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Uranio en la Argentina (página 2)




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MARCO TEÓRICO

Este Proyecto de
Investigación se abordará desde cuatro puntos
de vista: económico, legal,
geológico y social.

PUNTO DE VISTA ECONÓMICO Y
SOCIAL

La economía
Argentina se basa tradicionalmente en la producción agrícola y ganadera,
aunque los sectores industrial, minero, pesquero y de servicios han
registrado un marcado crecimiento en las últimas
décadas. Argentina es una
de las principales naciones productoras de carne, cereales y
aceite del mundo. En la actividad fabril, las principales
empresas son
las productoras de alimentos y
bebidas, metalúrgicas, automotrices, refino de petróleo,
textiles y cemento.

Aunque el país cuenta con una gran variedad de
reservas —sobre todo petróleo, carbón y
diversos metales— la
minería ha
sido relativamente poco importante en la actividad
económica. Con todo, en las últimas décadas
se ha incrementado significativamente la producción de
petróleo y carbón. En términos de valor, el
principal producto
mineral es el
petróleo. El país cuenta también con una
importante producción de gas natural. Por
otra parte, existe una modesta explotación de oro, plata,
cobre, plomo,
cinc, hierro,
estaño, tungsteno, mica, uranio y piedra caliza.
Los planes de exploración y explotación, al
amparo de la
nueva Ley de
Minería, pretenden dinamizar este sector.

El empleo de
minerales
radioactivos para la generación nucleoeléctrica
tuvo un auge auspicioso a partir de 1957. Especialmente a causa
de la crisis
petrolera de 1973, los científicos y los técnicos
creyeron haber encontrado una buena solución para
neutralizar la dependencia que imponía la OPEP(*) los
países desarrollados de occidente y Japón.

Desde 1992 la balanza
comercial es desfavorable para Argentina. En 1994 las
exportaciones
totalizaron unos 15.800 millones de dólares y las importaciones
unos 21.600 millones de dólares. Sin embargo, la
República Argentina es uno de los pocos países en
proceso de
desarrollo que
ha alcanzado un considerable grado de avance en el campo nuclear.
Ello no ha sido un producto del azar, sino el resultado de cinco
décadas de un esfuerzo sostenido, llevado a cabo por
científicos y técnicos argentinos, bajo la
conducción, esencialmente, de una entidad creada al efecto
en 1950, la Comisión Nacional de Energía
Atómica (CNEA).

Ese avance no fue exclusivamente fruto de trabajos
nacionales, en la medida en que los adelantos en esa materia
requieren, en mayor o menor grado, un aporte tecnológico
del exterior proveniente de países
industrializados.

Pero el caso de la Argentina no fue típico de la
mayoría de los Estados de incipiente desarrollo, los que,
si deciden emprender el camino de la actividad nuclear, suelen
recibir el aporte foráneo "llave en mano", es decir, a
través del suministro de instalaciones y equipos
completos, diseñados y fabricados en el país
proveedor.

No fue esa la política de la
República Argentina. Tradicionalmente y dentro de los
límites
de sus posibilidades, el país prefirió desarrollar
su propia tecnología a
adquirirla "llave en mano". Así, cuando la
situación científica, tecnológica e
industrial lo permitió, la Argentina, utilizando su
potencial, realizó por si misma las obras programadas o,
en aquellos casos en que ineludiblemente debió recurrir a
celebrar contratos
comerciales con empresas extranjeras, participó
activamente en las obras.

Como ejemplos de lo primero podemos citar la construcción de reactores experimentales de
investigación y producción, el
dominio de
diversas tecnologías del ciclo del combustible nuclear, y
todo lo relacionado con la producción y las aplicaciones
de los radioisótopos y las radiaciones
ionizantes.

Los reactores experimentales argentinos fueron
proyectados y construidos en el país, en algunos casos
partiendo de diseños elaborados inicialmente en el
exterior, pero adaptándolos a las necesidades
locales.

En el área del ciclo del combustible nuclear,
desde la fase inicial de la minería del uranio, incluidas
la prospección, exploración, extracción,
concentración, purificación y conversión,
hasta la fabricación de tubos y semiterminados de
zircaloy, y de los elementos combustibles para reactores de
potencia,
así como el desarrollo de las sofisticadas
tecnologías del enriquecimiento de uranio y de la
separación del plutonio, el país recorrió un
largo camino que en varios casos transitó por las etapas
del laboratorio,
la planta piloto y, finalmente, la planta industrial.

En el campo de la producción y aplicación
de los radioisótopos y las radiaciones ionizantes,
partiendo del conocimiento
adquirido mediante la investigación radioquímica
original desarrollada en los primeros años, se
constituyó un conjunto
científico-tecnológico que, en su momento,
llegó a ser comparable con los de los países
adelantados.

En aquellos casos, como el de las centrales
nucleoeléctricas o la planta de producción de
agua pesada,
en que resultó ineludible la contratación en el
exterior del diseño
y la realización de las obras correspondientes, el
país desarrolló una participación activa a
través de la CNEA y de empresas privadas argentinas, tanto
en la etapa del diseño cuanto en la de
construcción.

Ya en la construcción de la primera central
nuclear Argentina (Atucha I) la participación nacional a
través de la industria
privada alcanzó un 40% del valor de la central. En el caso
de la segunda (Embalse) se complementó la experiencia
anterior en dos aspectos fundamentales: la participación
en la dirección de obra que CNEA lleva a cabo al
actuar como subcontratista principal de la empresa
extranjera responsable de la parte nuclear de la obra, y el
montaje, en que la empresa privada
Argentina contribuye, aún en aspectos
tecnológicamente complejos como el montaje de componentes
principales. Finalmente, en el caso de la tercera central (Atucha
II) gracias a las experiencias anteriores, se abandona el
sistema de
contratación "llave en mano" y se asume la responsabilidad de la ingeniería y de la arquitectura
industrial de la obra, en asociación con la empresa
proveedora de la central. El funcionamiento pleno de Atucha I y
Embalse permitió adquirir experiencia en la
operación y mantenimiento
de centrales nucleares que queda demostrada por los altos
valores de los
factores de carga con que ambas operan.

En el caso de la Planta Industrial de Producción
Agua Pesada de Arroyito, la participación argentina se
manifestó principalmente en la compleja fase de su puesta
en marcha.

Lo fundamental de todo este proceso es que
permitió la acumulación de una experiencia y
capacidad de realización muy valiosas en diversos campos
de la actividad nuclear y la capacitación paralela de un nutrido
grupo de
profesionales y técnicos formados en las dificultades
reales de este tipo de emprendimientos. Su saldo fue una
industria nuclear Argentina, no sólo relativamente
avanzada, sino con características propias.

Un aspecto adicional contribuyó,
involuntariamente, al ritmo y magnitud de los progresos
nacionales en materia nuclear. Es una realidad innegable que, por
muchos años, la política nuclear Argentina fue
vista con desconfianza en algunos países líderes
exportadores de esa tecnología. Es más que
discutible que esa desconfianza haya estado
justificada o no. Lo cierto es que la consiguiente actitud
restrictiva en materia de transferencia de tecnología
nuclear adoptada por esos países, tuvo una consecuencia no
buscada por ellos: obligó a la Argentina a desarrollar por
sí misma, a costa de considerables esfuerzos, técnicas y
equipos que en el exterior se negaban a proporcionarle. A menudo,
el ingenio de los profesionales nacionales trascendió la
mera repetición de los modelos
imposibles de adquirir en el exterior, para introducir variantes
e innovaciones originales, lo que no sólo
constituyó un beneficio adicional, sino que
significó una útil adaptación de equipos
sofisticados a las circunstancias propias de un país en
desarrollo.

El sector de explotación de minas y canteras en
la Argentina, continuó comportándose de forma
expansiva registrando un crecimiento interanual del 8,0% durante
1997.
La producción del sector minero se encuentra por debajo de
las posibilidades del potencial geológico-minero
disponible en el país. Aunque sólo se ha estudiado
un 20% de la superficie total, se ha verificado la existencia de
grandes reservas minerales. El sector minero nacional aporta
sólo el 0,2% al producto interno
bruto, esperándose un fuerte crecimiento para lo que
resta de este decenio y para el que viene; además, las
estimaciones más fiables indican que las actividades
mineras aportarán al PIB (*)
nacional el 3% durante 1999.
La estabilidad y el crecimiento verificados desde la
implantación del Plan de
Convertibilidad en 1991 allanaron el camino para las inversiones a
largo plazo que tanta influencia tienen en la minería. La
política minera del Gobierno, en
conjunción con las iniciativas de los distintos gobiernos
provinciales, apuntó a la captación de capital de
riesgo privado
y a incentivar la prospección y exploración del
territorio del país. Así, si las empresas
internacionales radicadas en Argentina con proyectos de
ejecución eran cuatro en 1989, aumentaron su número
a 80 en 1997. Las inversiones en proyectos de prospección
y exploración crecieron geométricamente, de cuatro
millones de dólares en 1989 a 160 millones en 1997,
realizadas exclusivamente por empresas privadas.
La actual política minera ha interesado a numerosas
empresas extranjeras en proyectos como la Alumbrera y Salar del
Hombre Muerto
en la provincia de Catamarca o el Cerro Vanguardia en
la provincia de Santa Cruz. Estos proyectos cambiarán
totalmente el panorama de la producción de metales,
incluidos los preciosos, en un plazo medio.
Por otra parte, Argentina está situada en el primer lugar
("país confiable") y ofrece mayor interés a
los inversores entre una lista de 140 países (43
africanos, 28 de la zona asiática y del Pacífico,
33 de Europa y Eurasia
Central, 25 de Iberoamérica y 13 de Medio Oriente),
según los estudios del Mining Journal de Londres.
Esta situación se da por segundo año consecutivo y
es la conclusión de un seminario
realizado en la capital británica que contó con la
participación de los principales analistas mineros de todo
el mundo.
En cuanto a la exploración, más de 60 empresas
mineras internacionales de mediana a gran envergadura (American
Barrick, Anglo American, Bema Gold, BHP Minerals, Cambior, CRA,
Gencor, Iscor, MIM, Metal Mining, FMC, Noranda, North Ltd.,
Peñoles, Phelps Dodge, Placer Dome, RTZ, Rio Algom, WMC,
etc.) se encuentran operando en el país, explorando
activamente en busca de yacimientos de metales básicos y
preciosos, así como evaluando oportunidades en el sector
de los minerales industriales tales como los boratos, las
salmueras y otros similares. Al menos 16 millones de
hectáreas están cubiertas por derechos de
exploración entre catas y áreas de reserva
provinciales.
Otro importante dato orientativo sobre el gran interés que
despierta el sector es el notable incremento de las perforaciones
exploratorias, efectuadas también por la actividad
privada, que varió de los 73.000 metros en 1994 a los
181.000 metros en 1997, lo que permitió el alumbramiento y
puesta en marcha de importantes yacimientos y que
conducirán a dimensionar otros de igual o mayor
magnitud.
Por su parte, las inversiones totales, que en 1995 apenas
alcanzaban los 100 millones de pesos, han experimentado un
sostenido crecimiento que se estima llevará en el
año 2000 a una inversión total acumulada superior a los
3.000 millones de pesos.
La puesta en marcha de los proyectos más avanzados de
producción metalífera y la transformación y
desarrollo de las tradicionales explotaciones no
metalíferas –entre las que destacan el yeso, los
pórfidos, las lajas, los mármoles, los sulfatos de
sodio anhidro, la bentonita, las calizas y las dolomitas–
permiten una proyección creciente, no sólo de las
inversiones sino también de las exportaciones. La
producción no metalífera, de alrededor de 500
millones de dólares anuales hasta 1996, se elevará
a 1.822 millones en el año 2000, mientras que las
exportaciones pasarán de 40 millones de dólares a
casi 1.200 millones en el mismo año. La estructura
productiva del sector minero, excluida la producción
destinada a la producción energética, se concentra
en siete provincias: Jujuy, Salta, Catamarca, San Juan, Mendoza,
Buenos Aires y
Chubut.

En 1997, a partir de la puesta en marcha de dos grandes
proyectos mineros (Bajo de Alumbrera y Salar del Hombre Muerto),
se estima que el valor de la producción minera argentina
ha alcanzado los 665 millones de dólares; este valor se
sitúa un 65% por encima del registrado en 1990. En
términos de valor agregado, en 1997 el producto del sector
creció un 22% con respecto al año anterior. De esta
forma, se culmina la etapa de recuperación del nivel de
actividad del sector que comenzara en 1992. A lo largo de ese
período el producto interno bruto minero creció con
una tasa anual promedio del 8,9%, que duplica la media general de
la economía
nacional (4,5%).
A partir del año 1997 se inicia una etapa expansiva de la
producción, para la cual se estiman bases de crecimiento
exponenciales debido a la cantidad y tamaño de los
proyectos de
inversión existentes que se realizarán en los
próximos cinco años. Por todo esto, se
prevén cambios significativos en la estructura productiva
del sector, particularmente en la composición de los
rubros de minerales y en la participación regional en el
valor total de la producción minera del país; en
esta línea, el peso de los minerales metalíferos
sobre el total producido por el sector pasó del 7,4% en
1996 al 24,6% en 1997.
Las estimaciones proyectadas calculan que la producción
minera alcanzará en el año 2002 los 2.400 millones
de dólares, cifra que representa un incremento del 260%
respecto al nivel de 1997. La tasa de crecimiento anual acumulada
esperada es del 29% para el conjunto de los cinco
años.
Este importante aumento de la producción se sustenta en la
puesta en marcha de siete grandes proyectos mineros a lo largo de
este período: Bajo de la Alumbrera y Salar del Hombre
Muerto (Catamarca), Cerro Vanguardia (Santa Cruz), Potasio
Río Colorado y San Jorge (Mendoza), Pirquitas (Jujuy),
Pachón (San Juan) y Agua Rica (Catamarca).
Uno de los cambios fundamentales del modelo de
desarrollo del sector es que su crecimiento se sustentará
en la apertura a los mercados
internacionales, es decir, se trata de un modelo abierto con un
sector de transables altamente competitivo en términos
internacionales, ya que en 1998 se reinvirtió el balance
comercial del sector y se generó un ingreso genuino de
divisas al país. Por su parte, las exportaciones
alcanzarán en el año 2002 los 1.700 millones de
dólares y las importaciones los 400 millones de
dólares, lo que arrojará un saldo favorable de
1.300 millones de dólares. Cabe aclarar además, que
si se tiene en cuenta la entrada y salida de capitales,
también la balanza de pagos
del sector será ciertamente positiva.

La realidad del sector minero argentino debe situarse en
un contexto internacional definido por el desarrollo de las
condiciones de libre mercado que
incrementa la movilidad de los recursos y la
tecnología y el aumento del grado de interacción e
independencia
a escala mundial
entre los sucesos de los escenarios locales. En esta
situación, los países iberoamericanos se han
convertido en receptores de una parte importante del flujo
internacional de capitales. Así, en los últimos
años la inversión
extranjera directa en la región se ha triplicado,
pasando de 8.000 millones de dólares anuales en el
período 1984/1989 a 24.000 millones de dólares en
1993/1995. Este excelente resultado ha afectado de forma positiva
a diversas actividades productivas entre las que destaca la
minería.
En el escenario planteado y con respecto a la minería
mundial, se observa un nuevo circuito de los flujos de la
inversión. Los capitales norteamericanos (Estados Unidos y
Canadá), australianos y japoneses han encontrado en
Iberoamérica un buen destino para sus inversiones de
riesgo. La región concentró en 1996 el 27% de los
3.500 millones de inversión en exploración que
realizaron un conjunto de 223 compañías, mientras
que en 1991 la participación había sido del 12%.
Por su parte, la participación de América
del Norte se redujo del 44% en 1991 al 23% en 1996; la gran
atracción iberoamericana del capital transnacional viene
dada especialmente por los proyectos metalíferos en oro y
cobre.
La tendencia creciente de la inversión en
exploración es un fenómeno que abarca a toda la
región, pero existen distintos grados de intensidad en
cada uno de los países. En el caso de Chile, el
nivel de inversión alcanzado en la actualidad se explica
por haber iniciado, prácticamente veinte años antes
que el resto de sus vecinos, el proceso de reforma de su
economía. Como resultado de este proceso se observa que
los países del Mercosur, junto
con Chile y Bolivia,
concentran el 43% del total invertido en exploración en
Iberoamérica.
Dadas las tendencias planteadas, el escenario futuro de los
próximos años para la minería en el mundo
prevé una inversión total en el período
1997/2000 de 38.200 millones de dólares, de los cuales el
41% se localizará en Iberoamérica.

Cabe mencionar que la industria de la energía
nuclear ha sido desplazada del mercado global de la
energía por razones ambientales y económicas, y la
opinión
pública ha tenido mucha influencia en este proceso. Es
obvio que la voluntad ciudadana debe primar siempre sobre
voluntades sectarias o intereses creados, pero quienes se han
beneficiado por mucho tiempo de los
mitos
relacionados a la energía nuclear se niegan a
aceptarlo.

En 1973 se estaban construyendo al año 40
reactores en el mundo, y en la actualidad solo 1 o 2, aunque
siguen funcionando 390 reactores nucleares comerciales, que
generan un 3% del consumo total
mundial de energía.

Los protagonistas de este tipo de energía
decían que los riesgos de
accidentes
eran de 1 cada millón de año por reactor, pero
después de los accidentes de Chernobyl y Three Mile Island
lo han revaluado como mil veces más frecuente, lo que nos
da un accidente grave cada 2,5 años teniendo en cuenta que
existen 392 reactores en funcionamiento.

Antes del accidente de Chernobyl, los "expertos"
consideraban absolutamente imposible que un accidente en una
central nuclear afectara a un área de más de 20 o
30 kilómetros de radio alrededor
de la Central. Pocos días después del accidente en
la central ucraniana; la nube radiactiva cruzaba los pirineos
después de viajar cerca de 3.000
kilómetros.

En 1991, la
Organización Internacional para la Energía
Atómica (OIEA) detectó elevados niveles de plutonio
(elemento artificial altamente tóxico y radiactivo) a 12
millas de Mururoa, donde los franceses realizan pruebas de
armamento nuclear desde los años 60.

Otro argumento común era que los combustibles
fósiles se van a terminar en poco tiempo, pero no
consideraban que el uranio es muy escaso. La Agencia
Internacional de Energía Atómica ha estimado que
las reservas económicamente explotables de uranio solo
serán suficiente para unas pocas décadas de
producción nuclear continuada.

Lo peor de todo es el profundo problema que plantean los
residuos radiactivos de las centrales nucleares que han alarmado
a varios países del tercer mundo que iban a ser usadas
como basurero. Por ejemplo, la comunidad de la
Cuenca del Nahuel Huapi (Argentina) se han manifestado contra lo
que los científicos llaman "Repositorio nuclear", pero es
en realidad un basurero atómico en Sierra del
Medio.

Sierra del Medio, en la Patagonia, es
el destino de residuos reactivos provenientes de dos centrales
nucleares de producción de energía
eléctrica: las centrales de Atucha y Embalse.
También se proyectaron basureros atómicos en dos
localidades de la provincia de Río Negro (Chasicó y
La Esperanza). Lo grave del asunto es que la Comisión
Nacional de Energía Atómica de Argentina
falsificó los resultados geológicos: Se
aseguró que no había agua en esa formación
granítica y sí la hay. Además la zona puede
ser afectada por terremotos y
erupciones volcánicas. Este es un caso aún
más grave que el del reactor de Laguna Verde en México.

Por otro lado Greenpeace alertó en diciembre de
1996 de la llegada de un barco con desechos nucleares a Panamá. El
barco salió de Francia con
destino a Japón. El barco con 150 cilindros de vidrio de
desechos radiactivos salió de la fábrica de
reprocesamiento de plutonio en La Haya, cerca de Cherbourg. Por
el Canal de Panamá navegan cada año más de
12.000 buques y se registra un accidente cada 261
tránsitos.

También en Francia se produjo el descarrilamiento
de un tren con desechos radiactivos, y en marzo de 1997 se
incendió en Tokio una planta de procesamiento de desechos
nucleares.

En lo que respecta a las centrales nucleares instaladas
en la isla de Cuba, el
diputado republicano por Florida, Lincoln Díaz Balart, las
describió como "un potencial Chernobyl en nuestro patio
trasero" en alusión, entre otras, a la planta de Juragua
(cerca de Cienfuegos).

HISTORIA DEL
DESARROLLO NUCLEAR EN LA ARGENTINA

En la historia del desarrollo
nuclear en la Argentina caben distinguir tres etapas: una
primera, formativa, que va desde la creación de la CNEA en
1950 hasta 1958, una segunda, de consolidación,
caracterizada por el significativo desarrollo de las aplicaciones
nucleares, que abarca de 1959 hasta 1967; y una tercera, que se
extiende hasta la actualidad, en la que, alcanzada la madurez en
este campo, se vuelca el esfuerzo hacia la generación
núcleo eléctrica.

  • En la primera etapa, la formativa, que se extiende de
    1950 a 1958, se toman las decisiones que llevan a la
    creación de lo que es hoy la CNEA, se organizan los
    primeros grupos de
    trabajo en investigación y desarrollo, se capacita el
    personal
    principalmente a través de su formación en
    centros de los países mas adelantados, se comienza la
    formación regular de físicos a través de
    la creación del Instituto de Física Balseiro y
    las de capacitación de profesionales en reactores
    nucleares y metalurgia
    nuclear, se inician las actividades en los campos de la
    producción y aplicación de radioisótopos,
    y las tareas de prospección de recursos
    uraníferos, se sientan las bases para la
    elaboración de un cuerpo normativo regulatorio en
    materia de seguridad
    radiológica y nuclear, y se construye en el país
    el primer reactor experimental, el RA-1, incluidos sus
    elementos combustibles.

Con la creación de la CNEA en 1950 y la
instalación a partir de 1952 de sus primeros laboratorios,
comienza la evolución orgánica de la
energía nuclear en el país. Como primera medida se
procuró reunir la poca experiencia existente, para lo cual
fueron llamados a colaborar investigadores en distintas
disciplinas científicas relacionadas con el tema,
constituyéndose grupos de trabajo integrados por
jóvenes profesionales que, en la mayoría de los
casos, recién iniciaban su aprendizaje.
Tiene comienzo así una primera etapa que durará
hasta casi fines de esa década, dedicada fundamentalmente
a la formación de personal especializado. A tal fin varios
profesionales estudiaron en laboratorios europeos y
norteamericanos, y se procuró la visita de numerosos
especialistas extranjeros.

En 1955, se inicia en San Carlos de Bariloche el
desarrollo del que posteriormente se conocería como el
Instituto Balseiro, dictándose el primer curso de la
Carrera de Física. Un convenio con la Universidad
Nacional de Cuyo posibilitó al Instituto su
condición universitaria.

En los años cincuenta las expectativas y el
interés en el uso de técnicas nucleares eran muy
grandes. En muchas partes del mundo se consideraba que estas
técnicas ( y en especial el uso de isótopos
radiactivos) eran el medio más apropiado para resolver un
número de problemas
científicos y tecnológicos. No es de
extrañar entonces que también la CNEA se dedicara a
actividades relacionadas con la producción y
utilización de los radioisótopos.

Gracias a una definición oportuna de objetivos y a
una serie de circunstancias afortunadas, pronto se empezaron a
obtener resultados técnicos muy positivos. Es así
como al poco tiempo, la Argentina se vio en condiciones de
disponer de algunos materiales
radiactivos que podía producir en sus instalaciones, en un
momento en que los radioisótopos prácticamente no
tenían proveedores
comerciales.

En la primera mitad de la década del cincuenta
coincidieron en la CNEA un científico de primera
línea, contratado para establecer un grupo de
investigación en el campo de la radioquímica, un
grupo de profesionales jóvenes, muy entusiastas, y un
equipamiento moderno, que incluía el acelerador en cascada
y el sincrociclotrón a que se hizo referencia. Gracias a
esta afortunada circunstancia, en poco tiempo el grupo de
radioquímica logró consolidarse y generar una
producción científica sólida de nivel
internacional. A esa época se debe el descubrimiento en la
Argentina de una veintena de radioisótopos nuevos,
descubrimiento que hizo del "Grupo de Buenos Aires" uno de los
grupos de radioquímica más respetados del
momento.

No es de extrañar que, con la experiencia
adquirida en la búsqueda de nuevos radioisótopos,
el sector radioquímico de la CNEA se dedicara
también a la producción de isótopos
radiactivos con el sincrociclotrón, y hacia fines de los
años cincuenta esa producción comenzó a
tomar volumen,
especialmente después de la puesta en operación del
reactor RA1 inaugurado en 1958 en el Centro Atómico
Constituyentes, primer reactor experimental de América
Latina, del tipo Argonaut, construido íntegramente en
el país.

Desde el comienzo, fue política de la CNEA
producir en el país los elementos combustibles para
abastecer los reactores a construir. Así fue como en 1957
se fabricaron los elementos combustibles para el mencionado
reactor RA-1(*). A partir de ese entonces, todos los elementos
combustibles para la los reactores de investigación que
sucesivamente entraron en operación, fueron
diseñados y fabricados en la CNEA.

El estudio del territorio argentino con miras a
determinar su riqueza en minerales nucleares fue también
otra de las primeras preocupaciones de la CNEA. En 1952, se
inició la extracción de uranio del yacimiento de
Agua Botada, en Malargüe, Provincia de Mendoza, y se
instaló en la Ciudad de Córdoba una pequeña
planta experimental para el tratamiento de esas primeras
extracciones uraníferas, que sirvió como base para
el diseño de las posteriores. Complementariamente con lo
anterior, en 1953 se construyó en Ezeiza una planta piloto
para la producción de uranio metálico por
calciotermia.

Además, a partir de 1955, se inició el
estudio sistemático de las reservas uraníferas.
Como resultado de los primeros estudios geológicos
realizados, se determinó la existencia de 1.300.000 km2
de territorio continental con posibilidades
uraníferas
, de los cuales 400.000 fueron catalogados
como de interés inmediato. La prospección inicial
se concentró en estos últimos y demostró la
potencial existencia de recursos suficientes como para encarar un
plan independiente con abastecimientos nacionales.

1955 también constituyó una fecha clave en
la investigación y el desarrollo en el área de
materiales en la Argentina y en Latinoamérica. En ese año, la CNEA
organizó el Departamento Metalurgia (que con el tiempo
evolucionara a Departamento de Materiales) el primer laboratorio
de metalurgia en el sentido moderno de América Latina, es
decir: un centro de investigaciones
con sentido creador.

En los considerandos del decreto de creación de
la CNEA, se enunciaba en forma precisa la necesidad de establecer
medidas que aseguraran la protección de la población de los efectos nocivos de las
radiaciones provenientes de los materiales radiactivos. Es
así que a partir de un pequeño grupo dedicado al
control de la
exposición del personal que trabajaba con
radioisótopos y a la determinación de la
precipitación radiactiva, se formó dentro de la
CNEA, un organismo, convertido en la actualidad en la Autoridad
Regulatoria Nuclear, que fue elaborando un conjunto de normas
regulatorias que configuraron una estructura legal, sin duda de
las más completas de América Latina. Esa estructura
fue con el tiempo perfeccionada mediante nuevas disposiciones
legales en materia de seguridad radiológica y nuclear, que
acompañaron el desarrollo nuclear del
país.

  • La segunda etapa del desarrollo nuclear argentino, de
    1959 a 1967, constituye esencialmente una de transición
    y consolidación, durante la cual la CNEA se prepara para
    convertirse, de una institución dedicada
    fundamentalmente a las formación de personal y a la
    investigación, en una institución con
    responsabilidades de realización en programas
    definidos en materia de aplicaciones de la energía
    nuclear. Se diseña y construye en el país un
    reactor de irradiación e investigación, se
    promueve la investigación y el desarrollo en metalurgia,
    y se lleva a cabo la fabricación de los elementos
    combustibles para el nombrado reactor; se construye la primera
    planta convencional de producción de concentrado de
    uranio y otra de lixiviación en pilas; se
    desarrollan la producción y las técnicas de
    aplicación de radioisótopos en medicina,
    biología, industria y en el sector
    agropecuario, así como el uso de radiaciones ionizantes;
    y se encara, con medios
    propios, un estudio de
    factibilidad pare la instalación de la primera
    central nucleoeléctrica.

En el año 1962 la CNEA contaba ya con un programa de
comercialización de radioisótopos
establecido y centralizaba la distribución de todos los
radioisótopos, tanto los producidos en el país como
los importados.

Estos últimos eran fraccionados localmente. Para
hacer frente al crecimiento de la demanda
decidió la construcción de un reactor de
irradiación de mayor potencia y de una planta
diseñada expresamente para la producción de
radioisótopos. El reactor, el RA3, fue inaugurado en 1967,
y la planta de producción empezó a operar en 1971.
Ambas instalaciones fueron diseñadas por la CNEA y
construidas en el Centro Atómico Ezeiza. La planta de
producción incluyó soluciones que
hicieron de ella una de las más desarrolladas del momento,
y llegó a cubrir en los años ochenta el 90% de la
demanda nacional y permitir la exportación a países de la
región.

Las aplicaciones de radioisótopos en la industria
fueron iniciadas en 1959, mediante la construcción de los
primeros equipos de gammagrafía (radiografía
industrial), el dictado de cursos de
capacitación, y la asistencia y asesoramiento a las
empresas interesadas. La aplicación de trazadores
radiactivos en gran escala se efectuó por primera vez en
1961.

Ya en 1957 se habían iniciado experiencias sobre
conservación de alimentos mediante el uso de fuentes
intensas de radiación.
En esta segunda etapa los estudios prosiguieron con especial
énfasis en el campo de la radioesterilización,
diseñándose y construyéndose una planta
semi-industrial de irradiación, que entró en
operación en 1970 y ha venido desde entonces prestando
servicios a empresas locales, especialmente en el campo de los
materiales médicos descartables.

En esta etapa de consolidación, se comienzan
trabajos orgánicos y amplios de prospección,
exploración, evaluación
y desarrollo de técnicas de beneficio de minerales de
uranio. Así se construyó en "Don Otto", en la
Provincia de Salta, una planta de lixiviación en pilas,
que comenzó a operar en 1961, y en Malargüe, en la
Provincia de Mendoza, la primera planta convencional de
producción de concentrado de uranio que inició sus
operaciones en
1965. Para 1967, la explotación de los recursos
uraníferos se encuentra ya consolidada, con miras a
abastecer a una futura primera central nuclear
Argentina.

También se completó el desarrollo de
instalaciones y de un grupo de laboratorios que permitieron
encarar muchos de los problemas metalúrgicos que deben
afrontarse para el procesamiento y transformación del
uranio y para la utilización en la tecnología
nuclear de materiales tales como el zirconio, el aluminio, el
manganeso, el sodio, el potasio y sus diversas aleaciones.
Dichos laboratorios fueron equipados con elementos modernos,
muchos de ellos únicos en América
Latina.

En 1961, se crea el Servicio de
Asistencia Técnica a la Industria Metalúrgica
(S.A.T.I.M.), con la finalidad de prestarle asesoramiento y
asistencia técnica en todos los problemas vinculados con
la preparación y el uso de metales y aleaciones, difundir
nuevos métodos e
información científica y desarrollar
investigaciones.

En 1967, la OEA crea el
Programa Regional de Desarrollo Científico y
Tecnológico, asignando prioridad a la elaboración
de un programa multinacional de metalurgia, a nivel
subcontinental (América Latina) y encargando la
responsabilidad de su preparación al Departamento
Metalurgia de la CNEA. El programa resultante, conocido como
Programa Multinacional de Metalurgia OEA-CNEA, operó entre
1969 y 1972 con sede en el citado Departamento. En 1962 se
implementó un laboratorio de ensayos no
destructivos que sirvió de base, una década
después, a la creación del Instituto Nacional de
Ensayos No Destructivos que, entre otras muchas tareas, presta
servicios de control a las centrales nucleares en
operación.

A pesar de que la evolución de las actividades
nucleares llevó a dar un mayor énfasis a las tareas
tecnológicas, las investigaciones básicas no fueron
descuidadas.

Hacia finales de esta segunda etapa, se produjo un hecho
destinado a tener gran trascendencia en el desarrollo nuclear del
país: en 1965 el Gobierno Nacional encargó a la
CNEA el estudio de factibilidad de
una central de potencia. Dicho estudio, que demandó un
año a un calificado grupo de técnicos,
demostró que la Argentina necesitaría del aporte de
la energía nuclear para hacer frente a su creciente
demanda de energía eléctrica, ya que las fuentes
convencionales de energía resultarían insuficientes
a mediano plazo para satisfacerla. El estudio
señaló que era técnicamente factible,
económicamente conveniente y financieramente viable la
instalación de una central nuclear de 500 MW de potencia,
para servir a la zona del Gran Buenos Aires -Litoral, a partir de
1971.

  • En la tercera etapa del desarrollo nuclear argentino,
    de 1968 a la fecha, el país inició sus
    actividades en el campo nucleoeléctrico, consolidando
    con el tiempo el
    conocimiento y la experiencia que iba adquiriendo en el
    mismo, y logró el dominio de las tecnologías del
    ciclo del combustible nuclear y de producción de agua
    pesada, asegurando así el abastecimiento de esos insumos
    a sus centrales nucleares.

Como resultado del estudio de factibilidad ya
mencionado, se llama a un concurso de ofertas que concluye con la
adjudicación a la empresa Siemens de una central nuclear
llave en mano de 330 MW de potencia neta, a base de uranio
natural con agua pesada como moderador, del tipo de recipiente de
presión, a ser construida en Atucha,
Provincia de Buenos Aires, la cual entra en operación
comercial en junio de 1974. Dos años antes, y como
consecuencia del resultado de un segundo estudio de factibilidad,
se formula un nuevo llamado a concurso para presentar ofertas por
una segunda central nuclear de 600 MW a ser instalada en Embalse.
La misma se adjudicó en 1973 al consorcio
canadiense-italiano AECL-Italimpianti, que ofertó un
reactor tipo CANDU, también a base de uranio natural y
agua pesada, pero de tubos de presión, cuya
construcción se inicia en 1974, conectándose
comercialmente a la red en 1984.

Paralelamente se intensificaron los trabajos de
exploración que incrementaron a 25.000 toneladas de Uranio
tipo 3O8 la existencia de mineral en la categoría de
recursos razonablemente asegurados, se triplica la capacidad de
la planta de concentración de Malargüe, se construyen
nuevas plantas de
concentración de uranio por lixiviación en pilas en
Los Adobes (Chubut), Los Gigantes (Córdoba), Sierra
Pintada (Mendoza) y La Estela (San Luís), y una planta de
producción de dióxido de uranio en la Ciudad de
Córdoba.

También se intensificaron las actividades
tendientes a lograr el dominio del ciclo del combustible nuclear
y a adquirir la capacidad de diseñar y construir centrales
nucleares con medios propios. A esos efectos, se incrementaron
los presupuestos
anuales de la CNEA y paralelamente el número de
profesionales en las distintas disciplinas relacionadas con el
área nuclear.

En 1977 se definieron los objetivos y políticas
en el campo nuclear con el fin de lograr la autosuficiencia para
desarrollar un programa independiente que sirviese a los
intereses nacionales. Estos intereses eran, por un lado,
satisfacer la demanda futura de energía eléctrica,
que crecería a un ritmo estimado entre el 8 y el 9% anual,
mediante la utilización combinada de fuentes
hidroeléctricas y nucleares y, por el otro, lograr la
máxima autonomía en la utilización de esta
fuente de energía. Se consideraba que en las primeras
décadas del siglo XXI, las principales fuentes
hidroeléctricas ya estarían en explotación,
las reservas de hidrocarburos
se irían progresivamente agotando, y el uso de
combustibles fósiles en general se vería limitado
por razones ambientales.

El subsiguiente crecimiento de la generación de
energía debería producirse en gran medida a
través de la instalación de centrales nucleares.
Con ello se esperaba reducir a un mínimo la dependencia de
proveedores extranjeros.

Para alcanzar dichos objetivos, el Gobierno
aprobó en 1979 el Plan Nuclear, consistente en la
instalación de cuatro centrales nucleares que
debían entrar en operación comercial en 1987, 1991,
1994/95 y 1997, de una planta industrial de producción de
agua pesada y de las instalaciones necesarias para completar
todas las etapas del ciclo de combustible.

La definición de este Plan Nuclear
respondió a la necesidad de promover una
participación activa de la ingeniería e industria
argentinas, asegurando perspectivas futuras a largo plazo y
continuidad en la acción, condiciones ambas necesarias
pare que el sector privado se viera incentivado para embarcarse
en dichas actividades y realizar las inversiones necesarias. El
propósito fue ir generando las capacidades nacionales de
diseño e instalación de centrales nucleares y de
fabricación de los componentes e insumos de dichas
centrales.

Como resultado de todo ello, la CNEA firmó con
Sulzer Brothers de Suiza, en 1980, un contrato por la
provisión "llave en mano" de una planta industrial de
producción de agua pesada, inaugurada en 1994, con una
producción anual garantizada de 200 t. Además, en
mayo de 1980, CNEA y KWU firmaron los contratos para la
provisión de los suministros y servicios de importación destinados a una central
nuclear a base de uranio natural y agua pesada, del tipo
recipiente de presión, de una potencia aproximada de 700
MW, a ser también instalada en Atucha: La
construcción de esta central sufrió, por razones
financieras, extensas demoras, encontrándose
completada en aproximadamente un 85%. Los suministros y servicios
de origen nacional para la central quedaron bajo la
responsabilidad de la CNEA. Al mismo tiempo, CNEA y KWU
constituyeron la Empresa Nuclear Argentina de Centrales
Eléctricas S.A. (ENACE), que sería el arquitecto
industrial de Atucha II y de las futuras centrales nucleares
argentinas. Es así como Atucha II se convirtió en
el primer proyecto de una
central nuclear en el país que se aparta totalmente del
esquema de contratación "llave en mano".

La decisión de alcanzar la autosuficiencia en
materia nuclear llevó a la elección de reactores a
base de uranio natural y agua pesada, línea que presentaba
para la Argentina las siguientes ventajas:

– Permitir alcanzar localmente y prontamente el dominio
total del ciclo del combustible, dada la capacidad
científico-técnico-industrial disponible. Esta
decisión fue sin duda la correcta para la época, ya
que se estimó que el desarrollo autónomo de la
tecnología de enriquecimiento de uranio no estaba al
alcance del país. A pesar de esto, más tarde se
logra tal desarrollo en el país.

– Permitir utilizar más racionalmente los
recursos uraníferos.

– Ofrecer la posibilidad de una mayor
participación de la industria nacional por ser la
fabricación de los distintos componentes, particularmente
en el caso del reactor a tubos de presión, más
asequibles a la capacidad del país.

La experiencia adquirida en el campo de los combustibles
para los reactores de investigación permitió
encarar con éxito
la fabricación, en escala piloto y con tecnología
provista por la empresa Siemens, de elementos combustibles para
la Central Nuclear Atucha. Paralelamente, se completó el
desarrollo local de la tecnología necesaria para la
fabricación de elementos combustibles tipo CANDU para la
Central Nuclear Embalse. Como culminación de ese proceso,
se encaró la construcción de una fábrica de
elementos combustibles en el Centro Atómico Ezeiza, que
fue inaugurada en 1982, con capacidad para satisfacer la demanda
de ambas centrales y en un futuro la de la Central Nuclear Atucha
II, y que abastece en la actualidad en forma regular a las dos
primeras.

De la misma manera, sobre la base de desarrollos
"piloto" anteriores, en 1977 se decidió la
construcción de una fábrica de aleaciones
especiales, capacitada principalmente para la producción
de tubos y semiterminados de zircaloy destinados a la
fabricación de elementos combustibles, que fuera
inaugurada también en el Centro Atómico Ezeiza en
1984 y provee de los mismos a la citada fabrica de elementos
combustibles.

La estimación del potencial uranífero
nacional en relación a la proyección de la demanda
futura, mostraba que, pese a utilizar reactores de uranio natural
y agua pesada, las reservas nacionales sólo serían
suficientes para las primeras décadas del siglo XXI. Ello
planteó la necesidad de prever incrementar esas reservas
mediante la utilización del plutonio generado en los
elementos combustibles irradiados, reciclándolo, para
fabricar combustibles de óxidos mixtos uranio-plutonio, lo
que en los reactores de uranio natural equivale a duplicar las
reservas.

Este ambicioso Plan Nuclear fue a partir de mediados de
la década del ochenta primero demorado y luego
parcialmente abandonado, en razón inicialmente de la
fuerte recesión y crisis económica que
sufrió el país, que determinó una importante
reducción en el crecimiento de la demanda
eléctrica, y posteriormente debido al inesperado
descubrimiento de significativas reservas de hidrocarburos,
principalmente gas, así
como al incremento de la oferta de
energía de origen termoeléctrico convencional,
debido a un sustancial mejoramiento del rendimiento de esas
plantas, como consecuencia de su privatización en el marco del proceso
de

desregularización del mercado
eléctrico.

Sin embargo, en cumplimiento del referido Plan Nuclear,
se desarrollaron las siguientes actividades:

– Incremento de la exploración, extracción
y producción de concentrado de uranio, que fue elevada al
orden de 180/220 toneladas de Uranio tipo 3O8 por
año.

– Construcción de una planta de
purificación de concentrado y de producción de
dióxido de uranio, con una capacidad de producción
de 150 t/año, que fue inaugurada en 1982, en la Ciudad de
Córdoba.

– Creación de la infraestructura de apoyo
necesaria para la fabricación de elementos combustibles,
tal como circuitos de
prueba de alta presión y celdas calientes para análisis e inspección de elementos
combustibles irradiados. El circuito de prueba de alta
presión fue inaugurado en el Centro Atómico Ezeiza
en 1983 y las celdas calientes en el mismo Centro, en
1990.

– Desarrollo de la tecnología de
producción de esponja de circonio, para lo cual se puso en
operación en 1978 una planta piloto en el Centro
Atómico Bariloche, que determinaría la oportunidad
y capacidad de producirlo a nivel industrial, con una capacidad
de una tonelada/año.

– Desarrollo de tecnología nacional para la
producción de agua pesada, a través del
diseño, construcción y operación de una
planta piloto, que se completó en Atucha en 1984, como
base para la eventual construcción de futuras plantas que
complementasen a la producción de la planta industrial
construida en Arroyito.

– Desarrollo de la tecnología de reprocesamiento
y de producción de elementos combustibles de óxidos
mixtos, a cuyos efectos ya en 1969 se había efectuado, a
nivel laboratorio, la separación química de plutonio,
y a mediados de la década del setenta se inició la
construcción de una planta piloto de reprocesamiento de
elementos combustibles irradiados en el Centro Atómico
Ezeiza, que no ha sido completada por perder prioridad al
abandonarse parcialmente el Plan Nuclear.

– Desarrollo de la capacidad de diseño,
dirección de proyecto, ingeniería, gestoría
y seguimiento de compras, supervisión de la construcción,
montaje y puesta en marcha de centrales nucleares. A esos
efectos, durante la construcción de la Central Embalse, la
CNEA asumió las tareas de montaje de componentes,
mecanismos y sistemas
críticos del sector nuclear, como la calandria, los
canales de combustible, los mecanismos de reactividad y el
sistema de transferencia de combustible. Además,
acordó con las empresas contratistas que las empresas
locales de ingeniería tomaran a su cargo tareas de
montaje, tanto en el sector nuclear como en el convencional.
Posteriormente, la CNEA asumió el rol de subcontratista
principal para la construcción del sector nuclear de
Embalse. Como se ha mencionado anteriormente, la capacidad de
ingeniería nacional se consolidó con la
creación de la empresa ENACE, que se hizo cargo de las
obras de la Central Nuclear Atucha II.

– Promoción de la capacitación de la
industria nuclear privada en la fabricación de los grandes
componentes del sector nuclear. Así, una empresa
privada Argentina construyó los dos generadores de vapor,
tres enfriadores del moderador y el presurizador para la Central
Nuclear Atucha II, con la asistencia de medidas de
promoción.

Complementariamente con lo anterior, se procedió
a la creación, en 1978, de la Carrera de Ingeniería
Nuclear en el Instituto de Física Balseiro,
dotándolo de herramientas
tales como un reactor de investigación y docencia, el
RA-6, diseñado y construido en el país por la
empresa INVAP S.E., que se inauguró en 1982.

También se realizaron los estudios necesarios
para determinar el lugar apropiado para depositar los residuos
radiactivos de alta actividad. Luego de un relevamiento de los
lugares que cumplen con las condiciones geológicas
requeridas, se seleccionó uno, entre 200 favorables, donde
se realizaron las tareas necesarias para comprobar que
reúne las condiciones exigidas para repositorio de tales
residuos.

Paralelamente a lo anterior (y no vinculado al Plan
Nuclear, sino a la necesidad de asegurar el abastecimiento de
uranio enriquecido para la fabricación del combustible
nuclear para los reactores de investigación propios y a
los que en el futuro se exportasen, abastecimiento que se nos era
negado por nuestro proveedor habitual por razones
políticas) se encaró el desarrollo de la
tecnología del enriquecimiento de uranio por el método de
difusión gaseosa. Este desarrollo fue llevado a cabo por
INVAP en Pilcaniyeu, Provincia de Río Negro, a partir de
1978, por cuenta de la CNEA, y completado con éxito a
nivel piloto en 1983, constituyendo uno de los mayores logros de
la tecnología Argentina, tanto en sus aspectos nucleares
como convencionales.

También se intensificaron las actividades de
investigación y desarrollo de apoyo, entre las que se
destaca la construcción de un acelerador de iones pesados,
que está en operación desde 1984.

En esta tercera etapa se incrementó notoriamente
la capacidad de producción de radioisótopos,
mediante la incorporación en 1993, en el Centro
Atómico Ezeiza, de un ciclotrón para la
producción de los de vida corta y media, y la
inauguración, en 1995, en el mismo Centro Atómico,
de una planta de producción de molibdeno 99 por
fisión, generador de tecnecio 99, principal
radioisótopo de uso médico, que abarca
aproximadamente el 90% de todas las aplicaciones.

En el campo de la medicina nuclear, complementando la
actividad desarrollada en décadas anteriores en otros
establecimientos hospitalarios, la CNEA, conjuntamente con la
Provincia de Mendoza y la Universidad Nacional de Cuyo,
establecieron en 1991 la Fundación Escuela de
Medicina Nuclear (FUESMEN), en la ciudad capital de la mencionada
provincia. Es éste un centro médico de excelencia,
con equipamiento de los más avanzados de
Latinoamérica, contando con el único
tomógrafo por emisión de positrones (PET) con
ciclotrón asociado de la región, equipos de
tomografía axial computada, telecobaltoterapia,
radioterapia superficial y profunda, braquiterapia, microscopio
electrónico, SPECT, centellografía lineal,
acelerador lineal y, fundamentalmente, con un cuerpo profesional
altamente capacitado. En él se encuentra una rara
simbiosis entre médicos, físicos e ingenieros
nucleares que le permite el desarrollo de nuevos métodos
de diagnóstico y terapéuticos a la
altura de los centros más desarrollados del
mundo.

Como se ha visto, el desarrollo nuclear argentino se
caracterizó por haber ido elaborando paulatinamente una
tecnología propia en cumplimiento de un plan que, con
sucesivos ajustes, rigió la actividad nuclear desde casi
sus inicios, y por la formación simultánea de un
importante grupo de profesionales y técnicos
especializados en las distintas disciplinas de la ciencia
nuclear.

Por consiguiente, desde una época temprana, el
país se encontró, desde el punto de vista
técnico, en condiciones favorables para prestar asistencia
a otros países en desarrollo, particularmente de
América Latina, lo que despertó, en muchos de
ellos, un considerable interés en el establecimiento de
relaciones mutuas de cooperación en este campo.

Ese interés fue siempre correspondido por una
abierta (y aún generosa) política de
cooperación y asistencia técnica, tradicionalmente
a través de la CNEA y, desde 1994, también de la
Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) y de la Empresa
Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA), ambas escindidas en
ese año del tronco común de la primera.

La cooperación se ha llevado a cabo tanto en el
ámbito multilateral, global y regional, cuanto en el
bilateral. En el primero, globalmente en el marco del Organismo
Internacional de Energía Atómica (OIEA) y,
regionalmente, en el de la Organización de Estados Americanos (OEA),
la Comisión Interamericana de Energía Nuclear
(CIEN) y, más recientemente, el Programa Arreglos
Regionales Cooperativos para la Promoción de la Ciencia y la
Tecnología Nucleares en la América Latina (Programa
ARCAL); en el segundo, a través de acuerdos bilaterales de
cooperación para el desarrollo y aplicación de los
usos pacíficos de la energía nuclear que abarcan a
la casi totalidad de los países americanos con actividad
nuclear significativa y a varios países de Europa,
Asia y
África.

La CNEA ha organizado en nuestro país (y en
alguna ocasión en algún país
limítrofe), con el auspicio de los organismos
internacionales nombrados, numerosos cursos de
capacitación y perfeccionamiento y reuniones
científicas tales como seminarios, simposios y talleres,
interregionales y regionales. Así mismo ha aceptado gran
cantidad de becarios y visitantes científicos extranjeros
enviados por esos organismos para su formación y
capacitación profesional.

Estas actividades han cubierto una amplia gama de
áreas del campo nuclear: la generación
Nucleoeléctrica; las distintas etapas del ciclo del
combustible nuclear, desde la prospección del uranio hasta
la fabricación del combustible; la producción y
aplicación de radioisótopos, en la medicina, la
biología, la veterinaria, la agricultura,
la hidrología y la industria; la aplicación de
radiaciones ionizantes a la conservación de alimentos y la
esterilización de instrumental biomédico; la
protección radiológica y la seguridad nuclear; y la
investigación científica y
tecnológica, básica y aplicada, relacionada con la
ciencia nuclear.

El sector nuclear argentino contribuyó a la
formación de los recursos
humanos para los usos pacíficos de la energía
nuclear en 22 países de América Latina, 12 de
Europa, 7 de África y 14 de Asia. Por supuesto, razones
idiomáticas y de proximidad geográfica y cultural
han determinado que hayan sido los países latinoamericanos
los que recibieran el mayor aporte argentino en materia de
formación de recursos humanos, particularmente los
sudamericanos Es digno de señalar que en las dos
últimas décadas, la Argentina ha figurado en lugar
destacado entre los Estados Miembros del OIEA formadores de
recursos humanos para terceros países, lo que involucra
haber recibido en esos años un gran número de
cursantes, becarios y visitantes científicos por cuenta
del citado organismo internacional. Demostrativo de ello es el
puesto que ocupara la Argentina como tal entre todos los Estados
Miembros del Organismo, incluidos los países de mayor
desarrollo nuclear.

Consciente de las limitaciones de su medio, el sector
nuclear argentino ha desarrollado por lo general una
tecnología libre de sofisticaciones y adaptada a las
posibilidades de producción y mantenimiento de la
industria local, que resulta particularmente adecuada a los
requerimientos y posibilidades de muchos países en
desarrollo que carecen del apoyo logístico necesario para
el mantenimiento en operación de equipos altamente
sofisticados.

La experiencia que muchos de esos países han
tenido en el trato con los de desarrollo tecnológico
nuclear más avanzado, ha sido frecuentemente
insatisfactoria. Está fuera de cuestión la
capacidad técnica de tales países para satisfacer
las exigencias en el campo nuclear de los menos desarrollados.
Sin embargo, lo que ha demostrado ser particularmente
difícil ha sido lograr una verdadera transferencia de
tecnología entre ellos.

Existen muchos factores que conspiran contra tal
transferencia. La diferencia de nivel tecnológico, a veces
abismal, crea una dificultad básica para el entendimiento
humano constructivo, indispensable para la transmisión de
conocimientos. Un contrato con un país altamente
desarrollado suele concluir en la instalación de un
equipamiento técnicamente impecable, en cuya
construcción, en el mejor de los casos, los adquirentes
han participados como meros observadores.

Por lo general en esos casos, se envían a
profesionales y técnicos de los países en
desarrollo a formarse o capacitarse en el país proveedor.
El resultado suele ser habitualmente pobre; la enorme diferencia
de medios hace que finalmente el profesional o técnico se
desligue de la realidad de su país de origen. A su vuelta,
sufre una profunda crisis de adaptación y, en muchos
casos, abandona su país o la tarea para la cual se lo
especializó.

Ejemplos de este género han
sido frecuentes en la mayoría de los países en
desarrollo y, muy particularmente, en los de América
Latina.

Todo ello ha llevado a un número significativo de
países en desarrollo, de la región latinoamericana
pero también de otras regiones extracontinentales, que
transitan sus primeros pasos en el campo del desarrollo nuclear o
que, habiendo alcanzado un nivel intermedio, desean encarar
etapas tecnológicas más complejas de ese
desarrollo, a considerar con interés el establecimiento de
relaciones de cooperación con la Argentina como proveedora
confiable de tecnología accesible.

Como es natural, los primeros esfuerzos de
investigación y producción de elementos nucleares
estuvieron destinados a satisfacer requerimientos y necesidades
locales. Pronto se fue haciendo evidente, sin embargo, que los
logros alcanzados también eran de interés para
otros países en vías de desarrollo, en primer lugar
las naciones vecinas de América Latina.

Fueron apareciendo las primeras exportaciones de equipos
y tecnología. El paso de los años vio crecer la
variedad y sofisticación de la industria nuclear Argentina
y, como una lógica
consecuencia, las oportunidades de transferir al exterior esos
conocimientos y esa experiencia en un área que, hasta ese
entonces, era patrimonio
exclusivo de algunos países altamente
desarrollados.

Poco a poco Argentina fue haciendo sentir su presencia
en el campo de la actividad nuclear internacional, a
través de una ayuda desinteresada y de operaciones
comerciales de creciente magnitud. Se trascendió la
región latinoamericana como destino casi exclusivo de la
cooperación Argentina para exportar equipos y
tecnología a países de otras zonas del mundo, en
África, Asia y Europa Oriental. Llegó el día
en que los destinatarios de las exportaciones argentinas
incluyeron países industrializados como Alemania,
Canadá o Corea.

La empresa no fue fácil. El comercio
nuclear internacional constituye un ámbito altamente
especializado y competitivo. Costó mucho esfuerzo competir
en las licitaciones internacionales con gigantescas empresas de
países avanzados y de larga tradición en esta
materia, empresas que, además, contaban con el respaldo y
el apoyo de gobiernos políticamente poderosos e
influyentes.

Argentina pudo superar, aunque no siempre, esas
desventajas. Ofreció en cambio dos
cualidades: una tecnología más adecuada a las
necesidades de los países en desarrollo y, en segundo
lugar, una generosa política en materia de transferencia
de tecnología; Argentina no proveería en general
instalaciones "llave en mano", sino que siempre procuró
que la industria y el personal locales tuvieran amplia
participación en la fabricación y producción
de los equipos e instalaciones ofrecidos. El país receptor
no recibía solamente un producto de calidad, adaptado
a sus necesidades, sino también los conocimientos para
operarlo y desarrollarlo en el futuro y un personal debidamente
formado a ese efecto.

La primera transferencia comercial de tecnología
llevada a cabo por la Argentina en el campo nuclear se remonta a
los últimos meses de 1958 y consistió en la
venta del
know-how de fabricación de elementos combustibles
del tipo Argonaut a la firma Degussa-Leybold AG de la
República Federal de Alemania.

El reactor Argonaut de 10 kW de potencia,
desarrollado en los EE.UU.,sirvió de base para el
diseño del primer reactor nuclear argentino, el RA-1,
construido totalmente en el país – incluyendo sus
elementos combustibles – e inaugurado en enero de
1958.

Los elementos combustibles del tipo Argonaut son
placas de 2,75 mm de espesor, 73 mm de ancho y 610 mm de
longitud, obtenidos por extrusión de una masa
presinterizada de Uranio de tipo 3O8 enriquecido al 20% contenida
en una matriz de
aluminio. Su método de producción fue desarrollado
y puesto a punto por la CNEA.

Los resultados de este desarrollo fueron presentados en
la Conferencia
Internacional sobre los Usos Pacíficos de la
Energía Atómica llevada a cabo en Ginebra, Suiza,
en agosto de 1958, y fueron publicados en las Actas de la
Conferencia.

El trabajo impresionó favorablemente a directivos
de la firma alemana Degussa-Leybold AG, que en ese entonces
tenía intenciones de producir elementos combustibles para
los reactores nucleares experimentales alemanes, lo que los
llevó a solicitar que la CNEA les vendiera el
know-how para la fabricación de ese tipo de
elementos.

La venta se concretó en noviembre de 1958 en la
ciudad de Frankfurt, entregando la CNEA un informe completo
sobre el proceso de fabricación y recibiendo en
compensación, por su transferencia de tecnología
nuclear, una suma equivalente a 75.000 dólares
actuales.

Los radioisótopos y los radiofármacos
también fueron parte de las primeras transferencias de
tecnología nuclear.

Siguiendo la tendencia mundial de la época, la
CNEA emprendió la producción y las aplicaciones de
los radioisótopos desde principios de los
años cincuenta, utilizando las instalaciones disponibles
en el momento y planificando su expansión. Al poco tiempo,
la Argentina se vio en condiciones de transferir a otros
países latinoamericanos los resultados de sus trabajos en
aplicación de técnicas nucleares y de disponer de
algunos materiales radiactivos producidos en sus instalaciones.
No tardaron en aparecer requerimientos de materiales radiactivos
hechos por investigadores de algunos de los países de la
región. La CNEA los fue satisfaciendo de acuerdo con sus
posibilidades, en una colaboración de tipo
académico.

Después de la puesta en marcha del reactor RA1 en
enero de 1958, la producción de radioisótopos
empezó a tomar volumen. Al mismo tiempo se fue
desarrollando un grupo importante dedicado a la marcación
de moléculas con isótopos radiactivos que
comenzó a proveer compuestos marcados a investigadores de
las áreas químicas y biomédicas del
país.

Como anteriormente se mencionó, en el año
1962 la CNEA contaba ya con un programa de
comercialización de materiales radiactivos bien
establecido. Al mismo tiempo organizó en forma
orgánica la provisión de productos
radiactivos a países como Paraguay, Chile,
Holanda; también se efectuaron servicios de
irradiación en el sincrociclotrón para Brasil y Colombia y en el
reactor para Venezuela.

La exportación a América Latina de estos
materiales radioactivos, fue incrementándose en los
años sesenta hasta alcanzar aproximadamente un 20% del
total de la producción local. En la década se
enviaron compuestos de estas características a Bolivia,
Chile, Paraguay y Uruguay.

Junto con el desarrollo de nuevos métodos de
producción de radioisótopos y de moléculas
marcadas, se tuvo especial cuidado en garantizar la calidad de
los productos. Con este fin fueron elaborados procedimientos,
muchos de ellos originales, para los controles físicos,
químicos, biológicos y farmacéuticos que
eran aplicados de manera rutinaria a lo producido. Ya en 1963 se
habían compendiado estos procedimientos en un
pequeño manual de uso
interno. La experiencia lograda en este campo permitió a
la CNEA establecer un conjunto de especificaciones y normas para
los productos radiofarmacéuticos que proveía al
mercado. La iniciativa de la CNEA interesó a la Junta de
Energía Nuclear de España
(JEN), que se encontraba en una etapa de desarrollo similar. Es
así como la CNEA y la JEN decidieron elaborar en forma
conjunta un compendio unificado de las especificaciones y normas
que iban a ser aplicadas en ambos países. Los trabajos
experimentales conjuntos para
la elaboración de las normas se iniciaron en 1966 y los
resultados fueron publicados en 1970. Posteriormente, y
continuando con los trabajos conjuntos, se elaboro un manual de
controles de radiofármacos, que años después
iba a ser adoptado por la Asociación Latinoamericana de
Sociedades de
Biología y Medicina Nuclear y que fue utilizado en toda
América Latina.

A efectos de hacer frente al crecimiento de la demanda
de materiales radiactivos, la CNEA en los años sesenta,
decidió la construcción de un reactor de
irradiación de mayor potencia y de una planta para la
producción de radioisótopos, que fueron inaugurados
en 1967 y 1971, respectivamente. La planta Argentina
incluyó soluciones originales derivadas de la
experiencia operativa de otros centros, lo que hizo de ella una
de las más desarrolladas del momento.

La experiencia adquirida en la construcción y
equipamiento de la planta así como en su operación,
sirvió de base para que Argentina proporcionara a muchos
países tecnología y know-how para instalaciones
destinadas a la producción y manipulación de
radioisótopos. Es así como proveyó a Uruguay
recintos estancos para el fraccionamiento de materiales
radiactivos (1976), a Chile know-how, equipos y materiales para
la producción de radioisótopos (1975-76), a
Portugal ingeniería para las instalaciones de
manipulación de radioisótopos (1978), a Perú
una planta completa de producción, a Cuba una planta para
la elaboración de radiofármacos y compuestos
radiactivos, etc.

Con la operación del nuevo reactor y de la planta
de producción de radioisótopos, en los años
setenta se amplió el volumen y la gama de materiales
radiactivos producidos y elaborados en el país. La
producción de la CNEA llegó a cubrir el 90% de la
demanda interna durante buena parte de la década. Al mismo
tiempo se intensificó la exportación a varios
países latinoamericanos. En 1980, el 18 % de la
producción argentina de radioisótopos y
moléculas marcadas se exportaba a América
Latina.

En los años siguientes se produjo un aumento
importante en el consumo interno de materiales radiactivos,
especialmente en el campo biomédico. Este hecho hizo que
fuera disminuyendo momentáneamente el volumen de los
radioisótopos exportados a los países vecinos. Sin
embargo, nuevos desarrollos comerciales encarados recientemente
(1999) por la CNEA, le posibilitarán en el futuro
próximo estar nuevamente en condiciones de incrementar
significativamente su oferta al mercado regional.

El comercio
internacional de la tecnología nuclear es un terreno
donde existe una competencia
despiadada por los mercados, competencia que a veces se maneja
con criterios comerciales, pero otras con criterios
políticos que prevalecen sobre los primeros. En la venta
de equipos e instalaciones nucleares, el cliente suele ser
un organismo de un Estado extranjero. Esto da
características especiales a las negociaciones. Una vez
que se ha puesto en claro el "alcance del suministro", las
negociaciones, en principio, deberían ser de carácter
esencialmente comercial.

Sin embargo, suelen influir poderosamente otros
factores, por ejemplo: el hecho de que los competidores sean
empresas de países más conocidos y política
y económicamente mucho más poderosos que, por caso,
la Argentina.

La primera condición de un posible oferente es
ser lo suficientemente conocido y respetado internacionalmente,
como para ser tenido en cuenta. Argentina logró ese
conocimiento y respeto en los
ámbitos profesionales, por la larga tradición de
excelencia de la CNEA en todos los temas vinculados a la
energía nuclear, su presencia en los debates
internacionales, y su protagonismo en el OIEA desde su
fundación. Esto hace que sea uno de entre la decena escasa
de países que tienen presencia internacional como
proveedores confiables de tecnología nuclear.

Sin embargo, si bien la Argentina es conocida como
proveedor confiable por los especialistas, las decisiones finales
no las toman éstos, sino autoridades políticas, que
en algunas ocasiones prefieren ir a lo aparentemente más
seguro, aunque
las ofertas argentinas sean mejores, tanto en los aspectos
técnicos como en los económicos.

Aquí se mencionan los casos más
significativos de interacciones comerciales nucleares hechas por
el sector nuclear argentino con países extranjeros. Como
se verá, muchas de estas transacciones fueron exitosas y
condujeron a contratos importantes completados con éxito.
Pero así como hubo licitaciones ganadas, también
existieron otras perdidas, aunque en todas ellas las ofertas
presentadas fueron siempre precalificadas por sus bondades
técnicas y aún económicas.

A continuación se menciona el complicado contexto
en el que se realizaron las negociaciones y los trabajos en el
exterior. Sin embargo, la historia es la de un éxito
notable: nada menos que el logro de haber permitido a la
Argentina formar parte del reducido grupo de países que
tienen una presencia internacional relevante en el exclusivo
mercado de la tecnología nuclear.

Como ejemplo reciente y exitoso, podemos resaltar la
obra que la empresa INVAP ejecutó en Egipto, la
construcción de un reactor nuclear de investigación
y producción de radioisótopos, que involucra unos
100 millones de dólares. Se trata de la venta más
importante de una planta "llave en mano" hecha al contado por la
Argentina. Ella ha sido luego complementada con la firma de dos
contratos, uno para la provisión de una planta para la
producción de radioisótopos, y un segundo para el
diseño y construcción de una instalación de
almacenamiento de
elementos combustibles, por montos del orden de los 21 y
11millones de esa moneda, respectivamente. Como se verá en
lo que sigue, esta empresa participa corrientemente en las
licitaciones internacionales que se llevan a cabo en el sector
nuclear, para lo cual cuenta con el apoyo tecnológico de
la CNEA.

Ante la creciente preocupación mundial por los
efectos ecológicos del aumento de la concentración
de los llamados "gases de
invernadero", surge la energía nucleoeléctrica como
una alternativa que no los genera, y cuyo empleo en mayor escala
ayudará a reducir dichas emisiones. Ese hecho hace prever
un importante aumento de la demanda de instalaciones nucleares en
las primeras décadas del próximo siglo. Con el
prestigio adquirido, la Argentina se encuentra en una excelente
posición para poder
participar activamente en ese mercado mundial nuclear futuro.
Esta posición habrá sido lograda, en buena parte,
por el buen desempeño del sector nuclear argentino en
la ejecución de sus proyectos internacionales.

En lo que sigue, se presentan los casos individuales
más significativos, nominados por orden alfabético
de los países involucrados:

Albania

En 1988 Albania pidió al OIEA que gestionara un
pequeño reactor experimental a ser financiado parcialmente
por el Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD), y el OIEA interesó en el tema a
la Argentina. En mayo de 1989, la empresa INVAP entregó
oficialmente una oferta por un reactor de 1 MW. En noviembre de
1990, a pesar de que INVAP ganó la licitación, la
obra fue adjudicada a la empresa General Atomics, de los Estados
Unidos, quien en conocimiento de las ofertas anteriores, incluida
la Argentina, presentó

fuera de término una oferta subvaluada. De todos
modos la obra no se concretó.

Alemania

En 1991, ante una suspensión momentánea en
la producción de su planta, la empresa alemana Siemens
A.G.

contrató con la CNEA el servicio de
conversión de concentrado de uranio a dióxido de
uranio (UO2), por un total de hasta 48 Tn., opcionales, incluida
la provisión del concentrado necesario. Entre febrero y
mayo de ese año se completó la entrega de 15 Tn., a
satisfacción del cliente, correspondientes al primer tramo
del contrato, cancelándose el cumplimiento del resto a
pedido de Siemens, ante el cierre de su planta en Alemania debido
a problemas regulatorios.

En 1997, la Empresa Neuquina de Servicios de
Ingeniería Sociedad del
Estado (ENSI), proveyó a la empresa alemana Nukem 600 kg
de agua pesada para uso en laboratorios. En 1999, la misma
empresa alemana aceptó una nueva oferta por 1.100 kg, con
igual fin.

Argelia

En noviembre de 1984, en ocasión de una visita a
la Argentina de funcionarios argelinos del Commissariat aux
Energies Nouvelles (CEN), éstos mostraron especial
interés en los reactores experimentales y en el ciclo del
combustible, y poco después solicitaron una oferta por un
reactor similar al RA-6 del Centro Atómico Bariloche, que
fuera diseñado y construido por INVAP. También
solicitaron oferta por los elementos combustibles para un
conjunto subcrítico y la provisión de algunas
maquinarias. Asimismo pidieron que se elaborasen propuestas para
la construcción de una planta de producción de
radioisótopos y para plantas piloto para el tratamiento de
minerales, la purificación de concentrados de uranio y la
fabricación de elementos combustibles.

La Cancillería Argentina autorizó la
presentación de estas ofertas, en las cuales quedó
claramente establecido que las ventas a
Argelia debían ser sometidas a salvaguardias del OIEA,
dado que en ese entonces dicho país no era parte en el
Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares.
En enero de 1985, INVAP presenta su oferta.

En mayo de 1985, se firmaron en Bariloche los contratos
por un reactor de 1MW y por los elementos combustibles para la
facilidad subcrítica. Se acordó que las obras
civiles del reactor estarían a cargo de la empresa estatal
argelina, Entreprise Nationale du Génie Civil et du
Bâtiment. Por un convenio especial con INVAP, la CNEA se
comprometió a ejercer el control y seguimiento de los
trabajos, brindar apoyo técnico y participar en los
mismos, así como en la capacitación del personal
argelino.

Bancos argentinos otorgaron avales y créditos a INVAP para las garantías
por los trabajos en Argelia correspondientes a la facilidad
subcrítica y al reactor, que debían ejecutarse en
36 meses a contar de mayo de 1985.

En septiembre de ese año, dos nuevos contratos se
agregan a los firmados en mayo: uno para la construcción
de una planta piloto para la fabricación de elementos
combustibles nucleares y otro para la de una planta de
conversión de concentrados de uranio en dióxido de
uranio.

A mediados de 1988 se firmó un acuerdo amplio de
asociación tecnológica entre INVAP y el Haut
Commisariat a la Recherche (HCR), organismo estatal argelino que
tomara el relevo del CEN.

Las obras en el reactor de 1 MW y en la Planta Piloto de
Elementos Combustibles (UDEC) avanzaron normalmente e INVAP
estableció una oficina
permanente en Argel.

En marzo de 1989 los trabajos en el reactor, al que los
argelinos bautizaron "NUR", que significa en árabe
"luminosidad", llegan a su culminación. El día 24
de marzo alcanza las condiciones críticas por primera vez,
el 30 de marzo es llevado a plena potencia y el 18 de abril se
realiza la recepción provisoria. El 2 del mismo mes se
había realizado una solemne ceremonia de
inauguración, con la presencia del Presidente de Argelia,
participando en el acto representantes del gobierno argentino y
de la CNEA. En julio de 1993 se produce la recepción
definitiva del reactor.

Las tareas en la UDEC avanzan normalmente hasta 1990, en
que se inicia un largo proceso de deterioro de la seguridad
interna en Argelia, que hizo a los extranjeros muy difícil
trabajar en ella. Además, se produjeron atrasos en la
ejecución de la obra civil a cargo de la empresa argelina,
provocando el vencimiento de las garantías de muchos de
los equipos que debían instalarse. En resumen: se produjo
una situación compleja que afectó la
continuación de las obras a un ritmo razonable. A pesar de
los inconvenientes, a mediados de 1991 la planta estaba terminada
en un 90% y podría haberse completado en 6 meses, pero las
razones de seguridad expuestas determinaron su
suspensión.

Para superar esa situación, en diciembre de 1993
INVAP propuso una alternativa: los sistemas auxiliares
serían terminados enteramente por personal argelino; los
equipos de proceso, en cambio, serían reexportados a la
Argentina, terminados en ella, y luego nuevamente reexportados a
Argelia, así sólo se los debería instalar en
su destino definitivo y ponerlos en marcha. Pero los argelinos
prefirieron que técnicos argentinos fueran a trabajar a
Argelia, y tres técnicos de INVAP aceptaron hacerlo por un
tiempo, en condiciones muy difíciles, con una movilidad
totalmente restringida por la inseguridad
reinante, y con constante protección militar. Trabajando
en esas condiciones, lograron completar parte de los trabajos y
la recepción provisoria de los equipos auxiliares y
algunos de los equipos de proceso.

Finalmente, a fines de 1998, habiendo mejorado las
condiciones de seguridad en Argelia, se retomó la
construcción de la planta, previéndose su
completamiento para fines de 1999.

Australia

A mediados de 1998, el organismo australiano de Ciencia y
Tecnología Nuclear, (ANSTO), llamó a una
precalificación de empresas internacionales para construir
un nuevo reactor nuclear, para investigación
científica y producción de radioisótopos, de
20 MW, en reemplazo del viejo reactor inglés
construido en 1958. En la convocatoria de precalificación
se presentaron siete competidores, además de INVAP:
Siemens (de Alemania), Technicatome (de Francia), AECL (de
Canadá), General Atomics y un consorcio de Raytheon
(constructor de centrales de potencia) con los grandes
Laboratorios Nacionales estadounidenses de Los Alamos y
Brookhaven (ambas de los EE.UU.); Skoda (de la República
Checa); e Hitachi (del Japón). Las dos empresas
estadounidenses y la checa fueron descalificadas y la japonesa se
retiró del concurso, de modo que quedaron precalificadas
sólo cuatro empresas, una de las cuales es INVAP. A la
hora de escribir estas líneas, INVAP se están
preparando su oferta, que deberá ser presentada a
principios del año 2000.

Vale la pena señalar que esta licitación
es llamada por un país altamente desarrollado, que no ha
vacilado en descartar alguno de los competidores tradicionales de
INVAP, como la empresa estadounidense General Atomics, que en
Tailandia fue quien le ganó la licitación a
INVAP.

Brasil

La conveniencia de la colaboración y
complementación con Brasil en el campo resultó
siempre obvia, pero por mucho tiempo tuvo carácter casi
exclusivamente académico y no institucionalizado. La
relación se desarrolló entre la CNEA y distintos
grupos de investigación brasileños, principalmente
universitarios.

Lo cierto es que los gobiernos de ambos países
coincidieron, a principios de los ochenta, en encarar

negociaciones que condujesen a una efectiva
cooperación institucionalizada. Un factor político
que

indudablemente instigó este acercamiento fue la
necesidad compartida de aliviar las presiones internacionales
(que procuraban "ahogar" a ambos programas nucleares) fundadas en
supuestas razones de "no proliferación" y aduciendo una no
probada carrera bélica nuclear entre ambos países.
Acertadamente, se apreció que la intensificación de
la cooperación nuclear entre ellos restaría
argumentos para esas presiones.

También es cierto que para esa época, como
consecuencia del énfasis dado en los dos países a
los respectivos desarrollos industriales, comenzó a
vislumbrarse la posibilidad de cierta complementación que
evitara, o al menos minimizara, duplicaciones e inversiones
cuantiosas sin adecuadas escalas de mercado.

Canadá

En 1998, la empresa NASA, con el acuerdo de la empresa
Atomic Energy of Canada Ltd
(AECL), contrató con la empresa ENSI S.E., la
restitución de 468.000 kg de agua pesada oportunamente
alquiladas a la referida empresa canadiense, para su
utilización en el reactor de la Central Nuclear Embalse.
Tal provisión, cuya primera entrega se concretó en
marzo de ese mismo año, se completó en igual mes
del año 2000.

Colombia

En octubre de 1982 se firmó una detallada
Carta de
Intención entre la CNEA y el Instituto de Asuntos
Nucleares (IAN) de Colombia, por la cual la Argentina
debía proveer a Colombia de un centro de estudios
nucleares, compuesto por un reactor, una planta de
radioisótopos, plantas piloto para el tratamiento de
minerales, etc. Esta carta de Intención estaba refrendada
por el Presidente de Colombia.

Poco después se formó una comisión
mixta, y CNEA decidió que fuese INVAP el contratista
principal de esta obra, para la cual se preparó una oferta
detallada de un centro de investigaciones nucleares completo,
preparación que insumió un gran esfuerzo
técnico y económico. Sin embargo, poco a poco el
gran interés inicial mostrado en el proyecto se fue
diluyendo, y el mismo no prosperó. Colombia tampoco
contrató la construcción del centro nuclear con
otro país.

Corea del Sur

En 1995, 1997 y 1999, la empresa ENSI concretó la
venta a la República de Corea de 30.000, 9.000 y 18.000
kg. de agua pesada, respectivamente, destinadas a abastecer las
necesidades de reposición de sus reactores de potencia
tipo CANDU. Las dos primeras provisiones se realizaron a
satisfacción del cliente, en los plazos establecidos en
los respectivos contratos. La tercera se efectuó a
mediados del año 2000.

Cuba

En Febrero de 1986, autoridades nucleares cubanas
efectuaron una visita a la Argentina a fin de explorar la
posibilidad de adquirir diversos equipos nucleares, entre ellos
el equipamiento necesario para la producción de
radioisótopos y moléculas marcadas. INVAP
preparó una oferta respondiendo al requerimiento cubano,
que se presentó en agosto de 1986. Las negociaciones se
extendieron en el tiempo y, a mediados de 1987, se
presentó una nueva oferta, concretándose, en abril
de 1988, un contrato para la provisión de equipamiento de
laboratorio, y en julio de ese año, con la empresa cubana
Inversiones Gamma, los contratos para la construcción de
la planta de radioisótopos, cuyas obras comienzan casi de
inmediato.

En los primeros meses de 1994 se completaron los
embarques de materiales de fabricación Argentina, pero
algunos atrasos en la obra civil, a cargo de Inversiones Gamma,
motivaron cierta demora en el cumplimiento de los plazos
contractuales. Por fin, la planta fue completada e inaugurada el
5 de Diciembre de 1995, en presencia de altas autoridades cubanas
y del Embajador argentino en Cuba, además de autoridades
de INVAP.

La planta está funcionando normalmente y a
satisfacción de sus dueños. A fines de 1996, en
ella se fabricaban 32 productos diferentes, según las
declaraciones del Ministro de Ciencia y Tecnología de
Cuba, en ocasión de una visita a la Argentina.

Egipto

En mayo de 1986, el Ministro de Energía de Egipto
visitó la Argentina, y en particular Bariloche, y como
resultado de esta visita, y a propuesta del citado Ministro,
personal de INVAP viajó a Egipto en agosto. El
interés de Egipto era en este momento la producción
de radioisótopos, para lo cual necesitaba un reactor.
Hacia fines de 1988, se fueron concretando los requerimientos. La
Autoridad de Energía Atómica Egipcia (AEA), se
interesa en un reactor multipropósito (MPR) de 22 MW y en
un sistema de monitoreo ambiental, consistente en 23 estaciones
de medición gamma distribuidas en todo el
país, y preparó los pliegos para una
licitación. Como simultáneamente estaba en plena
construcción el reactor NUR en Argelia, INVAP tenía
una buena carta de presentación en la misma área
geográfica.

Transcurrió otro año hasta que se
conocieran los pliegos, y la oferta de INVAP por el MPR se
presenta en mayo de 1990. Los competidores que participaron de
esta licitación fueron, además de INVAP, Siemens y
Framatome en consorcio, AECL de Canadá y General Atomics
de EE.UU. La oferta argentina contaba con una financiación
ofrecida por bancos
argentinos. Según lo previsto, la adjudicación del
contrato debía tener lugar en forma casi

inmediata y, por lo que se sabía de las
demás ofertas, la de INVAP era muy conveniente para los
solicitantes, pero la adjudicación podría estar
fuertemente influenciada por las condiciones de
financiación, y quizás también por
circunstancias políticas.

En octubre de 1990 se presentó la oferta para el
sistema de monitoreo. Además, Egipto pidió a la
CNEA que haga la remodelación de un viejo reactor
experimental ruso, ocioso desde hacía veinte años,
y se decidió que esta tarea fuera efectuada por
INVAP.

Mientras tanto, la adjudicación de la obra del
nuevo reactor se demoró. Ello hizo que venciera el plazo
original del financiamiento
otorgado, INVAP informó a la AEA que si resultaba
adjudicataria, buscaría mejorar la oferta de
financiamiento por un mecanismo de intercambio compensado,
aumentando la parte a pagar en moneda egipcia o en productos
egipcios a vender en el mercado internacional, o aumentando la
participación local en la construcción del
reactor.

Las negociaciones sufrieron demoras por la Guerra del
Golfo. El Ministerio de Energía de Egipto, del cual
depende la AEA, solicitó a los participantes en la
licitación que mantengan su oferta tres meses
suplementarios.

El Banco de la
Provincia de Buenos Aires accedió a mantener la
garantía durante ese tiempo y acompañó a
INVAP en sus gestiones en carácter de agente
financiero.

Finalmente se produjo la preadjudicación de la
obra a INVAP, en junio de 1992. Como las gestiones bancarias no
permitían resolver el problema del financiamiento, INVAP
propuso otra solución: ofreció un descuento del 10%
en el precio.
Aceptada esta alternativa en agosto de 1992, se avanzó
rápidamente en la negociación del contrato, que es finalmente
firmado el 19 de septiembre de 1992, en El Cairo. Además
del reactor MPR y de la planta de fabricación de elementos
combustibles, se agregaron algunos adicionales que llevaron su
monto a 85 millones de dólares, la mayor venta de una
instalación "llave en mano" hecha por una empresa
Argentina. El contrato preveía la iniciación de las
obras el 1º de marzo de 1993 y su terminación en 5
años.

Para poder cumplir con las condiciones contractuales fue
necesario contar con una filial de INVAP legalmente establecida
como empresa egipcia, y es así como se funda INVAP, Egypt
Branch.

La obra se comenzó puntualmente. La rebaja del
10% impuesta por la falta de financiamiento redujo los
márgenes con que fue presupuestada y la ecuación
económica resultó más ajustada de lo
previsto. En los dos años de demora en la
adjudicación de la obra los costos internos
argentinos subieron y la inflación redujo el valor de la
moneda egipcia. Pero, por otro lado, se obtuvo que el gobierno
argentino pagase un reembolso por la exportación, la CNEA
redujo el arancel por sus servicios, y se realizó un gran
esfuerzo para disminuir los costos, en especial acortando los
plazos de construcción.

Por otra parte, a la obra se agregaron algunos trabajos
adicionales, con los que el monto de la venta llegó a los
100 millones de dólares. El más importante de estos
adicionales, fue la obra civil. También se detectaron
nuevos ítems que se podían producir en Egipto, dada
la existencia de empresas locales de buen nivel
tecnológico. Los más significativos fueron los
tanques, principal y auxiliar, grandes estructuras en
acero inoxidable
que fueron fabricadas en Egipto bajo la supervisión
técnica de INVAP. La capacitación de dichas
empresas como proveedores confiables, capaces de trabajar con los
niveles de calidad adecuados para el campo nuclear, no es el
menor de los aportes de la obra a la capacidad tecnológica
egipcia.

Entre los ítems de transferencia de
tecnología se previó la capacitación de 70 a
80 profesionales egipcios en Bariloche. Algunos de ellos
participaron en la ingeniería del proyecto. Otros,
formaron los primeros equipos de operación del
reactor.

A los dieciocho meses de la iniciación de la obra
se produjo un cierto retraso debido a que la obra civil,
subcontratada a la empresa egipcia Kolaly, no pudo comenzar a
tiempo porque los terrenos en los cuales se debía levantar
el reactor se recibieron con un año de demora y sin los
servicios previstos, pero la AEA acordó pagar mayores
costos por ello. Las relaciones entre INVAP y los representantes
técnicos de la AEA fueron siempre excelentes, al igual que
con la citada empresa Kolaly, con la que se subcontrataron
también otros trabajos: en particular tareas de montaje de
los sistemas de proceso.

Finalmente, se logran recuperar los meses perdidos, y
con gran esfuerzo se completa la obra con tres meses de adelanto
al cronograma original, alcanzando el MPR (identificado por los
egipcios como ETRR2) el estado
crítico por primera vez en la madrugada del 27 de
Noviembre de 1997. Su inauguración se produjo el 4 de
febrero de 1998, en presencia de los presidentes de ambos
países.

El ETRR2 alcanzó la potencia de diseño, de
22 MW, el día 11 de marzo de 1998. La AEA firmó la
recepción provisoria el 18 del mismo mes.

La AEA se interesó también en los equipos
de cobaltoterapia TERADI producidos por INVAP, y la empresa
decidió donar uno de ellos para su instalación en
un hospital público en El Cairo.

En 1999, INVAP es seleccionada, luego de una
licitación internacional convocada por la AEA, para la
provisión de dos nuevas plantas: una instalación
para el almacenamiento de elementos combustibles, y una planta
para la producción de radioisótopos,
firmándose los respectivos contratos en El Cairo el 31 de
mayo de 1999, por un monto de 32,5 millones de dólares,
siendo los plazos de ejecución de 30 meses para la
facilidad de almacenamiento, y de 36 para la planta de
producción de radioisótopos.

India

La India ha
desarrollado un reactor de potencia de diseño similar al
CANDU y ha construido por sus propios medios varias centrales de
unos 230 MW basadas en ese diseño. También poseen
una planta de fabricación de elementos combustibles para
esos reactores, el Hyderabad Nuclear Fuel Complex
(NFC).

Fue por su interés en ciertos aspectos del ciclo
del combustible tipo CANDU que en el año 1983, el Director
del NFC y a la vez director de Ciencia de los Materiales del
Centro de Estudios Nucleares Bhabha, en Bombay, tomó
contacto con INVAP, y en noviembre de 1984 se realiza un primer
viaje de INVAP a la India, en el que se presentó a la
empresa en general, y en especial sus logros en tecnología
de los combustibles CANDU.

Esta relación condujo a la entrega de propuestas
que se referían a diversas maquinarias para la
fabricación de esos combustibles, y se concretaron varios
contratos para el suministro de tales equipos al NFC.

En 1987 el grupo de Desarrollo de Combustibles Nucleares
del Centro Atómico Bhabha llamó a una
licitación internacional para la provisión de un
equipo de soldadura
automática por resistencia para
los tapones de las barras de los elementos combustibles CANDU.
INVAP ganó esa licitación, con la
colaboración de un representante local, la firma Wilner
& Co., compitiendo con una empresa alemana. La primera orden
de compra india se recibió en junio de 1988. Un año
más tarde se recibió una segunda por otros dos
equipos, por un total de 1,2 millones de
dólares.

A mediados de 1989 la primera de las tres máquinas
fue inspeccionada en Bariloche por inspectores del cliente antes
de ser remitida a la India en octubre. La segunda y la tercera se
despacharon entre septiembre y noviembre de 1990.

En mayo de 1989, se vendió a la misma
institución un equipo de control numérico para
rectificación de pastillas de UO2 (*), provisto de
sistemas de carga y descarga, lavado y almacenamiento, equipo que
será construido en Bariloche y embarcado a la India en
febrero de 1991.

Los embarques a la India se completaron en marzo de
1991. A mediados de 1991, los indios encontraron algunas
dificultades en la operación de las máquinas de
soldar, por lo que INVAP, durante la puesta en marcha de la
tercera, los asistió en el ajuste de los procesos de
los dos equipos anteriores, pese a que su recepción
oficial ya se había efectuado.

Cambios en la política internacional de la
Argentina producidos hacia fines de 1991 en materia nuclear,
determinaron que no se renovase el acuerdo de cooperación
existente con la India en esa materia, y la colocaron entre los
países a los que no se puede exportar equipamiento
nuclear.

Irán

En 1985 el OIEA pidió a la Argentina que realice
el reacondicionamiento de un reactor de investigaciones que
había funcionado con combustible de uranio enriquecido al
90% y que había sido provisto a ese país,
años antes, por los Estados Unidos.

En mayo de 1987 se firmó un contrato por 5,6
millones de dólares entre INVAP y la Atomic Energy
Organization of Iran (AEOI), la agencia nuclear iraní.
INVAP debía realizar cálculos para redimensionar el
núcleo del Teheran Research Reactor (TRR), de 5 MW, para
pasar de combustible de uranio enriquecido al 90% a un
enriquecimiento de sólo el 20%, y proveer 80 elementos
combustibles con uranio enriquecido al 19,90% para el mismo.
Además de estos combustibles, se debían proveer
también los mecanismos de las barras de control,
reflectores de óxido de berilio, y "dummies" de elementos
combustibles, además de la documentación técnica respectiva,
asistencia técnica y entrenamiento de
personal.

En octubre de 1987, el Banco de la Provincia de Buenos
Aires otorgó las garantías correspondientes al
anticipo.

INVAP pidió a la CNEA la provisión de
116,3 Kg de uranio enriquecido al 19,90%, que debía ser
obtenido de algún proveedor extranjero, ya que no
existía en el país capacidad industrial para
producirlo. Esa obtención no resultaba fácil dado
que por la política nuclear independiente del país,
en esa época eran muy pocos – si alguno – los escasos
proveedores internacionales del mismo que estuviesen dispuestos a
hacerlo. En enero se abrió la carta de
crédito
correspondiente al contrato. Los trabajos debían comenzar
en abril de 1988.

Antes de que ello ocurriera, en noviembre de 1987, la
Cancillería argentina pidió a Irán que
confirmase el carácter pacífico de esta
operación, lo que la embajada iraní hizo por nota
en marzo de 1988.

Los iraníes también estaban interesados en
otras provisiones, particularmente algunas etapas clave de la
tecnología de fabricación de elementos combustibles
para reactores. Finalmente se concretó una oferta y en
octubre de 1988 se firmaron los contratos, por los cuales INVAP
proveería al AEOI una planta piloto de purificación
y Conversión a Óxido de Uranio (CPP), por 9,7
millones de dólares, y una Planta Piloto de
Fabricación de Elementos Combustibles (FMPP) por 15
millones de dólares, ambas para el Centro de
Tecnología Nuclear de Isphahan. Se trataba de la
transferencia de tecnología para la fabricación de
elementos combustibles de reactores de potencia, a partir de
minerales de uranio, y la provisión incluía el
entrenamiento del personal.

El año 1988 transcurrió entre
negociaciones y visitas. En agosto de ese año, la
Cancillería argentina confirmó que el gobierno
nacional no tenía objeciones a que se completasen las
contrataciones de la CPP y la FMPP, siempre que el gobierno
iraní garantice su uso exclusivamente pacífico. Los
contratos se firmaron en octubre de 1988. Los plazos de
ejecución eran de tres años.

En noviembre de ese mismo año se recibió
la noticia de que el Banco Central de Irán rechazaba como
garante de la operación al Banco de la Nación
Argentina. Esto obligó a una renegociación de los
contratos, que se firmarán de nuevo en febrero de 1990.
Esta vez, en lugar de las garantías bancarias, se
estableció la creación de un fondo de
garantía formado mediante la retención del 10% de
cada uno de los pagos, fondo que sería reintegrado al
final de las obras, contra la recepción definitiva de las
mismas.

El suministro del uranio enriquecido se resuelve en
abril de 1991 mediante la contratación por la CNEA en la
ex – URSS, del servicio de enriquecimiento de uranio de origen
argentino, lo que permite a ésta fabricar los elementos
combustibles para el TRR.

Las tareas para la CPP y la FMPP se comenzaron en agosto
de 1991. A comienzos de diciembre de ese año, los
materiales para el primer embarque para el cumplimiento de estos
contratos estaban listos en el puerto de Campana. Pero este
embarque nunca llegaría efectuarse. El gobierno nacional,
atento a la comprometida situación política en el
Medio Oriente y al riesgo de que Irán, a pesar de ser
signatario del Tratado de no proliferación de las armas
nucleares (TNP) y de haber confirmado sus intenciones
pacíficas en relación con las plantas involucradas
en los contratos, tuviese propósitos de desarrollos
bélicos nucleares, ordenó la cancelación "de
hecho" de los contratos. En cuanto a la responsabilidad comercial
de INVAP, ésta estaba incurriendo en un claro
incumplimiento de compromisos contractuales que habían
tenido comienzo de ejecución.

Sin embargo, los trabajos en el TRR pudieron proseguir
con toda la normalidad que la situación permitía,
ya que se trataba de una actividad potencialmente
"antiproliferante", al reducir el enriquecimiento del combustible
del 90% de U-235 (*), que es apto para explosivos, al 20%, que no
lo es. Las tareas en el TRR se terminan en octubre de 1993 y de
inmediato se iniciaron los contactos para un posible arreglo
extrajudicial en relación con los dos contratos
suspendidos. La negociación se hace difícil por la
diferencia enorme entre los montos ofrecidos y exigidos como
indemnización. Durante su curso, el gobierno argentino
decide hacerse cargo de las consecuencias contractuales de su
decisión política y resarcir el monto de la
indemnización que se llegase a pactar. Las posiciones de
las partes se van acercando y, finalmente, se pacta un monto, que
se hace efectivo contra documentos de la
parte iraní renunciando a cualquier otro reclamo. El tema
se da por definitivamente cerrado en enero de 1997.

Perú

La primera transferencia de tecnología nuclear de
magnitud que realizó la CNEA fue la construcción de
un centro de investigaciones para el Instituto Peruano de
Energía Nuclear (IPEN). El centro es, hasta hoy, el
conjunto más completo de obras nucleares construido por la
Argentina en el exterior, y ha sido el primer ejemplo de un
país no industrializado que ha transferido
tecnología, bienes y
servicios nucleares de envergadura a otro país en
vías de desarrollo. El reactor experimental del centro
peruano es el de mayor potencia que se encuentra operativo en
América Latina y sus laboratorios de producción
configuran la instalación más importante de la
región para la producción de radioisótopos y
radiofármacos.

El contrato para su diseño y construcción
fue firmado por las dos instituciones
en noviembre de 1977 y entró en vigencia un año
después, en noviembre de 1978. Tuvo la modalidad de"coste
y costas" y fue financiado mediante un crédito del Banco
Nacional de Desarrollo de la Argentina, que cubría el 100%
del costo de los
suministros argentinos y de terceros países y el 70% de
los suministros de origen peruano.

El contratista principal y el responsable técnico
del conjunto de la obra fue la CNEA y los subcontratistas fueron
empresas argentinas que trabajaban con ingeniería
conceptual y básica de la CNEA y bajo su
supervisión técnica. Las obras civiles fueron
contratadas directamente en Perú por el IPEN, con
ingeniería conceptual de la CNEA.

El Centro fue inaugurado oficialmente el 19 de diciembre
de 1988. Su costo total, con obras complementarias tales como las
vías de acceso y las líneas de transmisión
de energía eléctrica, fue de aproximadamente U$S
106 millones. Solo cerca del 7% de esta suma correspondió
a suministros de terceros países.

La base del contrato y lo que lo diferenció de lo
que es habitual en este tipo de transacciones, fue una
auténtica voluntad de transferencia de tecnología
entre la CNEA y el IPEN. El contrato dio al IPEN la facultad de
participar en todas y en cada una de las etapas del proyecto,
desde la ingeniería conceptual hasta la puesta en marcha
de las instalaciones, mientras la CNEA mantenía la
responsabilidad técnica del conjunto. Es así como
profesionales peruanos integraron desde un primer momento los
grupos de trabajo argentinos, tanto en la CNEA como en sus
empresas subcontratistas. El contrato preveía
además la participación de la industria peruana en
todo aquello que estuviera a su alcance en la parte convencional
del proyecto. En efecto, a partir de la ingeniería
conceptual de la CNEA, empresas peruanas elaboraron la
ingeniería de detalle de todas las obras civiles del
Centro y llevaron a cabo la construcción de las mismas,
contratadas por el IPEN y bajo la responsabilidad técnica
de la CNEA. Al mismo tiempo, se fomentó la
asociación de empresas argentinas con firmas peruanas para
la fabricación en el Perú de componentes
mecánicos, electromecánicos y electrónicos
para el Centro.

Una parte importante del contrato fue la referida al
programa de capacitación del personal peruano. Se
partió de la base de un grupo mínimo de 150
profesionales y técnicos que a la fecha de la
recepción del Centro debían estar en
condición de realizar la operación y el
mantenimiento del total de las instalaciones. Para la
formación de este personal la CNEA se comprometió a
proporcionar una capacitación específica de 1500
meses-hombre, de los cuales 300 se llevarían a cabo en la
Argentina y el resto en el Perú. Esta capacitación
se realizó mediante cursos, seminarios y entrenamiento en
los laboratorios de la CNEA y en el mismo Centro durante el
montaje de los equipos. El IPEN y universidades peruanas
participaron activamente en los programas de capacitación.
En la etapa final del entrenamiento, el personal del IPEN, bajo
la dirección de la CNEA, participó en la puesta a
punto y en la puesta en marcha de las instalaciones.

Rumania

A mediados de 1984, INVAP firmó un contrato con
la empresa estatal de energía de Rumania, Romenergo, para
la provisión de equipamiento para la fabricación de
combustibles nucleares tipo CANDU. En cumplimiento de este
contrato, en noviembre de 1986, se entregó a Romenergo una
máquina automática de soldar tapones de barras
combustibles CANDU, por 370.000 dólares.

Siria

En mayo de 1989 visitó Bariloche el Director
General de la Comisión de Energía Atómica de
Siria, para conversar sobre la provisión de un centro
atómico completo. Se sabía que se competería
con una oferta rusa, por un reactor de 10 MW, que contaría
con financiamiento adecuado. Sin embargo, en octubre se hizo la
presentación de un proyecto de centro nuclear construido
alrededor de un reactor de investigación pequeño,
de 1 a 3 MW. Un año más tarde, en octubre de 1990,
se prepara una oferta ampliada. El centro nuclear propuesto
estaría ubicado en Homs, tendría una superficie
cubierta de 15 a 20.000 m2, y constaría de departamentos
de biología, física, geología,
agricultura y servicios auxiliares. La propuesta fue muy
detallada, llegando hasta la distribución de los edificios
en el terreno, y se basa en mapas
topográficos del sitio previsto. El monto del eventual
contrato superaría los 250 millones de dólares. La
oferta se presenta a mediados de 1991.

A fines de ese año, como consecuencia de la
decisión política del gobierno argentino que
condujera a la cancelación de los contratos con
Irán, estas negociaciones, muy avanzadas, se
interrumpieron, ya que Siria exigía garantías
formales del gobierno de que estaría protegida de una
situación similar, compromiso que, atento a la
situación política imperante en el Medio Oriente en
ese momento, no era posible contraer.

A pesar de todo, en agosto de 1995, luego del viaje del
Presidente argentino a Siria, se retomaron los
contactos.

El organismo nuclear sirio presentó un pedido por
un reactor de investigación de 5 a 10 MW, una planta de
tratamiento de residuos y una de producción de
radioisótopos. Se firmó una carta de
intención para el inicio de la construcción en 24
meses, el proveedor sería INVAP, y se preveía
firmar el contrato en agosto de 1997, lo que no llegó a
concretarse. A fines de 1996 se vendió a Siria un equipo
de cobaltoterapia, a través de una licitación
internacional, por 300.000 dólares.

Tailandia

La primera visita comercial a Tailandia tuvo lugar en
abril de 1993, cuando se tuvo noticias de que la Organization of
Atomic Energy for Peace (OAEP) de ese país proyectaba una
licitación internacional para la provisión de un
centro de estudios nucleares en la localidad de Ongkharak,
provisto de un reactor para investigaciones, una planta de
producción de radioisótopos y una de tratamiento de
residuos nucleares, con un presupuesto de
unos 120 millones de dólares. En esta primera visita se
invitó a los responsables del organismo nuclear
tailandés a visitar la Argentina para interiorizarse de
nuestra capacidad nuclear, y se logró la promesa de que
INVAP sería invitada para participar de dicha
licitación.

Los técnicos de INVAP prepararon una preoferta
muy detallada sobre la base de los requerimientos

manifestados. La visita de los tailandeses tuvo lugar en
diciembre, y la impresión que recibieron fue
satisfactoria.

Poco tiempo después, se recibió la noticia
de que la oferta de INVAP había sido precalificada. Los
competidores, igualmente precalificados, eran los más
importantes proveedores habituales de este tipo de instalaciones:
General Atomics de los EE.UU., Technicatome de Francia, AECL de
Canadá, Siemens de Alemania, Czek de China, y un
consorcio japonés.

Menos de un año después de los primeros
contactos, en febrero de 1994, se hizo una presentación
detallada de la propuesta ante expertos del OIEA convocados por
la OAEP, presentación que tuvo buena acogida en
Bangkok.

La licitación se demoró. A fines de 1994,
INVAP buscó contratistas confiables en Tailandia, ya que
se trataba de efectuar el mayor número posible de tareas
con empresas locales. También se hicieron convenios con
empresas francesas, por una parte para que proveyeran el
combustible de siliciuro de uranio, material en el cual la CNEA
tenía relativamente poca experiencia; y por otra, como
subcontratistas para la planta de tratamiento de desechos, tema
en el cual se contaba, además, con la experiencia de la
CNEA, cuyos profesionales participaron activamente en la
preparación de la oferta. Poco a poco se fue conformando
una oferta muy completa, mientras se trataba de afianzar la
presencia de INVAP en Tailandia.

Mientras tanto, las autoridades de la OAEP realizaron un
concurso para designar una consultora internacional para que los
ayude en la licitación. En julio de 1995 contrataron a la
consultora Suiza Electrowatt. En agosto enviaron los pliegos
definitivos a los competidores preseleccionados, los que tuvieron
tres meses para preparar las presentaciones definitivas. Luego,
la OAEP, con la ayuda de Electrowatt, seleccionaría las
dos o tres mejores ofertas, y negociaría directamente con
los oferentes las condiciones del contrato.

La oferta debía presentarse en Bangkok en los
últimos días de diciembre, y se trabajó
febrilmente en la confección de las 15 carpetas que, en 14
ejemplares, configuraron la presentación técnica.
Por las condiciones estipuladas en el pliego, el grado de detalle
de la oferta casi equivalía a hacer desde ya la
ingeniería básica de todo el proyecto. Se
logró que el Banco de la Provincia de Buenos Aires
otorgase las garantías de la oferta, por 6 millones de
dólares. Cuando se entregó la oferta en Bangkok, se
trató de la más completa y voluminosa de todas las
presentadas: 700 Kg de carpetas de presentación
esmerada.

Tres meses de suspenso llegan a su fin en abril de 1996:
la única oferta aprobada desde el punto de vista
técnico fue la estadounidense-japonesa: sobre un umbral
mínimo fijado en 80 puntos, ha obtenido 80,05. La
propuesta de INVAP logra 78,6 puntos, o sea 1,45 puntos menos del
mínimo requerido. Sin embargo, según trasciende, la
oferta técnica argentina era la mejor de todas las
presentadas, a pesar de que el resultado oficial no lo reflejase,
estando de todos modos muy cerca de la ganadora: 1,45 puntos de
diferencia sobre 80 para un concurso en el que había 140
millones de dólares en juego. Las
demás ofertas quedaron descalificadas.

Por lo demás, a la hora de considerar los
precios, se
presentaron dificultades porque la OAEP no tenía
suficiente dinero para
pagar el centro atómico que le ofrecía el ofertante
ganador. Ante ello, INVAP decidió presentar una segunda
oferta, al margen de la licitación, encuadrada en el
convenio de cooperación nuclear entre los gobiernos de
ambos países, ofreciendo equipos capaces de cumplir bien
con todos los requerimientos de servicios que la
licitación original solicitaba, pero eliminando algunos
elementos que se consideraron superfluos. Esta nueva oferta se
presenta en agosto y su monto estaba dentro de los límites
presupuestarios de la OAEP.

Sin embargo, a principios de 1997, la OAEP firmó
el contrato con General Atomics para la provisión del
Centro Nuclear de Onghkarak. Muy poco después,
estalló la crisis financiera en el sudeste asiático
y Tailandia devalúa su moneda en un 30%, lo que
afectó sensiblemente la concreción del contrato,
que aún sigue en suspenso.

Turquía

En los últimos meses de 1984, los especialistas
del Centro Nuclear de Estambul contrataron con INVAP la
provisión de un horno continuo para la
sinterización de óxido de uranio, de un valor de
unos 60.000 dólares, que se entregó en 1986. Poco
después, el Director de la TAEK, la Agencia Nuclear Turca,
pidió la colaboración argentina para poner en
marcha un plan de tareas a fin de desarrollar capacidad nuclear
propia. Pero el proyecto que más interesó a los
turcos fue, desde el comienzo, el reactor CAREM . En una visita a
la Argentina, que se efectuó en abril de 1989, expresaron
claramente ese interés, así como la idea de que en
la concreción del mismo participase personal turco, y en
especial la industria privada turca.

Como se explicará en mayor detalle más
adelante, el CAREM es una pequeña central de
generación

nucleoeléctrica (25 MW eléctricos),
modular y altamente innovativa. Su diseño es del tipo
"inherentemente segura" y tiene muchas características que
la hacen interesante para países que sin poseer
experiencia nuclear previa, desean ingresar en el campo de la
generación nuclear de energía
eléctrica.

Poco después, se reunieron INVAP y STFA, uno de
los grandes consorcios privados de Turquía, para sentar
las bases de un "joint venture", para el cual la parte turca
aportaría unos 32 millones de dólares, y la
argentina, la parte de la tecnología del CAREM de que ya
se disponía. STFA propuso realizar, en dos años, un
estudio de factibilidad, y si éste resultara favorable,
encarar la construcción de dos prototipos, uno en cada
país.

Como culminación de dos años de
negociaciones, en abril de 1991 se firmaron los acuerdos para
constituir una empresa radicada en Turquía, que se
llamaría NUKTEK, con la mitad del paquete accionario de
cada país, con la finalidad de desarrollar, construir y
comercializar el CAREM. También en los primeros meses de
ese mismo año, se firmaron los documentos constitutivos de
la sociedad, los acuerdos de accionistas, los estatutos y un
acuerdo de transferencia de tecnología, por el cual se
regulaba la entrega del diseño y derechos comerciales para
el CAREM, a la nueva empresa, contra el pago de 31,4 millones de
dólares.

Los dos prototipos del CAREM serían construidos
por NUKTEK. Las tareas en el primer prototipo – el argentino-
debían comenzar en junio de 1991, y la construcción
del prototipo turco un año después, debiendo ambos
estar en funcionamiento a los 8 años de la firma. Los dos
países se repartían los derechos de
comercialización de los reactores CAREM en terceros
países.

Las negociaciones fueron interrumpidas por las
elecciones legislativas que tuvieron lugar en Turquía, y
en las cuales el partido gobernante perdió la
mayoría a manos de una coalición de partidos
opositores; no obstante, el nuevo gobierno manifestó su
voluntad de seguir adelante con el proyecto, y el 8 de febrero de
1992 salió publicada en el Boletín Oficial turco la
ley que aprobaba la creación de NUKTEK.

Sin embargo, a partir de mediados de 1992, el gobierno
turco, debido a las urgencias energéticas del país,
decidió abandonar el proyecto de desarrollo nuclear
propio, y comprar centrales nucleares "llave en mano" mediante
licitación internacional.

Para analizar el futuro de las exportaciones argentinas
de tecnología nuclear, se muestran las capacidades
tecnológicas de los organismos y cada una de las empresas
que integran el sector nuclear argentino, y la evolución
predecible de los mercados que podrían
satisfacer.

En la materia de reactores y plantas nucleares, deben
considerarse las capacidades tecnológicas y productivas
que encontramos en INVAP.

Esta empresa ha realizado, como se dijo, tareas de
desarrollo tecnológico para la CNEA (como la planta de
enriquecimiento de uranio y el diseño del reactor CAREM),
y ha logrado una autonomía propia traducida, como se vio,
en la exportación de reactores nucleares de
experimentación a Argelia y Egipto, y de una planta de
producción de radioisótopos a Cuba, entre otros
logros significativos.

INVAP cuenta con la capacidad de diseñar y
construir reactores de experimentación y producción
de radioisótopos, plantas de producción de
radioisótopos, celdas calientes en general, irradiadores
médicos e industriales, diversos detectores de
radiación, y partes de esos productos. En particular,
dentro del rubro "partes", pueden ser de significación (y
la empresa ya ha exportado) las partes más complejas de
reactores de investigación, como ser consolas de control,
instrumentación nuclear y convencional, la
electrónica asociada, mecanismos de
accionamiento de barras de control, etcétera.

Respecto de los reactores de investigación, la
tendencia de los últimos años muestra la
aparición de órdenes de compra esporádicas.
INVAP compite en este campo con las empresas: General Atomics de
los Estados Unidos, Technicatome de Francia, Siemens de Alemania
y AECL de Canadá y, en menor medida, con
compañías de China, Corea e India.

Por otra parte, es posible que el mercado de
modernización de reactores sea más importante
aún que él de reactores nuevos. En efecto, muchos
países cuentan con reactores que tienen largos años
de operación y las nuevas y más estrictas normas de
seguridad a que son sometidos requiere el recambio de importantes
componentes. A esto hay que sumar la creciente demanda de
potencia de estos reactores para su utilización en la
producción de radioisótopos, lo que ha llevado a
que muchos propietarios opten por aumentar la potencia a los
existentes en lugar de construir nuevos. Finalmente, cabe agregar
los trabajos derivados de un programa de reducción de
enriquecimiento impulsado por el gobierno norteamericano, que
llevará a que una segunda tanda de reactores transforme su
núcleo de un enriquecimiento del 90% a valores inferiores
al 20%.

En este rubro, la conclusión es que existe un
mercado reducido donde la competencia es muy fuerte. INVAP se
encuentra bien posicionada, particularmente por tratarse de una
empresa innovadora, pequeña y ágil.

Una importante exportación de estas
características se ha realizado en el pasado, como se vio:
la transformación del núcleo y modernización
de parte de la instrumentación del reactor de docencia
iraní TRR ubicado en Teherán.

Un caso particular lo constituye la central nuclear de
pequeña potencia CAREM, desarrollada por INVAP por encargo
y cuenta de la CNEA.

La central nuclear CAREM consta de un reactor a uranio
enriquecido al 3,4% moderado con agua liviana presurizada,
intrínsecamente seguro, con características
distintivas que lo diferencian de los reactores clásicos
en operación. Es de concepción modular. La
mayoría de sus componentes son fabricados y armados en
taller, resultando su transporte
simple dadas sus dimensiones reducidas. Ello conduce a minimizar
el trabajo en
el sitio de emplazamiento y a disminuir el tiempo de
construcción.

Estos modernos conceptos de diseño aumentan
significativamente la seguridad del reactor y reducen
sensiblemente los costos.

La central nuclear CAREM ofrece una variedad de
aplicaciones:

• el suministro de energía eléctrica
a localidades aisladas no conectadas a sistemas de
distribución, a un costo competitivo con otros tipos de
generación eléctrica para el mismo rango de
potencia;

• la desalinización del agua de mar,
habiendo sido seleccionado por el OIEA como el único
reactor pequeño apto para proveer energía a plantas
de desalinización por el método de ósmosis
inversa; y

• la alternativa al clásico centro nuclear
con un reactor de investigación, para aquellos
países que quieran ingresar a la tecnología
nuclear, permitiéndoles abordar a un costo similar o
menor, la problemática de la generación
nucleoeléctrica.

El CAREM, abre un nuevo mercado para la
generación nucleoeléctrica: el de las centrales
nucleares de pequeña potencia, que puede comprender en el
futuro mediato a varios países en desarrollo, entre ellos
a aquellos con crecientes problemas de abastecimiento de agua
potable, en particular del Norte de África y el Oriente
Medio.

LA ARGENTINA Y EL
URANIO

La empresa NASA opera las centrales nucleares de Atucha
I y Embalse, y construye la de Atucha II. En los últimos
cinco años ha producido aproximadamente 1/8 de la
energía eléctrica generada en el Sistema
Interconectado de la República Argentina.

En estos años, la empresa ha operado en
competencia con el resto de los generadores del país en un
mercado desregulado. En este mercado las transacciones de
energía eléctrica toman dos formas: la venta en el
mercado "spot" donde los generadores son llamados a
entregar energía de acuerdo a su costo de
generación marginal, o mediante transacciones a
término.

La Argentina se ha convertido en los últimos
años en un exportador de energía, tanto de
combustibles fósiles como eléctrica. En este
contexto, puede pensarse en el establecimiento de contratos a
término para la provisión de energía
nucleoeléctrica, ya que los países de la
región (particularmente Brasil y Chile) tienen un
déficit proyectado de energía eléctrica
importante para los próximos años.

Las empresas CONUAR y FAE fabrican los combustibles que
utilizan los reactores argentinos, y los componentes de zircaloy
para los mismos, empleando ambas desarrollos tecnológicos
locales realizados por la CNEA en el pasado. Estos desarrollos
alcanzan a los distintos procesos involucrados: la
fabricación de las pastillas de dióxido de uranio
que se utilizan en el reactor (con materia prima
provista por DIOXITEK), la producción de las aleaciones
base circonio, la producción de los tubos sin costura en
que se envainan las pastillas y el soldado hermético de
los tapones bajo condiciones controladas.

Se cuenta así con una capacidad productiva capaz
de abastecer a los reactores de potencia argentinos, quedando
aún disponibilidad para exportar elementos combustibles o
partes de ellos, tales como las vainas. Un importante paso en
este sentido sería la calificación de las vainas de
producción nacional para ser utilizadas en reactores de
agua liviana. Contando con esta calificación se
ampliará el espectro de posibles clientes a los
poseedores de la variedad más utilizada de reactores,
entre ellos los brasileños.

El grupo empresario CONUAR/FAE tiene posibilidades de
competir en el mercado global, en parte debido a la ventaja
comparativa que le otorga su relación con la CNEA como
centro de desarrollo tecnológico. Esa capacidad incluye
las producciones especializadas orientadas al sector no nuclear,
tales como las tuberías de aceros especiales y
titanio.

Finalmente, analicemos dos actividades que permanecen en
el ámbito de la CNEA y que dan lugar a productos
exportables: las producciones de elementos combustibles para
reactores de investigación y de radioisótopos para
uso médico e industrial.

La Argentina desarrolló la tecnología y
fabricó los elementos combustibles para el reactor RA-1,
el primero en ponerse crítico en América Latina
hace más de 40 años. Estos elementos estaban
formados por barras que consistían en una mezcla de
grafito y dióxido de uranio extrudada y envainada en
aluminio. A partir de la década del 60, se obtuvieron y
fabricaron elementos combustibles formados por placas a partir de
aleaciones de aluminio y uranio enriquecido al 90% en su
isótopo fisionable. Con esta tecnología se
abasteció a los reactores nacionales RA-2, RA-3 y RA-6,
utilizando este último esos combustibles hasta la
actualidad.

En la década del 80 se desarrollaron combustibles
a partir de uranio de bajo enriquecimiento – menor al 20% –
realizando dispersiones de óxido Uranio tipo 3O8 en
aluminio, con lo que se convirtió al núcleo del
RA-3, y se exportaron para los reactores peruanos RP-0 y RP-10,
para el reactor NUR de Argelia, el TRR de Irán y el ETRR2
de Egipto, todos ellos actualmente en operación.
Finalmente, se ha completado recientemente la primera
irradiación de combustibles fabricados a partir de
siliciuro de uranio.

Como conclusión, se observa una capacidad de
oferta de elementos combustibles para reactores de
investigación que pueden exportarse tanto como parte del
suministro de un reactor como de manera independiente. Cabe
agregar que se han concretado en el pasado los suministros de
plantas para la producción de combustibles, lo que suele
ofrecerse como parte de la venta de un reactor.

En el año 1997 se constituyó la empresa
DIOXITEK S.A. con el objeto de realizar la producción de
dióxido de uranio, que es la forma de material fisionable
que se usa en los reactores de potencia y en buena parte de los
reactores de investigación.

La empresa opera la planta que era propiedad de
la CNEA en Córdoba, la que utiliza el concentrado de
uranio que se produce en las minas ("yellow cake") como materia
prima y tiene una capacidad de producción de 150 toneladas
de uranio (tonU) al año.

El consumo interno anual en la actualidad es de 40 tonU
en Atucha I y 80 tonU en Embalse. Proyectando hacia el futuro,
estos valores pueden cambiar por varios factores. En primer
lugar, comenzó en 1995 la utilización de uranio
levemente enriquecido en la Central de Atucha. Esto tiene como
consecuencia una menor utilización de uranio que, si el
núcleo del reactor llegara a ser completamente
enriquecido, llevaría la utilización de
dióxido de uranio a 32 tonU al año. Un programa de
enriquecimiento similar para la Central de Embalse es imaginable,
pero sería un proceso que llevaría algunos
años. En segundo lugar, si la Central de Atucha II entrara
en operación – lo que no ocurrirá antes del
2004 – consumiría 100 tonU al año de dióxido
de uranio natural, y también cabría estudiar la
posibilidad de utilizar uranio levemente enriquecido. Finalmente,
hay que considerar el retiro de servicio de las centrales,
pudiendo preverse que el de Atucha ocurrirá entre el 2010
y el 2015, y el de Embalse alrededor del 2020.

En resumen, la demanda interna proyectada es de
alrededor de 120 tonU hasta mediados de la primera década
del siglo próximo, pudiendo entonces casi duplicarse si se
completara Atucha II. En este caso, se planea la
ampliación de la capacidad actual en 250 tonU. Esto deja
una capacidad de conversión que puede ser
exportada.

Una de las capacidades tecnológicas e
industriales del sector nuclear argentino es la producción
de agua pesada con una pureza superior al 99.98%.

Como se vio, la CNEA puso en marcha en 1995 una planta
de producción de 200 toneladas al año de agua
pesada a orillas del Río Limay, en Arroyito, Provincia del
Neuquén. Actualmente es operada por la empresa ENSI. Esta
planta se ha convertido en la mayor del mundo, por la salida de
servicio de las últimas unidades de producción
canadienses. Como conclusión, por el lado de la oferta no
hay competidores de significación, aunque todavía
existen reservas importantes, particularmente en Canadá,
por lo cual la evolución futura depende esencialmente de
la demanda.

Para proyectar la demanda mundial de agua pesada, deben
calcularse las pérdidas de los reactores de agua pesada en
operación y estimarse la construcción de nuevas
centrales de estas características.

A principios de 1997 se encontraban operando en el mundo
442 reactores de potencia y 36 estaban en construcción. De
estos últimos, 10 centrales utilizarán agua pesada,
siendo reactores tipo CANDU provistos por Atomic Energy of Canada
Limited (AECL). Cada uno de ellos tiene una carga inicial de
entre 500 y 600 toneladas, y su período de
construcción es de alrededor de 6 años. Respecto de
los reactores en operación, 34 son moderados con agua
pesada, y la estimación habitual es que es necesario
reponer entre 0,5 y 1% del inventario total
por año.

La conclusión en lo que a demanda respecta, es
que será de varios centenares de toneladas por año
en el futuro inmediato, y fuertemente dependiente del
éxito de AECL en las ventas de sus reactores CANDU en el
futuro mediato. El panorama global para la exportación de
la producción argentina es entonces alentador, dependiendo
el saldo exportable del consumo local; en particular, del
completamiento de la Central Nuclear Atucha II.

Respecto del mercado de radioisótopos, la CNEA es
el principal productor de la región. Mencionemos en primer
lugar al cobalto-60. Este radioisótopo se produce por
irradiación del elemento estable cobalto-59 en el reactor
de Embalse. Se producen así alrededor de 3.000.000 Ci
anuales, siendo el único productor de la región y
el tercero del mundo, detrás de Canadá y Rusia.
Este elemento es el más importante utilizado en
aplicaciones industriales de la radiación y se usa
también como fuente en los equipos de radioterapia para
tratamiento de tumores. En la actualidad se exporta alrededor del
90% de la producción, lo que seguramente continuará
en el futuro ya que la demanda mundial ha crecido más
rápidamente que la oferta, observándose ya un
mercado subabastecido.

La Argentina es también el único lugar de
Latinoamérica donde se produce molibdeno-99 por
fisión. El molibdeno-99 es, como ya se mencionara, el
principal radioisótopo de uso médico, abarcando
aproximadamente el 90% de todas las aplicaciones. Este
radioisótopo decae, con un período de
semidesintegración de 2 días y medio en
tecnecio-99m que es el que se utiliza en las aplicaciones y cuyo
período es de sólo 6 hs.

El tecnecio-99m se combina con distintos compuestos
químicos, dando lugar a radiofármacos marcados con
este radioisótopo utilizados para el diagnóstico de
diversas enfermedades.
Por una parte, permiten efectuar análisis de tipo
dinámico tales como los estudios de la función
cardíaca y del sistema
circulatorio en general. Por otra parte, han demostrado ser
un excelente medio para la investigación de tumores,
permitiendo la obtención de imágenes
de órganos muy precisas y en las cuales se puede detectar
con relativa facilidad la presencia de un tumor. Es éste
el caso, por ejemplo, del estudio de neoplasias en hígado,
pulmón, huesos,
riñón, etcétera.

En la CNEA el molibdeno-99 se produce irradiando placas
que contienen uranio enriquecido en el reactor RA-3 del Centro
Atómico Ezeiza. Una vez irradiadas, estas placas se
envían a una instalación contigua donde se separa
el molibdeno del resto de los elementos. Este producto, molibdeno
radiactivo purificado, en parte se

comercializa en los mercados local y extranjero, y la
parte restante se envía a otra instalación de la
CNEA donde se producen los "generadores de tecnecio" que es el
dispositivo que se utiliza en los centros
médicos.

La capacidad de producción de molibdeno-99 es de
170 Ci semanales, ampliable a 500 Ci. El mercado argentino es de
120 Ci semanales, en expansión, y el brasileño es
de un volumen similar, aunque su tasa de incremento podría
ser algo mayor dependiendo de los programas de salud
pública en ese país.

Se cuenta por lo tanto con la capacidad productiva y
tecnológica para abastecer al mercado local y realizar
importantes exportaciones, siendo el principal factor limitante
la competencia de los productores de Canadá, Inglaterra,
Sudáfrica, Holanda y Bélgica.

Como conclusión general puede agregarse que se
observa un sector industrial que compite en el mercado global, a
partir de las tecnologías desarrolladas por, u obtenidas a
través de la Comisión Nacional de Energía
Atómica.

Medicina nuclear

En 1991 se constituyó la Fundación Escuela
de Medicina Nuclear (FUESMEN) en la Ciudad de Mendoza. Es
éste un centro médico con equipamiento de los
más avanzados de Latinoamérica en medicina nuclear
contando, como se dijo, entre otros, con el único
Tomógrafo por Emisión de Positrones (PET) con
ciclotrón asociado de la región, equipos de
tomografía axial computada, telecobaltoterapia,
radioterapia superficial y profunda, braquiterapia, microscopio
electrónico, SPECT, centellografía lineal,
acelerador lineal y, fundamentalmente, con un cuerpo profesional
altamente capacitado, que le permite el desarrollo de nuevos
métodos terapéuticos y de diagnóstico a la
altura de los centros más desarrollados del
mundo.

Esta capacidad aún no se ha traducido en
exportaciones o prestación de servicios a extranjeros de
magnitud, ya que se estaba completando la etapa de
instalación del centro médico. En el futuro
próximo esto puede ocurrir, lo que tomaría alguna
de las siguientes formas: asistencia médica a pacientes
derivados de países de la región, transferencia de
tecnología médica desarrollada en la FUESMEN,
capacitación de profesionales médicos y de
física médica, y asesoramiento para la
instalación de centros de avanzada similares. En un futuro
más lejano algunos servicios médicos podrían
realizarse a través de las comunicaciones. Actualmente se trasladan
electrónicamente diagnósticos, pero más
adelante serán las indicaciones para terapia, planes de
cirugía a distancia, y otros servicios.

La empresa INVAP ha desarrollado equipos de
cobaltoterapia y simuladores de tratamientos de radioterapia, que
vende en el mercado mundial bajo los nombres TERADI y UNISIM.
Luego de haber instalado más de una docena de equipos en
diversos centros asistenciales de la República Argentina,
la empresa se ha lanzado al mercado internacional, donde ha
logrado exportar equipos a Brasil, Bolivia, Colombia, Venezuela,
Egipto y Siria. Se trata de un mercado parcialmente
monopólico, donde resulta dificultoso lograr
cabida.

De los aproximadamente 2000 minerales que se
conocen actualmente, apenas unos 200 tienen valor y
aplicación práctica para el hombre, lo
que no significa que los restantes no ofrezcan interés, al
menos en su aspecto científico y como medios para
perfeccionar el conocimiento de la estructura y
composición de la Tierra.
Como normalmente los minerales se presentan una estructura
cristalina, lo cual permite comprender el desarrollo paralelo que
ha tenido lugar entre la mineralogía y la
cristalografía. Y también está
íntimamente relacionada la petrografía, cuyo objeto
de estudio son las rocas, es decir,
los agregados de diferentes minerales. Según su estado los
minerales pueden ser amorfos ( cuando las partículas
elementales de átomos, iones o moléculas no se
hallan ordenadas regularmente), o cristalinos ( las
partículas están ordenadas y determinan una
estructura interna, que si trasciende a una configuración
externa regular y poliédrica forman cristales. La
Mineralogía es la ciencia que tiene por objeto el estudio
de los minerales, su estructura, propiedades y
composición.

La utilización de uranio como combustible para la
producción de energía eléctrica
determinó gran interés en Argentina y Brasil por la
realización de investigaciones geológicas para la
localización de yacimientos. En Argentina estas
investigaciones comenzaron inmediatamente después de
finalizada la guerra mundial y
la técnica de utilización del uranio natural como
combustible se encuentra ampliamente desarrollada.

En las postrimerías de la década del
setenta y en lo que va de la del ochenta, los demás
países de la cuenca también tomaron gran
interés en las investigaciones geológicas de
uranio, habiéndose ya localizado yacimientos en Bolivia,
los cuales se encuentran en explotación y cuya
producción se destina a la exportación.

Un dato importante que se debe tener en cuenta es que en
sus planes de desarrollo de la energía nuclear, Argentina
y Brasil escogieron soluciones diferentes. El primero utiliza la
técnica del uranio natural y el segundo la del uranio
enriquecido. Sin embargo, a pesar de esa diferencia, existe una
fuerte corriente de colaboración entre ambos países
en la materia, como también con los demás
países de la cuenca.

Según el "Plan de Equipamiento" de la
Secretaría de Estado de Energía, las reservas de
uranio razonablemente aseguradas alcanzarían a las 30 600
toneladas, con un costo de extracción que varía
entre menos de US$80 a US$180 por kilogramo.

A los efectos del balance de fuentes energéticas
nacionales se adopta las reservas con costo de hasta 130
dólares por Kg., o sea 28 050 Toneladas (de
uranio).

Esas reservas son suficientes para alimentar los
reactores de las centrales nucleares existentes y programadas
durante una vida útil de 30 años.

La Argentina posee numerosos yacimientos de mineral de
uranio, recurso que podría satisfacer las necesidades de
un programa nuclear hasta mediados del siglo XXI. El así
llamado "ciclo de combustible nuclear" -que comprende todas las
tareas y procesos que deben realizarse con el uranio- se inicia
con la prospección y extracción del mineral de los
yacimientos en explotación, el que posteriormente es
tratado en plantas de concentración cercanas
geográficamente. La producción de concentrado de
uranio se realiza principalmente en la provincia de Mendoza, y su
purificación y conversión a dióxido de
uranio de calidad nuclear en la ciudad de Córdoba.
Confinado en tubos de aleaciones de circonio, el dióxido
de uranio forma los elementos combustibles nucleares. Por otra
parte, la CNEA ha llevado a cabo en la provincia de Río
Negro el enriquecimiento isotópico del uranio, avance
tecnológico que permitirá reducir el gasto de
combustible y el costo de la energía generada.

Las Centrales Nucleares que posee la Argentina son:
Atucha I
Esta central, localizada en la provincia de Buenos Aires, utiliza
uranio natural como combustible y agua pesada como moderador y
refrigerante. Tiene una potencia neta de 346 MW y desde junio de
1974 entrega al Sistema Interconectado Nacional la energía
que produce.
Embalse
Situada en la provincia de Córdoba, tiene una potencia
eléctrica neta de 600 MW y desde 1983 entrega al Sistema
Interconectado Nacional la energía que produce. Con esta
central y Atucha I en operación, la Argentina integra la
lista de naciones técnicamente adelantadas en las que la
nucleoelectricidad tiene una importante participación en
el parque de generación.
Atucha II
Localizada junto a Atucha I, es la tercera central nuclear
argentina y se encuentra en construcción avanzada.
Tendrá una potencia neta de 692 MW y representará
por sí sola el 10% de la potencia total instalada hasta el
presente en nuestro país. Desde 1994, las tres centrales
nucleares están bajo la dirección de
Nucleoeléctrica Argentina S.A.

Los Centros Atómicos que posee la Argentina
son:
Constituyentes (CAC)
Este centro cuenta con laboratorios e instalaciones donde se
desarrollan investigaciones y nuevas
tecnologías, siendo una de las más destacadas
el Acelerador Electrostático de Iones Pesados TANDAR, una
herramienta fundamental para la investigación en
física nuclear y formación de recursos humanos.
Ezeiza (CAE)
Este centro posee entre sus instalaciones el reactor productor de
radioisótopos (RA-3), las fábricas de combustibles
nucleares (CONUAR) y de aleaciones especiales (FAE S.A.), el
Laboratorio de Procesos Radioquímicos (LPR), el Circuito
Experimental de Alta Presión (CEAP), y gran cantidad de
laboratorios y centros de investigación, desarrollo y
producción.
Bariloche (CAB)
En el Centro Atómico Bariloche se realiza
investigación básica y aplicada, especialmente de
materiales, bajas temperaturas, superconductividad y fusión
nuclear en frío. En el Instituto Balseiro -importante
centro de capacitación internacional que funciona en el
CAB desde el año 1955- se cursa la carrera de Licenciatura
en Física y, desde 1977, la de Ingeniería Nuclear.
Hasta el presente han egresado más de 450 profesionales de
ambas especialidades.
Por último, cabe destacar que la acción de la CNEA
ha trascendido las fronteras de nuestro país. Actualmente
coopera con otras naciones de menor desarrollo en el campo de la
energía nuclear, particularmente de América Latina,
transfiriendo tecnología, otorgando becas, aceptando
visitas científicas o enviando expertos requeridos a
través del Organismo Internacional de Energía
Atómica (OIEA).
La Argentina posee grandes reservas de uranio en relación
con otros países del mundo. Áreas de interés
para explotación uranífera suman 400.000 Km²
para la actividad inmediata y 900.000 Km² para la actividad
mediata. Las reservas totalizan 29 400 toneladas de óxido
de uranio tipo 308 y los recursos adicionales indican 30 000
toneladas.

Los yacimientos se localizan en el oeste y sur del
país. A continuación se detallan los yacimientos
por provincias:

PROVINCIA

DISTRITO

YACIMIENTO

Salta

Tonco-Amblayo

Alemanía

M.M. de Güemes-Los Berthos-Don
Otto

La Despedida

Catamarca

Tinogasta

Las Higueritas-Bonanza

La Rioja

Sañogasta

Guandacol

San Sebastián

Sonia-Urcushum-Urcal

San Juan

Barreal-Jachal

 

Mendoza

San Isidro

Sª Pintada

La Escondida

El Trampolín

Los Reyunos-Dr. Baulíes

Huemul

Neuquén

Rahueco

Chihundidos

La Palmera

Palo Quemado-María Teresa

Chubut

Carhué Niyen

Paso de los Indios

Tobas Amarillas

Sierra Cuadrada

Río Chico

Pichiñan-Los Adobes

 

Cañadón Gato-Cañadón
Krüeger

Córdoba

Cosquín

Los Gigantes

Rodolfo

Schlagintweit

San Luis

Comechingones

Estala

En la República Argentina los
yacimientos más importantes de uranio son de tipo
sedimentario donde el mineral se encuentra diseminado en
areniscas. A consecuencia de ello, los productos de deshechos,
permanecen a cielo abierto y son lixiviados por las aguas
pluviales. Por esta vía pueden acceder a las aguas
superficiales dinámicas o estáticas y/o infiltrarse
en el subsuelo alcanzando las aguas subterráneas. El
riesgo principal está representado por dos descendientes
radioactivos del uranio, cuyas vida medias los tornan peligrosos
ya que se sitúan en los 1.600 y 80 años,
respectivamente.

Las plantas de elaboración de concentrado de
uranio se localizan en Don Otto (Salta), en Córdoba, en
Malargüe (Mendoza) y en los Adobes(Chubut).

En la provincia de Mendoza se encuentran los mas
valiosos yacimientos, como la mina de Sierra Pintada, con
reservas uraníferas de 20 000 toneladas.

Una empresa privada instalará una importante
planta con capacidad anual de 700 toneladas, por lo que se
abastecerá sin problemas la demanda de los reactores del
país hasta fines de siglo. La mina Huemul, en la misma
provincia, justificó la instalación de la planta de
concentrados en Malargüe. Allí como en las otras
plantas del país se produce el concentrado al 80% de
Uranio de tipo 308 (llamado yellow cake), y nitrato de uranio,
con la recuperación de cobre y óxido.
También se construyen plantas de concentrados en San Luis
y en Los Gigantes en Córdoba.

En cuanto al panorama que presenta la producción
de uranio y el abastecimiento con uranio concentrado, no
existirán problemas, ya que además de realizar
planes de exploración, se concretó la
explotación de algunos yacimientos.

Los primeros estudios sobre yacimientos uraníferos
argentinos se iniciaron en el año 1945 por parte de la
Dirección de Fabricaciones Militares, los cuales
consistieron en la revisión de las pegmatitas
radioactivas de las Sierras de Córdoba y San Luis. La
Universidad Nacional de Cuyo orientó sus estudios a la
exploración de yacimientos en la Provincia de Mendoza
para más tarde colaborar con la Dirección
Nacional de Energía Atómica (Comisión
Nacional de Energía Atómica a partir de 1956),
institución que desde 1950 se constituyó en el
organismo regulador de las actividades nucleares en la
Argentina. Los trabajos de prospección,
exploración y evaluación se cumplieron en escala
reducida hasta 1956, año en que se decidió
intensificar las tareas, para lo cual la CNEA organiza un
sector geológico-minero encargado de las mismas. Durante
los años 1957 y 1958 se integró el plantel de
profesionales y técnicos, y se adquirieron los equipos e
instrumental básico. A partir de 1958 se inició
la etapa de perfeccionamiento avanzada en el exterior de los
geólogos e ingenieros en minas, intensificándose
en 1961. Se incorporaron, luego, electrónicos,
químicos, ingenieros químicos e
hidrometalurgistas, a fin de constituir un grupo
homogéneo en la industria del uranio. La
legislación contempló la actividad en el Código de Minería con un
apéndice titulado Régimen Legal de Minerales
Nucleares (Decreto Ley Nº 22477/56, ratificado por Ley
14.467). La Ley de actualización minera Nº 24.498
modifica la anterior y es la actual legislación de la
actividad. Se sintetiza los resultados de la exploración
mencionándose los yacimientos que fueron explotados
tales como Huemul, Agua Botada en Mendoza, Sañogasta en
La Rioja, La Estela en San Luis, Don Otto en Salta,
Schlagintweit en Córdoba, Los Adobes y Cerro
Cóndor en Chubut. Los actualmente en explotación
Dr. Baulíes de Mendoza y Los Colorados de La Rioja y los
que están en desarrollo, tales como Cerro Solo y La
Volanta en Chubut y Las Termas en Catamarca.

La exploración de yacimientos de minerales
nucleares tiene por finalidad detectar concentraciones de mineral
de uranio en condiciones de explotación a un costo
razonable y que en lo posible se aproxime al precio del
mercado. La prospección, exploración y
evaluación de yacimientos de uranio permite establecer un
cuadro actualizado de reservas de U in situ en donde se estima la
pérdida por extracción y tratamiento en
planta. Asimismo, se analiza el territorio nacional,
para lo que se dividió en 57 unidades geológicas,
de cuyo estudio surge un orden de prioridad en la
exploración de los mismos. Se trata de
alcanzar con cada investigación a disponer de un proyecto
de explotación en cada yacimiento para lo cual se debe
completar la factibilidad geológico –
económica.

Las características del sector minero
argentino son:

1)Las zonas donde se encuentran los principales
reservorios minerales, son de difícil acceso, exigiendo
grandes inversiones de infraestructura.

2) Se deben destinar grandes inversiones para
prevenir el impacto ambiental
y a la búsqueda del mineral.

3) Las tasas de
interés internacional  que sirven de
parámetros para definir la factibilidad o no de un
proyecto son altamente fluctuantes.

4) El sector posee una gran escasez de mano de
obra calificada.

5) También adolece de faltas de plantas
de fundición metalífera, lo que obliga al sector a
mantener un perfil exportador de conmodities.

6) El proceso de desarrollo de la minería
Argentina estuvo impulsado por una serie de reformas legales que
lo favoreció ampliamente.

PANORAMA
MUNDIAL

Como para la mayoría de la industria extractiva
de minerales metálicos, 1998 fue un pésimo
año para la minería del uranio, con fuerte
caída de los precios y recorte de la producción en
un 4,6%, terminando así un periodo de recuperación
iniciado en 1995, tras diez años de continuo declive. Es
de destacar que los mayores descensos de producción se
dieron en los principales productores occidentales, desde el 4,9%
sufrido por Namibia al 13,7% en EEUU, pasando por el 9,2% en
Canadá, 11,5% en Australia y 12,5% en
Sudáfrica.

A final de 1998 había 429 centrales nucleares en
funcionamiento en todo el mundo, con una capacidad conjunta de
345 GW, cifras idénticas a las registradas a fin de 1997.
La demanda de uranio por las mismas se estima en unas 62 kt de U
contenido, por lo que la oferta minera sólo cubrió
el 54,7% de las necesidades.

La producción minera en el año 1998 fue de
34 986 tU, lo que supuso, como ya se ha indicado, un descenso
respecto a 1997 de un 4,7 %.

La producción en América del Norte
decreció alrededor de un 10 %, contribuyendo a la cifra
total de producción con un 37 %.. Canadá se
mantiene como primer productor operando tres minas en la
región de Saskatchewan, tras el cierre, en 1996, de la
mina Stanley en Ontario.

En EEUU, el 78 % de la producción viene de
operaciones de lixiviacón "in situ", mientras que el resto
procede de otras fuentes que no tienen relación directa e
inmediata con la explotación minera, como son el
tratamiento de aguas de mina, actividades de restauración
y subprodcto del procesado de los fosfatos.

Argentina fue el único país productor en
Sudamérica, en 1998, si bien Brasil ha mostrado su
intención de reabrir alguna de sus
explotaciones.

La producción en Europa Occidental
decreció de 899 tU en 1997 a 826 tU en 1998, representando
el 2,4 % de la cifra mundial. Dejando aparte la producción
española, el aporte principal a la anterior cantidad lo
hace Francia, con 507 tU. El resto procede de operaciones de
acondicionamiento (Alemania), subproducto del tratamiento de
fosfatos (Bélgica) y pequeñas explotaciones a cielo
abierto (Portugal).

La producción en el resto de Europa fue de 4 282
tU. La República Checa produjo 610 tU, Hungría
sólo 10 tU, debido al cierre de la mina Mecsek, y
Rumanía 132 tU. La producción de Rusia fue de 2 530
tU, íntegramente de la mina Urasnokamensk; en tanto que
Ucrania aportó 1000 tU.

Cuatro países de África; Gabón,
Namibia, Níger y Sudáfrica, contribuyeron a la
producción mundial con 8 213 tU, representando un aumento
de 251 tU respecto a 1997.

En 1999 Gabón ha suspendido su producción
debido a la marginalidad de
sus yacimientos, mientras que Sudáfrica hacía lo
mismo en Western Areas, quedando su producción ligada al
precio del oro, como coproducto de beneficio.

Oriente Medio y Asia Central y Sur aportaron 3 469 tU,
procedentes de Uzbekistán y Kazakhstán, no
figurando datos de India ni
Paquistán.

Australia es el único productor del
Pacífico, con 4 910 tU, 579 menos que en 1997, debido a la
reducción de mina Ranger, continuando en plena
operación Olympic Dam.

El único país productor en Extremo Oriente
fue China, estimándose su producción en 590
tU.

Cabe destacar las siguientes incidencias en minas y
plantas de concentración en lo que se refiere al periodo
1997-2000.

Cierre de plantas:

1997.- Brasil (Pozos de Caldas, 425 tU); Francia
(Sodeol, 1 000 tU); Hungría (Pecs, 650 tU);
Sudáfrica (Western Areas, 300 tU).

1998: Bélgica (PTR Phosphate, 45 tU);
EEUU (Uncle Sam Phosphate, 290 tU).

1999: Canadá (Eagle Point, 3 900 tU);
Gabón (Mounana, 540 tU); EEUU (Kingsville Dome ISL, 590
tU; Rosita ISL Mine, 320 tU; Sunshine Bridge Phosphate, 160
tU).

2000: Canadá (Cluff Lake, 1 900 tU);
Esapañ (Mina Fe, 300 tU).

Nuevas plantas:

1998: EEUU (Smith Ranch ISL, 769 tU).

1999: Australia (Beverly, 760 tU); Brasil (Lagoa
Real, 300 tU); Canadá (McClean Lake, 2300 tU).

Ampliaciones:

1999: Australia (Olympic Dam pasa a 3 900 tU y
la planta de Ranger a 4 240 tU); Canadá (Kay
Lake).

Proyectos de nuevas minas:

2000: Australia (Honeymoon, 850 tU);
Canadá (MacArthur River, 6 900 tU); Rusia (Transural
ISL).

2002: Canadá (Cifar Lake, 4 600
tU)

La capacidad mundial de generación nuclear se
espera llegue a un máximo de 457 GWe en los
próximos años, para situarse en 333 GWe en el 2015.
Estas cifras deben tomarse como predicción media de
diversos escenarios de crecimiento y, por ello, han de tomarse
con las oportunas reservas.

En cuanto a la demanda de uranio, las expectativas se
sitúan, para el año 2015, entre un máximo de
79 800 tU, en el escenario más favorable, y un
mínimo de 54 500 tU.

Evidentemente, la tendencia será un tanto
desigual entre las distintas áreas geográficas y
económicas. Así, mientras en Norteamérica y
Europa Occidental se mantendrá prácticamente
constante o quizá decreciente en el 2015, Extremo Oriente
puede doblar la demanda actual de uranio para el año
2010.

En la valoración de la demanda deben tenerse en
cuenta los cambios que se produzcan en la operatividad tanto de
las plantas de generación como en las de
elaboración de concentrados.

La disponibilidad de los reactores ha venido creciendo a
una tasa elevada desde los años 70; así, cuando en
1989 se situaba en el 70,1 %, se puede apreciar cómo se
llega a un 79,2 % en el año 1998. Por otro lado, los
cambios en la tecnología de las colas de enriquecimiento
también afectarán de manera notoria a las
necesidades de uranio.

Otro factor de importancia que influye en estas
consideraciones sobre la futura demanda es el propio proceso de
reciclado de combustible. Esta fuente adicional de oferta se
espera alcance las cifras de 4 000 y 5 000 tU para los
años 2005 y 2010, respectivamente.

Estas previsiones se hacen con un elevado grado de
incertidumbre. Por una parte, el tiempo que transcurre entre la
puesta en obra del primer hormigón de una central nuclear
y el momento en que ésta se conecta a la red es de 99
meses de media y, por otra, el hecho de que existan diversos
diseños de construcción no hace posible establecer,
con un grado de fiabilidad aceptable, la vida media de estas
plantas. A ello hay que añadir una serie de
condicionantes, que a continuación se reseñan, y
que son fundamentales a la hora de decidir la
construcción:

  • Recursos financieros en los países en
    vías de desarrollo.
  • Problemas de aceptación social de la
    energía nuclear, lo que condiciona unas políticas
    indecisas en ciertas Administraciones
    Públicas.
  • Dudas de los inversores ante las muchas
    incertidumbres.
  • Competitividad de las energías
    alternativas.

Evidentemente, los actores técnicos influyen de
manera decisiva en estas consideraciones. Dejando aparte la
mejora del factor de utilización ya comentado, así
como el alargamiento de la vida útil de las instalaciones
y la disminución de los planes de licenciamiento, hay que
mencionar otras circunstancias técnicas que
influirán decisivamente no sólo en la demanda sino
en la propia oferta.

PUNTO DE VISTA
LEGAL

La República Argentina coordina con otros Estados
su política sobre las exportaciones que pudiesen
contribuir a !a producción de armas de destrucción
masiva, con miras a consolidar un efectivo sistema internacional
en ese campo.

Así ha reglamentado, a través del Decreto
Nº 603 de fecha 9 de abril de 1992, un estricto control
sobre la venta al exterior de ciertos materiales, equipos,
tecnologías, asistencia técnica y servicios de
índole nuclear y misilística, así como
también de substancias químicas y
biológicas, que puedan contribuir a la producción y
despliegue de armas nucleares, químicas y
bacteriológicas.

De acuerdo a esa reglamentación, para las
exportaciones alcanzadas por la misma, es obligatorio obtener una
licencia previa de exportación. Las solicitudes son
analizadas caso por caso, y la decisiones tomadas teniendo en
cuenta el firme compromiso de la República con el
régimen internacional de no proliferación, las
condiciones internacionales y las condiciones especificas que se
establecen para cada supuesto concreto.

Las regulaciones argentinas no restringen en modo alguno
el comercio legítimo, sino que incorporan al orden
nacional criterios internacionales, coinciden con los controles
establecidos por la gran mayoría de los países
proveedores, y son aplicadas en coordinación con ellos.

Para el caso nuclear, tal legislación adopta los
estándares internacionales del Grupo de Países
Proveedores Nucleares.

Encuadre legal como se dijo, el régimen argentino
está regulado por las disposiciones del Decreto No. 603
del 9 de abril de 1992.

Como regla general, el Decreto establece que no se
autorizará la exportación de materiales, equipos,
tecnología, asistencia técnica y/o servicios
vinculados con la conversión y el enriquecimiento de
uranio, el reprocesamiento de combustible, la producción
de agua pesada y la fabricación de plutonio.

Además, el Decreto Nº 603/92 condiciona la
exportación de reactores nucleares, de uranio enriquecido
o de tecnología vinculada con ellos y la asistencia
técnica nuclear y la exportación de materiales y
equipos no nucleares que potencialmente pudieran tener utilidad para
desarrollos nucleares no pacíficos, a la existencia en
vigor de un acuerdo bilateral de cooperación en los usos
pacíficos de la energía nuclear, entre el gobierno
argentino y el del país involucrado, el que además
deberá:

a) ser parte en un acuerdo de salvaguardias amplias
("full scope safegards") con el Organismo Internacional de
Energía Atómica (OIEA);

b) comprometerse expresamente a no usar lo exportado
por la República Argentina para la producción de
cualquier artefacto nuclear explosivo;

c) adoptar normas de protección física
idóneas para el material exportado; y

d) comprometerse a solicitar el consentimiento previo
del Gobierno Argentino para la transferencia a terceros de lo
exportado o derivado de ello, o de su
reprocesamiento.

Por el Decreto Nº 1291 del 24 de junio de 1993, se
incorporó al Decreto 603/92 el anexo C, con el listado de
los materiales y equipos que potencialmente podrían tener
utilidad para desarrollos nucleares no pacíficos,
así como los criterios generales para las transferencias
de las tecnologías involucradas.

El Decreto Nº 603/92 establece, como se dijo, la
obligatoriedad de licencias previas de exportación,
creando para ello la Comisión Nacional de Control de
Exportaciones Sensitivas y Material Bélico (CONCESYMB),
encargada de aplicar el régimen, integrada por
representantes de los Ministerios de Defensa, de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto, y de Economía
y Obras y Servicios Públicos, y por el organismo
técnico competente: en el caso de exportaciones nucleares
la CNEA, reemplazada, a partir de 1995, por la actual Autoridad
Regulatoria Nuclear (ARN).

Los exportadores de materiales, equipos,
tecnologías, asistencia técnica y/o servicios de
naturaleza
nuclear, no incluidos en el Decreto ni en su Anexo C,
están igualmente obligados a obtener licencia previa de
exportación, cuando se sepa o sospeche que los mismos
serán utilizados en proyectos o actividades relacionadas
con armas de destrucción masiva.

Cuatrimestralmente, se informan al Congreso Nacional las
licencias previas de exportación otorgadas y
denegadas.

El procedimiento
establecido para la concesión de licencias previas de
exportación por la CONCESYMB es expeditivo y los plazos
para cada etapa perentorios:

Los exportadores deben presentar la solicitud de
exportación de material sensitivo ante la Secretaria
Ejecutiva de la CONCESYMB, la que está a cargo de la
Dirección General de Planeamiento del
Ministerio de Defensa.

Recibida la solicitud, la Secretaria Ejecutiva de la
CONCESYMB, la gira a la ARN para su dictamen.

La ARN produce el correspondiente dictamen
técnico y lo informa a la CONCESYMB.

Una vez recibido el dictamen técnico, la
CONCESYMB se expide sobre la solicitud de exportación
presentada.

En caso de aprobarse la exportación, la CONCESYMB
suscribe la correspondiente licencia previa de exportación
y la entrega al exportador para su presentación a la
Administración Nacional de Aduanas.

Si se dictaminara que se trata de material no sensitivo,
la CONCESYMB emite un acta en tal sentido, que entrega al
exportador para su presentación a la Administración Nacional de
Aduanas.

En caso de discrepancia entre los integrantes de la
CONCESYMB con respecto a la decisión a adoptar en
relación con una solicitud de licencia previa de
exportación, la misma es elevada a consideración de
los Ministerios que la integran para que se expidan sobre el
tema.

Acuerdos de
cooperación vigentes en el campo nuclear en que la
Argentina es parte,

I. A nivel gubernamental

En el campo de los usos pacíficos de la
energía nuclear, el gobierno nacional ha suscrito los
siguientes acuerdos

de cooperación bilaterales:

1. Argelia

Acuerdo de cooperación científica y
tecnológica entre el Gobierno de la República
Argentina y el Gobierno de la República Argelina
Democrática y Popular. Firmado en Argel el 3 de diciembre
de 1984, entró en vigor el 27 de abril de 1987. Su
duración inicial fue de cinco años, renovable
automáticamente por períodos de cinco
años.

2. Bolivia

Acuerdo de cooperación en el campo de los usos
pacíficos de la energía nuclear entre la
República de Bolivia y la República Argentina.
Firmado en La Paz el 19 de marzo de 1970, entró en vigor
el 18 de febrero de 1971. Su duración es
ilimitada.

3. Brasil

Acuerdo de cooperación entre la República
Argentina y la República Federativa del Brasil para el
desarrollo y la aplicación de los usos pacíficos de
la energía nuclear. Firmado en Buenos Aires el 17 de mayo
de 1980, entró en vigencia provisional en esa fecha. Su
duración inicial fue de diez años, renovable
automáticamente por períodos de dos
años.

4. Canadá

Acuerdo entre el Gobierno de la República
Argentina y el Gobierno de Canadá para la
cooperación en los usos pacíficos de la
energía nuclear. Firmado en Ottawa el 21 de junio de 1994,
entró en vigor en esa misma fecha. Su duración es
de treinta años, renovable automáticamente por
períodos de diez años.

5. Chile

Acuerdo entre el Gobierno de la República de
Chile y el Gobierno de la República Argentina sobre
cooperación en el campo de los usos pacíficos de la
energía nuclear. Firmado en Santiago el 13 de noviembre de
1976, entró en vigor el 1° de septiembre de ese
año. Su duración inicial fue de cinco años,
renovable automáticamente por períodos de un
año.

6. China

Acuerdo entre el Gobierno de la República
Argentina y el Gobierno de la República Popular China para
la cooperación en los usos pacíficos de la
energía nuclear. Firmado en Beijing el 15 de abril de
1985, entró en vigor el 30 de octubre de ese año.
Su duración es de quince años, renovable
automáticamente por períodos de cinco
años.

7. Colombia

Acuerdo de cooperación en el campo de los usos
pacíficos de la energía nuclear entre la
República Argentina y la República de Colombia.
Firmado en Bogotá el 15 de septiembre de 1967,
entró en vigor el 27 de marzo de ese año. Su
duración es ilimitada.

8. Comunidad Europea de la Energía
Atómica (EURATOM)

Acuerdo entre el Gobierno de la República
Argentina y la Comunidad Europea de la Energía
Atómica (EURATOM) relativo a los usos pacíficos de
la energía nuclear. Firmado en Bruselas el 11 de junio de
1996, entró en vigor el 29 de octubre de ese año.
Su duración es de diez años, renovable
automáticamente por períodos de cinco
años.

9. Corea del Sur

Acuerdo entre el Gobierno de la República
Argentina y el Gobierno de la República de Corea sobre
cooperación en los usos pacíficos de la
energía nuclear. Firmado en Buenos Aires el 9 de
septiembre de 1996, entró en vigor el 19 de septiembre de
1997. Su duración es de diez años, renovable
automáticamente por períodos de cinco
años.

10. Costa Rica

Acuerdo de cooperación entre el Gobierno de la
República Argentina y el Gobierno de la República
de Costa Rica
para el desarrollo y la aplicación de los usos
pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Buenos
Aires el 18 de junio de 1992. Su duración será de
diez años, renovable automáticamente por
períodos de dos años.

11. Ecuador

Acuerdo de cooperación en el campo de los usos
pacíficos de la energía nuclear entre el Gobierno
de la República de Ecuador y el
Gobierno de la República Argentina. Firmado en Buenos
Aires el 5 de abril de 1977, entró en vigor el 4 de junio
de 1979. Su duración inicial fue de cinco años,
renovable automáticamente por períodos de un
año.

12. España

Acuerdo especial de cooperación entre el Gobierno
de la República Argentina y el Reino de España para
el desarrollo y aplicación de los usos pacíficos de
la energía nuclear. Firmado en Buenos Aires el 30 de
noviembre de 1978 y entró en vigor ese mismo día.
Su duración inicial fue de cinco años, renovable
automáticamente por períodos de dos
años.

13. Estados Unidos de América

Acuerdo entre el Gobierno de la República
Argentina y el Gobierno de los Estados Unidos de América
sobre los usos pacíficos de la energía nuclear.
Firmado en Buenos Aires el 29 de febrero de 1996, entró en
vigor el 16 de octubre de ese año. Su duración es
de treinta años.

14. Francia

Acuerdo de cooperación entre el Gobierno de la
República Argentina y el Gobierno de la República
Francesa para la utilización con fines pacíficos y
no explosivos de la energía nuclear. Firmado en Buenos
Aires el 21 de abril de 1994, entró en vigor el 10 de
julio de ese año. Su duración es de diez
años, renovable automáticamente por períodos
de diez años.

15. Grecia

Acuerdo entre el Gobierno Argentino y el Gobierno de
Grecia sobre
la cooperación en los usos pacíficos de la
energía nuclear. Firmado en Atenas el 13 de julio de 1997,
se encuentra en proceso constitucional de aprobación y
ratificación. Su duración será de diez
años, renovable automáticamente por períodos
de cinco años.

16. Guatemala

Acuerdo de cooperación entre el Gobierno de la
República de Guatemala y el
Gobierno de la República Argentina para el desarrollo y la
aplicación de los usos pacíficos de la
energía nuclear. Firmado en Guatemala el 14 de mayo de
1986, entró en vigor el 5 de marzo de 1997. Su
duración es de cinco años, renovable

automáticamente por períodos de
dos.

17. Indonesia

Acuerdo entre el Gobierno de la República
Argentina y el Gobierno de la República de Indonesia para
la cooperación en los usos pacíficos de la
energía nuclear. Firmado en Buenos Aires el 15 de mayo de
1990, entró en vigor el 23 de febrero de 1993. Su
duración es de cinco años, renovable
automáticamente por períodos de un
año.

18. Marruecos

Acuerdo entre la República Argentina y el Reino
de Marruecos para la cooperación en la utilización
pacífica de la energía nuclear. Firmado en Rabat el
13 de junio de 1996, en trámite el intercambio de las
notas reversales de ratificación. se encuentra en proceso
constitucional de aprobación y ratificación. Su
duración será de quince años, renovable
automáticamente por períodos de cinco
años.

19. Paraguay

Acuerdo de cooperación en el campo de los usos
pacíficos de la energía nuclear entre la
República del Paraguay y la República Argentina.
Firmado en Buenos Aires el 20 entró en vigor el 20 de
enero de 1970. Su duración es ilimitada.

20. Perú

Acuerdo sobre cooperación en el campo de los usos
pacíficos de la energía nuclear entre la
República Argentina y la República del Perú.
Firmado en Lima el 25 de mayo de 1968, entró en vigor el
13 de julio de 1969. Su duración es ilimitada.

21. Rumania

Acuerdo entre el Gobierno de la República
Argentina y el Gobierno de la República de Rumania para la
cooperación en los usos pacíficos de la
energía nuclear. Firmado en Buenos Aires el 27 de
noviembre de 1990, entró en vigor el 29 de julio de 1993.
Su duración es de diez años, renovable
automáticamente por períodos de cinco
años.

22. Rusia

Acuerdo entre el Gobierno de la República
Argentina y el Gobierno de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (desde 1992, por sucesión de
Estado: Federación de Rusia) para la cooperación en
los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado
en Moscú el 25 de octubre de 1990, entró en vigor
el 18 de noviembre de ese año.

Su duración es de diez años, renovable
automáticamente por períodos de cinco
años.

23. Tailandia

Acuerdo entre el Gobierno de la República
Argentina y el Gobierno del Reino de Tailandia sobre
cooperación en los usos pacíficos de la
energía nuclear. Firmado en Bangkok el 7 de junio de 1996,
entró en vigor el 25 de junio de 1998. Su duración
es de cinco años, renovable automáticamente por
períodos de un año.

24. Turquía

Acuerdo entre el Gobierno de la República
Argentina y el Gobierno de la República e de
Turquía para la cooperación en los usos
pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Buenos
Aires el 3 de mayo de 1988, entró en vigor el 24 de
febrero de 1992. Su duración es de quince años,
renovable automáticamente por períodos de cinco
años.

25. Uruguay

Acuerdo de cooperación en el campo de los usos
pacíficos de la energía nuclear entre a
República Argentina y la República Oriental del
Uruguay. Firmado en Buenos Aires l 8 de julio de 1968,
entró en vigor el 30 de diciembre de 1972. Su
duración es ilimitada.

26. Venezuela

Acuerdo complementario de cooperación
científica y técnica entre el Gobierno de la
República Argentina y el Gobierno de la República
de Venezuela en materia de energía nuclear para fines
pacíficos. Firmado en Caracas el 8 de agosto de 1979, fue
entró en vigor el 17 de noviembre de ese ano. Su
duración inicial fue de cinco años, renovable
automáticamente por períodos de un
año.

II. A nivel institucional

Enmarcados en acuerdos generales de cooperación
en ciencia y tecnología de nivel gubernamental (y por
consiguiente de igual valor jurídico que los listados en
I)

1. Alemania

Convenio entre la Comisión Nacional de
Energía Atómica de la República Argentina y
la Gesellschaft für Kernforschung m.b.h. Karlsruhe (por
sucesión, a partir de 1997 el Forschung für Luft
ünd Raumfahrt e.V.) de la República Federal de
Alemania. Firmado en Buenos Aires el 29 de julio de 1971 y en
vigor desde esa fecha.

Renovable automáticamente por períodos de
un año.

2. Cuba

Convenio entre la Comisión Nacional de
Energía Atómica de la República Argentina y
la Comisión Nacional de Energía Atómica de
Cuba para la cooperación en la utilización de la
energía atómica con fines
pacíficos.

Firmado en La Habana el 8 de noviembre de 1986 y en
vigor desde esa fecha. Su duración inicial fue de cinco
años, renovable automáticamente por períodos
también de cinco años.

3. Egipto

Acuerdo entre la Comisión Nacional de
Energía Atómica de la República Argentina y
la Autoridad de Energía Atómica de la
República Arabe de Egipto para la cooperación en el
campo de los usos pacíficos de la energía nuclear.
Firmado en El Cairo el 17 de noviembre de 1988 y en vigor desde
esa fecha. Su duración es de quince años, renovable
automáticamente por períodos de cinco
años.

La inevitable selectividad con la que se
orientarán las inversiones internacionales asigna una
particular importancia a las condiciones diferenciales que
ofrezca cada país. Argentina presenta factores que hacen
previsible una mayor competitividad
de los proyectos que se instalen en su territorio; a los de orden
macroeconómico, como la convertibilidad, la apertura
económica y las condiciones en que pueden operar los
capitales extranjeros deben agregarse los que se han definido en
el orden sectorial de la minería.
El reconocido potencial geológico argentino, la
estabilidad tributaria y fiscal y las
facilidades aduaneras establecidas en la Ley de Inversiones
Mineras, la homogeneización de catastros y procedimientos
en todas las provincias, la normativa ambiental y el
fortalecimiento institucional de las direcciones provinciales a
través del Programa de Apoyo al Sector Minero Argentino
(Pasma) forman un marco adecuado para el desarrollo de estas
actividades de riesgo.
El marco legal basado en el Código de Minería ha
sido recientemente actualizado a través de la
aprobación unánime de varias leyes desde el
año 1993, en armonía con las prácticas del
quehacer minero internacional.
Las leyes marco de la actividad minera argentina son: Ley de
Inversiones Mineras n.º 24.126, Ley de Reordenamiento Minero
n.º 24.224, Ley de Actualización Minera n.º
24.498, Ley del Financiamiento del IVA n.º
24.402 y Ley de Protección Ambiental par la Actividad
Minera n.º 24.585.

Recientemente, Argentina ha firmado un tratado de integración minera con Chile que disminuye
los costos operativos por la racional utilización de los
espacios y los recursos comunes. El margen posible de
reducción de los costos mediante la modernización
de los servicios de infraestructura como el ferrocarril y la red
vial, la disponibilidad y menor precio operativo de la
energía eléctrica y del gas natural y las
posibilidades ciertas de completar la cadena de procesamiento de
los minerales mediante la instalación de plantas de
fundición contribuyen a alentar las expectativas positivas
del país en las difíciles circunstancias que
enfrenta la minería internacional.
Este tratado, inédito en las relaciones entre ambos
países, facilita la actividad minera a lo largo de los
5.000 km de la cordillera de los Andes, que es la frontera
geográfica natural entre ambos países. El tratado
permitirá trabajos de prospección y
explotación de yacimientos de cobre, oro, plata,
carbón y uranio, que podrán ser evacuados por
cualquiera de los dos países, así como libre acceso
a las redes de
energía eléctrica. Los minerales que se encuentren
en territorio argentino podrán obtener financiación
de los bancos chilenos y ser exportados por los puertos de este
país, ya que la distancia de la cordillera hacia el
océano Pacífico es entre tres y cinco veces
más corta que de la cordillera hacia el Atlántico,
sobre territorio argentino. A su vez, las empresas chilenas
podrán vender y utilizar la energía
eléctrica o el gas natural proveniente de Argentina, que
tiene estos recursos de forma más abundante y barata.
El convenio precisó cuatro años de estudios y
negociaciones; no tiene fecha de finalización aunque
cualquier país podrá denunciarlo después de
treinta años. El área incluida dispone anchos
variables de
entre 15 y 190 km en Chile y de 20 a 220 km en Argentina.
Este tratado permite a los inversionistas argentinos, chilenos y
de otra nacionalidad, asociados o no, la exploración o la
explotación de los recursos mineros existentes en las
zonas de la cordillera, delimitadas en un mapa incluido en el
tratado, que constituirán su ámbito de
aplicación sin ningún tipo de restricciones y
aplicando el principio del trato nacional. Con ello se
evitarán los impedimentos a la radicación de
proyectos mineros que generan las denominadas zonas de seguridad
fronterizas ("cordilleranas"), garantizando el acceso a los
derechos mineros y a todas las actividades relacionadas, directa
o indirectamente, con el negocio minero.
El tratado firmado constituirá un marco general y
desarrollará protocolos
específicos en todos aquellos temas relacionados con el
mismo, desde aspectos aduaneros, migratorios o sanitarios hasta
tributarios, de protección ambiental, regímenes
promocionales, gastos
fronterizos, etc.

La Legislación Argentina para el sector
es:

LEY 24196 INVERSIONES MINERAS: Fija la
estabilidad tributaria por 30 años, permite la
importación de equipos internacionales con arancel cero y
propicia las inversiones de riesgo-las exploraciones- con
desgravaciones especiales de impuestos.

LEY 24224 REORDENAMIENTO MINERO: Adecúa
el canon minero en todo el país al 3 por ciento del valor
boca de mina y fomenta la realización de cartas
geológicas con costos desgravados
impositivamente.

LEY 24228 ACUERDO FEDERAL MINERO: Unifica
procedimientos administrativos entre todas las provincias,
permite la explotación a gran escala y elimina tributos
provinciales.

LEY 24228 DINANCIAMIENTO DEL IVA: Promueve la
compra de bienes de capital, establece un régimen especial
para obras de infraestructura minera e instrumenta la
devolución anticipada del IVA para inversiones del
sector.

LEY 24498 ACTUALIZACIÓN MINERA: Promueve
la innovación
tecnológica y
desregula la actividad en la minería nuclear para que
participen inversores privados

PUNTO DE VISTA
GEOLÓGICO

Con respecto a la exploración minera, la
explotación de los yacimientos minerales, como veremos en
el tema siguiente, es una actividad de alto riesgo
económico, ya que supone unas inversiones a largo plazo
que muchas veces se sustentan en precios del producto minero
sujetos a altas oscilaciones. A su vez, la exploración
supone también un elevado riesgo económico,
derivado éste del hecho de que supone unos gastos que
solamente se recuperan en caso de que la exploración tenga
éxito y suponga una explotación minera
fructífera. Sobre estas bases, es fácil comprender
que la exploración supone la base de la industria minera,
ya que debe permitir la localización de los recursos
mineros explotar, al mínimo coste posible.

Para ello, debe cumplir dos objetivos
básicos:

  1. Identificar muy claramente los objetivos del trabajo
    a realizar
  2. Minimizar los costes sin que ello suponga dejar
    lagunas

La base de cualquier trabajo bien hecho es la planificación de las actividades a
realizar. Esto es especialmente importante en la
investigación minera, por las razones ya expuestas.
Así, se suele subdividir el trabajo en tres etapas
claramente diferenciadas, de forma que solamente se aborda la
siguiente en caso de que la anterior haya cumplido
satisfactoriamente los objetivos previstos. Aunque pueden recibir
distintos nombres, en términos generales se trata de una
fase de preexploración, una de exploración
propiamente dicha y otra de evaluación. Si incluso
ésta última alcanza los resultados previstos se
realiza un estudio de viabilidad económica. Como objetivos
generales de cada una de estas etapas se pueden fijar los
siguientes:

Preexploración: Tiene por objeto
determinar si una zona concreta, normalmente de gran
extensión, presenta posibilidades de que exista un tipo
determinado de yacimiento mineral. Esto se establece en
función de la información que se dispone sobre ese
tipo de yacimiento y sobre la geología de la región
de estudio. Suele ser un trabajo fundamentalmente de gabinete, en
el que se cuenta con el apoyo de información
bibliográfica, mapas, fotos
aéreas, imágenes de satélite, etc., aunque
puede incluir alguna salida al campo para reconocer las zonas de
mayor interés.

Exploración: Una vez establecidas
las posibilidades de la región estudiada, se pasa al
estudio sobre el terreno. En esta fase se aplicarán las
diversas técnicas disponibles para llevar a cabo de forma
lo más completo posible el trabajo, dentro de las
posibilidades presupuestarias del mismo. Su objeto final debe ser
corroborar o descartar la hipótesis inicial de existencia de
mineralizaciones del tipo prospectado.

Evaluación: una vez que hemos
detectado una mineralización de interés minero, es
decir, en la que observamos caracteres que permiten suponer que
pueda llegar a ser explotada, pasamos a llevar a cabo su
evaluación o valoración económica. A pesar
de lo que pueda parecer, los datos de ésta no son
aún concluyentes, y debe ir seguida, en caso de que la
valoración económica sea positiva, de un estudio de
viabilidad, que contemple todos los factores geológicos,
mineros, sociales, ambientales, etc., que pueden permitir (o no)
que una explotación se lleve a cabo.

La exploración minera se basa en una serie de
técnicas, unas instrumentales y otras empíricas, de
coste muy diverso. Por ello, normalmente se aplican de forma
sucesiva, solo en caso de que el valor del producto sea
suficiente para justificar su empleo, y solo si son necesarias
para complementar las técnicas que ya se hayan utilizado
hasta el momento. Las técnicas serían las
siguientes:

Recopilación de información:
Es una de las técnicas preliminares, de bajo coste, que
puede llevarse a cabo en la propia oficina, si bien en algunos
casos supone ciertos desplazamientos, para localizar la
información en fuentes externas (bibliotecas,
bases de
datos…). Consiste básicamente en recopilar toda
la información disponible sobre el tipo de yacimiento
prospectado (características geológicas,
volúmenes de reservas esperables, características
geométricas…), así como sobre la
geología de la zona de estudio y de su historial minero
(tipo de explotaciones mineras que han existido, volumen de
producciones, causas del cierre de las explotaciones…).
Toda esta información nos debe permitir establecer el
modelo concreto de yacimiento a prospectar y las condiciones bajo
las que debe llevarse a cabo el proceso de
prospección.

En esta fase resulta muy útil contar con el apoyo
de mapas metalogenéticos que muestren no solo la
localización (y tipología) de yacimientos, sino
también las relaciones entre ellos y su entorno. En este
sentido, resulta muy útil la representación
gráfica en éstos de metalotectos o provincias
metalogenéticas.

Teledetección: La
utilización de la información de los satélites
artificiales que orbitan nuestro planeta puede ser de gran
interés en investigación minera. Sigue siendo una
técnica de relativamente bajo coste (condicionado por el
precio de la información a recabar de los organismos que
controlan este tipo de información) y que se aplica desde
gabinete, aunque también a menudo complementada con
salidas al campo.

La información que ofrecen los satélites
que resulta de utilidad geológico-minera se refiere a la
reflectividad del terreno frente a la radiación solar:
ésta incide sobre el terreno, en parte se absorbe, y en
parte se refleja, en función de las características
del terreno. Determinadas radiaciones producen las sensaciones
apreciables por el ojo humano, pero hay otras zonas del espectro
electromagnético, inapreciables para el ojo, que pueden
ser recogidas y analizadas mediante sensores
específicos. La Teledetección aprovecha
precisamente estas bandas del espectro para identificar
características del terreno que pueden reflejar datos de
interés minero, como alteraciones, presencia de
determinados minerales, variaciones de temperatura,
humedad…

Geología: El estudio en mayor o
menor detalle de las características de una región
siempre es necesario en cualquier estudio de ámbito
minero, ya que cada tipo de yacimiento suele presentar unos
condicionantes específicos que hay que conocer para poder
llevar a cabo con mayores garantías de éxito
nuestra exploración, así como otras que puedan
emprenderse en el futuro. Es un estudio que se lleva a cabo
durante las fases de preexploración y exploración,
ya que su coste aún suele ser bastante bajo. Tiene
también un aspecto dual, en el sentido de que en parte
puede hacerse en gabinete, a partir de los datos de la
recopilación de información y de la
teledetección, pero cuando necesita un cierto detalle, hay
que complementarla con observaciones sobre el terreno.

Dentro del término genérico de
geología se engloban muchos apartados distintos del
trabajo de reconocimiento geológico de un área. La
cartografía geológica (o
elaboración de un mapa geológico de la misma)
incluye el levantamiento estratigráfico (conocer la
sucesión de materiales estratigráficos presentes en
la zona), el estudio tectónico (identificación de
las estructuras tectónicas, como , pliegues, que afectan a los
materiales de la zona), el estudio petrológico (correcta
identificación de los distintos tipos de rocas),
hidrogeológico (identificación de acuíferos
y de sus caracteres más relevantes), etcétera. En
cada caso tendrán mayor o menor importancia unos u otros,
en función del control concreto que presente la
mineralización investigada.

Geoquímica: La prospección
geoquímica consiste en el análisis de muestras de
sedimentos de arroyos o de suelos o de
aguas, o incluso de plantas que puedan concentrar elementos
químicos relacionados con una determinada
mineralización. Tiene su base en que los elementos
químicos que componen la corteza tienen una
distribución general característica, que aunque
puede ser distinta para cada área diferente, se
caracteriza por presentar un rango de valores definido por una
distribución unimodal log-normal, En otras palabras, la
concentración "normal" de ese elemento en las muestras de
una región aparece como una campana de gauss en un
gráfico semilogarítmico. Sin embargo, cuando hay
alguna concentración anómala de un determinado
elemento en la zona (que puede estar producida por la presencia
de un yacimiento mineral de ese elemento), esta
distribución se altera, dando origen por lo general a una
distribución bimodal, que permite diferenciar las
poblaciones normal (la existente en el entorno de la
mineralización) y anómala (que se situará
precisamente sobre la mineralización).

Así, las distintas variantes de esta
técnica (geoquímica de suelos, de arroyos,
biogeoquímica) analizan muestras de cada uno de estos
tipos, siguiendo patrones ordenados, de forma que se consiga
tener un análisis representativo de toda una
región, con objeto de identificar la o las poblaciones
anómalas que puedan existir en la misma, y diferenciarlas
de posibles poblaciones anómalas que puedan ser una
indicación de la existencia de
mineralizaciones.

El coste de estas técnicas suele ser superior al
de las de carácter geológico, ya que implican un
equipo de varias personas para la toma y preparación de
las muestras, y el coste de los análisis correspondientes.
Por ello, se aplican cuando la geología ofrece ya
información que permite sospechar con fundamento la
presencia de yacimientos.

Geofísica: Dentro de esta
denominación genérica encontramos, como en el caso
de la geología, toda una gama de técnicas muy
diversas, tanto en coste como en aplicabilidad a cada caso
concreto. La base es siempre la misma: intentar localizar rocas o
minerales que presenten una propiedad física que contraste
con la de los minerales o rocas englobantes. Igual que para
localizar una aguja en un pajar un imán es una herramienta
de gran utilidad, éste mismo imán no nos
servirá de nada si lo que hemos perdido entre la paja es
una mina de lapicero de 0.5 mm. Así, las diversas
técnica aplicables y su campo de aplicación puede
ser el siguiente:

Métodos eléctricos: Se basan
en el estudio de la conductividad (o su inverso, la resistividad)
del terreno, mediante dispositivos relativamente simples: un
sistema de introducción de corriente al terreno, y
otro de medida de la resistividad/conductividad. Se utilizan para
identificar materiales de diferentes conductividades: por
ejemplo, los sulfuros suelen ser muy conductores, al igual que el
grafito. También se utilizan mucho para la
investigación de agua, debido a que las rocas que
contienen agua se hacen algo más conductoras que las que
no la contienen, siempre y cuando el agua tenga
una cierta salinidad que la haga a su vez conductora.

Métodos electromagnéticos:
Tiene su base en el estudio de otras propiedades
eléctricas o electromagnéticas del terreno. El
más utilizado es el método de la
Polarización Inducida, que consiste en mediar la
cargabilidad del terreno: se introduce una corriente
eléctrica de alto voltaje en el terreno y al
interrumpirse ésta se estudia cómo queda cargado el
terreno, y cómo se produce el proceso de descarga
eléctrica. Muy utilizado para prospección de
sulfuros, ya que son los que presentan mayores cargabilidades.
Otras técnicas: polarización espontánea,
métodos magnetotelúricos, etc.

Métodos magnéticos: Basados
en la medida del campo
magnético sobre el terreno. Este campo
magnético como sabemos es función del campo
magnético terrestre, pero puede verse afectado por las
rocas existentes en un punto determinado, sobre todo si existen
en la misma minerales ferromagnéticos, como la magnetita o
la pirrotina. Estos minerales producen una alteración del
campo magnético local que es detectable mediante los
denominados magnetómetros.

Métodos gravimétricos: Se
basan en la medida del campo gravitatorio terrestre, que al igual
que en el caso anterior, puede estar modificado de sus valores
normales por la presencia de rocas específicas, en este
caso de densidad distinta
a la normal. El gravímetro es el instrumento que se emplea
para detectar estas variaciones, que por su pequeña
entidad y por la influencia que presentan las variaciones
topográficas requieren correcciones muy detalladas, y por
tanto, también muy costosas. Esta técnica ha sido
utilizada con gran efectividad en la detección de cuerpos
de sulfuros masivos en la Faja Pirítica
Ibérica.

Métodos radiométricos: Se
basan en la detección de radioactividad emitida por el
terreno, y se utilizan fundamentalmente para la
prospección de yacimientos de uranio, aunque
excepcionalmente se pueden utilizar como método indirecto
para otros elementos o rocas. Esta radioactividad emitida por el
terreno se puede medir o bien sobre el propio terreno, o bien
desde el aire, desde
aviones o helicópteros. Los instrumentos de medida
más usuales son básicamente de dos tipos:
Escintilómetros (también llamados contadores de
centelleo) o contadores Geiger. No obstante, estos instrumentos
solo mide radioactividad total, sin discriminar la longitud de
onda de la radiación emitida. Más útiles son
los sensores capaces de discriminar las distintas longitudes de
onda, porque éstas son características de cada
elemento, lo que permite discriminar el elemento causante de la
radioactividad.

Sísmica: La transmisión de
las ondas
sísmicas por el terreno está sujeta a una serie de
postulados en los que intervienen parámetros relacionados
con la naturaleza de las rocas que atraviesan. De esta forma, si
causamos pequeños movimientos sísmicos, mediante
explosiones o caída de objetos pesados y analizamos la
distribución de las ondas sísmicas hasta puntos de
medida estratégicamente situados, al igual que se hace con
las ondas sonoras en las ecografías, podemos establecer
conclusiones sobre la naturaleza de las rocas del subsuelo. Se
diferencian dos grandes técnicas: la sísmica de
reflexión y la de refracción, que analizan cada uno
de estos aspectos de la transmisión de las ondas
sísmicas. Es una de las técnicas más caras,
por lo que solo se utiliza para investigación de recursos
de alto coste, como el petróleo.

En definitiva, la geofísica dispone de toda una
gama de herramientas distintas de gran utilidad, pero que hay que
saber aplicar a cada caso concreto en función de dos
parámetros: su coste, que debe ser proporcional al valor
del objeto de la exploración, y la viabilidad
técnica, que debe considerarse a la luz del
análisis preliminar de las características
físicas de este mismo objeto.

A menudo, tras la aplicación de las
técnicas anteriores seguimos teniendo dudas razonadas
sobre si lo que estamos investigando es o no algo con
interés minero. Para verificar a bajo coste nuestras
interpretaciones sobre alineaciones de posible interés
minero se pueden hacer zanjas en el terreno mediante pala
retroexcavadora, que permitan visualizar las rocas situadas justo
debajo del suelo analizado o
reconocido. Además, estas calicatas permitirán
obtener muestras más representativas de lo que exista en
el subsuelo, aunque no hay que olvidar que por su pequeña
profundidad de trabajo (1-3 metros, a lo sumo) siguen sin ser
comparables a lo que pueda existir por debajo del nivel de
alteración meteórica, dado que, precisamente las
mineralizaciones suelen favorecer la alteración
supergénica.

Los sondeos son una herramienta vital de la
investigación minera, que nos permite confirmar o
desmentir nuestras interpretaciones, ya que esta técnica
permite obtener muestras del subsuelo a profundidades variables.
Su principal problema deriva de su representatividad, pues no hay
que olvidar que estas muestras constituyen, en el mejor de los
casos (sondeos con recuperación de testigo continuo) un
cilindro de roca de algunos centímetros de
diámetro, que puede no haberse recuperado completamente
(ha podido haber pérdidas durante la perforación o
la extracción), y que puede haber cortado la
mineralización en un punto excepcionalmente pobre o
excepcionalmente rico. No obstante, son la información
más valiosa de que se dispone sobre la
mineralización mientras no se llegue hasta ella mediante
labores mineras.

Los sondeos mecánicos son un mundo muy complejo,
en el que existe toda una gama de posibilidades, tanto en cuanto
al método de perforación (percusión,
rotación, rotopercusión), como en lo que se refiere
al diámetro de trabajo (desde diámetros
métricos a milimétricos), en cuanto al rango de
profundidades alcanzables (que puede llegar a ser de miles de
metros en los sondeos petrolíferos), en cuanto al sistema
de extracción del material cortado (recuperación de
testigo continuo, arrastre por el agua de perforación, o
por aire comprimido). Todo ello hace que la realización de
sondeos mecánicos sea una etapa especialmente importante
dentro del proceso de investigación minera, y requiera la
toma de
decisiones más detallada y
problemática.

A la vista de lo hasta ahora expuesto, el proceso de
exploración minera consiste en una toma de datos continua
que hay que ir interpretando sobre la marcha, de forma que cada
decisión que se tome de seguir o no con las etapas
siguientes esté fundamentada en unos datos que apoyan o no
a nuestra interpretación preliminar.

De esta forma, cada etapa de la investigación que
desarrollamos debe ir encaminada precisamente a apoyar o
desmentir las interpretaciones preliminares, mediante nuevos
datos que supongan una mejora de la interpretación, pero
sin buscar sistemáticamente la confirmación a toda
costa de nuestra idea: la cabezonería puede ser muy
costosa para la compañía, aunque sin ella a menudo
no habría investigación minera.

En definitiva, la interpretación de los
resultados debe ser muy detallada, y debe buscar las
coincidencias que supongan un apoyo a nuestras ideas, pero
también las no coincidencias, que debe analizarse de forma
especialmente cuidadosa, buscando la o las explicaciones
alternativas que puedan suponer la confirmación o el
desmentido de nuestras interpretaciones, sin olvidar que al final
los sondeos confirmarán o no éstas de forma casi
definitiva.

PARTE
EMPÍRICA

La recolección
de datos estadísticos cobra una gran importancia a la
hora de evaluar si un recuso con las características del
uranio es o no aprovechado al máximo por la
Argentina.

Las estadísticas presentadas a
continuación sirven de prueba para observar como es
desarrollado el recurso en el país y así poder
comprobar si es de gran interés a la población, si
provee buenas ganancias económicas, como esta desarrollado
en comparación con otros países del mundo,
etc.

También se toma en consideración la
importancia que significa el testimonio de profesionales
especializados en el tema. En esta Investigación, Luis
López, geólogo en la Unidad de Actividad
Geológica de la Comisión Nacional de Energía
Atómica (CNEA), responde a la entrevista
mencionada a continuación.

A partir de los gráficos anteriores se puede decir que el
Uranio es un recurso de escasa producción en el
país y que su extracción no ha ido aumentando a lo
largo de los años.

Otro dato a tener en cuenta es el bajo valor de la
producción del mismo en comparación con otos
metales producidos en el país.

Conociendo estos datos se puede decir que existen varias
posibilidades de analizar a los mismos. Una de ellas es que el
Uranio al producirse de manera escasa provoca que el valor de la
producción sea muy alto y no exista ningún tipo de
rentabilidad.
Otra manera es que el recurso al no poseer ningún tipo de
valor económico provoca que no se realicen grandes
extracciones del mismo debido a su baja rentabilidad. Al no
proporcionar ningún valor de carácter
económico, no se genera una gran producción del
mismo y el interés por parte de las personas con respecto
al Uranio decrece.

Otra de las maneras de analizar el gráfico puede
verse desde el lado del interés de las personas por
realizar grandes extracciones del recurso. Este interés
pude ser bajo gracias a los elevados costos de la
extracción del mismo o a que el Uranio no es un recurso
redituable. Posiblemente únicamente se extraigan las
cantidades necesarias para el abastecimiento de las centrales
nucleares del país ya que la exportación del mismo
no es conveniente desde el aspecto económico, cosa que tal
vez no pase con otro tipo de metales.

Para poder analizar este gráfico se deben tener
en cuenta las características de los países
mencionados ya que algunos de los mismos son países
desarrollados como es el caso de Francia, España,
Alemania, Bélgica, Australia, Rusia, EE.UU.,
Sudáfrica y China; y otros países que se encuentran
en vía de desarrollo como es el caso de Argentina y
Namibia.

Esto puede influir en la producción del Uranio
por diversos motivos, uno de ellos se debe a que los
países desarrollados, al poseer más capital
invierten mucho mas en este tipo de recursos,
aprovechándolos al máximo; mientras que los
subdesarrollados no invierten el capital suficiente para la
extracción del mismo por no poseer las cantidades
necesarias de dinero.

Otro aspecto a tener en cuenta es el fin que poseen
estos países en relación con el Uranio. Los fines
que posee nuestro país no son los mismos que los que
poseen otros, unos se interesarán mas en las ganancias
económicas que el recurso pueda darles, mientras que otros
solo producen la cantidad necesaria para su abastecimiento. De
los fines que los países posean con respecto a este
recurso se realizará una mayor o menor inversión en
la extracción y producción del mismo, lo que
impulsa a que sea o no aprovechado al máximo.

También, se debe mencionar que no todos los
países del mundo poseen la misma cantidad de minas de
Uranio, o poseen grandes cantidades de minas pero de bajo
rendimiento. Con respecto a esto se pude decir que cada
país posee una geografía diferente y
no todos los suelos son aptos para que exista este tipo de
explotación. Tal vez la gran producción del Uranio
en algunos países esté dada por el gran
abastecimiento requerido por las centrales nucleares del
país; no todos los países poseen la misma cantidad
de centrales nucleares. Algo para destacar es que el trabajo de
estas centrales no es el mismo en todo el mundo; algunas de ellas
se verán más exigidas que otras en la
producción de energía.

Algo para destacar es que en el año 1998, la
mayoría de los países sufrieron caídas en la
producción del recurso y unos pocos se mantuvieron
estables.

En este gráfico se puede observar que el mineral
de Uranio se encuentra en ciertas cantidades en nuestro
país, pero en comparación con el contenido de
Uranio que éste posee, el mismo es relativamente bajo.
También decrecen los concentrados de Uranio que las minas
poseen junto con el contenido de Uranio que es el producto que
finalmente se utiliza.

Como conclusión, de las minas uraníferas
de la Argentina, es muy bajo el porcentaje de contenido de Uranio
que se extrae de las mismas.

ENTREVISTA

– ¿En la actualidad, se está abasteciendo
a las centrales nucleares argentinas con uranio producido en el
país?

En los últimos años la materia prima para
la fabricación del combustible nuclear fue importada de
países ex-Unión Soviética sólo por
una cuestión de conveniencia de precios.

– ¿Hoy en día, se está exportando
el recurso hacia otros países?

No Argentina no es país exportador de
uranio.

– ¿Existe alguna campaña de
promoción del recurso?

Existen campañas de promoción para la
exploración y explotación de Uranio, que se
realizan directamente con empresas nacionales y del exterior y
con el apoyo de la Subsecretaría de Minería de la
Nación.

– ¿Qué se está haciendo hoy en
día para promover este recurso?

El principal proyecto a promover es el denominado Cerro
Solo, y está referido a la exploración y
explotación de uranio en la provincia del Chubut, con la
participación de capitales privados. Se está en
contacto permanente con el periodismo
especializado en estos temas, con empresas mineras y otras
instituciones.

– ¿Se están realizando pruebas
geológicas en el suelo del país para detectar
nuevas minas de uranio?

Los trabajos que se realizan se encuadran en dos
proyectos principales:

1. Proyecto de Favorabilidad Geológico –
Uranífera del Territorio Nacional, cuyo objetivo es
valorizar los recursos uraníferos potenciales,
independientemente de los requerimientos inmediatos de uranio.
Este proyecto está basado en la metodología recomendada por el Organismo
Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que fue
tomada del programa Evaluación Nacional de Recursos
Uraníferos (NURE) de los Estados Unidos. Para su
aplicación se dividió al territorio argentino en 57
unidades geológicas.

2. Proyectos de Exploración Uranífera,
cuyo objetivo es alcanzar la etapa de desarrollo de
depósitos de interés económico que permitan
reponer las reservas en la medida en que el uranio nacional sea
consumido por nuestras centrales y/o exportado. Estos programas
tienden a constituir proyectos de inversión cuyas etapas
finales de factibilidad definitiva y puesta en producción
deben ser realizadas con la participación de capitales
privados. En estos momentos se trabaja en Chubut, Córdoba,
Catamarca y Mendoza.

– ¿Hay interés por parte del gobierno en
buscar nuevas minas uraníferas?

Argentina tiene el uranio necesario para la vida
útil de las dos Centrales Nucleares en operación.
Al no haber una demanda inmediata, los programas exploratorios no
han contado en los últimos años con el flujo de
fondos que permitan cumplir con los niveles de avance
programados.

– ¿Por qué solo existen tres plantas
nucleares en el país?

Cabe acotar que de las tres hay dos están en
operación (Atucha 1 y Embalse) y otra se encuentra en
construcción (Atucha 2). Los motivos de por qué el
plan nuclear no se desarrolló convenientemente son
políticos, económicos y de política
energética.

– ¿Se alcanza a abastecer a las mismas con uranio
argentino, o es necesario importar el recurso desde otros
países?

Volviendo a una pregunta anterior, sólo en los
últimos años se importó uranio pues
salía más barato que producirlo en el país.
En el marco de devaluación del peso argentino y del
aumento del precio del uranio en el mercado internacional se
volverá a utilizar nuestros recursos uraníferos
para abastecer a las centrales.

– ¿Argentina posee las características
necesarias para que existan mas centrales nucleares?

La energía nuclear es la más avanzada
tecnológicamente a nivel de producción de potencia
y la Argentina tiene un elevado y completo desarrollo en este
tema. Es decir, que existen condiciones óptimas para que
existan más centrales nucleares en el
país.

– ¿El país podría abastecerse con
la energía proveniente únicamente de las centrales
nucleares?

A la energía nuclear le compete aproximadamente
el 12% del mercado energético nacional, con dos centrales
de potencia en operación. No creo que sea conveniente
depender exclusivamente de ninguna fuente de energía en
particular. De todas maneras debería tenderse al menos a
duplicar en el término de 10 años la
participación de la energía nuclear.

– ¿El recurso en la Argentina, está a
punto de acabarse por su mal uso?

No creo que pueda hablarse de mal uso. Respecto a la
vida útil de las centrales puede acotarse:

Atucha I: trabaja desde 1974. Su vida útil es de
32 años; pero como se estima trabaja en un 75% del tiempo,
puede operar hasta el 2010 – 2012.

Embalse: trabaja desde 1984 y puede operar hasta el
2030.

Atucha II: no existe una decisión tomada respecto
a su puesta en operación.

– ¿Existe la mala utilización del uranio
en el país?

No existe "mala" utilización de este recurso.
Sí se puede decir que no se ha utilizado en una escala que
resulte más beneficiosa para el desarrollo del
país.

– ¿Existe algún tipo de interés por
parte de otros países en el uranio argentino?

La producción del yacimiento Cerro Solo
estaría destinada a ser exportada. Existen empresas de
Argentina, USA, Sudáfrica, Corea y Rumania, interesadas en
el proyecto.

 INFORME
FINAL

Pese a las grandes reservas de Uranio que la Argentina
posee en relación con otros países, el recurso no
alcanza su máximo aprovechamiento.

Cabe destacar que han surgido grandes confrontaciones
entre lo mencionado en el Marco
Teórico y lo afirmado por el entrevistado, Luis
López, geólogo en la Unidad de Actividad
Geológica de la Comisión Nacional de Energía
Atómica (CNEA). También surgen diferencias con lo
analizado en la Parte Empírica del Proyecto. A lo largo
del desarrollo del informe final se verán analizadas estas
diferencias y se intentará buscar el porque de las
mismas.

La economía Argentina, se basa tradicionalmente
en la producción agrícola y ganadera; esta es una
de las principales naciones productoras de carnes, cereales y
aceite del mundo. Aunque el país cuenta con una gran
variedad de reservas, la minería ha sido relativamente
poco importante en la actividad económica, dándole
mayor importancia a recursos como el petróleo y el
carbón; y siendo el principal producto mineral el
petróleo y el gas natural. Así mismo, el
país cuenta con una modesta explotación de uranio y
otros minerales. El empleo de minerales radioactivos para la
generación nucleoeléctrica tuvo un auge auspicioso
a partir de 1957. Especialmente a causa de la crisis petrolera de
1973.

Sin embargo, la República Argentina es uno de los
pocos países en proceso de desarrollo que ha alcanzado un
considerable grado de avance en el campo nuclear. Ello no ha sido
un producto del azar, sino el resultado de cinco décadas
de un esfuerzo sostenido, llevado a cabo por científicos y
técnicos argentinos, bajo la conducción,
esencialmente, de una entidad creada al efecto en 1950, la
Comisión Nacional de Energía Atómica
(CNEA).

Cabe mencionar que la industria de la energía
nuclear ha sido desplazada del mercado global de la
energía por razones ambientales y económicas, y la
opinión pública ha tenido mucha influencia en este
proceso. Es obvio que la voluntad ciudadana debe primar siempre
sobre voluntades sectarias o intereses creados, pero quienes se
han beneficiado por mucho tiempo de los mitos relacionados a la
energía nuclear se niegan a aceptarlo.

En 1973 se estaban construyendo al año 40
reactores en el mundo, y en la actualidad solo 1 o 2, aunque
siguen funcionando 390 reactores nucleares comerciales, que
generan un 3% del consumo total mundial de
energía.

La producción del sector minero se encuentra por
debajo de las posibilidades del potencial geológico-minero
disponible en el país. Aunque sólo se ha estudiado
un 20% de la superficie total, se ha verificado la existencia de
grandes reservas minerales. El sector minero nacional aporta
sólo el 0,2% al producto interno bruto, esperándose
un fuerte crecimiento en los próximos años;
además, las estimaciones más fiables indican que
las actividades mineras aportarían al Producto Bruto
Nacional el 3% durante el año entrante.

La puesta en marcha de los proyectos más
avanzados de producción metalífera y la
transformación y desarrollo de las tradicionales
explotaciones no metalíferas permiten una
proyección creciente, no sólo de las inversiones
sino también de las exportaciones. La producción no
metalífera, de alrededor de 500 millones de dólares
anuales hasta 1996, se elevó a 1.822 millones en el
año 2000, mientras que las exportaciones pasaron de 40
millones de dólares a casi 1.200 millones en el mismo
año.

Cabe mencionar que esta idea se encuentra confrontada
con lo dicho por Luis López, geólogo en la Unidad
de Actividad Geológica de la Comisión Nacional de
Energía Atómica (CNEA) ya que el mismo afirma que
la Argentina no es un país exportador de Uranio y que
actualmente se está abasteciendo a las centrales nucleares
con combustible nuclear importado por países de la Ex
Unión Soviética solo por una conveniencia de tipo
económico.

Tal vez, esta situación se deba a que 1998 fue un
pésimo año para la minería del uranio, con
fuerte caída de los precios y recorte de la
producción en un 4,6%, terminando así un periodo de
recuperación iniciado en 1995, tras diez años de
continuo declive.

A final de 1998 había 429 centrales nucleares en
funcionamiento en todo el mundo, con una capacidad conjunta de
345 GW, cifras idénticas a las registradas a fin de 1997.
La demanda de uranio por las mismas se estima en unas 62 kt de
Uranio contenido, por lo que la oferta minera sólo
cubrió el 54,7% de las necesidades. Esta situación
nos indica que nuestro país en ese año no pudo
realizar grandes exportaciones del recurso a pesar de la gran
demanda existente en esos tiempos.

Poco a poco Argentina fue haciendo sentir su presencia
en el campo de la actividad nuclear internacional, a
través de una ayuda desinteresada y de operaciones
comerciales de creciente magnitud. Se trascendió la
región latinoamericana como destino casi exclusivo de la
cooperación Argentina para exportar equipos y
tecnología a países de otras zonas del mundo, en
África, Asia y Europa Oriental. Llegó el día
en que los destinatarios de las exportaciones argentinas
incluyeron países industrializados como Alemania,
Canadá o Corea.

La empresa no fue fácil. El comercio nuclear
internacional constituye un ámbito altamente especializado
y competitivo. Costó mucho esfuerzo competir en las
licitaciones internacionales con gigantescas empresas de
países avanzados y de larga tradición en esta
materia, empresas que, además, contaban con el respaldo y
el apoyo de gobiernos políticamente poderosos e
influyentes.

El comercio internacional de la tecnología
nuclear es un terreno donde existe una competencia despiadada por
los mercados, competencia que a veces se maneja con criterios
comerciales, pero otras con criterios políticos que
prevalecen sobre los primeros. En la venta de equipos e
instalaciones nucleares, el cliente suele ser un organismo de un
Estado extranjero. Esto da características especiales a
las negociaciones. Una vez que se ha puesto en claro el "alcance
del suministro", las negociaciones, en principio, deberían
ser de carácter esencialmente comercial.

Sin embargo, suelen influir poderosamente otros
factores, por ejemplo: el hecho de que los competidores sean
empresas de países más conocidos y política
y económicamente mucho más poderosos que, por caso,
la Argentina.

La primera condición de un posible oferente es
ser lo suficientemente conocido y respetado internacionalmente,
como para ser tenido en cuenta. Argentina logró ese
conocimiento y respeto en los ámbitos profesionales, su
presencia en los debates internacionales, y su protagonismo en el
OIEA desde su fundación. Esto hace que sea uno de entre la
decena escasa de países que tienen presencia internacional
como proveedores confiables de tecnología
nuclear.

A partir de lo mencionado anteriormente, podemos conocer
que la Argentina está mucho más involucrada en las
ventas y negociaciones de equipos y tecnología nuclear que
en el comercio con el exterior de la materia prima nuclear, el
Uranio.

En el marco teórico, se menciona que Argentina se
ha convertido en los últimos años en un exportador
de energía, tanto de combustibles fósiles como
eléctrica y que se cuenta así con una capacidad
productiva capaz de abastecer a los reactores de potencia
argentinos, quedando aún disponibilidad para exportar
elementos combustibles o partes de ellos. Estas ideas vuelven a
confrontarse con lo dicho en la entrevista por
Luis López ya que estos aspectos son negados y se afirma
que la situación actual en el país no es la
descripta anteriormente. Como ya se explicó, la Argentina
no está en condiciones de exportar Uranio ya que hay una
falta de abastecimiento por parte de las centrales nucleares del
país, lo que provocó que el mismo se tenga que ser
importado desde otros países del mundo.

Conociendo que la Argentina posee numerosos yacimientos
de mineral de uranio, recurso que podría satisfacer las
necesidades de un programa nuclear hasta mediados del siglo XXI,
se podría decir que los mismos no son ricos en minera, o
que no existe una buena explotación de los mismos.
Según lo analizado en la parte empírica del
proyecto, se pudo ver que el Uranio es un recurso de escasa
producción en el país y que su extracción no
ha ido aumentando a lo largo de los años. También,
otro dato a tener en cuenta es el bajo valor de la
producción del mismo en comparación con otos
metales producidos en el país.

La producción Uranífera, es escasa en
comparación con otros países. Cabe mencionar
también que es importante conocer las
características propias de esos países ya que la
situación varía para cada uno de ellos.
También se pudo observar que el mineral de Uranio se
encuentra en ciertas cantidades en nuestro país, pero en
comparación con el contenido de Uranio que éste
posee, el mismo es relativamente bajo. Se observó que
decrecen los concentrados de Uranio que las minas poseen junto
con el contenido de Uranio que es el producto que finalmente se
utiliza.

Como conclusión, se podría decir que de
las minas uraníferas existentes en la Argentina, es muy
bajo el porcentaje de contenido de Uranio que se extrae de las
mismas.

GLOSARIO
(*)

U308: Uranio de tipo 308 llamado yellow
cake

MW: Mega Watts

Kw: Kilo Watts

TNT: Tipo de explosivo llamado
Trinitrotolueno

OPEP: Organización de Países
Exportadores de Petróleo. Se ocupa de coordinar las
políticas relativas al petróleo programadas por sus
estados miembros.
PIB: Producto interno bruto

Ra-1: Primer reactor experimental de
América Latina inaugurado en 1958

U02: Uranio de tipo 02

U-235: Uranio Tipo 235

BIBLIOGRAFÍA

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Año 1984 – Pág.119 y 120

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TERESA AERTS

Partes: 1, 2
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