Monografias.com > Estudio Social
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Capitalismo, naturaleza y liberación. Una nueva discusión sociológica desde la teología




Enviado por marjarapo



Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Prólogo
    3. Introducción
    4. Tema
    5. Objetivos
    6. Marco
      teórico conceptual
    7. Metodología
    8. Presentación de la
      información
    9. Análisis
      de resultados
    10. Bibliografía
    11. Anexos

    A todos los hombres y mujeres que, aun
    sin estar de moda, siguen
    creyendo que otro mundo es posible.

    RESUMEN

    Capitalismo, naturaleza y liberación: una
    discusión sociológica desde la teología, es
    una monografía
    que pretende analizar la propuesta de la ecología de la
    liberación; su defensa del medio
    ambiente, y del ser humano como integrante de un mismo
    organismo vivo. Así mismo busca demostrar que el sistema
    económico capitalista, es el factor principal de la
    destrucción del planeta y de la situación de
    pobreza en la
    que se encuentran sumidos dos tercios de la población mundial.

    La investigación, recorre los inicios de la
    teología de la liberación hasta llegar a la
    ecología de la liberación, haciendo énfasis
    en su propuesta de opción por los pobres como el camino a
    seguir en el trabajo con
    las comunidades. De igual forma, se abordan las diferentes
    conceptualizaciones que sobre desarrollo se
    han venido haciendo, principalmente la idea de un desarrollo
    alternativo, que busque una calidad de vida
    acorde a los requerimientos de las mayorías oprimidas y
    excluidas del planeta. Finalmente, se confrontan los principios de
    dicha corriente ecológica y su propuesta educativa, y para
    de esta manera encontrar sus coincidencias con las iniciativas de
    IAP y educación popular.

    La presente es una investigación de tipo
    documental. La cual se sustenta principalmente en el estudio de
    los libros: la
    dignidad de la tierra,
    Principio-tierra y
    Ética
    planetaria de Leonardo Boff, así mismo, en revistas como
    Pasos y Eco lógica,
    y documentos de los
    teólogos Pedro Casaldáliga, Helio gallardo y
    José María Vigil, entre otros. Todo esto,
    enriquecido con entrevistas de
    personas versadas en el tema, entre los que se cuentan: el Padre
    Ancízar Cadavid, el Padre Luiz Carlos Susin y el Padre
    Gabriel Díaz.

    PRESENTACIÓN

    SERMÓN DE LA MONTAÑA DEL
    CORCOVADO

    En aquellos días, el Cristo del Corcovado, en la
    ciudad de San Sebastián de Río de Janeiro, se
    estremeció y se reanimó. Lo que era cemento y
    piedra se hizo carne y sangre.
    Extendió los brazos, queriendo abrazar la ciudad y el
    mundo, abrió la boca y dijo:

    «Siento pena de vosotros, millones y millones de
    hermanas y hermanos, mis más pequeñitos, expulsados
    de las tierras, solitarios, escondidos en las selvas, amontonados
    en las periferias, caídos en tantos caminos, sin
    ningún samaritano para socorreros.

    »Bienaventurados sois todos vosotros, pobres,
    hambrientos, enfermos y desesperados. Poco importan vuestras
    virtudes o vicios. Importa mucho el hecho de que sois oprimidos,
    víctimas de una sociedad
    perversa.

    »Mi Padre, que es dador de vida, os tiene en su
    corazón. ÉL va a inaugurar su reino
    de vida, de justicia, de
    ternura y de libertad
    comenzando por vosotros. Vuestras blasfemias no son para
    mí blasfemias. Son súplicas lacerantes. Vuestro
    individualismo no es para mí egoísmo. Es voluntad
    férrea de sobrevivir. Vuestra pasión dolorosa tiene
    más estaciones que la mía. Vosotros
    actualizáis y perpetuáis mi Pasión redentora
    por los siglos de los siglos.

    »¡Ay de vosotros, dueños del poder, que
    hace más de quinientos años chupáis la
    sangre de los trabajadores! Vosotros los redujisteis a
    combustible barato para que vuestras máquinas
    fabricasen interrumpidamente riqueza injusta.

    »Hasta mi santo nombre vosotros usasteis para
    legitimar vuestro orden que es desorden y no trae progreso para
    el pueblo.

    »Generación perversa, ¿hasta
    cuándo provocaréis la paciencia de estos mis
    siervos sufridores? El juicio exterminador de Dios, que se
    realiza todavía en esta historia, pesa sobre
    vuestras empresas.

    »No seré yo ni mi Padre el que os juzgue,
    sino todas las víctimas que hicisteis.

    »¡Mirad sus rostros! Conservad sus rasgos.
    Ellos serán vuestros jueces.

    »¡Sólo existe para vosotros un camino
    de salvación, un único camino: haceros solidarios
    con las luchas de los oprimidos que buscan pan, libertad, ternura
    y belleza no sólo para sí, sino también para
    vosotros y para todos!

    »Asumid el proyecto de los
    pobres, que es de transformación para que haya más
    vida y libertad para todos.

    »¡Bendita patria grande latinoamericana!
    Cómo deseo que seáis en medio de todos los pueblos,
    que son igualmente pueblos de Dios, la expresión de mi
    alegría de ser, de mi apertura sin medida y de la gracia
    humanitaria de mi Padre y Vuestro Padre celestial.

    »Mirad las florestas y los matorrales, la
    gigantesca cordillera y el Amazonas inmenso, los ríos
    caudalosos y los valles profundos, los animales salvajes
    y los infinitos pájaros. Ellos son todos vuestros hermanos
    y hermanas. Domesticad vuestra ganancia. Como mi Padre los cuida,
    cuidadlos también vosotros. Los seres todos del cosmos
    también heredarán el Reino. Serán
    transfigurados y existirán para siempre junto con
    vosotros, conmigo y con el Espíritu de vida en el Reino
    del Padre.

    »Bienaventurados sois vosotros, indígenas
    americanos, mis primeros testigos en estas tierras fecundas de
    Abia Ayala. Vuestras ciudades, vuestras pirámides,
    vuestros grandes caminos, vuestros rituales, el Sol y la Luna
    que venerasteis son señales del Dios verdadero, del Dios
    de lejos y de cerca, del Dios por quien todo vive. No
    faltará misericordia por las guerras que
    hicisteis para garantizar los sacrificios humanos que
    ofrecisteis.

    »¡Ay de los que os subyugaron, de los que
    destruyeron vuestras culturas, de los que tragaron vuestras
    flores, de los que intentaron castrar el sol, de los que
    derrumbaron vuestros altares, de los que perturbaron a vuestros
    sabios, de los que impusieron sus doctrinas, de día y de
    noche, con la violencia de
    la cruz y de la espada!

    »Felices aquellos de entre vosotros que creen en
    la fuerza secreta
    de la semilla. Ellos tendrán el poder de resucitar al
    pueblo y reanimar las culturas para alegría de los viejos
    y para alabanza en el nombre santo de Dios, de Viracocha y de
    Quetzalcóatl.

    »Bienaventurados y una vez más
    bienaventurados mis hermanos y hermanas negros, siempre
    injustamente esclavizados. La humillación histórica
    que sufristeis os colocó en el corazón del Padre
    celestial. Vosotros mismos no sabéis el bien inmenso que
    proporcionáis a todos por la iniquidad que
    soportáis, resistiendo, sin perder la fe, cantando,
    bailando y soñando con la Tierra de la Promesa. Hasta el
    último día, tenéis el derecho de gritar por
    vuestro derecho, por el reconocimiento, por la libertad y por la
    vida plena.

    »Maldita sea la senzala. Maldita sea el
    pelourinho. Maldita mil veces la chibata. Malditos para siempre
    los grillos.

    »Bendito el quibombo, anuncio de un mundo de
    fraternidad y sororidad, señal del Reino terrenal y
    celestial.

    »Bienaventurados los que luchan por la tierra en
    el campo para trabajar en ella y hacer del suelo la mesa
    puesta para el hambre del mundo entero. Felices los que luchan
    por la tierra en la ciudad para poder vivir con la dignidad de
    los hijos e hijas de Dios.

    »Maldito el latifundio que roba la tierra que el
    Padre destinó a todos y que asesina a mis hermanos y
    hermanas posseiros. En verdad os digo: todavía en vida
    seréis despojados. Si no tenéis cuidado, os
    quedaréis solamente con la tierra de la sepultura que
    pesará sobre vuestro cadáver.

    »Bienaventurados sois vosotras, mujeres del
    pueblo, que resistís a todo sometimiento y que
    lucháis por una sociedad nueva en la que hombres y mujeres
    juntos, con las diferencias, la reciprocidad, la
    complementariedad y solidaridad,
    inauguraréis una fraternal alianza.

    »Benditos sois vosotros, millones de menores,
    carentes y abandonados, niños y
    niñas de la calle, victimas de una sociedad de
    exclusión que el Padre abomina. Él os
    enjugará todas las lágrimas, os apretará
    contra su pecho y jugará eternamente con vosotros porque
    su hijo Jesús también fue un día
    niño, fue amenazado de muerte y tuvo
    que huir a Egipto.

    »Felices los pastores, obispos, sacerdotes,
    religiosos y religiosas, coordinadores y coordinadoras de
    comunidades, que, humildemente, sirven al pueblo, en medio del
    pueblo y con el pueblo.

    »!Ay de aquellos que se llaman pastores pero que
    están de espaldas al pueblo y pretenden hablar en mi
    nombre, usando el cayado contra las ovejas y no contra los lobos
    voraces! No os conozco, pues sois malos pastores y no daré
    testimonio a vuestro favor cuando aparezcáis delante de mi
    Padre.

    »Bienaventuradas las comunidades de base donde
    vosotros, pobres, unís fe y vida, donde celebráis
    mi nombre, os alegráis y fortalecéis las razones de
    vivir y de luchar.

    »Felices los movimientos que buscan la
    liberación de todos, comenzando por los oprimidos y por
    los marginados. Asumisteis la misma causa por la cual
    viví, sufrí, fui crucificado y resucité:
    gestar un mundo nuevo en el cual la luz tiene
    más derecho que las tinieblas y la vida vale más
    que los bienes
    materiales.
    Que nadie os calumnie por no pertenecer a mi grupo y por no
    hablar de mí. Vosotros sois también mis
    discípulos y no estáis lejos de mi
    Reino.

    »Bienaventurados los que buscan nuevos caminos
    para sobrevivir, nuevas formas de producir, de distribuir
    comunitariamente, de consumir compartiendo. Yo os aseguro que
    caminaré con vosotros y hallaréis siempre nuevas
    formas de convivencia.

    »Bienaventurados los que esperan entre
    lágrimas la gran aurora de la liberación fruto de
    la gracia divina y de la lucha humana, porque sus ojos
    verán brillar el sol de la justicia. Bienaventurados los
    que guardan la buena voluntad, alimentan el fuego interior y
    saben creer en el sueño de un mundo nuevo.

    »Felices los que hicieron todo lo posible y
    todavía osaron realizar un poco de lo imposible. Ellos
    verán, en sus días, realizadas las esperanzas
    imprescindibles de la vida. En verdad, en verdad os digo:
    seréis verdaderamente felices porque así os
    mostráis hijos e hijas del Reino que ayudáis a
    construir, pues así él será mío y
    vuestro para siempre».

    Después de decir esas palabras de
    amonestación, de consuelo y de promesa, el Cristo
    volvió a ser nuevamente piedra, con los brazos extendidos
    y el corazón hacia fuera. Todos deben saber que son
    alcanzados por sus brazos, para que se sientan libres y
    encerrados en su corazón porque son eternamente amados. Y
    así fue ayer, y ahora, será mañana en el sol
    y en la lluvia, en el viento y en la noche, por los siglos de los
    siglos. Amén.

    LEONARDO BOFF

    La dignidad de la Tierra

    PRÓLOGO

    Cuando, en la vida cotidiana, nos percatamos de algo
    que se rompe, o duele, o crea desconcierto, o ambienta el caos
    en las relaciones interpersonales; cuando un país se
    vuelve ingobernable, cuando el malestar es cosa que habita
    todos los espíritus,… nos decimos con una
    lógica simple a la vez que profunda, "hay algo serio que
    no está funcionando". Yendo un poco más hondo
    decimos "el dolor en la coyuntura es una señal clara de
    que la estructura
    se ha envejecido y no funciona más". Eso, pensado y
    dicho en clave política, remite a
    la acción: el buen intérprete de coyunturas es un
    agente que se une a otros para ayudar a transformar o suplantar
    estructuras
    caducas e inoperantes o, peor aún, productoras de
    malestar y de muerte, y en no pocas personas sino en inmensas
    mayorías. Esto último, justamente mirado, no es
    más ni menos que el deber primario del responsable
    ciudadano de la "polis".

    Esto lo aprende todo novel estudiante de
    teología cuando hace contacto con la historia y la
    acción político-teológica del profeta
    Elías. En su tiempo (su
    historia fue compuesta a finales del Siglo IX antes de Cristo)
    rey y profeta iban juntos. Eso quiere decir que los
    políticos y los hombres de poder buscaban el apoyo de la
    religión; por eso buscaban también
    el apoyo de esos personajes carismáticos que eran los
    profetas. El apoyo de un profeta significaba el apoyo de Dios.
    Era investir al rey de carácter
    divino. Con el apoyo de un profeta era más fácil
    hacer que el pueblo obedeciera al gobierno y que
    cumpliera las órdenes del rey. Así, Dios, la
    religión y los profetas formaban parte del sistema de
    los reyes; ellos eran una pieza importante en el motor de la
    sociedad de ese tiempo.

    Sucedía, por la otra cara, que la memoria
    histórica jugaba un papel
    determinante en la vida toda de ese pueblo que se había
    conformado alrededor de Yavé. Dentro de ese panorama,
    era muy importante para el pueblo estar recordando todo lo que
    Dios había hecho en el pasado; de ese modo, los profetas
    auténticos se convertían en la memoria
    crítica del pueblo: los profetas, en efecto, le
    recordaban cosas incómodas que el poder quería
    hacer olvidar. Así nació la tensión entre
    el carisma y el poder.

    Esa tensión llegó a su momento
    culminante y más radical con la acción del
    profeta Elías: fue, de hecho, una voz que surgió
    libre de alianzas con el poder del rey, fue una voz de la
    conciencia
    del pueblo y brotó, en aquel momento, con fuerza
    independiente.

    La consecuencia más importante de esa
    acción y de esa presencia fue que el rey tuvo que darse
    al dolor de entender que su poder no era un don de Dios ni era
    un don del pueblo; que su poder no era ilimitado y que no se
    podía usar sin control; que
    el único don de todo y de todos era Yavé, el Dios
    del pueblo.

    Pero, como nada es químicamente limpio y claro
    en la historia humana, al lado de profetas como Elías se
    dieron pseudoprofetas que se ligaron a los falsos dioses del
    poder opresor; tales profetas usaron la religión en
    beneficio propio y redujeron a Dios al tamaño de sus
    propias ideas e intereses. Por dedicarse a hacerle publicidad al
    sistema del rey y por sólo decir lo que el rey
    quería que se dijera, terminaron por confundir al
    pueblo. El pueblo, con todo, se fue haciendo cada vez
    más capaz de determinar criterios para distinguir a los
    falsos, de los auténticos profetas. Y puso en vigencia,
    como criterio capital,
    éste: cuando la vida y el mensaje del profeta
    están de acuerdo con el plan de Dios,
    se trata de un auténtico profeta. Y el plan de Dios es
    que todo su pueblo esté bien. Y tanto Elías como
    el pueblo aprendieron a hacer una lectura
    simple a la vez que profunda en términos
    teológicos y políticos: cuando aparecen pobres en
    la nación, es porque algo se ha roto,
    sí, se ha roto el plan de Dios!

    Pero como todos los procesos
    históricos tienen sus trampas y sus enredos, cuando los
    pobres se volvían una realidad creciente, la
    mayoría terminaba por no darse cuenta de su presencia.
    Volvían, entonces, los profetas; y, al contrario de las
    mayorías silenciosas, resignadas e inconscientes de la
    presencia de los pobres, los profetas afinaban y arreciaban su
    voz: "entre ustedes no puede haber pobres" (Dt. 15, 4): un solo
    pobre en la nación era una clara señal de que se
    había roto un pacto, es decir, de que alguien se
    había apoderado de lo que no le pertenecía y
    había empobrecido a mucha gente. La presencia del pobre
    era una señal que convocaba la palabra del profeta y,
    por ésta, la acción del pueblo.

    ****

    Hace 510 años se trabó sustancialmente el
    destino de los pueblos de estas anchas y generosas comarcas del
    Caribe y de la actual América
    del Sur y del Centro.

    Heredera de un enrarecido ambiente
    teológico medieval, la Europa del siglo
    XV se asfixiaba política y económicamente en su
    afán por extender a toda costa la cristiandad, en
    detrimento de los pueblos gentiles o infieles. En ese contexto se
    entiende la filosofía política del descubrimiento
    de nuestras tierras. Por su vecindad con el mundo
    islámico, España se
    había vuelto el centro desde el cual se reducía esa
    porción del mundo, a su fe o a la nada. De ese modo, en su
    calidad de epicentro de las "guerras de religión", la
    península ibérica había pasado a ser el
    auténtico centro de la cristiandad. Justamente en ese
    mismo siglo XV había caído Constantinopla y con
    ello se había puesto en grave peligro la frontera oriental
    del mundo cristiano. España se va a la reconquista, la
    logra, cede la amenaza y queda el terreno abierto para nuevas
    expansiones, previa expulsión de los judíos: a las
    islas Canarias, al Norte de África, a Asia y a
    América.

    Este avance ibérico desplaza a las nuevas
    regiones conquistadas, los conceptos inspiradores y fundantes de
    la anterior campaña: el sacrosanto derecho a extender e
    imponer la cristiandad, más el sacrosanto deber de reducir
    a los infieles o bárbaros: "Estoy peleando por la fe
    –escribe Hernán Cortés desde estas tierras
    Americanas hacia 1520-. La causa principal a que venimos a estas
    partes es por ensalzar y predicar la fe de Cristo, aunque
    juntamente con ella se nos sigue honra y provecho, que pocas
    veces caben en un saco".

    Esa ideología básica corresponde, no
    sólo a España –el centro- sino a toda Europa,
    vale decir, a la cristiandad, y va en contravía con los
    proyectos
    históricos y vitales de los pueblos, regiones y
    continentes avasallados. A éstos se les llama infieles.
    Por esa lamentable condición de infieles, viven en
    situación de "pecadores permanentes", es decir, han
    perdido por el pecado todos sus derechos. Así reza la
    teología de Juan Wycliffe desde un siglo antes de la
    conquista de América. Juan López de Palacios
    Rubios, consejero del Rey Fernando el Católico por el
    año 1514, le exhorta y anima en su campaña de
    saqueo contra el "Nuevo Mundo": Cristo fue soberano en lo
    espiritual y en lo temporal y delegó tal soberanía en el Papa. Los reinos infieles
    recién descubiertos no gozan por razón alguna, de
    independencia
    con respecto al Pontífice y a la Sede Romana; por lo
    tanto, tienen que someterse a la potestad de ésta en lo
    que pidiere y mandare. Las tierras que los infieles habitan y
    usufructúan no les pertenecen, entonces. Son sólo
    administradores interinos de las mismas hasta cuando la Sede
    Romana decida reclamar su derecho sobre ellas.

    El Bachiller Enciso, por citar sólo una muestra de la
    eficacia de
    tales razonamientos, en 1519 cabalgó sobre esa
    teología católica de la casa real española,
    para justificar la reducción de los pueblos del
    Darién, de Nuevo México, de
    Nueva Galicia y del Perú, entre otros. La llamó "el
    requerimiento". Puso exactamente el mismo andamiaje
    "teológico" y le añadió una nueva
    conclusión: "y el Papa ha decidido venir por estas tierras
    que le pertenecen, arrebatarlas a sus usuarios interinos -los
    infieles- y entregarlas a la Corona de España".

    *****

    "Lo que por agua viene,
    por agua se va" reza un adagio devenido de la filosofía
    popular de nuestros pueblos. Podríamos analogizarlo
    diciendo "y lo que por teología se hizo, por
    teología se deshará". Parece que así fueron
    el sentir y el pensar que inspiraron a las comunidades de
    creyentes cristianos y empobrecidos de nuestro continente a
    partir de la década de los sesentas. Había un
    ambiente favorable para la nueva profecía. Y para la
    praxis de liberación que de ella se deriva.

    La intuición renovadora de un Papa anciano
    –Juan XXIII-, bonachón y conservador sin
    ingenuidades, había abierto las puertas de una Iglesia
    apertrechada en un poderío dañino, sigilosamente
    construido y conservado por siglos. Y las había abierto
    para que en ella entrasen "los nuevos vientos del
    Espíritu". Esa intuición se volvió Concilio
    Ecuménico. Y en América
    Latina se convirtió en toda una explosión de
    esperanza y de nuevas lecturas de una fe que, hasta entonces, era
    sólo obediencia ciega y folclor ecléctico y
    sumisión resignada –en nombre de Dios- a los poderes
    tenebrosos que gobernaban a sus naciones.

    En su silencio secular, los teólogos y
    teólogas del continente venían preparándose
    y construyendo -con paciencia y creativa mansedumbre- pensamiento
    nuevo desde su fe cristiana. Habían empezado una nueva
    teología. Y llegada era la hora de salir gozosos por el
    mundo a decirla, a volverla acción nueva,
    predicación remozada, alianzas jóvenes y lozanas,
    praxis pastoral con sentido, esperanza vuelta causa y
    convocatoria continental y multicontinental. Como un Elías
    redivivo, el rostro de la profecía latinoamericana se fue
    volviendo teología sistemática y se encarnó
    en distintas fisonomías eclesiales: tuvo obispos,
    sacerdotes y pastores, pastoras y religiosas, hombres y mujeres
    laicos, indios y negros, mestizos y mulatos, obreros y dirigentes
    sindicales, cuadros de izquierda y líderes comunitarios,
    dirigentes barriales y activistas políticos de partidos en
    proceso de
    construcción. Y a esas voces se sumaron
    otras voces. Nunca antes una gesta teológica había
    tenido tal poder y tal fuerza de convocatoria: vinieron gentes de
    otros continentes, organizaciones de
    solidaridad y editoriales de distintas lenguas y hubo
    teología para todos los que hasta entonces habían
    sido hijos e hijas de la desesperanza: teología de
    la mujer y de
    la equidad de género,
    teología de los medios de
    producción y de la posesión de la
    tierra, teología del cuidado del planeta y sus recursos,
    teología intra e intercultural, teología de la
    participación política, teología del poder
    condividido, teología de la diversidad erótica y
    sexual, teología de las minorías étnicas,
    teología y socialismo,
    teología y nueva lectura de los signos de los tiempos. Era
    la explosión más audaz y prometedora de la fe, en
    los veinte siglos de teología cristiana. Era –en
    lenguaje de
    creyentes- un nuevo Pentecostés, la novísima
    edición del Espíritu divino transformándolo
    todo. Y de un continente dejándose transformar. Y de tal
    manera empezó la nueva teología a permearlo todo, y
    de tal manera inspiró tareas nuevas y audaces en orden a
    la liberación política y social, por siglos urgente
    pero postergada, que la prepotencia tembló.

    Temblaron, sobretodo, dos centros del poder
    omnímodo y perverso: el gobierno de la Casa Blanca en
    Washington y el gobierno de la Iglesia Romana en la Ciudad del
    Vaticano. Temblaron porque vieron que la nueva teología
    producía frutos de liberación, y revolcaba
    estructuras económicas incapaces e inmorales, y
    cuestionaba la irracional obediencia, y animaba a la
    desobediencia civil, y apuntalaba regímenes nuevos en
    distintas naciones, y fortalecía movimientos, y los
    llenaba de pasión y vida. Los imperios temblaron y se
    aliaron. Todavía nos estremece la imagen del Papa
    polaco maldiciendo al gobierno revolucionario sandinista de
    Nicaragua mientras las viudas de la vieja tiranía
    derrotada le piden oraciones por sus muertos; y nos humilla
    todavía hoy "la visita de amistad" de
    Rockefeller por América Latina con el propósito de
    montar políticas
    para frenar el avance de la nueva teología y de su nueva
    praxis. Y se repite en la memoria, con inocultable fastidio, la
    foto del mismo Papa Wojtyla negociando con Ronald Reagan en
    algún escenario de Alaska el bloqueo a la casi triunfante
    revolución
    salvadoreña y a todo lo que de ahí se
    desprendería a favor de la libertad de nuestros
    pueblos.

    ****

    Cuando Carlos y Marcela, dos jóvenes no
    necesariamente creyentes, ni necesariamente venidos de una
    matriz
    cristiana, se interesan por ese proyecto de teología de la
    vida, que muchos proclaman, triunfalmente, vencido y caduco, uno
    entiende con alborozo que ese movimiento de
    las nuevas iglesias, del nuevo pueblo de Dios y de su
    teología de la esperanza está vivo todavía.
    Y que ha pasado a ser propiedad de
    aquellos a quienes legítimamente les pertenece: los
    negados, los postergados y humillados de la historia. Y con un
    gozo doblemente crecido, entiende uno otras realidades
    subyacentes: que la teología de la liberación,
    prohibida por las jerarquías de la iglesia y perseguida
    por los centros del poder económico y militar en la aldea
    global, ya se salió de las fronteras de las sectas y le
    pertenece al pueblo. Y de ella están tomando sus banderas
    las novísimas generaciones de mujeres y hombres laicos.
    Que la historia no seguirá siendo contada por siempre por
    los aparentemente vencedores. Que los hasta ahora vencidos se
    siguen convocando y congregando "hasta la victoria, siempre" y
    que sienten que con ellos marcha –si creyentes- el Dios de
    la Vida, el mismo que se declaró incontaminado de
    complicidad con los reyes que oprimían en los tiempos del
    viejo Elías.

    Nos entusiasma grandemente a los
    teólogos que nos vamos haciendo viejos, el testimonio de
    jóvenes investigadores como Marcela y Carlos que se
    percatan y nos cuentan una vez más esta verdad
    histórica: que en nuestra aldea global, mientras haya un
    solo pobre entre nosotros, la teología oficial
    seguirá cediendo ante el paso, lento quizás pero
    seguro, de la
    teología hecha por el pueblo. Y más de un pobre va
    dejando el nuevo "ordenamiento mundial" decretado por la economía neoliberal:
    800 millones de hambrientos, 1.000 millones de analfabetos, 4.000
    millones de pobres, 250 millones de niños trabajando, 100
    millones de personas viviendo en la calle, destrucción
    irreversible de la naturaleza, desestabilización de
    gobiernos.

    El pueblo, creyente a la vez que sufriente del desorden
    mundial decretado por los poderes imperiales, sigue leyendo la
    realidad desde su fe, interpretándola y
    preguntándose por el modo y los pasos para cambiarla. Por
    ese camino, con osadía y creatividad,
    ellos se suman a la esperanzada y paciente lucha de todos los
    empobrecidos de la tierra, los únicos interesados en
    cambiar la historia que les han impuesto los que
    los oprimen.

    INTRODUCCIÓN

    El tema de la ecología no ha tenido en las
    ciencias
    sociales un estudio riguroso por medio del cual sea posible
    esclarecer de qué forma ésta se relaciona con el
    quehacer de las humanidades. Sólo en algunos aspectos de
    las teorías
    del desarrollo o en la demografía se pueden encontrar elementos
    que permitan seguir el rastro de su presencia en nuestras
    disciplinas. Lo propio ha ocurrido con la teología, para
    la cual, las disquisiciones al respecto son centradas en la
    relación hombre-Dios, y
    en un plano meramente espiritual.

    La ecología de la liberación intenta
    llenar este vacío histórico, principalmente desde
    el punto de vista teológico. Sin embargo su aporte a las
    ciencias
    sociales y puntualmente a la sociología, debe ser analizado con
    más detenimiento, pues en el transcurrir de sus acciones ha
    demostrado que tiene valiosas contribuciones para enriquecer el
    estudio de los grupos
    sociales y su relación con el medio
    ambiente.

    La presente investigación, busca esclarecer en
    que grado dichos avances han aportado elementos de análisis a la sociología, y de
    qué manera pueden ser leídos desde un punto de
    vista que supere la visión puramente metafísica
    de las reflexiones teológicas. Para tal fin, optamos por
    adelantar una búsqueda de documentos, tanto escritos como
    audiovisuales, que nos permitieran establecer el nivel de
    teorización que sobre el tema se tiene. Del mismo modo
    fueron realizadas algunas entrevistas a personas involucradas en
    el trabajo ecológico, educativo y organizativo.

    1. TEMA

    Ecología de la
    liberación.

    1. ¿En que consiste la ecología de la
      liberación, cuáles son sus orígenes y
      de que forma aborda la discusión sobre la
      pobreza, el sistema económico de mercado
      y su impacto sobre el medio ambiente? La teología de
      la liberación desde sus inicios ha tratado el tema
      de la exclusión que históricamente han
      sufrido grandes sectores de la población mundial, se
      ha esforzado por buscar alternativas a los problemas
      sociales y económicos de los excluidos, se
      planteó un método de análisis
      académico que avanzó en el estudio sobre la
      pobreza y diseñó un esquema de trabajo con
      comunidades a fin de concretizar un proceso de
      liberación frente a dicha situación. En la
      actualidad, la teología de la liberación a
      sumado a su quehacer el estudio de la cuestión
      ecológica, abordándola desde algunos de sus
      puntos más discutidos, como son el del impacto que
      tiene la depredación de la naturaleza por parte del
      capital trasnacional y las repercusiones sobre las clases
      populares.

    2. Formulación
    3. Descripción

    A finales de la década de los sesenta, un grupo
    de sacerdotes hace un alto en el camino; la situación
    socioeconómica de América Latina enmarcada en un
    contexto de pobreza, desigualdad y exclusión, los lleva a
    una profunda reflexión sobre el que hacer
    teológico. Producto de
    ello, y como una forma de crítica al papel que la iglesia
    venía jugando en esta situación, surge una nueva
    forma de mirar la relación iglesia-pueblo, surge la
    "teología de la liberación".

    Alentada por los vientos renovadores del Concilio
    Vaticano II, dicha teología brota de las necesidades del
    tercer mundo, regido siempre por las tesis
    teológicas enviadas desde Europa. Así mismo,
    pretende ser un reflejo no sólo de las inquietudes del
    pueblo latinoamericano, sino también de sus anhelos:
    libertad, independencia, desarrollo, bienestar para todos,
    soberanía, identidad
    cultural. Se parte de la idea de un empobrecimiento del pueblo
    latinoamericano por parte de los imperios norteamericano y
    europeo, en contraposición al concepto de una
    pobreza surgida por causas geográficas, raciales o
    culturales.

    Pero más allá de lo anterior, el principal
    aporte de la teología de la liberación radica en su
    método para el estudio y el trabajo con las comunidades. A
    partir de tres pasos: ver, juzgar y actuar, compromete a la
    teoría
    con la práctica, lo que se plantea entonces, es una mirada
    de la realidad desde el ángulo de los pobres, por y para
    ellos. Basados principalmente en la fe, pero sirviéndose
    de las herramientas
    que les brinda las ciencias sociales, los teólogos de la
    liberación emprenden un trabajo junto al pueblo buscando
    cambiar la situación de marginalidad en
    la que se encuentra.

    Según este planteamiento, es una afrenta a Dios
    destruir su creación con el único fin de cumplir
    las imposiciones de un sistema económico, es inaceptable a
    los ojos de Dios que la gran mayoría de sus hijos no
    puedan acceder a unos bienes básicos que les permita
    desarrollarse como seres humanos en su integridad. Es un pecado
    social el hecho de que millones de seres humanos mueran
    diariamente por falta de alimento o a causa de enfermedades
    fácilmente curables. No se trata sólo de bienes
    materiales (vivienda, alimentación,
    salud), sino
    también de educación, recreación, libertad de pensamiento y
    culto, respeto por los
    derechos
    humanos, y en fin, todo lo referente al pleno desarrollo del
    hombre.

    En el trabajo con las comunidades, la teología de
    la liberación busca trascender la simple
    teorización, pues sólo en el actuar se encuentra la
    verdadera vocación de Cristo. No basta que las ideas sean
    buenas, sino que es necesario ponerlas en práctica, y esta
    práctica no se limita al asistencialismo promulgado por la
    "caridad cristiana", sino que promueve un trabajo militante donde
    el pastor se inserta en su comunidad y lucha
    junto a ella, ayudando así a cualificar al conjunto de sus
    integrantes, tanto espiritual como intelectualmente. A diferencia
    de otras teologías, la teología de la
    liberación tiene como interlocutor al hombre sencillo,
    poco instruido académicamente y que vive en condiciones
    precarias, y es por esto mismo que el trabajo se encamina a
    mejorar su situación.

    En la actualidad a esta lógica de
    explotación, pobreza y liberación, se suma un
    aspecto que aunque no es nuevo, si toma mayor relevancia a
    finales del siglo XX, y es lo referente a la cuestión
    ecológica. El problema del desgaste de los recursos
    naturales a causa de un sistema económico que
    privilegia el consumo
    desmedido por encima de cualquier consideración, lleva a
    la teología de la liberación a cuestionar de
    qué manera se ve afectada la supervivencia del ser humano
    como especie, y en qué forma este sistema de consumo
    perjudica principalmente a los más pobres del
    planeta.

    El sistema capitalista ha tenido, principalmente, dos
    consecuencias funestas para la especie humana, la primera es el
    empobrecimiento de la gran mayoría en favor de una
    estrecha minoría, y en segundo lugar un desgaste de la
    naturaleza como nunca antes. Mas grave aún es que este
    fenómeno se presente como un círculo vicioso porque
    mientras más pobres, más deterioro de los recursos
    naturales y viceversa. El ser humano y la naturaleza son puestos
    al servicio del
    gran capital, y su función es
    la de reproducir y perpetuar esta situación de
    iniquidad.

    Frente a este escenario, la teología de la
    liberación lo que plantea es una defensa de la naturaleza
    y el hombre a
    partir de una lucha contra el sistema económico impuesto,
    y basada en su método de ver, juzgar y actuar, propone
    alternativas de "desarrollo
    sostenible", desde el lugar del marginado; "Un cristiano
    sólo puede aceptar una sociedad donde quepan todos y todas
    y en armonía con la naturaleza. La exclusión y la
    destrucción de la naturaleza contradicen profundamente la
    racionalidad humana y cristiana". Se trata entonces de volver a
    una comunión hombre-naturaleza, romper con la
    lógica de dominación, y priorizar la armonía
    entre ambos. La trinidad que se propone es Dios – Hombre
    – Naturaleza, a partir de la cual se configura una nueva
    forma de entender la relación de lo humano y lo divino, en
    la que se establece una alabanza a Dios basada en la defensa de
    su creación y en la convivencia del hombre con su
    entorno.

    Con relación a este asunto el teólogo
    brasilero Leonardo Boff propone la recuperación del
    concepto de "pan en teísmo" en contraposición al
    "panteísmo", entonces, Dios está en todo, todo
    está en Dios; la naturaleza hace parte de Dios, más
    no es Dios, por esta razón al destruir el medio ambiente
    estamos atacando a Dios. Boff afirma: "Dios tiene una presencia
    en todas las cosas. Porque esa es nuestra fe de cristianos,
    podemos decir que comulgando con el mundo, trabajando,
    conviviendo, entrando en contacto con todas las cosas estamos
    comulgando con Dios y con las cosas. Y porque es así nos
    llenamos de ira sagrada cuando por la injusticia, por la
    violencia, por la deshumanización, no reconocemos al otro
    como otro, lo atropellamos, y no lo reconocemos como sacramento
    de Dios" .

    Ahora bien, la discusión que se nos plantea es en
    torno a la
    pertinencia del discurso
    ecológico a la luz de la teología, y lo que es
    más importante, al papel de los teólogos y
    cristianos frente a las discusiones económicas y
    políticas que impone la globalización. Debemos determinar cual debe
    ser la posición frente a la economía de mercado, y
    proponer alternativas desde la fe, para enfrentar la
    exclusión de amplios sectores de la humanidad.

    1.3. Justificación

    Cada sistema productivo define y perpetúa sus
    propias formas de organización social, política y
    cultural a partir de las cuales los individuos pertenecientes a
    ella deben asumir un rol que les es impuesto. Fiel a esta
    lógica, el capitalismo se
    fundamenta en una estructura social dividida en clases, donde el
    destino de una, está determinado por la otra, es
    así como un estrecho grupo dueño de los medios de
    producción impone a los demás los bienes que debe
    consumir, la religión que debe profesar, las formas como
    se debe asociar, el idioma que debe hablar.

    El modelo de
    desarrollo que se ha impuesto en las últimas
    décadas, es producto de las necesidades del capital
    trasnacional, el cual interviene en la
    organización económica y política de los
    países más débiles, obligándolos a
    sacrificar sus propios recursos en favor del bienestar de las
    economías poderosas. Tal desarrollo, no responde a los
    intereses particulares de las regiones, los grupos y las
    personas, sino que es pensado y ejecutado desde los grandes
    centros del poder. Igualmente, el aparato de producción
    capitalista ha demandado como ningún otro una gran
    cantidad de recursos naturales para lograr su expansión, y
    para ello se vale de la explotación de los sectores
    más vulnerables ya sean estos individuos o naciones
    enteras.

    En términos económicos, existen en el
    mundo países desarrollados y subdesarrollados, los
    primeros –los del Primer Mundo– dueños de
    grandes producciones y capital, mientras que los segundos,
    denominados del Tercer Mundo, países dependientes, no
    industrializados o países periféricos, se limitan a servir como
    despensa de los otros. Lo que se propone entonces, es un cambio radical
    de este sistema de organización social, ya que sólo
    a partir de allí se podría comenzar a hablar de una
    nueva relación hombre-naturaleza, en la cual predomine el
    respeto por el ser humano y el de éste por su
    entorno.

    En la tarea de abordar la discusión
    ecológica se han destacado varias propuestas, tanto desde
    el ámbito sociológico como desde el
    teológico, sin olvidar los aportes ya hechos por la
    biología y
    las ciencias exactas. Para algunos autores es necesario plantear
    alternativas como el "otro desarrollo", que se orienta hacia la
    búsqueda de satisfacer las necesidades básicas de
    los países pobres, que estos sean endógenos y no
    pierdan sus valores, que
    sean autodependientes, tengan un manejo adecuado del ambiente y
    encuentren una repartición de la riqueza evitando por
    todos los medios la exclusión. El problema no
    radicaría entonces en la falta de recursos o en el
    agotamiento de estos sino en la mala distribución económica y social, en
    el abuso de los sectores más ricos que sólo buscan
    su propio beneficio sin importar que gran parte de la
    población mundial se encuentre desnutrida, sin techo, sin
    salud, sin educación y sin tierra.

    En el campo de las ciencias sociales, podemos mencionar
    varios aportes que desde allí se han hecho para enriquecer
    la discusión ecológica. Entre ellos se cuentan por
    ejemplo:

    a) La orientación marxista elemental;
    considera que el modelo de desarrollo empleado por el hemisferio
    norte es el que más problemas
    ambientales produce, por lo tanto es necesario originar un
    cambio de las relaciones económicas para que éstas
    sean elaboradas desde los países del sur con el fin de
    equilibrar las estructuras políticas, económicas y
    sociales en todo el planeta,

    b) El desarrollo sostenible; plantea la necesidad
    de redefinir la explotación de los recursos naturales de
    manera racional, con el fin de satisfacer las necesidades
    actuales y al mismo tiempo permitir a las futuras generaciones el
    disfrute de los mismos,

    c) La ecología humana; basa su estudio en
    las relaciones del hombre con el medio que le rodea, haciendo
    énfasis en el impacto del hombre sobre la naturaleza y la
    necesidad de conservación del medio ambiente,

    d) La ecología social; se enfoca en el
    concepto de hábitat, tanto en el ambiente urbano como
    rural, observando las modificaciones espaciales en las cuales
    intervienen el individuo y los grupos sociales,

    e) El desarrollo a escala humana;
    aquí, el desarrollo se mide en términos del
    bienestar, entendido este como la satisfacción de las
    necesidades materiales, culturales y espirituales de las
    personas, f) El ecofeminismo, de gran importancia en la
    comprensión teológica de la ecología, dado
    que parte de una visión de la mujer como
    creadora de vida, asemejándola al poder creador. Se
    presenta a la mujer como principal actor en un necesario cambio
    de óptica
    en cuanto a desarrollo y ambientalismo se refiere.

    En cuanto al estudio del tema hecho por la
    teología de la liberación, aunque no se han
    construido teorías como tal, se ha avanzado en la
    definición de conceptos que para el análisis
    sociológico revisten gran importancia. La
    categorización que sobre la idea de pobreza ha hecho,
    rompe de manera radical con la tradicional basada en
    términos de bienes materiales y calidad de
    vida, aquí se tienen en cuenta diversos matices que
    van desde lo espiritual hasta lo económico. Se introduce
    el concepto de empobrecido y se marca una clara
    diferencia con el pobre, definiendo este último como una
    opción del cristiano y no como una imposición del
    sistema.

    Por otro lado el trabajo desarrollado por las
    comunidades eclesiales de base, en campos como el organizativo y
    el teórico, ha dado valiosas herramientas en el
    área de procesos con comunidad, puesto que es una
    práctica que surge de las propias reflexiones de la
    comunidad, y que busca impactar no sólo al grupo local
    sino al conjunto de la sociedad. Así mismo el "ver, juzgar
    y actuar" mediante el cual los teólogos de la
    liberación sustentan su trabajo con los sectores en los
    que intervienen, nos lleva a una comparación con el
    método IAP de la sociología, puesto que ambos
    intentan partir de una realidad concreta en aras de
    transformarla.

    Para la sociología resulta de vital importancia
    que otras disciplinas aporten conceptos que le permitan
    comprender de mejor manera fenómenos que desde la sola
    teoría social serían difíciles de abordar.
    Tal es el caso del arte, la
    religión, la biología, la física,
    etcétera. En este sentido la contribución que la
    teología de la liberación hace al estudio de los
    temas ecológicos en el ámbito social, se puede
    observar desde la perspectiva del trabajo organizativo de las
    comunidades, de los estudios que sobre el sistema
    económico ha elaborado, sobre la nueva
    categorización que ha hecho con relación a la
    pobreza y la introducción del concepto de
    empobrecido.

    Dado que en ninguna de las grandes escuelas
    sociológicas se aborda el tema de lo ecológico, el
    tratamiento hecho desde la ecología de la
    liberación brinda la posibilidad de adoptar algunos de sus
    avances conceptuales sobre el porqué de la importancia del
    tema, su justificación desde lo económico y las
    opciones alternativas al modelo de desarrollo. Por otro lado, el
    camino allanado por las comunidades eclesiales de base nos aporta
    un amplio bagaje en lo concerniente al trabajo con comunidades
    que debe ser aprovechado por los sociólogos.

    Se trata fundamentalmente de brindar a la teoría
    social nuevas herramientas para afrontar la tarea de comprender
    un mundo cada vez más disímil y con nuevos retos en
    la tarea de analizar los hechos sociales. En este caso la
    ecología dejaría de ser utilizada como un
    comodín por las ciencias sociales, económicas y
    exactas, y comienza a tener su propio objeto de
    estudio.

    1.4. Delimitación

    1.4.1. Espacio. Se tendrá en cuenta el
    proceso en el ámbito latinoamericano, puesto que es en
    éste lugar específicamente donde el movimiento de
    la teología de la liberación ha tenido más
    fuerza, y donde además se ha venido desarrollando con
    mayor claridad el concepto de ecología de la
    liberación.

    1.4.2 Tiempo. Dado que el movimiento de
    ecología de la liberación es relativamente nuevo,
    se abordará desde sus inicios, a principios de la
    década de los noventa, hasta hoy.

     

    Partes: 1, 2

    Página siguiente 

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter