Monografias.com > Estudio Social
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Obra Sociológica




Enviado por vicky_pa21



    Índice

    2. Sociología
    3. Hecho Social
    4. Las Reglas del Método
    Sociológico

    5. Sociedad
    6. La División del Trabajo
    Social

    7. Lo Normal y lo
    Patológico

    8. Anomia Social
    9. Desviación
    Social

    10. El Suicidio
    11. Anexos
    12. Conclusión
    13. Bibliografía

    1.
    Biografía

    Émile Durkheim
    nació en Espinal, Francia, en
    1858, en el seno de una familia
    judía. Se graduó en la École Normale
    Supérieure de París en 1882 y trabajó como
    profesor de Derecho y Filosofía. En 1887 comenzó a
    enseñar Sociología, primero en la Universidad de
    Burdeos y después en la de París. Murió en
    1917.
    Es uno de los grandes clásicos de la Sociología;
    muchos de sus análisis no sólo han enriquecido la
    teoría
    sociológica, sino que además siguen siendo modelos de
    investigación empírica. Durkheim
    perteneció a la corriente Positivista. El Positivismo es
    un sistema
    Filosófico que admite únicamente el método
    experimental y rechaza toda noción a priori y todo
    concepto
    universal y absoluto.
    Tiene el mérito de haber sido el primero en tratar la
    Sociología como en la actualidad se considera la ciencia. Es
    el primero en poner en práctica el trabajo
    interdisciplinario; y rompe con la idea de lo social heredado,
    concretando la cultura como
    creación social.

    Este teórico pensó en establecer una
    ciencia
    "científica" que analizase y pudiese ordenar la sociedad
    imperante, la cual había sido modificada por la Revolución
    Industrial, repercutiendo en el ámbito social. Pensaba
    que los métodos
    científicos debían aplicarse al estudio de la
    sociedad, y creía que los grupos
    sociales presentaban características que iban más
    allá o eran diferentes a la suma de las
    características o conductas de los individuos.
    Además estudió la base de la estabilidad social, es
    decir, los valores
    compartidos por una sociedad, como la moralidad y la religión. Dichos
    valores (que
    conformaban la conciencia
    colectiva) son los vínculos de cohesión que
    mantienen el orden social. La desaparición de estos
    valores conduce a una pérdida de estabilidad social o
    anomia (del griego anomia, "sin ley") y a
    sentimientos de ansiedad e insatisfacción en los
    individuos. Explicó el fenómeno del suicidio como
    resultado de una falta de integración del individuo en la sociedad.
    Durkheim analizó esta correlación en su obra El
    Suicidio: un estudio sociológico, en 1897.
    Para explicar sus teorías
    en sus escritos se apoyó a menudo en material
    antropológico, especialmente en sociedades
    aborígenes. Otras de sus obras son: La División del
    Trabajo Social
    (1893); Las Reglas del Método Sociológico (1895);
    Las Formas Elementales de la Vida Religiosa (1912); Educación y
    Sociología (1922); Sociología y Filosofía
    (1924); La Educación Moral (1925);
    La Educación Moral y el Socialismo
    (1928); La Evolución de la Pedagogía en Francia (1938);
    Enseñanzas de la Sociología (1960).

    Los desarrollos de Durkheim son ejemplos
    paradigmáticos de la forma de trabajar las relaciones
    entre teoría y método: no es posible intentar
    interpretar sus planteamientos teóricos sin tener presente
    el Positivismo. Recién a finales del siglo XIX, con este
    teórico, las ideas expuestas por Comte lograron tener, en
    Francia, un seguidor de primera línea.

    2. Sociología

    Durkheim define a la Sociología como "Ciencia de
    las instituciones,
    de su génesis y funcionamiento. Su fin es tratar los
    hechos como cosas."
    En la concepción de este sociólogo, dicha ciencia
    ocupa el lugar central entre las ciencias
    sociales. Su misión
    consiste no sólo en estudiar los hechos sociales sino que
    equipa a las demás con el método y la
    teoría, sobre cuya base deben hacerse las investigaciones
    en distintas esferas de la vida social. No es dependiente de
    ninguna otra ciencia, es ella en sí misma una ciencia
    distinta y autónoma. La función
    que otorga a la Ciencia Social es esencialmente conservadora: en
    medio de las convulsiones sociales de su tiempo,
    ésta debía dedicarse a comprender la sociedad
    buscando lo permanente en medio del cambio,
    relaciones causales y fenómenos regulares para así
    establecer leyes que
    permitieran predecir los procesos de
    cambio (Durkheim reafirma aquí lo planteado anteriormente
    por Comte) y fortalecer los vínculos sociales
    (instituciones y creencias). El estudiar los fenómenos
    sociales desde el paradigma de
    las otras ciencias,
    entendiendo que el hecho social no es sino una
    manifestación más compleja de otro tipo de hechos
    (psicológicos o físicos, sobre todo) hace peligrar
    la constitución de la Sociología como
    ciencia autónoma. "Estimaba que la sociología debe
    estudiar la realidad social que posee cualidades
    específicas, inherentes tan sólo a ella. Los
    elementos de la realidad social son los hechos sociales, cuyo
    conjunto es la sociedad."
    La Sociología podía aportar las bases de un
    conocimiento
    metódico y riguroso para la solución
    científica de los problemas
    sociales. El problema social fundamental no era el
    económico sino un problema de consenso social, de
    comprensión de superioridad moral de la sociedad y de
    interiorización de todos los imperativos, normas y
    obligación requeridas para su buen funcionamiento. Sus
    ideas, que crearon escuela, fueron:
    idea de "institución social", relación de los
    conceptos sociológicos de "cultura" y "sociedad", de
    análisis "estructural-funcional", construcción de "tipologías",
    acotamiento de los principales campos temáticos de la
    sociología, desarrollo de
    teorías específicas como la "anomia".

    3.
    Hecho Social

    El objeto de la Sociología es el Hecho Social,
    esto es "toda manera de hacer, fijada o no, susceptible de
    ejercer sobre el individuo una coacción exterior; o bien:
    que es general en el conjunto de una sociedad, conservando una
    existencia propia, independiente de sus manifestaciones
    individuales." Por lo tanto el hecho social es coactivo,
    exterior, objetivo e
    independiente de los individuos.
    El estudio de los hechos sociales no puede prescindir de los
    fenómenos biológicos, físicos y
    psicológicos. Cada uno de ellos sólo puede ser
    explicado por otro hecho social.
    Los autores de Historia de la
    Sociología sostienen que: "Al nacer el individuo encuentra
    ya formadas leyes y costumbres, reglas de conducta,
    creencias religiosas y ritos, el idioma y el sistema monetario,
    que funcionan independientemente de él. Estos modos de
    pensar, actuar y sentir existen autónoma y objetivamente."
    Por lo tanto, una de las características del hecho social
    es la posibilidad de ejercer coacción sobre el sujeto,
    obligándolo a acomodarse a él. La presión
    que se ejerce sobre los individuos para impulsarlos a una
    acción determinada es consecuencia de la objetividad de
    los factores sociales. No es un producto de
    una entidad psicológica individual, de una mente, ya que
    no pueden ser modificados a voluntad con ella, sino que son
    coactivos, pues ejercen una presión social sobre el
    individuo; existen castigos inherentes a su cumplimiento,
    regulados conforme a derecho o no. Los fenómenos sociales
    son producto de y afectan a una colectividad, un grupo
    social.

    Cada persona
    experimenta la coacción social. Por ejemplo, las reglas
    jurídicas y morales no pueden ser infringidas sin que el
    individuo no sienta todo el peso de la desaprobación
    general. Lo mismo ocurre con otros tipos de hechos sociales. Los
    ejemplos más claros de coacción los encontramos en
    este campo. Si un individuo trata de violar las reglas del
    derecho, estas reaccionan contra él; de esta manera,
    impiden su acto si aun es posible, o lo anulan,
    reestableciéndolo en su forma normal si ya se ha realizado
    y es reparable, o para hacérselo purgar si no puede
    repararse de otro modo.
    Para reafirmar la definición de hecho social dada por
    Durkheim, conviene observar cómo son educados los niños,
    ya que toda educación radica en un esfuerzo continuo para
    imponer a los niños maneras de ver, de sentir y de obrar,
    a las cuales no habrían llegado espontáneamente.
    Esta presión que sufre el niño es la presión
    misma del medio social, que lo forma a su imagen, y del
    cual los padres y los maestros son representantes e
    intermediarios.

    El hecho social es externo, porque todas las personas
    nacen dentro de una sociedad que ya tiene una estructura y
    unas características determinadas, que condicionan su
    forma de ser y de comportarse. Por lo tanto las normas,
    creencias, etc., existen con anterioridad al individuo, y por
    ende fuera de él. Durante la infancia, a
    través de la educación se transmiten al niño
    las maneras de ser, sentir y actuar características de la
    sociedad, transformándose en hábitos, y así
    la exterioridad deja de percibirse.
    Otra característica de los hechos sociales es que son
    colectivos, porque existen independientemente de las
    manifestaciones individuales. Son resultantes de la vida en
    común, propios del grupo, y se repiten en los individuos
    porque se imponen a ellos (un ejemplo claro de esto es el idioma:
    un individuo puede optar por no hablar el idioma de su sociedad,
    pero la imposibilidad de comunicarse con sus pares lo obliga a
    utilizar la lengua
    impuesta por dicha sociedad).

    Los hechos sociales son cosas con el mismo derecho que
    las cosas materiales,
    aunque de otra manera; son cosas sociales. Se entiende por "cosa"
    lo que se opone a la idea, todo aquello de lo cual no podemos
    tener una noción adecuada por un simple procedimiento de
    análisis mental.

    4.
    Las Reglas del Método
    Sociológico

    La metodología de la investigación
    sociológica, elaborada por Durkheim, nos permite
    considerarlo como una destacado representante del Positivismo.
    Para él, el estudio de lo social debe someterse a ciertas
    normas metodológicas para poder llegar a
    ser científico.
    Uno de los rasgos de este método es el de ser
    exclusivamente sociológico. Debe basarse principalmente en
    la observación empírica del carácter
    externo de los hechos sociales, de su manifestación
    externa y visible, para elaborar enunciados científicos
    que expresen de forma concisa los datos
    recopilados. Durkheim aspira a la elaboración de leyes que
    expresen las regularidades y las relaciones causales halladas en
    los hechos sociales, para así poder predecir los cambios y
    controlar su evolución.

    Dentro de las reglas de este método, la primera y
    más fundamental es considerar los hechos sociales como
    cosas. Interpretar los fenómenos sociales como "cosas"
    significaba reconocer su existencia independiente del sujeto y
    estudiarlos objetivamente, como investiga su objeto tal o cual
    ciencia natural. Como no se puede observar directamente los
    estados colectivos de la conciencia, afirmaba que de ellos
    sólo se puede juzgar indirectamente, sobre la base de los
    datos objetivos
    acerca de distintas formas de conducta, así como por la
    manifestación de la conciencia colectiva en forma de
    instituciones sociales.

    La aplicación del método de
    observación indirecta es posible en las ciencias
    físicas, por tanto también lo es en la
    Sociología. Sin embargo, el objetivo de la ciencia no se
    reduce a la descripción y ordenación de los
    hechos sociales con ayuda de los indicadores
    objetivos observados. Ayudan a establecer relaciones y leyes
    causales más profundas.
    Tratando de conseguir la mayor objetividad posible en la recogida
    del material empírico, este teórico subraya que en
    la primera fase de la investigación había que
    elegir como datos de partida sólo los fenómenos
    observables directamente.

    La precedente es negativa: enseña al
    sociólogo a evitar el imperio de las nociones vulgares y
    lo inclina a considerar los hechos. Durkheim veía la
    garantía para evitar las nociones vulgares o "prenociones"
    (prejuicios), "los fantasmas que desfiguran el verdadero aspecto
    de las cosas y que nosotros tomamos por las propias
    cosas".

    Por ello, el científico debe evitar
    sistemáticamente todos los prejuicios. Al igual que en el
    momento en que determina el objeto de sus investigaciones, se
    prohíbe el ejemplo de todos aquellos conceptos que se ha
    formado con independencia
    de la ciencia y para necesidades que nada tienen de
    científicas. Sin embargo, es posible tratar los hechos
    sociales científicamente sin quitarles nada de sus
    caracteres específicos.
    Debe liberarse el sociólogo de todas aquellas "falsas
    evidencias" que dominan al espíritu vulgar. A lo que
    intenta llegar Durkheim es a que los hechos sociales no pueden
    ser conocidos por intuición directa, sino sólo por
    observación y otros métodos empíricos, ni
    tampoco ser alterados a voluntad.
    La posibilidad de separar a la sociedad del científico que
    la estudia, es una reivindicación de Durkheim en contra
    del moralismo que cree indigno considerar las sociedades formadas
    por relaciones
    humanas, como un objeto semejante a los objetos naturales, lo
    cual impedía el avance de la Sociología, que se
    perdía en meras especulaciones; esto se debió a
    que, dada aquella tendencia, la observación
    empírica era casi inexistente o, en caso de existir, se
    realizaba como conclusión, como demostración de una
    teoría preconcebida y nunca como base para
    desarrollarla.

    Toda investigación científica hace
    referencia a un grupo determinado de fenómenos que
    responden a una misma definición. Como primer paso, el
    sociológico ha de dirigirse a la definición de las
    cosas de que trata, a fin de que sepa de qué ha de
    ocuparse.

    En los momentos de investigación los
    únicos caracteres que se perciben son los que aparecen de
    modo más exterior. El científico sólo ha de
    tomar como objeto de investigación un grupo de
    fenómenos anteriormente definidos por ciertos caracteres
    exteriores que le son comunes.
    La sensación es fácilmente subjetiva: Los
    caracteres exteriores por los cuales define el objeto de sus
    investigaciones, deben ser lo más objetivos posibles.
    Cuando el sociólogo comprende la tarea de explorar un
    orden cualquiera de hechos sociales, debe esforzarse en
    considerarlos por el lado en que se presenten aislados de sus
    manifestaciones individuales.
    Durkheim exige dar definiciones objetivas a los conceptos,
    destacando los rasgos comunes para toda una clase de
    fenómenos. A su vez, diferenció y utilizó en
    la práctica de la investigación sociológica
    dos tipos de análisis: causal y funcional. La
    explicación sociológica es la explicación
    causal cuya esencia consiste en el análisis de la
    dependencia del fenómeno social del medio social.
    Criticaba todos los demás intentos de explicar la vida
    social.

    El concepto de función, tomado por el
    sociólogo de la Biología, significaba
    que entre el proceso
    fisiológico dado y tal o cual necesidad del organismo como
    un todo único existe un nexo de la correspondencia.
    Aplicado a lo social, lo dicho anteriormente certifica,
    según el autor, que la función del fenómeno
    o institución social consiste en establecer la
    correspondencia entre la institución y cierta necesidad de
    la sociedad como un todo único; "Durkheim atribuía
    más importancia que Comte a las indagaciones comparativas.
    Afirmaba que ayudan a resolver todas las tareas teóricas
    principales de la sociología, ya que solo comparando los
    mismos fenómenos en distintas sociedades se puede
    descubrir en ellos lo general y lo específico, que
    determina su diversidad y desarrollo en distintas
    direcciones".
    Durkheim se basa, para este análisis, en la
    analogía de la sociedad con el organismo como el sistema
    más perfecto de órganos y funciones. De
    esta analogía deduce el concepto de las sociedades de tipo
    normal, los conceptos de norma y patología, que luego
    aplicaba a la interpretación de fenómenos tales
    como la delincuencia,
    las crisis, y
    otras clases de desorganización social. Los delitos y otros
    males sociales, que causan daño a la sociedad y provocan
    repugnancia, son normales ya que se encuentran en determinadas
    condiciones sociales y mantienen relaciones sociales
    útiles e indispensables.

    Este teórico defendió el determinismo
    social cuando en las ciencias sociales se iba reforzando la
    tendencia a interpretar el principio de la causalidad en el
    espíritu subjetivista, lo cual fue de suma importancia.
    También lo fue su planteamiento del análisis
    comparativo como exigencia necesaria de la indagación
    sociológica.
    Se puede afirmar con certeza que el método
    sociológico de Durkheim, en lo que se refiere a los
    postulados fundamentales de la investigación, conserva su
    importancia hasta nuestros días.

    5.
    Sociedad

    Durkheim proclamó que la sociedad es "el conjunto
    de ideas, de creencias, de sentimientos de todo tipo que se
    realizan a través de los individuos".

    Pensaba que era legítimo emplear el conocimiento
    científico de la sociedad para intervenir en ella a
    fin de procurar mejoras sociales.
    En las concepciones teóricas del sociólogo se
    pueden observar tendencias fundamentales. La primera es el
    naturalismo; surge de la interpretación de la sociedad y
    sus regularidades por analogía de la naturaleza, con
    sus leyes naturales y está relacionada con las tradiciones
    de la filosofía de la
    Ilustración. La segunda, el llamado realismo
    social, que comprende la sociedad como una realidad sui generis
    la cual se distingue de los demás tipos de realidad
    (física,
    química,
    biología), está relacionada con las concepciones de
    la sociedad, desarrolladas por los tradicionalistas como
    Saint-Simon y Comte.
    El realismo social como teoría sobre la sociedad pertenece
    al llamado sociologismo de Durkheim. Este establecía el
    principio de la especificidad y la autonomía de la
    realidad social; de su primacía y superioridad sobre los
    individuos. La sociedad, en comparación con el individuo,
    se consideraba como una realidad más rica de
    contenido.

    El teórico diferenciaba con precisión la
    conciencia colectiva y la individual, "el grupo piensa, siente y
    actúa de un modo completamente diferente que sus miembros
    si estuvieran aislados. Por consiguiente, si se parte de estos
    últimos, no se podrá comprender nada de lo que
    ocurre dentro del grupo".

    Introdujo, a su vez, el término de
    "representaciones colectivas" para designar las ideas y creencias
    sociales, emocionalmente matizadas. Se trata de representaciones
    colectivas. Interpretaba las relaciones de los individuos en la
    sociedad como relaciones de asociación, gracias a la cual
    surge una nueva cualidad: la vida social como proceso de
    actividad.
    El autor establece que "una creencia o una práctica social
    es capaz de existir independientemente de sus expresiones
    individuales. Con ello no queremos decir que la sociedad es
    posible sin los individuos, es un absurdo tan manifiesto que nos
    podría ahorrar tal suposición".
    Concebía la relación entre la sociedad y los
    individuos como una relación entre un todo único y
    sus partes, citando constantemente el ejemplo de un todo
    químico como la síntesis
    de sus componentes. Subrayando el carácter sagrado de la
    sociedad, adjudicándole rasgos de espiritualidad e
    hiperespiritualidad, Durkheim quería expresar la idea de
    la supremacía moral de la sociedad sobre el individuo. En
    sus obras tempranas insistía en la estrecha
    interconexión entre la conciencia colectiva y el medio
    social. Más tarde, empezó a considerar la
    conciencia colectiva como el nudo vital de toda la
    sociedad.

    1)Individuo y Sociedad
    No hay antagonismo entre la sociedad y el individuo. La sociedad
    está fuera de nosotros y nos envuelve, pero también
    está en nosotros y por un aspecto de nuestra naturaleza
    nos confundimos con ella. Nuestro organismo mental se alimenta de
    ideas, de sentimientos, de prácticas, que nos vienen de la
    sociedad. No podemos separarnos de ella sin separarnos de
    nosotros mismos, forma parte de nuestra propia sustancia. La
    sociedad sobrepasa al individuo, tiene su naturaleza propia
    distinta de la naturaleza individual, además, ella se une
    al individuo; entre ambos no hay vacío; hunde en nosotros
    fuertes y profundas raíces.

    Según Durkheim, el individuo es un mero actuante
    del entorno, ya que éste lo condiciona y lo hace tomar
    decisiones que él obra. Considera al individuo como un ser
    pasivo, y no como un reactor de hechos, no considera el modo
    voluntarista de la acción que será central en
    Weber.
    Jean Claude Filloux plantea que "…los productos del
    trabajo de una generación no se pierden para la
    siguiente". La sabiduría humana se acumula sin
    término y es esta acumulación indefinida la que
    eleva al hombre por
    encima del animal y aun por encima de si mismo. Esta
    acumulación solo es posible en y por la sociedad, ya que
    para que el legado de cada generación pueda ser conservado
    y agregado a los otros es necesario que haya una personalidad
    moral que permanezca por encima de las generaciones que pasan,
    que las una entre sí: es la sociedad.

    Durkheim sostiene: "El individuo, al querer a la
    sociedad, se quiere a si mismo. La acción que ésta
    ejerce sobre él, señaladamente, por medio de la
    educación, no tiene, de ningún modo, como objeto y
    como efecto, comprimirle, disminuirle, desnaturalizarle; sino,
    por el contrario, engrandecerle y hacer de él un ser
    verdaderamente humano". Él no puede crecer más que
    con esfuerzo. Ésta característica, la de esforzarse
    voluntariamente es una de las más esenciales del
    hombre.

    Los individuos se unen, pasando a formar un ser
    psíquico de una especie nueva que tiene su propia manera
    de pensar y de sentir. El hecho social surge cuando las
    propiedades elementales de las cuales es resultante han sido
    transformadas por la asociación. Esta última es un
    factor activo que produce efectos especiales. Cuando las
    conciencias, en lugar de permanecer aisladas, se agrupan y se
    combinan, algo cambia en el mundo. Es natural que este cambio
    genere otro.
    La vida social esta hecha esencialmente de representaciones. Pero
    las representaciones colectivas son de naturaleza diferente a las
    del individuo.

    2)Las Formas Elementales de la
    Vida Religiosa

    Émile Durkheim, en esta obra, se propone estudiar la
    religión más primitiva y más simple que se
    conoce para entender la naturaleza religiosa del hombre. Infiere
    que todo ser humano tiene religión, y propone que ha
    habido una evolución en la religión donde se
    modifican las estructuras
    pero quedan intactas las funciones.
    Con las ideas de que la religión cumple una función
    social, de que es verdadera, y de que debe existir la misma
    función en todas las religiones, Durkheim va en
    contra del pensamiento de
    la época. Para él, los fenómenos religiosos
    se ubican en dos categorías fundamentales: las
    creencias y los ritos. Las creencias se clasifican
    en 1) Profano y 2) Sagrado. Los individuos que componen la
    categoría de las creencias se sienten obligados entre
    sí por el hecho de tener una fe en
    común.

    Las sociedades desde donde va a partir su
    análisis son las tribus australianas, por considerarlas
    las más primitivas y homogéneas. Durkheim las
    considera homogéneas porque los cuadros de la
    organización social son los mismos, y designados, a
    veces, con nombres idénticos.

    Las Sociedades Homogéneas
    de Durkheim

    Los aspectos en los que el autor se basa para establecer que hay
    homogeneidad son: a) los cuadros de organización, constituidos por dos
    fratrías que comenzaron siendo una bifurcación; b)
    la estructura social basada en clanes, siendo esencialmente una
    reunión de individuos que llevan el mismo nombre y que se
    reúnen alrededor de un mismo signo o emblema.
    El clan se caracteriza por dos rasgos importantes: el primero es
    que los individuos que lo componen se consideran unidos por un
    vínculo (no necesariamente sanguíneo) dado por un
    nombre, y reconocen deberes que incumben a los parientes. El
    segundo es que existe una especie determinada de cosas materiales
    (tótem) con las cuales el sujeto cree estar relacionado de
    modo particular y que dan el nombre a dicho individuo.

    Durkheim propone que el tótem del clan es una
    especie derivada del tótem de la fratría, el cual
    es como un género.
    Define la fratría como un grupo de clanes que están
    unidos entre sí por vínculos particulares de
    fraternidad y en la cual se ve un antiguo clan desmembrado,
    siendo los clanes actuales producto de dicho
    desmembramiento.

    Las fratrías se subdividen en clases
    matrimoniales, que son un grupo secundario colectivo, y que
    regulan el funcionamiento de las primeras por las siguientes
    reglas: 1) en cada fratría, cada generación
    pertenece a una clase distinta que la generación
    inmediatamente precedente; 2) los miembros de una clase no pueden
    contraer matrimonio
    más que con una sola de las clases de la otra
    fratría, pero al no tener emblemas, Durkheim no los
    considera como tótems.
    Tres categorías de cosas se reconocen como sagradas: a) el
    emblema totémico; b) la planta o el animal cuyo aspecto
    reproduce el emblema y c) los miembros del clan.
    Para el emblema totémico, el tótem es el distintivo
    de un grupo, impreso de muchas maneras y en muchos objetos, del
    mismo modo impreso en la carne, siendo este último modo de
    representación el más importante, donde el
    indígena mismo tiene la conciencia de que las
    deformaciones tienen por objeto darle el aspecto de su
    tótem. Estas decoraciones totémicas son una
    etiqueta colectiva. En relación con esto las cosas se
    clasifican en sagradas y profanas.

    En la segunda categoría las fuentes de
    inspiración de estos dibujos que
    tienen la misma propiedad de
    despertar sentimientos religiosos, y que en su mayoría son
    plantas y
    animales que,
    como sirven para la alimentación, en su
    carácter totémico se prohíbe comerlas, y a
    la interdicción de comer, se agregan otras más,
    como la de matar, de cortar si se trata de una planta y, en raros
    casos donde el totemismo está alejado de su forma
    original, hasta de tener contacto con el tótem, aunque
    estas prohibiciones alimenticias nunca han sido absolutas, sino
    reguladas por casos de necesidad. Pueden romperse de vez en
    cuando, por lo que las figuras de todo tipo que representan al
    tótem están rodeadas de un respeto
    sensiblemente superior al que inspira el mismo ser cuya forma
    reproducen esas figuras: las imágenes
    del ser totémico son más sagradas que el ser
    totémico mismo.
    La tercera y última categoría de lo sagrado
    está representada por el miembro del clan. Durkheim ve en
    la construcción de los mitos la
    manera de establecer entre el hombre y el
    animal totémico relaciones genealógicas que hagan
    al hombre pariente de su tótem. Por esta comunidad de
    origen, representada de diferentes maneras dependiendo de los
    mitos recogidos de cada autor, se cree explicar su naturaleza,
    aunque hay excepciones donde, de cualquier manera, el hombre
    participa de la naturaleza del animal. Esta información lleva a Durkheim a suponer que
    el hombre tiene también algo de sagrado.

    Las creencias examinadas anteriormente son de una
    naturaleza religiosa, ya que implican una clasificación de
    las cosas en sagradas y profanas.

    Durkheim afirma que el culto de cada tótem tiene
    su centro en el clan pero los diferentes cultos totémicos
    de otros clanes dentro de una misma tribu (fratría)
    están relacionados: son las partes de un mismo todo, los
    elementos de una misma religión.
    De las ideas anteriores se desprende la argumentación de
    que el dios clan es la misma sociedad, generado por ella misma y
    perpetuado por el ritual, donde la existencia eterna del dios se
    da por la continuidad de la vida social.
    La idea de principio totémico, es la primera forma de la
    noción de fuerza
    (coacción social). El culto se dirige a un principio
    común, que es una especie de fuerza anónima e
    impersonal que se encuentra en cada uno de los seres sin
    confundirse con ninguno de ellos. El principio totémico
    es, por un lado, una fuerza material, y por otro, una potencia moral,
    transformada fácilmente en una divinidad.

    No es la naturaleza exclusiva del clan la que lo destina
    a llegar a un objeto de culto. El tótem es un
    símbolo, una expresión material de dos cosas
    diferentes: a) La forma exterior de lo que hemos llamado el
    principio o el dios totémico y; b) Es el símbolo de
    esa sociedad determinada que se llama clan. Si es a la vez
    símbolo del dios y de la sociedad, es porque los dos son
    uno solo. El dios del clan, el principio totémico, es el
    clan mismo.

    Durkheim sostiene que una sociedad tiene todo lo que
    necesita para despertar en los espíritus por la sola
    acción que ejerce sobre ellos la sensación de lo
    divino. La sociedad mantiene en nosotros la sensación de
    una perpetua dependencia, porque nos sujeta a reglas de conducta
    y de pensamiento.
    La vida de las sociedades australianas pasa alternativamente por
    dos fases diferentes: 1) Cada familia vive por su lado,
    sobreviviendo, y 2) En una fiesta o corrobbori. Es decir, se pasa
    de lo profano a lo sagrado. En lo profano la familia
    arrastra languideciente su vida cotidiana; en lo sagrado, llega a
    un estado de
    exaltación en que ya no se reconoce más.

    6. La División del Trabajo
    Social

    A medida que las sociedades se hacen más
    voluminosas, se extienden sobre territorios más vastos.
    Las tradiciones y las prácticas, para poder plegarse a la
    diversidad de las situaciones y a la movilidad de las
    circunstancias, están obligadas a mantenerse en un estado
    de plasticidad y de inconsistencia que no ofrezca demasiada
    resistencia a las
    variaciones individuales. Éstas, al estar menos
    contenidas, se producen más libremente y se multiplican;
    de este modo cada uno sigue más su sentido propio. Al
    mismo tiempo, a partir de una mayor división del trabajo,
    cada cual se dirige a un punto diferente del horizonte, refleja
    un aspecto diferente del mundo, y el contenido de las conciencias
    difiere de un sujeto al otro.

    El problema central de la obra de Durkheim es la
    solidaridad
    social. La solución de este problema debía dar
    respuesta al interrogante sobre los vínculos que unen a
    los hombres en la sociedad. Había que determinar la
    naturaleza y las funciones de la solidaridad social en la
    sociedad "desarrollada" moderna, a diferencia de las sociedades
    primitivas o tradicionales, y explicar el tránsito
    histórico de una forma de la sociedad a otra.

    Para ello se planteó las siguientes tareas: 1)
    investigar la función de la división del trabajo,
    precisar a qué demanda social
    corresponde; 2) revelar las causas y condiciones de las cuales
    depende; 3) clasificar sus principales formas ya que, a su modo
    de ver, "aquí, al igual que en la biología lo
    patológico nos ayuda a comprender mejor lo
    fisiológico"

    La división del trabajo es una
    característica de la sociedad altamente desarrollada. A
    medida que la especialización del trabajo aumenta, los
    individuos se ven obligados a intercambiar su actividad, a
    cumplir funciones mutuamente complementarias, componiendo,
    así, un todo único. La solidaridad en la sociedad
    desarrollada es consecuencia natural de la división de los
    papeles en la producción.

    Durkheim estructura la dicotomía de las
    sociedades con la solidaridad mecánica y orgánica como dos
    eslabones de la cadena única de la evolución. Parte
    de la idea, propia de la sociología del siglo XIX, de la
    construcción de dos tipos de sociedad, entre los que
    existe sucesión histórica.
    En esta obra se propone examinar desde un punto de vista
    sociológico el problema de la división del trabajo,
    comparando dos tipos polares u opuestos de sociedad: las
    sociedades primitivas o arcaicas, con escasa población y división del trabajo y
    las sociedades avanzadas o modernas, más densas y con una
    división del trabajo mucho mayor.

    En las sociedades arcaicas, es un hecho la escasa
    división del trabajo; cuando la población es poco
    numerosa y está asentada en un territorio amplio, puede
    sobrevivir realizando el mismo tipo de tareas y explotando los
    mismos recursos. Debido
    a esto, los sujetos se diferencian poco entre sí; la
    sociedad está formada por familias o clanes, todos
    similares, que desarrollan la misma tarea. Como el grupo
    está constituido por unidades o segmentos iguales, este
    teórico lo llama "segmentado". La similitud es el
    principio que rige este tipo de sociedad, y el vínculo que
    une a sus integrantes constituye un tipo de solidaridad llamado
    solidaridad mecánica. En estas sociedades predomina la
    conciencia colectiva sobre la individual; la solidaridad se
    determina por la similitud de los individuos que la componen, por
    la identidad de
    las funciones sociales que cumplen esos individuos y el subdesarrollo
    de los rasgos individuales. La conciencia colectiva es el
    conjunto de creencias y sentimientos comunes, el término
    medio de los miembros de una sociedad.

    El derecho es el "símbolo" de la solidaridad;
    expresa la fuerza de la conciencia colectiva, y su misión
    es castigar severamente al individuo que ha infringido la
    costumbre o la ley.
    Durkheim considera que existe una dependencia funcional entre la
    fuerza de los vínculos sociales, característicos de
    algún tipo de solidaridad, y la magnitud relativa
    (volumen) de la
    conciencia colectiva, su intensidad.
    La solidaridad es más fuerte, si el volumen de la
    conciencia colectiva coincide con el volumen de las conciencias
    individuales, si la conciencia colectiva está expresada
    más intensamente y con mayor nitidez. Entonces no hay
    lugar para las desviaciones individuales, la conciencia colectiva
    reglamenta toda la vida del individuo y la autoridad
    colectiva es absoluta.
    Dependiendo de las diferentes sociedades, esta conciencia
    colectiva implica más o menos fuerza. En las sociedades en
    que domina la solidaridad mecánica, la conciencia
    colectiva engloba la mayor parte de las conciencias
    individuales.
    En estos casos la conciencia colectiva es por su contenido
    enteramente religiosa. El rasgo principal de las creencias y los
    sentimientos religiosos consiste en que son comunes a un cierto
    número de individuos que viven juntos y que tienen una
    intensidad promedia bastante elevada. Así, el autor
    identificaba lo social con lo religioso: "Todo lo que es social
    es religioso; esas dos palabras son sinónimos".

    Pero la religión abarca una parte en constante
    disminución de la vida social. El desarrollo de la
    división del trabajo en el cual crece el número de
    nuevas y variadas funciones, es el factor principal que debilita
    la conciencia colectiva. Este debilitamiento de la conciencia
    social se diferencia funcionalmente con el fin de corresponder a
    la creciente división del trabajo y a la
    organización social más complicada; es el resultado
    de que los hombres empiecen a cumplir funciones
    específicas particulares en la sociedad.
    Cuando la densidad de la
    población aumenta, la división del trabajo se hace
    mayor y las personas comienzan a diferenciarse entre sí.
    Como cada uno realiza tareas distintas, comienza a darse una
    independencia entre todos los miembros del grupo; éste
    deja de estar segmentado y presenta ahora una determinada
    "organización". La diferencia es el principio que rige
    este tipo de sociedad, y el vínculo que une a sus
    integrantes constituye la solidaridad orgánica, denominada
    así por Durkheim porque se parece al organismo con sus
    distintos órganos. La diferenciación de los
    miembros del grupo permite que cada uno de ellos desarrolle su
    propia individualidad, por tanto comienza a predominar la
    conciencia individual sobre la colectiva.

    En esta sociedad desarrollada cada individuo cumple una
    sola función especial de acuerdo a la división del
    trabajo social. Cada sujeto desarrolla sus dotes y talentos
    individuales de acuerdo a su rol profesional. La conciencia de
    que cada uno depende de otro y que todos están vinculados
    por un sistema único de relaciones sociales, creadas por
    la división del trabajo, genera el sentimiento de
    dependencia mutua, de solidaridad, de sus lazos con la
    sociedad.

    Bajo la solidaridad orgánica la conciencia
    colectiva toma nuevas formas y cambia su contenido, disminuye su
    volumen, convirtiéndose en una parte muy estrecha de las
    sociedades desarrolladas; su intensidad y grado de certeza
    también disminuyen. A medida que se desarrolla la
    división del trabajo, la conciencia colectiva se hace cada
    vez más débil y confusa.

    Por el contenido, la conciencia colectiva se convierte
    cada vez más en civil, racionalista, orientada al
    individuo. Pero eso no quiere decir que la conciencia
    común esté amenazada de desaparecer
    totalmente.

    Durkheim subrayaba el aspecto de la solidaridad en la
    división del trabajo de la sociedad moderna, relegando a
    segundo plano el problema del antagonismo entre el trabajo y el
    capital, el
    "carácter coercitivo" del trabajo, las crisis moral y
    económica de la sociedad. Al analizar esos problemas, se
    inclinaba a considerarlos como resultado de la insuficiente
    regulación de las relaciones entre las principales clases,
    como un elemento insano en la vida de la sociedad que en su
    totalidad se estimaba como solidaria y que había sabido
    conservar la unidad de integridad inherentes a las épocas
    precedentes. Según Durkheim, la división del
    trabajo es el mecanismo que en la sociedad moderna, que
    había perdido en un grado considerable la fuerza
    consolidadora de la conciencia religiosa colectiva, común,
    crea el vínculo social deseado, la solidaridad de clases
    que compensa todos los defectos, relacionados con la estrecha
    especialización. De este modo, el concepto de solidaridad
    se convierte en el eje alrededor del cual se instrumenta todo el
    análisis de la división del trabajo, la
    precisión de sus funciones.
    Veía en la solidaridad el principio moral supremo, el
    valor supremo,
    que es universal y reconocido por todos los miembros de la
    sociedad. La división del trabajo es moral, ya que todos
    consideran moral la necesidad del orden público, la
    armonía y la solidaridad.

    La concepción de Durkheim servía para
    establecer las condiciones de la conservación de la
    sociedad; para cumplir la misión principal que él
    planteaba ante la ciencia sociológica.

    El aumento de la "densidad física" y del volumen
    de las sociedades estaba fuertemente ligado al crecimiento de la
    "densidad moral o dinámica", es decir, del nivel de la
    interacción social que conduce a la división del
    trabajo.

    La división del trabajo, que es un
    fenómeno social, sólo puede explicarse por otro
    fenómeno social, y este último es una
    combinación del volumen, la densidad material y la
    densidad moral de la sociedad. El volumen de la sociedad es el
    número de individuos que pertenecen a una colectividad
    dada. Para que éste se convierta en causa de la
    diferenciación es necesario agregar la densidad, en ambos
    sentidos, material y moral. La densidad moral es la intensidad de
    las comunicaciones
    y los intercambios de los individuos. Cuanto más elevado
    es el número de relaciones entre los individuos,
    más tienden a trabajar juntos. La diferenciación
    social resulta de la combinación de estos dos
    fenómenos del volumen y la densidad material y
    moral.

    Para explicar este mecanismo, Durkheim utiliza el
    concepto de la lucha por la vida, puesto de moda por
    Darwin, en el
    siglo XIX. Desde el momento en que los individuos dejan de ser
    semejantes ya no es necesario eliminar a la mayoría, pues
    cada cual contribuye con su propia parte a la vida de
    todos.

    Con el aumento de la población crece la lucha por
    la existencia; en esas condiciones la división del trabajo
    es el único medio para conservar la sociedad, así
    como para crear una solidaridad social de nuevo tipo y conceder a
    la sociedad la posibilidad de desarrollo en dirección progresiva.
    La explicación causal de los hechos sociales no debe
    ignorar por completo el aspecto axiológico en la vida
    social, pero no puede basarse por entero en él. El hecho
    de que Durkheim insista en el postulado de la explicación
    de lo social por lo social, no le permitió rebasar el
    marco de la constatación de la interacción entre
    factores y revelar la verdadera dependencia causal de los
    fenómenos.
    Analizaba la división del trabajo desde el punto de vista
    moral, creyendo que el factor fundamental que crea la solidaridad
    social (la sociedad) es la división del trabajo que
    él identificaba con el aumento de la
    especialización.

    Para el autor, la división del trabajo que
    provocó el industrialismo es cada vez más notoria.
    Esta especialización que para Marx es
    degradante y alienante, Durkheim la ve como un cambio al cual hay
    que ajustarse. Esto trae aparejado una separación de los
    actores y una posible destrucción de la sociedad, que el
    teórico trata de salvar con la creación de los
    sindicatos,
    que mantendrían el sentimiento moral de la
    sociedad.

    Cree que el estado
    está formado por sindicatos, una base de agrupaciones
    profesionales que mantienen a los actores unidos, y en dichas
    agrupaciones los intereses de los actores demuestran que todos
    son pares. Cada sindicato
    reflejará los intereses de sus integrantes, y los
    representantes de cada uno de ellos se reunirán y
    llevarán al estado sus intereses. Esta intervención
    de agrupaciones intermedias es lo que salvará a los
    actores y a la sociedad de la especialización e
    institucionalidad del trabajo.

    Durkheim afirma que el individuo nace de la sociedad y
    no la sociedad de los individuos. La primacía de la
    sociedad con respecto al individuo tiene por lo menos dos
    sentidos: el primero es el de la prioridad histórica de
    las sociedades en que los individuos se asemejan unos a otros y
    están perdidos en el todo, sobre las sociedades cuyos
    miembros han adquirido, al mismo tiempo, conciencia de su
    responsabilidad y capacidad para expresarla. Las
    propiedades colectivistas, donde cada uno se asemejaba a todos,
    son históricamente las primeras.

    A partir de ésta, surge el segundo sentido, que
    es la prioridad lógica
    en la explicación de los fenómenos sociales. Si la
    solidaridad mecánica ha precedido a la solidaridad
    orgánica, no es posible explicar los fenómenos de
    diferenciación social y de solidaridad orgánica
    partiendo de los individuos.

    Durkheim esboza aquí lo que será una de
    sus ideas fundamentales, la que le permite definir la
    sociología: la prioridad del todo sobre las partes o aun,
    la irreductibilidad del conjunto social a la suma de los
    elementos y la explicación de los elementos por el
    todo.

    La división del trabajo es cierta estructura de la sociedad toda.
    Formas Anormales de la División del Trabajo

    Para el sociólogo, el capitalismo
    trae aparejados tres males, los cuales constituyen las formas
    anormales de la división del trabajo, y que son: la
    anomia, la desigualdad social y la organización inadecuada
    de la división del trabajo. Asimismo, buscaba explicar la
    anomia, es decir, el estado social donde existe una
    regulación moral propia de la conducta de los
    individuos.
    Anomia: El estado normal de la sociedad –afirma
    Durkheim– debe caracterizarse por una desarrollada planificación económica y una
    regulación normativa de las relaciones
    económicas.
    Sostiene que la desigualdad, que genera la desviación de
    la solidaridad orgánica, es una forma anormal de la
    división del trabajo. Toda desigualdad externa
    –considera– hace peligrar la solidaridad
    orgánica, la cual existe únicamente eliminando la
    desigualdad.

    Desigualdad social: el sistema de clases es quien priva
    a las masas de la posibilidad de ocupar una posición
    social de acuerdo con sus aptitudes; de ese modo, dificulta la
    igualdad de
    posibilidades, lo cual conduce a un intercambio injusto de
    servicios.

    Los autores de "Historia de la sociología del
    siglo XIX – comienzos del XX" explican que Durkheim
    "imaginaba que se podía superar las formas
    <anormales> de división del trabajo por vía
    de la solución pacífica de los conflictos, la
    disminución de la lucha y la competencia hasta
    las dimensiones aceptables, la promulgación de un código
    de reglas que reglamentaran rígidamente las relaciones de
    clases, la implantación de la igualdad de posibilidades
    sociales y la retribución según los méritos.
    (…) No podía concebir una sociedad donde fuesen abolidas
    por completo la propiedad privada y toda desigualdad, pues
    estimaba que existirían siempre, aunque las relaciones
    entre ellas cambiarían. El acceso a bienes
    materiales se regularía por las aptitudes naturales de los
    individuos, por su talento".

    Organización inadecuada de la división del
    trabajo: es la última de las formas anormales, y surge
    cuando la actividad profesional del obrero se torna insuficiente
    por falta de coordinación de las acciones. La
    solidaridad de la organización social crecerá si el
    trabajo se vuelve más intenso y organizado.

    Las vías propuestas por el sociólogo para
    acabar con los males del capitalismo eran utópicas.
    Afirmaba que la sociedad no puede desarrollarse y prosperar si se
    oprime al individuo. Estimaba que el hombre y la sociedad tienen
    relaciones de interdependencia; cada parte se interesa en el
    desarrollo y la prosperidad de la otra. Creía, a su vez,
    que la felicidad y el bienestar del individuo dependían
    del estado de la sociedad; son más grandes cuanto
    más ordenada sea la vida social, y, por lo tanto, cuanto
    más garantizados estén los derechos y las libertades de
    los individuos.

    En la interpretación de Durkheim, las bases de
    una organización social de tipo superior están
    constituidas por la igualdad, la justicia y la
    libertad. La
    sociedad se funda con los lazos morales, con la aspiración
    hacia el ideal, con relaciones morales que puedan y deban ser
    respetadas, tal es la piedra angular del reformismo de
    Durkheim.

    7.
    Lo Normal y lo Patológico

    La indagación dirigida por las reglas relativas a
    la distinción entre lo normal y lo patológico
    confunde dos órdenes de hechos que desde ciertos puntos de
    vista son muy diferentes: los que son todo lo que deben ser y los
    que deberían ser diferentes a como son, los
    fenómenos normales y los fenómenos
    patológicos. Es necesario comprenderlos a ambos en la
    definición por la que debe comenzar toda
    investigación.

    Según una teoría cuyos partidarios se
    encuentran en las más diversas escuelas, la ciencia no
    enseñaría nada sobre lo que se debe querer. La
    ciencia no conoce más que hechos que tienen el mismo valor
    y el mismo interés;
    los observa, da una explicación de los mismos, pero no los
    juzga; según ella no hay hecho que sea censurable. Puede
    establecer cómo ciertas causas producen determinados
    efectos, pero no qué fines son los que hay que
    perseguir.

    Los acontecimientos que se producen en el curso de la
    vida social y que se repiten casi de idéntica manera en
    todas las sociedades del mismo tipo son demasiado variados como
    para que sea posible determinar en qué medida uno de ellos
    puede haber contribuido a acelerar el desenlace final.

    Para lograr establecer la diferencia entre lo normal y
    lo patológico se debe buscar algún signo exterior,
    perceptible de modo inmediato pero objetivo, que nos permita
    distinguir la diferencia entre estos dos órdenes de
    hechos.
    Todo fenómeno sociológico, al igual que todo
    fenómeno biológico, tiene la capacidad de revestir
    formas diferentes según los casos y continuar siendo
    esencialmente el mismo. Dentro de estas formas encontramos dos
    tipos. Unas son generales en toda la extensión de la
    especie. Se encuentran entre todos los individuos, o al menos en
    la mayor parte de ellos, y no se repiten de idéntico modo
    en todos los casos en que se observan, sino que varían de
    un sujeto a otro.

    Lo que el fisiólogo estudia son las funciones del
    organismo – medio, y lo mismo sucede en el caso del
    sociólogo. Una vez que se alcanza a distinguir unas
    especies sociales de otras siempre es posible encontrar
    cuál es la forma más general que presenta un
    fenómeno en una especie determinada. Sólo en
    relación con una determinada especie es posible calificar
    de patológico a un hecho.

    Un hecho social sólo puede ser llamado normal en
    una especie social determinada en relación con una fase
    igualmente determinada de su desarrollo; por tanto, para saber si
    puede denominarse de este modo, no basta con observar bajo que
    forma se presenta la generalidad de las sociedades que pertenecen
    a esta especie, sino que se deben considerar en la fase
    correspondiente de su evolución.

    Se pueden clasificar los hechos en normales y anormales,
    a fin de que sea posible asignar un dominio propio
    tanto a la fisiología como a la patología. Es
    solamente en relación con el tipo normal como un hecho
    debe ser encontrado útil o necesario para que se le pueda
    calificar a él mismo de normal.

    Pero si bien todo lo que es normal es útil, no
    todo lo que es útil es normal. En cuanto a esto, Durkheim
    utiliza el ejemplo del enfermo al que es útil el remedio,
    pues aunque podría considerarse como un fenómeno
    normal, es evidentemente anormal; sólo tiene utilidad en
    circunstancias anormales.

    La noción de lo útil es mucho más
    amplia que la de lo normal, ésta es a aquella como el
    género a la especie.
    Una vez que ha sido contrastada la generalidad del
    fenómeno, se pueden confirmar los resultados del primer
    método haciendo ver de qué forma es útil.
    Durkheim establece, entonces, tres reglas:
    "1º. Un hecho social es normal para un tipo social
    determinado, considerado en una determinada fase de su
    desarrollo, cuando se produce en el término medio de las
    sociedades de ese tipo, consideradas en la fase correspondiente
    de su evolución.
    2º. Los resultados del método precedente se pueden
    verificar haciendo ver que la generalidad del fenómeno
    depende de las condiciones generales de la vida colectiva en el
    tipo social considerado.
    3º. Es necesario efectuar esta verificación, cuando
    ese hecho se refiere a una especie social que aún no ha
    terminado la totalidad de su evolución".

    Si hay un hecho cuyo carácter patológico
    parece indiscutible es el crimen. Al menos si la tasa de
    criminalidad tendiera a disminuir a medida que las sociedades
    pasan de los tipos inferiores a los más elevados, se
    podría creer que, sin dejar de ser un fenómeno
    natural, el crimen tendía a perder ese carácter;
    pero no tenemos ninguna razón que nos permita creer en la
    realidad de tal agresión.
    Hacer del crimen una enfermedad social equivaldría a
    admitir que la enfermedad no es algo accidental, sino que en
    ciertos casos se deriva a la constitución fundamental del
    ser viviente y equivaldría a borrar toda distinción
    entre lo fisiológico y lo patológico. Puede suceder
    que el crimen mismo presente formas anormales: es lo que sucede,
    por ejemplo, cuando alcanza una tasa exageradamente alta. Es
    indudable que este exceso es de naturaleza mórbida. Lo que
    es normal es que haya criminalidad, siempre y cuando éste
    alcance, sin superarlo, un cierto nivel para cada tipo
    social.

    Clasificar el crimen entre los fenómenos de
    sociología normal no es solamente decir que es un
    fenómeno inevitable, aunque lamentable, debido a la
    incorregible maldad humana; es afirmar que es uno de los factores
    que determinan la salud
    pública, la cual es parte integrante de toda sociedad
    sana. Aun en el caso de que esta condición pudiera
    cumplirse efectivamente, no por ello desaparecería el
    crimen, sino que cambiaría de forma, pues la propia causa
    que haría que se secasen las fuentes de la criminalidad,
    haría que brotasen inmediatamente otras nuevas.

    Para Émile Durkheim la conducta delincuente es
    interpretada como una respuesta "normal" ante un ambiente
    "malo". El factor desencadenante de las conductas delictivas es
    la misma sociedad. Es decir que, para acabar con la delincuencia
    y la criminalidad hay que hacer una reforma social profunda del
    entorno. La teoría sociológica parte de que el
    delincuente se hace y no "nace"; los rasgos constitutivos no son
    heredados. Todos los ciudadanos pueden ser delincuentes
    sangrientos o personas ejemplares. Los delincuentes, por tanto,
    son miembros sanos que crecen en una comunidad enferma, en una
    comunidad donde el estilo de vida delictivo es más
    accesible y se aprende con más facilidad que las normas de
    convivencia éticas y sociales.

    Pero el teórico plantea que el crimen es
    necesario; está en relación con las condiciones
    fundamentales de la vida social y, por esa misma razón, es
    útil; pues tales condiciones de las que es inseparable,
    son indispensables para la normal evolución de la moral y el
    derecho.
    Hoy en día ya no es posible poner en duda no sólo
    que el derecho y la moral varían de un tipo social a otro,
    sino también que en un mismo tipo cambian si se modifican
    las condiciones de la existencia colectiva.
    El criminal ya no aparece como un ser radicalmente asocial, como
    una especie de parásito o de cuerpo extraño o
    inadmisible introducido en el seno de la sociedad; es un agente
    regular de la vida social.

    Durkheim plantea que "si el crimen es una enfermedad, el
    castigo sería el remedio de esta enfermedad y no puede ser
    concebido de otro modo; de este modo todas las discusiones a que
    da lugar versan sobre el problema de saber cómo debe ser a
    fin de desempeñar su papel de
    remedio"

    8. Anomia Social

    Debido a que la anomia implica, por lo general, ausencia
    de normas, y que la sociología considera que las conductas
    desviadas son el resultado de un conflicto
    entre las normas sociales imperantes y los roles asignados a los
    individuos, es necesario establecer primero los distintos tipos
    de normas que pesan sobre el individuo que vive en sociedad. De
    acuerdo a la relación entre los integrantes del grupo con
    estas normas, de satisfacción o insatisfacción
    social, se producirán los distintos tipos de acciones y
    surgirán los comportamientos sociales.

    Las Distintas Clases de
    Normas

    Las normas son las generadoras de los diferentes comportamientos
    sociales, las pautas que hacen que los actores sociales se
    comporten de una forma y no de otra. Esto significa que ellas
    rigen los comportamientos sociales. De esta relación
    surgen diferentes coyunturas en los grupos sociales
    que alterarán de diferente modo la estructura del mismo, y
    su forma dinámica propiciará el cambio social,
    abrupto o paulatino según sea el caso.

    Existen distintos tipos de normas, entre los cuales
    encontramos: a)Usos y Convencionalismos Sociales (Usos y
    Costumbres); b)Normas religiosas; c)Normas Morales y d)Normas
    Jurídicas.

    Usos Sociales
    La mayoría de nuestros actos están sujetos a lo que
    se denomina "uso social". Los usos sociales pueden definirse como
    las "prácticas admitidas, y no explicitadas legalmente,
    por una comunidad o por alguno de sus sectores, y, aunque
    varían según las épocas y los países,
    son numerosísimos y muy variados"
    La infracción de un uso social genera una sanción
    sui generis, como por ejemplo la repulsión de la opinión
    pública por un hecho considerado socialmente como
    reprobable.

    A menudo, los usos sociales vienen impuestos por una
    presión de la comunidad, y su incumplimiento trae
    aparejado sanciones que a veces son más temidas y eficaces
    que la propia sanción jurídica. Se puede castigar
    con una expulsión o marginación del grupo social en
    el que se vive o con la reprobación pública por un
    acto determinado.

    Los usos sociales y el Derecho están
    estrechamente vinculados, a tal punto que el significado de un
    derecho no puede captarse en su plenitud si no se analizan esos
    usos sociales, ya que muchas veces sirven para matizar y explicar
    el propio contenido de las normas jurídicas.

    Normas Morales
    Existen ciertas reglas definidas en las cuales el individuo debe
    verter su acción. A ellas no se las construye en el
    momento de actuar; existen, ya que están constituidas,
    viven y funcionan alrededor de nosotros: son las reglas
    morales.
    Todas las acciones a las que llamamos morales tienen una
    característica común: todas son conformes a reglas
    preestablecidas. Conducirse moralmente es actuar según una
    norma que determina la conducta a seguir en cada caso, aun antes
    de que tengamos necesidad de optar.

    El rol de la moral es determinar la conducta, fijarla,
    sustraerla a lo arbitrario individual. El contenido de estos
    preceptos morales, es decir, la naturaleza de los actos que
    prescribe, tiene también un valor moral. Por tanto, una
    función esencial de la moral es regularizar la
    conducta.

    La regularidad es un elemento de la moralidad. Para
    estar asegurada necesita de hábitos constituidos con
    bastante fuerza. Pero los hábitos son fuerzas interiores
    al individuo. Se puede afirmar que ella va del interior al
    exterior, por vía de impulsos.

    Una regla no es una simple manera de actuar habitual,
    sino un modo de actuar al cual no podemos modificar según
    nuestra voluntad. Ella se impone a nosotros, nos obliga, nos
    domina.
    Junto con la idea de regla aparece la noción de autoridad.
    "Por autoridad hay que entender el ascendiente que ejerce sobre
    nosotros todo poder moral que reconocemos como superior a
    nosotros. Por este ascendiente actuamos en el sentido que nos es
    prescrito, no porque el acto exigido nos atraiga […], sino
    porque hay, en la autoridad que nos lo dicta, yo no sé
    qué, que nos lo impone. En esto consiste la obediencia
    consentida".

    En la raíz de la vida moral hay, más
    allá del gusto por la regularidad, el sentido de la
    autoridad moral. Entre estos dos aspectos hay una afinidad
    estrecha. La noción que los abarca es la de disciplina.
    Ésta tiene por objeto regularizar la conducta y posee
    autoridad regular.

    En síntesis, se puede afirmar que el primer
    elemento de la moralidad es el espíritu de la disciplina,
    la cual implica ciertos actos que se consideran útiles; es
    un medio de determinarlos imponiéndolos. Es bueno que el
    hombre sea disciplinado, haciendo abstracción de los actos
    a los que se encuentra obligado.

    Normas Jurídicas
    El Derecho está constituido por el conjunto de normas que
    regulan la sociedad, o, que rigen sobre los individuos que viven
    en sociedad; pues en todas las épocas el hombre
    vivió en sociedad y respetando ciertas reglas.
    Desde su origen las sociedades primitivas se regulan por el
    Derecho, pero también por otras normas, como la Moral y la
    Religión, que en su origen aparecen mezcladas con el
    Derecho. Por eso el sacerdote, brujo, hechicero, etc., son, al
    principio, quienes imponen el Derecho junto a la Moral y la
    Religión.

    Cuando el grupo social primitivo se ha organizado
    políticamente, toma a su cargo la función de
    regular las relaciones más esenciales entre los hombres,
    las externas, aquellas donde se producen más choques y
    desórdenes.

    El Derecho se interesa en la conducta exterior del
    hombre, en aquellos actos humanos que tienen repercusión
    social, que ponen al individuo en relación con otros
    hombres, ya que la finalidad del Derecho es hacer posible la vida
    en común. La Religión y la Moral buscan la
    perfección individual del hombre, en sí o para
    alcanzar otra vida; el Derecho trata de obtener una conducta
    compatible con el orden social; considera las acciones
    individuales, externas, que pueden interferir con las de otros
    integrantes del grupo.
    Durkheim distingue dos especies de derecho, cada una de ellas
    característica de uno de los tipos de solidaridad; el
    derecho represivo, que sanciona las faltas o los crímenes;
    y el derecho restitutivo o cooperativo, cuya esencia es
    restablecer el estado de las cosas cuando se ha cometido una
    falta u organizado la cooperación entre los
    individuos.

    El derecho represivo es el revelador de la conciencia
    colectiva en las sociedades de solidaridad mecánica.
    Cuanto más extensa, vigorosa y particularizada sea la
    conciencia colectiva, mayor es el número de actos
    considerados delitos. Se entiende por delincuente aquel que en
    una sociedad ha rehusado obedecer las leyes de la sociedad. La
    función y el sentido de la sanción no es intimidar
    ni disuadir, sin embargo la función del castigo es
    satisfacer la conciencia común. Exige reparación, y
    el castigo del culpable es esta reparación ofrecida a los
    sentimientos generales.

    El derecho restitutivo ya no trata de castigar, sino de
    devolver las cosas al Estado que debería estar de acuerdo
    con la justicia. Entendido en un sentido muy amplio, engloba
    todas las reglas jurídicas, cuyo objetivo es organizar la
    cooperación entre los individuos.

    c
    e c f " e d f d
    Luego de haber señalado los distintos tipos de normas, se
    puede precisar lo que es anomia, lo que ella implica.
    Etimológicamente significa "no normas".
    El Diccionario de
    la RAE define la anomia como: "Estado de aislamiento del
    individuo, o de desorganización de la sociedad, debido a
    ausencia, contradicción o incongruencia de las normas
    sociales".
    Este concepto sociológico, que fue formulado por el
    teórico francés Émile Durkheim, se define
    como la ausencia de normas en el individuo. Dicho término
    designa una situación en la que existe un conflicto de
    normas que impide a los actores sociales orientar con
    precisión su conducta.

    En su obra La división del trabajo social , el
    sociólogo sostuvo que la anomia es el mal que sufre una
    sociedad debido a la ausencia de reglas morales y
    jurídicas, ausencia que se debe a la inestabilidad
    económica o al debilitamiento de sus instituciones, y que
    involucra un bajo grado de integración. La existencia en
    muchas situaciones sociales de diversos valores y normas morales
    obliga a los individuos a tener que elegir entre ellas; este
    hecho puede originar conductas desviadas que a nivel colectivo
    pueden traducirse en situaciones de desorganización
    social.

    Más tarde, en El Suicidio, Durkheim
    analizó la relación del individuo con las normas y
    valores de la sociedad en la cual vive, y su aceptación e
    interiorización; pues la anomia surge como consecuencia de
    las discrepancias entre las necesidades de los individuos y los
    medios que le
    ofrece la sociedad para resolverlos. Considera que la anomia es
    mayor cuando no son fuertes ni constantes aquellos
    vínculos que unen a los individuos con los grupos sociales
    o colectividades. Estas situaciones pueden conducir a conductas
    desviadas, marginaciones, frustraciones o rebeliones, y a
    fenómenos tales como conflictos generacionales,
    drogadependencias y evasiones de todo tipo, desde movimientos
    juveniles (hippy, beatnik, etc.) hasta sectas religiosas
    esotéricas.

    Sus trabajos influyeron en la sociología
    estadounidense, principalmente en Robert K. Merton, quien
    identificó la anomia con la desviación, conflicto
    que sufre el individuo ante la contradicción que surge
    entre los fines o metas que se ha propuesto y los medios
    existentes, en función del lugar que ocupe en la
    estratificación social. Merton define cinco modos de
    adaptación: Conformidad, aceptación de fines y
    medios; innovación, rechazo de los medios;
    ritualismo, rechazo de las metas; rebelión, rechazo de
    ambos, pero con una propuesta alternativa; y por último,
    retraimiento, rechazo de ambos sin propuesta
    alternativa.

    En una sociedad o grupo social, la anomia puede originar
    reacciones patológicas en los individuos, como puede ser
    el suicidio, el crimen, la delincuencia o la prostitución.
    Por anomia también se entiende una situación de
    desorganización personal o
    social; notable desviación respecto de una
    norma.

    9. Desviación Social

    Durkheim considera que el temor a las sanciones
    sólo constituye el motivo secundario para la
    adhesión a las normas institucionales. El primario es el
    sentido de la obligación moral, exterioridad y
    coacción como criterios de hechos sociales. Reconoce en el
    medio, un sistema común de reglas, que representan la
    voluntad de la mayoría, caracterizando al mismo como uno
    de sus principales rasgos. Éstas normas morales de la
    sociedad y valores comunes, constituyen la fuente de "sacralidad"
    o norma "suprema".

    Se define como cualquier tipo de comportamiento
    que se aleja de las normas generalmente aceptadas por una
    sociedad.

    Los sociólogos han llegado a pensar que la
    desviación social es característica de los sistemas sociales
    o de situaciones que indican una necesidad de control social o
    una tendencia hacia el cambio social. Tanto el control como el
    cambio son factores inseparables de la sociedad, especialmente en
    las sociedades contemporáneas.

    Émile Durkheim fue el precursor de la
    teoría de la desviación social. Luego de escribir
    sobre la integración y la crisis social y estudiar el
    papel de la división del trabajo en la cohesión y
    el cambio social, formuló el concepto de "anomia" o
    debilitamiento de la moralidad común, que explica los
    cambios producidos en la división del trabajo en la
    sociedad.

    En páginas anteriores se establecía que
    dentro de la sociedad tradicional la solidaridad era
    mecánica. Cada individuo pasaba por las mismas
    experiencias, y la tentación de redefinir su rol era
    mínima. En cambio, en la actualidad, la
    especialización ha provocado una experiencia diferenciada
    y la posibilidad de asumir nuevos roles. El individualismo
    aumenta con la especialización. Según Durkheim,
    este individualismo se ha convertido, en la sociedad moderna, en
    solidaridad social. En términos políticos, la
    libertad ha superado el concepto de fraternidad con la
    intención de igualar las oportunidades para la
    expresión individual.

    En dicho tipo de sociedad ciertas formas de
    desviación social tienden a ser muy avaladas o castigadas.
    Es necesario regular las condiciones anómicas (cuando la
    estructura social se rompe) si se desea mantener la sociedad
    unida, y para definir la causa de la desviación es
    necesario determinar cuáles son las condiciones de
    normalidad de esta sociedad.
    El concepto de desviación social de Durkheim es
    fundamental en la teoría sociológica.

    10.
    El Suicidio

    El Suicidio es una obra de investigación que le
    sirvió a este teórico para mostrar la validez de
    sus propuestas metodológicas y teóricas y a la vez
    para reflexionar sobre el problema de la cohesión social
    en las sociedades modernas. Demostró que la taza de
    suicidio variaba entre individuos de distintas creencias
    religiosas y distintos grupos sociales. Eran hechos sociales que
    requerían de una explicación social.

    La sociología no estudia el suicidio desde un
    punto de vista individual, sino que toma en cuenta el suicidio en
    general, en la sociedad, pasando a ser un hecho diferente y
    variable.

    El suicidio, según Durkheim, se vincula
    estrechamente con el estudio de la división del trabajo.
    Este teórico aprueba el fenómeno de la
    división orgánica del trabajo. Considera positiva
    la diferenciación de los oficios de los individuos, la
    regresión de la autoridad de la tradición, el
    dominio cada vez más acentuado de la razón; sin
    embargo, observa también que no siempre el hombre se
    siente satisfecho de su suerte en las sociedades modernas,
    expresión y prueba de ciertos rasgos, quizá
    patológicos, de la organización actual de la vida
    en común.

    El individualismo es el principio constitutivo de las
    sociedades modernas. En él los hombres son y se sienten
    diferentes unos de otros, y cada uno quiere obtener lo que,
    según su propio juicio, es su derecho. El principio
    individualista de justicia se convierte en el principio
    colectivo, indispensable, de orden actual. Las sociedades
    modernas pueden ser estables sólo si respetan la justicia.
    El problema fundamental de las sociedades modernas es la
    relación de los individuos con el grupo. Esta
    relación se transforma porque el hombre ha adquirido
    excesiva conciencia de sí mismo para aceptar ciegamente
    los imperativos sociales.

    El estudio del suicidio en Durkheim comienza con una
    definición del fenómeno; continúa con una
    refutación de las interpretaciones anteriores. Luego se
    distinguen los tipos de suicidio, y, finalmente, se desarrolla
    una teoría general del fenómeno
    considerado.

    El autor define el suicidio como "todo caso de muerte que
    resulte, directa o indirectamente, de un acto positivo o
    negativo, realizado por la víctima misma, sabiendo ella
    que debía producir este resultado"; donde "acto positivo"
    implica hacer algo para llegar a ese objetivo, como ser, por
    ejemplo, dispararse un tiro en la sien; y "acto negativo", dejar
    de hacer algo para lograr ese fin, tal como no abandonar una casa
    en llamas o rehusar todo alimento hasta dejarse morir. Una
    huelga de
    hambre llevada hasta la muerte es
    un ejemplo de acto negativo.

    Los suicidios no constituyen un grupo completamente
    aparte, una clase aislada de fenómenos normales, sin
    relación con otras modalidades de la conducta, sino que se
    enlazan con ésta por una serie continua de relaciones
    intermediarias; son la forma exagerada de prácticas
    usuales.

    Se puede afirmar que hay suicidio cuando la
    víctima, en el momento en que realiza el acto que
    deberá poner fin a su vida, sabe lo que tiene que resultar
    de él.

    Un hombre que conscientemente se expone por otro, sin
    que tenga la certeza de un desenlace mortal, no es un suicida,
    aun en el caso de que llegue a morir. Lo mismo pasa con el
    imprudente que juega con la muerte, tratando de evitarla, o con
    el apático que, al no interesarse por nada, no se impone
    cuidado de conservar su salud,
    comprometiéndola con su negligencia.

    Estos diferentes modos de obrar no se distinguen
    radicalmente de los suicidios propiamente dichos; proceden de
    análogos estados de espíritu, ya que van
    acompañados de riesgos mentales
    que son ignorados por la gente. La diferencia es que son menores
    las probabilidades de morir.

    Durkheim desecha las explicaciones del suicidio de tipo
    psicológico. Para él, la fuerza que determina el
    suicidio no es psicológica sino social. La
    discusión científica se centra alrededor de estos
    dos términos: predisposición psicológica y
    determinación social.

    Rechaza asimismo, la interpretación del suicidio
    a partir del fenómeno de la imitación. Dedica todo
    un capítulo a tratar este fenómeno, ya que para
    Durkheim se confunden tres fenómenos bajo el concepto
    general de la imitación: el primero es el que se
    denominaría hoy la fusión de
    las conciencias, el hecho de que un elevado número de
    hombres experimentan conjuntamente los mismos sentimientos; en el
    segundo el individuo se adapta a la colectividad y se conduce con
    los demás, sin que haya fusión de las conciencias;
    el tercero, el único que merece el nombre de
    imitación en el sentido preciso del término, es un
    acto que tiene como antecedente inmediato la
    representación de un acto semejante, realizado
    anteriormente por otro, sin que entre esta representación
    y la ejecución se intercale ninguna operación
    intelectual implícita o explícita, que se relacione
    con los caracteres intrínsecos del acto
    reproducido.

    En el capítulo primero del libro segundo,
    titulado "Causas sociales y tipos sociales", Durkheim plantea que
    para cada grupo social existe una tendencia específica al
    suicidio. Sólo puede haber tipos distintos de suicidios
    cuando sean diferentes las causas de las que suceden. En base a
    esto se pueden construir los tipos sociales de
    suicidio.

    El sociólogo distingue tres tipos que son: el
    egoísta, el altruista y el anómico.
    En el suicidio egoísta, el individuo se orienta más
    por sus intereses particulares que por los de su grupo de
    referencia. No interesa lo que los demás opinen. Es el
    caso de aquella persona que, por no poder alcanzar ciertos
    objetivos personales, pero impuestos por la sociedad, resuelve
    esta situación mediante el hecho concreto de su
    muerte. Los hombres o mujeres tienden más a quitarse la
    vida cuando piensan esencialmente en sí mismos, cuando no
    están integrados. Se manifiesta por un estado de
    apatía y de ausencia de apego a la vida.

    En principio, se debe observar cómo afectan las
    diversas concepciones religiosas sobre el suicidio. Si se
    estudian los suicidios europeos, vemos que en países
    católicos son menos numerosos que en los países
    protestantes.

    Se deben comparar ambas religiones, Catolicismo y
    Protestantismo desde el seno de la sociedad. En lo que respecta a
    los judíos, su actitud para
    el suicidio es también inferior a la de los protestantes,
    y generalmente también inferior a la de los
    católicos. El Catolicismo concede al pensamiento y a la
    reflexión un menor espacio que el Protestantismo o que el
    Judaísmo; lo que busca es reinar sobre las
    conciencias.

    El protestante es el más autor de su creencia, la
    Biblia se deja en sus manos y ninguna interpretación de
    ella se le impone, esto hace más sensible el
    individualismo religioso.
    Así llegamos a un primer resultado: la inclinación
    del protestantismo por el suicidio debe estar en relación
    con el espíritu de libre examen que anima esta
    religión. Por tanto, la superioridad del Protestantismo
    con respecto al suicidio, proviene de que se trata de una
    iglesia
    integrada con menor fuerza que la Iglesia
    católica.

    De la misma forma puede explicarse lo que sucede con el
    Judaísmo. Debido a su historia de numerosas persecuciones,
    los judíos han creado en sus comunidades una sociedad
    compacta con un alto sentido de la unidad y de la solidaridad,
    todo el mundo piensa y vive en ella de la misma manera, por eso
    la Iglesia judía resulta ser más fuertemente
    concentrada que ninguna otra, y por ello, es a esta misma causa a
    la que debe atribuirse la débil inclinación de los
    judíos por el suicidio.

    El Judaísmo consiste en un cuerpo de doctrinas
    que reglamenta todos los detalles de la existencia y deja poco
    lugar al juicio del individuo.
    De todo lo anterior se desprenden dos conclusiones importantes;
    por un lado, se ve cómo el suicidio progresa con la
    ciencia; y por otro, se ve que, cuanto más numerosos y
    fuertes son los estados colectivos, más fuertemente
    integrada está la comunidad religiosa y más virtud
    preservativa tiene. Lo importante es que los dogmas y ritos
    sirvan por su naturaleza para alimentar una vida colectiva de una
    suficiente intensidad; debido a que la iglesia protestante no
    tiene el mismo grado de consistencia, es por lo que no ejerce
    sobre el suicidio la misma acción moderadora.

    En el suicidio altruista, la
    motivación hacia la muerte está originada por
    una rígida estructuración de la sociedad en la que
    se vive. La muerte en sí misma no es tan importante como
    preservar el "honor". En él la persona realiza una entrega
    o un sacrificio en bien del grupo del cual forma parte, creyendo
    que esto es lo más adecuado. Este tipo de suicidio se
    caracteriza por la energía y la pasión. Algunos
    ejemplos de él son el de la viuda que en la India acepta
    que la depositen sobre la pira donde arderá el cuerpo de
    su marido, o el del Capitán de un barco, que no quiere
    sobrevivir a la pérdida de su
    embarcación.

    Si una individualización excesiva conduce al
    suicidio, una individualización insuficiente produce los
    mismos efectos. Cuando el hombre está desligado de la
    sociedad se mata más fácilmente.

    En las sociedades denominadas inferiores, el suicidio
    egoísta es prácticamente desconocido, pero se
    encuentra en otras formas; cada una de ellas tiene caracteres muy
    particulares. Todos los hechos se ubican en una de las tres
    categorías siguientes: a) suicidios de hombres llegados al
    apogeo de la vejez o
    atacados por una enfermedad; b) suicidios de mujeres a la muerte
    de su marido; y c) suicidios de clientes o
    servidores a
    la muerte de sus jefes.

    Si el hombre se quita la vida por alguna de estas causas
    no es porque se acoja al derecho de hacerlo, sino porque cree que
    es su obligación. Si falta a esta obligación, se le
    castiga con el deshonor o con penas religiosas.

    Para que la sociedad pueda impulsar así a ciertos
    miembros suyos a matarse, es preciso que la
    personalidad individual cuente muy poco; es necesario que
    esté casi totalmente absorbido por el grupo y por
    consiguiente, fuertemente integrado.

    Se llama a este tipo de suicidio altruista, porque como
    se ha denominado egoísta al estado en que se encuentra el
    individuo cuando vive su vida personal y no obedece más
    que a sí mismo, la palabra altruismo expresa el estado
    contrario; es decir, aquel en el que el individuo no se
    pertenece, en que se confunde con otra cosa que no es él,
    en el que el polo de su conducta está situado fuera de
    él, en uno de los grupos de que forma parte.

    Esta variedad de suicidio altruista se puede denominar
    suicidio altruista obligatorio.
    Otra clase de suicidio, es el altruista facultativo, en el cual
    el individuo no tiene ningún apego a la vida, y a la menor
    indicación renuncia a ella. Por "facultativo" debe
    entenderse solamente que son los mismos exigidos por la sociedad
    que cuando son estrictamente obligatorios.

    El tercer tipo dentro del altruista es el suicidio
    altruista agudo, cuyo perfecto modelo es el
    suicidio místico.
    Estas diferentes formas contrastan con el suicidio
    egoísta. Éste último está ligado a
    una moral ruda que estima en nada lo que sólo interesa al
    individuo; el suicidio anómico, en todas sus variantes, es
    solitario de esta ética
    refinada, la cual pone tan alta la personalidad humana que
    ésta ya no puede subordinarse a nada. Se puede afirmar
    entonces, que existe toda una distancia que separa a los pueblos
    primitivos de las naciones más cultas.

    En el suicidio anómico, se produce una
    confusión de valores sociales, que lleva a una crisis
    individual a causa de las condiciones de existencia que
    caracterizan a las sociedades modernas. En estas sociedades, la
    existencia social ya no es regulada por la costumbre; los
    individuos compiten permanentemente unos con otros, por lo tanto
    están acechados de forma continua por el sufrimiento que
    se origina en la desproporción entre sus aspiraciones y
    satisfacciones. Se caracteriza por un estado de irritación
    y de disgusto, que la existencia moderna ofrece, un disgusto que
    es resultado de la toma de conciencia de la desproporción
    entre las aspiraciones y las satisfacciones. Este tipo de
    suicidio le interesa particularmente a Durkheim, porque es el
    más característico de la sociedad
    moderna.

    Cuando se producen crisis económicas, la cifra de
    suicidios aumenta de forma vertiginosa, pero cuando se produce lo
    contrario esta cifra no disminuye en la misma proporción.
    Por tanto, los suicidios no se producen porque la crisis
    empobrezca a la población, sino porque son perturbaciones
    del orden colectivo.

    El estado de irregularidad o de anomalía
    está reforzado por el hecho de que las pasiones se
    encuentran menos disciplinadas en el preciso momento en que
    tendrían necesidad de una disciplina mucho más
    fuerte. Esto hace que las ambiciones vayan siempre más
    allá de los resultados obtenidos. Nada les contenta y la
    agitación se gasta sobre sí misma sin llegar a
    saciarse.

    Entonces, se puede afirmar que la pobreza
    protege contra el suicidio. Cuanto menos posee uno, menos intenta
    extender el círculo de sus necesidades. En cambio, la
    riqueza, por los poderes que confiere, nos da la ilusión
    de que nos engrandecemos por nosotros mismos.
    En épocas pasadas la religión servía de
    consuelo tanto para ricos como para pobres, pero hoy en
    día la religión ha perdido toda su fuerza; esto ha
    llevado a la consagración del materialismo. Que
    el desarrollo
    económico se sitúe en primer lugar, nos lleva a
    considerar si no será esto el causante de que en crisis
    económicas se dispare el número de suicidios.
    La anomia es en las sociedades modernas un factor regular y
    específico de suicidios. El suicidio anómico es
    consecuente de que la actividad de estas personas está
    desorganizada y ésta es la razón de su
    sufrimiento.

    Se podría resumir la teoría de
    Émile Durkheim afirmando que los suicidios son
    fenómenos individuales que responden a causas
    esencialmente sociales.

    Por otra parte, las funciones de la familia decaen en la
    sociedad moderna, alejándose cada vez más del
    individuo, y no pudiendo poner fin a la anomia. Tampoco la
    religión logra hacerlo, eliminando las causas profundas
    del mal. En las sociedades modernas, las religiones presentan un
    caracter cada vez más abstracto e intelectual. Por lo
    tanto, el único grupo social que puede favorecer la
    integración de los individuos en la colectividad es la
    profesión, o, utilizando el término de Durkheim, la
    "corporación".

    El hombre, abandonado a sí mismo, está
    animado de ilimitados deseos. El individuo quiere siempre
    más de lo que tiene; se siente permanentemente
    decepcionado por las satisfacciones que encuentra en una
    existencia dura. Es un ser formado de deseos, y, desde luego, la
    necesidad fundamental de la moral y la sociedad es la disciplina.
    El hombre necesita la disciplina de una fuerza superior,
    autoritaria y amable; es decir, digna de ser amada, que sea capaz
    de imponerse y atraer al mismo tiempo: la sociedad.

    Cada sociedad tiene, en determinado momento de su
    historia, una aptitud definida para el suicidio. La intensidad
    relativa de esta aptitud se mide comparado la cifra global de las
    muertes voluntarias y la población de toda edad y sexo. Este
    dato numérico se denomina tasa de mortalidad suicidio
    propia de la sociedad tomada en consideración, y se
    calcula, por lo general, en relación a cien mil o un
    millón de habitantes.

    Las cifras de los suicidios constituyen un sistema de
    hechos, único y determinado; así lo demuestra su
    permanencia y variabilidad. En cuanto a la primera, está
    relacionada con un conjunto de caracteres distintivos, solidarios
    los unos de los otros, que a pesar de las circunstancias de
    ambiente se afirman de modo simultáneo. En definitiva, lo
    que expresan estos datos estadísticos es la tendencia al
    suicidio de que cada sociedad está colectivamente
    afectada, ya que cada una está predispuesta a producir un
    contingente determinado de muertes voluntarias.

    Este hecho definido, llamado la cifra social de los
    suicidios, depende de ciertas condiciones. Entre las condiciones
    individuales hay muchas que no son lo suficientemente generales
    para influir en la relación que pueda haber entre el
    número total de muertes voluntarias y la población.
    Puede hacer que uno u otro individuo aislado se mate, pero no que
    la sociedad en total sienta hacia el suicidio una
    inclinación más o meno intensa, por lo mismo que no
    se refiere más que a cierto estado de la
    organización social, no produce reflejos sociales, e
    interesa al psicólogo, no al sociólogo. Lo que
    busca este último son las causas por medio de las que es
    posible obrar, no sólo sobre los individuos aisladamente,
    sino sobre el grupo. Entre los factores del suicidio los
    únicos que le conciernen son aquellos que hacen sentir su
    acción sobre el conjunto de la sociedad. La cifra de los
    suicidios es el resultado de estos factores.

    11. Anexos

    Anexo I
    Suicidio en la adolescencia
    Una forma de reacción de los jóvenes a los
    problemas más diversos es el suicidio tentado o
    proyectado. La más mínima circunstancia puede
    cuadrar para desatar un gesto de intención
    autodestructiva.
    Mireya Friori de Ortega afirma: " Se ha señalado que las
    conductas suicidas de adolescentes
    han ido en aumento, llegado a ser hoy en día la segunda o
    tercera causa de muerte después de los accidentes".

    Estadísticas de Estados Unidos
    muestran que uno de cada mil adolescentes trata de suicidarse y
    que los intentos que no causan la muerte tienen una frecuencia 7
    a 8 veces mayor que los mortales.

    En los últimos cuarenta años los IAE (
    Intentos de Autoeliminación) han aumentado
    representativamente. Se puede agregar también que el
    perfil relacionado con la edad y el sexo muestra una
    preponderancia de mujeres jóvenes y que el método
    preferentemente utilizado ha sido la ingesta de
    psicofármacos.
    Es de notar que este aumento de los IAE en la adolescencia
    está en íntima relación con los problemas
    del comportamiento. Estos se presentan muchas veces asociados con
    problemas de alimentación: Anorexia,
    bulimia,
    toxicomanías, alcoholismo o
    conductas agresivas y en el plano familiar con conductas de
    oposición que pueden llegar a la violencia
    manifiesta.

    Por la frecuencia de esta conducta y por su gravedad
    ella presenta un serio problema a la salud mental.
    Gravedad por el riesgo que pueden
    correr, pero asimismo, porque ellas dan cuenta de las
    dificultades que presentan estos jóvenes en un
    período de la vida tan importante como la
    adolescencia.

    Existe también una dificultad para enfrentarse a
    la situación de frustración y dolor. El joven
    responde a través de una actuación y no por una
    reflexión o por un trabajo de elaboración
    psíquica de la situación conflictiva. Ella
    podría dar cuenta de una falla en la
    simbolización.

    El adolescente prefiere el dolor físico antes que
    correr el riesgo de un sufrimiento psíquico. Tiene
    dificultades de enfrentar una verdadera depresión
    y la sustituye por una huida, por el pasaje al acto.
    Los adolescentes con estos problemas presentan ciertas
    características en común:

    • Las conductas actuadas, primando la descarga motriz
      sobre el trabajo de elaboración
      psíquica.
    • Problemas de comportamiento asociados a otros o en
      sucesión en el mismo individuo, y no aislados, como
      ser intentos de autoeliminación, toxicomanías,
      alcoholismo, repliegue sobre sí mismo, conductas de
      oposición en el medio familiar, a veces con violentas
      reacciones.
    • Poseen, por una parte, una gran sensibilidad; son
      extremadamente vulnerables a los otros y a cambios
      ambientales; por otro lado suelen oponerse o rechazar toda
      ayuda o acción del otro.
    • Implican una autoagresión y un autosabotaje
      con una implicancia corporal muy manifiesta en el intento de
      suicidio y en los problemas de
      alimentación.

    Se debe considerar que esta descripción no se
    ajusta a todos los adolescentes suicidas.
    Para entender estas conductas partimos de las siguientes hipótesis:
    J La existencia de una
    falla en el vínculo precoz madre – niño
    implicaría una alteración de la unidad cuyos
    efectos son devastadores. La pubertad y el inicio de la
    adolescencia llevarían a reeditar esa antigua
    situación infantil, lo que hace difícil a estos
    jóvenes lograr esa segunda separación –
    individuación necesaria para la vida, no encontrando otra
    forma para lograrla que el acto suicida. Este sería el
    medio por el que recurren en busca de esa
    separación.
    J La existencia de un narcisismo
    patológico que conduce al sujeto a una extrema dependencia
    del objeto externo, a una influencia en la formación del
    yo, en la función de autoconservación. Las madres
    que no han logrado separase de sus propias madres establecen un
    vínculo dual que se repite en las relaciones
    terciarias.
    J Se considera el IAE como una conducta de
    agresión, del maltrato, de la falta de escucha.

    Los significados del acto
    suicida

    El adolescente no puede ser separado del contexto familiar y
    social del que proviene. La decisión de llevar a cabo el
    acto suicida está particularmente relacionada con los
    conflictos familiares. Cuando estos jóvenes atacan su
    cuerpo, atacan lo que es fruto de la unión de sus padres.
    Ese cuerpo que quieren matar es el cuerpo imaginario, no el
    cuerpo que se enferma.
    Una joven de catorce años que hizo un intento de suicidio
    se sentía agredida y no tomada en cuenta por sus padres y
    decía:" Yo perdí lo que quería, ellos van a
    perder algo que quieren". La joven quería matar al cuerpo
    querido por sus padres, cuerpo escindido tratado como si no le
    perteneciera.

    Otro joven después de tomarse medio litro de
    querosén decía: "No pasó nada…"
    Atentar contra la vida puede ser en apariencia un acto ambiguo
    por el cual el cuerpo golpeado puede significar el último
    llamado al otro.
    Es frecuentemente el acto suicida un modo que tiene el
    adolescente de evitar su dependencia y de tomar un rol activo de
    dominio de sí mismo, de escapar de aquellos que siente que
    tienen dominio sobre él.
    El odio al cuerpo es muy fuerte en la casi totalidad de los
    adolescentes suicidas. Parecen sentirlo como separado, como si no
    les perteneciera, como
    extraño.

    Los factores de riesgo
    Por la posibilidad del paso al acto y de reintentarlo,
    consideramos que la sola idea del suicidio constituye una
    urgencia, en razón del riesgo que puede tener
    consecuencias fatales.
    Friori de Ortega plantea: "La adolescencia es ella misma una edad
    de riesgo y meditamos necesario ayudar al adolescente a expresar
    aquellos conflictos los cuales puede sentir como negativos. El
    adolescente que trató de suicidarse corre el peligro de
    repetir el intento pues todos los estudios coinciden en que
    después de una tentativa existe un alto riesgo de
    repetición. Dicho conflicto es mayor durante el primer
    año y aun durante los primeros seis meses".

    Davidson y colaboradores establecen una escala de riesgos
    para los jóvenes que recidivan. Destacan seis
    factores:

    • Existencia de un diagnóstico psiquiátrico de
      psicosis o
      de personalidad patológica.
    • Pertenecer a una familia de cuatro niños o
      más.
    • Antecedentes familiares de alcoholismo.
    • Antecedentes de problemas de comportamiento y
      dificultades caracteriales y escolares en el pasado del
      sujeto.
    • Patología relacional familiar.
    • Tendencias depresivas.

    Para estos autores la ocurrencia simultánea de
    varios de estos factores es la que tiene el valor predictivo
    más neto. "Estos factores no son distintos que los que
    encontramos trabajando con un equipo de psiquiatras y
    psicólogos en el hospital Pereira Rossell"

    La prevención
    En algunos casos el acto suicida sería más que un
    verdadero deseo de muerte una forma de huir de una tensión
    insoportable.
    La prevención es difícil en la medida en que los
    que van a intentar suicidarse se caracterizan lo más
    frecuentemente por retraerse y el aislarse. La mejor
    prevención sería ayudarles a la
    verbalización de los conflictos.
    El período inmediatamente posterior a las tentativas es a
    menudo de máxima sensibilidad, privilegiado para
    establecer un diálogo
    con el adolescente. Durante este período se puede ayudar
    al joven a realizar una toma de conciencia del acto cometido y de
    los motivos no racionales que le llevaron a él, así
    como a encontrar otras vías de expresión de sus
    conflictos y permitir una mejor inserción en el medio
    familiar.

    Anexo II
    Fragmento de "Días y noches de amor y de
    guerra",
    Eduardo Galeano, Uruguay, Arca,
    1985.
    Mi primera muerte fue así
    1- Me pasaba las noches sentado en la cama y llenando
    ceniceros.
    Silvia, inocente, dormía de un tirón. Yo la odiaba
    a la hora del amanecer. La despertaba, la sacudía por los
    hombros, quería decirle: estas son las preguntas que no me
    dejan dormir. Quería decirle: me siento solo, yo
    perseguidor, perro que ladra a la luna, pero no sé
    qué carajo me salía de la boca en lugar de
    palabras. Creo que tartamudeaba disparates, como ser: pureza,
    sagrado, culpa, hambre de magia. Llegue a convencerme de que
    había nacido equivocado de siglo o de planeta.

    Hacía pocos años que yo había
    perdido a Dios. Se me había roto el espejo. Dios
    tenía los rasgos que yo le ponía y decía las
    palabras que yo esperaba. Mientras fui niño, me puso a
    salvo de la duda y de la muerte. Había perdido a Dios y no
    me reconocía en los demás.

    La militancia política no me
    aliviaba, aunque en más de una ocasión, enchastrado
    de arriba abajo por el engrudo de las pegatinas, pude sentir un
    alegre cansancio o sensación de combate que valía
    la pena. Alrededor había un mundo quieto y domesticado
    para la obediencia, en el que cada ciudadano representaba su
    personaje (algunos tenían un elenco completo) y echaban
    puntualmente su saliva los perritos de Pávlov.

    Varias veces intenté escribir. Yo intuía
    que esa podía ser una manera de sacarme de adentro a la
    mala bestia que me había crecido. Escribía una
    palabra, una frase a veces, y enseguida la tachaba. Al cabo de
    algunas semanas o meses la hoja estaba toda lastimada, quieta en
    su sitio sobre la mesa, y no decía nada.
    2- Quise llorar. Lloré. Tenía diecinueve
    años recién cumplidos y preferí pensar que
    lloraba por el humo de todas las cosas mías que estaba
    quemando. Armé un buen incendio de papeles, fotos y dibujos
    para que no quedara nada de mí. Se llenó la casa de
    humo y yo me senté en el suelo y
    lloré. Después salí a recorrer farmacias y
    compré luminales como para matar a u caballo.

    Ya había elegido el hotel. Mientras caminaba por
    la calle Río Branco, calle abajo, sentía que estaba
    murto desde hacía horas o años, vacío de
    curiosidad y de deseo, y que sólo me faltaba cumplir con
    los trámites. Sin embargo, al llegar al cruce de la calle
    San José un automóvil se me vino encima y mi
    cuerpo, que estaba vivo, pegó un salto descomunal hasta la
    vereda.
    Lo último que recuerdo de mi primera vida es una ranura de
    luz en la
    puerta cerrada mientras yo me hundía en una noche serena
    que no iba a terminarse nunca.

    12.
    Conclusión

    La obra de Émile Durkheim, desde nuestro punto de
    vista, está completamente relacionada. Al analizar el
    suicidio, comprendimos que, en todas sus variantes, ya sea
    egoísta, altruista o anómico, es la sociedad, junto
    con las normas que impone, la que lleva al individuo a consumar
    este hecho social. Observamos que estaba relacionado con la
    anomia y la desviación social, tal es el caso del suicidio
    anómico. La anomia está, a su vez, vinculada con la
    división del trabajo social, ya que es una de las cosas
    que provoca la desigualdad social.

    Pero también entendimos que para comprender la
    anomia y la desviación social, necesitábamos saber
    primero lo que era una norma -ya que "anomia" implica "no norma"-
    y los diferentes tipos, como son las normas religiosas, morales y
    jurídicas, además de los usos y convencionalismos
    sociales.
    Se necesitaba diferenciar lo que era normal de lo que era
    patológico para, una vez asimilado, poder distinguir lo
    anómico de lo que implicaba no serlo.

    Tampoco se podía plantear, al menos no
    correctamente, el análisis del trabajo de Durkheim, sin
    establecer como algo básico dentro de su obra el estudio
    de su método y las reglas que éste
    exigía.
    La definición de sociedad era esencial, ya que todos estos
    hechos o acontecimientos, se desarrollan dentro de la misma.
    Tratamos también la distinción realizada por el
    autor, de dos sociedades opuestas: la primitiva y la avanzada.
    Este punto comprendió, a su vez, el estudio de la vida
    religiosa y creencias propias de la sociedad primitiva.
    Todas las actitudes del
    individuo están íntimamente relacionadas con la
    sociedad, con las reglas que ésta impone. La sociedad es
    la encargada de establecer cuándo la actitud de un
    individuo acata o transgrede las normas. Ella ejerce gran
    presión sobre el individuo; controla su comportamiento
    social, el cual no depende de sus manifestaciones
    individuales.
    El texto de
    Eduardo Galeano es simplemente un toque personal, que demuestra
    que temas como el suicidio también están presentes
    en la literatura.

    13.
    Bibliografía

    1.DURKHEIM, Émile, La División del Trabajo
    Social, Madrid, Akal, 1987 [1893].
    2._______________, Las Reglas del Método
    Sociológico, [s/l], Dédalo, segunda edición,
    1959 [1895].
    3._______________, El Suicidio: un Estudio Sociológico,
    Madrid, Reus, 1928 [1897].
    4._______________, Las Formas Elementales de la Vida Religiosa,
    Madrid, Alianza, 1993 [1912].
    5._______________, Educación y Sociología,
    Bogotá, Babel, 1976 [1922].
    6._______________, Sociología y Filosofía, Buenos Aires,
    Miño y Dávila editores, [s/d].
    7.Enciclopedia Autodidáctica Océano Color, Barcelona,
    Océano, 1997, XII volúmenes, volumen II.
    8.FILLOUX, Jean-Claude, Durkheim y la Educación, Buenos
    Aires, Miño y Dávila editores, 1994.
    9.FRIORI DE ORTEGA, Mireya, Suicidio en la Adolescencia en AA.VV,
    La Problemática del Suicidio en el Uruguay de Hoy, [s/l],
    s. p. i., [s/d], tomo II.
    10.KON, I., Historia de la Sociología del Siglo
    XIX-Comienzos del XX, Moscú, Progreso, 1989.
    11.MARRERO, Adriana, Introducción a la Sociología,
    Montevideo, FCU, 1997.
    12.REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la Lengua
    Española, Madrid, Espasa Calpe, vigésima primera
    edición, 1992.
    13.VESCOVI, Enrique, Educación Social y Cívica,
    Montevideo, Idea, 1995.

    Páginas Web:
    www.lafacu.com
    www.monografias.com
    www.sociologicus.com
    www.cem.itesm.mx

     

     

     

     

    Autor:

    Anselmi, Virginia
    Diez, Victoria

    Montevideo – Uruguay

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter