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La Guerra Sucia en México




Enviado por aolivar



    Indice.
    1.
    Introducción.

    2. Distrito
    Federal.

    3. Guerrero y Lucio
    Cabañas


    5. Bibliografía.

    1. Introducción.

    Durante las décadas pasadas, el estado de
    Guerrero fue la cuna de violentos movimientos sociales, todos
    estos causados por las inmensas diferencias sociales, la
    desigualdad y la marginación.
    El Estado se
    caracterizó por crear las condiciones para el surgimiento
    de grupos
    guerrilleros armados, en lugar de responder a las necesidades de
    la gente; reprimiéndolas y quitándoles lo
    más indispensable: Su dignidad.
    El estudio del período conocido como la guerra sucia,
    abarca a partir de 1968 a 1980, fecha en la cual la mayor parte
    de los movimientos quedaron latentes, gracias a la eficiente
    represión oficial de la cual fueron objeto. Si con la
    misma eficiencia el
    Gobierno
    cumpliera su función,
    como desapareció a cuanta persona
    osó desafiarle, jamás se hubiera llegado a la muerte de
    tantos inocentes y al sufrimiento de los que menos tienen.
    Antonio Olívar Zúñiga.
    Acapulco, Gro. Otoño 2002.
    Guadalajara desempolva su propia "guerra sucia".
    Mientras las autoridades investigan la "guerra sucia" contra
    opositores izquierdistas en las décadas de 1960 y 1970, la
    ciudad donde se fundó la mayor guerrilla urbana en la
    historia del
    país ha comenzado a desempolvar su propio pasado.
    En Guadalajara, capital del
    occidental estado de Jalisco y considerada la tercera mayor
    ciudad de México, se
    fundó y operó la Liga Comunista 23 de Septiembre,
    el grupo
    guerrillero más numeroso del país.
    "Hay una historia ahí que está incompleta, tenemos
    la historia que contó el vencedor, el Estado, para
    nosotros ahora es el momento. Es tiempo de contar
    nuestra historia", dijo Armando Rentería, ex miembro de
    la
    organización.
    México no ha sufrido brutales dictaduras como las que
    gobernaron con mano de hierro otras
    naciones latinoamericanas, pero ha tenido episodios como la
    masacre de Tlatelolco y la "guerra sucia".
    Durante la llamada guerra sucia, cientos de simpatizantes de
    izquierda detenidos por el ejército y la policía
    desaparecieron, según organismos civiles.
    El ejército mexicano ha sido acusado de represión
    violenta contra movimientos insurgentes en esas décadas,
    bajo gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que
    mantuvo el poder de 1929
    a 2000.
    El presidente Vicente Fox, quien inició su mandato en
    diciembre del 2000, se comprometió a investigar y castigar
    a los responsables de los crímenes de la guerra sucia.
    Ex guerrilleros, familiares de desaparecidos y ex presos
    políticos han comenzado a organizar foros, armar un
    archivo
    documental de la izquierda armada y a hacer apariciones en
    medios de
    comunicación.
    "Todos estamos de acuerdo en dar nuestra versión, aunque
    no todos quieren salir en los medios,
    todavía sigue habiendo el temor a que nos repriman. Sobre
    todo que nos hostiguen en nuestros trabajos", dijo
    Rentería, cuatro veces preso, quien recibió
    amnistía gubernamental en 1978.
    En México operaron unos 29 grupos guerrilleros entre 1965
    y 1980 con casi 2.000 militantes, según reportes
    policiales no oficiales revelados por el activista y
    académico mexicano, Sergio Aguayo.
    El mayor grupo armado en México se creó en 1973 en
    una finca del sureste de Guadalajara, cuna del tequila y el
    mariachi.
    Una decena de organizaciones
    armadas de todo México fundaron la Liga Comunista 23 de
    Septiembre.
    "En Guadalajara fue en el único lugar donde la guerrilla
    urbana logró apoyo de barrios, eso hizo la diferencia
    (…) además de estudiantes, la guerrilla logró
    base social", dijo Aguayo en un reciente programa
    televisivo de la Universidad de
    Guadalajara que abordó la guerra sucia local.
    "Ninguno pensaba ser guerrillero, nuestra demanda
    inicial era democratizar la Universidad (…) pero el gobierno no
    dio otra opción", dijo en entrevista
    Jesús Morales, ex militante de las Fuerzas Revolucionarias
    Armadas del Pueblo, guerrilla también fundada y con
    operación en Guadalajara.
    Para Aguayo, la guerrilla urbana de la década de 1970 en
    México fue consecuencia inmediata a la represión
    gubernamental y la peligrosidad de los movimientos armados
    disidentes fue exagerada por el gobierno ya que nunca
    representaron una amenaza por su número y por la falta de
    apoyo del gobierno de Cuba.
    Aguayo dejó Guadalajara a inicios de la década de
    1970 por amenazas tras pertenecer a "los Vikingos", una pandilla
    de los barrios marginados de la ciudad.
    La Liga Comunista 23 de Septiembre operó en todo
    México. El secuestro de
    empresarios y políticos considerados como simpatizantes a
    favor del gobierno fue una de sus principales fuentes de
    financiamiento.
    En 1973, el grupo plagió a los cónsules de Estados Unidos y
    de Inglaterra, en
    1977 a Antonino Fernández, miembro del consejo de administración de la gigante cervecera
    Grupo Modelo y en
    1976 miembros de la agrupación intentaron secuestrar a la
    hermana del entonces presidente electo José López
    Portillo.
    Además, en 1973 se adjudicó los secuestros y
    asesinatos del empresario mexicanos Eugenio Garza Sada y Fernando
    Aranguren.
    "A pesar de todas las tergiversaciones nuestra principal
    actividad era la educación, las
    actividades militares eran secundarias, eran sólo para
    financiar nuestra causa" nunca se buscó el
    enriquecimiento, ni el daño a civiles, dijo Mario
    Cartagena, ex miembro de la Liga Comunista 23 de Septiembre.
    "Ya pagué parte de lo que hice (…) no me arrepiento
    porque buscábamos cambiar nuestro sistema",
    agregó, desviando la mirada al hablar de la tortura
    policial que amputó su pierna durante su detención
    en el Campo Militar Número Uno de la Ciudad de
    México.Según la Comisión Nacional de
    Derechos
    Humanos en México, durante la guerra sucia hubo 532
    desaparecidos, de los cuales 275 habrían sido ejecutados.
    Sin embargo, los ex guerrilleros aseguran que son más los
    desaparecidos y que algunos de los detenidos durante la guerra
    sucia ni siquiera eran guerrilleros.
    "Concretamente es mi padre, lo detuvieron y está
    desaparecido", dijo Jorge Mayoral quien desde 1977 forma parte
    del Comité Eureka de desaparecidos.
    "Después de que detuvieron a mi padre, supimos que mi
    hermano, que teníamos años sin ver, andaba de
    guerrillero y por eso se lo llevaron, pero ese no era problema de
    mi padre", dijo Mayoral.

    2. Distrito
    Federal.

    Fantasmas de desaparecidos políticos rondan en el
    Distrito Federal.
    A los ocho años de edad, Alicia de los Ríos supo
    por boca de sus abuelos que no era verdad que su madre no
    vivía con ella porque estudiaba en una ciudad, a cientos
    de kilómetros de distancia.
    La niña, que a los 11 meses de nacida llegó a la
    casa de sus abuelos maternos -quienes la registraron como su
    sexta hija- se
    enteró de que su madre formaba parte de un movimiento de
    izquierda y que había sido aprehendida en enero de 1978,
    tras un enfrentamiento con la policía en la Ciudad de
    México.
    De la madre de Alicia, encargada de la estrategia
    militar de la Liga Comunista 23 de Septiembre, no se supo nada
    más: desapareció como otros cientos de
    simpatizantes de izquierda durante la llamada "guerra sucia" de
    las décadas de 1970 y
    1980.
    "Se pueden colgar (tardar) todavía 20 años y se van
    a morir los viejos, pero no es tanto por el simple hecho de
    denunciar sino también de prevenir", dijo Alicia de los
    Ríos, ahora de 25 años, y cuyo padre,
    también militante de izquierda, murió en un
    enfrentamiento con la policía unos meses antes de que ella
    naciera.
    "La desaparición forzada es un duelo que nunca termina, no
    sabes si llorarle a un muerto o a un vivo, pero la ausencia
    ahí está", agregó.
    Durante los años de la "guerra sucia", miembros del
    ejército y policías participaron en la
    "desaparición forzada" de simpatizantes y militantes de
    izquierda, a quienes retuvieron y torturaron en bases militares,
    prisiones clandestinas o en oficinas de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS),
    según activistas.
    Pero ni el gobierno en aquel entonces ni los posteriores
    investigaron lo sucedido a las cientos de personas desaparecidas
    en varios estados del país.
    El silencio oficial sobre la "guerra sucia" se sumó a lo
    ocurrido en dos masacres de estudiantes: una el 2 de octubre de
    1968 y la otra el 10 de junio de 1971, consideradas dos de los
    capítulos más sangrientos de la historia reciente
    de México.
    El 2 de octubre de 1968, días antes del inicio de los
    Juegos
    Olímpicos en México, lo que comenzó como
    una manifestación pacífica en la céntrica
    plaza de Tlatelolco de la capital terminó con un saldo
    oficial de 28 personas muertas, aunque cifras de organismos
    civiles calculan el número de decesos en 300.
    Durante años, familiares y sobrevivientes han
    señalado como directamente responsables de las dos
    matanzas al fallecido ex presidente Gustavo Díaz Ordaz,
    quien gobernaba el país en 1968 y a su sucesor, Luis
    Echeverría, quien detentó el poder de 1970 a 1976 y
    fue ministro del Interior en el mandato de Díaz Ordaz.
    Echeverría, quien vive en México retirado de la
    vida política, es también mencionado como
    responsable de las desapariciones forzadas de la "guerra sucia"
    junto con su sucesor, José López Portillo, quien
    encabezó el gobierno de 1976 a 1982.
    Los tres ex mandatarios pertenecían al ex gobernante
    Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó
    México durante siete décadas consecutivas hasta
    diciembre del 2000, cuando entregó la presidencia tras la
    victoria electoral del conservador Vicente Fox meses antes.
    De lo ocurrido en 1968 en Tlatelolco, Díaz Ordaz
    asumió la responsabilidad política e
    histórica, pero su 'mea culpa' no satisfizo a nadie y esa
    matanza se ha mantenido viva en la memoria
    colectiva a través de los cientos de artículos y
    notas periodísticas que se han escrito sobre ella,
    además de libros e
    incluso rodado películas.
    Tratando de cumplir sus promesas de campaña, Fox
    creó en enero de este año una fiscalía especial para investigar delitos del
    pasado, que se ha enfocado en la "guerra sucia" y las dos
    masacres de estudiantes.
    La fiscalía ha llamado a declarar a Echeverría, al
    general en retiro Luis Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado
    Mayor Presidencial en 1968, y al ex alcalde de la Ciudad de
    México en 1971, Alfonso Martínez.
    Echeverría y Gutiérrez Oropeza se acogieron a un
    derecho
    constitucional que les permite abstenerse de declarar en su
    contra. Martínez murió a inicios de noviembre a los
    80 años de edad culpando a Echeverría de la matanza
    del 10 de junio, cuando hordas policiales reprimieron
    violentamente una marcha estudiantil.
    "No puede quedar así como un dato para la historia que lo
    desaparecieron y ya, que nos digan quién se lo
    llevó, quién fue el responsable y dónde
    dejaron su cuerpo", dijo Andrea Radilla, cuyo padre fue detenido
    por militares en el sureño estado de Guerrero en 1974 y
    del que su familia no
    volvió a saber nada.
    Radilla, quien duda que su padre esté aún con vida,
    cuenta que lo detuvieron para que explicara por qué
    componía corridos alusivos al legendario guerrillero de
    Guerrero, Lucio Cabañas, y porque era amigo del
    lugarteniente del rebelde, Genaro Vázquez.
    La Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos
    en México (Afadem) posee una lista con nombres y apellidos
    de 1.225 personas desaparecidas, de las cuales 642 son de
    Guerrero, uno de los estados más pobres del país y
    que ha sido tierra de
    cultivo de movimientos armados.
    La vigencia o no de los delitos cometidos esos años ha
    alimentado una polémica en torno a las
    pesquisas de la fiscalía, que fue reavivada recientemente
    por Fox.
    Fox dijo que era muy probable que muchos de los culpables no sean
    castigados pues los delitos ya habrían prescrito,
    según declaraciones reproducidas por la prensa en
    México.
    No obstante, las palabras del mandatario recibieron una
    reacción inmediata. El presidente de la Suprema Corte,
    Genaro Góngora, dijo que los jueces son los que
    tendrán "que decidir si ya prescribieron las acciones a
    seguir", posición con la que coincidió el fiscal
    especial, Ignacio Carrillo.
    "No importa si algunos (de los culpables) están muertos y
    otros están vivos. Treinta y cuatro años han pasado
    desde 1968 y 31 años desde 1971; unos meses más no
    van a hacer mucha diferencia", dijo Jesús Martín
    del Campo, quien fue detenido en la manifestación de
    Tlatelolco mientras que su hermano murió en la masacre de
    1971.
    Pero más allá del castigo, familiares aseguran que
    lo más importante es impedir que incidentes similares se
    repitan.

    3. Guerrero y Lucio
    Cabañas

    Breve biografía de Lucio
    Cabañas.
    El Estado de Guerrero, en México, ocupa una
    extensión de 63794 kms² y es conocido mundialmente
    por alojar en su seno al
    puerto de Acapulco. Sin embargo, es una de las entidades
    más marginadas del país.
    Caciquismos añejos, abusos, corrupción, crímenes, violaciones,
    miserias, insalubridad, una inequitativa distribución de la riqueza, atrasos, son
    algunos de los factores que a diario deben de combatir los
    campesinos de Guerrero. Ello explica el alto número de
    homicidios anuales, el hecho de que algunos campesinos siembren
    droga como un
    método de
    salir rápidamente de la pobreza o
    bien, engrosar movimientos armados.
    Nacido de padres campesinos en Atoyac el 15 de diciembre de 1936,
    Cabañas conoció la pobreza desde
    pequeño. Dejó de ir a la escuela a los 10
    años para trabajar en el campo.
    Luego trabajó en un hotel y distribuyó masa para
    tortillerías para financiar sus estudios y convertirse en
    maestro.
    "Tuvo que usar el papel con el
    que envolvían las tortillas porque no tenía
    dinero para
    cuadernos", dijo su hermano David, de 54 años y quien
    peleó al lado de Cabañas en la sierra.
    Mientras daba clases en Atoyac, un grupo de maestros de la
    escuela primaria Juan Alvarez pidió ayuda a
    Cabañas, pues los padres, que eran campesinos, no
    podían pagar cuotas ni uniformes.
    "Era sencillo, humilde pero con un extraordinario poder de
    convocatoria", comentó la ex profesora Hilda Flores, de 70
    años. "Podías pasar tres o cuatro horas
    escuchándolo y no aburrirte".
    Cuando los inconformes ocuparon la escuela, el gobierno local
    envió a la policía. Cinco padres de familia
    murieron en el enfrentamiento del 18 de mayo de 1967.
    Repentinamente Cabañas se convirtió en un
    prófugo.
    "No fue una rebelión planeada", dijo la maestra Lupita
    Marín, de 50 años. "Fue obligado por las
    circunstancias (a tomar las armas), por la
    injusticia y pobreza bajo el sistema" del PRI,
    explicó.
    El Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió la
    presidencia a manos de Vicente Fox en julio de 2000,
    después de 71 años en el poder, pero en Guerrero y
    en Atoyac se ha mantenido en el poder, que alcanzó en
    1929.
    Cabañas y su Partido de los Pobres luchó durante
    siete años contra propietarios de tierras que explotaban a
    los campesinos.
    Hoy, los jóvenes de Atoyac saben poco sobre
    Cabañas. Su nombre no está en los libros de
    historia ni en alguna calle, en contraste con los numerosos
    monumentos e íconos que tienen otros rebeldes
    mexicanos
    En Atoyac, la vida ha cambiado poco desde los días de
    Cabañas. Muchas aldeas cercanas aún no cuentan con
    electricidad o
    agua
    potable.
    Norma Mesino, de 28 años, una líder
    del grupo campesino OCSS, dijo que su organización y otros grupos recaudan fondos
    para una estatua de Cabañas y pronosticó un
    homenaje multitudinario si los restos encontrados son
    efectivamente suyos.
    Sin embargo, Wilibaldo Rojas, de 40 años, director de la
    escuela estatal Preparatoria 22 no está seguro de
    eso.
    "Hacen falta otros 20 años para que sea aceptado, pues
    afectó poderosos intereses".
    Particularmente, Lucio Cabañas Barrientos y Genaro
    Vázquez Rojas fueron líderes de 2 grupos armados
    que durante la década de los 70 combatieron en la Sierra
    de Guerrero. Ambos estudiaron en la Escuela Rural de Ayotzinapa y
    actuaron en los mismos escenarios: el sindicato de
    maestros, el Movimiento Revolucionario del Magisterio, el
    Movimiento de Liberación Nacional, en la oposición
    política del Estado de Guerrero hacia los gobernadores
    Caballero Aburto y Abarca Calderón para separarse
    finalmente de la estructura
    gubernamental de la que provenían. Ambos tomarían,
    de manera separada, los caminos de la clandestinidad y lucha
    armada.
    El 11 de noviembre de 1966, Genaro Vázquez es detenido por
    la policía de Guerrero, a las puertas de la Central
    Campesina Independiente, en la ciudad de México y
    conducido a Chilpancingo, capital de Guerrero. Tras una estancia
    en prisión, es liberado a balazos el 22 de abril de 1968
    cuando era transportado por la policía a un consultorio de
    dentista. Su grupo realizó diversos combates y secuestros,
    con rescate. Genaro era un hombre con una
    mayor preparación política e ideológica que
    Lucio. Murió a los 35 años de edad en mal estado
    físico la madrugada del 2 de febrero de 1972, como
    consecuencia del acoso en un accidente automovilístico en
    la carretera México-Morelia.
    Lucio Cabañas Barrientos nació en El Porvenir,
    municipio de Atoyac de Alvarez, el 12 de diciembre de 1938 en el
    seno de un hogar campesino; muere antes de cumplir los 36
    años.
    Estudió la carrera de maestro en la Normal de Guerrero y
    comenzó a realizar batallas legales, siempre dentro de una
    activa vida estudiantil, apasionado a la política siempre.
    Participó en lides estudiantiles; fue líder de la
    Normal, representó a sus estudiantes en diversas partes de
    la República. Después fue elegido Secretario
    General de la Federación de Estudiantes Campesinos
    Socialistas de México en 1962. Luego regresó a la
    Normal para terminar sus estudios. La primera plaza que
    recibió fue en un poblado llamado Mezcaltepec, municipio
    de Atoyac, a 100 kilómetros de la Sierra. Posteriormente
    fue cambiado a Atoyac, cabecera municipal, la escuela "Modesto
    Alarcón" donde se hizo líder magisterial para
    representar a los maestros de la zona. Era llamado frecuentemente
    como conciliador de problemas
    incluso de otras escuelas. Precisamente en 1965, el hecho de
    intervenir en la solución de un conflicto de
    la Escuela "Juan Álvarez" originó que el entonces
    gobernador del Estado, Dr. Raymundo Abarca Alarcón
    promoviera su cambio al
    Estado de Durango. En Durango también participó en
    movimientos, como el Movimiento del Cerro del Mercado, contra
    el gobernador Alejandro Páez Urquidi, razón por la
    que fue devuelto a su lugar de origen.
    Lucio era tranquilo en el plano personal. No
    bebía, no fumaba. Asistía a fiestas con poca
    regularidad. Su expresión y comportamiento
    eran tranquilos y de carácter
    amigable. Sumamente frío y reflexivo.
    Durante su época (1960) de alumno líder de la
    Normal, los estudiantes de la Universidad se declararon en
    huelga para
    pedir el reconocimiento de la autonomía universitaria,
    recorriendo la mayoría de las escuelas del estado. En
    asamblea, los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa acordaron
    apoyar dicha huelga. También recibieron la visita de
    Genaro Vázquez que en esos días organizaba la
    Asociación Cívica Guerrerense.
    Durante su tiempo de maestro rural solía visitar
    poblaciones paupérrimas como Mexcaltepec y Agua
    Fría, donde la interacción con sus alumnos le
    ganó las simpatías de la mayoría de los
    organismos de izquierda, especialmente del Partido Comunista.
    Cabañas exhortaba a sus alumnos a la instalación de
    un nuevo régimen, en el que no tuvieran cabida los ricos y
    en el que se expropiaran las fábricas para cederlas a los
    trabajadores. Proponía, además, reformas
    financieras, judiciales, educativas y sociales enfocadas al
    bienestar de los trabajadores, campesinos y mujeres, y el cambio
    de la política de dependencia de México hacia
    Estados Unidos. Todo esto provocó que fuera expulsado del
    estado a una escuela de Durango, pero después
    regresó, cuando los alumnos pidieron la destitución
    de la directora del local donde impartía cátedra,
    además de su propia reinstalación.
    Enemigo acérrimo del PRI, Lucio Cabañas crea el
    Partido de los Pobres como forma de organización
    estudiantil y campesina. Los estudiantes se autodenominan "los
    enfermos" (ya que si Lenin decía que el extremismo es una
    enfermedad infantil del comunismo,
    nosotros, sí, somos los enfermos, pues no hay nadie
    más extremista que nosotros).
    El 18 de mayo de 1967 se presentó una revuelta en Atoyac
    debido a un conflicto del personal docente de la Escuela "Juan
    Álvarez". Al haber logrado retirar días antes a una
    directora, el gobierno se negó a retirar también a
    los partidarios de la misma, lo cual ocasionaba división
    en la escuela. El citado día un grupo de padres de familia
    y personal de la Policía Judicial y la Motorizada
    impidió el paso a los profesores, un agente intentó
    quitarle a Lucio el micrófono que usaba para evitar que
    los profesores entraran. Al comandante del Cuerpo Motorizado se
    le escapa un tiro y comienza la confusión. En el tiroteo
    hay una ráfaga que intenta abatir a Lucio pero
    afortunadamente sale ileso y escapa hacia la Sierra.
    Durante años, Cabañas operó en la costa
    guerrerense y sus Brigadas Campesinas Justicieras atacaron a
    batallones del Ejército y unidades de la policía,
    robando bancos y
    secuestrando hacendados, ganaderos y comerciantes, pero siempre
    manifestándose contra el gobierno local.
    El Pdlp nunca logró una vinculación orgánica
    con los obreros, pero sí realizó acciones
    espectaculares, como el secuestro del entonces gobernador electo,
    el priísta Rubén Figueroa Figueroa, del 30 de mayo
    al 8 de septiembre de 1974, fecha en que fue liberado, tras la
    entrega de 50 millones de pesos.
    Al paso de los años, la figura de Cabañas hizo
    más impacto muerto, que vivo, porque las condiciones que
    dieron origen a su alzamiento poco cambiaron en Guerrero. El Pdlp
    sobrevivió hasta 1989 y después se fusionó
    con otros grupos clandestinos, que en 1995 derivaron en el EPR y
    luego en el ERPI y las FARP.

    Cabañas y el Che
    Curiosamente, la muerte de
    Cabañas guarda un extraño paralelismo con la
    ejecución del aún más legendario Ernesto
    Che Guevara,
    ocurrida el 9 de octubre de 1967 en el poblado de La Higuera,
    Bolivia.
    Diezmado, hambriento y enfermo, el Che había sido cercado
    el 8 de octubre, en la Quebrada del Yuro, y capturado por las
    tropas de Gary Prado Salomón (actual embajador de Bolivia
    en México). Su cadáver, junto con los de seis de
    sus compañeros, fue arrojado el 11 de octubre a una fosa
    secreta, al lado de la pista de aviación de Valle Grande,
    y durante tres décadas fue buscado infructuosamente,
    despertando todo tipo de especulaciones, hasta que, en julio de
    1997, un grupo de antropólogos cubano-argentinos lo
    halló y lo trasladó a Cuba. Desde el 12 de octubre
    de ese último año, Guevara descansa en Santa Clara,
    la ciudad donde obtuvo su mayor triunfo guerrillero, al pie de un
    enorme mausoleo que Fidel Castro erigió en su
    honor.

    Lo mismo pasó con Cabañas.
    Poco después de la liberación de Figueroa, Lucio y
    sus hombres se refugiaron en el municipio de Tecpan de Galeana.
    El entonces secretario de la Defensa Nacional, Hermenegildo
    Cuenca Díaz, quien con desprecio lo tachaba de simple
    abigeo, lanzó contra él más de cinco mil
    soldados, en una cacería pocas veces vista.
    El propio Figueroa, que aún sin ser gobernador ya
    tenía el control
    político de Guerrero, presumía que Cabañas
    contaba con más de mil hombres (de hecho, reconoció
    después, que en esa campaña murieron más de
    800 guerrilleros) y usó todas sus influencias para que el
    comandante de la XXVII Zona Militar, el general Eliseo
    Jiménez Ruiz, no escatimara recursos para
    atrapar a los rebeldes.

    La traición.
    Durante un enfrentamiento con los soldados en el cerro Achotla,
    el 11 de octubre de ese año, 1974, Lucio Cabañas
    logró escabullirse y camino a uno de sus escondites se
    desbarrancó, causándose tres heridas en la pierna
    izquierda. El Ejército le perdió la pista durante
    varias semanas, hasta que, mediante un delator, Pedro Macedo
    Jaramillo, logró acorralarlo, el 30 de noviembre, en Los
    Corales. Aunque ahí Lucio tuvo 17 bajas, nuevamente
    logró escapar con tres de sus milicianos. Sin embargo,
    Eliseo Jiménez Ruiz tomó, en el pueblo, como
    rehenes a las hermanas Amalia, Jorgelina, Goyita y Paula Ramos
    Ramírez,
    cuyas edades iban de 16 a 20 años, y amenazó con
    torturarlas, violarlas y matarlas si no se le informaba el
    paradero del guerrillero.
    El truco dio resultados: al día siguiente, el comisario
    municipal de Guayabito, Gilberto Ramos Soto, se presentó
    en el cuartel militar y contactó al general con el
    narcotraficante Isabel Ramos Ruiz, alias Sandino, quien, a cambio
    de las jóvenes y de impunidad para él y su familia,
    reveló el lugar donde se encontraba el maestro.
    El 2 de diciembre, tropas de las Fuerzas de Tarea, encabezadas
    por el general brigadier Jesús Gómez Ruiz rodearon
    a Cabañas en El Ototal y ahí le dieron muerte,
    dejando sólo vivo a Marcelo Serafín Juárez
    (Roberto). Pero un día después fue asesinado por el
    suboficial Mario Terán. Lucio cayó el 2 de
    diciembre de 1974 en El Ototal (Tecpan de Galeana), junto con dos
    de sus compañeros: Lino Rosas
    Pérez (René) y otro apodado Arturo.
    El deceso de Lucio Cabañas ocurrió a las 9:10 de la
    mañana, a manos del capitán de Infantería,
    Pedro Bravo Torres, quien le disparó en el rostro,
    mientras el soldado Emiliano de la Cruz lo remataba
    tirándole a la espalda.
    Poco después, el general Eliseo Jiménez se
    llevó los restos, en helicóptero, hasta el cuartel
    del XXVII Batallón de Infantería, en Atoyac de
    Alvarez.
    La mañana del 3 de diciembre, el cuerpo del guerrillero
    fue dado en custodia al gobernador Israel Noguera
    Otero, quien de inmediato ordenó que se le sepultara en el
    panteón municipal de Atoyac, haciendo después la
    entrega simbólica a sus familiares.
    Durante casi tres décadas, igual que al Che Guevara, a
    Cabañas se le supuso desaparecido o escondido en otro
    país, con la idea de que el cadáver enterrado en
    Atoyac era el de alguno de sus compañeros.

    Conmemoración en Atoyac.
    El 18 de mayo de 1967 fue trágico en la sierra de
    Guerrero, la policía judicial del estado quiso impedir un
    mitin de la Sociedad de
    Padres de Familia de la escuela primaria Juan Alvarez y
    trató de apresar a Lucio Cabañas, que laboraba como
    profesor en otra escuela pública cercana, la Modesto
    Alarcón. Poco antes de las diez de la mañana una
    comisión le pidió que fungiera como orador, pues el
    que tenían previsto no se presentaría. Lucio
    aceptó, pero pidió que lo esperaran hasta las diez
    y media, para aprovechar el tiempo del “recreo'' en su
    escuela.
    Aún podemos repetir el recorrido que siguió Lucio
    Cabañas desde la Modesto Alarcón hasta el
    jardín central de Atoyac, pues los trazos de las calles no
    han cambiado y el puente sobre el arroyo Cuitero sigue siendo el
    mismo. No así el jardín central, que se ha
    modificado sustancialmente y que no permite imaginar en un solo
    plano la concentración de manifestantes, la
    represión, el forcejeo y los disparos de los agentes
    judiciales entre la multitud, su empeño por abrirse paso y
    detener o eliminar a Lucio Cabañas.
    Esta masacre marcó el inicio de la guerrilla de Lucio
    Cabañas. O mejor, esa masacre lo obligó a
    remontarse a la sierra y a defenderse de la persecución
    con que intentaban eliminarlo. No es exagerado decir, por tanto,
    que su guerrilla nació como una forma de autodefensa.
    Tampoco lo es afirmar que si bien se masacró queriendo
    evitar una manifestación popular, lo que se
    consiguió fue producir una guerrilla que se estuvo
    combatiendo durante siete años y que, una vez muerto en
    1974 Lucio Cabañas, muchos pensamos desaparecería
    durante el sexenio del gobernador Rubén Figueroa Figueroa.
    Ahora podemos inferir sobradamente que esa guerrilla no
    desapareció del todo.
    En junio de 1995 se trató de impedir otra
    manifestación en Atoyac de Alvarez. Los cuerpos policiacos
    del estado de Guerrero masacraron por ello a 17 campesinos en el
    vado de Aguas Blancas. Todos sabemos que se frenó esa
    manifestación, pero no las que en cascada se produjeron
    hasta la aparición, un año después, de la
    guerrilla del EPR. La simetría se antoja evidente. El
    modus operandi para frenar manifestaciones y producir guerrillas
    también parece el mismo. Además, a pesar de los 28
    años que separan a ambas tragedias, podríamos
    sentir que asistimos a una sola. Y posiblemente así
    es.
    Por algunos comunicados primero del EPR y ahora del PDPR-EPR, y
    como bien lo supo Inteligencia
    Militar, entre las organizaciones que integraron este
    levantamiento se encuentran el Procup, las Uniones del Pueblo y
    el Partido de los Pobres o PDLP, que en muchos sentidos y
    momentos se conectaron o concurrieron en el movimiento
    guerrillero de Lucio Cabañas. Por ello podemos sospechar
    que la masacre del vado de Aguas Blancas no produjo una nueva
    guerrilla, sino quizás solamente la reaparición de
    la misma lucha.
    Pero, ¿cómo explicar la permanencia o, al menos, la
    recurrencia a lo largo de casi 30 años de una misma lucha
    guerrillera? Creo que la única explicación que cabe
    es, paradójicamente, lo inexplicable. Lo volveré a
    decir. ¿Por qué después de las contundentes,
    severísimas medidas militares que se tomaron en los
    años 70 contra la guerrilla de Lucio Cabañas, no se
    tomó en la sierra de Guerrero otro tipo de medidas
    educativas, de salud, de comunicación, económicas, agrarias o
    comerciales? ¿Por qué preferir el emporio del
    narcotráfico al progreso social y
    económico de esa sierra guerrerense? ¿Qué
    oscuros intereses se benefician con esa falta de decisión
    de transformar económica, educativa, socialmente a la
    sierra de Guerrero? Estas circunstancias “inexplicables''
    podrían dar cuenta de la continuidad o, al menos, de la
    recurrencia de las luchas sociales de Guerrero. Es como un aviso
    para que las medidas de cambio no se decidan solamente en la sana
    teoría
    de los análisis macroeconómicos: tomemos en
    cuenta, como dato relevante de Seguridad Nacional, lo que ocurre
    a nivel del terco y empobrecido suelo de la
    realidad social mexicana. También ese modus operandi y sus
    efectos deben ser vistos como una luz roja de lo
    que podría ocurrir en cualquier parte del país o
    incluso en el avance de manifestantes hacia Los Pinos.
    Aquel mitin que quiso frenar en vano la policía judicial
    del estado el 18 de mayo de 1967 fue recordado ahora, 30
    años después, en el mismo Atoyac. Varios centenares
    de personas se manifestaron por las mismas calles y la misma
    área del jardín central que recorrió ese
    día Lucio Cabañas, en las vísperas de su
    alzamiento en armas. Maribel Gutiérrez refirió,
    además, en La Jornada, que durante esa
    manifestación el presidente del PRD estatal, Octaviano
    Santiago Dionisio, afirmó que si Lucio Cabañas
    viviera, estaría en el PRD. Entiendo la exaltación,
    a 30 años de distancia, con que el actual dirigente
    perredista pudo llegar a proponer tal posibilidad. Pero no nos
    engañemos. Hay razones suficientes para reconocer que si
    Lucio Cabañas viviera, no estaría en el PRD sino en
    el EPR.

    Exhumación reivindicaría como héroe
    a Lucio Cabañas.
    Hace décadas, en Atoyac de Alvarez, cualquier persona que
    hablara del maestro rural que se convirtió en líder
    guerrillero, Lucio Cabañas, corría el riesgo de ser
    torturada o asesinada como sospechosa de ser simpatizante de la
    izquierda.
    Durante la llamada "guerra sucia" de las décadas de 1970 y
    1980, el nombre de Cabañas se convirtió en un
    símbolo de rebelión y muchos de los que lo
    enarbolaron están desaparecidos, aunque no tuvieron
    ninguna relación con el rebelde.
    Ahora, los restos de Cabañas, quien peleó contra la
    corrupción e injusticia en nombre de los pobres,
    podrían estar al lado de los restos de los héroes
    de la Revolución
    Mexicana como Emiliano Zapata y
    Pancho Villa.
    Los que podrían ser los restos de Cabañas -muerto
    por el ejército en un enfrentamiento el 2 de diciembre de
    1974- fueron exhumados en Atoyac tras años de gestiones de
    su familia.
    La autónoma Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH)
    está involucrada en las pruebas de
    ADN a los
    restos para verificar su autenticidad.
    La exhumación se realizó después que la CNDH
    presentó un informe sobre
    violaciones a los derechos humanos por fuerzas de seguridad del
    Estado en la década de 1970 y se cree que podría
    legitimar la leyenda de Cabañas como un luchador
    social.
    Más de 400 personas desaparecieron de Atoyac desde fines
    de los años 60, muchos de ellos remotamente relacionados
    con Cabañas, de un total de 1,300 desapariciones ocurridas
    en todo el país.
    En el sofocante municipio de Atoyac, con 65 mil habitantes,
    ubicado entre las montañas de la Sierra Madre y la costa
    del Pacífico en Guerrero, la memoria de
    Cabañas aún vive.
    "Lucio fue uno de los primeros que tenía la idea de que
    podía haber igualdad para
    los pobres", dijo Felipe Castro, un vendedor de filtros de agua.
    "Era sencillo y no era prepotente. Era un gran maestro. No lo
    olvidaré", subrayó.
    "Era un mártir, un testimonio de la maldad de los
    gobiernos pasados", opinó Máximo Gómez, un
    sacerdote de 69 años rechazado por la Iglesia
    Católica por sus supuestos vínculos con los
    rebeldes.

    Epílogo de un Guerrillero.
    (Fragmento de nota aparecida en El Sur).
    Los parientes más cercanos de Lucio Cabañas, su
    hermano Pablo Cabañas y su hija Micaela Cabañas
    Ayala, están listos para que se les practique el examen de
    ADN para comprobar si el cuerpo sepultado en Atoyac pertenece al
    del dirigente guerrillero, después de que la
    exhumación que estaba programada para el sábado 24
    se canceló por la inasistencia de los médicos
    forenses argentinos.
    Los familiares, que este sábado tardaron más de una
    hora en localizar la tumba, darán a conocer la nueva fecha
    de la exhumación, y esperan que el próximo 2 de
    diciembre, cuando se cumplen 27 años de la muerte de Lucio
    Cabañas Barrientos, ya se sepa el resultado y se termine
    la incertidumbre.
    De acuerdo con la petición de los familiares, en la
    exhumación y análisis de los restos deberán
    participar especialistas de la CNDH, de la UNAM.
    Guillermina Cabañas quien dijo que fue hostigada
    políticamente hasta 1981 por lo tuvo que abandonar su
    pueblo de San Juan de las Flores, dijo "queremos que
    conjuntamente con los argentinos se realicen las pruebas de ADN
    con los parientes más cercanos que son Pablo
    Cabañas y la hija de Lucio Cabañas, Micaela
    Cabañas Ayala quien radica en Xaltianguis".
    Apuntó que como familiares quieren que se le dé
    cristiana sepultura al cuerpo de Lucio Cabañas porque se
    lo merece, él se preocupo por la gente más
    desprotegida; "esperamos si se dan las condiciones para que el 2
    de diciembre ya los antropólogos de Argentina tengan
    el resultados de las pruebas para realizar en el aniversario
    luctuoso con su novena y sus rezos como se acostumbra en la
    costa".
    Después de 27 años, Pablo Cabañas Barrientos
    con los familiares más cercanos a su hermano Lucio se
    presentaron por primera vez a conocer el lugar en donde
    presuntamente fue sepultado el 2 de diciembre de 1974 por la
    noche, como narró la señora Evelia Organista Sonora
    quien fue la que reveló la ubicación de la presunta
    tumba de color blanco sin
    cruz y nombres de sus moradores de un revocado rústico con
    sólo dos floreros vacíos de granito.
    Aseveró que ese día hombres vestidos de civiles
    sepultaron a una persona, de lo que ella se dio cuenta porque
    igual que ahora, vivía a un costado del
    panteón.
    Recordó que esas personas le pidieron un candil, para
    hacer el entierro, y que en esa gaveta se dice que yacen encima
    de los restos de Lucio Cabañas los de Raúl
    Gallardo, y que esa lápida fue cuidada por la
    señora Elizabeth Flores Reinada, madre de la profesora
    Hilda Flores Solís, luchadora social, para que no fuera
    sacado el cuerpo de Lucio Cabañas.
    Nota del Autor: En noticias posteriores, se confirmó que
    este cuerpo era efectivamente el de Lucio Cabañas,
    poniendo fin a toda duda acerca de su muerte. Aún se desea
    ponerle una estatua, a pesar de la resistencia de
    algunos sectores del gobierno.

    4.
    Conclusión.

    "No hay poder sin represión Pero, más que
    eso, se podría afirmar que la represión es el alma
    misma del poder… Por eso, los mecanismos y la tecnología de la
    represión revelan la índole del poder."
    ("Poder y Desaparición", Pilar Calveiro. Ediciones
    Colihue, Argentina, pp. 24 y 25.)
    El análisis de los elementos que conforman el tipo penal
    del delito de
    desaparición forzada de persona conduce a caracterizarlo
    como de lesa humanidad, o sea como una conducta que
    ofende y lesiona no solamente a las víctimas directas, a
    sus familiares y compañeros de lucha, sino a toda la
    especie humana. Tan grave es, que en la doctrina del Derecho
    Internacional se le equipara al genocidio.
    1.- Los agentes activos del
    delito son el Estado, el gobierno que lo representa y los cuerpos
    policíacos y militares en que aquéllos se sustentan
    (así como los organismos irregulares que éstos
    prohíjan). Aun cuando es cierto que la responsabilidad
    penal se individualiza a la hora de la aplicación de
    sanciones, la responsabilidad en este ilícito se deriva de
    la pertenencia a los órganos que ejercen el poder. Es la
    impunidad que proporciona el ser parte del aparato estatal lo que
    permite que se detenga a personas sin forma legal alguna, se les
    someta a toda clase de tratos inhumanos, crueles y degradantes,
    se les intente privar de su calidad humana y,
    llegado el caso se les prive de la vida o se les impida privarse
    de ella tan sólo para demostrar quién tiene esa
    "facultad".
    Hay autores intelectuales, que son quienes planean, financian y
    ordenan las desapariciones, lo que les acarrea beneficios
    económicos y políticos. Los autores materiales son
    de diverso tipo y van desde los secuestradores hasta los
    torturadores, pasando por los asesores y los que operan
    administrativamente las cárceles clandestinas.
    2.- El pasivo del crimen (en el sentido de ofensa
    gravísima que damos a esta palabra los latinos y no en el
    que le dan los sajones, sinónimo de delito) es
    generalmente un militante de alguna organización de
    izquierda al que "la inteligencia" oficial caracteriza como
    "subversivo", "transgresor" o "terrorista" que pone en riesgo la
    estabilidad de las instituciones
    dominantes. Pero eso no impide a los activos detener y
    desaparecer a cualquier otra persona que tenga (o ellos crean que
    tenga) alguna relación con la lucha social, o que sea un
    testigo incómodo, a simplemente que haya que sembrar
    terror entre la población para persuadirla de hacer algo o
    disuadirla de hacerlo.
    3.- El íter crimen consiste en un secuestro (que puede ser
    al amparo de las
    sombras o a plena luz del día y en medio de testigos),
    seguido de la remisión a un sitio clandestino de
    reclusión, donde los registros no son
    oficiales y los detenidos son aislados por completo del resto del
    mundo. Se niega información sobre ellos e incluso se niega
    la detención. Ahí "se vale" hacer cualquier cosa
    con ellos, con el fin de sacarles información o de
    mantenerlos como rehenes para que sus compañeros de lucha
    sepan qué atenerse. La desaparición es un delito
    continuo, pues sólo deja de cometerse cuando el detenido
    es liberado o puesto a disposición de una autoridad para
    que se le siga un proceso
    legal.
    Pasan los años y los efectos del ilícito siguen
    produciéndose y por ello son imprescriptibles la
    acción penal y la pena aplicable. Se conocen casos de
    mujeres desaparecidas que, como parte de la tortura, fueron
    embarazadas y luego privadas de los hijos (que en ocasiones
    fueron entregados a los torturadores).
    4.- Para que se dé la desaparición forzada, se
    tiene que contar con una estructura material y con personal de
    diversas especialidades. Un constructor tiene que diseñar
    y acondicionar los sitios de reclusión y de tortura
    (quirófano le llamaban en el Cono Sur del Continente). El
    equipo debe ser pagado a cuenta del erario, de modo que hay que
    disimularlo de algún modo en las cuentas
    públicas.
    Hay médicos y psiquiatras que asesoran a los torturadores
    para que el dolor que apliquen les ofrezca mejores resultados.
    Los custodios cobran también como "servidores
    públicos", lo que implica que están en alguna
    nómina.
    Se utilizan vehículos (terrestres y aéreos),
    armamento y equipo de comunicación, cuyo costo pesa sobre
    los contribuyentes, pero que muchas veces no forma parte de los
    bienes
    públicos.
    5.- El absoluto incumplimiento de las normas
    jurídicas vigentes convierte a la desaparición
    forzada en una acción brutal, inhumana y
    prácticamente animal. Implica que los criminales
    actúan con saña, con dolo y con suma violencia. Por
    eso lastima a todos los seres humanos y se intenta erradicarla
    para siempre de la faz de la tierra.
    Durante décadas, el gobierno de México se dijo
    democrático y respetuoso de los derechos humanos.
    Negó que practicara la desaparición forzada de
    personas, lo mismo que las ejecuciones fuera de juicio. Se
    preció incluso de que no aplicaba la pena de
    muerte, ni siquiera porque la Constitución de la república la
    permite para el plagiario, el salteador de caminos y el traidor a
    la patria en guerra extranjera.
    La historia ha comprobado que, al igual que en otros
    países latinoamericanos, aquí se desarrolló
    una guerra sucia, para derrotar a grupos que se alzaron en armas
    contra el sistema imperante. Y entre los métodos
    que se utilizaron, estuvo la desaparición forzada.
    Se crearon aparatos represivos irregulares, como "La Brigada
    Blanca", que persiguió "subversivos" por todo el
    territorio nacional colocándose por encima de las
    autoridades legales y con permiso para matar y desaparecer. Se
    sembró el miedo al divulgar extraoficialmente sus
    actuaciones, pero manteniéndolas oficialmente ocultas. Se
    detuvo a miles de ciudadanos y ciudadanas sin forma legal ;
    algunos fueron ejecutados y otros permanecen en situación
    de desaparecidos.
    Ha sido tan fuerte la presión
    social para que se investiguen y castiguen estos hechos, que la
    gubernamental Comisión nacional de Derechos Humanos tuvo
    que reconocerlos en el informe que rindió en diciembre del
    2001. Este logro de los mexicanos no debe ser menospreciado, pero
    tampoco sobrevalorado. Porque es un intento de presentar y tratar
    el tema como cosa del pasado y no de nuestros días;
    más como una antesala del punto final que se aplicó
    en países centro y sudamericanos, que como un primer paso
    hacia la verdad y la justicia.
    Afirmamos que en México se sigue cometiendo el delito de
    desaparición forzada de personas, y que mientras no se
    sancione a los culpables el tema pesará en la conciencia
    colectiva e impedirá el tránsito a la democracia.
    Como todo político en campaña, Vicente Fox
    prometió el manto de la guadalupana a quienes votaran por
    él. Pero también como todo político en el
    cargo, una vez que se sentó en la silla presidencial se
    retractó de crear una Comisión de la Verdad. Su
    argumento es que basta con que funcionen las instituciones
    establecidas para que se resuelvan los problemas, por más
    agudos que sean como el de los desaparecidos y otros
    crímenes históricos del régimen de Partido
    de Estado (asesinato de Rubén Jaramillo, genocidio del 2
    de octubre de 1968 y otros).
    Sobre esa base, en diciembre del 2001 emitió un acuerdo
    por el cual ordenó al procurador General de la
    República que creara
    una Fiscalía Especial que indague los crímenes "del
    pasado". Tomó como punto de partida el informe de la CNDH
    que reconoce solamente 275 desapariciones forzadas. Fue
    así como designó agente del Ministerio
    Público para este caso a Ignacio Carrillo Prieto, quien
    niega ser parte del nefasto "Grupo Carpizo" que ha monopolizado
    en los años del neoliberalismo
    los organismos oficiales de derechos humanos y que tiene
    penetración en otros sectores del gobierno (como la propia
    PGR, el IFE y el Consejo de la Judicatura Federal).
    Además del fiscal especial, habrá un comité
    de apoyo designado por el secretario de Gobernación. No se
    sabe a ciencia cierta
    qué harán uno y otro, pues los términos del
    acuerdo de creación son bastante ambiguos. Por eso los
    organismos de defensores no gubernamentales de derechos humanos
    recibieron la noticia con bastante escepticismo.
    Hay quienes piensan que se debe tratar de incidir en la
    conformación del comité de apoyo al fiscal
    especial. Pero mientras no se sepa para qué va a servir,
    es mejor no ocuparse de él y seguir insistiendo en la
    Comisión de la verdad, ciudadana, autónoma y con
    autoridad para hacer coadyuvancia con el Ministerio
    Público.
    En conclusión, no se advierte voluntad política en
    el gobierno foxiano para entrar a fondo al asunto de los
    desaparecidos y demás crímenes históricos
    del priato. Parece estar pesando más su alianza en busca
    de gobernabilidad que su promesa de encontrar "peces gordos"
    en la violación grave a los derechos humanos.

    5. Bibliografía.

    Reuters.
    Diario 17.
    El Sur.
    Revista
    Proceso.
    "Poder y Desaparición", Pilar Calveiro. Ediciones Colihue,
    Argentina.

     

     

     

     

    Autor:

    Antonio Olívar Zúñiga

    28 años, Licenciatura en Ciencias de
    la
    Comunicación, 2002.

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