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Repercusiones mutuas entre educación y trabajo. (página 2)




Enviado por eavila



Partes: 1, 2

Al abordar en la sociología contemporánea
la relación educacióntrabajo, Alonso
Inojal establece una clasificación tripartida [4], en la
cual agrupa, de acuerdo a la base sobre la cual establecen sus
presupuestos,
los grupos
siguientes:

      Funcionalismo
Técnico – Económico: que se ocupa de las
relaciones entre educación y desarrollo
económico por mediación de la tecnología, que
después de una primera orientación dará paso
a la Teoría
del Capital
Humano.

      Funcionalismo
Meritocrático: que se refiere a la igualdad de
oportunidades de los sujetos tanto al ingresar en la escuela como
para su posterior inserción en el mundo del trabajo, en la
cual se agrupan las teorías de la Reproducción.

      Análisis
microsociológicos del contexto pedagógico: con una
orientación sustentada en el Marxismo y en
específico la Teoría Crítica, en la cual se
agrupan las teorías de la Resistencia y la
Nueva Sociología.

1 Funcionalismo
técnico – económico.

La teoría funcionalista, que hunde sus
raíces en E. Durkheim, es a mediados del siglo XX el
paradigma
dominante en las Ciencias
Sociales. Según la escuela funcionalista, la sociedad
debe entenderse como un sistema integrado de funciones
indispensables, en la que las diferencias sociales se
corresponden con los diferentes roles disponibles en la estructura
social.

Según T. Parson la escuela es un subsistema
social que cumple una doble función:
de selección y de diferenciación social. Socializa
en la medida en que trasmite las normas que
moldean la personalidad
del individuo para sus roles como adulto y, al mismo tiempo, la
asignación de los individuos en la estructura social, la
cual se ejerce a través de la distribución de premios en función
del rendimiento de los alumnos.

Al igual que Durkheim concibe la escuela como una
sociedad en pequeño. Para Parson lo importante es, por un
lado, que la escuela es una agencia de socialización que a diferencia de la familia
basa sus criterios de diferenciación en aspectos
extrabiológicos, y además filtra previamente a los
niños y
a los adolescentes
en virtud de sus capacidades, de su origen social y de su
trayectoria académica. Los que lleguen a la universidad
ocuparán mejores puestos de trabajo y mejores posiciones
sociales en general que los que no lleguen, debido
fundamentalmente a la relación que se da por supuesto
entre el nivel cultural de una persona y su
status laboral.

Lo que Parson no percibe es que las condiciones sociales
son las que fundamentalmente actúan como agentes de filtro
al imposibilitar el acceso en primer lugar y, en segundo lugar,
al limitar la participación en el proceso educacional. La
corriente de Parson constituye la base de la sociología
del funcionalismo tecnológico y económico. La
aceptación de la teoría no es casual, sino que
viene lógicamente marcado por las condiciones sociales,
políticas y económicas de ese
momento histórico.

Para Parson, el debate sobre
educación y empleo cobra
fuerza en el marco general de las elaboraciones entre
educación y economía, pues las
desigualdades no se heredan en las sociedades
modernas sino que dependen de los méritos individuales. El
sistema de enseñanza certifica esos méritos al
adaptar los esfuerzos del aprendizaje a
determinadas ocupaciones futuras, en función de las
desigualdades tecnológicas, produciendo un ajuste entre
los mercados laboral
y de credenciales educativas que subrayan la función de la
escuela en la preparación del hombre para el
mundo del trabajo. Tal perspectiva proporciona la
legitimación necesaria de las desigualdades, al otorgarles
la bendición de la lógica distributiva, "the right
man for the right place" y de la justicia
distributiva, a cada cual según su capacidad y esfuerzo.
Con este planteamiento se obvia que las desigualdades son el
resultado de la desigual división del trabajo y de la
posición que se ocupe en las relaciones de
producción.

Siguiendo este esfuerzo teórico y en buena
lógica con lo anterior surge la Teoría del Capital
Humano que expresa los rendimientos sociales y privados que se
obtienen de la inversión en capital humano. El
representante principal de esta teoría, en su
versión clásica es Theodore W. Shults, influenciado
por la rápida expansión económica de
posguerra. Para este teórico la educación es una
inversión que las personas hacen en sí mismas; un
aumento en la inversión significará un aumento en
las oportunidades y los ingresos de cada
individuo al incidir en la productividad del
trabajo al considerar como capital, todas las capacidades
adquiridas y útiles de una población y en particular la
educación, esta se convierte en el factor que explica
todas las grandes diferencias de ingresos.

La teoría se subdivide en dos dimensiones, una
macroeconómica referida a la inversión en
educación a escala nacional,
que implicará un aumento de la renta; y una
microeconómica, en la cual un aumento de años de
educación a nivel individual dará lugar a un
aumento de la productividad futura del trabajador y por tanto a
un incremento de los ingresos.

Siguiendo esta línea se diría que
cualquier trabajador que quiera romper con su condición
social de origen y ascender en el status social solo con aumentar
la inversión en años de estudios lo puede lograr.
Sin embargo las estadísticas muestran obstinadamente que
los hijos de los trabajadores se ven afectados
sistemáticamente por el fracaso escolar y consecuentemente
se anula la buscada movilidad social ascendente.

Lester Thurow alega [5], que si la Teoría del
Capital humano es cierta en todas sus aristas no ocurrirá
el hecho de que los pobres son cada vez más pobres, cuando
se da la circunstancia de que el número de años de
estudios que cada ciudadano posee ha aumentado.

En el área latinoamericana la propuesta se aplica
promovida por la CEPAL con resultados nefastos para las clases
desposeídas, por lo que se crean reacciones de duda y
rechazo a lo que los individuos reciben.

2 Funcionalismo
Meritocrático.

En el segundo grupo, a la par con el Funcionalismo
Técnico – Económico, bajo el signo del
Funcionalismo Meritocrático se agrupan una serie de
teorías que nos llevarán a las llamadas
Teorías de la reproducción social y cultural que
hacen hincapié en el plano económico de las
desigualdades.

Althousser comienza su teoría no solamente
al distinguir entre poder del
estado y
aparato estatal, sino más específicamente entre
aparatos represivos del estado y aparatos ideológicos del
estado. Estos últimos comprenden instituciones
distintas y especializadas que funcionan mediante la ideología: la escuela, la religión, la familia, el poder
jurídico, sindical y cultural.

La Tesis fundamental de Althousser es que la escuela
lleva a cabo una función de inculcación de la
ideología de la clase dominante de una forma encubierta,
contribuyendo a la reproducción de la fuerza de trabajo,
no sólo la reproducción de las destrezas, sino
también, la reproducción de su sujeción a la
ideología dominante.

En tal sentido, se justifica y reproduce a través
de la escuela y el resto de las instituciones ideológicas
la desigualdad de acceso, se ejerce una violencia
simbólica que domina los estratos inferiores de la
sociedad al imponérseles la cultura
dominante.

Por tanto, las clases bajas deberán asumir el
hecho de su escasa preparación, su imposibilidad de
acceder a empleos y asistir a estudios superiores de una manera
pasiva y sin manifestarse contra tal "igualdad". Al tratar de
difundir la "ideología del don", considera las actitudes como
innatas y, por consiguiente, los éxitos escolares y
laborales, contribuyen a perpetuar las relaciones de
clase.

La violencia simbólica da una explicación
a la desigualdad en tales éxitos y fracasos en las
instituciones educacionales. Esta violencia simbólica,
impuesta por la clase que tiene el poder y que impone su cultura,
será ejercida a través de la acción
pedagógica, que para tener éxito
asume una autoridad, en
virtud de la cual, automáticamente cualquier agente puede
trasmitir, imponer y controlar la inculcación de dicha
cultura. La acción pedagógica implica un trabajo
pedagógico lo suficientemente duradero como para lograr
huellas en sus destinatarios, con lo cual se logra un
"hábitus".

A través de esta cadena, violencia
simbólica – acción pedagógica –
autoridad – trabajo pedagógico –
hábitus, se legitima, en el caso de la preparación
para el trabajo, las desigualdades que se establecen en la
sociedad. Se justifica así, el hecho de que las clases
dominadas no puedan acceder a puestos altamente calificados o a
puestos de dirección en las empresas. El
sistema de enseñanza, por tanto, se estructura y funciona
reproduciendo las condiciones institucionales, tanto de la
escuela como de la sociedad.

Baudelot y R. Establet piensan una escuela
en la que la
organización social del aprendizaje, los contenidos y
las relaciones sociales se diferencian por su estructura
socialmente hermética. Su teoría por la forma que
toma es conocida como Teoría de las Redes.

La cultura solo se alcanza al concluir el ciclo final
superior, todos los que se quedan en los escalones intermedios
deben irremediablemente ubicarse en otras redes de
escolarización. Comportándose estos últimos,
de manera herméticamente cerradas.

En sí el sistema escolar se divide en dos redes,
una primaria profesional, que conduce a un sector secundario del
mercado laboral,
tiene menos prestigio y es fundamentalmente para los sectores
populares y, la red secundaria superior, que
es más completa pues cubre todos los niveles en que se
enmarca la enseñanza reglada, tiene mayor prestigio y un
carácter elitista.

A la red primaria profesional irán a parar todos
los fracasos escolares, producto
fundamentalmente de las desigualdades sociales, está
dominada por su base, las prácticas escolares son de
repetición, de insistencia y tendentes a tratar a sus
alumnos de la manera más directa y económica
posible.

La red secundaria superior está determinada por
su fin, la continuidad y progresividad prefiriendo emplear
criterios de manejo de la emulación y de la
selección individual, así como el culto del
libro y de la
abstracción.

En resumen, el aparato escolar cumple una doble
función: por una parte, asegurar una distribución
material, una repartición de individuos en los dos polos
de la sociedad y por otro asegurar una función
ideológica de inculcación de la ideología
burguesa. Es en la escuela primaria donde se realiza lo esencial
de todo este proceso.

Al separar el análisis de las formas del de las
funciones, al fijarse en la elaboración de los modelos,
descuida la orientación de las relaciones analizadas con
el reto de las estructuras
sociales que corresponden a la sociedad global.

Otros de los autores que abordan la función de la
educación en la preparación de la mano de obra son
Samuel Boules y Herber Gintis. Su teoría es
una de la más conocidas y discutidas en el campo de la
Sociología de la Educación.

Los teóricos de la correspondencia asumen su
nombre debido a que su tesis consiste en llamar la atención y desarrollar el paralelismo entre
la educación y el mundo del trabajo, en lo que respecta a
la dimensión organizadora de las experiencias que viven
los actores dentro de esos contextos.

Esta relación paralela no hay que buscarla tanto
en el aspecto cognoscitivo como en el no cognoscitivo, o lo que
es lo mismo, la escuela tiene que ver con el trabajo no tanto
porque construye a los alumnos para que estos puedan desarrollar
posteriormente una serie de tareas sino porque organiza su
experiencia material de manera útil para la
empresa.

La función clave de la escuela no es tanto la
instrucción de la mano de obra. Esta teoría adopta
una postura academicista desde la cual se privilegia la organización empresarial como modelo, como
patrón con el cual comparar el resto de las esferas y
organizaciones. Así tanto por encima como
por debajo, el funcionamiento de la escuela, es una copia de la
división desigual del trabajo.

En su libro Schooling in Capitalist America (1976)
centran su atención en educadores, políticos y
científicos sociales, en él generan un extenso
debate teórico y político sobre la educación
y las sociedades, la relación entre ambas y los objetivos
reales de la reforma educativa que en esos momentos se realizaba.
Al plantear que la reproducción de las relaciones sociales
de producción, basadas en una división del trabajo
jerárquico, tiene lugar, en última instancia en el
mismo puesto de trabajo.

Con el avance del capitalismo,
la escuela adquiere un protagonismo creciente como
institución de control social de
la fuerza de trabajo. En la escuela se desarrollan unas
relaciones sociales que se corresponden con las relaciones
sociales de producción.

Tanto la escuela como el mundo del trabajo se encuentran
organizados a partir de un sistema jerárquico de autoridad
(empresario–maestro), que separa al individuo del control
sobre lo que produce o aprende. La escuela y la empresa
incentivan y estimulan a través de un sistema de premios
(salario–notas).

A través de la inculcación
ideológica, el sistema educativo desarrolla un sentido de
identidad de
clase y en consecuencia las formas de comportamiento
que se corresponden a los diferentes papeles
laborales.

La debilidad teórica está dada en la forma
de entender el cambio
educativo en función de la dinámica del capitalismo. Si se observan
cambios progresistas en la educación se deben a las
necesidades de legitimación del capitalismo para hacer
frente a las contradicciones entre la creciente
acumulación del capital y la reproducción de las
condiciones para esa acumulación, omitiendo también
las contradicciones existentes en el propio sistema
educativo.

3.
Análisis microsociológicos del contexto
pedagógico.

En el tercer grupo relacionado por Inojal se agrupan las
teorías neo–marxistas, ligadas fuertemente a la
Escuela de Frankfurt, las nuevas corrientes psicológicas
de procesamiento de la información, la sociología
crítica y la etnografía.

Según Horkheimer, "toda teoría se encuadra
en los cánones de la teoría tradicional. La propia
concepción de la teoría tradicional hace emerger
dialécticamente el concepto
teoría crítica y esta a su vez, a través de
su conciencia, puede crear la teoría tradicional,
existiendo una determinación recíproca entre ambas,
la existencia de una presupone la existencia de la
otra."

Estos nuevos enfoques captan las resistencias
que se producen en las aulas, implican un paso del estudio macro
sociológico a estudios microsociológicos. Se asume
el aula, las relaciones entre los alumnos y de estos con el
maestro como productores de ideología, y no solo como
medio mediante el cual se reproduce la ideología de una
clase.

La ruptura con la sociología funcionalista en
Gran Bretaña a principios de
1970 y con lo que hasta entonces había constituido su
objeto de estudio: la influencia de la privación cultural
familiar en el nivel de fracaso escolar y el nivel de
contribución de la educación a la igualdad de
oportunidades de las diferentes clases
sociales es sustituida por el análisis del propio
proceso educativo, principalmente por el análisis del
currículo educativo, explícito y
oculto. La nueva investigación enfatizará la
necesidad de indagar lo que ocurre en los propios centros
escolares en el esfuerzo de comprender como se generan las
desigualdades.

La Nueva Sociología de la Educación,
bautizada así por Gorbutt (1967) supone la
recuperación en el ámbito teórico de los
clásicos (Marx, Durkheim, Weber) y la
integración de la sociología de la
educación como un área de investigación de
la sociología del conocimiento.

La nueva orientación parte del axioma de que el
conocimiento es una construcción social, que tiene por lo tanto
un carácter relativo y no objetivo. Al considerar el
conocimiento y otros problemas
educativos como dados por supuestos, la investigación educativa anterior ha
enmascarado las relaciones de poder que subyacen a una
determinada organización y selección del
currículum escolar. La necesidad de analizar las formas de
transmisión educativa conduce inevitablemente al
análisis de la interacción en el aula.

El currículum, como forma institucionalizada de
organización del conocimiento, es llevado a la
práctica en el interior del aula y del centro escolar. En
esta dimensión del currículum como práctica,
el sociólogo debe descubrir como el conocimiento se
produce, reproduce y mantiene de tal modo que es reificado por
profesores y alumnos. Estos son los que definen la realidad
educativa a través de la interacción
cotidiana.

Por otro lado a través del análisis de las
interacciones que se producen en el aula también es
posible descubrir el carácter subjetivo de los criterios
utilizados por el profesorado para la evaluación
de los alumnos. El definir como alumnos por "encima de la medida"
o "alumnos con problemas" oculta valoraciones de clase social
respecto a lo que se considera un comportamiento idóneo,
tanto intelectual como moral. De este
modo los alumnos mejores tenderán a mantenerse como tales
porque tanto ellos como el profesorado esperan un elevado
rendimiento, con los alumnos mas retrasados ocurre el mismo
proceso pero a la inversa.

Evidentemente una cosa es resaltar la importancia de
investigar el interior de las escuelas para comprender
adecuadamente la reproducción social y cultural y otra muy
distinta es considerar que a través de las interacciones
cotidianas de alumnos y profesores se puede explicar todo el
fracaso escolar.

A partir de esta diferencia fundamental, la Nueva
Sociología de la educación se polariza entre los
partidarios del análisis cerrado y detallado de la vida
escolar y aquellos autores que dan prioridad a las limitaciones
que impone la estructura sobre la ideología y la
práctica docente.

Asociado a este grupo de teorías que van al
estudio de los fenómenos desde la óptica
microsocial se encuentra la corriente etnográfica de
la ciencia,
que busca la explicación de los fenómenos
educativos desde la perspectiva del curriculum, llegando incluso
a esbozar la existencia del llamado curriculum oculto, que a
diferencia del formal existe y en él se contraen
relaciones de trascendencia que no se manifiestan con tanta
claridad en el curriculum oficial.

Los estudios etnográficos de P. Willis [6]
tratan de hacer un seguimiento de los chicos pertenecientes a la
clase obrera, en los últimos años de la
enseñanza obligatoria y los primeros meses de
incorporación al mundo trabajo.

El estudio establece: ¿Cómo se concretan
las experiencias tanto escolar como laboral? ¿Qué
tienen en común? ¿Si la socialización que se
desarrolla en la escuela prepara para una determinada
posición en la esfera productiva? Trata de comprender, a
través de qué mecanismos se logra que los
jóvenes de la clase obrera acepten pasivamente el lugar
que se le asigna en la estructura social, para intervenir con
eficacia en
las instituciones escolares.

En su estudio explica como entre los jóvenes se
establece un cultura de resistencia, a través de la forma
de vestir, de hablar, de comportarse, en la relación con
sus compañeros y profesores, reafirmando su cultura, su
idiosincrasia, su pertenencia a un grupo.

Estos jóvenes asumen la experiencia de sus
familiares en la esfera laboral, al contarle las rutinas, la vida
en las fábricas, diariamente, crean unas actitudes y
perspectivas hacia el mundo del trabajo. Estas entrarán en
conflicto con
lo que el curriculum oficial, referido a igualdades de derechos les revela. Se crea
entonces un rechazo a los programas
oficiales, a través de una resistencia acrítica que
en realidad favorece el mantenimiento
del status quo vigente.

Es así como legitiman las prácticas
impositivas de una cultura que divide el trabajo intelectual del
manual. Estas
resistencias son consideradas erráticas y desordenadas al
convertir en inamovibles las relaciones de poder que se
establecen en la sociedad capitalista.

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Lic. Eduardo Rafael Avila Rumayor.

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