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El signo de la Muerte




Enviado por cristianfrers



    1. Principios
      Fundamentales
    2. Como funciona la
      CITES
    3. La
      Secretaría
    4. Conferencia de las
      Partes
    5. Comités
      Permanentes
    6. La situación en
      Argentina

    La Convención sobre el Comercio
    Internacional de Especies amenazadas de Fauna y Flora
    Silvestre (CITES) es un acuerdo internacional concertado entre
    los Estados, que tiene por finalidad velar por el comercio
    internacional de especies de animales y
    plantas
    silvestres.

    Se estima que anualmente el comercio
    internacional de vida silvestre se eleva a millones de
    dólares y afecta a cientos de millones de animales y
    plantas. El
    comercio es
    muy diverso, desde los animales y plantas vivas hasta una vasta
    gama de productos de
    vida silvestre derivados de los mismos, como los productos
    alimentarios, los artículos de cueros de animales
    exóticos, los instrumentos
    musicales fabricados con madera, la
    madera, los
    artículos de recuerdo para los turistas y las
    medicinas.

    Los niveles de explotación de algunos animales y
    plantas son elevados y su comercio, junto con otros factores,
    como la destrucción del hábitat, es capaz de mermar
    considerablemente sus poblaciones e incluso hacer que algunas
    especies estén al borde de la extinción.

    Muchas de las especies objeto de comercio no
    están en peligro, pero la existencia de un acuerdo
    encaminado a garantizar la sustentabilidad del comercio es
    esencial con miras a preservar esos recursos para las
    generaciones venidera.

    Hoy en día, la Convención ofrece diversos
    grados de protección a más de 30.000 especies de
    animales y plantas, bien se comercialicen como especies vivas,
    como abrigos de piel o hierbas
    disecadas.

    La CITES se redactó como resultado de una
    resolución aprobada en una reunión de los miembros
    de la Unión Mundial para la Naturaleza
    (UICN), celebrada en 1963 . El texto de la
    Convención fue acordado en una reunión de
    representantes de 80 países celebrada en Washington DC,
    Estados Unidos
    de Norteamérica, el 3 de marzo de 1973 y entró en
    vigor el 1 de julio de 1975. Durante muchos años, la CITES
    ha sido uno de los acuerdos ambientales más importantes y
    cuenta actualmente con más de 150 miembros.

    Principios Fundamentales

    Reconociendo que la fauna y flora
    silvestre, en sus numerosas, bellas y variadas formas constituyen
    un elemento irremplazable de los sistemas
    naturales de la tierra,
    tienen que ser protegidas para esta generación y las
    venideras.

    Concientes del creciente valor de la
    fauna y flora silvestre desde los puntos de vista
    estético, científico, cultural, recreativo y
    económico.

    Reconociendo que los pueblos y Estados deben ser los
    mejores protectores de su fauna y flora silvestre.

    Reconociendo además que la cooperación
    internacional es esencial para la protección de ciertas
    especies de fauna y flora silvestre contra su explotación
    excesiva mediante el comercio internacional.

    Como
    funciona la CITES

    El objetivo de la
    CITES es someter el comercio internacional de especies de
    determinada fauna y flora silvestre a ciertos controles. Lo que
    significa que toda importación, exportación, reexportación o
    introducción procedente del mar de especies
    amparadas por la Convención sólo podrá
    autorizarse mediante un sistema de
    concesión de licencias.

    Las especies amparadas por la CITES están
    incluidas en tres Apéndices, según el grado de
    protección que necesiten:

    1. Apéndice I: Se incluye todas las especies en
      peligro de extinción. El comercio de esas especies se
      autorizará solamente bajo circunstancias
      excepcionales.
    2. Apéndice II: Se incluye especies que no se
      encuentran necesariamente en peligro de extinción, pero
      cuyo comercio debe controlarse a fin de evitar una
      utilización incompatible con la
      supervivencia.
    3. Apéndice III: Se incluye especies que
      están protegidas al menos en un país, el cual ha
      solicitado la asistencia de otras Partes en la CITES para
      controlar su comercio.

    Cada Parte en la Convención debe designar una o
    más Autoridades Administrativas que se encargan de
    Administrar el sistema de
    concesión de licencias y una o más Autoridades
    Científicas para prestar asesoramiento acerca de los
    efectos del comercio sobre la situación de las
    especies.

    Sólo podrá importarse o exportarse (o
    reexportarse) un animal o vegetal de una especie incluida en los
    Apéndices de la CITES si se ha obtenido el documento
    apropiado y se ha presentado al despacho de aduanas en un
    puerto de entrada o salida. Aunque los requisitos pueden variar
    de un país a otro y es aconsejable consultar las
    legislaciones nacionales.

    La
    Secretaría

    La Secretaría de la CITES desempeña una
    función
    primordial para la Convención y sus funciones son las
    siguientes:

    -Desempeñar un papel de
    coordinación y servicio en la
    labor de la Convención.

    -Actuar como depositario de los informes,
    muestras de permisos y otra información remitidas por las
    Partes.

    -Realizar, en el marco de programas
    acordados, estudios científicos y técnicos
    ocasionales sobre cuestiones que plantean problemas de
    aplicación de la Convención.

    -Preparar informes
    anuales para las Partes sobre su propio trabajo y sobre la
    aplicación de la Convención.

    -Organizar las reuniones de la Conferencia de
    las Partes y los comités permanentes regularmente y
    prestar servicios a
    esas reuniones.

    -Formular recomendaciones sobre la aplicación de
    la Convención.

    -Realizar cualquier tarea que le encomiende las
    Partes.

    La Secretaría distribuye la información a la Partes por ejemplo,
    mediante notificaciones, generalmente en los tres idiomas de
    trabajo de la Convención: español,
    francés e inglés.

    Conferencia de las Partes

    Las partes (Estados miembros) en la CITES se denominan
    colectivamente como la Conferencia de
    las Partes. Cada dos o tres años, la Conferencia de las
    Partes se reunen para examinar la aplicación de la
    Convención. Estas reuniones, organizadas normalmente por
    una de las Partes, suele durar dos semanas. Estas reuniones, que
    se denominan frecuentemente CdPs, ofrecen una oportunidad a las
    Partes para:

    -Examinar documentos de
    trabajo e informes presentados por la Secretaria, las Partes, los
    comités permanentes y otros grupos de
    trabajo.

    -Tomar las medidas necesarias para velar por un buen
    funcionamiento de la Secretaria.

    -Recomendar medidas para mejorar la eficacia de la
    Convención.

    Las reuniones son una buena ocasión para que los
    participantes inicien o renueven relaciones y examinan los
    problemas
    planteados y los éxitos cosechados. En las reuniones de la
    Conferencia de las Partes participan no sólo las
    delegaciones de las Partes de la CITES, sino también
    observadores. Entre estos, los representantes de los Estados que
    no son Partes en la CITES, de las organizaciones de
    las Naciones Unidas y
    de otras convenciones internacionales. A juicio de las Partes,
    también se autoriza la participación de
    observadores de organizaciones no
    gubernamentales interesadas en la conservación o el
    comercio, los cuales pueden participar sin derecho a voto. El
    público en general también puede asistir pero no
    puede participar en los debates.

    Comités Permanentes

    A fin de facilitar la labor de la Conferencias de las
    Partes y velar por la continuación de los trabajos entre
    reuniones, la Conferencia a establecido cuatro comités
    permanentes a fin que le presenten informes. Estos comités
    son: el Comité Permanente, el Comité de Fauna, el
    Comité de Flora y el Comité de Nomenclatura.

    El Comité Permanente proporciona
    orientación política a la
    Secretaría en lo que concierne a la aplicación de
    la Convención y supervisa la
    administración del presupuesto de la
    Secretaría. Además, coordina y supervisa,
    según proceda, la labor de los Comités y los
    grupos de
    trabajo, realiza otras tareas encomendadas por la Conferencia de
    Partes, y prepara proyectos de
    resolución para presentarlos a la consideración de
    la Conferencia de las Partes.

    Entre las cuestiones más relevantes abordadas por
    el Comité Permanente cabe señalar el seguimiento de
    las desiciones para reanudar, de forma limitada, las
    transacciones comerciales de elefantes, la conservación y
    el comercio del tigre, problemas de observación en algunos miembros y la
    preparación del Plan
    Estratégico de la Convención.

    Los miembros del Comité Permanente son
    países. Los miembros votantes son Partes que representan a
    cada una de las seis regiones geográficas (Africa, Asia, Europa, América
    del Norte, América
    Central, América del Sur, el Caribe y Oceanía).
    El número de representantes refleja el número de
    Partes de cada región.

    Los miembros que representan a las regiones eligen la
    Presidencia y la Vicepresidencia del Comité. Todas las
    Partes que no son miembros del Comité Permanente tienen
    derecho a enviar observadores a sus reuniones. Además, la
    Presidencia puede invitar observadores de cualquier país u
    organización.

    Los Comités de Fauna y Flora se establecieron
    para colmar las lagunas en los conocimientos biológicos y
    especializados en relación con las especies de fauna y
    flora que están (o podrían estar) sujetas a
    controles comerciales de la CITES. Su finalidad es proporcionar
    apoyo técnico en la toma de
    decisiones sobre estas. Ambos comités tienen mandatos
    semejantes:

    1. Realizar exámenes periódicos de
      especies a fin de garantizar la apropiada categorización
      en los Apéndices de la CITES.
    2. Asesorar cuando ciertas especies son objeto de
      comercio insostenible y recomendar medidas
      coercitivas.

    La
    situación en Argentina

    La cacería ilegal de la fauna autóctona es
    un flagelo que aumenta constantemente en todo el mundo. En la
    Argentina, la
    persecución despiadada de nuestra fauna por distintas
    técnicas de caza ha puesto en jaque
    numerosas especies y comprometido su subsistencia. La importancia
    de tal depredación ha convertido a nuestro país en
    el primer exportador ilegal de animales silvestres de América
    Latina, ya que más de 500 especies que conviven con
    nosotros se hallan en peligro de extinción a causa de la
    desenfrenada cacería practicada en montes, cursos de
    agua y selvas.
    Esto se debe a la gigantesca demanda de
    pieles, cueros y carnes altamente cotizadas en el mercado
    internacional. Ya desde los lejanos tiempos de la conquista
    muchas especies fueron consideradas un importante recurso
    peletero o plumífero y desde entonces sometidas a una
    constante expoliación del recurso. Así se destacan
    los casos de la vicuña y el lobo fino, hoy en una lenta
    recuperación, y la chinchilla de estatus actual incierto
    como los más conspicuos.

    Los motivos principales de captura comercial de nuestra
    fauna pueden agruparse en: pilíferos y/o
    plumíferos, e incluye en tal denominación la
    obtención de cueros de aplicación en
    marroquinería; mascotas o animales cautivos con fines
    canoros, ornamentales o de simple curiosidad y en menor medida
    como recursos
    proteicos. Así se destacan en el primer grupo los
    gatos manchados, los zorros, los zorrinos, los lobitos de
    río, la vicuña, el guanaco, los pecaríes, la
    nutria o coipo, las chinchillas, el carpincho, los suris o
    ñandúes, los yacarés, las boas, las iguanas
    o lagartos overos entre los más notables y presionados. En
    el segundo grupo figuran
    los monos, los loros, los flamencos, los cisnes, los tucanes y
    numerosas especies de passeriformes, además de peces y
    anfibios varios y entre los reptiles de diversas especies de
    tortugas por solo destacar las más perseguidas por este
    fin.

    Sólo para dar algunos ejemplos, se puede citar
    que hoy por hoy en la Argentina se
    cazan tarucas en la Sierras de Ambato (Catamarca); venados de las
    pampas en la Bahía de Samborombón (Buenos Aires);
    ciervos de los pantanos en Iberá (Corrientes) y huemules
    en el Cerro Ventisquero (Río Negro). Todos estos ciervos
    autóctonos se encuentran amenazados de extinción y
    están protegidos legalmente a nivel provincial, nacional e
    internacional.

    En todos los casos existe una cadena de comercialización con eslabones bastante
    bien definidos que tienen su origen en los cazadores, por lo
    general de extracción humilde encuentran en la captura de
    animales silvestres su único medio de subsistencia o al
    menos un suplemento importante para sus magros sueldos. Estos
    eslabones llevan el común denominados de la miseria y
    están sometidos a los caprichos del mercado que, a
    veces, no paga nada por un cuero o una piel que
    demandó un significativo esfuerzo o sacrificio o bien lo
    abona por un mínimo de su valor, y los
    restantes eslabones se quedan con toda la ganancia.

    Las deficiencias de control por parte
    del Estado, suelen
    provocar equivocaciones de todo tipo. Aunque parezca
    increíble, en las exposiciones anuales de la Sociedad Rural
    Argentina aún hay stands de algunas provincias que exhiben
    artesanías de fauna silvestre catalogada como de caza y
    comercialización prohibidas.

    Un diagnóstico general de la caza en la
    Argentina revela que:

    -Se cazan tanto especies permitidas como prohibidas,
    incluso aquellas amenazadas de extinción.

    -Tanto los cupos como las vedas se fijan
    arbitrariamente, sin estudios previos y rara vez se
    respetan.

    -Los controles quedan supeditados a la conciencia de los
    mismos cazadores.

    -Los permisos de caza se otorgan sin ningún tipo
    de examen previo.

    -No existen exigencias suficientes para habilitar a los
    guías de caza.

    -La inversión en conservación por parte
    de los cazadores prácticamente no existe.

    -Los ilícitos no suelen ser denunciados a la
    justicia y
    cuando lo son, los transgresores no reciben una pena que los
    desaliente.

    -Las infracciones se verifican desde todos los sectores
    sociales y culturales.

    Debido a estos problemas, la Argentina constituye un
    polo de atracción para cazadores extranjeros, que acuden
    por la llamativa "generosidad" de las normas que
    regulan la caza de algunas especies.

    Es hora que los cazadores de la Argentina realicen
    inversiones
    para apoyar la conservación "in situ" de las especies que
    cazan y han cazado en el pasado. También deben denunciar y
    marginar de manera frontal y organizada a aquellos cazadores o
    empresas que
    realizan caza furtiva. La Argentina necesita de esta actitud.

    La Argentina contaba originalmente con formaciones
    boscosas de gran potencial maderero y leñero de haberse
    planificado adecuadamente su aprovechamiento. En lugar de esto
    una explotación desenfrenada desde fines del siglo pasado
    ha reducido los bosques nativos a un pálido reflejo de lo
    que originalmente fueron, y quedan a veces sus existencias
    actuales en una situación tan crítica que solo se
    puede recomendar su protección total, vedando cualquier
    tipo de aprovechamiento económico, para intentar reservar
    así esos escasos rodales como bancos de
    germoplasma que permitan conservar valiosas especies y alentar
    alguna vez campañas de recuperación de su potencial
    forestal.

    Podemos tomar como ejempla la región
    chaqueña donde el quebracho colorado (Schinosis balansae)
    fue víctima primera de la codicia humana para obtener el
    "tanino" utilizado para curtir cueros que dio lugar a la
    devastación de la cuña boscosa santafesina, para
    extenderse poco tiempo
    después con la ayuda de los ferrocarriles a todo el
    ámbito chaqueño incluyendo a la otra especie de
    quebracho (Schinopsis torentzii) y el palo santo (Bulnesia
    sarmientoi) de hermosa veta. Últimamente la moda de los
    muebles de algarrobo (Prosopis spp) ha puesto en un estado de
    vulnerabilidad a las especies de este género que
    aun eran relativamente abundantes. En las zonas del monte donde
    los algarrobales dependían de las napas freáticas y
    formaban un cinturón boscoso alrededor de unas salinas, su
    tala es una invitación al avance del manto salino y al
    despoblamiento.

    La actividad forestal no solo se traduce en la
    obtención de madera, sino también en la promoción del cultivo de especies de
    crecimiento rápido tanto sea para la obtención de
    leña, como la celulosa, materia prima
    del papel.
    Así se destacan los monocultivos de eucaliptos (Eucalyptus
    spp) oriundos de Australia y pinos nativos de Norteamérica
    como el eliotti (Pinus ellioti) y el taeda (Pinus taeda) los que
    son preferidos por su rápido crecimiento, sin olvidarse de
    las plantaciones de sauces (Salís spp) tan comunes en los
    ámbitos inundables del Delta del Paraná. Así
    las forestaciones exóticas van reemplazando bosques o
    selvas autóctonas y cubren cada año una mayor
    superficie apoyadas por los créditos fiscales, otorgados por una
    razón mucho más económica que técnica
    o ecológica. En algunos casos la insularización de
    ámbitos nacionales como ocurre en algunos Parques
    Nacionales es otro efecto preocupante de estos "bosques del
    silencio" o "desiertos verdes" como se los ha dado en llamar por
    su valor prácticamente nulo como refugio o zona de
    alimentación para la fauna
    autóctona.

    El efecto de la
    contaminación aún no ha sido convenientemente
    evaluado en su impacto para la fauna en peligro de la Argentina y
    si bien no sería causa principal de retroceso de nuestra
    vida silvestre, sin duda debe ayudar a agravar la crítica
    situación de algunas especies. Podríamos distinguir
    una contaminación aérea o
    atmosférica ligada a los grandes centros urbanos e
    industriales y a veces a plantas industriales particulares que
    producen efectos graves incluso en la población humana. Seguramente este tipo de
    contaminación es causa de pérdida o
    alejamiento de algunas plantas o animales pero aún
    carecemos de información concreta que avale esta
    presunción. Otras en cambio
    muestran una especial resistencia a
    estas circunstancias como las calandrias que habitan las plazas
    céntricas de la Ciudad Autonoma de Buenos Aires y
    que lucen a simple vista más oscuras que las del campo por
    culpa del hollín y el smog.

    La contaminación acuática es para muchas
    especies un enemigo potencial. Bastaría la conexión
    de las plantas de desagües cloacales o industriales a
    algunos ríos, arroyos o lagunas para acabar con especies
    endémicas de distribución muy limitada. Los focos de
    contaminación acuática más graves del
    país están sumamente dispersos y a veces son
    causados por una sola industria. No
    obstante se puede señalar al cinturón industrial La
    Plata-Buenos Aires-Rosario como uno de los sitios más
    contaminados. Cuencas enteras como las del Riachuelo-La Matanza,
    el Reconquista-Morón, el Luján, son reflejo de
    años de convivencia antinatural con los recursos
    fluviales. La
    contaminación costera del Río de la Plata
    alcanza proporciones alarmanten que los habitantes de Buenos
    Aires y Alrededores desde hace años, son advertidos del
    peligro de bañarse o ingerir sus aguas. Pero lo mismo
    podría repetirse en cada río, arroyo, lago o laguna
    del país que atraviese o bordee una ciudad, incluso la
    cabecera oriental del Lago Lácar en el Parque Nacional
    Lanín y
    el Lago Nahuel Huapi en varios sectores costeros denotan efectos
    de una avanzada contaminación.

    Se debe señalar el uso masivo de
    agrotóxicos, en especial organoclorados de largo efecto
    residual como el D.D.T. y sus derivados que causan anualmente la
    mortandad de numerosas especies útiles a la agricultura o
    incluso acuáticas debido al arrastre que sufren con las
    lluvias hacia los ríos y arroyos. Si bien sus efectos
    aún no han sido debidamente cuantificados, muchos
    ambientalistas culpan a las fumigaciones o a los cebos
    tóxicos de animales muertos (especialmente aves) sin
    daño externo alguno o de las desapariciones locales o
    temporales ce ciertas especies.

    Los problemas que afectan la conservación de la
    extraordinaria diversidad de ambientes y recursos
    naturales en la Argentina son múltiples y complejos.
    Entre ellos, se destacan la expansión de actividades
    agropecuarias y urbanas sobre los ambientes naturales, la falta
    de control sobre la
    deforestación que sufren los bosques y
    selvas, el esquema de generación y consumo de
    energía que no tiene suficientemente en cuenta su derroche
    ni sus impactos ambientas, la sobreexplotación pesquera en
    el Atlántico Sur e, incluso, la falta de control sobre
    actividades turísticas. Todas estas actividades deben ser
    analizadas en función no
    sólo de sus impactos particulares, sino también del
    límite máximo de impactos ambientales que acumulan
    en su conjunto.

    Cristian Frers.

    Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

    República Argentina.

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