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La superdotación y el talento




Enviado por lbedia



    1. Resumen
    2. Desarrollo
    3. Habilidad muy por encima de la
      media
    4. Conclusiones
    5. Referencias
      bibliográficas

    RESUMEN:

    Atender a las necesidades educativas por exceso
    constituye un reto para el

    educador de todos los tiempos, que requiere bases
    teóricas sólidas para la aplicación
    de

    estrategias de orientación eficaces que propicien
    el desarrollo integral e individual del estudiante. Por esta
    razón analizamos el desarrollo histórico de los
    conceptos superdotación y talento en relación con
    los modelos de
    inteligencia.
    Este análisis evidencia una progresiva
    ampliación de los mismos desde una concepción
    genetista, enfocada sólo en aspectos intelectuales, a
    concepciones integrales y
    mucho más abarcadoras que ofrecen nuevas posibilidades al
    desarrollo del alumno y de las propias Ciencias de
    la
    Educación.

    PALABRAS CLAVES: INTELIGENCIA,
    SUPERDOTACIÓN, TALENTO.

    INTRODUCCIÓN:

    El interés
    por las capacidades intelectuales se remonta a los
    orígenes de la existencia humana. Desde entonces, la
    necesidad de enfrentarse a los inevitables problemas de
    la vida cotidiana ha movilizado los procesos
    internos de pensamiento a
    la construcción de soluciones que
    posibilitan la adaptabilidad del individuo al medio. Siendo la
    calidad del
    producto
    elaborado en la psiquis un reflejo de la capacidad intelectual
    del hombre, es
    imposible permanecer indiferente a estos procesos.

    Las particularidades individuales de la capacidad
    intelectual han captado la atención de grandes pensadores de la
    humanidad. En la Antigua Grecia,
    Platón
    (429-343 a.C.) utilizaba un conjunto de pruebas para
    determinar los talentos en su país y, una vez
    seleccionados, eran instruidos con el propósito de que en
    el futuro tomaran las riendas de la vida política de la
    nación.
    Solimán "el Magnífico" (1495-1566) enviaba por todo
    el imperio emisarios encargados de seleccionar aquellos cuyo
    ingenio despuntaba para ser instruidos en la fe mahometana y
    capacitados a fin de conducir el futuro religioso, militar,
    científico y artístico del imperio.
    Lamentablemente, no en todas las épocas ni sociedades los
    individuos excepcionalmente dotados han encontrado terreno
    propicio para develar el esplendor de sus capacidades.

    La excepcionalidad intelectual, y como expresión
    de ella, la superdotación y el talento, marcan una
    diferencia que se construye de manera dinámica y personalizada en cada sujeto, y
    hace emerger necesidades educativas especiales que retan la
    competencia de
    los profesionales de la educación.

    Los intentos de negación e, incluso, una actitud
    indiferente ante la manifestación de cualquiera de las
    habilidades superiores puede conducir al ensombrecimiento de las
    mismas. Esto ocurre a través de un mecanismo en que la
    falta de estimulación o rechazo puede hacer menguar
    la
    motivación, y llega, en el peor de los casos, a una
    negación de las capacidades propias a favor del equilibrio
    adaptativo. De esta forma, se cierra o estrecha el camino que
    conduciría a obras grandiosas a favor del progreso de la
    humanidad.

    Ante tal peligro, es necesario promover en los
    educadores un acercamiento a los

    aspectos teóricos relacionados con la
    superdotación y el talento que faciliten la

    comprensión de las particularidades
    psicológicas individuales de estos sujetos y su
    orientación educativa.

    El trabajo que presentamos constituye un análisis
    del desarrollo histórico de los conceptos de
    superdotación y talento a partir de su relación con
    los modelos de inteligencia.

    DESARROLLO:

    Las últimas décadas del siglo XIX marcaron
    el inicio del acercamiento científico a la
    comprensión de la inteligencia. Los trabajos de Francis
    Galton sobre las capacidades humanas y sus estudios sobre la
    participación de los aspectos hereditarios y
    psicofisiológicos en la inteligencia, a pesar de carecer
    de respaldo teórico alguno, ejercieron un fuerte impacto
    en el quehacer investigativo de la época y allanaron el
    camino a esfuerzos posteriores. Así, el siglo XX nos
    presenta nuevas pesquisas que dan origen a tres concepciones
    explicativas del proceso
    psicológico antes mencionado: la monolítica, la
    factorial y la jerárquica.

    La concepción monolítica constituye un
    acercamiento primario, escasamente elaborado y de muy
    fácil comprensión de la inteligencia, que presenta
    la misma como un factor unitario que se manifiesta en todas las
    capacidades humanas. Al ser un constructo único, se
    expresa de la misma manera en cualquier tipo de actividad
    intelectual, por lo cual, conociendo su manifestación en
    sólo un área determinada, se puede predecir su
    comportamiento
    en cualquiera de las restantes.

    Binet y Simon (1905), los primeros representantes de
    esta corriente, enuncian el concepto de edad
    mental, que no es más que el resultado obtenido al
    comparar las capacidades individuales con el rendimiento promedio
    de la edad. La prueba utilizada con este fin fue diseñada
    por Binet en el contexto escolar y sólo medía
    habilidades adquiridas en el mismo. De esta forma, se evidencia
    el rendimiento académico como expresión directa de
    la inteligencia, sin atender a las particularidades de los
    procesos psicológicos implicados en actividades de otra
    índole y dejando a un lado la participación de
    factores diversos en el proceso de aprendizaje. La
    edad mental es un concepto inflexible que aleja al investigador
    de la individualidad del sujeto.

    Siguiendo la línea de Binet, Stern propone su
    fórmula de coeficiente intelectual de proporción,
    que obtiene dividiendo la edad mental por la cronológica y
    multiplicando el resultado por 100 (CI = EM/EC x 100). Pero
    parece ser que tal proporción no resulta factible para
    medir la inteligencia; los valores de
    CI descienden aceleradamente a partir de los 16 a 18 años
    con el retraso de la edad mental en relación con la
    cronológica. Por otra parte, Stern no supera las
    deficiencias del modelo
    anterior, como tampoco lo hace el resto de los autores que siguen
    esta corriente.

    La propuesta de Spearman (1904) constituye un paso de
    avance dentro de la concepción monolítica, al
    reconocer la existencia de habilidades que se manifiestan de
    acuerdo a las particularidades de la actividad. Aplica la
    metodología del análisis factorial y
    enuncia la teoría
    del factor. Spearman considera que las pruebas de inteligencia
    incluyen dos elementos fundamentales: un factor general (g)
    contenido en todas las pruebas y otro específico (s)
    propio de las habilidades medidas en el instrumento utilizado.
    Mientras el factor g permanece constante en toda actividad
    intelectual, el factor s varía de acuerdo a las características o requerimientos de la
    misma. Sin embargo, la determinación del factor general se
    ve favorecido por la similitud de los instrumentos utilizados por
    el autor, basados en su mayoría en los de Binet o Terman,
    el último de los cuales adaptó la prueba del
    primero a la población norteamericana. Aunque la
    teoría de Spearman supone un acercamiento a las tesis
    factorialistas, realmente le presta muy poca atención a
    los factores específicos, por lo cual su mérito no
    va más allá de la mención de los
    mismos.

    Uno de los valores de la
    concepción monolítica fue que en su seno surgieron
    los instrumentos de
    medición de la inteligencia. Si bien éstos no
    lograron su propósito de medir toda la inteligencia, sino
    sólo una parte de ella, y fueron utilizados inicialmente
    para etiquetar a los niños y
    reducir las posibilidades educativas de los menos capaces,
    aún se emplean y se ha comprobado que tienen cierto
    poder
    predictivo sobre el rendimiento académico.

    Los autores factorialistas consideran más de
    cerca la complejidad de la inteligencia al encontrarle diversos
    componentes que dan lugar a actitudes
    mentales diferentes. El modelo de las aptitudes mentales
    primarias de Thurstone (1938) y el de la estructura del
    intelecto de Guilford (1967) responden a dicha
    interpretación.

    Thurstone señala siete componentes fundamentales:
    comprensión verbal, habilidad numérica, memoria,
    razonamiento inductivo y deductivo, percepción
    y relaciones visuales y espaciales. Podemos notar que
    éstos responden a habilidades que se manifiestan en el
    ámbito académico. En estudios posteriores,
    Thurstone encuentra un factor de segundo orden semejante al g de
    Spearman, lo cual hace suponer que sus componentes no son
    más que una descomposición del mismo.

    Guilford, por su parte, detalla aún más
    los componentes de la inteligencia con un modelo estructural que
    comprende tres dimensiones: contenidos, operaciones y
    productos,
    constituidos por diferentes elementos. La combinación en
    tríos de cada una de las dimensiones da lugar a ciento
    veinte factores que recogen aspectos como la creatividad y
    la inteligencia social.

    La concepción jerárquica, por su parte,
    presenta la estructura de la inteligencia en dos niveles
    fundamentales: factores primarios o elementales, próximos
    a la conducta, y
    factores secundarios, que se deducen de los anteriores y
    están más relacionados con aspectos teóricos
    del proceso intelectual. El factor g se encontraría en la
    cima de los factores de segundo orden.

    Mientras los factorialistas colocan en la misma
    dimensión la totalidad de componentes intelectuales,
    algunos autores jerárquicos, como Vernon (1969), les
    atribuyen distintos grados de significación. Otros, como
    Cattell (1971) y Jäeger (1969) hacen subdivisiones de los
    mismos.

    Cattell (1963, 1971) hace referencias a aspectos
    genéticos y culturales de la inteligencia y encuentra
    solución al siempre presente dilema de la
    participación de unos u otros factores en la
    determinación de la misma al presentar los de segundo
    orden Gf –inteligencia fluida y Gc –inteligencia
    cristalizada. La primera está determinada por factores
    genéticos y tiene mayor influencia durante los primeros
    años de la vida; la segunda es producto de la experiencia
    y participa en la realización de actividades
    específicas. Su teoría tiene una implicación
    importante para las Ciencias de la Educación al plantear
    el carácter
    dinámico de la inteligencia y la posibilidad de
    desarrollarla por medio del aprendizaje.

    Vernon propone cuatro niveles en su modelo: g, factores
    de grupo,
    factores menores de grupo y factores específicos. Entre
    los factores menores de grupo define el
    verbal-numérico-escolar y el
    práctico-mecánico-espacial-físico como
    sustentos del desempeño intelectual.

    El estudio de la superdotación también es
    iniciado por Galton como prolongación de sus ensayos sobre
    la inteligencia y en armonía con sus concepciones
    genetistas, aunque en términos de genialidad. Como
    único fundamento metodológico se da a la tarea de
    investigar las familias de personas destacadas en diversas
    esferas de la vida social, buscando padres o hijos también
    "eminentes". Galton utiliza los hallazgos de sus investigaciones
    para demostrar su tesis sobre la heredabilidad de la
    inteligencia. En efecto, encontró una alta
    correlación entre el rendimiento escolar de los sujetos y
    sus familiares analizados, pero el hecho de no contar con
    métodos
    científicos le resta valor a sus
    resultados. Además, una buena posición social no
    siempre coincide con un alto grado de capacidad intelectual,
    siendo este muchas veces el resultado de factores
    económicos y culturales.

    Otra de las concepciones de superdotación se
    deriva de los modelos monolíticos y está
    representado por Terman (1926). Su definición comprende el
    "1% más alto de habilidad general intelectual medido con
    la Escala de
    Inteligencia de Stanford-Binet o un instrumento parecido"
    (1926)1. La prueba Stanford-Binet fue la
    versión de la prueba de Binet realizado por Terman y
    empleada en la investigación que nos ocupa . Terman
    utiliza como criterio de superdotación una
    puntuación superior a 140.

    Este autor pretendía hacer un estudio
    longitudinal de un conjunto de niños superdotados para
    comprobar si al llegar a la edad adulta eran capaces de expandir
    su potencial a alguna acción precisa. Por medio de
    cuestionarios, informes,
    exámenes médicos, etc., examinó los
    ambientes familiares y escolares, las particularidades
    físicas y psicológicas, esfera de intereses y
    conocimientos de los niños. Entre los resultados obtenidos
    destacan los siguientes:

    Herencia y
    medio ambiente
    superior.

    -Superioridad física respecto a
    otros niños de su edad.

    -Mayor amplitud motivacional.

    Terman estudió profundamente los 150 sujetos que
    más éxito
    habían obtenido al pasar los años y los 150 menos
    exitosos. La diferencia entre ellos no estaba dada por factores
    intelectuales: al parecer, jugaban un papel
    importante factores de personalidad,
    especialmente los relacionados con la motivación
    de logro, capacidad de decisión, autoconcepto y
    autocontrol. Aunque estos hallazgos no tuvieron consecuencias
    posteriores en la teoría de Terman, sí llamó
    la atención a otros autores sobre la importancia de
    factores personológicos y motivacionales en el desarrollo
    del talento.

    La muestra escogida
    estaba sesgada por una elevada proporción de individuos
    provenientes de contextos familiares favorables a la
    educación y de procedencia urbana. De todas formas, es de
    destacar su aporte metodológico, que adquiere
    significación en tanto posibilita un mayor grado de
    objetividad de los resultados obtenidos. Por otro lado, sus
    experiencias contribuyeron a modificar la percepción
    social que existía en aquel entonces sobre la
    superdotación.

    El enfoque monolítico no da lugar a una
    conceptualización acabada de la superdotación.
    Recordemos que la prueba de Binet sólo medía
    procesos intelectuales implicados en el aprendizaje
    escolar y que la adaptación efectuada por Terman
    arrastraba el mismo sesgo metodológico. Más bien,
    en este ámbito, se podría descubrir el talento
    académico y no las aptitudes enmarcadas en áreas
    específicas.

    El propio Terman se propuso, al iniciar la
    investigación, seleccionar los talentos musicales,
    artísticos o de inventiva mecánica dentro de los niños que
    participaran en la misma, pero al descubrir que también
    tenían un elevado coeficiente intelectual prefirió
    no apartarlos del grupo original.

    Como podemos apreciar, su enfoque es restrictivo desde
    el punto de vista educativo, pues limita las posibilidades de
    desarrollo solamente a los superdotados que representan el 1% de
    la población y que, además, eran seleccionados por
    medio de un instrumento que no sólo obviaba aspectos no
    intelectuales, sino que ni siquiera propiciaba una medición completa de la
    inteligencia.

    Sin embargo, los modelos factoriales, al prestar
    atención a las habilidades que se despliegan en
    áreas específicas, permitieron delimitar los
    conceptos de superdotación y talento.

    Una teoría interesante que responde a esta
    concepción es la que propone Guilford (1967), quien
    presenta el talento como especialización en alguna forma
    de procesamiento o de información y relaciona la
    superdotación con la combinación de producción convergente y divergente.
    Mientras la primera explica la unidireccionalidad de pensamiento,
    la segunda equivale a la creatividad o posibilidad de encontrar
    alternativas múltiples de solución a un problema
    inicial.

    Su detallada delimitación de componentes de la
    inteligencia le permite referirse a talentos en habilidades
    específicas que trascienden las adquiridas en el
    ámbito escolar. Distingue el talento de la
    superdotación, lo cual posibilita un tratamiento educativo
    diferenciado que responda a los intereses o necesidades
    educativas de unos y otros atendiendo a sus
    características como grupo.

    Resulta curioso notar que relaciona la
    superdotación y no el talento con la
    combinación de producción convergente y divergente.
    Es decir, considera al talento con relativa independencia
    del desarrollo de habilidades intelectuales y lo relaciona con la
    adquisición de habilidades en el área
    específica donde éste se origina.
    Determinados
    tipos de talento como el social, musical o psicomotriz, por
    mencionar solamente algunos, no tienen que estar necesariamente
    respaldados por un alto coeficiente de inteligencia o destrezas
    cognitivas del tipo de pensamiento convergente o divergente. Con
    otros tipos de talento, como el f'ísico y el
    matemático, ocurre lo contrario.

    Sin embargo, la superdotación requiere
    más de habilidades intelectuales y se extiende a un mayor
    número de áreas en las cuales estos individuos
    adquieren conocimientos y destrezas, aunque generalmente en menor
    magnitud que las que adquiere el talento en el área
    específica en que éste se
    circunscribe.

    Desde los modelos jerárquicos no se ha prestado
    atención a estos fenómenos, si bien la manera de
    enfocar las capacidades intelectuales no cierra el camino hacia
    su interpretación.

    Una definición más reciente de
    superdotación es la declarada por Marland (1972) y
    adoptada por la Oficina de
    Educación de los Estados Unidos de
    América
    (USOE), en que se incluyen seis áreas de talento:
    habilidad intelectual general, aptitud académica
    específica, pensamiento productivo o creativo, habilidad
    de liderazgo,
    artes visuales o de representación y habilidad
    psicomotriz. Aunque no distingue la superdotación del
    talento, aporta elementos explicativos de ambos.

    Renzulli critica este criterio por no tomar en
    consideración los factores motivacionales y por mezclar
    categorías de distinta naturaleza.

    La concepción de la inteligencia ha experimentado
    variaciones de forma continua, desde el intento de
    cuantificación de la misma a la explicación de los
    mecanismos internos que articulan el proceso de pensamiento. En
    correspondencia con dicha evolución han surgido nuevos modelos que se
    centran en los aspectos metacognitivos para interpretar la
    superdotación.

    Sternberg, por ejemplo, presenta la teoría
    triárquica del talento intelectual, en la que se explica
    el talento a través de tres subteorías: la
    componencial, la experiencial y la contextual.

    La subteoría componencial hace referencia a los
    mecanismos mentales de procesamiento de la información que
    conforman la inteligencia excepcional y que el autor divide en
    metacomponentes, componentes de realización y componentes
    de adquisición de conocimientos.

    Los metacomponentes son los encargados de guiar,
    planificar y tomar decisiones en tareas de pensamiento. Sternberg
    especifica seis metacomponentes en la aplicación de los
    cuales destacan los individuos talentosos:

    -Decisión sobre los problemas a
    solucionar.

    Selección
    de los componentes de orden menor en la solución de
    problemas.

    -Consideración de la estrategia a
    seguir.

    -Selección de las representaciones para
    informar.

    -Resolución en la designación de
    componentes en la solución de problemas.

    -Solución guiada en la resolución de
    problemas.

    Los componentes de realización son operaciones
    más específicas monitorizadas por los
    metacomponentes que posibilitan el despliegue de estrategias en la
    solución de un problema. El autor identifica siete
    componentes de realización esenciales en la
    solución de problemas de manera inductiva:
    codificación, inferencia, organización, aplicación,
    comparación, justificación y respuesta.

    Los componentes de adquisición son los mecanismos
    utilizados para adquirir información novedosa, extraer de
    la memoria la
    ya existente y aplicar a otro contexto los conocimientos
    incorporados. Los más relevantes son la
    codificación selectiva, la combinación selectiva de
    la información recién incorporada y su
    comparación con la almacenada en la memoria.

    La teoría componencial nos permite adentrarnos en
    el interior cognitivo del talento intelectual y, una vez
    conocidas las estrategias de aprendizaje de estos sujetos,
    emplearlas en la orientación educativa tanto de los
    estudiantes no talentosos como de los talentos intelectuales con
    bajo rendimiento académico debido a dificultades en la
    calidad del procesamiento cognitivo.

    En segundo lugar encontramos la subteoría
    experiencial, aquella que atiende el desempeño de acuerdo
    a la frecuencia con la que el sujeto se enfrenta a una
    situación determinada. Según Sternberg, la
    inteligencia se manifiesta tanto en la capacidad para enfrentarse
    a "situaciones nuevas" como en la capacidad para interiorizar lo
    aprendido y/o "automatizar la información". Sugiere que
    "la inteligencia excepcional está mejor medida por tareas
    que son no atrincheradas, en el sentido de no requerir tipos de
    procesamiento de la información fuera de la experiencia
    ordinaria"2. De esta forma, retoma la función
    del aprendizaje en el desarrollo del talento y diferencia las
    habilidades adquiridas como consecuencia de éste de la
    capacidad de producir soluciones creativas, rápidas y
    eficaces ante un problema desconocido.

    La última es la subteoría contextual del
    talento intelectual, que analiza la participación de
    variables
    situacionales como las distracciones, interrupciones,
    contratiempos y tensiones en la expresión de la
    inteligencia.

    Sternberg considera que una definición de
    inteligencia contextual debe incluir las características
    siguientes:

    -Pertinencia.

    -Intencionalidad.

    -Adaptación.

    -Modelación del ambiente.

    -Selección del ambiente.

    La teoría de Sternberg aporta una visión
    amplia de la excepcionalidad intelectual al explicar los
    mecanismos internos de procesamiento de información que
    subyacen en la inteligencia. Los procesos internos no son
    separados de la realidad externa que los circunda y se incluyen
    elementos de creatividad al evaluar al individuo en situaciones
    novedosas que requieren un alto grado de productividad.

    Renzulli (1994) propone el concepto de los tres anillos
    de la superdotación. Este autor convoca a los
    profesionales de la educación a considerar el
    tránsito del concepto tradicional de superdotación
    a la preocupación por desarrollar "comportamientos
    superdotados" en los estudiantes. El carácter
    dinámico de su definición se recoge en el siguiente
    planteamiento: "creo que los comportamientos superdotados tienen
    lugar en determinadas personas (no en todo el mundo), en
    determinados momentos (no todo el tiempo) y bajo
    determinadas circunstancias (no todas las
    circunstancias)"3.

    Podríamos preguntarnos cómo es posible
    lograr comportamientos superdotados. Este autor señala
    tres condiciones básicas: habilidad superior a la media,
    creatividad y compromiso con la tarea. La intersección
    entre estos tres grupos de
    habilidades, y no uno solo de ellos, es lo que da lugar a este
    tipo de conducta.

    Habilidad muy por
    encima de la media

    Al considerar una habilidad muy por encima de la media,
    Renzulli se refiere a personas que representan del 15% al 20% de
    la población superiores en habilidad en algún
    área de trabajo, un margen significativo si tenemos en
    cuenta la definición de Terman que sólo
    incluía el 1%. La habilidad muy por encima de la media se
    manifiesta tanto en una habilidad general como en
    específicas. La general es la capacidad de procesar
    información, integrar nuevas experiencias y desarrollar un
    pensamiento abstracto. Al estar presente en numerosas tareas de
    aprendizaje, se encuentra especialmente desarrollada en el
    talento académico y puede ser medida con las pruebas de
    inteligencia.

    Renzulli señala las siguientes habilidades
    generales:

    -Alto nivel de pensamiento abstracto, razonamiento
    verbal y numérico, relaciones espaciales, memoria y
    fluidez verbal.

    -Adaptación y modelado frente a nuevas
    situaciones que aparecen en el entorno externo.

    Automatización del procesamiento de
    información: rapidez, exactitud y recuperación
    selectiva de la información.

    Las habilidades específicas "consisten en la
    capacidad de adquirir conocimientos, patrones o la habilidad para
    realizar una o más actividades de tipo especializado y
    dentro de una gama restringida"4. Se enmarcan en
    áreas limitadas de actuación como el ballet, la
    música,
    las matemáticas, la pintura, etc.
    y pueden subdividirse en áreas aún más
    específicas. Algunas de estas (como las matemáticas
    y la física) están estrechamente relacionadas con
    la aptitud general y pueden ser medidas con pruebas de
    inteligencia. Otras requieren instrumentos diseñados
    especialmente con este fin y algunas, incluso, no tienen otra
    forma de comprobarse sino por medio de técnicas
    que guían el análisis de la
    actuación.

    Las habilidades generales han sido especialmente
    atendidas en las diferentes concepciones de superdotación,
    aunque limitándose en algunas ocasiones a aquellas que
    pueden ser medidas con las técnicas de inteligencia. Si
    bien se ha comprobado que estos instrumentos son buenos
    predictores de rendimiento académico, no es menos cierto
    que existe una relación dudosa entre las puntuaciones de
    coeficiente de inteligencia y el éxito profesional
    aún en áreas que exigen una elevada capacidad
    intelectual. Renzulli se percata de la restricción de las
    pruebas de inteligencia y por eso propone la utilización
    de técnicas que respondan a la naturaleza del talento.
    Además, entra a considerar otros aspectos quizás
    con un grado de participación menos estable en el
    comportamiento del talento, pero no por ello carentes de
    importancia, como son los factores motivacionales y de
    creatividad.

    Compromiso con la tarea

    El segundo grupo de características
    señalado por Renzulli es aquel que enfatiza en los
    aspectos volitivos de la superdotación. Más que en
    una motivación general, se centra en la actitud consagrada
    al área especial de interés que conduce a la
    materialización de las potencialidades
    creadoras.

    El compromiso con la tarea se hace notar en la
    perseverancia, dedicación, resistencia,
    esfuerzo, interés y entusiasmo con que el individuo
    enfrenta la actividad. Incluye aspectos personológicos,
    como una gran seguridad en
    sí mismo, autodominio y confianza en las habilidades
    propias, además de sentido estético y capacidad
    para descubrir problemas relevantes dentro del área de
    interés.

    Creatividad

    El tercer grupo de características se expresa en
    la originalidad, flexibilidad depensamiento, apertura a lo nuevo,
    interés, e incluso osadía y atrevimiento ante lo
    desconocido. La creatividad es la que explica la curiosidad de
    los superdotados, que les impele a indagar en el área de
    interés y, así, adquirir información sobre
    este campo y establecer nuevas relaciones entre los diversos
    fenómenos que en él ocurren. Renzulli explica que
    el hecho de que en estos sujetos surjan con mayor frecuencia
    ideas creativas posibilita un acercamiento a la tarea en
    cuestión. De la misma manera, encontrarse comprometidos
    con la actividad les hace dedicar mayor tiempo al esfuerzo
    intelectual, favoreciendo el surgimiento de ideas creativas que
    llegan para recompensar la perseverancia.

    La teoría original de Renzulli ha sido
    enriquecida con la inclusión de factores ambientales y de
    personalidad que inciden sobre la interacción de los tres
    anillos en la

    producción de comportamientos
    superdotados.

    El modelo de los tres anillos es flexible en tanto
    acepta la compensación del déficit de un grupo de
    características con una mayor amplitud en uno o dos de los
    restantes. Al entrar a considerar tanto la "superdotación
    de escuela" como la
    "creativa-productiva" amplía el concepto de talento y lo
    extiende a áreas específicas de
    interés.

    Las consideraciones prácticas de Renzulli tienen
    implicaciones teóricas en el Modelo de Enriquecimiento
    Triádico o Puerta Giratoria, una propuesta interesante
    para motivar a los "superdotados" o "potencialmente superdotados"
    y brindarles condiciones adecuadas para el desarrollo de la
    creatividad, favoreciendo de esta manera niveles de rendimiento
    compatibles con su capacidad.

    Al referirse tanto a habilidades generales como
    específicas, Renzulli sienta bases sólidas para
    diferenciar al superdotado del talentoso. Podemos incluir en la
    primera categoría aquellos con un desarrollo significativo
    de los procesos intelectuales que les permitan una
    actuación superior en cualquier tipo de tareas de
    aprendizaje. Sus capacidades pueden manifestarse de manera
    especial en una o varias áreas de actuación. El
    talento, sin embargo, es aquel que se destaca en la
    adquisición de conocimientos, habilidades o destrezas en
    un área limitada de interés en la cual puede
    alcanzar rendimientos incluso por encima de los
    superdotados.

    Es imposible lograr el desarrollo óptimo del
    talento si sólo atendemos a aspectos cognitivos o nos
    centramos en las habilidades propias del campo donde se
    manifiesta la excepcionalidad. Ni siquiera es suficiente tener en
    cuenta elementos motivacionales y de creatividad si recordamos
    que su expresión está dada por las particularidades
    del individuo. Es imprescindible, por tanto, incluir en el
    desarrollo del talento una educación integral de la
    personalidad que cree condiciones propicias para la
    autorregulación del progreso social e
    intelectual.

    CONCLUSIONES:

    El análisis del desarrollo histórico de
    los conceptos talento y superdotación presupone un
    acercamiento al desarrollo del concepto inteligencia, no
    sólo porque dentro del estudio de esta última
    surgen los primeros, sino por el paralelismo evolutivo de
    ambos.

    Originado en la concepción monolítica de
    la inteligencia y en términos de ¨genialidad¨, el
    concepto de superdotación nace con las limitaciones
    propias de los primeros modelos de inteligencia. El hecho de ser
    sumamente selectivo y centrarse únicamente en aspectos
    intelectuales, no da lugar al reconocimiento del talento como
    forma de excepcionalidad intelectual.

    No es sino hasta el surgimiento de los modelos
    factoriales que se delimitan los conceptos superdotación y
    talento. La superdotación es considerada a partir de este
    momento en relación con el desarrollo de habilidades
    intelectuales que posibilita el éxito en tareas de esta
    índole. El talento, por su parte, es relativamente
    independiente del desarrollo intelectual y está
    relacionado con la adquisición de habilidades en las
    áreas específicas donde este surge.

    Con un mayor grado de flexibilidad, las teorías
    actuales atienden aspectos motivacionales y contextuales.
    Incluso, se ha llegado a plantear la necesidad de superar el
    concepto tradicional de superdotación para atender los
    comportamientos superdotados del estudiante. Así, se abren
    las puertas a la labor educativa y en nuestras manos queda la
    inmensa responsabilidad de descubrir y estimular
    comportamientos talentosos y superdotados que contribuyan al
    beneficio social y al bienestar psicológico
    individual.

    Referencias
    bibliográficas:

    1. Renzulli JS. El concepto de los tres anillos de la
      superdotación: un modelo de desarrollo para una
      productividad creativa. En: Colectivo de autores.
      Intervención e investigación psicoeducativas en
      alumnos superdotados. 1994. Amarú Ediciones.
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      en la concepción de Sternberg. En: Colectivo de
      autores. Intervención e investigación
      psicoeducativas en alumnos superdotados. 1994. Amarú
      Ediciones. Salamanca. P. 34.
    3. Renzulli JS. El concepto de los tres anillos de la
      superdotación: un modelo de desarrollo para una
      productividad creativa. En: Colectivo de autores.
      Intervención e investigación psicoeducativas en
      alumnos superdotados. 1994. Amarú Ediciones.
      Salamanca. P. 64.
    4. Renzulli JS. El concepto de los tres anillos de la
      superdotación: un modelo de desarrollo para una
      productividad creativa. En: Colectivo de autores.
      Intervención e investigación psicoeducativas en
      alumnos superdotados. 1994. Amarú Ediciones.
      Salamanca. P. 55.

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    investigación psicoeducativas en alumnos superdotados.
    1994. Amarú Ediciones. Salamanca.

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    5. Coriat AR. Los niños superdotados. Enfoque
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    16. Winzer M. Children With Exceptionalities. 1993.
    Prentice-Hall Canada Inc.
    Scarborough, Ontario.

     

     

     

     

    Autor:

    Lillian Bedia Abella

    Profesora de la Universidad de
    Holguín.

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