Indice
1.
Introducción
2. ¿Qué es la
violencia?
3. Agresión, agresividad,
violencia y delito.
4. La violencia en el mundo
actual.
5. Transición
moral
6. Transición en lo
social
8. Los jóvenes delincuentes y el
medio.
9. La influencia de los
medios
10. La adolescencia como etapa de
duelos
11. Jóvenes y
escuela.
12. ¿Qué es una
pandilla?
13. Estrategias de
sobrevivencia.
14. La delincuencia
juvenil
15. Personalidades
delictivas
16. Explotación de los
delincuentes y de la delincuencia
17.
Conclusión
18.
Bibliografía
Relaciones Humanas
Problema: ¿Por qué aumento el numero de delitos
violentos efectuados por jóvenes?
Hipótesis: Los delitos violentos realizados
por jóvenes y especialmente por adolescentes
se debe a la confluencia de los factores psicológicos,
familiares, económicos y socioculturales de esta
época.
Al formular dicha hipótesis tuvimos
en cuenta aspectos que para nosotros son los de mayor influencia
en la conducta
delictiva llevada a cabo por el adolescente.
Elegimos este tema ya que en la actualidad es muy alto el nivel
de delincuencia
en los jóvenes. Pensamos que esto se debe a diversas
razones como de tipo social, económico y cultural y a la
poca contención familiar.
Tampoco nos olvidamos de mencionar a los medios masivos
de comunicación
social, los cuales transmiten directa o indirectamente
mensajes, tales como: el consumismo, la violencia, el poder, el
lucro, la agresión…
Para desarrollar este tema y sacar nuestras propias conclusiones
encuestaremos a adolescentes y entrevistaremos a personas
especializadas en el tema.
Definición de términos
Delincuencia: Conjunto de infracciones de fuerte incidencia
social cometidas contra el orden público. Esta
definición permite distinguir entre delincuencia y
criminología.
Adolescencia:
Etapa de maduración entre la niñez y la
condición de adulto. El término denota el
período desde el inicio de la pubertad hasta la madures y
suele empezar en torno a la edad
de catorce años en los varones y de doce años en
las mujeres, caracterizada por grandes cambios físicos,
psíquicos e intelectuales.
Aunque esta etapa varía entre las distintas culturas, en
general se define como el período de tiempo que los
individuos necesitan para considerarse autónomos e
independientes socialmente.
Factores psicológicos: Entendemos por éstos a los
aspectos que hacen a la
personalidad del adolescente especialmente su manera de
conducirse.
Factores familiares: En este caso nos referimos a la influencia
que ejerce la familia en
la formación de la personalidad
de los adolescentes.
La familia es el
primer grupo humano
que conoce el hombre. Es
el medio donde se establecen las relaciones más
íntimas y duraderas pero también es el
núcleo social donde pueden darse los mayores conflictos y
contradicciones.
La familia sigue siendo el mayor instrumento socializador del
hombre.
La familia puede construir la persona o
destruirla para siempre. Las raíces familiares son
insustituibles.
Factores económicos: Aquí hacemos referencia a los
recursos y medios
económicos, indispensables para satisfacer necesidades
básicas.
Factores socioculturales: Entendemos por éstos a la
influencia que ejerce el contexto o ambiente en el
cual se desarrolla y se
desempeña el adolescente.
2. ¿Qué es la violencia?
La preocupación por la violencia no parece
necesario justificarla, y menos en la era nuclear. Recordemos
además, que sólo la especie humana es capaz de
destruirse y de ejercer su propia fuerza contra
sí misma. La violencia es de difícil
justificación en nuestra época si se mira al
horizonte con las armas nucleares y
su capacidad de destrucción total. Domenach lo ha
expresado así:
"Puesto que ya no se puede contar con la violencia para
detener la violencia, es preciso que cada sociedad, y la
humanidad entera, si quiere salvarse, hagan prevalecer objetivos
ecuménicos sobre los intereses particulares. Es preciso
que una práctica del diálogo y
una moral del
amor, o
simplemente de la comprensión, modifiquen las instituciones
y las costumbres"(1)
Veamos, sin embargo, lo que se entiende por violencia, pues es
éste un concepto sometido
a muy diferentes interpretaciones.
Para Domenach, es una definición poco compleja y de
fácil comprensión, violencia es "el uso de la
fuerza, abierta u oculta, con la finalidad de obtener, de un
individuo o de un grupo, algo que no quiere consentir
libremente". (1)
Yves Michaud define la violencia como "una acción
directa o indirecta, concentrada o distribuida, destinada a hacer
mal a una persona o a destruir ya sea su integridad física o
psíquica, sus posesiones o sus participaciones
simbólicas". (1)
Mckenzie define la violencia como el "ejercicio de la fuerza
física con la finalidad de hacer daño o de causar
perjuicio a las personas o a la propiedad;
acción o conducta caracterizada por tender a causar mal
corporal o por coartar por la fuerza la libertad
personal".(1)
Para Curle, violencia es lo mismo que "no pacificada", y para
Lain Joxe la violencia "tiene que ver con el intento de controlar
a la sociedad mediante la centralización del saber".(1)
Estas diferentes interpretaciones del concepto de
violencia son, suficientes para hacer comprensible algo
elemental: la necesidad de abandonar el concepto limitado de
violencia, en el sentido de asimilarlo simplemente a algunos
tipos de violencia física. La violencia no es solamente un
determinado tipo de acto, sino también una determinada
potencialidad. No se refiere sólo a una forma de "hacer",
sino también de "no hacer".
3. Agresión,
agresividad, violencia y delito.
El término agresión procede del
latín aggredi que posee dos acepciones, la primera
significa "acercarse a alguien en busca de consejo"; y la
segunda, "ir contra alguien con la intención de producirle
un daño". En ambos la palabra agresión hace
referencia a un acto efectivo. Luego se introdujo el
término agresividad que, aunque conserva el mismo
significado se refiere no a un acto efectivo, sino, a una
tendencia o disposición. Así, la agresividad puede
manifestarse como una capacidad relacionada con la creatividad y
la solución pacífica de los conflictos. Vista de
éste modo la agresividad es un potencial que puede ser
puesto al servicio de
distintas funciones humanas
y su fenómeno contrapuesto se hallaría en el rango
de acciones de
aislamiento, retroceso, incomunicación y falta de
contacto.
Frente a esta agresividad que podríamos llamar
benigna, existe una forma perversa o maligna: La violencia. Con
esto queda claro que no se puede equiparar todo acto agresivo con
la violencia. Esta queda limitada a aquellos actos agresivos que
se distinguen por su malignidad y tendencia ofensiva contra la
integridad física, psíquica o moral de un ser
humano. En otras palabras, desde nuestro punto de vista no
constituye violencia la descarga de un cazador contra el animal
que desea cazar con la finalidad de saciar el hambre o mantener
el equilibrio
ecológico. Por otra parte, siempre constituirá
violencia, como su nombre lo indica, el acto de violación
sexual. Esto nos permute introducir otros elementos para
reconocer al acto violento: su falta de justificación, su
ilegitimidad y/o su ilegalidad. Ilegítimo por la ausencia
de aprobación social, ilegal por estar sancionado por las
leyes.
La agresividad puede ser detectada en toda la escala animal, no
así la violencia, casi exclusiva del ser
humano.
Como es sabido, es sumamente raro que un animal
inferior, ataque a otro de especie diferente, si no es con el fin
de alimentarse, o que luche contra otro de su misma especie si no
es con el objeto de defender su territorio, la hembra, la
cría o el alimento. Inclusive, cuando la lucha se presenta
su mayor componente es ritual; rito que va en sentido de
demostrar cuál es más grande o lucha de aquellos
animales
viejos o muy jóvenes, así como, animales de
sexo diferente
y/o ejemplares que se conocen entre sí.
Desde la niñez tenemos la experiencia de haber
observado la lucha por territorio o alimento entre dos lagartos:
cambian de color, aumentan a
su tamaño extendiendo sus espículas cartilaginosas,
etc.. Si ninguno abandona se llega al contacto físico en
forma de mordida, una lucha breve que termina con el abandono del
más débil sin que el otro lo persiga para darle
muerte.
Por otro lado, los elementos de ausencia de aprobación
social e ilegalidad de la violencia vienen, en nuestro caso, de
la óptica
jurídica romano-germánica, el derecho
francés, en el que se plantea una gran
clasificación de la violencia en moral y
física.
De un modo general Garraud sostiene que la "infracción es
un hecho ordenado o prohibido por la ley
anticipadamente, bajo la sanción de una pena propiamente
dicha y que no se justifica por el ejercicio de un derecho".
(2)
Por su parte, Jiménez de Azúa refiere que "el
delito es un acto típicamente antijurídico,
culpable, sometido a veces a condiciones objetivas de penalidad,
imputable a un hombre y sometido a una sanción penal".
(2)
En la vocación práctica la diferencia entre delito
y crimen, es en última instancia de orden gradual,
cuantitativo: el delito es de tipo correccional (hasta 5
años de reclusión) y el crimen, como su nombre lo
indica, es criminal (5,1O,15 y 20 años de reclusión
y de 20-30 si es con agravante). La relación entre
violencia y delito o crimen resulta obvia a partir de sus
definiciones.
En resumen: agresión es un acto efectivo que
implica acercarse a alguien en busca de consejo o con la
intención de producir daño. No así la
agresividad, que no se refiere a un acto efectivo, sino, a una
tendencia o disposición que se halla bajo los designios de
la creatividad y la solución pacífica de
conflictos. Violencia es una forma perversa o maligna de
agresividad que ejerce un individuo contra otro de su misma
especie y que se caracteriza por su carencia de
justificación, tendencia ofensiva, ilegitimidad y/o
ilegalidad.
4. La violencia en el
mundo actual.
Cuando hablamos de violencia, inmediatamente la
identificamos con agresión, desorden y descontrol y cuando
asociamos simplificadamente los jóvenes con la violencia,
vemos a estos como futuros adultos delincuentes. Los cuales son
así, por tener padres que los descuidaron, que son
violentos, y por ende que "la violencia engendra violencia". Todo
en nuestro alrededor se nos presenta como algo particular,
individual y además lejano, sin sentirnos protagonistas
responsables, capaces. Este ha sido el mayor triunfo de este
modelo
perverso: la fragmentación social y cultural que nos
impide ver la totalidad en la particularidad. Tenemos que hacer
un esfuerzo para superar lo aparente y hacer un análisis que vaya un poco más
allá de lo que vemos, darnos cuenta que la violencia es
social, que la misma encierra mucho más que la sumatoria
de todos los hechos violentos, y por ende contiene causas
estructurales mucho más profundas.
Es importante reflexionar acerca de que, la
opción delictiva no aparece de golpe en la vida de un
chico ni se transmite en los genes. Las estadísticas demuestran que antes hubo,
casi sin excepción, una vida tan corta como plagada de
abandonos, maltratos y carencias. Hubo también, en
general, una familia marcada por la pobreza, la
violencia, y la marginalidad. Se
produjo un contacto temprano con el mundo de la calle y una falta
absoluta de espacios sociales de inclusión (llámese
barrio, escuela, club,
parroquia, etc.), no hubo instituciones que pudieran
contenerlo.
Si la violencia se nos torna cotidiana, y convivimos con
ella es indefectible que la misma cale en lo profundo de nuestro
ser, y por ende nuestra actitud frente
al otro, ante la vida, produciendo que muchas veces la
relación con el otro sea a través de la
violencia.
Los términos "criminalidad adolescente, chicos de
las calles y violencia
escolar" tan difundidos por los medios de
comunicación no son índices de violencia social
sino un síntoma de agotamiento de las instituciones que
apoyaban y creaban la adolescencia (familia, escuela, sociedad,
Estado,
trabajo). Hay un desacople entre los discursos de
lo que un joven debe ser (se idolatra la juventud como
el mejor momento, la plenitud, el cuerpo joven, etc.) y lo real,
que no coincide con estos, o simplemente no le dan la posibilidad
de efectivizarlo. Esto es un componente muy importante que forma
parte de la violencia simbólica.
En las actuales condiciones de crisis social
que atraviesa nuestro país, el carácter
crítico de la adolescencia se acentúa. Y, en el
caso de los jóvenes de sectores populares, frente a la
violencia que ejerce la imposibilidad sobre ellos de
desarrollarse como jóvenes "normales", muchas veces la
reacción es violenta. Situaciones como la
fragmentación de una familia debido a la ausencia de
trabajo, de alimento y de cualquier tipo de contención son
formas de violencia social que afecta a los
jóvenes.
Muchas veces esta violencia simbólica que se
ejerce sobre los jóvenes por parte de la misma sociedad,
genera la violencia física de éstos; como lo
ejemplifican los siguientes testimonios:
… "Maté a un chabón cuando traté
de afanarle el auto…el tipo me quiso sacar el arma y lo
maté. No me mirés así… si él me
hubiera matado, la gente estaba de fiesta. Si mi vida no vale, la
de él tampoco. A nosotros también nos matan. Yo
tengo muchos compañeros muertos. Cuando le estoy apuntando
a alguien siempre me da un poco de cagazo. Miedo a disparar y
matarlo y miedo a que el chabón sea más loco que yo
y me mate a mí. No está bien, pero no podes salir a
laburar sin llevar un fierro o una navaja… a veces le toca a
uno y a veces le toca al otro".(3)
Una de las importantes tarea de la adolescencia es el
reemplazo de la moralidad infantil por otra que sirva de
guía de la conducta en la vida adulta. Se espera que el
joven aprenda que la honestidad no
sólo significa abstenerse de tomar cosas que pertenecen a
otros o de mentir, sino que supone la adhesión a la verdad
y a la buena conducta en todas las situaciones.
Al adolescente se le plantea la independencia
como algo que debe conquistar para poder entrar a formar parte
del mundo de los adultos y dejar atrás la etapa infantil.
Un adulto toma sus propias decisiones, elige su vestuario, decide
que quiere comer, cuando ha de dormir y que va a comprar. El
adolescente se preocupa por conseguir que estas conductas
independientes pasen a formar parte de su propio repertorio, con
la esperanza de que le aseguren una posición en el mundo
de los mayores.
Las principales fuentes de
esta poderosa motivación
que le inspira la búsqueda de la independencia dos son:
por una parte, las presiones sociales, y por otra parte, la
identificación con la independencia que observa en los
modelos
adultos. Pero sus demandas chocan fuertemente con la arraigada
conducta de dependencia propia del estado infantil,
convirtiéndose en motivo de permanentes conflictos que
hacen que los jóvenes se sientan inseguros y confundidos
ante tan anhelada libertad. Así pues, aunque la desean
fervientemente, no desean menos conservar la seguridad y la
falta de responsabilidad que va ligada a la
situación dependiente (pero ciertamente confortable en
otros aspectos) del niño.
Significado de moralidad
Moralidad deriva de la palabra latina moralis; Quiere decir
"costumbre, maneras o pautas de conducta que se conforman a las
normas del
grupo".
En toda edad, se juzga al individuo por el grado en que se
aproxima a las normas del grupo; la mayor o menor conformidad
hace que se lo tilde de "moral" o "inmoral". Las expectativas del
grupo están definidas en sus reglas y leyes; ambas de
basan en las costumbres que prevalecen en el grupo.
Si el adolescente se conforma según las reglas y
leyes de la sociedad, el medio lo considera una persona moral.
Incluso cuando esta en desacuerdo con tales prescripciones, a
menudo se adecua a ellas porque se da cuenta que es la actitud
más cuerda.
La persona inmoral es aquella que deja de conformarse con las
costumbres, reglas y leyes del grupo porque no está de
acuerdo con los estándares de este o porque se siente poco
obligado al respecto.
La "socialización" es el proceso de
aprendizaje de
la conformidad a las normas, hábitos y costumbres del
grupo. Es la capacidad de conducirse de acuerdo con las
expectativas sociales.
Muchos factores contribuyen a las dificultades que tiene el
adolescente para reemplazar las actitudes y la
conducta social propias de la infancia por
otras formas más propias del adulto. Los obstáculos
más notables son:
Bases deficientes: La preparación insuficiente y
la identificación con personas mal adaptadas en los
años formativos proporcionan bases deficientes sobre las
cuales no es posible construir en la adolescencia las pautas de
conducta social propias del adulto.
Falta de guía: Padres y docentes creen a menudo que el
adolescente se convertirá automáticamente en un
individuo mejor socializado. Con frecuencia, los jóvenes a
quienes no les gusta ser mandados, rechazan el consejo
adulto.
Falta de modelos aptos para la imitación: Muchas veces los
modelos proyectados por los medio masivos son inadecuados porque
sus pautas de conducta no siempre se conforman a las normas
grupales aprobadas. La imitación de un compañero
que goza de popularidad significa de ordinario el aprendizaje de
pautas de conducta que se adaptan a las normas juveniles, no a
las adultas.
Falta de oportunidades para los contactos sociales: El
adolescente que no disfrute de aceptación social y que no
tenga tiempo o dinero para
participar en las actividades propias de su edad estará
privado de oportunidades para aprender a ser social.
Diferentes expectativas sociales: Dado que los diferentes
grupos
sociales cuentan con normas distintas de la conducta
aprobada, con frecuencia el adolescente piensa que debe cambiar
cuando se enfrente con personas y situaciones diferentes.
Nuevas clases de grupos sociales:
Como las barras y otros agrupamientos sociales reemplazan a la
pandilla infantil, el
adolescente debe aprender a adaptarse a los miembros del sexo
opuesto así como también a compañeros de
distintos antecedentes, valores e
intereses.
En la adolescencia es importante que se superen dos transiciones,
una en lo moral en donde el adolescente asuma la responsabilidad
por el control de su
conducta conformándose las costumbres, normas y reglas de
la sociedad.
Y otra en lo social donde su conducta se conforme según
las normas aprobadas por el grupo, desempeñándose
correctamente con respecto a la función
social prescrita por el grupo, logrando una satisfacción
personal derivada de la conducta social.
Desafortunadamente, algunos adolescentes no logran
asumir esa responsabilidad por el control de su conducta moral,
ni un aprendizaje de su conformidad con las normas,
hábitos y costumbres del grupo,
(socialización).
Esto trae como consecuencia adolescentes agrupados en
pandillas, llevando a cabo actos donde se ejerce la violencia, se
cometen fechorías constantemente y, aún peor,
realizando actos ilícitos llegando, en alguno casos, a
convertirse en adolescentes delincuentes.
7. El alcohol y las
drogas
Los adolescentes pueden estar envueltos en varias formas
con el alcohol y las drogas
legales o ilegales. Es común el experimentar con el
alcohol y las drogas durante
la adolescencia. Desgraciadamente, con frecuencia los
adolescentes no ven la relación entre sus acciones en el
presente y las consecuencias del mañana. Ellos tienen la
tendencia a sentirse indestructibles e inmunes hacia los problemas que
otros experimentan. El uso del alcohol o del tabaco a una
temprana edad aumenta el riesgo del uso de
otras drogas luego. Algunos adolescentes experimentan un poco y
dejan de usarlas, o continúan usándolas
ocasionalmente sin tener problemas significativos. Otros
desarrollarán una dependencia, usarán drogas
más peligrosas y se causarán daños
significativos a ellos mismos y posiblemente a otros.
La adolescencia es el tiempo de probar cosas nuevas. Los
adolescentes usan el alcohol y las otras drogas por varias
razones, incluyendo la curiosidad, sentirse bien, reducir el
estrés,
sentirse personas adultas o para pertenecer a un grupo. Es
difícil poder determinar cuáles de los adolescentes
van a desarrollar problemas serios. Los adolescentes que corren
el riesgo de desarrollar problemas con el alcohol y las drogas
son:
- Con un historial familiar de abuso de
substancias. - Que están deprimidos.
- Que sienten poco amor propio o autoestima.
- Que sienten que no pertenecen y que están
fuera de la corriente. - Que les falto que les impusieran limites, por parte
de sus padres o de otros adultos, desde la
niñez.
Los adolescentes abusan de una variedad de drogas, tanto
legales como ilegales. Las drogas legales disponibles incluyen
las bebidas alcohólicas, las medicinas por receta
médica, los inhalantes (vapores de las pegas, aerosoles y
solventes) y medicinas de venta libre para
la tos, la gripe, el insomnio y para adelgazar. Las drogas
ilegales de mayor uso son la marihuana, los
estimulantes (cocaína), LSD, los derivados del opio, la
heroína y las drogas diseñadas
(éxtasis).
El uso de las drogas ilegales está en aumento,
especialmente entre los jóvenes o adolescentes. La edad
promedio del que usa marihuana por vez primera es 14 años,
y el uso del alcohol puede comenzar antes de los 12 años.
El uso de la marihuana y el alcohol en la escuela superior se ha
convertido en algo común.
El uso de las drogas esta asociado con una variedad de
consecuencias negativas, que incluyen el aumento en el riesgo del
uso serio de drogas más tarde en la vida, el fracaso
escolar, el mal juicio que puede exponer a los adolescentes al
riesgo de accidentes,
violencia, relaciones sexuales no planificadas y arriesgadas y el
suicidio.
8. Los jóvenes
delincuentes y el medio.
Los adolescentes de todo el mundo poseen casi
idénticas necesidades biológicas y celulares.
Abarcan hambre, sed, reposo, sexo, regulación
térmica, la evacuación ( Orina, defecación)
y el evitar peligros físicos.
Pero es quizás de mayor importancia aún,
la comprensión de sus necesidades sociales y de la
personalidad.
-… "Las necesidades de la personalidad humana
especialmente urgentes durante la adolescencia, son las relativas
al status, la independencia de autorrealización y una
adecuada filosofía de vida, es decir, anhela ser
importante, tener preeminencia en su grupo, ser reconocido como
persona valiosa, ansía alcanzar el status de adulto y
dejar atrás las características de la
infancia".(4)
Ya es común ver adolescentes fumando cigarrillos
(de cualquier tipo, tabaco u otro) imitando de modo sofisticado
los gestos del adulto … "Para él es más
importante lograr el status en el grupo de sus iguales, que ante
los ojos de sus padres, es sentirse independiente, aspira
liberarse de restricciones que lo aten". (4)
Todo ello lleva a crear una mayor distancia entre la
autopercepción íntima del propio "Ser y Valer" y el
ideal o pauta modélica del "Que Hacer" al que aspira, de
aquí es donde comienza a discurrir los polos de la
Ambición (ideal deseado) y la Angustia (realidad
actual).
No es raro que el adolescente para evitar caer en la
duda acerca de su propio valor,
necesite someterse a pruebas
experimentales, creándose artificialmente situaciones que
demanden un especial esfuerzo para ser resueltas. Mas si por
estas fallas, resulta imposible obtener la
autosatisfacción , existe el peligro de que se busque
autoafirmación en ellas, existe el peligro de que se
busque autoafirmación personal, apartándose
sensiblemente de los caminos que normalmente la consiguen.
Entonces surgirá una actitud negativista y se
presentará una especial obstinación en persistir en
una conducta a todas luces perjudicial, y entonces
invariablemente observará el medio y será
éste quien le dé una respuesta.
… "Los adolescentes cuyas necesidades se ven
frustradas, o que viven en conflicto
experimentan una tensión y disgusto. Se encuentran en un
estado de desequilibrio.
Habrá que realizar en la medida de lo factible
una adaptación para reducir ese estado de
hipertensión psicológica y volverlo tolerable para
sí mismo…".(5)
Existen además para estos casos, situaciones en
que los adolescentes aplican sus mecanismos de defensa ante el
medio, y la situación en particular para cada caso, solo
actúa. Analizamos someramente con casos concretos cada una
de estas evasiones a la realidad, por medio de "los mecanismos
típicos de adaptación".
- La agresión: Puede ser directa o indirecta,
recordamos para estos casos aquellos docentes que fueron
golpeados por sus alumnos, tal vez por una mala nota o por no
ser de su agrado, algunos hasta fueron hospitalizados
según dicen las crónicas. - La compensación: Todo adolescente tiende a
sentirse importante, si no lo logra por un camino lo
buscará por el otro.. A diario vemos en la actividad
Policial o nos enteramos por los medios periodísticos de
jóvenes armados y a los tiros, que tratan de dar
muestras de fuerza y coraje para ocultar su minusvalía o
debilidad. - La identificación: El adolescente marginado o
sin éxito, puede obtener de algún modo
substitutivo una especie de gloria, vinculándose con
delincuentes mayores en los cuales creen sentirse reflejados:
son su espejo; menores que desean formar bandas con mayores,
terminando generalmente estos menores, como los responsables o
a quiénes hacen responsables de los robos, muertes,
etc.. - La proyección: Es una de las maneras en que
los menores tratan de evitar la responsabilidad, con el dicho
"fue el otro", y lo que es peor aún la
justificación de sus padres o parientes, al decir "es un
buen chico, lo malo es la junta". - El negativismo: Es que, todo lo que sea normal,
social o de conducta aceptada, para él es
No. - Indudablemente buscará llamar la atención, aunque no lo vean. Es hacer
algo que sabe que es No, desde romper un foco, a agruparse,
formar la patota y agredir, aunque no se sabe del porque lo
hicieron, transformándose para el grupo un positivismo
como la frase actual que emplean "todo esta bien
loco".
Hasta aquí hemos analizado algunas situaciones
que motivan a menores a entrar en la delincuencia, también
podemos observar que en su tarea diaria, la Policía, se
encuentra frente a hechos que dado a su repetitividad
prácticamente ya no les llama la
atención.
Pero ocurren hechos a nivel internacional que titulan
por ejemplo "La masacre que conmovió al mundo": Recordemos
cuando se conoció la noticia de que dos niños
norteamericanos decidieron descargar una andanada de balas sobre
sus compañeros de colegio cuando activaron una alarma de
incendio, y aprovechando la carrera de sus compañeros, se
transformaron en francotiradores, asesinando e hiriendo a varios
de ellos.
Miramos hacia otro lado, porque esto ocurre en Estados Unidos,
pero tenemos que sincerarnos. ¿Estamos seguros que en
nuestro País, esto no va a ocurrir? Ante esto otro diario
decía "Criminales precoces de 11 y 13 años,
insólita manifestación de violencia,
etc".
A medida que transcurren los años, vemos que los
hechos delictivos aumentan, descendiendo las edades de los
autores, lo que antes reflejaban un promedio de 16 años,
en la actualidad lo tenemos con 14 y hasta 11
años.
9. La influencia de los
medios
Los chicos están absorbiendo de cuatro a seis
horas de televisión
por día y en determinados programas
infantiles, puede haber cada ocho segundos un acto de
violencia.
"Esto impacta en el cerebro de los
chicos como si fuera la memoria de
una computadora y
después ellos lo traen y lo actúan"; según
la opinión del Dr. Candido Roldan, Director del Programa de
Prevención de Violencia Estudiantil y fracaso escolar de
Buenos
Aires.(6)
En el mundo, una hora de televisión contiene como
promedio de cinco a diez escenas violentas, presentadas en su
mayoría como agradables o buenas.
"Personajes de acción, como lo conocen los Chicos
(Terminator), es conocido por el 88% de éstos en el Mundo
y el 22 % lo toma como modelo.
Para el 44 % de los chicos no existen grandes
diferencias entre la percepción
de su realidad y lo que ve en la pantalla. El 91 % de los chicos
encuestados tiene acceso a la
televisión y pasan tres horas diarias frente a la
pantalla".(7)
Otro hecho que también es preocupaste y lo
promueve el medio, son las salas de juegos o de
videos, donde en más del 70 % de esos juegos intervienen
hechos violentos.
Existen juegos que directamente afectan derechos personales del ser
humano como ser: el derecho a la vida, considerado como valor
supremo, por nuestra Constitución Nacional, Constituciones
Provinciales y el mismo Código
Penal.
Como ejemplo, tomemos en cuenta un juego llamado
"Carmageddon" que consiste en conducir un vehículo y
atropellar peatones, el puntaje es distinto: Los ancianos tienen
puntaje menor mientras que las mayores puntuaciones se obtienen
atropellando niños, mujeres embarazadas o los que llevan
bebes en cochecitos. Para lograr esta cacería humana
pueden cometer cualquier infracción de tránsito, lo
importante es "Matar".
Incentivan a la conducción peligrosa, e incitan
al jugador o deportista a cometer delito de lesiones, homicidios
simples y múltiples. Como contrapartida a esto, tenemos la
existencia de una asociación denominada "Protejamos la
vida", constituida por familiares de víctimas de
accidentes de tránsito, que presentó denuncia penal
en la ciudad de Rosario, considerando que las acciones que
fomentan estos juegos constituyen hechos penados por nuestra Ley,
encuadrándose en la figura de Instigación a cometer
delitos, (Art.209 Incitación a la violencia, y
Apología del Crimen, Art.213 C.P), estos hechos
están agravados por estar dirigidos hacia
menores.
Puede entenderse claramente la deformación que
llega a producir en el subconsciente, el hecho de asimilar
jugando que se es ganador cuando, con un auto a
disposición, se debe salir a matar seres humanos para ser
premiados. No olvidemos que los niños aprenden
jugando
Regresando al adolescente, vemos con asiduidad que los
inadaptados o los delincuentes no andan solos, y surge una
pregunta: ¿Cómo se encuentran…? , de acuerdo a la
obra "Grupo de niños y adolescentes" publicada en España en
el año 1967 por el Dr. ReneFan, decía… "El
niño inadaptado al término de la edad escolar se va
en busca de las bandas o grupos… El delincuente juvenil
raramente permanece aislado, siente la imperiosa necesidad de
aceptación que anida en el alma, porque sigue joven o
niño… está cargado de oposición y
agresividad…"
El medio condiciona la vida y puede llegar a crear
hábitos. Tras una adolescencia difícil se agazapa
una familia y una sociedad difícil. El vertiginoso camino
que la vida hace recorrer conduce a que los hijos se encuentran
desprotegidos, olvidados y hasta relegados a un segundo plano,
estando en un primer lugar, la angustia económica: Padre y
madre trabajando, el hogar es un lugar de reunión,
sólo charlas informales y reposo. De esta manera el
adolescente busca refugio en el grupo de pares, gana la calle, se
reúne con personas de cualquier tipo, en cualquier lugar;
los padres pierden autoridad, los
hijos no tienen marco de referencia, están frente al
espejo de la desprotección.
Además si tenemos en cuenta que el pensamiento
del hombre moderno se observa como alérgico a la religión, no tiene
aptitud para pensar, parece que la religión le estorba, o
no tenemos necesidad de ella. Esta gente, estos adultos, estos
mayores, forman parte de una familia, en la cual están
educando a sus hijos y desean resaltar en ellos valores que los
mismos padres no poseen.
10. La adolescencia como
etapa de duelos
El adolescente transita por un estado de vulnerabilidad
identitaria: se encuentra despojado de aquellos objetos que le
daban la posibilidad de construir lazos y, durante un tiempo,
debe reorganizar nuevos objetos (un nuevo cuerpo, una sexualidad
definida, nueva identidad,
nuevos padres). No tiene una identidad cerrada, sino que
sucesivamente va a ir construyendo modelos
identificatorios.
Estos cambios corporales sitúan al adolescente en
un proceso de renovación de la trama edípica. Se
produce el ingreso a la fase genital, donde la libido, que hasta
entonces estaba desparramada en distintas zonas eróticas,
se concentra en la genital. Esta resignificación de lo
edípico se ve interpelada por el deseo pulsional que
demanda
satisfacción, la cual ahora sólo puede ser ofrecida
desde lo colectivo. Es decir, la búsqueda de un objeto
sexual y de grupos de pertenencia por fuera de la familia
(exogamia)
Esta puesta en cuestión del adulto aparece
encarnada en argumentos tales como la vestimenta, los horarios,
las salidas, etc.
En la lucha por moldear su personalidad definitiva, el
adolescente se expone a la angustia que le causa obtener su
independencia y definir sus aspiraciones a desarrollarse como
persona adulta, provocada por tener que desenvolverse en un medio
que no conoce ni domina, y el que muchas veces considera como
amenazador.
Así aparecen dos fuerzas internas y opuestas que
operan sobre la conducta del joven: la pérdida de los
privilegios de la infancia lo retiene en su avance y la aventura,
el desafío de la vida adulta, lo impulsan. En su interior
entiende que para acceder al mundo de los adultos (con sus
ventajas y libertades) debe arriesgarse a perder la seguridad y
los privilegios que goza por ser un niño.
A su vez, el medio social de los adultos, condiciona
este proceso de formación de la personalidad, imponiendo
reglas o normas sobre el tipo de conducta esperada (modelo de
éxito)
David SlavsKy hace referencia a dos duelos por los que
atraviesa el adolescente: "El duelo por la ilusión de la
bisexualidad (se impone la elección de un objeto sexual);
y el duelo de la ilusión de la
inmortalidad".(8)
El adolescente debe "matar" al niño, es decir,
debe abandonar algo que jamás volverá a ser. La
adolescencia es un período de esclarecimiento, en el cual
el sujeto empieza a pensar su propia muerte. Es la edad en donde
se tiene una cierta tendencia a la angustia, una cierta
oscilación entre sentirse "súper bien" y querer
matarse, una especie de familiaridad con la idea de la muerte, la
sensación de que todo es en vano confirmada por la
imagen de
muchos adultos que no tienen un lugar social.
La idea de la muerte, aunque sea simbólica, es
siempre el lugar común de todos los miedos y angustias. El
adolescente de sectores populares inserto en un ambiente poco
propicio para la elaboración de duelos, como no puede
representar su propia muerte, mediante un proceso inconsciente la
enfrenta para no descubrir como es.
Negando el miedo, disminuyen las señales de
peligro y aumentan los riesgos. Es
situación frecuente en muchos adolescentes que, para
demostrar su "incipiente madurez", desconocen los peligros.
Así lo muestran los accidentes en motos, los embarazos no
deseados y el contagio de enfermedades de
transmisión sexual, por mantener relaciones sin el
debido cuidado y responsabilidad, entre otros.
Esto conlleva a un comportamiento
agresivo y rebelde por parte del adolescente para lo externamente
establecido como "lo normal".
Estos jóvenes se ven expulsados de la infancia no
encontrando un lugar legitimado en el mundo de los adultos. Se
dejan los beneficios de la infancia (escolaridad, planes de
asistencia) pero no se accede a la posibilidad del trabajo y la
exogamia como representación de la autonomía
adulta.
Esto dificulta establecer representaciones acerca del
futuro quedando obturadas la posibilidad de construir proyectos de vida
donde lo que predomina es la inmediatez, vivir el hoy, y lo que
se hace en el momento.
En síntesis
la adolescencia de los jóvenes pobres no se halla
acompañada por un entorno adecuado en la forma de
dispositivos sociales, educativos y recreativos que permitan
desarrollar el proceso de búsqueda y configuración
de la identidad, la elaboración de duelos propia de este
período y proyectos de vida tal como sería propio
en esta etapa. Otro aspecto a remarcar, supone comprender al
sector juvenil en general como fundamentalmente crítico ya
que la juventud es la etapa de la vida en la que tiene lugar la
formación de la personalidad social. De acuerdo a las
condiciones que se den para ello, habrá de determinarse
como será el futuro desempeño del joven en el conjunto de roles
esperables en la vida adulta
En relación a esto podemos decir que, quienes
logran captarlos e identificarlos, son los productores del
marketing
(mayoritariamente personajes, de programas televisivos,
propagandas), que aciertan con las políticas
de consumo a las
que los adolescentes son capaces de subordinarse. El consumo de
la moda, de la
vestimenta, de la música, de los grupos
de rock, de cumbia,
que logran "enganchar" a los adolescentes, lo que es igual a
decir que se identifican con ellos.
"La escuela sigue siendo la institución que
legitima la inserción social, pero en muchos casos deja de
cumplir esa función, se "retira" y en su lugar queda un
vacío. Aún incluidos en ella, los jóvenes al
vivenciar una desarticulación tan marcada entre discurso y
sistema escolar y
su propia experiencia cotidiana, dejan de percibirlo como un
factor fundamental, para su desarrollo".(9)
Cobra mayor importancia la educación
informal, la que surge cotidianamente en las situaciones
vivenciales, por medio de mensajes de la familia, amigos, de la
barra de la esquina, los compañeros de trabajo, la calle,
el barrio.
El tránsito por la escuela primaria (EGB
actualmente) se expresa en una formación de base precaria
que generalmente ha dificultado el ingreso en la educación media
(3° ciclo de EGB y Polimodal en la actualidad). De la
experiencia de dicho transito y haciendo una lectura
crítica, consideramos que se instala al joven de sectores
populares muchas veces en una vivencia de autodevaluación,
esto se produce a partir de la transmisión de
conocimientos desde la ideología escolar. Esta transmisión
de conocimientos se implementa en dispositivos de enseñanza y aprendizaje que desconocen la
experiencia particular y el saber previo del alumno: no hay
sujeto realmente activo en su proceso educativo. En el caso de
los alumnos provenientes de los sectores populares, la pedagogía homogeinizadora de la escuela no
respeta las diferencias culturales, reforzando su
marginación progresiva.
Este entorno que lo rodea no contribuye entonces, a
esclarecer los problemas que lo afectan desde el punto de vista
familiar y social; sino que lo repudia y discrimina,
dejándolo sin salida laboral. Les
muestra que
el estado no
existe y que nadie los protegerá. En la sociedad actual se
produce un quiebre de los sistemas de
ideales.
Ante esta realidad que le muestra el mundo adulto, el
adolescente elige el modelo del "canchero", el "transgresor",
antes que el joven "decente" y "eficiente". Con este primer
modelo creen "zafar" de las instituciones, que reproducen el
discurso adulto; entre ellas la escuela.
Jóvenes y trabajo.
Actualmente el escenario del trabajo en la Argentina se
redefine a partir de nuevas normas que organizan el mercado laboral.
Las nuevas leyes de flexibilización garantizan mayores
facilidades para despidos y contrataciones y trabajadores, sin
relación de estabilidad; movilidades entre puestos y
labores, turnos y fijaciones de ritmo de trabajo, y una
drástica de reducción de prestaciones
económicas y costos
laborales.
Como consecuencia de esto, se ha producido una mayor
precarización de las condiciones de trabajo. Por otro lado
la terciarización del empleo,
implica que un mayor número de empleados se ubique en el
sector servicios.
Aumenta el trabajo por
cuenta propia, "cuentapropismo" y la rotación del empleo,
el cambio de un
empleo a otro en un lapso relativamente corto.
Motivado por estas exigencias del mercado, con el correr
de los últimos años, surgió, un nuevo perfil
del trabajador que se caracteriza por:
- Adaptarse a cualquier situación, con tal de
trabajar. Aunque este capacitado para determinadas tareas, es
necesario, que pueda desempeñarse con eficiencia en
otros puestos, "supuestamente" de menor jerarquías (ej.:
muchos jóvenes con títulos universitarios o
terciarios que hoy son empleados de estaciones de servicios,
cajeros de supermercado, taxistas, etc.). - Tener interés
por el aprendizaje permanente, especialmente en aquellas
áreas de trabajo que pide el mercado. - Poseer un alto nivel de compromiso, tener
experiencia, buena presencia, ser joven, etc. Esto se agrava en
los jóvenes de sectores populares, a los que se les es
más dificultoso cumplir con estas exigencias, ya que no
pueden tener experiencia si nos se les da la posibilidad de
entrar trabajar, y tener buena presencia muchas veces
está asociado con factores económicos, como por
ejemplo la vestimenta.
"No solo el individuo desempleado se ve afectado en su
subjetividad por esta situación, sino también
aquellos que aún tienen empleo. El desempleo genera
desconcierto, bronca, miedo, a no volver a estar inserto y hasta
a veces, crisis en la autoestima del que ya no se siente
útil, ni necesario para la sociedad".(10)
El trabajador precario sufre malas condiciones de
trabajo, remuneraciones
escasas, falta de cobertura social y de salud, stress,
etc.
Esta situación, así caracterizada, afecta
a los jóvenes y a sus padres, donde ambos se enfrentan a
este panorama de desempleo, subempleo y
precarización.
Las bandas
Los primeros años de la adolescencia y los que la proceden
inmediatamente constituyen la época en que el niño
toma afición por las bandas y pandillas.
En este período los interese de los varones y de las
niñas continúan dilatándose e incluyen mayor
cantidad de personas ajenas a su familia. Estos intereses son tan
potentes, que la influencia de las opiniones y normas del grupo
sobre el adolescente es mucho mayor que en cualquier época
anterior. Los compañeros llegan a tener más
influencia que el padre o la madre. Si bien las pandillas de
niñas no son tan numerosas como las de muchachos,
también ellas son poderosamente influidas por las ideas,
las creencias y los códigos morales de sus
compañeras.
El lugar privilegiado y decisivo donde el adolescente
consigue ampliar su ámbito de referencia es la calle,
porque ahora dispone de una nueva y autónoma solvencia:
puede salir solo, cada vez dando menos explicaciones y a veces
inventando excusas por cualquier motivo.
En la calle de los adolescentes caben el colegio, el
club, el trabajo temporario, los entrenamientos, los boliches,
los amigos, la soledad, los "jueguitos", el vagabundeo
nocturno… Éstas actividades lo mantienen absorto,
sumergido de cabeza en un mundo a su medida, renuente a los
problemas que le proponen los adultos. Tal vez éste sea
"su" mundo, el único capaz de absorberlo, el único
que consigue interesarle.
Indudablemente la calle es un espacio físico sin
fronteras, pero sobre todo sin tutela ni horarios, de modo que
parece diseñado a la medida de sus intereses.
Además de esto, esta el "salir de noche" para
reconocerse como los dueños de la calle que de día
pertenece a los adultos, los adolescentes suelen aprovechar la
salida nocturna para divertirse; claro que esta diversión
encubre una nueva excusa para liberar al niño, pero de
otra manera (tomar cerveza, gritar
por las calles desiertas, hacer graffitis en lugares
públicos o sobre autos
estacionados…).
Una pandilla es un grupo de adolescentes y/o
jóvenes que se juntan para participar en actividades
violentas y delictivas.
Se puede distinguir las pandillas asóciales de
jóvenes que plantean problemas especiales, tanto por el
tipo de individuos que las componen como por sus consecuencias,
desde el punto de vista sociológico y del desarrollo
psicológico de cada individuo considerado como
entidad.
Las actuales pandillas son la moderna versión de
las patotas cuya violencia se intensifica con la explosiva mezcla
que significa: la ira interna hacia la sociedad que sus
componentes tienen dentro, con la desinhibición que les
provoca el consumo abusivo de alcohol y otras drogas.
La diferencia también estriba que las patotas
actuaban por cuenta propia y los miembros superiores de las
pandillas pertenecen en general a grupos delictivos
organizados.
Características generales de las pandillas
Las pandillas están constituidas por jóvenes cuya
edad oscila entre 13 y 22 años. Las pandillas formadas por
niños más jóvenes son excepcionales. Sin
embargo, sabemos que algunos adultos se asocian a veces a las
pandillas de adolescentes. Comprenden más chicos que
chicas; éstas últimas constituyen más bien
un vínculo en el grupo, no tienen responsabilidades
importantes. Los lugares de reunión son variables, a
veces en la calle, otras una plaza o un jardín, muy a
menudo un bar. Frecuentemente, un mismo lugar de reunión
puede acoger diferente pandillas sin que existan intercambios
entre ellas; otras veces cada pandilla tiene su particular punto
de reunión. Además, existen pandillas que suelen
organizarse durante las vacaciones y se desintegran
después; otras cuyo grupo está formado por la
asociación de distintos individuos en trance de
desplazamiento y que se disuelven en grupos más amplios,
grupos de protección que no son más que una etapa
durante desplazamientos sucesivos.
En las pandillas bien estructuradas puede existir un
líder
con autoridad, representa al ser corajudo que impone la norma
conforme a cierto código de valores de uso interno. En
algunas de estas sociedades de
adolescentes, hallan ritos de iniciación (tatuajes,
heridas voluntarias) que significa el ingreso y la
aceptación por la banda.
¿Quiénes pueden ser los pandilleros?
Aunque la mayoría de los miembros de pandillas son hombres
es posible que se unan algunas mujeres. Las mujeres pueden ser
parejas de los jefes de pandillas o ser intercambiadas en el
"servicio sexual" entre los miembros varones de una misma
pandilla. En sociedades que tienen este problema desde hace
varios años comienzan a verse ya hábiles y feroces
pandillas de mujeres.
Los pandilleros pueden existir en todas las clases
sociales ya que las pandillas no se forman sólo en las
zonas de mayor poder adquisitivo.
Fechorías
La conducta que no se halla en estricta concordancia con las
normas del grupo entra en dos categorías generales: mala
conducta y delincuencia
juvenil.
El término fechoría se aplica en general a la
conducta que desafía las reglas, vale decir los preceptos
de conducta establecidos por los padres, docentes u otros adultos
en ejercicio de la autoridad.
Por el contrario, la palabra delincuencia se aplica por lo
general a la conducta que desafía las leyes, o sea, por
los preceptos establecidos por autoridades que gobiernan la
comunidad, la
provincia o el país.
El pico de las fechorías ocurre generalmente en la
pubertad, vale decir entre los trece y catorce años. Al
final de la infancia y de manera gradual aumenta el deseo de
alcanzar la independencia del control adulto y de obtener la
estima del grupo de pares. Esto, agregado al desequilibrio normal
que acompaña a los cambios físicos de la pubertad,
es responsable del incremento de las fechorías. Si el
adolescente joven es capaz de lograr una mayor libertad, su
conducta molesta comienza a apaciguarse. Por el contrario, si la
autoridad adulta, se hace más estricta, la conducta del
joven seguirá siendo perturbadora.
Las fechorías comunes de la adolescencia se pueden
distribuir en tres grupos, de acuerdo con las reglas que en cada
caso se violen:
En el hogar. Los actos de inconducta hogareña
incluyen la desobediencia intencional y el desafío a la
autoridad paterna. Otras acciones son las agresiones verbales a
los hermanos, los estallidos temperamentales, la
destrucción y el vuelco de cosas, el tratamiento rudo de
amigos de la familia y de parientes, el hábito de mentir,
hurtos menores en prejuicio de padres y hermanos, lentitud en el
cumplimiento de tareas rutinarias, la evasión de
responsabilidades, la discusión con los padres, la fuga
del hogar.
En la escuela. En los estudiantes de tercer ciclo de
EGB. y Polimodal, los actos de éste tipo que se registran
con mayor frecuencia son: el abandono de la clase, las llegadas
tardes y las faltas no justificadas, la falsificación de
la firma del padre, la conversación e interrupción
a otros en clase, el fraude, la falta
de preparación de los trabajos encargados, las amenazas a
otros estudiantes, la rudeza, fumar, ingerir bebidas
alcohólicas, las peleas, el tirar objetos, la mentira, los
actos sexuales ilícitos, la destrucción de bienes del
establecimiento. Estas inconductas también pueden
observarse en estudiantes terciarios o universitarios.
En la comunidad. La mayoría de estos actos de
inconducta tiene que ver con actividades recreativas que ocurre
por lo general cuando los adolescentes no se encuentran en el
hogar ni en la escuela. Algunos de estos actos pueden ser: fumar,
beber, conducir autos a grandes velocidades o cualquier cosa que
pudiera proporciona la admiración de los pares o ser capaz
de provocar algún tipo excitación.
13. Estrategias de
sobrevivencia.
Las estrategias de sobrevivencia no surgen
fundamentalmente por causa de la crisis; por el contrario
están ligadas a las circunstancias en que la clase
trabajadora debe reproducirse en condiciones de subdesarrollo,
donde se paga la fuerza de trabajo por debajo de su valor. Sin
embargo en las condiciones de crisis actual, que afecta
gravemente a estos sectores populares jóvenes, estas
estrategias tienden a implementarse como única forma para
reproducirse (física y socialmente) en un contexto que no
les brinda otras posibilidades.
El término de estrategias de sobrevivencia es un
término ambiguo y de una construcción histórico social, el
cual puede ser muy amplio, por lo cual creemos de utilidad tomar
las conceptualizaciones que dan dos autores, para comprender como
son implementadas por estos jóvenes.
Las Estrategias de sobrevivencia son: "el conjunto de
iniciativas, que buscan completar el salario en
términos de la reproducción de la fuerza de trabajo" y
"todas aquellas actividades generadas y sostenidas (en forma
planificada o no) por las familias y jóvenes que viven en
situación de pobreza, a fin de
garantizar la satisfacción de algunas necesidades
básicas".(11)
Dichas estrategias abarcan dos dimensiones: -La económica:
entendida como la articulación de actividades dirigidas a
obtener ingresos para la
sobrevivencia incluyendo la
organización de la familia nuclear y extensa para
obtenerlos. -La cotidiana: incluye comportamientos de los sujetos
en orden a su mantenimiento
cotidiano y a la organización del consumo.
Un estrato importante de la población asegura su supervivencia mediante
el uso de la reciprocidad (modo de intercambio particular
diferente al intercambio del mercado). Al compartir sus recursos,
con los de otros en idéntica situación logran
imponerse en grupo y superar circunstancias que los harían
sucumbir como individuos aislados. Las redes de intercambio entre
parientes y vecinos representan el mecanismo
socioeconómico que viene a suplir la falta de seguridad
social, remplazándolo con un tipo de ayuda mutua
basada en la reciprocidad.
Hay otros autores, como Le Fur y Grima que ofrecen otra
caracterización de las actividades que efectúan los
jóvenes como estrategias de sobrevivencia, entre estas
algunas que limitan con la ilegalidad, por lo cual prefieren
denominarlas "estrategias de urgencia". Vimos que los
jóvenes de sectores populares, en situación de
calle se definen por actividades como "reventa" de pasajes
ferroviarios, la "limpieza" impuesta de parabrisas, la "venta"
forzada de estampitas, y , también, por lo que llaman el
"cheteo" (robo, arrebato, etc.). Estas son prácticas a las
que denominan trabajo y que, en la medida en que el producto
derivado de ellas forma parte de un círculo de
intercambio, obtienen la sanción social de
trabajo.
Estas "estrategias de urgencia", si bien no les permiten
escapar del lugar marginal que les asigna la sociedad, les
proporcionan algún recurso económico, para lo que
se da en llamar "subsistencia".
El lugar marginal y la poca solución que les da
la sociedad les permite (o les obliga) a elaborar estrategias de
urgencia que les proporcionan algún recurso
económico. A las cuales el imaginario social llama
trabajo, pero que en realidad no pueden llamarse trabajo
(considerado este como una actividad creadora de valor), ya que
son solo actividades destinadas a la supervivencia.
La delincuencia constituye un grave problema social de
difícil prevención y de aún más
difícil solución. El término delincuencia es
un concepto de carácter legal, social, psicológico
y moral. Desde todas estas perspectivas se ha estudiado el tema
de la delincuencia con diversos resultados e interpretaciones, y
con dificultades para establecer los límites
entre la conducta delictiva y la no delictiva. La
valoración de la conducta delictiva depende de factores
culturales y del establecimiento de las leyes de una
sociedad.
A lo largo del tiempo se van modificando las leyes, y
por lo tanto cambia el carácter delictivo de determinados
actos, e incluso varía en la misma época de una
sociedad a otra.
Por ejemplo, la homosexualidad
ha desaparecido como comportamiento delictivo en algunas
sociedades, pero en cambio continúa en otras.
También los delitos reciben distinta consideración
social, hay delitos no exentos de cierto "prestigio", mientas que
otros reciben una repulsa social más contundente.
Los comportamientos delictivos pueden darse en cualquier edad de
la vida, de forma ocasional o continuada. Algunos delincuentes
han empezado sus conductas antisociales ya en la infancia y otros
lo harán al llegar a la vida adulta; algunos solamente
delinquen durante una época de su vida, por ejemplo,
durante la adolescencia, y otros, lo hacen empujados por algunas
circunstancias, como sucede a partir del consumo de
drogas.
La delincuencia juvenil ha aumentado de forma alarmante
en los últimos tiempos, pasando a ser un problema que cada
vez genera mayor preocupación social, tanto por su
incremento cuantitativo como por su progresiva peligrosidad
cualitativa. La delincuencia juvenil es, además, una
característica de sociedades que han alcanzado un cierto
nivel de prosperidad. Es decir, en las sociedades menos
desarrolladas la incidencia de la delincuencia juvenil en el
conjunto del mundo del delito es menos que en las comunidades
más avanzadas en el plano económico. En general, en
las grandes ciudades latinoamericanas, la delincuencia juvenil
está ligada a la obtención -delictiva- de bienes
suntuarios de consumo y por lo general no practican la violencia
por la violencia misma sino como medio de obtener sus objetivos
materiales.
Una de las razones de que la delincuencia alcance su
punto culminante entre la adolescencia media y la final es que en
esa época muchos jóvenes aprenden a realizar
adaptaciones sociales sin el auxilio de padres o
docentes.
La delincuencia está presente en todos los grupos
socioeconómicos. Si bien muchos casos no llegan a los
estrados judiciales, los delitos de los adolescentes de las
clases superiores a menudo superan en gravedad a los que tienen
por actores adolescentes de clases inferiores. El motivo
principal del aumento de la delincuencia en el sector pudiente es
el de "producir excitación".
Debido a que los desertores secundarios encuentran
difícil obtener ocupación, el índice de
delincuencia es mayor entre quienes no completaron el ciclo
secundario que entre quienes se graduaron. Cuanto mayor es el
desempleo de adolescentes, tanto mayor es el incremento de la
delincuencia juvenil.
Delincuencia juvenil y seguridad ciudadana.
De muchas maneras las comunidades han denominado los grupos de
jóvenes y adolescentes calificados en "riesgo social" por
sus actitudes, costumbres, situación de vida. Esos nombres
varían: pandillas, barras, huelgas, gamberros, hooligan,
etc.; pero tienen en común dos cosas: por un lado la
preocupación y la alarma social que provocan y, por otro,
la falta de distinción entre lo que constituye una
actividad delictiva propiamente dicha y un comportamiento
simplemente desviado de las costumbres y tradiciones, o lo que es
peor, "desviado" por los acondicionamientos
socioeconómicos en que se encuentran o la ausencia de una
familia.
Tenemos claro que "seguridad ciudadana" es un concepto
bastante difuso, y que hoy se utiliza con muy diversos
propósitos, como en épocas pasadas se utilizaron
los conceptos de "seguridad nacional" y "seguridad del Estado" en
el plano ideológico, que pretendieron constituirse en la
razón de ser de la política criminal y
justificaron una gran cantidad de atropellos a los derechos
humanos.
Cuando se habla de las pandillas y grupos juveniles,
"seguridad ciudadana" se utiliza, por lo general, como
sinónimo de seguridad física en las calles y las
casas, olvidándose que un verdadero concepto del vocablo
debiera incluir también otras libertades públicas y
privadas, conformadas por derechos básicos y fundamentales
como los derechos políticos, los derechos
económicos y los derechos sociales, los cuales nunca se
ven afectados -ni amenazados- por la existencia de esos
grupos.
Sin embargo hay un verdadero "estado de guerra" a
generado por la existencia y el accionar de los grupos juveniles,
en especial los que se dedican a realizar hechos delictivos, y en
esa misma proporción, como veremos, algunos llegan a
justificar actuaciones estatales alejadas de los derechos
humanos.
La situación se ha agravado porque los ciudadanos
han sido culturizados hacia la solución represiva como
único medio capaz de defenderse ante estos peligros para
la seguridad.
Se trata de un "estado de guerra" provocado
psicológicamente por una percepción distorsionada o
exagerada de la realidad, en la que no hay concordancia con el
verdadero índice de criminalidad. Hay razón por la
alarma social que provocan ciertos delitos que van en constante
aumento, como los delitos contra la propiedad, sin embargo
algunos de éstos provocan mucha alarma social no obstante
su nivel relativamente bajo de violencia, como ocurre con los
arrebatos de bolsos y carteras, sólo porque son realizados
por menores de edad organizados en grupos.
Paralelamente, hay delitos que han aumentado en forma exagerada
en relación con años anteriores, que afectan
derechos básicos como la vida, pero que no provocan una
alarma social proporcionada a esa gravedad.
La criminología distingue entre delito
(constituido por el volumen real de
la criminalidad y sus repercusiones) y temor al delito
(constituido por la percepción de la criminalidad y el
riesgo de ser victimizado). La percepción de la
criminalidad y el temor a ser víctima de un delito
agiganta y distorsiona la realidad, con un efecto multiplicador
desproporcionado, sobre todo tratándose de hechos
realizados por grupos de jóvenes y adolescentes, lo cual
aumenta la posibilidad de adoptar políticas equivocadas e
inconstitucionales en aras de la prevención
general.
Influencia social en la delincuencia juvenil:
La delincuencia y sus expresiones violentas se explican, muchas
veces, por el cuadro social.
La sociedad de consumo tiene una especial influencia sobre la
juventud con el fin de conseguir cosas. El auto, la moto, el
equipo de sonido, ropa de
marca,
teléfonos celulares, son algunos de los productos que
se ofrecen constantemente en el mundo comercial a los
jóvenes. Todo esto sumado a los cambios fundamentales de
las condiciones de vida, los cambios en los valores
sociales, éticos, y morales, la inseguridad
sociopolítica y económica, producen tensiones que
facilitan el paso de los jóvenes a la
delincuencia.
Está claro que la pobreza no es sinónimo
de delincuencia pero es más probable que lleve a ella por
necesidades.
Las personas delictivas se distinguen entre:
El individuo sano que se convierte en delincuente como
reacción a razones educativas, situaciones inadecuadas o
experiencias traumáticas.
El individuo sano que se hace delincuente en el curso de una
crisis que se confunde con la evolución del estado de
pubertad.
El individuo neurótico.
Causas y factores de la delincuencia juvenil
Las causas que predisponen a la delincuencia juvenil son:
La escasa inteligencia,
que por lo general se acompaña de la falta de
prevención y planificación, hace imposible que algunos
adolescentes manejen con éxito problemas que sus pares
superan sin dificultad.
Los defectos físicos y la maduración sexual
atípica conducen a sentimiento de inadecuación que
pueden compensarse mediante la conducta antisocial.
Las actitudes desfavorables en relación con los estudios,
surgidas a raíz de fracasos escolares o sociales, llevan
muchas veces a frecuentes faltas injustificadas o a la
deserción definitiva y, además, acarrean
dificultades en el hallazgo de empleo. Todas estas circunstancias
pueden dar lugar a la conducta antisocial.
Los valores
morales confusos resultan de la identificación con
pares cuyos valores difieren de los del hogar o del grupo social
mayor.
La aceptación social otorgada por pandillas juveniles,
pero no por camarillas o barras con estatus en la comunidad,
significa que el adolescente tiene demasiadas relaciones con la
clase inconveniente de pares. Los delincuentes pueden ser
populares -incluso pueden ser líderes- en sus propios
grupos.
Los medios masivos de comunicación son responsables indirectos de
actividades delictuosas sólo si refuerzan las otras
condiciones ambientales desfavorables que rodean con frecuencia a
los delincuentes potenciales.
Las condiciones hogareñas adversas, la falta de respeto por los
padres, la carencia de relaciones familiares afectivas, la
disciplina
ruda y las pautas marcadamente atípicas en la vida
familiar hacen que el adolescente sienta que no se lo ama y lo
predisponen a tomar represalias conduciéndose de manera de
herir a sus padres.
El patrón de personalidad de los delincuentes
potenciales no está necesariamente mal ajustado, si bien
muchos de ellos (los delincuentes) tienen conceptos desfavorables
de sí mismos, albergan sentimientos de inadecuación
e inferioridad.
La conducta delictuosa es una respuesta a la
frustración de algún deseo. Si únicamente
cierta forma de conducta no aprobada por la sociedad sirviera
para la satisfacción personal del individuo, entonces
éste no encontraría otro camino que la
delincuencia.
Los estudios de los motivos de la delincuencia juvenil
revelan que se tratan de razones propias de jóvenes
normales, pero inmaduros.
Nota: Como mencionamos con anterioridad, "la transmisión
de conocimientos que se implementa en los dispositivos de
enseñanza y aprendizaje, como las escuelas, desconocen la
experiencia particular y el saber previo de los estudiantes y la
pedagogía homogeinizadora que tienen no respeta las
diferencias culturales reforzando su marginación
progresiva. Este entorno que rodea al adolescente no contribuye,
entonces, a esclarecer los problemas que lo afectan sino que lo
repudia y discrimina". Como se puede ver, en estos ítems,
y en especial en los dos primeros, no nos referimos a los
discapacitados sino a las personas de escasa inteligencia, o que
creen ser poco inteligentes, o las que poseen defectos
físicos y que tienen un sentimiento de
inadecuación.
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