Indice
1.
Introduccion
2. Infancia Y Juventud De Jose
Hernandez
4. El Nacional Argentino (Paraná
-1860)
5. El Argentino (Paraná-
1863)
6. El Eco De Corrientes (Corrientes,
-1868)
7. La Capital (Rosario -1868)
8. El
Rio De La Plata (Buenos Aires – 1869)
9. La
Patria (Montevideo -1872)
10. Otros Medios (Buenos
Aires – 1873/1876)
11. Bibliografia
Citada
12. Bibliografia general y de
referencia
13. Referencias Del
Autor
* Primer Premio, rubro ensayo en el
Certamen de las Artes, las Ciencias y el
Pensamiento
1990, organizado por la Subsecretaria de Cultura de la
Provincia de Buenos Aires.
Advertencia:
Las citas y notas del presente trabajo se hicieron en orden a las
normas
tratadas por FUENTES PUJOL
en su libro
<<La información documentada>> (Barcelona:
ATE, 1981).
En las transcripciones textuales de artículos de
José Hernández aparecidos en la prensa se han
respetado las grafías originales por razones de
fidelidad.
La persona de
José Hernández ha estado siempre
vinculada y férreamente a la del protagonista de su
máxima obra poética. Tanto es así que al
informar sobre su fallecimiento un diario de La Plata titulaba:
«Ha muerto el senador Martín Fierro».
Pero Hernández no limitó su actividad a las letras,
ni restringió su pluma a la poesía.
Se forjó en las faenas camperas, tomó las armas, fue
oficial de la contaduría de la Confederación,
taquígrafo del Senado en Paraná, secretario privado
del general Pedernera durante su vicepresidencia, ministro del
gobernador correntino Evaristo López, librero, impresor,
legislador bonaerense en ambas Cámaras y fecundo
periodista.
Martinez Estrada ( 1980, p. 48) sintetiza su personalidad
señalando que «Hernández es cuatro cosas, por
la naturaleza de
su ser, de su carácter:
militar, periodista, político y poeta. Las cuatro
manifestaciones activas de su psique corresponden a un mismo tipo
extravertido, y tres, -militar, periodista y político- por
igual al combatiente».
Respecto de ese Hernández batallador que por
convicciones políticas
escribió artículos y fundó periódicos
existen referencias biográficas diversas pero ninguna que,
marginando el poema gauchesco y aún la actividad política
estrictamente tal, sintetice la totalidad de su labor en la
prensa. Es esta entonces la intención del presente
trabajo: reunir, aunque en forma breve, los datos de la labor
periodística hernandiana de todos los medios en los
que hubo actuado, hasta el presente dispersos, en un cuerpo
único y coherente.
La tarea se ha desarrollado sobre la base de la bibliografía existente y
documentado, en la medida de las posibilidades, con las fuentes
periodísticas que en cada caso correspondieran.
En consecuencia con el objetivo
propuesto la obra ha sido estructurada en capítulos en los
que se ha priorizado el quehacer periodístico en forma
absoluta y que en su mayoría llevan por título los
nombres de cada medio en que Hernández
actuó.
2. Infancia Y
Juventud De
Jose Hernandez
Incumbe a este trabajo descubrir y exponer al
José Hernández periodista en la forma más
pura posible, es decir sin desviar la atención hacia otros aspectos de su vida
más que en la medida de lo indispensable. Pero sin duda
alguna un hombre no
aparece espontáneamente con su primera acción
trascendente; no lo hace Hernández con su primer
artículo en la prensa. «Las ideas, las creencias y
los sentimientos de los seres humanos dependen, en gran parte, de
las enseñanzas recibidas durante su infancia, adolescencia y
juventud» (Romero Carranza, 1963 p. 11).
Es por ello que no puede iniciarse una semblanza
periodística hernandiana sin hacer referencia a la
formación en los días de su niñez y juventud
que constituyen su bagaje espiritual primigenio.
Hernández nació en la chacra de Pueyrredón
(antiguo caserío de Pedriel), propiedad de
su tía materna Victoria Pueyrredón en el actual
partido bonaerense de San Martín, el 10 de noviembre de
1834.
Fueron sus padres don Rafael Hernández y
doña Isabel Pueyrredón. Recibió el bautismo
con el nombre de José Rafael en la parroquia de la
Catedral del Norte, hoy Basílica de la Merced, en la
ciudad de Buenos Aires, el 27 de julio de 1835.
La vida de Hernández apareció marcada
desde su nacimiento por el entorno político de la
época. Fermín Chávez (1959, p. 9) resume la
situación del siguiente modo:
"La madre pertenecía a una familia de
filiación unitaria y era prima hermana de Juan
Martín de Pueyrredón, por lo cual José
resulta primo segundo del pintor Prilidiano Pueyrredón. El
padre, en cambio,
militaba en el partido federal, al igual que sus hermanos Eugenio
y Juan José Hernández, este último muerto
durante la batalla de Caseros."
Tempranamente quedó al cuidado de su tía Victoria,
llamada «mamá Totó», mientras sus
padres solían pasar largas temporadas en estancias del sur
de la Provincia. Pero sus tías debieron emigrar por
razones políticas y José fue dejado al cuidado de
su abuelo paterno, José Gregorio Hernández Plata,
que vivía en una quinta de Barracas sobre el
Riachuelo.
A los seis años José Hernández
comenzó sus estudios en el Liceo Argentino de San Telmo,
dirigido por Pedro Sánchez. Desde 1841 hasta 1845 se
formaría conforme a los hábitos y reglamentos de la
época, en lectura y
escritura,
doctrina cristiana, historia antigua, romana y
de España,
aritmética, dibujo y
gramática castellana.
Amén de ello, Chávez (ibid., p. 10)
señala:
"Por un aviso de «La Gaceta Mercantil», publicado el
27 de agosto de 1845 y en ediciones posteriores, tenemos conocimiento
de que ese año José Hernández cursaba
todavía en las aulas del Liceo de Pedro Sánchez y
que las clases habituales habían sido aumentadas con otras
de francés, geometría
y geografía,
a las que concurrían «gratis y en premio los alumnos
que por su capacidad y ejemplar conducta se han
hecho acreedores a tal distinción». Los alumnos
beneficiados así por el maestro Sánchez -que
acababa de trasladar su escuela a
Reconquista 221- sumaban veintidós y entre ellos figuraban
Francisco y Juan José Urquiza, José Mariño,
Teófilo Ezeiza, Manuel Badía, Nicolás Rivero
y José Hernández."
Falleció la madre de José Hernández
en 1843 y debido a que él estaba afectado por una dolencia
física, al
parecer del pecho, por la que le fue prescripto un cambio de
clima,
debió abandonar las aulas hacia 1846 y fue llevado por su
padre, que trabajaba como mayordomo en establecimientos ganaderos
de Rosas, a la pampa
bonaerense donde se recuperó. Chávez (ibid., p. 11)
refiere del siguiente modo aquellos días:
"Es así como, a los doce años de edad,
Hernández entra en contacto directo con el gaucho y con
sus tareas de todos los días, en una época
caracterizada par la intensa actividad de los saladeros. Su
hermano Rafael lo dice en una de sus clásicas
páginas sobre la juventud de aquél:
«Allá en Camarones y en Laguna de Los Padres se hizo
gaucho, aprendió a jinetear, tomó parte en varios
entreveros y presenció aquellos grandes trabajos que su
padre ejecutaba y de que hoy no se tiene idea. Esta es la base de
los profundos conocimientos de la vida gaucha y amor al
paisano que desplegó en todos sus actos» (Rafael
Hernández. Pehuajó, 1896)."
Así recogió una visión acabada y de primera
mano de la realidad del hombre de la campaña, donde fue
uno más y pudo «captar el sistema de
valores,
lealtades y habilidades que cohesionaban a la sociedad
rural» (Gramuglio, 1980, p. 2).
A los 19 años de edad, en 1853, ingresó en las
filas del ejército e intervino en la represión del
levantamiento del coronel Hilario Lagos contra el gobierno de
Valentín Alsina, estando bajo las órdenes de los
coroneles Pedro Rosas y Belgrano y Faustino Velazco y
resultó vencido en San Gregorio, el 22 de enero de ese
año. Al año siguiente actuó nuevamente, esta
vez como teniente, contra las fuerzas de Lagos en la batalla de
El Tala, donde su bando resultó victorioso.
Después de haberse batido a duelo con otro
oficial, por razones políticas, abandonó las filas
de la milicia y emigró a Entre Ríos, en 1858. Dos
años antes había iniciado su labor
periodística en «La Reforma Pacífica»,
órgano del Partido Federal Reformista al que
adhirió.
«Testigos de la época lo describen sencillo
y conservador, hablando con voz estentórea, arrebatado por
los avatares de la política pero con tiempo para
detenerse en el mercado, donde se
pasaba escuchando los dichos y chistes
gauchescos de los carniceros, que entonces eran todos criollos de
pura cepa y de indumentaria campera» dice Gramuglio (ibid.,
p. 2).
Sedano Acosta ( 1962, p. 192) lo describe a su vez
asegurando que: «Era un bello tipo de criollo: corpulento,
vigoroso, atezado, de pelo lacio, de voz potente, probada en las
faenas del campo y en las de la ciudad, ágil de cuerpo y
de ingenio».
3. La Reforma Pacifica
(Buenos Aires – 1856)
«En 1855, según el Almanaque de «La
Tribuna» (1853/84; hermanos Varela), Buenos Aires contaba
con diez imprentas…» (Rivera, 1980, p.324) y se
mantenía como un estado disidente en un marco de
frágiles «pactos de convivencia» con la
Confederación Argentina
presidida por Justo José de Urquiza y dotada ya de un
cuerpo constitucional desde hacía dos
años.
Hernández, que había tomado las armas por
primera vez para defender al gobierno de Alsina en Buenos Aires
contra el coronel Lagos, optó por alinearse en 1856 al
Partido Federal Reformista, partidario de la incorporación
de aquel estado a la Confederación.
En coincidencia con su pensamiento político inició
ese mismo año sus lides periodísticas. «Su
vinculación al periódico
La Reforma Pacífica, dirigido par Nicolás Calvo,
cuando éste sólo contaba 22 años,
señala el despertar de su pasión por los problemas
espirituales y sociales que agitaban al país».
(Pagés Larraya, 1952, p. 51).
«La Reforma Pacífica» era el medio del nuevo
partido a cuyos integrantes el oficialismo porteño
denominaba despectivamente «chupandinos» por su
supuesta afición a la bebida. A su vez los separatistas,
partidarios de Valentín Alsina y Bartolomé Mitre,
recibían de sus adversarios el mote de
«pandilleros» porque, a decir de éstos, se
manejaban siempre en grupos o
pandillas.
Gramuglio (ibid., p. 6) señala que:
"En 1856, Nicolás Calvo fundó «La
Reforma Pacífica», periódico que expresaba la
tendencia reformista a la que pertenecía Miguel Navarro
Viola, Tomás Guido, Ovidio Lagos, los González del
Solar, Los Hernández y otros cuyas trayectorias
seguirán encontrándose durante muchos años.
Se dice que José Hernández colaboró en
«La Reforma Pacífica» o que fué su
corresponsal en Paraná. Este dato incierto es el que
sitúa Las primeras actividades periodísticas de
José Hernández, que luego serán tan
fecundas» (1).
El primer número de «La Reforma
Pacífica» se editó el 1° de diciembre de
1856. Su tamaño era de 84 centímetros par 53 de
ancho y contaba con tres anchas columnas y ocho
páginas.
Era un matutino que aparecía todos los días con
excepción hecha de los días posteriores a los
festivos, cuya suscripción tenía un costo de 30 pesos
por mes.
El editor propietario de la empresa
periodística era Juan José Soto, padre de
Héctor S. Soto que luego codirigía con
Hernández un periódico montevideano.
«La Reforma Pacífica» se editaba en
la calle Defensa 73.
Posteriormente trasladó la
administración a Representantes 71. También
modificó su formato, ampliado en tamaño y reducido
el número de páginas con cuatro o cinco columnas
cada una.
Dice Chávez (ibid., p. 16) que «Entre Calvo y el
general Urquiza no se había llegado a establecer ninguna
alianza política, pero de todos modos «La Reforma
Pacífica» aparecía a los ojos del oficialismo
(porteño) como un mero instrumento del estanciero de San
José».
Auza (1978, p. 160) es aún más claro al precisar
que:
"Calvo no conocía al general Urquiza y más que
indiferencia, sentía antipatía hacia su persona y
sus ideas. Sin embargo, los sucesos porteños, la conducta
de sus dirigentes y, sobre todo la actitud de la
Confederación en su política con Buenos Aires le
hicieron cambiar lentamente de opiniones, superar su
antipatía por Urquiza y olvidar sus resquemores hacia los
hombres de Paraná."
Y aún amplía el mismo autor:
"<La Reforma Pacífica> no nacía como un
diario favorable a la tendencia urquicista en Buenos Aires, ni
mucho menos con la misión de
sostener las ideas de algunos federales de las provincias sobre
la cuestión de la separación de la ciudad
portuaria. El diario representaba los intereses de un grupo
porteño cuyos miembros, siendo ante todo porteños,
querían y aspiraban a la nacionalidad, pero no del modo,
ni con los procedimientos o
el programa que
se auspiciaba desde Paraná y, mucho menos, en el que se
propiciaba desde San José "(ibid., p. 159).
Como se refirió en el Capítulo I, tras un
duelo Hernández debió emigrar a Entre Ríos
en 1858. Se radicó entonces en Paraná en donde
trabajó como empleado de comercio y
ocupó un cargo en la Administración Nacional.
En 1859 José Hernández participaba en la batalla de
Cepeda con el grado de capitán, bajo las órdenes
del coronel Eusebio Palma en las huestes de la
Confederación, que resultan triunfadoras sobre las fuerzas
de Buenos Aires.
A su regreso a Paraná, ese mismo año, se
desempeñó como taquígrafo del Congreso y
remitió desde aquella ciudad, por entonces capital de la
Confederación, sus colaboraciones para «La Reforma
Pacífica».
Las colaboraciones de Hernández referidas por todos sus
biógrafos no
resultan totalmente verificables según los estudios
efectuados sobre el tema par Auza (ibid., p. 168) debido a que no
son firmadas ni inicialadas. Según este estudioso de la
prensa nacional los artículos hernandianos son
identificables recién hacia 1860 bajo el seudónimo
de «Vincha». Al respecto en el número del 18
de febrero de ese año se publicaba en «La Reforma
Pacífica» un suelto citado por Auza (ibid., p. 169)
que rezaba:
"Vincha. Tal es el seudónimo de nuestro
más activo, laborioso e ilustrado corresponsal de las
provincias. Ya hemos publicado antes correspondencias del
señor Vincha, que lo han hecho conocer ventajosamente; en
adelante bastará ver su nombre al pie de un escrito para
que los lectores se detengan con gusto a recorrer las
páginas trazadas par su pluma. Estamos ciertos que ninguno
de nuestros colegas podrá presentar un extracto tan fiel y
tan luminoso de la sesión del 6 como el que publicamos a
continuación, debido a la infatigable laboriosidad de
Vincha. "
Los artículos de José Hernández en «La
Reforma Pacífica» con la firma de Vincha se inician
el 13 de febrero de 1860 con el título de
«Correspondencia de las provincias» y finalizan el 12
de enero de 1861 con «Correspondencia desde
Rosario».
«La Reforma Pacífica» se editó hasta el
8 de febrero de 1861. Ese mismo año Calvo criticaba
severamente la política de Alsina y desde el oficialismo
se acusaba al periódico de instigación al asesinato
del gobernador.
En 1860 resultaba electo presidente de la Confederación
Santiago Derqui y el general Juan Esteban Pedernera,
vicepresidente, a quien acompañaba Hernández como
secretario. Simultáneamente comienza a escribir en
«El Nacional Argentino» de Paraná
(*).
(*) La colección de «La Reforma
Pacífica» se encuentra en la Hemeroteca de
la
Biblioteca Nacional. Ref. 30.501/30.686.
4. El Nacional Argentino
(Paraná -1860)
«El Nacional Argentino» era un diario
defensor del gobierno de la Confederación aparecido en
Paraná el 3 de octubre de 1852. Salía los jueves y
domingos.
Su formato era de 48 centímetros de alto por 31 de ancho,
a cuatro columnas.
Desde el 5 de marzo de 1855 aumentó su tamaño a 57
centímetros de alto por 40 de ancho, a cinco columnas y
comenzó a aparecer los martes, jueves y sábados
hasta 1858 en que se transforma en diario.
Se imprimía par la Imprenta del Estado y era su administrador don
Jorge Alzugaray. Desde 1856 comenzó a insertar avisos
comerciales, primero en espacios reducidos y posteriormente en
toda la cuarta página.
Después de haber tenido en su redacción a Juan María
Gutiérrez, Eusebio Ocampo, Alfredo M. du Graty, Ramón Gil
Navarro, Benjamín Victorica, Emilio de Alvear, Luis
Cáceres, Lucio V. Mansilla, Francisco Bilbao y Juan
Francisco Seguí, el diario inició su última
etapa de existencia, a la sazón con José
Hernández como redactor.
Para entonces presidía la Confederación Argentina
Santiago Derqui, con la vicepresidencia de Pedernera.
Dice Auza (ibid., p. 120) refiriéndose a «El
Nacional Argentino»:
"El 19 de setiembre, algunos indicios delatan la presencia de una
mano firme y segura al frente de El Nacional Argentino, pues se
elimina el lema iniciado por Seguí, como si ya no tuviera
vigencia (2).
Pocos días después, el 22, se publica un
artículo que aparece en el espacio destinado al editorial
y se titula «Comunicado. La Convención Nacional no
es juez de las elecciones». Ese artículo estaba
firmado por "Vincha" y tenía por objeto rebatir las ideas
expuestas en El Correo Argentino. El 30 nuevamente aparece el
seudónimo en otro «Comunicado» titulado
«Desenlace Complicado»… aquellos artículos
oficiaban de editoriales y retomaban la tradición del
periódico de adoptar su propia posición ante los
sucesos, más incluía una novedad, cual era el uso
del seudónimo para amparar la verdadera personalidad del
redactor."
Debe considerarse al respecto que parece justificable el
uso del seudónimo en tanto que Hernández actuaba
para la época como secretario del vicepresidente Pedernera
y se desempeñó asimismo como taquígrafo de
la Convención Nacional de Santa Fe encargada de estudiar
las reformas a la Constitución propuestas por Buenos
Aires.
José Hernández publicó dieciocho
artículos en «El Nacional
Argentino».
El 4 de octubre de 1860 escribía:
"La incorporación política (de Buenos Aires)
está efectuada por los Pactos del 11 de noviembre y 6 de
junio; la reincorporación administrativa, gubernativa, va
a realizarse muy pronto. Para la República se abre una
nueva era; una época de paz, de progreso, de actividad
mercantil, de desarrollo
moral y
material.
Para la realización de estas vastas esperanzas,
para el cumplimiento de las promesas con que nos halaga el
presente, existe una condición esencial e indispensable:
la estabilidad de las instituciones,
el respeto y
obediencia a la autoridad
ejecutiva, que encargada de la dirección de los destinos del país,
le conduce a la felicidad por el camino que le traza la ley" (Auza,
ibid., p. 122).
Aún como federal urquicista, Hernández
adhería a la posición integracionista del
presidente Derqui con la esperanza de un futuro de
pacificación y progreso y aseguraba en consecuencia tres
días después de la publicación del
artículo citado:
"Porque los viejos partidos han muerto ya y los partidos nuevos
que se levantan a impulsos de necesidades nuevas y de una vida
comercial y civilizada, no les prestarán su
apoyo.
En nuestra época, las necesidades de la sociedad
son otras y otros los fines a que se dirige.
Las causas son nuevas, las ideas son nuevas, los
propósitos lo son también y no es posible
armonizarla con las causas, ideas y propósitos viejos; ni
es posible ni cuerdo olvidar lo que corresponde a la sociedad de
hoy, para sostener lo que pertenece a una sociedad que
pasó"(Auza, ibid., p. 122).
En una de sus últimas notas, el 11 de octubre de 1860,
Hernández defendía su independencia
periodística y política
señalando:
"Escribimos en este diario como lo haríamos en
otro cualquiera para manifestar y sostener nuestras ideas y
nuestras creencias políticas, que nunca hemos sometido ni
someteremos jamás a ideas o creencias
extrañas.
Escribimos porque nuestra calidad de
argentino nos da derecho pleno y hasta cierto punto nos impone el
deber de tomar ingerencia legítima en la política
de nuestro país. Escribimos en este diario porque podemos
hacerlo con libertad, con
una independencia que cuadra a nuestro carácter…" (Auza,
ibid., p. 123).
Así Hernández, próximo a cumplir Los 26
años de edad, ponía en juego el vigor
de su juventud impetuosa hacienda alarde de su libertad y
convicciones en cada nota.
Su último editorial, titulado «El estilo es el
hombre», con las iniciales J. H., apareció el 15
de octubre.
La edición del día 25 del mismo mes del año
1860 fue la última de «El Nacional Argentino».
.
El 17 de setiembre de 1861 Los ejércitos de la
Confederación y del estado de Buenos Aires se enfrentaban
en la batalla de Pavón.
Hernández, con el grado de capitán, actuó en
el bando confederado al mando de Urquiza y resultó
vencido, más que por la capacidad bélica de su
adversario (Mitre) par la falta de convicción puesta en la
acción ordenada desde Paraná par el presidente
Derqui. Sería esa actitud de Urquiza la que le
significaría el desprecio de muchos comandantes del
interior del país, entre ellos el coronel López
Jordán a quien se atribuye la responsabilidad ideológica de su
asesinato.
En noviembre del mismo año José y Rafael
Hernández participaban en la batalla de Cañada de
Gómez, donde también resultaban vencidos por las
tropas mitristas.
Mientras se organizaban focos de resistencia
federal en el interior del país, bajo la conducción
del general Angel Vicente Peñaloza, el coronel Felipe
Varela, el general Ricardo López Jordán y otros,
Derqui presentaba su renuncia y emigraba a Montevideo, Pedernera
declaraba acéfalo el gobierno nacional y Mitre era
designado presidente provisional. En mayo de 1862 fue electo
definitivamente presidente par el Congreso que a su vez
elegía a Marcos Paz como vicepresidente. Asumen el 12 de
octubre de ese mismo año. (*).
(*) La colección de «El Nacional
Argentino» se encuentra en la Hemeroteca de la
Biblioteca Nacional. Ref. 20.626.
5. El Argentino
(Paraná- 1863)
El 8 de junio de 1863 José Hernández se
casó, en la catedral de Paraná, con Carolina
González del Solar. E1 general Bartolomé Mitre
presidía para entonces la República.
Meses después Hernández funda y redacta «E1
Argentino», periódico que sumaría su esfuerzo
a «E1 Litoral», redactado por Carriego, en la defensa
del ideal federal provinciano.
E1 12 de noviembre del mismo año el general Ángel
Vicente Peñaloza, que se había rendido a una
partida del comandante Ricardo Vera, es asesinado y decapitado y
su cabeza es exhibida ante el pueblo en una pica, en una plaza de
Olta, La Rioja.
La noticia de esta muerte
conmueve Las fibras más íntimas de Hernández
quien desde «E1 Argentino» hace la apología
del «Chacho» al tiempo que anatematiza a sus enemigos
políticos:
"ASESINATO ATROZ. El general de la Nación
Don. Ángel Vicente Peñaloza ha sido cosido a
puñaladas en su lecho, degollado y llevada su cabeza de
regalo al asesino de Benavídez, de los Virasoro, Ayes,
Rolta, Giménez y demás mártires, en Olta, la
noche del 12 del actual.
El general Peñaloza contaba 70 años de edad;
encanecido en la carrera militar, jamás tiñó
sus manos en sangre y la mitad
del partido unitario no tendrá que acusarle un solo acto
que venga a empañar el valor de sus
hechos, la magnimidad de sus rasgos, la grandeza de su alma, la
generosidad de sus sentimientos y la abnegación de sus
sacrificios.
La historia tiene para el general Peñaloza el
lugar que debe ocupar el caudillo más prestigioso y
más humano y el guerrero
]más infatigable.
El asesinato del general Peñaloza es la obra de los
salvajes unitarios; es la prosecución de los
crímenes que van señalando sus pasos desde Dorrego
hasta hoy.
Que la maldición del cielo caiga sobre sus bárbaros
matadores. Los millares de argentinos a quienes el general
Peñaloza ha salvado la vida, rogarán por
él." (Pagés Larraya, ibid., p. l51).
Varias notas que durante el mes de noviembre de 1863 aparecen en
"E1 Argentino" fijan su posición después de
la muerte de
Peñaloza.
Otra de ellas, titulada «La política del
puñal» decía, entre otras cosas:
"Los salvajes unitarios están de fiesta. Celebran
en estos momentos la muerte de uno de los caudillos más
prestigiosos, más generosos y valientes que ha tenido la
República Argentina. El partido Federal tiene un nuevo
mártir. El partido Unitario tiene un crimen más que
escribir en la página de sus horrendos crímenes. El
general Peñaloza ha sido degollado. El hombre ennoblecido
por su inagotable patriotismo, fuerte por la santidad de su
causa, el Viriato (3)Argentino, ante cuyo prestigio se
estrellaban Las huestes conquistadoras, acaba de ser cosido a
puñaladas en su propio lecho, degollado y su cabeza ha
sido conducida como prueba del buen desempeño del asesino, al bárbaro
Sarmiento" (Pagés Larraya, ibid., p. 153).
Asimismo reclama a Urquiza una actitud firme ante los
mandos de Buenos Aires:
"No se haga ilusiones el general Urquiza con las amorosas
palabras del general Mitre: Represéntese el cadáver
del general Peñaloza degollado, revolcado en su propia
sangre, en medio de su familia después de haber perdonado
la vida a sus enemigos más encarnizados, después de
haber librado de la muerte hasta al bárbaro instrumento
que los unitarios han empleado para hundirlo en el cuello del
caudillo más valiente y más humano que ha tenido el
interior del país. ¡En guardia, general Urquiza! el
puñal está levantado, el plan de
asesinaros preconcebido; la mano que descargue el golpe la
comprará el partido Unitario con el oro que arrebata el
sudor de los pueblos que esclaviza" (Pagés Larraya, ibid.,
p. 155).
Aclara aún lo que a su entender era la
situación política del momento:
"Los asesinos del general Peñaloza se han espantado de la
deformidad de su propio crimen. Quedan dos únicos caminos
que pueden salvarlos y los salvajes unitarios, infames como
siempre, como siempre traidores, los siguen sin vacilar.
El primero es adormecer al general Urquiza, adularlo, cortejarlo,
complacerlo en cuanto desee, mostrarse con él
solícitos, afables y cariñosos, a fin de que la
bárbara degollación del general Peñaloza no
lo haga abandonar un solo instante esa política de
contemplaciones y de dulzuras que hace dos años tiene para
con los salvajes unitarios. Así lo hicieron cuando
asesinaron a Benavídez. Así lo hicieron cuando
asesinaron a los Virasoro. Así lo harán ahora que
han asesinado a Peñaloza. Pero el general Urquiza no puede
dejarse engañar por esas zalamerías de tigres.
Benavídez dio por resultado Cepeda. Virasoro dio por
resultado Pavón.Un segundo camino de salvación para
ellos, es engañar al país y esa es la inicua tarea
que han emprendido. Peñaloza no ha sido perseguido. Ni
hecho prisionero. Ni fusilado. Ni su muerte ha acaecido el 12 de
noviembre. Lo vamos a probar evidentementeme y con los documentos de
ellos mismos. Todo eso es un tejido de infamia y mentiras, que
cae por tierra al
más ligerísimo examen de los documentos oficiales
que han publicado sus asesinos. Ha sido cosido a puñaladas
en su propio lecho y mientras dormía, por un asesino que
se introdujo en su campo en el silencio de la noche…"
(Pagés Larraya, ibid., p. 156).
Publicó también Hernández una
semblanza del «Chacho», que en diciembre de 1863
aparecía como folleto con el título de «Vida
del Chacho. Rasgos biográficos del general Dn. Angel
Vicente Peñaloza», que decía:
"Vamos a escribir, a grandísimos rasgos, la vida
de este héroe sencillo y modesto, a bosquejarla con la
brevedad con que nos lo permite el carácter y aún
el objeto de esta publicación.
Pocos habrá, quizá, que conozcan una existencia
extraordinaria, como la de este caudillo valiente, generoso y
caballeresco, que ha sido actor en las escenas más
notables del drama de nuestras luchas civiles y a quien sus
perversos enemigos han pintado como el tipo de la ferocidad y
encarnación del crimen." (Pagés Larraya, ibid., p.
168).
Y comentaba, entre otras cosas, que:
"No creemos necesario detenernos mucho para recordar a nuestros
lectores, la resistencia heróica que el general
Peñaloza hizo por el espacio de muchos meses al
ejército que después de Pavón envió
el general Mitre al interior y que fue a ensangrentar el suelo de las
provincias. Aún están vivos eses hechos en la memoria de
todos y todos saben que ante su prestigio, su actividad y su
arrojo, únicos elementos de que podía disponer, fue
a estrellarse todo el poder de las
huestes invasoras, políticas de ese partido, cuya
ambición es su único fin, el asesinato su
único medio." (Pagés Larraya, ibid., p.
180).
«E1 Argentino» deja de aparecer a fines de
1863. Durante el año siguiente José
Hernández reside en Paraná hasta el mes de
diciembre. Para esos días Paysandú, Uruguay, es
sitiada por el general Venancio Flores (triunfador de
Cañada de Gómez) con la ayuda de fuerzas
brasileñas de mar y tierra. Los federales entrerrianos
reclaman la actuación de Justo José de Urquiza en
defensa de los «blancos» sitiados, pero éste
no abandona San José argumentando neutralidad. Entonces
grupos entrerrianos, entre los que se cuenta a Hernández,
se movilizan hacia el lugar pero llegan cuando los sitiados ya
han sido derrotados. Regresa entonces Hernández a
Paraná en donde reside desarrollando actividades
comerciales.
En 1867 se traslada a Corrientes y colabora con el gobierno de
Evaristo López. Ocupa cargos públicos: fiscal del
Estado, secretario del gobernador, profesor de gramática.
Comienza a publicar en «El Eco de Corrientes».
(*).
(*) La colecci6n de «El Argentino se encuentra en la
Hemeroteca de la Biblioteca
Nacional. Ref. 30.501.
6. El Eco De Corrientes
(Corrientes, -1868)
En febrero de 1867 Hernández llegó a
Corrientes, donde su cuñado, Melitón
González del Solar, desempeñaba su profesión
de médico. Allí colaboraron con el gobernador
Evaristo López. Al respecto Chávez (ibid., p. 39)
señala que:
"Poco después de su arribo a Corrientes,
Hernández es designado (el 7 de marzo de 1867) Fiscal
Interino del Estado, en sustitución del doctor
Tomás J. Luque, que había renunciado. El
correspondiente decreto del gobernador López expresa que
aquél ocupará el cargo «con goce de sueldo y
prerrogativas que le acuerda la ley»."
Allí escribe José Hernández en «El Eco
de Corrientes». Al respecto Pagés Larraya (ibid., p.
51) señala que "En 1867 poseyó su primera imprenta
y editó su primer diario: «El Eco de
Corrientes»."
Pero esa apariencia fundacional no coincide con la
información de Piccirilli (1954, p. 240) de que el
periódico «Apareció en la ciudad de
Corrientes el 24 de agosto de 1866», lo cual se verifica en
su colección de la Biblioteca Nacional y que indica que
Hernández fue uno de sus redactores y no el único
ni el primero.
Tampoco Chávez (ibid., p. 39) lo menciona como
fundador, al aseverar que «Desde las columnas del El Eco de
Corrientes, cuya redacción pasa a integrar, el poeta debe
sostener ardorosa polémica con el diario opositor La
Esperanza, que aprovecha para atacarlo en su condición de
funcionario oficial».
Entre tanto en Buenos Aires la cuestión de la
capital hacía perder a Mitre popularidad y daba origen a
la división de su partido en dos fracciones: Los que
seguían sus principios
-convertir a Buenos Aires en capital de la República- se
denominaban «nacionalistas» y sus opositores,
encabezados par Adolfo Alsina, fueron llamados
«autonomistas», porque defendían el localismo
porteño y la autonomía de la provincia de Buenos
Aires. En el lenguaje
político los últimos fueron apodados
«crudos» y los nacionalistas «cocidos», o
bien alsinistas y mitristas respectivamente.
Antes de que Mitre terminara su mandato, el pueblo se
agitaba con los preparativos de la próxima elección
presidencial. El partido nacionalista sostenía la
candidatura del ministro de Relaciones Exteriores, Rufino de
Elizalde y el autonomista propiciaba a su jefe, el doctor Adolfo
Alsina.
Como una transacción entre las tendencias
opositoras surgió la candidatura de Domingo Faustino
Sarmiento (Ibáñez, 1970, p. 204.211).
«El Eco de Corrientes» era un
periódico bimensual que se editaba por su imprenta, en el
que Hernández publicó varias editoriales con las
iniciales J. H. o con su nombre completo.
Así lo hizo el 1° de marzo de 1868 con el
título «Candidaturas» de carácter
antisarmientista.
El 31 de marzo, con el título «¿Hasta
cuándo?», escribía denostando a sus
adversarios políticos:
"¿A dónde va ese círculo exaltado de Buenos
Aires que ha logrado hacer, aunque pocos, calurosos
prosélitos en todos los ámbitos de la
República, a dónde va en su afán de dotar al
país con un presidente cuyos antecedentes políticos
y cuyo carácter personal son una
amenaza viva para la paz y la quietud de sus habitantes?
¿Ha escrito acaso en su bandera la palabra de muerte para
toda la Nación e intenta convertirla en un vasto
cementerio?.
Hacen sesenta años no interrumpidos que los hijos
de esta tierra, nacen al estruendo de los cañones, se
forman en medio del bullicio de las batallas, encallecen sus
manos empuñando la lanza y el sable y sienten encanecer
sus cabellos entre el humo de los combates. Las legiones
argentinas han recorrido el suelo americano en todas direcciones
dejando tras de sí regueros de su sangre generosa,
apilados los cadáveres de sus hijos y marchando siempre
adelante, con el arma al brazo y atento el oído a la
voz de los clarines.
¿A dónde van esas masas armadas a prisa,
dirigidas por generales más o menos hábiles,
vencidos hoy, vencedores mañana, pero sin conquistar
jamás para sí un día de reposo? Cada vara de
nuestro suelo recuerda un episodio sangriento, se liga a la
historia trágica de un combate, cada vara de tierra es una
tumba.
¡Hemos de marchar siempre chapaleando sangre
separando solícitos los cadáveres de nuestros
hermanos que obstruyen nuestro paso y caminando a la ventura en
medio de las tinieblas de la anarquía y sin más
luz que el
resplandor rojizo de los cañones!
Los pueblos tienen derecho a la paz, al reposo, al
sosiego, después de sesenta años de vida en los
campamentos, en que han devorado sinsabores, apurando todas Lls
amarguras que brinda la desgracia.
¿No se sienten conmovidos los autores de la
anarquía en presencia de estas multitudes sacrificadas
bárbaramente en holocausto de sus ambiciones bastardas, a
la vista de esas hermosas campiñas donde blanquean los
huesos de
tantos millares de hijos de esta desgraciada República, al
contemplar esos pueblos empobrecidos, aniquilados por la guerra civil y
sentadas sobres sus escombros las viudas, las madres, los
huérfanos como la imagen de la
desolación?
Aunque tienen serenidad para buscar un rincón
donde reunirse tranquilos y tratar de que la destrucción
se complete y de que las matanzas sigan.
Quince años de lucha sin tregua, fueron
necesarios para conquistar un dogma: LA LIBERTAD.
Veinticinco de combates fueron precisos para fundar un principio:
LA LEY.
Qué se busca ahora?
Fundar un Gobierno que haga de la libertad una mentira y de la
ley una farza.
Remover esas dos grandes conquistas, que son el fruto de una
batalla de medio siglo, para sentar en su lugar, el imperio de un
círculo, para sustituir a la ley de voluntad de unos
cuantos y para hacer que empecemos de nuevo el tan trillado
camino de las luchas fraticidas.
Pero debemos tener fé en que esas tentativas no
han de alcanzar su éxito.
El país ha de saber oponerse a esos manejos de
los anarquistas y su voluntad ha de ser una valla que ha de
contener el ímpetu de sus pasiones tantas veces
funestas.
Si la anarquía, que intenta levantar de nuevo su
cabeza, es vencida en la próxima lucha electoral,
desaparecerá de entre nosotros, dando lagar al imperio del
orden, de las instituciones y dejando abierto y franco el camino
del porvenir.
¡Dios proteja la causa de los Pueblos! J.
Hernández" (El Eco de Corrientes N° 166).
E1 17 de abril Hernández firmaba el artículo
titulado «La combinación que han formado los sucesos
es la única posible URQUIZA-ELIZALDE» (4) en el que
analiza la situación política del país y
promueve dicha fórmula:
"Por la primera vez la Nación presenta un aspecto
verdaderamente republicano al ocuparse de la elección del
Magistrado que ha de encargarse de sus elevados destinos.
Sean cuales fueren las causas que hayan despertado esa
opinión que por todas partes se muestra en
manifestaciones diversas, ese movimiento,
nuevo entre nosotros, es por si sólo un gran paso dado en
las prácticas de la democracia.
La Nación gana y se ilustra en él.
Pero eso mismo hace que la cuestión presidencial que va a
resolverse, así como presagia grande, bienes para el
porvenir, entrañe en sí escollos y peligros que
conviene evitar.
¡Dios ilumine a los Electores, la imagen de la Patria los
inspire, para que le den solución de una manera que
permita a la República volver las espaldas a su pasado
tenebroso, dirigiendo sus miradas al porvenir!
Sin entrar a investigar el origen de los males que han
martirizado a la República por espacio de 50 años,
sin detenernos en el examen de los elementos que los han
producido, deber es, si intentamos alcanzar su remedio,
estudiarlos en lo que hoy son, bajo la fisonomía de la
época, con los deslindes y caracteres que presentan
actualmente.
Mirando la cuestión desde la altura en que debe
colocarse el observador de buena fe, podemos señalar con
una rápida ojeada como grandes causas:
Las divisiones de partidos – Unitarios y Federales. Las
rivalidades de localidad – Buenos Aires y las
provincias.
Las fuerzas activas perniciosas – La oligarquía
las montoneras. Todo lo demás, no son, por decirlo
así, sino efectos emanados de estas causas
radicales."
Continúa su análisis político y luego, en la
misma nota dice:
"Bien puede quedar eliminada de este estudio la
combinación Sarmiento-Alsina; su triunfo sería el
triunfo del CRUDISMO, es decir, de los elementos más vivos
de la anarquía, sería la victoria de un
círculo reducido y exagerado en sus pretensiones, dejando
afuera de la nueva situación a las dos grandes fracciones
que forman los sostenedores de las candidaturas de Urquiza y
Elizalde".
Más adelante afirma Hernández:
"Eliminada pues, esta ficción de
combinación… quedan solamente la combinación
Urquiza-Alsina y la candidatura de Elizalde.
Ya hemos señalado antes los graves peligros que
envuelve la combinación caprichosa de Urquiza-Alsina, que
sin tener una base sólida puede comprometer la paz
interior, la gloria del general Urquiza y las garantías
del partido Federal.
…………………………..
No estando pues, destinada a triunfar la
combinación Sarmiento-Alsina, no pudiendo tampoco alcanzar
el triunfo la de Urquiza- Alsina por los peligros que envuelve,
¿qué queda? Nada. Es decir ninguna
combinación hecha, que tenga probabilidades de
éxito.
…………………………..
Nos quedan solamente para examinar dos entidades
políticas, dos candidaturas que la lucha electoral ha
venido a colocar frente a frente y en torno de las
cuales se agrupan fraccionados los partidarios de una misma idea,
los que han levantado en algo una misma bandera política.
La del general Urquiza. La del Dr. Elizalde.
…………………………..
La idea de la nacionalidad tiene hoy, pues, por
sostenedores a los amigos del Dr. Elizalde y a los del general
Urquiza."
Y llega por fin Hernández, sobre el final de esta
extensa nota, a la propuesta política que indicaba en el
título:
"Sólo de la unión de esas dos grandes
fracciones Nacionalistas, puede surgir un gobierno fuerte,
estable, prestigioso, que ofrezca verdaderas garantías a
todos los partidos, que asegure la paz interior y nos haga
respetables para el exterior.
…………………………..
La combinación alternativa Urquiza-Elizalde es la
única posible, la única natural y la única
también que daría a la República el gobierno
que reclaman sus circunstancias y su porvenir.
…………………………..
No es que nos hagamos nosotros caprichosamente autores
de esa combinación, sino que estudiando los sucesos en su
significación e importancia política, juzgando de
su alcance como de la influencia llamados a ejercer en los
destinos futuros de la República, deducimos
lógicamente su necesidad, palpamos los males que aleja,
los peligros que evita y entrevemos los bienes que
promete.
…………………………..
Esa combinación:
Echa las bases de una fusión
sólida entre los partidos. Conserva a Buenos Aires en la
Unión Nacional.
Contiene a la oligarquía con el poder de Elizalde
y pone término a las montoneras con el poder y el
prestigio del general Urquiza. "
Finaliza el artículo con una sentencia que
trasciende su tiempo:
"Las conveniencias legítimas de los partidos,
giran dentro de las conveniencias de los Pueblos; ambas pueden
consultarse y salvarse unidas. "
José Hernández (El Eco de Corrientes,
N° 170).
E18 de mayo publicó «Tiempo al
tiempo» donde contestó al liberal Luis Baibiene que
lo difamara desde «La Tribuna» de Buenos
Aires.
Dijo entre otras cosas:
"En «La Tribuna» de Buenos Aires
correspondiente al 26 de abril último, hay tres columnas
suscriptas por Luis Baibiene en que, con motivo de contestar al
«Eco de Corrientes>> se ocupa casi exclusivamente de
injuriar y calumniar a José Hernández.
Es un modo muy cómodo de discutir, para el que a
falta de una respuesta tiene a mano la facilidad de calumniar y
denigrar a su adversario.
…………………………..
Desafiamos al autor de estas palabras a que pruebe la
verdad de lo que afirma, a que nos cite un solo caso de venalidad
de nuestra parte, UNA SOLA OCASION en que alguno haya obtenido de
nosotros el favor de un dictamen Fiscal por cualquier género de
recompensa, a que diga quién nos ha inducido a una
injusticia pagándonos el precio de
nuestra rectitud, a que nombre al que alguna vez haya puesto en
nuestras manos un solo real, declarando desde ya, si no lo hace,
que Dn. LUIS BAIBIENE ES UN CALUMNIADOR INFAME.
………………………….. "
José Hernández (El Eco de Corrientes,
N° 176) (5)
De «E1 Eco de Corrientes» se editaron 186
ejemplares y cesó el 26 de mayo de 1868 porque el
día 27 estalló un movimiento sedicioso mitrista que
derrocó a Evaristo López.
El gobernador fue arrestado y sus ministros
perseguidos.
"Hernández debió abandonar también
un cargo menor pero altamente significativo: El de maestro de
gramática en la Escuela de San
Agustín" (Chávez, ibid., p.42).
Agrega Chávez (ibid., p.42) que:
"Después de su salida de Corrientes, el
periodista y maestro se radica por algunas semanas en Rosario,
donde…tenía algunos familiares y bienes. En esa
oportunidad, su amigo Ovidio Lagos lo invita a colaborar en su
diario La Capital, que todavía no tiene un año de
existencia." (*)
(*) La colecci6n de «El Eco de Corrientes»
se encuentra en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional. Reg.
30.453.
«La Capital» fue fundado en 1867 y es
considerado el decano de la prensa argentina, ya que
todavía se edita.
Nació para apoyar el proyecto
presentado el 1° de julio de ese año por el diputado
por Buenos Aires Manuel Quintana para declarar a Rosario capital
de la República.
Fundado par Ovidio Lagos, periodista que había
trabajado en «La Reforma Pacífica», asociado
con Juan Chassaing.
El primer número apareció el 15 de
noviembre y dedicó el editorial inicial al elogio de la
difusión de la educación popular
(Piccirilli, ibid., voz Capital).
Como se indicó en el capítulo anterior, en
julio de 1868, Lagos invitó a Hernández a colaborar
en su periódico. Dice Chávez (ibid., p.
42)
"Había razones harto suficientes para que ambos
periodistas estrechasen los lazos de su espíritu junto con
las ataduras que da la lucha política misma. Los dos,
federales erguidos frente al centralismo que
la burguesía portuaria venía organizando desde
hacía años. Ambos, formados en las duras luchas de
una existencia penuriosa; los dos emigrados porteños
después de las persecuciones de 1857, pertenecientes a un
mismo partido: el chupandino. Una misma vocación, junto a
las prensas y casi un mismo estilo".
Los artículos de Hernández en «La
Capital» aparecen inicialados J. H. El primero de ellos fue
publicado el 20 de junio con el título de «Los
sucesos de Corrientes y la prensa anarquista» en donde
planteaba el problema de la legalidad provincial avasallada par
la revuelta mitrista.
A1 día siguiente, el 21 de junio de 1868,
publicó «Corrientes se salva». «Los
atentados deben tener término», Los días 22 y
23 de junio. «Tres proposiciones» en sucesivas
ediciones desde el 24 al 27 de junio.
E12 de julio «Los cantos de las sirenas».
«El Rosario debe ser la capital de la
República», el 4 de julio y «9 de julio de
1816» en el 52 aniversario de la declaración de la
independencia. El 16 de julio «El gobernador ilegal de
Corrientes». «Lecciones para los pueblos», dos
días después. «De mal en peor», Los
días 20 y 21 de julio, última colaboración
de José Hernández en el diario de Ovidio
Lagos.
En este último artículo desarrolló
un ataque al programa sarmientino de introducir métodos y
maestros norteamericanos, de acuerdo con su concepto de
civilización y a riesgo de
modificar las tradiciones pedagógicas nacionales.
Decía:
"Es un destino bien amargo el de esta pobre
República. Esto se llama ir de mal en peor.
Mitre ha hecho de la República un campamento .
Sarmiento va a hacer de ella una escuela.
Con Mitre ha tenido la República que andar con el
sable a la cintura.
Con Sarmiento va a verse obligada a aprender de memoria la
anagnosia, el método
gradual y los anales de Da. Juana Manso. Estas son las grandes
figuras que vienen a regir los destinos de la patria de Alvear y
San Martín!
Pero, ¿ Consentirá el Congreso,
consentirán los hombres influyentes de la
República, consentirá el país en que un
loco, que ya ha fulminado sus anatemas contra el clero y contra
la religión,
que ha dicho que va a nombrar una mujer para
Ministra de Culto, que es un furioso desatado, venga a sentarse
en la silla presidencial, para precipitar al país a la
ruina y al desquicio ? No lo creemos; esperamos que el
patriotismo y la reflexión no nos hayan abandonado del
todo y que antes que consentir en semejante escándalo,
tendrán bastante energía para decirle al partido de
los anarquistas 'hasta aquí no más', y al loco
predilecto de los perturbadores, que se vuelva a su destierro
político, a estudiar los diversos métodos de las
escuelas americanas." Chávez, ibid., p. 45).
En «E1 Rosario debe ser la capital de la
República» José Hernández
sostuvo:
"Hace 15 años que vivimos en un provisoriato
funesto respecto de la capital.
Y este provisoriato amenaza continuar.
¿Qué? ¿Sólo lo provisorio
habrá de ser siempre permanente entre nosotros?
Ya basta de incertidumbre. Ya es época de decidir
de una manera definitiva y concluyente, dónde deben tener
su asiento las Autoridades nacionales, ofreciendo así esa
seguridad
más a los grandes intereses que aguardan impacientes esa
resolución. Ningún pueblo de la República
puede sostener con el Rosario la competencia,
sobre las condiciones y ventajas positivas que reúne para
ser el punto de residencia de las autoridades
nacionales.
Las fuerzas activas de la República, las fuerzas
que pesan más decisivamente en el orden de todos los
acontecimientos políticos y sociales, residen en la gran
linea del Litoral formada por las provincias de Buenos Aires,
Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes.
Colocado como se halla el Rosario en el centro de esa
gran línea, es decir, en el centro de todas esas fuerzas,
el Gobierno aquí, regularía sus movimientos y
trazaría a esos grandes centros de poder, la órbita
en que deberían girar para bien general de la
República.
El poder de Buenos Aires, que ha de ser siempre una
amenaza para los pueblos mientras aquella provincia se mantenga
como hasta aquí dominada por un círculo
exclusivista y anárquico, ese poder se encontraría
contenido por la proximidad del Gobierno Nacional, establecido en
un punto fuera del alcance de su influencia; se hallaría
observado de cerca y forzosamente estrechado dentro de los
límites
territoriales de su provincia. "
Afirma Hernández, al fin, en este artículo
que:
"La capital en el Rosario sería la única
solución conveniente que puede darse a las grandes
cuestiones políticas y administrativas que nos han agitado
y dividido hasta hoy."
Descalifica asimismo las posibilidades de Buenos Aires
asegurando que:
"La capital en Buenos Aires sin traer grandes beneficios
para aquel pueblo, hace la ruina del resto de la Nación.
Aun cuando fuera posible el ridículo fenómeno de la
coexistencia en Buenos Aires, de los dos Gobiernos, Nacional y
Provincial, esa coexistencia trae así misma aparejados
inconvenientes de tal naturaleza, que la convierten en un
absurdo, en una extravagancia política."
Finaliza la nota con un vehemente llamado en favor de lo
propuesto:
"Inspírense los representantes de los pueblos
argentinos en las grandes conveniencias de la República y
echen su voto en la balanza de nuestros destinos futuros, para
asegurar para siempre los beneficios que los pueblos aguardan
impacientes.
¡Óigase su voz, como la palabra de
redención para los pueblos mártires! J.H."
(Chávez, ibid., p. 148 ss).
La despedida de Hernández del periódico de
Lagos es publicada el día 23 de julio de 1868 y
dice:
"Este apreciable caballero, amigo y correligionario
político, se marchó ayer para Buenos Aires; que su
viaje sea feliz y su permanencia en la gran ciudad tranquila. El
señor Hernández, que se hallaba establecido en
Corrientes, trabajaba allí en la prensa apoyando siempre a
la libertad y las buenas ideas; independiente de todas nuestras
cuestiones las ha tratado con elevación y un conocimiento
poco común de nuestros hombres y nuestras
cosas.
Peregrino contra su voluntad, por la persecución
del célebre gobierno revolucionario de Corrientes, con su
permanencia de pocos días en Rosario, La Capital le debe
notables artículos, que han llevado la palabra de verdad
de nuestra situación política al ánimo del
pueblo." (Chávez, ibid., p. 46).
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