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Antropología filosófica (página 2)




Enviado por ivan_escalona



Partes: 1, 2

La especie impresa tiene dos causas: el sujeto
cognoscente y la realidad conocida, porque la actividad de un
ente manifiesta o expresa su naturaleza y
propiedades; se trata de que las cosas se conocen por su
operaciones. Cuando el cognoscente está afectado por una
enfermedad o privación, recibe defectuosamente el influjo
de la cosa conocida y su captación resulta
deficiente.

El conocimiento debe contar con las buenas disposiciones
del cognoscente, especialmente de salud tanto física
como mental. El conocimiento de las realidades del mundo implica
siempre dos principios o
causas: el sujeto y el objeto. El conocimiento es tanto objetivo (por
provenir de las cosas) como subjetivo (depende del sujeto), pero
no subjetivista, y no hay contradicción por tratarse de
dos aspectos diferentes aunque conjugados.

Aclaración necesaria. El acto cognoscitivo
propiamente dicho consiste en la captación de la realidad
misma. La especie impresa no es lo que se conoce sino aquello por
lo que se conoce.

Inmaterialidad del conocimiento. Inmaterialidad
significa negación de materialidad, al menos de
algún tipo de materialidad, o el carácter
de algunas realidades que son sin materia. Las
realidades corpóreas o naturales son compuestas. O que
hace que algo sea cuerpo, cualquier cuerpo, es la materia "prima"
y aquello que hace que algo sea un cuerpo de tal especie es la
forma. La materia prima
es potencia o posibilidad radical susceptible de recibir
múltiples formas porque de suyo no tiene ninguna. La
inmaterialidad que se exige para el conocimiento no debe
entenderse como absoluta incorporeidad o espiritual porque si
así fuera, ningún ente corpóreo
podría conocer.

La inmaterialidad es condición del conocimiento
tanto para el objeto como para el sujeto. Para el objeto porque
está constituido hilemórficamente, es decir,
compuesto de materia y forma. Para el sujeto cognoscente su forma
substancial o alma (inmaterial) lo hace cognoscente, lo faculta
para que, además de su propia forma substancial pueda
recibir otras muchas formas sin perder la suya.

El carácter inmaterial del conocimiento consiste
básicamente en que el ente que conoce, sin perder su
propia forma substancial, es capaz de conocer otras cosas de modo
inmanente e intencional, recuérdese que el conocimiento no
es una unión física sino una síntesis
inmaterial. La forma del cognoscente no se agota en informar a la
materia, sino que es capaz de "más": recibir otras
formas.

Hay tantos grados de conocimiento como grados de
inmaterialidad, tanto en el objeto como sobre todo en el sujeto.
Un ente es tanto más cognoscible cuanto más
inmaterial es. "La forma más noble para poseer una cosa es
poseerla de un modo inmaterial, esto es poseer su forma sin
materia. Esta es la definición del
conocimiento."

El
Apetito

Introducción.

El apetito constituye una dimensión muy amplia de
la vida, y bajo ciertas consideraciones puede comprenderla por
entero.

La voz castellana apetito corresponde a las expresiones
latinas appetitus, appettitio, y la expresión griega
órexis. En sentido general estas expresiones significan
amor,
tendencia hacia, ansia, impulso a la actividad,
inclinación hacia algo bueno y provechoso. El apetito no
admite definición esencial por tratarse de una
noción primera. Apetecer no es otra cosa que pedir; no se
puede entender el apetito sino por referencia al amor y al bien,
en consecuencia, hay que tratar del bien en general.

Aclaraciones Metafísicas.

El estudio del bien en general compete a la Metafísica. El bien es una de las partes
trascendentales del ente: aquellas pertenecen al ente en cuanto
ente, a cualquier ente, si bien de modo analógico de
acuerdo al grado de perfección. El bien siempre es alguna
perfección, tanto de cada ente para sí mismo como
de todos los entes entre sí.

La capacidad apetitiva existe en todos los entes aunque
carezcan de conocimiento, lo cual se comprueba porque todo ente
tiende ("ama") a su fin, que es un bien, en virtud del apetito
natural, es decir, de una ordenación esencial por la
naturaleza al fin. El principio aristotélico: bien es lo
que todos apetecen, significa que todos los entes tienden
naturalmente a algún fin.

Todo ente apetece (desea, ama) su propia
perfección; fin y bien coinciden. El fin puede
considerarse de dos modos: como deseado por los que aún no
lo han conseguido, o como deleitable para los que lo poseen.
Podemos definir descriptivamente el bien como aquello que todos
apetecen.

Fundamento de bondad y fundamento de todo es el ser
(esse); como sólo su Dios es su Ser (Esse), sólo
Él es bueno por esencia; las creaturas son buenas por
participación, la bondad en las creaturas no es pura ni
simple. El bien posee la noble dignidad de ser principio porque
tiene razón de fin, pero sólo hay un fin o bien
último, porque de otro modo las operaciones serían
indefinidas y se caería en una serie infinita. El Fin
Último de todos los entes es imitar a Dios en la medida
que su naturaleza se los permite.

Conocimiento y Apetito

La naturaleza humana no es completa sólo
con el conocimiento, por eso hay en el sujeto el deseo de poseer
al objeto y no solo de modo inmaterial cognoscitivo, sino en su
misma realidad. El apetito es realmente distinto del
conocimiento. El conocimiento es un proceso
aferente (que atrae), por el que una cosa es asimilada por el
sujeto sale al encuentro de una cosa como buena.

La ley del apetito
es el amor, y el
amor engendra la acción; así, por el conocimiento,
el amor y la acción, queda completado el ciclo de la vida,
y se consigue la meta: el goce
pleno.

Santo Tomás reduce la diferencia entre
conocimiento y apetición: la operación de una
potencia cognoscitiva e perfecciona cuando la cosa conocida se
halla en el sujeto cognoscente; mientras que la perfección
de una potencia apetitiva se perfecciona sólo cuando el
apetente es arrastrado hacia el objeto apetecido. El apetito,
además es causa de un conocimiento especial llamado por
connaturalidad.

Noción y División del
apetito

El alma humana comprende cinco géneros de
potencias: vegetativo, sensitivo, apetitivo, locomotriz e
intelectivo; cuatro tipos de vida: vegetativo, sensitivo sin
locomotriz, sensitivo con locomotriz, y el intelectivo; y tres
clases de almas: vegetativa, sensitiva e intelectiva.

Es necesario que el operante esté vinculado al
objeto de u operación.

Santo Tomás demuestra que en el hombre hay
potencias de diversas clases entre las cuales se encuentran las
apetitivas, plantea los caracteres fundamentales y la
división general entre el apetito natural y el
elícito.

El Apetito Natural es la inclinación que por
naturaleza tienen todas las cosas hacia un bien, de ahí
que toda potencia desee con apetito natural lo que le conviene.
El apetito elícito, en cambio, sigue al conocimiento de
una forma; por eso se requiere para este apetito una potencia
especial del alma, porque no basta el conocimiento.

La forma más perfecta en los entes dotados de
conocimiento, que poseen el conocimiento tienen una forma tal que
está abierta para recibir las representaciones de otras
cosas, también tienen un apetito más noble: una
inclinación superior o apetito elícito. Las
potencias apetitivas elícitas en el hombre son de do
tipos: sensibles y racionales.

Explicación del Apetito

En la actividad apetitiva hay sujeto apetente y
objeto apetecido, entre los cuales se establece una
correlación en que naturaleza y características de ambos son determinantes
necesarios del proceso de los actos tendenciales.

El apetito natural es una inclinación de las
cosas a su bien o perfección. La fundamentación es
doble: por el principio de causalidad y por el principio de
finalidad. El principio de causalidad puede formularse de
distintos modos, la operación sigue al ser, dime
qué haces y te diré quién eres. El principio
de finalidad se enuncia: todo agente ora por un fin.

Origen de los apetitos naturales. Dios es el origen
último y radical de los apetitos naturales, el apetito es
consecutivo a la forma.

Valor de los apetitos naturales. Las tendencias
naturales se encuentran orientadas al bien. Los apetitos
naturales son infalibles: no se equivocan ni resultan vanos o
absurdos. La felicidad es un apetito natural, por tanto existe un
bien capaz de colmarla, el Bien Sumo.

El Apetito Elícito es la tendencia que se deriva
del conocimiento de algún bien , el apetito elícito
se divide según las dos clases de conocimiento: sensitivo
e intelectivo. Todo apetito resulta de la forma. El valor del
apetito elícito se funda en el valor del
conocimiento.

Los apetitos son la raíz de toda la vida
afectiva.

Opinión Personal

El conocimiento es base y punto de partida de la
actividad humana, es lo que mueve a la persona, sin
dejar a lado su apetito natural. De ahí la radical
importancia que tiene el conocimiento y los apetitos. Por otro
lado, con este saber además se refuta lo que promulgaba el
intelectualismo socrático de que con el sólo hecho
de conocer el hombre actúa bien, hace falta que los dos
entren en armonía y que los dos se orienten al bien, no
basta con uno, son los dos en completa
correlación.

Es fundamental el conocer los principios de operaciones
de la actividad humana para posteriormente poder actuar sobre
esta, sin un conocimiento base que fundamente este tipo de
realidades el conocimiento y todo actuar se quedaría chato
y no alcanzaría su completa dimensión.

Preguntas

¿La perfección natural de todas las cosas
depende del tiempo?

Puesto que todos lo entes poseen apetito natural,
¿se puede decir que todas las cosas aman?

¿Cómo se explica el mal en los apetitos,
si todos naturalmente tienden al bien?

Bibliografía

ARISTÓTELES, "Ética Nicomaquea". ,
Editorial Porrúa. , México
1998. , Pp.320.

Enciclopedia Microsoft
Encarta® 2000. © 1993-1999 Microsoft Corporation.
Reservados todos los derechos.

Historia del pensamiento
lecturas 1. , Universidad
Panamericana. , México, D. F. Agosto 2000.

KRAMSKY Steinpreis Carlos, "Antropología Filosófica".
,Murcia 16-301, México DF. 1997. pp.310.

 

 

Información elaborada por:

Iván Escalona Moreno

Partes: 1, 2
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