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PSICOPATOLOGÍA EN LA RELACIÓN DE PAREJA




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    1. Justificación

    JUSTIFICACION

    El objetivo del
    presente trabajo es analizar desde los estudios de género y
    la teoría
    psicoanalítica de relaciones objetales, los factores
    socio-culturales y psicodinámicos que intervienen en la
    estructuración del mundo interno, la
    personalidad y los modelos de
    relación tempranos tanto normales como patológicos
    que posteriormente se re-escenificarán en la vida adulta
    de la mujer en su
    elección y relación de pareja.

    Algunos patrones de relación
    psicopatológicos que encontramos en la clínica son:
    la codependencia, el apego ansioso y la dependencia emocional;
    patrones que pueden llevar a la violencia en
    la pareja o a la violencia
    intrafamiliar.

    Aunque éstos no son privativos en la mujer, pues
    también en el hombre
    podemos encontrarlos, el objetivo del trabajo será
    elaborar una explicación teórica y clínica
    desde la teoría de relaciones objetales, enfatizando el
    papel que
    juegan el superyó femenino, el sentido de ser mujer, esto
    es, su subjetividad e identidad
    femenina y los procesos de
    incorporación y excorporación que fundamentan su
    construcción.

    Antes de presentar la clínica de estas
    relaciones, se definirán algunos conceptos que permitan su
    comprensión:

    Codependencia: se define como "una serie de conductas
    compulsivas, mal adaptativas, que aprenden los miembros de una
    familia para
    sobrevivir dentro de una familia en la cual se experimenta gran
    dolor emocional y estrés,
    conductas que pasan de una generación a otra ya sea que
    esté presente el alcoholismo o
    no"

    Las conductas de la persona
    codependiente, son conductas autodestructivas aprendidas, que
    resultan en una incapacidad para iniciar relaciones amorosas
    estables o participar en ellas. Personas que permiten que la
    conducta
    destructiva de otros los afecte, dando como resultado una
    necesidad obsesiva por controlar la conducta de otras
    personas.

    La codependencia así, se puede entender como una
    conducta emocional, psicológica y conductual que se
    desarrolla como resultado de una exposición
    prolongada del individuo a, y a la práctica de una serie
    de reglas y mandatos opresivos, tales como "no sientas nada, no
    hables acerca de los sentimientos; no pienses, no te identifiques
    con, ni hables de soluciones ni
    problemas; no
    seas quien eres, sé buena, correcta, fuerte y perfecta; no
    seas egoísta, cuida de los demás; no confíes
    en los demás ni en ti misma; no seas vulnerable; no
    crezcas, no cambies, etc" Reglas que son un constante ataque a la
    identidad y a la autoestima.

    Apego ansioso: J. Bowlby describe un tipo de apego
    infantil, viviendo el niño una gran ansiedad ante la
    separación de la figura materna. El vínculo que
    estos pequeños forman con la madre no es seguro, por lo
    que están en un constante estado de
    alerta ante la temida separación. Esta modalidad de
    vínculo puede persistir en la vida adulta con
    manifestaciones de temor a perder el objeto de amor o la
    persona vincular, búsqueda de proximidad y protesta
    dolorosa ante la separación.

    Las repetidas experiencias de abandono y
    separación vividas en la infancia,
    determinan la respuesta de ansiedad posterior a cada
    separación, permaneciendo así un punto de
    fijación y un estado de vulnerabilidad en las relaciones
    objetales que se manifestarán con un apego ansioso
    posterior. Aquí la necesidad insatisfecha es la de
    protección y cuidado, por lo que las figuras vinculadas no
    son una "base segura"

    Dependencia emocional: "un patrón persistente de
    necesidades emocionales insatisfechas que se intentan cubrir
    desadaptativamente con otras personas". Necesitan excesivamente
    la aprobación de los demás, sus relaciones suelen
    ser exclusivas y "parasitarias". Aquí la necesidad
    principal es la de afecto, el anhelo por preservarlo, no tienen
    como fin la autodestrucción que se puede encontrar en las
    personalidades autodestructivas o masoquistas, sino que tienen
    una autoestima deficiente, un sentimiento continuo de soledad y
    una insaciable necesidad de afecto que puede llevarles a elegir
    una pareja que las maltrate o explote, en donde su
    subordinación es un medio y no un fin, por lo que si
    realiza conductas semejantes al de la persona codependiente, lo
    hará únicamente para asegurarse la
    preservación de la relación y no por una entrega y
    preocupación por el otro que caracteriza al
    codependiente.

    Estos diferentes patrones de relación
    patológica pueden llevar a la violencia en la pareja o a
    la violencia intrafamiliar. Definiremos la violencia en el hogar
    o violencia doméstica como "todo acto cometido en la
    unidad doméstica por un miembro de la familia que
    perjudica gravemente el cuerpo, la integridad psicológica
    o la libertad de
    otro miembro de la familia. Si bien sus principales
    víctimas son niños,
    ancianos y mujeres, éstas últimas son las
    más agredidas"

    Irene Meler, considera que "la violencia
    intragénero se relaciona con la asimetría
    jerárquica existente entre varones y mujeres. En algunos
    casos es expresión directa de la extremada
    subordinación femenina, y en otros, una
    manifestación mediante la cual se pretende reinstalar el
    dominio
    masculino amenazado. En última instancia, el sistema sexo
    género, o la división polarizada entre los
    géneros, crearía las condiciones de posibilidad de
    la violencia".

    En la consulta terapéutica con mujeres agredidas
    física y
    emocionalmente, es frecuente encontrar: una conducta
    autodestructiva a través de la aceptación de la
    conducta agresiva de la pareja, con incapacidad para poner
    límites. Tensión y ansiedad que las
    llevan a estar en constante estado de alerta, supervisando la
    conducta de los demás, y trabajando por que todo
    esté correcto.

    Temor a mostrar sus sentimientos y miedos como temor al
    reproche, al castigo, a la incomprensión, a la soledad, a
    ser traicionada, a la enfermedad de algún ser querido, al
    sufrimiento, a ser egoísta y no poder
    corresponder a las exigencias de los demás,
    etc.

    Baja autoestima, con sentimientos de vergüenza y
    desprecio hacia sí misma y una incapacidad para cuidarse,
    autovalorarse y responsabilizarse de ellas mismas; ofrendando
    todo sin límites, con una necesidad obsesiva de
    reparación infructuosa.

    Síntomas físicos como pérdida de
    apetito, alteraciones en el sueño y la memoria,
    pérdida o poco interés en
    las relaciones sexuales, fatiga crónica, problemas
    digestivos, endocrinos y dermatológicos.

    Los estudios de género, han permitido profundizar
    en la estructuración de la subjetividad femnina/masculina
    que permiten una comprensión de las conductas en ocasiones
    paradójicas que encontramos en éstas pacientes. En
    la mayoría de los casos como el antes expuesto,
    independientemente de la personalidad
    estructurada, encontramos un conflicto
    entre los mandatos de género y la satisfacción
    personal de la
    mujer que generan intensos sentimientos de culpa. Es decir, un
    conflicto activado entre el superyó de la mujer y sus
    necesidades personales.

    La teoría de relaciones objetales nos permite
    comprender cómo se estructura el
    mundo interno a través de los mecanismos de
    introyección y proyección. El yo se identifica con
    algunos de los objetos introyectados, dando lugar a la
    identificación introyectiva, contribuyendo así a su
    desarrollo y
    características. Un yo integrado es capaz
    de discriminar entre experiencias de diversa índole y
    valorarlas como parte de la vida. Parte de los objetos buenos y
    de los objetos malos son disociados del yo hacia el
    superyó, lo que permite estructurar un superyó con
    cualidades protectoras y amenazantes. La parte del superyó
    ligado al objeto bueno se asemeja a la madre buena real que
    alimenta y cuida, predominando un sentimiento de
    protección y confianza. La parte ligada al objeto malo
    frustrador, se convierte en parte en el representante de la madre
    que frustra, despertando ansiedad con sus prohibiciones y
    acusaciones, predominando así, el miedo y la
    inhibición.

    La acción del superyó entonces, va desde
    la limitación de los impulsos destructivos, la
    protección del objeto bueno y la autocrítica, hasta
    las amenazas, quejas inhibitorias y
    persecución.

    Los mensajes recibidos por las generaciones que nos
    anteceden dentro de este mundo interno rico en relaciones,
    implican la transmisión de legados, ideales, valores,
    identificaciones y por tanto modelos de relación que
    estructuran el superyó y el ideal del yo.

    Otto Kernberg, señala que "la pareja se vuelve
    depositaria de las fantasías y los deseos conscientes e
    inconscientes de los partenaires y de sus relaciones objetales
    internalizadas. (…) La patología severa del
    superyó en uno de los partenaires puede generar el
    empleo de la
    identificación proyectiva, y esta defensa dificulta la
    rebelión. La consecuencia puede ser la destrucción
    del equilibrio de
    la pareja cuando se apoderan de la relación introyectos
    superyoicos sádicos"

    Nora Levinton, señala que "el incumplimiento del
    sistema normativo produce culpabilidad cuando se transgrede y
    sufrimiento narcisista cuando no se alcanzan los ideales. El
    juicio incide sobre la desaprobación global no por lo que
    hizo sino por lo que se es (mujer que no cuida la
    relación, que permite que se deteriore, que no alivia el
    sufrimiento del otro, etc.)"

    "La modalidad de funcionamiento está dada por las
    reglas de cumplimiento de las normas e ideales.
    Correspondería al concepto de
    ‘metaideales’, propuesto por H. Bleichmar, que son
    creencias inconscientes, no formuladas, que determinan el grado
    en que al sujeto le es admisible el apartamiento respecto de los
    ideales. La severidad del superyó se basa en esta
    condición funcional –ideales sobre el cumplimiento
    de ideales-, y no en las temáticas de los contenidos de
    los ideales particulares".

    La mujer va estableciendo así un código
    de autocensura conforme al modelo de los
    metaideales condicionados por el género. Para comprender
    las influencias externas e internas que llevan a la niña
    al establecimiento de éste código y a la
    estructuración de su superyó, que signarán
    sus posteriores relaciones en su vida adulta, se
    considerarán algunos factores que propone al respecto Nora
    Levinton:

    La madre al ser la primera figura de apego, es la fuente
    de identificación, el soporte de especularización,
    la transmisora de un modelo de feminidad que es prescriptivo por
    excelencia, dejando su impronta fundamental, estableciendo pautas
    normativas estrictas sobre lo que está permitido o
    censurado hacer, pensar y decir. Legisla lo que es bueno o malo y
    lo que corresponde para ser mujer. Este modelaje
    configurará la identidad de género, que favorece la
    no discriminación y refuerza los sentimientos
    de fusión.

    Los mandatos de género se organizan tempranamente
    en el psiquismo femenino como precursores de lo que
    configurará la especificidad de su superyó. La
    madre será la representante del paradigma que
    valoriza como lo propio del género el cuidado de la vida y
    de las relaciones. Como consecuencia, su configuración
    psíquica, su subjetividad y su equilibrio emocional
    dependerán de este foco de atención y preocupación, cuya
    amenaza más temida será la pérdida de amor.
    Sobre este superyó preedípico se asientan las
    posteriores restricciones y determinaciones.

    Al recaer en la madre tanto la sede del apego como el
    papel de primera figura que genera frustración e
    insatisfacción, se promueven fuertes sentimientos de
    ambivalencia, pues esto supone para la propia madre ocupar un
    lugar donde o se le juzga negativamente por ser en exceso
    controladora o, se le recrimina no ocuparse debidamente de sus
    hijos. La hija en la pubertad cuestionará y
    repudiará a la madre, para poder conquistar la
    autonomía que siente amenazada en este vínculo.
    Será ésta una separación forzosa de la
    relación de la madre/persona pero manteniendo el
    estereotipo de su modelo y posteriormente en la relación
    de pareja reclamará un cuidado emocional como una manera
    de reasegurar su vínculo, el que al no ser satisfecho por
    un varón al que no se le ha exigido cumplir esta misma
    tarea, llevará a un desajuste entre las diferentes
    necesidades de ambos, generando malestar y conflicto.

    La identificación primaria a la madre cuidadora,
    que se reproduce en forma lúdica en el juego con las
    muñecas, será resignificado en las distintas etapas
    de la vida. En la relación de pareja este contenido se
    activará nuevamente, y por mandato de género la
    mujer se hará cargo del bienestar y la salud de la relación.
    Si su identidad se basa en su capacidad de relacionarse, estar
    sola la conduce a la más baja autoestima.

    Desde el formato de género se potencia el rol
    maternal que es transferido a todo tipo de relaciones, ofreciendo
    casi indiscriminadamente ese único rol. Como consecuencia,
    la mujer se siente atrapada en vínculos que, por una parte
    la refuerzan narcisísticamente al sentirse necesitada y
    por otra, la frustran e irritan, porque paralelamente registra el
    abuso en términos de explotación e intercambios no
    correspondidos.

    La autocrítica del superyó por infringir
    los mandatos de género de docilidad, obediencia,
    complacencia para evitar conflicto, empatía y cuidado de
    los demás, tiñe el universo
    subjetivo femenino de culpa. Si sumamos el factor de la
    desvalorización que codifica la emocionalidad de la mujer
    que queda asociada a debilidad, descontrol y dependencia, la
    consecuencia directa será el autoreproche, la
    culpabilización y descalificación, lo que conlleva
    una tendencia a la hipervigilancia sobre el estado de
    bienestar del vínculo, con aprensión y temor
    siempre presente a la separación y a la
    pérdida.

    La interrelación de todos estos factores impacta
    la construcción de la subjetividad y el superyó
    femenino, con sus poderosos efectos sobre el psiquismo de la
    mujer."

    Desde una perspectiva psicoterapéutica, es
    importante entonces, acompañar a la mujer en el análisis y elaboración de los
    factores que permitirán la re-estructuración de un
    superyó más benevolente, con ideales más
    acordes a su condición de mujer y a su realidad, y por
    tanto factibles de ser realizados.

    De aquí la necesidad de trabajar los siguientes
    aspectos: reconocimiento y manifestación de los
    sentimientos ambivalentes; discriminación entre los
    mandatos imperativos y categóricos como normas
    incorporadas y los genuinos y muy respetados deseos personales;
    reconocimiento y aceptación de una natural necesidad de
    apego, que permita jerarquizar las motivaciones externas al
    mismo; resignificación de los propios ideales, que pueden
    ser tan válidos como la concreción de una pareja o
    la maternidad; buscar nuevos motivos y relaciones que equilibren
    el compromiso emocional y cognitivo. En suma, que aprenda a
    valorarse y a relacionarse consigo misma, en todos sus aspectos
    positivos y negativos.

    BIBLIOGRAFÍA

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    codependencia. Ed. Promesa. México,
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    patología. Ed. Paidós. Buenos Aires,
    1997.

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    KLEIN, Melanie. Nuestro mundo adulto y sus
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    Aperturas Psicoanalíticas. Hacia modelos integradores.
    Revista de
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    Cuestiones no pensadas o "impensables". Psicoanálisis,
    estudios feministas y género. Foros
    Temáticos/Género, estudios feministas y
    psicoanálisis/

    SCHWARZ, Ruth. Idolatría del poder o
    reconocimiento. Dos modos de vivir y relacionarse. Grupo Editor
    Latinoamericano. Argentina,
    1989.

     

     

     

     

    MA. ELENA FUENTES
    MARTÍNEZ.

    lic. en psicología
    clínica.

    maestría en psicología
    profunda.

    formación en psicoterapia
    psicoanalítica.

    miembro activo de:

    sociedad de psicoterapia psicoanalítica
    del centro, a. c.

    león, gto. méxico.

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