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Festividad navideña




Enviado por jorgemarin1



    1. Navidad
      cristiana
    2. Las
      celebraciones
    3. Ritos
      sociales
    4. La simbología
      Noel
    5. Rituales
      religiosos
    6. Navidad negra (black
      sabbath)
    7. Casi una
      conclusión
    8. Bibliografía
      consultada

    El término Navidad es la
    contracción del vocablo latino navitas que significa
    "nacimiento". A partir de este concepto, surge
    un símbolo muy arraigado y complejo en su estructura.
    La
    no es sólo un recuerdo de un suceso
    histórico. Constantemente la Liturgia Cristiana subraya
    que el hecho del nacimiento de Jesucristo está ordenado a
    la Redención, a la Pascua, a la Parusía.
    Según la terminología de los antiguos, la Navidad es una
    memoria
    (misterio), cuyo centro es la muerte y
    resurrección de Jesucristo, siempre presente y operante,
    como alma de toda celebración litúrgica.

    Alrededor de la Liturgia de Navidad se ha formado, en el
    decurso de los siglos, una serie de costumbres que han
    contribuido a crear un ambiente
    festivo en la intimidad de las familias y en las calles de aldeas
    y ciudades. Lo más importante de las tradiciones y
    costumbres no es sólo el aspecto exterior, sino su
    significado interior; se debe conocer por qué y para
    qué se llevan a cabo para así poder vivirlas
    intensamente. Se recrean: el arbolito, el pesebre, los regalos,
    las comidas típicas, la decoración en general, y
    los niños
    esperan con ansiedad la llegada de Papá Noel y los Reyes
    Magos, cuyo origen se remonta a las antiguas costumbres y ritos
    que pueden determinarse dentro de un marco histórico, que
    es el motivo central del presente ensayo.

    Hoy se considera a estas fiestas como las de mayor
    trascendencia en todo el mundo; su celebración abarca
    desde el 25 de diciembre al 6 de enero, con distintas
    conmemoraciones, algunas trasformadas al cristianismo:
    la Noche Buena, la Navidad, el Día de los Santos
    Inocentes, la Noche Vieja, el Año Nuevo y el Día de
    Reyes (Epifanía).

    NAVIDAD CRISTIANA

    Las fiestas de Navidad se remontan a antiguas costumbres
    paganas conocidas como la "adoración del culto
    solsticial". El culto solsticial representa la acción del
    sol creador, su perduración terrenal mediante el fuego y
    su drama celeste: nacimiento del sol, su muerte
    aparente y su resurrección. En otras épocas, el 24
    de diciembre se celebraba el nacimiento de un dios solar. En
    distintos países, toma un nombre diferente: Krisna y Buda
    en India, Mitra
    en Persia, Horus en Egipto, Apolo
    en Grecia,
    Bochica entre los Chibchas de Colombia,
    Kulkuká entre los Mayas,
    Quetzocoalt entre los Aztecas y
    Wiracocha entre los Incas. Se
    consideran que estos dioses descendieron al Hades (infierno) y
    regresaron otra vez llenos de vigor, del mismo modo que lo hace
    la Naturaleza con
    su renovación periódica de los ciclos estacionales
    anuales. Para las diversas costumbres, la Navidad ha representado
    el advenimiento de un acontecimiento cósmico por
    excelencia, cuyo hecho más trascendente radicaba en
    garantizar la supervivencia del hombre pagano
    o campesino, del renacimiento
    anual de la divinidad salvadora, encarnado en el mito milenario
    por excelencia.

    El arraigo a este culto no pudo ser desterrado, ya que
    en cada celebración participaban los cristianos. A pesar
    de que los Evangelios no establecía esa fecha como la del
    nacimiento del maestro Jesús, la Iglesia, en un
    principio, no lo celebraba. Durante los siglos siguientes, al
    comenzar a aflorar el deseo de celebrar el natalicio de
    Jesús de una forma clara y diferenciada, algunos
    teólogos, basándose en los textos de los
    Evangelios, propusieron datarlo en fechas tan dispares como el 6
    y 10 de enero, el 25 de marzo, el 15 y 20 de abril, el 20 y 25 de
    mayo y algunas otras. Pero el Papa Fabián (236-250)
    decidió terminar con tanta especulación y
    calificó de sacrílegos a quienes intentaron
    determinar la fecha del nacimiento del nazareno. La Iglesia
    Católica de Armenia fijo su nacimiento el 6 de enero,
    mientras otras iglesias orientales, egipcios, griegos y
    etíopes propusieron fijar el natalicio en el día 8
    de enero.

    A raíz de este acontecimiento, por
    disposición del Papa Julio I, en el Siglo IV,
    concertó que la Navidad comenzara el 25 de diciembre y
    culminara el 6 de enero con la fiesta de Epifanía. "Los
    motivos para la innovación están declarados con gran
    franqueza por un escritor sirio cristiano: ‘La razón
    de que los Padres transfieran la celebración del 6 de
    enero al 25 de diciembre fue ésta: era costumbre de los
    paganos celebrar en el mismo día 24 de diciembre el
    nacimiento del sol, haciendo luminarias como símbolo de la
    festividad. En estas fiestas y solemnidades, tomaban parte
    también los cristianos. Por esto, cuando los doctores de
    la Iglesia se dieron cuenta de que los cristianos tenían
    inclinación a esta fiesta, se consultaron y resolvieron
    que la verdadera Navidad debería solemnizarse en ese mismo
    día, y la fiesta de la Epifanía en el 6 de
    enero.’ Por esa razón y continuando la costumbre, se
    siguen encendiendo luminarias hasta el día 6… Parece
    ser, pues, que la Iglesia Cristiana eligió la
    celebración del nacimiento de su fundador el día 25
    de diciembre con el objeto de transferir la devoción de
    los gentiles del sol al que fue llamado después Sol de la
    Rectitud". (Frazer, 1996:414)

    A partir de entonces, la Cristiandad celebra el
    nacimiento de Jesús de Nazaret. "En un principio, la
    festividad de la Navidad tuvo un carácter
    humilde y campesino, pero a partir del siglo VIII comenzó
    a celebrarse con la pompa litúrgica que ha llegado hasta
    hoy, creando progresivamente la iluminación y decoración de los
    templos, los cantos, lecturas, misterios y escenas piadosas que
    dieron lugar a representaciones al aire libre del
    nacimiento del portal de Belén". (Rodríguez,
    1997:20/1)

    EL PORTAL DE BELÉN

    Aunque la tradición haya marcado que el
    nacimiento se produjo en el primer año de la era
    cristiana, lo cierto es que no se puede fijar con exactitud su
    fecha, al igual que el lugar geográfico donde se
    produjo.

    Existen dos antecedentes biográficos en la
    Biblia, el de San Mateo y San Lucas, que situaron dos lugares
    geográficos diferentes entre sí: Belén
    (Judea) y Nazaret (Galilea), respectivamente.

    El lugar de nacimiento sigue siendo, para los expertos,
    muy discutido. "Tanto Marcos (Mc 1,9) como Juan (Jn 1,45)
    señalaron rotundamente que Jesús era oriundo de
    Nazaret (Galilea) y no de Belén (Judea) y Lucas (Lc 2,4)
    situó a José y María viviendo en Nazaret
    antes del parto."
    (Rodríguez, 1997:27/8)

    Para la mayoría, situar en Belén su
    nacimiento, cuestión remarcada por Mateo, se
    justificaría, no porque fuese un hecho cierto, sino que
    fue necesario para poder forzar
    el cumplimento de las profecías, a fin de otorgar a
    Jesús la descendencia davídica (Hijo de David) y
    validar el mesianismo que le adjudicaron sus
    seguidores.

    Precisamente, la Iglesia en el Siglo IV, también
    fijo el natalicio de Jesús en el año 6 antes de
    nuestra era y concertó que el lugar geográfico
    fuera Belén.

    LAS CELEBRACIONES

    Existen distintas celebraciones que comprenden una serie
    de acontecimientos importantes, entremezclados con matices
    paganos y religiosos: Noche Buena, Día de los Santos
    Inocentes, Noche Vieja, Año Nuevo y Día de Reyes
    (Epifanía).

    NOCHE BUENA

    La Noche Buena (Noche Santa) comienza a la caída
    del sol del día 24 de diciembre. Los fieles cristianos se
    preparan para ver en el cielo la luminaria estrella y, a las
    doce, celebran el nacimiento de Jesús de Nazaret, el
    Salvador, con cantos y villancicos, tanto en los actos
    públicos como en la celebración Misa de Gallo. Se
    entremezcla con esta celebración, la llegada de
    Papá Noel que trae obsequios a los niños y
    los disparos de fuegos de artificio.

    DÍA DE LOS SANTOS
    INOCENTES

    La cristiandad recuerda el 28 de diciembre como el
    Día de los Santos Inocentes. Es un hecho que tuvo como
    protagonista a Herodes, quien, por venganza, mandó a
    ejecutar todos los niños recién nacidos, porque los
    Magos le anunciaron la llegada del Salvador, y quedaron en
    regresar para informarle el lugar, pero éstos
    huyeron.

    Si bien este hecho histórico no puede precisarse
    con exactitud, la fecha no es coincidente, dadas las
    contradicciones de los relatos bíblicos, y el tiempo que
    tardaron los Reyes Magos –12 días, según la
    tradición– para encontrar el pesebre.

    En Mateo (2,13-18) se recrea este episodio que es
    relatado como un suceso mítico, el que puede proceder de
    Oriente, tal vez de la India o de
    Egipto,
    principalmente, es en este último lugar donde fuera
    redactado el Evangelio (Año 90 d.C.). "Parece obvio, por
    tanto, que la leyenda de la "persecución y huida"
    existía ya previamente en la mítica pagana y que
    estaba asociada al destino triunfante de grandes personajes; pero
    queda por tratar un argumento de peso para los creyentes, eso es
    que dos profetas, Oseas y Jeremías, habían
    anunciado este suceso. De hecho, si repasamos el texto de Mateo
    (Mt 2,13-18), encontraremos que la verdad del relato se basa en
    que viene a dar cumplimiento a lo dicho en Os 11,1 y en Jer
    31,15, una presunción que carece de fundamento."
    (Rodríguez, 1997:67)

    Entonces, "lo que el mito muestra es, de
    nuevo, el ciclo estacional de la Naturaleza. El
    perseguidor, siempre viejo, terrible y hostil, es la
    representación del invierno, que pretende eternizarse para
    siempre. El perseguido, recién nacido, es el sol –en
    su solsticio hiemal– que promete crecer hacia la primavera,
    llenando de dones, esperanza y posibilidad de supervivencia a la
    humanidad. Un año tras otro, el Niño Sol vence al
    Viejo Invierno desbaratando sus negros propósitos. Esto es
    la Navidad." (Rodríguez, 1997:68)

    Esta celebración tiene además otras
    connotaciones paganas. En este día, se organizan distintas
    bromas a los amigos o vecinos despistados. Cuando la broma
    concluye se expresa a viva voz: "¡qué la inocencia
    te valga! Es un deseo de buen augurio, porque la víctima
    de la broma aún conserva la calidez infantil.

    NOCHE VIEJA

    La noche vieja –para nosotros "Vísperas de
    Año Nuevo"– era una celebración consideraba
    como la "noche de los oráculos". Una antigua
    tradición señala que echando unas gotas de plomo
    fundido en el agua, las
    solteras podían descubrir la profesión y el nombre
    del futuro pretendiente; también si arrojaban un zapato
    por el aire
    podían saber la dirección en que llegaría. Una
    tradición reciente se entremezcla con esta
    celebración, la de "las doce uvas de la
    suerte".

    AÑO NUEVO

    El Año Nuevo tiene como antecedente
    histórico la creencia, desde los tiempos míticos,
    de que cada año se reclama "una reparación, una
    renovación y una reafirmación periódicas…
    En ocasión del nuevo año, los inmortales son
    considerados como sí estuvieran de nuevo sobre la tierra
    Simbólicamente, pues, el mundo comienza cada año:
    los inmortales lo hacen estable, sano, rico, santificado, tal
    como era en el comienzo de los tiempos. En ocasión de la
    fiesta del año nuevo, se reitera el paso del caos al
    cosmos, se repite en el presente la cosmogonía… Se trata
    de una costumbre análoga con la de ‘fijación
    de las suertes’ del nuevo año babilónico, que
    se transmite hasta nuestro tiempo en las
    ceremonias del Día del Año". Cada año nuevo
    se "repite siempre el acto cosmogónico por lo que los
    ‘doce días’ que separan Navidad de la
    Epifanía, se consideran todavía en la actualidad
    como una prefiguración de los doce meses del año".
    (Eliade, 1991:191/2)

    Para la tradición cristiana, el
    Año Nuevo, es el día de la Circuncisión de
    Jesús, y la Solemnidad de María, Madre de
    Dios,
    y los doce días que abarca la Navidad, se
    considera el tiempo en que tardaron los Reyes Magos para
    encontrar el pesebre. En el Año 2000, se
    añadió la celebración del nuevo siglo y el
    nuevo milenio.

    DÍA DE REYES
    (EPIFANÍA)

    El Día de Reyes (Epifanía) es una
    celebración que el cristianismo
    había adoptado desde el Siglo II y que aún
    continúa vigente. Las primeras celebraciones eran de
    carácter formal, porque coincidía
    con el natalicio de Jesús, en el que también se
    celebra su bautismo y su primer milagro. Los Reyes Magos, para la
    concepción Cristiana, son considerados santos.

    A partir del siglo XVIII, esta fecha toma
    carácter de infantil, cuya finalidad fue la de competir
    con la muy establecida tradición de San
    Nicolás.

    Los Reyes Magos no trajeron juguetes hasta mediados del
    siglo XIX, sino que, con anterioridad, sus regalos
    consistían en elementos de la vida cotidiana: alimentos, ropa,
    calzados, etc.

    La tradición mantenida hasta el presente consiste
    en que los niños pongan sus zapatos limpios en la puerta
    de entrada o ventanas, con una cartita, y se les provea a los
    camellos de pasto y agua. En
    agradecimiento, los Reyes Magos depositan sus obsequios. Si no
    pueden cumplir con el pedido, le dejan otra cartita muy tierna:
    "Los Reyes Magos son pobres, pero te dejamos otro regalito que te
    va a encantar".

    En la actualidad, los Reyes Magos traen juguetes y
    golosinas a todos los niños y se organizan festivales de
    los más diversos, con características muy particulares: los Reyes
    Magos no sólo vienen en camellos, sino también a
    caballo, en moto o en la lancha, según la zona a la que
    arriban.

    También en distintos países se tiene por
    costumbre que los niños, munidos de alcancías,
    pidan su aguinaldo a las personas adultas: "Me da mis Santos
    Reyes", es la consigna.

    RITOS SOCIALES

    Una serie de ritos sociales se practican en estas
    celebraciones; algunos se remontan a las antiguas costumbres
    paganas, pero ahora están camufladas con un nuevo ropaje
    simbólico cristiano.

    LOS REGALOS

    Hacer regalos es una costumbre, heredada del
    neolítico, que tenía ciertos matices singulares en
    las fiestas del culto solsticial. Cada regalo era ofrecido a
    cambio de
    otro. Si no se cumplía el intercambio, la persona que lo
    recibía podía tener malos augurios.

    En un principio, la Iglesia se había opuesto,
    pero como no pudo desterrar esta costumbre fue reemplazada por la
    que existía en Roma el
    día primero del año, llamada estrenas. Al
    principio, se simbolizaba que era el niño Jesús
    quien ofrecía los regalos, y más adelante,
    serían los Reyes Magos quienes distribuyeran los dones, y
    como tal, debían nacer del corazón,
    dádivas generosas sin pedir nada a cambio.

    En la actualidad, el intercambio de obsequios estrecha
    lazos afectivos entre familiares y amigos.

    FUEGOS DE ARTIFICIO

    Otra de las costumbres más generalizadas en esta
    celebración consiste en disparar fuegos de artificio,
    sonar campanas, sirenas, disparos de escopetas y
    gritos.

    El origen de celebrar con disparos de fuegos de
    artificio y mucho ruido data de
    una antigua tradición china que
    simboliza "la magia imitativa que asegura la provisión de
    luz y calor del sol
    y su finalidad es la de ser purificadora, ya que logra la
    destrucción de las fuerzas del mal". (Cirlot,
    1992:210)

    También se debe destacar que los artefactos
    pirotécnicos fueron inventados a partir de una observación muy particular, como el caso de
    los cracker, que aun hoy se comercialización en los países de
    Europa, tal como
    su inventor Tom Smith, lo creara en 1840.

    Smith conocía la costumbre china de
    incluir en los caramelos algunas frases. A partir de allí
    surge los bombons pasando a formar parte de una golosina por
    excelencia. Del bombón tradicional pasó al cracker.
    Tom Smith, por un accidente casero que provocó la
    estampida de un madero, se le ocurrió hacer los primeros
    bombones con estampidos, pero le puso otro nombre: Cosaques, pero
    para comienzos de 1880 fue suplantado por el nombre más
    común de cracker.

    Debido a que esta costumbre está fuertemente
    arraigada en la cultura
    popular, es casi imposible que pueda ser prohibida, a pesar de
    los accidentes que
    provoca el mal uso de la pirotecnia. En la actualidad, la
    comercialización de estos elementos hace
    previsible un control,
    principalmente por parte de las fuerzas militares, para que sean
    menos riesgosos e, incluso, inofensivos.

    LA MESA FESTIVA

    La mesa de Navidad y Año Nuevo, por lo general,
    se convierte en un lugar donde se come y se bebe con desmesura.
    En tal sentido, se retoma la antigua tradición pagana de
    "saturliana", festividad que se celebraba del 17 al 24 de
    diciembre en honor a Saturno, el dios de la agricultura.
    Durante la saturliana se suprimían las diferencias
    sociales y todos los habitantes del imperio romano se
    consideraban iguales. Se llevaban a cabo todo tipo de diversiones
    populares, loterías y juegos de
    azar. Con cantos y mucha alegría, la gente se libera
    momentáneamente de una rígida estructura
    social, y con la ayuda del alcohol,
    lograban confundir sus roles.

    En la actualidad, tanto en Nochebuena como en la Noche
    Vieja, sirven de excusas para que las familias se reúnan
    en torno a la mesa,
    incluidos aquellos miembros que apenas se relacionan entre
    sí o los que viven en lugares alejados. Se preparan
    suculentos platos para celebrarse a sí mismos. En la
    sociedad
    secularizada de nuestros días, la alegría por
    la familia
    unida es el pretexto, quedando eclipsada el verdadero origen de
    este rito familiar: el nacimiento del "niño
    divino".

    Este panorama festivo se le suma modernos menúes,
    sofisticados, ajenos al espíritu de conmemoración,
    incluso en cada país se han reemplazado algunos platos
    tradicionales por otros, cuya preparación culinaria es
    diferente y es matizada con distintos trucos locales.

    Las comidas típicas se consideran a las nueces;
    jamón cocido; el budín de Navidad (potaje de
    maíz,
    ciruelas y carnes); el pavo como plato central; el pastel de
    Navidad que se prepara con carne picada, frutas y especies; el
    pan dulce que llevan ingredientes con muchas calorías; además de la torta de
    Navidad o duodécima torta, cuya elaboración
    consiste en preparar una mezcla con frutas, especies y azúcar
    que es decorada con estrellas, flores, coronas,
    etcétera.

    Dentro de la amplia gama de comidas se encuentran una
    variante de golosinas típicamente estacionales. El origen
    de estos productos se
    encuentran ligados al significado del trigo y otros granos, que
    tiene una importancia capital para
    la supervivencia humana. Desde épocas paganas, se
    tomó como el regalo más preciado de los dioses,
    simbolizado en el don de la vida y la inmortalidad, "el ciclo
    eterno de la fertilidad representado por el ciclo
    biológico del trigo: grano, siembra, vida, cosecha,
    muerte, grano
    y vuelta a empezar". (Rodríguez, 1997:218)

    Por ello, este acto ritual se sigue repitiendo con el
    agrado de elementos típicos: todas las formas de pan,
    roscas de reyes, garrapiñadas, turrones, entre otras. Los
    símbolos que encierran estos banquetes se remontan a las
    antiguas costumbres, que luego pasaron al
    cristianismo.

    El "budín de Navidad" y el "pan dulce"
    provenía de la antigua creencia de que los habitantes de
    un lugar podían conservarlo, no sólo como alimento,
    sino que los protegía de muchos males. Con la posterior
    cristianización, los panes eran llevados a la Iglesia para
    su bendición. Después de la consagración,
    cada miembro de la familia
    comía un trozo y el resto lo guardaba para dárselos
    a personas o animales
    enfermos.

    El "roscón de Reyes" es una variante de la "rosca
    de Navidad". Antiguamente, cada rosca contenía la figura
    de un hada. Las hadas representaban un símbolo muy
    peculiar; se la relacionaba con la muerte y
    los muertos, y la prosperidad provenía de ella (cielo,
    muerte/renacimiento),
    siendo un amuleto protector de desgracias. "En el día de
    Reyes, final del ciclo de celebraciones navideñas
    –que incluían el culto a los antepasados muertos en
    las tradiciones precristianas y que, en suma, conmemoran el
    eterno renacimiento de la vida en el tránsito desde el
    invierno a la primavera–, el hada oculta en el
    roscón adquiere mucho sentido, dando a este dulce el
    carácter de "pastel de la suerte" por propiciar la fortuna
    de quien se encuentra la semilla leguminosa en su parte del
    bollo." (Rodríguez, 1997:221)

    Las bebidas tradicionales son el champagne, la sidra,
    una variedad de vinos y el infaltable ponche caliente que es una
    mezcla de azúcar,
    agua caliente,
    zumo de limón, especias, brandy y ron.

    El brindis es otra tradición infaltable; se lo
    puede asociar con la antigua tradición celebrada en honor
    al dios Baco, quien argumentaba: "La sedienta tierra se
    empapa de lluvia, bebe y se alampa para beber más. Las
    plantas chupan de
    la tierra y
    bebiendo sin vado se mantienen verdes y gentiles. El mismo mar…
    se bebe dos veces mil ríos tan caudalosos que desbordan su
    vaso. El afanoso sol –como presumo por su rostro de
    borracho– se bebe el mar. Luego, luna y estrella se beben
    al sol, y al tiempo que beben, danzan su propia luz y
    están de fiesta toda la noche. Nada en natura es sobrio.
    Es un brindis inacabable que va a la redonda, de uno a otro ser".
    (Mitos
    28, 1987:87/88)

    A finales del Siglo XVIII, los brindis comenzaron a
    adquirir solemnidad y se constituyeron como una tradición
    ritual de todos los banquetes y celebraciones. En Navidad,
    época de buenos deseos, el champagne o cava es la bebida
    festiva por excelencia.

    Otra costumbre proveniente de España,
    nacida en el primer tercio del siglo XX, en el ritual central de
    la Noche Vieja, es la conocida como las "doce uvas de la suerte",
    que se invita a comer una por cada repique, con el preludio de
    besos, abrazos y deseos de felicidad para el año que se
    inicia. Si bien, muchos afirman que es una costumbre
    española, otros italiana, lo cierto es que relaciona con
    una antigua tradición judía, en la que se
    obsequiaban a los invitados tantas piezas de fruta de la propia
    cosecha como horas habían pasado juntos. Luego se la
    asoció con la Noche Vieja.

    LA DECORACIÓN

    La decoración de las casas y todo paseo publico
    posee características rituales. Los adornos con
    coronas de muérdago o pino, campanitas, medias, velas y
    guirnaldas recreaban el ritual solsticial que tenía por
    objeto el "agradecer el regreso del sol, la otra gran fuente de
    calor. Se consideraba prudente hacer algo para agradar al dios
    Sol y asegurar así su regreso el año venidero…"
    (Morris, 1993:41) En esencia, simboliza la perduración de
    la primavera.

    A pesar de que la Iglesia se opuso desde el principio a
    este ritual pagano, luego fue adoptado como parte de la
    celebración, incorporando distintos elementos como los
    ángeles e imágenes
    de los Santos.

    La Corona de Adviento es un símbolo especial
    compuesto por una corona siempre de color verde con 4
    velas: 3 moradas y una rosada.

    Las piñas es un elemento por excelencia, ya que
    simboliza la inmortalidad de la vida vegetal y animal, representa
    el cíclico y eterno retorno de la Naturaleza y expresa la
    eclosión de la vida primaveral y la posibilidad de
    retorno. También las piñas representan un canto de
    esperanza, en cada uno de los acontecimientos, o también,
    si es creyente, el que se espera tras la muerte.

    La planta de muérdago es el heraldo que anuncia
    al espíritu de la Navidad. Los ramilletes de
    muérdago, en forma de coronas, se cuelgan en los marcos de
    las puertas y ventanas de la casas para beneficiarse de buena
    suerte. Una antigua tradición señala que si una
    muchacha soltera recibe un beso debajo del muérdago, al
    año siguiente se casará; si es casada,
    quedará embarazada. También se lo asocia con
    antiguos rituales paganos, siendo la planta elegida por
    excelencia. A pesar de que existen escasas leyendas
    cristianas para evangelizar el simbolismo pagano del
    muérdago, la planta siguió asociada a los
    ancestrales poderes mágicos y a la protección,
    prosperidad y buena suerte.

    Se quiso cambiar la antigua tradición del
    muérdago, porque era considerado como portador de
    supersticiones y reemplazarlo por el acebo, al que se le
    confirió el carácter de "ramo de la suerte"; pero
    esta función es
    relativamente reciente y carece de base simbólica
    tradicional que la sostenga. La Iglesia prohibió la
    presencia de los muérdagos en los hogares, aduciendo que
    era una costumbre bárbara e idólatra, quiso
    sustituir su presencia con el acebo, ya que según su punto
    de vista "las hojas del acebo recuerdan las espinas de la corona
    de Cristo y sus bayas rojas simbolizan la sangre derramada
    durante su pasión". (Rodríguez,
    1997:157)

    A pesar de que muchos cristianos han adoptado al acebo,
    el muérdago sigue siendo irremplazable.

    Los símbolos de los colores son
    diversos, pero se pueden asociar a este ciclo invernal: el
    color verde
    representa a la naturaleza, a la vida que aporta su presencia,
    por eso se lo considera como el símbolo de la esperanza.
    El amarillo es el color del sol, del oreo y de las espigas
    maduras de trigo, símbolos poderosos que por excelencia
    que aseguran prosperidad y felicidad. El rojo, color del fuego y
    de la sangre,
    está íntimamente ligado a la vida y también
    está asociado a un simbolismo como expresión del
    amor divino,
    con la generosidad sin límites.
    El color blanco es extremo opuesto del negro aunque ambos
    representen al absoluto; este color significa pureza, inocencia,
    virtud, fe y hasta iluminación. El azul, frío, distante
    y vacío se encuentra representando el límite del
    "otro lado", por eso simboliza el cielo con sus
    hierogamias.

    En la actualidad, la industria del
    plástico
    si bien ha puesto al alcance de todos estos elementos, en algunos
    casos ha desvirtuado a la tradición por la de adquirir
    objetos utilitarios, con fines decorativos.

    TARJETA NAVIDEÑA

    Es habitual que se envíe una tarjeta de
    felicitación para las fiestas. Esta costumbre se
    originó en las escuelas inglesas, donde se pedía a
    los estudiantes que escribieran algo que tuviera que ver con la
    temporada navideña, antes de salir de vacaciones de
    invierno y lo enviaran por correo a su casa, con la finalidad de
    que sus padres recibieran un mensaje de Navidad.

    Fue en 1843, en Inglaterra,
    cuando W. E. Dobson y Sir Henry Cole hicieron las primeras
    tarjetas de
    Navidad impresas, que tuvo una tirada de 1.000 ejemplares, con la
    única intención de promocionar las obras de
    arte que
    representaban al Nacimiento de Jesús, acompañada de
    una frase donde se expresaba felicidad y prosperidad.

    En 1860, Thomas Nast, creador de la imagen de Santa
    Claus, organizó la primera venta masiva de
    tarjetas de
    Navidad en las que aparecía también impresa la
    frase "Feliz Navidad".

    Esta práctica se difundió por todo el
    mundo, y hoy se pueden adquirir tarjetas sencillas, dobles, con
    filigranas, brillantinas e incluso musicales.

    NAVIDAD BLANCA

    Otra característica la remarca la presencia de la
    Navidad Blanca que se refleja en la mayoría de las
    tarjetas y, en general, en todos los productos
    navideños que contienen paisajes invernales, con mucha
    nieve. Esta circunstancia se recrea gracias a la influencia
    literaria ejercida por la obra Canción de Navidad, de
    Charles Dickens, publicada en 1843. El escritor inglés
    recordaba que las Navidades de su infancia
    siempre fueron nevadas, las que volcó en su libro y, muy
    pronto, se hizo tan famoso que la imagen de la
    Navidad Blanca se tomó como típica. Se
    popularizó, aún más, cuando en 1943,
    Hollywood produjo una película protagonizada por Bing
    Crosby y Fred Astaire, cuyo tema central: Navidad Blanca ganara
    un Oscar de la Academia.

    EL ARBOLITO NAVIDEÑO

    En todas los lugares, la presencia del arbolito de
    Navidad es infaltable. Su origen se remonta a las antiguas
    creencias de los germanos que adoraban al roble. Creían
    que el mundo y todos los astros estaban sostenidos pendiendo de
    las ramas de un árbol gigantesco llamado el "divino
    Idrasil" o el "dios Odín", al que le rendían culto
    cada año y se lo decoraba, porque se tenía como
    creencia que cuando un árbol perdía su follaje era
    porque los espíritus lo habían abandonado. Por
    ello, se lo adornaba con papeles, frutas, trozos de vidrio, y
    antorchas que representaban a las estrellas, la luna y el sol para que
    los espíritus retornaran en la época primaveral. En
    torno al
    árbol cantaban y danzaban adorando a su dios.

    Con la posterior cristianización, el roble fue
    remplazo por el abeto, ya que al tener forma de triángulo
    personificaba a la Santísima Trinidad, con Dios Padre en
    la cima, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo ocupando ambos
    extremos inferiores. Según la leyenda, San
    Bonifacio
    , evangelizador de Alemania,
    derribó el árbol que representaba al dios
    Odín, y en el mismo lugar plantó un pino,
    símbolo del amor perenne
    de Dios y lo adornó con manzanas y velas, dándole
    un simbolismo cristiano: las manzanas representaban las
    tentaciones, el pecado original y los pecados de los hombres; las
    velas representaban a Cristo como Salvador. Esta costumbre se
    difundió por toda Europa en la
    Edad Media y
    con las conquistas y migraciones llegó a América.

    Con el perfeccionamiento de las técnicas
    industriales, se comenzó la fabricación de todo
    tipo de ornamentos, incluso de material plástico.
    También se lo decora con adornos en forma de bolitas, que
    en un principio fueron de vidrio. Esta
    costumbre tiene su origen en Bohenia, Alemania, hace
    más de doscientos años. Los "sopladores de vidrio"
    se entretenían realizando competencias para
    hacer la bola más grande y, entre juego y
    juego,
    éstas eran descartadas. Dicha circunstancia no pasó
    al olvido. Las mujeres, al rescatarlas, decidieron adornar las
    puertas de las casas. Se le dio el nombre de bola espiritual, ya
    que tenía como finalidad la de ahuyentar el mal de ojo.
    "Se explicó que su especial valor
    residía en su reflexión circular que hacía
    que el mal de ojo se viera reflejado en ellas cuando se intentaba
    introducir en las casas, lo cual resultaba intolerable". (Morris,
    1993:121/22)

    Las esferas, para la tradición cristiana,
    simbolizan las oraciones que hacemos durante el periodo de
    adviento: las azules son de arrepentimiento, las plateadas de
    agradecimiento, las doradas de alabanza y las rojas de
    petición.

    Se acostumbra poner una estrella en la punta del pino,
    simbolizando la fe y se colocan adornos de diversas figuras, que
    representan las buenas acciones y
    sacrificios, los "regalos"" que le daremos a Jesús en la
    Navidad.

    El juego de luces intermitentes es otro de los elementos
    decorativos. En un comienzo se habían utilizado velas.
    Según la antigua tradición pagana se celebra el
    nacimiento del dios sol en el Año Nuevo. La Iglesia, al
    transformar esta creencia, dijo que como "Cristo era la luz del
    mundo", la llama de la vela simbolizaba su influencia. Asimismo
    se sugería que la brillante luz de la vela simbolizaba a
    la Estrella de Belén.

    EL AGUINALDO

    El aguinaldo representa una costumbre generalizada en
    toda Europa cristianizada, extendiéndose a los
    demás países, cuyo origen puede remontarse a
    antiguas costumbres del solsticio de invierno y el comienzo del
    año en todas las culturas de la
    antigüedad.

    Tradicionalmente, en España,
    han sido los servidores
    públicos y privados, quienes al felicitar por la Navidad a
    los beneficiarios de su labor, se le solicitaba una
    pequeña retribución económica o material.
    Por extensión, los hijos pedían el aguinaldo a sus
    padres y vecinos para época de Navidad o Reyes.

    En la actualidad, no sólo perdura esta costumbre
    de antaño, sino que ha sido oficializada mediante leyes laborales
    para favorecer a todos los trabajadores.

    Otras vías para llegar al aguinaldo se encuentran
    en las llamadas Rifas y las Cestas Navideñas.

    Las Rifas Navideñas son un recurso del azar, una
    afición lúdica que en nuestra cultura no se
    ha dejado de practicar, desde la celebración de las
    Saturnales Romanas.

    Las Cestas Navideñas son una fastuosa vianda
    indispensable para las épocas festivas: turrones, frutas
    secas, conservas, vino, champagne, café,
    embutidos, jamón, y entre ellos una caja de puros habanos.
    Refleja una vieja costumbre conocida como la Sportola de los
    antiguos romanos, que llega hasta nuestros días. De un
    modo involuntario, se lo relacionó con la crisis
    económica. En los años ´60, en vez de que se
    llenaran las canastas con estas dádivas, se las
    ofrecía a las personas carenciadas como "obsequios de
    Navidad". La cesta es, sin duda, la reina de los
    aguinaldos.

    LOTERÍA DE NAVIDAD

    Existe una costumbre muy generalizada de vincular una
    celebración religiosa con elementos sociales,
    principalmente, en lo referente al juego. "En alguna medida, la
    lotería de Navidad ha acabado por constituirse en el
    centro de gravedad del significado básico, propiciatorio y
    esperanzador, de los ritos asociados al solsticio de invierno. Al
    mismo tiempo que nuestra sociedad urbana
    fue elevando el uso del dinero a la
    categoría de instrumento básico y todopoderoso para
    la supervivencia, fue variando también el sentido de los
    cultos agrarios propiciatorios dirigidos hacia el divino Sol
    –fuente del renacimiento anual de la vida que posibilita la
    pervivencia humana– o elevados hacia los mitos
    religiosos que de él se derivaron, hasta desviar la
    atención y el deseo hacia otras cosechas,
    como la del dinero
    abundante y salvífico que mana del cielo en forma de
    premio de la lotería." (Rodríguez,
    1997:295/96)

    La lotería proviene de antiguas costumbres de las
    fiestas saturnales, como los juegos de
    suerte que consistían en realizar un sorteo. Se
    seleccionaba una varilla de un conjunto, que tenían
    inscripciones acerca del futuro; un niño la extraía
    del cofre y se la daba al peticionante, quien luego de leer el
    texto sagrado,
    interpretaba su mensaje.

    Este sistema fue
    teniendo una amplia difusión, principalmente para los
    cargos públicos, y en el siglo XV fueron cambiados los
    textos por números, llegando así a la
    clásica "lotería de números", en el cual se
    hacía un sorteo público y se controlaban los
    cartones que habían sido repartidos, idea que se
    inspiró de los boletos de rifas del Siglo XIII.

    Es una costumbre mencionar al premio mayor de la
    lotería de Navidad como Gordo. La imagen del llamado
    "fanático por la lotería" o "Enano afortunado", es
    "una estrafalaria y rechoncha figura humana repleta de
    números y bolas de sorteo que, desde finales del siglo
    XVIII hasta mediados del siglo XIX, figuró impresa en casi
    todo cuanto tenía que ver con la lotería,
    convirtiéndose en una especie de amuleto favorecedor de la
    serte que animaba a la gente a jugar, a intentar realizar sus
    sueños a través de los premios de la
    lotería. A quien le tocaba compartir la suerte de ese
    gordo afortunado se le arreglaba la vida (o casi); tal como viene
    sucediendo hasta hoy." (Rodríguez, 1997:303)

    El primer sorteo celebrado en Navidad tuvo lugar en
    Cádiz, el 18 de diciembre de 1812. El billete se
    vendió en 10 pesetas y repartió 40.000, una cifra
    extraordinaria para la época.

    La primera vez que apareció la
    denominación "Sorteo de Navidad", que sustituyó a
    la leyenda habitual de "Prósperos de premios", fue en el
    sorteo del 23 de diciembre de 1892, y no figuró impresa en
    los billetes hasta la Navidad de 1837.

    A partir de entonces, el sorteo de Navidad pasó a
    ser una institución popular de gran éxito,
    que se extendió a otras celebraciones: Año Nuevo y
    Reyes. En Argentina, este
    ritual se celebra a partir de la década del
    ´60.

    Cada año se renueva la esperanza, de un futuro
    generoso y próspero, la puerta de acceso al mundo
    mágico de la suerte.

    NAVIDAD.COM

    Los avances
    tecnológicos no pudieron estar ausentes en la fiesta
    más celebrada por todas las culturas del planeta, que
    reside en razones profundas: una esencia religiosa, social y
    espiritual. En Internet es posible
    reconstruirla gracias a la ayuda de múltiples
    páginas que proliferan en la Web site, que
    recrean las leyendas de
    Papá Noel y los Reyes Magos, se cuentan historias de
    cómo se celebra la Navidad en distintos países del
    mundo, así como también hay páginas de
    distintas culturas reconocidas como grupos
    "anti–Navidad" por motivos varios: algunos tienen un buen
    bagaje de explicaciones racionales y argumentos
    históricos; otros reniegan del espíritu consumista
    que marca a la
    celebración por estos días, y se oponen por puro
    ejercicio de contradecir a la mayoría o son
    lunáticos sin cura.

    También hay una serie dedicada al público
    infantil para que los niños puedan escribirles a
    Papá Noel o a los Reyes Magos, o bien, participen de
    juegos interactivos: seguir la ruta de los Reyes Magos hasta el
    Portal de Belén; se saquen una foto con los Reyes Magos o
    Papá Noel utilizando los recursos del
    escáner, o recrear su imagen a modo de
    caricatura, y luego puedan imprimirlos.

    Como se podrá observar, la tecnología no deja de
    sorprendernos y es un elemento que nos permite una comunicación que sigue estrechando lazos de
    amistad con
    personas de distintos lugares del planeta, ya que se pueden
    enviar tarjetas postales con
    mensajes predefinidos o una salutación personal,
    mediante el correo
    electrónico.

    LA SIMBOLOGÍA
    NOEL

    Dos figuras centrales son veneradas por la
    tradición, como portadora de buenas intenciones:
    Papá y Mamá Noel.

    PAPÁ NOEL

    Los chicos esperan con ansiedad la llegada de
    Papá Noel. Se sabe que él convertirá las
    ilusiones en un regalo.

    De una antigua manera de representar al invierno, con la
    imagen de un viejo, nació Papá Noel. Una teoría
    acerca de su origen señala que Papá Noel es una
    derivación del dios Saturno. Igualmente, cada cultura lo
    ha teñido con una imagen particular: "En Alemania, el
    Viejito Pascuero se ha mezclado con el Weihnachtsmann. El Viejito
    Pascuero es un alma feliz, en cambio el Weihnachtsmann
    está irritado de andar cargando sus baúles de
    regalos. Además, lo acompaña un hombre oscuro
    que a veces lo persigue y golpea con un bastón; a este
    personaje se le reconoce por varios nombres, entre ellos, Hans
    Muff, Knecht Rupprecht and Butz, y se le representa con un oscuro
    rostro de animal". (Mitos, Nº 8, 1986:s/n)

    La figura de Papá Noel, para nuestra
    tradición, se fusionó a la San Nicolás o
    Santa Claus, cuyos nombres también fueron muy
    populares.

    San Nicolás fue un Obispo que tenía por
    costumbre hacer regalos a los niños pobres. Su festividad
    era el 6 de diciembre, día de su fallecimiento. La
    Iglesia, al aceptar esta celebración, en el siglo IV, la
    traslada al día de Navidad. Existen varias leyendas que
    hablan acerca de la vida de este Santo.

    En cierta ocasión, el jefe de la guardia romana
    de aquella época, llamado Marco, quería vender como
    esclavo a un niño muy pequeño llamado Adrián
    y Nicolás se lo impidió. En otra ocasión,
    Marco quería apoderarse de unas jovencitas si su padre no
    le pagaba una deuda. Nicolás se enteró del problema
    y decidió ayudarlas. Tomó tres sacos llenos de oro
    y en la Noche de Navidad, en plena oscuridad, llegó hasta
    la casa y arrojó los sacos por la chimenea, salvando
    así a las muchachas.

    Marco, quien quería acabar con la fe cristiana,
    mandó quemar todas las iglesias y encarcelar a todos los
    cristianos que no quisieran renegar de su fe. Así fue como
    Nicolás fue capturado y encarcelado. Cuando el emperador
    Constantino se convirtió y mando liberar a todos los
    cristianos, Nicolás había envejecido. Cuando
    salió de la cárcel, tenía la barba crecida y
    blanca y llevaba sus ropajes rojos que lo distinguían como
    obispo; sin embargo, los largos años de cárcel no
    lograron quitarle su bondad y su buen humor.

    Los cristianos de Alemania tomaron la historia de los tres sacos
    de oro echados por la chimenea el día de Navidad y la
    imagen de Nicolás al salir de la cárcel, para
    entretejer la historia de Santa Claus. A
    fines del siglo XIX y principios del XX
    la costumbre del San Nicolás reinventado en Nueva York, se
    fue extendiendo por casi toda Europa. El Nombre de Santa Claus
    viene de la evolución paulatina del nombre de San
    Nicolás: St. Nicklauss, St. Nick, St. Klauss, Santa Claus,
    Santa Clos. Fundo sus bases en Gran Bretaña como Father
    Christmas o Padre Navidad, y de ahí pasaría a
    Francia bajo
    el nombre de Père Noël o Papa Navidad, del cual
    derivaría Papá Noél, como se lo conoce en
    España, Argentina y gran
    parte de América
    latina.

    La imagen que se conoce actualmente de Santa Claus fue
    dibujada por primera vez en 1863 por Thomas Nast, quien
    publicó sus ilustraciones en la revista
    Harper’s, de entre 1860 a 1880. Nast añadió
    detalles: su taller en el polo norte con muchos duendes que lo
    ayudan a fabricar todos los regalos que le piden los niños
    por medio de cartas y su
    vigilancia sobre ellos, buenos y malos, de todo el mundo.
    Él le dio el color rojo y su vestuario de
    pieles.

    Pero finalmente, fue la Coca-Cola la que le dio su
    actual aspecto en 1931. Para la campaña
    publicitaria de la Navidad de este año, la Coca-Cola
    le encargo a Habdon Sundblom que remodelara el Santa Claus de
    Nast, un viejito un poco más alto que un duende, pero con
    idénticas características . Él creo un Santa
    Claus más alto, todavía más
    gordinflón, aunque más simpático, con un
    rostro bonachón, con una agradable sonrisa y su
    clásico "jo, jo, jo", de ojos pícaros, chispeantes
    y amigables, con pelo cano y luenga barba y bigote,
    también blancos, sedosos y agradables. La vestimenta
    mantuvo los colores rojo y
    blanco, que son los de la compañía, pero su traje
    se hizo más lujoso y atractivo: un pijama con un gorro de
    dormir, botas y cinturón.

    Otras alusiones a su figura mítica se encuentran
    en el poema de Clement Moore, Una visita de San Nicolás,
    escrito en 1822. Papá Noel entra por la chimenea y esta
    alusión se amalgama de antiguas tradiciones,
    principalmente las que tiene su origen en Finlandia. El poema
    contiene dos importantes claves: por un lado, se escuchan los
    renos en el techo y, por el otro, de un solo salto se arroja por
    la chimenea. También, se traslada en un trineo tirado por
    ocho renos. La idea de los ocho renos, haya surgido de una
    antigua leyenda del dios teutón Odín, quien montaba
    un caballo de ocho patas llamado Sleipnir, vistiendo una amplia
    capa y sombrero, cuando visitaba a su gente y repartía los
    premios y castigos a que se habían hecho acreedores. A
    partir de esta alusión, quizás, se pueda argumentar
    que Odín fuera el precursor de la figura de Papá
    Noel–Santa Claus. Los renos tienen nombres singulares:
    Pompón, Vondín, Danzarín, Lindo, Veloz,
    Listo, Cometa y Rodolfo. Además se le proveyó de
    una bolsa mágica en donde entraban todos los
    juguetes.

    Cuando se publicó el poema, el 23 de diciembre de
    1823, de inmediato se hizo inmediatamente popular y, a partir de
    entonces, se cambió por completo la imagen de Papá
    Noel; nunca más vendría a caballo, sino con un
    trineo tirado por ocho renos que volaba por los aires; ya no
    golpearía las puertas para dejar sus obsequios, sino que
    ingresaría por la chimenea.

    Como dato ilustrativo se puede mencionar que Robert L.
    May, en 1939, fue quien dibujó por primera vez a Rodolfo
    para un aviso publicitario y, en 1949, Johny Marks compuso la
    canción Rodolfo, el Reno de la roja nariz, que fuera
    grabada por Gene Autry y Bing Crosby.

    "La laicalización de Santa Claus no sólo
    fue indispensable para permitir su supervivencia y
    expansión, sino que fue la razón que le
    catapultó como símbolo universal dentro de una
    sociedad industrial que, aunque consumista insolidaria y
    egoísta, gusta soñar con los valores
    tradicionales de la Navidad. Santa Claus permite participar del
    "espíritu de la Navidad" sin ponernos ante disyuntivas
    ético–religiosas ni, menos aún, hacernos
    entrar en contradicción con lo que somos o hacemos durante
    el resto del año." (Rodríguez, 1997:118)

    MAMÁ NOEL

    Recientemente se ha incorporado la presencia
    carismática de Mamá Noel, que junto a la de
    Papá Noel, han enriquecido la Navidad. Viste con un
    atuendo rojo y blanco, usa anteojos y se la puede asociar con la
    imagen de un ama de casa.

    Se pueden mencionar dos antecedentes de Mamá
    Noel: en Italia, los
    niños "reciben regalos de una bruja llamada La Befana, a
    veces la señora del Viejito Pascuero. De acuerdo con la
    leyenda, los Reyes Magos le pidieron a La Befana que los
    acompañara en el viaje que guiaba la estrella hasta
    Belén, pero ella no los quiso acompañar pretextando
    que tenía demasiado que hacer en su casa. Los niños
    italianos, en la actualidad, creen que La Befana regresa todos
    los años para Navidad y recorre casa por casa, dejando
    regalos, en busca del Niño Dios". (Mitos, Nº 8,
    1986:s/n) En Austria se tiene la creencia que "una mujer llamada
    Berchte, en la noche de Navidad, busca a los niños malos
    para cortarles el vientre con un cuchillo". (Mitos, Nº 8,
    1986:s/n) De esta creencia se presume el origen de la receta de
    cocina: "niños envueltos".

    EL SIGNIFICADO DEL
    SÍMBOLO

    Desde un punto de vista psicoanalítico se han
    incorporado a esta leyenda los elementos masculino y femenino,
    enriqueciendo las imágenes
    míticas. Carl G. Jung, en su teoría
    de los "Arquetipos", señala al elemento masculino como
    "ánimus" y al elemento femenino,
    "ánima".

    El ánimus es generador "de juicios y opiniones.
    Cumple el rol de constante crítica y normativa. Posee una
    orientación lógica
    y objetiva". (Grecco, 1995:46) Como "padre", establece en su
    simbología que representa a los "elementos aire y fuego.
    También cielo, luz, rayos, y el origen". (Cirlot,
    1992:347)

    El ánima, representada en esta caso por una
    anciana, cumple la función de
    ser "generadora de estados de ánimo. Es la fuente de
    creatividad y
    de la intuición".(Grecco, 1995:46) Como madre, indica que
    es un "símbolo del inconsciente colectivo del lado
    izquierdo y nocturno de la existencia, la fuente del agua de la
    vida". (Cirlot, 1992:291)

    RITUALES
    RELIGIOSOS

    Para el Cristianismo, existen además otros
    rituales de la propia religiosidad: el pesebre, la Misa de Gallo,
    los Villancicos, y los Cantos Gregorianos.

    EL PESEBRE

    El pesebre es el único elemento enteramente
    cristiano de la Navidad. San Francisco de Asís fue quien
    lo incorporó en 1224, organizando la primera
    representación y, más tarde, se difundió en
    los monasterios y conventos de Europa.

    Según el relato de San Buenaventura, el primer
    pesebre tenía un suelo cubierto
    con heno, y allí podía verse un buey, un burro y
    los personajes bíblicos. En el Renacimiento,
    esta representación se caracterizó, entre otras
    cosas, por las artes visuales y detalles ambientales. Pero en el
    Barroco del
    siglo XVII, especialmente en las regiones de Sicilia y
    Nápoles, tuvo el máximo esplendor.

    En cuanto a las clases de pesebres, existen dos tipos:
    la primera configura una teatralización del pesebre
    viviente, y la restante, una representación en miniatura
    del nacimiento, confeccionada por artesanos, en una suerte de
    maquetas. Al principio, eran de madera con
    imágenes de yeso. Hoy se pueden adquirir en el mercado pesebres
    de diversos tamaños y con distintos elementos: cristal de
    roca (energéticos), de plástico,
    etcétera.

    LA ESTRELLA DE BELÉN

    Mateo (2,1-12) es el único testimonio que se
    relaciona con la estrella de Navidad. Si nos atenemos a la
    tradición, todos los nacimientos de los dioses solares
    también tuvieron como señal la estrella que
    brillaba en el firmamento, anunciando la calidad
    sobrenatural del recién nacido. Numerosos ejemplos se
    pueden aportar como el nacimiento de Osiris, Buda, Krisna, entre
    otros.

    Resulta obvio pensar que la inclusión de la
    estrella en el relato se debiera a esta fuerte influencia, pero
    también se cree posible que en esta época haya
    ocurrido un fenómeno astronómico
    inusual.

    Hay, sin embargo, muchas hipótesis: algunos opinan que la luz
    brillante es la de Venus, otros que es el cometa Halley o una
    supernova que había explotado y que su luz podía
    verse incluso de día. Pero la opinión más
    acertada es la Kepler que data de 1646: "… la estrella de
    los magos no fue otra cosa que la rara triple conjunción
    de la Tierra con los
    planetas
    Júpiter y Saturno, estando el Sol pasando por Piscis. En
    esta conjuntio magna los planetas
    aparecen en el mismo grado de longitud, de modo que a ojos de un
    observador terrestre se presentan como una sola estrella muy
    brillante." (Rodríguez, 1997:45) Lo que Kepler atribuye a
    esta conjunción es que se produjo en el año 7 a.C.
    y esto concuerda aproximadamente con la fecha otorgada por la
    Iglesia, año 6 a.C.

    Pero este fenómeno no pudo marcar un camino, ni
    se detuvo en Belén, ni pasó rozando las palmeras,
    lo cual se contradice con el relato de Mateo. En este caso, lo
    que se puede establecer es que el relato mítico impresiona
    sobremanera y recalca el suceso para que no pase inadvertido y
    tome carácter sobrenatural.

    La "estrella de Belén" contiene un simbolismo muy
    particular: iluminaba "tres lugares maravillosos: son tres puntos
    que señalan la revelación de Zoroastro en el
    Irán primitivo; el encuentro de los Magos en Babilonia,
    con la figura imponente del profeta Daniel, la visión
    sublime y terrorífica del Sol de Osiris, anunciando el fin
    de las monarquías absolutas de Oriente y el advenimiento
    de Cristo. Estos tres acontecimientos caracterizan tres etapas
    del verbo solar". (Schuré, 1995:170)

    La estrella más representativa de la
    decoración de la Navidad es la de cinco puntas, pero sin
    cola de cometa, que simboliza el microcosmo humano.
    También se lo puede asociar con "los cinco sentidos
    corporales, pero su número encarna también la
    convergencia del principio masculino y femenino
    –simbolizados por el 3 y el 2, respectivamente– en
    una unión fecunda (el 5 es signo de unión,
    armonía y equilibro; representa también la
    hierogamia, el enlace nupcial entre el principio generador
    celeste el 3, y el principio terrestre materno, el 2), implicando
    matrimonio,
    felicidad y realización." (Rodríguez, 1997:185)
    Dispuesta la estrella hacia arriba, anima y representa a la magia
    teurgia o magia blanca, e invirtiéndola la goecia o magia
    negra.

    Las menos frecuente son las estrellas de seis y ocho
    puntas: la de seis vértices es conocida como la "estrella
    de David", símbolo del judaísmo, que "representa la
    unión total y perfecta entre el espíritu puro y la
    materia, entre
    lo activo o masculino y lo pasivo o femenino, entre lo celeste y
    lo terrestre." (Rodríguez, 1997:184) La de ocho puntas
    suele aparecer en algunas ilustraciones, principalmente en las
    pinturas anteriores al siglo XIX. "El número ocho
    representa el equilibrio
    cósmico y, la forma octogonal, según uno de sus
    significados más antiguos, simboliza la vida eterna y la
    resurrección, un mensaje que se ajusta perfectamente a la
    esperanza que los cristianos celebran con el nacimiento del
    "niño divino" y que proclaman anunciada desde la propia
    estrella (que cumple así con la antigua función de
    los astros de ser pregoneros de inminentes sucesos prodigiosos)."
    (Rodríguez, 1997:185)

    LA VIRGEN, EL NIÑO Y
    JOSÉ

    La imagen de la Virgen María con el "niño
    divino" recostado en el pesebre, representa a una de las
    alegorías más importantes del culto
    solsticial.

    Pepe Rodríguez señala que "en el solsticio
    de invierno –Navidad–, los sacerdotes de Isis,
    vestidos con sobrepelliz blanca y con la cabeza tonsurada,
    sacaban del santuario la imagen de Horus, en forma de niño
    recién nacido, para exponerla a la adoración
    pública de las masas y pasarla en procesión. El
    divino niño Horus, venido al mundo para traer la
    felicidad, era representado como un bebé de cabello dorado
    que tenía un dedo en la boca y el disco solar
    –origen del nimbo cristiano– sobre su cabeza. La
    imagen más corriente la representaba en brazos de su madre
    Virgen." (Rodríguez, 1997:33)

    Este ejemplo es lo suficientemente elocuente para
    ilustrar la iconografía del nacimiento de Jesús de
    Nazaret, cuyas reproducciones siempre fueron fieles a estos
    modelos
    culturales.

    También en la antigüedad precristiana, fue
    un hecho común, aceptado y extendido, que los grandes
    personajes divinos y reyes gozaban del privilegio de ser
    concebidos por una madre virgen. El mismo caso ocurre con
    María (Lucas 1,18-25), que estando desposada de
    José, antes de que convivieran se halló de haber
    concebida por el Espíritu Santo; situación que ya
    había sido profetizado por Isaías muchos siglos
    antes, incluso proclamó el nombre de Emanuel, es decir,
    "Dios con nosotros".

    Jesús es la manifestación del "niño
    divino". Representa "lo extraordinario en lo ordinario, lo
    sobrenatural encarnado en lo natural y lo divino hecho carne en
    el ser humano". (Naranjo, 1994:48) De este modo, el niño
    es un ser humano dotado de cualidades especiales que pueden
    atribuirse a la divinidad, que en sus valores
    intrínsecos (estéticos, humanos y religiosos), en
    su mítico más allá, emanan de los seres y
    cosas de este mundo.

    La visión del "niño divino", para la
    Iglesia, representa el milagro, la promesa que Dios a enviado a
    su único hijo a fin de que, por medio de él, los
    hombres fueran restituidos a su verdadera humanidad. No
    sólo puede interpretarse como "una "venida"… sino
    también un "acceso" del hombre a una Realidad trascendente
    que le ofrece la "divinización" con la felicidad eterna.
    Dios se revela en todo su misterio por amor. La propuesta
    más fundamental de la fe cristiana es que "Dios es amor",
    "sólo el Amor es
    digno de fe y sólo la fe digna de amor". Es el Amor mismo
    el que se nos manifiesta. Este es el misterio de Dios…"
    (Camarero Benito, 1997:60/1)

    José, el carpintero, fue uno de los hombres
    más injustamente tratados por la
    historia cristiana. En las primitivas representaciones,
    aparecía como un hombre joven, fuerte y sin barba, pero
    como consecuencia del inicio del culto a María, instaurado
    por el Concilio de Efeso (343) por Cirilo de Alejandría,
    la figura del carpintero fue postergada y relegada al papel de
    encargado de aprovisionar de alimento a la familia.
    Junto a este proceso
    también se lo hizo envejecer hasta la senectud, de forma
    que, siendo ya nulo su vigor no fuese obstáculo ni sombra
    de sospecha que impidiese proclamar la virginidad perpetua de
    María.

    Surge un simbolismo muy arraigado: la imagen de
    María, el niño Jesús y José
    representa a la Sagrada Familia.

    LOS PASTORES

    En el relato de Lucas (2,8-14) se menciona la presencia
    de pastores en el portal de Belén, que fueron a adorar al
    niño recién nacido. Si bien existe la incongruencia
    de esta participación, por ser una época
    fría y lluviosa, también es cierto que existen
    contrariedades entre los relatos de Mateo y Lucas (puede deberse
    a que escribieron sus evangelios en tierras distintas), porque
    están recreadas de leyendas diferentes. "Mateo
    tiñó de orientalismo el nacimiento de Jesús,
    mientras que Lucas se adaptó a tradiciones míticas
    que eran más creíbles en la capital del
    Imperio." (Rodríguez, 1997:39)

    La narración de Lucas es la que dio origen al
    Belén navideño que se recrea actualmente, y que
    tiene características similares a los nacimientos de Buda,
    Krisna y Confucio, que fueron desarrollados entre los pueblos
    agrarios, en la sagrada ceremonia de la siembra.

    El relato de Lucas concuerda con los mitos de las
    culturas agrarias acerca de los nacimientos prodigiosos. "Tras
    muchos tanteos, la Iglesia, al situar la fiesta de la Navidad en
    el solsticio de invierno, creyó poder conectar las
    alegrías de esta gran solemnidad con las
    antiquísimas prácticas religiosas; remozando, con
    cada retorno del Sol y en una universal solidaridad, la
    alegría de los siglos pasados. Y es por eso por lo que,
    cuando los cristianos entonan el himno de la Navidad, nadie puede
    escucharlo sin sentir una profunda emoción. Parece como si
    los viejos gritos paganos resucitasen de los siglos pasados. Es
    la voz de nuestros hermanos, y también la de millares de
    nuestros antepasados que se levantarían de nuevo para
    unírseles a su coro cantado: ¡Navidad, Navidad, nos
    ha nacido un dios, el joven Sol sonríe en su cuna!"
    (Rodríguez, 1997:41)

    Debido a que la Iglesia Católica se desarrolla en
    contextos urbanos, pero asentadas en culturas agrarias,
    acentuó la importancia de los pastores y mantuvo su
    participación litúrgica en el portal,
    acompañando la escena con un coro de ángeles y una
    señal luminosa en el cielo.

    LOS REYES MAGOS

    En cuanto a la figura de los Magos, existen distintas
    versiones. La Biblia menciona la visita de los Magos de Oriente
    (San Mateo, 2–2) sin hacer alusión a su
    número y la Iglesia del siglo I lo relaciona como hombres
    poderosos y sabios, posiblemente reyes de naciones al oriente del
    Mediterráneo, hombres que por su cultura y espiritualidad
    cultivaban su conocimiento
    de hombre y de la naturaleza esforzándose especialmente
    por mantener un contacto con Dios.

    La adoración de los Reyes Magos ha sido una de
    las más celebradas por la iconografía religiosa
    hasta el Siglo XVII; en el que muestra una
    importante evolución.

    En un principio, tuvieron el carácter de magos y
    su vestimenta eran tocados con el gorro frigio de los
    sacerdotes–astrólogos del dios persa Mitra. Como la
    astrología estaba prohibida, la Iglesia consideró a
    sus figuras como de duda reputación.

    Quinto Septimio Florencio Tertuliano (c. 160-220) fue el
    primero en hacer una afirmación oportuna: Nam et Magos
    reges habuit fore Oriens, esto es, "se ha sostenido que los magos
    eran reyes de Oriente", apoyándose en un versículo
    de los salmos (Sal 72,10), el cual se tomó como otra
    profecía más.

    Gracias a Orígenes y Tertuliano, la cristiandad
    se encontró con tres reyes, que hacía referencia a
    los presentes otorgados al niño Jesús, y se los
    denominó "Reyes Magos". Luego se les cambió la
    vestimenta: en lugar del gorro frigio se les colocó
    coronas reales a la usanza latina.

    Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar fueron
    incorporados a partir del Siglo XIII, mediante un poema aparecido
    en España, titulado El auto de los Reyes Magos. Este poema
    toma la denominación de "auto" por ser el primero en su
    género,
    anónimo y propio del teatro religioso
    primitivo del medioevo, aparecido en lengua
    romance. También, el Martirologio menciona a San Gaspar el
    primero de Enero, San Melchor el día seis y San Baltasar
    el once (Acta SS., I, 8, 323, 664). Los sirios tienen a
    Larvandad, Hormisdas, Gushnasaph, etc.; los armenios Kagba,
    Badadilma, etc. (Cf. Acta Sanctorum, May, I, 1780), entre
    otros.

    En un principio, los Reyes Magos eran de raza blanca,
    pero a partir del Siglo XVI, en todas las representaciones se le
    adjudicó a Baltasar la raza negra. Las nuevas necesidades
    ecuménicas "llevaron a implantar un simbolismo
    inédito, identificando a los tres magos con los tres hijos
    de Noé –Sem, Cam y Jafet– que, según el
    Antiguo Testamento, representaban las tres partes del mundo y las
    tres razas humanas que lo poblaban, según se creía
    en esos días. De este modo, Melchor, el anciano de cabello
    y barba canos, pasó a simbolizar a los herederos de Jafet,
    eso es los europeos y ofreció al Niño divino el
    noble oro; Gaspar, rubio y lampiño, representaría a
    los semitas de Asia y su don era
    el preciado incienso; Baltasar, negro y barbudo
    personificaría a los hijos de Cam, los africanos,
    participando en la adoración universal con su entrega de
    mirra." (Rodríguez, 1997:55)

    Dentro del camino del "niño divino", la figura de
    los Magos, emisarios de Zoroastro, representa la
    encarnación de lo sagrado en cada hombre y el rol del Mago
    hace que se pueda cumplir con este camino en un "nivel
    consciente". Los Magos utilizaron en su advenimiento los poderes
    naturales representados en tres elementos, que simbolizan los
    estados por los cuales debe transitar el maestro Jesús a
    lo largo de su peregrinación como Salvador. El incienso
    simboliza la purificación de las almas y el poder de
    curación espiritual. La mirra, la iluminación que
    es el estado
    conectivo del creador y el maestro. El oro se lo encuentra
    asociado con la "imagen de la luz solar y a la inteligencia
    divina", es decir, con la Epifanía. Epifanía
    significa "manifestación", porque Dios se había
    revelado en la presencia de los "Magos".

    También se ha identificado a los Reyes Magos como
    representantes de la Santísima Trinidad, para lo cual, sus
    obsequios representaban: "el oro provenía del Padre
    glorioso; la mirra –usada como ungüento funerario
    desde la Antigüedad y, por tanto, asociada con la muerte y
    resurrección–, del Hijo; y el incienso
    –elemento purificador esencial en todo ritual–, del
    Espíritu Santo." (Rodríguez, 1997:57)

    Los astrólogos modernos, basándose en que
    la "Estrella de Belén" fuera la triple conjunción
    de la Tierra con los planetas Júpiter y Saturno, estando
    el sol pasando en Piscis, interpretan los presentes del siguiente
    modo: "oro por el Sol (reyes), incienso por Júpiter
    (religión,
    dios supremo) y mirra por Saturno (regente de la muerte), los
    tres planetas mayores del stellium característicos del
    niño, añadiendo que en astrología
    clásica, Jesús sería un tipo Piscis muy
    claro (se propagó el símbolo a comienzos del
    Cristianismo), pues el stellium está en el Signo".
    (Rodríguez, 1997:57)

    Los Magos escucharon en sueños que no volviesen a
    Herodes y "volvieron a su país por otro camino" (Mt 2,12).
    Ese camino pudo haber sido por el Jordán, de tal manera
    que eludiese Jerusalén y Jericó; o un rodeo hacia
    el sur a través de Berseba, al este del camino principal
    (ahora la ruta de la Meca) en el territorio de Moab y allende el
    Mar Muerto. Se dice que después de su retorno a su patria
    los Magos fueron bautizados por Santo Tomás y trabajaron
    mucho para la propagación de la fe en Cristo. Los magos ya
    como Sinus Presbyteri Orientes, se dedicación a la
    evangelización hasta su muerte. Sus restos se localizaron
    en Saba y se ordenó su traslado a Costantinopla. Otra
    leyenda le atribuye que las reliquias de los Reyes Magos se
    encontraban en la Iglesia de San Eustorgio. En 1164, Federico
    Barbarroja saqueó Milán y el arzobispo Raynaud
    Dassel, de Colonia, robó las reliquias y fueron
    depositadas en un sarcófago de oro y plata, y en su honor,
    en el Siglo XIII, fue construida la Catedral dedicada a los "Tres
    Reyes de Colonia".

    La historia posterior es narrada por un escritor ariano,
    no antes del siglo VI, cuya obra está impresa como Opus
    imperfectum in Mattheum, entre los escritos de San Juan
    Crisóstomo (P. G. LVI, 644). Este autor admite que lo ha
    descrito a partir del apócrifo Libro de Seth,
    y es claramente legendario.

    MISA DE GALLO

    La Misa de Gallo es considerada la de mayor importancia
    porque "tiene lugar justo antes del amanecer y esto se debe a que
    se atribuye al gallo el haber cacareado para anunciar su
    nacimiento". Sin embargo, la misa de medianoche es la más
    antigua costumbre y "obviamente le confiere su nombre, ya que la
    palabra ‘Christmas’ (Navidad) proviene del inglés
    antiguo (Cristes Maesse). Se celebra desde el siglo V…
    Tradicionalmente se celebraban tres misas: una a medianoche, otra
    al cantar el gallo y una tercera a plena luz del día".
    (Morris, 1993:64)

    Las tres misas que señalan para esta fecha el
    Misal de Gelasio y el Gregoriano, y éstas con un
    martirologio especial y sublime, y con la dispensa, si fuera
    necesaria, de la abstinencia, todavía hoy son guardadas.
    Si bien Roma
    señala sólo tres Misas para la Navidad, Ildefonso,
    un Obispo español en
    el 845, alude a una triple Misa en Navidad: Pascua,
    Pentecostés, y la Transfiguración. Estas Misas, de
    medianoche, al alba, están místicamente
    relacionadas con la distribución judía y cristiana, o al
    triple "nacimiento" de Cristo: en la Eternidad, en el Tiempo, y
    en el Alma. Los colores litúrgicos variaban: negro,
    blanco, rojo; y el Gloria era sólo entonado al principio
    de la primera Misa de ese día.

    LOS VILLANCICOS

    Los villancicos son cantos heredados de antiguas
    costumbres paganas que representaban "los placeres de la carne",
    más que a la noche santa. Se cantaban danzando en una
    ronda. En un principio, estuvieron prohibidos y los trovadores
    ambulaban de pueblo en pueblo y los cantaban, porque la gente
    común amaba esas canciones.

    Los primeros villancicos
    que se conocen fueron compuestos por los evangelizadores en
    el siglo V, con la finalidad de llevar la Buena Nueva a los
    aldeanos y campesinos que no sabían leer. Sus letras,
    escritas en lenguaje
    popular, se referían al misterio de la encarnación
    y estaban inspirados en la Liturgia de la Navidad, compuestos con
    un tono sensible e ingenioso de los sentimientos de la Virgen
    María y de los pastores ante el Nacimiento de Cristo. En
    el siglo XIII, se extienden por todo el mundo junto con los
    nacimientos de San Francisco de Asís.

    El famoso Stabat Mater Speciosa es atribuido a Jacopone
    Todi (1230–1306); Adeste Fideles data del siglo XVII. Pero,
    éstos aires populares, e incluso palabras, deben de haber
    existido desde mucho tiempo antes de que fueran puesto por
    escrito.

    Noche de Paz es uno de los más famosos. Fue
    creado por el padre José Mohr, en un pueblito de Hallin de
    los Alpes Austríacos, el 24 de diciembre de 1818. Esa
    misma noche, el padre Mohr estaba organizando su sermón
    para la Misa de Gallo, y al leer un pasaje del Evangelio de San
    Lucas, escribe las primeras estrofas. A las pocas horas, concluye
    con su letra. Francisco Javier Guber se ofrece gustoso para
    componer su partitura original. Se ejecutó con el
    acompañamiento de guitarras. Años más tarde
    se lo interpretó con el coro de niños de la
    Capilla; en 1832, en la Catedral de San Petesburgo y luego se lo
    difundió por todo el mundo.

    "Hoy los villancicos han quedado desligados de los
    bailes y de las licenciosas representaciones de antaño y
    se han convertido en algo tan respetable que la mayoría de
    las catedrales e iglesias organizan conciertos y villancicos,
    permitiendo así el retorno de una antigua tradición
    que en un tiempo fue condenada como obra del demonio". (Morris,
    1993:136)

    CANTOS GREGORIANOS

    Los Cantos Gregorianos pertenecen a una antigua
    tradición cristiana medieval. En los antiguos monasterios,
    los monjes interpretaban en latín fragmentos de las
    Sagradas Escrituras. Se caracterizan por ser cantos sopranos,
    utilizando una combinación de sólo 5 notas
    musicales: re, mi, fa, sol, la, dando un clima de
    elevación y misterio: la proclamación
    pública de la palabra de Dios hecha carne en Jesús,
    el día de la Navidad.

    Hoy, los Cantos Gregorianos de los Coros de las
    Abadías de Montserrat, Maumont, Saint Wandrille,
    Hautecombe, Einsiedeln y Dominicano de Francia se
    hicieron populares en todo el mundo y se interpretan en cada
    Liturgia Cristiana.

    NAVIDAD NEGRA (BLACK SABBATH)

    En último término, cabría la
    posibilidad de analizar el nacimiento negro del dios de las
    tinieblas, cuya celebración tiene idénticas
    características con el nacimiento del dios
    solar.

    Existe una segunda comunidad
    religiosa que es el contrapunto con el Cristianismo: la
    adoración a Satanás o Black Sabbath.

    El Sabbath o aquelarre tiene su origen en las sociedades
    primitivas y "algunos pretenden afirmar más y dan como
    seguro que las
    concentraciones de Brujas para adorar a Satanás provienen
    de las fiestas que se celebraban en honor a Dionisios". (Mitos
    Nº 17, 1987:s/n)

    Existen cuatro Sabbaths, uno por cada estación.
    En la época romana, en el solsticio de invierno (Navidad)
    se celebraba el nacimiento del dios Nirmo. Hoy se celebra el
    nacimiento del dios Wicca, bajo la forma del dios Pan y de otras
    divinidades con cuernos: dios Sol Niño y la Candelaria
    (diosa) que "se vuelve a renovar y vuelve a salir al mundo como
    virgen". (Crowley, 1991:255)

    Esta festividad simboliza que "el viejo Dios debe
    aceptar las consecuencias de la paternidad. Pues, cada nuevo
    nacimiento nos acerca un poco más a la muerte. En
    Candelaria, el dios deja a la diosa. Él sabe que su propia
    fuerza se
    está apagando y que así no puede retenerla y le
    permite volver a la Tierra para que se lleve su fertilidad. Esta
    etapa es crucial para el niño. Tiene que separarse de su
    madre a cierta edad, que en términos del ciclo del Dios
    corresponde a los siete años, para iniciarse en los
    misterios masculinos. Cuando ha aprendido todo lo que
    sabía el viejo Dios, llega un momento en que ambos se
    deben reunir en figura humana y luchar. Es la batalla de la luz y
    la oscuridad, de lo viejo y de lo nuevo. El nuevo Dios tiene que
    demostrar que es un sucesor y heredero digno de salir a la luz de
    la conciencia…"
    (Crowley, 1991:255)

    El nacimiento del dios se produce en una cueva. Recibe
    la visita de las brujas, acompañadas de íncubos y
    súcubos (demonios) que les otorgan los dones del
    príncipe del mal: piedras preciosas, azufre y plantas
    venenosas.

    Al igual que en el culto solsticial se recrean los
    distintos ritos paganos que despiertan a las fuerzas de la
    naturaleza: se arma el arbolito y son trasladados los banquetes
    de la fiesta saturliana, se bebe mucho alcohol y se
    realizan prácticas sexuales, y se celebra además
    una "misa negra".

    De esta manera, Satán instruye "toda clase de
    secretos maléficos", le hace conocer "las plantas
    venenosas", enseña "las palabras encantadas",
    además de realizar los "sortilegios durante las noches…
    de San Juan, las Navidades y durante todos los primeros viernes
    del mes… para ofender a Dios y en gloria del Diablo". (Flores
    Arroyuelo, 1985:97)

    "El Satanismo ha sido interpretado tradicionalmente como
    la adoración del mal, una religión basada
    precisamente en los mismos principios que el
    Cristianismo rechaza. Como tal, el satanismo existe
    únicamente donde existe el Cristianismo, y puede ser
    entendido en el contexto de la cosmovisión cristiana. Las
    cosas están, por así decirlo, invertidas: el diablo
    que conoce los cristianos se convierte en el dios de los
    satanistas: para éstos, las virtudes cristianas se
    convierten en vicios y los vicios en virtudes. Se interpreta la
    vida como una constante batalla entre los poderes de la luz y de
    las tinieblas, y el satanista lucha en favor de las tinieblas,
    creyendo que al final, éstas lograrán la victoria".
    (Mc Dowll y Stewart, 1989:56/7)

    En este contexto se pude hablar de una Navidad Negra,
    que implica la parodia del culto solsticial, recreados
    esencialmente bajo un concepto
    cristiano.

    CASI UNA
    CONCLUSIÓN

    En una breve recorrida se ha presentado el significado
    que encarna la Navidad: la ornamentación, las costumbres y
    la adoración religiosa, incluso la adoración a
    Satanás.

    En tal sentido, es meritorio destacar la opinión
    de Desmond Morris que hace de esta fecha tan especial: "Aunque
    oficialmente la Navidad es la celebración del nacimiento
    de Cristo, casi nada de lo que hacemos durante las festividades
    navideñas tiene la más mínima
    conexión con la cristiandad y menos aún con el
    arribo del niño Jesús. Salvo los oficios religiosos
    y las escenas de la natividad, casi todo lo demás surge de
    las antiguas prácticas paganas, o es el resultado de
    modernas innovaciones comerciales". (Morris, 1993:12)

    Se puede observar en un raconto que en todas las
    costumbres perdura el significado trascendente de buscar la
    proyección de un ritual solar, transformado al
    Cristianismo. Este es, en esencia, el significado que encierra la
    Navidad.

    © Copyright. Jorge Marín,
    2002.

    ® Reservados todos los derechos. Prohibida su
    reproducción total o
    parcial.

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    JORGE MARÍN

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