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El beso de la Mujer Araña




Enviado por el_viajero_jmn



    El cineasta escritor

    1. Tesis
    2. Conclusión
    3. Bibliografía
      utilizada

    TESIS

    A lo largo de estas hojas veremos si Manuel Puig, el
    escritor, tomó revancha de su carrera frustrada de
    director de cine a
    través de la escritura de
    novelas -en
    este caso El Beso de la Mujer
    Araña- materializando su frustrada vocación de
    cineasta a través de un relato eminentemente visual y
    absolutamente cinematográfico, que lo hacen un
    ícono de ambos artes.

    DEMOSTRACIÓN

    Manuel Puig, nacido en un pequeña ciudad de
    Buenos Aires
    llamada General Villegas el veintiocho de diciembre de mil
    novecientos treinta y dos, ha sido tal vez el director de cine
    más desconocido como tal, pero uno de los escritores
    argentinos de mayor renombre, o será que fue el escritor
    de guiones y director que se mostró como
    escritor.

    El novelista de Manuel Puig constituye una muestra fiel de
    que cine y literatura son dos campos
    que se interrelacionan estrechamente, y de todas formas él
    ha sido uno de los grandes protagonistas de ésta, por
    decirlo de alguna manera, forma de escritura, no del género de
    la novela,
    sino el de escribir cine en páginas.

    Para intentar comprender cómo funcionaba la mente
    de Manuel Puig, repasemos un poco su vida:

    En mil novecientos cuarenta y tres muere su hermano
    recién nacido y vive un episodio traumático en la
    escuela, el que
    él mismo señala como "el fin de la felicidad" y
    deja de crecer físicamente durante tres años. Vive
    su niñez y adolescencia
    bajo el ala protectora de su madre, quien lo lleva a la sala de
    cine para ver todas las películas que se proyectan, o su
    inmensa mayoría. Desde este preciso momento se comienza a
    forjar este Manuel Puig director de cine.

    En mil novecientos cincuenta se inscribió en la
    Facultad de Arquitectura y en
    mil novecientos cincuenta y uno se pasó a Filosofía
    y Letras. Se marchó a Roma con una beca
    del gobierno de
    Italia para
    estudiar en el Centro Sperimentale di Cinematografía.
    Puig, que adoraba los filmes de la Metro, los decorados lujosos,
    las grandes estrellas y los vestuarios sofisticados, no
    podía haber llegado a Italia en peor momento: allí
    imperaba el neorrealismo, que se había transformado en un
    dogma. Como no consiguió trabajo en Roma se fue a
    París, donde no le fue mejor. En mil novecientos cincuenta
    y ocho llegó a Londres, y escribió su primer
    guión: fue en inglés,
    porque consideraba que ésa era la lengua del
    cine. En mil novecientos sesenta volvió a Buenos Aires y
    colaboró como asistente en tres películas. Cuando
    dos años más tarde volvió a Roma
    empezó a sospechar que su deseo de ser director o
    guionista iba camino al fracaso.

    Entonces, ¿cómo hace una persona que se
    siente director de cine sin lugar en el mundo para poder
    desarrollar su potencial, sus deseos, sus creaciones? El mismo
    Mario Vargas
    Llosa dice "no era un escritor inculto. Era un hombre de
    cine, que se descubrió naufragando en la literatura acaso
    por omisión. Puig llegó a su vocación
    literaria en formal gradual y casi por accidente; después
    de sus frustraciones como estudiante de cine en Italia y sus
    intentos fallidos porque se produjeran sus guiones y por
    encontrar trabajo como director, pasó casi
    imperceptiblemente de escribir para la pantalla esquiva a
    escribir para sí mismo, componiendo un texto
    autobiográfico basado en sus recuerdo infantiles de las
    películas que había visto en las salas de General
    Villegas, una ciudad pequeña de la pampa". (1)

    Desde el principio de la novela y hasta su
    final, El Beso de la Mujer Araña está escrita en
    forma de un enorme diálogo
    entablado por dos reos: Valentín y Molina.

    Dividida en dieciséis capítulos, es
    notable la ausencia de una voz narradora. En efecto, no hay en
    ningún momento una voz creadora, omnipotente y omnisciente
    que lo sabe todo de antemano, que conoce los sentimientos,
    alegrías y pesares de los presos; son ellos mismos (o
    Puig) quienes con sus acciones y
    conversaciones continuas, lo demuestran en forma constante. Esto
    es una gran prueba de la capacidad creadora e innovadora de lo
    que fue capaz de hacer. Los reiterados diálogos son una de
    las pruebas
    fehacientes de la influencias y deseos de Puig en el
    séptimo arte. Este
    género que es la novela, nunca antes se había visto
    tan despojado de su estructura
    clásica.

    Dos personas sin nada en común encerradas en una
    misma celda -una de ellas es un revolucionario y el otro un
    homosexual culpable de cometer corrupción
    de menores- usan como pretexto las historias de cine para ir
    conociéndose cada vez más entre ellos, para hablar
    de sus propias vidas:

    • "No, está bien. No te voy a distraer la
      atención, perdé
      cuidado.
    • Veo que me entendés, te lo agradezco. Hasta
      mañana.
    • Hasta mañana. Que sueñes con
      Irena
    • A mí me gusta más la colega
      arquitecta.
    • Yo ya lo sabía. Chau.
    • Hasta mañana." (2)

    Tomás Eloy Martínez lo manifiesta
    claramente: "La obsesión por el cine en Molina, es una
    manía que esconde un fuerte deseo de huir de la dureza de
    la vida cotidiana de la cárcel, y a la vez, el cine le
    abre una ventana hacia un mundo ficticio donde puede comunicarse
    cómodamente con ese ser tan diferente que comparte con
    él la sombra de la misma celda". (3)

    Es más, los diálogos no sólo lo
    usan para ir conociéndose entre ellos, sino también
    como método
    terapéutico para aliviar los dolores que en este caso
    siente Valentín:

    • "No me siento bien… otra vez el mareo.
    • ¿Estás seguro?
    • Sí, es un amago, pero igual que
      siempre.
    • Pero esa comida no te pudo hacer mal.
    • Estás loco, ¿cómo le voy a echar
      la culpa a tu comida?
    • Qué nervioso estás…
    • Pero no es tu comida, es mi organismo, algo me
      pasa.
    • No pensés que te hace peor.
    • Ya no me podía concentrar en lo que me
      contabas.
    • De veras, por favor, pensá en otra cosa,
      porque la comida era bien sana. Debe ser que te quedó un
      poco de sugestión.
    • Por favor, contame un poco más, a ver si se me
      pasa. También es que me siento muy débil, y me
      llené enseguida, no sé de verdad qué
      es…
    • Es eso, que estás muy débil, y yo te vi
      de angurria comer demasiado rápido, sin masticar
      casi.
    • Desde que me desperté que estoy pensando en lo
      mismo, eso me debe haber hecho mal, cuando puedo estudiar no me
      pasa eso. No me lo puedo sacar de la cabeza.
    • ¿Qué cosa?
    • Que no le puedo contestar a mi compañera, …
      y a Marta sí. Y a lo mejor me haría bien
      escribirle, pero no sé qué decirle. Porque
      está mal que le escriba, ¿para
      qué?
    • ¿Te sigo contando?
    • Sí, por favor.
    • Bueno, ¿en qué
      estábamos?
    • En que la estaban vistiendo a la chica.
    • Ah, sí, y le hace un peinado…"
      (4)

    Se sabe que en el mundo de la cinematografía se
    habla constantemente de secuencias. Éstas suelen marcar
    límites
    entre varios períodos de la película, separar temas
    que se van concatenando hasta terminar el film. Para realizarlo
    se usan varias técnicas y
    formas de acuerdo a los gustos de cada director, como por ejemplo
    una breve pausa con un fondo negro o blanco, un cartel informando
    el tiempo
    transcurrido (dos meses antes, un año después,
    etcétera). Puig hace algo similar, pero con un estilo
    sumamente propio, no es ni cambiando de capítulo ni en una
    hoja aparte, sino con puntos suspensivos y líneas en
    blanco:

    • "Me gusta, bueno, más que la
      pantera.
    • Chau, mañana me explicás por
      qué. Dejame dormir.
    • Chau.

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    • Estábamos en que se va a casar con el de la
      pipa. Te escucho.
    • ¿Por qué con ese tonito
      burlón?". (5)

    En este caso, los puntos suspensivos están
    marcando el paso de un día, además de ser otro
    recurso utilizado por Puig al no usar al narrador dentro de la
    novela.

    "La primera etapa de la descomposición consiste
    en segmentar el discurso en
    diferentes partes, o lo que es lo mismo, en individualizar
    fragmentos que permitan ser atendidos como parte orgánica
    de un todo. Este trabajo se realiza sobre la linealidad de la
    cadena temporal del film y se consigue gracias a la
    iconización del flujo temporal". (6)

    El cine es por sí mismo un mundo de imágenes y
    sonidos. Para subsanar y erradicar esta distancia entre lo
    escrito y visual, Manuel Puig recurre a brillantes descripciones
    que convierten al lector en un espectador de una sala de
    cine:

    • "A ella se le ve que algo raro tiene, que no es una
      mujer como todas. Parece muy joven, de unos veinticinco
      años cuanto más, un carita un poco de gata, la
      nariz chica, respingada, el corte de cara es… más
      redondo que ovalado, la frente ancha, los cachetes
      también grandes pero que después se van para
      abajo en punta, como los gatos.
    • ¿Y los ojos?
    • Claros, casi seguro verdes, los entrecierra para
      dibujar mejor, mira al modelo, la
      pantera negra del zoológico, que primero estaba quieta
      en la jaula, echada. Pero cuando la chica hizo ruido con el
      atril y la silla, la pantera la vio y empezó a pasearse
      por la jaula y a rugirle a la chica, que hasta entonces no
      encontraba bien el sombreado que le iba a dar el dibujo."
      (7)

    La escritura del guión consiste esencialmente "en
    la escritura de imágenes" pensar en cine es "pensar en
    imágenes". Los íconos del escritor especializado
    desembocan en la elaboración de un discurso en palabras
    mediante el cual las imágenes pensadas se transmutan en
    vocablos. El escritor de guión no es un "pensador en
    palabras", es un "pensador en imágenes": ser audiovisual
    capaz de traducir el mundo verbal en un mundo icónico y
    sonoro.

    Otra prueba tangible de creatividad de
    Manuel Puig es el inicio del capítulo catorce, donde se
    reproduce el diálogo del director del penal con otra
    persona: traduce los silencios con espacios en blanco y una
    única voz:

    – "Director: sí, señorita, deme con su
    jefe, por favor… Gracias… ¡Qué tal!
    ¿Qué se cuenta por ahí? Por aquí poca
    novedad. Sí, por eso mismo lo llamaba. Dentro de unos
    minutos lo vuelvo a ver. No sé si usted recuerda que le
    había dado a Molina una semana más de tiempo.
    Incluso hicimos que Arregui pensase que a Molina lo cambiamos de
    celda de un día para otro, por ser candidato a libertad
    condicional. Exacto, fue idea del propio Molina, sí.
    Caramba… Sí, el tiempo es lo que apremia. Claro, si
    quieres este dato antes de lanzar la contraofensiva, lo
    comprendo, claro. Sí, dentro de unos minutos lo veo, pero
    por esto es que lo llamo a usted antes. Digamos en caso de que no
    me tenga nada… absolutamente nada que declarar, en caso de que
    no haya el menor progreso, ¿qué voy a hacer con
    Molina? Usted cree… ¿Dentro de cuántos
    días? ¿Mañana mismo? ¿Por qué
    mañana? Sí, claro que no hay tiempo que perder.
    Sí, comprendo, hoy no, así Arregui tiene tiempo de
    planear algo. Perfecto, si le da un mensaje, el mismo Molina nos
    conducirá a la célula.
    La dificultad está en que no note la vigilancia. Pero
    mire… hay algo raro en Molina, hay algo que me dice, no
    sé cómo explicarme, hay algo que me dice… que
    Molina no está actuando limpio conmigo… que me oculta
    algo. ¿Usted cree que Molina se haya puesto del lado de
    ellos? Sí, por miedo a las represalias de la gente de
    Arregui también puede ser…" (8)

    El camino inverso, en cambio,
    sería contar lingüísticamente las
    películas. Aquellas relatadas por Molina en El Beso de la
    Mujer Araña, a la usanza de Las Mil y una Noches o de
    Hamlet ante los
    actores, con su apasionante técnica del relato dentro del
    relato, alquimizan ambos lenguajes hasta dar con un relato
    fresco, visualizable, lleno del encanto tan puiguiano de la
    imagen
    cinematográfica.

    Hay, sin embargo, enormes detalles que le escapan a la
    película. Manuel Puig, en determinados puntos precisos
    utiliza las notas al pie donde desarrolla la versión
    científica –si puede decirse- de la homosexualidad, extensos desarrollos de distintos
    psicoanalistas con sus teorías, intentan explicar sus
    orígenes. Habría que ubicarse un poco en el tiempo
    y retroceder a mil novecientos setenta y cuatro, momento en el
    cual se publica la obra, y tomar en cuenta el nivel de
    aceptación de la elección de la sexualidad y
    cuánto se conocía y conoce sobre ello. La
    más destacable de todas ellas es la última, donde
    aparece una psicoanalista danesa que en realidad no existe, la
    Doctora Anneli Taube. La teoría
    que ella desarrolla exhorta a los hombres y mujeres a abrazar lo
    masculino y femenino dentro de ellos, sin suprimir ninguna de las
    dos partes para evitar los papeles preestablecidos homosexuales y
    heterosexuales rígidos.

    Otra gran falta en la película son esas voces
    internas dentro de Valentín y de Molina expresando sus
    deseos más íntimos.

    Pero tal vez la más impactante es el film que
    Molina va creando dentro de su mente, donde lo tiene como
    máximo protagonista y va moldeando a su entero gusto su
    destino. ¿Sería muy atrevido decir que es el gusto
    propio del mismo Manuel Puig? Nuevamente el relato dentro del
    relato.

    Estas ausencias tal vez sean inevitables al pasar de la
    novela al celuloide.

    CONCLUSIÓN

    A lo largo de las novelas, Manuel Puig no hace
    más que dar instrucciones de cómo deben trasladarse
    sus obras a la pantalla grande, a ese séptimo arte que le
    fue tan esquivo.

    El Beso de la Mujer Araña es un manual completo y
    detallado de otra película suya donde el celuloide fue
    reemplazado por el papel. Esas
    proyecciones constantes de películas dentro de la cabeza
    de Manuel Puig hablan y se expresan en esta novela, proyecciones
    donde él era siempre el protagonista principal o
    "heroína de una causa justa".

    Pero quizás justamente sean estas razones las
    exactas para que el ingenio de Manuel Puig vaya más
    allá de lo que uno u otro mundo -los del cine y de la
    novela- le pudieran proporcionar: la enorme dimensión de
    la literatura con sus infinitas palabras y la belleza de las
    imágenes de este arte visual y auditivo.

    Acaso deba buscarse en el lugar menos esperado una
    prueba fehaciente de esta tesis: en el
    final de la novela, en la última palabra escrita, la
    palabra tan clásica del cine, tanto como el león
    del comienzo y la oscuridad reinante en la sala; la palabra que
    nos devuelve al reinado de lo cotidiano:

    Bibliografía utilizada

    1. Mario Vargas Llosa, "Disparen sobre el novelista",
      Clarín Digital Cultura y
      Nación, domingo 2 de julio de
      2000, www.clarin.com.ar
    2. Manuel Puig, "El Beso de la Mujer Araña",
      1976, Grupo
      Editorial Planeta S.A.I.C. edición especial para La
      Nación, página 12.
    3. Tomás Eloy Martínez, "La muerte no
      es un adiós", La Nación, Buenos Aires,
      1997, www.lanacion.com.ar
    4. Op. Cit. 3, página 141
    5. Op. Cit. 3, página 9
    6. Ramón Carmona, "Cómo se comenta un
      texto fílmico", Editorial Cátedra, Madrid, 2000,
      página 36
    7. Op. Cit. 3, página 7
    8. Op. Cit. 3, página 207

     

     

    Juan Manuel Nieto

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