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Medicamentos de prescripción: abuso y adicción




Enviado por Oscar Cobos



Partes: 1, 2, 3

    1. Fármacos a estudiar:
      benzodiacepinas
    2. Enfermedades
      o situaciones con las que más se usan estos
      medicamentos
    3. Reacciones
      adversas de las benzodiacepinas
    4. Alternativas a las
      benzodiacepinas
    5. El
      farmacéutico frente a la petición de
      benzodiacepinas
    6. Conclusiones
    7. Bibliografía

    INTRODUCCION

    El uso seguro de los
    medicamentos es un aspecto de fundamental importancia y
    constituye un objetivo
    prioritario en la
    administración de los fármacos. La evaluación
    de la eficacia de un
    medicamento debe ir siempre unida a la evaluación de la
    seguridad. Esta
    dualidad riesgo-beneficio
    es un aspecto a tener en cuenta para lograr un uso racional de
    los medicamentos.

    Existen fármacos que por su actuación
    interfieren de forma negativa en la actividad psicofísica
    del individuo afectando por ejemplo a la capacidad de la
    conducción. La utilización de dichos medicamentos
    constituye en consecuencia un potencial factor de riesgo de los
    accidentes de
    tráfico. Es por ello que las Sociedades
    Científicas de los distintos países se han ido
    concienciando cada vez más de la importancia de este tema.
    En los últimos años ya son varias las
    campañas informativas y publicitarias que se han realizado
    en los países de la Comunidad
    Económica Europea de mentalización sobre el
    correcto uso de medicamentos y la conducción.

    Para ver el gráfico seleccione la
    opción "Descargar" del menú superior

    Por todo ello y en definitiva para el correcto uso
    racional del medicamento, es de suma importancia disponer de una
    correcta información del mismo. Una
    información lo más completa y clara posible tanto
    en el caso de la referida a los profesionales sanitarios ("ficha
    técnica")como de la referida al paciente
    ("prospecto").

    Un medicamento no sólo necesita ser un buen
    medicamento en cuanto a su fabricación ó espectro
    de acción, o farmacocinética, sino también
    debe de contener una buena información en la que se
    contemple todo lo necesario para su correcta
    utilización.

    Toda especialidad farmacéutica dispone de una
    "ficha técnica" en la que se recoge la información
    sobre las características del producto, la
    cual es una exigencia unánime para todos los Países
    de la Comunidad Europea. El "prospecto" que acompaña a
    todo medicamento se elabora a partir de la citada "ficha
    técnica" debiendo ajustarse a un modelo
    concreto
    regulado legalmente. Debido a que el prospecto va expresamente
    dirigido al paciente, la información que refiere
    así como la forma en que lo hace deben estar adaptadas a
    este fin.

    El Real Decreto vigente en la actualidad por el que se
    regula el etiquetado y el prospecto de los medicamentos de uso
    humano es el R.D. 2236/1993 de 17 de diciembre del Ministerio de
    Sanidad y Consumo. El
    desarrollo de
    este Real Decreto así como las instrucciones para su
    cumplimentación se desarrollan en la Circular nº
    29/94 de 15-12 de la Dirección General de Farmacia y Productos
    Sanitarios.

    En lo referente a la información de los
    medicamentos que potencialmente alteran la conducción, la
    normativa es clara. Se exige que en el epígrafe
    "precauciones" se haga mención expresa sobre la
    advertencia del uso de ese medicamento en la conducción de
    vehículos o manejo de maquinaria peligrosa.

     La terapia psicofarmacológica es una manera
    de corregir conductas y pensamientos patológicos y/o
    estados de ánimo por medios
    químicos o físicos. Los psicofármacos
    actúan modificando, en el cerebro, procesos
    fisiológicos y bioquímicos. Este tipo de terapias
    están en pleno auge debido a que abundan nuevas drogas, a la
    eficacia de las mismas en el tratamiento de determinados
    trastornos y a los pocos efectos adversos que producen en la
    actualidad.

    En la práctica de la farmacoterapia influyen
    factores como el diagnóstico, la prescripción, la
    administración, la significación del
    paciente, la familia,
    entre otras. Es necesario educar al paciente, a su familia y/o
    personas a cargo de éste acerca de:

    • Los beneficios del/los fármaco/s.
    • La necesidad de la utilización del
      mismo.
    • La importancia de no interrumpir la toma antes de que
      el médico o psiquiatra lo disponga.
    • Los efectos secundarios de los fármacos
      utilizados.

    Los pacientes no deben automedicarse, es necesario que
    cuenten con la prescripción de un psiquiatra o
    médico. Una vez iniciado el tratamiento, requiere de
    cuidados y un seguimiento clínico constante.

    En la iniciación del tratamiento
    psicofarmacológico influyen diferentes
    factores:

    • Historia previa.
    • Estado clínico actual del
      paciente.
    • Objetivos del tratamiento.
    • Plan de tratamiento a seguir.
    • La eficacia de los fármacos.

    Es importante que los familiares y el paciente
    estén al tanto del plan de
    tratamiento a seguir.

    La elección de los fármacos va a depender,
    entre otras cosas, del diagnóstico, del paciente y de los
    síntomas que necesitan ser tratados.

    La mayoría de las personas que toman medicamentos
    por prescripción médica, lo hacen de manera
    responsable. Sin embargo, el uso o abuso de drogas de
    prescripción sin razón médica
    continúa siendo una preocupación seria dentro del
    área de la salud
    pública. Cuando se abusan ciertas drogas de
    prescripción, como los opioides, los depresores del
    sistema nervioso
    central (SNC) y los estimulantes, éstos pueden alterar
    la actividad cerebral y llevar a la dependencia y posible
    adicción.

    En 1999 alrededor de 9 millones de personas de 12
    años y mayores, utilizaron medicamentos de
    prescripción sin razones médicas. Más de un
    cuarto de ellas reportaron que utilizaron las drogas de
    prescripción por primera vez el año anterior por
    motivos no medicinales. Queremos revertir esta tendencia mediante
    el aumento de conocimiento y
    la promoción de investigación adicional sobre este
    tema.

    El abuso de medicamentos de prescripción no es un
    problema nuevo pero es uno que merece una atención renovada

    Varios indicadores
    sugieren que el abuso de los medicamentos de prescripción
    está creciendo en los Estados Unidos.
    De acuerdo con la Encuesta
    Domiciliaria Nacional sobre el Abuso de Drogas realizada en 1999,
    aproximadamente 1.6 millones de personas utilizaron
    analgésicos de prescripción por primera vez en 1998
    sin tener una razón médica. Esto representa un
    aumento significante de la década de los ochenta, en la
    que generalmente había menos de 500,000 personas que
    anualmente usaron estas drogas por primera vez sin tener razones
    médicas. Desde 1990 hasta 1998, el número de nuevos
    usuarios de analgésicos aumentó en un 181 por
    ciento; el número de personas que comenzó a
    utilizar tranquilizantes aumentó en un 132 por ciento; el
    número de nuevos usuarios de depresores aumentó en
    un 90 por ciento; y las personas usando estimulantes por primera
    vez aumentaron en un 165 por ciento. En 1999, alrededor de 4
    millones de personas – casi el 2 por ciento de la población de 12 años de edad en
    adelante – reportaron "uso actual" (en el mes anterior) de drogas
    de prescripción por razones no médicas:
    analgésicos (2.6 millones de usuarios), depresores y
    tranquilizantes (1.3 millones de usuarios) y estimulantes (0.9
    millones de usuarios).

    Las benzodiazepinas podríamos catalogarlas como
    fármacos de amplio margen terapéutico, comparadas
    con los barbitúricos que son depresores generales las
    benzodiazepinas son depresores selectivos del SN. Llegó un
    momento en que se hizo un abuso muy grande de estas sustancias en
    todo el mundo occidental por lo menos, se administraban mucho por
    automedicación y llegaron a producirse problemas
    especialmente de dependencia, porque son muy seguras y muy bien
    toleradas. Esta buena tolerancia y este
    amplio margen terapéutico se puede ver especialmente en
    los TTOs comunes de ansiedad y en la intoxicación aguda,
    en la sobredosis por benzodiazepínicos.

    Del 11 al 17% de la población adulta de
    países desarrollados utilizan estos fármacos al
    menos una vez al año. Se prescriben BZD en alrededor del
    5% de las consultas médicas de atención primaria.
    Se han denunciado algunas prácticas de uso inadecuado,
    tales como la duración excesiva de tratamientos (en el 14%
    de los casos tratados con BZD, la duración es superior a
    un año); el empleo de
    dosis excesivas en ancianos, que aumentan el riesgo de que se
    produzcan efectos adversos, tolerancia y dependencia; su empleo
    en casos en que no son necesarios, etc.

    Los depresores del SNC deberán ser utilizados con
    otros medicamentos únicamente bajo supervisión médica. Por lo general
    no deben ser combinados con ningún otro medicamento o
    sustancia que cause una depresión
    del SNC, incluyendo medicamentos recetados para aliviar el dolor,
    algunos medicamentos para la tos y alergias que no requieren
    receta médica, o con el alcohol. Si se
    usan los depresores del SNC con estas otras sustancias,
    especialmente con el alcohol, pueden disminuir la respiración o incluso disminuir ambos, el
    ritmo cardíaco y la respiración, lo que pudiera
    ocasionar la
    muerte.

    ¿Cuándo debo terminar con la
    medicación?

    Es importante que la familia apoye al paciente en este
    duro camino, ya que es frecuente que él mismo o sus
    familiares lo inciten a que abandone los fármacos. El cese
    de la medicación antes de que el especialista lo indique
    puede provocar una recaída importante y un retroceso
    terapéutico.

    Hay que tener en cuenta que la desaparición de
    los síntomas no significa que la enfermedad deje de estar
    presente. Los fármacos deben ser interrumpidos cuando el
    profesional lo considere necesario, y no antes.

    Ciertas condiciones pueden interferir en la
    interrupción del tratamiento. Por ejemplo:

    • Efectos secundarios de los
      fármacos.
    • Comienzo lento de los beneficios.
    • Poca educación acerca del plan de
      tratamiento.
    • Problemas económicos.
    • Poca relación con el médico o
      psiquiatra.
    • Psicopatología especifica que interfiera en el
      tratamiento (ejemplo: creer que lo quieren lastimar con la
      medicación).

    Tendencias en el
    abuso de los medicamentos de prescripción

    Aunque el abuso de drogas de prescripción afecta
    a muchos norteamericanos, hay algunas tendencias preocupantes que
    se pueden observar entre los adultos de edad más avanzada,
    los adolescentes y
    las mujeres. Además, es posible que los profesionales en
    el campo de la salud – incluyendo
    médicos, enfermeras, farmacéuticos, dentistas,
    anestesiólogos y veterinarios – tengan un riesgo mayor de
    abuso de drogas de prescripción debido al acceso
    fácil que tienen a las mismas, así como por la
    facultad para autorecetarse estas drogas. A pesar de este riesgo
    aumentado, las encuestas
    recientes e investigaciones
    realizadas a principio de la década de los noventa indican
    que los profesionales de la salud probablemente abusan de
    sustancias ilegales, incluyendo alcohol y drogas, en una tasa
    similar a la de la sociedad en
    general, o sea, alrededor del 8 al 12 por ciento.

    Reportes de sospechas de reacciones adversas a
    medicamentos notificados por el Sistema de Salud
    en Cuba:

       Para ver el
    gráfico seleccione la opción "Descargar" del
    menú superior

    Adultos de edad
    avanzada

    Es posible que el uso indebido de drogas de
    prescripción sea la forma más común de abuso
    de drogas entre las personas de edad avanzada. Las personas
    mayores utilizan medicamentos de prescripción
    aproximadamente tres veces más que la población en
    general y se ha encontrado que son las que tienen las tasas
    más bajas siguiendo las instrucciones para tomar un
    medicamento. Además, datos del Sistema
    de Hospitales de la Oficina de
    Asuntos de los Veteranos de Guerra
    sugieren que es posible que a los pacientes mayores se les recete
    dosis innecesariamente altas de medicamentos, tales como las
    benzodiacepinas, y que a veces se les prescriben estos
    medicamentos por períodos más extendidos que a
    adultos más jóvenes. En general, a las personas de
    edad más avanzada se les debería prescribir dosis
    menores de medicamentos porque la habilidad del cuerpo para
    'metabolizar' muchos medicamentos disminuye con la
    edad.

    Los gerontos son generalmente más vulnerables a
    los efectos secundarios de los medicamentos. Por tal motivo
    requieren de la administración de dosis más bajas
    que la de los adultos. Generalmente se comienza con dosis
    pequeñas que luego se irán incrementando hasta
    lograr cubrir las necesidades y tener la menor cantidad posible
    de efectos colaterales.

    Otra cuestión común en los ancianos es la
    combinación de varios tipos de medicamentos (polifarmacia)
    que toman desde hace mucho tiempo. Muchos
    profesionales suelen repetir las prescripciones de estos
    medicamentos sin averiguar si los pacientes realmente siguen
    necesitando de éstos.

    La sobremedicación es común en los
    ancianos, ya que la patología y los múltiples
    síntomas que padecen, lleva a los profesionales a un
    tratamiento multimedicamentoso.

    Probablemente existe una relación entre la
    morbosidad causada por la edad y el abuso de medicamentos de
    prescripción. Por ejemplo, las personas mayores que toman
    benzodiacepinas tienen un riesgo mayor de sufrir caídas
    que causen fracturas de las caderas y de las piernas así
    como de tener accidentes de tránsito. El deterioro
    cognitivo también está asociado con el uso de la
    benzodiacepina, aunque es viable que el deterioro de la memoria sea
    reversible una vez que se descontinúa la droga.
    Finalmente, no se recomienda el uso de benzodiacepinas por
    más de cuatro meses para personas mayores debido a la
    posibilidad de crear una dependencia física.

    Niños

    Los niños
    requieren, normalmente, dosis más bajas que los adultos.
    Generalmente se les prescribe comenzar el tratamiento con
    pequeñas dosis, para luego ir aumentándolas hasta
    observar cambios clínicos.

    Adolescentes

    Los datos de la Encuesta Domiciliaria Nacional sobre el
    Abuso de Drogas indican que el aumento más
    dramático en el número de nuevos usuarios de
    medicamentos de prescripción por razones no
    médicas, ocurre en el grupo de
    adolescentes de 12 a 17 años y entre los jóvenes de
    18 a 25 años. Además, el grupo de adolescentes
    entre12 y 14 años de edad informó que las drogas
    sicoterapéuticas (por ejemplo, los analgésicos o
    estimulantes) constituían una de las dos drogas que
    más se utilizaban. El Estudio de Observación del Futuro de 1999
    mostró que en el caso de barbituratos, tranquilizantes y
    narcóticos, exceptuando la heroína, la
    disminución a largo plazo en el uso entre jóvenes
    adultos en la década de los ochenta se niveló a
    principios de
    los noventa, con pequeños aumentos otra vez entre la mitad
    y finales de los noventa. Por ejemplo, el uso de metilfenidato
    (Ritalín) entre los estudiantes de secundaria
    aumentó de una frecuencia anual (uso de la droga en el
    año anterior) del 0.1 por ciento en 1992 a una frecuencia
    anual del 2.8 por ciento en 1997, antes de nivelarse.

    También parece que el uso sin razón
    médica de analgésicos como la oxicodona con
    aspirina (Percodan) y la hidrocodona (Vicodín) está
    aumentando entre los estudiantes universitarios. La Red de Alerta sobre Abuso de
    Drogas de 1999, que acumula datos sobre las visitas relacionadas
    con las drogas a las salas de emergencia de los hospitales,
    reportó que el uso de la hidrocodona como la causa de la
    visita a la sala de emergencia aumentó en un 37 por ciento
    entre los grupos de todas
    las edades desde 1997 a 1999. Los casos relacionados con la
    benzodiacepina clonazepan (Klonopín) aumentaron en un 102
    por ciento desde 1992.

    Diferencias de acuerdo al sexo

    Los estudios sugieren que es más probable que se
    recete un medicamento de prescripción susceptible de ser
    abusado – particularmente los narcóticos y las drogas
    antiansiedad – a una mujer que a un
    hombre. En
    algunos casos, la probabilidad es
    48 por ciento mayor.

    En general, tanto los hombres como las mujeres tienen
    aproximadamente las mismas tasas de uso no médico de
    drogas de prescripción. Hay una excepción en el
    grupo de adolescentes de 12 a 17 años. En este grupo, es
    más probable que sean las mujeres más que los
    hombres las que utilicen drogas sicoterapéuticas por
    razones no médicas. Además, la investigación
    ha mostrado que las mujeres y los hombres que utilizan opioides
    de prescripción tienen la misma probabilidad de volverse
    adictos. Sin embargo, entre las mujeres y los hombres que usan ya
    sea un depresor, una droga antiansiedad, o un hipnótico,
    las mujeres tienen casi el doble de probabilidad de convertirse
    en adictas.

    Hay acusadas variaciones en los patrones de
    prescripción (y disponibilidad) de esta clase de
    sustancias en los distintos países, lo que determina
    variaciones en la prevalencia de los trastornos relacionados con
    sedantes, hipnóticos o ansiolíticos. La
    intoxicación deliberada para estar eufórico es
    más probable en los adolescentes y en sujetos en la
    veintena. La abstinencia, la dependencia y el abuso se observa en
    sujetos de 40 años y mayores que han aumentado (escalado)
    las dosis de los medicamentos prescritos. Tanto los efectos
    crónicos como agudos de estas sustancias, especialmente
    los efectos sobre las funciones
    cognoscitivas, la memoria y la
    coordinación motora, aumentan probablemente
    con la edad como consecuencia de los cambios
    farmacocinéticos y farmacodinámicos relacionados
    con ella.

    Los sujetos afectos de demencia es más probable
    que presenten intoxicación y deterioro de la actividad
    fisiológica a dosis bajas. Las mujeres tienen un mayor
    riesgo de abuso de sustancias prescritas.

    Embarazo y lactancia

    Se debe evitar ingerir todo tipo de sustancias
    químicas durante el embarazo y la
    lactancia. Salvo que el especialista considere que la
    patología de la madre es grave y que necesita
    imperiosamente de la medicación.

    Politoxícomanía

    La politoxicomanía no es una
    contraindicación para el tratamiento de mantenimiento
    basado en opioides. Cuando la politoxicomanía es
    prolongada, se aconseja un tratamiento de desintoxicación
    completo o bien parcial con hospitalización. Mediante una
    desintoxicación parcial con hospitalización y
    continuando con la medicación de opioides, es posible
    terminar con la dependencia de las benzodiacepinas o del alcohol.
    La dependencia del alcohol puede tratarse de forma ambulatoria
    con disulfiram, paralelamente al tratamiento con opioides. La
    politoxicomanía, aunque sea permanente, no es motivo para
    la interrupción del tratamiento. Las personas dependientes
    del alcohol y de los opioides tienen que permanecer en
    tratamiento por el grave riesgo de que aparezca cirrosis
    hepática (Novick 1986,1993).

    Los drogodependientes emplean las benzodiacepinas por
    los mismos motivos que otras personas. La mayoría de los
    drogodependientes, tienen una mayor predisposición a
    combatir el malhumor con fármacos. Los efectos
    desagradables que conlleva el consumo de opioides y
    cocaína son razones adicionales para el consumo de
    benzodiacepinas:

    1. Las molestias por la abstinencia de los opioides
    (intranquilidad, insomnio, miedo) pueden mitigarse con las
    benzodiacepinas. La ilegalidad del consumo de opioides lleva a
    los pacientes y a los médicos al uso sustitutivo y a la
    prescripción de benzodiacepinas,
    respectivamente.

    2. Muy a menudo, el consumo prolongado de opioides
    (sobre todo de metadona oral) provoca alteraciones en el
    sueño.

    3. Los efectos desagradables del consumo de
    cocaína (intranquilidad, insomnio, paranoia, agotamiento
    depresivo con miedo) pueden mitigarse con benzodiacepinas. De
    forma que con la cocaína no es raro el uso intravenoso de
    las benzodiacepinas.

    4. El efecto amnésico y sedante de las
    benzodiacepinas se emplea como "antidepresivo": "Olvidar ya es lo
    -único que nos puede ayuda?. Por eso se consumen, de forma
    adicional, otros "downers" (abatidores, agachadores), sedantes y
    tranquilizantes (alcohol, barbitúricos, etc.).

    A la hora de prescribir benzodiacepinas a los
    drogodependientes, es necesario actuar con especial
    precaución y tutela ya que la depresión
    respiratoria se potencia por el
    uso conjunto de opioides y benzodiacepinas (y el alcohol, etc.).
    No existe tolerancia cruzada entre estas sustancias. En los casos
    repentinos de muerte de
    toxicómanos (casos registrados por la policía), por
    lo general la causa no es sólo una sobredosis de opioides,
    sino que además intervienen las benzodiacepinas y el
    alcohol. Una politoxicomanía prolongada empeora el
    pronóstico de los adictos a los opioides.

    La politoxicomanía debe evitarse o disminuirse.
    Algunas de las personas dependientes de las benzodiacepinas
    sólo pueden abandonar sus contactos en la calle cuando
    pueden obtener "sus" benzodiacepinas en otro lugar. En casos de
    politoxicomanía grave, con individuos que llevan a cabo un
    consumo descontrolado y en muchos momentos excesivo de
    benzodiacepinas, es conveniente una administración-
    regulada bajo supervisión directa del personal
    sanitario o con la entrega de dosis diarias. Es importante
    conocer a todos los médicos que han intervenido en la
    prescripción de las benzodiacepinas para poder elaborar
    un procedimiento
    conjunto.

    Las benzodiacepinas que se hayan prescrito como
    antiepilépticos (clonazepam) deben seguir tomándose
    en los casos de epilepsia probada y con un tratamiento
    controlado.

    A la hora de prescribir benzodiacepinas, es recomendable
    utilizar un preparado distinto del que habitualmente se consigue
    en la calle de forma ilegal (en muchos lugares Rohypnol"). Por
    ejemplo se pueden prescribir 50 mg de oxacepam, entre 3 y 4 veces
    diarias, o bien diazepam hasta un máximo de 30 mg/dia. De
    esta forma, es posible sustituir de forma inmediata y suficiente
    un abuso extremo de las benzodiacepinas. Las reducciones
    posteriores en la dosificación deben producirse de forma
    paulatina y no brusca. Una suspensión rápida puede
    provocar ataques epilépticos.

    Es conveniente que sólo se entreguen dosis para
    el día, de este modo se podría reconocer y
    disminuir los períodos de consumo excesivo, y
    además se evitaría el exceso de recetas. Si fueran
    necesarias las recetas, sólo deben prescribirse envases
    pequeños y se evitarán los envases
    adicionales.

    La prescripción de benzodiacepinas como
    medicación para la desintoxicación o como
    medicación provisional puede realizarse de forma
    ambulatoria, pero hay que ser escéptico frente a esta
    posibilidad. Es necesario advertir a los pacientes sobre las
    discretas posibilidades de éxito a
    largo plazo y sobre el peligro de politoxicomanía. En
    ningún caso se deben prescribir benzodiacepinas a adictos
    a los opíoides sin que exista una evaluación
    semanal.

    Cuando se produzcan alteraciones del sueño en
    personas que estén siendo tratadas con opioides, es
    necesario preguntar sí se consume alcohol, ya que
    éste puede ser también la causa de este tipo de
    alteración. Normalmente, las alteraciones se pueden paliar
    variando la dosis de opioides. Sólo con la máxima
    precaución es recomendable prescribir somníferos a
    personas en tratamiento con opioides ya que la consecuencia
    podría ser la necesidad continuada de somníferos
    para conciliar el sueño. En vez de benzodiacepinas, es
    mejor utilizar antihístamínicos sedantes (p. ej.
    difenhidramina).

    Siempre manteniendo la precaución necesaria, las
    indicaciones para la prescripción de benzodiacepinas a
    personas adictas a los opioides serían las
    siguientes:

    • evitar un consumo descontrolado de
    benzodiacepinas

    • epilepsia o trastornos convulsivos

    • con especial precaución, para controlar la
    ansiedad, sedación y el insomnio

    • medicación de desintoxicación como
    transición

    • para inducir sedación en situaciones de
    agitación aguda (exceso de cocaína)

    Algunos medicamentos
    comúnmente prescritos: usos y
    consecuencias

    OPIOIDES

    Oxicodona (OxyContin)

    Propoxifeno (Darvon)

    Hidrocodona (Vicodin)

    Hidromorfona (Dilaudid)

    Meperidina (Demerol)

    Difenoxilato (Lomotil)

    DEPRESORES DEL SNC

    Barbituratos

    Mefobarbital (Mebaral)

    Pentobarbital sódico
    (Nembutal)

    Benzodiacepinas

    Diazepam (Valium)

    Clorhidrato de clordiacepóxido
    (Librium)

    Alprazolam (Xanax)

    Triazolam (Halción)

    Estazolam (ProSom)

    ESTIMULANTES

    Dextroanfetamina (Dexedrine)

    Metilfenidato (Retalín)

    Hidrocloruro de sibutramina monohidratado
    (Meridia)

    Generalmente se prescriben
    para:

    Alivio para el dolor postoperatorio

    Manejo de dolor agudo o
    crónico

    Alivio para la tos y diarrea

    Generalmente se prescriben
    para:

    Ansiedad

    Tensión

    Ataques de pánico

    Reacciones agudas de estrés

    Trastornos del sueño

    Anestesia (en dosis altas)

    Generalmente se prescriben
    para:

    Narcolepsia

    Trastorno de hiperactividad con déficit
    de atención (ADHD)

    Depresión que no responde a otros
    tratamientos

    Tratamiento a corto plazo para la obesidad

    Asma

    En el cuerpo

    Los opioides se adhieren a los receptores de
    opioides en el cerebro y en la médula espinal
    bloqueando la transmisión de los mensajes de dolor
    al cerebro.

    En el cuerpo

    Los depresores del SNC disminuyen la actividad
    cerebral actuando sobre el sistema GABA y de esta manera
    producen un efecto calmante.

    En el cuerpo

    Los estimulantes intensifican la actividad
    cerebral provocando un aumento en la agudeza mental y en
    el nivel de atención y de
    energía.

    Efectos del uso a corto
    plazo

    Mensajes de dolor bloqueados

    Somnolencia

    Estreñimiento

    Depresión respiratoria
    (dependiendo de la dosis)

    Efectos del uso a corto
    plazo

    Una sensación de somnolencia y falta de
    coordinación durante los primeros días; una
    vez que el cuerpo se acostumbra a los efectos, o
    desarrolla una tolerancia, estas sensaciones
    disminuyen

    Efectos del uso a corto
    plazo

    Eleva la presión arterial

    Acelera los latidos del corazón

    Aumenta la respiración

    Reduce el apetito

    Privación del sueño

    Efectos del uso a largo
    plazo

    Potencial para desarrollar tolerancia,
    dependencia física, síndrome de
    abstinencia, y/o adicción

    Efectos del uso a largo
    plazo

    Potencial para desarrollar tolerancia,
    dependencia física, síndrome de
    abstinencia, y/o adicción

    Efectos del uso a largo
    plazo

    Potencial para crear una
    adicción

    Posibles efectos
    negativos

    Depresión respiratoria severa o muerte
    después de una sola dosis grande

    Posibles efectos
    negativos

    Convulsiones cuando la actividad cerebral rebota
    después de reducir o descontinuar el uso del
    depresor

    Posibles efectos
    negativos

    Temperaturas corporales peligrosamente altas o
    un ritmo cardíaco irregular después de
    tomar dosis elevadas

    Fallo cardiovascular o convulsiones
    letales

    En el caso de algunos estimulantes, hostilidad o
    sentimientos de paranoia después de tomar
    repetidas dosis altas en un corto período de
    tiempo

    No deben combinarse
    con:

    Otras sustancias que causen depresión en
    el SNC, incluyendo:

    Alcohol

    Antihistamínicos

    Barbituratos

    Benzodiacepinas

    Anestésicos generales

    No deben combinarse
    con:

    Otras sustancias que causen depresión en
    el SNC, incluyendo:

    Alcohol

    Medicamentos opioides de prescripción
    para el dolor

    Ciertos medicamentos para la alergia y la gripe
    que no requieren prescripción

    No deben combinarse
    con:

    Medicamentos para la gripe que contengan
    descongestionantes que no requieren
    prescripción

    Antidepresivos, excepto bajo supervisión
    médica

    Algunos medicamentos para el asma

    Prevalencia

    En Estados Unidos se prescriben durante la
    hospitalización medicamentos sedantes, hipnóticos o
    ansiolíticos a más del 90 % de los sujetos
    hospitalizados por enfermedades médicas
    o quirúrgicas, y más del 15 % de los adultos
    americanos toma estos medicamentos (habitualmente por
    prescripción) durante 1 año. Muchos de estos
    sujetos toman los medicamentos tal como se los han prescrito y no
    los consumen incorrectamente. Entre los medicamentos de esta
    clase, los más consumidos son las benzodiacepinas: el 10 %
    de los adultos las ha tomado durante 1 mes como mínimo en
    el transcurso del año anterior. Una encuesta comunitaria
    realizada en Estados Unidos en 1991 encontró que cerca del
    4 % de la muestra de la
    población había tomado sedantes con finalidad no
    médica: aproximadamente el 1 % los usó en el
    último año y un 0,4 % en el último
    mes.

    En cuanto a los ansiolíticos, alrededor del 6 %
    de la población los ha consumido con finalidad no
    médica, casi el 2 % los tomó en el último
    año y un 0,5 % en el último mes.

    Debido a que la encuesta valoraba los patrones de
    consumo y no los diagnósticos, no se sabe cuántos
    de los que toman estas sustancias tenían síntomas
    que cumplieran los criterios diagnósticos para dependencia
    o abuso. Un estudio comunitario realizado en Estados Unidos entre
    1980 y 1985, que utilizaba los criterios del DSM-III-R,
    encontró que el 1,1 % de la población encuestada
    cumplía criterios diagnósticos para el abuso o la
    dependencia de sedantes, hipnóticos o ansiolíticos
    alguna vez en su vida.

    Curso

    El curso más habitual implica a jóvenes
    alrededor de los 20 años, que proceden a la escalada del
    consumo recreativo de sedantes, hipnóticos y
    ansiolíticos, hasta el punto de desarrollar problemas que
    pueden diagnosticarse de dependencia o abuso. Este patrón
    es habitual entre sujetos que presentan otros trastornos por
    consumo de sustancias (p. ej., relacionados con alcohol,
    opiáceos, cocaína, anfetamina). El patrón
    inicial de consumo intermitente puede llevar al consumo diario y
    a altos niveles de tolerancia: una vez aparece ésta, cabe
    esperar consecutivos aumentos de problemas interpersonales,
    laborales y legales, así como episodios graves de
    deterioro de la memoria y abstinencia
    fisiológica.

    Otro curso menos frecuente es el que empieza en un
    sujeto que obtiene al principio el medicamento por
    prescripción facultativa, habitualmente para la ansiedad,
    el insomnio u otros tipos de síntomas somáticos.
    Aunque la gran mayoría de los que han recibido estos
    medicamentos por prescripción no presentan problemas, una
    pequeña proporción sí los tiene,
    desarrollando tolerancia o necesidad de mayores dosis del
    medicamento, con un gradual aumento de la frecuencia de
    autoadministración, cada vez a dosis más altas. El
    sujeto justifica su consumo en base a los síntomas
    iniciales de ansiedad o insomnio, llegando a predominar el
    comportamiento
    de búsqueda de la sustancia que lleva al sujeto a
    proveerse, a través de varios médicos, de la
    cantidad de medicamento suplementario suficiente. La tolerancia
    puede ir aumentando y dar lugar a abstinencia (incluyendo
    crisis
    comiciales y delirium por abstinencia). Otros sujetos con alto
    riesgo son los que presentan dependencia de alcohol, quienes
    pueden obtener diferentes prescripciones como respuesta a sus
    quejas de ansiedad o insomnio relacionados con el
    alcohol.

    Existen diferentes factores que ayudan al consumo de
    benzodiacepinas:

    La sociedad cada vez aguanta menos, necesitamos
    más cosas y tenemos menor tolerancia a los inconvenientes
    de la vida. Además, la industria
    farmacéutica produce cada vez ansiolíticos
    más específicos y más caros. Es evidente que
    a la industria le interesa este aumento del consumo.

    Por otra parte, la connivencia de algunos médicos
    con determinados laboratorios multiplica la profusión de
    recetas. Hay psiquiatras que se inclinan a administrar
    medicamentos nuevos y caros frente a otros más antiguos y
    baratos con las mismas propiedades.

    Hay un cuarto factor que puede influir en el aumento del
    consumo. La información boca a boca es imparable e
    infalible. Nombres como lexatin, trankimazin u orfidal empiezan a
    sonar en la calle como si se tratara de cola-cao, aspirina o
    donuts. No es difícil que un amigo, un familiar o un
    vecino cuente que ha encontrado el paraíso a base de
    pastillas. Si el interesado tiene suerte en su consulta o se topa
    con un médico, un farmacéutico o un psiquiatra no
    muy quisquilloso, conseguirá la
    medicación.

    Sin embargo, el consumo de ansiolíticos sin
    control
    médico puede resultar peligroso. El abuso y la
    adicción a las benzodiacepinas provocan efectos
    secundarios muy serios. Causan problemas cardíacos,
    digestivos y hasta neurológicos. Hay gente que bajo sus
    efectos no puede conducir, porque pierde reflejos. Hay muchas
    personas que ya no pueden abandonar por sí solas su
    dependencia. A un adicto no se le puede retirar de golpe el
    psicofármaco. En el caso de los ansiolíticos se
    produce un síndrome de abstinencia con convulsiones y
    episodios de alucinación incluidos. La terapia debe ser
    progresiva y lenta.

    El consumo de psicofármacos aumenta
    generalizadamente en Madrid. Los neurolépticos
    (medicamentos para la esquizofrenia),antidepresivos, los
    analgésicos y los tranquilizantes suman el 66% del gasto
    actual al año en la región.

    La Comunidad de Madrid tiene previsto realizar una
    campaña de sensibilización contra el abuso de los
    psicofármacos.

    FÁRMACOS A ESTUDIAR:
    BENZODIACEPINAS

    Historia

    La atención psiquiátrica a finales del
    siglo XIX

    El Real Decreto de 1885 refleja la concepción que
    la sociedad de la época tiene del enfermo mental como una
    especie de ser extraño y temible, poseído o
    endemoniado, de cuya presencia hay que proteger al cuerpo social
    por medio de la reclusión El ingreso manicomial constituye
    en aquel tiempo la atribución por parte de la sociedad de
    la condición de loco a un individuo. Por ello, se
    establecen importantes trabas legales para evitar ingresos
    improcedentes, aunque una vez producido éste, las
    expectativas de salida de los manicomios eran casi
    nulas.

    Para ver el gráfico seleccione la
    opción ¨Descargar¨ del menú
    superior

    De acuerdo con la Ley de
    Beneficencia de 1849, el Estado
    tenía la obligación de proporcionar atención
    sanitaria a sus ciudadanos, si bien las Diputaciones fueron
    asumiendo esta responsabilidad en el campo de la salud mental
    iniciando la construcción de manicomios, hasta que un
    decreto de 19 de abril de 1887 estableció que la
    obligación de atender a los dementes era imputable a la
    Diputación de cada provincia.

    A pesar de las disposiciones legales vigentes, en los
    últimos años del siglo XIX no existían
    recursos
    asistenciales para los enfermos mentales quienes no
    recibían atención sanitaria y se encontraban
    desatendidos por las calles o encerrados en sombríos
    calabozos en los que transcurrían sus días. Los
    manicomios de la época eran verdaderos pudrideros de locos
    en los que el ambiente
    reinante, lejos de favorecer la buena evolución de los pacientes,
    contribuía a su descompensación y a su
    desorganización.

    La introducción a los
    psicofármacos.

    En la segunda mitad de los años 40 se
    descubrió un potente antihistamínico que
    mostró propiedades sedantes sobre el sistema nervioso
    central. Se trataba de la prometazina (Fenergan®).
    A partir de las expectativas que abrió este descubrimiento
    para el tratamiento de las enfermedades mentales, se
    desarrollaron nuevas investigaciones que desembocaron en el
    descubrimiento de la clorpromazina (Largactil®) en
    diciembre de 1950. La revolución
    de la psicofarmacología había comenzado.

    Hasta el comienzo de la década de los 60 solo se
    utilizaba en clínica una familia de fármacos que
    eran los barbitúricos, que son depresores generales del
    SNC, van produciendo una depresión paulatina hasta llegar
    con dosis altas a producir coma y muerte con relativa facilidad,
    además estos son fármacos de estrecho margen
    terapéutico.

    En 1934 un inmigrante polaco de nombre Henrik Leo
    Stembach sintetizó por primera vez esta molécula,
    cuestiones vinculadas a la Segunda Guerra
    Mundial hicieron que en los años 50 este mismo
    descubridor desarrollara en un laboratorio
    estadounidense de la empresa
    farmacéutica Hoffmann-La Roche el producto
    farmacéutico.

    A partir de ese momento, los avances en este terreno se
    sucedieron a un ritmo vertiginoso: en 1952 se aisló la
    reserpina a partir de la raíz de la Rauwolfia serpentina;
    en 1955 se sintetizó el clordiazepóxido, abriendo
    el camino de los ansiolíticos benzodiazepínicos;
    Tres años después el mismo laboratorio produjo el
    diazepam que sigue utilizándose después de todos
    estos años y es una de las benzodiazepinas más
    utilizadas y estudiadas.

    Aunque el marco legal vigente en España en
    esta época seguía siendo el establecido por el Real
    Decreto de 1931, estos descubrimientos tuvieron una gran
    importancia en la atención psiquiátrica en general
    puesto que, a partir de la introducción progresiva de
    estos fármacos, muchos enfermos pudieron evolucionar
    favorablemente, lo que dio lugar a que el censo de pacientes
    comenzara a disminuir por primera vez en la historia del
    hospital.

    En el año 60 se introdujo el primer compuesto de
    una nueva familia de fármacos, que son las
    benzodiazepinas, las que por sus características
    desplazaron de manera bastante rápida a los
    barbitúricos, primero en el tratamiento (TTO) de la
    ansiedad y unos años después en el TTO del
    insomnio.

    De hecho hoy día los compuestos de
    elección para tratar estos problemas son las
    benzodiazepinas. El primer compuesto de la familia fue el
    clorodiazepóxido que es una sustancia ansiolítica.
    Tres años después el mismo laboratorio introdujo el
    diazepam que sigue utilizándose después de todos
    estos años y es una de las benzodiazepinas más
    utilizadas y estudiadas.

    En los años 60 Hoffmann-La Roche
    revolucionó el mercado con el
    primer preparado en base a esta sustancia siendo a partir de
    entonces que los "tranquilizantes menores" se difundieron en la
    jerga farmacéutica logrando su distribución masiva prescribiéndose
    solamente en EEUU anualmente cerca de tres mil millones de dosis,
    unas 15 por habitante ascendiendo al 15 % de la población
    norteamericana aquella que en algún momento estuvo en
    contacto con esta molécula.

    En Alemania la
    cifra supera los 11 por habitante. En la lista de venta de
    medicamentos el oxacepan y el bromacepan ocupan el tercero y
    cuarto lugar detrás de los fármacos
    digitales.

    La necesidad de abaratar los costes de la asistencia
    sanitaria pública en los diversos países europeos
    puso en evidencia hace una década la excesiva
    prescripción de tranquilizantes por los médicos de
    asistencia primaria. En el Reino Unido, las campañas en
    pro de una racionalización del uso de estos
    fármacos provocaron diversos estudios sobre el uso y abuso
    de esta medicación. En 1989 se recetaron 21 millones de
    hipnóticos, sedantes y ansiolíticos, de los cuales,
    la mayoría eran benzodiacepinas. Un 23% de la
    población adulta había sido medicada a base de
    benzodiacepinas en algún momento de su vida y se calculaba
    en 3 millones la cifra de consumidores crónicos. En
    Cataluña, según fuentes de la
    Divisió d'Atenció Farmacèutica del Servei
    Català de la Salut, entre enero y junio de 1996 se
    consumieron 2.167.926 envases de hipnóticos y 464.569
    más de hipnóticos
    benzodiacepínicos.

    Las benzodiacepinas -los psicofármacos más
    recetados- gozaron de su momento de esplendor debido a sus
    múltiples indicaciones y a las ventajas innegables que
    poseían para la abrumadora demanda de
    pacientes aquejados de trastornos de ansiedad que solicitaban en
    los centros de asistencia primaria un tratamiento eficaz,
    rápido y barato.

    Si a estos pacientes psiquiátricos
    añadimos los que sufren trastornos adaptativos, afectados
    por alguna crisis de origen psicosocial, como son las motivadas
    por el paro, falta de recursos económicos, la viudedad y
    el divorcio, y a
    los que sufren trastornos somáticos de causa
    psicológica y alteraciones del sueño, los posibles
    consumidores de benzodiacepinas se pueden contar por millones en
    nuestro país.

    Pero, después de 30 años de
    prescripción abundante, su uso se ha reducido en
    países como Alemania, Inglaterra y
    Francia en la
    última década. Igualmente, en Hong Kong, el uso de
    benzodiacepinas está regulado desde el año 1992 por
    la Ley de Fármacos Peligrosos, que se creó para
    reducir el abuso de esta medicación. No es así en
    Cataluña ya que, según fuentes del International
    Marketing
    Services (IMS) el consumo de estos psicofármacos ha ido
    subiendo regularmente desde el año 1990.

    depresores del SNC

    Los depresores del SNC son
    sustancias que pueden disminuir la función
    normal del cerebro. Debido a esta propiedad,
    algunos depresores del SNC se utilizan para tratar la ansiedad y
    trastornos del sueño. Entre las medicinas
    comúnmente recetadas para estos problemas están las
    siguientes:

    Barbituratos, como el mefobarbital (Mebaral) y el
    pentobarbital sódico (Nembutal) que se utilizan para
    tratar la ansiedad, tensión y trastornos del
    sueño.

    Benzodiacepinas, como el diazepam (Valium), clorhidrato
    de clordiacepóxido (Librium) y el alprazolam (Xanax), que
    pueden ser prescritos para tratar la ansiedad, reacciones agudas
    de estrés y ataques de pánico; las benzodiacepinas
    más sedativas como el triazolam (Halción) y el
    estazolam (ProSom) que pueden ser recetadas para el tratamiento a
    corto plazo de los trastornos del sueño.

    En dosis más altas, algunos depresores del SNC
    pueden emplearse como anestésicos generales.

    Algunos medicamentos de esta clase tienen otros usos
    clínicos importantes(p. ej., como anticonvulsivantes).
    Como el alcohol, estos agentes son depresores del sistema
    nervioso central y producen trastornos similares, tanto por
    consumo de sustancias como inducidos por sustancias. A dosis
    altas, los sedantes, hipnóticos y ansiolíticos
    pueden ser mortales, en especial cuando se mezclan con alcohol;
    puede disponer de ellos tanto bajo prescripción
    médica como en el mercado ilegal. Los sujetos que obtienen
    estas sustancias por prescripción abusan de ellas
    ocasionalmente; en cambio,
    quienes las adquieren en la calle no suelen desarrollar
    dependencia o abuso. Los medicamentos de acción
    rápida y los de acción corta o intermedia pueden
    ser fácilmente productos de abuso.

    Estudiaremos la farmacología de un grupo de
    fármacos muy utilizados de acción en el SNC, los
    fármacos ansiolíticos, o sea aquellas sustancias
    que disminuyen la tensión emocional, los estados de
    angustia y los fármacos hipnóticos, es decir
    aquellos medicamentos que se utilizan en los trastornos del
    sueño, especialmente en los insomnios.

    Introducción a las
    benzodiacepinas

    Se obtienen por síntesis
    química.
    El núcleo benzodiazepina es una estructura
    relativamente compleja, muy reactiva, pero hay ciertos puntos en
    la molécula en que es posible hacer reemplazos con
    diversos grupos químicos, lo que ha dado lugar a una serie
    de derivados. El número de compuestos
    benzodiazepínicos de acción ansiolítica y de
    acción hipnótica en nuestro medio llega a
    más de veinte y eso que en los últimos tiempos no
    se han sintetizado nuevas sustancias. Después del diazepam
    en este momento tenemos más o menos 11 a 12
    benzodiazepinas y unas 6 a 8 hipnóticas. Se obtienen por
    síntesis química. Actualmente hay comercializados
    en España 28 principios activos derivados
    de BZD, de las que se han registrado 60 especialidades
    farmacéuticas (con diferentes nombres comerciales) y 126
    presentaciones distintas. Recientemente se han comercializado
    análogos de BZD como zopiclona y zolpidem.

    Las acciones de
    estos compuestos son todas acciones centrales o sea su sitio de
    acción es el SNC. Son psicofármacos de
    acción sedante y tranquilizante. Actúan sobre la
    dopamina y la noradrenalina imposibilitando que se pongan en
    marcha en los síndromes ansiosos.

    ¿Cómo actúan los depresores del
    SNC sobre el cerebro y el cuerpo?

    Existen numerosos
    depresores del SNC, la mayoría de los cuales actúan
    sobre el cerebro afectando el neurotransmisor ácido
    gammaaminobutírico (GABA). Los neurotransmisores son
    sustancias químicas cerebrales que facilitan la
    comunicación entre las células
    cerebrales. El GABA funciona disminuyendo la actividad cerebral.
    Las benzodiacepinas desarrollan su efecto en el complejo
    supramolecular GABA. ionóforo del cloro, interactuando en
    un lugar específico localizado en este complejo.
    Allí potencian el efecto del GABA (ácido
    gamma-aminobutírico) facilitando la apertura del canal del
    cloro, lo que ocasiona un mayor flujo de iones hacia la célula,
    produciendo una hiperpolarización que eleva el nivel de
    estimulación.Aunque las diferentes clases de depresores
    del SNC trabajan en maneras únicas, en definitiva es a
    través de su habilidad de aumentar la actividad del GABA
    que los depresores producen un efecto somnoliento o calmante que
    es beneficioso para aquellos que sufren de ansiedad o de
    trastornos del sueño.

    Efectos de las benzodiacepinas

    Esta familia no sólo tiene la acción
    ansiolítica y la hipnótica, tiene también
    otros efectos importantes en el SNC. Las benzodiazepinas en el
    individuo sano tienen poquísimos efectos periféricos, o sea no influyen en la
    respiración, circulación, etc. Tenemos la
    acción ansiolítica, la acción
    hipnótica
    , en tercer lugar la acción
    anticonvulsivante
    , las diversas benzodiazepinas son capaces
    de prevenir y revertir los fenómenos convulsivos de
    diverso origen. El diazepam es la sustancia de elección
    para prevenir crisis convulsivas, especialmente las de tipo
    tónico clónicas y especialmente en el status
    epiléptico o cuando hay una convulsión producida
    por fármacos como los anestésicos locales. Las
    benzodiazepinas en el TTO de los diversos tipos de epilepsia (que
    es la gran enfermedad convulsiva) no han dado buenos resultados,
    no han desplazado a los fármacos antiepilépticos
    clásicos y son otras las sustancias que se utilizan en los
    diversos tipos, por una razón muy simple: se
    observó rápidamente en la clínica que la
    acción anticonvulsivante de las benzodiazepinas en los
    diversos tipos de epilepsia adquiere tolerancia. La sustancia va
    perdiendo su efecto y así a los 3-5 meses de TTO las
    benzodiazepinas que se utilizaban en la epilepsia se vuelven
    ineficaces, por lo cual no son fármacos de TTO
    específico en los diversos tipos de epilepsia.

    Una cuarta acción es la
    miorrelajante, es una acción central que tiene
    lugar a nivel de la médula espinal y en sitios superiores,
    relaja la fibra estriada y esta es la menos importante de estas
    acciones. Se visualiza con dosis mayores de benzodiazepinas que
    las que producen los otros efectos, especialmente el
    ansiolítico o el hipnótico, pero de todas maneras
    se produce una cierta acción relajadora y en algunos casos
    de cuadros espásticos se utiliza el diazepam solo o
    asociado a otras sustancias para tratarlos. Durante mucho tiempo
    se pensó que esta acción miorrelajante
    contribuía en parte a la acción ansiolítica,
    porque alguien que está muy tenso, ansioso o angustiado
    además tiene un aumento de tensión muscular, pero
    obviamente que la acción ansiolítica tiene otros
    orígenes.

    Todas las benzodiazepinas poseen las 4 acciones
    mencionadas, pero hay compuestos más selectivos en una
    acción que en otra y así existen fármacos
    preferentemente ansiolíticos y preferentemente
    hipnóticos. En cuanto a la acción miorrelajante
    existe últimamente un compuesto que también es
    benzodiazepina y que tiene más selectividad hacia ese
    efecto, es el tetrazepam, con un efecto miorrelajante bastante
    más pronunciado que los otros efectos, pero en general hay
    una acción ansiolítica o hipnótica mayor en
    estos fármacos. Lo cual no significa que no se pueda
    utilizar a veces ansiolíticos para dormir, porque hay
    algunos tipos de insomnio en que la ansiedad es la causa y si se
    suprime la ansiedad durante el día el paciente puede
    dormir mejor.

    ¿Qué es una acción
    ansiolítica? Es la supresión del aumento de
    tensión emocional, del estrés, de la ansiedad, de
    la angustia y, llegando a un grado mayor, del pánico. Esta
    acción ansiolítica debería ser en forma
    ideal lo más selectiva posible. Los barbitúricos
    que son sustancias más antiguas que se utilizaban hasta el
    año 60 como depresores generales del SNC producían
    disminución de la tensión emocional, la persona se
    tranquilizaba, pero junto a esto había un deterioro
    psicomotor y gran tendencia al sueño, esto se
    producía porque como depresores generales actuaban sobre
    la corteza cerebral, deprimiendo todas las funciones que
    están en ella.

    Las benzodiazepinas al ser introducidas mostraron un
    efecto más selectivo, en el sentido que la persona se
    tranquiliza (estos fármacos se llamaron años
    atrás tranquilizantes) pero sin gran deterioro sicomotor.
    El ideal de fármaco ansiolítico es aquel que
    suprime la tensión emocional, la ansiedad y la angustia
    sin ningún otro deterioro ni motor ni
    psíquico, las benzodiazepinas no son los ideales pero se
    acercan a eso, por lo menos cuando se comparan con los
    barbitúricos hay claramente una diferencia, porque bien
    administrados, conocidas sus farmacocinéticas (que es
    donde está la diferencia entre un compuesto y otro) puede
    lograrse este efecto bastante ideal. La ansiedad es una
    sensación subjetiva que tiene una sintomatología
    física, pero esta sensación subjetiva frente a una
    determinada situación es distinta de persona a persona,
    entonces es difícil obtener siempre este efecto
    ansiolítico tan selectivo, en muchos casos bien
    dosificadas y en un paciente con una ansiedad "normal" son
    sustancias que tienen una acción ansiolítica
    importante. No se puede hablar de la potencia de un compuesto
    ansiolítico con respecto a otro, no los vamos a clasificar
    como más o menos ansiolíticos porque son todos
    más o menos iguales y porque esto depende bastante de la
    situación y del paciente, pero si los vamos a clasificar
    de acuerdo a su farmacocinética.

    farmacocinética

    Tras la administración oral todas las
    benzodiacepinas se absorben con facilidad, alcanzando la
    máxima concentración en las primeras cuatro horas.
    Su biodisponibilidad es casi completa. Son sustancias
    lipofílicas, no solubles en agua, a
    excepción de una que es hipnótica, por lo tanto la
    inyección parenteral requiere de solventes
    especiales. La absorción por vía
    intramuscular y rectal es errática, determinando
    niveles plasmáticos menores a los de la vía oral.
    La vía intravenosa precisa una perfusión
    lenta, a ritmo inferior a 10 mg/ min de diacepam o fármaco
    equivalente . Esta vía debe reservarse para los casos de
    urgencia, estimando el riesgo de depresión
    respiratoria.

    Hay una cierta diferencia en la rapidez de la
    absorción a nivel intestinal, tenemos el ejemplo de una
    absorción más rápida que es el diazepam, con
    esta sustancia se obtienen niveles sanguíneos
    máximos a la hora después de administrado. En el
    otro extremo tenemos el oxazepam que tiene una absorción
    más lenta y cuyos niveles sanguíneos máximos
    se obtienen a las 3 horas.

    Las benzodiacepinas atraviesan rápidamente la
    barrera hematoencefálica y tienden a almacenarse en el
    tejido cerebral y en el tejido graso. Traspasan la placenta,
    alcanzando los compuestos primarios y sus metabolitos activos
    niveles análogos a los plasmáticos a las pocas
    horas de la ingesta. Otra consecuencia de su alta liposolubilidad
    es su paso a la leche
    materna.. 

    Existe un preparado que es lorazepam que sirve para la
    administración sublingual, es una sustancia bastante
    utilizada y sirve en situaciones de emergencia, cuando se quiere
    obtener un efecto ansiolítico de manera rápida por
    la vía sublingual que se salta el hígado y tiene
    una absorción bastante rápida.

    Para la vía parenteral inyectable se utiliza un
    solvente especial (no son solubles en agua) y podemos
    administrarlos por vía venosa o intramuscular. En la
    vía venosa tenemos posibilidad para el diazepam y el
    lorazepam, son las 2 únicas benzodiazepinas
    ansiolíticas que están disponibles para
    inyección. Por vía im sólo se puede colocar
    lorazepam, el diazepam se puede administrar por vía im,
    pero no se debe porque se obtienen malos niveles
    sanguíneos, hay una situación de
    precipitación a nivel del músculo por problemas
    fisicoquímicos y no hay una buena
    absorción.

    En cuanto a la distribución para todos los
    benzodiazepínicos existe una gran unión a proteínas
    plasmáticas, a albúmina del plasma
    (85-97%).

    La mayoría de las benzodiacepinas se metabolizan
    en el hígado por procesos de desmetilación e
    hidroxilación. Los metabolitos resultantes de la
    biotransformación pueden tener actividad propia, algunos
    tienen una vida media muy prolongada como es el caso del
    N-desmetildiazepam o Nordiazepam (vida media hasta de 125 horas);
    posteriormente estos metabolitos son desactivados por
    glucoronoconjugación y eliminados por vía renal.
    Los antagonistas de las benzodiacepinas, como el
    flumazenílo, se unen a los ligandos de las benzodiacepinas
    sin provocar ningún efecto. El efecto inhibidor frente a
    las benzodiacepinas se produce porque inhiben competitivamente su
    unión con los ligandos o receptores. El flumazenilo se
    utiliza como antídoto en caso de sobredosis y puede
    revertir inmediatamente una parada respiratoria. Presenta una
    vida media corta de sólo una hora, lo que implica que el
    efecto antagonista se desvanece y la acción agonista de la
    sobredosis puede llevar a una nueva parada respiratoria. Es
    preciso por este motivo someter a vigilancia permanente a los
    pacientes después de la aplicación de flumazenilo;
    de no poder garantizar la vigilancia, el uso de flumazenilo
    está contraindicado en las reanimaciones.

    Los ligandos de benzodiacepinas en los receptores GABAA
    se encuentran en todo el SNC, sobre todo en el área
    frontal del cerebro, en el hipocampo y en el cerebelo.

    Este es el proceso
    más importante en estos compuestos y dicha
    biotransformación ocurre en el hígado en el sistema
    microsomal y para muchas de estas sustancias es un proceso
    bastante complejo en que ocurren varias etapas:

    Las benzodiacepinas sufren un proceso de
    biotransformación que genera metabolitos con
    actividad biológica y vida media plasmática
    habitualmente superior a la de los compuestos iniciales. La
    biotransformación incluye la oxidación,
    desmetilación, hidroxilación y
    desalquilación, dando lugar a productos que en
    último lugar se conjugan con el ácido
    glucurónico para su inactivación y
    excreción. Aquellas benzodiacepinas que se metabolizan por
    conjugación (loracepam y oxacepam) pueden estar
    especialmente indicadas en el paciente hepatópata o
    anciano.

    Diazepam N desmetildiazepam Temazepam
    Oxazepam

    Conjugado ( + ac. Glucoronico) metabolito
    inactivo.

     El diazepam, en el hígado tiene una
    biotransformación por una vía enzimática
    principal en que en una primera etapa se produce una
    desmetilación y se obtiene el metabolito N
    desmetildiazepam (NDMD), que como aparece ahí es un
    metabolito activo, es decir conserva la actividad
    farmacológica. En una segunda etapa el desmetildiazepam se
    transforma en oxazepam (que habíamos mencionado como
    ansiolítico aparte) que también es un metabolito
    activo y en una tercera etapa el oxazepam se conjuga con
    ácido glucurónico y aquí ya tenemos un
    metabolito inactivo. Este proceso ocurre en varios de los
    compuestos benzodiazepínicos y da lugar a la
    clasificación de estas sustancias que tiene que ver con la
    famacocinética, específicamente con la
    biotransformación hepática y con la
    formación de metabolitos activos en esta
    degradación.

    Las benzodiacepinas se excretan principalmente
    por vía urinaria; entre un 60 y un 80 % se elimina en
    forma de metabolitos inactivos oxidados o conjugados.

    Cuando se pautan benzodiacepinas a intervalos regulares,
    alcanzan niveles sanguíneos constantes en cinco vidas
    medias. De igual forma, cuando se retiran, una vez alcanzado el
    equilibrio
    estacionario, se requieren cinco vidas medias para que se elimine
    más del 90 % del fármaco.

    Las benzodiacepinas se acoplan a receptores
    específicos asociados con los puntos de unión del
    ácido gamma-aminoburítico (GABA) y con los
    canales de cloro. La unión de las benzodiacepinas
    amplifica la afinidad de los receptores GABA por el GABA y, por
    lo tanto, aumenta el flujo de iones cloruro hacia la neurona;
    ésta se carga negativamente con respecto al medio, siendo
    más difícil de excitar. Estos compuestos promueven
    sus cuatro efectos principales: ansiolítico,
    anticonvulsivante, miorrelajante e
    hipnótico.

    Clasificación según duración de
    acción.

    Datos farmacocinéticos de las
    benzodiacepinas

    BENZODIAZEPINA

    VIDA MEDIA (Horas) (Principio
    activo ó metabolitos)

    METABOLITOS ACTIVOS

    VELOCIDAD DE ABSORCIÓN
    ORAL

    BZD ACCION LARGA:

    CAMAZEPAM

    21-22

    SI

    Muy rápida

    CLOBAZAM

    9-30

    SI

    Rápida

    CLORAZEPATO

    DIPOTASICO

    30-60

    SI

    Rápida

    CLORDIAZEPOXIDO

    7-28

    SI

    Lenta

    DIAZEPAM

    15-60

    SI

    Muy rápida

    FLURAZEPAN

    50-100

    SI

    Muy rápida

    HALAZEPAM

    15-35

    SI

    Lenta

    KETAZOLAM

    50-100

    SI

    Rápida

    MEDAZEPAN

    26-53

    SI

    Muy rápida

    PRAZEPAM

    43-57

    SI

    Lenta

    QUAZEPAM

    25-41

    SI

    Muy rápida

    BZD ACCIÓN
    INTERMEDIA:

    BROMAZEPAM

    8-19

    SI

    Muy rápida

    CLONAZEPAM

    20-40

    NO

    Rápida

    FLUNITRAZEPAM

    15-24

    NO

    Muy rápida

    NITRAZEPAM

    25-30

    NO

    Rápida

    PINAZEPAM

    15-17

    SI

    Muy rápida

    BZD ACCIÓN
    CORTA:

    ALPRAZOLAM

    11-13

    NO

    Muy rápida

    BENTAZEPAM

    3-5

    NO

    —-

    BROTIZOLAM

    4-7

    NO

    Muy rápida

    CLOTIAZEPAM

    5-6

    NO

    Muy rápida

    LOPRAZOLAM

    7-8

    SI

    Muy rápida

    LORAZEPAM

    10-15

    NO

    Rápida

    LORMETAZEPAM

    10

    NO

    Muy rápida

    OXAZEPAM

    7-10

    NO

    Lenta

    TEMAZEPAM

    8-15

    SI

    Rápida

    ZOPICLONA

    3,5-6,5

    NO

    Muy rápida

    BZD ACCIÓN
    ULTRACORTA:

    MIDAZOLAM

    1-3

    SI

    Muy rápida

    TRIAZOLAM

    2-4

    NO

    Muy rápida

    ZOLPIDEM

    1,5-2,4

    NO

    Muy rápida

      

    MOLECULA

    NOMBRE COMERCIAL

    HORAS EN QUE ALCANZA LA MAXIMA
    CONCENTRACION PLASMATICA

    VIDA MEDIA EXPRESADA EN
    HORAS

    Cloracepato

    Tranxilium

    0.5 – 2.5

    30 – 60

    Dipotasico

    Dorken

    Diacepam

    Valium

    0.8 – 1.2

    21 – 40

    Alprazolam

    Trankimacin

    0.25 – 4

    12 – 25

    Clobazam

    Noiafren

    1 – 4

    36 – 48

    Midazolam

    Dormicum

    0.5

    2 – 3

    Nitrazepam

    Nitracepam Prodes

    1.2 – 4

    25 – 36

    Flunitracepam

    Rohipnol

    0.5 – 1.5

    10 – 19

    Flurazepam

    Dormodor

    1

    24 – 100

    Lormetazepam

    Loramet/Noctamid

    0.8 – 1.2

    8.9 – 17

    Loprazolam

    Somnovit

    1.5 – 8.5

    4.6 – 11.4

    Quacepam

    Queidorm

    1.1 – 3

    10 – 18

    Triazolam

    Halcion

    0.5 – 0.6

    1.9 – 3.3

    Zopiclona

    Limovan

    0.5 – 1

    1.2 – 3.5

    Zolpidem

    Stilnox

    0.5 – 3

    0.7 – 3.5

    Partes: 1, 2, 3

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