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PLANO GENERAL:



    Indice
    1.
    Introducción

    2. Enciclopédicos conocimientos
    con una escasa profundidad

    3. Reverencia incondicional a las
    modas

    4. Ostracismo
    académico

    5. Organización educativa, sin
    controles de calidad

    6. Por la ruta social de la
    profesión

    7. Conclusiones
    8. Fuentes consultadas

    1.
    Introducción

    Cuando se trata de responder a la pregunta:
    ¿Cómo formar a los futuros comunicadores?,
    ¿Qué debe educarlos?, han aparecido una serie de
    apreciaciones educativas, que van desde el enciclopedismo burdo
    hasta el empirismo
    puritano.
    Los modelos defendidos a priori en la mayoría de los casos
    adolecen de fundamentación; esto es, la especificidad del
    tiempo y del
    espacio histórico se da por hechos. En esta oportunidad,
    se plantea el problema educativo y sus perspectivas en el
    contexto nacional.

    2. Enciclopédicos conocimientos con una escasa
    profundidad

    Al plantearse el asunto: ¿qué debe saber
    el comunicador?; algunos sostienen que este profesional debe
    tener la suficiente y amplia competencia en
    casi todos los dominios del saber: Economía, Matemática, Química, Literatura, Contabilidad,
    Manualidades, Pintura,
    Anatomía,
    Ecología,
    Antropología, Electrónica, Astronomía, Estadística, Mercadeo y otras
    ciencias y
    artes más.
    Sólo así el comunicador, apropiado de un
    enciclopedismo renacentista, podrá investigar cualquier
    fenómeno de la actualidad y confeccionar la información en cualquiera de los campos de
    la profesión. Se trata de formar un sabelotodo y
    hacelopoco.
    Además de darle una competencia en todas las ciencias
    puras, aplicadas, históricas, económicas, etc.,
    algo parecido o similar a un Leonardo Da
    Vinci en plena postmodernidad, al comunicador se lo debe
    adiestrar en la capacidad analítica, sintética y
    crítica, algo así como un Aristóteles guanaco.
    De esta manera el informador podrá darle relieve y
    profundidad a los hechos que lo merezcan, por su trascendencia
    para el país. Esto implica que abordará en todas
    sus dimensiones, formas, fases y elementos los acontecimientos
    del presente social actual. Se trata de formar, además, un
    especialista al estilo de Ellacuría y otros jesuitas.
    Otros, además y todavía, se atreven a plantear que
    los informadores deben estar capacitados para transformar
    política y
    socialmente el país, para establecer una democracia
    plena. En esta perspectiva, también, el periodista debe de
    formarse como un "auténtico revolucionario" a talla del
    Che
    Guevara.
    Además, considerando la existencia del público
    lector, oyente o televidente como una "masa amorfa e
    indeterminada", cuyos conocimientos son casi nulos o limitados,
    el informador es concebido como un intérprete
    versátil, que debe transmitir un mensaje claro y sencillo,
    a partir de todas las posibilidades expresivas de todos y cada
    uno de los medios.
    Así el periodista será un experto en el manejo y en
    el lenguaje de
    todos los medios: Audiovisuales, impresos y virtuales.

    3. Reverencia
    incondicional a las modas

    Esa diversidad de ideas sobre el perfil esperado en la
    formación de periodista, en El Salvador cobra vigencia
    todavía en el contexto de la educación
    universitaria. Como en toda Latinoamérica, en este país se han
    seguido las modas curriculares.
    Desde los años sesenta, se asume el modelo
    tecnicista, encarnación del funcionalismo,
    que contempla tres elementos básicos como supuestos
    educativos: prioridad en la habilitación
    técnico-profesional, cuyo objetivo era
    enseñar el "oficio"; ajustar la enseñanza a las demandas del mercado laboral, cuyo
    propósito era imitar tal cual la práctica en el
    medio, y, finalmente, la buscar la incidencia
    político-social a través de la opinión
    pública, para reducir la incertidumbre de la población. En este sentido, tener la
    habilidad discursiva para manipular subrepticiamente a las masas
    inactivas, dóciles de orientar políticamente, con
    campañas subliminales y persuasivas.
    Se implementa, casi paralelamente al anterior, el modelo del
    "comunicador como intelectual", que enfatiza, desde una
    perspectiva humanista, que el informador debe formarse con una
    solidez intelectual, proporcionada por las ciencias del hombre y de la
    sociedad. Para
    conseguirlo, había que proporcionarle un marco
    referencial, que implique conocimientos de historia,
    antropología, sociología, psicología,
    lingüística, filosofía, etc., etc. Aquí
    la técnica se subordina a la formación humanista,
    pues sólo de esta manera se accede, a través de los
    medios, a la transformación de la dinámica sociocultural.
    Otro modelo, variante o degeneración del anterior, es el
    del "comunicólogo", que, para su formación, en la
    práctica educativa se sobrecargó con la
    enseñanza de la teoría
    crítica, mejor dicho de un materialismo
    histórico dogmático, con énfasis en la
    Escuela de
    Frankfurt. Aquí rotundamente se abandonó la
    formación y habilitación técnica, pues su
    prioridad era crear una conciencia de
    clase, con la intención de conocer la esencia de la
    injusticia social, de revelarla políticamente, y,
    consecuentemente, para transformarla en beneficio del "pueblo",
    por medio de una práctica revolucionaria.
    Operativamente, en El Salvador, en casi todo el espectro de
    universidades que ofrecen la carrera de comunicaciones
    o de periodismo,
    existe una hibridación de esos modelos de formación
    de comunicadores. Significa que es una mezcla de concepciones,
    muchas de las cuales defendidas a partir no sólo del
    desconocimiento del campo educativo de la profesión, sino
    también de la ingenuidad intelectual de privilegiar la
    actividad reporteril de actualidad del día sobre otras no
    menos importantes, como es el periodismo de investigación, el periodismo cultural o el
    periodismo científico.
    En pleno siglo XXI, la obnubilación educativa se
    enmaraña aun más, con una mezcla bastante
    complicada, en la que se encuentran substratos de todas las modas
    curriculares y se retoman acríticamente los planteamientos
    de la tendencia economicista y tecnocrática de la
    comunicación: la mercadotecnia
    mediática y la comunicación virtual. Esto como resultado
    de la moda de
    la
    globalización y el consustancial desarrollo de
    internet.

    4. Ostracismo
    académico

    El problema de la formación de comunicadores
    profesionales en El Salvador debe plantearse no en la defensa a
    priori de los modelos curriculares, sino en la vinculación
    o desvinculación existente entre sociedad y universidad. En
    términos generales, las universidades que ofertan la
    carrera, han perdido su plena y eficiente vinculación con
    el resto de la sociedad. Se han encerrado en sí mismas y
    se han desfasado con relación a las nuevas condiciones de
    la nación,
    al desarrollo de las Ciencias de la Comunicación y de la
    permanente evolución de las nuevas
    tecnologías. Significa que sus modelos educativos no
    responden a las necesidades actuales de la sociedad
    salvadoreña.
    Este ostracismo académico se expresa en los siguientes
    rasgos:
    a) Muchos de los modelos curriculares vigentes y los proyectos de
    desarrollo presentes en el país tienen poca o débil
    sintonía. Puede afirmarse que la educación
    universitaria está en la retaguardia con relación a
    las demandas educativas que establece la sociedad actual. Aunque
    hay que reconocer que la nueva legislación educativa en el
    país está obligando a los centros universitarios
    por lo menos a revisar sus planes de estudio cada cinco
    años y a disponer de las condiciones didácticas
    mínimas para la formación de alumnado.
    b) Las universidades son conservadoras, en el sentido de que no
    involucran las propuestas académicas de los diferentes
    sectores de la sociedad. Sus proyectos curriculares se cierran a
    los diferentes proyectos políticos y sociales,
    convirtiendo a las universidades como monasterios del saber sin
    ninguna vinculación histórica.
    c) Los modelos curriculares, en lugar de responder al dinamismo
    de la sociedad y al proyecto
    nacional, se formulan a partir exclusivamente de opciones
    político-ideológicas, o en las meras demandas del
    mercado laboral. Significa que sus políticas
    educativas están diseñadas desde perspectivas poco
    abiertas a las perspectivas de desarrollo de la nación en
    el concierto de los procesos de
    globalización. Muchas veces se sacrifica la
    formación del profesional para el país de todos los
    salvadoreños por formarlo para un país de sectores
    sociales bien definidos.
    d) Los limitados recursos
    financieros, tecnológicos y humanos dificultan hacerle
    frente de modo eficiente y oportuno a las necesidades sociales en
    comunicación. Entre otras razones, porque en las instituciones
    educativas sobrevaloran la dimensión administrativa y,
    consecuentemente, se relega a un segundo plano la
    dimensión académica. En su mayoría, se
    piensa desesperadamente mejor en la relación costoutilidad que en
    la inversión en la formación
    especializada del profesorado o en la facilitación de
    mejores condiciones educativas para dar un servicio
    educativo de calidad a los
    alumnos. O en todo caso, se preocupan más por tener una
    presencia publicitaria activa en los medios de
    comunicación que en posibilitar mejores condiciones
    salariales del profesorado. Esto explica la situación de
    debilitamiento educativo de la parte académica de los
    centros universitarios.
    e) Las instituciones civiles o privadas no creen o tienen
    desconfianza de la formación universitaria. Esta actitud de los
    sectores sociales es el resultado de la débil
    formación profesional prestada al alumnado en las
    condiciones citadas. De allí que el mercado laboral
    privado, desde hace una década, ante la avalancha de
    graduados por año en la treintena de universidades
    existentes en el país, está realizando un proceso de
    selección de profesionales, en la que
    excluyen a muchos licenciados porque vienen de tal o cual
    universidad, e incluyen a unos pocos, provenientes de
    instituciones con credibilidad educativa. En estos procesos,
    muchas veces, no dejan de ser injustos, pues la inclusión
    o exclusión de profesionales para los puestos de trabajo
    proviene de la buena o mala imagen
    mediática que tenga la institución educativa. Estos
    procesos también propician que aquellos profesionales
    excluidos sólo afinquen sus esperanzas de ubicarse en
    puestos de trabajo de instituciones públicas o estatales
    en donde los niveles de exigencia profesional no son muy
    exigentes, y en donde los criterios de selección, en
    muchos casos, se dan por compadrazgos políticos.
    f) Durante la guerra civil
    en nuestro país, en gran medida, los corresponsales
    extranjeros asumieron las funciones
    educativas, en ausencia de un rol eficiente de las universidades.
    Actualmente, algunas asociaciones han asumido ese papel, como es
    el caso del Sindicato
    Nacional de Periodistas y Similares de El Salvador (SINPESS) al
    posibilitar cursos de
    actualización de técnicas
    redacción periodística a
    informadores provenientes de todo el país.
    g) Hegemonía en el campo profesional de que es más
    importante para el ejercicio profesional la técnica
    empírica, adquirida por la costumbre, que la
    técnica fundamentada en supuestos teóricos.
    h) La poca tradición investigativa como fuente de
    contenidos para la práctica docente actualizada y el
    concomitante atenimiento sólo a bibliografía desfasada e
    impertinente para nuestro contexto.
    i) La falta de debate con las
    asociaciones de comunicadores; más bien prevalece la
    contención entre profesores e informadores, como si fuera
    en la época de la guerra
    fría.

    5. Organización educativa, sin controles de
    calidad

    Además, como una de las más fuertes
    debilidades de los centros de estudios superiores que ofrecen la
    carrera de periodismo o comunicaciones, es la falta de una
    política de control de
    calidad del servicio educativo. Entre otras características que expresan este hecho, se
    encuentran:

    1. Las administraciones
      académico-administrativas, bajo "libertad de
      cátedra". Amparadas en el reconocimiento constitucional
      de que el profesorado goza de una libertad de cátedra,
      se aplica la política del dejar hacer, dejar pasar:
      Concretamente, que el profesor se limite a entregar el programa del
      semestre, que llegue a clase y que cumpla con el calendario
      académico establecido por las instituciones. Por lo
      demás, que el profesor se las arregle frente a los
      alumnos como pueda y como sea. Está bajo el libre
      arbitrio de la"libertad de cátedra".La supervisión se reduce entonces al
      cumplimiento de sus horas laborales y del calendario
      académico. Se deja fuera la calidad de la
      práctica docente con relación a la
      formación profesional de los estudiantes.
    2. Procesos educativos de poca calidad. Como resultado
      de esa libertad casi ilimitada, las estrategias,
      las metodologías, las acciones y
      las evaluaciones educativas, en muchas ocasiones, no son
      coherentes con la misión y
      la visión del centro educativo. Es más, los
      planteamientos teóricos o sus enfoques
      metodológicos son desactualizados y descontextualizados,
      en la medida que están distantes del debate
      teórico de las disciplinas en cuestión, y porque
      muchos de los conocimientos tratados en
      las aulas están desconectados de la lógica de la producción social de la
      comunicación tanto en los medios como en el
      ámbito cotidiano.
    3. Revisiones curriculares descontextualizadas. Por
      exigencias del Ministerio de Educación o de las
      autoridades institucionales, se revisan de cuando en vez los
      planos de estudios. Revisiones que no alcanzan los
      propósitos esperados, porque adolecen de una
      política educativa definida, de un método
      riguroso de producción y, muchas veces, de una
      competencia teórica moderna sobre las disciplinas
      involucradas en la formación profesional de los
      comunicadores sociales. Revisión tras revisión,
      terminan solamente cambiándoles el nombre a las
      materias. Por las dificultades de administración de los procesos educativos
      y el poco control de
      calidad en los salones de clase, las revisiones curriculares
      terminan en un mero acto protocolar, sin juicio ni beneficio.
      El alumno sigue recibiendo una información
      desactualizada y sin ninguna conexión con el mundo real
      de las comunicaciones.

    6. Por la ruta social de
    la profesión

    En la paupérrima discusión sobre el estado
    actual de las comunicaciones en El Salvador, se hace referencia
    al "comodismo," a la falta de interés de
    los profesores universitarios por trabajar en un medio de
    comunicación; al hecho de que buena parte de los egresados
    o graduados de las licenciaturas ejercen ocupaciones que poco o
    nada tienen que ver con el campo profesional, y a la migración
    de periodistas experimentados del medio a otras instituciones
    públicas o privadas.
    Al observar más detenidamente el asunto, resulta que los
    tres fenómenos son expresión de la fragilidad de
    todo el campo profesional de las comunicaciones en el
    país. Por eso, más que tratar de negarlos
    ingenuamente o de tipificarlos peyorativamente, ameritan un
    reconocimiento responsable, para proponer soluciones
    adecuadas.
    Cuando se critica al profesorado, desde los medios de
    comunicación social, se lo caracteriza como
    "cómodos", "faltos de experiencia", "incapaces" y otra
    ristra de adjetivos peyorativos. El fondo de las valoraciones
    negativas redunda en que no ejercen en ningún medio de
    comunicación social y la falta de
    interés por demostrar toda su sapiencia en la
    producción de comunicaciones.
    Sin desvirtuar la validez de algunas críticas, me parece
    que el problema es más complejo, pues la razón se
    encuentra en la naturaleza misma
    del campo profesional de las comunicaciones. Las dos
    instituciones sociales que constituyen dicho campo, la
    universidad y los medios de comunicación social, se
    caracterizan por:
    1) Tener rutinas de producción abismalmente diferentes. La
    universidad tiene como función
    esencial la formación profesional de periodistas.
    Fundamentalmente, esa función se cumple por medio de un
    trabajo estrictamente educativo: clases, trabajos de
    investigación, exámenes, aulas, etc. El medio de
    comunicación social tiene como función esencial, en
    la parte redaccional, informar, esta la cumple a través de
    un trabajo mediático: búsqueda de fuentes de
    información, cámaras fotográficas o de
    vídeo, micrófonos, grabadoras, sala de
    redacción, etc. Por sus componentes y formas en que
    producen, un medio de comunicación esencialmente no puede
    dedicarse a formar profesionales, interesa producir la
    información; la universidad esencialmente no puede
    dedicarse a producir información periodística,
    interesa formar profesionales.
    En ese marco diferencial, la universidad actualmente no dispone
    plenamente de medios de comunicación propios, ni en
    cantidad ni en calidad, aun cuando necesita de ellos como
    herramientas
    didácticas. Se dice como herramientas didácticas,
    porque los medios de comunicación en una escuela de
    comunicaciones no pueden tener la misma naturaleza ni las mismas
    rutinas de trabajo que los medios comerciales.
    2) Ambas instituciones están divorciadas. Por su propia
    dinámica y por la falta de visión
    estratégica, tanto los medios de comunicación
    social, como las universidades no se plantean políticas y
    estrategias de cooperación, para unificar criterios sobre
    el tipo de profesional que necesita la sociedad para su
    desarrollo. Esto es lo que menos interesa.
    En el afán de comerciar con la publicidad por
    medio de las informaciones, muchos empresarios de medios de
    comunicación no conciben que, coordinándose y
    cooperando con la universidad en la formación de
    profesionales, puedan hacer mejor su negocio en el mercado de las
    comunicaciones, en un mundo que se fundamenta en el
    conocimiento y la competitividad.
    En lugar de increpar a la universidad porque no forma
    profesionales capaces, deben de favorecerla por medio de programas de
    financiamiento
    para recursos didácticos (medios de comunicación),
    para la actualización de profesores, o para becas para los
    alumnos más destacados, etc. En todo caso, pueden
    propiciar espacios de reflexión en los cuales se debata el
    estado actual
    de las comunicaciones en el país, y consecuentemente, se
    establezcan consensos sobre qué posibilitar en el futuro
    del campo profesional en una sociedad mediatizada y
    globalizada
    En el caso de la universidad, en su tradicional ostracismo,
    tampoco se abre a las posibilidades que pueden ofrecer los medios
    de comunicación social, por medio de la instalación
    y legalización de sus propios medios de
    comunicación, o por la vía del establecimiento de
    convenios con los medios comerciales, para que los alumnos puedan
    tener prácticas en éstos como parte de las
    exigencias académicas. Además, ofrecer análisis rigurosos del funcionamiento de la
    comunicación en el país y, por qué no
    decirlo, propuestas de estrategias de comunicación, que
    sirvan como insumo para la toma de
    decisiones en los medios de comunicación.
    Además de ser dos rutinas de producción
    completamente diferentes, pero complementarias, para la
    generación de profesionales capaces de manejar la
    técnica, como el sentido democrático a la
    producción del presente social actual, son dos
    instituciones distintas en cuanto a las pobres condiciones
    socioeconómicas. Estas circunstancias marcan
    indefectiblemente los ritmos de trabajo y la actitud con
    relación a la producción periodística.
    Entre otras diferencias, y excluyendo los afortunados periodistas
    o comunicadores que están dignamente bien remunerados, se
    encuentra que:

    • El docente universitario, en el área de las
      comunicaciones, aproximadamente tiene salarios que
      van desde los 4 mil colones (en el caso de los instructores),
      hasta los 7 mil 500 colones (caso de los profesores de mayor
      antigüedad); mientras que un reportero, desde los 300
      colones hasta los 4 mil 500 colones.
    • El docente universitario dispone de mayor estabilidad
      laboral por medio de la ley de
      salarios; mientras un periodista en un medio de
      comunicación colectiva se encuentra en una relativa
      estabilidad laboral. Un periodista en una institución
      privada o pública tiene mayor estabilidad y goza de
      mayores y mejores prestaciones.
    • El docente universitario goza de las mínimas
      prestaciones sociales, las establecidas por el Estado; mientras
      gran cantidad de periodistas no están ni asegurados en
      el ISSS.

    Consecuentemente, estas diferencias en las condiciones
    socioeconómicas de ambos profesionales traen una serie de
    actitudes con
    respecto a su situación de vida, a saber:

    • Mientras el profesorado universitario tiene
      medianamente asegurado su futuro, el periodista, inseguramente
      definido;
    • Mientras el profesorado universitario evidencia
      comodidad en sus labores, el periodista, compulsión
      laboral;
    • Mientras el profesorado tiene un mayor y permanente
      reconocimiento social, el periodista, un reconocimiento
      fugaz;
    • Mientras el profesorado dispone de mayor posibilidad
      de formarse académicamente, el periodista tiene bastante
      cerrada la posibilidad, por las rutinas del trabajo o por la
      falta de políticas de formación en las empresas
      informativas.

    Por la excesiva oferta de
    trabajadores informativos y la poca demanda de
    puestos de trabajo en los medios de comunicación, las
    posibilidades de laborar en un medio se esfuman para la gran
    mayoría de graduados universitarios. El mercado de las
    comunicaciones no absorbe a los entre 100 y 200 graduados cada
    año.
    Ante una situación, y por la necesitad de sobrevivir, la
    acreditación profesional del comunicador o periodista
    sirva como condición académica para enrolarse en
    otros campos de trabajo distinto al de las comunicaciones. Veamos
    algunos casos:

    1. En instituciones estatales o privadas.
      Actualmente la obtención de una titulación en
      periodismo o comunicaciones permite no necesariamente una
      bien remunerada plaza en un medio de comunicación
      social, sino que:
    • -Se constituye en un requisito para optar a una
      plaza de docente 3 en el escalafón del sistema
      educativo nacional. Decenas de periodistas o comunicadores
      prestan su servicio en el tercer ciclo o bachillerato del
      sistema educativo nacional.
    • -Se convierte en un requisito para poder
      optar a una sub-inspectoría en la Policía
      Nacional Civil, luego de un año de estudio en la
      Academia de Seguridad
      Pública. Parecido a lo que ocurre en el sistema
      educativo, la PNC se ha convertido en la empleadora de
      decenas de licenciados en periodismo o en ciencias de la
      comunicación.
    • -Se acumula como un crédito en la historia de vida de un
      profesional que se dedica a otra ocupación. Muchos se
      han vuelto vendedores de carros, perfumes, seguros,
      pastores, etc.
    • -Se constituye como requisito importante para optar
      a una plaza en una oficina de
      comunicaciones en Organizaciones no gubernamentales;
    • -Se convierte en una posibilidad de acceder a un
      trabajo en una agencia de publicidad. +

    En términos porcentuales, aproximadamente estas
    posibilidades en el mercado laboral significan un 70%.

    1. En las salas de redacción. En el caso
      de los medios de comunicación social, las
      posibilidades de movilidad hacia otras instituciones
      sociales, sin una titulación, son más
      reducidas. Los destinos son:
    • -De un medio a otro (por ejemplo de la radio a
      la
      televisión),
    • -De un medio a un gabinete de comunicaciones
      (llámese unidad de comunicaciones, de prensa y
      propaganda
      o de relaciones
      públicas). En estos espacios, se requiere
      presentar una experiencia demostrable y con cierta fama. La
      titulación no es imprescindible; después se
      consigue. Asimismo, en el triste panorama de los medios de
      comunicación, el reto para el periodista es agenciarse
      una plaza en estos espacios, pues estos representan una mejor
      garantía socioeconómica para el presente y para
      el futuro familiar.

    7.
    Conclusiones

    Reconocimiento del estatuto del comunicador.
    Con el propósito de superar las ingenuidades educativas en
    el campo de la enseñanza de las comunicaciones, de
    contextualizar el perfil de los informadores y de confeccionar un
    modelo curricular pertinente para el país, se requiere
    considerar las siguientes sugerencias:
    1) Que el periodismo u otra práctica similar no es un
    oficio fundamentado en el olfato reporteril o en la exclusiva
    habilidad para redactar una noticia, sino una profesión.
    Educativamente hablando, implica preparar al periodista o al
    informador no sólo para el oficio de periodista, sino
    también para la mediación crítica y
    propositiva a partir de un reconocimiento apropiado del entorno
    político y social del país.
    2) Que la formación de comunicadores no debe homogenizarse
    solamente para el uso y el lenguaje de
    los medios de comunicación social. Esto porque el campo de
    trabajo en los medios está bastante agotado, y porque la
    complejidad del quehacer comunicacional del país no se
    agota en ellos, sino que existen otras formas y otros medios de
    comunicación, como la institucional, la publicitaria, la
    política, la educativa, para la salud, para el medio
    ambiente, etc.
    3) Que la formación de comunicadores o informadores debe
    estar basado en un equilibrio
    necesario y actual entre:
    a) los conocimientos teóricos que sobre la
    comunicación e información proporcionan tanto las
    ciencias
    sociales como los saberes humanísticos, y
    b) el aprendizaje
    en el uso de las capacidades expresivas de los instrumentos
    técnicos que intervienen en los procesos de
    producción de la comunicación y de la
    información.
    4) Que la universidad debe interrelacionarse con los otros
    sectores de la nación ligados a la comunicación,
    con el propósito de concretar procesos de
    colaboración mutua. Sólo así la universidad
    podrá nutrirse de los procesos comunicativos del
    país para aplicarlos en la docencia, y proponer nuevas
    modalidades de elaborar productos
    comunicacionales más congruentes con las necesidades
    actuales.
    5) Que, para concretar todo lo anterior, se requiere de una
    inversión:

    1. en la capacitación del profesorado, en
      áreas prioritarias como la
      investigación;
    2. en la obtención de recursos
      tecnológicos necesarios,
    3. en la actualización de salarios de los
      docentes,
    4. en proyectos de
      investigación sobre los procesos comunicacionales
      del país,
    5. en la revisión permanente de los programas
      curriculares y
    6. en la creación de espacios de debate entre los
      sectores del campo profesional.

    Interacción entre universidad y sistema
    informativo
    Para complementarse, como una necesidad ineludible, tarde o
    temprano se requiere de una interrelación sólida
    entre las dos instituciones del campo profesional: La universidad
    debe formar profesionales según las exigencias tanto de
    los medios de comunicación, como de las prioridades de la
    nación en general.
    Para que la universidad cumpla esa misión, los medios de
    comunicación social deben constituirse tanto en un soporte
    de
    información sobre sus necesidades comunicacionales y
    profesionales, como en facilitadores de las condiciones
    experienciales para el alumnado.
    Una interrelación sólida beneficiará a todo
    el campo profesional, porque:

    • en la práctica de la docencia,
      redundará en una competencia teórica tanto en el
      área didáctica como en la
      comunicacional;
    • en la práctica de los medios de
      comunicación social, redundará en una creciente
      habilidad para hacer uso del lenguaje de las tecnologías
      y en la competencia en una producción democrática
      de la información periodística.

    8. Fuentes
    consultadas

    Cantarero, Mario Alfredo (1994): "Formación de
    periodistas: Desde y para la sociedad actual, en Revista
    Comunicaciones, El Salvador, Universidad de El Salvador,
    Departamento de Periodismo, Noviembre, Número 1,
    Páginas 14-16
    Cantarero, Mario Alfredo (2000): "Formación de periodistas
    profesionales", en Revista de la Escuela de Ciencias de la
    Comunicación, El Salvador, Universidad "Dr. José
    Matías –Delgado", Año 1, Volumen 1,
    Págs. 11-18.
    Fuentes Navarro, R. (1992): "Estudio de la comunicación
    desde una perspectiva sociocultural en América
    Latina", en Revista Diálogos, No.32, marzo.
    Sánchez, Joaquín (1994): "Formación de
    comunicadores y movimientos sociales", en Comunicación y
    movimientos sociales, Primer Encuentro de Almagro, España,
    páginas 365-381
    Romano, Vicente (1994): "Tesis
    críticas sobre Comunicación y comunicadores", en
    Comunicación y movimientos sociales, Primer Encuentro de
    Almagro, España, páginas 381- 403

     

     

     

     

    Autor:

    Mario Alfredo Cantarero

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