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Esguince de tobillo




Enviado por oparedes



    1. Definición del esguince
      del tobillo
    2. Anatomia de la
      articulación tibitarsiana
    3. Mecanismo
      fisiopatológico
    4. Clasificación y
      tipos
    5. Cuadro
      clínico
    6. Tratamiento
    7. Tratamiento
      fisioterapéutico
    8. Complicaciones que se pueden
      presentar en el esguine de tobillo
    9. Reanudación del
      deporte

    Al doctor Saldaña, a mi familia y a los
    fisioterapistas que de una manera u otra

    me apoyaron en la mejoría de mi
    esguince de tobillo.

    DEFINICIÓN
    DEL ESGUINCE DEL TOBILLO:

    Es una lesión que puede ser completa o incompleta
    en el aparato capsulo-ligamentario, ocasionada por un movimiento
    forzado mas allá de sus límites
    normales o en un sentido no propio de la articulación.
    Esta lesión activa una reacción inflamatoria con
    ruptura en mayor o menor grado de vasos capilares y de la
    inervación local que puede determinar por vía
    refleja fenómenos vaso motores
    amiotróficos y sensitivos que alargan la evolución de esta patología aun
    después de su cicatrización. (Fig. 4, 5,
    6)

    ANATOMIA DE LA ARTICULACIÓN
    TIBITARSIANA:

    La estabilidad de la articulación del tobillo
    viene dada por tres factores:
    1-las estructuras
    óseas
    2-la musculatura periarticular
    3-las estructuras capsulares y ligamentosas

    LIGAMENTOS Y ESTABILIDAD: Los ligamentos están
    constituidos por una banda de tejido que contiene colágeno
    y que brinda estabilidad pasiva a la articulación,
    limitando movimientos extremos a aquellos que no corresponden a
    dicha articulación. De esta manera ayudan a prevenir la
    subluxación o luxación articular. La
    inserción de los ligamentos en el hueso es similar a la de
    los tendones. La estabilidad del tobillo está asignada por
    su acción. El ligamento se parece a un tendón, pues
    también está compuesto por fibras extracelulares
    paralelas y fibroblastos. Sin embargo, las fibras de los
    ligamentos son menos regulares en su disposición que las
    del tendón. Además, toda la articulación
    está rodeada por tendones y músculos que completan
    la estabilidad activa. Cuando la articulación es forzada
    exageradamente, llevándola más allá de lo
    que es su amplitud normal, se produce una lesión de los
    ligamentos, pudiendo verse afectados desde un número
    variable de sus fibras, hasta su totalidad. La rotura de las
    fibras del ligamento es acompañada de hemorragia profunda
    que se traduce como equimosis en la piel.

    Entre los ligamentos en el tobillo tenemos: ligamento
    lateral interno o deltoideo (LLI), ligamento lateral, externo
    (LLE), ligamento tibioperoneal anterior, ligamento tibioperoneal
    posterior, el ligamento tibioperoneal interóseo, ligamento
    peroneo astragalino anterior (LPAA), ligamento peroneo
    calcáneo (LPC) y el ligamento peroneo astragalino
    posterior (LPAP).

    LLE: Está formado por tres haces, que son de
    delante hacia atrás: peroneo-astragalino anterior;
    peroneo-calcáneo y el peroneo-astragalino-posterior.
    El traumatismo en inversión de los músculos peroneos
    puede hacer que estos sean fuertemente estirados y puede provocar
    una lesión de la vaina de los peroneos laterales, y a
    veces una luxación de estos por delante del maléolo
    externo.
    El maleolo externo es más largo que el interno, unos 10 mm
    lo que hace que la eversión esté limitada por este
    saliente óseo. De hecho los traumatismos en
    inversión son los más frecuentes.

    LPAA: Se trata de un ligamento aplanado, delgado,
    cuadrangular, débil (de hecho es el fascículo
    más frecuentemente lesionado), que refuerza la
    cápsula a la que se encuentra íntimamente unido en
    su porción anterior. El haz PAA se mantiene en un plano
    paralelo al plano de apoyo (suelo) cuando el
    pie se halla en posición neutra, es decir, en
    bipedestación. Pero cuando el pie realiza una
    flexión, por ejemplo en la fase de apoyo de la marcha,
    este ligamento se verticaliza, convirtiéndose en el
    auténtico ligamento colateral externo del
    tobillo

    LPC: Es un ligamento cordonal, plano, más
    poderoso que el débil haz anterior, se encuentra
    verticalizado cuando el pie está en apoyo, en
    posición neutra. En esta posición es el ligamento
    lateral externo, pero en la fase de flexión se
    horizontaliza, colocándose paralelo al plano de apoyo. Es
    el ligamento estabilizador de la articulación
    subastragalina, que puede verse afectada de manera concomitante o
    bien asociarse a lesiones del ligamento interóseo o
    cervical, o, lo que es más frecuente, verse afectado el
    ligamento lateral talocalcáneo, situado casi paralelo y
    por delante del LPC.

    LPAP: Es un ligamento acintado cuya misión
    fundamental es estabilizar el desplazamiento posterior del
    astrágalo. Como ya hemos mencionado, es muy rara la
    aparición de una lesión aislada de esta estructura;
    cuando se produce suele ir asociada a lesión del
    maléolo posterior.

    Estos tres fascículos conforman el ligamento
    lateral externo del tobillo, que es el que más
    frecuentemente se lesiona en la inversión forzada del
    mismo. De cualquier manera existen otros elementos
    estabilizadores del tobillo que no podemos dejar de
    mencionar:

    Peroné: El peroné ejerce una
    acción estabilizadora de carga dinámica muy importante, hasta tal punto
    que llega a soportar una sexta parte del peso total que recae
    sobre el miembro inferior. Mediante movimientos en vaivén,
    en arco, desplazándose cuando el pie se flexiona hacia
    delante y en sentido distal, de manera que actúa como un
    estabilizador de la mortaja tibioperoneoastragalina, en respuesta
    a la carga y a la tracción muscular en
    flexión.

    Ligamento deltoide: Constituido por dos
    planos ligamentosos, uno superficial de cuatro haces y un haz
    profundo, fuerte, que une el maléolo tibial al
    astrágalo. Las lesiones de este ligamento se asocian
    frecuentemente a otras más graves, como fractura del
    maléolo peroneo y lesión de la sindesmosis, e
    incluso de estructuras óseas vecinas como la cúpula
    y la apófisis lateral del astrágalo, o el cuello
    del peroné a distancia (fractura de
    Maissonneuve).

    Del mismo modo pueden verse afectados los tendones
    peroneos, que pueden luxarse o subluxarse. Ante una
    inversión brusca del tobillo es el «golpe de
    eversión» de los peroneos, sobre todo del peroneo
    lateral corto, el mecanismo que intenta evitar la excesiva
    inversión del tobillo, por lo que en una posición
    forzada podría producirse la lesión de
    éstos. En la figura 1,2,3 se muestran estos
    ligamentos.

    MECANISMO
    FISIOPATOLÓGICO:

    El mecanismo fisiopatológico básico es la
    inversión forzada del tobillo, lo que supone una
    acción combinada de flexión y supinación del
    pie; es entonces cuando el ligamento PAA se encuentra
    verticalizado y cualquier fuerza que
    actúe obligando al tobillo a una mayor supinación
    puede producir un desgarro del LPAA. Si en ese momento aún
    aumenta la fuerza inversora, o cae el peso del cuerpo, soportado
    en ese momento por el ligamento en tensión o parcialmente
    desgarrado, puede hacer que se verticalice el haz PC,
    desgarrándose también. Recordemos que cuando se
    produce el impacto sobre el talón en la carrera, cinco
    veces el peso del cuerpo es soportado por la mortaja TPA. Durante
    la carrera existe un mecanismo fisiológico de ligera
    aducción del medio pie; si en el momento de la
    flexión plantar se produce una inversión brusca
    (obstáculo en el camino, pisar a un contrario, desnivel en
    el terreno, terreno irregular, etc.) es posible que se produzca
    una supinación forzada capaz de lesionar el débil
    haz PAA.

    El tobillo con el pie en posición neutra o en
    extensión es estable porque la parte más ancha del
    astrágalo se encuentra dentro de la mortaja, abrazada por
    ambos maléolos tibial y peroneo; en flexión, la
    estabilidad disminuye ya que la parte más estrecha del
    astrágalo es la que se aloja en el interior de la mortaja.
    Con el tobillo en carga, en posición neutra, de apoyo
    plantar, la estabilidad es del 100% a la inversión y del
    30% a la rotación.

    Existen una serie de factores de riesgo como son
    el exceso de peso, la existencia de esguinces previos, el
    sexo femenino
    (posiblemente en relación con el uso de zapatos de
    tacón alto), la existencia de alteraciones propioceptivas
    previas o la existencia a su vez de un mal balance muscular, con
    una mala coordinación de la musculatura
    agonista-antagonista, o un tendón de Aquiles rígido
    y poco flexible6.

    En lo referente al ligamento deltoideo, ya hemos
    comentado que tan sólo se lesiona en el 5% de las
    ocasiones, cuando el tobillo sufre una eversión brusca o
    una rotación externa forzada. Cuando observamos la
    lesión del LLI debemos sospechar la existencia de
    lesión de la sindésmosis, desgarro del ligamento
    tibioperoneo distal e incluso fractura del
    peroné.

    El esguince capsular se puede producir cuando el tobillo
    sufre un impacto en flexión plantar o bien una
    hiperflexión forzada. En estos casos puede producirse un
    desgarro de la cápsula anterior (figs. 7, 8), apareciendo
    dolor a la flexión pasiva y a la extensión
    resistida.

    Epidemiología:

    Las lesiones del tobillo son un problema común,
    responsable de aproximadamente el 12% de todos los traumatismos
    atendidos en las salas de emergencia. Los esguinces, por
    sí solos, son responsables de cerca del 15% de todas las
    lesiones asociadas con la práctica de deportes. En deportes de alto
    riesgo, son la causa de una parte del tiempo muerto
    (fuera del juego) y en
    basquet se asocian con la mitad de todas las lesiones
    importantes. Si bien la mayor parte de los traumatismos de
    tobillo son simples torceduras de los ligamentos laterales,
    pueden dañarse muchas otras estructuras. Un diagnóstico y tratamiento incorrectos
    causan una morbilidad considerable. Un tobillo dolorido e
    inestable, en forma crónica, puede conducir a una discapacidad
    importante y eventualmente a la artrosis. Por esta razón,
    debe evaluarse cuidadosamente este tipo de daño e incluir
    una detallada historia clínica y un
    examen físico y por imágenes
    apropiados. Una vez realizado esto, se puede hacer un
    diagnóstico exacto e instaurar el tratamiento
    adecuado.

    El esguince de tobillo es posiblemente la lesión
    más frecuente en los servicios de
    urgencias. El 85% de los esguinces afectan al ligamento lateral
    externo (LLE), lesionándose fundamentalmente el ligamento
    peroneoastragalino anterior (LPAA), y hasta el 44% de los
    lesionados presentan algún tipo de secuelas un año
    después (dolor, inestabilidad mecánica o inestabilidad funcional).
    Según la gravedad, los clasificamos en tipo I
    (lesión del 5% de las fibras, distensión, no
    laxitud articular), tipo II (lesión del 40%-50% de las
    fibras, rotura parcial, inestabilidad articular leve) y tipo III
    (rotura completa del ligamento). El mecanismo
    fisiopatológico es la inversión forzada del
    tobillo, un mecanismo combinado de flexión y
    supinación del pie.
    Es una lesión que se produce con mayor frecuencia entre
    los 21-30 años de edad, posiblemente relacionado con un
    mayor incremento de la actividad deportiva en estas edades.
    Cuando el esguince aparece en sujetos más jóvenes o
    más mayores suele evolucionar peor, la lesión suele
    ser más grave. Hasta el 44% de los sujetos que han sufrido
    un esguince presentan algún tipo de secuelas un año
    después: dolor, inestabilidad mecánica o
    inestabilidad funcional.

    Se produce un esguince diario por inversión del
    pie por cada 10.000 personas, lo que nos ofrece una idea de la
    frecuencia y la magnitud del problema.

    Clasificación y tipos:

    En función
    del daño ligamentoso producido podemos clasificar los
    esguinces de tobillo en tres tipos según Álvarez
    Cambras), de menor a mayor gravedad:

    1) Grado I. Se produce un
    «estiramiento», una distensión del ligamento
    afecto, habitualmente el PAA, no existe laxitud articular
    asociada: el paciente puede caminar, existe dolor leve y en
    general los síntomas son escasos. Se produce la rotura de
    menos del 5% de las fibras.

    Son el resultado de la distensión de los
    ligamentos que unen los huesos del
    tobillo. La hinchazón es mínima y el paciente puede
    comenzar la actividad deportiva en dos o tres semanas.

    2) Grado II. Se produce la rotura parcial del
    ligamento, aparece dolor moderado acompañado de una
    inestabilidad articular leve. Existe hinchazón y
    dificultad para la deambulación «de
    puntillas». El sujeto camina en posición
    antiálgica, y los signos y síntomas son más
    evidentes. Se ha producido la rotura del 40%-50% de las fibras.
    La exploración puede revelar un cajón anterior y/o
    una inversión forzada positivos.

    Los ligamentos se rompen parcialmente, con
    hinchazón inmediata. Generalmente precisan de un periodo
    de reposo de tres a seis semanas antes de volver a la actividad
    normal

    3) Grado III. Existe una laxitud articular
    manifiesta, rotura completa del ligamento, dolor intenso,
    deformidad e hinchazón francas. El sujeto no puede caminar
    ni apoyar el pie en el suelo. Las maniobras exploratorias (vide
    infra) son positivas.

    Son los más graves y suponen la rotura completa
    de uno o más ligamentos pero rara vez precisan
    cirugía. Se precisan ocho semanas o más para que
    los ligamentos cicatricen.

    De acuerdo al mecanismo de producción estas lesiones se clasifican en:
    Eversión y abducción. Ruptura del ligamento
    deltoideo. De inversión y adducción.
    Disrupción o ruptura del ligamento externo.

    Clasificación (J. Borrel. J. M. Salo- M.
    Ferrán)

    En dos grandes grupos:

    1. sin solución de continuidad

    a. distensión fibrilar

    b. elongación fibrilar

    c. rotura incompleta

    2. con solución de continuidad

    a. desinserción con fragmento
    ósea

    b. desinserción sin fragmento
    óseo

    c. rotura completa, transversal o con
    deshilachamiento

    CUADRO
    CLÍNICO:

    Habitualmente, luego de la torcedura del tobillo aparece
    un dolor muy intenso, en muchos casos acompañado de una
    hinchazón localizada y de variable magnitud. Una vez
    pasado el momento intenso del dolor el apoyo del pie resulta muy
    dificultoso. Fig 9

    La intensidad del cuadro va a depender del grado de
    distensión del ligamento, o si se produjo su rotura
    parcial o total.

    Se examinan la estructura y función del pie para
    detectar factores predisponentes (Fig. 10). La simple
    palpación de la cara lateral del tobillo determina la
    localización de la lesión ligamentosa y el paciente
    manifiesta :dolor moderado a dolor grave repentino,
    hinchazón, decoloración, dificultad para mover el
    tobillo, dolor en el tobillo aunque no se lo esté cargando
    con peso.

    El signo del cajón es útil para detectar
    la rotura del LPAA. Cuando el LPAA está roto es posible el
    desplazamiento anterior del astrágalo.
    El paciente se sienta en el lateral de una mesa con las piernas
    colgando.
    Con la mano izquierda del explorador colocada frente a la pierna
    del paciente, la mano derecha del explorador sujeta el
    talón del paciente y trata de desplazar el
    astrágalo en dirección anterior.

    Las radiografías de esfuerzo del tobillo pueden
    contribuir a determinar la extensión de la lesión
    ligamentosa.

    Si la diferencia en la inclinación del
    astrágalo supera los 5º, se puede considerar que
    existe un deterioro funcional. Si la diferencia es mayor de
    10º, los síntomas aumentan mucho y se produce un
    tobillo inestable con frecuencia.

    La artrografía del tobillo ayuda a determinar la
    localización y extensión exactas de la
    lesión ligamentosa y está indicada sólo
    cuando se valora la corrección quirúrgica de un
    ligamento roto. Sin embargo, la técnica se debe practicar
    en los primeros días tras el traumatismo, porque el
    retraso produce resultados poco fiables.

    Diagnóstico:

    El diagnóstico debe basarse en una correcta
    anamnesis y en una exploración lo más precoz
    posible del tobillo lesionado, ya que en pocas horas aparece un
    importante edema y una contractura antiálgica que nos va a
    hacer muy dificultosa, en ocasiones imposible, una
    exploración reglada y fiable.

    Debemos prestar especial atención si existe el antecedente de
    esguinces anteriores y si éstos fueron tratados
    correctamente, si existía un tobillo inestable previamente
    (recordemos que existe el doble de probabilidades de tener un
    segundo esguince en un tobillo con un esguince previo). Es
    importante conocer la posición que presentaba el pie y el
    tobillo cuando se produjo la lesión (pie apoyado, en el
    aire, flexionado,
    en extensión, etc.), saber cómo ocurrió la
    lesión, si existió dolor (¿inmediato?,
    ¿brusco?, ¿intenso?), si el sujeto sintió
    algún crujido, si pudo seguir realizando la actividad que
    estaba realizando (partido, marcha, etc.), si presentó
    tumefacción y equimosis, si apareció
    hinchazón, dónde se localizó inicialmente y
    si se produjo una impotencia funcional, absoluta o no. Si existe
    integridad de la piel y si observamos afectación de
    funciones
    neurológicas o musculares. Un chasquido audible
    acompañado de dolor intenso sugiere una lesión
    importante, así como la existencia de un
    «clic» en la exploración podría
    hacernos sospechar la existencia de una lesión
    osteocondral o una luxación de los tendones peroneos. Del
    mismo modo, la aparición de un dolor intenso y brusco pero
    breve acompañado de un gran edema y de inestabilidad debe
    sugerirnos la existencia de una rotura completa, ya que al
    romperse completamente el ligamento aparece un dolor muy vivo,
    pero al romperse también los propioceptores, muy
    abundantes en la zona, el dolor es limitado en el tiempo, a pesar
    de aparecer de inmediato todos los fenómenos vasomotores
    acompañantes.

    La exploración debe ser, como ya hemos dicho,
    inmediata antes de que aparezca la tumefacción y el
    espasmo muscular. No debemos olvidar explorar el tobillo
    también desde su parte posterior, ya que la existencia de
    una afectación intracapsular hace que los espacios
    retromaleolares se encuentren ocupados, perdiéndose los
    relieves óseos a ese nivel y desapareciendo los canales
    aquíleos; situación ésta que no se evidencia
    en las lesiones extracapsulares. Recordemos que lesiones
    importantes suelen impedir la bipedestación (es necesario
    descartar la existencia de fractura en estos casos), que las
    lesiones en extensión forzada pueden lesionar la
    sindésmosis y que las lesiones en flexión forzada
    pueden lesionar la cápsula, apareciendo entonces dolor a
    la flexión pasiva y a la extensión resistida. En
    este último caso, al igual que si se produce una
    lesión sindesmal, el proceso puede
    curar muy lentamente y ser altamente incapacitante.

    En la inspección prestaremos especial
    atención a la existencia de edema, equimosis y deformidad
    o aumento del perímetro del tobillo afecto (un aumento
    mayor de 4 cm de perímetro con respecto al tobillo sano
    indica rotura ligamentosa en el 70% de las ocasiones según
    algunos autores). La intensidad de la equimosis y un edema
    importante se suelen relacionar con la gravedad del
    esguince.

    La palpación debe comprender todos aquellos
    relieves óseos y tendinosos palpables en un tobillo sano,
    susceptibles de sufrir lesiones o fracturas. Palparemos
    cuidadosamente ambos maléolos tibial y peroneo en sus 6
    últimos centímetros, la cola del quinto
    metatarsiano, así como la porción distal de su
    diáfisis, el escafoides, los tendones peroneos en su
    retináculo, detrás del maléolo externo, el
    tendón Aquíleo y el tendón del tibial
    anterior, y, por supuesto, los tres haces ligamentosos que
    conforman el LLE del tobillo, buscando zonas dolorosas, con
    sensibilidad aumentada, crujidos o crepitación, así
    como el tercio proximal del peroné si el mecanismo de
    producción fue por rotación externa (es necesario
    en este caso descartar una posible fractura de
    Maissoneauve).

    De manera inexcusable debemos realizar una serie de
    maniobras «dinámicas» para evaluar la
    estabilidad del tobillo, así :

    1) Prueba del cajón anterior. Con el pie en
    posición neutra, la rodilla en flexión de 90°,
    se tracciona con una mano desde la parte posterior del
    calcáneo, en sentido posteroanterior, mientras con la otra
    mano se mantiene fija la tibia en su tercio distal. Buscamos
    laxitud comparando con la misma maniobra exploratoria realizada
    en el tobillo sano. La percepción
    de que el recorrido realizado por el tobillo enfermo es mayor,
    sugiere la existencia de laxitud articular, lesión
    capsular y del LPAA (Fig. 11, 12,13.

    2) Prueba de la inversión forzada. Con el pie en
    flexión de 10°-20° y la rodilla en flexión
    de 90° realizaremos muy lentamente la inversión del
    tobillo, sujetando el medio pie por la región plantar y
    fijando el tercio distal de la tibia; observaremos la existencia
    o no de «tope» al movimiento y la posible
    aparición de un surco bajo el talo, como si la piel
    quedase succionada por la región infraperonea
    («prueba de la succión»); la existencia de
    estos signos sugieren una lesión en el LPAA y en el LPC
    (Fig. 12).

    3) Clunk test o prueba de
    la rotación externa forzada. Esta maniobra explora la
    sindesmosis. Con la rodilla flexionada 90° y la tibia fija en
    su tercio distal, el mediopié se mueve en sentido medial y
    lateral, evitando cualquier movimiento de inversión o de
    eversión. La aparición de dolor en la sindesmosis
    sugiere lesión de la misma (recordemos que hasta un 11% de
    los esguinces afectan a la sindésmosis, con el
    consiguiente riesgo de apertura de la mortaja).

    4) Squeeze test o prueba de la presión.
    Se realiza presionando en el tercio medio de la pierna la tibia y
    el peroné, lo cual provoca dolor distal, a nivel de la
    sindésmosis, sugiriendo también una posible
    lesión de la misma.

    -Reglas de tobillo de Ottawa para solicitar
    radiografías:

    1) El enfermo no puede mantener la bipedestación
    por dolor, tras producirse la lesión o en el momento de la
    exploración en la sala de urgencias.

    2) Si existe dolor a la palpación en la mitad
    posterior de los últimos 6 cm de cualesquiera de ambos
    maléolos tibial y/o peroneo.

    3) Si existe dolor a la palpación sobre el hueso
    escafoides o sobre la base del quinto metatarsiano solicitaremos
    una radiografía del pie.

    Estas reglas no son igual de sensibles ni de
    específicas si han pasado más de diez días
    tras la lesión, es decir, debe tratarse de traumatismos
    agudos. Tampoco son válidas si se trata de pacientes
    gestantes, si existen lesiones cutáneas o bien si el
    enfermo es menor de 18 años (aún no se ha producido
    el cierre de las epífisis, y las epifisiolisis son
    más frecuentes), o existen lesiones cutáneas o
    deformidad evidente del pie.

    TRATAMIENTO

    Los objetivos
    iniciales del tratamiento deben ser: Controlar la
    inflamación, Controlar el dolor, Proteger de la carga de
    peso.

    Para ello el tratamiento inicial será:

    • Elevar el miembro lesionado (para permitir el drenaje
      del edema)
    • Aplicar hielo (actúa reduciendo la
      inflamación y controlando el dolor)
    • Vendaje compresivo (para prevenir la
      inflamación)
    • Administrar medicación antiinflamatoria y
      analgésica (para tratar la inflamación y el
      dolor)
    • Deambular en descarga con la ayuda de bastones o
      muletas (fig14)

    Esguinces leves (grado I): Se puede permitir el apoyo a
    partir del segundo día y comenzar con ejercicios de
    flexo-extensión
    Es conveniente utilizar una tobillera
    o un vendaje funcional
    (Fig. 15) al reanudar la
    actividad deportiva (generalmente a partir de la segunda
    semana).

    Esguinces moderados (grado II): A partir del segundo
    día se permitirá el apoyo, con el tobillo protegido
    por una tobillera semirrigida, o con un vendaje
    funcional.

    Esguinces graves (grado III): Deben ser evaluados por un
    traumatólogo que decidirá si aplica tratamiento
    ortopédico o quirúrgico. Los resultados son
    similares, por ello la mayoría nos decidimos por el
    tratamiento no quirúrgico.
    Las primeras 48 horas actuaremos igual que en los esguinces
    leves: elevación de la extremidad, vendaje compresivo,
    aplicación de hielo (las primeras 48 horas, 20 minutos
    cada 2-3 horas. Luego 15 min. cada 8 horas. Cuando la
    inflamación haya cedido (generalmente en una semana)
    adaptaremos una inmovilización (fija o removible) durante
    3 semanas. Pasado este tiempo, es aconsejable 2-3 semanas de
    tratamiento con un fisioterapeuta para iniciar movilizaciones y
    ejercicios isométricos.

    TRATAMIENTO
    FISIOTERAPÉUTICO:

    Hidroterapia (Uso del agua como
    medio terapéutico y recuperador. Puede tener efectos
    diuréticos, hipnóticos, sedantes o estimulantes
    Fig. 16), Crioterpapia (La aplicación de
    frío a los tejidos
    corporales con el propósito de aliviar el dolor y reducir
    la hinchazón. Fig. 17).

    Ultrasonido (Efectos: analgésico,
    antiespasmódico, sedante, aumenta el metabolismo
    local.). Electroterapia (Su uso típico precisa de
    unos electrodos que crean una contracción de la
    musculatura adyacente, reduciendo el edema mediante la
    expulsión del flujo del tejido afectado. Fig.
    18.)

    MOVILIZAZIONES PASIVAS Y ACTIVAS (Fig.
    21)

    1. Ligeras movilizaciones:
        Flexión y extensión de
    tobillo. 15 repeticiones a cada lado, lo realizamos dos veces,
    Lateralizaciones internas y externas. 2 series de 15
    repeticiones, Escribir el abecedario con la punta del dedo gordo.
    (Fig. 19, 20). Aplicar una bolsa de hielo al tobillo durante 20
    minutos. Después trazar las letras del alfabeto en el aire
    con el dedo gordo. Realizar este ejercicio tres veces al
    día y hacerlo hasta que se consiga el movimiento completo
    del tobillo.

    Otros ejercicios: Resistencia (Fig
    22), Flexión plantar (Fig. 23), Dorsiflexión (Fig.
    24), Inversión (Fig. 25), Eversión, Fortalecimiento
    (Fig. 26), Equilibrio
    (Fig. 27)

    ACTIVIDADES FUNCIONALES

    Cuando pueda caminar sin dolor o cojera, iniciar la
    carrera por llano. Seguir con carrera realizando giros "en forma
    de ocho", y finalmente carrera en zigzag.

    COMPLICACIONES QUE
    SE PUEDEN PRESENTAR EN EL ESGUINE DE TOBILLO:

    A veces, un esguince grave o moderado causa problemas
    incluso después de que el ligamento ha sanado. Se puede
    desarrollar un pequeño nódulo en uno de los
    ligamentos del tobillo que causa una fricción constante en
    la articulación, conduciendo a la inflamación
    crónica y, finalmente, a daños permanentes. La
    inyección de una mezcla de corticosteroides en el tobillo
    reduce la inflamación, y la
    administración de un anestésico local alivia el
    dolor de modo eficaz. En raras ocasiones se requiere la
    intervención quirúrgica.

    En un esguince puede también lesionarse el nervio
    que recorre uno de los ligamentos del tobillo. El dolor y el
    hormigueo consecuentes (neuralgia) se alivian, a veces de modo
    permanente, con una inyección de un anestésico
    local.

    Las personas con esguince de tobillo suelen caminar de
    un modo que desgasta excesivamente los tendones (tejidos fibrosos
    y resistentes que conectan los músculos al hueso o los
    músculos entre sí); el resultado final es la
    inflamación de los tendones del lado externo del tobillo.
    Esta afección, llamada tenosinovitis peroneal, puede
    causar hinchazón crónica y dolor en la parte
    externa del tobillo. El tratamiento consiste en usar soportes
    para el tobillo, que limitan el movimiento de la
    articulación. También pueden ser eficaces las
    inyecciones de cortisona dentro de la vaina del tendón,
    aunque no debe abusarse de su uso.

    En ocasiones, el impacto de un esguince grave causa
    espasmos en los vasos sanguíneos del tobillo que reducen
    la circulación sanguínea. Por consiguiente, algunas
    zonas del hueso y de otros tejidos pueden resultar afectadas
    debido a la falta de irrigación, por lo que pueden
    comenzar a deteriorarse. Esta afección, denominada
    distrofia simpática refleja o atrofia de Sudeck, puede
    provocar hinchazón y dolor en el pie, a menudo intenso,
    que puede pasar de un punto a otro del tobillo y del pie. A pesar
    del dolor, la persona puede
    seguir caminando. La fisioterapia y los analgésicos
    administrados por vía oral pueden ser útiles. Se
    puede recurrir, en caso de dolor crónico e intenso, a la
    inyección de un anestésico local alrededor del
    nervio que estimula el tobillo (bloqueo del nervio), así
    como a la administración de corticosteroides y al
    apoyo psicológico.

    El síndrome de seno del tarso es el dolor
    persistente en la zona entre el hueso del talón
    (calcáneo) y el hueso del tobillo (talus o
    astrágalo), a raíz de una torcedura. Puede estar
    asociado con el desgarro parcial de los ligamentos dentro del
    pie. Las inyecciones de corticosteroides y los anestésicos
    locales son a menudo útiles.

    Debemos diferenciar las complicaciones que pueden surgir
    tras haber sufrido un esguince de tobillo, esto es, las
    inestabilidades crónicas del tobillo, y las propias
    complicaciones que pueden surgir asociadas de algún modo
    al traumatismo que produjo el esguince, o que en ocasiones
    acompañan al esguince y que debemos tener presentes a la
    hora de valorar un esguince del tobillo.

    En lo referente a las complicaciones asociadas
    mencionaremos brevemente las más frecuentes:

    1) Fracturas osteocondrales. Aparecen hasta en el 6%-7%
    de los casos. Pueden pasar inadvertidas fácilmente si no
    se piensa en su existencia, siendo diagnosticadas entre
    cuatro-seis semanas, e incluso hasta un año después
    del traumatismo.

    2) Rotura del retináculo de los peroneos. Debido
    a una dorsiflexión forzada súbita cuando los
    tendones están contraídos. La luxación o
    subluxación de lo tendones peroneos se puede objetivar
    haciendo que el enfermo coloque el pie en eversión y
    dorsiflexión y realizando una resistencia al movimiento de
    inversión del pie. Si el retináculo está
    lesionado se subluxarán o luxarán los tendones
    pasando a situarse por delante del maléolo
    peroneo.

    3) Fractura de la base del quinto metatarsiano. Por
    tracción del peroneo lateral corto

    4) Fractura del Os trigonum. Es un sesamoideo situado en
    la parte posterior del astrágalo, presente hasta en el 14%
    de la población. Es relativamente frecuente en
    pacientes con historia de esguinces previos. Se presenta como un
    cuadro doloroso a la palpación en la parte posterior de la
    tibia y anterior al tendón de Aquiles,
    incrementándose el dolor en flexión plantar forzada
    o flexión plantar resistida. Es frecuente la existencia de
    una disminución de la flexión plantar menor de
    25°.

    5) Impingement sinovial. Es un cuadro producido por el
    pinzamiento capsular que se produce entre el astrágalo,
    peroné y tibia, más acentuado en
    dorsiflexión forzada y en flexión plantar pasiva.
    En ocasiones es posible observar un cajón anterior
    positivo. El diagnóstico definitivo se realiza mediante
    RMN o artroscopia.

    6) Síndrome del túnel tarsiano. Es el
    atrapamiento del nervio tibial posterior entre el maléolo
    tibial y el ligamento tarsiano. Aparece dolor y disestesias en el
    arco longitudinal interno del pie, con un signo de Tynell
    positivo.

    Otros cuadros menos frecuentes son la inestabilidad
    subtalar, el síndrome de coalición tarsiana, la
    lesión meniscoide del tobillo, el síndrome del seno
    del tarso, etc.

    REANUDACIÓN DEL DEPORTE:

    Para volver a practicar deportes, generalmente se
    recomienda que la inflamación o el dolor no existan o sean
    mínimos y que puedan realizarse saltos hacia delante o
    hacia los lados sobre el tobillo lesionado sin sentir dolor ni
    inestabilidad. En los esguinces más graves es una buena
    idea proteger el tobillo con una tobillera o una ortesis para
    disminuir la probabilidad de
    nuevos episodios de esguince. Su médico y entrenador deben
    guiarle en su retorno a la práctica deportiva.

    Esguince de tobillo en jugadores de
    fútbol:

    El tratamiento de las lesiones en los deportistas de
    alta competencia debe
    ser tal, que permita al jugador regresar al campo de juego en el
    menor tiempo y con el mismo nivel de eficiencia que
    tenían antes de la lesión. Los esguinces de tobillo
    están entre las lesiones más frecuentes en los
    jugadores de fútbol. En un período de 22 meses se
    evaluaron y manejaron 20 atletas (jugadores de fútbol),
    edad promedio, 16.8 años, con lesiones ligamentosas de
    tobillo. Los tiempos de recuperación promedio fueron 14.8
    días para esguince grado I; 44 días para esguince
    grado II; y 62 días para esguince grado III.

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    Recuerdo anatómico

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    Fig. 3. Representación
    esquemática de los ligamentos del tobillo

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    Fig. 4

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    fig. 5

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    fig7 Mecanismo de producción del
    esguince de tobillo por eversión forzada

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    Fig 8 Mecanismo de producción de
    lesguince de tobillo por inversión forzada

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    Fig 9

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    fig 11

    Prueba de la inversión forzada. Se realiza la
    maniobra tratando de hacer bascular el astrágalo, forzando
    el varo de la mortaja tibioperoneoastragalina. Si el
    ángulo formado entre una línea trazada por el borde
    superior del astrágalo y otra línea trazada por el
    borde inferior del techo del pilón tibial es superior a
    20° o mayor de 10° con respecto al tobillo sano supone
    una lesión del ligamento peroneo
    calcáneo.

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    fig14

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    Prueba del cajón anterior, exploración del
    ligamento peroneo astragalino anterior (LPAA). El tobillo se
    mantiene a 10° de flexión, fijando el tercio distal de
    la tibia y traccionando del calcáneo hacia delante. Es
    positivo (A) si se desplaza el pie más de 4 mm en sentido
    anteroposterior; en caso contrario se considera negativo (B).
    Debe realizarse siempre de manera comparativa con el tobillo
    sano.

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    fig 15

     Fig 16

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    Fig 18

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    Fig 19

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    Fig 20

     

    Fig 21 Fig 22 Fig 23

     

     

     

     

     

     

     

    Fig 24

     Fig 25 Fig 26

    Bibliografía

    – Magee, David J. .- ORTOPEDIA.- 2 edic.- 1992.- Edit
    Mcgraw Hill.- Mexico.- Cap 12

    – Gustilo, Ramón B.-
    FRACTURAS Y LUXACIONES.- Vol II.- 1 edic. 1995.- Edit Mosby.-
    pág 1045-1048.

    -Harry Nner.- DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO EN
    ORTOPEDIA.- editotrial el manual moderno.-
    colombia.- 2
    edic. 1998.- pág 164-167

    En internet:

    – TAPING APLICADO A LOS ESGUINCES DE LOS LIGAMENTOS
    LATERALES DEL TOBILLO AUTOR: Abel Renovell Blasco.
    Fisioterapeuta.- http://www.efisioterapia.net/leer.php?id=12

    – ESGUINCE DE TOBILLO

    http://www.zonamedica.com.ar/categorias/medicinailustrada/esguincedetobi/definision.htm

    – Ejercicios para la torcedura de tobillo

    http://www.buenasalud.com/lib/ShowDoc.cfm?LibDocID=2281&ReturnCatID=21

    -ESGUINCE DE TOBILLO.-
    http://www.traumazamora.org/infopaciente/esguince/esguince.html

    – guia medica familiar:
    http://www.explored.com.ec/guia/fas88.htm

    – ESGUINCE DEL TOBILLO.-
    http://www.benignozenteno.com/lesiones_tobillo.htm

     

     

    Oliver Paredes

     

     

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