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Mito, mitología poética y razón especulativa en los orígenes de la filosofía




Enviado por masilva



Partes: 1, 2

    1. Discurso, tradición y
      verdad
    2. Platón: del conocimiento
      agónico al conocimiento
      dialéctico
    3. Bibliografia

    1.
    9
    K
    1
    ?
    G
    : DISCURSO,
    TRADICIÓN Y VERDAD

    Desde el punto de vista antropológico, el
    mito es una
    historia sagrada
    que relata cómo, gracias a los hechos de seres
    sobrenaturales, una realidad primordial pasó a existir, ya
    en su totalidad ¾ el Cosmos¾ o de forma fragmentada
    ¾ una raza,
    sociedad,
    institución o un hábito (Eliade, 1986). Como
    historia sagrada, porque se refiere a la creación de
    realidades que se convirtieron en modelo
    ejemplar para las actividades y el comportamiento
    humanos, el mito se nos presenta siempre como una
    narración verdadera, la cual, vinculada con los ritos, se
    manifiesta en tiempo y espacio
    propios, oponiéndose por eso a las falsas historias
    comunes que se pueden contar en cualquier ocasión y lugar
    (Eliade, 1986).

    Para los griegos, sin embargo, vivir un mito no siempre
    implicó necesariamente una experiencia religiosa capaz de
    insertarles en un "tiempo fuerte" primordial, donde todo
    sucedió por primera vez y, por ello mismo, distinto de la
    experiencia vulgar de la vida cotidiana. Según Cornford
    (1981), las narrativas míticas de la Grecia arcaica
    tenían, en su mayoría, fundamento
    etiológico, es decir, proyectaron secundariamente los
    ritos de finalidad práctica hacia el plano divino, a fin
    de justificar, mediante un precedente imaginario, ceremonias que
    en épocas más civilizadas despertarían
    horror y repugnancia, como la castración, referente a
    los *
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    ritos agrarios de fertilidad. En esta etapa, cuando las
    prácticas religiosas no eran controladas por dogmas o
    teología organizada, el mito era menos un discurso
    revelador de una experiencia que una narración cuya
    función
    básica sería explicar una sacralidad impulsada por
    acciones
    humanas y condicionada a la rutina.

    Manifestando, por otro lado, una concepción del
    universo
    más bien evolutiva que creadora (cosmogónica), bajo
    la forma poética y épica el mito griego
    relató las generalogías de dioses y semidioses
    (héroes), quienes, nacidos de y sobre la Tierra,
    siguieron habitando en ella, muy cerca de la pobre raza humana,
    entremetiéndose en sus pensamientos, asumiendo su forma,
    dominando su voz y voluntad. Aunque descritos como

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    (inmortales), • g 4 ( g < < g J " 4 (nacidos para siempre) y diferenciados de los
    mortales a causa de la fuerza vital,
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    poderosa e inquebrantable, los grandes Olímpicos de
    Homero, por
    ejemplo, son sensibles al sufrimiento físico y a las
    pasiones que inquietan a los humanos (Sissa &
    Detiènne, 1989).

    Desde el punto de vista histórico, Paul Veyne
    señala la singularidad de este fenómeno: entre los
    griegos, el mito es esencialmente información, conocimiento
    que se forja con base en noticias de acontecimientos, recogidas y
    reordenadas. Son las Musas, informadoras encartadas, quienes
    conceden a los poetas el
    conocimiento de lo que "se sabe y se dice" (Veyne, 1987).
    Pero, aunque transmitido a los poetas mediante
    intervención divina, ese material mítico no llega a
    constituir una revelación análoga a la poesía
    de los oráculos, ya que también las Musas no "hacen
    más que repetirles lo que se sabe" y que se encuentra,
    como un "recurso natural", disponible para todos (Veyne, 1987).
    Compuestas a partir de acontecimientos y no de "verdades
    absolutas a las que el oyente pudiera oponer su propia
    razón" ¾
    añade Veyne¾ , por lo general las narrativas
    mítico-mitológicas griegas permitían, con su
    previsible composición estructural, que se distinguiera la
    fabulación artística de su plausible núcleo
    histórico. Y según Veyne, si este estado de
    cosas cambió, no fue gracias al descubrimiento de la
    razón o la invención de la democracia,
    fue porque el campo del saber se alteró y ensanchó
    "por la formación de nuevos poderes de afirmación
    (la investigación histórica, la física especulativa)
    que rivalizaban con el mito", y que, al contrario de éste,
    "proponían expresamente la alternativa de lo verdadero y
    lo falso" (Veyne, 1987, p. 37. Trad. mía).

    2.
    TEOGONIA/TEOLOGIA:
    7 ? ' ? E MITICO Y LOS
    DOMINIOS DEL SABER

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