13. Caracteres del modelo
sindical argentino
- Reglamentarismo legal: existen dos corrientes
principales de polìtica legislativa en materia de
derecho sindical:
- Abtencionista: responde al axioma enunciado por De
Buen: "A mayor libertad
sindical, menor reglamentaciòn; a menor libertad
sindical, mayor reglamentaciòn". Postula que el Estado
debe limitarse a dictar normas legales
denominadas de "apoyo" o de "soporte" mediante las cuales se
promueva la creaciòn y desarrollo
de las organizaciones
sindicales y se tutele el ejercicio amplio de las
autonomìas colectivas, cuya regulaciòn se
considera que debe quedar librada a la dinàmica
autònoma y màs flexible del derecho estatutario
sindical. - Reglamentarista: es la corriente seguida por el
derecho sindical argentino y la que prevalece en los
paìses latinoamericanos. Esta se caracteriza por una
regulaciòn explìcita y detallada de aspectos
relativos a la estructura
interna de las organizaciones sindicales. Esta corriente tiene
raìces històricas , derivadas de
un proceso
tutelar del Estado como
promotor del surgimiento y consolidaciòn de las
organizaciones de trabajadores dentro del marco de
orientaciones de polìtica socioeconòmica de corte
distribucionista. Es asì como la ley contempla
los diversos tipos de sindicatos
que pueden constituìrse y ser reconocidos como tales,
los tràmites y requisitospara su inscripciòn y
reconocimiento oficial, la enunmeraciòn de materias que
obligatoriamente deben incluir los estatutos sindicales,
composiciòn de los òrganos directivos, forma de
designaciòn de sus integrantes, etc., creàndose a
su vez decretos reglamentarios que han desplegado un casuismo
aùn màs detallado como por ejemplo tràmite
de las solicitudes de afiliaciòn, plazos para
resolverlas y aceptaciòn tàcita, causales de
rechazo, etc.. El texto de la
ley 23.551determina los tipos y formas que podràn asumir
las organizaciones sindicales (Cap. I); las conciones para la
afiliaciòn (Cap. II), los requisitos a que deben
ajustarse en cuanto a su contenido los estatutos gremiales
(Cap. III), etc. Con aùn màs detallismo , el
decreto reglamentario467 incursiona tambièn en materias
que son propias del ambito interno de cada organizaciòn
como por ejemplo causales taxativas de rechazo de solicitudes
de afiliaciòn (art. 2º), requisitos para ser
elector activo (art. 3º), òrgano competente para
establecer sanciones a los directivos sindicales (art.
10º), etc..
- Forma asociativa fundada en la profesionalidad:
Aunque el art. 14 bis de la Carta Magna
reconoce y garantiza el derecho de los trabajadores a su
"organizaciòn sindical libre y democràtica", en
nuestra pràctica laboral y en
nuestra legislaciòn positiva el carácter
de sujetos tìpicos del Derecho Sindical ha sido otorgado
desde 1945 solo a las organizaciones que adopten como modalidad
especìfica la forma asociacional. Es asì que
resulta extraña a nuestra tradiciòn gremial y
legislativa reconocer ese carácter a otras agrupaciones,
entes u organizaciones carentes de una personalidad
jurìdica diferente de la sus miembros, cuyas finalidades
y funciones
poseen naturaleza
sindical, como sucede por ejemplo con las manifestaciones
presindicales (coalisiones) o parasindicales (cuerpos de
delegados, comisiones o consejos de empresa,
asambles del personal, etc.)
No significa desconocer que tales formas no asociativas
tambièn existen y se manifiestan en las relaciones
laborales colectivas en nuestro paìs, pero siempre
lo hacen canalizàndose en definitiva a travès de
la estructura organica del movimiento
sindical y no en forma marginal, paralela o competitiva. La
forma asociativa de nuestras organizaciones sindicales tien
como principio fundante la profesionalidad. Esto quiere decir
que la base de aglutinaciòn de los sindicatos radica en
una comunidad de
situaciòn laboral de oficio, de actividad del empleador
o de empresa, segùn seas el tipo de organizaciòn
de que se trate y no ideològica, partidista o
confesional como sucede en otros paìses europeos y
americanos. La adhesiòn de los trabajadores a una
ideologìa, polìtica o religiosa se traduce en la
constituciòn de "lìneas" o corrientes que actuan
y compiten en el àmbito interno de la entidad y cuyas
posiciones se dirimen en los procesos
electorales. Esta adhesiòn no puede ser ni requisito ni
impedimento para la admisiòn de un trabajador como
afiliado a un sindicato
argentino, asì como tampoco causal para su
exclusiòn. Suele suceder que en los comicios sindicales
participen listas pluralistas, integradas por candidatos
adscriptos a distintos partidos polìticos o credos
religiosos, que comparten su concepciòn sobre la forma y
mètodos de orientar la acciòn de la
asociaciòn profesional y los objetivos
prioritarios que persiguen. Reconocida en la ley 23.551 en los
arts. 1º, 2º, 3º, 5º, 6º, 8º,
10º, 11º y concordantes. Asimismo se conssagra la
neutralidad ideològica, polìtica y religiosa de
los sindicatos, prohibièndose toda discriminaciòn
basada en èsas circunstancias como tambièn en
diferencias de nacionalidad, raza o sexo (art.
7º) y proscribiendo que las organizaciones sindicales
reciban ayuda econòmica de organismos polìticos
nacionales o estranjeros (art. 9º). Porsupuesto que tal
neutralidad ideològica de la asociaciòn sindical
no quiere decir apoliticidad de las organizaciones argentinas,
sinò una forma pràctica de que las diferencias
que pudieran existir no deriven en una debilidad de la unidad y
la coherencia de acciòn que requiere el mejor
cumplimiento de los fines sindicales. Asì establece el
art. 4 del Estatuto de la C.G.T.: "Para mantener su unidad
orgànica la Confederaciòn General del Trabajo es
independiente de todo partido polìtico o tendencia
ideològica, religiosa o filosòfica, pero fijar
posiciòn en materia polìtica apoyando partidos
polìticos y candidatos o propiciàndolos, cuando
entendiere que asì conviene a los intereses de la clase
trabajadora". - Unidad de representaciòn de los intereses
colectivos: se trata de una unidad que surge de forma
espontànea y concertada de la voluntad y conciencia
gremial de los propios trabajadores argentinos, quienes
conciben y propician la unificaciòn de las atribuciones
representativas de sus respectivos intereses de grupo
otorgàndoselas con caràcter exclusivo a una sola
organizaciòn en cada sector profesional, con la
convicciòn de que èste constituye el modo
màs adecuado para fortalecer la capacidad de
acciòn, de presiòn y de negociaciòn del
movimiento sindical organizado. La pluralidad constituye en la
experiencia pràctica una perspectiva no querida por
miembros de nuestra colectividad laboral ya que rechazan toda
propuesta en la que se adviertan posibilidades de
dispersiòn, debilitamiento o fraccionamiento profesional
o territorial las cuales son valoradas como fuerzas
centrìfugas negativas. Se entiende que en la medida en
que el interes profesional de cada grupo o categorìa de
trabajadores es un mismo y ùnico interès
comùn, el hecho de que existan varias organizaciones que
entre sì se disputen la representaciòn y defensa
de ese interès debilita la capacidad de
negociaciòn y de presiòn ante los empleadores y
sus representantes. La razòn de ser del sindicato es
estar a la defensa del interès de los trabajadores que
representa y èsta finalidad se cumple mejor a
travès de una direcciòn ùnica, con una
misma estrategia y
una disciplina
unitaria y coherente. Esta tendencia sindical unificadora
reviste en nuestro derecho
positivo la caracterìstica de una "unidad estimulada"
o "unidad promicionada" en la medida en que los sucesivos
regìmenes vigentes en la materia desde 1945 la
predisposiciòn unitaria autònoma de los sectores
interesados ha sido juridizada mediante la atribuciòn de
capacidad exclusiva y permanente para la representaciòn
del interès profesional colectivo en los aspectos
màs significativos de las relaciones laborales al
sindicato que ostenta la condiciòn de "màs
representativo" y a travès del otorgamiento de la
denominada "personerìa gremial". Dicha personerìa
se otorga a la asociaciòn que en su àmbito
territorial sea calificada como la màs representativa,
para lo cual debe hallarse inscripta en el Ministerio de
Trabajo, haber actuado durante un perìodo no inferior a
seis meses, contar con el mayor nùmero de afiliados
cotizantes respecto de la cantidad promedio de trabajadores que
intenta representar, promedio que se establece tambièn
sobre los seis meses anteriores a la solicitud de
personerìa, y aglutinar al menos al 20 por ciento de los
trabajadores del sector (art. 25º ley 23.551). El
otorgamiento de la referida personerìa gremial confiere
a la entidad sindical importantes derechos exclusivos,
fundamentalmente en el àmbito de la concertaciòn
de convenios colectivos de trabajo (art. 31). - Concentraciòn Sindical: Principio coherente
con la tendencia unificadora Conviene a las finalidades y
objetivos del movimiento obrero organizado la agrupaciòn
en grandes organizaciones masivas de primer grado y
preferentente con un extenso àmbito propio de
actuaciòn territorial que comprenden a una numerosa masa
de afiliados y poseen en consecuencia una sòlida base
contributiva y una mayor capacidad de movilizaciòn, de
presiòn y de negociaciòn en el plano
reivindicativo. El movimiento sindical argentino se caracteriza
por el predominio de los sindicatos denominados "verticales",
esto es organizados por actividad o rama de la
producciòn. A su vez èste fenòmeno de
concentraciòn sindical ofrece una modalidad derivada que
refleja la realidad socioeconòmica, demogràfica y
polìtica nacional caracterizada por una fuerte
centralizaciòn real. Resulta entonces que una gran parte
de la organizaciones sindicales de nuestro paìs son
organizaciones de primer grado con àmbito jurisdiccional
en todo el territorio nacional que se hallan directamente
incorporadas a la central o entidad de grado superior: la
Confederaciòn General del Trabajo. Son las denominadas
"uniones" (Uniòn obrera Metalùrgica, Uniòn
obrera de la construcciòn", etc.), caracterizadas por
una tendencia hacia el "unitarismo" en su conducciòn,
cuyas filiales o seccionales en las diversas jurisdicciones
territoriales del interior del paìs, carentes de
personalidad jurìdica y de personerìa gremial
propia, actuan generalmente como meras dependencias
administrativas y transmisoras de las decisiones del
òrgano directivo ùnico y central de la
organizaciòn al cual someten las inquietudes, peticiones
o reclamos de los afiliados y trabajadores de sus respectivas
areas territoriales locales. - Estructura articulada en forma piramidal:
agrupamiento segùn grados o niveles que se ordenan
siguiendo una disposiciòn piramidal, cuya plataforma de
apoyo està dada en las organizaciones denominadas "de
base",las cuales en ejercicio de su autonomìa federativa
se aglutinan con entidades idènticas, similares o
conexas para constituir la asociaciones de grado superior o
complejas que son las federaciones y confederaciones, cuyas
atribuciones jeràrquicas deben respetar un margen de
funcionamiento autònomo y de accionar independiente para
los sindicatos de nivel inferior que las componen, modalidad
que ha surgido como consecencia de la expansiòn y
desarrollo de la organizaciòn en las comunidades
modernas y que singulariza al movimiento obrero argentino. Esta
forma piramidal se asienta en los sindicatos de primer grado,
seccionales o filiales y màs profnadamente en los
representantes gremiales en los lugares de trabajo y se
completa elevàndose a travès de las federaciones
y confederaciones hasta la cùspideque es la central
ùnica de grado superior (Confederaciòn General
del Trabajo) oficialmente reconocida salvo durante los
perìodos coyunturales de excepciòn, como la
entidad representatia por antonomasia de todo el movimiento
sindical argentino con la cual no coexiste ninguna otro
organizaciòn de jerarquìa similar ni superior a
ella dentro del àmbito nacional. La C.G.T.: fundada el
27 de septiembre de 1930 y cuya constituciòn no ha sido
producto de
una imposiciòn heterònoma por via legislativa o
administrativa, sinò gestada desde abajo hacia arriba,
por decisiòn autònoma emanada de las
organizaciones que integran el movimiento obrero argentino,
cuyos integrantes la valoran como la instituciòn
representativa por antonomasia de la clase trabajadora del
paìs. Su art. 1ª establece: "èsta
Confederaciòn se domicilia legalemente en la ciudad de
Buenos
Aires, y tiene su actuaciòn en todo el territorio
del paìs, pudiendo pertenecer a ella "las organizaciones
de trabajadores, sindicatos, uniones, asociaciones o
federaciones de la industria ,
del comercio,
del transporte,
del campo, del servicio
pùblico o de cualquier otra actividad productiva que
acepten los principios,
propòsitos y disposiciònes del presente
Estatuto". La central desempeña el rol de un centro
global y superior de coordinaciòn de la estrategia y de
la acciòn de las organizaciones sindicales argentinas no
solamente las relaciones entre las mismas sinò
tambièn y primordialmente en su actividad externa ante
el sector empresarial y los poderes del Estado, como asì
mismo màs allà de las fronteras del paìs,
ante la O.I.T. y las centrales sindicales de otros
paìses y aquellas de nivel mundial, especialmente la
Confederaciòn Internacional de Organizaciones Sindicales
Libres a la que se encuentra adherida. - Amplitud de los fines sindicales: las organizaciones
sindicales argentinas persiguen una variado espectro de
objetivos en el plano socioeconòmico, cultural,
asistencial y comunitario, esto es que no circunscribe sus
metas a la reivindicaciòn, concertaciòn y
vigilancia de las condiciones de trabajo o al nivel de las
remuneraciones y a la duraciòn del
tiempo de
labor. Es asì que promueven sistemas de
capacitaciòn profesional y sindical, servicios
sociales para la cobertura de contigencias de salud, creaciòn de
infraestructuras para el disfrute del tiempo libre a
travès de las pràcticas deportivas y del turismo social,
funcionamiento de escuelas, talleres, cooperativas, etc., es decir una serie de
medios
adecuados para promover el mejoramiento del nivel y calidad de
vida de los trabajadores y sus familias. - Representaciòn unificada en los lugares de
trabajo: es otra particularidad propia de la estructura
sindical argentina.
Nuestro modelo sindical ha estructurado un sistema
original y dinàmico de representaciòn unificada
en los lugares de trabajo: el de los delegados de personal y
comisiones internas elegidos por la totalidad de los
trabajadores del establecimiento pero que para acceder a esos
cargos deben ser afiliados a la organizaciòn sindical
respectiva. Los delegados de personal, comisiones internas y
otros organismos similares representan:
- Al personal ante el empleador;
- Al personal ante el sindicato;
- Al sindicato ante el personal;
- Al sindicato ante el empleador;
Esta multiplicidad de funciones representativas
entrecruzadas han sido fielmente recogidas en la
definiciòn del art. 40 de nuestra ley 23.551 que agrega
una representaciòn màs que surge de la experiencia
real: la de "los trabajadores de la empressa o del
establecimiento ante la autoridad
administrativa del trabajo, cuando èsta actùe de
oficio en los sitios mencionados." La ley tiende a procurar un
equilibrio
entre los principios de unidad y concentraciòn sindical y
los requerimientos de la representaciòn democràtica
entre mandatarios y mandantes (art. 41).
Estàn unidos a la organizaciòn sindical por el
vìnculo de afiliaciòn, que los somete a una
disciplina de aquella y a las resoluciones de sus cuerpos
orgànicos, pero ademàs son designados por la
voluntad de sus compañeros de trabajo expresada en
elecciones, lo que les crea un deber de lealtad y solidaridad hacia
sus electores, constituyendo ademàs una forma propia,
aunque restringida de participaciòn obrera en la vida de
la
empresa.
- Activo protagonismo polìtico: durante el
transcurso del siglo XX la politizaciòn de la actividad
sindical se ha transformado en un hecho generalizado e
inclusive reconocido por la O.I.T..
En nuestro paìs especialmente a partir de 1955 ,
la crisis
institucional con sus alternativas de alta inestabilidad,
derrocamientos de gobiernos constitucionales, regìmenes de
facto, proscripciones y vedas a la actividad de los partidos
polìticos, impulsaron a la dirigencia sindical argentina,
a fin de mantener la presencia del movimiento obrero organizado
como fuerza social
a elaborar una estrategia polìtica propia y
autònoma. Esa autonomìa estratègica del
movimiento sindical se mantuvo incluso cuando, en el
perìodo 1973-1976 tuvo intensa participaciòn en el
poder
polìtico alcanzado por el movimietno al que
mayoritariamente adhiere la clase trabajadora argentina. La
fuerza numèrica de las organizaciones gremiales, los
importantes medios materiales con
que cuentan, las hacen especialmente atractivas para los
lìderes y movimietnos polìticos, que compiten para
captar su adhesiòn. La persecuciòn de objetivos y
conquistas cuyo otorgamiento o postergaciòn d epende de la
orientaciòn de quines ejercen los poderes pùblicos,
impulsa a los sindicatos a frecuentes confrontaciones con los
gobiernos y sectores legislativos que emprenden programas
socioeconòmicos o sancionan leyes que ellos
consideran desfavorables para los intereses de los trabajadores,
a la vez que los lleva a prestar su apoyo moral y
material a aquellos candidatos o partidos cuyos postulados o
acciòn concreta los califica como los màs
identificados con ese sector socialy sus aspiraciones.
i) Alta tasa de sindicalizaciòn: A diferencia de
lo que ocurre en los demàs paìses latinoamericanos,
incluso en Estados Unidos.
Constituye un "contra-poder" o "anti-poder" compensador de la
potencialidad econòmica del sector empresario a la vez que
un poderoso grupo de presiòn ante los poderes
pùblicos. No debe escapar del anàlisis la poderosa
fuente de captaciòn que proviene de la cantidad de
servicios y beneficios prestan a sus afiliados, esto es toda la
gama de prestaciones
que contemplan las diversas necesidades que se presentan a lo
largo de la vida humana y que constituyen un hecho, un medio para
incentivar un mayor nivel de afiliaciòn
La movilizaciòn popular y el silencio
sindical
Un nuevo fenòmeno: "Piquetes"
La sociedad
argentina de los últimos tiempos, ha estado atravesada por
irrupciones novedosas: a) Los 'piquetes' cada vez más
frecuentes, desarrollándose con mayor fuerza sobre el Gran
Buenos Aires, luego de haber aparecido en las provincias
'periféricas', b) la formidable irrupción callejera
del 19 y el 20 de diciembre, con sus diversas extracciones y
modalidades de acción, c) las asambleas de vecinos que se
multiplicaron hasta ser hoy centenares, poniendo en escena una
modalidad de organización horizontal y
democrática como pocas… Pero esas irrupciones fueron
acompañadas por una virtual 'desaparición', la de
las centrales sindicales, y los trabajadores asalariados han
tomado parte como individuos, o en pequeños grupos, pero no
como fuerza organizada.
Entiéndase bien, las confederaciones gremiales
estuvieron presentes en los sucesos del mes de diciembre,
declararon un paro general unos días antes, y otro en
vísperas de la caída de de la Rúa, pasando
inadvertido este último por el desencadenamiento de los
disturbios. Pero una vez producida la renuncia del presidente
radical, y desatado el proceso de movilización que, en
forma de cacerolazos y escraches multiplicados, asambleas y
cortes de ruta, siguió a esa dimisión e
influyó en la posterior de Rodríguez Saa, la
dirigencia gremial prácticamente salió de la
escena, en un 'desensillar hasta que aclare' que lleva cuatro
meses, que se hacen largos no tanto por el tiempo calendario,
como por constituir la oscura contracara de una efervescencia
popular no vista desde hace años.
Las dos alas de la CGT han sido las de retraimiento
más pronunciado. La CGT de los 'gordos' es el reservorio
del sindicalismo
'de negocios',
volcado a la prestación de servicios y a los negocios de
todo tipo, muchos de ellos ligados a las privatizaciones. La
finalización de la presidencia Menem los ha
dejado sin un juego
político propio desde entonces, y la salida de la
convertibilidad los pone en el trance de volver con fuerza a lo
reivindicativo, saliendo a defender salarios, pero su
propensión a la negociación permanente, matizada con un
paro general cada tanto, es ya una tendencia 'estructural', y un
ciclo de movilización y generalización de las
luchas le resulta más que incómodo.
Menos obvio ha sido el mutis por el foro en el caso de la CGT
'Moyano'. La defensa de los salarios y los puestos de trabajo
ocupa un lugar en su 'hoja de ruta', y conservan cierto apoyo
entre los trabajadores de sus gremios, y no sólo el
'clientelismo' de quiénes cobran de sus estructuras.
El transporte terrestre, cuyos gremios predominan en ella, es una
rama que ha tendido a crecer en los últimos años,
con base en el achicamiento del ferrocarril y los intercambios
del Mercosur. Eso les
da el sustento para seguir practicando cierto 'combativismo',
organizar periódicas movilizaciones callejeras, jugar
políticamente a un peronismo
'antimenemista' o incluso coquetear con el apoyo al Frepaso, en
su momento. Pero su parálisis no ha sido menor que la de
sus colegas, las últimas movilizaciones convocadas por
esta central fueron menos que escuálidas, y Moyano fue
víctima directa de la ola de 'escraches' de los
últimos meses.
Hundidos en el repudio social, con la articulación con el
PJ muy debilitada, los sindicalistas de las dos CGT ensayan
ahora, inflación desatada mediante, la
reivindicación salarial, y pese a todo, siguen sin estar
seriamente amenazados en la conducción de sus
gremios.
La CTA por su parte, ha apostado durante años a
fortalecerse como núcleo de un sindicalismo 'alternativo'.
Puede considerarse que acertó desde el punto de vista de
su planteo de la
organización sindical: Advirtió la
dispersión de los sectores obreros, la
descomposición del modo de organización fordista,
la crisis política,
organizacional y cultural del modelo sindical anterior, y propuso
un nuevo tipo de central, basada en sindicatos que rompieran los
límites
tradicionales (trabajadores formalizados, con contratos por
tiempo indeterminado y salario
establecido por convenio), para pasar a una tentativa de incluir
a nuevos sectores sociales, incluyendo desocupados,
cuentapropistas, actividades marginales, impulsando
organizaciones de base territorial y no laboral, etc. Y
también decidió pasar por encima de la
tradición de 'sindicato único'. Y así dio
cabida a sindicatos 'paralelos', agrupaciones opositoras de
alcance nacional o local, comisiones internas autonomizadas,
incluso afiliados sueltos.
Pero falla, a nuestro juicio, la concepción
programática y las modalidades de acción
política que predominan en su seno. La CTA no pudo
despegar de la tentación de apostar una y otra vez a la
vía parlamentaria, y a través de partidos del
'sistema' o sus desprendimientos (antes el Frepaso,
últimamente el Ari o el Polo Social). No la central como
tal, pero sí buena parte de sus dirigentes se
comprometieron con el Frepaso y la Alianza, cuando ya ésta
apuntaba con claridad a ser una reedición de las políticas
de Menem.
Viene además el grueso de la dirigencia de la CTA
de una tradición (peronista, social cristiana) que cultiva
la idea de una construcción política 'nacional',
policlasista, a través de visualizar como
'contradicción principal' la existente con el capital
extranjero y no con el local. Esta visión que se niega a
situar a la burguesía como adversario, repercute de modo
inexorable sobre el modo de encarar el Estado y el sistema
político. Lo considera susceptible de ser convertido en un
organismo orientado por ideas de 'bien público', siempre
que lo ocupe la alianza de clases 'correcta', con una
orientación política 'nacional' y 'popular' que
favorezca a las clases subalternas sin confrontar con los
capitalistas. Allí se detienen las expectativas en
cuánto a un cambio de
'modelo' (siempre se anatematiza al 'modelo' y no al ordenamiento
social en su totalidad).
Por lo demás, pese a sus esfuerzos para 'ampliar' el arco
de su representatividad, la central ha quedado hasta el momento
en una posición minoritaria, cuyos únicos
sindicatos de 'masas' son los de trabajadores
estatales.
En las vísperas del 20 de diciembre, la CTA queda
desfasada del proceso social y político real, ya que su
apuesta a un mecanismo de tipo parlamentario, la 'consulta
popular' se ve superada en esos momentos por el ascenso de la
movilización. Producidos los hechos del 20 de diciembre,
no cambia su política, asistiendo más bien
pasivamente a que los resultados del 'plebiscito' se opacan ante
la nueva situación, y las asambleas populares y otras
iniciativas aparecen como un elemento superador, que cuestiona al
propio parlamento. Y si bien la rama 'piquetera' de la CTA, la
FTV mantiene protagonismo, aunque sufriendo renovados
cuestionamientos, los sindicatos de la central se remiten hasta
ahora a un papel
secundario, no se convocan medidas de fuerza de importancia, ni
movilizaciones que los tengan en su centro.
En suma, con gradaciones y modalidades diferentes, las
tres confederaciones sindicales han entrado en una cierta
'hibernación'. Se arguye habitualmente que la alta
desocupación, los fenómenos de
fragmentación de la clase obrera, tienden a licuar el
'poder sindical'. Esto juega un papel, pero no hay que volver
absolutos sus efectos, en una época en que nuevos sectores
sociales de trabajadores, desde profesionales y técnicos
hasta recicladores o vendedores ambulantes, se organizan
sindicalmente. Sobre todo para el caso de la CTA, que toma un
empeño consciente en reflejar los cambios en la estructura
social de la clase trabajadora. El problema es también
político, ideológico y cultural. La CGT (en sus dos
versiones) sufre una larga decadencia, resultado de tender a
adaptarse más o menos plenamente a las reformas
neoliberales, sabiendo que una política de
confrontación incitaría la radicalización de
sus bases y amenazaría desplazarlos. Pero el curso de las
políticas estatales (no sólo económicas)
tiende a debilitarlos en términos de representatividad
social, aunque logren compensaciones financieras nacidas de esas
mismas reformas (las diversas privatizaciones, en primer lugar).
Esa contradicción los atrapa en un 'tacticismo' que los
preserva al frente de sus gremios, pero los debilita ante el
conjunto de los trabajadores.
La CTA por su parte, también arrostra
contradicciones profundas, que pueden resumirse en la tentativa
de actuar ante una realidad nueva, sin desprenderse del todo de
la nostalgia del Estado Benefactor y el pacto interclasista
inaugurado por el peronismo, que tiñe su visión
estratégica y su política de alianzas.
La izquierda no parece tener tampoco en claro su papel en el
movimiento obrero. Por comenzar, distintas agrupaciones tienen
políticas divergentes. Unos siguen apostando a recuperar
la CGT, otros 'ponen sus fichas' en la
CTA buscando generar corrientes críticas en su seno, mas
allá se fantasea con una central 'clasista' de nuevo
cuño. En la organización política, la idea
de 'un gran partido de trabajadores', sigue en el estadio de la
fantasía compensatoria. Los militantes de
orientación clasista siguen siendo una minoría,
activa y perseverante, presente en las luchas, pero eso no
alcanza, por lo general, para convertirlos en mayoritarios. No
faltan aquí o allá ejemplos de conflictos
dirigidos por delegados clasistas, o de elecciones sindicales
ganadas por listas de izquierda. Pero son 'islas' en un 'mar' de
viejos dirigentes. La profundidad de la crisis (y el
aplastamiento creciente del salario real, devaluación mediante), y sobre todo la
respuesta masiva de movilización, nuevas formas
organizativas y radicalización de los últimos
meses, constituyen una oportunidad para las fuerzas de izquierda
si no se dejan ganar por el triunfalismo y el vanguardismo
alucinado que suele acompañarlo. Y pueden serlo
también para encauzar a la CTA en dirección a alcanzar autonomía
frente a las fuerzas sociales y políticas que agotan su
horizonte en un capitalismo
'honesto' y 'civilizado'.
Que las luchas de los trabajadores asalariados retomen
un lugar protagónico, podría ser un golpe decisivo
para los intentos de 'recomponer' el capitalismo argentino
mediante una nueva 'ronda' de expropiación a las clases
subalternas a favor del gran capital. Y un paso cualitativo en
cuánto a dar mayor espesor social al ascenso de la
movilización que alcanzó su máximo pico en
la estela del 20 de diciembre.
Situaciòn actual:
La sociedad argentina ha experimentado en la última
década una inusual cantidad de normas -leyes y decretos-
que apuntaron a acomodar las relaciones laborales en el marco de
una economía
abierta, en un proceso de desindustrialización, con una
cultura social
de abandono de los principios de equidad – solidaridad y con un
estado desguazado y ausente.
El resultado de esa política está reflejado en los
índices de lo que llamamos patologías sociales de
fines del siglo XX: récord de desocupación y
subocupación, amplios sectores de la población con necesidades básicas
insatisfechas , abandono de la educación en
niveles primarios, deterioro de la salud
pública, aumento sustancial de enfermedades de la pobreza; todo
esto obviamente acompañado por un descenso real de la
recaudación de recursos para la
seguridad
social y el abandono de ésta por parte del Estado.
Un rápido repaso de nuestra historia de relaciones del
trabajo del último siglo servirá para demostrar la
necesidad política de generar un debate
distinto en la sociedad argentina.
Los dos protagonistas de la producción de bienes y
servicios han avanzado y retrocedido sobre el otro según
las circunstancias institucionales que vivía el
país; así es como durante períodos de
vigencia constitucional el protagonista "trabajo" encontraba
condiciones políticas favorables para arrancar supuestas
ventajas en la puja con el protagonista "capital", que esperaba
etapas de oscurantismo institucional para recuperar su espacio y
avanzar aun más sobre los derechos del trabajador.
Este modelo pendular marcó las relaciones del capital y
el trabajo
durante 90 años en el país. Actualmente y con el
pretexto de la modernización se provocò la
más fenomenal transformación negativa que
sufrió el derecho laboral
en la Argentina desde su creación.
De un modelo protectivo a la inseguridad
total, de la estabilidad como valor absoluto
a la precariedad y a la flexibilidad, de la especialidad a la
polifunción, todo explicado falsa y políticamente
como efectos no deseados de un modelo a escala
universal.
Si recorremos todos y cada uno de los conceptos utilizados para
definir a la empresa como unidad de producción de bienes o
servicios, encontramos que ninguno prescinde en su
definición del capital y del trabajo como protagonistas
indisolubles de la empresa
No existe autor antiguo o contemporáneo de cualquier
corriente ideológica, que olvide mencionar al capital y al
trabajo juntos para conceptualizar la empresa. Pero en cada una
de estas definiciones siempre se los menciona como antagonistas
que confrontan mientras producen juntos bienes para el consumo
interno o la exportación.
En ese modelo de confrontación están explicados los
resultados sociales que padecen hoy las sociedades
modernas: concentración de la riqueza, distribución inequitativa, marginalidad y
violencia
social.
La realidad nacional demuestra la incapacidad de generar
suficientes puestos de trabajo para quienes necesitan de ellos.
Dicho en otros términos, es como si al país le
sobrara gente, gente que, en las condiciones concretas de la
Argentina actual, queda totalmente marginada de los beneficios de
la vida en sociedad.
A diferencia de los desocupados del siglo XIX, que
componían "un ejército industrial de reserva" , y
que ,por lo tanto, seguían perteneciendo, cultural y
socialmente, al proletariado, los desocupados de hoy generan su
propia identidad como
marginados. Los afortunados que aún conservan su empleo, deben
trabajar más y más duro para ganar
menos.
Muchos de ellos, además, se hallan "en negro" o
en el marco de alguno de los llamados contratos basura,
instituidos por la
administración de Menem, o bien participan de la
"economía sumergida" como cuentapropistas.
En todos estos casos, el empleo es precario y el acceso a las
prestaciones de la seguridad social,
problemático o directamente inexistente.
A cambio de producir toda la riqueza de la Nacion ,la
inmensa mayoría de los trabajadores apenas obtiene el
derecho de vivir al día, sin seguridad de ningún
tipo.
Deben vivir al día porque el salario real se ha reducido
más de lo que indican las estadísticas, las cuales sólo toman
en cuenta la evolución de las retribuciones por
categoría laboral. Lo que no reflejan sus cifras es el
hecho de que, en la inmensa mayoría de los casos, los
trabajadores que pierden su empleo y consiguen otra
colocación, lo hacen en una categoría inferior a la
que tenían.
Por su parte, la falta de seguridad en el empleo no sólo
se origina en la ya mencionada precarización de las
relaciones contractuales. También cuenta la
declinación de muchas pequeñas y mediana empresas, que con
frecuencia acaba en el cierre. En contra de la explicación
neoliberal, la desaparición de muchas Pymes no obedece
a una genuina falta de eficiencia, sino
a la competencia
abusiva de grandes grupos económicos que gozan de
indisimulado respaldo oficial.
Pero la inseguridad trasciende largamente la esfera del empleo.
Las condiciones de labor en la argentina, de la mano de la nueva
Ley de Riesgos de
Trabajo y de la deliberada falta de control oficial,
son cada vez peores y peor también es el resarcimiento de
quienes sufren un accidente o una enfermedad
profesional.
La inseguridad tiñe, asimismo, el futuro de las
personas.
A los trabajadores en negro, bajo contrato basura o
cuentapropistas que no aportan, que son la gran mayoria, el
sistema previsional privatizado no les dará respuesta
alguna. Para colmo de males, las crisis de los mercados
financieros, erosionado los fondos capitalizados en las AFJP.
Algo que se sabía que podía ocurrir, pero que fue
prolijamente ocultado por los apologistas del modelo.
Del mismo modo, aún para aquéllos que tienen
empleo, resulta cada vez mas difícil acceder a una
cobertura en salud que dé respuestas satisfactorias ante
todas las contingencias.
Y la inseguridad afecta a las familias y se pasa de padres a
hijos. Crece la desorganización y la violencia
familiar.
La deserción
escolar y el deterioro de la calidad en la
educación
condenan a miles y miles de jóvenes a desempeñar
labores degradadas o, directamente, engrosar el número de
desempleados.
Por último, inseguridad también es inseguridad
física. El
aumento de la delincuencia,
con mayores niveles de peligrosidad y violencia, la
proliferación de "mafias" con algún tipo de
respaldo en el poder, la policía corrupta y de gatillo
fácil, entre otras cosas, hacen que sea cada vez mas
peligroso vivir y trabajar en la Argentina.
Del sistema, por cuanto es el único modo, en el marco de
una sociedad democrática, de mantener deprimidos los
salarios. La opción es de hierro: si se
reduce el desempleo a tasas
"normales", aquéllos tenderán a recuperar su
comportamiento
histórico y las empresas perderán competitividad
externa, lo que terminará afectando la actividad
económica y se reflejará en un incremento del
desempleo.
Pero el escenario resultante es más grave de lo
que parece a simple vista. Como ya se ha dicho, una de las
características de la desocupación en este fin de
siglo es la exclusión y la marginalidad. De tal modo,
muchos de los que no tienen cabida en el sistema productivo se
retiran del mercado de
trabajo, ya sea porque se insertan en formas de vida marginales,
ya sea porque carecen de la calificación mínima
indispensable y, por lo tanto dejan de presionar a la baja a los
salarios. El resultado es que, aún en un contexto de
crecimiento
económico, la exclusión social no sólo
se mantiene sino que también crece y en este contexto las
asociaciones sindicales han de ser elemento de equilibrio
esencial.
14. Un poco de actualidad
y… sin palabras
1) Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social –
Resolución Nº 708/2002 – Asociaciones Sindicales.
Derogación de la obligación de los integrantes de
la conducción de presentar una declaración jurada
patrimonial integral.
Mediante la Resolución (MTEYSS) Nº 708 (B.O.
25/10/2002) se deroga la Resolución (METEYFRH) Nº
377/01 por la cual se dispuso que los integrantes de los
órganos de conducción de las asociaciones
sindicales electos y también aquellos que conforme las
disposiciones estatutarias tengan facultades de
disposición y/o control sobre la administración del patrimonio
sindical o los de afectación que la asociación
constituyese o entidades vinculadas a ésta, deben
presentar declaración jurada patrimonial integral.
Asimismo, se establece que a partir del dictado de la presente
norma, 18/10/2002, los actos administrativos derivados de la
aplicación de la resolución que se deroga, quedan
sin efecto.
Autor:
Estudio Jurídico Ramos
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