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Historia de las Arte Visuales I




Enviado por loresdiaz



    1. Contexto
      histórico.
    2. El
      gótico
    3. Las
      catedrales
    4. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN

    Tomando como punto de partida que la elección del
    tema no es tarea fácil tratándose de un programa que
    abarca tan amplia y exquisita temática, justificar
    él porque de los vitrales de la catedral de Chartres, no
    lo es menos. Sin lugar a dudas hay una connotación
    personal la
    cual me llevo a enfocarme hacia un elemento que me permitiera
    caracterizar o al menos ilustrar gran parte de la época
    medieval. En este sentido los vitrales permiten visualizar parte
    dela concepción religiosa de la época y siendo esta
    la Edad Media
    hablamos de una parte importante sino la más importante
    del periodo.

    Ningún tema de arte nos permite acotarnos a lo
    estrictamente seleccionado y este tema no es una excepción
    por lo cual la confección del trabajo nos ha llevado por
    caminos no esperados, como la importancia de la
    iconografía de la época y el mundo circundante de
    las catedrales, todo un universo de
    vivencias y experiencias sociales políticas
    y económicas.

    La pregunta más obvia quizás sea
    ¿porqué Chartres? Y la respuesta en realidad
    también lo es Chartres, pues es la catedral que mejor se
    ha conservado tomando en cuenta que mantiene más de 150
    vitrales de su estructura
    original y en ella encontramos el modelo de
    catedral gótica.

    No es menos importante que la justificación del
    tema el explicar que la inmensa bibliografía existente en
    torno al tema no
    nos da la posibilidad de acotarla por lo cual intentamos
    seleccionar lo que a nuestro entender resultaba más
    relevante par presentar un trabajo claro conciso y que contuviera
    todos los elementos necesarios para comprender en toda su
    dimensión la función de
    los vitrales del arte gótico.

    1.CONTEXTO
    HISTÓRICO.

    El período que abarca el arte gótico fue
    muy variado, heterogéneo y rico en contradicciones en los
    terrenos político, social e intelectual.

    En el plano político, la primacía se
    desplaza en Europa en el
    siglo XIII. Con los últimos emperadores de la
    dinastía de los Hohenstaufen, el Imperio Germánico
    pierde al unísono su supremacía y la dirección política e
    intelectual del continente.

    A diferencia de Alemania, el
    reino de Francia
    prosperó de modo continuo. A los carolingios
    sucedió la dinastía de los Capetos, en 987, la cual
    reinaría hasta 1328. La multitud de pequeños
    Estados, que gobiernan poderosos señores feudales, los
    cuales llegan hasta guerrear contra la corona, se transforma poco
    a poco en reino unificado.

    El papado tuvo participación notable en la
    evolución política e intelectual del
    occidente de Europa. Defendía la primacía del
    poder
    espiritual sobre el temporal.

    En vida de Inocencio III (1198-1216) su poder fue el
    más grande de la Edad Media. Inocencio afianzó ante
    todo la independencia
    política de los Estados Pontificios y aspiró a la
    soberanía sobre Sicilia. El apogeo de su
    poder lo obtuvo en el Concilio de Letrán, en el que se
    congregaron todos los jefes espirituales y temporales del
    Occidente cristiano.

    El principio afirmado enérgicamente, de la unidad
    cristiana se expresa en las grandes catedrales del siglo XIII, en
    las que incluso el ceremonial secular se celebra bajo la
    égida de la Iglesia.

    La mayoría de los historiadores se inclinan por
    definir a la segunda mitad del siglo XII y principalmente al
    siglo XIII como una etapa de cambios radicales para Europa
    medieval.

    El mundo construido sobre la base de las
    categorías de la vida rural, el derecho señorial y
    la autoridad de
    los jerarcas eclesiásticos, el mundo de la alta Edad Media
    es, para esta época un ámbito diferente. Los
    europeos se agitan alrededor del comercio, el
    florecimiento de las ciudades, el fortalecimiento del poder del
    "princeps" y la aparición de una nueva clase social que
    puja por lograr, en el rígido esqueleto de la sociedad
    románica un lugar acorde con su desarrollo: la
    burguesía.

    Desde cierto punto de vista el orden gótico es
    una síntesis
    de esta época de esplendor y nuevas fuerzas, de madurez y
    de impulsos revolucionarios.

    En esta suerte de concomitancia del tránsito de
    lo rural a lo urbano, del poder de la nobleza a la monarquía nacional, del derecho dominial al
    derecho
    comercial, de la patrística a la escolástica,
    del románico al gótico, está supuesta la
    evolución de la estructura productiva hacia las formas
    económicas fundadas sobre el auge del intercambio: el
    siglo XI se caracteriza por la expansión del poder
    marítimo de las ciudades lombardas al conjunto del
    Mediterráneo y en el norte por la apertura de las rutas
    comerciales en el Báltico hasta las plazas de Escandinavia
    y Finlandia. Desde los comienzos, los lombardos frecuentaron las
    ferias de Ypres, Lille, Mesina, Brujas y Thourout. Para la
    época de la aparición del gótico en el norte
    de Francia, toda Europa vive el clima de un
    febril tráfico de mercancías. A la cabeza de este
    fenómeno se encuentran hombres nuevos: los "mercatores",
    un grupo social
    de orígenes discutidos pero de características bien definidas.

    Gentes a quienes guía sólo su afán
    de lucro, hombres libres, que en los inicios, no producen nada,
    solo transportan. Se organizan en caravanas y flotillas armadas,
    las hansas con las que recorren las inseguras rutas europeas. El
    ejercicio del tráfico los lleva a procurarse una
    residencia fija en aquellos lugares favorables para su actividad:
    los puertos, que eran nudos comerciales. Estos eran antiguos
    puertos romanos, castellanías o burgos edificados en torno
    de sedes episcopales.

    El antiguo burgo debió incluir a los
    caseríos construidos extramuros y comenzó a ser
    designado con el nombre de arrabal o nuevo burgo. Desde comienzos
    del siglo XI se llamó a sus habitantes
    burgueses.

    Durante todo el siglo XII debieron realizar grandes
    esfuerzos en una lucha sorda y encubierta por lograr que las
    aspiraciones cotidianas ligadas a su práctica profesional
    y social pudieran integrarse al mundo románico para el que
    resultaban inadecuadas. La Iglesia compartió el
    sentimiento de renuencia con que la antigua sociedad
    recibió a los nuevos burgueses. Fue hostil a la vida
    mercantil y vio en la búsqueda de riquezas un peligro para
    el alma, prohibiendo el ejercicio del comercio a
    clérigos.

    La burguesía vino a cumplir un papel
    catalizador por el cual, con el paulatino ascenso del poder real,
    condujo a Europa a la formación de los estados
    occidentales y a la creación de una verdadera
    monarquía pontificia.

    Bajo el influjo del nuevo estilo de vida que los
    burgueses imponen en las ciudades, aparecen multitud de hechos
    que contribuyen al cambio en la
    visión del mundo y que preanuncian el pasaje del orden
    románico al gótico.

    Desarrollo de las universidades, por la necesidad de
    estos nuevos comerciantes de saber leer y escribir, al mismo
    tiempo que
    arrancó de las manos de la Iglesia el monopolio de
    la instrucción, generando en el seno de las corrientes de
    pensamiento un
    movimiento
    renovador de connotaciones racionalistas: el tomismo.

    Los choques que se suceden en todos lados, originados
    por la oposición entre el derecho dominial y el derecho
    comercial, entre el intercambio en especie y el intercambio en
    dinero, entre
    servidumbre y libertad,
    llevan a la paulatina laicización de la vida europea en un
    proceso que,
    impulsado por las clases burguesas, culminará con la
    creación de una nueva etapa en la historia medieval europea.
    En medio de estos conflictos, en
    las ciudades, la burguesía concibe una administración civil a cargo de la que
    quedará la constitución del sistema
    financiero y contable, las escuelas, los reglamentos
    comerciales e industriales, los trabajos públicos:
    mercados,
    canales, correos, distribución de aguas y recintos urbanos.
    Con el transcurso de los siglos, la expansión urbana
    ejercerá una poderosa influencia en la laicización
    del Estado.

    Aún para la Iglesia, que mantiene la
    hegemonía en toda la Edad Media, el renacimiento
    urbano está en la base del movimiento que quiebra en el
    encierro del monasterio rural.

    A principios del
    período gótico la gran misión
    cultural y económica de los monasterios había
    llegado a su fin, porque su protagonismo como conservadores del
    conocimiento
    había sido asumido por las universidades y porque su
    importancia económica había sido superada por las
    ciudades. Las grandes catedrales góticas fueron las
    mayores empresas
    económicas de la Edad Media. La catedral por
    definición sede de un obispo, tenía que estar
    ubicada en la ciudad

    "En ella el pasado y el presente se reunían en
    un solo sentimiento amoroso. La catedral era la conciencia
    de la ciudad…"

    "Por definición, la catedral es la iglesia del
    obispo, por tanto la iglesia de la ciudad; el arte de las
    catedrales dignificó ante todo, en Europa , el renacimiento de
    las ciudades".

    2. EL
    GÓTICO

    El arte gótico era el refinado logro intelectual
    y estético de una sociedad altamente desarrollada, que ha
    roto sus vínculos con el feudalismo. Donde
    abades y obispos, monjes y sacerdotes no se limitan a preocuparse
    de las almas de los fieles: se convierten en protagonistas de la
    vida ciudadana y se interesan más que nunca por el poder,
    por los bienes
    materiales, de
    tal amanera que a veces se enfrentan con la nobleza, con los
    soberanos y con el mismo emperador. En este clima, las instancias
    religiosas de celebrar la fe cristiana y la imagen de Dios
    con la edificación de nuevas y grandes iglesias coexiste
    con otros dos elementos: por un lado, el legítimo orgullo
    de los obispos y de los burgueses ricos de las grandes ciudades,
    protegidos tras sus poderosos muros, de sorprender y encantar al
    mundo con las gigantescas catedrales que dominan las casas y que
    son visibles desde muy lejos; por el otro, las enseñanzas
    de una filosofía (la escolástica) que encuadra de
    forma armónica todo el saber de la época y afirma
    la posibilidad de llegar a Dios, además de con la fe, a
    través de la razón. Se llega a Dios con un esfuerzo
    complejo pero refinado del pensamiento, rígidamente formal
    pero rico en sutilezas: los mismos conceptos que, en la arquitectura,
    inspiran las catedrales góticas, su ascensión hacia
    Dios a través de complejas pero refinadas construcciones,
    formalmente rigurosas pero también ricas en detalles. La
    enfática verticalidad de tales edificios revela las
    transformaciones del gusto, del pensamiento filosófico,
    traducidos en la arquitectura en una renovación de la
    técnica mediante la introducción de una serie de elementos
    originales típicos del estilo gótico: el uso del
    arco apuntado, en lugar del de medio punto; la bóveda de
    crucería ojival; el empleo de
    arbotantes y contrafuertes.

    Para el autor Otto von Simson, llega mucho más
    allá, ya que sostiene que hay dos elementos del
    gótico que no tiene precedentes y paralelo: la
    utilización de la luz y una
    relación original entre la estructura y la apariencia;
    estos dos componentes serían los característicos de
    la arquitectura gótica.

    Del primero nos ocuparemos en un apartado más
    adelante, en lo que respecta a la relación entre la
    estructura y la apariencia, observamos que mientras la
    arquitectura románica o bizantina supeditaba la estructura
    al fin artístico, es decir lo que verdaderamente
    importaba, que había que destacar era lo ornamental; en el
    gótico ocurría todo lo contrario, la
    decoración se halla subordinada al dibujo que
    forman los elementos estructurales, los nervios de las
    bóvedas y los fustes sustentantes, y el sistema
    estético se halla determinado por ellos.

    El estilo gótico nació en la región
    de París conocida como la Isla de Francia, con unos
    límites
    cronológicos que oscilan entre aproximadamente el
    año 1140 y las últimas décadas del siglo
    XVI, según las áreas geográficas. Se
    aplicó en el campo de la arquitectura civil y religiosa,
    la escultura, las vidrieras, la pintura mural
    y sobre tabla, los manuscritos miniados y las diversas artes
    decorativas.

    El término gótico fue empleado por primera
    vez por los tratadistas del renacimiento, en sentido peyorativo,
    para referirse al arte de la edad media, al que ellos
    consideraban inferior y bárbaro (godo, de ahí el
    término gótico) comparado con el arte
    clásico. En el siglo XIX se produjo una
    revalorización de este periodo debido a movimientos
    historicistas y románticos. El gótico
    convivió con el románico, a lo largo de la baja
    edad media, y hoy día se considera uno de los momentos
    más importantes desde el punto de vista artístico
    en Europa.

    "En el contexto urbano en que se desarrolla la
    arquitectura gótica, la catedral es el "reino de Dios
    sobre la Tierra"
    en el que se trasciende la materialidad de la vida en todas sus
    dimensiones físicas"

    2.1.Nacimiento del arte Gótico

    La primera obra gótica es la Abadía de San
    Dionisio, que se construyó en dos etapas: primero la
    fachada (1137-1140) y luego el coro (1140-1144)con deambulatorio
    y capillas radiales, que sustituyó el ábside
    carolingio

    El motor principal
    de la nueva concepción gótica se inscribe en el
    clima que hemos sintetizado más arriba: la
    explosión demográfica y económica, el
    crecimiento del poder Capeto y el auge de las metrópolis
    religiosas e intelectuales. Por tanto la ampliación era
    necesaria para poder acoger a las multitudes que iban en
    peregrinación para venerar las reliquias de Saint Denis y
    de otros santos que se conservaban en el ábside El
    gótico es una reacción, una inversión de las categorías
    básicas del estilo precedente. El románico nace en
    Europa en las regiones donde se había opacado el poder
    real, donde la costumbre se había impuesto sobre el
    derecho y reinaba la anarquía y la violencia.

    2. 2. Del expresionismo
    románico al naturalismo
    gótico.

    A diferencia del románico, donde se representan
    los grandes misterios escatológicos, en el gótico
    se gira a las cosas y los problemas
    próximos; de la representación de símbolos o
    concepciones metafísicas a lo experimentable, lo
    individual, lo visible. Las cosas singulares ya no necesitan una
    justificación ultramundana para ser objeto de
    representación. Ninguna categoría del ser, para la
    nueva concepción religiosa, está completamente
    olvidada de la mano de Dios; cada uno expresa lo divino a su
    manera y es, por lo tanto, digno de ser representado por el
    artista.

    La naturaleza se
    vuelve objeto de interés y
    es considerada digna de ser descrita en sí misma, esto es
    posible porque dentro de los nuevos parámetros del
    pensamiento medieval la naturaleza hace transparente la
    espiritualidad y no está completamente desprovista de ella
    como el románico.

    El naturalismo del gótico se expresa en su forma
    más coherente en la representación del hombre. Una
    visión totalmente nueva, opuesta por completo a la
    abstracción y la estereotipia románica, dirige su
    interés a lo individual y característico. Mientras
    en el rostro del Cristo románico encontramos una mirada
    insostenible, que, expresión descarnada de su potencia divina,
    niega con su presencia todo valor a la
    realidad terrena, los Cristos góticos o las figuras del
    Antiguo y Nuevo Testamento tienen rostros humanos. A pesar de su
    idealización, nos remiten a nuestro mundo cotidiano: las
    cejas y los pómulos están suavemente delineados,
    las comisuras de los labios y las arrugas de la frente parecen
    pliegues de la piel y ya no
    son líneas decorativas como en las figuras de Moissac.
    Estamos en un mundo terreno. No son retratos, simétricos y
    plenos, sin defectos, sin ningún signo distintivo, tienen
    todos un aire de familia. No
    reflejan un individuo en particular sin a la humanidad en
    general.

    La representación de los hombres del
    gótico, así como la de los animales,
    mantiene una relación ambigua, refiriéndose a
    formas naturales sin transcribir realidades
    particulares.

    La flora ornamental románica estaba tomada de
    motivos antiguos. En la época gótica, en cambio,
    hojas y flores se refieren al occidente europeo. Sin embargo, no
    pertenecen a ninguna especie en particular..

    Por otra parte, los artistas del gótico se
    esforzaron por representar un mundo despojado de particularismos
    porque ponían el acento en los grupos, en las
    características comunes de los conjuntos.

    2.3.Arquitectura

    El estilo gótico encontró su gran medio de
    expresión en la arquitectura. Surgió en la primera
    mitad del siglo XII a partir de la evolución de
    precedentes románicos y otros condicionantes
    teológicos, tecnológicos y sociales. La
    arquitectura gótica perduró hasta bien entrado el
    siglo XVI en diversos países europeos como Inglaterra, mucho
    después de que el estilo renacentista hubiera penetrado en
    otros campos artísticos. Las mayores realizaciones del
    gótico se manifestaron en el terreno de la arquitectura
    religiosa.

    En contraste con la arquitectura del románico,
    cuyas características esenciales son los arcos de medio
    punto, las estructuras
    macizas con escasos vanos y las bóvedas de
    cañón o arista, la arquitectura gótica
    empleó el arco apuntado, agujas, chapiteles y gabletes,
    reforzando el sentido ascensional que pretende transmitir el
    edificio, amplios vanos con tracerías caladas para
    conseguir la máxima luminosidad y estructuras reducidas al
    mínimo. Todas estas cualidades estilísticas fueron
    posibles gracias a las innovaciones constructivas, especialmente
    a la aparición de la bóveda de crucería. Las
    iglesias medievales poseían bóvedas muy pesadas,
    que obligaban a disponer muros gruesos y con pocos ventanales
    para soportar sus empujes. A principios del siglo XII los
    constructores inventaron la bóveda de crucería, que
    consiste en el cruce de dos arcos o nervios apuntados, que
    conforman una estructura resistente sobre la que se colocan los
    ligeros complementos o elementos de relleno que configuran la
    bóveda. Este sistema además de ligero y
    versátil, permite cubrir espacios de diversa
    configuración formal, con lo que posibilita un gran
    número de combinaciones arquitectónicas.

    Aunque las primeras iglesias góticas adoptaron
    una gran variedad de formas, la construcción de las grandes catedrales del
    norte de Francia en la segunda mitad del siglo XII se
    benefició de las ventajas de las bóvedas de
    crucería. Con ellas se podían concentrar los
    empujes en los cuatro puntos del vértice y posteriormente
    apearlos por medio de los elementos sustentantes, que
    podían ser los pilares o columnas pero también el
    sistema de estribo y arbotante, un arco que transmite los
    esfuerzos tangenciales hacia un contrafuerte situado en el
    exterior del edificio coronado por un pináculo. Como
    consecuencia, los gruesos muros de la arquitectura
    románica pudieron ser reemplazados por ligeros
    cerramientos con ventanales que permitieron la aparición
    de la vidriera y facilitaron que el edificio alcanzase alturas
    insospechadas. Así se produjo una revolución
    en las técnicas
    constructivas.

    Con la bóveda gótica los edificios
    pudieron adoptar formas variadas. Sin embargo, la planta
    común de las catedrales góticas consistió en
    tres o cinco naves longitudinales, un transepto, un coro y un
    presbiterio, es decir, una composición similar a la de las
    iglesias románicas. Las catedrales góticas
    también mantuvieron y perfeccionaron la creación
    más genuina de la arquitectura románica: la girola,
    una estructura compleja que aparece en la cabecera del templo,
    generalmente de forma semicircular con un deambulatorio alrededor
    y al que se abren capillas radiales de planta semicircular o
    poligonal. La
    organización de los alzados en el interior de las
    naves y en el coro también mantuvo los precedentes
    románicos. Por otro lado, los esbeltos pilares compuestos
    que separan las naves, con sus finos fustes elevándose a
    través del triforio hasta las nervaduras de las
    bóvedas, y el uso del arco apuntado en todo el edificio,
    contribuyen a crear efectos de verticalidad que constituye la
    expresión más intrínseca de la arquitectura
    gótica.

    El objetivo
    prioritario de la organización exterior de la catedral
    gótica, con sus arbotantes y pináculos, fue
    contrarrestar el peso de las bóvedas. La fachada
    occidental o de los pies de la iglesia, por otro lado, intentaba
    producir un efecto de desmaterialización del muro a
    través de ricos recursos plásticos.
    La típica fachada principal gótica se divide en
    tres cuerpos horizontales y tres secciones verticales o calles,
    donde se abren las tres portadas que se corresponden con las
    naves del interior. Las dos torres laterales forman parte del
    cuerpo de la fachada y se rematan frecuentemente por agujas o
    chapiteles. Por último, el gran rosetón sobre la
    portada central supone un magnífico centro para la
    totalidad del conjunto.

    . 2.4. El dinamismo gótico.

    Es en el estilo gótico donde la
    abstracción, halla su más brillante e intensa
    expresión, la gótica es una abstracción
    eminentemente espiritual. En ella predomina el ritmo sobre las
    masas, y ese ritmo posee un constante dinamismo
    ascensional.

    El carácter
    abstracto de estos conjuntos formales es ratificado por Panofsky
    desde otro ángulo, al decir que "el dibujo gótico
    se mantiene siempre inexorablemente lineal" y que engendra "un
    mundo de formas que se hallan en comunicación entre sí en el interior
    de un espacio"

    Antes de mediar el siglo XII se inició el
    gótico en la Isla de Francia, en Morienval (1125), y
    Saint-Denis (1144), cobijando en su arquitectura la más
    amplia figuración y dándole un sentido humano
    sincero y profundo.

    El fuerza y del
    ornamento-estructura es tan poderosa en el estilo gótico,
    que la estatuaria, como las vidrieras de colores, quedan
    dominadas por la intensidad de vida transfigurada que vibra en la
    arquitectura.

    2.5.La nueva imagen de Cristo y la Virgen en el arte
    gótico.

    Jesús ya no se representa como el señor
    omnipresente que opaca todo con su presencia. Su actitud y
    fisonomía tienen calma, serenidad e inteligencia,
    y su supremacía no se expresa por una toma de
    posesión física sobre lo que
    lo rodea, sino por el orden y claridad con que ordena su
    creación.

    Con el correr de esta evolución se
    modificarán también los textos sagrados en los que
    los artistas basan sus creaciones. El Evangelio de San Mateo es
    más acorde con el Cristo de la bondad que el Apocalipsis
    de San Juan, y permite elaborar una imagen de Jesús
    estigmatizado, presidiendo el Juicio Final acompañado por
    San Juan y la Virgen, que interceden por los humanos.

    Los Cristos góticos no ostentan el
    carácter protector, seguro y paternal
    de sus predecesores románicos, que eran la
    transposición idealizada del señor cercano. Nos
    remiten, en cambio, al príncipe o al obispo, que son
    figuras más lejanas, cuya misión primordial es
    garantizar el orden y la ley y cuya
    potencia se expresa por la prosperidad y la buena gestión
    más que por la bravura o la fuerza física. El nuevo
    modelo no es ya un ejemplo de protección paterna, sino la
    representación de la humanidad, la virtud, la belleza y el
    renunciamiento.

    Entre los temas que van adquiriendo mayor
    difusión aparece el descendimiento, que muestra el
    sufrimiento humano de Cristo, y que intenta producir en el fiel
    un sentimiento de compasión y arrepentimiento y no de
    temor.

    Los artistas comienzan a torturarlo, sustituyendo la
    diadema real por la corona de espinas y, paralelamente, los
    instrumentos del suplicio de la crucifixión son objeto de
    una devoción particular. El Cristo gótico es un
    líder
    sufriente que ha merecido su papel de jefe por las pruebas
    soportadas en bien de la redención del género
    humano.

    La visión gótica de un Dios sabio y justo,
    que manifiesta su grandeza en el orden de su creación, por
    la perfección en de su humanidad y su sacrificio redentor,
    corresponde a la imagen del líder tal como la
    concebían las nuevas comunidades solidarias: una figura
    sabia y mesurada, que ha renunciado a sus pulsiones
    egoístas, que se ha sacrificado con el fin de poder asumir
    el papel de árbitro y de juez, un modelo. Imagen
    coincidente con un rey como San Luis.

    El demonio, en lugar del señor brutal y salvaje
    que persigue a los hombres encontramos al seductor sutil que
    destila veneno en las almas, esforzándose por minar la
    solidaridad del
    grupo y, como consecuencia, el edificio bien ordenado de la
    creación.

    La virgen románica potente y protectora, que
    amparaba a su hijo Dios y a todos los mortales con su imagen
    fuerte y pesada, es ahora una mujer joven y
    bella. El niño, apoyado en su brazo, juega con ella en una
    relación menos opresiva y carnal. No se trata ya de la
    madre infantil sino de la esposa o la hermana,
    representación de belleza de la mujer tal como
    el artista la concibe.

    2.6 La luz gótica.

    El sistema de iluminación determinado por el control y
    aplicación de la luz configura de forma fundamental la
    relación entre la normativa constructiva y los valores a
    que obedece.

    En el gótico, el muro da la impresión de
    que fuera poroso: la luz se filtra a través de él,
    penetrándolo, fundiéndose con él,
    transfigurándolo. Y no es que los interiores
    góticos sean especialmente luminosos. Las vidrieras del
    gótico sustituyen a los muros vivamente coloreados de la
    arquitectura románica; estructural y estéticamente
    no son vanos abiertos en el muro para permitir que pase la luz,
    sino muros trasparentes. Del mismo modo que la verticalidad
    gótica parece dar una dirección inversa a la fuerza
    de gravedad, así, por una paradoja estética similar, la vidriera niega en
    apariencia la naturaleza impenetrable de la materia,
    recibiendo su existencia visual de una energía que la
    traspasa. La luz, que normalmente se ve ocultada por la materia,
    es aquí el principio activo; y la materia sólo es
    estéticamente real en la medida en que comparte la
    luminosidad de la luz y es por ella definida.

    La luz aparece como un símbolo a través de
    la ficción de un sistema de iluminación no natural.
    A través de la articulación de las vidrieras del
    edificio como um auténtico muro traslúcido,
    creó un espacio determinado por una luz coloreada y
    cambiante. a través del brillo dorado de los fondos de las
    pinturas, o por medio de la coloreada y cambiante del espacio
    arquitectónico confiere a los objetos una dimensión
    irreal, no natural y por extensión
    transcendida.

    Para los siglos XII y XIII, la luz era la fuente y
    esencia de toda la belleza visual. Esta preferencia
    estética se ve intensamente reflejada en las artes
    decorativas de la época, que se deleitan en la vistosidad
    de objetos relucientes, materiales brillantes y superficies
    pulidas. La aparición de la vidriera, movida por la
    asombrosa idea de sustituir os muros opacos por otros
    transparentes, refleja ese mismo gusto

    Según la metafísica
    platonizante de la Edad Media, la luz es el más noble de
    los fenómenos naturales, el menos material, el que
    más se acerca a la forma pura. La luz es además el
    principio creativo de todas las cosas, y es especialmente activa
    en las esferas celestiales, donde es causa de todo el crecimiento
    orgánico que se produce aquí en la tierra.

    "Según los pensadores medievales, la luz es
    el principio del orden y del valor. El valor objetivo de una
    cosa se halla determinado por el grado en que participa de la
    luz".

    En la catedral gótica, el sistema de
    iluminación establece una concepción figurada del
    espacio. El espacio gótico se nos ha transmitido como una
    realidad aprehensible, valorable y capaz de ser sometida a
    análisis.

    La luz, como forma ambiental para establecer la
    apoyatura anagógica con lo trascendente, fue el medio
    utilizado por los pintores para configurar la imagen ideal de un
    "espacio sagrado".

    Retomaremos nuevamente el tema de la luz gótica
    cuando analicemos los vitrales.

    3. LAS
    CATEDRALES

    Los fracasos de las expediciones de las Cruzadas,
    hicieron que tomara cuerpo una nueva idea: la cruzada de las
    catedrales. La edificación de la casa de Dios, imagen de
    la Jerusalén celeste, implicaba un acto de culto similar a
    la defensa de la Tierra Santa.

    El entusiasmo por la construcción de catedrales
    comenzó en el segundo tercio del siglo XII y
    alcanzó su máxima intensidad en el último
    tercio del siglo XII y principios del siglo XIII (Chartres 1194)
    La Guerra de los
    Cien Años, que comenzó prácticamente en
    1337, iba a cerrar las obras.

    A pesar de los esfuerzos realizados a su término
    y durante el siglo XIV, ninguna catedral francesa quedaría
    acabada por completo.

    La palabra "catedral" evoca generalmente la idea de una
    iglesia de gran tamaño. Sin embargo, muchas catedrales
    fueron proyectadas con modestia e, inversamente, iglesias
    parroquiales de regiones prósperas fueron erigidas en
    grandes proporciones.

    Las grandes catedrales francesas forman una especie de
    corona alrededor de Notre Dame de París, que arranca desde
    Reims al este hasta Le Mans al oeste y de Laon y Amiens al norte
    hasta Bourges al sur.

    Si pensamos que pequeñas ciudades de cinco o diez
    mil habitantes poseían cerca de cincuenta iglesias, o que
    la superficie abarcada por una catedral permitía que toda
    la población acudiera en conjunto a la misma
    ceremonia, comprenderemos su importancia como centro de
    gravitación en el desenvolvimiento de la ciudad,
    excediendo en mucho las necesidades específicas del culto.
    Inmersa en la vida cotidiana, ninguna actividad era lo
    suficientemente despreciable como para que ella no pudiera
    albergarla.

    La Iglesia organizaba ceremonias de gran magnificencia:
    tanto fiestas como procesiones debían impresionar a los
    fieles. En las fiestas litúrgicas de importancia, las
    autoridades eclesiásticas concentraban sus esfuerzos en
    las ceremonias de la catedral, en detrimento de las que se
    efectuaban en las iglesias parroquiales. Los fieles de todo el
    distrito querían asistir al suceso que se realizaba en la
    catedral, que siempre superaba en despliegue de efectos a las
    pequeñas iglesias. A causa de esta gran afluencia de
    fieles y a medida que crecía la población, se
    debían prever constantes ampliaciones del
    recinto.

    El feligrés de la Edad Media que asistía a
    la catedral tenía la sensación de ver una obra en
    perpetua construcción. El desorden y el ruido eran
    elementos inseparables del recinto.

    En el período caracterizado por la
    construcción de catedrales, ningún hombre medieval
    vio nunca terminada su catedral.

    En ella se podían encontrar señores,
    obispos, campesinos y burgueses orando por igual. Cobijadas en el
    espacio de la iglesia se reunían todas las clases
    sociales: el tiempo de las capillas personales, con una
    rígida distinción social, no había llegado
    todavía

    En el período gótico, el interés
    comunal por la construcción de las catedrales era tan
    grande que, según los cronistas coetáneos, no
    sólo los ricos contribuían
    financieramente.

    Con su altura, sus inmensos interiores, sus
    pináculos, torres y agujas, sus innumerables imágenes y
    relatos en piedra, pintura y cristal, la catedral resume todos
    los conocimientos y experiencias acumulados por los seres humanos
    durante su breve paso sobre la tierra en formas artísticas
    y ciclos iconográficos de sorprendente totalidad, unidos
    en una estructura que constituye un cuadro completo del universo
    medieval que abarca desde las alturas del cielo a las
    profundidades del infierno. En los siglos XII y XIII, la
    estructura de la catedral se convirtió
    intrínsecamente, en el marco adecuado para ubicar grandes
    vidrieras. Inevitablemente, las vidrieras oscurecen, en parte, el
    interior, pero poseen indescriptible belleza intrínseca,
    tanto por el color como por el
    diseño
    de los plomos.

    En el interior de la catedral gótica se pierde la
    referencia al espacio exterior del templo al no existir
    ningún vano que no sugiera. Es el "principio de
    transparencia" a que alude Panofsky o la definición como
    "arquitectura diáfana" que propone Jantzen y acepta
    Simson.

    La Catedral tiene la función de enseñar,
    desde la entrada, con sus estatuas y su pórtico, hasta en
    sus vidrieras ubicadas en el interior de la misma, encontramos
    mensajes, enseñanzas tanto del Viejo, como del Nuevo
    Testamento. La historia profana tiene muy poco espacio en las
    catedrales de Francia. Pueden verse el bautismo de Clodoveo de
    Reims y la historia de Carlomagno en un vitral de
    Chartres.

    La catedral fue para los hombres de la época un
    lugar donde encontrar la palabra de Dios.

    "La Catedral fue para ellos una revelación
    total. Palabras, música,
    drama viviente de los Misterios, drama inmóvil de las
    estatuas: todas las artes se combinaban en ellas. Era algo
    más que el solo arte, era la luz pura, antes de ser
    dividida en haces diversos por el prisma."

    Y tenemos que pensar sobre todo en el significado que
    tenía la misma para los hombres medievales, todos los
    autores medievales coinciden en que el edificio de la iglesia
    representa la ciudad de Dios, la Jerusalén celeste. Pero
    mientras en la basílica primitiva se representa ante todo
    la ciudad celestial como urbe, aquí se subraya lo
    celestial de la divina construcción, la luz de la "ciudad
    luminosa", con los recursos mancomunados de todas las artes.
    Debemos tener en cuenta que en la catedral se representaba el
    cielo para los contemporáneos, y no solo por vía
    conceptual, sino que además se le colocaba vitalmente ante
    los ojos:

    "…La catedral gótica, sensorialmente
    cercana, es representación poética de la esfera
    celeste: ante todo a partir de su interior, pero, en la
    catedral concluida, también con inclusión de su
    aspecto exterior. En ella, las artes plásticas rivalizan
    con la imagen del cielo que ofrece la poesía eclesiástica, y la superan
    ampliamente."

    3.1. Catedral de Chartres.

    Iglesia catedralicia consagrada a Nuestra Señora
    de la Virgen, situada en Chartres, al noroeste de Francia,
    considerada como uno de los edificios góticos más
    importantes del mundo. El factor decisivo que la hace prevalecer
    entre otras catedrales francesas es su buen estado de
    conservación, especialmente el de las esculturas y
    vidrieras. De un total de 186 vitrales originariamente adornados
    con innumerables escenas y figuras coloreadas, 152 se conservan y
    permiten adivinar aún hoy todo el hechizo espacial que
    ofrece una catedral gótica.

    La figura más importante en la historia de esta
    diócesis fue el obispo Fulbert, teólogo
    escolástico reconocido en toda Europa, que comenzó
    en el siglo XI las obras de la catedral (sobre el solar que
    ocupaba un antiguo santuario pagano

    El edificio construido por Fulbert se incendió
    hacia finales del siglo XII e inmediatamente se acometieron las
    obras de reconstrucción, que se prolongarían
    durante 60 años. De la Iglesia Románica se
    conservaron las torres y la fachada interior del nortex, que
    reducida de proporciones, se colocó en primer plano
    formando lo que hoy llamamos Pórtico Real.

    La catedral de Chartres es obra de gran unidad, aunque
    en la época de su construcción hubiera allí
    varios arquitectos, es indudable que una mente directora
    concibió y puso los cimientos del edificio.

    El templo de Chartres era uno de los santuarios
    más venerados de Occidente. Su principal reliquia, la
    túnica o camisa que llevaba la Virgen María cuando
    el nacimiento de Cristo, había atraído durante
    tiempo gran número de peregrinos.

    Se creía que la Providencia Divina había
    escogido a Chartres como la primera Iglesia de la Galia que iba a
    acceder al conocimiento del misterio de la Encarnación. La
    Basílica de Chartres era así el centro de culto
    mariano, no sólo en Francia sino en toda
    Europa.

    Tal es su importancia que hizo que la
    reconstrucción de la iglesia se llevara a cabo de manera
    vertiginosa. En Chartres el dolor por la destrucción del
    antiguo santuario provocó después de ocurrir la
    catástrofe, la decisión de reconstruirlo y hacerlo
    más grandioso de lo que había sido
    antes.

    El interior impresiona tanto por los 37 m. de altura que
    alcanza la nave central como por su armonía y sus
    elegantes proporciones, aunque por desgracia la mayoría de
    la imaginería se ha perdido (el retablo de la
    crucifixión se demolió en el siglo XVIII). La
    fachada occidental, llamada Pórtico Real, es especialmente
    importante gracias a una serie de esculturas de la mitad del
    siglo XII; la portada principal contiene un magnífico
    relieve de
    Jesucristo glorificado; la del transepto meridional se organiza
    en torno a unas imágenes del Nuevo Testamento, que narran
    el Juicio Final; mientras que el Pórtico opuesto, situado
    en el lado norte, está dedicado al Antiguo Testamento y al
    advenimiento de Cristo y destaca por la impresionante calidad del grupo
    escultórico dedicado a la creación. En total, el
    edificio cuenta con más de 150 vidrieras medievales, la
    mayoría de ellas del siglo XIII, que proporcionan un
    magnífico efecto lumínico al interior del
    templo.

    Como toda iglesia medieval, Notre Dame De Chartres es un
    símbolo del cielo.

    "Pero la catedral gótica no es, como sugiere el
    profesor Sedlmayr, una imagen ilusionista de la ciudad
    celestial. Ilusionistas en cierto sentido lo son las
    evocaciones del tema escatológico de los mosaicos y
    frescos de templos bizantinos y románicos. Pero el
    término es barroco, no
    medieval, y evidentemente no podemos aplicarlo a la grandiosa
    abstracción del sistema gótico. El nexo
    analógico que en la catedral de Chartres enlaza el
    templo con su prototipo celestial es la claridad de su
    ordenación, instaurada en ambos por el número y
    la luz"

    Podemos ver que en Chartres el arquitecto plasmó,
    con exclusión de cualquier otro motivo
    arquitectónico y con una perfección que hasta ese
    momento no se había logrado, el orden cosmológico
    de luminosidad y proporción: la luz transfigura y ordena
    las composiciones de las vidrieras y el número, el
    número de la proporción perfecta, armoniza todos
    los elementos del edificio.

    La luz y la armonía no son solamente
    imágenes del cielo, atributos simbólicos o
    estéticos. La metafísica medieval los
    entendía como los principios tanto formativos como
    ordenadores de la creación, principios sin embargo, que
    sólo se hallan presentes en toda su pureza y claridad en
    las esferas celestiales. En la catedral gótica la luz y la
    armonía tienen exactamente esta misma función
    ordenadora. Y el primer sistema arquitectónico en que
    estos principios se plasman plenamente es el de
    Chartres

    "La Catedral de Chartres se alza como una corona sobre
    la ciudad medieval, como signo del antiquísimo culto a
    María que se profesa en esas regiones (…) Lo que
    asigna a esta catedral su particular distinción no es
    solamente el hecho de que haya surgido primero en el tiempo,
    sino también la circunstancia de que en ella se han
    expresado, por primera vez, ciertos conceptos fundamentales que
    determinan el carácter general de las catedrales del
    alto gótico"

    "Con la luz coloreada del siglo XIII, como parte
    integrante de los límites espaciales, se completa el
    hechizo de la arquitectura, con su poder para arrancarnos por
    completo del mundo cotidiano (…)" )

    4. LOS VITRALES

    Los vitrales o vidrieras son conjunto de vidrios de
    colores transparentes que se utiliza para componer diseños
    en ventanas. La técnica utilizada es similar a la del
    mosaico, las piezas de vidrio se sujetan
    con tiras de plomo y se montan en un bastidor de metal. El efecto
    de las vidrieras depende de la luz que dejan pasar a
    través del cristal traslúcido, por lo que este arte
    también se conoce como ‘pintura con luz’.
    Alcanzó su máximo esplendor entre los años
    1130 y 1330, con la arquitectura gótica, sobre todo en
    Francia.

    El absoluto dominio de los
    vacíos sobre los llenos, la inserción de ventanas
    sobre las paredes, como la abertura de pórticos y
    galerías había llevado como consecuencia a la
    supresión del espacio necesario para la pintura mural.
    Ocurre así, que la pintura se transfirió de las
    paredes a los vitrales de las amplias ventanas. Los ventanales
    desprenden un mundo de imágenes que contribuyen aún
    más a darnos la sensación de lo sobrenatural. El
    gótico dispone de superficies de cristal jamás
    conocidas hasta entonces.

    La luz no solo se diferencia por su cantidad, desde la
    oscuridad casi total del románico a la abundancia del
    gótico, sino también por su calidad. En las
    catedrales la luz no es "natural", no penetra a través de
    vidrios transparentes, sino que es de una calidad particular,
    coloreada, que impresiona como "sobrenatural".

    La multiplicación de los elementos estructurales
    en detrimento de superficies planas o curvas y la importancia
    mayor de la luz, quitan a la pintura lugar en la iglesia
    gótica, consediéndosela por el contrario, al
    vitral.

    4.1.Materiales y
    técnicas

    Los tipos de vidrio que se utilizaban en las vidrieras
    góticas eran el vidrio coloreado en su masa y el vidrio de
    dos hojas. El vidrio coloreado en su masa era de un color
    uniforme que se conseguía añadiendo óxido de
    hierro (para
    el verde), de cobre (para el
    rojo) o de cobalto (para el azul) a la masa vítrea, mezcla
    transparente de carbonato de potasio (más tarde, de sodio)
    y sílice. El vidrio de dos hojas, que permitía
    obtener colores intensos traslúcidos, se obtenía
    fundiendo una capa fina de vidrio coloreado con otra capa
    más gruesa de vidrio claro, cuando ambos estaban
    aún calientes.

    El artista comenzaba con el diseño de un boceto a
    pequeña escala del dibujo
    y, partiendo de él, componía un cartón o
    dibujo a tamaño natural con una punta de plomo o
    estaño sobre una tabla de madera o un
    tablero recubierto con una capa de tiza (gis) o pintura blanca.
    En el gótico tardío y en el renacimiento los
    cartones se hacían sobre pergamino, tela, papel o
    cartón. Las líneas de las varillas de plomo se
    pintaban en negro. A continuación se extendían
    sobre una mesa láminas de vidrio de color que se cortaban
    con un utensilio de hierro incandescente. Las líneas del
    contorno de ropajes, gestos faciales y pequeños detalles
    se dibujaban sobre las piezas ya cortadas con una pintura de
    esmalte negra o castaño oscuro, que se hacía con
    cristal molido, sales metálicas, como el óxido de
    hierro y cobre, otros minerales y
    líquido. Estos trazos solían dibujarse sobre la
    cara interna del vidrio al que se fundían
    cociéndolo a baja temperatura.
    Después se cortaba y se daba forma a las tiras dobles de
    plomo maleable, con sección cruciforme, para poder sujetar
    los bordes del vidrio por ambos lados. Las piezas de vidrio
    rodeadas por las tiras de plomo se fijaban luego al marco de
    hierro, o armazón, que formaba parte del diseño en
    las ventanas más antiguas.

    4.2.Vidrieras góticas

    El estilo del siglo XIII, época del mayor
    esplendor de las vidrieras francesas, muestra una afinidad con la
    coetánea iluminación de manuscritos. Al
    perfeccionarse la construcción de bóvedas y
    arbotantes, fueron eliminándose los gruesos muros de carga
    para dar paso a un número creciente de ventanales de mayor
    tamaño en las iglesias, lo cual propició un
    incremento en la variedad y perfección de las vidrieras.
    Los rosetones —medallones circulares de grandes
    proporciones semejantes a ruedas radiantes— se colocaron en
    el extremo occidental y en los traseptos, en ellos se
    representaban la imagen de la Virgen con el Niño. Otros
    temas que aparecen en las vidrieras son escenas de la Biblia y de
    la vida de Jesucristo, el Juicio Final, profetas y evangelistas,
    leyendas y
    vidas de santos, escudos de armas, escenas
    históricas, signos del zodíaco y los trabajos
    propios de cada mes. Los gremios, que con frecuencia donaban
    vidrieras, aparecían representados por su santo patrono o
    bien con la
    ilustración de sus oficios. La obra maestra del siglo
    XIII es la catedral de Chartres, cuyo interior es una joya
    deslumbrante que cambia de color cuando la luz atraviesa sus 176
    vidrieras, la mayoría de las cuales se han conservado
    intactas. La Sainte Chapelle, capilla de la corte de Luis IX, que
    vista desde el interior parece estar hecha toda de cristal y las
    catedrales de Bourges, Auxerre, Sens, Soissons, Laon, Troyes,
    Reims y la de Notre Dame de París son ejemplos
    sobresalientes del gótico. En la catedral de León
    (siglo XIII) de España,
    hay un conjunto de vidrieras en el presbiterio de calidad
    comparable. Al repertorio de colores existente en Francia e
    Inglaterra se añadió una gama más amplia de
    púrpuras, verdes oscuros y diversos tonos de
    amarillo.

    Las ventanas de grisalla también gozaron de gran
    éxito.
    Estas láminas monocromáticas de vidrio blanco con
    contornos pintados en negro o marrón (café)
    fueron las preferidas en las iglesias cistercienses, pero
    también se utilizaron en las catedrales como
    variación, para permitir un mayor paso de luz, para
    disminuir la intensidad del azul o para acentuar contrastes de
    color y, tiempo después, simplemente por el ahorro que
    suponían. Los ejemplos más hermosos de Inglaterra,
    donde la grisalla alcanzó mayor grado de
    perfección, se encuentran en las catedrales de Lincoln y
    Salisbury y sobre todo en la catedral de York, donde las Cinco
    hermanas
    —ventanas ojivales altas y estrechas, de
    intrincado diseño geométrico y lobulado—
    parecen un mosaico de destellos grises, rojos y
    verdes.

    La aparición de las vidrieras no se explica
    solamente por cuestiones de orden
    técnico-arquitectónico, ya que se podría
    haber elegido muchas otras variantes para sustituir la pintura.
    Su elección se debe a que esta técnica está
    particularmente bien adaptada al movimiento estético,
    económico y social de este período de la sociedad
    feudal. La elaboración de los vitrales exigía una
    infraestructura artesanal y comercial importante: era necesario
    poseer plomo y estaño en abundancia, vidrio y materias
    colorantes de todas clases, generalmente sobre la base de
    óxidos metálicos, de hierro, de cobre, de cobalto y
    manganeso.

    Además, la técnica de preparación
    del vitral exigía una mano de obra calificada y
    especializada.

    Los procedimientos
    utilizados fueron producto de
    una investigación empírica que
    llevó largos años de éxitos y
    fracasos.

    La compleja técnica necesitaba de las grandes
    ciudades donde se encontraban artesanos de distintos oficios:
    vidrieros, ceramistas, orfebres, miniaturistas o pintores, que
    intercambiaban su conocimiento y colaboraban en un proyecto en
    común

    Siguiendo a Nieto Alcaide vemos que la función de
    la vidriera gótica no es sólo la de un medio para
    la configuración simbólica del espacio, sino
    también como soporte de contenidos iconográficos en
    estrecha relación con los programas
    figurativos de la Catedral.

    "La luz no natural del arte gótico también
    se presenta como portadora de un mundo de imágenes de gran
    opulencia figurativa, cuya potencia actúa con fuerza
    extraordinaria sobre el alma del hombre".

    El vitral suma a su función decorativa una
    arquitectónica, material: protege de la lluvia y el viento
    y difunde la luz. Los artistas del gótico, que buscaron
    descomponer el edificio en cierto número de partes
    funcionales, y que asociaron la decoración a la
    estructura, encontraron en él un elemento bien
    caracterizado, que se relacionaba de manera lógica
    con los otros miembros del edificio.

    Muestra del espíritu de análisis que
    caracteriza el mundo espiritual del período, las vidrieras
    están formadas por fragmentos cuyas partes no exceden los
    20 cm. , reagrupados en placas de color homogéneas que
    conforman las distintas escenas. En Chartres, estos trozos
    están tan bien imbricados unos en los otros que rara vez
    se encuentran más de tres o cuatro fragmentos de vidrio
    contiguos del mismo color.

    La forma de las ventanas y su armazón de hierro
    constituía un marco dado para la pintura luminosa de
    vitrales.. La forma de la armazón cambia de una ventana a
    otra, generando estructuras siempre nuevas en las que intervienes
    cuadrados, rombos, círculos, medallones, segmentos y sus
    combinaciones.

    Podemos observar que la luz del interior gótico a
    través del proceso de transformación desarrollado
    por el filtro de las vidrieras se presenta como
    contraposición de luz natural (lux corporalis) encarnando
    la idea del símbolo de la lux spiritualis, o imagen de
    Dios. Esto se remonta a las referencias existentes en los
    Evangelios en los que se asocia la figura de Cristo con la
    "lux vera".

    En el gótico, a la metáfora y
    símbolo de Dios como luz se dio una respuesta
    arquitectónica mediante el empleo de la vidriera como
    filtro conversor de la luz natural exterior en un sistema de
    iluminación visualmente diferenciado y evocador de una
    realidad inmaterial y trascendente.

    La luz, como uno de los elementos que simbolizan la idea
    de lo inmaterial, que atraviesa el vidrio sin alterarlo,
    servía a la perfección para desarrollar
    metafóricamente la idea de la omnipresencia divina. La
    luz, que atraviesa las vidrieras de la iglesia lo hace sin
    "alterar" el soporte físico lo mismo que "la luz divina
    penetra por el
    universo".

    La luz gótica no es una luz "natural", la luz "no
    natural", impresiona como luz "sobrenatural". El gótico
    colma de luz de colores oscuros, entre el rojizo y el
    violáceo, siempre difícil de describir en su
    misteriosa esencia a causa de que, además no surge de una
    sola fuente, y varía en su grado de claridad de acuerdo
    con las variaciones de la atmósfera exterior:
    los colores ascienden, decrecen y en la hora del
    crepúsculo se encienden con una llama
    incomparable.

    Con esta luz se funde todo un mundo de imágenes,
    que agrega al espacio interior de la catedral y contribuyen en
    forma decisiva a la potencia sobrenatural de la arquitectura
    gótica.

    La forma de la pintura de vidrieras provocan como
    experiencia inmediata la impresión de lo sobrenatural:
    pues esas formas existen como seres incorpóreos y nacidos
    de la luz, como signos de mágico esplendor que se hubieran
    interpuesto en medio de los límites del espacio

    4.3.Las vidrieras de Chartres.

    Los vitrales de la fachada occidental de la Catedral de
    Chartres se caracterizan por la forma aparentemente simple en que
    el conjunto de la escena está compuesto. La vidriera
    central está cortada por montantes de hierro de 28 paneles
    cuadrados y en cada uno de ellos se desenvuelve una escena de la
    vida de Cristo, reinscrita, a su vez, en otro panel cuadrado o,
    una vez o dos, en un medallón circular. La
    progresión de hace de abajo a arriba y de izquierda a
    derecha, compuesta por escenas figuradas y yuxtapuestas.
    Sólo una sabia disposición de colores y un equilibrio de
    escena podía dar al conjunto su cohesión y
    amplitud, esa correspondencia perfecta entre el soporte
    metálico general y las escenas particulares, y entre el
    fragmento de vidrio y la placa de color.

    La forma de las ventanas y su armazón de hierro
    constituía un marco dado para la pintura luminosa de
    vitrales.. La forma de la armazón cambia de una ventana a
    otra, generando estructuras siempre nuevas en lasque intervienes
    cuadrados, rombos, círculos, medallones, segmentos y sus
    combinaciones.

    Mientras que los mosaicos están hechos con
    teselas uniformes, las vidrieras, en cambio, combinan piezas de
    vidrio de la forma más ajustada posible al contorno de la
    sección de un rostro, una figura, paños o fondo.
    Primero, se dibujaba el modelo sobre madera o papel de
    tamaño natural, detallando la red de plomo y la forma de
    los vidrios y sus colores. Después se pintaban los
    grafismos sobre el cristal como un pigmento oscuro. Cuando esta
    pintura estaba seca, se aplicaba, a veces, otra capa de pigmento
    y se restregaba, todavía húmeda, con un cepillo
    duro para que penetrara y aumentara el destello del color
    subyacente.

    Después se cocían las piezas en un horno
    para que el pigmento se endureciera y amalgamara, por lo menos
    parcialmente, con el cristal. Finalmente, las piezas se disponen
    sobre el modelo y se unen entre si por tiras de plomo. Cada
    escena queda encerrada en un marco de hierro y los marcos de
    hierro se ajustan entre sí dentro del marco de piedra,
    hecho de tracería, de manera que se puedan sacar
    fácilmente en caso de reparación.

    La técnica de las vidrieras medievales se puede
    apreciar bien en los paneles del siglo XII de la fachada de
    Chartres: un "Noli me tangere y una Crucifixión". Los
    grafismos se parecen a las líneas de los paños y
    cabellos de la escultura del Pórtico Real situado debajo.
    Los contornos de plomo (que resultan un tanto distorsionantes en
    las reproducciones en blanco y negro) sirven para mantener
    íntegramente el espléndido contraste de los colores
    de los vidrios. Los marcos de hierro generalmente presentan un
    elaborado diseño basándose en rombos y
    círculos.

    Los paneles de vidrio coloreado se conocían ya en
    la época paleocristiana y ciertamente se habían
    utilizado en la basílicas constantinianas, así
    como, más tarde, en Santa Sofía y otras iglesias
    bizantinas, y también, generalmente, en las mezquitas.
    Pero la técnica de las vidrieras parece que no se
    conoció antes de la época carolingia y sólo
    se conservan algunos fragmentos, que se pueden datar de antes del
    período románico. En definitiva, las vidrieras se
    hicieron universales sólo a partir de la arquitectura
    gótica.

    El ámbito luminoso del gótico está
    en franca oposición con la lobreguez de cripta del estilo
    románico.

    En la catedral gótica clásica, desde el
    punto de vista de su conducción, plenitud y cualidad, la
    luz alcanza la misma fuerza creadora que determina en forma
    decisiva la manifestación del espacio
    arquitectónicamente plasmado.

    Todas las ventanas de Chartres son donaciones
    individuales y puesto que los donantes se dan a conocer como
    tales mediante inscripciones u otros signos, nos es posible
    apreciar en que medida participó todo el pueblo en la
    decoración de tan imponentes catedrales.

    Podemos conocer a través de las vidrieras que
    detalles se consideraban como característicos de los
    oficios y las artesanías, ya que cada corporación
    se hacen reconocer mediante una representación de su
    ocupación profesional; esta se encuentra en el área
    inferior de la ventana. También podemos ver que es
    evidente que para la participación en las donaciones de
    ventanas, había lugares que se consideraban como de
    especial privilegio. En las grandes ventanas de rosetón,
    con sus ventanas lanceoladas correspondientes, colocadas en los
    frentes del transepto podemos ver que se encuentran las
    donaciones de las familias más distinguidas: el
    rosetón de la fachada norte fue donación de la
    Reina y Regente Blanca de Castilla, para citar un
    ejemplo.

    Las ventanas del ábside están dedicadas al
    ciclo mariológico: la central, en el eje mismo de la
    catedral, representa, una junto a la otra, las figuras
    monumentales de la Anunciación, la Visitación y la
    Madre de Dios entronizada, con el niño en
    brazos.

    En las demás ventanas del coro aparecen las
    figuras de Daniel, Jeremías, Moisés, Isaías,
    Aarón, Ezequiel y David.

    Como hemos dicho anteriormente, Chartres es el centro
    del culto mariano de la época, por lo tanto la figura de
    la madre de Dios ocupa un lugar importante en la
    iconografía de la catedral; la podemos encontrar en el
    centro del gran rosetón del lado norte, rodeada de las
    imágenes de sus antepasados y de los profetas. En las
    ventanas lanceoladas que ocupan este rosetón podemos
    encontrar, como figura predominante Santa Ana con la
    pequeña María en brazos. La ventana de la madre de
    la Virgen está acompañada a ambos lados por
    representantes del Antiguo Testamento: David, Salomón,
    Melquisedec y Aarón, estos representan una época de
    la humanidad. Recuerdan el tiempo que para hablar como los
    doctores, el hombre
    vivía bajo la ley de la circuncisión.

    En cambio en el rosetón que se encuentra en el
    lado sur y en sus ventanas lanceoladas correspondientes predomina
    el mundo conceptual del Nuevo Testamento. Encontramos en el
    centro del rosetón a la figura de Cristo,
    rodeándolo, en los círculos concéntricamente
    ordenados, aparecen figuras del Apocalípsis o
    Revelación de San Juan. Debajo del rosetón
    encontramos a la madre de Dios de pie, como Reina del Cielo; ella
    sostiene en sus manos al Niño Jesús que imparte su
    bendición. A los costados encontramos como
    interpretación literal del concepto de que
    los evangelistas descansan en los hombros de los profetas, a
    cuatro profetas llevando a hombros a los evangelistas.

    Las escenas del Evangelio se representan en el siglo
    XIII como otros tantos misterios en que se descubren profundos
    símbolos. El siglo XIII ha representado la natividad de
    Jesucristo de un modo que no deja de parecernos sumamente
    singular, por poco que fijemos en ella nuestra atención. No hay en esta escena, muchas
    veces reproducida en los vitrales, nada de ternura, y casi
    podríamos decir, nada de humano.

    Durante el siglo XIII, María, tendida en su
    lecho, parece volver la cabeza para no mirar a su hijo, contempla
    vagamente ante ella, alguna cosa invisible.

    Según Jantzen:

    "Así como la fachada oeste se abre, hacia el
    exterior, con un portal de Cristo, también hacia
    adentro, en su luminosa pared de ventanales, se concentra
    alrededor de Cristo".

    En las tres grandes ventanas que encontramos en esta
    zona, ventanas que son del siglo XII (sobrevivientes del incendio
    que sufrió la catedral), se halla narrada la vida de
    Jesús, a partir del árbol de Jessé. De
    Jessé sale un gran árbol, sentados unos encima de
    otros, y formando el tronco mismo del árbol
    simbólico, se ordenan los reyes. Porque ellos existen, la
    Virgen está entronizada en la cúspide. Y por encima
    de la Virgen está la imagen de Dios Padre, y sobre
    él revuelan las siete palomas del Espíritu Santo. A
    ambos lados del árbol se superponen los profetas,
    así como las generaciones del espíritu se
    superponen a las de la carne. La mano de Dios, o la paloma que
    surge entre las nubes por encima de sus cabezas, los designa como
    inspirados y les confiere su misión. De una o otra
    generación los profetas anuncian el advenimiento de la
    rama de Jessé, y repiten las mismas palabras de esperanza.
    Jessé aparece tendido sobre el lecho durmiendo; es de
    noche, y una lámpara encendida brilla sobre su
    cabeza.

    La ventana central contiene, en rápida
    sucesión de imágenes, la vida de Jesús desde
    la Anunciación a María hasta su entrada triunfal en
    Jerusalén. La tercera ventana narra la historia de la
    Pasión, en doce cuadros circulares que comienzan en la
    Transfiguración y culminan con el milagro de
    Emaús.

    Citando nuevamente a Jantzen,

    "En lo temático, pues, y en la medida en que
    los hechos más importantes se reflejan en los frentes de
    los rosetones, el mundo de imágenes de las ventanas
    mantiene el orden de importancia que pudimos apreciar en la
    escultura monumental de los frentes de los portales. Todas las
    ventanas del piso superior y de las naves laterales
    están dedicadas, con pocas excepciones a honrar a los
    santos…"

    A diferencia de las ventanas del piso superior, las
    ventanas de alrededor, las que se encuentran en las naves
    laterales, no están adornadas con figuras individuales,
    sino que narran, en un minucioso cuadriculado las historias de
    las vidas de los santos.

    El arte medieval, que apenas ha representado otra cosa
    que santos, es el arte idealista por excelencia: porque no se le
    pedía más que hacer transparentes las almas.
    Fuerza, caridad, justicia,
    templanza, he aquí lo que se debía leer en los
    rostros. No se trata aquí de frías abstracciones:
    los santos fueron realidades vivientes.

    En estas ventanas de Chartres encontramos una Leyenda
    Aurea, iluminada que difícilmente podría ser
    superada en su expresividad.

    Así como el portal estaba diseñado para
    enseñar la Biblia, los vitrales cumplían igual
    función; su efecto era más espectacular debido al
    juego de luz
    que hacían en el interior del edificio.

    "Este milagro de luz de las vidrieras de Chartres
    intensifica o apaga sus matices y su vida en el curso del
    día, y se enciende una vez más a la hora del
    crepúsculo, momento en que los colores parecerían
    desprenderse de la arquitectura de la catedral para flotar
    libremente en el espacio".

    Mientras que en las ventanas del siglo XII predomina un
    tono azul claro, sumamente delicado e inmaterial, mientras que en
    las que corresponden al siglo XIII, los colores dominantes son el
    rojo y el azul. Esto logra un efecto lumínico espectacular
    a la catedral muy difícil de superar.

    "Víctor Hugo tiene razón: la catedral es
    un libro. En
    Chartres, este carácter enciclopédico del arte
    medieval se destaca con claridad;(…) La catedral de
    Chartres es el pensamiento mismo de la Edad Media,
    exteriorizado; no falta nada esencial. Sus diez mil personajes
    pintados o esculpidos forman un conjunto único en
    Europa."

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    • Santiago Sebastián:

    "Mensaje simbólico del Arte Medieval" Encuentro
    Ediciones. Madrid, 1994

    • Simson, Otto Von:

    "La Catedral Gótica". Editorial Alianza. Madrid,
    1980

    Virginia Díaz

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