Índice
2. Sociología
3. Hecho Social
4. Las Reglas del Método
Sociológico
5. Sociedad
6. La División del Trabajo
Social
7. Lo Normal y lo
Patológico
8. Anomia Social
9. Desviación
Social
10. El Suicidio
11. Anexos
12. Conclusión
13. Bibliografía
Émile Durkheim
nació en Espinal, Francia, en
1858, en el seno de una familia
judía. Se graduó en la École Normale
Supérieure de París en 1882 y trabajó como
profesor de Derecho y Filosofía. En 1887 comenzó a
enseñar Sociología, primero en la Universidad de
Burdeos y después en la de París. Murió en
1917.
Es uno de los grandes clásicos de la Sociología;
muchos de sus análisis no sólo han enriquecido la
teoría
sociológica, sino que además siguen siendo modelos de
investigación empírica. Durkheim
perteneció a la corriente Positivista. El Positivismo es
un sistema
Filosófico que admite únicamente el método
experimental y rechaza toda noción a priori y todo
concepto
universal y absoluto.
Tiene el mérito de haber sido el primero en tratar la
Sociología como en la actualidad se considera la ciencia. Es
el primero en poner en práctica el trabajo
interdisciplinario; y rompe con la idea de lo social heredado,
concretando la cultura como
creación social.
Este teórico pensó en establecer una
ciencia
"científica" que analizase y pudiese ordenar la sociedad
imperante, la cual había sido modificada por la Revolución
Industrial, repercutiendo en el ámbito social. Pensaba
que los métodos
científicos debían aplicarse al estudio de la
sociedad, y creía que los grupos
sociales presentaban características que iban más
allá o eran diferentes a la suma de las
características o conductas de los individuos.
Además estudió la base de la estabilidad social, es
decir, los valores
compartidos por una sociedad, como la moralidad y la religión. Dichos
valores (que
conformaban la conciencia
colectiva) son los vínculos de cohesión que
mantienen el orden social. La desaparición de estos
valores conduce a una pérdida de estabilidad social o
anomia (del griego anomia, "sin ley") y a
sentimientos de ansiedad e insatisfacción en los
individuos. Explicó el fenómeno del suicidio como
resultado de una falta de integración del individuo en la sociedad.
Durkheim analizó esta correlación en su obra El
Suicidio: un estudio sociológico, en 1897.
Para explicar sus teorías
en sus escritos se apoyó a menudo en material
antropológico, especialmente en sociedades
aborígenes. Otras de sus obras son: La División del
Trabajo Social
(1893); Las Reglas del Método Sociológico (1895);
Las Formas Elementales de la Vida Religiosa (1912); Educación y
Sociología (1922); Sociología y Filosofía
(1924); La Educación Moral (1925);
La Educación Moral y el Socialismo
(1928); La Evolución de la Pedagogía en Francia (1938);
Enseñanzas de la Sociología (1960).
Los desarrollos de Durkheim son ejemplos
paradigmáticos de la forma de trabajar las relaciones
entre teoría y método: no es posible intentar
interpretar sus planteamientos teóricos sin tener presente
el Positivismo. Recién a finales del siglo XIX, con este
teórico, las ideas expuestas por Comte lograron tener, en
Francia, un seguidor de primera línea.
Durkheim define a la Sociología como "Ciencia de
las instituciones,
de su génesis y funcionamiento. Su fin es tratar los
hechos como cosas."
En la concepción de este sociólogo, dicha ciencia
ocupa el lugar central entre las ciencias
sociales. Su misión
consiste no sólo en estudiar los hechos sociales sino que
equipa a las demás con el método y la
teoría, sobre cuya base deben hacerse las investigaciones
en distintas esferas de la vida social. No es dependiente de
ninguna otra ciencia, es ella en sí misma una ciencia
distinta y autónoma. La función
que otorga a la Ciencia Social es esencialmente conservadora: en
medio de las convulsiones sociales de su tiempo,
ésta debía dedicarse a comprender la sociedad
buscando lo permanente en medio del cambio,
relaciones causales y fenómenos regulares para así
establecer leyes que
permitieran predecir los procesos de
cambio (Durkheim reafirma aquí lo planteado anteriormente
por Comte) y fortalecer los vínculos sociales
(instituciones y creencias). El estudiar los fenómenos
sociales desde el paradigma de
las otras ciencias,
entendiendo que el hecho social no es sino una
manifestación más compleja de otro tipo de hechos
(psicológicos o físicos, sobre todo) hace peligrar
la constitución de la Sociología como
ciencia autónoma. "Estimaba que la sociología debe
estudiar la realidad social que posee cualidades
específicas, inherentes tan sólo a ella. Los
elementos de la realidad social son los hechos sociales, cuyo
conjunto es la sociedad."
La Sociología podía aportar las bases de un
conocimiento
metódico y riguroso para la solución
científica de los problemas
sociales. El problema social fundamental no era el
económico sino un problema de consenso social, de
comprensión de superioridad moral de la sociedad y de
interiorización de todos los imperativos, normas y
obligación requeridas para su buen funcionamiento. Sus
ideas, que crearon escuela, fueron:
idea de "institución social", relación de los
conceptos sociológicos de "cultura" y "sociedad", de
análisis "estructural-funcional", construcción de "tipologías",
acotamiento de los principales campos temáticos de la
sociología, desarrollo de
teorías específicas como la "anomia".
El objeto de la Sociología es el Hecho Social,
esto es "toda manera de hacer, fijada o no, susceptible de
ejercer sobre el individuo una coacción exterior; o bien:
que es general en el conjunto de una sociedad, conservando una
existencia propia, independiente de sus manifestaciones
individuales." Por lo tanto el hecho social es coactivo,
exterior, objetivo e
independiente de los individuos.
El estudio de los hechos sociales no puede prescindir de los
fenómenos biológicos, físicos y
psicológicos. Cada uno de ellos sólo puede ser
explicado por otro hecho social.
Los autores de Historia de la
Sociología sostienen que: "Al nacer el individuo encuentra
ya formadas leyes y costumbres, reglas de conducta,
creencias religiosas y ritos, el idioma y el sistema monetario,
que funcionan independientemente de él. Estos modos de
pensar, actuar y sentir existen autónoma y objetivamente."
Por lo tanto, una de las características del hecho social
es la posibilidad de ejercer coacción sobre el sujeto,
obligándolo a acomodarse a él. La presión
que se ejerce sobre los individuos para impulsarlos a una
acción determinada es consecuencia de la objetividad de
los factores sociales. No es un producto de
una entidad psicológica individual, de una mente, ya que
no pueden ser modificados a voluntad con ella, sino que son
coactivos, pues ejercen una presión social sobre el
individuo; existen castigos inherentes a su cumplimiento,
regulados conforme a derecho o no. Los fenómenos sociales
son producto de y afectan a una colectividad, un grupo
social.
Cada persona
experimenta la coacción social. Por ejemplo, las reglas
jurídicas y morales no pueden ser infringidas sin que el
individuo no sienta todo el peso de la desaprobación
general. Lo mismo ocurre con otros tipos de hechos sociales. Los
ejemplos más claros de coacción los encontramos en
este campo. Si un individuo trata de violar las reglas del
derecho, estas reaccionan contra él; de esta manera,
impiden su acto si aun es posible, o lo anulan,
reestableciéndolo en su forma normal si ya se ha realizado
y es reparable, o para hacérselo purgar si no puede
repararse de otro modo.
Para reafirmar la definición de hecho social dada por
Durkheim, conviene observar cómo son educados los niños,
ya que toda educación radica en un esfuerzo continuo para
imponer a los niños maneras de ver, de sentir y de obrar,
a las cuales no habrían llegado espontáneamente.
Esta presión que sufre el niño es la presión
misma del medio social, que lo forma a su imagen, y del
cual los padres y los maestros son representantes e
intermediarios.
El hecho social es externo, porque todas las personas
nacen dentro de una sociedad que ya tiene una estructura y
unas características determinadas, que condicionan su
forma de ser y de comportarse. Por lo tanto las normas,
creencias, etc., existen con anterioridad al individuo, y por
ende fuera de él. Durante la infancia, a
través de la educación se transmiten al niño
las maneras de ser, sentir y actuar características de la
sociedad, transformándose en hábitos, y así
la exterioridad deja de percibirse.
Otra característica de los hechos sociales es que son
colectivos, porque existen independientemente de las
manifestaciones individuales. Son resultantes de la vida en
común, propios del grupo, y se repiten en los individuos
porque se imponen a ellos (un ejemplo claro de esto es el idioma:
un individuo puede optar por no hablar el idioma de su sociedad,
pero la imposibilidad de comunicarse con sus pares lo obliga a
utilizar la lengua
impuesta por dicha sociedad).
Los hechos sociales son cosas con el mismo derecho que
las cosas materiales,
aunque de otra manera; son cosas sociales. Se entiende por "cosa"
lo que se opone a la idea, todo aquello de lo cual no podemos
tener una noción adecuada por un simple procedimiento de
análisis mental.
4.
Las Reglas del Método
Sociológico
La metodología de la investigación
sociológica, elaborada por Durkheim, nos permite
considerarlo como una destacado representante del Positivismo.
Para él, el estudio de lo social debe someterse a ciertas
normas metodológicas para poder llegar a
ser científico.
Uno de los rasgos de este método es el de ser
exclusivamente sociológico. Debe basarse principalmente en
la observación empírica del carácter
externo de los hechos sociales, de su manifestación
externa y visible, para elaborar enunciados científicos
que expresen de forma concisa los datos
recopilados. Durkheim aspira a la elaboración de leyes que
expresen las regularidades y las relaciones causales halladas en
los hechos sociales, para así poder predecir los cambios y
controlar su evolución.
Dentro de las reglas de este método, la primera y
más fundamental es considerar los hechos sociales como
cosas. Interpretar los fenómenos sociales como "cosas"
significaba reconocer su existencia independiente del sujeto y
estudiarlos objetivamente, como investiga su objeto tal o cual
ciencia natural. Como no se puede observar directamente los
estados colectivos de la conciencia, afirmaba que de ellos
sólo se puede juzgar indirectamente, sobre la base de los
datos objetivos
acerca de distintas formas de conducta, así como por la
manifestación de la conciencia colectiva en forma de
instituciones sociales.
La aplicación del método de
observación indirecta es posible en las ciencias
físicas, por tanto también lo es en la
Sociología. Sin embargo, el objetivo de la ciencia no se
reduce a la descripción y ordenación de los
hechos sociales con ayuda de los indicadores
objetivos observados. Ayudan a establecer relaciones y leyes
causales más profundas.
Tratando de conseguir la mayor objetividad posible en la recogida
del material empírico, este teórico subraya que en
la primera fase de la investigación había que
elegir como datos de partida sólo los fenómenos
observables directamente.
La precedente es negativa: enseña al
sociólogo a evitar el imperio de las nociones vulgares y
lo inclina a considerar los hechos. Durkheim veía la
garantía para evitar las nociones vulgares o "prenociones"
(prejuicios), "los fantasmas que desfiguran el verdadero aspecto
de las cosas y que nosotros tomamos por las propias
cosas".
Por ello, el científico debe evitar
sistemáticamente todos los prejuicios. Al igual que en el
momento en que determina el objeto de sus investigaciones, se
prohíbe el ejemplo de todos aquellos conceptos que se ha
formado con independencia
de la ciencia y para necesidades que nada tienen de
científicas. Sin embargo, es posible tratar los hechos
sociales científicamente sin quitarles nada de sus
caracteres específicos.
Debe liberarse el sociólogo de todas aquellas "falsas
evidencias" que dominan al espíritu vulgar. A lo que
intenta llegar Durkheim es a que los hechos sociales no pueden
ser conocidos por intuición directa, sino sólo por
observación y otros métodos empíricos, ni
tampoco ser alterados a voluntad.
La posibilidad de separar a la sociedad del científico que
la estudia, es una reivindicación de Durkheim en contra
del moralismo que cree indigno considerar las sociedades formadas
por relaciones
humanas, como un objeto semejante a los objetos naturales, lo
cual impedía el avance de la Sociología, que se
perdía en meras especulaciones; esto se debió a
que, dada aquella tendencia, la observación
empírica era casi inexistente o, en caso de existir, se
realizaba como conclusión, como demostración de una
teoría preconcebida y nunca como base para
desarrollarla.
Toda investigación científica hace
referencia a un grupo determinado de fenómenos que
responden a una misma definición. Como primer paso, el
sociológico ha de dirigirse a la definición de las
cosas de que trata, a fin de que sepa de qué ha de
ocuparse.
En los momentos de investigación los
únicos caracteres que se perciben son los que aparecen de
modo más exterior. El científico sólo ha de
tomar como objeto de investigación un grupo de
fenómenos anteriormente definidos por ciertos caracteres
exteriores que le son comunes.
La sensación es fácilmente subjetiva: Los
caracteres exteriores por los cuales define el objeto de sus
investigaciones, deben ser lo más objetivos posibles.
Cuando el sociólogo comprende la tarea de explorar un
orden cualquiera de hechos sociales, debe esforzarse en
considerarlos por el lado en que se presenten aislados de sus
manifestaciones individuales.
Durkheim exige dar definiciones objetivas a los conceptos,
destacando los rasgos comunes para toda una clase de
fenómenos. A su vez, diferenció y utilizó en
la práctica de la investigación sociológica
dos tipos de análisis: causal y funcional. La
explicación sociológica es la explicación
causal cuya esencia consiste en el análisis de la
dependencia del fenómeno social del medio social.
Criticaba todos los demás intentos de explicar la vida
social.
El concepto de función, tomado por el
sociólogo de la Biología, significaba
que entre el proceso
fisiológico dado y tal o cual necesidad del organismo como
un todo único existe un nexo de la correspondencia.
Aplicado a lo social, lo dicho anteriormente certifica,
según el autor, que la función del fenómeno
o institución social consiste en establecer la
correspondencia entre la institución y cierta necesidad de
la sociedad como un todo único; "Durkheim atribuía
más importancia que Comte a las indagaciones comparativas.
Afirmaba que ayudan a resolver todas las tareas teóricas
principales de la sociología, ya que solo comparando los
mismos fenómenos en distintas sociedades se puede
descubrir en ellos lo general y lo específico, que
determina su diversidad y desarrollo en distintas
direcciones".
Durkheim se basa, para este análisis, en la
analogía de la sociedad con el organismo como el sistema
más perfecto de órganos y funciones. De
esta analogía deduce el concepto de las sociedades de tipo
normal, los conceptos de norma y patología, que luego
aplicaba a la interpretación de fenómenos tales
como la delincuencia,
las crisis, y
otras clases de desorganización social. Los delitos y otros
males sociales, que causan daño a la sociedad y provocan
repugnancia, son normales ya que se encuentran en determinadas
condiciones sociales y mantienen relaciones sociales
útiles e indispensables.
Este teórico defendió el determinismo
social cuando en las ciencias sociales se iba reforzando la
tendencia a interpretar el principio de la causalidad en el
espíritu subjetivista, lo cual fue de suma importancia.
También lo fue su planteamiento del análisis
comparativo como exigencia necesaria de la indagación
sociológica.
Se puede afirmar con certeza que el método
sociológico de Durkheim, en lo que se refiere a los
postulados fundamentales de la investigación, conserva su
importancia hasta nuestros días.
Durkheim proclamó que la sociedad es "el conjunto
de ideas, de creencias, de sentimientos de todo tipo que se
realizan a través de los individuos".
Pensaba que era legítimo emplear el conocimiento
científico de la sociedad para intervenir en ella a
fin de procurar mejoras sociales.
En las concepciones teóricas del sociólogo se
pueden observar tendencias fundamentales. La primera es el
naturalismo; surge de la interpretación de la sociedad y
sus regularidades por analogía de la naturaleza, con
sus leyes naturales y está relacionada con las tradiciones
de la filosofía de la
Ilustración. La segunda, el llamado realismo
social, que comprende la sociedad como una realidad sui generis
la cual se distingue de los demás tipos de realidad
(física,
química,
biología), está relacionada con las concepciones de
la sociedad, desarrolladas por los tradicionalistas como
Saint-Simon y Comte.
El realismo social como teoría sobre la sociedad pertenece
al llamado sociologismo de Durkheim. Este establecía el
principio de la especificidad y la autonomía de la
realidad social; de su primacía y superioridad sobre los
individuos. La sociedad, en comparación con el individuo,
se consideraba como una realidad más rica de
contenido.
El teórico diferenciaba con precisión la
conciencia colectiva y la individual, "el grupo piensa, siente y
actúa de un modo completamente diferente que sus miembros
si estuvieran aislados. Por consiguiente, si se parte de estos
últimos, no se podrá comprender nada de lo que
ocurre dentro del grupo".
Introdujo, a su vez, el término de
"representaciones colectivas" para designar las ideas y creencias
sociales, emocionalmente matizadas. Se trata de representaciones
colectivas. Interpretaba las relaciones de los individuos en la
sociedad como relaciones de asociación, gracias a la cual
surge una nueva cualidad: la vida social como proceso de
actividad.
El autor establece que "una creencia o una práctica social
es capaz de existir independientemente de sus expresiones
individuales. Con ello no queremos decir que la sociedad es
posible sin los individuos, es un absurdo tan manifiesto que nos
podría ahorrar tal suposición".
Concebía la relación entre la sociedad y los
individuos como una relación entre un todo único y
sus partes, citando constantemente el ejemplo de un todo
químico como la síntesis
de sus componentes. Subrayando el carácter sagrado de la
sociedad, adjudicándole rasgos de espiritualidad e
hiperespiritualidad, Durkheim quería expresar la idea de
la supremacía moral de la sociedad sobre el individuo. En
sus obras tempranas insistía en la estrecha
interconexión entre la conciencia colectiva y el medio
social. Más tarde, empezó a considerar la
conciencia colectiva como el nudo vital de toda la
sociedad.
1)Individuo y Sociedad
No hay antagonismo entre la sociedad y el individuo. La sociedad
está fuera de nosotros y nos envuelve, pero también
está en nosotros y por un aspecto de nuestra naturaleza
nos confundimos con ella. Nuestro organismo mental se alimenta de
ideas, de sentimientos, de prácticas, que nos vienen de la
sociedad. No podemos separarnos de ella sin separarnos de
nosotros mismos, forma parte de nuestra propia sustancia. La
sociedad sobrepasa al individuo, tiene su naturaleza propia
distinta de la naturaleza individual, además, ella se une
al individuo; entre ambos no hay vacío; hunde en nosotros
fuertes y profundas raíces.
Según Durkheim, el individuo es un mero actuante
del entorno, ya que éste lo condiciona y lo hace tomar
decisiones que él obra. Considera al individuo como un ser
pasivo, y no como un reactor de hechos, no considera el modo
voluntarista de la acción que será central en
Weber.
Jean Claude Filloux plantea que "…los productos del
trabajo de una generación no se pierden para la
siguiente". La sabiduría humana se acumula sin
término y es esta acumulación indefinida la que
eleva al hombre por
encima del animal y aun por encima de si mismo. Esta
acumulación solo es posible en y por la sociedad, ya que
para que el legado de cada generación pueda ser conservado
y agregado a los otros es necesario que haya una personalidad
moral que permanezca por encima de las generaciones que pasan,
que las una entre sí: es la sociedad.
Durkheim sostiene: "El individuo, al querer a la
sociedad, se quiere a si mismo. La acción que ésta
ejerce sobre él, señaladamente, por medio de la
educación, no tiene, de ningún modo, como objeto y
como efecto, comprimirle, disminuirle, desnaturalizarle; sino,
por el contrario, engrandecerle y hacer de él un ser
verdaderamente humano". Él no puede crecer más que
con esfuerzo. Ésta característica, la de esforzarse
voluntariamente es una de las más esenciales del
hombre.
Los individuos se unen, pasando a formar un ser
psíquico de una especie nueva que tiene su propia manera
de pensar y de sentir. El hecho social surge cuando las
propiedades elementales de las cuales es resultante han sido
transformadas por la asociación. Esta última es un
factor activo que produce efectos especiales. Cuando las
conciencias, en lugar de permanecer aisladas, se agrupan y se
combinan, algo cambia en el mundo. Es natural que este cambio
genere otro.
La vida social esta hecha esencialmente de representaciones. Pero
las representaciones colectivas son de naturaleza diferente a las
del individuo.
2)Las Formas Elementales de la
Vida Religiosa
Émile Durkheim, en esta obra, se propone estudiar la
religión más primitiva y más simple que se
conoce para entender la naturaleza religiosa del hombre. Infiere
que todo ser humano tiene religión, y propone que ha
habido una evolución en la religión donde se
modifican las estructuras
pero quedan intactas las funciones.
Con las ideas de que la religión cumple una función
social, de que es verdadera, y de que debe existir la misma
función en todas las religiones, Durkheim va en
contra del pensamiento de
la época. Para él, los fenómenos religiosos
se ubican en dos categorías fundamentales: las
creencias y los ritos. Las creencias se clasifican
en 1) Profano y 2) Sagrado. Los individuos que componen la
categoría de las creencias se sienten obligados entre
sí por el hecho de tener una fe en
común.
Las sociedades desde donde va a partir su
análisis son las tribus australianas, por considerarlas
las más primitivas y homogéneas. Durkheim las
considera homogéneas porque los cuadros de la
organización social son los mismos, y designados, a
veces, con nombres idénticos.
Las Sociedades Homogéneas
de Durkheim
Los aspectos en los que el autor se basa para establecer que hay
homogeneidad son: a) los cuadros de organización, constituidos por dos
fratrías que comenzaron siendo una bifurcación; b)
la estructura social basada en clanes, siendo esencialmente una
reunión de individuos que llevan el mismo nombre y que se
reúnen alrededor de un mismo signo o emblema.
El clan se caracteriza por dos rasgos importantes: el primero es
que los individuos que lo componen se consideran unidos por un
vínculo (no necesariamente sanguíneo) dado por un
nombre, y reconocen deberes que incumben a los parientes. El
segundo es que existe una especie determinada de cosas materiales
(tótem) con las cuales el sujeto cree estar relacionado de
modo particular y que dan el nombre a dicho individuo.
Durkheim propone que el tótem del clan es una
especie derivada del tótem de la fratría, el cual
es como un género.
Define la fratría como un grupo de clanes que están
unidos entre sí por vínculos particulares de
fraternidad y en la cual se ve un antiguo clan desmembrado,
siendo los clanes actuales producto de dicho
desmembramiento.
Las fratrías se subdividen en clases
matrimoniales, que son un grupo secundario colectivo, y que
regulan el funcionamiento de las primeras por las siguientes
reglas: 1) en cada fratría, cada generación
pertenece a una clase distinta que la generación
inmediatamente precedente; 2) los miembros de una clase no pueden
contraer matrimonio
más que con una sola de las clases de la otra
fratría, pero al no tener emblemas, Durkheim no los
considera como tótems.
Tres categorías de cosas se reconocen como sagradas: a) el
emblema totémico; b) la planta o el animal cuyo aspecto
reproduce el emblema y c) los miembros del clan.
Para el emblema totémico, el tótem es el distintivo
de un grupo, impreso de muchas maneras y en muchos objetos, del
mismo modo impreso en la carne, siendo este último modo de
representación el más importante, donde el
indígena mismo tiene la conciencia de que las
deformaciones tienen por objeto darle el aspecto de su
tótem. Estas decoraciones totémicas son una
etiqueta colectiva. En relación con esto las cosas se
clasifican en sagradas y profanas.
En la segunda categoría las fuentes de
inspiración de estos dibujos que
tienen la misma propiedad de
despertar sentimientos religiosos, y que en su mayoría son
plantas y
animales que,
como sirven para la alimentación, en su
carácter totémico se prohíbe comerlas, y a
la interdicción de comer, se agregan otras más,
como la de matar, de cortar si se trata de una planta y, en raros
casos donde el totemismo está alejado de su forma
original, hasta de tener contacto con el tótem, aunque
estas prohibiciones alimenticias nunca han sido absolutas, sino
reguladas por casos de necesidad. Pueden romperse de vez en
cuando, por lo que las figuras de todo tipo que representan al
tótem están rodeadas de un respeto
sensiblemente superior al que inspira el mismo ser cuya forma
reproducen esas figuras: las imágenes
del ser totémico son más sagradas que el ser
totémico mismo.
La tercera y última categoría de lo sagrado
está representada por el miembro del clan. Durkheim ve en
la construcción de los mitos la
manera de establecer entre el hombre y el
animal totémico relaciones genealógicas que hagan
al hombre pariente de su tótem. Por esta comunidad de
origen, representada de diferentes maneras dependiendo de los
mitos recogidos de cada autor, se cree explicar su naturaleza,
aunque hay excepciones donde, de cualquier manera, el hombre
participa de la naturaleza del animal. Esta información lleva a Durkheim a suponer que
el hombre tiene también algo de sagrado.
Las creencias examinadas anteriormente son de una
naturaleza religiosa, ya que implican una clasificación de
las cosas en sagradas y profanas.
Durkheim afirma que el culto de cada tótem tiene
su centro en el clan pero los diferentes cultos totémicos
de otros clanes dentro de una misma tribu (fratría)
están relacionados: son las partes de un mismo todo, los
elementos de una misma religión.
De las ideas anteriores se desprende la argumentación de
que el dios clan es la misma sociedad, generado por ella misma y
perpetuado por el ritual, donde la existencia eterna del dios se
da por la continuidad de la vida social.
La idea de principio totémico, es la primera forma de la
noción de fuerza
(coacción social). El culto se dirige a un principio
común, que es una especie de fuerza anónima e
impersonal que se encuentra en cada uno de los seres sin
confundirse con ninguno de ellos. El principio totémico
es, por un lado, una fuerza material, y por otro, una potencia moral,
transformada fácilmente en una divinidad.
No es la naturaleza exclusiva del clan la que lo destina
a llegar a un objeto de culto. El tótem es un
símbolo, una expresión material de dos cosas
diferentes: a) La forma exterior de lo que hemos llamado el
principio o el dios totémico y; b) Es el símbolo de
esa sociedad determinada que se llama clan. Si es a la vez
símbolo del dios y de la sociedad, es porque los dos son
uno solo. El dios del clan, el principio totémico, es el
clan mismo.
Durkheim sostiene que una sociedad tiene todo lo que
necesita para despertar en los espíritus por la sola
acción que ejerce sobre ellos la sensación de lo
divino. La sociedad mantiene en nosotros la sensación de
una perpetua dependencia, porque nos sujeta a reglas de conducta
y de pensamiento.
La vida de las sociedades australianas pasa alternativamente por
dos fases diferentes: 1) Cada familia vive por su lado,
sobreviviendo, y 2) En una fiesta o corrobbori. Es decir, se pasa
de lo profano a lo sagrado. En lo profano la familia
arrastra languideciente su vida cotidiana; en lo sagrado, llega a
un estado de
exaltación en que ya no se reconoce más.
6. La División del Trabajo
Social
A medida que las sociedades se hacen más
voluminosas, se extienden sobre territorios más vastos.
Las tradiciones y las prácticas, para poder plegarse a la
diversidad de las situaciones y a la movilidad de las
circunstancias, están obligadas a mantenerse en un estado
de plasticidad y de inconsistencia que no ofrezca demasiada
resistencia a las
variaciones individuales. Éstas, al estar menos
contenidas, se producen más libremente y se multiplican;
de este modo cada uno sigue más su sentido propio. Al
mismo tiempo, a partir de una mayor división del trabajo,
cada cual se dirige a un punto diferente del horizonte, refleja
un aspecto diferente del mundo, y el contenido de las conciencias
difiere de un sujeto al otro.
El problema central de la obra de Durkheim es la
solidaridad
social. La solución de este problema debía dar
respuesta al interrogante sobre los vínculos que unen a
los hombres en la sociedad. Había que determinar la
naturaleza y las funciones de la solidaridad social en la
sociedad "desarrollada" moderna, a diferencia de las sociedades
primitivas o tradicionales, y explicar el tránsito
histórico de una forma de la sociedad a otra.
Para ello se planteó las siguientes tareas: 1)
investigar la función de la división del trabajo,
precisar a qué demanda social
corresponde; 2) revelar las causas y condiciones de las cuales
depende; 3) clasificar sus principales formas ya que, a su modo
de ver, "aquí, al igual que en la biología lo
patológico nos ayuda a comprender mejor lo
fisiológico"
La división del trabajo es una
característica de la sociedad altamente desarrollada. A
medida que la especialización del trabajo aumenta, los
individuos se ven obligados a intercambiar su actividad, a
cumplir funciones mutuamente complementarias, componiendo,
así, un todo único. La solidaridad en la sociedad
desarrollada es consecuencia natural de la división de los
papeles en la producción.
Durkheim estructura la dicotomía de las
sociedades con la solidaridad mecánica y orgánica como dos
eslabones de la cadena única de la evolución. Parte
de la idea, propia de la sociología del siglo XIX, de la
construcción de dos tipos de sociedad, entre los que
existe sucesión histórica.
En esta obra se propone examinar desde un punto de vista
sociológico el problema de la división del trabajo,
comparando dos tipos polares u opuestos de sociedad: las
sociedades primitivas o arcaicas, con escasa población y división del trabajo y
las sociedades avanzadas o modernas, más densas y con una
división del trabajo mucho mayor.
En las sociedades arcaicas, es un hecho la escasa
división del trabajo; cuando la población es poco
numerosa y está asentada en un territorio amplio, puede
sobrevivir realizando el mismo tipo de tareas y explotando los
mismos recursos. Debido
a esto, los sujetos se diferencian poco entre sí; la
sociedad está formada por familias o clanes, todos
similares, que desarrollan la misma tarea. Como el grupo
está constituido por unidades o segmentos iguales, este
teórico lo llama "segmentado". La similitud es el
principio que rige este tipo de sociedad, y el vínculo que
une a sus integrantes constituye un tipo de solidaridad llamado
solidaridad mecánica. En estas sociedades predomina la
conciencia colectiva sobre la individual; la solidaridad se
determina por la similitud de los individuos que la componen, por
la identidad de
las funciones sociales que cumplen esos individuos y el subdesarrollo
de los rasgos individuales. La conciencia colectiva es el
conjunto de creencias y sentimientos comunes, el término
medio de los miembros de una sociedad.
El derecho es el "símbolo" de la solidaridad;
expresa la fuerza de la conciencia colectiva, y su misión
es castigar severamente al individuo que ha infringido la
costumbre o la ley.
Durkheim considera que existe una dependencia funcional entre la
fuerza de los vínculos sociales, característicos de
algún tipo de solidaridad, y la magnitud relativa
(volumen) de la
conciencia colectiva, su intensidad.
La solidaridad es más fuerte, si el volumen de la
conciencia colectiva coincide con el volumen de las conciencias
individuales, si la conciencia colectiva está expresada
más intensamente y con mayor nitidez. Entonces no hay
lugar para las desviaciones individuales, la conciencia colectiva
reglamenta toda la vida del individuo y la autoridad
colectiva es absoluta.
Dependiendo de las diferentes sociedades, esta conciencia
colectiva implica más o menos fuerza. En las sociedades en
que domina la solidaridad mecánica, la conciencia
colectiva engloba la mayor parte de las conciencias
individuales.
En estos casos la conciencia colectiva es por su contenido
enteramente religiosa. El rasgo principal de las creencias y los
sentimientos religiosos consiste en que son comunes a un cierto
número de individuos que viven juntos y que tienen una
intensidad promedia bastante elevada. Así, el autor
identificaba lo social con lo religioso: "Todo lo que es social
es religioso; esas dos palabras son sinónimos".
Pero la religión abarca una parte en constante
disminución de la vida social. El desarrollo de la
división del trabajo en el cual crece el número de
nuevas y variadas funciones, es el factor principal que debilita
la conciencia colectiva. Este debilitamiento de la conciencia
social se diferencia funcionalmente con el fin de corresponder a
la creciente división del trabajo y a la
organización social más complicada; es el resultado
de que los hombres empiecen a cumplir funciones
específicas particulares en la sociedad.
Cuando la densidad de la
población aumenta, la división del trabajo se hace
mayor y las personas comienzan a diferenciarse entre sí.
Como cada uno realiza tareas distintas, comienza a darse una
independencia entre todos los miembros del grupo; éste
deja de estar segmentado y presenta ahora una determinada
"organización". La diferencia es el principio que rige
este tipo de sociedad, y el vínculo que une a sus
integrantes constituye la solidaridad orgánica, denominada
así por Durkheim porque se parece al organismo con sus
distintos órganos. La diferenciación de los
miembros del grupo permite que cada uno de ellos desarrolle su
propia individualidad, por tanto comienza a predominar la
conciencia individual sobre la colectiva.
En esta sociedad desarrollada cada individuo cumple una
sola función especial de acuerdo a la división del
trabajo social. Cada sujeto desarrolla sus dotes y talentos
individuales de acuerdo a su rol profesional. La conciencia de
que cada uno depende de otro y que todos están vinculados
por un sistema único de relaciones sociales, creadas por
la división del trabajo, genera el sentimiento de
dependencia mutua, de solidaridad, de sus lazos con la
sociedad.
Bajo la solidaridad orgánica la conciencia
colectiva toma nuevas formas y cambia su contenido, disminuye su
volumen, convirtiéndose en una parte muy estrecha de las
sociedades desarrolladas; su intensidad y grado de certeza
también disminuyen. A medida que se desarrolla la
división del trabajo, la conciencia colectiva se hace cada
vez más débil y confusa.
Por el contenido, la conciencia colectiva se convierte
cada vez más en civil, racionalista, orientada al
individuo. Pero eso no quiere decir que la conciencia
común esté amenazada de desaparecer
totalmente.
Durkheim subrayaba el aspecto de la solidaridad en la
división del trabajo de la sociedad moderna, relegando a
segundo plano el problema del antagonismo entre el trabajo y el
capital, el
"carácter coercitivo" del trabajo, las crisis moral y
económica de la sociedad. Al analizar esos problemas, se
inclinaba a considerarlos como resultado de la insuficiente
regulación de las relaciones entre las principales clases,
como un elemento insano en la vida de la sociedad que en su
totalidad se estimaba como solidaria y que había sabido
conservar la unidad de integridad inherentes a las épocas
precedentes. Según Durkheim, la división del
trabajo es el mecanismo que en la sociedad moderna, que
había perdido en un grado considerable la fuerza
consolidadora de la conciencia religiosa colectiva, común,
crea el vínculo social deseado, la solidaridad de clases
que compensa todos los defectos, relacionados con la estrecha
especialización. De este modo, el concepto de solidaridad
se convierte en el eje alrededor del cual se instrumenta todo el
análisis de la división del trabajo, la
precisión de sus funciones.
Veía en la solidaridad el principio moral supremo, el
valor supremo,
que es universal y reconocido por todos los miembros de la
sociedad. La división del trabajo es moral, ya que todos
consideran moral la necesidad del orden público, la
armonía y la solidaridad.
La concepción de Durkheim servía para
establecer las condiciones de la conservación de la
sociedad; para cumplir la misión principal que él
planteaba ante la ciencia sociológica.
El aumento de la "densidad física" y del volumen
de las sociedades estaba fuertemente ligado al crecimiento de la
"densidad moral o dinámica", es decir, del nivel de la
interacción social que conduce a la división del
trabajo.
La división del trabajo, que es un
fenómeno social, sólo puede explicarse por otro
fenómeno social, y este último es una
combinación del volumen, la densidad material y la
densidad moral de la sociedad. El volumen de la sociedad es el
número de individuos que pertenecen a una colectividad
dada. Para que éste se convierta en causa de la
diferenciación es necesario agregar la densidad, en ambos
sentidos, material y moral. La densidad moral es la intensidad de
las comunicaciones
y los intercambios de los individuos. Cuanto más elevado
es el número de relaciones entre los individuos,
más tienden a trabajar juntos. La diferenciación
social resulta de la combinación de estos dos
fenómenos del volumen y la densidad material y
moral.
Para explicar este mecanismo, Durkheim utiliza el
concepto de la lucha por la vida, puesto de moda por
Darwin, en el
siglo XIX. Desde el momento en que los individuos dejan de ser
semejantes ya no es necesario eliminar a la mayoría, pues
cada cual contribuye con su propia parte a la vida de
todos.
Con el aumento de la población crece la lucha por
la existencia; en esas condiciones la división del trabajo
es el único medio para conservar la sociedad, así
como para crear una solidaridad social de nuevo tipo y conceder a
la sociedad la posibilidad de desarrollo en dirección progresiva.
La explicación causal de los hechos sociales no debe
ignorar por completo el aspecto axiológico en la vida
social, pero no puede basarse por entero en él. El hecho
de que Durkheim insista en el postulado de la explicación
de lo social por lo social, no le permitió rebasar el
marco de la constatación de la interacción entre
factores y revelar la verdadera dependencia causal de los
fenómenos.
Analizaba la división del trabajo desde el punto de vista
moral, creyendo que el factor fundamental que crea la solidaridad
social (la sociedad) es la división del trabajo que
él identificaba con el aumento de la
especialización.
Para el autor, la división del trabajo que
provocó el industrialismo es cada vez más notoria.
Esta especialización que para Marx es
degradante y alienante, Durkheim la ve como un cambio al cual hay
que ajustarse. Esto trae aparejado una separación de los
actores y una posible destrucción de la sociedad, que el
teórico trata de salvar con la creación de los
sindicatos,
que mantendrían el sentimiento moral de la
sociedad.
Cree que el estado
está formado por sindicatos, una base de agrupaciones
profesionales que mantienen a los actores unidos, y en dichas
agrupaciones los intereses de los actores demuestran que todos
son pares. Cada sindicato
reflejará los intereses de sus integrantes, y los
representantes de cada uno de ellos se reunirán y
llevarán al estado sus intereses. Esta intervención
de agrupaciones intermedias es lo que salvará a los
actores y a la sociedad de la especialización e
institucionalidad del trabajo.
Durkheim afirma que el individuo nace de la sociedad y
no la sociedad de los individuos. La primacía de la
sociedad con respecto al individuo tiene por lo menos dos
sentidos: el primero es el de la prioridad histórica de
las sociedades en que los individuos se asemejan unos a otros y
están perdidos en el todo, sobre las sociedades cuyos
miembros han adquirido, al mismo tiempo, conciencia de su
responsabilidad y capacidad para expresarla. Las
propiedades colectivistas, donde cada uno se asemejaba a todos,
son históricamente las primeras.
A partir de ésta, surge el segundo sentido, que
es la prioridad lógica
en la explicación de los fenómenos sociales. Si la
solidaridad mecánica ha precedido a la solidaridad
orgánica, no es posible explicar los fenómenos de
diferenciación social y de solidaridad orgánica
partiendo de los individuos.
Durkheim esboza aquí lo que será una de
sus ideas fundamentales, la que le permite definir la
sociología: la prioridad del todo sobre las partes o aun,
la irreductibilidad del conjunto social a la suma de los
elementos y la explicación de los elementos por el
todo.
La división del trabajo es cierta estructura de la sociedad toda.
Formas Anormales de la División del Trabajo
Para el sociólogo, el capitalismo
trae aparejados tres males, los cuales constituyen las formas
anormales de la división del trabajo, y que son: la
anomia, la desigualdad social y la organización inadecuada
de la división del trabajo. Asimismo, buscaba explicar la
anomia, es decir, el estado social donde existe una
regulación moral propia de la conducta de los
individuos.
Anomia: El estado normal de la sociedad –afirma
Durkheim– debe caracterizarse por una desarrollada planificación económica y una
regulación normativa de las relaciones
económicas.
Sostiene que la desigualdad, que genera la desviación de
la solidaridad orgánica, es una forma anormal de la
división del trabajo. Toda desigualdad externa
–considera– hace peligrar la solidaridad
orgánica, la cual existe únicamente eliminando la
desigualdad.
Desigualdad social: el sistema de clases es quien priva
a las masas de la posibilidad de ocupar una posición
social de acuerdo con sus aptitudes; de ese modo, dificulta la
igualdad de
posibilidades, lo cual conduce a un intercambio injusto de
servicios.
Los autores de "Historia de la sociología del
siglo XIX – comienzos del XX" explican que Durkheim
"imaginaba que se podía superar las formas
<anormales> de división del trabajo por vía
de la solución pacífica de los conflictos, la
disminución de la lucha y la competencia hasta
las dimensiones aceptables, la promulgación de un código
de reglas que reglamentaran rígidamente las relaciones de
clases, la implantación de la igualdad de posibilidades
sociales y la retribución según los méritos.
(…) No podía concebir una sociedad donde fuesen abolidas
por completo la propiedad privada y toda desigualdad, pues
estimaba que existirían siempre, aunque las relaciones
entre ellas cambiarían. El acceso a bienes
materiales se regularía por las aptitudes naturales de los
individuos, por su talento".
Organización inadecuada de la división del
trabajo: es la última de las formas anormales, y surge
cuando la actividad profesional del obrero se torna insuficiente
por falta de coordinación de las acciones. La
solidaridad de la organización social crecerá si el
trabajo se vuelve más intenso y organizado.
Las vías propuestas por el sociólogo para
acabar con los males del capitalismo eran utópicas.
Afirmaba que la sociedad no puede desarrollarse y prosperar si se
oprime al individuo. Estimaba que el hombre y la sociedad tienen
relaciones de interdependencia; cada parte se interesa en el
desarrollo y la prosperidad de la otra. Creía, a su vez,
que la felicidad y el bienestar del individuo dependían
del estado de la sociedad; son más grandes cuanto
más ordenada sea la vida social, y, por lo tanto, cuanto
más garantizados estén los derechos y las libertades de
los individuos.
En la interpretación de Durkheim, las bases de
una organización social de tipo superior están
constituidas por la igualdad, la justicia y la
libertad. La
sociedad se funda con los lazos morales, con la aspiración
hacia el ideal, con relaciones morales que puedan y deban ser
respetadas, tal es la piedra angular del reformismo de
Durkheim.
La indagación dirigida por las reglas relativas a
la distinción entre lo normal y lo patológico
confunde dos órdenes de hechos que desde ciertos puntos de
vista son muy diferentes: los que son todo lo que deben ser y los
que deberían ser diferentes a como son, los
fenómenos normales y los fenómenos
patológicos. Es necesario comprenderlos a ambos en la
definición por la que debe comenzar toda
investigación.
Según una teoría cuyos partidarios se
encuentran en las más diversas escuelas, la ciencia no
enseñaría nada sobre lo que se debe querer. La
ciencia no conoce más que hechos que tienen el mismo valor
y el mismo interés;
los observa, da una explicación de los mismos, pero no los
juzga; según ella no hay hecho que sea censurable. Puede
establecer cómo ciertas causas producen determinados
efectos, pero no qué fines son los que hay que
perseguir.
Los acontecimientos que se producen en el curso de la
vida social y que se repiten casi de idéntica manera en
todas las sociedades del mismo tipo son demasiado variados como
para que sea posible determinar en qué medida uno de ellos
puede haber contribuido a acelerar el desenlace final.
Para lograr establecer la diferencia entre lo normal y
lo patológico se debe buscar algún signo exterior,
perceptible de modo inmediato pero objetivo, que nos permita
distinguir la diferencia entre estos dos órdenes de
hechos.
Todo fenómeno sociológico, al igual que todo
fenómeno biológico, tiene la capacidad de revestir
formas diferentes según los casos y continuar siendo
esencialmente el mismo. Dentro de estas formas encontramos dos
tipos. Unas son generales en toda la extensión de la
especie. Se encuentran entre todos los individuos, o al menos en
la mayor parte de ellos, y no se repiten de idéntico modo
en todos los casos en que se observan, sino que varían de
un sujeto a otro.
Lo que el fisiólogo estudia son las funciones del
organismo – medio, y lo mismo sucede en el caso del
sociólogo. Una vez que se alcanza a distinguir unas
especies sociales de otras siempre es posible encontrar
cuál es la forma más general que presenta un
fenómeno en una especie determinada. Sólo en
relación con una determinada especie es posible calificar
de patológico a un hecho.
Un hecho social sólo puede ser llamado normal en
una especie social determinada en relación con una fase
igualmente determinada de su desarrollo; por tanto, para saber si
puede denominarse de este modo, no basta con observar bajo que
forma se presenta la generalidad de las sociedades que pertenecen
a esta especie, sino que se deben considerar en la fase
correspondiente de su evolución.
Se pueden clasificar los hechos en normales y anormales,
a fin de que sea posible asignar un dominio propio
tanto a la fisiología como a la patología. Es
solamente en relación con el tipo normal como un hecho
debe ser encontrado útil o necesario para que se le pueda
calificar a él mismo de normal.
Pero si bien todo lo que es normal es útil, no
todo lo que es útil es normal. En cuanto a esto, Durkheim
utiliza el ejemplo del enfermo al que es útil el remedio,
pues aunque podría considerarse como un fenómeno
normal, es evidentemente anormal; sólo tiene utilidad en
circunstancias anormales.
La noción de lo útil es mucho más
amplia que la de lo normal, ésta es a aquella como el
género a la especie.
Una vez que ha sido contrastada la generalidad del
fenómeno, se pueden confirmar los resultados del primer
método haciendo ver de qué forma es útil.
Durkheim establece, entonces, tres reglas:
"1º. Un hecho social es normal para un tipo social
determinado, considerado en una determinada fase de su
desarrollo, cuando se produce en el término medio de las
sociedades de ese tipo, consideradas en la fase correspondiente
de su evolución.
2º. Los resultados del método precedente se pueden
verificar haciendo ver que la generalidad del fenómeno
depende de las condiciones generales de la vida colectiva en el
tipo social considerado.
3º. Es necesario efectuar esta verificación, cuando
ese hecho se refiere a una especie social que aún no ha
terminado la totalidad de su evolución".
Si hay un hecho cuyo carácter patológico
parece indiscutible es el crimen. Al menos si la tasa de
criminalidad tendiera a disminuir a medida que las sociedades
pasan de los tipos inferiores a los más elevados, se
podría creer que, sin dejar de ser un fenómeno
natural, el crimen tendía a perder ese carácter;
pero no tenemos ninguna razón que nos permita creer en la
realidad de tal agresión.
Hacer del crimen una enfermedad social equivaldría a
admitir que la enfermedad no es algo accidental, sino que en
ciertos casos se deriva a la constitución fundamental del
ser viviente y equivaldría a borrar toda distinción
entre lo fisiológico y lo patológico. Puede suceder
que el crimen mismo presente formas anormales: es lo que sucede,
por ejemplo, cuando alcanza una tasa exageradamente alta. Es
indudable que este exceso es de naturaleza mórbida. Lo que
es normal es que haya criminalidad, siempre y cuando éste
alcance, sin superarlo, un cierto nivel para cada tipo
social.
Clasificar el crimen entre los fenómenos de
sociología normal no es solamente decir que es un
fenómeno inevitable, aunque lamentable, debido a la
incorregible maldad humana; es afirmar que es uno de los factores
que determinan la salud
pública, la cual es parte integrante de toda sociedad
sana. Aun en el caso de que esta condición pudiera
cumplirse efectivamente, no por ello desaparecería el
crimen, sino que cambiaría de forma, pues la propia causa
que haría que se secasen las fuentes de la criminalidad,
haría que brotasen inmediatamente otras nuevas.
Para Émile Durkheim la conducta delincuente es
interpretada como una respuesta "normal" ante un ambiente
"malo". El factor desencadenante de las conductas delictivas es
la misma sociedad. Es decir que, para acabar con la delincuencia
y la criminalidad hay que hacer una reforma social profunda del
entorno. La teoría sociológica parte de que el
delincuente se hace y no "nace"; los rasgos constitutivos no son
heredados. Todos los ciudadanos pueden ser delincuentes
sangrientos o personas ejemplares. Los delincuentes, por tanto,
son miembros sanos que crecen en una comunidad enferma, en una
comunidad donde el estilo de vida delictivo es más
accesible y se aprende con más facilidad que las normas de
convivencia éticas y sociales.
Pero el teórico plantea que el crimen es
necesario; está en relación con las condiciones
fundamentales de la vida social y, por esa misma razón, es
útil; pues tales condiciones de las que es inseparable,
son indispensables para la normal evolución de la moral y el
derecho.
Hoy en día ya no es posible poner en duda no sólo
que el derecho y la moral varían de un tipo social a otro,
sino también que en un mismo tipo cambian si se modifican
las condiciones de la existencia colectiva.
El criminal ya no aparece como un ser radicalmente asocial, como
una especie de parásito o de cuerpo extraño o
inadmisible introducido en el seno de la sociedad; es un agente
regular de la vida social.
Durkheim plantea que "si el crimen es una enfermedad, el
castigo sería el remedio de esta enfermedad y no puede ser
concebido de otro modo; de este modo todas las discusiones a que
da lugar versan sobre el problema de saber cómo debe ser a
fin de desempeñar su papel de
remedio"
Debido a que la anomia implica, por lo general, ausencia
de normas, y que la sociología considera que las conductas
desviadas son el resultado de un conflicto
entre las normas sociales imperantes y los roles asignados a los
individuos, es necesario establecer primero los distintos tipos
de normas que pesan sobre el individuo que vive en sociedad. De
acuerdo a la relación entre los integrantes del grupo con
estas normas, de satisfacción o insatisfacción
social, se producirán los distintos tipos de acciones y
surgirán los comportamientos sociales.
Las Distintas Clases de
Normas
Las normas son las generadoras de los diferentes comportamientos
sociales, las pautas que hacen que los actores sociales se
comporten de una forma y no de otra. Esto significa que ellas
rigen los comportamientos sociales. De esta relación
surgen diferentes coyunturas en los grupos sociales
que alterarán de diferente modo la estructura del mismo, y
su forma dinámica propiciará el cambio social,
abrupto o paulatino según sea el caso.
Existen distintos tipos de normas, entre los cuales
encontramos: a)Usos y Convencionalismos Sociales (Usos y
Costumbres); b)Normas religiosas; c)Normas Morales y d)Normas
Jurídicas.
Usos Sociales
La mayoría de nuestros actos están sujetos a lo que
se denomina "uso social". Los usos sociales pueden definirse como
las "prácticas admitidas, y no explicitadas legalmente,
por una comunidad o por alguno de sus sectores, y, aunque
varían según las épocas y los países,
son numerosísimos y muy variados"
La infracción de un uso social genera una sanción
sui generis, como por ejemplo la repulsión de la opinión
pública por un hecho considerado socialmente como
reprobable.
A menudo, los usos sociales vienen impuestos por una
presión de la comunidad, y su incumplimiento trae
aparejado sanciones que a veces son más temidas y eficaces
que la propia sanción jurídica. Se puede castigar
con una expulsión o marginación del grupo social en
el que se vive o con la reprobación pública por un
acto determinado.
Los usos sociales y el Derecho están
estrechamente vinculados, a tal punto que el significado de un
derecho no puede captarse en su plenitud si no se analizan esos
usos sociales, ya que muchas veces sirven para matizar y explicar
el propio contenido de las normas jurídicas.
Normas Morales
Existen ciertas reglas definidas en las cuales el individuo debe
verter su acción. A ellas no se las construye en el
momento de actuar; existen, ya que están constituidas,
viven y funcionan alrededor de nosotros: son las reglas
morales.
Todas las acciones a las que llamamos morales tienen una
característica común: todas son conformes a reglas
preestablecidas. Conducirse moralmente es actuar según una
norma que determina la conducta a seguir en cada caso, aun antes
de que tengamos necesidad de optar.
El rol de la moral es determinar la conducta, fijarla,
sustraerla a lo arbitrario individual. El contenido de estos
preceptos morales, es decir, la naturaleza de los actos que
prescribe, tiene también un valor moral. Por tanto, una
función esencial de la moral es regularizar la
conducta.
La regularidad es un elemento de la moralidad. Para
estar asegurada necesita de hábitos constituidos con
bastante fuerza. Pero los hábitos son fuerzas interiores
al individuo. Se puede afirmar que ella va del interior al
exterior, por vía de impulsos.
Una regla no es una simple manera de actuar habitual,
sino un modo de actuar al cual no podemos modificar según
nuestra voluntad. Ella se impone a nosotros, nos obliga, nos
domina.
Junto con la idea de regla aparece la noción de autoridad.
"Por autoridad hay que entender el ascendiente que ejerce sobre
nosotros todo poder moral que reconocemos como superior a
nosotros. Por este ascendiente actuamos en el sentido que nos es
prescrito, no porque el acto exigido nos atraiga […], sino
porque hay, en la autoridad que nos lo dicta, yo no sé
qué, que nos lo impone. En esto consiste la obediencia
consentida".
En la raíz de la vida moral hay, más
allá del gusto por la regularidad, el sentido de la
autoridad moral. Entre estos dos aspectos hay una afinidad
estrecha. La noción que los abarca es la de disciplina.
Ésta tiene por objeto regularizar la conducta y posee
autoridad regular.
En síntesis, se puede afirmar que el primer
elemento de la moralidad es el espíritu de la disciplina,
la cual implica ciertos actos que se consideran útiles; es
un medio de determinarlos imponiéndolos. Es bueno que el
hombre sea disciplinado, haciendo abstracción de los actos
a los que se encuentra obligado.
Normas Jurídicas
El Derecho está constituido por el conjunto de normas que
regulan la sociedad, o, que rigen sobre los individuos que viven
en sociedad; pues en todas las épocas el hombre
vivió en sociedad y respetando ciertas reglas.
Desde su origen las sociedades primitivas se regulan por el
Derecho, pero también por otras normas, como la Moral y la
Religión, que en su origen aparecen mezcladas con el
Derecho. Por eso el sacerdote, brujo, hechicero, etc., son, al
principio, quienes imponen el Derecho junto a la Moral y la
Religión.
Cuando el grupo social primitivo se ha organizado
políticamente, toma a su cargo la función de
regular las relaciones más esenciales entre los hombres,
las externas, aquellas donde se producen más choques y
desórdenes.
El Derecho se interesa en la conducta exterior del
hombre, en aquellos actos humanos que tienen repercusión
social, que ponen al individuo en relación con otros
hombres, ya que la finalidad del Derecho es hacer posible la vida
en común. La Religión y la Moral buscan la
perfección individual del hombre, en sí o para
alcanzar otra vida; el Derecho trata de obtener una conducta
compatible con el orden social; considera las acciones
individuales, externas, que pueden interferir con las de otros
integrantes del grupo.
Durkheim distingue dos especies de derecho, cada una de ellas
característica de uno de los tipos de solidaridad; el
derecho represivo, que sanciona las faltas o los crímenes;
y el derecho restitutivo o cooperativo, cuya esencia es
restablecer el estado de las cosas cuando se ha cometido una
falta u organizado la cooperación entre los
individuos.
El derecho represivo es el revelador de la conciencia
colectiva en las sociedades de solidaridad mecánica.
Cuanto más extensa, vigorosa y particularizada sea la
conciencia colectiva, mayor es el número de actos
considerados delitos. Se entiende por delincuente aquel que en
una sociedad ha rehusado obedecer las leyes de la sociedad. La
función y el sentido de la sanción no es intimidar
ni disuadir, sin embargo la función del castigo es
satisfacer la conciencia común. Exige reparación, y
el castigo del culpable es esta reparación ofrecida a los
sentimientos generales.
El derecho restitutivo ya no trata de castigar, sino de
devolver las cosas al Estado que debería estar de acuerdo
con la justicia. Entendido en un sentido muy amplio, engloba
todas las reglas jurídicas, cuyo objetivo es organizar la
cooperación entre los individuos.
c
e c f " e d f d
Luego de haber señalado los distintos tipos de normas, se
puede precisar lo que es anomia, lo que ella implica.
Etimológicamente significa "no normas".
El Diccionario de
la RAE define la anomia como: "Estado de aislamiento del
individuo, o de desorganización de la sociedad, debido a
ausencia, contradicción o incongruencia de las normas
sociales".
Este concepto sociológico, que fue formulado por el
teórico francés Émile Durkheim, se define
como la ausencia de normas en el individuo. Dicho término
designa una situación en la que existe un conflicto de
normas que impide a los actores sociales orientar con
precisión su conducta.
En su obra La división del trabajo social , el
sociólogo sostuvo que la anomia es el mal que sufre una
sociedad debido a la ausencia de reglas morales y
jurídicas, ausencia que se debe a la inestabilidad
económica o al debilitamiento de sus instituciones, y que
involucra un bajo grado de integración. La existencia en
muchas situaciones sociales de diversos valores y normas morales
obliga a los individuos a tener que elegir entre ellas; este
hecho puede originar conductas desviadas que a nivel colectivo
pueden traducirse en situaciones de desorganización
social.
Más tarde, en El Suicidio, Durkheim
analizó la relación del individuo con las normas y
valores de la sociedad en la cual vive, y su aceptación e
interiorización; pues la anomia surge como consecuencia de
las discrepancias entre las necesidades de los individuos y los
medios que le
ofrece la sociedad para resolverlos. Considera que la anomia es
mayor cuando no son fuertes ni constantes aquellos
vínculos que unen a los individuos con los grupos sociales
o colectividades. Estas situaciones pueden conducir a conductas
desviadas, marginaciones, frustraciones o rebeliones, y a
fenómenos tales como conflictos generacionales,
drogadependencias y evasiones de todo tipo, desde movimientos
juveniles (hippy, beatnik, etc.) hasta sectas religiosas
esotéricas.
Sus trabajos influyeron en la sociología
estadounidense, principalmente en Robert K. Merton, quien
identificó la anomia con la desviación, conflicto
que sufre el individuo ante la contradicción que surge
entre los fines o metas que se ha propuesto y los medios
existentes, en función del lugar que ocupe en la
estratificación social. Merton define cinco modos de
adaptación: Conformidad, aceptación de fines y
medios; innovación, rechazo de los medios;
ritualismo, rechazo de las metas; rebelión, rechazo de
ambos, pero con una propuesta alternativa; y por último,
retraimiento, rechazo de ambos sin propuesta
alternativa.
En una sociedad o grupo social, la anomia puede originar
reacciones patológicas en los individuos, como puede ser
el suicidio, el crimen, la delincuencia o la prostitución.
Por anomia también se entiende una situación de
desorganización personal o
social; notable desviación respecto de una
norma.
Durkheim considera que el temor a las sanciones
sólo constituye el motivo secundario para la
adhesión a las normas institucionales. El primario es el
sentido de la obligación moral, exterioridad y
coacción como criterios de hechos sociales. Reconoce en el
medio, un sistema común de reglas, que representan la
voluntad de la mayoría, caracterizando al mismo como uno
de sus principales rasgos. Éstas normas morales de la
sociedad y valores comunes, constituyen la fuente de "sacralidad"
o norma "suprema".
Se define como cualquier tipo de comportamiento
que se aleja de las normas generalmente aceptadas por una
sociedad.
Los sociólogos han llegado a pensar que la
desviación social es característica de los sistemas sociales
o de situaciones que indican una necesidad de control social o
una tendencia hacia el cambio social. Tanto el control como el
cambio son factores inseparables de la sociedad, especialmente en
las sociedades contemporáneas.
Émile Durkheim fue el precursor de la
teoría de la desviación social. Luego de escribir
sobre la integración y la crisis social y estudiar el
papel de la división del trabajo en la cohesión y
el cambio social, formuló el concepto de "anomia" o
debilitamiento de la moralidad común, que explica los
cambios producidos en la división del trabajo en la
sociedad.
En páginas anteriores se establecía que
dentro de la sociedad tradicional la solidaridad era
mecánica. Cada individuo pasaba por las mismas
experiencias, y la tentación de redefinir su rol era
mínima. En cambio, en la actualidad, la
especialización ha provocado una experiencia diferenciada
y la posibilidad de asumir nuevos roles. El individualismo
aumenta con la especialización. Según Durkheim,
este individualismo se ha convertido, en la sociedad moderna, en
solidaridad social. En términos políticos, la
libertad ha superado el concepto de fraternidad con la
intención de igualar las oportunidades para la
expresión individual.
En dicho tipo de sociedad ciertas formas de
desviación social tienden a ser muy avaladas o castigadas.
Es necesario regular las condiciones anómicas (cuando la
estructura social se rompe) si se desea mantener la sociedad
unida, y para definir la causa de la desviación es
necesario determinar cuáles son las condiciones de
normalidad de esta sociedad.
El concepto de desviación social de Durkheim es
fundamental en la teoría sociológica.
El Suicidio es una obra de investigación que le
sirvió a este teórico para mostrar la validez de
sus propuestas metodológicas y teóricas y a la vez
para reflexionar sobre el problema de la cohesión social
en las sociedades modernas. Demostró que la taza de
suicidio variaba entre individuos de distintas creencias
religiosas y distintos grupos sociales. Eran hechos sociales que
requerían de una explicación social.
La sociología no estudia el suicidio desde un
punto de vista individual, sino que toma en cuenta el suicidio en
general, en la sociedad, pasando a ser un hecho diferente y
variable.
El suicidio, según Durkheim, se vincula
estrechamente con el estudio de la división del trabajo.
Este teórico aprueba el fenómeno de la
división orgánica del trabajo. Considera positiva
la diferenciación de los oficios de los individuos, la
regresión de la autoridad de la tradición, el
dominio cada vez más acentuado de la razón; sin
embargo, observa también que no siempre el hombre se
siente satisfecho de su suerte en las sociedades modernas,
expresión y prueba de ciertos rasgos, quizá
patológicos, de la organización actual de la vida
en común.
El individualismo es el principio constitutivo de las
sociedades modernas. En él los hombres son y se sienten
diferentes unos de otros, y cada uno quiere obtener lo que,
según su propio juicio, es su derecho. El principio
individualista de justicia se convierte en el principio
colectivo, indispensable, de orden actual. Las sociedades
modernas pueden ser estables sólo si respetan la justicia.
El problema fundamental de las sociedades modernas es la
relación de los individuos con el grupo. Esta
relación se transforma porque el hombre ha adquirido
excesiva conciencia de sí mismo para aceptar ciegamente
los imperativos sociales.
El estudio del suicidio en Durkheim comienza con una
definición del fenómeno; continúa con una
refutación de las interpretaciones anteriores. Luego se
distinguen los tipos de suicidio, y, finalmente, se desarrolla
una teoría general del fenómeno
considerado.
El autor define el suicidio como "todo caso de muerte que
resulte, directa o indirectamente, de un acto positivo o
negativo, realizado por la víctima misma, sabiendo ella
que debía producir este resultado"; donde "acto positivo"
implica hacer algo para llegar a ese objetivo, como ser, por
ejemplo, dispararse un tiro en la sien; y "acto negativo", dejar
de hacer algo para lograr ese fin, tal como no abandonar una casa
en llamas o rehusar todo alimento hasta dejarse morir. Una
huelga de
hambre llevada hasta la muerte es
un ejemplo de acto negativo.
Los suicidios no constituyen un grupo completamente
aparte, una clase aislada de fenómenos normales, sin
relación con otras modalidades de la conducta, sino que se
enlazan con ésta por una serie continua de relaciones
intermediarias; son la forma exagerada de prácticas
usuales.
Se puede afirmar que hay suicidio cuando la
víctima, en el momento en que realiza el acto que
deberá poner fin a su vida, sabe lo que tiene que resultar
de él.
Un hombre que conscientemente se expone por otro, sin
que tenga la certeza de un desenlace mortal, no es un suicida,
aun en el caso de que llegue a morir. Lo mismo pasa con el
imprudente que juega con la muerte, tratando de evitarla, o con
el apático que, al no interesarse por nada, no se impone
cuidado de conservar su salud,
comprometiéndola con su negligencia.
Estos diferentes modos de obrar no se distinguen
radicalmente de los suicidios propiamente dichos; proceden de
análogos estados de espíritu, ya que van
acompañados de riesgos mentales
que son ignorados por la gente. La diferencia es que son menores
las probabilidades de morir.
Durkheim desecha las explicaciones del suicidio de tipo
psicológico. Para él, la fuerza que determina el
suicidio no es psicológica sino social. La
discusión científica se centra alrededor de estos
dos términos: predisposición psicológica y
determinación social.
Rechaza asimismo, la interpretación del suicidio
a partir del fenómeno de la imitación. Dedica todo
un capítulo a tratar este fenómeno, ya que para
Durkheim se confunden tres fenómenos bajo el concepto
general de la imitación: el primero es el que se
denominaría hoy la fusión de
las conciencias, el hecho de que un elevado número de
hombres experimentan conjuntamente los mismos sentimientos; en el
segundo el individuo se adapta a la colectividad y se conduce con
los demás, sin que haya fusión de las conciencias;
el tercero, el único que merece el nombre de
imitación en el sentido preciso del término, es un
acto que tiene como antecedente inmediato la
representación de un acto semejante, realizado
anteriormente por otro, sin que entre esta representación
y la ejecución se intercale ninguna operación
intelectual implícita o explícita, que se relacione
con los caracteres intrínsecos del acto
reproducido.
En el capítulo primero del libro segundo,
titulado "Causas sociales y tipos sociales", Durkheim plantea que
para cada grupo social existe una tendencia específica al
suicidio. Sólo puede haber tipos distintos de suicidios
cuando sean diferentes las causas de las que suceden. En base a
esto se pueden construir los tipos sociales de
suicidio.
El sociólogo distingue tres tipos que son: el
egoísta, el altruista y el anómico.
En el suicidio egoísta, el individuo se orienta más
por sus intereses particulares que por los de su grupo de
referencia. No interesa lo que los demás opinen. Es el
caso de aquella persona que, por no poder alcanzar ciertos
objetivos personales, pero impuestos por la sociedad, resuelve
esta situación mediante el hecho concreto de su
muerte. Los hombres o mujeres tienden más a quitarse la
vida cuando piensan esencialmente en sí mismos, cuando no
están integrados. Se manifiesta por un estado de
apatía y de ausencia de apego a la vida.
En principio, se debe observar cómo afectan las
diversas concepciones religiosas sobre el suicidio. Si se
estudian los suicidios europeos, vemos que en países
católicos son menos numerosos que en los países
protestantes.
Se deben comparar ambas religiones, Catolicismo y
Protestantismo desde el seno de la sociedad. En lo que respecta a
los judíos, su actitud para
el suicidio es también inferior a la de los protestantes,
y generalmente también inferior a la de los
católicos. El Catolicismo concede al pensamiento y a la
reflexión un menor espacio que el Protestantismo o que el
Judaísmo; lo que busca es reinar sobre las
conciencias.
El protestante es el más autor de su creencia, la
Biblia se deja en sus manos y ninguna interpretación de
ella se le impone, esto hace más sensible el
individualismo religioso.
Así llegamos a un primer resultado: la inclinación
del protestantismo por el suicidio debe estar en relación
con el espíritu de libre examen que anima esta
religión. Por tanto, la superioridad del Protestantismo
con respecto al suicidio, proviene de que se trata de una
iglesia
integrada con menor fuerza que la Iglesia
católica.
De la misma forma puede explicarse lo que sucede con el
Judaísmo. Debido a su historia de numerosas persecuciones,
los judíos han creado en sus comunidades una sociedad
compacta con un alto sentido de la unidad y de la solidaridad,
todo el mundo piensa y vive en ella de la misma manera, por eso
la Iglesia judía resulta ser más fuertemente
concentrada que ninguna otra, y por ello, es a esta misma causa a
la que debe atribuirse la débil inclinación de los
judíos por el suicidio.
El Judaísmo consiste en un cuerpo de doctrinas
que reglamenta todos los detalles de la existencia y deja poco
lugar al juicio del individuo.
De todo lo anterior se desprenden dos conclusiones importantes;
por un lado, se ve cómo el suicidio progresa con la
ciencia; y por otro, se ve que, cuanto más numerosos y
fuertes son los estados colectivos, más fuertemente
integrada está la comunidad religiosa y más virtud
preservativa tiene. Lo importante es que los dogmas y ritos
sirvan por su naturaleza para alimentar una vida colectiva de una
suficiente intensidad; debido a que la iglesia protestante no
tiene el mismo grado de consistencia, es por lo que no ejerce
sobre el suicidio la misma acción moderadora.
En el suicidio altruista, la
motivación hacia la muerte está originada por
una rígida estructuración de la sociedad en la que
se vive. La muerte en sí misma no es tan importante como
preservar el "honor". En él la persona realiza una entrega
o un sacrificio en bien del grupo del cual forma parte, creyendo
que esto es lo más adecuado. Este tipo de suicidio se
caracteriza por la energía y la pasión. Algunos
ejemplos de él son el de la viuda que en la India acepta
que la depositen sobre la pira donde arderá el cuerpo de
su marido, o el del Capitán de un barco, que no quiere
sobrevivir a la pérdida de su
embarcación.
Si una individualización excesiva conduce al
suicidio, una individualización insuficiente produce los
mismos efectos. Cuando el hombre está desligado de la
sociedad se mata más fácilmente.
En las sociedades denominadas inferiores, el suicidio
egoísta es prácticamente desconocido, pero se
encuentra en otras formas; cada una de ellas tiene caracteres muy
particulares. Todos los hechos se ubican en una de las tres
categorías siguientes: a) suicidios de hombres llegados al
apogeo de la vejez o
atacados por una enfermedad; b) suicidios de mujeres a la muerte
de su marido; y c) suicidios de clientes o
servidores a
la muerte de sus jefes.
Si el hombre se quita la vida por alguna de estas causas
no es porque se acoja al derecho de hacerlo, sino porque cree que
es su obligación. Si falta a esta obligación, se le
castiga con el deshonor o con penas religiosas.
Para que la sociedad pueda impulsar así a ciertos
miembros suyos a matarse, es preciso que la
personalidad individual cuente muy poco; es necesario que
esté casi totalmente absorbido por el grupo y por
consiguiente, fuertemente integrado.
Se llama a este tipo de suicidio altruista, porque como
se ha denominado egoísta al estado en que se encuentra el
individuo cuando vive su vida personal y no obedece más
que a sí mismo, la palabra altruismo expresa el estado
contrario; es decir, aquel en el que el individuo no se
pertenece, en que se confunde con otra cosa que no es él,
en el que el polo de su conducta está situado fuera de
él, en uno de los grupos de que forma parte.
Esta variedad de suicidio altruista se puede denominar
suicidio altruista obligatorio.
Otra clase de suicidio, es el altruista facultativo, en el cual
el individuo no tiene ningún apego a la vida, y a la menor
indicación renuncia a ella. Por "facultativo" debe
entenderse solamente que son los mismos exigidos por la sociedad
que cuando son estrictamente obligatorios.
El tercer tipo dentro del altruista es el suicidio
altruista agudo, cuyo perfecto modelo es el
suicidio místico.
Estas diferentes formas contrastan con el suicidio
egoísta. Éste último está ligado a
una moral ruda que estima en nada lo que sólo interesa al
individuo; el suicidio anómico, en todas sus variantes, es
solitario de esta ética
refinada, la cual pone tan alta la personalidad humana que
ésta ya no puede subordinarse a nada. Se puede afirmar
entonces, que existe toda una distancia que separa a los pueblos
primitivos de las naciones más cultas.
En el suicidio anómico, se produce una
confusión de valores sociales, que lleva a una crisis
individual a causa de las condiciones de existencia que
caracterizan a las sociedades modernas. En estas sociedades, la
existencia social ya no es regulada por la costumbre; los
individuos compiten permanentemente unos con otros, por lo tanto
están acechados de forma continua por el sufrimiento que
se origina en la desproporción entre sus aspiraciones y
satisfacciones. Se caracteriza por un estado de irritación
y de disgusto, que la existencia moderna ofrece, un disgusto que
es resultado de la toma de conciencia de la desproporción
entre las aspiraciones y las satisfacciones. Este tipo de
suicidio le interesa particularmente a Durkheim, porque es el
más característico de la sociedad
moderna.
Cuando se producen crisis económicas, la cifra de
suicidios aumenta de forma vertiginosa, pero cuando se produce lo
contrario esta cifra no disminuye en la misma proporción.
Por tanto, los suicidios no se producen porque la crisis
empobrezca a la población, sino porque son perturbaciones
del orden colectivo.
El estado de irregularidad o de anomalía
está reforzado por el hecho de que las pasiones se
encuentran menos disciplinadas en el preciso momento en que
tendrían necesidad de una disciplina mucho más
fuerte. Esto hace que las ambiciones vayan siempre más
allá de los resultados obtenidos. Nada les contenta y la
agitación se gasta sobre sí misma sin llegar a
saciarse.
Entonces, se puede afirmar que la pobreza
protege contra el suicidio. Cuanto menos posee uno, menos intenta
extender el círculo de sus necesidades. En cambio, la
riqueza, por los poderes que confiere, nos da la ilusión
de que nos engrandecemos por nosotros mismos.
En épocas pasadas la religión servía de
consuelo tanto para ricos como para pobres, pero hoy en
día la religión ha perdido toda su fuerza; esto ha
llevado a la consagración del materialismo. Que
el desarrollo
económico se sitúe en primer lugar, nos lleva a
considerar si no será esto el causante de que en crisis
económicas se dispare el número de suicidios.
La anomia es en las sociedades modernas un factor regular y
específico de suicidios. El suicidio anómico es
consecuente de que la actividad de estas personas está
desorganizada y ésta es la razón de su
sufrimiento.
Se podría resumir la teoría de
Émile Durkheim afirmando que los suicidios son
fenómenos individuales que responden a causas
esencialmente sociales.
Por otra parte, las funciones de la familia decaen en la
sociedad moderna, alejándose cada vez más del
individuo, y no pudiendo poner fin a la anomia. Tampoco la
religión logra hacerlo, eliminando las causas profundas
del mal. En las sociedades modernas, las religiones presentan un
caracter cada vez más abstracto e intelectual. Por lo
tanto, el único grupo social que puede favorecer la
integración de los individuos en la colectividad es la
profesión, o, utilizando el término de Durkheim, la
"corporación".
El hombre, abandonado a sí mismo, está
animado de ilimitados deseos. El individuo quiere siempre
más de lo que tiene; se siente permanentemente
decepcionado por las satisfacciones que encuentra en una
existencia dura. Es un ser formado de deseos, y, desde luego, la
necesidad fundamental de la moral y la sociedad es la disciplina.
El hombre necesita la disciplina de una fuerza superior,
autoritaria y amable; es decir, digna de ser amada, que sea capaz
de imponerse y atraer al mismo tiempo: la sociedad.
Cada sociedad tiene, en determinado momento de su
historia, una aptitud definida para el suicidio. La intensidad
relativa de esta aptitud se mide comparado la cifra global de las
muertes voluntarias y la población de toda edad y sexo. Este
dato numérico se denomina tasa de mortalidad suicidio
propia de la sociedad tomada en consideración, y se
calcula, por lo general, en relación a cien mil o un
millón de habitantes.
Las cifras de los suicidios constituyen un sistema de
hechos, único y determinado; así lo demuestra su
permanencia y variabilidad. En cuanto a la primera, está
relacionada con un conjunto de caracteres distintivos, solidarios
los unos de los otros, que a pesar de las circunstancias de
ambiente se afirman de modo simultáneo. En definitiva, lo
que expresan estos datos estadísticos es la tendencia al
suicidio de que cada sociedad está colectivamente
afectada, ya que cada una está predispuesta a producir un
contingente determinado de muertes voluntarias.
Este hecho definido, llamado la cifra social de los
suicidios, depende de ciertas condiciones. Entre las condiciones
individuales hay muchas que no son lo suficientemente generales
para influir en la relación que pueda haber entre el
número total de muertes voluntarias y la población.
Puede hacer que uno u otro individuo aislado se mate, pero no que
la sociedad en total sienta hacia el suicidio una
inclinación más o meno intensa, por lo mismo que no
se refiere más que a cierto estado de la
organización social, no produce reflejos sociales, e
interesa al psicólogo, no al sociólogo. Lo que
busca este último son las causas por medio de las que es
posible obrar, no sólo sobre los individuos aisladamente,
sino sobre el grupo. Entre los factores del suicidio los
únicos que le conciernen son aquellos que hacen sentir su
acción sobre el conjunto de la sociedad. La cifra de los
suicidios es el resultado de estos factores.
Anexo I
Suicidio en la adolescencia
Una forma de reacción de los jóvenes a los
problemas más diversos es el suicidio tentado o
proyectado. La más mínima circunstancia puede
cuadrar para desatar un gesto de intención
autodestructiva.
Mireya Friori de Ortega afirma: " Se ha señalado que las
conductas suicidas de adolescentes
han ido en aumento, llegado a ser hoy en día la segunda o
tercera causa de muerte después de los accidentes".
Estadísticas de Estados Unidos
muestran que uno de cada mil adolescentes trata de suicidarse y
que los intentos que no causan la muerte tienen una frecuencia 7
a 8 veces mayor que los mortales.
En los últimos cuarenta años los IAE (
Intentos de Autoeliminación) han aumentado
representativamente. Se puede agregar también que el
perfil relacionado con la edad y el sexo muestra una
preponderancia de mujeres jóvenes y que el método
preferentemente utilizado ha sido la ingesta de
psicofármacos.
Es de notar que este aumento de los IAE en la adolescencia
está en íntima relación con los problemas
del comportamiento. Estos se presentan muchas veces asociados con
problemas de alimentación: Anorexia,
bulimia,
toxicomanías, alcoholismo o
conductas agresivas y en el plano familiar con conductas de
oposición que pueden llegar a la violencia
manifiesta.
Por la frecuencia de esta conducta y por su gravedad
ella presenta un serio problema a la salud mental.
Gravedad por el riesgo que pueden
correr, pero asimismo, porque ellas dan cuenta de las
dificultades que presentan estos jóvenes en un
período de la vida tan importante como la
adolescencia.
Existe también una dificultad para enfrentarse a
la situación de frustración y dolor. El joven
responde a través de una actuación y no por una
reflexión o por un trabajo de elaboración
psíquica de la situación conflictiva. Ella
podría dar cuenta de una falla en la
simbolización.
El adolescente prefiere el dolor físico antes que
correr el riesgo de un sufrimiento psíquico. Tiene
dificultades de enfrentar una verdadera depresión
y la sustituye por una huida, por el pasaje al acto.
Los adolescentes con estos problemas presentan ciertas
características en común:
- Las conductas actuadas, primando la descarga motriz
sobre el trabajo de elaboración
psíquica. - Problemas de comportamiento asociados a otros o en
sucesión en el mismo individuo, y no aislados, como
ser intentos de autoeliminación, toxicomanías,
alcoholismo, repliegue sobre sí mismo, conductas de
oposición en el medio familiar, a veces con violentas
reacciones. - Poseen, por una parte, una gran sensibilidad; son
extremadamente vulnerables a los otros y a cambios
ambientales; por otro lado suelen oponerse o rechazar toda
ayuda o acción del otro. - Implican una autoagresión y un autosabotaje
con una implicancia corporal muy manifiesta en el intento de
suicidio y en los problemas de
alimentación.
Se debe considerar que esta descripción no se
ajusta a todos los adolescentes suicidas.
Para entender estas conductas partimos de las siguientes hipótesis:
J La existencia de una
falla en el vínculo precoz madre – niño
implicaría una alteración de la unidad cuyos
efectos son devastadores. La pubertad y el inicio de la
adolescencia llevarían a reeditar esa antigua
situación infantil, lo que hace difícil a estos
jóvenes lograr esa segunda separación –
individuación necesaria para la vida, no encontrando otra
forma para lograrla que el acto suicida. Este sería el
medio por el que recurren en busca de esa
separación.
J La existencia de un narcisismo
patológico que conduce al sujeto a una extrema dependencia
del objeto externo, a una influencia en la formación del
yo, en la función de autoconservación. Las madres
que no han logrado separase de sus propias madres establecen un
vínculo dual que se repite en las relaciones
terciarias.
J Se considera el IAE como una conducta de
agresión, del maltrato, de la falta de escucha.
Los significados del acto
suicida
El adolescente no puede ser separado del contexto familiar y
social del que proviene. La decisión de llevar a cabo el
acto suicida está particularmente relacionada con los
conflictos familiares. Cuando estos jóvenes atacan su
cuerpo, atacan lo que es fruto de la unión de sus padres.
Ese cuerpo que quieren matar es el cuerpo imaginario, no el
cuerpo que se enferma.
Una joven de catorce años que hizo un intento de suicidio
se sentía agredida y no tomada en cuenta por sus padres y
decía:" Yo perdí lo que quería, ellos van a
perder algo que quieren". La joven quería matar al cuerpo
querido por sus padres, cuerpo escindido tratado como si no le
perteneciera.
Otro joven después de tomarse medio litro de
querosén decía: "No pasó nada…"
Atentar contra la vida puede ser en apariencia un acto ambiguo
por el cual el cuerpo golpeado puede significar el último
llamado al otro.
Es frecuentemente el acto suicida un modo que tiene el
adolescente de evitar su dependencia y de tomar un rol activo de
dominio de sí mismo, de escapar de aquellos que siente que
tienen dominio sobre él.
El odio al cuerpo es muy fuerte en la casi totalidad de los
adolescentes suicidas. Parecen sentirlo como separado, como si no
les perteneciera, como
extraño.
Los factores de riesgo
Por la posibilidad del paso al acto y de reintentarlo,
consideramos que la sola idea del suicidio constituye una
urgencia, en razón del riesgo que puede tener
consecuencias fatales.
Friori de Ortega plantea: "La adolescencia es ella misma una edad
de riesgo y meditamos necesario ayudar al adolescente a expresar
aquellos conflictos los cuales puede sentir como negativos. El
adolescente que trató de suicidarse corre el peligro de
repetir el intento pues todos los estudios coinciden en que
después de una tentativa existe un alto riesgo de
repetición. Dicho conflicto es mayor durante el primer
año y aun durante los primeros seis meses".
Davidson y colaboradores establecen una escala de riesgos
para los jóvenes que recidivan. Destacan seis
factores:
- Existencia de un diagnóstico psiquiátrico de
psicosis o
de personalidad patológica. - Pertenecer a una familia de cuatro niños o
más. - Antecedentes familiares de alcoholismo.
- Antecedentes de problemas de comportamiento y
dificultades caracteriales y escolares en el pasado del
sujeto. - Patología relacional familiar.
- Tendencias depresivas.
Para estos autores la ocurrencia simultánea de
varios de estos factores es la que tiene el valor predictivo
más neto. "Estos factores no son distintos que los que
encontramos trabajando con un equipo de psiquiatras y
psicólogos en el hospital Pereira Rossell"
La prevención
En algunos casos el acto suicida sería más que un
verdadero deseo de muerte una forma de huir de una tensión
insoportable.
La prevención es difícil en la medida en que los
que van a intentar suicidarse se caracterizan lo más
frecuentemente por retraerse y el aislarse. La mejor
prevención sería ayudarles a la
verbalización de los conflictos.
El período inmediatamente posterior a las tentativas es a
menudo de máxima sensibilidad, privilegiado para
establecer un diálogo
con el adolescente. Durante este período se puede ayudar
al joven a realizar una toma de conciencia del acto cometido y de
los motivos no racionales que le llevaron a él, así
como a encontrar otras vías de expresión de sus
conflictos y permitir una mejor inserción en el medio
familiar.
Anexo II
Fragmento de "Días y noches de amor y de
guerra",
Eduardo Galeano, Uruguay, Arca,
1985.
Mi primera muerte fue así
1- Me pasaba las noches sentado en la cama y llenando
ceniceros.
Silvia, inocente, dormía de un tirón. Yo la odiaba
a la hora del amanecer. La despertaba, la sacudía por los
hombros, quería decirle: estas son las preguntas que no me
dejan dormir. Quería decirle: me siento solo, yo
perseguidor, perro que ladra a la luna, pero no sé
qué carajo me salía de la boca en lugar de
palabras. Creo que tartamudeaba disparates, como ser: pureza,
sagrado, culpa, hambre de magia. Llegue a convencerme de que
había nacido equivocado de siglo o de planeta.
Hacía pocos años que yo había
perdido a Dios. Se me había roto el espejo. Dios
tenía los rasgos que yo le ponía y decía las
palabras que yo esperaba. Mientras fui niño, me puso a
salvo de la duda y de la muerte. Había perdido a Dios y no
me reconocía en los demás.
La militancia política no me
aliviaba, aunque en más de una ocasión, enchastrado
de arriba abajo por el engrudo de las pegatinas, pude sentir un
alegre cansancio o sensación de combate que valía
la pena. Alrededor había un mundo quieto y domesticado
para la obediencia, en el que cada ciudadano representaba su
personaje (algunos tenían un elenco completo) y echaban
puntualmente su saliva los perritos de Pávlov.
Varias veces intenté escribir. Yo intuía
que esa podía ser una manera de sacarme de adentro a la
mala bestia que me había crecido. Escribía una
palabra, una frase a veces, y enseguida la tachaba. Al cabo de
algunas semanas o meses la hoja estaba toda lastimada, quieta en
su sitio sobre la mesa, y no decía nada.
2- Quise llorar. Lloré. Tenía diecinueve
años recién cumplidos y preferí pensar que
lloraba por el humo de todas las cosas mías que estaba
quemando. Armé un buen incendio de papeles, fotos y dibujos
para que no quedara nada de mí. Se llenó la casa de
humo y yo me senté en el suelo y
lloré. Después salí a recorrer farmacias y
compré luminales como para matar a u caballo.
Ya había elegido el hotel. Mientras caminaba por
la calle Río Branco, calle abajo, sentía que estaba
murto desde hacía horas o años, vacío de
curiosidad y de deseo, y que sólo me faltaba cumplir con
los trámites. Sin embargo, al llegar al cruce de la calle
San José un automóvil se me vino encima y mi
cuerpo, que estaba vivo, pegó un salto descomunal hasta la
vereda.
Lo último que recuerdo de mi primera vida es una ranura de
luz en la
puerta cerrada mientras yo me hundía en una noche serena
que no iba a terminarse nunca.
La obra de Émile Durkheim, desde nuestro punto de
vista, está completamente relacionada. Al analizar el
suicidio, comprendimos que, en todas sus variantes, ya sea
egoísta, altruista o anómico, es la sociedad, junto
con las normas que impone, la que lleva al individuo a consumar
este hecho social. Observamos que estaba relacionado con la
anomia y la desviación social, tal es el caso del suicidio
anómico. La anomia está, a su vez, vinculada con la
división del trabajo social, ya que es una de las cosas
que provoca la desigualdad social.
Pero también entendimos que para comprender la
anomia y la desviación social, necesitábamos saber
primero lo que era una norma -ya que "anomia" implica "no norma"-
y los diferentes tipos, como son las normas religiosas, morales y
jurídicas, además de los usos y convencionalismos
sociales.
Se necesitaba diferenciar lo que era normal de lo que era
patológico para, una vez asimilado, poder distinguir lo
anómico de lo que implicaba no serlo.
Tampoco se podía plantear, al menos no
correctamente, el análisis del trabajo de Durkheim, sin
establecer como algo básico dentro de su obra el estudio
de su método y las reglas que éste
exigía.
La definición de sociedad era esencial, ya que todos estos
hechos o acontecimientos, se desarrollan dentro de la misma.
Tratamos también la distinción realizada por el
autor, de dos sociedades opuestas: la primitiva y la avanzada.
Este punto comprendió, a su vez, el estudio de la vida
religiosa y creencias propias de la sociedad primitiva.
Todas las actitudes del
individuo están íntimamente relacionadas con la
sociedad, con las reglas que ésta impone. La sociedad es
la encargada de establecer cuándo la actitud de un
individuo acata o transgrede las normas. Ella ejerce gran
presión sobre el individuo; controla su comportamiento
social, el cual no depende de sus manifestaciones
individuales.
El texto de
Eduardo Galeano es simplemente un toque personal, que demuestra
que temas como el suicidio también están presentes
en la literatura.
1.DURKHEIM, Émile, La División del Trabajo
Social, Madrid, Akal, 1987 [1893].
2._______________, Las Reglas del Método
Sociológico, [s/l], Dédalo, segunda edición,
1959 [1895].
3._______________, El Suicidio: un Estudio Sociológico,
Madrid, Reus, 1928 [1897].
4._______________, Las Formas Elementales de la Vida Religiosa,
Madrid, Alianza, 1993 [1912].
5._______________, Educación y Sociología,
Bogotá, Babel, 1976 [1922].
6._______________, Sociología y Filosofía, Buenos Aires,
Miño y Dávila editores, [s/d].
7.Enciclopedia Autodidáctica Océano Color, Barcelona,
Océano, 1997, XII volúmenes, volumen II.
8.FILLOUX, Jean-Claude, Durkheim y la Educación, Buenos
Aires, Miño y Dávila editores, 1994.
9.FRIORI DE ORTEGA, Mireya, Suicidio en la Adolescencia en AA.VV,
La Problemática del Suicidio en el Uruguay de Hoy, [s/l],
s. p. i., [s/d], tomo II.
10.KON, I., Historia de la Sociología del Siglo
XIX-Comienzos del XX, Moscú, Progreso, 1989.
11.MARRERO, Adriana, Introducción a la Sociología,
Montevideo, FCU, 1997.
12.REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la Lengua
Española, Madrid, Espasa Calpe, vigésima primera
edición, 1992.
13.VESCOVI, Enrique, Educación Social y Cívica,
Montevideo, Idea, 1995.
Páginas Web:
www.lafacu.com
www.monografias.com
www.sociologicus.com
www.cem.itesm.mx
Autor:
Anselmi, Virginia
Diez, Victoria
Montevideo – Uruguay