Cualquier actividad humana posee una localización
sobre el espacio geográfico y en cualquier sitio bajo
nuestros pies debe haber alguna forma de relieve. El escenario de
los conflictos
bélicos requiere también de la existencia de dichas
formas, las cuales son el producto de la
interacción de procesos
geomórficos externos e internos. Las actividades militares
bien planificadas necesitan de la asesoría de
especialistas en geociencias, lo que puede ser útil en
tareas como: la determinación de accesos, la
ubicación de materiales
para la construcción de barricadas,
definición de limitaciones naturales del terreno, etc. La
tecnología
de los países avanzados parece que los hace alejar de los
campos de batalla tradicionales; sin embargo, una región
de naturaleza
indomable puede convertirse en un escudo protector para sus
habitantes y, a su vez, en una desventaja para los
ejércitos invasores.
Palabras clave: relieve, geociencias, guerra
convencional, procesos geomórficos,
vegetación.
Cualquier actividad humana posee una localización
geográfica determinada y, de igual manera, cualquier
actividad antrópica demandará de un uso particular
de las múltiples formas de relieve de nuestro planeta. De
tal forma que los conflictos bélicos, convencionales o no,
jamás podrán escapar de la regla antes mencionada.
La guerra es, pues, muy dependiente de las características del terreno en donde se
desarrolla. Un conflicto
militar bien planificado deberá ser liderado bajo el apoyo
parcial de especialistas en geociencias. Sin ánimos de
promover la contraparte de la paz en el mundo, el objetivo del
presente escrito es el de informar al lector sobre cómo la
geomorfología, así como otras ramas de las
geociencias, pueden ser aplicadas dentro del campo de las
acciones
militares.
Según Erdmann (citado por Thornbury, 1969:
pág. 565), "el terreno es el común denominador de
la geología y la guerra". Esto significa que el terreno o,
mejor dicho, las formas de relieve van a ser el escenario de las
distintas actividades que caracterizan a las campañas
militares. Las formas de relieve son el resultado de la
combinación de procesos geomórficos tanto externos
como internos. Un militar sin formación en geociencias
podrá diferenciar un cerro de una llanura, pero
difícilmente podrá explicar el origen de tales
relieves. Por otra parte, el especialista en geociencias puede
que tampoco sepa nada en absoluto acerca de estrategias
militares, por lo que, en consecuencia, deberá llevarse a
cabo un intercambio de información, a partir de la cual los
especialistas se entenderán. El geocientista podrá
asesorar a los militares en aspectos muy particulares del
terreno; por ejemplo, es posible que maneje información
sobre la profundidad de los suelos, en caso
de que se requiera de la construcción de trincheras sobre
las laderas de algún relieve positivo. Dicho profesional
tendrá un conocimiento
más certero sobre donde ubicar materiales para la
construcción de barricadas; mediante el uso de mapas o de
imágenes será capaz de definir
mejores rutas de acceso y de ubicar puntos de vigilancia;
asimismo, mediante el uso de aerofotografías podrá
fácilmente definir los tipos de cubierta vegetal que
puedan servir de escondite o camuflaje a las tropas involucradas.
El geocientista puede ir mucho más allá
todavía, en el caso de que sepa interpretar la
información climatológica del área en
conflicto: los meses de mayor precipitación pudieran
arruinar el acceso a lo largo de una llanura sujeta a las
inundaciones estacionales; las nevadas pudieran limitar
severamente el rendimiento de las tropas, al igual que aquellos
días de calor intenso.
La sequía del verano pudiera obstruir el acceso de
embarcaciones a lo largo de los ríos; de igual forma, el
abastecimiento de agua para el
consumo
pudiera verse seriamente afectado. El mal tiempo y una
topografía accidentada serán motivos
de entorpecimiento para las operaciones
aéreas que sirvan de apoyo a las tropas acantonadas dentro
del campo de batalla.
El cuerpo de ingenieros de un ejército moderno
deberá contar entonces con un personal
multidisciplinario en áreas cómo: geología,
geomorfología, hidrometeorología y
vegetación. Los geógrafos
serán hasta cierto punto los profesionales más
estratégicos del grupo, ya que
éstos son capaces de enfocar los problemas a
partir de la interacción de múltiples variables. El
geógrafo posee una formación básica en
geociencias; cuenta además con el manejo de la geografía humana, en
aspectos como: distribución de la población, distribución de
actividades económicas, vialidad, servicios,
etc., y debe ser por excelencia el más hábil
fotointérprete del conjunto.
Tanto los agentes de inteligencia
como los distintos profesionales de las Ciencias de
la Tierra de
las grandes potencias, cuentan hoy en día con poderosas
herramientas
de trabajo, productos del
avance de la ciencia y
la técnica de sus países. Cabe mencionar la
existencia de los satélites
artificiales "espías", enviados al espacio por E.U.A. con
la simple misión de
escudriñar áreas pequeñas de la superficie
del globo. Por medio de estos medios de
observación, a cualquier persona que sale
a la calle se le puede contemplar desde el cielo, sin que
ésta se dé por enterada.
Por otra parte, los países avanzados se alejan
cada vez más de las batallas tradicionales, ya que la
tendencia es la reducción de las luchas cuerpo a cuerpo,
en sustitución de bombardeos con misiles "inteligentes".
La historia parece
demostrarnos que no se pueden hacer invasiones como la de U.S.A.
a Vietnam o como la de la U.R.S.S. a Afganistán, ya que
el hombre del
lugar, aliado con la madre naturaleza que le vio nacer, ha
terminado siendo el vencedor.
Pese a todo lo que la tecnología sofisticada
representa, el relieve terrestre sigue estando allí y los
procesos geomórficos continúan en su incesante
actividad. Las bombas
serán capaces de hacer impacto en un lugar preciso, pero
no darían nunca en el blanco si la información de
los satélites no tomara en cuenta las desigualdades
topográficas. Los bombardeos no serán siempre
efectivos y en ocasiones será necesaria la introducción directa de equipos y tropas
que se vean cara a cara con la verdadera naturaleza del
terreno.
Para dar un ejemplo, a raíz de la
intervención militar estadounidense en Afganistán,
luego de los ataques terroristas en Nueva York en septiembre del
2001, la búsqueda de Bin Laden se convirtió
inclusive en un problema interdisciplinario. Poco después
que apareció en una entrevista
realizada por la agencia de noticias Al Jazeera, un
geólogo norteamericano que visitó alguna vez
Afganistán, afirmó que conocía el
área donde afloraban las rocas que se
observaban a espaldas del árabe, mientras éste
hablaba ante las cámaras. De manera que el hombre
más buscado del mundo, debió de haberse mudado
rápidamente hacia otro sitio de diferente
litología. Es de suponer, por lógica,
que los que huyen hoy en día ante el acecho de los E.U.A.
deben evitar a toda costa exponerse al cielo abierto y, en su
lugar, deben moverse sobre áreas cubiertas de bosque. En
Afganistán se estima que el 3% del país posee una
vegetación de coníferas ubicada por encima de los
1.830 metros de altura (Enciclopedia Microsoft,
1999). Junto a esas manchas de vegetación boscosa,
habría que demarcar en las imágenes de
satélite el área donde afloran las rocas
calcáreas, las más proclives al desarrollo de
cavernas. Y es seguramente allí donde la CIA sospechaba
que se encontraba para entonces el más sagrado de sus
objetivos. Por
eso no fue extraño que a finales de la ofensiva
norteamericana en Afganistán, una región
montañosa que sirvió de guarida a los combatientes
de Al-Kaeda, fue sometida a intensos bombardeos,
creyéndose para entonces que Bin Laden había
perecido en tales ataques.
Lamentablemente, y por lo que se ve, la guerra
también puede servir de fuente de trabajo para una
multitud de profesionales. Pero es, en definitiva, la paz la que
garantiza el progreso y un mejor nivel de vida a las comunidades
humanas.
Asociated Press. 2001. Confusión sobre paradero
de Bin Laden. Diario El Nacional, Nº 20.912, 18 de
noviembre, Cuerpo A, pág. 7. Caracas.
Microsoft Corporation. 1999. Enciclopedia Microsoft
Encarta 99. (Disco compacto).
Thornbury, W. 1969. Principles of Geomorphology. John
Wiley &Sons, Inc. "2nd Edition. Indiana. 593
p.
CNN. 2001. Panorama Mundial. www.cnnenespanol.com.
11 de noviembre. Atlanta.
Jesús Enrique Santiago