Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

El canguro (página 2)




Enviado por barbozaelizabeth



Partes: 1, 2

  Es uno de los marsupiales de mayor tamaño
que existe, pues con una estatura récord de 1,4 m se
acerca mucho a la del canguro rojo. La cola puede superar el metro de
longitud. También se le conoce como canguro gris oriental
porque abunda en toda la zona oriental de Australia. En un
rincón de la isla de Tasmania sobrevive la subespecie M.
g. tasmaniensís.

Canguro
gris

(Macropus futiginosus)

Enorme canguro de aspecto y tamaño similar al
anterior y peso ligeramente inferior. Es común en toda la
franja meridional del continente.

Canguro o ualaru antilopino

(Macropus antilopinus)

Es el último componente del grupo de los
cinco canguros gigantes, pues los machos de mayor tamaño
pueden alcanzar los 1,4 m de longitud (más los 90 cm de
cola). De color menos
oscuro que la mayoría, debe su nombre a! pelaje, que
recuerda al de un antílope. Vive en la franja
septentrional de Australia.

 Ualaru negro

(Macropus bernardus)

También llamado ualaru de Bernard, este canguro
se encuentra en los ambientes de sabana rocosa del norte de
Australia (Tierra de Arnhem).

 Ualabi cola oe látigo

(Macropus parryl)

Con sus 6-27 kg de peso, lo más sorprendente de
este canguro es su cola: con un cuerpo que raramente llega a los
90 cm, su cola puede superar el metro de longitud. De actividad
crepuscular, abunda en la zona nororiental de
Australia.

 Ualabi de banda negra

(Macropus dorsalis)

Se caracteriza por la franja negra que, partiendo del
cuello, llega hasta las ancas. De tamaño mediano, parecido
al anterior, este canguro es común en los bosques del
área más oriental del continente.

 Ualabi occidental

(Macropus irma)

Este canguro de pequeño tamaño (nunca
llega a los 10 kg de peso) es el más diurno de todos. Se
encuentra, y es abundante, en el extremo suroeste de
Australia.

Ualabi tammar

(Macropus eugenii)

Es uno de los canguros más pequeños: su
longitud corporal es de 52-68 cm (más 38-45 cm de cola).
Presenta una curiosa adaptación: en condiciones de
sequía extrema es capaz de sobrevivir bebiendo agua de mar.
Amenazado por la destrucción de matorrales y por la
introducción de predadores foráneos,
todavía se mantiene en varias islas de la costa meridional
y occidental de Australia.

 Ualabi parma

(Macropus parma)

Este canguro, de hábitat similar al del anterior,
es el más pequeño del género: raramente
supera los 6 kg de peso. Aunque no está amenazado de
extinción, su población es escasa y restringida a una
pequeña zona de la costa oriental de Australia, en Nueva
Gales del Sur.

Ualabi de pantano

(Macropus bicolor)

De color muy oscuro, frecuenta bosques húmedos y
zonas forestales con abundante sotobosque. Se encuentra por toda
la franja este del continente. Algunos autores lo consideran un
género aparte (Wallabia).

 Ualabi de cuello rojo

(Macroous rufogriseus)

De tamaño mediano (hasta 27 kg de peso), este
canguro se distingue de los demás por su característico cuello rojo. Es común
en los bosques de una estrecha franja del litoral oriental y del
sudeste de Australia, así como en Tasmania.

Ualabi ágil

(Macropus agilis)

Presente en el litoral del norte de Australia.
así como en pequeñas islas de la zona, este canguro
de tamaño similar al anterior es activo al atardecer y por
la noche. Es frecuente en bosques abiertos, riachuelos y dunas
costeras.

Ualabis rupestres

(género Petrogale)

Incluye de siete a once especies (según los
autores) de canguros de pequeño tamaño (de 1 a 8
kg), que suelen vivir en las acumulaciones de rocas de las
praderas y bosques de Australia- Trepan muy bien por las
pendientes rocosas dando saltos.

Ualabi norteño de cola
puntiaguda

(Onychogalea unguifera)

Este pequeño canguro (siempre pesa menos de 9 kg)
presenta suficientes diferencias morfológicas como para
constituir, junto con otras dos especies, un género
aparte. Así, por ejemplo, posee un pequeño
espolón córneo en el extremo de la cola, de
función
desconocida.

Canguro arborícola de matschie

(Dendrolagus matschiei – goodfellowi)

Residente sólo en la parte oriental de Nueva
Guinea, es el canguro arborícela de colores
más llamativos. Al igual que todos ellos, ha adquirido
este carácter
como adaptación posterior a la vida en el suelo. Para
mejorar la vida en los árboles, ha alargado y fortalecido
su primer par de patas, mientras que los pies traseros han
quedado más cortos y anchos. Esto le permite mover de modo
independiente cada una de las patas traseras cuando camina sobre
una rama. Puede trepar muy bien, incluso verticalmente, ayudado
por sus fuertes uñas.

  MEDIO NATURAL

Distribución
y habitáis

Los canguros están restringidos a la zona de
Australia, Tasmania, Nueva Guinea e islas aledañas. En
concreto, el
canguro rojo ocupa una gran área de distribución,
superada solo por la del llamado euro o ualaru (wallarao). Ambos
se pueden encontrar en cerca del 70% del territorio de Australia.
Asimismo, son los los únicos que viven en la inmensa zona
árida del interior del continente. Las demás
especies ocupan franjas litorales de mayor o menor amplitud. El
canguro rojo sólo falta en la franja costera septentrional
y oriental, así como en el extremo sudoeste. No vive en
Nueva Guinea ni en la isla de Tasmania.

Los canguros habitan en bosques secos, malezas,
praderas, sabanas, estepas y planicies áridas e incluso
desiertos. Aunque la mayoría vive en ambientes
parecidos, el que más soporta las zonas secas sin agua
es el canguro rojo, igualado sólo por el euro. Siempre
que tengan hierba verde, pueden estar sin beber por tiempo
indefinido. Ello le permite ocupar terrenos absolutamente
áridos —casi desprovistos de vida animal—
sin apenas competencia.

Terra
australis

Para descubrir las causas de la desaparición de
poblaciones y de especies enteras en el Viejo Mundo se deben
hacer complejos estudios y analizar múltiples factores.
En Australia, las cosas son más simples y claras. La
principal razón es la llegada de los europeos, ya que
las alteraciones ambientales en este rincón del mundo
sólo empezaron a ser preocupantes cuando pasó a
llamarse Terra australis ("territorio del sur"). Aunque,
lógicamente, los aborígenes la habían
descubierto varios milenios atrás, se considera que
Australia se descubrió en l605. En poco más de
dos siglos, casi la mitad de las especies de
macropódidos (canguros y afines) han sido declaradas
vulnerables, en peligro de extinción o extinguidas por
completo.

La causa directa más importante no es la
sobreexplotación ni la caza abusiva, pues la densidad de
población humana sigue siendo bajísima incluso hoy
en día. El motivo de este desastre ambiental es que los
blancos no llegaron solos, sino que trajeron consigo "especies
acompañantes". Y no unos pocos ejemplares, sino barcos
enteros cargados de ganado: ovejas, vacas, cabras… En un
país tan inmenso, lo más cómodo y
económico es la cría extensiva, de manera que
rápidamente Australia empezó a llenarse de animales
no autóctonos que comían y se reproducían
sin parar. Prácticamente sin enemigos, convinieron enormes
áreas de tierra en pastos y alteraron el paisaje para
siempre. Además, en contraste con las blandas palas de los
canguros, las duras pezuñas de ovejas y reses fueron
destruyendo la cubierta vegetal y hasta el suelo del territorio.
Como consecuencia, en poco tiempo las praderas, convertidas en
senderos para el ganado y desprovistas de la protección
natural de las plantas, se
erosionaron y convirtieron en barrancos y eriales.

También -se introdujeron conejos para que los
cazadores tuvieran abundantes presas. Y las tuvieron, pero en
exceso. Los conejos se reprodujeron sin control
(carecían de los depredadores de su país de
origen), resultando un azote para los ecosistemas y
hasta para la agricultura.
En un ingenuo y vano intento de contenerlos, se colocaron miles y
miles de kilómetros de vallas. Estas representaron, a su
vez, otro problema para los animales migradores, que se
desconcertaban ante algo para lo que no estaban preparados. Los
canguros con frecuencia chocaban, se enganchaban y hasta
morían en estas vallas. Por si fuera poco, los europeos
vinieron con perros, gatos,
zorros… y, aunque involuntariamente, cambien con ratas y
ratones. Todos ellos se aficionaron rápidamente a la carne
de marsupial. Por ese motivo, al revés de lo que suele
ocurrir en el resto del mundo, las especies extinguidas y
más amenazadas en Australia son las de menor
tamaño, las presas de estos animales
foráneos.

El canguro
rojo

Al principio de la llegada del hombre
blanco, la población de canguros rojos sufrió una
grave recesión a causa de la caza. Un naturalista del
siglo xix observó un número tan bajo de
ejemplares, que predijo su desaparición. Sin embargo,
ésta no se produjo gracias a la adaptación del
canguro rojo a ambientes desérticos, en los que los
cazadores apenas se aventuraban. Por su tamaño, era
considerado un buen trofeo, pero, superada esta primera
época, eso le salvó, pues no era una presa
fácil para los animales introducidos. Además, se
benefició de la instalación de granjeros en zonas
del interior, pues ello comportó la presencia de agua.
Este hecho ayudó a aumentar su tasa de reproducción, lo que se ha mantenido a lo
largo de los años y ha provocado que hoy haya una
superpoblación.

El crecimiento de la población compensa las
muertes por atropello, que no son pocas, pues los canguros
suelen concentrarse en las carreteras al crecer en ambos
márgenes suculentas franjas de hierba, alimentadas por
el agua de
lluvia que rechaza el asfalto. También compensa las
víctimas de los cazadores: cada año, los equipos
de control cuentan el número de ejemplares y determinan
la cantidad que podrá cazarse legalmente el año
siguiente, que puede ser de varios millones. Fruto de todos
estos factores, hay por lo menos diez millones de canguros
rojos.

 ANATOMÍA DEL CANGURO ROJO

El marsupial más grande

El canguro rojo no sólo es el canguro, sino
también el marsupial vivo de mayor tamaño, pues los
machos viejos pueden acercarse a los 85 kg de peso y superar los
2 m al erguirse sobre sus enormes patas posteriores, sin contar
con la cola que puede superar el metro de longitud.

CABEZA:

Un carácter distintivo con respecto a las
demás especies es la franja blanca que presenta en la
mejilla. La parte frontal del hocico es blanquecina con manchas
negras o marrones oscuras y el extremo está parcialmente
desnudo (sin pelo). Las orejas poseen largos pabellones auditivos
orientables. La dentición consta de incisivos para cortar
la hierba y numerosos molares (16) para triturarla
bien.

COLA:

En los machos adultos puede superar el metro de
longitud. Muy musculosa y potente, sirve de apoyo en reposo,
especialmente cuando el animal se yergue para otear el horizonte.
Cuando camina lentamente, es un punto de apoyo muy importante
para poder
desplazar las enormes patas posteriores. En la locomoción
rápida sirve de balancín y actúa como
contrapeso del resto del cuerpo en los grandes
brincos.

CICLO VITAL

El
embrión

Concebido meses atrás, el embrión nace
cuando la cría anterior que hasta entonces ocupaba, la
bolsa se vuelve independiente. Ha permanecido en estado latente
esperando el momento oportuno, pues es tan débil e
indefenso que cualquier otro inquilino lo aplastaría sin
remedio. Cuando nace es una pequeña masa de carne rosada
del tamaño de una alubia que, desprovista de vista y
oído, debe
encontrar el camino desde la vagina hacia el marsupio. Antes del
nacimiento, la madre lame y limpia esta zona, y el pequeño
sigue el rastro de la saliva. Sus patas traseras aún son
pequeños apéndices inservibles, por lo que utiliza
las "manos" para arrastrarse, y en poco más de tres
minutos recorre los l4 cm que separan la vagina del marsupio; si
no lo consigue, morirá sin remedio. Una vez ha remontado
el trayecto, entra en la bolsa y se agarra a un pezón.
Durante meses, su único alimento será la leche
materna.

 Sincronización

A los dos días de haber nacido el embrión,
la hembra ya entra en celo, lo que es detectado por los machos
gracias al peculiar olor que emite. En seguida se apareará
con el dominante, que peleará por ello si es necesario. El
óvulo será fecundado, pero sólo se
dividirá unas cuantas veces, permaneciendo en un estado de
blastocito latente muy precoz (no es más que un grupo de
menos de cien células y
de un cuarto de milímetro de longitud) dentro del
útero. Transcurrido más de medio año,
únicamente reanudará su desarrollo
cuando la cría que hay en el marsupio lo abandone.
Entonces crecerá durante un mes hasta convertirse en el
pequeño embrión que nace y se introduce en la
bolsa.

  Vemos, pues, que los canguros son unas eficientes
máquinas de procrear que actúan en
tres fases perfectamente sincronizadas: mientras la madre presta
protección y los últimos cuidados a la cría
que ya está fuera de la bolsa, otra va creciendo dentro al
tiempo que una tercera espera en el útero su turno para
empezar el ciclo.

 La vida
libre

Después de pasar unos ocho meses en la bolsa, el
pequeño canguro ya está suficientemente crecido
como para salir. Todavía seguirá mamando durante
bastante tiempo, pero paulatinamente irá sustituyendo la
leche por bocados de hierba, la madre asea a su cría y la
vigila siempre, pues resulta un plato apetecible por los
depredadores. Ante el menor peligro, el joven entrará en
la bolsa de nuevo y permanecerá allí hasta que
desaparezca la alarma. En seguida aprenderá a desplazarse
a cuatro patas, pero tardará en poder correr a saltos como
sus padres. La madre, en cambio, puede
brincar a la carrera perfectamente con su cría crecida
dentro del marsupio.

Si es un macho, con el crecimiento adquirirá un
pela]e más rojizo. Cada día pasará menos
tiempo en la bolsa y sus salidas serán más
temerarias. Se encuentra en un período delicado de su
vida, pues es demasiado grande para que su madre —con otras
crías que atender— lo proteja, y demasiado
pequeño para escapar con rapidez y eficacia de los
depredadores. Por ello se encontrará más seguro junto a
los demás jóvenes del grupo.

ALIMENTACIÓN

Ingestión y
digestión

Todos los canguros se alimentan de vegetales, hojas o
preferentemente hierba. Las especies más primitivas
tienden a ramonear, mientras que las más modernas suelen
pastar. Así, el canguro rojo es herbívoro. Una de
las actividades que los canguros suelen realizar en grupo es
alimentarse. De este modo, están más seguros si se
acerca un depredador. Al menor peligro, el repentino movimiento de
uno de ellos puede desatar la huida de todo el grupo,

El canguro rojo corta la hierba con los tres incisivos
superiores, que aplica sobre los inferiores y mastica muy bien
las plantas para no tener que regurgitarlas y rumiarlas, como
sucede en las especies más evolucionadas. Por ello, los
dieciséis molares se desgastan mucho, por lo que tienen
un avance continuo hacia delante y se renuevan hasta cuatro
veces. El estómago es muy distinto al de los rumiantes:
está tapizado de células que segregan un
líquido rico en bacterias
cuya secreción enzimática facilita el proceso
digestivo al degradar la celulosa. Muy voluminoso, cuando
está lleno el estómago puede constituir el 15%
del peso del animal.

El canguro está adaptado a los parajes
desérticos, pero ello no significa que desprecie el agua
cuando está disponible: en pocos minutos puede beber
hasta el 10% de su propio peso. Si no encuentra agua, evita al
máximo la deshidratación: es más activo de
noche, se refugia a la sombra y se lame la piel en las
partes del cuerpo en que la sangre circula
cerca de la superficie. También come una mezcla de
plantas y raíces que le ayuda a prevenir la
deshidratación.

 Depredadores

Antiguamente, las tierras australes estaban pobladas de
criaturas enormes, como el lagarto monitor
gigante, que con sus 7 m de longitud y más de 600 kg de
peso sin duda daba buena cuenta de los antepasados de los
canguros. Pero en la actualidad ya no quedan depredadores de este
tamaño. Hay marsupiales carnívoros, pero la
mayoría son diminutos y ninguno puede atacar a los grandes
canguros. Para encontrar los que sí lo hacen hay que salir
del mundo de los marsupiales: algunas serpientes, águilas,
el dingo (un perro salvaje que acosa en grupo a los adultos del
canguro rojo) y el
hombre.

Los habitantes originarios del continente llegaron a
Australia hace miles de años y, aunque cazaban lo que
podían, no hay noticia de que causaran extinción ni
merma de ninguna especie de canguro. En primer lugar por su
número, que siempre fue, y sigue siendo, muy
pequeño. Y en segundo lugar por sus procedimientos.
Uno de ellos es el de provocar incendios, lo
cual no es tan grave como pudiera parecer, ya que en ecosistemas
no boscosos los incendios renuevan la vegetación y
favorecen el rebrote de plantas que sirven de alimento a los
canguros. Algunas gramíneas incluso necesitan los
incendios para crecer mejor. Otra de las técnicas
de caza de los aborígenes es tan conocida como ingeniosa:
está basada en el empleo del
boomerang. Con esta original arma voladora pueden alimentarse,
pero nunca alterar los ecosistemas. De hecho, los
aborígenes sienten un gran respeto por
marloo —así llaman al canguro rojo-: en una preciosa
leyenda relacionan el carácter bípedo de los
hombres con los canguros.

 UNA GUARDERÍA AMBULANTE

Sin duda, el rasgo más aparente de los canguros
es su marcha a saltos pero, desde el punto de vista
biológico, quizá sea más sorprendente el
marsupio o bolsa marsupial. Su existencia constituye una
ingeniosa solución, única en el reino animal
(aunque compartida con otros marsupiales), que no sólo
permite la eficiente reproducción en tres fases, sino un
cuidado de la cría a un nivel máximo, superior
incluso a la tradicional protección de los
mamíferos más evolucionados. Es conocida la
importancia de esta protección en la supervivencia de la
prole y, por tanto, en la pervivencia de la especie.

El marsupio es como una guardería completa:
proporciona a la cría alimento, calor,
descanso, seguridad… La
hembra no necesita emitir sonidos de alarma (como hacen los
ungulados) para que su cría la siga en caso de peligro:
basta con huir presta, sabiendo que su cría está
segura en su interior. Ésta no sale si no es
imprescindible: cuando ya está crecida y alterna la leche
con hierba, asoma la cabeza para intentar arrancarla, pero sin
llegar a salir de la bolsa. Y cuando ya es tan grande que
está más tiempo fuera que dentro, acude a ella para
mamar. Tomará una leche de composición distinta a
la que toma simultáneamente el embrión que ya ha
nacido y que se encuentra dentro del marsupio.

Aún en el exterior, la madre limpia a su
retoño, le protege del calor, le instruye…, siendo
difícil encontrar una relación madre-hijo
más estrecha. El joven intenta volver a la bolsa con
cualquier excusa y, por supuesto, siempre que detecta un peligro;
entonces se tira de cabeza en ella. Y lo hace hasta cuando no
cabe: se le puede ver dentro con la cabeza y las largas patas que
sobresalen ampliamente.

No se puede por menos que reconocer que, a pesar de sus
rasgos de primitivismo, mientras sus parientes luchan por
sobrevivir o sencillamente se extinguen, el canguro rojo ha
sabido congeniar soluciones tan
ingeniosas como el mecanismo de salto y la bolsa marsupial, se ha
adaptado a un ambiente
hostil y desértico, y ha superado el choque que supuso la
invasión del hombre, convirtiéndose en la especie
dominante del desierto de la Térra australis.

 

 

elizabeth barboza

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter