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Aportes para una Historia del Partido de la Costa




Enviado por dipaolod



    Aportes para un estudio de la historia del Partido de la
    Costa.-

    1. Objetivo, fuentes y
      método
    2. El circulo
      virtuoso
    3. Una sola
      actividad
    4. Propiedad y
      pertenencia
    5. Perspectivas

    OBJETIVO, FUENTES Y
    METODO:

    El objetivo de
    este trabajo consiste en aportar ideas para el estudio de la
    dependencia de una comunidad a un
    solo tipo de actividad económica, a través del auge
    y desarrollo del
    Partido de la Costa y su posterior decadencia.- Este partido
    bonaerense, creado por Ley 9024 del 11
    de junio de 1978 con la denominación de Municipio Urbano
    de la Costa posee una superficie de 226 km2 y se extiende en la
    parte norte del litoral marítimo bonaerense.-Sus límites
    son: al norte la Bahía de Samborombón, al sur el
    Partido de Pinamar, al oeste el Partido de General Lavalle y al
    este el Mar Argentino.-

    Hemos estudiado particularmente la década de los
    años ‘80, desde el año 1978 hasta 1992 a
    partir de tres líneas de análisis vinculadas entre
    sí:

    • La característica original que
      presentó un tipo especial de turista y que hemos dado en
      llamar "turista propietario";
    • La situación generada por la dependencia del
      turismo como
      única industria
      local; y
    • La existencia de una importante actividad
      económica de temporada, desarrollada principalmente por
      comerciantes no residentes.-

    Creemos que la conjugación de estos elementos a
    partir, basicamente de circunstancias de distancia, factores
    climáticos de la época en estudio y la influencia
    de una concepción cultural, hicieron que esta zona, en esa
    época, gozara rápidamente de prestigio y fuera
    elegida por gran cantidad de público, para luego perder
    vigencia y protagonismo con la misma velocidad.-

    Las fuentes de
    este trabajo son variadas: Datos
    estadísticos del INDEC (Censos Nacionales de Población de 1980 y 1991 y Censos
    Nacionales Económicos de 1974 y 1985) y del Registro
    Estadístico Bonaerense, información del Servicio
    Meteorológico Nacional (Servicio de
    Información Meteorológica) y de la
    Dirección Provincial de Vialidad, datos aportados
    por la Municipalidad del Partido y de empresas y
    organismos de la zona (Fundación Mundo Marino,
    Aeródromo de Santa Teresita, etc) y, finalmente, encuestas y
    entrevistas
    desarrolladas entre residentes, propietarios no residentes y
    comerciantes.-

    EL CIRCULO
    VIRTUOSO:

    Durante los años ’70, y como
    históricamente a partir de los años ’40,
    existía en nuestro país la clase social tipificada
    como "clase media", consecuencia directa del modelo de
    acumulación conocido como "Estado de
    Bienestar" y constituída por profesionales, empleados de
    mediana jerarquía, y pequeños productores,
    comerciantes e industriales.- En general hijos o nietos de
    inmigrantes extranjeros, con estudios secundarios completos y en
    algunos casos universitarios, sus ingresos les
    permitía satisfacer sus necesidades de alimentación,
    vestido, vivienda y en el caso que nos ocupa, esparcimiento;
    disfrutando, además, de una mediana capacidad de ahorro, la
    cual, sin embargo desde mediados de esa década comenzaba a
    verse amenazada por las diversas políticas
    económicas aplicadas por los gobiernos de la época
    (Rodrigazo, la "tablita", etc) y por una situación
    política
    insegura (gobierno de
    facto, conflicto
    limítrofe con Chile,
    etc).-

    Sin compromiso político partidario en general,
    pero con peso electoral, eran en su mayoría herederos de
    varios conceptos formados por sus ascendientes inmigrantes: En lo
    económico la aspiración prioritaria era el
    asegurarse como primer bien la vivienda propia, e invertir los
    excedentes en bienes
    raíces como forma de ahorro, y en
    lo social-familiar el cumplimiento de ciertos roles familiares
    estancos según los cuales el padre debía proveer el
    bienestar familiar, mientras que la madre debía criar a
    los hijos.- Esta estructura se
    sustentaba con un nivel de ingresos que,
    para esa época y gracias al modelo de
    estado de
    bienestar todavía vigente, permitía que no fuera
    necesario un segundo salario en
    la familia.-
    De la aplicación de estos principios, esta
    clase social conformaba una célula
    familiar clásica para la época: El padre proveedor
    que desarrollaba su actividad laboral aportando
    los medios para
    satisfacer las necesidades del grupo familiar
    y la madre ama de casa, especialista en economía
    doméstica y dedicada a la crianza de los dos o tres hijos
    que completaban la familia, todos
    residentes en una casa propia.-

    En este marco económico-cultural no era
    extraño que una familia de clase
    media pudiera disfrutar de largos períodos vacacionales
    coincidentes con los recesos escolares estival (alrededor de tres
    meses) e invernal ( quince días) y el feriado de Semana
    Santa.- En época estival, en particular, la familia
    podía trasladarse a un centro veraniego donde el padre
    compartía con su familia un período de descanso de
    veinte días o un mes, pues los viajes al
    exterior no estaban incorporados a la mentalidad de esta clase,
    principalmente debido a los costos.- Los
    insipientes viajes a Miami
    o Brasil
    tenían como fin la provisión de artículos de
    consumo
    importados, pero todavía esos destinos no se
    constituían como turísticos.-

    Si interpretamos en forma conjunta estos conceptos:
    disponibilidad (principalmente económica) de vacacionar,
    la prioridad de "la casa propia" y la necesidad de invertir en
    bienes
    raíces o divisas extranjeras para mantener el capital
    ahorrado (que ahora comenzaba a verse amenazado), podemos
    entender que la aspiración de la familia consistiera en
    pasar largas vacaciones en una zona veraniega, pero en un
    inmueble de su propiedad ya
    que, dentro de esa concepción no era aceptable el cambio de
    rutina que se produciría en el caso del alojamiento
    familiar en hoteles, donde la
    vida cotidiana de la familia se vería notablemente
    alterada, pues ello demandaba, por ejemplo, almorzar y cenar en
    restaurantes o lavar la ropa en comercios dedicados a tal fin,
    entrando en conflictos los
    roles tradicionales e incrementándose el costo de las
    vacaciones.- Entonces, el poseer una vivienda veraniega
    constituía varias ventajas:

    1-Desde lo social, por un lado, el inmueble propio
    garantizaba vacaciones, pues estaba disponible, año tras
    año y para todos los recesos vacacionales, sin necesidad
    de reservas previas, siendo utilizable por otros miembros de la
    familia amplia como abuelos o amigos; solo se trataba de cambiar
    temporariamente de domicilio, sin cambiar las costumbres ni
    afectar en gran medida la rutina familiar.-

    2-Desde lo económico, por el otro, en un ambiente
    coyuntural inestable y de incertidumbre, poseer una vivienda de
    estas características generaba la seguridad de
    tener siempre un destino vacacional sin costo extra, y en
    última instancia constituía una inversión.-

    Surge asi la necesidad de establecer un sitio propio de
    veraneo, es decir, adquirir un lote (y construir en el una casa)
    o un departamento, en una zona vacacional para trasladarse
    libremente la familia durante el comienzo del receso estival.-
    Este sitio propio permitía al padre proveedor compartir 15
    o 20 días con la familia y luego regresar a su lugar de
    origen a desarrollar sus tareas habituales (el 75% de los
    propietarios no residentes del Partido de la Costa se domicilian
    en Capital
    Federal y Conurbano), viajando durante los fines de semana a la
    zona de veraneo, para regresar la familia completa al finalizar
    el período vacacional.- El resto de la familia
    permanecía en la residencia de veraneo, a cargo de la
    madre ama de casa.- Es razonable, en esta línea de
    análisis, que la familia buscara para
    instalar su propiedad de
    veraneo un lugar cercano al trabajo del padre, de fácil
    acceso y que no constituyera un nucleo urbano importante del tipo
    de Mar del Plata (pues las propiedades costeras eran
    económicamente inaccesibles por tratarse de casonas de
    principios de
    siglo, propiedad de familias de alcurnia).- De esa forma, el
    litoral marítimo del Partido de General Lavalle, con sus
    pequeñas villas veraniegas constituía el enclave
    adecuado para instalar una vivienda vacacional: Cerca de Capital
    Federal y Conurbano, con gran cantidad de lotes en oferta y
    económico.-

    Es así que a mediados y fines de los ’70,
    los balnearios ya existentes (pequeñas villas despobladas
    que databan de los años 30 y 40) comenzaron a recibir
    oleadas de turistas que adquirían lotes para edificar
    chalets.- Junto con ellos, empresas
    especializadas comenzaron a construir edificios de departamentos
    de uno a tres ambientes o pequeños chalets en duplex a
    razón de cuatro o cinco por lote, generándose una
    rápida urbanización de la zona, desde la
    línea costera hacia el interior; y este hecho, a su vez,
    provocó un incremento en las sumas que el municipio
    recibía en concepto de las
    tasas correspondientes.- Estos propietarios, asimismo,
    conformaron un importante caudal turístico que
    redundó en un incremento de la actividad comercial,
    elevándose también la percepción
    de tasas vinculadas a la misma.-

    A comienzos de los ’80 se encuentra ya disparado,
    en el ámbito local un período de prosperidad y se
    genera un círculo virtuoso de expansión e impulso,
    pues a mas turismo, mas actividad
    comercial y mas crecimiento urbano y mas atractivos
    turísticos y nuevamente mas turismo.- Este círculo
    virtuoso se confirma, y a la vez se repotencia con otros hechos
    que se suman.- Los mas destacables fueron: a partir del
    año 1978 comenzaron los vuelos de Aerolíneas
    Argentinas a Santa Teresita, permitiendo el acceso a la zona por
    otra vía, además de la terrestre; en enero de 1979
    abrió sus puertas Mundo Marino, constituyéndose en
    una atracción novedosa, original y exclusiva, no solo en
    la zona sino en el país; también en enero, pero de
    1981 se abrió definitivamente la ruta provincial 11 en su
    tramo Pipinas – Esquina de Crotto, dotando al Municipio de
    la Costa de una ruta propia, distinta a la entonces peligrosa y
    lenta ruta 2, que ya no soportaba el tráfico vehicular que
    esta zona generaba; en el año 1982 se inauguró una
    planta transmisora de televisión, dotando a la zona de su propio
    canal televisivo; ya para febrero de 1986 se celebró la
    primera carrera de Turismo Carretera en el entonces circuito
    semipermanente del Partido.- Desde otra perspectiva,
    acontecían otros hechos, consecuencia y a la vez motivo
    del desarrollo de
    la zona: en marzo de 1981 se inauguró la

    Casa del Municipio de la Costa en Capital Federal, a fin
    de atender a la cantidad de propietarios radicados en esta ciudad
    y Gran Buenos Aires, y
    finalmente el 23 de mayo de 1983 el Municipio Urbano se
    transforma en Partido, logrando su plena
    autonomía.-

    No solo los hechos humanos aportaban al éxito
    de La Costa, pues, según los registros del
    Servicio Meteorológico Nacional, en los años 1983,
    1984, 1985, 1987, 1988 y 1989 se produjeron las marcas
    climáticas mas óptimas en temporada estival, con un
    promedio de 5 días por mes de mal clima entre
    diciembre y marzo, lo que hacía a la zona un verdadero
    paraíso.-

    UNA SOLA
    ACTIVIDAD:

    El importante flujo turístico produjo, durante
    los años en análisis, una alta tasa de
    ocupación durante los períodos vacacionales (en
    especial los estivales), generándose una gran cantidad de
    fuentes de trabajo.- La gran demanda de
    mano de obra, teniendo en cuenta la escasa población de entonces, provocaba que se
    abonaran tentadores salarios y esto
    actuaba como imán de atracción para gente del resto
    del país que se trasladaba en verano a fin de cubrir
    puestos de trabajo e incluso ocurría que jóvenes
    turistas, cuyas familias veraneaban toda la temporada, se
    emplearan en comercios (en general confiterías o
    balnearios) a efectos de procurarse un ingreso extraordinario.-
    Durante el resto del año, los residentes afrontaban el
    invierno con los recursos que toda
    la familia había generado durante la temporada estival y
    con el ingreso del trabajo estable del jefe de familia que en el
    80 por ciento de los casos consistía en empleos
    públicos, provinciales o municipales; mantenimiento
    de las casas y edificios que luego de la temporada quedaban
    desocupados; o en relación de dependencia con las cooperativas
    de servicios
    locales; o empleos en el ramo de la construcción.- Asimismo, en época
    invernal, gracias al receso escolar, se producía un
    pequeño movimiento
    turístico, nada comparable con el verano, pero suficiente
    como para que los comercios estables locales (almacenes,
    confiterías, restaurantes y otros) pudieran reforzar su
    economía
    hasta la próxima temporada y, finalmente, entre los meses
    de octubre y diciembre, se producía una pretemporada
    motivada por los propietarios-turistas que concurrían a
    acondicionar sus casas para el próximo verano para uso
    propio o para ofrecerlas en alquiler; acaparando la actividad, en
    este caso, los comercios de ferretería,
    pinturerías, casas de sanitarios, corralones e
    inmobiliarias.-

    Puede observase que toda la actividad económica,
    en temporada, o fuera de ella, tanto de los particulares, como
    del Municipio, era altamente dependiente, en forma directa o
    indirecta, del turismo, ocurriendo que no se desarrollaba alguna
    actividad local (pesquera, ganadera, agrícola o aún
    financiera) paralela, pues la poca industria
    existente apenas empleaba alrededor de 500 personas.-

    Establecimientos fabriles no relacionados con el
    turismo:

    Año 1974 (Cenco Nac. Económico): 119
    *

    Año 1985 (Censo Nac. Económico): 126
    **

    *Incluye Partido de Gral. Lavalle ** Generados 513
    puestos de trabajo.-

    La prosperidad de la zona, en un contexto de la
    economía general del país de mediado de los
    ’80, bastante difícil, tentaba a muchas familias a
    radicarse en el Partido de la Costa, con el objeto de instalar un
    comercio
    vinculado al servicio turístico, o conseguir empleo
    seguro durante
    las temporadas, produciendo esta situación un doble
    crecimiento demográfico: el natural de la población
    estable y el crecimiento dado por las radicaciones.- Este aumento
    poblacional produjo, asimismo, el incremento del número de
    comercios estables y de establecimientos educativos y de salud, con la consiguiente
    generación de nuevos puestos de trabajo.-

    En general la población estable se concentraba en
    núcleos urbanos antiguos como San Clemente y Mar de
    Ajó, mientras que los nuevos residentes se radicaban en
    poblaciones de reciente crecimiento como San Bernardo y Santa
    Teresita.-

    Evolución de la
    población estable:

    Año 1980 (Censo Nacional): 25.652
    habitantes

    Año 1991 (Censo Nacional): 47.278
    habitantes

    Sin embargo, a pesar de las consideraciones hechas con
    respecto a la actividad fuera de temporada y al incremento
    poblacional, existía una notable diferencia en la cantidad
    de habitantes de las ciudades entre el invierno y el verano, pues
    con mas del 70 % de las viviendas y comercios vacíos, los
    centros urbanos en época invernal, parecían
    verdaderos pueblos fantasmas, siendo los residentes los virtuales
    dueños de todo el lugar, desarrollando una vida tranquila
    propia de un pequeño pueblo provinciano.-

    Cantidad de viviendas*:

    Año 1980 (Censo Nacional):

    Total: 40.831 viviendas

    7.267de residentes (17,80 %)

    33.564 de turistas propietarios (82,20 %)

    Año 1991 (Censo Nacional):

    Total: 72.008 viviendas

    14.587 de residentes (20,26 %)

    57.421 de turistas propietarios (79,74 %)

    * Se incluyen viviendas y locales comerciales

    Ese contraste entre el invierno y el verano
    producía un ciclo de gran actividad – receso –
    gran actividad: La ciudad casi vacía durante el
    año, se insertaba en el vértigo de una urbe
    ciudadana durante la temporada estival; así,
    después de la parsimonia invernal, en pocos días, a
    fines de diciembre se producía un vertiginoso movimiento de
    vehículos y personas, consecuencia de los locales y
    comercios que se rehabilitaban ante la proximidad de la
    temporada, y durante la plenitud de esta (enero y febrero),
    aún mayor vértigo, con locales nocturnos,
    espectáculos teatrales, playas colmadas, calles
    desbordantes de turistas, restaurants colmados, etc; mientras
    que, a fines de marzo, nuevamente en pocos días, los
    edificios se vaciaban y la mayoría de los comercios
    cerraban sus puertas.- En entrevistas
    realizadas a residentes de la zona, estos reconocieron que este
    contraste les generaba alternadamente una sensación de
    invasión, y una sensación de
    vacío.-

    Otro aspecto relevante de esta dependencia del turismo
    que venimos analizando se dio con el fenómeno de los
    comerciantes de temporada.- Estos comerciantes no eran
    residentes, pero desarrollaban una residencia estival (entre
    fines de noviembre y principios de abril) dedicada a la
    provisión de servicios
    turísticos instalando comercios minoristas principalmente
    de reventa de artículos textiles y de calzado,
    confiterías, pizzerías y rotiserías, etc.-
    La instalación de estos comercios, si bien significaba
    para el Partido una fuente de ingresos adicional en concepto de tasa
    de habilitación, y para los residentes una fuente de
    empleos, en general bien pagos pero temporarios y por ello mismo
    intensivos (sin francos semanales y de extensas horas de
    trabajo), también significaba, al finalizar la temporada
    estival, una importante transferencia de recursos fuera
    del Partido, pues los comerciantes estivales retiraban sus
    ganancias para reinvertirla en su lugar de origen.- Ello explica
    el porqué, a pesar del intenso tráfico
    turístico y comercial, nunca se desarrolló en el
    Partido de la Costa una actividad bancaria o financiera
    importante, salvo las aperturas temporales de casa de cambio durante
    los veranos en que la inflación y la depreciación monetaria obligaba a los
    comerciantes a la compra de dólares a fin de mantener el
    valor de los
    ingresos.- Los depósitos a plazos fijos u otro tipo de
    inversión bancaria, dada la proximidad con
    la Capital Federal y el Conurbano, se efectuaban en las entidades
    bancarias en las cuales el comerciante era cliente.- Las
    sucursales bancarias instaladas en el Partido siempre proveyeron
    a la plaza local de servicios menores como el pago de haberes
    jubilatorios o cobro de servicios y tasas, operando
    exclusivamente en servicios financieros con los residentes que,
    como consecuencia de la temporada, hubieran conseguido
    algún ingreso que les permitiera efectuar dichas operaciones; pero
    lo cierto es que el grueso del capital generado por la actividad
    turística era transferido fuera del Partido.- Esta
    pérdida de recursos solo se atemperaba en forma indirecta
    a través del incremento del volumen de las
    tasas de construcción percibida por el municipio
    derivado de la reactivación de la construcción en
    el período inter temporadas y los ingresos que el sector
    privado percibía debido al movimiento económico que
    esa actividad impulsaba en la plaza local.-

    PROPIEDAD Y
    PERTENENCIA:

    Analizamos anteriormente la situación de los
    residentes y los comerciantes temporarios.- En ambos casos, si
    bien en distinto grado, existió un vínculo de
    pertenencia con la zona: En el caso de los residentes es claro, y
    en el caso de los comerciantes temporales, justamente esa
    situación era la que los obligaba a mantenerse en contacto
    con la realidad cotidiana del Partido, aún fuera de los
    períodos vacacionales, pues la necesidad de rehabilitar su
    comercio en la
    siguiente temporada, con la expectativa de lograr una ganacia
    lucrativa, hacía que se vincularan durante el año,
    a través de viajes o contacto con residentes.- En cambio,
    el turista puro, el que vacacionaba durante la época
    estival y visitaba el Partido durante Semana Santa y vacaciones
    invernales, aún siendo propietario de bienes inmuebles de
    la zona, en general jamás se involucró con la
    realidad del Municipio mas alla de aportarle mensualmente el pago
    de la tasa municipal, a la cooperativa de
    servicios, el costo del servicio utilizado y al estado provincial
    el impuesto
    correspondiente.- En entrevistas realizadas con propietarios no
    residentes, la mayoría de ellos negó conocer datos
    mínimos acerca del Partido fuera de los vinculados a lo
    tuístico, como por ejemplo los sucesivos Intendentes, o
    que en alguna oportunidad la zona hubiera pertenecido al Partido
    de General Lavalle, además reconocieron que nunca se
    interesaron por el Partido de la Costa mas allá de su
    propiedad, que no se sintieron nunca parte de esa sociedad y que
    desconocían la actividad de los residentes fuera de la
    temporada.-

    Esta autopercepción de los propietarios no
    residentes como simples turistas es decir, el comportamiento
    social similar al de turistas, de parte de quienes en realidad
    eran propietarios, que de desearlo hubieran podido, incluso,
    participar en la elección de las autoridades municipales
    con un simple trámite de cambio de domicilio,
    colaboró con el desarrollo de la dependencia
    turística, en virtud de que se presentaban ante los ojos
    de los residentes, de las autoridades municipales y de los
    comerciantes temporales como un "mercado cautivo"
    en un doble sentido:

    • Por ser propietarios, quedaba garantizada su
      presencia todas las temporadas y su contribución
      tributaria; y
    • Por comportarse como turistas, quedaba garantizado el
      movimiento comercial que el turismo genera.-

    La década en estudio se caracterizó porque
    ese "mercado cautivo"
    se comportó tal cual se esperaba de él:
    Rutinariamente los propietarios construían sus propiedades
    en el Partido y abonaban sus impuestos; a
    fines de diciembre o principios de enero se trasladaban a su casa
    o departamento durante un mes, o hasta prinicipios de marzo y
    consumían los servicios que se les ofrecían.-
    Finalizada la temporada, retornaban a su lugar de origen y
    durante el año continuaban abonando sus impuestos, tasas
    y servicios, hasta la llegada del próximo
    verano.-

    ¿Que ocurriría si ese "mercado" decidiese,
    un verano, no concurrir a la Costa? No era una pregunta
    válida durante los años ’80, pues el
    círculo virtuoso antes descripto demostraba año
    tras año que eso no ocurriría, solo se trataba de
    generar, año tras año mas atracciones
    turísticas.-

    En el caso de los residentes se debe hablar de sentido
    de pertenencia, pero en el caso de los propietarios, que se
    representaban a si mismos como turistas, el sentido de propiedad
    reemplazaba al sentido de pertenencia pero cumplía,
    paradojicamente, un rol semejante: el propietario no vacacionaba
    en "el Partido de la Costa", sino que vacacionaba en "su casa de
    la costa", esto entendido como símbolo de status
    económico y tradición a la vez, pero no como "ser"
    o "sentirse" parte del lugar.-

    Lo dicho parece una sutileza dialéctica pero
    tiene una importante implicancia para la zona, pues si se analiza
    en profundidad se podrá ver que lo impensable en plenos
    ’80 se transformó en una realidad a principios de
    los ’90, cuando por causas económicas, se
    cambió al Partido de la Costa por destinos externos, o
    simplemente, se dejó de gozar de vacaciones.- Es que el
    turista propietario se comportó, precisamente, como lo
    había hecho hasta entonces, es decir, aplicando el sentido
    de propiedad, en función
    del cual eligió el destino que le resultaba mas
    económico y mas afín con sus ideas,
    económicas y de familia, las cuales también, a
    partir de fines de los ’80 y principios de los ‘90
    comenzaron a modificarse al ritmo de los cambios que se
    imponían en los planos económicos y financieros
    generales del país (privatizaciones, convertibilidad,
    reforma del estado, etc).-

    Recordemos que, entre otros cambios se modificaron las
    ideas de consumo,
    utilización de servicios, turismo e incluso de familia,
    vigentes hasta entonces y que analizamos al comienzo de este
    trabajo.- De haber existido sentido de pertenencia antes que
    sentido de propiedad, posiblemente hubiera sido distinto, pero
    los hechos demuestran que las propiedades sitas en la costa
    comenzaron a ofrecerce masivamente en alquiler o venta o se
    prestaron a familiares de menores recursos produciéndose,
    alrededor de 1992 en adelante, un proceso de
    recambio en el perfil del turista.- Esta nueva generación
    de turistas, en general ya no de clase media, sino de clase media
    empobrecida o de clase trabajadora, no propietarios,
    reemplazó a aquellos, modificándose el
    círculo virtuoso que explicamos al principio, pues estos
    últimos ya eran turistas en sentido puro, sin
    relación de pertenencia, ni siquiera de propiedad con la
    zona, no constituían el "mercado cautivo" de la
    década precedente y no mantenían el nivel de
    consumo de los anteriores generándose una
    retractación de la actividad comercial.-

    Por su parte, la nueva economía del país
    produjo un redireccionamiento de las inversiones,
    las cuales dejaron de fluir hacia la construcción de
    unidades veraniegas con la consecuente y notable
    disminución del volumen de obras,
    el menor ingreso de las correspondientes tasas para el municipio
    y el creciente nivel de desocupación de la mano de obra ligada a la
    construcción ahora detenida .-

    Así, el Partido de la Costa gozó de
    éxito y
    popularidad durante una década en la cual se estaba
    gestando un modelo económico que, una vez impuesto a
    pricipio de los ‘90, se cobró, entre otros, con la
    desarticulación de la clase media que aportó al
    desarrollo de la zona.- Este hecho y el no haber desarrollado
    actividades productivas a la par de la "turismo dependencia"
    colocó a este Partido en una encrucijada de díficil
    solución: La clase media propietaria, asfixiada por otros
    compromisos no solo dejó de veranear en la zona sino que
    también dejó de pagar sus impuestos; la actividad
    turística, que se limitó a una quincena en cada uno
    de los meses de enero y febrero, se hizo casi inexistente el
    resto del año.- El estado
    municipal a la luz de los
    mandatos económicos superiores, se encontró en
    permanente achicamiento, sumido en conflicto con
    los trabajadores y embarcado en la privatización espasmódica y
    desprolija de servicios vitales.-

    PERSPECTIVAS:

    En nuestro país, a partir de los hechos de
    diciembre de 2001, se abrió un proceso en el
    cual, la elección del actual Gobierno Nacional
    marca,
    presuntamente, el comienzo de una nueva etapa.- Si se logra
    producir un cambio similar a nivel local y desde allí
    proyectar hacia el futuro conociendo los errores pasados, es
    mucho lo que los residentes y las autoridades locales pueden
    hacer tomando la iniciativa y aprovechando los recursos
    humanos y naturales: El turismo debe seguir
    impulsándose, pero además hay campo para el
    desarrollo de actividades vinculadas a la producción agropecuaria, la pesca y otras;
    y en esta etapa deberán requerir de los propietarios no
    residentes su participación, hacerlos protagonistas y
    explorar las capacidades de ese grupo, a
    partir de actividades integradoras y utilizando la estructura
    existente en la Ciudad de Buenos Aires,
    como la Casa de la Costa o las oficinas de las cooperativas
    en esa Ciudad.- Así por ejemplo la celebración de
    cursos, charlas,
    jornadas o talleres, la
    organización de concursos o promociones o cualquier
    otra actividad que genere vínculos de pertenencia entre
    los no residentes, todo ello sin esperar ayuda o asistencia de
    los gobiernos provincial o nacional los cuales, por ahora, poco
    pueden hacer.-

    Por Daniel Di Paolo ©

    Quilmes Pcia de Bs As

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