- San Martín – Bernal
Díaz del Castillo - San Martín – Inca Garcilaso
de la Vega - San Martín – Lucio V.
Mansilla - Bibliografía
En esta monografía
-premiada por la Asociación Sanmartiniana de Azul,
provincia de Buenos Aires,
República Argentina- me
refiero a la visión que el Libertador tenía acerca
de los pehuenches, y comparo esa actitud con la
que evidenciaron –refiriéndose a otras comunidades-
el español
Bernal Díaz del Castillo, el Inca Garcilaso de la Vega y
el porteño Lucio V. Mansilla.
Ante la necesidad de elegir un aspecto de la obra de San
Martín en cuanto narrador, basándonos en el trabajo
sobre el particular elaborado por el historiador Exequiel
César Ortega, nos resulta difícil optar por alguno
de ellos, pues todos son realmente interesantes y nos hablan de
una personalidad
polifacética que sirvió a nuestro país
también mediante sus opiniones acerca de los temas
más diversos.
Sin embargo, debemos escoger un aspecto de su obra, y
nos decidimos por su posición ante el indígena,
remitiéndonos, para comprenderla mejor, a otros hombres de
armas que
escribieron sobre el mismo tema.
En este trabajo nos ocuparemos del testimonio que el
General San Martín da acerca de los pehuenches, a los que
define como "hombres de una talla elevada, de una musculatura
vigorosa, y de una fisonomía viva y expresiva". En 1827,
el Libertador envió desde Bruselas una carta al General
Miller, destinada a sus Memorias, en
la que evoca las costumbres de esos indios.
Exequiel César Ortega afirma que "verdaderamente
‘retrató’ de manera no solamente realista sino
con humana simpatía, a los indios ‘Pehuenches’
(los ‘hombres de las araucarias’ del Sur mendocino y
Neuquén), diferenciándolos de los
‘mapuches’ o ‘araucanos’ por primera vez,
como destaca el etnógrafo Vignati en su trabajo
‘Datos de
etnografía pehuenche del Libertador José de San
Martín’, publicado por el Museo de Ciencias
Naturales de La Plata".
También escribieron sobre los autóctonos
americanos el español Bernal Díaz del Castillo, el
Inca Garcilaso de la Vega y Lucio V. Mansilla,
refiriéndose a diferentes comunidades, en distintas
épocas. La circunstancia temporal y geográfica en
que trabaron relación con los indios es visiblemente
distinta, y también es distinta la relación que
tuvieron con los indios, pero una misma preocupación los
une: describir cómo fue el vínculo que tuvieron con
ellos y las características de cada grupo
étnico.
A partir de la confrontación con otros hombres de
armas surgirá la esencia de la
personalidad sanmartiniana que, en muchas oportunidades,
trata la misma cuestión pero desde una óptica
diferente.
San Martín –
Bernal Díaz del Castillo
Bernal Díaz, "uno de los descubridores y
conquistadores de la Nueva España,
sus provincias y del cabo de Honduras", pone más el acento
en la gesta militar que tuvo lugar entre 1517 y 1521, que en el
pueblo en sí. "Ya viejo y retirado, escribió esta
crónica de las proezas en que, al mando de Cortés,
fue parte y testigo", y "fue mal juzgado, pues se
consideró que trataba de hacer palidecer la gloria del
gran Cortés".
Se siente un servidor de Su
Majestad, que toma al aborigen como un individuo al que hay que
doblegar, sin tener en cuenta su bagaje cultural e
histórico. Es sólo un adversario y, por eso, el
relato es una sucesión de atrocidades cometidas por ambos
bandos. Nada de eso existe en el texto de San
Martín, que busca el bien de la nación
pero no derrama sangre
indígena. Son otros momentos, es cierto, pero la actitud
del militar argentino es sumamente diferente de la que evidencia
el español.
El Libertador quiere tomar a los indios como mensajeros,
sin que éstos lo sepan; por esa razón, les lleva
muchos regalos y les brinda una información falsa, a sabiendas de que ellos
la transmitirán a los realistas. No busca destacar su
papel, ni la
astucia con la que se desempeñó; simplemente cuenta
a Miller cuanto vio, y esa relación es hecha con un tono
comprensivo y ameno, que no vacila en señalar aquello que
le parece objetable, como la embriaguez o la forma en que dan
muerte a las
yeguas para alimentarse y utilizar el cuero. Sobre esta
última costumbre expresa: "El espectáculo que
presenta la matanza de estos animales es de lo
más disgustante. Tendido el animal y atados de piés
y manos le hacen una pequeña incisión cerca del
gaznate, cuya sangre chupan con preferencia las mujeres y los
niños,
aplicando la boca a la herida. Descuartizado el animal lo ponen a
asar, cuya operación se reduce a muy pocos
minutos".
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