agregado al producto no
es suficiente para diluirlo en niveles seguros, la
situación se agravará debido al aumento del volumen
de la mezcla.
Como se ha podido observar en lo expuesto anteriormente, la
absorción y la recolección son las técnicas
más recomendadas comparadas con la neutralización y
la dilución.

Tabla 6.2. Neutralización de productos
químicos

NEUTRALIZANTE

(FACTOR K)

HCl

30%

HCl

33%

HCl

36%

H 2 SO 4

70%

H 2 SO 4

98%

Cal hidratada 100%

Ca (OH) 2

Carbonato de sodio

(soda ASH)

NaOH

50%

NaOH

98%

Sulfito de sodio 100% Na 2 SO
3

PRODUCTO

Ácido clorhídrico 30%

N

N

N

N

N

0,31

0,44

0,66

0,33

N

Ácido clorhídrico 33%

N

N

N

N

N

0,36

0,50

0,73

0,36

N

Ácido clorhídrico 36%

N

N

N

N

N

0,40

0,55

0,80

0,40

N

Ácido nítrico 98%

N

N

N

N

N

0,60

0,80

1,25

0,65

N

Ácido sulfúrico 70%

N

N

N

N

N

0,42

0,76

1,44

0,57

N

Ácido sulfúrico 98%

N

N

N

N

N

0,80

1,10

1,60

0,80

N

Cloro 100%

N

N

N

N

N

1,10

1,50

1,80

0,90

N

Hipoclorito de sodio 12%

N

N

N

N

N

N

N

N

N

0,28

Soda cáustica 50%

1,51

1,39

1,27

0,89

0,63

N

N

N

N

N

Soda cáustica 98%

3,03

2,77

2,50

1,75

1,25

N

N

N

N

N

Fuente: CARBOCLORO S/A Indústrias
Químicas

Clase 9 – Sustancias peligrosas diversas
Esta clase agrupa a los productos que presentan riesgos
diferentes de las demás clases.

5.
Bibliografía

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atmosférica. Principales contaminantes. Fuentes de
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Garrido, J.L.-2000- Evaluación de riesgos en impacto
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Nobre Gouveia, J.L. y Seriacopi, M. CETESB. Brasil. En
www.disiter.info.disastres.net/quimicos/index_folders/world/html

 

 

 

 

Autor:

María Laura Ríos

Estudiante de Ingeniería en Recursos
Naturales y Medio Ambiente
Universidad Nacional de Salta, Argentina

Partes: 1, 2
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