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Efecto invernadero




Enviado por rdberneri



    Indice
    1.
    Introducción

    2. El efecto
    invernadero

    3. Las consecuencias del recalentamiento
    global

    4. Gases del
    invernadero

    5. Zonas más
    afectadas

    6. Cambios climáticos predichos
    para el siglo XXI

    7. Posibles Soluciones

    1.
    Introducción

    La temperatura de
    nuestro planeta es perfecta para la vida. Ni demasiada
    fría, como Venus, ni demasiada caliente, como Marte.
    Gracias a estas condiciones, la vida se extiende por todos
    sitios. La Tierra
    recibe el calor del Sol.
    Algunos gases de la
    atmósfera
    la retienen y evitan que parte de este calor se escape de retorno
    al espacio.
    Hoy día esta situación de equilibrio
    delicado esta en peligro a causa de la
    contaminación de la atmósfera, que provoca que
    los gases retengan mucho calor cerca de la superficie. Las
    temperaturas de todo el planeta han aumentado en el ultimo siglo
    y esto podría provocar un cambio
    climático a nivel mundial.
    El aumento del nivel del mar y otros cambios en el medio ambiente
    representan una amenaza para todos los seres vivos.
    El termino efecto
    invernadero hace referencia al fenómeno por el cual la
    Tierra se
    mantiene caliente y también al calentamiento general del
    planeta. Para mantener las condiciones ambientales optimas para
    la vida es indispensable que entendamos las relaciones complejas
    que se establecen entre la Tierra y la
    atmósfera.

    2. El efecto
    invernadero

    La atmósfera de la Tierra está compuesta
    de muchos gases. Los más abundantes son el
    nitrógeno y el oxígeno
    (este último es el que necesitamos para respirar). El
    resto, menos de una centésima parte, son gases llamados
    "de invernadero". No los podemos ver ni oler, pero están
    allí. Algunos de ellos son el dióxido de carbono, el
    metano y el dióxido de nitrógeno.
    En pequeñas concentraciones, los gases de invernadero son
    vitales para nuestra supervivencia. Cuando la luz solar llega a
    la Tierra, un poco de esta energía se refleja en las
    nubes; el resto atraviesa la atmósfera y llega al suelo. Gracias a
    esta energía, por ejemplo, las plantas pueden
    crecer y desarrollarse.
    Pero no toda la energía del Sol es aprovechada en la
    Tierra; una parte es "devuelta" al espacio. Como la Tierra es
    mucho más fría que el Sol, no puede
    devolver la energía en forma de luz y calor. Por eso la
    envía de una manera diferente, llamada "infrarroja". Un
    ejemplo de energía infrarroja es el calor que emana de una
    estufa eléctrica antes de que las barras comiencen a
    ponerse rojas.
    Los gases de invernadero absorben esta energía infrarroja
    como una esponja, calentando tanto la superficie de la Tierra
    como el aire que la
    rodea. Si no existieran los gases de invernadero, el planeta
    sería, cerca de 30 grados más frío de lo que
    es ahora. En esas condiciones, probablemente la vida nunca
    hubiera podido desarrollarse. Esto es lo que sucede, por ejemplo,
    en Marte.
    En el pasado, la Tierra pasó diversos periodos glaciales.
    Hoy día quedan pocas zonas cubiertas de hielo. Pero la
    temperatura mediana actual es solo 4 ºC superior a la del
    ultimo periodo glacial, hace 18000 años.
    Marte tiene casi el mismo tamaño de la Tierra, y
    está a una distancia del Sol muy similar, pero es tan
    frío que no existe agua
    líquida (sólo hay hielo), ni se ha descubierto vida
    de ningún tipo. Esto es porque su atmósfera es
    mucho más delgada y casi no tiene gases de invernadero.
    Por otro lado, Venus tiene una atmósfera muy espesa,
    compuesta casi en su totalidad por gases de invernadero.
    ¿El resultado? Su superficie es 500ºC más
    caliente de lo que sería sin esos
    gases.
    Por lo tanto, es una suerte
    que nuestro planeta tenga la cantidad apropiada de gases de
    invernadero.
    El efecto de
    calentamiento que producen los gases se llama efecto invernadero:
    la energía del Sol queda atrapada por los gases, del mismo
    modo en que el calor queda atrapado detrás de los vidrios
    de un invernadero.
    En el Sol se
    producen una serie de reacciones nucleares que tienen como
    consecuencia la emisión de cantidades enormes de
    energía. Una parte muy pequeña de esta
    energía llega a la Tierra, y participa en una serie de
    procesos
    físicos y químicos esenciales para la vida.
    Prácticamente toda la energía que nos llega del Sol
    está constituida por radiación
    infrarroja, ultravioleta y luz visible. Mientras que la
    atmósfera absorbe la radiación infrarroja y
    ultravioleta, la luz visible llega a la superficie de la Tierra.
    Una parte muy pequeña de esta energía que nos llega
    en forma de luz visible es utilizada por las plantas verdes para
    producir hidratos de carbono, en un proceso
    químico conocido con el nombre de fotosíntesis. En este proceso, las plantas
    utilizan anhídrido carbónico y luz para producir
    hidratos de carbono (nuevos alimentos) y
    oxígeno. En consecuencia, las plantas verdes juegan un
    papel
    fundamental para la vida, ya que no sólo son la base de
    cualquier cadena
    alimenticia, al ser generadoras de alimentos sino que,
    además, constituyen el único aporte de
    oxígeno a la atmósfera.
    En la fotosíntesis participa únicamente
    una cantidad muy pequeña de la energía que nos
    llega en forma de luz visible. El resto de esta energía es
    absorbida por la superficie de la Tierra que, a su vez, emite
    gran parte de ella como radiación infrarroja. Esta
    radiación infrarroja es absorbida por algunos de los
    componentes de la atmósfera (los mismos que absorben la
    radiación infrarroja que proviene del Sol) que, a su vez,
    la remiten de nuevo hacia la Tierra. El resultado de todo esto es
    que hay una gran cantidad de energía circulando entre la
    superficie de la Tierra y la atmósfera, y esto provoca un
    calentamiento de la misma. Así, se ha estimado que, si no
    existiera este fenómeno, conocido con el nombre de efecto
    invernadero, la temperatura de la superficie de la Tierra
    sería de unos veinte grados bajo cero. Entre los
    componentes de la atmósfera implicados en este
    fenómeno, los más importantes son el
    anhídrido carbónico y el vapor de agua (la
    humedad), que actúan como un filtro en una dirección, es decir, dejan pasar
    energía, en forma de luz visible, hacia la Tierra,
    mientras que no permiten que la Tierra emita energía al
    espacio exterior en forma de radiación
    infrarroja.

    A partir de la celebración, hace algo más de un
    año, de la Cumbre para la Tierra, empezaron a aparecer,
    con mayor frecuencia que la habitual en los medios de
    comunicación , noticias relacionadas con el efecto
    invernadero. El tema principal abordado en estas noticias es el
    cambio climático. Desde hace algunas décadas, los
    científicos han alertado sobre los desequilibrios
    medioambientales que están provocando las actividades
    humanas, así como de las consecuencias previsibles de
    éstos.
    En lo que respecta al efecto invernadero, se está
    produciendo un incremento espectacular del contenido en
    anhídrido carbónico en la atmósfera a causa
    de la quema indiscriminada de combustibles fósiles, como
    el carbón y la gasolina, y de la destrucción de los
    bosques tropicales. Así, desde el comienzo de la Revolución
    Industrial , el contenido en anhídrido
    carbónico de la atmósfera se ha incrementado
    aproximadamente en un 20 %. La consecuencia previsible de esto es
    el aumento de la temperatura media de la superficie de la Tierra,
    con un cambio global del clima que
    afectará tanto a las plantas verdes como a los animales . Las
    previsiones más catastrofistas aseguran que incluso se
    producirá una fusión
    parcial del hielo que cubre permanentemente los Polos, con lo que
    muchas zonas costeras podrían quedar sumergidas bajo las
    aguas. Sin embargo, el efecto invernadero es un fenómeno
    muy complejo, en el que intervienen un gran número de
    factores, y resulta difícil evaluar tanto el previsible
    aumento en la temperatura media de la Tierra, como los efectos de
    éste sobre el clima. Aún cuando no es posible
    cuantificar las consecuencias de éste fenómeno, la
    actitud
    más sensata es la prevención. El obtener un mayor
    rendimiento de la energía, así como el utilizar
    energías renovables, produciría una
    disminución del consumo de
    combustibles fósiles y, por lo tanto, de nuestro aporte de
    anhídrido carbónico a la atmósfera. Esta
    prevención también incluiría la
    reforestación, con el fin de aumentar los medios
    naturales de eliminación de anhídrido
    carbónico. En cualquier caso, lo importante es ser
    conscientes de cómo, en muchas ocasiones, nuestras
    acciones
    individuales tienen influencia tanto sobre la atmósfera
    como sobre la habitabilidad del planeta.
    Algunos de los gases que producen el efecto invernadero, tienen
    un origen natural en la atmósfera y, gracias a ellos, la
    temperatura superficial del planeta a permitido el desarrollo de
    los seres vivos. De no existir estos gases, la temperatura media
    global seria de unos 20ºC bajo cero, el lugar de los
    15ºC sobre cero de que actualmente disfrutamos. Pero las
    actividades humanas realizadas durante estos últimos
    siglos de revoluciones industriales, y especialmente en las
    ultimas décadas, han disparado la presencia de estos gases
    y han añadido otros con efectos invernadero adicionales,
    además de causar otros atentados ecológicos.
    Es un hecho comprobado que la temperatura superficial de la
    Tierra está aumentando a un ritmo cada vez mayor. Si se
    continua así, la temperatura media de superficie terrestre
    aumentara 0,3ºC por década. Esta cifra, que parece a
    simple vista no excesiva, puede ocasionar, según los
    expertos grandes cambios climáticos en todas las regiones
    terrestres. La década de los años ochenta a sido la
    más calurosa desde que empezaron a tomar mediciones
    globales de la temperatura y los científicos están
    de acuerdo en prever que, para el año 2020, la temperatura
    haya aumentado en 1,8ºC.
    Para comprender el efecto invernadero es necesario describir
    brevemente como funciona el balance de energía de nuestro
    sistema
    climático:

    Balance De Energía En Nuestro Sistema
    Climático
    De cada 100 unidades del flujo total de radiación solar (o
    de onda corta) que llega al tope de la atmósfera, 23
    unidades son absorbidas por ésta: el O3
    estratosférico y el vapor de agua troposférico
    absorben 19 unidades, y el agua
    líquida en las nubes 4 unidades. La superficie de los
    océanos y los continentes absorben 46 unidades. Las 31
    unidades restantes son reflejadas hacia el espacio exterior: las
    nubes reflejan 17 unidades, la superficie del planeta 6 unidades,
    y los gases que componen la atmósfera dispersan hacia el
    espacio exterior 8 unidades. Estas últimas 31 unidades no
    participan en los procesos e interacciones del sistema
    climático. La energía absorbida por éste (69
    unidades) es convertida en calor, movimiento de
    la atmósfera y de los océanos (energía
    cinética), y energía potencial.

    3. Las consecuencias del
    recalentamiento global

    Las consecuencias no serán uniformes
    geográficamente. El ciclo hidrológico se vera
    alterado por la mayor evaporación del agua (que a su vez
    refuerza el calentamiento), se prevé un aumento de las
    lluvias en las latitudes altas durante el invierno, e
    intensificación de las sequías del 5% de frecuencia
    actual a un 50% para el 2050.
    Una subida semejante significaría la contaminación de acuíferos, la
    recesión de costas y tierras húmedas, hasta el 15%
    de la tierra fértil de Egipto y el
    14% de la de Bangladesh serian inundadas con la subida
    máxima prevista. Posiblemente se afecte la estabilidad de
    los bosques tropicales y su diversidad biológica, debido a
    su alto grado de vulnerabilidad a cambios en el equilibrio
    ambiental, siendo sustituidos por ecosistemas
    más degenerados.
    Los arrecifes de coral contienen la mayor diversidad genética
    después de los bosques tropicales, incluyendo un tercio de
    todas las especies de peces que se
    conocen. La mayor parte se encuentran en aguas cuyas temperaturas
    promedios se aproximan al máximo tolerable sin que se
    presenten cambios en su equilibrio simbiótico.
    Si la temperatura del mar aumenta en 2 0 3 °C, la estabilidad
    de algunos corales se vería amenazada. Los aumentos
    previstos en el nivel del mar también afectarían su
    capacidad de sobrevivencia, pues la estabilidad de los arrecifes
    de coral se encuentra asociada al mantenimiento
    de una cierta distancia de la superficie del agua.
    El calentamiento esperado excede con mucho la capacidad de
    migración de comunidades naturales,
    resultando una destrucción sin reemplazo y un
    empobrecimiento de los ecosistemas, perdida de especies y en
    definitiva perdida de la capacidad de la Tierra para soportar
    vida. Quizá la agricultura
    industrializada pueda responder a la nueva situación con
    suficiente rapidez (aunque en EEUU la ola de calor del año
    1988 significó un descenso del 30% en la cosecha de
    grano), pero la agricultura de los países en desarrollo no
    tiene medios para una adaptación semejante.
    Hay muchos fenómenos de gran alcance cuya evolución frente al cambio climático
    es incierta, por ejemplo, las consecuencias de un Océano
    Ártico sin hielo sobre las corrientes marinas y su
    influencia en la pesquería, o el probable desplazamiento
    de enfermedades
    tropicales hacia otras zonas de la Tierra. Ejemplos como la
    malaria y el dengue
    podrían extenderse sobre una mayor proporción de la
    superficie de la tierra, afectando a millones de personas que hoy
    se encuentran fuera de sus áreas de influencia.
    El efecto invernadero ha sido así transformado por
    el hombre en
    una amenaza a su propia seguridad. Los
    mas afectados serán los más pobres, los que son
    víctima de la injusticia social, los marginados
    económicos, los que soportan mas directamente el impacto
    de la degradación ambiental. Esto es, la mayor parte de la
    humanidad.
    Probablemente se acentuarían tanto la intensidad como la
    frecuencia de huracanes y ciclones en la zona tropical, y se
    extenderían a latitudes hoy poco afectadas o fuera del
    alcance de estos fenómenos naturales.
    El clima en la Tierra es muy difícil de predecir, porque
    existen muchos factores para tomar en cuenta: lluvia, luz solar,
    vientos, temperatura… Por eso, no se puede definir exactamente
    qué efectos acarreará el Calentamiento Global.
    Pero, al parecer, los cambios climáticos podrían
    ser muy severos.
    Una primera consecuencia, muy posible, es el aumento de las
    sequías: en algunos lugares disminuirá la cantidad
    de lluvias. En otros, la lluvia aumentará, provocando
    inundaciones.
    Una atmósfera más calurosa podría provocar
    que el hielo cerca de los polos se derritiera. La cantidad de
    agua resultante elevaría el nivel del mar. Un aumento de
    sólo 60 centímetros podría inundar las
    tierras fértiles de Bangladesh, en India, de las
    cuales dependen cientos de miles de personas para obtener
    alimentos. Las tormentas tropicales podrían suceder con
    mayor frecuencia.
    La Corriente del niño es uno de los ejemplos más
    claros de los problemas que
    trae el recalentamiento global, desequilibra el estado
    climático del planeta haciendo que en algunos lugares
    llueva demasiado hasta inundarlos y en otros sea totalmente una
    sequía, también se pueden citar el cambio abrupto
    de temperatura y presión en
    la atmósfera que trae como consecuencia grandes secuencias
    de tornados y tifones. Esto se ve más en las zonas
    tropicales en donde los tornados aparecen en determinada
    época del año y por los cambios climáticos
    estos reaparecen muy a menudo.
    Conocemos las consecuencias que podemos esperar del efecto
    invernadero para el próximo siglo, en caso de que no
    vuelva a valores
    más bajos:

    • Aumento de la temperatura media del
      planeta.
    • Aumento de sequías en unas zonas e
      inundaciones en otras.
    • Mayor frecuencia de formación de
      huracanes.
    • Progresivo deshielo de los casquetes polares, con la
      consiguiente subida de los niveles de los
      océanos.
    • Incremento de las precipitaciones a nivel planetario
      pero lloverá menos días y más
      torrencialmente.
    • Aumento de la cantidad de días calurosos,
      traducido en olas de calor.

    4. Gases del
    invernadero

    Los gases que producen el efecto invernadero (ver cuadro
    1), provocan que la radicación infrarroja del sol se
    retenga en el ambiente. Esto
    ocasiona que se caliente la superficie de la Tierra y la parte
    inferior de la atmósfera. Desde principios de
    siglo hasta hoy, la temperatura ya se ha incrementado en 0,5
    grados centígrados. El dióxido de carbono (CO2) es
    el gas más
    importante de efecto invernadero. Las actividades humanas
    comunes, fundamentalmente la quema de combustibles fósiles
    -carbón, petróleo y
    gas- y la destrucción de los bosques, son las principales
    fuentes
    actuales de emisión de CO2 a la atmósfera. La
    generación de energía es la actividad que
    más combustibles fósiles consume en el mundo.
    Hace relativamente poco tiempo que se ha
    reconocido que la deforestación es una causa que contribuye a
    agregar una carga importante de dióxido de carbono y
    metano a la atmósfera. Esta situación se ve
    agravada por la rápida desaparición que
    están sufriendo las selvas tropicales. Sin embargo,
    durante muchos años, la desaparición de los bosques
    templados de los países desarrollados contribuyó
    enormemente a la emisión de gases de efecto invernadero.
    Una fuente adicional de emisiones de metano y CO2 a la
    atmósfera es la estimulación de la respiración de los suelos y la
    descomposición de la materia
    orgánica, que se verán aumentadas por el efecto del
    calentamiento de la atmósfera. La importancia de esta
    tercera causa de expulsión de gases es lo suficientemente
    importante para acelerar el calentamiento de la Tierra de forma
    apreciable.
    Otros gases de potente efecto invernadero son el metano, cuyas
    principales fuentes son, además de las explicadas
    anteriormente, la agricultura y forestería intensiva, la
    minería de
    carbón y los escapes de gas en gasoductos, los
    Clorofluorcarbonados (CFC) y sus derivados, que tienen como
    fuentes principales algunos productos
    industriales, y los óxidos de nitrógeno, que se
    producen por multitud de causas, principalmente por la quema de
    combustibles fósiles y la utilización de
    fertilizantes químicos.
    Si las tendencias continúan como hasta ahora, en los
    años 2030 a 2050 la atmósfera contendrá el
    doble de gases de invernadero que los que tenía a mediados
    del siglo pasado. Estas proyecciones se basan en las
    observaciones de la tasa de acumulación de CO2 y otros
    gases que atrapan el calor en la atmósfera, y en la
    suposición de que el calentamiento global no
    afectará dicha tasa. El efecto de la acumulación de
    esa cantidad de gases de invernadero será, según
    climatólogos, el calentamiento de la tierra en un promedio
    de 1,5 a 4,5 grados C. El calentamiento en los trópicos
    traerá un aumento leve en las temperaturas, pero se
    prevé una modificación sustancial en la cantidad y
    regularidad de las lluvias.
    Se supone que el calentamiento será continuo y
    durará un tiempo indefinido, a menos que lo detenga la
    acción humana directa: los científicos del Panel
    Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), han
    demostrado que si no se pone remedio inmediatamente, la Tierra se
    encamina hacia un período de cambio rápido y
    continuo del clima, marcado por un calentamiento global a una
    velocidad
    extraordinaria. Los climatólogos y biólogos son
    capaces de predecir los efectos del aumento de la temperatura en
    la Tierra en 1 o 2 grados C. Sin embargo un aumento mayor en la
    temperatura lanzará al mundo a ámbitos
    climáticos que rebasan la experiencia -y las predicciones-
    de la ciencia y
    de los científicos.
    Nadie puede predecir con detalle, por ejemplo, cómo se
    modificarán las corrientes oceánicas, o cuál
    será el alcance de que el Océano Ártico
    pierda los hielos, sobre todo en los climas de otros lugares.
    Tampoco se puede saber con detalles los efectos sobre los peces y
    la pesca, en la
    distribución de la tierra cultivable, ni
    los por menores de las consecuencias en los bosques, en los
    animales, o en la distribución de los parásitos
    humanos y de las enfermedades. Sin embargo, las predicciones
    -generales, incompletas y muy a corto plazo- de los expertos del
    segundo de los tres grupos de trabajo
    del IPCC viene a confirmar que los impactos pueden ser
    catastróficos.
    El aparente mínimo aumento de la temperatura del Planeta
    de 1,5 a 2 grados C que se prevé en el escenario
    más optimista, traería consigo, a nivel general, el
    incremento del nivel de los mares, con la consiguiente
    desaparición de ecosistemas costeros completos; las
    reservas de agua dulce se verían seriamente afectadas, se
    alterarían los patrones de pesca y aumentarían las
    enfermedades. Las consecuencias negativas las sufrirían
    todas las personas del mundo, en especial aquellas que viven en
    territorios vulnerables. Sin embargo, es impracticable resolver
    estos problemas que se plantean en un futuro cercano, si no se
    toman acciones inmediatas, drásticas y
    concretas.

     

    LOS GASES COMUNES
    DE EFECTO INVERNADERO, SUS ORIGENES
    Y LA CONTRIBUCION AL CALENTAMIENTO  DE LA
    ATMÓSFERA

    GAS*

    FUENTES PRINCIPALES

    CONTRIBUCION
    AL CALENTAMIENTO %

    Dióxido de carbono (CO2)

    *Quema de combustible fósiles (77%)
    *Deforestación (23%)

    55

    Clorofluoros Carbonos (CFC) y
    gases afines (HFC y HCFC)

    *Diversos usos industriales: refrigeradoras,
    aerosoles de espuma, solventes.
    *Agricultura intensiva

    24

    Metano (CH4)

    *Minería de carbón.
    *Fugas de gas
    *Deforestación
    *Respiración del plantas y suelos por
    efectos del calentamiento global.
    *Fermentación
    entérica.

    15

    Oxido Nitroso

    *Agricultura y forestería intensiva
    *Quema de biomasa
    *Uso de fertilizantes
    *Quema de combustibles fósiles

    6

    5. Zonas
    más afectadas

    Las zonas con mayor riesgo son el
    interior de los continentes y precisamente las que más la
    sufren hoy día: Sahel, Norte frica, Sudeste de Asia, India,
    Centroamérica y Mediterráneo. Las consecuencias
    sobre las zonas costeras también serían
    catastróficas. Se amenazaría la seguridad de mas de
    dos mil millones de personas que viven en zonas costeras. Se
    afectaría los puertos y otras estructuras
    localizadas en la costa, incluyendo centrales nucleares en las
    costas del Japón,
    Corea, Taiwán, y otros países.
    Si la temperatura del mar aumenta en 2 o 3 °C, la estabilidad
    de algunos corales se vería amenazada. Los aumentos
    previstos en el nivel del mar también afectarían su
    capacidad de sobrevivencia, pues la estabilidad de los arrecifes
    de coral se encuentra asociada al mantenimiento de una cierta
    distancia de la superficie del agua.
    Un cambio de 2 o 3 °C en la temperatura promedio del planeta
    podría aumentar la pluviosidad en zonas de alta
    precipitación, principalmente en el trópico,
    afectando los ciclos agrícolas, agravando las inundaciones
    y la erosión de
    los suelos. Puede también causar una menor
    precipitación en épocas de sequía, con
    considerables efectos sobre la agricultura, así como sobre
    el suministro de agua y alimentos a zonas pobladas.
    También se amenazaría la seguridad de mas de dos
    mil millones de personas que viven en zonas costeras. Se
    afectaría los puertos y otras estructuras localizadas en
    la costa, incluyendo centrales nucleares en las costas del
    Japón, Corea, Taiwan, y otros países.
    El efecto invernadero ha sido así transformado por el
    hombre en una
    amenaza a su propia seguridad. Los mas afectados serán los
    más pobres, los marginados económicos, los que
    soportan mas directamente el impacto de la degradación
    ambiental. Esto es, la mayor parte de la humanidad, especialmente
    la localizada en las zonas tropicales del planeta.
    Un caso particular de contaminación
    atmosférica es el de la ciudad de
    México

    La Contaminacion Del Aire En La Ciudad De Mexico
    En la segunda mitad de los años ochenta, del siglo XX, los
    habitantes de la Ciudad de México
    despertaron a realidades ambientales que antes sólo
    habían sido percibidas por el aguzado sentido
    analítico de investigadores. La alarma se propagó
    desde una flamante red automática de
    monitoreo, que sancionó con la inapelable frialdad de sus
    registros
    IMECA las sensaciones de opresión provocadas por una
    atmósfera cada vez más turbia e hiriente de ojos y
    vías respiratorias.
    Uno de los problemas ecológicos más graves a los
    que enfrenta la ciudad de México es la contaminación del aire.
    Dentro de sus causas principales podemos mencionar la ausencia de
    planificación urbana, la destrucción
    de los ecosistemas de la Cuenca de México que se inicia a
    partir de la conquista española, el uso inadecuado de las
    tecnologías modernas, la corrupción
    gubernamental, etc.
    La
    Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el
    ser humano no debe estar expuesto a más de 11 partes por
    millón de ozono más de una hora una vez por
    año, lo que equivale a 100 IMECAS (Índice
    Metropolitano de la Calidad del
    Aire), lo que implica que cotidianamente los habitantes de la
    Ciudad de México están poniendo su salud en
    peligro.
    Un estudio de la UNAM revela que el incremento de ozono puede
    deberse al uso de la gasolina Magna Sin, que al disminuir el
    contenido de plomo produce un incremento del ozono. Por cierto,
    el plomo a pesar de ser uno de los metales pesados
    más tóxicos, ya no se mide en las estaciones de
    monitoreo ambiental. En noviembre y diciembre de 1994
    Greenpeace-México utilizando una estación de
    monitoreo móvil de Alemania
    realizó un estudio para medir la contaminación del
    aire al nivel que se respira en la ciudad, esto es, a 1.20 metros
    de altura, ya que las estaciones gubernamentales lo miden de 3.70
    a 6.50 m. Los niveles de monóxido de carbono (CO)
    registrados en la calle fueron 3.5 veces mayores que los que
    reportaron las estaciones de monitoreo gubernamentales en las
    zonas cercanas. La concentración promedio de
    bióxido de nitrógeno llegó casi al doble de
    lo que registraron las estaciones oficiales del Pedregal,
    Tlalnepantla y otras. El promedio de benceno fue 3.2 veces mayor
    que el registrado en la estación Merced, que equivale a
    más de 9 veces lo que permiten actualmente las normas de
    Alemania.
    El gobierno mexicano
    en los últimos meses por fin reconoció la gravedad
    del asunto, a partir de los 250 IMECAS, y en base al estudio de
    Greenpeace, que muestra que
    algunos contaminantes al nivel que respiramos muestran una
    concentración de hasta el triple de las concentraciones
    reportadas por el gobierno, implica que el problema es aún
    más grave de lo que parece. Además de acuerdo a
    estudios realizados en Norteamérica se conoce que la
    concentración de contaminantes se duplica o más en
    el interior de los vehículos. Y en la Ciudad se estiman en
    alrededor de 700,000 personas que trabajan en la vía
    pública, como mensajeros, ambulantes, vendedores,
    conductores y vigilantes.
    Por otro lado, la población más susceptible la forman
    los niños y
    los mayores de 60 años, así como las personas con
    enfermedades del aparato
    respiratorio. Se estima que hay alrededor de 2 millones de
    niños menores de 4 años en el área
    metropolitana y casi 1 millón de personas mayores de 60
    años. En el Distrito Federal la segunda causa de muerte es por
    tumores malignos y casi todos los contaminantes son cancerígenos, por lo que es muy probable
    que exista una relación directa entre los altos niveles de
    muertes por cáncer y la elevada contaminación del
    aire y del ambiente en general. Lo que sí es indudable es
    que se rebasan constantemente aún las normas nacionales y
    se expone a los individuos a concentraciones de contaminantes que
    ocasionan daños a la salud, violándose así
    constantemente el Derecho a la Salud que establece la Constitución de la República.
    En 1970 había 500,000 vehículos en la Ciudad de
    México, hoy, a pesar de los datos oficiales
    contradictorios se estima que existen más de 3,500,000,
    por lo que se ha agravado el problema de la contaminación
    del aire. Además se siguen sacrificando áreas
    verdes para el crecimiento anárquico de la mancha urbana,
    lo que agudiza el problema. Aún a pesar de todas las
    condiciones negativas la gran metrópoli sigue creciendo a
    un ritmo desmesurado. La cultura
    ecológica se tendrá que adquirir a través de
    la
    educación y de la aplicación de leyes más
    severas que normen la conducta.
    Asimismo implica el poder
    compartir el mismo espacio con muchos millones de personas. No se
    trata de conseguir una tecnología
    responsable sino de decidir de forma responsable la
    administración de la tecnología.
    El estudio de Greenpeace también midió el ozono en
    el Ajusco y en el Desierto de los Leones mostrando una
    concentración aún más elevada que en el
    centro de la Ciudad, y estudios de la Universidad de
    Chapingo encontraron que ocasiona la muerte de
    los Pinus hartwegii en el Ajusco y debilita al oyamel o abeto
    haciéndolo presa fácil del gusano descortezador en
    el Desierto de los Leones.
    Muchas de las medidas tomadas, como es obvio, dejaron sentir sus
    efectos benéficos en otras ciudades del país
    afectadas también por problemas más o menos graves
    de contaminación atmosférica. Puede decirse que en
    esos años se construyó toda una infraestructura
    humana, tecnológica e institucional, y un sólido
    acervo de instrumentos y políticas
    que permitieron poner bajo control un
    proceso hasta entonces desbocado.
    Los cambios de siglo siempre estimulan la imaginación y el
    afán humano de escudriñar los signos del futuro. En
    lo que toca a la calidad del aire de la agobiada ciudad no hay
    excepción; además, tres cosas pueden hacer
    despertar un interés
    adicional por una aventura prospectiva.
    Primera: los niveles de contaminación atmosférica
    en la Zona Metropolitana del Valle de México
    continúan en niveles absolutamente inaceptables, tal vez
    sin paralelo en el mundo en lo que toca a ozono y a otros
    oxidantes fotoquímicos.
    Segunda: la reanudación de un crecimiento
    económico sostenido hará aumentar
    aceleradamente el número de vehículos en
    circulación, el total de kilómetros recorridos y el
    consumo de combustibles, lo que puede echar por la borda muchos
    de los avances logrados en la última década.
    Tercera: el debilitamiento y pausa observada en el diseño
    de políticas y de instrumentos normativos y la
    disgregación de los equipos técnicos formados en la
    ciudad desde los años ochenta así como de sus
    capacidades ejecutivas.
    Las soluciones las
    dan principalmente las decisiones políticas y se cree que
    aún ahora, inmersos en una severa crisis
    económica, no se debe olvidar que el hombre perdona a
    veces, pero la naturaleza nunca.
    Los resultados que empezaron a manifestarse con claridad desde el
    año de 1995 se sumaron, probablemente, a un ciclo
    favorable de condiciones meteorológicas de gran escala para
    mitigar los episodios más agudos de contaminación
    atmosférica: menor número y severidad de inversiones
    térmicas y menor virulencia en la actividad
    fotoquímica. Otros factores dieron un empujón
    adicional para desplazar al tema de la calidad del aire de las
    agendas de discusión pública: cierta complacencia,
    una memoria ciudadana
    volátil y el encantamiento de la alternancia en el poder;
    incluso, desde esta última, se llegó a celebrar
    como propia no sólo la obra de años anteriores sino
    la benevolencia meteorológica. Esta última le ha
    dado a la ciudad un cierto y casi literal respiro. Así lo
    dicen las estadísticas de los últimos
    años.
    Aún se esta a tiempo de evitar una catástrofe
    ecológica de mayores consecuencias, solo hay que fomentar
    el uso de los vehículos eléctrico-solares,
    desalentar el uso de los vehículos particulares, fomentar
    el uso de vehículos que consuman gas, fomentar el transporte
    público, fomentar el uso de la bicicleta (como en otros
    países), evitar el establecimiento de industrias
    contaminantes y sacar de las Ciudad todas las que quedan (que
    aportan 10 veces más partículas suspendidas que los
    vehículos, casi 30 veces el bióxido de azufre, el
    doble de los óxidos de nitrógeno y casi la mitad de
    los hidrocarburos,
    en comparación con los vehículos). La
    reforestación urbana y rural y la restauración de
    la Cuenca de México.
    Elevar la calidad de la gasolina, hacer más estrictos los
    reglamentos para los vehículos nuevos, que nuestras normas
    de calidad del aire sean cuando menos similares a las que se
    aplican en California, que se midan los contaminantes al nivel
    que se respiran y se de información verdadera y confiable a la
    población y crear seguridad pública. Las soluciones
    tecnológicas están muy cercanas, las gentes con el
    poder político y económico, tienen la última
    palabra.

    6. Cambios
    climáticos predichos para el siglo XXI

    Queda claro que la previsión de cambios en los
    próximos 100 a 150 años, se basan
    íntegramente en modelos de
    simulación. Comprensiblemente la gran
    mayoría de los modelos se han concentrado sobre los
    efectos de la contaminación antrópica de la
    atmósfera por gases invernadero, y en menor grado, en los
    aerosoles atmosféricos. La mayor preocupación
    presente, es determinar cuánto se entibiará la
    Tierra en un futuro cercano.
    En la última década, varios modelos complejos de
    circulación general (GCMs), han intentado simular los
    cambios climáticos antropogénicos futuros. Han
    llegado a las siguientes conclusiones:

    • Un calentamiento global promedio, de entre 1,5 y 4,5
      °C ocurrirá, siendo la mejor estimación 2,5
      °C.
    • La estratosfera se enfriará
      significativamente.
    • El entibiamiento superficial será mayor en las
      altas latitudes en invierno, pero menores durante el
      verano.
    • La precipitación global aumentará entre
      3 y 15%.
    • Habrá un aumento en todo el año de las
      precipitaciones en las altas latitudes, mientras que algunas
      áreas tropicales, experimentarán pequeñas
      disminuciones.

    Modelos más recientes dependientes del tiempo,
    que acoplan los componentes oceánicos y
    atmosféricos, han entregado estimaciones más
    confiables, los resultados más significativos
    indican:

    • Un calentamiento global promedio de 0,3 °C por
      década, asumiendo políticas no
      intervencionistas.
    • Una variabilidad natural de aproximadamente 0,3
      °C en temperaturas aéreas superficiales globales, en
      una escala de décadas.
    • Cambios en los patrones regionales de temperatura y
      precipitaciones similares a los experimentos de
      equilibrio.

    Aunque los modelos CGM proveen las simulaciones
    más detalladas de los cambios climáticos futuros,
    los constreñimientos computacionales evitan que sean
    usados en estudios de sensibilidad que permitan investigar los
    defectos potenciales futuros en el mundo real, con respecto a las
    emisiones de gases invernaderos.

    Usando las sensibilidades de "mejor estimación",
    se generan escenarios que dan un rango de calentamiento entre 1,5
    y 3,5 °C para el año 2100. Bajo condiciones sin
    intervención, la temperatura superficial global promedio,
    se estima aumentaría entre 2 y 4 °C, en los
    próximos 100 años. Hasta las proyecciones
    más optimistas de acumulación de gases invernadero,
    no pueden prevenir un cambio significativo en el clima global del
    próximo siglo. En los peores escenarios, la temperatura
    superficial global promedio, podría aumentar en 6 °C
    para el año 2100.
    Como conclusión, la temperatura global promedio
    podría aumentar entre 2 y 4 °C para el año
    2100, si el desarrollo global
    continúa a los ritmos actuales. Si se incorpora la
    influencia de los aerosoles atmosféricos al modelo, el
    calentamiento disminuye a aproximadamente 0,2 °C por
    década, en los próximos 100 años. Esta tasa
    de cambio climático, aún así, es más
    rápido que en cualquier otro momento de la historia de la Tierra. Si
    las naciones no actúan, el mundo podrá experimentar
    numerosos impactos adversos como resultado del calentamiento
    global futuro.

    7. Posibles
    Soluciones

    La única defensa razonable ante el cambio
    climático es la reducción drástica de
    emisiones de dióxido de carbono cambiando el sistema
    energético y por tanto el económico, renunciando a
    la devoradora filosofía de desarrollo sin limites. Se ha
    calculado que la estabilización de la concentración
    efectiva de C02 en la atmósfera requiere la
    reducción de emisiones de origen energético al 70%
    del nivel de 1990 para el año 2020, y aun así dicha
    estabilización sólo tendría lugar una
    década después con una cantidad de dióxido
    de carbono un 8% mayor que en 1990.
    Sin embargo, no es menos cierto que la satisfacción de las
    necesidades básicas del Tercer Mundo, formado por el 80%
    de la humanidad y donde tiene lugar el 90% del aumento de
    población, conlleva un crecimiento de la demanda
    energética que podría alcanzar un 4 0 5% anual en
    las actuales condiciones. Para dar salida a ambas prioridades hay
    que aplicar simultáneamente dos estrategias: el
    ahorro de
    energía mediante la racionalización del uso y el
    empleo de
    tecnologías eficientes, y obtención de la
    energía imprescindible por métodos
    renovables de bajo impacto
    ambiental. Todo ello dentro de un necesario cambio de modos
    de vida, reduciendo el consumo en el Norte para que el Sur tenga
    margen para aumentar el suyo hasta niveles dignos.
    Las crisis del petróleo de los años 1973 y 1979
    demostraron que el ahorro puede considerarse en sí mismo
    una fuente de energía: la intensidad energética
    (energía necesaria para producir una unidad de PIB) de la CE
    se redujo en un 25% (en el estado
    español
    sólo un 3%). El informe de la
    Comisión Mundial para el Desarrollo y Medioambiente
    (informe Bruntland) señala que es posible reducir a la
    mitad el consumo de energía de los piases Ricos y crecer
    simultáneamente un 3% anual. Requiere un considerable
    esfuerzo la reconversión de las economías
    occidentales para aprovechar el potencial de ahorro, aunque,
    irónicamente, algunos analistas sostienen que en un
    verdadero mercado libre, no
    deformado por la presión de grupos de interés,
    seria la opción natural pues la obtención y quema
    de un barril de petróleo, por ejemplo, es más cara
    que la implantación de medios de eficiencia que
    evitarían necesitarlo.
    Es fundamental que la demanda energética de los
    países en vías de desarrollo se satisfaga con
    tecnologías eficientes, la utilización de la mejor
    tecnología disponible podría proporcionar, en
    ciertos piases, un nivel de servicios
    similar al de Europa en los 70
    con un consumo de energía solo un 20% superior al que
    tenían en los 80. Además la eficiencia reduce el
    número de centrales necesarias, por tanto libera capital y
    disminuye la sensibilidad al coste de suministros.
    Las medidas aplicables para disminuir el impacto del transporte
    son, esencialmente, maximizar la eficiencia de los
    vehículos mediante normas de obligado cumplimiento para
    fabricante y usuarios (limites de velocidad) y reducir su
    utilización fomentando una amplia red de transporte
    público con incentivos para
    el tren, y una política
    urbanística que favorezca el uso de la bicicleta y cierre
    el paso del coche al centro de la ciudad (todo lo contrario a la
    construcción de aparcamientos
    subterráneos). También planificación del
    territorio para disminuir las necesidades del transporte y la
    dependencia del coche privado en el urbanismo disperso.
    No faltan vías de solución a los problemas que
    enfrenta el planeta, sino voluntad política de llevarlas a
    cabo, como ejemplo véase que a lo largo de los
    últimos diez años menos del 1% de los prestamos del
    Banco Mundial
    se han dirigido a proyectos
    de eficiencia.
    Las posibilidades de alcanzar metas que permitan minimizar los
    efectos del cambio climático implícito en el
    proceso actual de desarrollo, dependen de un esfuerzo concertado
    entre todos los países de la Tierra. La
    distribución de las cargas deberá basarse en
    principios de justicia y
    equidad, tomando en consideración la responsabilidad acumulada hasta la fecha, la
    capacidad de cada país de contribuir al alcance de las
    metas que se tracen, y el derecho de todos los pueblos del mundo
    al disfrute de una vida digna.
    La deuda ambiental que han generado los países
    industrializados debería traducirse en asistencia
    tecnológica y financiera, para que el avance social y
    económico de los países en desarrollo no desemboque
    en una mayor destrucción de los recursos
    naturales del mundo, y en los aumentos previstos en las
    emisiones de gases que amenazan la estabilidad planetaria. No hay
    mucho tiempo para la duda, el panorama con que se presenta el
    nuevo siglo es muy sombrío y nuestra capacidad para
    modificarlo disminuye con la acumulación de C02. Cuanto
    más se retrase la adopción
    de nuevas
    tecnologías energéticas eficientes y blandas
    más difíciles serán las medidas a
    tomar.

     

     

     

     

    Autor:

    Raul Berneri

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