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Cervantes y la lengua española




Enviado por hvelazquez



    Si vamos a hablar de dos grandes siglos para la cultura
    hispánica, y en especial, para la literatura y la lengua
    españolas, tenemos que referirnos a los siglos XVI y XVII,
    conocidos con el nombre de Siglos de Oro o Época de
    Oro.

    El primero está antecedido por los
    descubrimientos geográficos que significaron para España
    primacía económica y luego en muchos órdenes
    de la vida. El matrimonio de
    Isabel de Castilla y Fernando de Aragón trae beneficios
    para la corona española; esta unidad política
    permitió la unidad económica, religiosa y
    lingüística. En el siglo XVI se levantan escritores
    con concepciones renovadas por el advenimiento del Renacimiento a la
    península: Juan de Valdés, técnico
    del idioma, autor del Diálogo de
    la lengua y quien llega a crear un lenguaje
    poético; Juan Boscán, quien moderniza la
    prosa de manera admirable; Garcilaso de la Vega, poeta de
    alta expresión; Fray Luis de León, notable
    como creador y lingüista, Fray Luis de Granada,
    verdadero poeta, y muchos otros que se unen a ellos y representan
    fidedignamente su época.

    Hoy puede verse cómo las distintas zonas de
    España
    estaban representadas por los hombres de letras: Hernando de
    Acuña, Valladolid; Hernández de Oviedo,
    Madrid; Fray Antonio de Guevara, montañas de
    Santander; Alfonso y Juan de Valdés, Cuenca;
    Villalobos, Zamora; Gutierre de Cetina, Sevilla;
    Diego Hurtado de Mendoza, Granada; Garcilaso de la Vega,
    Toledo; Juan Boscán, Barcelona.

    Todos abogaban por la renovación. Sus principios
    esenciales son los siguientes:

    • Obligación de cultivar nuestra lengua y no la
      latina.
    • Selección, en su justa medida, dentro del
      caudal inmenso de nuestra lengua popular.
    • Necesidad del neologismo.
    • Obligación de huir de la afectación,
      tan condenada desde Castellón y recordada por Cervantes
      en El Quijote.
    • La supeditación de toda modalidad local a una
      lengua española, por encima de toda diferencia regional,
      según Herrera precisó.
    • La exaltación de un estilo, regido por lo que
      Isabel la Católica llamó "buen juicio"; Fray Luis
      de León, "particular juicio" y Cervantes
      "discreción".

    En este clima de brillo
    lingüístico y literario nace y se desarrolla don
    Miguel de Cervantes Cortina, conocido por Miguel de Cervantes
    Saavedra (1547-1616).

    En 1754 –tenía 7 años- sus padres se
    trasladaron a Madrid, a donde se cree que realizara sus estudios.
    Debido a que su padre era cirujano y ejercía su
    profesión por varias ciudades de España
    (Valladolid, Sevilla, Madrid, algunos consideran que
    también estuvo en Salamanca) la familia
    anduvo andantemente en los primeros años de don
    Miguel.

    En 1556 se establecen definitivamente en Madrid, cuando
    se editaban las obras de Lope de Rueda y ya está reinando
    Felipe II (1556-1598).

    Pasaba los 30 años y aún servía de
    soldado. Su vida económica no prosperaba; pero los
    carvantómanos aseguran que no iba a la guerra por
    amor a la
    gloria ni por obtener recompensas. El iniciar su vida militar en
    Italia a donde
    vuelve más tarde, tuvo gran provecho para su vida. Fue
    Italia cuna del
    Renacimiento y de
    altísimos genios de las artes y las ciencias. Esto
    se refleja en la primera obra de Cervantes La Galatea (1584),
    novela
    pastoril, dentro del gusto renacentista italiano, tema que
    atraía a Cervantes. La misma trata –según sus
    palabras- de "cosas soñadas y bien escritas, para
    entretenimiento de ociosos y no verdad alguna". [El subrayado es
    de la autora].

    Pasados 20 años, Cervantes publica El Quijote
    (primera parte, 1605), seis ediciones en un año. Ya en
    1607 es traducido a las principales lenguas europeas.

    Este libro, lleno
    de aventuras que recuerdan la propia vida de don Miguel, alcanza
    valor
    universal por su profunda españolidad, por su complejidad
    y riqueza –tanto formal como significativamente. El
    porqué lo amplía Mercedes Santos Moray: "No
    importan los siglos que nos separan de su escritura
    original, el mensaje de Cervantes llega hasta nosotros por su
    profunda universalidad, por su expresión de los valores de
    la cultura
    humana, enmarcados en la geográfica expresión de
    España y de su entorno colonial, y sobre todo, por su
    trascendente mensaje ético". (1981: p. 3)

    Cervantes no incurre en regionalismos; siente a
    España como un todo indisoluble y logra que toda
    España sienta suyo al de la "Triste Figura" y a su
    escudero. Don Quijote vino
    a revelar que desde los Pirineos hasta Cádiz, por encima
    de matices locales, había un pueblo sujeto a los mismos
    avatares, a un común destino formador del sentimiento
    nacional. Este libro
    constituye el primer punto de fusión
    espiritual para los españoles. Cervantes ofrece con
    él su primer patrimonio
    verdaderamente nacional: no había habido leyes ni nada que
    lograra hasta entonces la fusión de
    un ser común ni de una misma conciencia. Al
    decir de nuestra Mirtha Aguirre: "No había un
    Corán, una Biblia, un libro santo que unificase, que
    tendiese puentes, que crease un algo de fraterno reconocimiento
    común. Don Quijote de la
    Mancha llenó ese vacío. Y lograrlo fue, sin
    duda, la más grande hazaña cervantina". (1978:
    184-185).

    En La Galatea hay un esfuerzo por parte de su creador
    por ampliar y modernizar la lengua. Esto caracterizará al
    resto de sus obras: El Quijote (2ª parte) Novelas
    Ejemplares (1613) Viaje del Parnaso (1614) Persiles y
    Segismundo.

    Hay en Cervantes alto grado de responsabilidad de escritor y de conciencia
    lingüística. No es escribir mucho; es, como dice en
    el "Prólogo" de La Galatea, que "estén bien
    escritos". El complutense muestra gran
    poder de
    reflexión, así como su compromiso con una nación,
    con un pueblo. Aboga por la llaneza y claridad en el lenguaje
    –y como se decía al inicio- por la discreción
    en la lengua.

    Buscando voz de pueblo, utiliza los refranes frecuentes
    en El Quijote. Desde el siglo XVI el Refranero fue bien visto por
    escritores y gramáticos. Es la nueva visión del
    mundo que trae el Renacimiento,
    ese movimiento
    gigante que al decir de Federico Engels "engendró
    titanes". Garcilaso, Juan Boscán, Juan de Valdés y
    otros consideraban que la lengua del pueblo era maestra de la
    lengua literaria. Esto, junto a otra posición defendida
    por Fernando de Herrera, permite observar la concepción
    unificadora y nacionalista que defiende Cervantes. Dice Fernando
    de Herrera: "El español es
    creación de toda España, de todas sus comarcas, y
    no hay por qué establecer preferencias regionales: la
    lengua perfecta es la de la gente bien hablada, lo mismo si es de
    Bilbao o Bermeo, que de Zaragoza o Sevilla". J. (Oliver:
    103)

    Aprovechando la sapiencia de Don Quijote, este
    discurre en el Capítulo II en torno de este
    tema. Explica el personaje que este pescado llamado trucha
    o truchuela en La Mancha, recibe otros nombres como:
    abadejo en Castilla, bacalao en Andalucía y
    curadillo en otras partes.

    Cervantes no pierde oportunidad para trabajar sobre la
    lengua. En el Capítulo XII el Quijote reprende a su
    interlocutor por decir cris por eclipse;
    estil por estéril y porque no sabe utilizar
    el término astrología. Estas situaciones en
    que el autor va haciendo una labor correctiva sobre el idioma son
    frecuentes en la obra ejemplar.

    Por los biógrafos de
    Cervantes se conoce cómo este se vanagloriaba del dominio que
    alcanzó del toscano, lengua neolatina que se eleva al
    rango de lengua literaria gracias a la labor de las tres grandes
    Coronas italianas: Dante, Petrarca y Bocaccio, y más tarde
    se convierte en lengua nacional de Italia.

    Aparecen formas variadas que manifiestan una
    vacilación en cómo debe decirse o escribirse; las
    mismas son utilizadas por los escritores intencionadamente.
    Obsérvese en El Quijote:

    Prosupuesto y presupuesto: propósito,
    objetivo

    Plático y práctico

    Tobosino y tobosesco: gentilicio de
    Tobosa

    Temoroso y temeroso

    Calonas y calumnias: son usadas ambas en el Cap.
    II.

    En esta novela se
    presentan palabras de otras lenguas que nutrieron la
    nuestra:

    Árabe: almalafa "tipo de
    vestuario"

    Germánico: garbear "merodear"

    Véanse tres tiempos de la lengua española
    en la obra magna de la literatura
    española:

    Primer tiempo: de los caballeros
    (medioevo)

    Plegaos : plazcaos

    Siniestro: vicio, resabio

    Membraros: acordaos (autorizados por Garcilaso y
    Juan de Valdés).

    Segundo tiempo: el de Cervantes: siglos
    XVI-XVII.

    En hoto: "en confianza"

    Mándole: "prométole"

    Denantes: "de antes"

    Emperante: "emperador"

    Luego, luego: "muy pronto"

    Tercer tiempo: la etapa actual.

    Puerco

    Temeroso

    Práctico

    Meter las manos

    Hasta los codos

    Cervantes pone toda la lengua en acción. En
    él no existen prejuicios. Lo que quiere es que todo
    español
    hable con libertad. En
    cada momento hace que la lengua cumpla una función
    específica. Por esta posición del creador del
    Quijote, ha afirmado Justo de Lara: "si entonces hubiera existido
    una Academia Española, Cervantes, al revés de
    Quevedo, habría tenido que expurgar grandemente sus obras
    de los barbarismos que las plagaban, para merecer asiento entre
    los que ‘limpian, fijan y dan esplendor’ al habla de
    Castilla. Y digo que esos barbarismos plagaban sus obras y
    no la plagan, porque gracias a él han recibido entre los
    españoles carta de naturaleza".
    (1980, p. 52)

    Cervantes explota no solo lo popular, como se ha visto.
    Los cultismos son llevados a sus obras, verbigracia: "el seguidor
    de la fugitiva ninfa" (alusión a la historia de Dafne y Apolo).
    El sabe fusionar lo culto y lo popular; ya quedan
    íntimamente mezclados y amistosamente vinculados en los
    dos personajes centrales. Sin ninguna duda tienen razón
    los que consideran que una de las mejores lecciones cervantinas
    está en su lenguaje.

    Si el siglo XVII no pudo glorificar el genio cervantino,
    no apene ni extrañe. Como expreso Justo de Lara:"Los
    genios son como las torres. A distancia se comprende su altura,
    pero a su lado, es imposible medir su elevación y admirar
    su grandeza". (Ibíd., p. 100).

    No podían imaginarse aquellos hombres que la
    posteridad iba a ser la encargada de reconocer el justo lugar de
    este pobre complutense y que el día de su muerte
    –23 de abril- sería tomado para festejar la lengua
    española.

    Y ahora no es lengua castellana, aunque muchos
    españoles la sigan llamando así. Ahora es una
    lengua fusionada por la genialidad y el quehacer de toda una
    nación.
    Y más que lengua nacional, una de las más
    prestigiadas y enaltecidas internacionalmente. Creemos que esta
    es una de las recompensas de este genio de las letras, junto a la
    de su inmortalidad, desde donde puede contemplar -en el pedestal
    de su gloria -con risa y a la vez con lástima, las
    pequeñeces y locuras de sus contemporáneos. (Lara,
    1980, p. 100).

    BIBLIOGRAFIA:

    1. Aguirre, Mirta: La obra narrativa de Cervantes. La
      Habana, Arte y
      Literatura, 1978.
    2. Aleza Izquierdo, Milagros (Edit.): Estudios de
      Historia de la
      lengua española. Valencia, Universidad
      de Valencia, 1999.
    3. Baquero Escudero, Ana L.: Cervantes y cuatro autores
      del siglo XIX; Alarcón, Pereda, Valera y
      "Clarín". Universidad
      de Murcia, 1989.
    4. Cervantes, Miguel de: El autor y su obra. La Habana,
      Instituto Cubano del Libro, 1974.
    5. —————————- El ingenioso hidalgo
      Don Quijote de la
      Mancha, 2t. La Habana, Arte y
      Literatura, 1974.
    6. —————————- Novelas
      Ejemplares. Madrid, Ediciones Giner, 1973.
    7. Chabás, Juan: Nueva y manual historia
      de la Literatura española. Santiago de Cuba,
      Universidad de Oriente (s.f.).
    8. Escudero Martínez, Carmen: Cervantes en la
      narrativa de Francisco Ayala. Universidad de Murcia,
      1989.
    9. Lapesa, Rafael: Historia de la lengua (II). Santiago
      de Cuba,
      Universidad de Oriente, Imprenta Universitaria,
      1983.
    10. Lara, Justo de: Cervantes y El Quijote. La Habana,
      Letras Cubanas, 1980.
    11. Maestros de Literatura Universal (1547-1898).
      Colombia,
      Editorial Oveja Negra, 1984.
    12. Oliver Asin, Jaime: Iniciación al estudio de
      la historia de la lengua española. Madrid,
      1941.
    13. Olmo, D. del: Cervantes. Barcelona, Editorial Sopena,
      1960.
    14. Quer A., Santiago: "Fray Luis de León:
      ‘La serenidad como modo de encontrar a Dios’", en
      revista de
      Literatura y Lingüística. Chile,
      1990-1991, no. 4.
    15. Real Academia Española: Diccionario
      de la lengua española. Madrid, Editorial Espasa-Calpe,
      21 ed., 2001.
    16. Rosales, Luis: Cervantes y la libertad.
      Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, Instituto de
      Cooperación Iberoamericana, 1985.
    17. Santos Moray, Mercedes: "El ingenioso hidalgo Don
      Quijote de la Mancha", en Perfiles Críticos. La Habana,
      Editorial Pablo de la Torriente Brau, 1989, p.
      211-215.

    Por:

    Hidelisa Velázquez Pratts.

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