- Definición
- Generalidades de los
Delfines - Respiración
- Peligro de
extinción - Especies
- El sonido de los
delfines
Los delfínes son pequeños cetáceos
con dientes (odontocetos). Generalmente el nombre de
delfín se emplea para los de hocico largo o pico. Son
animales
marinos que viven en las aguas templadas de los océanos
Atlántico y Pacífico generalmente. Su cuerpo es
aerodinámico con pequeñas aletas.
Son animalitos que pueden llegar a medir cerca de cuatro
metros y pueden llegar a pesar hasta 300 kilos. Viven en grupos de seis o
más de cien individuos, se comunican entre si mediante
diferentes silvidos. Unos a otros se ayudan y cuidan mucho a sus
crias, las crias nacen bajo el agua, la
madre y otros adultos la ponen a flote, sobre la superficie para
que puedan respirar. Están provisto de dientes y pueden
fluctuar entre los 200 y 260 dientes, son los animales mas
juguetones que hay en el mar y se les ve dando saltos y tumbos en
las olas de los mares. Siguen a los buques por espacio de
centenares de millas y por rápida que sea la marcha nunca
se quedaran resagados.
Los delfines
recién nacidos se alimentan de la leche materna,
como dato curioso suelen hacerlo debajo del agua.
Después se alimentan de peces,
calamares y de mariscos que sostienen con sus dientes
agudos.
Para respirar necesitan ascender a la superficie del
mar, haciendo un acopio de aire que les
permite permanecer sumergidos hasta 50 minutos y aún
más. Durante su permanencia en el agua sus
órganos respiratorios permanecen cerrados, de modo que
aunque abran la boca y puedan ingerir alimentos el
agua no
penetra en sus bronquios
Estos animalitos estan en peligro constante, ya que
muchos los llegan a cazar cuando pescan el atún y no solo
se va uno por red, hay veces que van de 10
a 12 delfines
incluidos con el atún. Pero no solo por eso corren peligro
los delfines ya que también los llegan a utilizar como
experimentos
militares, principalmente los alemanes, o si no los utilizan para
conocer el funcionamiento de su cerebro o de la
ondas que
transmiten por su medio de comunicación. Otros más bien los
utilizan como medio de entretenimiento en los parques
acuáticos, para sus visitantes, pero si bien el
público se enterase del proceso por el
cúal pasan estos indefensos animales la verdad no
sería tan agradable como irlos a ver, un delfín no
es simbolo de entretenimiento es más bien un simbolo de
inteligencia
superior que muchos de nosotros como seres humanos no hemos
podido desarrollar.
Hay varios tipos de especies entre las cuales
encontramos:
El delfín común
Habita en los mares cálidos y templados de todo
el mundo, mide unos dos metros y medio de longitud y tiene el
pico de unos quince centimetros. A veces nada cerca de la costa y
también mar adentro, les gusta saltar fuera del agua y al
sumergirse casí no levantan espuma.
Los de morro de botella
Que alcanza una longitud de más de tres metros y
medio, nadan en bancos o grupos por el
Atlántico y Pácifico.
Los de Ganges
Han perdido casí el uso de sus ojos,
probablemente a causa de que los rios en que
viven, el Ganges y el Indo, llevan un agua tan turbia que la
vista les presta poca utilidad. Estos
delfines tantean el barro con sus largos hocicos para buscar
crustáceos y peces. Lo
mismo que los delfines del Amazonas, los de Gnages no abandonan
jamás el agua dulce.
Los delfines de bandera blanca
Viven únicamente en el gran lago Tung-Ting 1,000
kilómetros rio arriba del Yank-Tsé en China. Con
casí dos metros y medio de largo y un peso de cerca de 120
kilogramos, estos delfines de color
pálido se hallan muy lejos de su ambiente
originario, el Océano. Casí ciegos, emplean sus
largos y sensitivos picos para tentar el fondo del lago en busca
de peces. Cuando se asoma fuera del agua su alta aleta dorsal
sugiere la impresión de una bandera.
El delfín de Risso o Grampus
Mide hasta cuatro metros y medio. Es animal del
Océano y uno de los más grandes. Tiene la cabeza
redonda, chata y carece de pico.
El sonido de los
delfines
(Texto de Miquel Pontes – http://marenostrum.org/vidamarina/animalia/mamiferos/cetacea/delfin/sonido.htm)
Para comprender como pueden utilizar el sonido los seres
humanos y los animales, tenemos que saber que las ondas sonoras se
pueden desviar y reflejar. Si recordamos la compresión y
expansión que experimenta el sonido alternativamente al
atravesar cualquier elemento, aire o agua,
estamos preparados para incorporar un concepto nuevo:
la longitud de onda. Si medimos la distancia entre una
compresión y la siguiente, esta distancia se llama
longitud de onda. Cuanto mayor es la frecuencia, menor
será la longitud de onda. Como conocemos la velocidad del
sonido en los distintos materiales,
conociendo la frecuencia del sonido podemos calcular su longitud
de onda. Un objeto que sea grande en comparación con la
longitud de onda de un sonido reflejara buena parte de este
sonido. Estos reflejos se llaman eco. Los sonidos rodean los
objetos que son pequeños en comparación con la
longitud de onda. El hecho de que los objetos reflejen el sonido
ha sido aprovechado por el hombre en
la navegación para localizar los icebergs o el fondo, en
la pesca
comercial para encontrar grandes bancos de peces,
y en operaciones
militares para determinar la posición de los submarinos.
Sabemos que los materiales de
diferentes densidades reflejan el sonido; por lo tanto, en el
océano el sonido rebota contra la superficie, el fondo y
las masas de agua de diferentes temperaturas, además de
los animales y las plantas. Las
capas de agua que tienen temperaturas diferentes desvían
las ondas sonoras que no se reflejan. De este modo, una onda
sonora que recorre el mar se expande, es absorbida, cambia de
dirección, es reflejada y se dispersa.
Cuanto mayor sea la frecuencia del sonido, mayor será el
efecto. Por este motivo, la mayoría de las sondas por eco
de largo alcance que utilizan los barcos operan a una frecuencia
por debajo de los 5.000 Hz. Para detectar objetos pequeños
a distancias mucho más reducidas, los sonares operan a una
frecuencia que escapa al alcance auditivo del hombre, es
decir, por encima de los 20.000 Hz.
El Sonar Vivo
Por cada invención humana, existe un sistema
equivalente en la naturaleza que
supera ampliamente al del hombre en
eficacia y
posibilidades. Uno de ellos es eL sonar animal o
ecolocalización. En 1938 se descubrió que los
murciélagos emitían unos sonidos inaudibles muy
agudos, denominados ultrasonidos (entre 40.000 y 80.000 Hz), y
recibían ecos que les daban abundante información con respecto al entorno. Unos
diez años después, las observaciones de un
científico americano, permitieron el descubrimiento de la
ecolocalización en los delfines. Al intentar capturar
delfines para un acuario, el científico observó que
se podía conducir a los delfines por un canal en dirección a una red. Sin embargo, a 30
metros de la red invisible, los delfines
cambiaban súbitamente de dirección y se alejaban.
Pero se los podía capturar si se empleaban redes con una malla
más grande, o redes embebidas en agua,
donde no quedara ninguna burbuja de aire que pudiera reflejar el
sonido. Para obtener información sobre el ambiente, los
delfines emiten sonidos cuya frecuencia oscila entre menos de
2.000 y más de 100.000 Hz. Podemos percibir los que son
audibles para nosotros como una serie de golpecitos, que pueden
darse como sonidos individuales o como una sucesión de
sonidos unidos entre sí. El delfín, y otros
miembros del suborden de los odontocetos, o cetáceos con
dientes, pueden determinar no sólo la distancia y el
rumbo, sino también el tamaño, la forma, la textura
y la densidad de los
objetos. Además, también pueden recibir más
información que nosotros por el mero hecho de alterar el
tono de uno de los golpecitos dentro de la sucesión y,
como cada golpecito que rebota es diferente, puede hacerles
llegar un mensaje diferente. De este modo, una sola
sucesión de ecos produce una compleja imagen mental de
un objeto. Existen al menos cuatro tipos de información en
el eco: la dirección de la cual procede, el cambio de
frecuencia, la amplitud del sonido y el tiempo
transcurrido entre la emisión y el retorno. Mientras el
delfín explore, determina la dirección que siguen
los ecos que regresan y, de este modo, la orientación del
objeto que desea examinar. Los cambios de frecuencia hablan de su
tamaño y su forma. La amplitud del sonido y el tiempo
transcurrido dan indicios sobre la distancia. Sólo
recientemente hemos comenzado a comprender de qué modo se
producen y emiten estos golpecitos y la forma en que el
delfín percibe el eco: las emisiones de los golpecitos
nacen dentro de la cabeza del delfín. Los sonidos se
producen incluso mientras el animal esta bajo el agua, sin
perdida de aire, lo cual sugiere que se recicla dentro de su
aparato
respiratorio. Los costados de la cabeza del delfín y
su mandíbula inferior, que contienen una grasa aceitosa,
son las zonas que reciben el eco. La protuberancia que tiene en
la frente es, probablemente, el lugar donde nacen los golpecitos
para la ecolocalización. Cuando un delfín viaja,
por lo general mueve la cabeza lentamente a un lado y al otro,
hacia arriba y hacia abajo. Este movimiento es
una especie de exploración global, que le permite al
delfín ver un camino más ancho frente él.
Pero si le interesa un objetivo
pequeño, como por ejemplo un pez en medio del agua oscura,
los movimientos exploratorios de la cabeza se vuelven
rápidos y espasmódicos: Las frecuencias bajas
tienen largo alcance pero no son direccionales, y los golpecitos
de alta frecuencia sirven para investigaciones
de corto alcance y alta definición. A diferencia del
sonido de alta frecuencia, es probable que las vibraciones de
baja frecuencia se reciban primero en el oído
interno. Para poder recibir
e interpretar todos estos ecos, el cerebro del
delfín tiene un lóbulo auditivo mucho más
grande que nuestro cerebro. Desde luego, no hay forma de saber
que es lo que oye el delfín. No podemos imaginarnos
cómo se oyen la forma y la distancia de los objetos. El
sistema del
delfín es de una precisión sorprendente y le
proporciona al animal mucha más información que la
que el hombre
obtiene con el sonar. Por ejemplo, 'Dolly', un delfín
entrenado por la marina de los Estados Unidos,
es capaz de recoger tres monedas que se echan al mismo tiempo en
tres direcciones distintas; recoge la primera cuando
todavía se está hundiendo, y halla la segunda y la
tercera entre los sedimentos, al cabo de escasos segundos, con
muy poca visibilidad. El lenguaje es
la
comunicación de pensamientos y sentimientos. El hombre
es el único ser del reino animal capaz de comunicarse por
medio de patrones específicos orales bien definidos,
así como a través de sus transcripciones escritas.
La cuestión es: ¿existen otros animales, aparte del
hombre, que tengan un lenguaje
según lo que nosotros entendemos?
¿Existe otro lenguaje?
Sobre la tierra no
hay ningún animal que este equipado con un cerebro
comparable al del hombre. Pero en el mar hay varios mamíferos, incluidas orcas, los cachalotes,
los delfines y las marsopas, cuyos cerebros son, al menos
anatómicamente, similares al del hombre en cuanto a su
tamaño. Son las únicas criaturas de la tierra dotadas
de un sistema nervioso
con la capacidad potencial para desarrollar procesos
superiores de pensamiento.
Los mismos animales, casualmente, poseen la capacidad de producir
una gran variedad de sonidos. No ocurre lo mismo con el perro
(cerebro pequeño, voz limitada), los simios (cerebro
pequeño, voz limitada), el papagayo (voz, pero cerebro
pequeño), y otros. Algunos delfines en cautiverio han
modificado los sonidos que producían para imitar los
silbidos del hombre, quizás intentando establecer una base
para la
comunicación entre las especies. Esta capacidad de
manipular los sonidos resulta estimulante, pero no debemos
olvidar que el papagayo también puede imitar los sonidos
humanos y producirlos ante alguna señal. Se han llevado a
cabo experimentos con
la esperanza de demostrar que los delfines se comunican e
intercambian ideas. Se colocaron dos delfines en tanques
adyacentes con un 'teléfono' consistente en un transmisor y un
receptor sumergidos uno en cada tanque. Sin el teléfono, los delfines no se podían
escuchar, pero a través de él, las vocalizaciones
se transmitían de un lado al otro electrónicamente,
y podían mantener una conversación. No se
podían ver. Los delfines intercambiaban golpecitos y
silbidos durante la mayor parte del tiempo en que el
teléfono estaba conectado. Cuando uno vocalizaba, el otro
callaba. Esta conducta parece
indicar que los delfines conversaban, tal vez se comunicaban,
pero el significado de los silbidos sigue siendo un enigma.
Cuando se desconectaba el teléfono, los delfines dejaban
producir una variedad de silbidos y tan sólo
emitían 'silbidos de identificación', que
repetían una y otra vez. Estos silbidos son señales
personales, que se supone permiten que los otros delfines
reconozcan a uno en particular. Las investigaciones
recientes han hecho pensar a muchos científicos que
delfines son casi tan inteligentes como los perros, y por
este motivo creen que la comunicación entre el hombre y el
delfín nunca superará la que existe entre el hombre
y el perro. Sin embargo, otros investigadores siguen creyendo
que, en algún momento, hombres y delfines serán
capaces de comunicarse a un nivel más elevado. Los nuevos
experimentos científicos pueden darnos la respuesta, pero
también puede ser que el hombre esté, en realidad,
solo.
Autora:
Daniela Andrea Patrone