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Joseph Goebbels: ¿Sigue vivo en la propaganda mundial? (página 2)




Enviado por lvelazco



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El origen del término propaganda es la religión, que hace
propagación de la fe. Por extensión pasa al
estado(pues
era el otro punto de poder que
también tenía como objetivo la
difusión ideológica). Al aparecer el poder
económico de la burguesía se crea la publicidad,
que defiende sus intereses y que tiene como objetivo la venta(acción directa). Por esto la
propaganda queda como símbolo del antiguo régimen.
Aún así no se puede decir que la publicidad no
tenga ideología.

La publicidad institucional es la que pretende
prestigiar a la empresa
fabricante del producto o
realizadora del servicio
anunciador para crear en torno a ella un clima de
confianza por parte del consumidor o
usuario.

Y la publicidad es la que invita a adquirir éste
o aquel bien, es la que da a conocer "lo nuevo".

En la sociedad de hoy, la publicidad tiene un fin de
profundo impacto en como las personas entienden la vida, el mundo
y a si mismas, especialmente con relación a sus valores y sus
modos de elección y comportamiento.

Ésta como los medios de
comunicación social en general, actúa como un
espejo; un espejo que ayuda a dar forma a la realidad que refleja
y, algunas veces ofrece una imagen de la
misma, deformada o aquella que se pretende evidenciar de un modo
u otro.

La publicidad es una actividad que caracteriza
intencionalmente el mensaje que se elabora, buscando cambios de
actitudes,
rasgos cognitivos y comportamiento de los destinatarios,
utilizando para ello diversos soportes tecnológicos. A
través de la publicidad los medios masivos
de comunicación obtienen los ingresos que
permiten cubrir los costos de
producción del producto que le interesa consumir al
público y obtener ganancia que justifica la inversión del capital. La
venta de espacios publicitarios es la principal fuente de
ingresos de los medios de comunicación.

Debido a la publicidad y el poder de los medios de
comunicación, la sociedad actual posee una inmensa
capacidad para convertir las cosas importantes en secundarias y
para conceder valor a las
secundarias. Es por ello que paulatinamente se ha desarrollado
una cultura
enormemente consumista; las ciudades tienden a convertirse en
inmensas vitrinas repletas de mercancías y de publicidad,
y lo efímero del "gusto" y de los "usos" se refleja en los
botes de basura, en las
chiveras, en los electrodomésticos tirados casi nuevos,
etc.

Las propagandas y los medios de comunicación
tienden a uniformar los gustos y las aspiraciones y, en el fondo,
casi todas las personas terminan convirtiéndose en "monos
de imitación". Como contemplan idénticos programas y
reciben idénticos mensajes, la mayoría poseen
idénticas aspiraciones.

Los medios modernos han debilitado en los individuos la
capacidad de asombro. La propaganda moderna no se dirige a la
razón, sino a la emoción como todas las formas de
sugestión hipnótica, procura influir emocionalmente
sobre los sujetos, para someterlos luego también desde el
punto de vista intelectual. Esta forma de propaganda influye
sobre el cliente acudiendo
a toda clase de medios: la incesante repetición de la
misma formula; el influjo de la imagen de alguna persona de
prestigio, por medio del sex-appeal de alguna muchacha bonita,
debilitando al propio tiempo su capacidad de critica, mediante el
terror, señalando el peligro del "mal aliento" que nunca
es capaz de derretir nada como nos hacen ver, o de alguna
enfermedad de nombre misterioso, o bien estimulando su
fantasía acerca de un cambio
imprevisto en el curso de su propia vida debido al uso de
determinado tipo de camisa o jabón. Todos estos métodos
son esencialmente irracionales, no tiene nada que ver con la
calidad de la
mercancía y debilitan o matan la capacidad crítica
del cliente.

"El cambio en la gente parece ser un proceso de
etapas graduales de las cuales se conocen las siguientes
etapas:

  • Primeras noticias: la persona percibe información acerca de lo
    nuevo.
  • Interés: se interesa, buscan mas datos,
    preguntan, discuten.
  • Evaluación: hace un balance y acepta o
    rechaza la oferta.
  • Adopción: cambia su conducta e
    incorpora lo nuevo" (Philip Kotler)

Dentro de las técnicas comerciales modernas, la
publicidad es indispensable en cuanto medio de información
acerca de los productos
disponibles o para facilitar el contacto entre vendedores y
compradores.

La publicidad puede llegar a ser nociva cuando su
objetivo apunta a crear artificialmente necesidades de bienes
superfluos que pueden impedir la atención de necesidades realmente
fundamentales, o encarece los costos de
producción con costosas campañas que
tienden a promocionar artículos competitivos que tiene
muchos menos diferencias entre si que las que sus promotores
intentan hacer creer al publico.

La publicidad está relacionada con la propaganda
pues emplea técnicas similares: una suele inspirarse en la
otra. La diferencia está en que la publicidad se refiere
mas específicamente a lo económico, tratando de
vender un determinado producto.

Se llama propaganda al conjunto de técnicas
destinadas a propagar ideas, doctrinas y opiniones para hacer que
esos conceptos sean aceptados por la gente que, como
consecuencia, las personas y los grupos
convencidos se adhirieran a ellas.

La propaganda es esencialmente política, la
publicidad, esencialmente comercial. Ambas serán
moralmente aceptadas o repudiables, según los fines que
persigan y los medios que empleen.

Un requisito imperativo de los medios de comunicación
social, y en especial para la publicidad, en lo que respecta
al consumo, es que respete a la persona humana y su derecho o
deber de hacer una elección responsable, su libertad
interior; se vulneran todos estos bienes cuando se explotan las
bajas inclinaciones del hombre, o se
disminuye su capacidad para reflexionar. Dado todo este amplio
preámbulo es de notar el centro de nuestra investigación. Que si bien tanto su
desenlace como sus ideas, no es punto a ser juzgado ni apoyado
por el equipo, es de amplio interés.

Hablar de propaganda y no mencionar al cerebro creador
de todas las técnicas que aun hoy en día se
utilizan, en una cuestión inútil, ya que si no se
conoce en que circunstancias y bajo que contexto surgió la
misma es sumamente difícil el entender este concepto. Tal
como se evidenciara posteriormente, la propaganda tiene su origen
en la Alemania nazi
y de la mano de un Filosofo llamado Joseph Goebbels; que si bien
su nombre no figura entre los mas nombrados durante la segunda guerra
mundial, a su ingenio podemos atribuir todo lo difundido por
el bloque nazi en su campaña de la guerra. Al
punto de que ya próximos a la toma de Berlín,
seguía arengando al pueblo alemán a salir a las
calles a celebrar la victoria contra los invasores
aliados.

Es por todo ello que se busca dilucidar si en realidad
"¿Joseph Goebbels ¿Sigue vivo en la propaganda
mundial?"

Justificación.-

Siempre ha existido latente el mito del
nazismo, Adolfo Hitler, y
todo lo que rodeo los hechos de la segunda guerra
mundial, es importante saber como una campaña
mediática, realizada hace mas de 5 décadas, siga
permaneciendo en el "top of mind" de las personas, para cualquier
niño aun de escasa de edad es fácil reconocer lo
que es y representa una cruz gamada, y esto fue una
campaña; como ya lo hemos mencionado; realizada mucho
antes de su nacimiento.

A través de revisar la historia del mundo, se ve
como (tal como sucede con muchos caudillos) un hombre puede
llegar a alcanzar posiciones muy altas, manejar grandes masas de
gente, si su imagen es bien manipulada por un tercero que
permanece bajo el velo del "caudillo, pero que a su vez es el
pensador detrás del "Héroe", es el quien se va a
encargar de mover los hilos que le dan vida a este "títere
con carisma".

Objetivos de la
investigación

Objetivo General

Demostrar que la campaña diseñada por
Joseph Goebbels, para el nazismo y sus principios,
continúan presentes hoy en día y mantienen vigencia
en la creación de cualquier campaña
institucional.

Objetivos
Específicos.

Determinar el aspecto institucional logrado por la
manipulación de las masas en el seguimiento de un líder,
aplicando los principios propagandísticos de Joseph
Goebbels.

Revisar que los distintos principios
propagandísticos aplicados en la apoca del nazismo por
Joseph Goebbels, siguen manteniendo vigencia hoy en
día.

CAPITULO II

MARCO TEÓRICO

Antecedentes

Los acontecimientos de los primeros años del
nazismo no pueden comprenderse a menos que se reconozca que en el
periodo de 1.930 a 1.940, en la cumbre de su éxito,
el fuhrer logró persuadir a una gran parte de la
nación alemana que en el encontraría un gobernante
de cualidades sobrehumanas, un hombre de genio enviado por la
providencia para inducir a los germanos a la tierra
prometida. Todo esto, según cuenta la historia, fue obra
de un hombre que permaneció en el anonimato no total, pero
si velada su importancia en este proceso de cambio para el mundo,
este hombre fue, nada mas y nada menos que Joseph Goebbels. Es
por ello que a continuación se realizarán
comparaciones entre lo que sucedió en está, para
algunos, fatídica época, y nuestra realidad actual
a fin de poder establecer parámetros que diferencien
claramente la actitud de los
pueblos a los distintos estímulos presentados, en tan
distintas fechas.

Joseph Goebbels -quien paradójicamente
había sido criado en una casa de tradición
judía al igual que su mujer, Magda- fue
quizás el único verdadero intelectual de los altos
mandos nazis. A cargo del Ministerio de Propaganda, se
convirtió en el principal aliado de Adolf Hitler en su
tarea de obnubilar a las masas mediante tácticas
maquiavélicas de manipulación de información
y control absoluto
sobre prensa
gráfica, radio, cine, arte, literatura e incluso
teatro.

Fue uno de los miembros de la vieja guardia del partido
nazi, luego Gauleiter de Berlín y, desde 1933, ministro de
Propaganda del Reich. De pequeña estatura y rengo por
efecto de la poliomielitis infantil, Goebbels fue, sin embargo,
un hombre que irradiaba un gran encanto personal. Durante
las reuniones del partido era siempre el centro de la
atención por sus bromas y sentido del humor y supo
conquistar el corazón de
las mujeres más lindas de Alemania. Era un excepcional
orador y tenía un coeficiente mental igual o incluso
superior al del mismo Hitler, lo que le permitió explotar
el arte de la propaganda con un nivel de eficiencia
increíble. En apenas un par de años logró
hacer de la figura de Hitler un mito a los ojos del pueblo
alemán y durante la guerra transformaba las peores
derrotas militares en un aliciente moral para
seguir peleando con más fuerza contra
el enemigo.

La información acerca de los alemanes era
obtenida mayormente de la Sicherheist-Dienst (SD) de la
policía secreta. Además, Goebbels dependía
de sus propias Oficinas de Propaganda del Reich, de funcionarios
alemanes y de contactos con civiles o soldados. Los datos sobre
países aliados, neutrales o enemigos eran recopilados a
partir de espías, conversaciones telefónicas
interceptadas e interrogatorios de prisioneros.

El estudio de la eficacia
psicológica de Hitler sobre las masas debía partir
de la idea de que un führer representante de una
idea, no podía tener éxito (no un éxito
histórico sino esencialmente pasajero) más que si
sus conceptos personales, su ideología o su programa se
encontraban en armonía con la estructura
media de una amplia capa de individuos integrados en la masa. Un
führer no puede hacer la historia más que si
las estructuras de
su personalidad
coinciden con las estructuras de amplias capas de la
población, vistas desde la perspectiva de la
psicología de masas. Dice Domenach: "es innegable que un
cierto número de mitos hitlerianos correspondían o
bien a una constante del alma germánica, o bien a una
situación creada por la derrota, el desempleo y una
crisis
financiera sin precedentes".

Como todo movimiento
reaccionario, el de Hitler se apoyaba en varias capas de la
llamada por algunos autores pequeña burguesía. Se
caracterizaba a este segmento social mediante la metáfora
de un ciclista: "por arriba curva su espalda, por abajo
patalea"("Nach oben buckelt er, nach unten tritt er",
según lo citaba P. Reiwald). Con esto se quiere explicar
un componente psicoétnico del pueblo alemán: la
sumisión hacia quienes están encima y la brutalidad
para con los de abajo. Había también un componente
místico en las clases medias alemanas, que Hitler
aprovechó para proclamar que Alemania era la encargada de
cambiar el mundo. Esto, sumado a la profileración de
corrientes intelectuales reaccionarias (Gobineau, Wagner,
Chamberlain, quienes ponían el acento sobre todo en la
cuestión racial, y otros que apelaban al espíritu
guerrero del pueblo alemán, magnificando las gestas
teutonas) a fines del siglo diecinueve, creó el caldo de
cultivo para la proliferación de este tipo de
fenómenos.

Hay algo evidente: cuanto más numerosa e
influyente en una nación es la clase media, más
probable es que haga su entrada en la escena política como
fuerza social. Por otra parte, las contradicciones
intrínsecas del fascismo no hacen
más que reafirmar su base de masas de clase media. Que los
intereses subjetivos de estas masas hayan sido aprovechados por
Hitler al incluir en su plataforma la lucha contra el gran
capital, y que el fascismo, en su función
objetiva, se haya convertido en defensor fanático del
imperialismo y
pilar del orden económico del gran capital, son hechos que
llevan a la convergencia en el nacionalsocialismo.

Para comprender la ideología, la situación
del pequeño campesino, del funcionario y del comerciante
medio hay que tener en cuenta sus matices económicos, pero
fundamentalmente su identidad
familiar común .Si nos focalizamos en las clases medias
urbanas, vemos que la rápida evolución de la economía capitalista
en el siglo XIX lleva a la pauperización de los
pequeños comerciantes y artesanos. Ante las grandes
industrias, que
producen más barato y más racionalmente, las
pequeñas empresas
están destinadas a desaparecer. Esta situación los
llevaría tarde o temprano a confundirse con la gris masa
del proletariado.

La pequeña burguesía se rebeló, al
fin, contra el sistema,
encarnado en el régimen marxista de la socialdemocracia.
Pero dado el carácter
competitivo de los estratos medios, fundamentalmente de los
funcionarios del estado, no se observa una identificación
de la pequeña burguesía con sus iguales o con los
obreros industriales, un sentimiento de solidaridad, lo
que Marx
amalgamó en una "conciencia de
clase" (Karl Marx,
Múltiples discursos).

La conciencia social del funcionario no está
determinada por el sentimiento de una comunidad de
destino con sus colegas, sino por la actitud cara a la autoridad
establecida y a la nación. Para el funcionario esta
actitud consiste en una identificación absoluta con el
poder estatal; súbditos con respecto a la autoridad, se
convierten en los representantes de esa misma autoridad en sus
relaciones con sus subordinados y, por este motivo, gozan de una
especial protección moral. Esta identificación con
la
administración del Estado y la nación, que
puede resumirse en la fórmula: "Yo soy el Estado", es
una realidad psíquica que nos proporciona uno de los
mejores ejemplos de una ideología convertida en poder
material. Como resultante de su dependencia material, su
personalidad se transforma a imagen de la clase dominante. En
palabras de W, Leich: "Por tener los ojos perpetuamente clavados
en lo alto, el pequeño burgués acaba por cavar una
fosa entre su situación económica y su
ideología". Esta "mirada clavada en lo alto" es lo que
distingue esencialmente a la estructura pequeño burguesa
de la del obrero de la industria en
Alemania. En otros países, como EEUU, el aburguesamiento
de los trabajadores de la industria anula esta
distinción.

Para penetrar en el mundo obrero, el fascismo propone la
supresión de las clases, o lo que seria lo mismo la
supresión del proletariado, recurriendo al sentimiento de
vergüenza que sufre el trabajador manual (el
desprecio por este tipo de tareas es uno de los elementos
reaccionarios más importantes, al llevar a querer imitar
al empleado de oficina).
Sumémosle a esto que los trabajadores emigrados del campo
traen consigo una ideología de familia rural que
es el mejor caldo de cultivo para causas imperialistas y
nacionalistas. Otro elemento a tener muy en cuenta es la
importancia que revisten los pequeños hábitos
diarios, hecho sistemáticamente ignorado por el movimiento
revolucionario. Lejos de ser costumbres propias de este estrato
social, constituían la expresión visible de que se
acusaba recibo de la propaganda nacionalsocialista. La
represión de la mujer, el vaso
de cerveza bebido en
familia, el traje "elegante" de los domingos -todos ellos
símbolos del adocenamiento que se estaba produciendo-,
penetraban en cada rincón de la existencia cotidiana,
mientras que el trabajo de
la fábrica y los panfletos revolucionarios no actuaban
más que durante unas horas.

De este modo, cuando la crisis económica
impactó a esta capa social, su sensibilidad revolucionaria
estaba embotada producto de decenios de estructuración
conservadora. La afirmación comunista de que la
política de la socialdemocracia le había abierto
las puertas al fascismo era exacta desde el punto de vista de la
psicología de masas. Afirma W. Leich que "a falta de
organizaciones
revolucionarias, decepcionado por la socialdemocracia y
angustiado por la contradicción entre su empobrecimiento y
el pensamiento
conservador, el trabajador se arroja en los brazos del
fascismo".

En la línea del centralismo de
poder nazi, Goebbels concentraba en su figura la mayor cantidad
de funciones
posibles dentro de su Ministerio. Esto llevó a roces con
titulares de otras carteras (el Ministerio de Asuntos Extranjeros
incluso el Ejército).

Un asunto muy importante en estos menesteres era el de
la credibilidad: sólo ésta debía determinar
si los materiales de
la propaganda habrían de ser ciertos o falsos. Para
Goebbels lo importante era lo expeditivo y no lo moral. Para
mantener la credibilidad, sin embargo, la verdad debía ser
utilizada con la mayor frecuencia posible. Por ende, las mentiras
eran útiles cuando no podían ser desmentidas. De
allí surge una de sus máximas citada por Adolf
Hitler en su libro "Mein
Kpaf" o "Mi Lucha" donde se dice "Una mentira dicha mil veces, se
convierte en verdad" (1944).

No se tenía el menor escrúpulo respecto
del uso de la censura. "La política de las noticias
-aseveró Goebbels- es un arma de guerra; su
propósito es el de hacer la guerra y no el de dar
información". La política habitual consistía
en suprimir materiales considerados indeseables para el
público alemán para luego usarlos como propaganda
en el exterior si eran apropiados. Por ejemplo, las historias
referentes a un supuesto canibalismo de los rusos eran difundidas
en países extranjeros, pero no en Alemania para no
aterrorizar a los familiares de los soldados.

Un elemento manejado con maestría por parte de
Goebbels era la llamada "propaganda negra". Se denominaba
así a aquel material cuya fuente quedaba oculta para la
audiencia. Se presumía que el hecho de desperdigar rumores
para que actuaran por sí solos como propaganda
tendría más posibilidades de ser creído si
las autoridades alemanas no estaban relacionadas con él.
También se utilizaban medidas negras para combatir rumores
indeseables dentro del Reich, ya que una desmentida oficial,
según Goebbels, no haría más que
reforzarlos.

Otra metodología significativa era etiquetar los
acontecimientos y las personas con frases y consignas distintas
pero fácilmente retenibles. La tarea de Goebbels
consistía en vincular los sucesos con los cliché
verbales que iban a adquirir un especial significado. Estas
denominaciones debían ser utilizadas una y otra vez, pero
sólo en las situaciones apropiadas. "Prohíbo
utilizar la palabra Führer en la prensa -dijo Goebbels-
cuando es aplicada a Quinsling, pues no considero justo que se
aplique el término Führer a ninguna otra persona que
no sea el propio Führer". Aquí se evidencia
claramente como se buscaba manipular todo en este régimen,
hasta el mas mínimo detalle era estudiado por este
individuo.

Otro de los principios propagandísticos de
Goebbels cuya comprensión ayuda a explicar el
fenómeno de persecución y exterminio de
minorías (judíos, gitanos) era el que rezaba que
"la propaganda debe facilitar el desplazamiento de la
agresión, especificando los objetivos para el odio". En
general, la táctica era desplazar la agresividad alemana
hacia algún grupo marginal
como los antes citados.

Por último, el propio Goebbels reconocía
seis situaciones en las que la propaganda era impotente o
tenía muy escaso margen de acción:

  • Impulso básico sexual
  • Impulso básico del hambre
  • Intentos de aumentar la producción
    industrial
  • Alteración de impulsos religiosos
  • Ataques aéreos enemigos
  • Situación militar desfavorable

Fue ante estos acontecimientos -principalmente los dos
últimos-, generalizados a lo largo del territorio
alemán a partir de 1943, que el régimen nazi
comenzó a desmoronarse hasta la capitulación a
principios de 1945. Posteriormente, como es sabido, se suicidaron
Adolf Hitler, Heinrich Himmler (a cargo de la
consolidación de las Schutzsaffel, conocidas como SS, la
GESTAPO y la red de campos de
concentración) y Joseph Goebbels, quien junto con su
esposa envenenó a sus hijos para posteriormente quitarse
su propia vida.

A grosso modo, la propaganda hitleriana esta
caracterizada principalmente por tres elementos:

  • Renuncia a las consideraciones morales.
  • Apelación a la emotividad de las
    masas.
  • Empleo de reglas racionales para la formación
    de reflejos condicionados conformistas en las
    masas.

Es imprescindible el análisis a fondo de la
propaganda fascista y su impacto en las masas para así
comprender cómo las masas fueron engañadas,
desorientadas y sumidas a influencias
psicológicas.

En Alemania, tanto Hitler y Goebbels, las dos
personalidades más notorias del movimiento nazi, como sus
adláteres (entre los que se destacan Hermann Göering,
quien sólo estaba detrás del Führer en la
cadena de mando; Hjalmar Schacht, quien manejaba el Reichsbank y
la cartera de Economía; Baldur von Schirach, líder
del movimiento juvenil nazi; Ernst Roehm, quien formó las
Sturmabteilung o SA y fue asesinado durante la llamada "Noche de
los Cuchillos Largos" en 1934) son los referentes ineludibles de
este fenómeno. Mussolini, por su parte, sólo
contaba con un Ciano a su disposición para estos fines,
pero fue el inspirador de muchas de las técnicas adoptadas
por Hitler durante su estadía en el poder.

Quizás una de las dinámicas inherentes a
las técnicas propagandísticas, el bluff en todo
momento y lugar, haya sido uno de los factores que
contribuyó al derrumbe de esta parafernalia -y luego del
propio régimen- al volverse contraproducente en momentos
de reveses bélicos e incertidumbre en la población
civil.

Marco Teórico.

La manipulación de las masas llevada a cabo por
el fascismo parece inconscientemente inspirada en la doctrina de
Pavlov y sus reflejos condicionados, leyes que rigen
las actividades nerviosas superiores del hombre. La propaganda,
considerada por Goebbels como un arma de guerra,
constituía el elemento fundamental con el que se
atraía nuevos adeptos a la causa del nacionalsocialismo.
La actividad propagandística tiene dos funciones
primordiales: inculcar un número elevado de ideas a un
grupo reducido de personas y agitar a un gran número de
personas mediante un número reducido de ideas. Los que
sucumben ante esta estrategia son
pequeño-burgueses, presas fáciles del miedo que
resulta de una sugestión imperativa como la del
régimen hitleriano. El autor soviético Serge
Tchakhotine afirmaba que esta porción de la sociedad
poseía un sistema nervioso
inestable, y que a menudo se sentían contentas al verse
dominadas y guiadas.

Entre los factores visuales utilizados para atraer a las
masas, se observa el predominio del color rojo (al
que se le atribuye una acción fisiológica excitante
y es utilizado generalmente por partidos de izquierda o
pretendidamente "revolucionarios") y los uniformes militares de
colores vistosos.
Parafraseando a Domenach: "la propaganda toma de la
poesía
la seducción del ritmo, el prestigio del verbo e incluso
la violencia de
las imágenes".
Para actuar sobre los sentimientos de amor y
alegría, es decir sobre los sentimientos eróticos
sublimados, se debían utilizar los bailes públicos,
las tonadas populares, desfiles con la presencia de gimnastas o
flores.

En el aspecto social, Hitler copió las
prácticas de la Iglesia
Católica, en las que el incienso, la semioscuridad y las
velas encendidas crean un estado especial de receptividad
emotiva.

En los mítines, había que tener en cuenta
la habilidad de los oradores para alternar lapsos de
tensión discursiva con comentarios relajados, manteniendo
así a la multitud expectante. Las directivas para la
"creación de entusiasmo" en la multitud (arengar a la
masa, entonar himnos combativos, acompañar las consignas
con movimientos del cuerpo, por ejemplo el puño en alto,
lo que constituía la llamada "gimnasia
revolucionaria") son en buena parte acústicas; los
"tóxicos sonoros", como los llama De Felice. El ritmo y la
cadencia de los sonidos va acompañado de un bloqueo de la
conciencia, propiciando un estado de naturaleza
hipnótica. La música instrumental
es el más eficaz de estos tóxicos. En ella, los
instrumentos de percusión ocupan el lugar preponderante,
ya que son los encargados de llevar el ritmo. El timbre de
algunos instrumentos como la trompeta tiene la propiedad de
causar una exaltación general.

El poder de Goebbels amainó en 1937 y 1938,
tiempo en el que, por cierto, sostuvo un affaire con una actriz
checoslovaca que estuvo a punto a hacer naufragar su matrimonio.
Iniciada la guerra, Goebbels pasó a un segundo plano. No
era algo en modo alguno extraño: en tiempos de victoria la
propaganda no es un artículo de primera
necesidad.

Sin embargo, tras las derrotas de la Wermacht en
Africa y
Stalingrado, Goebbels tuvo oportunidad de demostrar su genio en
la medida en que el fracaso es el caldo de cultivo de la
propaganda.

Contrario a lo que se piensa y a su propio axioma ("Una
gran mentira repetida acaba por convertirse en verdad"), Goebbels
no falseó jamás los hechos y expuso con
dramático énfasis que la situación del
país y del ejército era por demás precaria.
Prueba de ello es el discurso en el
que llamó a la guerra total, y que pronunció poco
después de la derrota de Stalingrado, batalla que a la
postre determinó el rumbo de la guerra.

Goebbels continuó con su labor de propaganda,
incluso sin el apoyo de la prensa y la radio,
intentando que resurgiera la esperanza a partir de elaborar
paralelos históricos, evocando leyes inmutables de la
historia y, en última instancia, refiriéndose a
fabulosas y ficticias armas
secretas.

Así, el Ministro de Propaganda del Reich
demostró tener el coraje del que carecían otros
miembros de la jefatura nazi, apareciendo constantemente ante las
masas mientras sus compañeros de partido se retiraban y
escondían en búnkeres y fortalezas.

Tras el intento de asesinato en contra de Hitler (julio
20, 1944) Goebbels consiguió su objetivo secreto y fue
nombrado, el 25 de agosto de ese año, "Plenipotenciario
del Reich para la Guerra Total". Pero era —y él lo
sabía— demasiado tarde.

A continuación mostramos un resumen de un
discurso presentado por Goebbels ante el pueblo nazi utilizando
como medio su periódico
del ministerio.

Era por la noche y yo estaba disfrutando del placer de
la lectura con
un buen libro. Estaba relajado y el teléfono sonó, lo cogí con
inquietud, la llamada era peor de lo que esperaba, Horst Wessel
había sido tiroteado. Con miedo, yo pregunté,
¿muerto? No, pero no hay muchas esperanzas. Yo
sentí como si las paredes se me vinieran encima. Era
increíble, no podía ser.

Pocos días después, me encontraba dentro
de una pequeña habitación en el sótano de un
hospital, estaba impactado por lo que estaba viendo. Un impacto
de bala en la cabeza había producido un daño
terrible a ese heroico muchacho, su cara estaba destrozada. A
duras penas podía reconocerle, pero él estaba
feliz, estaba sereno y le brillaban los ojos. A pesar de esto no
podíamos hablar durante mucho tiempo, el doctor le
ordenó que estuviera en calma. El solo me repetía
estas palabras: Yo soy feliz, el no necesitaba decir esto. Su
juventud y su
brillante sonrisa se sobreponían a la sangre y a las
heridas. El aun tenía esperanzas.

Yo me senté en su cama, era Domingo por la tarde,
mientras que un flujo de visitantes iba llegando hasta la noche.
Uno podía tener esperanza, la fiebre estaba bajando, y las
heridas cicatrizaban. Él se incorporó un poco y
habló, ¿sobre qué? ¡Una pregunta
tonta! A cerca de nosotros, a cerca del movimiento, a cerca de
sus camaradas. Ellos se mantuvieron firmes en su puerta todo el
día, uno tras otro llegaban y levantaban el brazo para
saludar al joven líder, en ese momento. Yo no podía
considerarlo de otra manera.

Le miré las manos, que eran ahora pequeñas
y blancas. Su nariz resaltaba en su cara, y sus ojos
mantenían el brillo, pero la fiebre volvía, el no
comía, su salud gradualmente
declinaba, aunque su espíritu se mantenía fresco.
No le permitían leer, solo le dejaban hablar, era
difícil obedecer las advertencias de la enfermera. Cada
vez que salía de la habitación , no sabía si
lo iba a ver de nuevo, ¿quién lo sabía?. Si
la sangre no se envenenaba todo iría bien.

La solitaria madre se sentaba fuera, destrozada, su cara
reflejaba una pregunta.¿ conseguirá su hijo salir
de esta situación? ¿qué podía decir
uno salvo sí?. Yo intentaba convencerme a mí mismo
y a los demás. Su estado empeoraba, pero el Jueves, estaba
un poco mejor, él quería hablar conmigo, el doctor
me dejo un minuto. Que duro es estar en una habitación
donde la muerte
está presente. El no conocía como de seria era su
situación, pero sentía que quizá esta no
fuera la última oportunidad de no rendirse. La enfermera
le ayudó muchísimo, y eso le reconfortaba. Yo le
decía, no pierdas la esperanza, la fiebre va y viene, el
movimiento también ha sufrido en los dos últimos
años, pero ahora es fuerte y compacto. Esto le consolaba.
¡Vuelve! , sus ojos, sus manos, sus secos labios,
decían, yo salí con el corazón encogido. Yo
temía que fuera la última vez que le
viera.

El Sábado por la mañana, todo era
irremediable, el doctor no permitía visitas largas,
tenía alucinaciones, no reconocía ni a su propia
madre.

Eran las 6:30 de la madrugada del Domingo, él
murió después de una dura lucha. Estuve sobre su
cama dos horas más tarde, no podía imaginarme que
aquel era Horst Wessel, su cara estaba amarillenta, las heridas
todavía cubiertas con los vendajes, la barba sin afeitar,
sus ojos medio cerrados y vidriosos miraban fijamente a la
eternidad. Sus pequeñas manos yacía en medio de
flores, tulipanes rojos y violetas.

Horst Wessel había muerto. Sus restos mortales
mostraban lucha y conflicto.
Casi podía sentir, a su espíritu elevarse, vivir
con nosotros. Él lo creía, él lo sabia.
Él marchaba en espíritu en nuestros
corazones.

Un día en Alemania, trabajadores y estudiantes
marcharan juntos cantando su canción. Él
estará con nosotros. Él lo escribió en un
momento de éxtasis, de inspiración, la
canción emanó de él, nació como
testimonio de su vida. Nuestros camisas pardas lo están
cantando en toda nuestra nación. En 10 años, los
niños
la cantaran en las escuelas, los trabajadores en las
fábricas, los soldados en las marchas. Su canción
le hará inmortal, ésta refleja como murió y
como vivió. Un viaje entre dos mundos, entre el ayer y el
mañana, entre lo que fue y lo que será. ¡Un
soldado de la revolución
alemana!. Él estuvo siempre en pie con la mano en su
cinturón, erguido y orgulloso, con la sonrisa de juventud
en sus rojizos labios, siempre listo para arriesgar su vida,
así es como nosotros le recordaremos.

Las perpetuas e interminables secciones marcharan con su
espíritu. Un pueblo humillado se levantará y
comenzará a moverse. La Alemania que se levanta demanda estos
derechos
¡Libertad y prosperidad!. El marcha detrás de
nosotros en espíritu, muchos no le conocerán, otros
irán donde el está , otros muchos vendrán.
Él cabalgará en silencio con nosotros. Las banderas
ondearan, las trompetas sonaran y en millones de gargantas
resonara la canción de la revolución
nacionalsocialista. (Joseph Goebbels, Febrero 1930).

Aquí vemos claramente como un simple acto de la
cotidianeidad alemana, puede ser modificado a fin de enardecer a
las masas, para que realicen acciones a nuestro
antojo.

En 1933, Hitler conseguía la ascensión al
poder por vías totalmente legales; para ello se
sirvió de las frustraciones de los alemanes para
presentarse como el único capaz de reparar esas
insatisfacciones. Pero pronto convertiría a la
República en un régimen totalitario. Desde el punto
de vista político, asumió todo el poder,
acabó con la oposición (tanto la exterior como la
del propio partido) y convirtió Alemania en un estado
unitario y centralizado. En cuanto a la política
social, se basó en el racismo o
jerarquía de razas; los judíos fueron especialmente
perseguidos.

Para alcanzar este poder (y posteriormente mantenerlo),
Hitler utilizó la información, a la que
transformó en propaganda. Es así cómo la
propaganda va a desempeñar un papel
fundamental en el desarrollo y consolidación del nazismo
(prueba de ello es que sólo unas semanas después de
la ascensión de Hitler al gobierno se
creaba el Ministerio de Propaganda, dirigido por Goebbels, tal
como hemos venido mencionando en el desarrollo de este
trabajo).

Para nadie es secreto el gran aporte del nazismo al
campo comunicativo es que puso las bases de la propaganda
moderna. Sus resultados hacen que se hable de la sociedad alemana
de los años 30 y 40 como de una sociedad hipnotizada. Su
finalidad era conseguir la identificación del partido con
el estado, y, para ello, todos los medios de comunicación
debían estar bajo el control estatal. También la
prensa pasó a formar parte de ese orden
propagandístico (aunque los periódicos siempre
ocuparon un segundo plano con respecto a la palabra hablada).
Welch habla de tres medidas para conseguir ese control y
uniformidad de la prensa:

La primera se refiere al control de los profesionales y
de los propietarios; así muchos periodistas y editores, y
con ellos sus periódicos, fueron apartados de la
profesión (aunque periódicos liberales de gran
reputación, como el Frankfurter Zeitung, se mantuvieron
para dar apariencia de pluralidad).

La segunda medida se refiere al contenido de la prensa,
que se controló con directivas y las llamadas reglas de
lenguaje. Las
reglas de lenguaje eran directrices contenidas en breves
instrucciones diarias del Ministerio de Propaganda y transmitidas
a todas las redacciones de periódicos del país. Tan
pronto como cada director había asimilado dichas
instrucciones, estaba obligado a destruir todo rastro de ellas y
a firmar una declaración jurada en tal sentido.

Finalmente, la tercera medida consistió en que la
casa editora del partido se fue haciendo progresivamente con la
propiedad de la inmensa mayoría de la prensa
alemana.

En este contexto cobran importancia la figura de dos
personajes. Max Amann destaca sobre todo cómo el
realizador de la última de estas medidas señaladas.
Amann se sirvió del nazismo para construir el más
grande imperio periodístico de la época (y de paso,
para hacerse con una gran fortuna), y el nazismo se sirvió
de Amann para controlar y homogeneizar la prensa (y
también para conseguir dinero con el
monopolio
periodístico del estado en manos de Amann). La principal
aportación del segundo de los personajes, Wilhelm Weiss,
consistió en que intentó aunar control y
coerción (desde su puesto de presidente de la
Asociación de Prensa) y calidad informativa (como director
del Völkischer Beobachter).

En el Tercer Reich, Amann se convirtió en uno de
los más poderosos y ricos lugartenientes de Hitler, en un
hombre que sabía hacer buen uso de la inteligencia
de sus ayudantes. Como jefe del Reich para la Prensa del Partido
sólo tenía que responder ante Hitler y Goebbels,
controlaba todos los periódicos del partido y era en 1939,
en vísperas de la guerra, el jefe último de unos
3.000 directores, al menos 600 administradores y cerca de 8.000
empleados.

Max Amann nació en Munich en 1891. Sirvió
al ejército durante 5 años. Fue en él,
concretamente durante la primera guerra
mundial, donde conoció a Hitler (Amann fue su sargento
mayor). Un reencuentro ocasional con él le llevó a
entrar en el Partido Nazi en febrero de 1920. Desde entonces, se
convirtió en un activo miembro del partido: aceptó
el puesto de agente financiero (del partido y también del
propio Hitler), participó en el "putsch" de la
cervecería de Munich en 1923 y fue elegido representante
del NSDAP en el ayuntamiento de Munich.

Pero, sobre todo, el peso de Amann como miembro del
Partido Nazi se notó en el mundo de la prensa. Max Amann
fue el gran magnate de la prensa durante el nazismo.
¿Cómo consiguió alcanzar esa
posición? Primero, con la ayuda y apoyo del que era su
amigo personal, Hitler; segundo, porque desempeñó
numerosos cargos dentro de la
organización nazi de la prensa (su gran poder e
influencia en el campo de la prensa lo va a ejercer desde dos de
estos cargos: la dirección de la Eher Verlag y la
presidencia de la Cámara de la Prensa).

Desde 1922, Amann era el director de la Eher Verlag, la
compañía editora del partido nazi, a la que
convirtió en la gran empresa
periodística de la Alemania del momento.

Tenía (la Eher Verlag) media docena de
corporaciones subsidiarias que controlaban 150
compañías editoras, unos treinta y cinco mil
empleados y unos beneficios netos de alrededor de cien millones
de marcos en sus mejores tiempos […]. Editaba libros,
publicaciones periódicas, revistas ilustradas y alrededor
de veinte millones de diarios por Alemania y Europa. Ha sido
descrita como la "factoría de gas envenenado"
más grande del mundo por múltiples
autores.

Entre las principales propiedades de la Eher Verlag
estaban el diario líder del partido, el Völkischer
Beobachter, y conocidos periódicos como Der Angriff o el
Schwarze Korps, el semanario de las S.S. Además, editaba
libros; el departamento de libros había sido creado por
Amann en 1923, y sus cuantiosas ganancias se debían a la
publicación de lucrativos best-sellers, entre los que
destacan "Mi lucha", de Hitler, y casi todos los libros de
Goebbels.

Con la llegada de Hitler al poder, además de
dirigir la Eher Verlag, Amann pasó también a
presidir la Cámara de la Prensa, órgano del nazismo
para la dominación de la industria editorial. Esta
cámara formaba, junto a otras seis, la Cámara de
Cultura del Reich. El origen de la Cámara de Cultura
estaba en una ley de 1933 que
autorizaba al ministro de Propaganda a organizar en forma de
corporaciones públicas las ramas del arte y de las
profesiones culturales que dependían de su ministerio su
ministerio. Dependiente de la de Cultura, la cámara
específica que se ocupaba del control de los
periódicos era la Cámara de la Prensa.

Las tareas de la Cámara de la Prensa las
señala Bramsted en la siguiente cita:

La Cámara de Prensa era un instrumento
particularmente importante de control político sobre
cualquiera que estuviera envuelto en la producción,
funcionamiento y distribución de periódicos y otras
publicaciones periódicas. El énfasis de este
control era tal vez menos de la Cámara en sí misma
que de las organizaciones profesionales bajo su
tutela.

Estas asociaciones a las que se refiere Bramsted eran
tres: la Asociación de Editores de Periódicos
Alemanes (para editores), la Asociación de Prensa Alemana
(tenía el registro oficial
de editores y periodistas) y la Asociación del Reich para
Editores Alemanes de Publicaciones Periódicas.

En resumen, el control estatal de la prensa estaba, como
se puede ver, organizado en forma piramidal; en la cúspide
se encontraba el ministerio de Goebbels; por debajo de él
tenemos la Cámara de Cultura; por debajo de ésta,
la Cámara de la Prensa, de la que a su vez
dependían las tres organizaciones profesionales que
acabamos de mencionar.

Amann tenía, como hemos visto, el apoyo
incondicional de Hitler y la dirección de los dos grandes
organismo para el control de la prensa del momento. No
extraña, pues, que tuviera poder para realizar un gran
número de importantes actividades dentro del mundo
editorial; esas acciones iban dirigidas hacia dos objetivos:
acabar con el pluralismo editorial en Alemania y construir un
imperio monopolístico de la prensa en manos del partido
nazi. Las acciones más importantes de Amann para alcanzar
esos fines fueron cuatro: aunar propaganda y beneficio
económico, sanear el Völkischer Beobachter y crear el
Illustrierte Beobachter, centralizar la prensa nazi y construir
un imperio monopolístico de la prensa. Veamos en
qué consistieron concretamente cada una de estas
medidas.

Aunar propaganda y beneficio económico: Amann
pretendía unir en su trabajo en la prensa el servicio al
partido nazi (servicio que incluía el control de la
prensa, propaganda, pero también ganar dinero) con el
beneficio económico propio. De hecho, a Amann le
preocupaba menos el contenido de los periódicos
(proporcionado por la línea del partido), que las cuentas bancarias
de éstos.

Sanear el Völkischer Beobachter y crear el
Illustrierte Beobachter: Amann consiguió convertir el
Völkischer Beobachter (un periódico racista que el
partido nazi había adquirido en 1920) en un
auténtico órgano del partido y en un
periódico financieramente independiente. Primero, lo
convirtió en diario (en 1923) y luego lo levantó
económicamente con los beneficios obtenidos con el
departamento de libros de la Eher Verlag. Más tarde, su
condición de periódico del partido (y, finalmente,
del gobierno) le convirtió en un diario de gran tirada:
fue el primer periódico alemán en alcanzar una
circulación de un millón de ejemplares. En el
siguiente cuadro se puede observar la evolución de su
tirada:

CIRCULACIÓN DEL VÖLKISCHER
BEOBACHTER

AÑO

CIRCULACIÓN

1925

1929

1930

1931

1932

1939

1941

4.000

18.400

39.600

128.800

116.200

741.717

1.192.542

En cuanto al semanario Illustrierte
Beobachter, fue creado, por iniciativa de Amann, en 1926 para ser
un nuevo órgano del partido.

– Centralizar y coordinar la prensa nazi: entre 1933 y
1934, el control y la administración de los periódicos
regionales nazis pasaron a la Eher Verlag; Amann fue el encargado
de llevar a cabo este traspaso. Las finalidades de esta centralización las señala
Hale:

– Evitar agudos problemas de
control de la propiedad y de financiación, asegurar la
uniformidad en políticas
y prácticas y guiar de manera efectiva el desarrollo de la
prensa del partido.

A todas estas razones hay que añadir otra, tal
vez la más importante: contribuir a la creación de
un monopolio de la prensa en manos de Amann.

Así, Amann estructuró la prensa regional.
En cada estado existía una editorial de la que
dependían todos los periódicos del partido; las
editoriales de todos estos estados se agrupaban en una
compañía que las financiaba y administraba;
ésta, a su vez, dependía de la Eher Verlag (vuelve
pues a aparecer la estructura piramidal que tanto utilizaron los
nazis).

– Construir un imperio monopolístico de la
prensa: La mayor ambición de Amann era establecer un
monopolio periodístico.

Para conseguirlo, llevó a cabo la antes
mencionada centralización de la prensa nazi regional.
También se deshizo de un importante número de
periódicos no afines; los amplios poderes que Hitler y
Goebbels le habían concedido y sus actividades desde
cargos relacionados con el mundo de la prensa le permitieron
privar a 1.473 editores de sus derechos como tales; de este modo
Amann "redujo el número de periódicos alemanes de
4.703 en 1932 a 977 a finales de 1944" (previamente, ya en 1933,
el partido nazi había eliminado la prensa comunista y
socialista).

Además, Amann construyó su imperio
periodístico comprando un gran número de
periódicos no nazis. Una de sus primeras adquisiciones (en
1934) fue la de la firma Ullstein, la más grande casa
editorial de la Alemania del momento. También acabó
comprando la editorial de Hugenberg, un industrial metido a
propietario multimedia que
había contribuido notablemente con sus medios de
comunicación al ascenso de Hitler al poder. Pero el
imperio de Amann no terminó ahí; adquirió
gran número de periódicos neutrales y
apolíticos (a los que se conocía como
Generalanzeiger), la mayor parte de la prensa del Partido
Católico del Centro y otros periódicos
confesionales y gran número de periódicos
políticos no confesionales. Para cada uno de estos grupos
de periódicos, Amann creaba compañías
editoras que los controlaban; a su vez, estas editoriales
dependían de la Eher Verlag (nuevamente, una estructura
piramidal). Esta organización queda reflejada en el
siguiente cuadro:

 

EHER VERLAG

Standarte

Verlag

72 compañías editoras y firmas
subsidiarias de la prensa regional nazi

Herold Verlag

Para periódicos políticos

Metropress

11 compañías de distribución
en países europeos

Europa Verlag

27 periódicos alemanes en las zonas
ocupadas

Editoriales directamente administradas

Vera Concern

Agrupa las compañías de la prensa
Generalanzeiger, apolítica y neutral.

Phoenix Concern

Agrupa las compañías de la prensa
confesional adquiridas por el partido nazi.

Es así, con todas estas actuaciones, cómo
Amann se convirtió en el gran magnate de la prensa de la
Alemania nazi.

  Como director del órgano oficial del
partido, más tarde el más grande periódico
del Reich, Weiss se convirtió en una figura líder
del periodismo
alemán […]. En 1934, Goebbels nombró a Weiss
cabeza de la Asociación de Prensa Alemana del Reich, la
agencia nazi de control y coerción de la profesión
periodística.

Wilhelm Weiss nació en Baviera en 1892.
Sirvió en la primera guerra mundial y
llegó a alcanzar el grado de capitán. Durante la
contienda fue herido de gravedad y sufrió la
amputación de su pierna izquierda; fue entonces enviado a
la Oficina de Tropas del Ministerio de Guerra bávaro,
donde empezó a escribir comentarios militares para el
departamento de prensa.

Tras la guerra, se fue uniendo a las distintas
organizaciones paramilitares y de veteranos que florecían
en Munich y Baviera, pero progresivamente se fue separando de
ellas y desarrolló sus contactos con el Nacional Socialismo;
llegó a convertirse en un importante militante y obtuvo
además numerosos honores del partido (la Cruz de Servicio,
entre otras).

En lo que se refiere a su labor como periodista, su
trabajo para la prensa diaria comenzó con sus
contribuciones al Bayerische Staatszeitung. En 1922 editó
el Heimatlandbriefe, "en el que denunciaba el marxismo, el
judaísmo y el catolicismo político". Pero su
principal trabajo como periodista la desarrolló en el seno
de la Eher Verlag, la casa editora del Partido Nazi: fue director
de una de sus publicaciones de carácter antisemita
(Brennessel), fue el organizador y editor del Servicio de
Correspondencia del Partido Nazi y trabajó en el equipo
editorial del Völkischer Beobachter. Sus principales cargos
dentro del mundo de la prensa también van a estar
vinculados con la Eher Verlag y el mundo nazi: Weiss fue director
del Völkischer Beobachter y Presidente de la
Asociación de Prensa del Reich. Veamos en qué
consistieron sus actividades dentro de estos dos
cargos.

La figura de Weiss es inseparable de la del
Völkischer Beobachter, periódico que se
convirtió en el auténtico órgano del
partido.

En enero de 1927, Weiss se unió al equipo del
periódico, y ya desde entonces mucha de la rutina diaria
de la edición se colocó en sus manos; pronto fue
ascendido a subdirector y en 1938 se convirtió en
director. Como director, Weiss realizaba las funciones propias de
tal cargo: llevaba los temas del personal, de la política
y del servicio de noticias (tanto extranjeras como nacionales).
Pero, además de esto, Weiss intentó ir
introduciendo de forma progresiva cambios en el contenido y
calidad del diario. Hasta 1933, pocos esfuerzos y poco dinero se
dedicaban al desarrollo de las noticias y de los servicios de
información del diario; medidas políticas del
partido eran la causa de ello, y las escasas aportaciones se
dedicaban a conseguir cada vez más adeptos al partido, en
lugar de mejorar la calidad de la publicación. Cuando el
partido llegó al poder en 1933, el Völkischer
Beobachter concluyó esa misión
original como órgano de combate y arma política.
Weiss intentó entonces convertirlo en un periódico
informativo, en un periódico "de verdad". Para
conseguirlo, ensanchó sus intereses y ofertas,
mejoró el equipo de periodistas y extendió su
cobertura y el servicio de noticias. Sin embargo, este intento de
Weiss de hacer del periódico un órgano informativo
no llegó a triunfar por tres razones. La primera fue la
oposición de Max Amann; Weiss llegó a tener algunos
problemas con él, como cuando el director intentó
tener corresponsales fijos en las distintas capitales europeas,
algo que el dueño le impidió. La segunda
razón del fracaso de Weiss está en que los
dirigentes del partido impidieron que el
periódico abandonara el lenguaje
propagandístico y panfletario tras 1933. Finalmente, como
tercera causa, está la II guerra mundial, una guerra que
trajo consigo nuevas restricciones y dificultades que hicieron
imposible la publicación de un periódico
informativo en Alemania.

Si el trabajo de Weiss en el Völkischer Beobachter
se caracterizó por un cierto carácter reformador
(intentar hacer del periódico un órgano
informativo), su labor en la Asociación de Prensa Alemana
consistió en imbuir a todos sus miembros de un fuerte
nacional socialismo y en "educar a una nueva generación de
jóvenes periodistas en las estrictas líneas del
partido".

¿Qué era esta asociación?. Era un
órgano dependiente de la Cámara de Prensa. Entre
sus funciones, destacan las siguientes:

Su principal función era llevar el registro
oficial de periodistas acreditados. Se hizo obligatorio
inscribirse en la sociedad para ejercer la profesión
porque el trabajo del periodista fue declarado una función
pública y, por lo tanto, digna de unas rígidas
condiciones para su ejercicio. En definitiva, los periodistas se
convirtieron en una especie de funcionarios del estado al ser
sometidos al control de la asociación.

La purga de periodistas judíos y
marxistas.

Tenía autoridad para establecer condiciones de
admisión, mantener estándares de la conducta
profesional, castigar a los miembros que incumplieran las leyes
(para ello se organizó un sistema de tribunales
profesionales) y representar los intereses de los
profesionales.

La asociación tenía apariencia de
autogobierno en el desarrollo de esas funciones. Pero, en
realidad, no era un cuerpo tan independiente como podía
parecer: el ministro de Propaganda nombraba al presidente de la
Asociación y a los miembros de los tribunales
profesionales, tenía derecho a veto sobre las admisiones y
podía también expulsar de la organización a
quien quisiera si era "en interés
público".

En definitiva, la Asociación de Prensa del Reich
no era otra cosa que una agencia de coerción y control de
los periodistas. Y su máxima figura y representante era
Weiss. Así, como presidente de este organismo, su
función era la de controlar y homogeneizar la prensa
alemana en beneficio del nazismo. La mayoría de sus
discursos iban dirigidos en ese sentido. Así, en 1934, en
la conferencia
anual de la asociación de periodistas Amann expresó
su idea de lo que debía ser el periodismo:

"La prensa, en el viejo sentido liberal del
término, ha muerto y nunca volverá a la vida. Debe
permanecer muerta porque el espíritu de aquella
época está también muerto. El periodismo hoy
no es ya un negocio de clase media, y aquellos que en su interior
permanecen ajenos no serán animados por nosotros a vestir
sus novatas almas con las prendas nacional-socialistas. No
podemos utilizar a estas personas en el futuro en la prensa
alemana porque a la primera prueba moral e intelectual
fallarían. La prensa alemana está muerta, larga
vida a la prensa alemana."

Un año más tarde, en una conferencia en
Colonia, definió lo que debía ser el director de
periódico y el periodista en general:

Weiss enfatizó que el verdadero director nacional
socialista no era nunca sólo un periodista, sino siempre
también un propagandista. Con frecuencia debería
ser un periodista, un orador y un soldado, todo en uno. El
objetivo era formar a un nuevo tipo de periodista que "apoyara
firmemente al nuevo Reich y a su führer, no porque tuviera
que hacerlo, sino porque deseaba hacerlo.

Se trata, como se puede ver, de definiciones que denotan
una idea de la prensa como un instrumento en manos del gobierno y
una idea de los periodistas como especie de funcionarios
públicos.

En conclusión, las actuaciones de Weiss en estos
dos ámbitos (la dirección del Völkischer
Beobachter y la presidencia de la Asociación de Prensa
Alemana) le convierten en una de las figuras clave del periodismo
nazi.

Como hemos visto a lo largo de estas páginas, una
de las claves del triunfo y mantenimiento
del nazismo fue la propaganda (sería exagerado citarla
como la causa única, porque, sólo cuando se unieron
las condiciones objetivas, como la crisis económica, y los
medios, es decir, el dinero, se
produjo el gran salto de Hitler). La Alemania nazi supo utilizar
la propaganda atendiendo a una planificación y estrategia definida, y es
eso lo que convierte a este país en el fundador de la
propaganda política moderna.

La finalidad de esta propaganda no era otra que
convencer a los alemanes de la bondad de los actos y decisiones
nacional-socialistas y crear la concordancia entre gobierno y
pueblo. Para ello, los propagandistas utilizaron los medios de
comunicación, en especial los nuevos (radio, cine, etc.),
pero tampoco olvidaron la prensa.

Para el nazismo, la prensa no sólo debía
informar, sino también instruir. Eso la convertía
en un instrumento al servicio del gobierno. Y era eso
también lo que hacía de ella un medio susceptible
de control por el estado. Hemos ido viendo cómo ese
control se fue tomando de manera progresiva, no repentina.
También hemos analizado en qué consistían
esas formas de dominación de los periódicos:
eliminación de gran número de ellos, directivas y
reglas para dirigir su contenido, unos periodistas convertidos en
una especie de funcionarios públicos sujetos a obediencias
y lealtades con el gobierno y la creación de un casi
monopolio en manos del partido.

Así, con este control rígido, se redujo el
número de periódicos, el número de lectores
(como consecuencia de la pérdida de credibilidad de la
prensa) y también se socavó la calidad de la
prensa. En definitiva, la prensa alemana retrocedió tanto
cualitativa como cuantitativamente durante el Tercer
Reich.

Estas pérdidas de la prensa fueron útiles
al nazismo (conseguir homogeneidad y control) y para algunos de
sus líderes, que se enriquecieron notablemente. Este es el
caso de Max Amann, la figura dominante en las empresas editoras
del Partido Nazi y artífice de la última medida que
hemos mencionado antes para el control de la prensa: la
creación de un monopolio periodístico nazi. Aunque
Amann desconocía el negocio del periodismo, lo fue
aprendiendo con la experiencia. Y lo aprendió muy bien:
convirtió al Völkischer Beobachter en un
periódico saneado económicamente y con una gran
tirada, fundó y desarrolló el departamento de
libros de la editorial y, a partir de 1933, era la fuerza
conductora del monopolio del partido en la publicación de
periódicos. Su gran éxito residió en que con
su labor combinó propaganda con ganancia económica.
Fue así cómo Amann se convirtió en el gran
magnate de la prensa alemana durante el Tercer Reich.

Tampoco podemos olvidar a Wilhelm Weiss, una de las
grandes figuras de la prensa nazi. Este personaje se define
fundamentalmente por su ambivalencia: controlador de la
profesión por un lado, deseoso de una prensa de calidad e
informativa por otro lado (dos cosas que parecían
incompatibles). Sin embargo, sus intentos de aunar
coerción y calidad informativa chocaron con el
rígido control de contenidos impuesto por los
líderes nazis. Así se impidió que el
Völkischer Beobachter llegara a convertirse en un
auténtico órgano informativo de nazismo.

Entre los documentos
recuperados por las autoridades norteamericanas en el
Berlín del año l945, hay cerca de 6.800
páginas de un manuscrito sin duda dictado por Goebbels, el
ministro de Propaganda, escrito en forma de diario que abarca, en
diversos lapsos, el período entre el 21 de enero de l942 y
el 9 de diciembre de l943. Parece, en cambio, como si Goebbels
quisiera demostrar una inquebrantable lealtad a
Hitler.

La naturaleza del documento sería un problema muy
apropiado para un examen de la
personalidad de Goebbels o la historia del
nazismo.

Todo cuanto se supone, en resumidas cuentas, es que el
manuscrito refleja, más o menos fielmente, la estrategia y
la táctica propagandísticas de Goebbels, y es una
orientación conveniente con respecto a sus voluminosos
materiales propagandísticos. El siempre exageró la
importancia de su tarea, sin duda para indicar su propio
significado. La verdad de lo que dictó a este respecto es
también irrelevante mientras los efectos de sus esfuerzos
no sean examinados.

Los propagandistas deben tener acceso a la
información referente a los acontecimientos y a la
opinión
pública.

En teoría,
Goebbels sostenía que él y sus asociados
podían planear y ejecutar propaganda tan sólo con
la constante referencia a la información
existente.

Además, Goebbels dependía de sus propias
Oficinas de Propaganda del Reich, de funcionarios alemanes, y de
contactos escritos o personales con civiles o soldados
alemanes.

En consecuencia, Goebbels confiaba a menudo en su propio
juicio intuitivo.

En el caso venezolano vemos las mismas acciones, ya que
se ve como el gobierno dirige sus baterías en contra de
todo aquel medio que difiera de sus opiniones de una u otra
forma; es por ello que el Presidente Hugo Chavez, nos somete a
innumerables cadenas por los medios y los domingos a su programa
radial "Aló Presidente", que a ciencia cierta, nadie sabe
aun cual es su duración definitiva.

La propaganda debe ser planeada y ejecutada por una
sola autoridad.

Este principio seguía la línea de la
teoría nazi de la centralización autoritaria, y
también del ansia de poder que sentía Goebbels.
Pensaba que una sola autoridad – él – debía
realizar tres funciones:

A.- Emitir todas las directrices de la
propaganda. Todo fragmento de la propaganda debía expresar
un contenido político. Indicaban cuándo las
campañas de propaganda específicas debían
comenzar, cuándo debían ser intensificadas o
atenuadas, y cuándo debían terminar. La
máquina propagandística nazi estaba sometida a una
constante reorganización.

Vemos patético este hecho en nuestro país
en la constante centralización de los procesos
propagandísticos en dos entes, uno el Comité
Táctico Nacional del MVR (Movimiento Quinta Republica) y
otro en el mismo Presidente Hugo Chavez.

B.- Explicar las directrices de la propaganda a
los funcionarios importantes y mantener su moral. Si no se
facilitaba una explicación acerca de la política
propagandística a aquellos funcionarios que, formal o
informalmente, cumplían las directrices, no cabía
esperar que actuaran con eficacia y de buena gana. A
través de la maquinaria de su organización y a
través de contactos personales, Goebbels trataba de
revelar la razón de su propaganda a estos subordinados y
también de levantar su moral al hacerles ostensiblemente
objeto de su confianza.

C.- Supervisar las actividades de otras agencias
que tengan consecuencias propagandísticas. Él
procuraba facilitar el necesario estímulo
propagandístico.

He allí el porque de las constantes agresiones a
los medios de comunicación social, el control al que se
planea someter a los mismos es intenso, ya que sin dicho control
el esfuerzo propagandístico será
mermado.

Las consecuencias propagandísticas de una
acción deben ser consideradas al planificar esta
acción.

Era más importante que un propagandista ayudase a
planificar un acontecimiento que a razonar uno que ya hubiera
tenido lugar.

En el Caso Venezuela,
esta directriz no es llevada en su totalidad, ya que en el
ámbito local, se limita a ver que sucede para luego
planear las estrategias a
seguir posteriormente.

La propaganda debe afectar a la política y a
la acción del enemigo.

La propaganda era considerada como un arma de guerra,
aunque Goebbels nunca empleó el término "guerra
psicológica" ni el de "guerra política". Aparte de
socavar la moral del
enemigo, creía que la propaganda podía afectar a
las políticas y acciones de los jefes enemigos de cuatro
maneras:

A.- Suprimiendo el material
propagandístico capaz de facilitar al enemigo
informaciones útiles. 

B.- Difundiendo abiertamente propaganda cuyo
contenido o tono conduzca al enemigo a sacar las conclusiones
deseadas.

C.- Incitando al enemigo a revelar informaciones
propias de carácter vital.

D.- Absteniéndose de toda referencia a una
actividad que perjudique al enemigo cuando ella pudiera
desacreditar tal actividad.

Dichos puntos son fáciles de resumir en simples
acciones llevadas a cabo en los sucesos acaecidos en el mes de
Abril del 2.002, donde se tomaron acciones tales como:

1.- Sacar del aire a los
canales de televisión
a través de subsecuentes cadenas, para que de esta forma
no pudiesen transmitir lo que estaba sucediendo.

2.- La pagina web desde la cual
se informa todas las acciones de los círculos chavistas
(www.antiescualidos.com)
estuvo fuera del aire, mientras duró el gobierno de
transición, en la tarde del 13 de Abril del 2.002, ya se
estaba arengando por la misma, al pueblo a salir a defender a la
revolución

Debe haber una información no clasificada y
operacional a punto para completar una campaña
propagandística.

Un objetivo propagandístico, requería un
material operacional que no fuese conflictivo con las normas de
seguridad. El
material no podía ser totalmente manufacturado y
había de tener una cierta base de hecho.

  Sin embargo, parece ser que la falta de material
nunca ha impedido una campaña durante largo
tiempo.

Para ser percibida, la propaganda debe suscitar el
interés de la audiencia y debe ser transmitida a
través de un medio de comunicación que llame
poderosamente la atención.

Grandes energías se dedicaron al establecimiento
y mantenimiento de los medios de comunicaciones. Cines y periódicos fueron
controlados. El programa de numerosas emisoras alemanas de radio
fue reajustado.

La mejor forma de propaganda en los periódicos no
era "propaganda", sino noticias matizadas que parecían ser
neutrales.

Volemos a encontrar razones que sustenten el
indiscriminado uso de cadenas, aunado al programa radial
"Aló Presidente" y a los distintos sites en internet, ya que es la forma
mas directa de utilizar los medios en estos momentos de
altísima tecnología.

Solo la credibilidad debe determinar si los
materiales de la propaganda han de ser ciertos o
falsos.

Para Goebbels lo importante era lo expeditivo y no lo
moral. Pensaba que la verdad debía ser utilizada con la
mayor frecuencia posible, de lo contrario el enemigo, o los
propios hechos, podía demostrar la falsedad, en cuyo caso
la propia credibilidad sufría detrimento. Las mentiras
eran útiles cuando no podían ser desmentidas.
Goebbels recurría con frecuencia al artilugio de utilizar
comunicados o boletines extraordinarios para anunciar
acontecimientos importantes.

En el presente régimen se ven acciones parecidas,
cuando el gobierno busca encadenar los medios a fin de que las
noticias y "verdades" sean tal cual las anuncia el mismo. Este
hecho se vio claramente evidenciado, en los sucesos del mes de
Abril de 2.002; donde altos personeros del gobierno salieron por
los medios desmintiendo y repudiando las acciones que el mismo
había tomado en contra de la marcha pacifica que se
dirigía a Miraflores y que terminó en una
masacre.

 El propósito, el contenido y la
efectividad de la propaganda enemiga, la fuerza y los efectos de
una refutación, y la naturaleza de las actuales
campañas propagandísticas determinan si la
campaña enemiga debe ser ignorada o
refutada.

Goebbels parecía mortalmente atemorizado por la
propaganda enemiga. Aunque él controlaba todos los
mass-media de Alemania, como ya hemos mencionado en
párrafos anteriores. 

El primer impulso de Goebbels era el de replicar a la
propaganda enemiga. En primer lugar, analizaba la propaganda
enemiga. Si le parecía que la meta de esta
propaganda era la de suscitar una respuesta, guardaba
silencio.

  En cambio, se daba la replica si se creía
que el enemigo estaba transmitiendo rotundas falsedades. Puesto
que casi toda afirmación del enemigo era considerada como
falsa, Goebbels creía que sólo las más
escandalosas debían ser expuestas.

La propaganda enemiga era tildada a menudo de
inefectiva. No obstante, la propaganda enemiga efectiva
requería una acción inmediata. Al enemigo, rara vez
se le permitía adquirir prestigio. Si el enemigo daba la
impresión de estar consiguiendo un especial triunfo
propagandístico en su "guerra de nervios" la única
réplica que se consideraba como realmente adecuada era un
discurso del propio Hitler.

En segundo lugar, Goebbels examinaba un arsenal de
propaganda antes de iniciar la réplica. Mantenía
silencio si juzgaba que su respuesta pudiera parecer demasiado
débil.

En tercer lugar, Goebbels creía necesario revisar
la propia propaganda antes de refutar o ignorar la propaganda
enemiga.

En los actuales momentos vemos como el gobierno cada vez
que se organiza una marcha por parte de la oposición,
automáticamente se organiza una contramarcha para tratar
de opacar los resultados adversos que pueda tener dicha
acción contra el régimen.

Credibilidad, inteligencia y los posibles efectos de
la
comunicación determinan si los materiales
propagandísticos deben ser censurados.

Goebbels no tenía el menor escrúpulo
respecto al uso de la censura. Su decisión se apoyaba en
tres consideraciones pragmáticas.

A.- A menudo la censura podía deteriorar
la credibilidad y consideraba que: "en tiempos de
excitación y de tensión, el hambre de noticias debe
ser satisfecho como sea".

B.- La censura era invocada cuando la
información concerniente a la culminación de un
hecho era insuficiente.

C.- Finalmente, Goebbels evaluaba los posibles
efectos de comunicar la información. La censura era
aplicada cuando se creía que el conocimiento del hecho
podía producir una reacción indeseable en sí
misma.

Aquí volvemos a evaluar puntos anteriormente
mencionados, como es el restar importancia a los sucesos adversos
al régimen, así como buscar que las informaciones
que se difundan, nunca sean contrarias a los intereses del
gobierno.

El material de la propaganda enemiga puede ser
utilizado en operaciones
cuando ayude a disminuir el prestigio de ese enemigo, o preste
apoyo al propio objetivo del propagandista.

Aunque su actitud básica respecto a la propaganda
enemiga fuese el desprecio, Goebbels tamizaba la radio y la
prensa enemigas, así como las declaraciones oficiales, en
busca de materiales con los que operar. En este aspecto no estaba
motivado por el deseo, más bien defensivo, de replicar al
enemigo, sino por consideraciones ofensivas, puesto que ciertas
palabras del enemigo podían ayudarle a alcanzar sus
objetivos propagandísticos.

Una clara transpolación de dicho punto a nuestros
días, seria las acciones que se tomaron en cuanto a el
gobierno de transición que se planeaba implementar,
calificándolo de "golpe de estado"
y un in fin de calificativos mas, cuando es de amplio
conocimiento que el gobierno implementado fue debido a una
ausencia absoluta del gobierno constituido en la persona del
Presidente Hugo Chavez.

La propaganda negra debe ser empleada con preferencia
a la blanca cuando esta última sea menos creíble o
produzca efectos indeseables.

Por propaganda "negra" se entiende aquel material cuya
fuente queda oculta para la audiencia. Goebbels empleó
medidas negras para combatir rumores indeseables dentro del
Reich. Tal como vemos en su discurso publicado en el Periodico
Der Angriff citado en las paginas 16 a 18 del presente estudio. A
veces, sin embargo, los rumores eran oficialmente atacados
cuando, en opinión de Goebbels, todos los hechos estaban
completa e inequívocamente de su parte.

He allí el porque de los distintos volantes,
correos, graffiti y demás informaciones que son
diariamente repartidos en todos los sectores del país, a
fin de crear un odio de clases mas acrecentado y promover un
enfrentamiento armado y a todo costo, en
función de defender la "revolución
bolivariana"

La propaganda puede ser facilitada por líderes
prestigiosos.

Goebbels siempre contaba con trascendentales resultados
a partir de unas declaraciones de Hitler, especialmente durante
una crisis.

Los jefes sólo eran útiles cuando
tenían prestigio.

La propaganda debe estar cuidadosamente
sincronizada.

Goebbels siempre se enfrentaba al problema
táctico de sincronizar su propaganda con la mayor
eficacia. Pensaba que la agilidad y la flexibilidad eran
necesarias, y que los propagandistas debían poseer en todo
momento la facultad de "calcular de antemano los efectos
psicológicos". Según parece actuaban tres
principios:

A.- La comunicación debe llegar a la
audiencia antes que la propaganda competidora.

B.- Una campaña propagandística
debe comenzar en el momento óptimo.

C.- Un tema propagandístico debe ser
repetido, pero no más allá del punto en que
disminuya su efectividad.

La propaganda debe etiquetar los acontecimientos y
las personas con frases o consignas distintas

Goebbels subrayaba intensamente frases y consignas para
caracterizar hechos, las cuales debían poseer las características siguientes:

 A.- Deben suscitar las respuestas deseadas
que la audiencia posee previamente. 

B.- Deben poder ser aprendidas con facilidad. "Ha
de utilizar el blanco y el negro, de lo contrario no resulta
convincente para la gente".

C.- Deben ser utilizadas una y otra vez, pero
sólo en las situaciones apropiadas. Goebbels deseaba
explotar lo aprendido en cosas ya ocurridas; las reacciones
aprendidas por la gente frente a los símbolos verbales
quería transferirlas, fácil y eficientemente, a
nuevos acontecimientos.

Las distintas gesticulaciones de los afectos al
gobierno, al tratar de "escuálidos, oligarcas,
terratenientes, etc" a todo aquel que esté de una forma u
otra en desacuerdo con las opiniones del gobierno, evidencia el
punto anteriormente mencionado.

La propaganda dirigida a la retaguardia debe evitar
el suscitar falsas esperanzas que puedan quedar frustradas por
los acontecimientos futuros.

Para Goebbels, estaba bien claro que el anuncio de un
éxito alemán a lo largo de líneas militares
o políticas podía tener ciertos efectos
beneficiosos inmediatos desde su punto de vista. La confianza de
los alemanes y la ansiedad del enemigo podían ser
incrementadas. Tales tácticas, sin embargo, eran demasiado
arriesgadas, ya que si el éxito se convertía en
fracaso, los alemanes se sentirían abrumados y el enemigo
se fortalecería.

La propaganda en la retaguardia debe crea un nivel
óptimo de ansiedad.

Para Goebbels, la ansiedad era una espada de doble filo,
ya que un exceso de ansiedad podía producir pánico
y desmoralización, y una escasez en este aspecto
podía conducir a la complacencia y a la
inactividad.

– La propaganda debe reforzar la ansiedad con respecto a
las consecuencias de la derrota. Los objetivos bélicos del
enemigo eran el principal material empleado para mantener la
ansiedad alemana en el punto álgido. "El pueblo
alemán debe estar convencido -tal como por otra parte bien
pregonan los hechos- de que esta guerra amenazaba sus vidas y sus
posibilidades nacionales de desarrollo, y debe combatir con todas
sus fuerzas" (Manuscritos Inéditos de Goebbels,
disponibles en varios sites en Internet).

– La propaganda debe disminuir la ansiedad (excepto la
referente a las consecuencias de la derrota) que sea excesiva y
que no pueda ser reducida por la propia gente. Como es
lógico, los bombardeos aéreos elevaban en exceso la
ansiedad de los alemanes, pero constituían una
situación sobre la cual Goebbels no podía ejercer
un control propagandístico. En otras situaciones que
implicaban también una dosis de ansiedad desmoralizante,
en cambio, podía mostrarse más
activo. 

La propaganda dirigida a la retaguardia debe disminuir
el impacto de la frustración

Era importante evitar que los alemanes se sintieran
frustrados y para ello, por ejemplo, cabía inmunizarlos
contra falsas esperanzas. Si alguna decepción no
podía ser evitada, Goebbels procuraba disminuir su impacto
siguiendo dos principios:

A.- Las frustraciones inevitables deben ser previstas.
Consiste en que una frustración podía resultar
menos decepcionante si se eliminaba el elemento de sorpresa o
choque.

Partes: 1, 2, 3
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