Indice
1.
Introducción
2. Enciclopédicos conocimientos
con una escasa profundidad
3. Reverencia incondicional a las
modas
4. Ostracismo
académico
5. Organización educativa, sin
controles de calidad
6. Por la ruta social de la
profesión
7. Conclusiones
8. Fuentes consultadas
Cuando se trata de responder a la pregunta:
¿Cómo formar a los futuros comunicadores?,
¿Qué debe educarlos?, han aparecido una serie de
apreciaciones educativas, que van desde el enciclopedismo burdo
hasta el empirismo
puritano.
Los modelos defendidos a priori en la mayoría de los casos
adolecen de fundamentación; esto es, la especificidad del
tiempo y del
espacio histórico se da por hechos. En esta oportunidad,
se plantea el problema educativo y sus perspectivas en el
contexto nacional.
2. Enciclopédicos conocimientos con una escasa
profundidad
Al plantearse el asunto: ¿qué debe saber
el comunicador?; algunos sostienen que este profesional debe
tener la suficiente y amplia competencia en
casi todos los dominios del saber: Economía, Matemática, Química, Literatura, Contabilidad,
Manualidades, Pintura,
Anatomía,
Ecología,
Antropología, Electrónica, Astronomía, Estadística, Mercadeo y otras
ciencias y
artes más.
Sólo así el comunicador, apropiado de un
enciclopedismo renacentista, podrá investigar cualquier
fenómeno de la actualidad y confeccionar la información en cualquiera de los campos de
la profesión. Se trata de formar un sabelotodo y
hacelopoco.
Además de darle una competencia en todas las ciencias
puras, aplicadas, históricas, económicas, etc.,
algo parecido o similar a un Leonardo Da
Vinci en plena postmodernidad, al comunicador se lo debe
adiestrar en la capacidad analítica, sintética y
crítica, algo así como un Aristóteles guanaco.
De esta manera el informador podrá darle relieve y
profundidad a los hechos que lo merezcan, por su trascendencia
para el país. Esto implica que abordará en todas
sus dimensiones, formas, fases y elementos los acontecimientos
del presente social actual. Se trata de formar, además, un
especialista al estilo de Ellacuría y otros jesuitas.
Otros, además y todavía, se atreven a plantear que
los informadores deben estar capacitados para transformar
política y
socialmente el país, para establecer una democracia
plena. En esta perspectiva, también, el periodista debe de
formarse como un "auténtico revolucionario" a talla del
Che
Guevara.
Además, considerando la existencia del público
lector, oyente o televidente como una "masa amorfa e
indeterminada", cuyos conocimientos son casi nulos o limitados,
el informador es concebido como un intérprete
versátil, que debe transmitir un mensaje claro y sencillo,
a partir de todas las posibilidades expresivas de todos y cada
uno de los medios.
Así el periodista será un experto en el manejo y en
el lenguaje de
todos los medios: Audiovisuales, impresos y virtuales.
3. Reverencia
incondicional a las modas
Esa diversidad de ideas sobre el perfil esperado en la
formación de periodista, en El Salvador cobra vigencia
todavía en el contexto de la educación
universitaria. Como en toda Latinoamérica, en este país se han
seguido las modas curriculares.
Desde los años sesenta, se asume el modelo
tecnicista, encarnación del funcionalismo,
que contempla tres elementos básicos como supuestos
educativos: prioridad en la habilitación
técnico-profesional, cuyo objetivo era
enseñar el "oficio"; ajustar la enseñanza a las demandas del mercado laboral, cuyo
propósito era imitar tal cual la práctica en el
medio, y, finalmente, la buscar la incidencia
político-social a través de la opinión
pública, para reducir la incertidumbre de la población. En este sentido, tener la
habilidad discursiva para manipular subrepticiamente a las masas
inactivas, dóciles de orientar políticamente, con
campañas subliminales y persuasivas.
Se implementa, casi paralelamente al anterior, el modelo del
"comunicador como intelectual", que enfatiza, desde una
perspectiva humanista, que el informador debe formarse con una
solidez intelectual, proporcionada por las ciencias del hombre y de la
sociedad. Para
conseguirlo, había que proporcionarle un marco
referencial, que implique conocimientos de historia,
antropología, sociología, psicología,
lingüística, filosofía, etc., etc. Aquí
la técnica se subordina a la formación humanista,
pues sólo de esta manera se accede, a través de los
medios, a la transformación de la dinámica sociocultural.
Otro modelo, variante o degeneración del anterior, es el
del "comunicólogo", que, para su formación, en la
práctica educativa se sobrecargó con la
enseñanza de la teoría
crítica, mejor dicho de un materialismo
histórico dogmático, con énfasis en la
Escuela de
Frankfurt. Aquí rotundamente se abandonó la
formación y habilitación técnica, pues su
prioridad era crear una conciencia de
clase, con la intención de conocer la esencia de la
injusticia social, de revelarla políticamente, y,
consecuentemente, para transformarla en beneficio del "pueblo",
por medio de una práctica revolucionaria.
Operativamente, en El Salvador, en casi todo el espectro de
universidades que ofrecen la carrera de comunicaciones
o de periodismo,
existe una hibridación de esos modelos de formación
de comunicadores. Significa que es una mezcla de concepciones,
muchas de las cuales defendidas a partir no sólo del
desconocimiento del campo educativo de la profesión, sino
también de la ingenuidad intelectual de privilegiar la
actividad reporteril de actualidad del día sobre otras no
menos importantes, como es el periodismo de investigación, el periodismo cultural o el
periodismo científico.
En pleno siglo XXI, la obnubilación educativa se
enmaraña aun más, con una mezcla bastante
complicada, en la que se encuentran substratos de todas las modas
curriculares y se retoman acríticamente los planteamientos
de la tendencia economicista y tecnocrática de la
comunicación: la mercadotecnia
mediática y la comunicación virtual. Esto como resultado
de la moda de
la
globalización y el consustancial desarrollo de
internet.
El problema de la formación de comunicadores
profesionales en El Salvador debe plantearse no en la defensa a
priori de los modelos curriculares, sino en la vinculación
o desvinculación existente entre sociedad y universidad. En
términos generales, las universidades que ofertan la
carrera, han perdido su plena y eficiente vinculación con
el resto de la sociedad. Se han encerrado en sí mismas y
se han desfasado con relación a las nuevas condiciones de
la nación,
al desarrollo de las Ciencias de la Comunicación y de la
permanente evolución de las nuevas
tecnologías. Significa que sus modelos educativos no
responden a las necesidades actuales de la sociedad
salvadoreña.
Este ostracismo académico se expresa en los siguientes
rasgos:
a) Muchos de los modelos curriculares vigentes y los proyectos de
desarrollo presentes en el país tienen poca o débil
sintonía. Puede afirmarse que la educación
universitaria está en la retaguardia con relación a
las demandas educativas que establece la sociedad actual. Aunque
hay que reconocer que la nueva legislación educativa en el
país está obligando a los centros universitarios
por lo menos a revisar sus planes de estudio cada cinco
años y a disponer de las condiciones didácticas
mínimas para la formación de alumnado.
b) Las universidades son conservadoras, en el sentido de que no
involucran las propuestas académicas de los diferentes
sectores de la sociedad. Sus proyectos curriculares se cierran a
los diferentes proyectos políticos y sociales,
convirtiendo a las universidades como monasterios del saber sin
ninguna vinculación histórica.
c) Los modelos curriculares, en lugar de responder al dinamismo
de la sociedad y al proyecto
nacional, se formulan a partir exclusivamente de opciones
político-ideológicas, o en las meras demandas del
mercado laboral. Significa que sus políticas
educativas están diseñadas desde perspectivas poco
abiertas a las perspectivas de desarrollo de la nación en
el concierto de los procesos de
globalización. Muchas veces se sacrifica la
formación del profesional para el país de todos los
salvadoreños por formarlo para un país de sectores
sociales bien definidos.
d) Los limitados recursos
financieros, tecnológicos y humanos dificultan hacerle
frente de modo eficiente y oportuno a las necesidades sociales en
comunicación. Entre otras razones, porque en las instituciones
educativas sobrevaloran la dimensión administrativa y,
consecuentemente, se relega a un segundo plano la
dimensión académica. En su mayoría, se
piensa desesperadamente mejor en la relación costo–utilidad que en
la inversión en la formación
especializada del profesorado o en la facilitación de
mejores condiciones educativas para dar un servicio
educativo de calidad a los
alumnos. O en todo caso, se preocupan más por tener una
presencia publicitaria activa en los medios de
comunicación que en posibilitar mejores condiciones
salariales del profesorado. Esto explica la situación de
debilitamiento educativo de la parte académica de los
centros universitarios.
e) Las instituciones civiles o privadas no creen o tienen
desconfianza de la formación universitaria. Esta actitud de los
sectores sociales es el resultado de la débil
formación profesional prestada al alumnado en las
condiciones citadas. De allí que el mercado laboral
privado, desde hace una década, ante la avalancha de
graduados por año en la treintena de universidades
existentes en el país, está realizando un proceso de
selección de profesionales, en la que
excluyen a muchos licenciados porque vienen de tal o cual
universidad, e incluyen a unos pocos, provenientes de
instituciones con credibilidad educativa. En estos procesos,
muchas veces, no dejan de ser injustos, pues la inclusión
o exclusión de profesionales para los puestos de trabajo
proviene de la buena o mala imagen
mediática que tenga la institución educativa. Estos
procesos también propician que aquellos profesionales
excluidos sólo afinquen sus esperanzas de ubicarse en
puestos de trabajo de instituciones públicas o estatales
en donde los niveles de exigencia profesional no son muy
exigentes, y en donde los criterios de selección, en
muchos casos, se dan por compadrazgos políticos.
f) Durante la guerra civil
en nuestro país, en gran medida, los corresponsales
extranjeros asumieron las funciones
educativas, en ausencia de un rol eficiente de las universidades.
Actualmente, algunas asociaciones han asumido ese papel, como es
el caso del Sindicato
Nacional de Periodistas y Similares de El Salvador (SINPESS) al
posibilitar cursos de
actualización de técnicas
redacción periodística a
informadores provenientes de todo el país.
g) Hegemonía en el campo profesional de que es más
importante para el ejercicio profesional la técnica
empírica, adquirida por la costumbre, que la
técnica fundamentada en supuestos teóricos.
h) La poca tradición investigativa como fuente de
contenidos para la práctica docente actualizada y el
concomitante atenimiento sólo a bibliografía desfasada e
impertinente para nuestro contexto.
i) La falta de debate con las
asociaciones de comunicadores; más bien prevalece la
contención entre profesores e informadores, como si fuera
en la época de la guerra
fría.
5. Organización educativa, sin controles de
calidad
Además, como una de las más fuertes
debilidades de los centros de estudios superiores que ofrecen la
carrera de periodismo o comunicaciones, es la falta de una
política de control de
calidad del servicio educativo. Entre otras características que expresan este hecho, se
encuentran:
- Las administraciones
académico-administrativas, bajo "libertad de
cátedra". Amparadas en el reconocimiento constitucional
de que el profesorado goza de una libertad de cátedra,
se aplica la política del dejar hacer, dejar pasar:
Concretamente, que el profesor se limite a entregar el programa del
semestre, que llegue a clase y que cumpla con el calendario
académico establecido por las instituciones. Por lo
demás, que el profesor se las arregle frente a los
alumnos como pueda y como sea. Está bajo el libre
arbitrio de la"libertad de cátedra".La supervisión se reduce entonces al
cumplimiento de sus horas laborales y del calendario
académico. Se deja fuera la calidad de la
práctica docente con relación a la
formación profesional de los estudiantes. - Procesos educativos de poca calidad. Como resultado
de esa libertad casi ilimitada, las estrategias,
las metodologías, las acciones y
las evaluaciones educativas, en muchas ocasiones, no son
coherentes con la misión y
la visión del centro educativo. Es más, los
planteamientos teóricos o sus enfoques
metodológicos son desactualizados y descontextualizados,
en la medida que están distantes del debate
teórico de las disciplinas en cuestión, y porque
muchos de los conocimientos tratados en
las aulas están desconectados de la lógica de la producción social de la
comunicación tanto en los medios como en el
ámbito cotidiano. - Revisiones curriculares descontextualizadas. Por
exigencias del Ministerio de Educación o de las
autoridades institucionales, se revisan de cuando en vez los
planos de estudios. Revisiones que no alcanzan los
propósitos esperados, porque adolecen de una
política educativa definida, de un método
riguroso de producción y, muchas veces, de una
competencia teórica moderna sobre las disciplinas
involucradas en la formación profesional de los
comunicadores sociales. Revisión tras revisión,
terminan solamente cambiándoles el nombre a las
materias. Por las dificultades de administración de los procesos educativos
y el poco control de
calidad en los salones de clase, las revisiones curriculares
terminan en un mero acto protocolar, sin juicio ni beneficio.
El alumno sigue recibiendo una información
desactualizada y sin ninguna conexión con el mundo real
de las comunicaciones.
6. Por la ruta social de
la profesión
En la paupérrima discusión sobre el estado
actual de las comunicaciones en El Salvador, se hace referencia
al "comodismo," a la falta de interés de
los profesores universitarios por trabajar en un medio de
comunicación; al hecho de que buena parte de los egresados
o graduados de las licenciaturas ejercen ocupaciones que poco o
nada tienen que ver con el campo profesional, y a la migración
de periodistas experimentados del medio a otras instituciones
públicas o privadas.
Al observar más detenidamente el asunto, resulta que los
tres fenómenos son expresión de la fragilidad de
todo el campo profesional de las comunicaciones en el
país. Por eso, más que tratar de negarlos
ingenuamente o de tipificarlos peyorativamente, ameritan un
reconocimiento responsable, para proponer soluciones
adecuadas.
Cuando se critica al profesorado, desde los medios de
comunicación social, se lo caracteriza como
"cómodos", "faltos de experiencia", "incapaces" y otra
ristra de adjetivos peyorativos. El fondo de las valoraciones
negativas redunda en que no ejercen en ningún medio de
comunicación social y la falta de
interés por demostrar toda su sapiencia en la
producción de comunicaciones.
Sin desvirtuar la validez de algunas críticas, me parece
que el problema es más complejo, pues la razón se
encuentra en la naturaleza misma
del campo profesional de las comunicaciones. Las dos
instituciones sociales que constituyen dicho campo, la
universidad y los medios de comunicación social, se
caracterizan por:
1) Tener rutinas de producción abismalmente diferentes. La
universidad tiene como función
esencial la formación profesional de periodistas.
Fundamentalmente, esa función se cumple por medio de un
trabajo estrictamente educativo: clases, trabajos de
investigación, exámenes, aulas, etc. El medio de
comunicación social tiene como función esencial, en
la parte redaccional, informar, esta la cumple a través de
un trabajo mediático: búsqueda de fuentes de
información, cámaras fotográficas o de
vídeo, micrófonos, grabadoras, sala de
redacción, etc. Por sus componentes y formas en que
producen, un medio de comunicación esencialmente no puede
dedicarse a formar profesionales, interesa producir la
información; la universidad esencialmente no puede
dedicarse a producir información periodística,
interesa formar profesionales.
En ese marco diferencial, la universidad actualmente no dispone
plenamente de medios de comunicación propios, ni en
cantidad ni en calidad, aun cuando necesita de ellos como
herramientas
didácticas. Se dice como herramientas didácticas,
porque los medios de comunicación en una escuela de
comunicaciones no pueden tener la misma naturaleza ni las mismas
rutinas de trabajo que los medios comerciales.
2) Ambas instituciones están divorciadas. Por su propia
dinámica y por la falta de visión
estratégica, tanto los medios de comunicación
social, como las universidades no se plantean políticas y
estrategias de cooperación, para unificar criterios sobre
el tipo de profesional que necesita la sociedad para su
desarrollo. Esto es lo que menos interesa.
En el afán de comerciar con la publicidad por
medio de las informaciones, muchos empresarios de medios de
comunicación no conciben que, coordinándose y
cooperando con la universidad en la formación de
profesionales, puedan hacer mejor su negocio en el mercado de las
comunicaciones, en un mundo que se fundamenta en el
conocimiento y la competitividad.
En lugar de increpar a la universidad porque no forma
profesionales capaces, deben de favorecerla por medio de programas de
financiamiento
para recursos didácticos (medios de comunicación),
para la actualización de profesores, o para becas para los
alumnos más destacados, etc. En todo caso, pueden
propiciar espacios de reflexión en los cuales se debata el
estado actual
de las comunicaciones en el país, y consecuentemente, se
establezcan consensos sobre qué posibilitar en el futuro
del campo profesional en una sociedad mediatizada y
globalizada
En el caso de la universidad, en su tradicional ostracismo,
tampoco se abre a las posibilidades que pueden ofrecer los medios
de comunicación social, por medio de la instalación
y legalización de sus propios medios de
comunicación, o por la vía del establecimiento de
convenios con los medios comerciales, para que los alumnos puedan
tener prácticas en éstos como parte de las
exigencias académicas. Además, ofrecer análisis rigurosos del funcionamiento de la
comunicación en el país y, por qué no
decirlo, propuestas de estrategias de comunicación, que
sirvan como insumo para la toma de
decisiones en los medios de comunicación.
Además de ser dos rutinas de producción
completamente diferentes, pero complementarias, para la
generación de profesionales capaces de manejar la
técnica, como el sentido democrático a la
producción del presente social actual, son dos
instituciones distintas en cuanto a las pobres condiciones
socioeconómicas. Estas circunstancias marcan
indefectiblemente los ritmos de trabajo y la actitud con
relación a la producción periodística.
Entre otras diferencias, y excluyendo los afortunados periodistas
o comunicadores que están dignamente bien remunerados, se
encuentra que:
- El docente universitario, en el área de las
comunicaciones, aproximadamente tiene salarios que
van desde los 4 mil colones (en el caso de los instructores),
hasta los 7 mil 500 colones (caso de los profesores de mayor
antigüedad); mientras que un reportero, desde los 300
colones hasta los 4 mil 500 colones. - El docente universitario dispone de mayor estabilidad
laboral por medio de la ley de
salarios; mientras un periodista en un medio de
comunicación colectiva se encuentra en una relativa
estabilidad laboral. Un periodista en una institución
privada o pública tiene mayor estabilidad y goza de
mayores y mejores prestaciones. - El docente universitario goza de las mínimas
prestaciones sociales, las establecidas por el Estado; mientras
gran cantidad de periodistas no están ni asegurados en
el ISSS.
Consecuentemente, estas diferencias en las condiciones
socioeconómicas de ambos profesionales traen una serie de
actitudes con
respecto a su situación de vida, a saber:
- Mientras el profesorado universitario tiene
medianamente asegurado su futuro, el periodista, inseguramente
definido; - Mientras el profesorado universitario evidencia
comodidad en sus labores, el periodista, compulsión
laboral; - Mientras el profesorado tiene un mayor y permanente
reconocimiento social, el periodista, un reconocimiento
fugaz; - Mientras el profesorado dispone de mayor posibilidad
de formarse académicamente, el periodista tiene bastante
cerrada la posibilidad, por las rutinas del trabajo o por la
falta de políticas de formación en las empresas
informativas.
Por la excesiva oferta de
trabajadores informativos y la poca demanda de
puestos de trabajo en los medios de comunicación, las
posibilidades de laborar en un medio se esfuman para la gran
mayoría de graduados universitarios. El mercado de las
comunicaciones no absorbe a los entre 100 y 200 graduados cada
año.
Ante una situación, y por la necesitad de sobrevivir, la
acreditación profesional del comunicador o periodista
sirva como condición académica para enrolarse en
otros campos de trabajo distinto al de las comunicaciones. Veamos
algunos casos:
- En instituciones estatales o privadas.
Actualmente la obtención de una titulación en
periodismo o comunicaciones permite no necesariamente una
bien remunerada plaza en un medio de comunicación
social, sino que:
- -Se constituye en un requisito para optar a una
plaza de docente 3 en el escalafón del sistema
educativo nacional. Decenas de periodistas o comunicadores
prestan su servicio en el tercer ciclo o bachillerato del
sistema educativo nacional. - -Se convierte en un requisito para poder
optar a una sub-inspectoría en la Policía
Nacional Civil, luego de un año de estudio en la
Academia de Seguridad
Pública. Parecido a lo que ocurre en el sistema
educativo, la PNC se ha convertido en la empleadora de
decenas de licenciados en periodismo o en ciencias de la
comunicación. - -Se acumula como un crédito en la historia de vida de un
profesional que se dedica a otra ocupación. Muchos se
han vuelto vendedores de carros, perfumes, seguros,
pastores, etc. - -Se constituye como requisito importante para optar
a una plaza en una oficina de
comunicaciones en Organizaciones no gubernamentales; - -Se convierte en una posibilidad de acceder a un
trabajo en una agencia de publicidad. +
En términos porcentuales, aproximadamente estas
posibilidades en el mercado laboral significan un 70%.
- En las salas de redacción. En el caso
de los medios de comunicación social, las
posibilidades de movilidad hacia otras instituciones
sociales, sin una titulación, son más
reducidas. Los destinos son:
- -De un medio a otro (por ejemplo de la radio a
la
televisión), - -De un medio a un gabinete de comunicaciones
(llámese unidad de comunicaciones, de prensa y
propaganda
o de relaciones
públicas). En estos espacios, se requiere
presentar una experiencia demostrable y con cierta fama. La
titulación no es imprescindible; después se
consigue. Asimismo, en el triste panorama de los medios de
comunicación, el reto para el periodista es agenciarse
una plaza en estos espacios, pues estos representan una mejor
garantía socioeconómica para el presente y para
el futuro familiar.
Reconocimiento del estatuto del comunicador.
Con el propósito de superar las ingenuidades educativas en
el campo de la enseñanza de las comunicaciones, de
contextualizar el perfil de los informadores y de confeccionar un
modelo curricular pertinente para el país, se requiere
considerar las siguientes sugerencias:
1) Que el periodismo u otra práctica similar no es un
oficio fundamentado en el olfato reporteril o en la exclusiva
habilidad para redactar una noticia, sino una profesión.
Educativamente hablando, implica preparar al periodista o al
informador no sólo para el oficio de periodista, sino
también para la mediación crítica y
propositiva a partir de un reconocimiento apropiado del entorno
político y social del país.
2) Que la formación de comunicadores no debe homogenizarse
solamente para el uso y el lenguaje de
los medios de comunicación social. Esto porque el campo de
trabajo en los medios está bastante agotado, y porque la
complejidad del quehacer comunicacional del país no se
agota en ellos, sino que existen otras formas y otros medios de
comunicación, como la institucional, la publicitaria, la
política, la educativa, para la salud, para el medio
ambiente, etc.
3) Que la formación de comunicadores o informadores debe
estar basado en un equilibrio
necesario y actual entre:
a) los conocimientos teóricos que sobre la
comunicación e información proporcionan tanto las
ciencias
sociales como los saberes humanísticos, y
b) el aprendizaje
en el uso de las capacidades expresivas de los instrumentos
técnicos que intervienen en los procesos de
producción de la comunicación y de la
información.
4) Que la universidad debe interrelacionarse con los otros
sectores de la nación ligados a la comunicación,
con el propósito de concretar procesos de
colaboración mutua. Sólo así la universidad
podrá nutrirse de los procesos comunicativos del
país para aplicarlos en la docencia, y proponer nuevas
modalidades de elaborar productos
comunicacionales más congruentes con las necesidades
actuales.
5) Que, para concretar todo lo anterior, se requiere de una
inversión:
- en la capacitación del profesorado, en
áreas prioritarias como la
investigación; - en la obtención de recursos
tecnológicos necesarios, - en la actualización de salarios de los
docentes, - en proyectos de
investigación sobre los procesos comunicacionales
del país, - en la revisión permanente de los programas
curriculares y - en la creación de espacios de debate entre los
sectores del campo profesional.
Interacción entre universidad y sistema
informativo
Para complementarse, como una necesidad ineludible, tarde o
temprano se requiere de una interrelación sólida
entre las dos instituciones del campo profesional: La universidad
debe formar profesionales según las exigencias tanto de
los medios de comunicación, como de las prioridades de la
nación en general.
Para que la universidad cumpla esa misión, los medios de
comunicación social deben constituirse tanto en un soporte
de
información sobre sus necesidades comunicacionales y
profesionales, como en facilitadores de las condiciones
experienciales para el alumnado.
Una interrelación sólida beneficiará a todo
el campo profesional, porque:
- en la práctica de la docencia,
redundará en una competencia teórica tanto en el
área didáctica como en la
comunicacional; - en la práctica de los medios de
comunicación social, redundará en una creciente
habilidad para hacer uso del lenguaje de las tecnologías
y en la competencia en una producción democrática
de la información periodística.
Cantarero, Mario Alfredo (1994): "Formación de
periodistas: Desde y para la sociedad actual, en Revista
Comunicaciones, El Salvador, Universidad de El Salvador,
Departamento de Periodismo, Noviembre, Número 1,
Páginas 14-16
Cantarero, Mario Alfredo (2000): "Formación de periodistas
profesionales", en Revista de la Escuela de Ciencias de la
Comunicación, El Salvador, Universidad "Dr. José
Matías –Delgado", Año 1, Volumen 1,
Págs. 11-18.
Fuentes Navarro, R. (1992): "Estudio de la comunicación
desde una perspectiva sociocultural en América
Latina", en Revista Diálogos, No.32, marzo.
Sánchez, Joaquín (1994): "Formación de
comunicadores y movimientos sociales", en Comunicación y
movimientos sociales, Primer Encuentro de Almagro, España,
páginas 365-381
Romano, Vicente (1994): "Tesis
críticas sobre Comunicación y comunicadores", en
Comunicación y movimientos sociales, Primer Encuentro de
Almagro, España, páginas 381- 403
Autor:
Mario Alfredo Cantarero