- La crisis del Estado –
Nación. - El impacto de la
Revolución Científico –
Técnica. - Medios masivos,
informática y mercado en el nuevo
escenario. - Conclusiones.
- Bibliografía.
Primera Parte.
"En la medida en las actuales estructuras
y culturas de la enseñanza se dejan tal cual están,
la tarea de responder a estos cambios complejos y acelerados
desde el aislamiento sólo creará mayores
sobrecargas, intensificación, culpabilidad,
incertidumbre, cinismo y abandono pasivo(…) A medida que las
escuela
ingresan a la era postmoderna, algo habrá que
hacer"
A. Hargreaves (1994)
"Hasta que los leones tengan sus propios
historiadores, las historias de cacería seguirán
glorificando al cazador"
Proverbio africano rescatado por Eduardo
Galeano
Funes, el memorioso, cuenta Jorge Luís Borges,
tenía el enorme problema de su incapacidad para
generalizar. Para él un perro, visto de perfil, no era el
mismo, que viera de frente un instante antes. Así, estaba
condenado a vivir en un mundo desconectado, donde cada cosa, cada
hecho, carecía de historia, un mundo de
espacios únicos e incomunicados. Era incapaz de construir
una imagen de la
realidad dado que esta se le componía de múltiples
sensaciones inconexas.
En el campo de la educación todos
aparecemos, en este final de siglo, contagiados un poco del
problema de Funes, el memorioso.
Golpeados por una realidad que cambia a un ritmo de
vértigo, rotos o exiliados los paradigmas en
los que nos formáramos, nos encontramos desconcertados,
casi huérfanos de referentes.
El optimismo y la seguridad han
dejado paso al desconcierto, la inseguridad y
una buena dosis de fatalismo. Estamos insertos en una cultura de
aluvión donde los diferentes componentes han revolucionado
nuestra cotidianidad. Muchos de esos elementos aún no se
han conformado plenamente y están luchando por consolidar
un espacio dentro del conjunto. Los grandes inclusores
construidos a partir del discurso
propio de la modernidad, se
muestran insuficientes para cumplir su tarea frente a esta nueva
realidad. Estamos obligados a construir un nuevo referente en un
proceso de
incesante, construcción, reconstrucción que
demanda un
esfuerzo no menor. ¿Cómo rescatar lo valioso de la
modernidad, sobre todo, su apuesta a la racionalidad como eje del
comportamiento, e integrarlo con aquellos
elementos del discurso posmoderno? ¿Cómo "leer el
mundo" y proceder a transformarlo a partir de determinados
valores
esenciales, en medio de un canto al "todo vale?". Estas son
algunas de las interrogantes que habremos de
enfrentar.
Hoy más que nunca todos los educadores debemos
plantearnos, como lo hiciera Reina Reyes (1969) "¿Para
qué futuro educamos?". En tanto seamos capaces de
construir respuestas colectivas a esa pregunta, estaremos
construyendo un nuevo sendero. No tendrá la aparatosidad
de las grandes autopistas pero nos permitirá avanzar hacia
el crecimiento personal y hacia
la construcción de una nueva realidad interna y externa.
Nos posibilitará crear el norte de una nueva
educación capaz de dar respuesta a los diferentes problemas que
hoy debemos enfrentar.
Dentro del marasmo de eslóganes que pueblan hoy
el universo
ideológico, hemos de retornar a las preguntas claves, a
las primarias, aquellas que nos permiten el rastrear un sentido a
nuestra vida y acción. Definir lo esencial y dejar de lado
aquellos aspectos coyunturales, a partir de una adecuada
valoración del escenario donde hemos de movernos. Tal como
en una obra de teatro, cada
elemento tiene un sentido que enriquece, le confiere
significatividad y profundidad al texto, en
nuestro caso concreto el
discurso educativo y la acción que a él se
asocian.
En ese andar-construir, es necesario tener muy presente
las palabras de Gabriel García
Márquez, pronunciadas al recibir el Premio Nobel de
Literatura en
1982. "…La interpretación de nuestra realidad con
esquemas ajenos, sólo contribuye a hacernos cada vez mas
desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más
solitarios" La advertencia de García Márquez es
sencilla pero muy difícil de llevarla a la
práctica. Resulta un esfuerzo permanente el crear nuestra
propia visión escapando a las redes del poder que
procuran "vendernos" una determinada imagen de nosotros mismos y
de nuestro entorno. En todos los campos debemos procurar vernos
con nuestros propios ojos, comunicarnos en nuestros propios
códigos culturales, usar los canales de nuestra identidad.
Sigamos entonces el consejo que Tolstoi diera a un joven
escritor: "describe bien tu aldea y estarás describiendo
el mundo." Por eso siguiendo la indicación del viejo
maestro, procuraremos dar una visión desde esta aldea,
situada en este "sur" genérico, que hace referencia a las
naciones periféricas.
Un primer paso a dar consiste en superar la indigencia
de teoría
de que nos habla McLaren (1994) a que nos quieren a acostumbrar
determinados grupos
hegemónicos. Hemos de ser capaces de leer adecuadamente
nuestra realidad de manera de ubicar las coordenadas que rigen el
presente, definir el escenario y las fuerzas que lo cruzan de
manera de podernos plantear la construcción de un nuevo
discurso educativo. Un nuevo discurso capaz de sustentar una
práctica nueva, una re institucionalización de la
misma. En esa lectura hemos
de prestar atención a los silencios. Como lo sostiene
Barrán (1996) hemos de aguzar mucho el oído para
escuchar las voces de aquellos que sistemáticamente han
sido acallados por la historia y el discurso oficial, para
levantar la voz de los sin voz.
El presente artículo no se propone sino marcar
algunos referentes a tomar en cuenta a la hora de construir el
camino. Una pequeña contribución para una
reflexión que ineludiblemente deberá ser colectiva
y abarcar a la sociedad toda. El
objetivo no
puede ser otro que el trazar las grandes líneas que
definen el nuevo escenario. Consiste en el esfuerzo por superar
la tentación por refugiarnos en una visión
mítica del pasado y llorarlo como el edén perdido.
"La primera línea de defensa ante el vendaval de los
cambios sociales es considerarlos expresión de ideas
reformadoras ajenas al mundo educativo y aferrarse a las
posiciones inmovilistas. Es la opción del derrotismo y de
la amargura. Frente a ella está la alternativa de salir al
encuentro de las transformaciones sociales e incorporarse al
proceso de cambio" La
segunda alternativa es sin dudas la más dura, la que
guarda mayor dosis de sinsabores y enfrentamientos. Es
enfrentarse a los burócratas que medran con el presente, a
los grupos de presión
interesados en el status quo; es ser capaces de abandonar
mitos y ritos
de que está poblado el mundo educativo. Sin dudas, pese a
los costos
señalados, es el camino que nos lleva a ser protagonistas
de la historia y no sólo víctimas de
aquella.
Los primeros pasos a dar, en la dirección propuesta, consisten en analizar
algunos elementos trascendentes que redefinen el espacio social
en que se desenvolverá todo lo referente a la
enseñanza. Necesariamente hemos de sintetizar y
seleccionar aspectos, priorizando en todo momento, aquellas
dimensiones que adquieren en nuestro país y en la
región. Sin renunciar a aportes conceptuales y de
experiencias que provengan de otras sociedades,
procuraremos hacer una lectura desde nuestras particulares
coordenadas. Intentaremos construir una genealogía propia
que nos acerque a la realidad de este país, que en muchos
aspectos es atípico.
1. La crisis del
Estado –
Nación.
Conjuntamente con la crisis del modelo de
estado de bienestar, asistimos hoy a una definición nueva
del rol a cumplir por el Estado
Nacional, tanto en el orden externo como en el interno. Esto
tiene una trascendencia enorme para la educación, dado que
los sistemas
educativos surgieron históricamente de forma paralela a la
consolidación del aparato estatal. Cuando en medio de una
sociedad fragmentada, como era la uruguaya a mediados del siglo
XIX, surge el intento de consolidar el Estado, se recurrió
a la educación como uno de los instrumentos esenciales. No
en vano el proyecto inicial
de José Pedro Varela, contó con el apoyo de
aquellos sectores económicos partidarios de la
modernización de la sociedad. El antagonismo entre
civilización y barbarie, es planteado como el nudo
fundamental que había que resolver a favor del primero
como condición para introducir al país en los
nuevos circuitos
internacionales. Este proceso fue similar en rasgos generales en
toda la región, pero hemos de destacar que en Uruguay es
donde se alcanzaron éxitos más permanentes.
Respecto a este proceso J. Gimeno Sacristán (1998), nos
expresa: "El desarrollo de
los sistemas escolares va ligado a la formación del Estado
moderno, amalgamando en este esfuerzo motivaciones diversas:
preparación de mano de obra para la maquinaria productiva,
disciplinamiento a través de procedimientos
simbólicos no coercitivos, divulgación de una
cultura acorde con una idea de nación,
ideales ilustrados de liberación de los individuos a
través de la cultura, cuidado de la infancia y
logro de una cierta igualdad"
A pesar de las contradicciones que llevó en
sí este proceso "fundacional" de los sistemas educativos,
el impulso, con el viento de la historia general a su favor, le
permite expandirse y alcanzar un grado de penetración
significativa. Una penetración que no ha de medirse tanto
por el crecimiento de la matrícula, con todo lo que ello
importa, sino por la imagen altamente positiva que reúne
la escuela frente al conjunto social. Se crea una expectativa
positiva del mensaje escolar que propicia así mismo, un
campo fértil para la reproducción de aquel. A pesar de las
carencias materiales, a
los errores de métodos, a
formas organizativas inadecuadas, la escuela avanza
constantemente. Sólo tomando en cuenta lo que
expresáramos es posible explicar dicho proceso.
En nuestros días, sociedades como la uruguaya han
alcanzado prácticamente el 100% de acceso a la escuela.
Ello contribuye a profundizar aquella imagen a que nos
referíamos anteriormente, es más, podemos afirmar
que ese indudable éxito
es fruto en buena parte de aquella. Por tanto cualquier
modificación en los roles desempeñados por el
Estado, debe repercutir necesariamente en el funcionamiento
escolar en su conjunto. Veamos brevemente algunas de las
modificaciones que se están procesando en nuestros
días. Para ello plantearemos dos planos complementarios:
el primero, a escala
internacional y que hace referencia a una nueva distribución del trabajo y del poder a
escala de todo el planeta y un segundo, referido a las funciones
asumidas por el estado en lo interno de cada sociedad.
Es mucho lo que se ha escrito y dicho sobre la
globalización a que estamos sometidos todos en la
actualidad. Tanto se ha dicho que el término se encuentra
rodeado de una inmensa nube de indefinición. El concepto es usado
mas como un recurso casi emotivo que como una categoría
capaz de definir un momento específico de nuestra
historia. A ello contribuye especialmente la fuerte red ideológica que
procura proponer una sola forma de globalización y su aceptación.
Aceptación que debe ser encarada con resignación
por ser inevitable. Ante esto preferimos usar la expresión
manejada por Giddens (1993) el cual nos habla de
"mundialización". Esta expresión es definida del
siguiente modo por el autor: "…proceso de alargamiento en lo
concerniente a los métodos de conexión entre
diferentes contextos sociales o regiones que se convierten en
una red a lo
largo de toda la superficie de la tierra". La
mundialización hemos de concebirla como un proceso de
estrechamiento de los lazos de dependencia que actúan en
forma de red sobre todas las sociedades. En el pasado
existían lazos de unión, pero en nuestros
días estos se han multiplicado y han ganado en su
capacidad de incidencia. Por las redes actuales, donde se
insertan los estados nacionales, circulan fuerzas importantes que
marcan rumbos específicos a seguir.
Estas redes tienen su centro en la actual
disposición de las fuerzas económicas. Encontramos
acá una clara hegemonía de las empresas
transnacionales las cuales imponen estrategias a
escala mundial, modificando profundamente el cuadro general de la
economía
mundial. Por una parte hay una dispersión de la producción por diferentes regiones,
implantándose un proceso de complementación
general. Ello lleva a que casi el 80% del comercio
internacional que se registra en nuestros días,
corresponda a intercambios entre las grandes empresas. Las mismas
se sirven de canales propios y hegemonizan los grandes circuitos
financieros. Hay entonces un proceso de acumulación de
activos
financieros que fortalece a este sector y crea la necesidad de su
movilización y colocación en condiciones
ventajosas. La denominada crisis del petróleo,
produjo el impulso inicial a este proceso de acumulación
de activos financieros y desencadena un movimiento que
se retroalimenta de modo permanente. Esa circulación de
capitales hace necesario la presencia de medidas comunes a escala
de todas las naciones de manera de facilitar la
materialización de las ganancias. Hemos alcanzado en el
presente un punto crucial, en opinión de J. Soros (1999).
Resulta imposible el sostenimiento del funcionamiento capitalista
en su forma actual sin que la "mundialización" de la
economía sea acompañada de una
mundialización del poder político. En la misma obra
de Soros, también no advierte que el actual funcionamiento
de la economía a escala mundial, es insostenible, dada la
falta de una autoridad
política a
igual escala, capaz de introducir una regulación
mínima. Ya estamos en camino a su construcción.
Ensayos como
la Comunidad Europea
y acuerdos regionales que se intentan consolidar en otras partes,
son el comienzo del camino. Recientemente España se
ve obligada a privatizar la empresa
"Iberia", por imposición de la Comunidad que no admite la
presencia de empresas estatales. Estuviera de acuerdo o no el
estado Español,
debió acatar la decisión a riesgo de ser
excluida o limitada en su participación en el conjunto.
Hay otro antecedente ilustrativo y es referido también a
España. Hacia la finalización del gobierno de
Felipe González, la peseta fue devaluada desde el
exterior, pese a la oposición del gobierno ibero. Estos no
son sino ejemplos puntuales de cómo la capacidad de
decisión del Estado – Nación, se ve limitada en el
marco de este funcionamiento global.
Encontramos en el campo ideológico dos bloques
básicos, antagónicos, que se disputan la
hegemonía, de manera de definir el camino a recorrer por
las diferentes naciones, los de aquellos al decir de George Soros
(1999) "fundamentalistas del mercado" y
aquellos que, sin demasiada coherencia aún, proponen lo
que se ha denominado pedagogía de la resistencia. La
adhesión a uno u otro polo o el acercamiento a uno u otro,
pauta la discusión pedagógica de este fin de siglo.
Lo que nos debe quedar claro es que dicha polémica es
claramente ideológico – política y apunta redefinir
el conjunto de la educación sobre nuevos ejes.
Queda tejida así una red de poder de enorme peso
capaz de proyectarse a distintos planos de la realidad de las
naciones. Basta, como lo ha demostrado la historia reciente,
determinados movimientos financieros para que el esfuerzo de toda
una nación o región, caiga en un pozo. Las crisis
sucesivas de Méjico, el sudeste asiático o Rusia,
que han hecho temblar la economía mundial son un claro
ejemplo de lo expresado.
El único camino aparente que se puede recorrer es
acatar las directivas globales de los grandes centros las cuales
se vehiculizan a través de grandes organismos crediticios
internacionales.
Este componente mas allá de que nos agrade o no,
es una realidad en el mundo contemporáneo, que hemos de
tomar en cuenta.
No puede extrañarnos entonces que en este
escenario, apreciemos la presencia de los grandes organismos
crediticios internacionales, interviniendo de manera decisiva en
la adopción
de políticas
sociales a escala de las diferentes naciones. A falta de una
forma política eficiente, estos organismos buscan,
mediante la presión financiera y una generación
ideológico – discursiva, constituirse en el
ejecutivo del nuevo poder. Han conseguido sustituir o subordinar
a toda organización. La principal desplazada son
las Naciones Unidas,
las cuales han quedado reducidas a un simple foro o brazo armado de
intervención en los conflictos
regionales. La Conferencia de
Jontiem, celebrada a comienzos de la década de los
noventa, con el nombre de Educación para Todos,
oficializó el giro en el terreno educativo. Paralelamente
se comenzaron a instrumentar los planes de reformas educativas a
partir del modelo ideado y monitoriado por el Banco Mundial.
Nuevo elemento que hemos de tomar en cuenta a la hora de trazar
caminos. La implantación de dicho modelo de reforma,
conlleva la creación de organismos de dirección
paralelos, ubicados fuera de los controles constitucionales de
las diferentes naciones. Esto es de enorme trascendencia ya que
cambia el relacionamiento de poderes en el propio seno de la
sociedad nacional. Las posibilidades de incidir por los actores
nacionales, padres, estudiantes y docentes, se ven cercenadas. No
encuentran interlocutores en esa nueva organización. Los
interlocutores tradicionales, han visto cercenadas sus
atribuciones y permanecen cada vez más en una función de
complemento. Esos nuevos centros directivos se mantienen fuera
del marco institucional, pero marcando los pasos a dar por aquel,
lo que las coloca en un espacio de vacío legal. Las
autoridades tradicionales, ofician en estos casos como
instrumentos de legitimación de las decisiones que no
contribuyeron a crear.
No es necesario abundar en ejemplos, ya hemos mencionado
algunos, sobre esta tendencia que se registra en nuestros
días. Si remarcar el hecho de que los Estados –
Nación, aun cuando cuenten con un funcionamiento
formalmente democrático se ven sometidos a formas de
poderes que tienen su origen fuera de sus fronteras. Ahora el
Estado – Nación ya no se define como el resultado de
una determinada combinación de fuerzas sociales internas,
sino que las mismas se integran con líneas de fuerzas de
origen externo.
En el plano interno, fronteras adentro, también
encontramos cambios significativos. El modelo de "estado de
bienestar" gestado a partir de la crisis de 1929 entra en crisis.
Habiéndose basado continentalmente en el proceso de
"sustitución de importaciones",
ya muestra claros
síntomas de agotamiento hacia la década de los
sesenta. Todo el equilibrio que
se gestara y que determinara una "lógica
operativa" se tambalea dando como resultados profundos
enfrentamientos sociales que desembocaron en una catarata de
regímenes de fuerza que
buscaron un objetivo claro: consolidar una nueva forma de
funcionamiento. Dicho "nuevo orden" se basó en una
redistribución de la renta en beneficio de los sectores
hegemónicos, limitando los mecanismos de protesta de las
fuerzas populares. Pasadas las dictaduras y cumplida la tarea
represiva, las sociedades como las nuestras se enfrentan a un
Estado que busca legitimar por mecanismos democráticos,
muchos de los cambios introducidos por la dictadura.
Hay dos fenómenos que importa señalar los
cuales han transformado el desempeño estatal en el marco de sociedades
como la uruguaya. Por una parte una elitización y
consecuente concentración de las decisiones
políticas, tanto a nivel del Estado como de los
agrupamientos políticos. Ya los Parlamentos no son el eje
de la negociación entre representantes de
intereses diferentes sino que han visto reducido su papel al de
simples legitimadores de acuerdos logrados fuera de su
ámbito y sin su participación. Esto retira la
presencia de un interlocutor del debate. En la
resistencia a las propuestas hegemónicas en la
educación esto tiene trascendencia y explica la presencia
de prolongados conflictos que como en Argentina o
Bolivia, se
han prolongado en el tiempo, sin que
surgiera un instrumento mediador de origen político que
negociara una salida satisfactoria para las partes.
El segundo elemento es el retiro de la
participación del Estado en actividades claves del hacer
nacional. Con el discurso de hacer más eficientes y por
ende más baratos los servicios se
"mercantilizaron" amplias sectores productivos. El Estado en esta
nueva situación se retrae sobre sí mismo y deja
aparentemente al mercado la solución de los problemas que
su ineficiencia, impide solucionar.
Hoy asistimos a un debate que tiene como centro
genérico la definición de los ámbitos de
intervención del Estado al interior de cada una de las
sociedades. Ante la crisis de los modelos de
"estados de bienestar", se levanta una ofensiva de los
fundamentalistas de mercado que pretenden reducir la
participación del Estado a su mínima
expresión, dejando al mercado la resolución de
todos los problemas referidos a la asignación de recursos. Esta
contrarrevolución neoconservadora ha alcanzado una
dimensión planetaria a partir de los planteos iniciales
efectuados por el Comité de Santa Fe y la labor desplegada
por los gobiernos de Reagan y Tacher.
La educación pasa en este marco de considerarse
un derecho fundamental del individuo, por el solo hecho de serlo,
a ser una responsabilidad familiar – individual. Esto supone
un cambio radical de la concepción predominante hasta
nuestros días y en la que fuimos formados todos nosotros.
De ahí que se rompa con una línea que caracterizara
a la modernidad. Mientras en esta se verificaba un retroceso de
lo privado ante la expansión de la acción estatal,
ahora asistimos a un movimiento de corte inverso.
Los elementos hasta acá señalados se han
conjugado para proponer una redefinición del
relacionamiento Educación – Estado. El centro de la
discusión se plantea en estos momentos en el plano
estrictamente ideológico, en medio de dos visiones macro
de la realidad que intentan brindar diferentes "lecturas del
mundo".
Una redefinición de la educación que pasa
ineludiblemente por una redefinición de la propia sociedad
en su conjunto.
Es necesario detenernos un momento en las consecuencias
que puede acarrear el hecho de que se produzca el triunfo de la
postura que sustentan los "fundamentalistas de mercado". El
Estado al contraer su participación en el hacer cotidiano,
ha cedido espacios a la sociedad civil y
a formas más o menos perversa del mercado. Este hecho es
de enorme significación cuando lo evaluamos desde el
ángulo de la educación. Los sistemas educativos han
surgido a partir de una participación decidida del Estado
en su conformación, funcionamiento y control.
La escuela, como representante genérica del
sistema educativo
formal, en países como Uruguay como ya dijéramos,
ha sido fruto de la acción directa del Estado que buscaba
afirmar la modernidad por esa vía. Ese impulso de
modernidad se basaba en la imposición de un modelo
cultural único, el cual se complementaba con una
obligatoriedad y la consecuente "invasión" del área
privada por parte del Estado. Para ello se procedió a la
creación de una red institucional que comprendiera todo el
territorio y se desplegaron políticas destinadas a
materializar el pasaje de todas las personas por la misma. El
objetivo fundamental de estas políticas era la
formación del ciudadano, adecuándolo para su
inserción dentro de un determinado funcionamiento social.
Todo ello se pretende cambiar en la actualidad.
Ese retiro del Estado, con matices significativos
según los diferentes países, plantea una serie de
interrogantes esenciales a los educadores. Gimeno
Sacristán (1998) afirma: "Los supuestos del economicismo
neoliberal insolidario, contrario a la distribución de
riqueza en forma de pago de servicios a los que menos tienen,
parecen apoyarse en la idea paretiana de que no cabe favorecer a
los desfavorecidos, si con ello se perjudica a los más
beneficiados (Ballesteros, 1989,pág 70), lo que supone una
renuncia del liberalismo y
un regreso a Hobbies.
En la opción neoliberal, el Estado se retira de
las políticas sociales activas e intervencionistas para
pasar a ser árbitro de un juego donde
él parece no-tomar partido, convertido en garante de la
competencia entre
actores, abandonando las responsabilidades de garantizar
él directamente los servicios esenciales de
educación, sanidad, protección, transportes, etc.
Se pide que no sea un Estado benefactor, sino que como mucho, se
comporte como protector de los más débiles. Deja de
ser un instrumento de la solidaridad
organizada que se pide asuman los ciudadanos en organizaciones de
autoayuda, a través del voluntariado y de organizaciones
intermedias." El contenido, la riqueza de la cita efectuada nos
excusa de la extensión de la misma. En ella encontramos
una magnífica síntesis
del centro mismo del debate que debe ocuparnos. ¿Hemos de
aceptar como válido la propuesta hegemónica?
¿Es este, como se nos pretende mostrar, el único
camino que podemos recorrer? ¿Hasta dónde los
matices nacionales introducen fisuras en el modelo general que
posibilitan la creación de espacios alternativos? Estas y
otras interrogantes deberán ser encaradas en el presente y
futuro inmediato. Mas en ese intento de buscar respuestas hemos
de evitar la adopción del mismo ángulo manejado por
los ideólogos neoliberales, hay que escapar al
economicismo de corte mecánico que se propone y buscar las
respuestas desde la ética,
desde los valores
mismos de la democracia
plena. Ello nos conduce directamente a la consideración de
la dimensión política del problema, aspecto que es
escamoteado hábilmente en determinadas
interpretaciones.
Como veremos más adelante, la adopción de
la óptica
neoliberal conduce directamente a la mercantilización de
la educación y a la consideración de la escuela
como una empresa. Se
introduce así una óptica, una lógica ajena a
su naturaleza
pero que tiene la facultad de torcer sus objetivos,
provocando un reduccionismo peligroso por sus consecuencias. En
primer lugar encontramos que la lógica empresarial obliga
a definir un determinado producto el
cual será evaluado en función de una simple
ecuación de inversión – resultado. Para ello el
enfoque educativo, el propio mensaje debe ser reducido a aquellos
elementos capaces de ser medidos. La adquisición de
determinados conocimientos pasa a ser el centro del problema. Ya
no se trata de la formación del ciudadano, como lo
establecen los diferentes currículos aún vigentes,
sino el aprendizaje de
determinado caudal de conocimientos. No cuestionamos que este
aspecto es un componente del proceso, pero no estamos dispuestos
a absolutizarlo. La educación es bastante más que
el dominio de los
conocimientos. Debe ser el ámbito natural donde se
construya un determinado funcionamiento del entramado
social.
El dejar librado a la esfera privada la atención
de esos aspectos, que se procuran eliminar del problema,
contribuye a acentuar las particularidades e introduce elementos
de disociación social en el seno de las diferentes
sociedades.
Diferentes "lecturas" del mundo sin puntos de contacto y
sin la posibilidad de compartir determinado "capital
sígnico" común favorecen la guetización de
amplios sectores. Variadas formas de marginalización se
comienzan a manifestar. Los mecanismos de poder, que hacen que
algunas voces tengan mayor eco que otras. La capacidad de
legitimar a través de diferentes canales, mensajes
particulares, lleva al surgimiento de fundamentalismos, formas de
pensamiento
mágico y en definitiva a enfrentamientos con diversos
grados de violencia. La
fragmentación de la cultura, repercute en el
relacionamiento social entre los individuos y ello necesariamente
desemboca en situaciones de violencia manifiesta. Es
además un callejón sin salida, generándose
una espiral de enfrentamientos crecientes.
Como síntesis de este punto es posible afirmar
que estamos asistiendo a la materialización de un nuevo
ordenamiento del bloque hegemónico, en el sentido
gransciano. Ello implica la modificación del
funcionamiento político de la sociedad, impulsado desde la
máxima estructura del
poder, el propio Estado. No podemos esperar entonces que ello
transcurra sin influir en un sistema educativo que formalmente se
propuso históricamente la conformación del
ciudadano y la determinación de un determinado
ámbito de legitimidad de comportamientos.
2. El impacto de
la Revolución Científico –
Técnica.
El crecimiento exponencial de los conocimientos
científicos en las diferentes áreas, así
como su aplicación técnica a diferentes
ámbitos, ha tenido un impacto tremendo en la cotidianidad
de nuestras vidas. Pensemos, aquellos que ya sobrepasamos
largamente las cuatro décadas, en las diferencias que
podemos apreciar desde el entorno que caracterizara a nuestra
niñez y nuestro presente. El universo
científico se ha transformado en una suerte de "mundo
mágico" ante el cual ya no queda capacidad de
asombro.
Corresponde que nos detengamos a analizar algunas
repercusiones que tienen consecuencias inocultables sobre la
educación. Comencemos por ver el impacto derivado del
crecimiento exponencial de los conocimientos.
A fin de dar una idea cuantitativa de la
dimensión de este aspecto que manejamos, citaremos un
informe que con
más de una década de antigüedad, proporciona
una visión mínima. "Entre el amanecer y el
crepúsculo del día de hoy, igual que en todos los
días del año, académicos y otros expertos
habrán dado los últimos toques a unos 7.000
artículos científicos. Pero el año
próximo esta cifra ya habrá quedado superada. El
número de monografías aumenta actualmente a
razón de cerca de un 13 % anual, lo que significa que la
información nueva se multiplica por dos
cada cinco años y medio."
El funcionamiento tradicional de los diferentes
currículos ha estado basado de manera explícita o
implícita en una suerte e enciclopedismo universalista.
Esto ya no es posible mantenerlo. La racionalidad buscada no
puede basarse en la acumulación de información sino
en el procesamiento de la misma. Esto supone redimensionar
totalmente los mensajes que proporciona la institución. La
escuela, representante genérica de la educación
formal, ya no es el centro difusor de conocimientos como lo fuera
hasta la primera mitad del siglo XX. Lo que un adulto medio
conoce en la actualidad, lo ha adquirido casi en un 80% fuera de
los marcos escolares. Esto no desmerece la función de
proporcionar los instrumentos básicos que posibilitan el
aprendizaje
extraescolar, sino que los revaloriza. Pero obliga a modificar la
estrategia a
desplegar por las escuelas a lo largo y ancho del mundo. Con
respecto a esto cabe hacer una puntualización a nuestro
juicio fundamental. Dado que resulta imposible para un solo
individuo dominar los complejos mundos de las diferentes
disciplinas que se despliegan en el campo de la ciencia,
esto obliga a cambiar. El ejemplo de un Leonardo Da
Vinci, capaz de destacar simultáneamente en
áreas tan disímiles como la anatomía, la ingeniería y las artes, ya no es posible.
Hoy aceptando la imposibilidad de proporcionar todo el
conocimiento hemos de proceder a definir lo que podemos
definir como conocimientos socialmente necesarios. La esencia de
estos está en aquellas categorías y conceptos que
son fundamentales para una participación creativa en el
universo de la cultura, tomada la expresión en su
máxima expresión. En el inicio mismo se plantea un
problema crucial: ¿quién define ese conjunto de
conocimientos socialmente necesarios? ¿Son los mismos para
todas las personas? La primera interrogante pasa por el grado de
funcionamiento democrático de la sociedad.
¿Cuáles serán las voces a escuchar
distinguiendo muy claramente la participación real de la
meramente simbólica? Eh ahí un primer punto que
habremos de definir. A su vez ello nos aparta significativamente
de las orientaciones establecidas por la Conferencia de Jontiem,
donde se estableció el criterio de educación
básica. El universo científico, con todas las
implicancias que ello conlleva debe ser democratizado, debe ser
realmente patrimonio de
la humanidad y no un instrumento de dominación. No
concebido como un mundo cerrado sino como fruto del ser humano
sujeto a la controversia, a la construcción y
reconstrucción permanente.
Este crecimiento exponencial de los conocimientos nos
obliga replantear el criterio de verdad, aspecto este en el que
aportó de modo importante Foucault en dos
de sus obras: "Las palabras y las cosas" y en "La
arqueología del saber"
El poder y el conocimiento
se encuentran indisolublemente ligados. Foucault emplea dos
conceptos fundamentales para explicar esta unidad, no exenta de
vacíos y conflictos: procedencia y contingencia. El
primero apunta a"… encontrar bajo el aspecto único de un
carácter, o de un concepto, la
proliferación de sucesos a través de los cuales
(gracias a los que, contra los que) se ha formado"
"El segundo concepto, la emergencia, podría
definirse como el punto de surgimiento del concepto o de la
"cosa". Constituye un escenario cruzado por fuerzas que se
combinan y oponen y dan como resultado la "posibilidad" de que
emerjan determinados conceptos y hechos. Estas no surgen en
cualquier unidad espacio temporal, sino en aquella que la
constelación de fuerzas en juego lo permiten."
Combinando ambos elementos tenemos nuevas coordenadas a
partir de los cuales construir nuestra imagen de la ciencia. Esta
no debe ser concebida como construcción surgida dentro de
coordenadas de poder determinadas.
De modo coincidente con lo que expresáramos se
manifiesta Jean Piaget en
uno de sus últimos trabajos publicado conjuntamente con el
investigador argentino, Rolando García en donde se
relativiza la experiencia.
"La significación asignada a un objeto en un
momento dado, dentro del contexto de sus relaciones con otros
objetos, puede depender, en gran medida, de cómo la
sociedad establece o modifica la relación entre el sujeto
y el objeto" El cómo la sociedad establece el
relacionamiento es resultado de líneas de poder que
entrecruzan el universo social. Para comprender esto hay que
entender no solo lo expresado sino sus silencios. Al respecto
Foucault afirma: "El discurso manifiesto no seria a fin de
cuentas mas que
la presencia represiva de lo que no dice, y ese 'no-dicho',
sería un vaciado que mina desde el interior todo lo que se
dice"
De lo dicho hasta acá se desprende que uno de los
ejes para afrontar ese mundo dominado por la ciencia y la
tecnología
consiste en ser capaces de analizar y de sistematizar
información. Ya no se trata de aprender a leer y escribir,
sino de leer y escribir para reconstruir la imagen del mundo.
Nunca como ahora cobran vigencia las palabras de Paulo Freire:
"Una de las grandes, sino la mayor, tragedia del hombre
moderno, es que hoy dominado por la fuerza de los mitos y
dirigido por la publicidad
organizada, ideológica o no, renuncia cada vez más,
sin saberlo, a su capacidad de decidir." Es necesaria una "…
democratización fundamental que implica una creciente
participación del pueblo en su proceso
histórico"
La mundialización de la cultura, con un traslado
masivo de "capital sígnico" desde las naciones centrales
hacia las periféricas, propone la necesidad de tomar muy
en cuenta las palabras citadas de Gabriel García
Márquez.
Hemos de rescatar la capacidad de construir nuestra
propia historicidad, escapando a una "historia global" que no
hace sino llenarnos de silencios, extrañarnos ante nuestra
propia imagen. Si como señalara K. Jaspers que uno de los
rasgos definitorios del ser humano es el de ser un animal
histórico, al rescatar nuestra capacidad de construir
nuestra propia genealogía, es rescatar nuestra humanidad
plena. Se levanta ante nuestros ojos uno de los mayores
desafíos que ha de resolver la educación en el
entrante siglo de modo de ponerse de cara a la nueva
realidad.
El viejo esquema planteado por Durkheim
respecto a que la educación era el esfuerzo de una
generación madura, sobre otra que no lo era a efectos de
conservar un determinado capital cultural, se ha roto. Ya no es
posible admitir la vieja definición según la cual
la educación es una cuestión de autoridad. Ahora la
autoridad derivada de la certeza, de la experiencia, se ha
esfumado. Ahora todas las generaciones se enfrentan
simultáneamente a los diferentes problemas y no pocas
veces encontramos que la experiencia de vida es un elemento que
resta plasticidad para adecuarse a las nuevas situaciones. La
ciencia y su transformación en tecnología aplicada
a todos los ámbitos han producido un mundo en el que lo
único permanente es el cambio. Aquella cultura producida y
compartida por el grupo que la
gestaba ya es cosa del pasado. En nuestros días se produce
un fenómeno de peligrosa partición del universo
cultural. Ejemplo de ello es el rebrote de pensamiento
mágico y de expresiones fundamentalistas que han
desembocado en verdaderos baños de sangre. Eso en
momentos en que la ciencia se eleva a su altura máxima.
Mientras esto sucede, la elite que toma las decisiones se maneja
en un plano simbólico inaccesible para la masa de
ciudadanos. Son los que Robert Reich denomina "manipuladores de
símbolos". " Se trata de un mundo que vive gracias a la
cibernética, las tecnologías de
punta, el vértigo de lo inmediato; un mundo en el cual la
velocidad se
confunde con lo inmediato en espacios sin intersticios.
Allí reinan la ubicuidad y la simultaneidad. Los que
operan en él no comparten con nosotros el espacio, la
velocidad, ni el tiempo. Sus proyectos, su
idioma y sus pensamientos; sus cifras y números; sus
necesidades y su moneda; todos ellos nos son ajenos." El trazar
puentes entre ambos mundos sígnicos es un desafío
esencial para alcanzar un funcionamiento adecuado de la sociedad.
La arquitectura
de dichos puentes necesariamente pasan por los sistemas
educativos. Ello propone un desafío trascendente. Nos
encontramos acá ante uno de los elementos claves del
escenario en donde deberá desplegarse la educación
en los años venideros.
Si lo hasta acá planteado sobre la
Revolución Científico Técnica, parece
alejado de nuestra cotidianidad, nadie podrá discutir el
impacto que ha tenido sobre el mundo del empleo.
Viviane Forrester (1997), se ha encargado de señalar
algunos de los aspectos más negativos de la nueva
situación. La supresión de puestos de trabajo, la
descalificación de los saberes adquiridos, proponen
problemas cruciales para todos los agrupamientos humanos. Desde
la óptica de una lógica de mercado y la ganancia,
hay una masa de individuos de tendencia creciente que se han
tornado "inútiles", no necesarios para el mundo del
trabajo. "Una mayoría de seres humanos ha dejado de ser
necesaria para el pequeño número que, por regir la
economía, detenta el poder. Según la lógica
dominante, multitudes de seres humanos carecen de motivo racional
para vivir en este mundo donde, sin embargo, llegaron a la vida."
El desempleo, con
sus efectos desestabilizadores, es un fantasma que recorre todas
las naciones del planeta. Un desempleo que a diferencia de lo que
aconteciera antes no se debe a una circunstancia coyuntural, de
la que se podría salir en un determinado plazo, ahora
tiende a convertirse en permanente. La desocupación estructural, propia de las
formas de producción capitalista, tiende a incrementarse
de modo sostenido. Ello a pesar de incrementos significativos en
los indicadores de
producción como el PBI, de donde es válido deducir
que el modelo de crecimiento se desliga del trabajo. Las máquinas
con control numérico o las directamente computarizadas
sustituyen con ventaja a los operarios y estos ven desvalorizados
conocimientos parcializados que incorporaron a través del
estudio y su práctica. "De lo que se trata no es
sólo de reemplazar el trabajo
directo por la máquina, como en el caso de la automatización tradicional; la
tecnología informática permite automatizar las
plantas
industriales, desde el diseño
del producto hasta su fabricación, distribución y
servicio
posventa" Tal como surge de la cita, escrita originalmente en
1987, el mundo del trabajo se ve y verá dominado por un
proceso de automatización que aventaja al mejor operario y
con el consecuente aumento de la productividad. La
máquina no genera reclamos, no sufre de cansancio, no se
organiza en sindicatos, no
conlleva pago de impuestos y
cuando ya desgastada no rinde se la elimina directamente, sin
generar más gastos. Esta
situación no es nueva, ya fue anticipada por Carlos Marx en El
Capital, cuando analizó la incorporación de
tecnología y la extensión de la jornada laboral. Ahora
las barreras biológicas y sociales que se levantaran, se
pueden eliminar, la máquina puede estar produciendo 24
horas sin cesar día tras día. El problema es
¿qué hacemos con los operarios no necesarios?
¿Podemos simplemente dejarlos reducidos al paro? Se
plantea un problema que también fuera anticipado desde
hace mucho, en esta oportunidad por Rosa Luxemburgo (1912)Las
ganancias deben materializarse, para ello es necesario que se
produzca el consumo del
producto. Se ha montado toda una industria
destinada a incentivar el consumo de los individuos, en una
alocada carrera de dilapidación de recursos, totalmente
irracional. Pero de nada vale todo ese esfuerzo por crear
necesidades y gustos determinados, si porciones crecientes del
mercado potencial quedan fuera del circuito de demanda efectiva.
¿Cómo se busca solucionar esa contradicción?
La gran válvula que se ha encontrado lo constituye lo que
algunos autores denominan "economía subterránea".
Aquellas actividades que no se encuentran comprendidas por las
normativas establecidas. Es el denominado trabajo informal,
desprotegido, es el campo de la movilización de recursos
originados en las actividades delictivas. J. Delors decía
en 1979 existen dos grandes mercados
laborales: "un mercado de trabajo central, en el cual gracias a
la ley y a las
convenciones colectivas, la seguridad de los trabajadores
está realmente garantizada, y un mercado
periférico en el que se desarrollan tendencias a la
marginalización, a la desintegración de las
normas que
rigen la conducta humana y
el orden social, y que introduce factores desestabilizadores
en nuestra sociedad."
Para el capitalismo es
esencial contar con la existencia de esa economía
subterránea para mantener los niveles de ganancia en las
grandes empresas. Pero eso a su vez desestabiliza la vida dado
que crea situaciones de violencia, de fragmentación de la
sociedad que derivan en enfrentamientos, más o menos
directos, y la generación de un clima general de
inestabilidad. En medio de esa situación encontramos que
los diferentes grupos se aíslan del conjunto, reducen su
participación en el hacer comunitario y se profundizan las
distancias que separan a unos de otros. La educación queda
presa de ese antagonismo y pierde capacidad de legitimar un
determinado mensaje con contenidos y reglas aceptadas por todos.
La violencia externa, ha penetrado en las aulas y adopta
diferentes manifestaciones. No se trata sólo de la
violencia de tipo física que es posible
apreciar en las instituciones,
el desinterés, el ausentismo, "la ley del mínimo
esfuerzo", la falta de interés,
también son respuestas a la falta de significatividad de
la tarea. Ello es válido para todos los actores, tanto
docentes como estudiantes. Lo formal sustituye a lo esencial y
todo se convierte en un juego de apariencias de ritos,
vacíos y sin significado.
La alienación de que hablara C. Marx alcanza en
nuestros días su máxima expresión. El
trabajo deja de ser un elemento definitorio de la humanidad del
ser para adquirir la imagen de una tarea sin significación
que se debe cumplir a efectos de lograr un determinado caudal de
recursos con los que satisfacer necesidades de consumo que buscan
gratificar la existencia de cada uno. El criterio
pragmático sustituye a los valores en el desempeño
social. La vieja máxima de que el fin justifica los
medios es
llevada a la categoría de valor. Todo
vale mientras me dé satisfacción. Pero esto lleva a
la atomización de la sociedad desde el momento que no
existe el "nosotros" y el otro es visto como cosa, como un factor
a utilizar para mi placer. Esto que parece estar tan alejado de
la economía, originada en aquella se proyecta a
múltiples ámbitos de la existencia. Desde los
más íntimos hasta los de mayor carácter
público y esto nos obliga a replantear la presencia de los
valores dentro del mensaje proporcionado por las
escuelas.
La educación por sí sola, como está
demostrado históricamente, no es capaz de solucionar esta
problemática, pero si debe integrarse a una apuesta
general por cambiar esta situación. Un esfuerzo por
reconstruir el entramado social que permita intervincular a los
diferentes miembros entre sí. Para lo cual deberá
capacitar para moverse en un mundo laboral de cambio permanente,
fortaleciendo la capacidad de adaptarse de modo creativo a nuevas
situaciones, a aprender a aprender a partir de conocimientos
básicos, socialmente necesarios, que deberán
democratizarse y brindarse con la mejor calidad posible.
La escuela debe afrontar el desafío de robustecer la
racionalidad, la capacidad de pensar de los individuos y de
participar en la toma de
decisiones en situaciones de incertidumbre.
Segunda Parte.
Medios masivos, informática y
mercado
en el nuevo escenario.
La construcción del escenario general donde ha de
moverse la educación, no puede dejar fuera a los medios
masivos de comunicación y la informática.
Necesariamente hemos de realizar una breve mención a la
expansión y significación de aquellos en el
relacionamiento social. Ambos elementos se han constituido en
auténticos emblemas de una nueva forma de cultura que
repercute profundamente en la vida de los grupos humanos. El
colocar ambos elementos integrados dentro de un mismo
capítulo es consecuencia de la propia tendencia a la
integración que se verifica entre ambos
campos. No lejano está el día en que computadora,
televisor y radio se integren
materialmente en un solo aparato que estará presente en
todos los hogares.
Los primeros, denominados medios masivos de
comunicación, han revolucionado la cultura, dominando no
sólo la palabra, oral o escrita, sino la imagen y
diferentes tipos de sonidos. Eso les ha conferido una fuerza de
impacto tremenda en cada uno de nosotros, al punto que ya hay
autores que sostienen que han cambiado nuestra forma de pensar y
modificado aspectos tales como la atención.
Desde hace mucho tiempo se han acumulado
críticas, por lo general por parte de aquellos no
están insertos en los diferentes medios, que procuran
levantar una barrera contra su difusión. Pese a ello, los
medios han seguido penetrando en cada uno de un modo cada vez
más eficiente. Recurriendo a una de las obras
clásicas de Umberto Eco, diremos que el tema no se
sitúa en la antinomia: apocalípticos o integrados.
Hemos de penetrar en esas nuevas formas lingüísticas,
alfabetizarnos y alfabetizar en ellas a la población, para que se haga realidad la
premisa planteada por el sociólogo Gerónimo de la
Sierra de politizar la democracia social y socializar la
democracia política. Se impone trazar una unidad
indisoluble de ambos planos de la democracia de manera de
perfeccionarla y profundizarla.
Tanto los medios masivos, como la informática,
han sido decisivos para lo que denomina, quizás un poco
peyorativamente, cultura de masas. Esta es una realidad que
debemos aceptar. Pero dicha cultura de masas no es sino el
aspecto exterior de un fenómeno más profundo que se
relaciona con el funcionamiento del capitalismo y las redes de
poder que se proyectan hacia el individuo.
Dos son las dimensiones que nos importa destacar en este
trabajo: uno referido a la función político –
social que desempeñan y su capacidad para encaminar la
forma de pensar de los individuos. Los medios masivos de
comunicación, que sería más acertado
mencionarlos como centros de transmisión, forman parte de
una red que difunde básicamente ideología y publicidad. Estos elementos no
están separados en la práctica cotidiana sino que
se implican mutuamente. Algunas cifras aportadas en diferentes
trabajos de investigación nos permitirán
comprender la red de poder de la que forman parte. El 80 % de la
información exterior que se recibe en Latinoamérica tiene como origen dos
agencias estadounidenses. " EEUU domina el 50% o más de la
distribución cinematográfica mundial; el 75 de la
circulación de programas de
televisión; el 80 % del vídeo;
más del 85 % de los noticieros internacionales de TV y el
89 % de los contenidos de bancos y bases de datos,
así como las más importantes redes integradas de
sistemas
digitales…"
El eje de nuestro razonamiento, ante la
información anterior, se sitúa de este modo en los
siguientes términos: "…el desarrollo vertiginoso de las
comunicaciones
dentro de la industria cultural contemporánea, las ha
convertido en agentes principales en el proceso de
formación y socialización de las personas y como
instancia fundamental para la construcción de consensos,
la reproducción o modificación del sistema de
organización social, y la participación
democrática de los ciudadanos en los procesos de
toma de decisión." En la cita encontramos algunas de las
claves que creemos necesario explorar de modo de definir el
desafío que se le plantea a la educación y la
definición de una política de alfabetización
en estas particulares formas de lenguaje. La
pregunta fundamental que hemos de plantearnos es:
¿cómo intervienen en el proceso de formación
y socialización y cómo actúan como agentes
reproductivistas de las condiciones sociales hegemónicas?
De la respuesta que demos a esa interrogante surgirá el
papel que asignemos a la educación en ese
plano.
Esa hegemonía oligopólica que ejercen los
Estados Unidos
sobre la generación de mensajes y legitimación de
contenidos tiene un impacto que lo podemos apreciar en nuestro
entorno inmediato. Han transferido su particular modo de ver el
mundo a todos nosotros, sus hábitos y costumbres, su
cultura se ha proyectado a escala internacional. Esto no es malo
en sí mismo. No resulta lógico excluir las
experiencias de otras naciones. Pero la realidad marca una
profunda asimetría en cuanto a la capacidad de
difusión. Su identidad así se impone como
única, haciendo tambalear las identidades nacionales. Hoy,
la hamburguesa Mc Donald está presente en múltiples
países, el whisky se ha impuesto, junto
con los refrescos cola en nuestro gusto, todos nos vestimos
igual, todos escuchamos la misma música, vemos las
mismas seriales, las mismas películas, etc. Pero esto que
puede servirnos de indicador, no es lo mas importante. A
través de esos materiales que ingresan a nuestro hogar a
diario nos llegan múltiples estereotipos, de claro
contenido ideológico más allá de la
intención consciente o no de los autores. Todo ello nos
lleva a leer la realidad con ojos ajenos, lo que como dijera
García Márquez, nos condena a la soledad y el
desconocimiento de nosotros mismos.
Cada uno de esos mensajes transita por múltiples
filtros antes de llegar a nosotros, eliminando todo aquello que
pueda llegar a desencadenar un pensamiento crítico para la
actual organización capitalista. El modo de vida
americano, norteamericano, es el único válido y
ambienta toda una industria paralela. En todo el mundo podemos
apreciar la presencia de gorros de los Bulls, de los Lakers, etc.
Pero insisto que ello no es sino la punta del iceberg.
Países como Uruguay, usufructúan un lamentable
récord, está ubicado entre aquellos países
que menos producción nacional emplean en su
televisión. La
televisión nacional se ha transformado en una
repetidora de programaciones creadas en otros marcos,
respondiendo a otras coordenadas culturales. Eso hace que
desplacemos los ejes de nuestra identidad
nacional y con ello hipotecamos nuestro futuro como
nación.
Todos esos mensajes se vuelcan de maneras muy
particulares en nosotros. En primer lugar, encontramos que una
característica es la fugacidad de sus
creaciones. Sujetas a "modas" que se suceden unas a otras
constantemente no muestran contexto ni tampoco historia. Son
presentados como elementos dotados de una "eternidad fugaz",
fruto en el mejor de los casos de una genialidad individual y no
frutos de un determinado desenvolvimiento social. El mundo de la
música quizás sea el mejor ejemplo que podemos
presentar. Mediante el dominio de los medios de difusión,
una determinada voz o un tema, se impone al punto de que aquellos
que no nos gusta, nos sorprendemos más de una vez
tarareándolos. Esa "ola" agotada su posibilidad de
generación de ganancias es abandonada, siendo sustituida
por otra. Toda la cultura es transformada en un
espectáculo destinado a llenar el tiempo y creando falsas
identificaciones que no son sino otra rama de esta "industria".
Los programas informativos tampoco escapan a esta lógica,
la información y las noticias, también son una
mercancía y son preparadas de modo de abarcar la franja
mayor del mercado posible. La presentación de los temas se
efectúan adecuadas a una edad mental de unos doce
años de manera de captar audiencia lo que se traduce en
anunciantes y consecuentemente ganancias. La realidad es
atomizada por el ojo de la cámara y los mensajes
están dominados por grandes cadenas que son las
"creadoras" de realidad. Los conflictos son presentados con lujo
de detalles en aquellos aspectos anecdóticos pero
jamás encontraremos pistas que nos permitan comprender las
razones que llevaron a dicho enfrentamiento. Hemos llegado al
extremo de presenciar una guerra en
"vivo y en directo" transmitida a escala mundial. Una guerra
donde curiosamente no se vertió sangre, no apareció
ninguna víctima, fue una sucesión de
enfrentamientos "blancos". Las cámaras actúan como
un ojo selectivo que nunca hace explícito el ángulo
desde el que enfoca, ni el propósito que guía la
mirada. Pero la imagen recibida, pese a esas limitaciones no es
directa sino fruto de una sucesión de filtros que nos
llevan al centro del problema. Es imprescindible penetrar en la
dimensión ideológica que manejan los medios
masivos, acción que no es carente de contradicciones y que
como señaláramos se integra al proceso de
acumulación de capital, propio del funcionamiento
capitalista.
Frente a ello nos encontramos con que la TV, como buque
insignia de los medios masivos de comunicación, avanzan
día a día. Estudios realizados a escala nacional
marcan un promedio de más de tres horas diarias frente al
televisor. Una investigación que hiciéramos en una
escuela a la que concurrían niños
carenciados, señalaba promedios por encima de las cinco
horas diarias, eso antes de que penetrara la televisión.
Cable que asegura programación las 24 hs. " Preguntar por
qué el pueblo ve televisión, aunque mala, es igual
que preguntar por qué como, aunque deficientemente. La
conciencia en
deprivación sensorial se desintegra aun con mayor rapidez
que el organismo desnutrido. La mente tiene hambre de
estímulos, como el estómago de calorías. Y la existencia cotidiana del
hombre alienado es tan carente de estímulos que debe
proporcionárselos artificialmente, a través de una
caja electrónica"
¿Cabe ante la magnitud del problema resignarnos?
¿ Hemos de aceptar que la potencia de estos
medios hace inútil el enfrentarlos? Considero que no. Sin
dejar de reconocer la fuerza con que cuentan, hemos de partir de
la base de que su poder no es absoluto, no podemos concebir un
comportamiento mecánico a partir de las líneas de
fuerza emanadas de los grandes medios. La distancia que separa el
sentido encerrado en el mensaje emitido y la
decodificación que efectúa el receptor, ha sido
suficientemente estudiada por las ciencias de
la
comunicación. El contexto socio histórico del
receptor hace que un mismo mensaje repercuta de diferente modo
por individuos con coordenadas diferentes. Eso abre una brecha
importante en la acción de los medios y los mediatiza en
sus efectos. Esto que es válido tanto para la
información como para la propia publicidad debe ser muy
tenido en cuenta. Dotar al individuo de herramientas
que le permitan "leer" desde su particular ángulo los
mensajes, le proporciona autonomía. En la medida en que el
discurso implícito, se transforma en explícito, en
esa manera puede ser racionalizado, reconstruido
críticamente. Esa es la gran apuesta que deben efectuar
los sistemas educativos. Para ello lo primero es robustecer la
cultura de los docentes, preparándolos a ellos mismos para
el análisis, no como una suerte de moda sino como
algo introyectado, fijado de manera firme, en su propia personalidad.
La semiótica y, en particular, el estudio de
los lenguajes de los medios masivos, no se encuentran presente en
ninguno de los programas de formación y ello es un
peligroso déficit en nuestros días. En la medida en
que difundamos el hábito del análisis racional de
los diferentes mensajes, en que estimulemos la conquista de la
lógica, no como un mero ejercicio sino como una actitud
permanente, estaremos construyendo una respuesta. Esto se debe
complementar con un reforzamiento de los componentes
éticos de la sociedad y de nuestra forma de ser. Etica y
racionalidad que se deben construir a partir de la identidad
cultural. Debemos reconquistar la capacidad de generar nuestro
propio discurso sobre la realidad, escapando a los enunciados que
buscan hegemonizar nuestra mente. Recordemos lo que estableciera
Umberto Eco (1988) "No es que los enunciados reproduzcan la forma
de los hechos, es que nos acostumbramos a pensar los hechos
del modo como los han configurado los enunciados"
Lo anterior nos lleva a la otra dimensión que nos
interesa poner sobre la mesa. La influencia de los medios masivos
en nuestra forma de pensar la realidad. Recurriremos para ello
nuevamente al semiótico Umberto Eco, el cual hace un
resumen de las diferentes hipótesis que se han propuesto a lo largo
del tiempo. De las mismas nos interesa destacar algunas
afirmaciones que recoge el autor y que hemos de tomar en cuenta.
En primer lugar Eco recoge el pensamiento de Leibniz al afirmar
"… cada lengua no
sólo refleja la historia de un pueblo sino que condiciona
su mentalidad y sus costumbres" Si admitimos esto la
generación de mensajes fuera de nuestro marco cultural por
partes de centros de poder que manejan un castellano
promedio, produce efectos negativos en nuestro modo de ser,
contribuye a un extrañamiento con uno de los instrumentos
esenciales que posibilita la vinculación con los
demás seres humanos con los que compartimos un espacio y
un tiempo concreto, vivencial. Dicho razonamiento se complementa
con lo siguiente: "Nuestro modo de ver, de subdividir en
unidades, de comprender la realidad física como sistema de
relaciones, está determinado por las leyes (desde
luego no universales) de la lengua con la que hemos
aprendido a pensar – y en este caso la lengua no es aquello
por medio de lo cual se piensa, sino aquello con lo
que se piensa, e incluso aquello que se piensa o por
lo que somos pensados"
Si las fuentes de los
mensajes se ubica fuera de nuestras "fronteras culturales", si se
manejan estructuras sígnicas que no responden de modo
directo a nuestras construcciones, estamos hipotecando nuestra
capacidad de pensar. Estamos cayendo en un ser para otro,
profundizando nuestra alienación. La educación en
tanto es capaz de hacer explícito este proceso, aporta la
clave para cortar el circuito reproductivo que lo rige. Tal como
lo afirmaba Foucault (1970), el preso desde el momento que es
capaz de pensar la prisión, de elaborar un discurso sobre
la misma, comienza a evadirse de los marcos de aquella. Hemos de
evitar esos mecanismos que nos llevan a ver como naturales hechos
que no lo son.
Lo afirmado hasta acá se fortalece con el
desarrollo de la informática la cual a través de
distintos canales crean una cyber realidad que si bien cuenta con
múltiples aspectos positivos, contribuye también al
aislamiento del individuo. Favorece el debilitamiento de los
vínculos sociales directos aún aquellos situados en
los planos más íntimos. Piénsese en la
multiplicidad de áreas que ofertan un sexo virtual,
donde la persona se
conecta con la máquina, sin una relación directa
con el otro.
El culto al individualismo pragmático, el temor
frente a las organizaciones colectivas, presentadas como
entidades coactivas y bloqueadoras de la realización del
ser, forman parte sustancial tanto de la publicidad como de los
miles de programas y films que se difunden a diario. Hace un
tiempo un anuncio televisivo de un refresco sostenía:
"hacé la tuya". Mas allá de la referencia puntual,
traduce todo una forma de concebir la vida que se fija en el
individuo.
¿Podemos ignorar este conjunto de factores a la
hora de trazar las líneas de un discurso educativo?
¿Hemos de admitir la consideración de la cultura
como una mercancía más, fuente de ganancia?
Evidentemente no. Nuevamente volvamos al acápite: "algo
habrá que hacer".
¿La implantación de un mercado educativo
es solución a los problemas acá
planteados?
Frente a este cúmulo de problemas que se acumulan
dentro de la esfera educativa, hay una fuerte tendencia a
plantear, desde posiciones hegemónicas, la solución
de una política de mercado. De modo más o menos
directo, de acuerdo al costo
político que ello conlleva en cada país, se camina
en esa dirección. Se crea una línea de continuidad
artificial entre el mundo de la economía, la
política y la educación, reforzando y
legitimándose mutuamente los diferentes discursos que
se difunden en el seno social. Esta visión
neoconservadora, negadora de la historia, se basa en una serie de
premisas falsas, pero cuenta con una apoyatura ideológica
– publicitaria, muy fuerte que le ha permitido ganar
espacios en la opinión general. La negación de la
historia mencionada es doble, por una parte por no tomar en
cuenta el proceso evolutivo que ha llevado a la
construcción de las presentes estructuras educativas. Por
otra parte, no es posible mostrar que un sistema de mercado
posibilitara el nacimiento y desarrollo de un sistema educativo
abierto a todos los individuos, como un derecho universal. Ese
desconocimiento, o no consideración de la historia lleva a
cambiar radicalmente los ejes de funcionamiento, abriendo las
puertas para el ingreso de propuestas que nada tienen que ver con
nuestro modo de ser y de concebir la sociedad.
Para comenzar a responder a la interrogante propuesta
analicemos brevemente cuáles son las condiciones que rigen
el funcionamiento de un mercado de competencia
perfecta. Más allá de que el mismo constituye
un modelo ideal, nos permitirá ver como se desenvuelve su
lógica. Hemos de poner en evidencia la validez de la misma
en cada uno de los casos. Procuraremos demostrar como dicha
lógica presente en la concepción de mercado, no es
aplicable al ámbito educativo a riesgo de deformarlo
significativamente.
En todos los casos el principio que rige el
funcionamiento de mercado es el de maximizar la ganancia. Tanto
los oferentes como los demandantes procuran obtener la mayor
ganancia posible de los recursos de que disponen. Esta es la
premisa central de todo el razonamiento. Se podría definir
el modelo del siguiente modo: " La competencia perfecta es el
modelo económico de un mercado que posee las
características siguientes: cada agente económico
actúa como si los precios
estuvieran dados, es decir, cada uno de ellos actúa como
un tomador de precios; el producto es homogéneo; hay libre
movilidad de recursos, incluida la libre entrada y salida de las
empresas productoras; y todos los agentes económicos que
intervienen en el mercado poseen un conocimiento completo y
perfecto" Llevemos la definición anterior a
términos educativos. Todos los miembros de la sociedad
concurren libremente, no existen situaciones de privilegio y
todos pueden ingresar como productores o consumidores de un bien,
en forma de servicio, llamado educación. Esta es
homogénea dentro de la sociedad. Todos pueden ingresar o
salir en el momento en que lo deseen del sistema educativo. Todos
disponen de un conocimiento completo y perfecto de la propuesta
educativa que se plantea. ¿Se cumplen estas condiciones,
de modo de garantizar un funcionamiento de mercado?
¿Qué nos dice la realidad? La condición de
igualdad en la concurrencia no es tal, existen diferencias
sociales que este sistema no haría sino congelar para
siempre. No vale el argumento de que por esta vía se
estaría garantizando la capacidad de elección del
individuo, potenciando su libertad. Las
razones de la no validez son evidentes. En primer lugar la
elección en el inicio del proceso no la hace el demandante
directo sino sus familiares. Estos son los que determinan que
servicio contratarán. Que pasa si mañana este
individuo se da cuenta que lo que le fuera brindado no se adecua
a las necesidades que planteaba. ¿Ante quien y qué
reclama? ¿ Cómo hace para despojarse de todas esas
prácticas que se le han incorporado? Por otra parte en una
gran ciudad, es posible esperar la existencia de una oferta
numerosa, pero allí donde la población se encuentre
dispersa o no sea numerosa, se dará un panorama diferente,
¿será igualmente libre el individuo en este caso?
La opción se plantearía entre escuela o no escuela,
así directamente.
La segunda condición, un producto
homogéneo, ¿podemos plantearla en el campo
educativo? ¿Bajo qué términos determinaremos
la homogeneidad? ¿Hasta dónde esa homogeneidad que
habrá que determinar y vigilar por parte del Estado, no
coarta el derecho de elegir, propuesto en el punto anterior? La
complejidad de la educación implica aspectos muy
difíciles de ser incluidos en estándares, como
queda demostrado por la presencia de lo que denomina "currículo oculto". En un producto
cualquiera, pensemos en un automóvil, por ejemplo, podemos
hacer un listado lo más completo posible de
características a reunir, la suma de los cuales
darán un determinado perfil de calidad del mismo. Podemos
detallar la chapa, la forma, condiciones del motor, consumo de
combustible, etc. ¿Ello es posible en el terreno
educativo? Consideramos que no.
Si la presentación de un producto
homogéneo es una de las condiciones de la igualdad de
oportunidades, según la óptica neoconservadora, de
la libertad del individuo, es evidente que no se podrá
alcanzar mediante un simple mecanismo de mercado. Sólo la
acción de un Estado que actúe como intermediador de
los intereses particulares, podrá desempeñar ese
papel. La presunta homogeneidad que se busca, nunca será
tal. Se favorecerán mecanismos de exclusión –
selección que transformarían la
sociedad en una serie de espacios estancos, incomunicados entre
sí.
Analizando otro de las condiciones incluidas en la
definición, surge como resultado del más elemental
razonamiento que no es posible la entrada y salida del mercado
por parte de los "demandantes" de la educación. Si recibo
en una compra un producto que no me satisface, puedo reclamar me
sea devuelto el dinero
abonado y desecho aquello que adquirí. ¿Puedo hacer
eso con la educación? ¿Cómo se compensa el
tiempo perdido por el alumno? ¿Cómo desecha toda
esa practica educativa a que fuera sometido, como borra de su ser
lo aprendido? ¿Cómo afectaría a un alumno el
estar cambiando continuamente de centro educativo? La experiencia
demuestra que ello no es beneficioso. Como puede apreciarse,
más allá de las bondades supuestas por el discurso,
la práctica demuestra lo no viable de la propuesta. En una
situación ya no de competencia perfecta, sino en una forma
de competencia oligopólica tal como predomina hoy, la
capacidad de opción y libre movilidad de los demandantes,
es más que limitada.
Por último el mercado educativo, estaría
dominado por el mundo de la publicidad, lo que, más que un
conocimiento acabado de las bondades y defectos de cada una de
las ofertas, crearía un comercio de
imágenes. ¿Están todos los
miembros de la sociedad en condiciones de comprender
profundamente la naturaleza de los productos
educativos ofertados? Consideramos que los estratos medios y
superiores están en clara ventaja en este aspecto, con lo
que la distancia que los separa de los sectores menos favorecidos
se incrementará día tras día.
Como podemos apreciar, ninguna de las condiciones
necesarias para el funcionamiento de un sistema de mercado,
pueden encontrarse en el terreno educativo. Por tanto la
propuesta neoconservadora no constituye sino una apuesta a
ampliar la base hegemónica de los grupos
sociales dominantes.
La pregunta clave que debe pautar toda la
discusión es si la educación debe ser considerada
como un derecho o como un producto, un servicio. En uno y otro
caso la lógica que se desarrolla es particular y determina
caminos diferentes a seguir.
Hemos de estar en guardia no tanto de esta
posición extrema, tal como la presenta Milton Friedman
(1980) en "Libertad de elegir", sino en sus propuestas
colaterales. Las discusiones sobre eficiencia,
eficacia,
rentabilidad,
calidad, etc, están cruzadas de esta lógica
mercantilista que se busca promover.
De modo insistente a lo largo de estas páginas
hemos reiterado una y otra vez la palabra desafío y
quizás sea hora de dar una explicación al paciente
lector que nos ha seguido hasta este punto. La reiteración
nace de que allí donde dirijamos la mirada encontramos
necesidad de introducir cambios. Como incluíamos en el
acápite inicial "algo hay que hacer" y ese algo debe
comenzar por una adecuada valoración del escenario donde
debemos desenvolvernos.
La educación formal ha quedado anclada en el
tiempo y necesita de modo imperioso recuperar el terreno perdido.
En esto existe un amplio acuerdo. Ejemplo de ello es la masa de
críticas que se vuelcan contra la institución
educativa, pero mucho más profunda es la
insatisfacción que encontramos en todos los actores y
ámbitos de aquella. Hoy con las diferentes reformas
planteadas desde los organismos internacionales y nacionales, se
pretende revitalizar el sistema. En este plano, personalmente,
considero que se han cometido errores mayúsculos, si bien
todos podemos estar de acuerdo en la necesidad de cambiar la
educación. En primer lugar se ha partido de una lectura
parcial del problema, dejando afuera aspectos tales como la
formación de los docentes de cara a los problemas que
afronta la sociedad, asignaciones presupuestales insuficientes y
la adopción de estrategias verticalistas a la hora de
instrumentar medidas. En segundo lugar el énfasis puesto
en la función reproductora y controladora de la
educación, lleva a insistir en una forma
paradigmática que ya ha sido superada por la historia de
la sociedad.
Estamos profundamente convencidos de que es necesaria
una elaboración colectiva de nuevos caminos a recorrer.
Elaboración que ha de ser flexible, capaz de permitir el
ingreso de correcciones y cambios de rumbos sobre la marcha.
Elaboración que debe pasar necesariamente por una
profundización de la democracia en todos los planos.
Democratización que ha de contemplar los mecanismos de
legitimación en el área de a comunicación
humana de manera de que sea posible construir consensos duraderos
y firmes que garanticen la reconstrucción del entramado
social. Democratización donde no existan silencios o voces
acalladas, sino que todas tengan las mismas posibilidades de
luchar por su espacio.
Como es posible apreciar enfrentamos una gran
complejidad que no es recomendable simplificar artificialmente,
ni pretender tampoco solucionar exclusivamente a partir de la
acción de los canales formales de educación. Se
impone una política educativa, enmarcada en una
política educativa global, que apueste a responder tres
ejes fundamentales. En primer lugar el ya mencionado de
profundización de la democracia, la defensa de la
identidad cultural y la estimulación de la
autonomía del individuo frente a las redes de poder en que
debe moverse el individuo.
Paralelamente se impone el trazado de puentes
sólidos que vinculen la enseñanza formal con la no
– formal de manera que todos apunten a un objetivo que
reúna un amplio consenso. No desde la óptica de la
modernidad, que buscaba imponer un orden pre-establecido sino un
consenso construido democráticamente de manera permanente,
sin exclusiones. Ello implica abrir las puertas a las diferentes
formas culturales existentes en la sociedad. Donde la discriminación de género,
social. étnica o política no esté presente.
Un consenso que busque el crecimiento de cada individuo con
independencia
de su origen. Quizás pueda tacharse de utópico lo
expuesto pero recordemos lo que Eduardo Galeano (1990)
decía sobre la función de la utopía. Ella
sirve para caminar, es un norte que ha de guiar cada uno de los
pasos a dar, en un camino infinito.
No considero que lo que hemos planteado agote la lectura del
escenario, es simplemente un boceto trazado desde el "sur"
abierto a su profundización. Pero sí estamos
seguros que
los temas tocados acá deben estar presentes en toda
"lectura" de la realidad sobre la que se pretenda basar una
transformación educativa. Como dijera Jesualdo Sosa, las
transformaciones en la educación no deben comenzar nunca
por los métodos sino por una definición del futuro
que pretendemos crear. La educación es un área que
su acción se vuelve sobre sí. Cuando pretendemos
enfrentar el futuro vistos desde el hoy, lo estamos construyendo
y transformándolo en presente. De una especulación
rápidamente pasamos a una realidad.
La metodología a emplear consiste en la
construcción de una auténtica praxis
El camino no es fácil pero nuevamente repito
"algo habrá que hacer"
A los textos que aparecen citados a lo largo del trabajo
podemos agregar los siguientes que han sido tomados en
cuenta.
- Hugo Achugar. La Balsa de la medusa. (Ensayos sobre
identidad, cultura y fin de siglo en Uruguay. Ediciones Trilce.
Montevideo. 1992. - Michael W. Apple. Educación y poder. Temas de
Educación. Paidós. MEC. Barcelona. España.
1987 - Michael Apple- El conocimiento oficial. ( La
educación democrática en una era conservadora)
Temas de Educación. Paidós. Barcelona.
España. 1996. - Antoni J. Colom y Joan_Charles Mèlich.
Después de la modernidad. Papeles de Pedagogía.
Paidós. Barcelona España. 1995 - Paulo Freire. La naturaleza política de la
educación. ( Cultura poder y liberación) Temas de
Educación. Paidós. Barcelona. España.
1990. - Paulo Freire. Pedagogía de la esperanza.
Editorial Siglo XXI. Méjico 1993. - Milton y Rose Friedman. Libertad de elegir. Editorial
Grijalbo. Barcelona España. 1980. - Henry Giroux. Teoría y resistencia en
educación. Editorial Siglo XXI. Méjico
1993 - Henry Giroux. Los profesores como intelectuales
(Hacia una teoría crítica del aprendizaje) Temas
de Educación. Paidós. MEC. Barcelona.
España 1990. - Peter McLaren. Pedagogía crítica,
resistencia cultural y la producción del deseo. Aique
Grupo Editor. Buenos Aires.
Argentina. 1994 - Peter McLaren. Pedagogía, identidad y poder.
(Los educadores frente al multiculturalismo) Homo Sapiens
Ediciones. Rosario. Argentina. 1998 - Adriana Puiggrós. Imaginación y crisis
en la educación latinoamericana. Aique Grupo Editos.
Buenos Aires. Argentina. 1994 - Adriana Puigros. Volver a Educar.
- Daniel Ulanovsky Sack. Los desafíos del nuevo
milenio. (Entrevistas
a las grandes pensadores contemporáneos). Aguilar.
Altea. Taurus. Alfaguara S.A. Buenos aires. Argentina.
1999.
Mtro Insp. Mag. Douglas
Ifrán